El Fin de La Pena
El Fin de La Pena
El Fin de La Pena
Para entender con claridad este asunto, es necesario distinguir tres aspectos importantes
de la pena: su justificación, su fundamento y su fin; desarrollo que nos ocupa a continuación.
Kant, en su ejemplo consistente en que, “si todos los miembros de una comunidad acordaran por
unanimidad disolverla, antes de ello se llevara a cabo, debería ejecutarse al último asesino que
estuviera en prisión, para que todo el mundo supiera el trato que merece sus hechos”. Encuentra
que la pena sólo tiene sentido si es retribución de la culpabilidad y, en consecuencia, no puede
imponerse simplemente como medio para conseguir otro bien para el delincuente mismo o para la
sociedad. Es decir, que la pena únicamente se justifica para sancionar un mal cometido por el
delincuente, ya que, si existiera otro fin, ello constituiría una afrenta a la dignidad de la persona.
Roxin, afirma que: “…la teoría de la retribución hoy ya no es sostenible científicamente. Si tal como
se mostró…, la misión del derecho penal consiste en la protección subsidiaria de los bienes
jurídicos, entonces para el cumplimiento de esa tarea, no puede servirse de una pena que
prescinda de toda finalidad social. Dicho de otro modo, el Estado como institución humana, no
está capacitado ni legitimiado para realizar la idea metafísica de justicia. La idea de que puede
compensar o eliminar un mal mediante la imposición de otro mal (el sufrimiento de la pena) sólo
es accesible a una creencia a la cual el Estado no puede obligar a nadie, a partir de que él ya no
deriva su poder de Dios sino del pueblo.”
Sin embargo, la idea retribucionista de algún modo todavía tiene fuerte arraigo en la sociedad, que
reacciona frente a los más graves delitos exigiendo el castigo de sus culpables "el que la hace, la
paga" y en las concepciones religiosas, que ven la pena como la expiación necesaria del mal
(delito) cometido. También las ideas de “venganza” y de "castigo" se basan en una concepción
retributiva de la pena.
Para concluir con el análisis de estas teorías, cabe destacar el llamado de alerta que hace Raúl
Zaffaroni, respecto de que, si bien ellas implicaron en su tiempo una limitación al poder absoluto
del Estado, ello no trajo aparejado una proporcional reducción de la crueldad. Y recuerda
a Nietzsche, para quien este mundo de los conceptos morales nunca perdió del todo “un cierto
olor a sangre y tortura”.
La concepción de las teorías de prevención, se remonta a los inicios de la historia del derecho,
Platón decía: nemo prudens punit, quia peccatum est, sed ne peccetr; ningún hombre prudente
pena porque se ha pecado, sino para que no se peque. Entonces a diferencia de la concepción de
la pena retributiva, la teoría de la prevención, es teoría “relativa”. Pues, encuentra su fundamento
y fin en la disuasión futura de una infracción penal.
Las teorías de la prevención especial, ven el fin de la pena, en apartar al que ya ha delinquido de
la comisión de futuros delitos, bien a través de su corrección o intimidación, o a través de su
aseguramiento, apartándolo de la vida social en libertad. Su principal representante fue el penalista
alemán, Franz Von Liszt, que consideraba al delincuente como el objeto central del Derecho Penal,
y a la pena como una institución que se dirige a su corrección, intimidación o aseguramiento. El
delincuente no debe volver a delinquir, para ello se hace necesario observar una triple dimensión
de la pena: intimidación, resocialización e inocuización. Fundamenta la primera en el sentido que
está dirigida al delincuente como un aviso de la sanción que puede ser objeto al cometer un acto
atribuido como delito. Luego, fundamenta la resocialización, en que el delincuente es susceptible
de corrección mediante la educación durante el tiempo que cumple la sanción y por último precisa
que la inocuización está dirigida a la anulación del delincuente habitual, con una sanción penal por
tiempo indeterminado e incluso la pena de muerte.
Al respecto, Luis Miguel Bramont-Arias, dice: “…las penas buscan la prevención del delito respecto
del autor que cometió el ilícito penal, es decir la prevención de la pena consiste en hacer que el
sujeto no vuelva a delinquir. Se trata de prevenir el delito resocializando o rehabilitando al
delincuente -Artículo IX del Título Preliminar del Código Penal-”.
En tal sentido cabe mencionar que, “lo incorrecto y peligroso para la seguridad jurídica es pensar
que el fundamento de la pena es uno de los dos criterios indicados. No se impone una pena por
que es necesario intimidar a delincuentes en potencia o porque se estime que es necesario
someter a tratamiento al agente. Se le castiga por que culpablemente ha cometido una infracción.
El “para que” se castiga, puede determinar una disminución o suspensión de la sanción; pero no
sobrepasar en intensidad los límites de la culpabilidad”.
Las teorías de la unión, en sus distintas variantes tienen, sin embargo el mérito de haber superado
la parcialidad, tanto de las teorías absolutas como de las relativas. Ninguna de estas dos teorías,
puede comprender el fenómeno de la pena en su totalidad, ya que, sólo fijan su atención en partes
de ese fenómeno.
Precisamente en esto fracasan también las teorías de la unión. Para éstas lo fundamental sigue
siendo la pura retribución del delito culpablemente cometido y sólo dentro de ese marco retributivo
y, por vía de excepción, admiten que con el castigo se busquen fines preventivos. Roxin manifiesta
que la retribución no es el único efecto de la pena, sino uno más de sus diversos caracteres que
incluso no se agota en sí mismo, sino que, al demostrar la superioridad de la norma jurídica sobre
la voluntad del delincuente que la infringió, tiene un efecto preventivo general en la comunidad. Se
habla en este sentido de prevención general positiva que más que la intimidación general, persigue
el reforzamiento de la confianza social en el Derecho.
En tal sentido, no se puede afirmar que existe función única en la pena, ni mucho menos asignar
a la pena un fin exclusivo. La pena es un fenómeno pluridimensional que cumple diferentes
funciones en cada uno de los momentos en que aparece, es decir, cuando el legislador prohibe
una conducta amenazándola con una pena, es decisiva la idea de prevención general negativa,
pues, se intimida a los miembros de la comunidad, para que se abstengan de realizar la conducta
prohibida. Pero si, a pesar de esa amenaza e intimidación general, se llega a cometer el hecho
prohibido, entonces a su autor debe aplicársele la pena prevista para ese hecho, predominando
en la aplicación de la pena la idea de retribución o de prevención general positiva, aunque no se
excluyan aspectos preventivos especiales.
Finalmente, durante la ejecución de la pena, prevalece, sobre todo si se trata de una pena privativa
de libertad, la idea de prevención especial. Ello debido a que, el delincuente estando recluido en
prisión, debe recibir la educación y socialización suficiente para alcanzar un grado evolutivo que
al devolverlo a la vida en comunidad no vuelva a delinquir.