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FLACSO docencia

Josep M. Colomer

Ciencia de la política
Una introducción

Arie/ Ciencia Política

18227
Cubierta: Ambrogio Lorenzetti {c.1290-1348), Effetti del Buon Governo in cittil
(Efectos del buen gobierno en la ciudad), fragmento, 1338-1339. Palazzo Pubblico,
Siena, Italia. -

Las demás ilustraciones del libro provienen de: Allegoria del Buon Governo
(Alegoria del buen gobierno), Palazzo Pubblico, Siena, Italia.

Primera edición: marzo de 2009

Título original:
Science of Politics. An Introduction

Traducción de f erran Meler


Realización: Atona, S. L.

© 2009, Josep M. Colomer


© 2009 de la traducción: Ferran Meler
Derechos exclusivos de edición en español:
© 2009: Editorial Aliel, S. A.
Avda. Diagonal, 662-664 - 08034 Barcelona

ISBN: 978-84-344-1836-3
Depósito legal: B. 3.436-2009
Impreso en España por Book-Print (Barcelona)

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright,
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático,
y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
Introducción

Este libro trata de política, una actividad que ha sido considerada


una profesión noble, una ciencia triste o un arte clásico, según distin-
tas perspectivas a su vez controvertidas. En este libro se aborda el es-
tudio de la política desde dos puntos de partida. En primer lugar en-
tendemos que la política es una actividad humana fundamental que
persigue el interés común de los miembros de una comunidad o, en
términos más clásicos, el «bien público». En segundo lugar, la políti-
ca, como cualquier otra actividad humana, puede ser objeto de un co-
nocimiento sistemático y fidedigno, según las normas de lo que en ge-
neral llamamos «ciencia». Si no le preocupan en particular estas dos
afirmaciones, puede saltarse los siguientes párrafos y pasar directa-
mente al primer capítulo. En caso contrario, tal vez quiera dedicar
unos minutos a leer las razones que me han llevado a adoptar este
punto de vista.

¿QUÉ ES LA POÚTICA?

Cuando el filósofo griego Aristóteles afirmó que «el hombre es un


animal político», no quiso decir que al hacer política los seres humanos
deberían comportarse como animales, guiados sólo por el instinto de
lucha y dominio. Más bien al contrario: entendía que Za política es una
de las actividades esenciales que distingue al ser humano de otros
animales Gunto con el arte, la religión y la ciencia). Sólo los seres hu-
manos son capaces de cooperar por sus intereses comunes y de acatar
reglas colectivas. Ciertamente, otras especies animales luchan por re-
partirse los recursos y pueden tener relaciones en las que unos pocos in-
dividuos dominan a los demás. Algunos llaman a esto «política», aun-
que a lo sumo lo sería en el sentido más burdo del término. Más
importante para comprender el significado y la importancia de la polí-
tica es el hecho de que ningún animal excepto los humanos es capaz de
formar coaliciones y organizaciones estables, crear consejos y asam-
bleas, deliberar y votar, tomar decisiones vinculantes sobre asuntos co-
lectivos y vivir en grandes comunidades bajo normas compartidas.

XI
CIENCIA DE LA POLÍTICA

No deberíamos confundir las metas colectivas de la polf tlca con


las motivaciones privadas de los individuos implicados en esta activi-
dad. Aunque algunos miembros de grupos de interés, activistas de par-
tidos políticos y políticos profesionales con cargos públicos se muevan
por la ambición de satisfacer sus deseos privados, incluidos la domina-
ción y el disfrute del poder, la meta colectiva de su actividad es la provi-
sión de bienes públicos. Pensemos por un momento en el mismo pro-
blema, pero en otra actividad fundamental del ser humano: el arte. Si
bien los artistas pueden estar motivados por la búsqueda de la admira-
ción y el aplauso, el objeto de la actividad artística no es la lucha por el
aplauso sino, obviamente, la creación de obras de arte que puedan gus-
tar al público, ya sean comedias o poemas, cuadros o edificios, cancio-
nes o películas. Análogamente, el objeto de la política, independiente-
mente de las motivaciones privadas de sus actores, es la provisión de
libertad, seguridad, justicia, medios de transporte, educación, asisten-
cia sanitaria, entornos agradables y otros bienes similares a los miem-
bros de la comunidad.
Dicho con mayor precisión, el objetivo de la política es la provi-
1lón de •bienes públicos•, como los que acabamos de mencionar,
por medio de la acción colectiva. Como se analizará en este libro, los
bienes públicos son los que no pueden ser divididos en piezas o porcio-
nes separadas que puedan ser usadas por individuos diferentes, por lo
que no pueden ser provistos sólo por el mercado u otros mecanismos
privados. Puede considerarse que la provisión de bienes públicos, la
cual requiere instituciones públicas, traza una línea divisoria entre los
dominios de las actividades pública y privada y define el espacio pro-
pio de la política. Algunos bienes públicos pueden producir beneficios
casi-universales, como puede ser el caso, por ejemplo, de ciertos recur-
sos naturales, el calendario y la red mundial, los cuales pueden ser pro-
vistos mediante la cooperación humana con poca estructura institu-
cional. Pero muchos bienes públicos, como las obras públicas, las
escuelas, la seguridad social y otros servicios, así como las políticas de
impuestos para financiar estos bienes, implican redistribución de re-
cursos entre diferentes miembros de la comunidad, por lo que compor-
tan conflicto y competencia.
Todos los temas presentados en este libro pueden ser entendidos
desde esta perspectiva fundamental. En las páginas siguientes analiza-
remos diferentes formas de comunidad y de régimen políticos, inclui-
das la dictadura y la democracia, así como las relaciones entre parla-
mentos y presidentes y diversas configuraciones de partidos, a las que
seguirá el análisis de las reglas electorales y diferentes estrategias en la
competencia electoral. Todas estas instituciones, organizaciones y
<:omportamientos pueden ser concebidos como mecanismos para la
•lección y provisión de bienes públicos.

XII
INTRODUCCIÓN

¿POR QUÉ CIENCIA?

La política no es sólo una actividad práctica basada en la acumu-


lación de experiencia directa. El proyecto de una ciencia o un conoci-
miento metódico de la política es tan antiguo como la política misma.
Muchos iniciadores de las ciencias sociales modernas se refirieron al
modelo de las ciencias de la naturaleza, a menudo con el objetivo de
construir alguna variante de «física social». En la actualidad casi nadie
cree que existan «leyes naturales» en la sociedad. Pero las interaccio-
nes humanas producen regularidades susceptibles de ser analizadas,
como en las otras ciencias, mediante modelos y fórmulas estilizados.
Varias disciplinas han sido tomadas como referencia para ese em-
peño con respecto al estudio de la política. El dominio del derecho en los
estudios políticos hasta principios del siglo veinte promovió la recolec-
ción de datos sobre los regímenes y las estructuras políticas en diferentes
regiones y países del mundo, la cual proveyó un notable número de ob-
seivaciones y comparaciones. No obstante, los análisis empíricos se con-
fundieron con frecuencia con juicios normativos de valor. En un segun-
do período a partir de mediados del siglo veinte, los estudios políticos se
desarrollaron bajo la guía de métodos empíricos e inductivos importa-
dos de la sociología y la psicología. Esto promovió la adopción de técni-
cas cuantitativas y análisis estadísticos de las características sociales y el
comportamiento político de la gente. En los decenios más recientes, una
nueva influencia de la economía ha producido un florecimiento de mo-
delos formales, refinamientos matemáticos y razonamiento deductivo
en el estudio de la política. Todas estas contribuciones son en cierto
modo acumulativas. El método científico requiere, sin duda, tanto ob-
servaciones empíricas y mediciones cuantitativas como modelos ló-
gicos con hipótesis interesantes. Tanto el razonamiento inductivo como
el deductivo son necesarios para desarrollar un análisis científico -una
investigación suele moverse desde la compilación de obseivaciones al es-
bozo de una hipótesis, desde éste a la recolección de un mayor numero de
obseivaciones relevantes e identificadas con precisión, de ahí a la revi-
sión o el refinamiento de la hipótesis inicial, y así sucesivamente-.
El progreso en el conocimiento de la política y la sociedad implica
la acumulación de un conjunto de proposiciones acerca del comporta-
miento de las personas, sus consecuencias y las relaciones entre las
instituciones que deberían tener validez general. Un modelo científico
postula que existe una relación entre unas pocas variables claramente
definidas y mensurables, como, por ejemplo, los bienes públicos, los
grupos organizados, el gasto público, el desarrollo, la dictadura, la de-
mocracia, la guerra o la paz, la estabilidad del régimen, el tamaño de la
asamblea, las reglas electorales, la producción legislativa, la duración
de los gobiernos, los partidos políticos, los resultados electorales y los
temas de la agenda pública. No olvide que las hipótesis deben estar cla-
ramente formuladas, ser lógicamente coherentes y estar apoyadas por
XIII
1
INTRODUCCIÓN

¿POR QUÉ CIENCIA?

La política no es sólo una actividad práctica basada en la acumu-


lación de experiencia directa. El proyecto de una ciencia o un conoci-
miento metódico de la política es tan antiguo como la política misma.
Muchos iniciadores de las ciencias sociales modernas se refirieron al
modelo de las ciencias de la naturaleza, a menudo con el objetivo de
construir alguna variante de «física social». En la actualidad casi nadie
cree que existan «leyes naturales» en la sociedad. Pero las interaccio-
nes humanas producen regularidades susceptibles de ser analizadas,
como en las otras ciencias, mediante modelos y fórmulas estilizados.
Varias disciplinas han sido tomadas como referencia para ese em-
peño con respecto al estudio de la política. El dominio del derecho en los
estudios políticos hasta principios del siglo veinte promovió la recolec-
ción de datos sobre los regímenes y las estructuras políticas en diferentes
regiones y países del mundo, la cual proveyó un notable número de ob-
seivaciones y comparaciones. No obstante, los análisis empíricos se con-
fundieron con frecuencia con juicios normativos de valor. En un segun-
do período a partir de mediados del siglo veinte, los estudios políticos se
desarrollaron bajo la guía de métodos empíricos e inductivos importa-
dos de la sociología y la psicología. Esto promovió la adopción de técni-
cas cuantitativas y análisis estadísticos de las características sociales y el
comportamiento político de la gente. En los decenios más recientes, una
nueva influencia de la economía ha producido un florecimiento de mo-
delos formales, refinamientos matemáticos y razonamiento deductivo
en el estudio de la política. Todas estas contribuciones son en cierto
modo acumulativas. El método científico requiere, sin duda, tanto ob-
servaciones empíricas y mediciones cuantitativas como modelos ló-
gicos con hipótesis interesantes. Tanto el razonamiento inductivo como
el deductivo son necesarios para desarrollar un análisis científico -una
investigación suele moverse desde la compilación de obseivaciones al es-
bozo de una hipótesis, desde éste a la recolección de un mayor numero de
obseivaciones relevantes e identificadas con precisión, de ahí a la revi-
sión o el refinamiento de la hipótesis inicial, y así sucesivamente-.
El progreso en el conocimiento de la política y la sociedad implica
la acumulación de un conjunto de proposiciones acerca del comporta-
miento de las personas, sus consecuencias y las relaciones entre las
instituciones que deberían tener validez general. Un modelo científico
postula que existe una relación entre unas pocas variables claramente
definidas y mensurables, como, por ejemplo, los bienes públicos, los
grupos organizados, el gasto público, el desarrollo, la dictadura, la de-
mocracia, la guerra o la paz, la estabilidad del régimen, el tamaño de la
asamblea, las reglas electorales, la producción legislativa, la duración
de los gobiernos, los partidos políticos, los resultados electorales y los
temas de la agenda pública. No olvide que las hipótesis deben estar cla-
ramente formuladas, ser lógicamente coherentes y estar apoyadas por
XIV
CIENCIA DE LA POLÍTICA

contrastaciones y observaciones empíricas. Lea, por favor, el recuadro


contiguo dedicado a «El método científico en política» para una mayor
clarificación acerca de las condiciones de validez de los modelos cientí-
ficos y su capacidad para predecir observaciones futuras.
A menudo se pide a los politólogos que expliquen las causas de los
acontecimientos políticos y que ofrezcan su consejo para la toma de
decisiones con respecto a políticas públicas o instituciones. Aunque es-
tas dos tareas están fuertemente relacionadas, de hecho corresponden
a dos profesiones diferentes: politólogo y político. Suponga, por
ejemplo, que dos personas dicen lo siguiente:

GABRIEL:Un alto número de partidos políticos reduce el grado de


polarización política.
MARTA: Deberla haber sólo dos partidos en el sistema para que hu-
biera gobiernos estables.

Observe que Gabriel habla como un científico: dice como él ve las


cosas. Marta, en cambio, habla como una política: dice como a ella le gus-
tarla que fueran las cosas. Debenamos distinguir estos dos tipos de enun-
ciados. Una proposición científica implica una aserción sobre cómo son
las cosas. Un juicio normativo juzga cómo las cosas debenan ser.
La diferencia entre los dos tipos de enunciados es que, en princi-
pio, podemos validar o refutar las proposiciones científicas mediante el
examen de la evidencia. Podemos recoger datos sobre el número de
partidos políticos en diferentes países, medir los sistemas de partidos
tomando en cuenta el tamaño relativo de los partidos, estimar la distan-
cia política o ideológica entre partidos mediante el escrutinio de sus
comportamientos legislativos y gubernamentales, y establecer las rela-
ciones apropiadas entre estos diferentes conjuntos de datos. En cam-
bio, un juicio normativo requiere valores. Decidir si tener muchos o
pocos partidos es bueno o malo comporta una elección a favor de la re-
presentación fiel, la estabilidad gubernamental, el consenso en políti-
cas públicas o las oportunidades favorables para el cambio de políticas.
Los enunciados científicos y normativos debenan estar relaciona-
dos, desde luego mucho más de lo que tiende a sospechar la gente igno-
rante y con opiniones fuertes. En la medida en que sepamos cómo son
las cosas, podremos formular nuestro juicio sobre bases sólidas. La te-
sis de Gabriel de que un alto número de partidos reduce el grado de dis-
tancia y de polarización entre los partidos (porque cuando hay muchos
partidos, éstos tienden a colocarse en posiciones relativamente «próxi-
mas» entre sí), si es cierta, puede inducir a Marta a cambiar su opinión
a favor de tener sólo dos partidos aceptados en el sistema. Sin embargo,
un juicio normativo no se basa sólo en el análisis científico. Al contra-
rio, requiere tanto un análisis científico como una elección de valores,
de modo que incluso si dos personas están de acuerdo en cómo son las
cosas, pueden monl<'ll<'I' opiniones diferentes sobre cómo deberían ser.
XV
INTRODUCCIÓN

Así pues, los politólogos pueden estar de acuerdo en ver las cosas
como son. De hecho, la ciencia política ha desarrollado un notable pro-
greso en la comprensión de la política en los tiempos modernos, como
veremos en este libro. Al mismo tiempo, los politólogos pueden diferir
en su consejo bien como consecuencia de diferencias no resueltas en el
análisis científico, bien por una diferencia de valores difícil de superar.
La política práctica necesita ciencia así como, por seguir con la
analogía, incluso la práctica del arte requiere un conocimiento siste-
mático. Artes como pintar cuadros, componer música o realizar pelí-
culas en parte se basan de manera innegable en habilidades y predispo-
siciones innatas, pero también en la formación y la práctica. Desde
luego, los artistas se benefician de estudios metódicos así como de la
compresión adquirida por los profesionales que les precedieron. Al
igual que sucede en cualquier otro campo, las escuelas de arte no siem-
pre logran producir buenos artistas, pero son decisivas para desarro-
llar las capacidades humanas apropiadas.
Del mismo modo, los cursos, las facultades y los textos de ciencia
política deben proporcionar no sólo conocimiento y comprensión de
los fenómenos políticos, sino también los mejores fundamentos para
ejercicios aplicados. Así como la física es el mejor fundamento de la
geología y la ingeniería, y la economía ha sido un sólido fundamento
para la expansión de los programas de estudio de administración y di-
rección de empresas, un sólido conocimiento de la ciencia política de-
bería ser la firme base para la práctica de la organización y el lideraz-
go, las campañas electorales, la toma de decisiones en el ámbito de las
políticas públicas, la administración pública, los asuntos exteriores y
otras actividades con una amplia proyección profesional.

EL LIBRO

Este libro ha sido concebido para llenar un vacío persistente entre


los avances en la investigación y la enseñanza habitual en esta discipli-
na. Hemos avanzado mucho durante las últimas décadas, tanto en la
investigación como en las publicaciones académicas, pero la docencia
no siempre se halla a su altura. Como escribió uno de los evaluadores
anónimos del manuscrito original de este libro, muchos profesores tie-
nen que «asignar un manual que tiene muy poco que ver con lo que di-
cen en clase».
Los materiales que se presentan en este libro son sólo una selec-
ción de las muchas cosas que realmente sabemos. Mi selección se ha
basado en la experiencia acumulada al enseñar este tipo de curso a es-
tudiantes con formaciones variadas en tres países diferentes a ambos
lados del Atlántico Norte durante más de veinte aftos. Al seleccionar lo
que debía incluir y lo que no, he procurado aplicar criterios de simpli-
cidad, utilidad práctica y relevancia histórica. Algunas de las cosas que
XVI
CIENCIA DE LA POLÍTICA

he incluido puede que requieran mayores pruebas de su validez, pero


he apostado por ellas debido a su relevancia y su consistencia con otros
postulados bien establecidos. Tras esta Introducción encontrará un
conjunto de «30 Proposiciones en Ciencia Política», las cuales consti-
tuyen un sumario de los resultados presentados en el resto del libro.
Están formuladas de un modo informal, aunque podrían convertirse
en «teoremas» más formales y mejor demostrados. Ciertamente po-
drían y deberían enseiiarse muchos más conocimientos firmes y sóli-
dos en otros cursos y en otros libros de texto. Tras escribir este libro
tengo la fundada impresión de que en realidad sabemos muchas cosas.
Muchas más de lo que se suele reconocer tanto dentro como fuera de la
disciplina académica de la política.
Este libro debería ser apropiado para un curso general de intro-
ducción a la ciencia política en un sistema de enseñanza por semestres.
Incluye cuatro partes con los siguientes títulos:

l. Acción
2. Comunidad
3. Gobierno
4. Eleceión

Si el libro resulta demasiado largo para otros propósitos, puede


utilizarse según las necesidades y los criterios de los profesores. Se
pueden organizar usos parciales de diferentes modos:

• Las partes 1 y 2 se pueden combinar para proporcionar una bre-


ve introducción a los fundamentos de la política.
• Las partes 3 y 4 y quizás fragmentos de otras pueden formar un
curso centrado en el estudio de las instituciones políticas.

Alternativamente, el libro se puede dividir del siguiente modo:

• Las partes 1 y 4 pueden unirse porque comparten un enfoque


«micro» en el que las decisiones individuales explican los resul-
tados colectivos
• Las partes 2 y 3, en cambio, comparten un enfoque «macro»
centrado en variables estructurales.

Estos diferentes agrupamientos pueden también ser adecuados


para cursos en estudios de filosofía política, derecho constitucional,
economía política y estudios comparativos y de área, respectivamente.
El grueso del libro es un texto con algunos párrafos destacados
para ser retenidos en su mente o en sus apuntes y unas pocas fórmulas
sencillas. Algunas ampliaciones y detalles técnicos se presentan en «Re-
cuadros» separado!ll que pueden ser usados discrecionalmente por el
profesor según el nlvd tld cuno. Hay también una serie de «Casos» o
XVII
INTRODUCCIÓN

ejemplos dispares pero intencionadamente relevantes de países y luga.


res de diversas partes del mundo en períodos remotos y próximos. Una
sección dedicada a las «Fuentes» reproduce fragmentos esclarecedores
de textos seminales tanto de autores clásicos como de académicos mo.
demos. Cada capítulo finaliza con una «Conclusión» en la que se resu.
men los resultados a los que se ha llegado y se reformulan las «Propos¡.
ciones» antes mencionadas. Luego sigue un «Resumen» y una lista de
«Conceptos básicos» que merecen ser estudiados y releídos. Algunas
«Preguntas de repaso» y «Problemas y aplicaciones» pueden ayudar a
seguir el curso (las soluciones se hallan a disposición de los docentes
que las soliciten al autor). Al final de cada una de las cuatro partes de
este libro se presenta evidencia empírica estilizada y a largo plazo con
objeto de recalcar la relevancia de lo que antes se ha analizado.
En la última sección se incluye una lista de referencias bibliográfi.
cas para apoyar los enunciados presentados en los diferentes capítulos
así como una atractiva oportunidad para estimular su curiosidad. T~
dos los «Conceptos básicos» se presentan también agrupados por or.
den alfabético para ulteriores consultas.

RECUADRO
EL MÉTODO CIENTÍFICO EN POLÍTICA

Éste es un libro introductorio sin sofisticación matemática, pero está


inspirado en una cierta noción de lo que es y debería ser un conocimiento
científico de la política. La idea básica es que la realidad política, comple-
ja y a veces aparentemente caótica, se puede captar y reproducir median-
te «modelos• estilizados.
Cada modelo postula que existe una relación entre un pequefio núm~
ro de variables. Sefialemos que las variables en un modelo tienen que estar
bien definidas con conceptos adecuados, como, por ejemplo, bien públi-
co, grupo de presión, líder, estabilidad, democracia, guerra, regla de deci-
sión, producción legislativa, partido, activista, espacio político, ideología
y otras que se presentan a lo largo de este libro. Las variables selecciona-
das deberían ser susceptibles de una observación precisa y, a ser posible,
de una medición cuantitativa. Muchas variables políticas se pueden me-
dir, por ejemplo con el número de individuos, el área, el número de gobier-
nos, el dinero, el tiempo, los votos, los escaños, el número de partidos, las
«posiciones» políticas o la cdistancia» ideológica, entre otras dimensio-
nes. En las páginas de este libro encontrará una docena de índices para
hacer mediciones cuantitativas de las variables políticas.
Un modelo en política suele comportar ciertos supuestos relativos a
los motivos de los actores y sus decisiones probables, los cuales estable-
cen vínculos y relaciones entre las variables que acabamos de mencionar.
Las relaciones entre variables existen precisamente porque la gente toma
decisiones en interacciones estratégicas, las cuales se pueden modelar
con la ayuda de la teoría de juegos u otros enfoques afines.

XVIII
CIENCIA DE LA POLÍTICA

Por ejemplo, se suele postular que el desarrollo económico favorece la


estabilidad y la duración de la democracia. Pero la relación entre estas
dos variables estructurales -desarrollo y democracia- está mediada de
un modo decisivo por la acción humana. Una explicación puede ser que,
bajo condiciones de renta media relativamente alta, hay poca polariza-
ción social y los actores politicos pueden aceptar el cumplimiento de las
reglas del juego porque la derrota en una elección no comporta una depri-
vación total, mientras que la organización de una rebelión o un golpe de
estado sería demasiado arriesgada y costosa. Decisiones como ésta (apo-
yar la democracia) se toman bajo las restricciones y las oportunidades
ofrecidas por las estructuras existentes (en este ejemplo, unas condicio-
nes económicas y sociales favorables) y contribuyen a estabilizar, cam-
biar o crear nuevos resultados estructurales (digamos, un régimen demo-
crático duradero). Cabe postular, pues, que hay relaciones entre variables
estructurales, aunque siempre deberían concretarse los mecanismos que
vinculan estas variables entre sí.
Para el investigador, la identificación de un problema interesante y re-
levante para el estudio puede ser el resultado de una participación directa
en la cuestión a analizar, de un estudio a fondo de un caso notable o de un
programa de investigación más amplio. La formulación de hipótesis sobre
las relaciones entre variables y las decisiones de la gente suele requerir
una intuición experimentada y educada o un cierto esfuerzo de imagina-
ción intelectual. El criterio de parsimonia exige la mejor relación posi-
ble entre el número de variables consideradas y el de observaciones a ex-
plicar. Si, por ejemplo, contamos con un buen modelo para explicar la
efectividad de un grupo de presión para satisfacer sus demandas como
una función de la variable denominada «tamaño del grupo» (claramente
mensurable) y esto es congruente con muchas observaciones empíricas,
puede que sea «mejor», es decir, más eficiente y parsimonioso, que tratar
de dar cuenta de cada una de las incidencias por medio de una serie de nu-
merosos acontecimientos previos, factores y episodios casuales.
Se suele advertir que, en política, como en otras ciencias sociales, los
modelos sólo son válidos en determinadas circunstancias. Pero déjeme ar-
gumentar que muchas partes de nuestra comprensión de la política tienen
tanta solidez y relevancia como el conocimiento acumulado en otras disci-
plinas bien consolidadas. Baste con mencionar uno de los modelos más
sencillos y más divulgado de la economía. Cualquier libro de texto elemen-
tal nos dirá que en un mercado competitivo de bienes privados -pense-
mos, por ejemplo, en manzanas o en casas- hay un precio de equilibrio
cuando las cantidades demandadas y ofrecidas son iguales. Esto se deriva
ante todo de la observación generalizada de que las personas tienden a
comprar menos, o como mínimo no más, de un bien cuando su precio
sube, la cual se llama cley de la demanda». Posiblemente habrá oído hablar
de ella. Hoy forma parte del conocimiento corriente, aunque llevó varios
siglos de pensamiento formularla con precisión y perspicacia. Por mencio-
nar un campo completamente diferente, estoy seguro de que recordará un
modelo fundamental de la más preciada de las ciencias, la física: cla ley de
la gravedad• que explica por qu~ los cuerpos caen hacia abajo.

XIX
INTRODUCCIÓN

Modelos como éstos forman las bases de las ciencias «normales-. mo-
dernas, pero todo el mundo sabe que son crudas simplificaciones de la
realidad que se ajustan a obsexvaciones empíricas sólo bajo circunstancias
concretas, muy bien definidas pero relativamente poco frecuentes. En las
obsexvaciones diarias, no emergen precios de equilibrio porque determi-
nados bienes (como la vivienda, antes mencionada, como un caso particu-
larmente fuerte) no son tan móviles o las personas no tienen una informa-
ción tan buena sobre las oportunidades que ofrece el mercado como
supone el modelo. Asimismo, los cuerpos caen del modo predicho sólo en
un «vacío perfecto», pero para medir y predecir cada episodio concreto, es
preciso estimar el viento, la resistencia del aire o la «fricción» y otras condi-
ciones. Sin embargo, los consumidores individuales, las familias, las em-
presas, los comerciantes y los gobiernos se extraviarian si no supieran lo
esencial de la teoría de los precios, al igual que sucedería con los ingenie-
ros, los albañiles, los fontaneros, los pilotos de líneas aéreas y, en general,
con todos nosotros si tratáramos de prescindir de la ley de la gravedad.
Como en cualquier otra ciencia, los modelos en política no predicen el
futuro en un sentido incondicional. Sólo afirman que si se cumplen ciertas
condiciones, entonces es probable que se den ciertos resultados. Para pre-
dicciones concretas, los modelos tienen que estar sujetos a limitaciones te-
rritoriales y temporales y a otros condicionamientos del comportamiento
humano. Es más, las personas pueden cambiar a propósito ciertas «varia-
bles». En realidad, cuantos más conocimientos de ciencia política tenga una
persona, más puede ser capaz de manipular ciertos escenarios con la inten-
ción de alcanzar resultados deseables. Cada juego «estratégico» puede jugar-
se bajo condiciones estructurales que presentan diversas ocasiones y restric-
ciones. Pero con los incentivos apropiados, las decisiones de los actores para
alterar las situaciones políticas pueden tener un efecto en las relaciones es-
tructurales y, por tanto, son indispensables para dar cuenta de los resultados
colectivos esperados. Todo esto no niega, sin embargo, el carácter científico
de este tipo de modelos. Más bien al contrario, la conducta intencional sóli-
damente fundada puede ser la principal confirmación de su validez porque
implica una conciencia de sus repercusiones y consecuencias potenciales.
Todos los modelos deberían ser susceptibles de ser sometidos a con-
trastaciones empíricas. Un modelo puede ser validado o invalidado por
diferentes medios, incluidos los siguientes procedimientos que podrá es-
tudiar en cursos más avanzados:

- El análisis de regresión y otras técnicas estadísticas para grandes


números de observaciones.
- El método comparativo para pequefios números de obsexvaciones
bien seleccionadas.
- Los experimentos de laboratorio.

Las contrastaciones empíricas pueden llevar a validar, reformular o


descartar hipótesis sobre las relaciones entre las variables y las decisio-
nes de las personas. Esto permite la acumulación de conocimiento, que es
un sinónimo de progreso científico.

XX

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