El Discurso Existencial de La Psicología Frankliana.

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El discurso existencial de la Psicolog�a Frankliana.

La psicolog�a frankliana adopta la terminolog�a adleriana sobre la direcci�n


permanente de la persona en tanto es ser existencial. El hombre est�
siempre orientado a lo que no es �l mismo. Y el sentido como llamado particular del
valor es el contenido fundamental de su existencia.
Valor y sentido:
El sentido implica la captaci�n de un valor. El valor es valor del colectivo. El
colectivo como conjunto de individuos capta el valor y ese valor que pertenece a la
conciencia colectiva arrastra a la conciencia individual a actuar en conformidad
con el colectivo. El sentido, por su origen, arranca al individuo y lo atrae el
colectivo bajo forma de valores y principios que debe realizar. Es entonces, en la
realizaci�n de ese llamado como el hombre puede realizarse. Ser hombre es ser un
extrovertido existencial. Vertido hacia el colectivo, m�s no "masificado en el
colectivo" sino despersonalizado en la norma del colectivo en pro del
superorganismo que es la conciencia colectiva.
El sentido no es resultado de mi subjetividad en el sentido de que yo lo construyo
sino que yo al interpretarlo voy reconociendo su naturaleza ajena a mi subjetividad
como algo razonable en s� mismo en tanto es un contenido de valor previo y
posterior a mi subjetividad. Desde esta perspectiva el sentido no es algo que yo me
he inventado sino que mi conciencia, por su naturaleza axiol�gica, reconoce lo que
es valioso en porque es valioso en s� mismo al margen de la actitud que ante ello
pueda adoptar. En esto consiste la verticalidad de la postura frankliana.

La voluntad de sentido y el sentido de la vida:

El hombre es por definici�n un ser en busca de sentido. Esto quiere decir que no
est� centrado en s� mismo, en su placer o en su seguridad ni en su autorrealizaci�n
sino en los valores y en lo que estos valores le reclaman a cada momento. Vive en
una dimensi�n que lo atrae como un im�n que ejerce poder sobre �l. La dimensi�n del
logos (sentidos y valores) a la que accede por su conciencia es su ox�geno para
vivir humanamente y no s�lo vivir. Para ello el hombre tiene una capacidad peculiar
que es ser capaz de volcarse a lo que no es �l mismo en la �autotrascendencia�
(aut�s = uno mismo + trans-scende = atravesar subiendo). El hombre s�lo puede
hallar sentido a su vida en tanto se embarca hacia la realizaci�n de valores.
La logoterapia reconoce tres formas de realizaci�n del valor: valores creativos,
valores vivenciales y valores actitudinales. Los valores creativos son los que se
realizan en la actividad laboral. Tambi�n cuando uno se entrega a una causa o a la
lucha por un ideal. Los valores vivenciales se realizan en la experiencia de la
presencia del otro, aunque no est� presente. En la entrega a una persona a la que
hemos descubierto en lo m�s �ntimo de su ser s� misma y no nos queda m�s que
amarla aunque ya no est� presente f�sicamente. Los valores de actitud son aquellos
que podemos realizar cuando nuestra vida encuentra sus l�mites y la libertad humana
tiene su prueba final en la en la responsabilidad de seguir viviendo a�n cuando se
pierde la posibilidad de realizar valores creativos o vivenciales. Al humano
siempre le queda la �ltima palabra y puede decidir qu� actitud adoptar ante lo que
no puede evitar, una enfermedad incurable o un pasado demasiado doloroso. Los
valores actitudinales revelan como el hombre participa de una realidad misteriosa y
aun sin comprenderla totalmente, se deja comprender por ella y es as� como realiza
su m�xima capacidad humana de convertir su tragedia en un triunfo personal.

La espiritualidad:

La espiritualidad es la dimensi�n de libertad y responsabilidad del individuo. La


persona es espiritual. Por lo tanto la persona no enferma. Lo que enferma es el
organismo psicof�sico. La persona, siempre y cuando el organismo psicof�sico se lo
permita, puede tomar una actitud ante su propia enfermedad.
La dimensi�n espiritual o nool�gica no tiene la connotaci�n de "espiritualidad
religiosa" en donde la realidad psicol�gica se desbarata ante la realidad de la
gracia divina. Frankl recurre al t�rmino "espiritual" para referirse a la dimensi�n
en la cual el individuo responde libremente al llamado de los valores y del
sentido. Aqu� no est� protagonizando el individuo (psicolog�a) sino el valor
(noolog�a) que le exige al individuo una respuesta (responsabilidad).
Es una dimensi�n opuesta a la de organismo psicof�sico. Frankl usa "Geist" para la
dimensi�n espiritual y "Seele" (alma) como principio que moviliza al individuo. Lo
ps�quico para Frankl son las vivencias de impulso. Precisamente es esta tem�tica
desde donde parte Adler para acceder al tema del sentido. Como dec�a en la cita
frankliana de su carta pen�ltima: Adler intuy� el sentido y lo acept�. Adler
elabor� una psicolog�a abierta a lo espiritual. Frankl elabor� una psicolog�a desde
lo espiritual de tal forma que incluso en Frankl la psicolog�a, entendida como
"Seele" (en el sentido de "lo que moviliza" la conducta: lo pulsional, lo
inconsciente y protoverbal) es casi nulo y es enorme en Adler. La posterior
psicolog�a adleriana empez� a darle m�s importancia a los valores y principios del
colectivo estableciendo una dial�ctica entre consciente e inconsciente, a mi
entender una psicolog�a completa en donde el tema del sentido existencial puede ser
reconocido en el cuerpo adleriano junto con Allers.

La autocomprensi�n original:

No es necesario que la dimensi�n del sentido y los valores sea filosofada o


entendida como un requisito de experimentados. Todos podemos acceder a esta
dimensi�n espiritual y es precisamente esta la dimensi�n que nos caracteriza como
humanos. Todos, en tanto somos seres dotados de conciencia, nos encontramos a cada
momento con el sentido de nuestra existencia.
A este respecto Frankl habla de una "autocomprensi�n ontol�gica prerreflexiva" que
tambi�n llama "autocomprensi�n original". Del sentido no escapa el humano. No hay
jerarqu�as intelectuales, ni de edades, ni estratos socioecon�micos. Ejemplos un
tanto extremos: Un ni�o como Domingo Sabio puede haber colmado de sentido su
existencia a los 14 a�os. Mi abuela, ella que no sab�a ni leer, congregaba a su
comunidad para rezar el rosario a sabiendas que el c�ncer la estaba terminando. Una
jovencita de 13 a�os con met�stasis me dice que le da pena morirse y que le hubiera
gustado tener novio pero que estaba confiada en que Dios la amar� mucho m�s que un
novio. Una madre decide no operarse de su enfermedad mortal para as� no poner en
riesgo su embarazo. El hombre sencillo reconoce a veces mejor la voluntad de
sentido. Frankl cita con frecuencia una entrevista televisada hecha een 1981 por
Franz Kreuzer a Konrad Lorenz quien le dice:
�Si compara usted la validez de la cosmovisi�n de la mujer de un granjero de los
Alpes con lavalidez de la visi�n de mundo de B. F. Skinner, descubrir� que la mujer
del granjero,, la cual cree en la inmaculada concepci�n de la virgen Mar�a, en el
buen Dios y en todos los santos, est� m�s cerca de la verdad que el behaviorista.�
(LORENZ, citado por FRANKL: 1990 Op. cit. p.293)
La logoterapia "pone nombre dif�cil" a la sabidur�a del coraz�n. Es la intuici�n,
eso que capta un hombre promedio que no habla en dificil pero que entiende su vida
como una tarea y que a cada instante, sin filosofarlo, capta valores que puede
realizar y que efectivamente dotan su vida de sentido.

El vac�o existencial:

Desde la perspectiva Frankliana el vac�o de sentido es el resultado de una


autocomprensi�n inaut�ntica en la medida en que se comprende objeto (o como
biolog�a que busca la autosatisfacci�n o como producto de una supersumatoria de
aprendizajes normativos). La persona se percibe como una casualidad, un producto
del azar y as� tambi�n percibe los objetos del mundo. Entonces se angustia porque
se (= yo) siente ajeno a la biolog�a que es y a la normatividad de la cultura en
�l. Ha perdido de vista los referentes que lo hacen ser lo que est� llamado a ser
desde fuera de s� mismo. Estos referentes son los valores que est�n como tel�n de
fondo en toda vida consciente.
Al percibir lo que era un motivo para vivir, ahora es un "nada m�s que" y
experimenta un "vac�o existencial". Esto significa una experiencia de inestabilidad
de su existencia en la que experimenta como n�usea o mareo psicol�gico al no
contactar con lo que en realidad es un "lugar vac�o". El "yo" en realidad es una
construcci�n intelectual" un recurso del lenguaje. Lo que existe en realidad es el
s� mismo que es tal en tanto es "lugar" de intersecci�n de dos mundos: el mundo
material y el mundo espiritual. Lo psicol�gico es lo ficticio que en consenso
(=colectividad) tiene sentido. Pero la colectividad es conjunto de individuos en un
mundo de valores. Hasta aqu� lleg� Adler.
Los individuos conforman unidad indivisible con el mundo espiritual de los valores.
Los valores reclaman al individuo y lo interrogan (=sentidos esperando ser
realizados) de tal manera que no hay posibilidad en ning�n individuo de que su vida
no tenga sentido. El sentido es inherente a la existencia. Hasta aqu� lleg� Frankl.
La experiencia del sinsentido no es necesariamente patol�gica porque puede tambi�n
movilizar a la persona a embarcarse en la b�squeda del sentido. El individuo intuye
dentro de lo m�s �ntimo de su ser persona, su conciencia (que es un receptor de
sentido), que la vida tiene un prop�sito. La conciencia es intersubjetiva y adem�s
interlocutora con su entorno simb�lico (=cultura) que la antecede (=tradiciones),
con lo que la acoge (=los valores del colectivo en el que le toc� vivir) y lo que
permanece despu�s de ella (=los que la recordar�n y los que no, los aportes que
dej�. Los actos y actitudes valiosas que realiz� y que nadie reconocer� pero que
ella realiz� y que de eso fue testigo).
Es necesario resaltar tambi�n la tradici�n como reservorio de valores. Es la
importancia de la dimensi�n transgeneracional de la conciencia. En ella se pueden
reconocer los valores que permanecen en el tiempo y los distintos significados del
mismo valor para cada �poca y los sentidos particulares de aquellos valores que
dotaron de diversos sentidos a las generaciones pasadas.
Sin embargo la autocomprensi�n promovida por una atm�sfera desvalorizadora, acent�a
la sugesti�n de una vida sin sentido. La conciencia como n�cleo receptor de valor,
al pretenderse como producto de su biolog�a instintiva (mira que eres producto de
tu biolog�a) o de su entorno (mira que eres producto de tus aprendizajes y que todo
es relativo), recurre a m�viles organ�smicos que son s�lo valiosos mientras ella
los reconoce como tales (poder desde su ego�smo y placer desde su vitalidad). Al
centrar su atenci�n en estos aspectos de su s� mismo personal experimenta
sensaciones de sentido.
El sentido es valioso en s� mismo y es propio de lo que est� detr�s de las
interacciones humanas (lo comunitario). El valor y el sentido (Logos) est�n
soportando todos los actos humanos en forma de principios anteriores y posteriores
a la persona y al colectivo que los capta.
Cuando el hombre no halla sentido a su vida, se desv�a de su voluntad de sentido
hacia una voluntad de poder o placer. Es cuando ingresa en el c�rculo vicioso que
caracteriza al hombre neur�tico obsesionado por su seguridad (sensual o ficcional)
para acallar su inseguridad fundamental ante la sugesti�n de "no ser" ni tener
ninguna referencia para ser menos o m�s, ni raz�n para alegrarse o asustarse. Lo
que es vivir ins�pidamente y sin ninguna esperanza.

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