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Introducción
Una de las áreas más interesantes de la ciencia actual del autismo involucra la búsqueda de
marcadores conductuales infantiles de autismo incipiente. Se han llevado a cabo varios
estudios prospectivos de hermanos pequeños de niños con trastorno del espectro autista
(TEA) para ayudar a identificar marcadores conductuales que sean sensibles y específicos
para el TEA en la infancia. Se han identificado algunas diferencias asociadas con el estado
de riesgo en bebés de tan solo 5-6 meses al examinar las diferencias grupales entre bebés
con un hermano con autismo y aquellos con hermanos en desarrollo típico (Ference y Curtin
2013; Lloyd-Fox et al., 2013). Sin embargo, estos estudios aún no han demostrado que
tales síntomas estén asociados con el desarrollo de ASD. Otros estudios han seguido a
grupos de alto riesgo y de bajo riesgo desde la infancia hasta el diagnóstico a la edad de 3
años y luego examinaron las trayectorias longitudinales para encontrar la evidencia más
temprana de las diferencias asociadas con el diagnóstico. Usando este diseño, varios
grupos han demostrado que el desarrollo de bebés diagnosticados posteriormente con
autismo comienza a divergir de una trayectoria típica entre los 6 y 12 meses de edad (Landa
et al., 2012; Ozonoff et al., 2010), sin diferencias grupales evidentes a los 6 meses, pero las
diferencias ya son marcadas y estadísticamente significativas a los 12 meses. Las
diferencias en la tasa de desarrollo se han documentado en múltiples dominios, incluidos los
motores, sociales, de comunicación y cognitivos. En aproximadamente el 25% de los bebés
con hermanos mayores con TEA que no desarrollan el TEA por sí mismos, pero muestran
otras atipicidades en el desarrollo (Messinger et al., 2013), el punto de inflexión en el que su
desarrollo comienza a divergir de los bebés típicos es similar, durante el período de 6-12
meses (Ozonoff et al., 2014).
Los estudios de hermanos menores también han identificado marcadores conductuales
asociados con el diagnóstico posterior de TEA tan pronto como a los 10-12 meses de edad
(Zwaigenbaum et al., 2005; Ozonoff et al., 2008; Landa et al., 2012; Sacrey et al., 2013;
Wan et al. 2013). Colectivamente, estos estudios sugieren que será especialmente fructífero
identificar marcadores predictivos en el período de 6-9 meses, antes de que los marcados
retrasos del desarrollo y los patrones de comportamiento del autismo ya detectables a los
12 meses se arraiguen. Mientras que muchos bebés que desarrollarán autismo más
adelante no muestran síntomas en el período de 6-9 meses (Zwaigenbaum et al., 2005), los
estudios de casos han demostrado que un subgrupo significativo sí lo hace (Bryson et
al.2007). Los síntomas detectables en el período de 6-12 meses involucran seis índices de
riesgo específicos: (1) examen visual inusual y fijaciones; (2) patrones inusuales repetitivos
de exploración de objetos; (3) falta de actos comunicativos intencionales; (4) falta de
desarrollo fonémico apropiado para la edad; (5) falta de mirada coordinada, afecto y voz en
las interacciones recíprocas de comunicación social; y (6) disminución del contacto visual, el
interés social y el compromiso. Para este subgrupo de niños de aparición temprana, Bryson
et al. (2007) informan que el curso de inicio parece más rápido, y el grado de retraso y
atipicidad más grave, que aquellos bebés cuyo inicio se produce más tarde. Por lo tanto, los
bebés con síntomas antes de los 12 meses pueden ser un grupo de alto riesgo en
particular.
El objetivo principal de la detección temprana de ASD es prevenir o mitigar la aparición
completa del autismo y sus discapacidades graves asociadas a través de una referencia
temprana a un tratamiento efectivo. La ciencia de detección temprana requiere que la
ciencia del tratamiento inicial se desarrolle en paralelo para que los tratamientos probados
estén listos para los bebés identificados. La intervención temprana bien estructurada y a
largo plazo es actualmente la intervención más efectiva para disminuir el nivel de
discapacidad asociado con TEA (Lovaas 1987; McEachin y cols., 1993, Dawson et al.,
2010; Rogers y Vismara 2014). Esta evidencia, sin embargo, involucra a niños que en su
mayoría tienen 2 años o más. Para los bebés más pequeños, solo hay dos estudios piloto
de intervención en la literatura. La primera es una serie de casos centrados en aumentar la
capacidad de respuesta de los padres en una muestra de díadas entre hermanos padres e
hijos para bebés seleccionados por estado de hermano y no por síntomas (Green et al.,
2013). El segundo (Steiner et al.2013) reporta un diseño de sujeto único que utiliza el
Entrenamiento de Respuesta Pivotal para tres bebés menores de 1 año, lo que resulta en
un aumento en las conductas específicas de comunicación social. Actualmente no
contamos con estudios de intervención metodológicamente rigurosos y eficaces para los
niños con ASD sintomáticos.
En contraste, tales estudios de alta calidad se han llevado a cabo con bebés con otros tipos
de retrasos en el desarrollo, y estos estudios informan varias prácticas que parecen mejorar
los resultados y pueden proporcionar un punto de partida para diseñar intervenciones
efectivas para bebés con síntomas de autismo. Wallace y Rogers (2010) identificaron cinco
ingredientes centrales en las intervenciones eficaces para los bebés. Una práctica implica el
entrenamiento de los padres, incluido el uso por parte de los padres de las intervenciones
diarias en el hogar y el modelado del terapeuta de la intervención al padre. Sanz y
Menendez (1996) y Sanz Aparicio y Balan~a (2003) demostraron experimentalmente la
superioridad de tales métodos sobre el uso de materiales escritos con padres de bebés con
Síndrome de Down. Existe una sólida evidencia de que los padres pueden ofrecer
intervenciones eficaces para niños con autismo y efectuar cambios deseados en el niño
(Koegel y cols., 1978, Harris et al., 1981, Short 1984, Laski y cols., 1988, Koegel y cols.,
1996; Schreibman y Koegel. 1997; Charlop-Christy y Carpenter 2000; Diggle y otros, 2002).
Una segunda práctica identificada por Wallace y Rogers (2010) involucra la frecuencia y la
duración de la intervención. La mayoría de los estudios efectivos involucraron sesiones
semanales en la clínica o en casa en todo el rango de edad de 6-11 meses. En contraste,
muchas intervenciones ineficaces en la literatura fueron a corto plazo, consistiendo en
pocos o contactos ampliamente espaciados.
Tercero, la mayoría de las intervenciones efectivas involucraron actividades individualizadas
diseñadas para satisfacer las necesidades de desarrollo de cada niño. El uso parental de
actividades de desarrollo específicas fue un componente principal de varias intervenciones
eficaces en niños (Sanz y Menendez 1996; Sanz-Aparicio y Balan~a 2002, 2003; Sloper et
al., 1986, con síndrome de Down; Ross 1984, con un comportamiento muy prematuro).
bebés). Muchos se basaron en un plan de estudios manual que permitió la individualización
de las actividades de los padres y los ajustes basados en el progreso del niño (Resnick et
al., 1988, Sanz Aparicio y Balaña 2002).
Una cuarta práctica consistió en comenzar las intervenciones lo antes posible. Los
resultados entregados de estas intervenciones tempranas fueron fuertes y de larga duración
(Brooks-Gunn et al., 1992). Sanz-Aparicio y Balaña (2002) demostraron experimentalmente
el beneficio de una intervención más temprana para los niños con síndrome de Down que
implica mayores ganancias en la adaptación motora, verbal, social y social.
Quinto, varios estudios demostraron los efectos positivos del aumento de la sensibilidad y la
capacidad de respuesta de los padres a las señales de los bebés (Barrera et al., 1990;
Seifer et al., 1991). Tales prácticas de crianza también tienen un impacto positivo en el
desarrollo de bebés y niños pequeños típicos. Los impactos se observan particularmente en
el lenguaje infantil y el desarrollo social (Tomasello 1992, Tamis-LeMonda y Bornstein 1994,
Chapman 2000, Pan et al., 2005, Simpson et al., 2007). Estas cinco prácticas de
intervención y las prácticas eficaces del modelo de Early Start Denver (ESDM, Dawson et
al., 2010; Rogers et al., 2012a, b) proporcionaron la base para diseñar un enfoque de
intervención para bebés con alto riesgo de TEA.
Métodos
Los objetivos generales del estudio fueron desarrollar y realizar una prueba piloto y
examinar la viabilidad de una intervención manual entregada por los padres para bebés de
entre 6 y 15 meses de edad que presentaran una gran sintomatología de TEA, muchos de
los cuales también estaban en riesgo familiar de autismo. La intervención tuvo como
objetivo reducir o alterar seis síntomas diana y patrones de desarrollo de ASD temprano. La
factibilidad de identificar a esos bebés e inscribirlos en el tratamiento fue una segunda
pregunta importante.
Hipótesis
1. Los bebés con un gran número de síntomas de autismo y retrasos en el desarrollo
menores de 15 meses de edad pueden ser identificados e inscritos en un programa de
tratamiento.
2. Los padres aprenderán y harán la intervención con altos niveles de fidelidad durante la
fase de tratamiento y la mantendrán después de que finalice el tratamiento.
3. Los padres informarán altos niveles de satisfacción con la intervención del estudio y
alianzas de trabajo positivas con su terapeuta.
4. El grupo de bebés que reciben la intervención del estudio demostrará menos síntomas de
TEA a los 24 y 36 meses en comparación con dos grupos de comparación emparejados de
bebés: (1) un grupo de niños con perfiles de conducta similares a los 9 meses que
desarrollaron TEA posteriormente, y (2) un grupo de bebés que cumplieron con todos los
criterios de elegibilidad para el estudio de tratamiento y fueron derivados a la intervención
del estudio, pero se rehusaron a inscribirse.
5. El grupo de niños que reciben la intervención del estudio demostrará un progreso más
rápido en el desarrollo y menos retrasos en el desarrollo, reflejados en mayores cocientes
de desarrollo, a los 24 y 36 meses en comparación con los dos grupos de comparación
descritos anteriormente.
Participantes
Reclutamiento
El grupo de tratamiento de inicio del bebé (IS) consistió en siete bebés que fueron (1)
identificados mediante su participación en un estudio prospectivo de hermanos menores de
niños con TEA (n = 4; Proyecto de hermanos infantiles) o (2) fueron derivados de la
comunidad por padres u otros médicos debido a síntomas tempranos (n = 3). Al comienzo
del tratamiento, los lactantes tenían entre 6 y 15 meses de edad.
Criterio de elegibilidad
Hubo siete criterios de inclusión para la inscripción: (1) puntajes en la escala de observación
del autismo para bebés (AOSI) de 7 o más en la evaluación inicial y en la reevaluación 2
semanas después; (2) Presencia de dos o más síntomas diana definidos por calificaciones
de 2 o más en ítems AOSI relacionados en la evaluación inicial y en la reevaluación en la
clínica 2 semanas después; (3) Puntuaciones en la Lista de verificación para bebés y niños
pequeños en el rango de riesgo (ITC; Wetherby y Prizant 2002); (4) Preocupaciones
basadas en el juicio clínico de expertos que involucran observaciones directas e
independientes del Dr. Rogers y el Dr. Ozonoff; (5) Inglés como un idioma hablado en el
hogar; (6) pantalla de audición y visión dentro del rango normal; (7) Residencia dentro de 1
h del Instituto MIND; y (8) Edad infantil de 15 meses o menos en el momento de la
identificación.
Los criterios de exclusión implicaron la presencia de un trastorno genético relacionado con
ASD, como el Síndrome Frágil 9, anomalías significativas en el período pre, peri y postnatal,
enfermedad crónica significativa, edad gestacional menor de 36 semanas, impedimentos
visuales y auditivos, y motor severo impedimentos. Consulte la Tabla 1 para obtener una
descripción del sexo, la etnia, la edad, la fuente de derivación y el estado socioeconómico
familiar de cada uno de los recién nacidos con IS.
Los grupos de comparación para el grupo de tratamiento se construyeron mediante el
muestreo de toda la cohorte del proyecto Infantil (n = 126). Construimos tres grupos de
comparación diferentes que se emparejaron con el grupo de tratamiento: (1) niños de alto
riesgo (HR) que eran hermanos menores de un niño diagnosticado con TEA pero que no
desarrollaron TEA por sí solos; (2) niños de bajo riesgo (LR) que eran hermanos menores
de un niño sin trastornos del desarrollo; y (3) niños con resultado de autismo (AO) que eran
hermanos menores diagnosticados con TEA en su visita de 36 meses. Cada niño en estos
tres grupos de comparación se relacionó directamente con uno de los siete lactantes del
grupo de tratamiento según el puntaje total de AOSI, el compuesto de aprendizaje temprano
de Mullen Scales of Early Learning (MSEL, Mullen 1995) a los 9 meses y el sexo. El
procedimiento incluyó algoritmos que seleccionaron repetidamente las cinco coincidencias
principales para cada grupo de tratamiento individual de infantes del grupo total de infantes
para cada grupo de comparación. Esta función se ejecutó 100 veces, con cada coincidencia
potencial recibiendo una puntuación después de cada iteración. Los siete participantes con
la puntuación total más alta en cada grupo de comparación se seleccionaron como los
casos coincidentes.
Se construyó también un cuarto grupo de comparación. El grupo de derivación rechazada
(DR) consistió en cuatro niños que fueron identificados como potencialmente elegibles para
el inicio del tratamiento infantil debido a las puntuaciones elevadas de AOSI y las
preocupaciones de los médicos, pero cuya familia optó por no inscribirse en el estudio. Vea
la Tabla 2 para una descripción de los cinco grupos.
Procedimiento de inscripción
Todos los recién nacidos referidos fueron examinados primero por teléfono por medio de
una entrevista con el padre para determinar los criterios de inclusión. El cuestionario para
niños y bebés (ITC; Wetherby y Prizant 2002) se llevó a cabo para verificar la presencia de
síntomas de autismo. Para bebés que recibieron puntajes en el riesgo definido de ITC rango
(puntaje compuesto social del ITC percentil 12), se programó una visita de evaluación y se
readministró el ITC. Como se puede ver en la Fig. 1, se reclutaron diez niños del Estudio de
hermanos Infantiles; seis dieron su consentimiento para un examen adicional, de los cuales
cuatro cumplieron con los requisitos y fueron matriculados. Cuatro familias no respondieron
a la referencia y no matricularon a sus hijos (estos son los niños que se convirtió en el grupo
DR). Catorce niños fueron referidos por familias en la comunidad. Tres de estas referencias
se encontraron con criterios de inscripción y participaron.
Medidas
Medidas de los padres
Medida de fidelidad para padres de Infant Start (Rogers et al.2012c). Esta medida fue una
calificación del terapeuta sobre el uso de los padres de las técnicas de tratamiento
recolectadas durante cada tratamiento y sesión de seguimiento. Los padres fueron
calificados en un Likert de 3 puntos escala en las habilidades específicas descritas en la
Tabla 3. Puntuaciones en 19 ítems individuales fueron promediados para crear un puntaje
total.
Escala de la Alianza de Trabajo para Intervenciones con Niños (Davis et al., 2006)
Esta medida se creó como una adaptación de una escala de alianza de trabajo existente.
Esta medida psicométricamente fuerte se administró en el fin del programa de 12 semanas
para describir la respuesta de las familias a la intervención experimental, y por lo tanto
constituye otra medida de validez social.
Tabla 3 El objetivo y el enfoque del tratamiento para cada uno de los seis síntomas objetivo
Sintoma Tema objetivo Procedimiento
Procedimientos
Descripción general de los procedimientos familiares.
El tratamiento comenzó inmediatamente después de la inscripción, y continuó durante 12
sesiones clínicas de tratamiento programadas con una semana de diferencia, seguidas de
una evaluación. A continuación, siguió un período de mantenimiento de 6 semanas
involucrando visitas de 1 hora a la clínica con el terapeuta en el post-tratamiento semanas
2, 4 y 6. Las sesiones de mantenimiento incluyeron: discusión del progreso del niño y de los
padres; discusión de desafíos y problemas; y observación de interacciones de juego. Los
niños que fueron informados por sus padres para mostrar progreso retrasado o deficiente en
cualquiera de los seis temas específicos fueron vistos por sesiones de refuerzo bimensuales
adicionales de 1 hora hasta que ocurrieron mejoras en los objetivos de aprendizaje
relacionados por dos sesiones consecutivas. Tres familias asistieron a estos sesiones de
refuerzo después de la finalización de la fase de mantenimiento, con el número de sesiones
que van de 0 a 5, dependiendo de las necesidades y deseos de las familias. Finalmente, los
niños recibieron evaluaciones de seguimiento a los 15, 18, 24 y 36 meses de edad. Ninguna
de las familias inscritas suspendió la participación en el estudio. En cualquier evaluación en
que el niño demostró problemas clínicos en estándares medidas, las familias recibieron
intervención de referencias para servicios de intervención pública. Tres familias buscaron
servicios de intervención específicos de autismo en algún punto durante su inscripción, y
dos familias adicionales buscaron terapia del habla.
Procedimientos de tratamiento.
El tratamiento consistió en 12 sesiones semanales consecutivas de 1 hora de sesiones
clínicas. Las sesiones fueron conducidas por el primero, segundo, y tercer autor de este
documento que desarrollaron el plan de estudios para padres (Rogers et al., 2012a) de
ESDM técnicas (Rogers y Dawson 2010), adaptaron los métodos de entrenamiento (Hanft
et al., 2003), y desarrolló la fidelidad de padres y terapeutas de las medidas de
implementación. Todos eran profesionales altamente calificados y con credenciales
con muchos años de experiencia trabajando con familias y niños pequeños con ASD.
Las sesiones fueron organizadas de la siguiente manera. La sesión 1 fue dedicada a
desarrollar 5-6 aprendizajes mensurables con objetivos de herramientas curriculares para
que los padres practiquen con su hijo durante toda la fase de intervención, basada en
objetivos de los padres y los síntomas de autismo de destino. A través de sesiones 2-12, los
padres fueron entrenados secuencialmente en la crianza de los hijos con técnicas para
abordar las necesidades de desarrollo relacionadas a uno de los seis síntomas objetivo, con
un área centrada durante dos semanas consecutivas. Estos fueron enseñados al azar por
orden a las familias. Los seis síntomas y temas relacionados y las técnicas se describen en
la Tabla 3.
Además de las seis intervenciones de síntomas objetivo, los terapeutas también
proporcionaron a los padres intervenciones específicas para otros retrasos, que fueron
individualizados para cada niño para abordar las debilidades identificadas durante el plan de
estudios de evaluación integrada en las rutinas cotidianas. Las sesiones incluyeron seis
actividades secuenciadas de 5-10 minutos: (1) Un saludo y compartir el progreso de los
padres; (2) Calentamiento con período de juego entre padres e hijos, después del cual
ambos padres y terapeuta reflexionaban sobre la actividad relacionada con la intervención
objetivos y conductas infantiles provocadas. Si es necesario, adicionalmente el coaching y
la práctica ocurrieron en este punto para fortalecer la práctica de los padres de este tema en
particular; (3) terapeuta introdujo un nuevo tema a través de la descripción verbal y material
escrito del manual, con ajuste de discusión el nuevo tema en los objetivos de los padres; (4)
Padre practicando la nueva técnica, mientras que el terapeuta proporcionó entrenamiento,
seguido por reflexión; (5) Los padres practicaron y fueron entrenados en el tema habilidad
en una o dos actividades de juego y cuidado (por ejemplo, libros, alimentación, vestirse o
cambiarse, juego de juguete y juego social) hasta que el padre demostró la técnica con una
fidelidad de implementación tasa de 80% o más; (6) La sesión concluyó con el debate y la
visualización de la generalización de una nueva habilidad en diversas actividades y
entornos en el hogar y en la comunidad, y el tiempo para la discusión de cualquier otro tema
que el padre introdujo durante la sesión. El padre dejó materiales manuales
autoinstruccionales sobre la técnica objetivo para revisar. Cada sesión fue grabada en video
para supervisión clínica y codificación de fidelidad de padres y terapeutas.
Implementación de la fidelidad del tratamiento por parte del padre y del terapeuta.
Se desarrollaron medidas de implementación del tratamiento que se utilizaron para evaluar
la fidelidad constante de padres y terapeutas. La herramienta de fidelidad para padres de 19
ítems Infant Start (Rogers et al., 2012c) utiliza un sistema de clasificación de 3 puntos
basado en Likert (1 = rara vez presente, 2 = a veces, 3 consistentemente presente)
asociado con los seis síntomas objetivo y las intervenciones parentales relacionadas
(descritas anteriormente) que fueron los temas de las sesiones de tratamiento semanales.
La fidelidad de los padres fue codificada por los terapeutas durante la primera actividad de
"calentamiento" entre padres e hijos de cada sesión, antes de que se llevara a cabo
cualquier entrenamiento o enseñanza.
Los terapeutas codificaron esto después de establecer una fiabilidad inicial entre
calificadores del 80% o más de las puntuaciones totales de los ítems. La puntuación
promedio fue la variable utilizada para el análisis semanal y podría oscilar entre 1 y 3, con
una puntuación más alta que refleja las interacciones más cercanas a las estrategias de
intervención que se enseñan a los padres. La fidelidad del terapeuta de las medidas de
implementación consistió de manera similar en un sistema de calificación basado en Likert
de 3 puntos (1 = no presente; 2 = a veces presente; 3 = claramente presente) de 17 ítems.
Elementos incluidos: presencia de cinco fases de la sesión (iniciación, observación, acción,
reflexión, evaluación); las seis características de coaching (colaborativo, reflexivo, sin
prejuicios, conversacional y recíproco, basado en el desempeño y contextualmente
vinculado); y cinco metas generales de aprendizaje para padres.
la fidelidad fue autoevaluada por los terapeutas inmediatamente después de las sesiones.
Fidelidad del tratamiento Implementación por los padres y por el terapeuta Se desarrollaron
y utilizaron medidas de implementación de la fidelidad del tratamiento para evaluar la
fidelidad continua de los padres y terapeutas. La herramienta de fidelidad de los padres de
19 ítems de Infant Start (Rogers et al. 2012c) utiliza un sistema de calificación de 3 puntos
(1 = raramente presente, 2 = a veces, 3 = siempre presente) basado en Likert asociado con
los seis síntomas objetivo e intervenciones (descritos anteriormente) relacionadas con la
crianza de los hijos que fueron los temas de las sesiones de tratamiento semanales. La
fidelidad de los padres fue codificada por los terapeutas durante la primera actividad de
"calentamiento" entre padres e hijos de cada sesión, antes de que se llevara a cabo
cualquier entrenamiento o enseñanza. Los terapeutas codificaron esto después de
establecer una confiabilidad inicial entre calificadores del 80% o mejor de las puntuaciones
totales de los ítems. La puntuación media fue la variable utilizada para el análisis semanal y
podía variar de 1 a 3, con una puntuación más alta que reflejaba interacciones más
cercanas a las estrategias de intervención enseñadas a los padres.
La fidelidad de los terapeutas a las medidas de implementación consistió de manera similar
en un sistema de calificación basado en Likert de 3 puntos (1 = no presente; 2 = a veces
presente; 3 = claramente presente) y 17 ítems. Temas incluidos: presencia de cinco fases
de la sesión (iniciación, observación, acción, reflexión y evaluación), las seis características
del entrenador (colaborativo, reflexivo, no crítico, conversacional y recíproco, basado en el
desempeño y vinculado al contexto); y cinco metas generales de aprendizaje para los
padres. La fidelidad fue autoevaluada por los terapeutas inmediatamente después de las
sesiones.
RESULTADOS
ENFOQUE ANALÍTICO
Primero presentaremos nuestros datos de inscripción en el estudio. A continuación,
presentamos los datos de fidelidad de los padres del tratamiento Infant Start como un
diseño de caso único, seguido de descripciones de la fidelidad del terapeuta en la
implementación y medidas de satisfacción de los padres. Luego presentamos los análisis de
grupo a partir de los 9 meses de edad, el primer punto en el que los siete infantes en el
grupo de la IS tuvieron datos de evaluación, hasta los 36 meses de edad.
En cuanto a las medidas de resultado, para el análisis de la gravedad de los síntomas del
autismo, se realizaron comparaciones grupales por separado antes y después del
tratamiento, debido a que se utilizaron dos medidas de síntomas del autismo diferentes
debido a las limitaciones de edad para cada medida. A los 9 meses de edad, los grupos
fueron comparados en las puntuaciones AOSI con un análisis de varianza univariado. A los
18, 24 y 36 meses, los grupos se compararon dentro de un modelo lineal de efectos mixtos
(LME). En el modelo LME de los puntajes de severidad de ADOS, la edad (18, 24 y 36
meses) y el grupo se incluyeron como efectos fijos y como grupo por edad. Las horas
totales de intervención se incluyeron en el modelo como una covariable. Las puntuaciones
de desarrollo se calcularon a partir del MSEL en todos los puntos temporales, por lo que las
variables de esas medidas se analizaron con un enfoque de modelo lineal de efectos mixtos
(LME) con estimación de verosimilitud máxima. En el modelo LME, la edad (9-36 meses) y
el grupo se incluyeron en el modelo como efectos fijos, así como la interacción entre grupos
por edad. Las horas totales de intervención se agregaron al modelo como una covariable.
Los efectos significativos fueron seguidos con comparaciones post hoc con un ajuste de
Bonferroni para comparaciones múltiples. Para todas las comparaciones simples
significativas, también se reporta el de Cohen’s calculado a partir de medias marginales
estimadas.
PUNTAJES DE DESARROLLO
En términos de habilidades visuales receptivas de los 5 grupos, hubo efectos principales
significativos del grupo (F(4, 131.89) = 7.46, p\.001), edad (F(5, 44.75) = 3.88, p\.01), y edad
por interacción del grupo (F(20, 47.30) = 1.84, p\.05). El efecto de las horas totales de
tratamiento no alcanzó significación (F(1, 101.96) = 3.02, p = 0.09). Las comparaciones
simples no revelaron diferencias entre el grupo de IS y cualquier otro grupo en los puntos
temporales de 9, 12 y 15 meses. A los 18 meses, el grupo de IS tuvo puntuaciones
significativamente más altas que el grupo de DR (d = 2,01; p = 0,05). A los 36 meses, el
grupo IS tuvo puntuaciones más altas que el grupo DR (d = 2,41; p = 0,01).
En términos de desarrollo del lenguaje, hubo efectos principales significativos del grupo
(F(4, 114.64) = 14.30, p\.001), un efecto significativo de la edad (F(5, 50.41) = 2.52, p\.05) y
una edad significativa por interacción del grupo (F(20, 52.63) = 2.49, p\.012). El efecto de
las horas totales de tratamiento no alcanzó significación (F(1, 116.89) = 2.29, p = .l3). A los
9 meses, el grupo de IS tuvo puntuaciones de LDQ significativamente más bajas que los
grupos de HR y LR (HR: d = -1.70, p\.05; LR: d = -1.98, p =.01). A los 12 meses, el grupo de
IS sólo tuvo puntuaciones más bajas que el grupo de LR (d = -1,78, p\.05). A los 15 meses,
el grupo de IS tuvo puntuaciones más bajas que los grupos de HR y LR (HR d = -2,23,
p\.01; LR d = -3,02, p\.001). Sin embargo, a los 18 meses, el grupo de IS no difirió
significativamente de cualquier otro grupo. A los 24 meses, el grupo de IS tuvo
puntuaciones más altas que los grupos AO (d = 1.99, p\.01) y DR (d = 2.99, p = 0.001). A
los 36 meses, el grupo IS continuó teniendo puntuaciones más altas que el grupo DR (d =
2,42, p = 0,01), pero la diferencia entre los grupos IS y AO ya no alcanzó significación (d =
0,90, p = 0,52), aunque continuó mostrando un tamaño de efecto moderado. No hubo
diferencias significativas entre el grupo de IS y HR o LR de 18 a 24 meses de edad. Ver la
Fig. 3 para representaciones de estas diferencias de grupo.
Para determinar si las diferencias en las tasas de desarrollo del Lenguaje Expresivo y del
Lenguaje Receptivo en los grupos podrían afectar los resultados, también se repitió el
análisis usando modelos construidos por separado de las puntuaciones del Lenguaje
Receptivo y del Lenguaje Expresivo. Los resultados de estos no difirieron de los modelos
ejecutados con las puntuaciones combinadas, como se describió anteriormente.
Finalmente, se examinaron las tasas de DQ general en o por debajo de 70 a 36 meses. Un
niño IS (14 %), 2 niños en el grupo AO (28,6 %) y 3 niños (75 %) en el grupo DE puntuaron
en este rango.
Discusión
La promesa de identificación temprana de TEA se basa en la premisa de tratamiento
anterior, que se cree maximiza los efectos del tratamiento y la mejora de los efectos
incapacitantes de TEA debido a la mayor plasticidad de los sistemas neurales más jóvenes
y la prevención de efectos secundarios debidos a alteraciones ambientales en respuesta a
los síntomas de TEA.
Los hallazgos de muchos estudios de hermanos infantiles (Bryson et al., 2007; Ozonoff et
al., 2010) han llevado a una mayor conciencia de la evolución de los síntomas de TEA en
los segundos 6 meses de vida en el subgrupo de niños que tienen síntomas tempranos. Los
síntomas descritos por tales estudios se usaron en el presente estudio para identificar un
grupo de niños con síntomas de riesgo antes del primer año de vida y para desarrollar y
probar una intervención de implementación de los padres que pudiera reducir los síntomas y
fomentar patrones de desarrollo más típicos y tasas, mejorando así los efectos de TEA en el
desarrollo temprano.
Fig. 3 Recepción visual DQ y Language DQ durante el período de tratamiento y seguimiento. Los gráficos de
barras de inserción presentan comparaciones por pares significativas en el pretratamiento (9 meses) y el
postratamiento (36 meses) * p B .05, ** p B .01