Resumen Hjelmslev
Resumen Hjelmslev
Resumen Hjelmslev
Del lenguaje como sistema de signos se esperaba que proporcione la clave del
sistema el pensamiento humano. Concebido como institución social contribuiría a
expresar el carácter de la nación. Concebido como fenómeno sujeto a cambio había
de marcar el camino hacia la comprensión de la personalidad.
Una teoría lingüística que trate de hallar la estructura específica del lenguaje a través
de un sistema de premisas exclusivamente formal, por más que tenga en cuenta los
cambios del lenguaje hablado, habrá de negarse a conceder valor exclusivo a estos
cambios; habrá de perseguir una constancia que no se apoya ninguna realidad exterior
al lenguaje. Una vez hallada esta constancia podrá proyectarse sobre la realidad
exterior al lenguaje (ya sea una realidad física, psicológica, lógica, u otras) de modo
que, incluso al considerar esa realidad, el lenguaje continúa siendo el objeto principal.
La búsqueda de tal constancia integradora estará en oposición con cierta tradición
humanística que ha predominado hasta ahora en la ciencia lingüística. La tradición
humanística niega la existencia de tal constancia y se emplea un método distinto: la
mera descripción o, en todo caso, método circunscrito a una forma de presentación
discursiva, donde los fenómenos discurren sin que sean interpretados mediante un
sistema.
Consecuentemente, aquellas disciplinas que pueden denominarse humanística han
sido consideradas históricamente como disciplinas descriptivas más que
sistematizadoras, y todavía se niegan a aceptar la posibilidad de semejante
sistematización.
La tesis de que para cada proceso hay un sistema correspondiente, por medio del
cual puede aquel analizarse y describirse con un número limitado de premisas, podría
considerarse de validez general. Es posible analizar todo proceso en un número
limitado de elementos recurriendo a diversas combinaciones. De acuerdo con esto, se
pueden ordenar estos elementos en clases según sus posibilidades de combinación.
Una historia así elaborada pasaría del nivel de mera descripción primitiva al de ciencia
sistemática, exacta y generalizadora.
Parece que el lenguaje es un objeto en el que puede ponerse a prueba esta tesis con
la esperanza de obtener un resultado positivo, pero hasta ahora, la ciencia lingüística,
cultivada por filólogos y bajo el influjo de un humanismo que ha rechazado toda idea
de sistema, no ha logrado llevar el análisis hasta el final, establecer sus premisas con
claridad, o tratar de alcanzar un principio de análisis uniforme. Por esta razón, continúa
siendo baja y subjetiva, metafísica y estetizante, y hasta incluso anecdótica.
La meta de la teoría lingüística es probar la tesis de que todo proceso tiene un sistema
subyacente. Si falla el intento se demostrará que los fenómenos humanísticos sólo
pueden tratarse desde puntos de vista subjetivos y estéticos. En cambio, si el intento
tiene éxito, nos quedaría realizar los experimentos correspondientes en los demás
campos del humanismo.
La exigencia del empirismo ha de satisfacerse por medio del principio empírico. Este
principio distingue a la teoría de Hjelmslev, y plantea lo siguiente:
"la descripción habrá de estar libre de contradicción, ser exhaustiva y tan simple
cuanto sea posible. La exigencia de falta de contradicción tiene preferencia sobre la
base de exhaustividad. La existencia de exhaustividad tiene preferencia sobre la de
simplicidad".
Hay que partir de los supuestos empíricos, dar al investigador lingüístico el texto
todavía sin analizar, indiviso y en su integridad absoluta. Se debe realizar un análisis
que considere el texto como clase dividida en componentes, después esos
componentes como clases divididas en componentes, y así sucesivamente hasta
agotar el análisis. Este procedimiento, al que llaman deducción, puede definirse como
una progresión de la clase al componente, no del componente a la clase.
Explica la deducción diciendo que una teoría introduce ciertas premisas acerca de las
cuales el teórico sabe que cumplen las condiciones de aplicación a ciertos datos
empíricos. Estas premisas tienen el mayor valor de generalidad posible, y son capaces
de satisfacer las condiciones de aplicación a un gran número de datos empíricos.
La teoría lingüística, entonces, define su objeto por medio de una estrategia de
premisas arbitraria y adecuada. La teoría consiste en un cálculo que parte de las más
generales premisas de que es posible partir, siempre suponiendo que ninguna de las
que son específicas de la teoría parece de naturaleza axiomática.
En virtud de su naturaleza arbitraria la teoría es arrealista; en virtud de su adecuación
es realista.
Una teoría intenta proporcionar un modo de proceder con el cual sea posible describir
de modo autoconsecuente y exhaustivo objetos de cierta naturaleza establecida como
premisa.
La teoría debe ser general, en el sentido de que ha de proporcionarnos instrumentos
para comprender no solo un objeto dado, sino todos los objetos concebibles de cierta
naturaleza establecida como premisa.
Los objetos que interesan a la teoría lingüística son los textos. El fin de la teoría
lingüística es dotarnos de un modo de proceder con el cual pueda comprenderse un
texto dado mediante una descripción autoconsecuente y exhaustiva. Pero, además,
debe indicar cómo puede entenderse cualquier otro texto de la naturaleza establecida
como premisa, y esto lo hace facilitándonos instrumentos susceptibles de empleo en
tal texto. En síntesis, la teoría lingüística debe permitirnos describir de modo
consecuente y exhaustivo no sólo un texto danés determinado, sino también todos los
demás textos de la misma clase.
Pero la teoría lingüística debe ser de utilidad para describir y predecir no sólo cualquier
texto posible compuesto en cierta lengua, sino, basándose en las informaciones del
lenguaje en general, en cualquier lengua.
Un teórico lingüista debe tomar la precaución de prever todas las posibilidades
concebibles, incluso aquellas que no existen, y admitirlas en su teoría. Solo así
elaborará una teoría lingüística con garantías de aplicabilidad.
8. EL SISTEMA DE DEFINICIONES
Este sistema extensivo de definición parece ser una de las causas que contribuyen a
liberar a la teoría lingüística de axiomas específicos.
Teniendo en cuenta las tres exigencias que forman parte del principio empírico la
elección de la base de análisis puede diferir de un texto a otro.
Lo importante no es la división de un objeto en partes, sino la conducta del análisis, de
modo que se acomode a las dependencias mutuas entre esas partes y nos permita dar
cuenta adecuada de ellas. La totalidad del objeto sometido a examen sólo puede por
la suma total de las mismas.
El análisis consiste en registrar ciertas dependencias entre las partes del texto.
El factor peculiar que caracteriza la dependencia entre el todo y las partes parece ser
la uniformidad: las partes coordinadas, que procedan del análisis particular de un todo,
dependen de un modo uniforme de ese todo.
A una clase de clases se la llama "jerarquía", y hay dos clases de jerarquías: procesos
y sistemas.
La primera misión del análisis es realizar una partición del proceso textual. El texto es
una cadena y todas sus partes son igualmente cadenas, excepto aquellas eventuales
partes últimas que no puedan someterse a análisis.
11. FUNCIONES
Hjelmslev llama "función" a la dependencia que satisface las condiciones del análisis.
Así, puede decirse que hay función entre una clase y sus componentes y entre los
componentes entre sí.
A los terminales una función se los llama "funtivos", entendiendo por funtivo un objeto
que tiene función con otros objetos. Al funtivo que no es función se lo llama "entidad".
Los grupos de sílabas, las sílabas, y las partes de sílabas serán entidades.
Diferentes tipos de funciones:
De acuerdo con esto, se puede definir la "interdependencia" como función entre dos
constantes; la "determinación" como función entre una constante y una variable; y la
"constelación" como función entre dos variables.
PAG 58