Literatura en La Época de La Independencia

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República Bolivariana de Venezuela.

Ministerio del Poder Popular para la Educación.


U.E “Vicente Campo Elías”
Anaco, Edo-Anzoátegui.

Literatura en la época de la Independencia

Profesora: Alumna:
Mercedes Carvajal Génesis Fuenmayor
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Anaco, 19 de Marzo
Índice
Pág.
Introducción………………………………………………………….. 3
¿Qué es la literatura independentista?........................................ 4
Historia de la literatura venezolana………………………………… 4
Características de la literatura durante la independencia………. 14
Escritores durante la Independencia………………………………. 14
Cartas de Bolívar……………………………………………………... 15
Poemas de Andrés Bello………………………………………….... 16
Escritos de Simón Rodríguez……………………………………….. 17
Finalidad de la literatura……………………………………………… 17
Concusión…………………………………………………………….. 19
Bibliografía……………………………………………………………... 20
Anexos…………………………………………………………………. 21

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Introducción

La literatura independentista se caracteriza por una temática


centrada en la exaltación de los pueblos libres, por un sentimiento
patriótico que llevaba al encuentro con el gaucho, el indígena, el
criollo y que generaría después las literaturas correspondientes.
Asimismo, utilizaba un lenguaje directo y pedagógico, pues seguía
el precepto de "enseñar deleitando". La llamada "educación de
masas" surge en esta época, pues urgía educar a toda la población
en la nueva identidad nacional. Así no sólo se fundan colegios, sino
también las primeras academias de la lengua y las primeras
bibliotecas nacionales.
En la historia de la Literatura venezolana, es de importancia
valorizar toda una gama de cambios desde la época de la colonia
hasta la actualidad.
La literatura venezolana logro de muchos escritores y poetas los
cuales, con sus sentimientos, llenaron a todos sus lectores de
conocimientos, sentimientos, en todos los sentidos.
En este trabajo se escriben algunas características de la literatura
venezolana y sus ilustres personajes.

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1. ¿Qué es la literatura independentista?
Se denomina literatura independentista, a aquellas obras literarias
producidas en América Latina desde fines del siglo XVIII hasta
mediados del siglo XIX. Esta literatura alimentó los movimientos
irracionales de las naciones americanas.1
Este movimiento literario se nutrió de La Ilustración nacida
en Europa, desarrollándose con voz y matices propios, producto de
los contextos y tiempos políticos. Esta literatura tuvo un impacto
especial en la emancipación e independencia de las naciones
hispanoamericanas. Elementos que influyeron en el crecimiento de
esta literatura fueron la idea del hombre libre y el desarrollo del
ideario basado en las leyes.
Fue a través de la prensa que se canalizo en gran medida esta
corriente literaria.
La literatura independentista trata temas tales como la promoción
de los pueblos libres, plasmando un sentir patriótico que convocaba
a los habitantes de las tierras de América, a través del uso de un
lenguaje directo.

2. Historia de la Literatura Venezolana


 La Época Colonial
La primera referencia escrita que se posee con respecto
a Venezuela es la relación del tercer viaje (1498) de Cristóbal Colón
(c. 1451-1506), durante el cual descubrió Venezuela. En esa
epístola (31 de agosto de 1498) se denomina a Venezuela como la
"Tierra de gracia". Pero poco a poco aparecerán los escritores de
literatura. Desde los días de la isla de Cubagua (1528) los
encontramos. De ellos ha llegado el nombre y el poema de Jorge de
Herrera y las vastísimas Elegías (1589) de Juan de Castellanos.
Durante los tres siglos coloniales la actividad literaria será
constante, pero los textos que se conservan en la actualidad son
escasos, debido a la tardía instalación de la imprenta en este país
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(1808), lo cual impidió a muchos escritores editar sus libros. Pese a


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ello, de 1723 es la Historia de José de Oviedo y Baños, la mayor


obra literaria del barroco venezolano; de las últimas décadas del
siglo XVIII procede el Diario (1771-1792) de Francisco de Miranda,
la mayor obra en prosa del periodo colonial.
De fines del mismo siglo es la obra poética de la
primera mujer escritora del país de la que se tiene noticia: sor María
de los Ángeles (1765-1818?), toda ella cruzada por un intenso
sentimiento místico inspirado en santa Teresa de Jesús. Pese a que
se puede nombrar a varios escritores de este periodo, los rasgos
más notables de la cultura colonial hay que buscarlos más que en la
literatura en las humanidades, en especial en el campo de
la filosofía y de la oratoria sagrada y profana, en las intervenciones
académicas y en el intento llevado a cabo por fray Juan Antonio
Navarrete (1749-1814) en su Teatro enciclopédico.
Los primeros escritores venezolanos de la literatura colonial fueron
los cronistas de Indias, entre ellos Juan de Castellanos, fray Pedro
de Aguado y fray Pedro Simón. Podemos también mencionar a
José Oviedo y Baños, quien residió en Caracas desde los 14 años
de edad, como el primer escritor criollo. Oviedo y Baños con un
estilo clásico y realista contaron la conquista y población de la
Provincia de Venezuela.
Durante la revolución de la Independencia, Simón Bolívar también
usó su pluma para defender y divulgar los principios republicanos, y
a veces para expresar sus emociones y vivencias personales. Las
creaciones literarias que marcarán pauta pertenecerán a los
géneros de la prosa y la poesía de sabor neoclásico de Andrés
Bello. A su lado, destaca la escritura genial de ruptura y parodia de
Simón Rodríguez.

 Neoclasicismo y Romanticismo

En los inicios de la era republicana figuran cuatro grandes


nombres de las letras venezolanas: Andrés Bello, Fermín Toro,
Rafael María Baralt y Juan Vicente González. El más destacado
poeta, de clara autenticidad romántica, se llama Juan Antonio Pérez
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Bonalde.
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Entre los costumbristas venezolanos están Daniel Mendoza,
Francisco de Sales Pérez, Nicanor Bolet Peraza, Francisco Tosta
García, Rafael Bolívar Álvarez, Rafael Bolívar Coronado y Miguel
Mármol. Dos escritores de carácter señalan la transición hacia
nuevas posiciones intelectuales y creadoras: Cecilio Acosta y
Arístides Rojas.
 Positivismo, Modernismo y Literatura Venezolana
Fue después de 1880 cuando se perfiló en Venezuela
un movimiento literario de más ambiciosa inspiración. En
el género narrativo, el descubrimiento del naturalismo inspiró a
Tomás Michelena una novela: Débora (1884) y a Manuel Vicente
Romero García, su obra Peonía (1890), primera tentativa de novela
criolla integral. Otros autores dentro de la tendencia serían Gonzalo
Picón Febres (El sargento Felipe, 1899), y Miguel Eduardo Pardo
(Todo un pueblo).
Manuel Díaz Rodríguez, prosista y narrador de refinado lenguaje,
se destaca como la figura más importante que
el modernismo produjo en Venezuela. Le suceden Luis Urbaneja
Achepohl, Rufino Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra, Teresa
de la Parra y Rómulo Gallegos.
Con la obra portentosa de Rómulo Gallegos, donde se destaca la
inmortal novela Doña Bárbara, culmina toda una etapa de la
narrativa venezolana, aquella sometida a las influencias del
nativismo, del costumbrismo, del realismo, del lirismo descriptivo
que alcanza tonos épicos cuando contempla las luchas
del hombre con la naturaleza.
Es importante mencionar a Arturo Uslar Pietri (Las lanzas
Coloradas, 1931), quien se afirmó como la mayor promesa narrativa
novelesca; a Enrique Bernardo Nuñez, a Julio Garmendia, a Antonio
Arraiz, a Ramón Díaz Sánchez, a Guillermo Meneses, a Miguel
Otero Silva. Del grupo "Contrapunto", entre 1946 y 1949, surgen
narradores destacados (Andrés Mariño Palacio, Ramón González
Paredes, Héctor Mujica y otros), dueños de una informaciónliteraria
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más actual que los anteriores, y cuyas creaciones pretenden liberar


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la narrativa de los resabios del costumbrismo, del criollismo, de la


temática rural, del mensaje edificante, del modo de contar lineal.
Más tarde, aparece Salvador Garmendia, quien desarrolla su
temática hasta consecuencias de hiperrealismo anonadante, y
aborda otros espacios, entre ellos el fantástico.
También se destaca la narrativa paródica y densa de Luis Britto
García, pasando por la importante obra de José Balza, un
experimentador incansable, y por la de Oswaldo Trejo,
atrevidamente textual. Se impone citar a Humberto Rivas Mijares y
a Gustavo Díaz Solis, a Pedro Berroeta, a Oscar Guaramato, a
Antonio Márquez Salas, a Alfredo Armas Alfonzo, Manuel Trujillo,
Orlando Araujo y a Adriano González León, la gran promesa del
grupo Sardio y de la generación de 1960.
También están presentes Argenis Rodríguez, José Vicente Abreu,
Laura Antillano, Francisco Massiani, Denzil Romero, Ednodio
Quintero, Alberto Jiménez Ure, Gabriel Jiménez Emán, Armando
José Sequera y Antonia Palacios, autora de la más importante obra
narrativa de pluma femenina después de Teresa de la Parra.
 La Poesía
A pesar de que la poesía venezolana tardó mucho en alcanzar
la modernidad, un poeta que debe ser leído y valorado como el
único gran poeta modernista que tuvo Venezuela, es Alfredo Arvelo
Larriva, virtuoso de la rima y del soneto. Otros poetas dignos de ser
recordados son Andrés Mata, Sergio Medina, Ismael Urdaneta y
Andrés Eloy Blanco, el poeta más popular de Venezuela, situado
entre lo tradicional y la vanguardia.
Vale mencionar también a Fernando Paz Castillo, a Luis Barrios
Cruz, a Jacinto Fombona Pachano, a Rodolfo Moleiro, a Enrique
Planchart, a Luisa del Valle Silva, a Enriqueta Arvelo Larriva, a
Héctor Cuenca, a Julio Morales Lara y a Luis Enrique Mármol.
Mención aparte merece José Antonio Ramos Sucre, maestro del
poema en prosa, erudito, simbólico y misterioso.
Entre tanto, tanto los poetas de 1918 como Antonio Arraiz, cada
cual por su lado, dieron al traste con las formas y el
lenguaje poético atrapados en las lecciones de versificación y
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rimado. La vanguardia produce sólo dos poetas: Pablo Rojas


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Guardia y Luis Castro. A cierta distancia de estos poetas, despuntó
en el movimiento vanguardista Carlos Augusto León.
El grupo Viernes, que se impuso entre 1938 y 1941, estuvo
compuesto por Rafael Olivares Figueroa, Ángel Miguel Queremel,
José Ramón Heredia, Luis Fernando Álvarez, Pablo Rojas Guardia,
Pascual Venegas Filardo, Oscar Rojas Jiménez, Otto De Sola, y
Vicente Gerbasi, aceptado hoy día como una de las voces líricas
más intensas de Venezuela y de América. Entre los poetas que no
siguieron las pautas viernistas destaca Juan Beroes, la figura que
aupó el grupo "Suma", quien regresó a las formas poéticas clásicas
y renacentistas. Luego surge Juan Liscano.
Dentro del contexto de "españolistas" hay que situar la obra de Ida
Gramcko, Ana Enriqueta Terán y Luz Machado. Estas mujeres
poetas ocupan un sitio de privilegio en las décadas de 1940 y 1950.
En la actualidad destacan la poesía muy personal de Yolanda
Pantin, Margara Russoto, Edda Armas, Cecilia Ortiz y Lourdes
Sifontes.
José Ramón Medina es uno de los valores poéticos más firmes del
posviernismo y el posespañolismo; sus compañeros Luis Pastori y
Aquiles Nazoa no cambiaron los rasgos iniciales de su escritura
neoclásica o neomodernista. Los poetas Dionisio Aymará y Carlos
Gottberg, entre otros, se adentraron en la condición del hombre
cotidiano.
De la llamada "Generación del Sesenta" surgen poetas
excepcionales: Rafael Cadenas, Francisco Pérez Perdomo, Juan
Calzadilla, Arnaldo Acosta Bello, Ramón Palomares, Caupolicán
Ovalles, Hesnor Rivera. Entre este grupo de poetas y el pasado hay
que situar a Juan Sánchez Peláez, cuya obra reducida pero de
intensa virtud visionaria y metafórica, de desgarrones existenciales
y lirismo atormentado, reconoce como fuente la generación del
sesenta. La breve experiencia de la revista Cantaclaro (1950),
reveló a tres poetas: Rafael José Muñoz, Jesús Sanoja Hernández
y Miguel García Mackle. Alfredo Silva Estrada se concretó a crear
una obra que se cuenta entre las más coherentes de la poética
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venezolana.
Otros poetas de ese período son Luis García Morales, Luis
Guillermo Sucre, Víctor Salazar, Gustavo Pereira, Ludovico Silva,
Ramón Querales, Luis Camilo Guevara, Víctor Valera Mora, Eleazar
León, Elí Galindo y Julio Miranda. En Valencia, los poetas Eugenio
Montejo, Alejandro Oliveros, Teófilo Tortolero, Reynaldo Pérez Só,
en la revista Poesía de la Universidad de Carabobo, descartan
las actitudes polémicas y crean un espacio propio.
 La Independencia
La literatura hispanoamericana se hizo autónoma de la española
durante este periodo (1823) gracias a los trabajos de Andrés Bello,
porque él lo llenó todo con su obra intelectual, la cual traza el
sendero que iba a recorrer esta literatura naciente y emancipada.
Sin embargo, durante la etapa bélica (1810-1826) predomina la
literatura de orientación política, cuya gran figura para Venezuela,
sin duda alguna, fue Simón Bolívar, quien, además de ser el
Libertador de Venezuela, fue también un escritor epistolar, orador,
periodista y orientador de lo que sería la independencia.
Textos suyos como La carta de Jamaica (1815), un ensayo vertido
dentro de la forma epistolar, o el Discurso de Angostura (1819),
composición ensayista para ser leída en voz alta, están
considerados entre sus textos más significativos. Poetas menores
concibieron obras de combate, o canciones patrióticas, que los
compositores crearon y llenan la atmósfera de aquel periodo de
emergencia.
 Romanticismo
Será dentro del romanticismo cuando la literatura venezolana logre
sus primeras obras significativas. En poesía brillan los nombres de
José Antonio Maitín, el primer poeta romántico, y Antonio Pérez
Bonalde (1846-1892), quien logra una plena expresión romántica,
convirtiéndose así en el escritor mayor de esa escuela. En prosa, la
novela da sus primeros pasos, pero no logrará desarrollarse hasta
finales de siglo, pese a que la primera publicada, Los mártires
(1842) de Fermín Toro, sea una obra de los años cuarenta.
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Al mismo tiempo la literatura vive el periodo costumbrista, que será


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el puente que conduzca a la expresión nacional en la novela, cosa


que se encuentra en Zárate (1882), de Eduardo Blanco (1838-
1912); en Peonía (1890), de Manuel Vicente Romero García —obra
considerada el símbolo por excelencia del criollismo venezolano—,
y en Todo un pueblo (1899), de Miguel Eduardo Pardo. En prosa
crítica, durante este periodo, hay que citar a los grandes humanistas
de la República; la mayor parte de ellos fueron además de
ensayistas penetrantes críticos literarios. Los nombres de Fermín
Toro, Cecilio Acosta, Juan Vicente González y Amenodoro
Urdaneta (1829-1905), crítico literario, autor de Cervantes y la
crítica (1877), son esenciales en este momento.
 Modernismo
Durante el modernismo hispanoamericano (1882-1916), desde la
publicación del Ismaelillo (1882) de José Julián Martí hasta la
muerte de Rubén Darío (1867-1916), Venezuela aportó su
contribución. Y lo hizo más por el camino de la prosa que de la
poesía. De ahí que haya que comenzar citando al gran maestro de
la prosa modernista, Manuel Díaz Rodríguez: novelista, cuentista,
orador, ensayista, crítico, gran esteta de la palabra de todo el
continente; no se podría dejar de mencionar a Pedro Emilio Coll,
ensayista, pensador, cuentista, o al gran satírico de la novela:
Rufino Blanco Fombona (1874-1944), polígrafo de esa generación.
Durante el proceso del modernismo se hicieron presentes tanto
el positivismo como el criollismo. El primero dio ensayistas de
la calidad de José Gil Fortoul o un crítico de la perspicacia de Luis
López Méndez. Siguiendo las estéticas de su época compuso el
mismo Gil Fortoul su novela Julián (1888). El criollismo se desarrolló
en paralelo al modernismo. Su figura mayor es la del cuentista Luis
Manuel Urbaneja Alchelpohl, considerado el padre del género en la
literatura venezolana; en poesía la figura central del criollismo fue
Francisco Lazo Martí, autor de la Silva criolla (1901). Los días
finiseculares tuvieron en los críticos Julio Calcaño (1840-1918),
Gonzalo Picón Febres (1860-1918) y Jesús Semprum sus mejores
exponentes.
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 El siglo XX
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La primera generación literaria que se dio en el siglo XX fue la de


"La alborada" (1909), y Rómulo Gallegos es su figura central.
Coetáneo con ellos se desarrolló el trabajo novelístico de José
Rafael Pocaterra (1889-1955), cuyas narraciones están más
cercanas al naturalismo. Se le considera la figura esencial de la
narración corta venezolana por sus Cuentos grotescos (1922);
sus novelas Vidas oscuras (1916) y La casa de los Abila (1946) se
encuentran entre las mejores que escribió. Contemporánea suya
fue Teresa de la Parra, quien noveló en sus dos únicos libros,
Ifigenia (1924) y Memorias de Mamá Blanca (1929), el carácter
marginal en que vivía la mujer venezolana y memoró el fin de
un universo vivencial. Durante este mismo periodo, finales de la
década de 1920, Rómulo Gallegos llevó a la madurez la novela
venezolana a través de Doña Bárbara (1929), Cantaclaro (1934) y
Canaima (1935).
La poesía del mismo periodo la encabezaron los miembros de la
generación de 1918. Entre ellos se destacan las obras de Fernando
Paz Castillo (1893-1981), José Ramos Sucre y Andrés Eloy Blanco.
Como una isla quedó uno de los fundadores de la modernidad
poética: Salustio González Rincones. Durante este periodo la mujer
insurgió en el dominio de la literatura. La lección de Teresa de la
Parra fue seguida por singulares poetas como Enriqueta Arvelo
Larriva (1886-1963), Luisa del Valle Silva (1902-1962), Mercedes
Bermúdez de Belloso (1915- ) y una pléyade de narradoras cuya
principal figura es Antonia Palacios. Rafael Angarita Arvelo (1898-
1971), sistematizador del sendero de la novela, y Julio Planchart
(1885-1948) se contaron entre los más hondos intérpretes del
fenómeno literario en esos días.
La vanguardia se impuso en Venezuela en torno a 1928 con la
publicación del número uno y único de la revista Válvula. Pese a
ello, ya Antonio Arraíz (1903-1962) había abierto el sendero con su
poemario Áspero (1924). Miguel Otero Silva (1908-1985) y Pablo
Rojas Guardia (1909-1978) se contaron entre sus poetas más
influyentes.
En la ficción narrativa Julio Garmendia había abierto el sendero del
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tratamiento fantástico de la narración corta con La tienda de


muñecos (1927). Al año siguiente Arturo Uslar Pietri ofreció
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otro modelo de renovación a través de Barrabás y otros relatos


(1928) con el cual inició una de las obras centrales
del cuento venezolano.
Poco después, Uslar Pietri enriqueció la novela con Las lanzas
coloradas (1931). A él siguieron novelistas que dejaron su impronta
en la narrativa mayor, como Enrique Bernardo Núñez con Cubagua
(1931), Guillermo Meneses con El falso cuaderno de Narciso Espejo
(1953), Miguel Otero Silva con Casas muertas (1954) o La piedra
que era Cristo (1984) o Ramón Díaz Sánchez con Mene (1936) y
Cumboto (1950). Durante este mismo periodo pudieron leerse los
primeros ensayos de Mario Briceño Iragorry, Augusto Mijares,
Mariano Picón Salas y del propio Uslar Pietri.
En 1936, terminada la dictadura (1908-1935) de Juan Vicente
Gómez (1857-1935), se inició un nuevo periodo político en el país.
Éste tuvo también su impronta literaria. Se expresó primero en el
decir poético del grupo literario Viernes (1939), el cual trajo nuevos
aires más contemporáneos a la poesía. Su figura central fue el
poeta Vicente Gerbasi. No puede dejarse de señalar la significación
que tuvo también el poeta Luis Fernando Álvarez. Críticos como el
alemán Ulrich Leo (1890-1964) o el erudito español Pedro Grases
(1909) se sumaron a la aventura de los viernistas. El primero
propuso los puntos de vista críticos para interpretar la estética de
Viernes.
Durante este mismo tiempo se hizo sentir el magisterio crítico
del profesor Eduardo Crema (1892-1974) e inició su labor de
intérprete de las letras venezolanas Luis Beltrán Guerrero. También
a finales de la década de 1930 hizo su aparición el poeta y crítico
Juan Liscano. Su obra poética es de las más singulares de la
aventura creadora venezolana. Gran animador del debate cultural a
partir de 1936, ha sido el poeta y comentarista Pascual Venegas
Filardo (1911- ). El periodismo literario tuvo su gran iniciador en
José Ratto Ciarlo (1904- ), creador en 1945 de la página de arte de
El Nacional.
En 1942 surgió el grupo de poetas que fue bautizado con el
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nombre de ese año. Aedas significativos como Juan Beroes, Ana


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Enriqueta (1918- ), Ida Gramcko, Luz Machado y Luis Pastori


forman parte de esta promoción.
En 1946 apareció el grupo Contrapunto, el cual, si bien tuvo
poetas como José Ramón Medina o Rafael Pineda (1926),
contribuyó a la mayoría de edad del cuento. Entre sus cultores se
cuentan verdaderos maestros, como Gustavo Díaz Solís o Héctor
Mújica (1927- ). En esta promoción quien pugnó por innovar la
novela fue Andrés Mariño Palacio a través de Los alegres
desahuciados (1948). Sus Ensayos (1967) deben considerarse
como la exposición de aquello que se propuso hacer a través de la
prosa de ficción, ya que él fue el crítico de esta generación. Durante
este mismo periodo hay que destacar la obra ensayística de J.L.
Salcedo-Bastardo (1926- ), Guillermo Morón y los críticos Óscar
Sambrano Urdaneta, Alexis Márquez Rodríguez, Efraín Subero
(1931- ), Domingo Miliani y Orlando Araujo, cuyas obras se
conocieron a partir de las décadas de 1950 y 1960.
El gran cambio dentro del decir poético se realizó en la década de
1950 a través del libro Elena y los elementos (1951), del poeta Juan
Sánchez Peláez. En esa misma década los nombres de Rafael José
Muñoz y Alfredo Silva (1933) constituyen otros hitos de la poesía, la
cual se eslabonará luego con la de los poetas de la década de
1960.
Los nombres de Juan Calzadilla, el primer poeta verdaderamente
urbano de la literatura venezolana, Ramón Palomares, Guillermo
Sucre, Rafael Cadenas, Francisco Pérez Perdomo y Miyó Vestrini
(1938-1991) forman el cuadro esencial de este periodo. La
renovación de la narrativa será la obra de Salvador Garmendia a
través de Los pequeños seres (1959); Garmendia, Adriano
González León y Rodolfo Izaguirre contribuyeron a un cambio en la
perspectiva del narrar. En el ensayo hay que nombrar a Elisa
Lerner, a críticos como Guillermo Sucre, Ludovico Silva (1937-
1988), Francisco Rivera o Arturo Uslar-Braum (1940-1991),
ensayista singular.
La poesía de la década de 1960 la dominan Eugenio Montejo y
Luis Alberto Crespo; la de 1980, Yolanda Pantín y Rafael Arraíz
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Lucca (1959- ); la narrativa, figuras como José Balza, Francisco


Massiani, Luis Britto García, Denzil Romero, Guillermo Morón,
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Gustavo Luis Carrera (1933- ), Ana Teresa Torres (1945- ), Laura


Antillano (1950- ) y Stefanía Mosca (1957- ); el ensayo, Juan Carlos
Santaella; y Víctor Bravo (1949- ) y Javier Lasarte (1955- ), la crítica
literaria.
3. Características de la literatura durante la
independencia
La literatura independentista se caracteriza por una temática
centrada en la exaltación de los pueblos libres, por un sentimiento
patriótico que llevaba al encuentro con el gaucho, el indígena, el
criollo y que generaría después las literaturas correspondientes.
Asimismo, utilizaba un lenguaje directo y pedagógico, pues seguía
el precepto de "enseñar deleitando". La llamada "educación de
masas" surge en esta época, pues urgía educar a toda la población
en la nueva identidad nacional. Así no sólo se fundan colegios, sino
también las primeras academias de la lengua y las primeras
bibliotecas nacionales.
4. Escritores durante la Independencia
El primer ejemplo que se pueda encontrar en este campo es el del
venezolano Simón Bolívar. Líder destacado del proceso de
independencia, ayudó a lograr la independencia no sólo
de Venezuela, sino también
de Colombia, Perú, Panamá, Ecuador y Bolivia. Dejó para la
posteridad unos escritos engrandecidos por su figura, como
el Manifiesto de Cartagena y el Discurso de Angostura,
innumerablemente citados en tiempos posteriores.

En esta literatura también se manifiestan autores como: José


Joaquín Fernández de Lizardi que busco siempre combatir la
descomposición y arbitrariedades de los españoles en México, su
novela más destacada es El periquillo Sarniento, ejerció un gran
papel crítico y divulgador desde el periódico que él mismo fundó, "El
Pensador Mexicano"; José Joaquín de Olmedo con su obra La
victoria de Junín. Canto a Bolívar; Andrés Bello, un gran humanista,
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redactó el Código Civil, fue quien por primera vez enuncio algo así
como la proclama de una independencia literaria y cultural
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americana. Lo hizo en una de sus dos más famosas silvas, en su


"Alocución a la poesía", desglosada de su gran proyecto
poético, América y José María Heredia, que pasa de la poesía
neoclásica y se asoma al romanticismo.

En Cuba, tal vez sea José Martí el ejemplo más claro de este


mismo asunto. Político y pensador a favor de la independencia, no
sólo fundó el Partido Revolucionario Cubano, sino que contribuyó
igualmente a la formación de una literatura propiamente cubana con
la publicación de sus llamados Versos sencillos.

Entre otros escritores de esta corriente se encuentran el


argentino Manuel José de Lavardén con su Oda al Paraná’’ (1801),
en la que canta al río Paraná como símbolo de América.
5. Cartas de Bolívar
 El pensamiento de Simón Bolívar pertenece a una época ya
desaparecida, y no es fácil o siquiera posible entenderlo sin
reconstruir el contexto ideológico y la realidad social en que
operaba. Su concepto de la palabra más estrechamente
asociada con su nombre, libertad, dista enormemente del
significado moderno de esa palabra. El análisis del concepto
bolivariano de la libertad puede servir de clave a las premisas de
toda su ideología política. Esto se hará mediante un examen
riguroso de la retórica bolivariana en sus principales escritos
políticos, siempre ubicando los textos en el desarrollo de las
relaciones políticas en América durante
las guerras de independencia.
Los países libertados por el Libertador se hallaban arruinados al
terminar las guerras de independencia, y poco o nada se había
hecho para restaurar sus antiguas riquezas durante el (último
sexenio de su vida, años que fueron de relativa paz para estos
países. Una gran parte de la población había desaparecido,
las fuentes de producción estaban poco menos que destruidas, y
la producción futura se había hipotecado a los bancos ingleses y
otros prestamistas internacionales. Tras tan enormes sacrificios,
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hechos en espera de una nueva prosperidad que acompañare la


libertad, los pueblos libertados se encontraban en la miseria más
Página

abyecta.
Debido a eso escribió las siguientes cartas:
 Juramento en el Monte Sacro.
 Discurso de Bolívar ante la Sociedad Patriótica 4 de julio de
1811.
 Decreto de guerra a muerte.
 Acta de la Independencia.
 Manifiesto de Cartagena.
 Carta de Jamaica.
 Ley de abolición de la esclavitud.

6. Poemas de Andrés Bello

Bello cultivó diversos géneros; sus obras completas ocupan 26


volúmenes. Fue poeta neoclásico de cuidadosa versificación en su
silva A la agricultura de la zona tórrida . Tiene trabajos de
recopilación histórica, como un juvenil Resumen de la historia de
Venezuela (1810) y de reflexión filosófica, como Filosofía del
entendimiento (póstuma, 1881), pero su obra de mayor relieve es
Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los
americanos (1847), considerada uno de los textos más importantes
en la historia científica de la lengua española.

En Chile publicó también Principios de ortología y métrica de la


lengua castellana (1835); Análisis ideológica de los tiempos de la
conjugación castellana (1841); numerosos poemas, entre ellos el
justamente celebrado, “La oración por todos”, y frecuentes artículos
literarios y científicos en El Araucano . Dedicó varios lustros a
completar sus Comentarios del Poema del Cid , que hacia el fin de
sus días cedió a la Real Academia Española. Transformó
esencialmente el periodismo nacional, infundiéndole serenidad y
altura; introdujo la crítica teatral y —pese a su formación clásica—
facilitó la difusión del romanticismo, incluso mediante traducciones.
Maestro de la lengua española y humanista integral, educó a
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muchos destacados chilenos y elevó el nivel cultural del país, que,


Página

agradecido, le otorgó la ciudadanía.


7. Escritos de Simón Rodríguez

 Representación al Ayuntamiento (Caracas, 1793).


 Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de
primeras letras en Caracas y medio de lograr su reforma por un
nuevo establecimiento (Caracas, 1794).
 Sociedades americanas en 1828, cómo serán y cómo podrían
ser en los siglos venideros (Arequipa, 1828).
 El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de
armas, defendidos por un amigo de la causa social (Arequipa,
1830).
 Observaciones sobre el terreno de Vincocaya con respecto a
la empresa de desviar el curso natural de sus aguas y conducirlas
por el río Zumbai al de Arequipa (Arequipa, 1830).
 Sociedades americanas en 1828, cómo serán y cómo podrían
ser en los siglos venideros (Concepción, Imprenta del Instituto,
1834).
 Informe sobre el terremoto de Concepción (Concepción,
1835).
 Sociedades americanas en 1828. Cómo serán y cómo podrían
ser en los siglos venideros (Valparaíso, Imprenta del Mercurio,
1838).
 Partidos (Valparaíso, El Mercurio, 1840).
 Sociedades americanas en 1828, cómo serán y cómo podrían
ser en los siglos venideros (Lima, Imprenta del Comercio, 1842).
 Crítica de las providencias del gobierno (Lima, Imprenta del
Comercio, 1843).
 Extracto sucinto de mi Obra sobre la Educación Republicana
(Bogotá, El Neo Granadino, 1849).
 Consejos de amigo dados al Colegio de Latacunga
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(Latacunga, 1851).
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8. Finalidad de la literatura
La obra literaria, como cualquier otra obra de arte, está hecha para
que los oyentes o lectores disfruten con ella. El escritor quiere que
se entretengan o se emocionen con lo que él ha escrito. La
literatura busca ante todo el placer estético, y ésta es su finalidad
principal. Esto no quiere decir que las obras literarias no puedan
presentar otras intenciones secundarias. El escritor utiliza con
frecuencia su obra para mostrar situaciones y problemas que sirven
de enseñanza e incitan a la reflexión y al intercambio de ideas.

Otra de las funciones de la literatura, que comparte con disciplinas


como la Psicología o la Filosofía, es la del conocimiento. La obra
literaria sirve para comprender mejor el mundo, para reflexionar
sobre la vida y sobre el ser humano. Permite acceder a situaciones
e informaciones a las que no se llega de forma directa o mediante la
experiencia personal.

Asimismo, la literatura puede presentar una finalidad


política o social. Esto ocurre cuando, además de entretener o
conmover al lector, el autor pretende modificar su actitud o
pensamiento para acercarlo a determinada tesis o transformar el
mundo que le rodea. Esto es lo que se conoce como literatura
comprometida. A menudo, las obras literarias funcionan también
como una catarsis. La catarsis es un sentimiento de liberación o de
serenidad suscitado por la vivencia de una obra de arte. El lector
puede encontrar reflejados en la literatura sentimientos y pasiones
en los que se ve retratado y comprendido. Del mismo modo, el autor
puede emplear la escritura para canalizar sus experiencias.

Por último, debemos recordar que otra de las finalidades que


puede presentar una obra literaria es la de la evasión. La literatura,
con su capacidad para crear mundos inexistentes o alternativos, es
un medio para escapar de la realidad cuando esta resulta
desagradable o incómoda. La finalidad evasiva está muy presente
en algunos movimientos culturales, como el Romanticismo.
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Conclusión
Las historias literarias del siglo XIX forman parte del proyecto de la
nación y buscan en los textos pruebas de la existencia histórica de
las respectivas nuevas naciones. La naturaleza o tierra americana,
descrita en los primeros textos sobre el nuevo continente, es el
punto de referencia central ya que permite, por un lado, acotar el
corpus de textos por tratar, y, por el otro lado, sirve como prueba de
una continuidad histórica por medio de la continuidad territorial.
Desde la perspectiva de los historiadores de la literatura
decimonónicos, lo que los autores coloniales narraron no es
solamente un testimonio de un nuevo continente, sino también una
visión profética del territorio nacional, como es el caso de La
Araucana. Lo relatado en este texto anuncia los sucesos del siglo
de la Independencia, y los próceres de la Independencia cumplen lo
anunciado en La Araucana.

De este modo, la relación entre el pasado y el presente funciona


en ambas direcciones. La configuración del territorio nacional es
proyectada hacia el pasado, maniobra que posibilita la
incorporación de escritores coloniales ya no como escritores
españoles –o quizás americanos–, sino como escritores chilenos,
argentinos, etc. Esto permite la ampliación del corpus por analizar y
la construcción de una tradición literaria que remonta a siglos
pasados. Otra lectura se centra en las narraciones de la naturaleza
como testimonios que cuentan la peculiaridad del hombre
americano gracias a su entorno.
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Página
Bibliografía
 es.wikipedia.org
 biblioteca-virtual.fandom.com
 litaratura-delaindependencia.blogspot.com
 http://mireyacornejo.blogspot.com
 prezi.com
 publications.iai.spk-berlin.de
 www.actualidad-24.com
 www.ecured.cu

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Anexos

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