1988 Garzon-Kaplan Boletin19

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                   Boletín de Psicología, nº 19, Junio 1988

DOS ALTERNATIVAS EN LA CONCEPCIÓN DE LO QUE LA


PSICOLOGÍA PUEDE APORTAR Al DERECHO

A.Garzón - M.F.Kaplan
Univ. Valencia - Univ. Illinois

Concepciones de la Psicología Judicial

La interdependencia de lo psicológico y lo normativo dentro del


contexto de los Sistemas judiciales ha ido derivando desde
comienzos de siglo en un campo de conocimiento que se puede
denominar como Psicología Judicial. Ahora bien, es evidente que
tanto en la Psicología como en el Derecho existe una diversidad de
concepciones tanto de su propio objeto de estudio como de los
instrumentos de investigación utilizados en el análisis del mismo.

Es evidente que las aportaciones que la Psicología puede hacer


al campo profesional y teórico de la regulación legal del
comportamiento humano no son independientes de la concepción
previa de la propia disciplina de la que se parte y de la disciplina a la
que se dirigen tales contribuciones. Del mismo modo que las
aplicaciones de un campo tampoco pueden desligarse
excesivamente de la propia concepción que el científico tiene sobre
sí mismo. De otro modo, es el rol que asume el científico y, en
relación con ello, la concepción de la propia disciplina, y de la
disciplina a la que se dirige, son los ejes centrales en torno a los
cuales giran las posibles aportaciones que un campo puede realizar
a otro (Garzón, 1986a).

Existe un creciente debate sobre las contribuciones que la Psi-


cología puede hacer al campo de los profesionales del Derecho. En
tal debate sería interesante empezar por declarar abiertamente la
concepción teórica de la que se parte al perfilar las contribuciones de
la Psicología al Derecho, con la finalidad no sólo de clarificar el
campo de la Psicología Judicial, sino también para no cerrar un
campo de aplicación a un número restringido de concepciones de lo
que es estrictamente psicológico, posibilitando así una diversidad de
enfoques y concepciones en este nuevo campo de la Psicología
Judicial.

En este sentido, nos ha parecido interesante plantearnos

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concepciones diferentes, y no por eso excluyentes, de lo que los


psicólogos pueden decir a los juristas. Sin embargo, ambas
concepciones parten de concepciones distintas sobre la propia
Psicología, y sobre el papel que el psicólogo puede tener en los
sistemas de ordenamiento social. Lo que subyace a sus diferencias
guarda relación con la concepción positivista de la Psicología y, en
consecuencia, con el rol de experto del psicólogo en contraposición
a una concepción de la Psicología como Ciencia que genera marcos
interpretativos de conocimiento, y en consecuencia, el papel del
psicólogo como agente de cambio dentro de los órdenes legales y
sociales.

¿Qué aportación específica puede hacer la Psicología a los


profesionales de la Ley?: M.F.Kaplan

¿Qué es lo que la Psicología puede ofrecer como disciplina a los


profesionales de la ley?. La respuesta obvia inmediata es la de "un
cuerpo de conocimiento sobre la conducta humana". Cualquier
disciplina tiene un conjunto acumulado de leyes que pueden ser
útiles a los profesionales. Para hacer un uso óptimo de una
disciplina, es decir, mostrar ese campo en su mayor claridad, sus
aportaciones deben representar los métodos y resultados que le
distinguen de otro campo. Solamente así su contribución no será
algo que cualquier otra disciplina o persona inteligente podría hacer,
y quizás mejor. La contribución específica de la Psicología a al
campo del Derecho se discutirá más adelante.

Cuando el conocimiento es llevado al campo-receptor, se


imponen dos requerimientos al campo-emisor. Primero, que el
conocimiento se adhiera lo mejor posible a la práctica de la
profesión-emisor para los patrones de comprobación y de validez
y, segundo, que se dirija y asocie a cuestiones que estén generadas
en la profesión-receptor. El primer requerimiento garantiza que el
que proporciona información esté actuando únicamente como
profesional de dicho campo, y el segundo que la audiencia
escuchará.

El conocimiento psicológico relevante para los profesionales de la


ley presenta dos formas, ambas potencialmente útiles. Primero,
existe un conocimiento adquirido en campos distintos del legal, esto
es, en subáreas psicológicas tradicionales (por ejemplo, social,
clínica, evolutiva, memoria y cognición). A través de la inferencia y la

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observación directa de temas legales paralelos a estos paradigmas


básicos se pueden extraer conclusiones. Segundo, existe un conoci-
miento derivado directamente de hipótesis legales de prueba en
investigación ecológicamente pertinente.

El primer tipo está fundamentado en la investigación experimen-


tal de laboratorio. El segundo es un campo que empieza a emerger,
sin embargo fundamenta sus métodos y descubrimientos en campos
psicológicos tradicionales. ¡De hecho, si la investigación aplicada no
se hizo así, debe sorprender porqué se denomina psicológica!. Sin el
reconocimiento de su deuda a los resultados experimentales de la
Psicología tradicional, la investigación aplicada puede derivar "en
volver a hacer lo mismo", o utilizando otra frase, "poner viejo vino en
botellas nuevas". Así, la investigación aplicada irá de mano en mano
junto con la investigación básica de laboratorio, cambiando su
dirección y significado, puesto que puede contener unas fuertes
dosis de metodología no experimental.

Una segunda respuesta, menos obvia, y con mayor frecuencia


ignorada, a la cuestión de cuál es la contribución específica de la
Psicología, es la de que los psicólogos sirven al campo legal en la
medida que el o ella se guíen por el método científico a través del
cual el cuerpo de conocimiento es adquirido. Esto cumple dos
objetivos: el proporcionar al profesional instrumentos sistemáticos
para mejorar su práctica, y más inmediatamente, capacitarle para e-
valuar e interpretar críticamente, y para utilizar correctamente
información posterior de tal disciplina. Si los psicólogos no cumplen
estas dos funciones, conocimiento y método de informarse, se
arriesgan a perder su propia identidad, es decir, proporcionarán un
servicio que la literatura no psicológica puede proporcionar.

¿Por qué estas afirmaciones abiertas sobre la interdependencia


de la investigación básica y aplicada, de laboratorio y de campo?.
Pues debido al papel crucial que los experimentos tienen en nuestra
comprensión de la conducta. Es central en la ciencia que la
comprensión de un fenómeno requiera la construcción de leyes
empíricas que gobiernan el fenómeno. Se pregunta qué
antecedentes (determinantes) son los que producen la conducta en
cuestión. Para obtener una respuesta inequívoca son necesarias
tres condiciones: Primero, el determinante debe producir el
fenómeno de modo consistente y regular. Esto requiere la
observación sistemática de los determinantes y sucesos en cuestión.
Segundo, debe ser cierto que el determinante produce la conse-
cuencia que estamos intentando explicar, y no al contrario. No es su-

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ficiente mostrar que dos sucesos ocurren simultáneamente puesto


que no podríamos asegurar cuál es el determinante del otro, ni
siquiera que exista una conexión causal. Por ejemplo, si un jurado
nulo delibera durante demasiado tiempo, ello no significa
necesariamente que la deliberación prolongada produzca jurados
nulos, o que el desacuerdo sea el producto de una discusión larga.

La solución para este requisito es manipular o producir nosotros


mismos el determinante de tal modo que podamos estar seguros de
que lo anterior (antecedente) lleva a la consecuencia predicha. Por
ejemplo, podría suceder que tales jurados nulos y que deliberan
excesivo tiempo contienen individuos dogmáticos, y el factor
dogmatismo produce ambos resultados. Esta condición para ser ley
requiere un control de todos los otros factores potenciales del ante-
cedente crucial.

Para citar una ilustración sencilla, si nosotros queremos probar si


todos los jurados-varones absuelven más rápidamente que los
jurados-mujeres o jurados mixtos. tenemos que observar este efecto
regularmente, comparar jurados que el científico halla construido
para cada tipo, y controlar (igualar) las diferencias en edad,
educación, status socioeconómico, actitudes, etc. y cualquier factor
que pueda influir en la condena. Hacemos un experimento en la
medida que manipulamos el determinante en cuestión, controlamos
otros factores que no tienen interés inmediato, y sistemáticamente
observamos los efectos de la manipulación sobre la conducta con-
secuente. Entonces, el método experimental fue utilizado específica
y singularmente para obtener una ley de conocimiento.

La observación de los sucesos en su contexto natural, y esto


incluye información de archivos y anecdótica, es sugestiva pero no
conclusiva, puesto que, con frecuencia, uno o más de los requisitos
de una ley científica estarán ausentes. Tales métodos complementan
los métodos experimentales en cuanto que proporcionan
información o sugerencias para ser rigurosamente probadas por la
experimentación por un lado, y, por otro, con una confirmación en el
mundo real de dicho conocimiento experimental.

La Psicología como una ciencia experimental ofrece es-


pecíficamente a la práctica legal el método experimental para probar
las hipótesis legales que se derivan, no sólo de lo legal, sino también
a partir de la intuición, la observación anecdótica, e investigación de
archivos. Cualquier contribución de este tipo, por pequeña que sea,
no puede hacer un uso completo del conocimiento y entrenamiento

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que los psicólogos pueden ofrecer.

Los profesionales de la ley con frecuencia adoptan el papel de


psicólogo aficionado (Penrod y Linz, 1986). Sus conclusiones y
decisiones muchas veces se basan en observaciones no
sistemáticas de un conjunto escaso de datos, con ausencia de
control y manipulación.

Consideremos, por ejemplo, que ellos están familiarizados con un


conjunto de juicios pequeño y restringido, y que no varían de modo
sistemático las condiciones de interés en los juicios (por ejemplo,
jurados solamente varones en algunos juicios, o solamente ju-
rados-mujeres en otros juicios similares). Al contrario que una buena
investigación psicológica, ellos no llevan a cabo diversos juicios con
aquellos factores que han variado y otros que han mantenido
constantes. Además, sus inferencias sobre la conducta de jurados
pueden fundamentarse en los mitos psicológicos populares (como
por ejemplo, nociones sobre conducta no verbal, fisonomía corporal,
etc.) que no están fundamentados en hechos derivados de la
investigación rigurosa. Si los psicólogos deben tener un efecto más
significativo que el ser mensajeros de información útil, deben ser
educados para atender a los recursos por los que tales cuestiones
pueden ser preguntadas.

Si la Psicología solamente se guía por la observación de datos,


por ejemplo los que son anecdóticos o de archivo, aún cuando sea
de forma inteligente y precavida, ello no está aprovechando la
especificidad de la Psicología: su herencia experimental, científica, y
el conocimiento básico. La Psicología puede avanzar un paso más, y
guiarse también por un conocimiento más riguroso de laboratorio y
experimental, haciéndolo inteligible para la audiencia no psi-
cológica y extrayendo conclusiones. De este modo, puede ser útil
distintivamente para un determinado momento.

Finalmente, la Psicología puede guiarse de ambos tipos de in-


formación –observacional y experimental- junto con los detalles de
cómo la información ha sido obtenida, cómo las hipótesis fueron con-
firmadas y cómo las conclusiones pueden ser extraídas y aplicadas.
Así, está ayudando a la audiencia para llegar a ser independiente en
la utilización y evaluación de investigación futura.

La característica de una contribución duradera es no sólo


proporcionar la información conocida sino también ayudar a asimilar
la información futura. La analogía es esta: si se le da comida a

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alguien comerá hoy; si se le da comida, semillas, herramientas y las


habilidades necesarias, comerá durante toda su vida. La Psicología
en su rol específico como ciencia puede y debe ayudar a los
profesionales a confrontar sus observaciones aleatorias con hechos
rigurosos.

Valoración de la literatura a partir de la concepción de la


Psicología como Ciencia Experimental

Esta extensa introducción pretende servir como guía para revisar


y valorar la literatura psicolegal, de carácter no experimental: la de
campo y estudios de archivos y registro de casos. Comenzaremos
con una valoración general sobre la adecuación de esta literatura al
ideal de la aplicación de la Psicología a la ley que hemos discutido
anteriormente (Kaplan, 1986)
.
Existe una literatura (no experimental, de estudios de casos o
estudios fundamentados en información no controlada) que suele ser
útil en cuanto que proporciona al lector una sutil fundamentación
histórica de la realidad psicológica de la administración de la
justicia, y un amplio conjunto de casos críticos que ilustran muchos
matices de la conducta judicial.

Sin embargo, siguiendo la discusión anterior, es difícil el ver


cuando dicha literatura es estrictamente psicológica. De hecho,
existen, en algunos textos, conclusiones sobre por ejemplo la
psicología de los jurados, pero éstas se basan completamente en
anécdotas acerca de los casos seleccionados, o sobre informes
estadísticos de diferentes juicios acumulados.

Con frecuencia, tal literatura opta por ignorar el amplio cuerpo de


investigación de la psicología y otras Ciencias Sociales en favor de
la aproximación del caso único. Cuando se menciona la
investigación de la Ciencia Social y de la Psicología se trata de
investigación correlacional la que, como mencionamos antes, no es
conclusiva. Al hacerlo así, no transmite el campo de la investigación
psicológica, tanto en el área de los campos tradicionales de social,
clínica, personalidad, cognición y memoria, como en el área reali-
zada con simulación de jurados sobre cuestiones legales. Con ello,
tal literatura pierde la oportunidad de ser específicamente
psicológica al no mencionar una parte importante de conocimiento
que debería aplicarse a las cuestiones legales que se discuten
(Kaplan, 1982; 1986).

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Ello hace que las conclusiones, que puedan derivarse de ob-


servaciones anecdóticas y de archivos, no pueden ser conclusivas
puesto que carecen de los elementos esenciales de la ley científica:
Manipulación, control y observación sistemática y regular.

En resumen, en dicho tipo de literatura suelen presentarse


muchos estudios de caso, datos de archivos, y datos de estudios de
campo, y excesivamente poca investigación experimental y de simu-
lación. No suele presentar los métodos y las contribuciones de la
psicología tradicional o aplicada como disciplina. Por otro lado,
aquello de lo que informa es interesante intelectualmente pero
puede ser escrito por algún científico social o por un estudioso inteli-
gente de la conducta judicial, y no muestra lo distintivo de lo global
de la aproximación psicológica al campo legal.

No me gustaría dejar al lector con la impresión de que todos, o la


mayoría de los trabajos en los que se aplica la Psicología al área
legal no contribuyen al Derecho en la mejor, y más estrictamente
psicológica, de las formas. Sin embargo, más que enumerar los
libros en los que no se presenta la Psicología Legal como una
ciencia experimental y rigurosa, prefiero mencionar aquéllos en los
que sí se hace. En este sentido, recomiendo al lector los trabajos de
Bartol (1983), Hastie, Penrod y Pennington (1983), Horowitz y
Willging (1984), Kaplan (1986), Kerr y Bray (1982), Lind y Tyler
(1988), Saks y Hastie (1978), Wrighstman (1987), y Wrightsman,
Kassin y Willis (1987).

¿La Psicología Judicial puede ser un marco generativo de


interpretación del campo judicial?: A. Garzón

Contestar a tal cuestión no es una tarea fácil en cuanto que


supone el relacionar diferentes perspectivas y ángulos de vista
desde los que se puede analizar el papel que cualquier Ciencia
puede y debe tener en el diseño, mejora o innovación de la realidad
social.

Me parece que un punto de partida inicial que es necesario


plantear abiertamente es la propia definición de la Disciplina en
relación con el campo social: es decir, el aspecto de la realidad
social del hombre, al que se intenta llevar aportaciones. Por ello,
intentaré responder a la pregunta planteada señalando las distintas

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dimensiones que desde el conocimiento psicológico pueden


diferenciarse en el campo de la regulación legal de la acción
humana. Con ello implícitamente estaré perfilando la problemática
de definición que rodea a la denominada Psicología Judicial
(Garzón, 1984; Garzón-Seoane, 1988).

Tres aspectos básicos pueden diferenciarse en la


nterdependencia de lo psicológico y la regulación legal y judicial: Los
diferentes sistemas de leyes que regulan las acciones humanas, el
conjunto de diferentes organizaciones judiciales que cumplen roles
específicos en la actualización de los sistemas de leyes, y, por
último, los sistemas ideados socialmente para la administración de la
Justicia.

Lo simbólico en el marco legal y judicial: el control


de la ideología

La interdependencia de lo psicológico y lo legal en el primer


aspecto señalado: el del conjunto de leyes, es manifiesto a través
del análisis de los valores, creencias y concepciones de lo social
que se derivan del contenido de dichas leyes. Estas, son sistemas
de regulación, canalización y control de las acciones humanas hacia
determinadas diseños sociales que se legitiman precisamente a
través del poder legislativo. Por ejemplo, es evidente que las leyes
que garantizan el derecho del ciudadano a la propiedad privada se
fundamentan en una determinada concepción de cómo debe organi-
zarse y funcionar una sociedad, a la vez que legitiman aquellas
acciones que fomentan, o simplemente no contradicen dicho
derecho, y determinan como conductas desadaptativas y delictivas
aquéllas que no lo hacen así.

Cualquier análisis de conducta judicial, ya sea de juicios y


decisiones de jueces, o veredictos de jurados, requiere al margen
de la conducta de hecho en un proceso ycaso judicial específico
(sentencia, veredicto), un marco teórico de comprensión que ponga
en relación dicha conducta judicial con lo que podríamos denominar
socialización legal de los diferentes actores judiciales.

Un aspecto específico de la aportación de la Psicología al mundo


legal es la relación existente entre los valores y creencias sociales
que fundamentan las representaciones individuales de lo que es jus-
to y correcto y las conductas judiciales específicas. Por ejemplo,
gran parte de la literatura denominada científica sobre los factores

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que facilitan los sesgos de los jurados en su valoración de los he-


chos y decisiones de veredictos carece de este marco teórico que
permite entender los sesgos no solamente como "mecanismo
psicológico" sino también como proceso social en el que está en
juego las creencias y representaciones o concepciones individuales
de qué hechos son legítimos o no socialmente (Kaplan, 1982;
Kaplan y Garzón, 1986; Garzón, 1986b; Garzón-Seoane, 1988).

Esto pone de manifiesto que la interdependencia entre ambas


disciplinas, Psicología y Derecho, no presupone de modo alguno una
relación unidireccional. Es evidente que una perspectiva histórica del
surgimiento del Derecho en el mundo occidental ilumina muchos
aspectos de las acciones humanas que en la denominada literatura
científica se han entendido como procesos fundamentados en
mecanismos psicológicos, cuando no en mecanismos biológicos.
Así, la Psicología Antropológica, las orientaciones de Psicología
Cultural, o de la Psicohistoria (Garzón, 1988), entre otras muchas
corrientes, señalan la fundamentación histórica y cultural de reali-
dades que durante mucho tiempo se consideraron estrictamente in-
dividuales, psicológicas o, incluso fisológicas. Al mismo tiempo que
ha posibilitado una concepción culturalmente evolutiva en la in-
terpretación de conductas denominadas como desadaptativas, o
delictivas.

Desde dicha perspectiva histórica del surgimiento del Derecho,


aparece la relación tan estrecha existente entre las normas y leyes
que regulan explícitamente las acciones humanas y la de sistemas
actuales de organización social (la aparición del Estado). Es decir,
esa dimensión política que se ha pretendido obviar desde la
aparición de la denominada separación de poderes (legislativo,
ejecutivo y judicial). Por otro lado, dicha perspectiva pone de
manifiesto que la aparición del derecho está relacionado con la
evolución de los sistemas sociales hacia sociedades más
complejas, de intercambio entre individualidades, y fundamentadas
en el valor e intercambio de lo productivo frente a lo expresivo.

Al margen de la conducta judicial, la Psicología en este nivel de


interdependencia de lo psicológico y lo legal puede y debe hacer
aportaciones que van más allá de la conducta de los diferentes
actores judiciales. Es evidente que el conjunto de sistemas de leyes
que configuran y organizan un sistema social configuran un sistema
ideal de funcionamiento social que podemos denominar como Orden
Legal. Orden abstracto que se manifiesta parcialmente en un Orden
Social. La dinámica entre el orden legal y orden social es otro de los

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aspectos en los que la Psicología puede realizar aportaciones


específicas (Garzón, 1988).

Por otro lado, es en este proceso dinámico entre lo legal y lo


social en el que el psicólogo puede hacer contribuciones diferentes
en función de la adopción de rol que como científico social asuma.

La concepción del psicólogo como experto o ingeniero científico


sitúa a este en un contexto de tecnología, en el que su papel
fundamental será el de aportar instrumentos teóricos y
metodológicos para hacer que el Orden Social se ajuste lo mejor
posible al Orden Legal. Por el contrario, si se adopta el papel como
científico social de agente de cambio, esto es el de encontrar sis-
temas innovadores que mejoren los sistemas sociales, el papel de la
Psicología se dirigirá más a poner de manifiesto las contradicciones
entre el Orden Legal y Orden Social, así como los aspectos del Or-
den legal que no concuerdan con el sentir y actuar (de facto) de las
organizaciones e individuos que configuran el entramado social, y
los aspectos del Orden Social que, establecidos fácticamente, están
exigiendo una formalización y legitimación social.

Aspectos institucionales en el contexto judicial

Un segundo aspecto del campo judicial que es necesario plantear


a la hora de debatir las contribuciones de la Psicología, y en
consecuencia la concepción de la Psicología Judicial, hace
referencia a la dimensión organizacional implícita en cualquier
sistema de regulación legal de una comunidad. Es decir, la
institución judicial se configura por un entramado de organizaciones
que difieren en su papel dentro de la regulación y control de las
acciones humanas, y cuyos objetivos son estrategias configuradas
para el cumplimiento de la meta de cualquier sistema judicial: la apli-
cación de las Leyes a las acciones y el cumplimiento de dicha
aplicación, regulando así el funcionamiento y dinámica de un
sistema o comunidad social.

El sistema judicial, en esta dimensión organizacional, es un


entramado institucional de organizaciones diferentes: policiales,
tribunales de justicia y su organización territorial de actuación y
funciones, penitenciarías, correccionales. Cada una de estas
organizaciones tienen sus propios objetivos: el seguimiento de
acciones delictivas, la aplicación de leyes correspondientes, el
cumplimiento de las sentencias, etc., y en función de ellos presentan

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una estructura y organización.

Las aportaciones de la Psicología en esta dimensión tienen


diferentes planos, y desde luego no pueden reducirse a los
comportamientos de aquellos que actúan en tales organizaciones.

Un primer plano de tales aportaciones es el interorganizacional.


Esto es, el análisis de si tales organizaciones y sus correspondientes
interrelaciones facilitan o impiden una eficacia judicial, en el sentido
de cumplimiento delos objetivos para los que tales organizaciones
fueron ideadas. El conflicto interorganizacional es uno de los
aspectos en los que el conocimiento psicológico puede hacer aporta-
ciones de gran interés. Un ejemplo de ello, es las relaciones tan
controvertidas que existen entre la organización policial y la orga-
nización de tribunales. La eficacia de ambas está en función de la
interdependencia de las mismas. El debate sobre un policía judicial
es una problemática controvertida en la que se hace necesaria la
participación de científicos profesionales diferentes (sociología, psi-
cología política, psicología social, juristas, etc.).

Un segundo plano se configura por el análisis intraorganizativo.


Esto es, el estudio de los factores psicológicos y sociales que
subyacen a la dinámica de cada una de las organizaciones que
configuran la institución judicial, y sobre todo el análisis de si la
estructuración y funcionamiento de las mismas es coherente con sus
metas específicas y con el objetivo central de la Institución Judicial.
En este sentido, los psicólogos y la Psicología Judicial puede hacer
aportaciones interesantes a áreas tan diversas como: la regulación
del conflicto social a través de los tribunales de justicia, la
problemática de la reinserción social y aminoración de las conductas
delictivas a través de los sistemas penitenciarios actuales, la
problemática de los delincuentes juveniles, etc.

El análisis de las instancias (policiales, judiciales y políticas) del


control social (ideológico y conductual) permite no solamente
analizar sus relaciones con la concepción del Estado de lo social,
sino también pone de relieve la dimensión ideológica que existe en
su realización del cometido que le es asignado (tanto individual
como organizacionalmente): la justicia. Concepción de lo social y
dimensión ideológica de tales instancias que varía en función del
contexto histórico en el que se mueve (Bergalli, 1983; Tyler &
McGraw, 1986).

Un tercer plano, hace referencia a los controles informales que se

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ejercen en la regulación judicial de las acciones sociales. Controles


que no son ejercidos por las instancias que hemos mencionado
antes, sino por la relación de éstas con otras organizaciones del
sistema social en el que está inserto la Institución Judicial. Con ello
me refiero al hecho de que las organizaciones que configuran la ins-
titución judicial se relacionan con organizaciones y colectivos naci-
dos en el seno de la organización social, y que tienen intereses y
objetivos que pueden defender o legitimar a través de presiones e
influencias en la conducta organizacional de la Institución Judicial.

Así, grupos de intereses y grupos de presión mediatizanla


aplicación de las leyes a través de su fuerza y poder en las organiza-
ciones judiciales. Grupos que pueden ser tanto sociales
(asociaciones y movimientos sociales, por ejemplo, las asociaciones
pro-jurado en España, feministas en la legalización del aborto, etc.),
políticos, y profesionales (asociaciones de abogados, jueces, etc.).
Merecen destacarse los trabajos de Tyler (1987) y Tyler y Kahuda
(1986) sobre resolución de conflictos a través de procesos legales.

Dimensión técnico-administrativa de la Institución Judicial

La interdependencia de lo psicológico y lo legal se produce


también en una última dimensión que desde la Psicología puede
plantearse en el campo jurídico: la justicia procesal. (Kaplan y
Schersching,C., 1980; Kaplan y Garzón, 1986; Garzón y Seoane,
1986c). Es decir, la dimensión de los diferentes sistemas y procedi-
mientos ideados por la Institución Judicial para su mejor aplicación
de las Leyes a las acciones sociales. La Psicología y los psicólogos
judiciales deben centrarse en analizar las dimensiones psicológicas
y sociales que implícitamente están tanto en los procedimientos de
justicia como en la conducta en sí de los actores judiciales (Kaplan,
1982; Garzón, 1984; Seoane y Garzón, 1987; Kaplan, 1986; Lind y
Tyler ,1988).

Es decir, por un lado existen unos supuestos psicológicos en los


que se fundamentan los procedimientos judiciales de administración
de Justicia que evidentemente el psicólogo puede valorar y enjuiciar
en función de su propia concepción como científico de su campo de
estudio. La discordancia entre la concepción del sujeto judicial, y el
funcionamiento del sujeto psicológico es un aspecto importante que
pone en duda algunos de los fundamentos establecidos tradicional-
mente en el campo jurídico. Podemos mencionar, a modo de ejem-
plo, dos conjuntos diferentes de principios subyacentes a la

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administración de justicia.

Por un lado, los principios de objetividad, precisión y neutralidad


que fundamentan jurídicamente las decisiones judiciales justas e
imparciales corresponden a una concepción positivista del sujeto
psicológico y a una concepción positivista del Derecho. El psicólogo
judicial debe aportar a los juristas y profesionales de la ley las nue-
vas concepciones existentes sobre el funcionamiento psicológico, y
poner de manifiesto cómo los principios jurídicos de la actividad
psicológica deben ser reinterpretados a la luz de las nuevas visiones
de la Psicología (Kaplan, 1977; Kaplan y Schersching, 1980); Kaplan
y Miller, 1987)

Otro conjunto de principios se relaciona con la selección del


Jurado imparcial. Del mismo modo, el psicólogo judicial puede
aportar información y datos de cómo los actuales sistemas de
selección más que seleccionar un jurado neutro lo que hacen es
seleccionar un jurado que, o bien está de acuerdo con la concepción
social que se deriva del Orden Legal, o bien se adecua a las
expectativas que los abogados tienen sobre su posible decisión.
Dicho de otro modo, el psicólogo judicial debe plantear a la
comunidad jurídica un hecho básico en la práctica judicial: que la
selección del jurado se fundamenta en el grado de socialización
legal que tienen aquellos que seleccionan los miembros de un jurado
(Seoane-Garzón, 1987).

El otro campo en el que el psicólogo puede aportar conocimiento


es en el contexto de la propia conducta de los diferentes actores
judiciales tanto en el contexto de los procesos judiciales como en el
contexto de otras instancias de los sistemas judiciales: cárceles,
correccionales, dependencias policiales, etc. Sería muy difícil
resumir las diferentes áreas de la conducta judicial en las que el
psicólogo puede aportar conocimiento tanto básico (funcionamiento
psicológico e individual) como aplicado, pero se pueden diferenciar
algunas áreas de aplicación: testificación, jurados, decisiones de
sentencia, procedimientos de justicia, imputabilidad, tribunales de
menores, etc.

En definitiva, e integrando lo que acabamos de plantearse podría


decir que la Psicología en su interrelación con la regulación y control
legal de las acciones humanas puede hacer aportaciones tanto
conceptuales como técnicas. Sus aportaciones conceptuales se
derivan del hecho de que el conocimiento del funcionamiento
psicológico del sujeto puede convertirse en un marco de

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interpretación de lo legal en tres niveles, al menos:

1. simbólico: es decir, la relación dinámica entre Orden Legal y


Orden Social, y socialización legal.

2. organizacional, por el que se establecen las conexiones


existentes de la Institución Judicial con el resto de otras or-
ganizaciones e instituciones del sistema social, así como la
interdependencia de las organizaciones judiciales entre sí.

3. dimensión técnica-administrativa quepresupone el análisis de


las dimensiones psicológicas y sociales que subyacen a los
procedimientos y prácticas de la administración de justicia.

Ahora bien, este conjunto de aportaciones sólo son posibles si se


aceptan algunos puntos conceptuales de partida: por un lado, una
concepción del Derecho como proceso histórico y evolutivo en la
regulación de la acción humana. Y en ese sentido, la adopción de
una concepción no positivista y universal del Derecho. En dicha
concepción no solamente se presupone la posibilidad de leyes
universales y la concepción del derecho como garantía y defensa del
ciudadano (concepción individualista) sino que se entiende que el
Derecho asume las posibles normas sociales que regulan los di-
ferentes colectivos de una sociedad (se identifica a priori Estado y
Sociedad).

En contraposición en concepciones como la transpersonalista de


Gurvith, debe incorporarse una Concepción pluralista en la
regulación social mediante el Derecho, y este debe fundamentarse
en el sentir común de un colectivo. Es decir debe superar tanto lo
universal como lo personal o individual (Hayek, 1973; Gurtvich,
1932; Gessner, 1987). Es evidente que una concepción tal del
Derecho conlleva una interpretación de lo psicológico como proceso
dinámico e histórico frente a la concepción estática y universal, como
simbólico frente a su reducción a lo conductual.

Todo ello lleva a una concepción de la Psicología y sus


aplicaciones a contextos de la realidad humana y social como una
Ciencia ante todo la evolución histórica del psiquismo, y una
asunción de rol de agente de cambio. Esto es, la tarea de analizar lo
actual para generar nuevas formas de regulación social. Desde tal
perspectiva, se pueden adoptar diferentes instrumentos de trabajo;

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experimental, histórico, estudios de archivos etc. ninguno de los


cuales por separado puede cubrir las distintas dimensiones
psicológicas que hemos diferenciado en el campo de la regulación
legal de la acción.

No quisiéramos cerrar este trabajo sin agradecer a la Dra. Ana


Martín sus sugerencias y ayuda en la redacción final de este texto.

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