(TRADUCCIÓN) BTS LOVE YOURSELF 承 ‘Her': 花樣年華 The Notes
(TRADUCCIÓN) BTS LOVE YOURSELF 承 ‘Her': 花樣年華 The Notes
(TRADUCCIÓN) BTS LOVE YOURSELF 承 ‘Her': 花樣年華 The Notes
華 The Notes
POSTED ON OCTUBRE 5 , 2017 W RI TTE N BY I ONE W I TH 4 COMM ENTS
A continuación encontraréis las notas traducidas al español que aparecen en los álbumes
de LOVE YOURSELF: HER de BTS.
TAEHYUNG
Me quité los zapatos, lancé mi mochila lejos de mí y entré en el salón. Mi padre estaba allí,
como era de esperar. Ni siquiera pensé cuánto tiempo había pasado sin verle o de dónde
había venido. En un abrir y cerrar de ojos me encontré con los brazos de mi padre. No
recuerdo exactamente qué ocurrió después. No recuerdo qué me golpeó primero; si fue el
olor a alcohol, sus insultos o la bofetada en la cara. Ni siquiera pude entender qué había
ocurrido. Su respiración era entrecortada y su malaliento se mezclaba con el olor a alcohol.
Sus ojos estaba inyectados en sangre y su cara estaba cubierta por una barba mal cuidada.
Me abofeteó con su enorme mano. Mientras se impacientaba por saber qué estaba mirando,
me volvió a abofetear. Después, me elevó en el aire. Aunque sus furiosos ojos rojos
infundaban miedo, el terror que ya dominaba mi cuerpo me impidió llorar. Ese no era mi
padre. Sí, era él; y a la vez no era él. Mis pies temblaron en el aire. Lo siguiente que recuerdo
es mi cabeza golpeando con fuerza la pared y cayendo al suelo. Parecía que mi cabeza iba
a explotar. Empecé a ver borroso y después sólo había oscuridad. Lo único que llenó mi
cabeza fueron los jadeos de mi padre intentando respirar.
SEOKJIN
Un olor húmedo nubló mi olfato mientras entraba con mi padre en el despacho del director.
Hacía 10 días que había vuelto de Estados Unidos y el día anterior me enteré de que
repetería curso debido al cambio en el sistema educativo. “Por favor, cuide bien de él”, dijo
mi padre mientras descansaba su mano sobre mi hombro, haciendo que me encogiera
inconscientemente tras notar su firme tacto. “El colegio es un lugar peligroso. Las normas
son imprescindibles”, dijo el director mientras me observaba directamente a los ojos.
Cada vez que el poderoso señor hablaba, sus arrugadas mejillas y las comisuras de su boca
temblaban dejando entrever el oscuro color rojizo que se escondía en el interior de sus
negruzcos labios. “¿No es cierto, Seokjin?”. Dudé en responder ante esa inesperada
pregunta, haciendo que mi padre apretase con más fuerza mi hombro. Me apretaba con
tanto ímpetu que noté cómo se contraían los músculos de mi cuello. “Confío en que lo harás
bien”, dijo el director mientras sus ojos amenzaban a los míos sin piedad y mi padre
aumentaba cada vez más su fuerza sobre mi hombro. Cerré mis puños con fuerza – la
presión que ejercía su mano era tan intensa que pensé que los huesos de mi hombro no
aguantarían intactos por mucho tiempo. El sudor frío y los temblores incontrolables tomaron
el control de todo mi cuerpo. “Tienes que responderme. Seokjin, tienes que convertirte en
un buen estudiante”, dijo el director mientras me observaba con cara de pocos
amigos. “Vale”, balbuceé con gran dificultad a modo de respuesta.
JIMIN
Mientras Hoseok hyung hablaba por teléfono yo me dediqué a jugar con el polvo del suelo
que cubría con su sombra. Él me sonrió con una expresión que decía, “Park Jimin, has
crecido mucho”. La distancia desde casa hasta el colegio era sobre 2 horas caminando. En
autobús no llegaba a la media hora, y si caminábamos por la calle general tardábamos
únicamente 20 minutos. Aun así, hyung siempre insistía en caminar por rutas que nos
obligaban a atravesar callejuelas sinuosas, escalar leves pendientes y cruzar pasos
peatonales. El año pasado me cambiaron de colegio tras salir del hospital. El colegio estaba
lejos de mi casa y era un lugar donde no conocía a nadie; pero pensé que estaría bien, sobre
todo porque estaba acostumbrado a cambiar de colegio y porque tampoco sabía si tendría
que volver al hospital. Pensé que no sería un gran problema.
Hyung seguía hablando por teléfono y pisé una vez más su sombra justo antes de salir
corriendo. Hyungcolgó el teléfono y comenzó a perseguirme. El helado comenzó a derretirse
lentamente bajo los calurosos rayos de sol y el sonido de las cigarras sonaban en mis oídos.
De repente, el miedo invadió mi cuerpo. ¿Cuántos días como este me quedarían por vivir?
NAMJOON
Mientras atravesaba el almacén del instituto, que alguna vez fue el refugio para aquellos
adolescentes sin rumbo fijo, coloqué un par de sillas en el suelo. Coloqué también un
polvoriento pupitre que limpié con mis propias manos. La gente siempre se emociona
cuando las cosas llegan a su fin. Hoy es mi último día de instituto. Hace dos semanas se
decidió que me iría de allí. No sé si podré volver. Puede que nunca vuelva a ver a
mis hyungs y dongsaengs.
Doblé un trozo de papel por la mitad, lo dejé en el pupitre y empuñé un lápiz. Me di cuenta
de que no sabía qué escribir. El tiempo pasó sin despedirse. Mientras garabateaba palabras
vacías en el papel, la punta del lápiz se rompió emitiendo un breve chasquido. A su vez, la
punta se rompió en más fragmentos que emborronaron parte del papel; un papel que había
decorado vaga e inconscientemente con la frase “Por favor, sobrevive”. Entre el polvo de
grafito y los garabatos se leían cuentos dispersos sobre pobreza, padres, dongsaengs y
mudanzas.
Arrugué el papel, lo guardé en mi bolsillo y me levanté. Una nube de polvo rosáceo alzó el
vuelo mientras empujaba el pupitre lejos de mí. Antes de emprender el camino hacia la
puerta, empañé el cristal de la ventana con mi aliento y dejé grabadas tres palabras. Ninguna
palabra de despedida sería suficiente y este fugaz mensaje transmitiría mis pensamientos
sin decir nada más. “Encontrémonos otra vez”. Más que una promesa fue un simple deseo
de mi parte.
JUNGKOOK
Acaricié las teclas del piano y mi mano se llenó de polvo. Las pulsé haciendo fuerza con la
punta de mis dedos, no sonaban igual que cuando tocaba hyung. Hace 10 días
que hyung no viene al colegio. Se rumorea que le han expulsado. Namjoon y
Hoseok hyung prefieren no hablar de ello y yo estoy asustando, pero no puedo decírselo.
Hace dos semanas, cuando el profesor abrió la puerta de la clase, solo estábamos hyung y
yo. Fue el día en que los padres visitaron la escuela. No quería estar en clase, así que me
fui de allí. Hyung no me prestó atención, simplemente siguió tocando el piano mientras yo
junté un par de mesas y me dispuse a dormir. Aunque sé que hyung y el piano son dos
entidades distintas, siempre los veo como si fueran uno solo y no sé por qué. Sea como
fuere, siento ganas de llorar cuando oigo a hyung tocar el piano.
Mis lágrimas estaban a punto de salir, cuando la puerta se abrió con un estruendo y el sonido
del piano cesó. Me caí hacia atrás y aterricé sobre mi mejilla, agazapado. De repente la voz
cesó y lloré, tragándome mis palabras. Miré hacia arriba y vi a hyung, que empujó el hombro
de esa persona y se quedó de pie frente a mí. Por encima del hombro de hyung pude ver
que esa persona se parecía a su profesor.
Toco las teclas del piano intentando emular la melodía que hyung tocaba aquel día. ¿Le han
expulsado de verdad? ¿No podrá volver? Si yo no hubiera estado allí, hyung no le hubiera
hecho nada al profesor ¿verdad? Si no fuera por mi culpa ¿hyung podría seguir tocando el
piano aquí?
YOONGI
Después del funeral, volví con mi soledad a la casa que el fuego consumió sin piedad. Al
entrar en la habitación de mi madre vi el piano completamente calcinado. Me dejé caer a su
lado y allí me quedé, mientras la luz de aquella tarde atravesaba las ventanas hasta que la
noche comenzó a apagarla lentamente. Los vestigios del sol iluminaron varias teclas del
piano. Me pregunté qué sonido emitirían y cuántas veces habrían sentido el tacto de las
manos de mi madre. Después de recoger una de esas teclas y guardármela en mi bolsillo,
salí de la habitación.
Han pasado casi cuatro años desde aquella visita. El silencio reinaba en la casa. Un
terrorífico silencio. Si eran más de las 10 de la noche y mi padre ya estaba durmiendo, no
se podía hacer el más mínimo ruido. Esas eran las normas de la casa. Para mí era muy
dificil soportar ese sliencio. Tampoco era sencillo acatar todos esos estrictos horarios,
normas y formalidades. Pero lo más insoportable para mí, a pesar de todo, era seguir
viviendo en esa casa. Mi padre me seguía dando dinero, cenaba con él y escuchaba sus
broncas. En vez de rebelarme, huir o meterme en problemas, me quedaba en casa. No tenía
en valor suficiente para abandonar a mi padre e irme de casa para experimentar por mí
mismo aquella verdadera libertad de la que tanto hablaba.
Me levanté de la cama de un salto y recuperé la tecla de piano que había tirado a la papelera
debajo de mi escritorio. Abrí la ventana y el fuerte viento nocturno invadió mi habitación.
Sentí cómo el viento abofeteaba mi cara y todo lo que hoy había vivido caía sobre mí como
una rebosante cascada. Lancé la tecla del piano con todas mis fuerzas a través del furioso
manto de aire. Hacía 10 días que no iba al colegio. Me enteré de que me habían expulsado.
Y ahora, aunque no quería irme, me sentía obligado a abandonar esta casa. No importa lo
mucho que afiné mis oídos, no fui capaz de escuchar el sonido de la tecla al chocar contra
el suelo. No importa las veces que pensé en ello, supe que nunca conocería el sonido de
aquella tecla. No importa cuánto tiempo pase, esa tecla nunca volverá a sonar.
HOSEOK
Yo había vivido más de 10 años en un orfanato. Lo suficiente para poder entender esos
sutiles gestos, esa mirada y ese ambiente. En un momento de confusión, tropecé y caí al
suelo. La madre de Jimin me observó con una mirada vacía. Aunque era una mujer pequeña
y muy guapa, su silueta era enorme y fría. Cuando levanté mi cabeza, la cama de Jimin ya
no estaba en la sala de Urgencias y no la volví a encontrar. Desde ese día Jimin nunca más
volvió al Instituto.
JIMIN
He dejado de contar cuántos días llevo en el hospital. Solía contarlos cuando tenía
esperanzas y me quería marchar. Por la ventana puedo ver árboles, hierba y gente a lo lejos;
hacía mucho que no los veía. Como mucho, ha pasado un mes. A veces los veo de uniforme,
pero ya no siento nada especial. Debido a las pastillas, todo se ha vuelto aburrido y borroso.
Así que hoy es un día especial. Un día sobre el que escribir en tu diario, pero yo no tengo
diarios. Hoy voy a mentir por primera vez. Miraré al médico a los ojos y fingiré estar triste.
“No me acuerdo de nada”.
HOSEOK
Bailo sin dejar de mirarme en el espejo. Aquí puedo sentir que mis pies no tocan el suelo y
me libero de las exigencias y las miradas del mundo. Lo único que importa es cómo mi
cuerpo se mueve al compás de la música.
Empecé a bailar con 12 años. Creo que fue en un concurso de talentos. Me subí al escenario
delante de los chicos de mi colegio. Lo mejor de todo fueron los vítores, los aplausos y la
seguridad en mí que sentí por primera vez. Me di cuenta de que disfrutaba bailando.
Conseguía disociarme y eso no era fruto de los vítores y los aplausos; no, era algo que
provenía de mi interior.
Fuera de este espejo, estoy atrapado. No puedo sentir que floto e incluso, aunque no me
guste, sonrío. Aunque esté triste, sonrío. Cuando me tomo las pastillas que no necesito, todo
se viene abajo. Así que cuando bailo, no puedo dejar de mirarme en el espejo. En ese
momento me siento en paz y seguro. En ese momento puedo dejar ir todo, olvidar lo doloroso
y creo que puedo ser feliz. Atesoro ese momento.
YOONGI
Me detuve al escuchar a alguien tocando mal el piano. Había alguien quejándose por culpa
del borracho que caminaba entre los puestos del mercado ya vacío. La canción me sonaba
pero no sabía de qué. Mis pasos ebrios se vuelven erráticos. Cerré mis cojos a propósito y
anduve un poco más. El calor del fuego era abrasador y el sonido del piano, la brisa nocturna
y el hedor se desvanecieron.
Abrí los ojos cuando noté pasar una luz repentina. Los faros del coche eran cegadores y
levantó un poco de aire al pasar. Entre el caos y el hedor, me tambaleé sin poder evitarlo.
Oí maldecir al conductor. Dejé de andar, maldije también y, de repente, ya no pude oír el
sonido del piano. Escuché fuegos artificiales, el sonido del viento y el del coche al marcharse,
pero no podía oír el piano. Creo que dejó de sonar. ¿Por qué paró? ¿Quién estaba tocando?
Tras un sonido ensordecedor, los fuegos artificiales dieron paso a la oscuridad. Durante un
tiempo miré sus restos aturdido. Empecé a sentir calor en mi rostro y, en ese momento,
escuché el sonido de las teclas del piano. Como un acto reflejo, miré hacia atrás y, de
repente, mi respiración se volvió errática. Las pesadillas de mi infancia. Creo que el sonido
es igual al de ese lugar.
La tienda de música con el cristal roto. Hay alguien sentado delante del piano. Han pasado
años, pero creo que puedo intentarlo una vez. Estaba llorando. Apreté mi puño. No es fácil
involucrarse en la vida de alguien. No es fácil ayudar a quien está solo. No quiero
convertirme en alguien importante para otra persona. No estoy seguro de ser capaz de
proteger a alguien. No sé si sería capaz apoyar a esa persona hasta el final. No quiero hacer
daño a nadie y no quiero que me hagan daño.
Me moví despacio. Pensé en darme la vuelta, pero no sabía qué hacer. Me giré y vi a
Jungkook. “Hyung”.
SEOKJIN
Fui solo a ver el mar. El océano estaba más azul y profundo que nunca. La luz del sol se
reflejaba en la superficie del agua y el viento soplaba a través de los árboles. Lo único que
había cambiado era el hecho de que estaba realmente solo. Cuando presioné el obturador,
la escena cambió. Volví a aquel día hace 2 años y 10 meses, pero pronto se desvaneció.
Ese día estábamos juntos, uno al lado del otro, frente al mar. Siempre estaba cansado y no
tenía nada, pero, al menos, estábamos juntos.
Di la vuelta con el coche y pisé el acelerador. Pasé el túnel y paré. También pasé de largo
el colegio al que fuimos juntos y abrí la ventanilla. Hacía una noche primaveral. La brisa era
cálida y los árboles de cerezo se alineaban junto a la valla del colegio. Después, pasé
algunos cruces hasta que vi las luces de la gasolinera donde trabaja Namjoon.
NAMJOON
Estaba buscando alguna camiseta que fuera barata cuando Taehyung alzó un brazo por
detrás de mí y cogió una. La camiseta tenía el mismo diseño que la que yo llevaba puesta.
Taehyung me sonrió y se quitó la camiseta rota. Pude ver los moratones en su espalda
gracias a la luz de mi camioneta. Hoseok me miró sorprendido. Taehyung se puso mi
camiseta y se miró en el sucio espejo; entonces se rió.
“Llegué tarde porque él quería pintar algunos graffitis y la policía nos pilló, tuve que sacarlo
de allí” fingí estar enfadado con Taehyung y éste, a su vez, fingió estar muy arrepentido.
Yoongi hyung, que estaba sentado en la esquina de mi camioneta, se acercó lentamente a
nosotros y pegó a Taehyung en el hombro.
JUNGKOOK
Poco a poco las cosas evolucionaron de la manera que yo había deseado. Golpeé con ganas
a los gamberros que me encontré en la calle y me dieron una paliza hasta destrozarme el
corazón. Alcé la vista hacia el cielo mientras me apoyaba en la persiana metálica que
protegía a un negocio cualquiera. Ya era de noche. Nada conseguía deslumbrar el oscuro
cielo nocturno. Vi un montículo de hierba a lo lejos. Permanecía inmóvil en el suelo mientras
el viento soplaba. Me recordó a mí mismo. Comencé a reír para evitar que mis lágrimas
brotaran sin remordimientos.
Cerré los ojos y apareció la imagen de mi padrastro aclarándose la garganta. Mi hermanastro
me había pegado y se reía. El resto de mi familia apartaba sus ojos y hablaban sobre temas
sin sentido. Se comportaron como si yo fuera invisible, como si mi existencia no valiera la
pena. Mi madre se sentía perdida cuando estaba con esa gente.
Mientras me apoyaba en el suelo para conseguir levantarme, una nube de polvo rosado se
dispersó por mi cabeza y comencé a toser. Dolía igual que un puñal en el estómago. Me
dirigí hacia el tejado de un edificio en construcción. Los terribles colores del cielo nocturno
de la ciudad se extendían sin fronteras. Me subí a la barandilla y caminé con mis dos manos
extendidas. Por un momento tambaleé y casi pierdo el equilibrio. Me invadió el pensamiento
de que podría morir si daba un paso más. Todo esto terminaría con mi muerte. Nadie lloraría
si decidiese dar un paso más.
TAEHYUNG
Iba caminando entre la arbolada, cuando hyung me llamó por teléfono. Han pasado muchas
cosas estos días. Me alejé para que otros no pudieran oírme. Ralenticé deliberadamente mi
paso y me giré hacia el mar. Hyung no me vio y pasó de largo “Eres solo un año más joven
que yo. Ah no, no me importa. No es algo de lo que me tenga que hacer cargo”.
HOSEOK
Evité intuitivamente el encuentro con sus ojos mientras notaba cómo me quedaba sin aliento.
Aunque esa incómoda sensación de asfixia me resulte familiar, sobre todo tras bailar durante
bastantes horas, en aquel momento el contexto era totalmente diferente. En aquel momento
me parecí a mi madre. No, no era un síntoma de haber estado pensando en ella, pero
tampoco encuentro otra forma de explicarlo o describirlo. No pude mirar bien la cara de mi
amigo, a quien conozco desde hace 10 años. Mientras aprendíamos juntos a bailar, a caer
y a perder la esperanza, conseguía esa fuerza para seguir adelante. Tumbados en el suelo
después de empaparnos de sudor, bromeábamos y nos lanzábamos las toallas.
Sentí cómo se despertaban ciertas emociones en mi interior que hacía tiempo que no sentía,
así que me levanté precipitadamente. Después de girar la esquina, apoyé mi espalda en la
pared. Mientras intentaba con todas mis fuerzas acompasar mi respiración escuché
algo, “Hoseok-ah, ¿a dónde vas?”. Una voz. Creo que era una voz. Esa voz me
llamó “Hoseok-ah.” Una voz que ahora no puedo recordar claramente, una voz que me
transportó a la época en la que yo tenía siete años.
YOONGI
Me levanté con mi pelo despeinado cuando mi teléfono me avisó de que había recibido un
mensaje. Cuando vi las tres letras en la pantalla mi habitación se llenó de luz y mi corazón
se hundió. Mientras leía el mensaje mi cigarro se rompió por la mitad. Justo después mi
reflejo me sonrió desde el espejo. Allí estaba yo, con la palabra “DREAM” estampada en mi
pecho, el color rojo, su corte ajustado y sonriendo tontamente como si algo bueno hubiera
ocurrido.
SEOKJIN
No contactamos los unos a los otros, como si hubiéramos planeado no hacerlo. Solo
podíamos adivinar la existencia del otro a través del graffiti que quedaba en las calles, la
estación de servicio con sus luces brillando aún, y el sonido del piano que venía del viejo
edificio. Todos esos momentos, la imagen de esa noche que volvería como un fantasma.
Los ojos de Taehyung que brillaban como una llama, la forma en que me miraban como si
hubieran escuchado algo que no podían creer, la mano de Namjoon que paró a Taehyung,
yo que no pude soportando y acabé desestabilizando a Taehyung con mi puño.
No podía encontrar a Taehyung, que había huido, y cuando regresé a nuestro alojamiento
en la playa, no había nadie allí. Los únicos atisbos de los eventos de hacía unas horas eran
un vaso de cristal roto, sangre que empezaba a dejar mancha y aperitivos aplastados. Allí
había una foto que había caído. En la foto con el mar de fondo, estábamos juntos y riendo.
Acabo de pasar por la estación de servicio de nuevo hoy. Llegará el día en el que nos
volvamos a ver de nuevo. Llegará el día en el que riamos como reíamos en la foto. Llegará
el día en el que tenga coraje a enfrentarme a mí mismo. Pero por ahora, sigo sin hacerlo.
Una brisa húmeda soplaba hoy también, como ese día. Y luego, al momento, como una
advertencia, sonó mi teléfono. La foto colgada en el retrovisor se movió. El nombre de
Hoseok apareció en la pantalla.
TAEHYUNG
Ralenticé mis pasos a propósito cuando noté que alguien se acercaba detras de mí. Hoy era
la tercera vez que nos encontrábamos en la tienda. La única diferencia es que hoy salieron
corriendo nada más verme. Huyeron hacia una zona desierta detrás de la tienda y cuando
aparecí, intentaron esconderse. Pensaron que estaban bien ocultos pero podía ver sus
grandes sombras moviéndose por su aparente escondite. Me reí conmigo mismo y me fui
fingiendo desconocer todo lo estaba ocurriendo. Nada más comenzar mi camino, empezaron
a seguirme desde la distancia.
Giré hacia un amplio callejón. Era el único lugar de todo el barrio donde las farolas
iluminaban la calle. El callejón era largo y la farola se encontraba a medio camino. Cuando
la luz me alcanzó, una sombra apareció detrás de mí. En ese momento mi sombra se habría
extendido ampliamente a mis espaldas. Es posible que se extendiera hasta los pies de la
persona que me perseguía aguantando su respiración. Mi larga sombra desaparecíó bajo
mis pies a medida que caminaba bajo la farola. Empecé a caminar más rápido. A medida
que la farola se alejaba de mí, mi sombra comenzaba a extenderse delante de mí. Poco
después, una sombra desconocida apareció lentamente en el polvoriento asfalto de la
carretera. Me detuve y la presencia a mis espaldas también. Dos sombras de diferente
tamaño se quedaron inmóviles sobre el asfalto, una al lado de la otra.
“Esperaré hasta que vengáis aquí”, dije. La sombra saltó, como si se hubiera asustado. Aun
así, continuaron aguantando sus respiraciones, paralizados, como si no estuvieran
allí. “Puedo verlo todo, lo sabéis”, dije mientras señalaba la sombra. Instantes después
escuché los el sonido click-clack de unos pasos aproximándose hacia mí. Me reí.
NAMJOON
Me observé a mí mismo con cierto asombro. Observé a mi mano que, como si tuviera
voluntad propia, se estiró para pulsar el botón que permitía al ascensor abrir sus puertas.
He experimentado momentos como este. Momentos que vivo por primera vez pero que, por
alguna extraña razón, me parecen a la vez viejos conocidos. La puerta del ascensor, a punto
de cerrarse por completo, volvió a abrirse y la gente comienzó a agruparse en su interior.
Entre toda esa multitud busqué a una persona que había decidido ese día recoger su melena
negra con una cinta amarilla. No pulsé el botón porque sabía que esa persona estaba aquí,
en el ascensor; pero entonces pensé que no era ningún milagro. Paso a paso comencé a
caminar hacia atrás hasta que mi espalda tocó la fría pared del ascensor. Levanté la cabeza
y vi la cinta amarilla.
La gente de espaldas transmite muchas historias. De todas ellas apenas pude comprender
un par. De algunas únicamente podemos atisbar gruesas pinceladas, mientras que otras
permanecen inescrutables hasta el final. Entonces pensé que a veces es posible
comprender a una persona sólo con leer la sinopsis de su vida en su espalda, como si de
un libro se tratara. Si eso es cierto, ¿alguien podría entenderme con sólo mirarme de
espaldas?
Nuestros ojos se encontraron cuando levanté mi cabeza y miré al espejo. Ella evitó mis ojos
al momento. No era la primera vez que vivía una situación como esta. Cuando volví a
levantar mi cabeza lo único que pude ver en el espejo fue el reflejo de mi cara. No fui capaz
de verme de espaldas.
JIMIN
Reuní todas mis fuerzas y me levanté del suelo. Intenté imitar los pasos pero lo único que
conseguía era tropezarme con mis propios pies. Seguí equivocándome en la parte donde
tenía que coordinar los movimientos mientras cambiaba las posiciones. Conseguí
solucionarlo al día siguiente, pero antes de eso quise asegurarme de que estaba haciendo
las cosas bien. En vez de escuchar frases de ánimo como “Lo haces mejor de lo que
esperaba”, cuando conseguía acompasar mi respiración con la de hyung lo único que
deseaba fervientemente era que me reconocieran como el compañero de hyung, como
alguien que logró llegar a su mismo nivel.
JUNGKOOK
Estaba al lado de la ventana escuchando música con mis auriculares, cantando al son de la
canción. Ya había pasado una semana. Ahora podía cantar la canción sin mirar la letra. Me
quité un auricular y practiqué mientras escuchaba mi propia voz. Los demás decían que les
gustaba la letra porque era bonita, pero yo no lo entendía – para mí era vergonzosa. Los
rayos de luz de julio atravesaron con fuerza la gran ventana. Las hojas comenzaron poco a
poco a crujir y brillar, quizás por culpa del viento. Cada vez que ocruría eso, la luz del sol
que acariciaba mi cara también comenzaba a parecer diferente. Cerré los ojos. Canté
mientras observaba los diferentes colores – amarillo, rojo y azul – que florecían bajo mis
párpados cerrados. Puede que fuera por la letra o por la luz del sol, pero algo comenzó a
ebullir dentro de mi pecho; un sentimiento que me provocó cosquillas y picor a la vez.
SEOKJIN
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Ese día no era capaz de recordar la cara de mi madre, solo me acordaba de la chocolatina
que me dio mientras mirábamos el parque. “Hoseok-ah, cuenta hasta 10 y abre los ojos”.
Cuando terminé de contar y abrí mis ojos, mi madre no estaba allí. Estuve esperando
durante mucho tiempo a que ella regresase, pero eso nunca pasó. Únicamente pude
contar hasta 9, hubiera podido contar uno más, pero la voz no me salía. Me empezaron a
pitar los oídos y mi entorno se nubló. La profesora siguió señalándome, exigiéndome que
siguiera contando y mis compañeros no paraban de mirarme. No era capaz de recordar la
cara de mi madre, pensaba que si contaba hasta 10, mi madre nunca más volvería a
buscarme.
Y me desmallé.
Era el final del verano. Era el principio del otoño. El cielo estaba azul y el aire era húmedo.
No sabía qué pensar, qué debía de sentir, qué debía de hacer. Entonces un pensamiento
llegó a mi cabeza: “oh, mamá”. Al momento, la casa se vino abajo con un estruendoso
ruido. La casa fue engullida por las llamas—no, la casa se había convertido en llamas; el
techo, los pilares, incluso mi cuarto se deshacía como si la casa fuese de arena. Con un
aspecto de atontado, me quedé ahí y lo vi todo.
Alguien me empujó. Estaban diciendo que el camión de los bomberos había entrado. Otra
persona me cogió y pidió una respuesta. Aquella persona me miró a los ojos y gritó la
pregunta, pero no pude oír nada.
“¿Hay alguien dentro?”. Miré en silencio a esa persona. “¿Está tu madre dentro?”. Me
cogió de los hombros y me zarandeó. Inconscientemente, respondí. “No. No hay nadie”.
“¿De qué estáis hablando?”, preguntó una vecina. “¿Qué pasa con tu madre? ¿Se fue a
algún sitio?”
“No hay nadie”. Dije incluso sin ser consciente de mis propias palabras. Alguien me
empujó otra vez.
“Vayamos allí”. Fue Taehyung quien habló esa vez. ¿O había sido Hoseok? No me
importaba por lo que no presté demasiada atención, pero habría jurado que había sido uno
de ellos dos. Había estado caminando sumido en mis pensamientos, haciendo levantar el
polvo del suelo, pero cuando casi me choqué con alguien ladeé la cabeza. Jimin estaba
ahí parado, como si se hubiera quedado congelado. Los músculos de su cara temblaban
como si hubiese visto algo aterrador. Estaba mirando el cartel que decía “Jardín Botánico
de flores, 2.2 kilómetros”.
“No quiero andar”. Escuché decir a Jungkook. El sudor caía por la cara de Jimin, que se
había quedado pálido, como si fuese a colapsar en cualquier momento. ¿Qué estaba
pasando? Tenía una sensación extraña. “Park Jimin”. Lo llamé, pero tal y como me había
imaginado, no se percató de nada. Volví a ladear la cabeza para mirar el cartel.
“Oye, hace mucho calor. ¿Por qué íbamos a ir al jardín botánico? Vamos a la playa”.
Mientras lo decía, arrastré mis piernas. No sabía qué clase de lugar era ese jardín
botánico, pero no parecía que se trata de un lugar al que debíamos ir. Fuera cual fuese la
razón, la expresión de Jimin era extraña. “Ni siquiera tenemos dinero…”, dijo Hoseok. “Por
eso estamos andando”. Y Taehyung añadió, “Si andamos hasta la estación de tren,
probablemente lo conseguiremos”. Entonces, Namjoon añadió “Y por eso nos moriremos
de hambre en la cena”. Jungkook y Taehyung parecían a punto de echarse a llorar, y
Seokjin hyung se rio. Jimin solo comenzó a moverse cuando decidimos caminar hasta la
estación de tren. Caminaba con la cabeza agachada y los hombros temblando. Jimin
parecía un niño pequeño. Volví a mirar el cartel. Las letras que decían “Jardín Botánico de
flores” se iban difuminando conforme nos alejábamos.
“¡Director!”. No había ni cinco pasos cuando escuché una voz, que denotaba urgencia, a
través de una ventana abierta de la clase. Parecía que era la de Seokjin hyung. De golpe
me paré. ¿Estaba Seokjin hyung hablando en ese momento con el director? ¿En nuesta
clase? ¿Por qué? Entonces, escuché mi nombre y el de Yoongi hyung, y entonces vi a
Namjoon hyung sobresaltarse. Tal y como había sospechado, Seokjin hyung abrió la
puerta de golpe. Había un teléfono en su mano. El shock y la confusión se podían leer en
su cara. No pude ver la expresión de Namjoon hyung. Me escondí y los espié. Seokjin
hyung abrió su boca, y puede que para decir cualquier excusa, pero Namjoon hyung movió
una mano y habló. “Está bien”. Seokjin hyung parecía confuso. “Hyung debe de tener
alguna razón”. Después de que él hablara, Namjoon hyung pasó al lado de Seokjin hyung
y entró a la clase. No podía creerlo. Seokjin hyung le contó al director lo que Yoongi hyung
y yo habíamos estado haciendo días atrás. Le contó todo, sobre saltarnos las clases y
escalar por el muro para luchar con otros chicos. Pero Namjoon hyung dijo que todo
estaba bien.
“¿Qué estás haciendo aquí?”. Me di la vuelta sobresaltado. Eran Hoseok hyung y Jimin.
Hoseok hyung parecía estar más sorprendido y apoyó su brazo en mi hombro. En un
momento de confusión, dejé que Hoseok hyung me llevara a clase. Namjoon hyung y
Seokjin hyung estaban hablando y levantaron la mirada. Seokjin hyung se levantó con
velocidad y dijo algo sobre que se tenía que marchar mientras salía de la clase. Me fijé en
la expresión de Namjoon hyung. Había mantenido la vista clavada en la espalda de
Seokjin hyung, pero ahora se reía como si no hubiese pasado nada malo. En ese
momento se me ocurrió algo. Namjoon hyung debía de tener una razón. Porque hyung
sabía más que yo, y era más listo y mayor. Y por eso era nuestra clase. Fui a nuestra
clase, poniendo la falsa sonrisa que todos habían llamado mi “sonrisa ensayada”. Pensé
que no le podía decir a nadie el contenido de aquella conversación.
“Hyung”. Levanto mi cabeza, sorprendido por la repentina aparición de una sombra. Son
Hoseok y Jimin. Me miran, con amplias sonrisas y sus ojos llenos de malicia. “Hoy
empiezan las vacaciones ¿te vas a ir?” Añadió Hoseok, tirando de mi brazo. Murmuro un
“claro, claro” y otras palabras sin sentido antes de girar la cabeza. Lo que ocurrió ese día
fue un accidente, no fue intencional. No sabía que Jungkook y Yoongi estarían en el cuarto
de almacenamiento en ese momento. El director sospechó que estaba encubriendo a mis
donsaengs. Dijo que le diría a mi padre que no estaba siendo un buen estudiante, así que
tuve que responder. Mencioné el escondite porque creí que estaría vacío. Pero, al final,
han expulsado a Yoongi. Y nadie supo que yo tuve parte de culpa.
“¡Pasa un buen verano, hyung! Te llamaré”. Hoseok quita su mano de mi brazo, leyendo mi
expresión y me despide de forma aún más alegre. No puedo decirle nada. Mientras cruzo
la vaya del colegio, pienso en el primer día que vine a la escuela. Nos castigaron a todos
juntos por llegar tarde y nos reímos de ello.
He arruinado todo.
Ahora estoy otra vez frente a esa clase. Siento que los hyungs están tras la puerta. Siento
como si fueran a levantar la cabeza del videojuego que están jugando para preguntarme
por qué he tardado tanto. Seokjin hyung y Namjoon hyung estarían leyendo algún libro,
Yoongi hyung estaría tocando el piano y Hoseok hyung y Jimin hyung estarían bailando.
Pero cuando abro la puerta, solo está Hoseok hyung. Está recogiendo la clase y todo lo
que dejamos atrás. Sujeto el manillar de la puerta y me quedo allí plantado mientras hyung
se acerca y me rodea el brazo con los hombros. Me lleva fuera del aula “vámonos”. La
puerta se cierra detrás de nosotros y, de repente, me doy cuenta de que esos días ya no
volverán nunca más.
Me subí detrás de todo el mundo. No miré atrás. Cuando me apasionaba algo, cuando no
tenía nada a lo que agarrarme, cuando no tenía nada que dejar salvo cosas de las que
escapar—tenía condiciones. No iba a mirar atrás. En el momento que lo hiciese, todos los
esfuerzos que había puesto hasta ahora se convertirían en menos que espuma de mar.
Mirar atrás. Era una especie de superstición, una especie de promesa, algo a lo que temer.
Solo cuando fuese capaz de superar esas cosas podría escapar.
El bus arrancó. No tenía ningún plan. No tenía nada que me apasionara sobre ello, nada a
lo que agarrarme, ninguna razón en particular por la que escapar. Estaba cerca de pensar
en huir. El rostro cansado de mi madre. Mi hermano vagabundo. La enfermedad de mi
padre. Empezando por la situación que vivíamos en casa, la cual había ido empeorando
cada día. Desde mi familia, que imponía el sacrificio y la tranquilidad; y desde mí mismo,
que había pretendido no saber nada y me había contenido, tratando de hacerme a la
situación y crecer resignado. Y, sobre todo, lejos de la pobreza.
Si alguien preguntaba si ser pobre era un crimen, todos dirían que no. Pero, ¿cuál era la
verdad? La pobreza roe muchas cosas. Cosas que son preciadas se convierten en algo sin
significado. Te das por vencido en cosas a las que no te puedes dar por vencido. Creces
desconfiado, asustado y resignado.
El bus llegó a la parada que tan bien conocía en unas pocas horas. Cuando abandoné
aquel lugar hace un año, no dejé ningún mensaje atrás. Y ahora estaba volviendo sin dar
ninguna señal o advertencia de que iba de nuevo allí. Traté de recordar las caras de mis
amigos. Había cortado todo contacto con ellos. ¿Qué estarían haciendo? ¿Estarían
orgulloso de verme? ¿Seríamos capaces de juntarnos y reír como hacíamos antes? Había
escarcha en las ventanas y no podía ver el paisaje que me rodeaba. Sobre la escarcha,
moví mi dedo con lentitud.
“Tienes que sobrevivir”.
Sé lo que tenía que hacer, pero estaba asustado. ¿Realmente podía acabar con todo ese
dolor? ¿Repetir los mismos fallos una y otra vez no es la prueba de que conseguirlo es
imposible? ¿No es esto una señal para que me rinda? ¿No será que, en realidad, estamos
condenados a ser infelices? Incontables pensamientos llenan mi cabeza.
En algún punto llego a la intersección con la gasolinera y puedo ver a Namjoon surtiendo
algunos coches. Respiro profundamente. Intento recordar sus caras una a una: Yoongi,
Hoseok, Jimin, Taehyung, Jungkook. Entonces cambio de carril y me meto en la
gasolinera. No puedo rendirme. Si hay, aunque sea, un 1% de probabilidades de tener
éxito, no puedo rendirme. Por mi ventanilla, a Namjoon acercándose.
Cuando abrí la puerta y entré, Yoongi hyung estaba de pie en la cama. Las llamas
ascendían desde el borde de la sábana. En ese momento, se me llenó todo el cuerpo de
rabia y miedo que ni siquiera pude contener. No tengo el don de la palabra, no sé expresar
bien mis sentimientos o persuadir a los demás. Las lágrimas fluyeron y solo podía toser,
mis palabras seguían sin salir. Mientras corría hacia las llamas, las únicas palabras que
pude pronunciar fueron: “prometimos ir juntos al a playa”.
“¿Por qué estás así? ¿Tuviste una pesadilla?” Alguien me sacude por el hombro y abro los
ojos, es Namjoon hyung. Por alguna razón, me siento aliviado. Hyung me toca la frente y
me dice que tengo fiebre; parece que está en lo cierto. El interior de mi boca está ardiendo,
pero en realidad siento mucho frío. Me duelen la cabeza y la garganta, apenas puedo
tragar la medicina que hyung me trae. “Duerme un poco, hablaremos luego”. Asiento,
entonces hablo “¿algún día seré un adulto como tú, hyung?” Namjoon hyung aparta la
mirada.
Yoongi hyung vino y se sentó a mi lado incluso después de haber dejado pasar tres
autobuses. Le pregunté qué hacía y hyung dijo que estaba aburrido y no tenía nada que
hacer. Entonces él me preguntó qué era lo que estaba haciendo sentado allí. Ladeé la
cabeza y golpeé el suelo con las suelas de mis zapatos. Estaba pensando por qué estaba
sentado allí. Era porque no tenía coraje alguno. Porque quería fingir estar bien, que lo
sabía un poco, que era capaz de superarlo por mi propia cuenta, pero la verdad era que
estaba asustado, que tenía miedo de la posibilidad de encontrarme con algo, de que no
pudiera superarlo y que tuviese otra convulsión.
La rabia y la tristeza que había sentido en el momento en el que lo ataqué seguían intactos
dentro de mí. No sabía qué era lo que me había impedido apuñalarlo. No sabía cómo
podía darle consuelo a mi corazón y parecía que iba a volverme loco. No quería matar a mi
padre, quería morirme. Si hubiese podido, me habría muerto en ese mismo momento. No
lloré. Quería llorar, quería gritar, quería golpear y destruir y arruinar todas las cosas, quería
crear un caos, pero no fui capaz de hacer nada de eso.
“Hyung. Lo siento. Estoy bien, vámonos”. Mi voz sonó seca, y en discordancia con la
locura de mi corazón. No me veía como mi voz. Empujé a hyung, quien no parecía querer
marcharse, y miré mis manos. La sangre estaba empapando la venda blanca. En lugar de
apuñalar a mi padre, había golpeado el suelo con una botella de alcohol. La botella se
había roto y el cristal había cortado mis manos. Cuando cerré mis ojos, el mundo se
distorsionó. Qué debo de pensar, qué debo de hacer, cómo puedo vivir. Incluso en esta
situación—no, porque estaba en esta situación, comencé a alorar mi existencia aún más.
Quería decírselo a él. Hyung, yo, yo casi maté a mi padre, el padre que me crio, el padre
que me golpeó como si viviera en un infierno día tras día. No, realmente lo maté. Lo maté
tantas veces. En mi corazón lo maté tantas veces que no sería capaz de empezar a
contarlas. Quiero matarlo. Tengo la necesidad de matarlo. No sé qué hacer, no sé nada.
Hyung, quiero verte ahora.
Caminamos hacia el sol, pero en mi corazón soplaba un viento frio. Si yo me sentía así,
entonces ¿Cómo se sentiría él?, ¿Qué tan roto y destrozado estaría internamente? ¿Le
quedaría algo de corazón?, ¿Cuán atormentado tendría que tener su corazón?, Todas
esas preguntas rondaban mi cabeza, por lo que no era capaz ni de mirarlo, y opté por
mirar únicamente al cielo. En esos instantes pasó un avión por la luz del sol. La primera
vez que vi las heridas en la espalda de Taehyung, fue la primera vez que me lo encontré
en la guarida de contenedores de Namjoon. No le dije nada a Taehyung, quien estaba
contento por haber conseguido una camiseta, pero un lugar de mi corazón colapsó en ese
momento.
“Estas bien, Hyung, me voy solo”, Taehyung me dijo que teníamos que ir por la bifurcación
del camino, por lo que le contesté que ya lo sabía. Taehyung tomó la iniciativa, él me decía
que se encontraba bien, e intentó sonreír como si nada pasase, pero no pude responder;
yo sabía internamente que era imposible que él se encontrase bien y no lo quería
reconocer, cada vez se alejaba más. Tenía el hábito de ponerse la capucha y hacer como
si nada hubiera pasado. “¿Realmente no tienes hambre?”, le pregunté, acercándonos al
camino que conducía a la casa de Taehyung. Él me sonrió adorablemente y asintió con la
cabeza. Él se colocó a mi lado, los dos estábamos solos pero de repente mi teléfono sonó
y volví la mirada detrás de mí.
Colgué el teléfono y miré alrededor. Una brisa marina barrió el bosque de pinos. Mi pecho
estaba tan sofocado que parecía a punto de explotar. En el suelo, mitad arena y mitad
polvo, algunas hormigas habían formado una línea e iban a cualquier parte. Para alguien
mejor que yo, tanto física como simbólicamente, sería obvio que me dirigía a alguna parte,
¿por qué iba y cómo sería capaz de volver?
A lo lejos pude ver la espalda de alguien petrificado tal y como yo lo estaba. Era Jungkook.
En algún momento había dicho algo como: “Quiero ser un adulto como hyung”. No se lo
podía decir, entonces. Que no era ese gran adulto, no, no era ni siquiera un adulto. Decir
algo así me habría parecido demasiado cruel. Para alguien que todavía no había recibido
el amor, la confianza y el interés que naturalmente tenía, ¿cómo podría haber dicho que
hacerse mayor, crecer y vivir un poco más no hacía a alguien adulto? Esperaba que el
futuro de Jungkook fuese un poco mejor que el mío, pero no podía prometerle que le
ayudaría en el proceso. Me acerqué a él y puse mi brazo sobre sus hombros. Jungkook
movió sus ojos y me miró.
La voz de Jimin seguía sonando en mis oídos. “Hyung, Jungkook…”. Mi siguiente recuerdo
era que estaba corriendo como loco por las escaleras del hospital. El hall del mismo era
extrañamente largo y oscuro. Pasé a todas las personas que llevaban mascarillas. Mi
corazón parecía estar a punto de estallar. Las caras de todo el mundo eran pálidas. No
tenían expresión. Todos parecían estar muertos. El sonido de mi respiración era
demasiado fuerte en mi propia cabeza.
Tras la puerta a medio abrir de la habitación, Jungkook descansaba. Volví la cabeza sin
darme cuenta. No era capaz siquiera de mirarlo. De repente, escuché el sonido de un
piano, de las llamas, de un edificio reduciéndose a nada. Me cogí la cabeza y me dejé
caer. “Esto es tu culpa. Si no fuera por ti…”, era la voz de mi madre—no, mi voz—no, la
voz de alguien. Eran esas las palabras que me atormentaban tantas veces. Quería creer
que no había sido así. Pero Jungkook estaba ahí tumbado. Jungkook estaba tumbado en
mitad del hall lleno de pacientes que parecían muertos. No era capaz de entrar. No podía
comprobarlo por mí mismo. Cuando me levanté, mis piernas temblaban con la amenaza de
rendirse. Dejé que cayeran las lágrimas. Era gracioso. Ni siquiera era capaz de recordar la
última vez que había llorado.
Corrí a través de la calle, pero alguien me cogió del brazo me sobresalté. ¿Quién era? No,
no me importaba. No importaba quién era, era todo lo mismo. Que no se acercara. Vete.
Déjame. No quiero hacerte daño a ti también. No quiero resultar herido. Por favor, no te
acerques más.
Por un momento, perdí el control. Estaba bailando con una chica del club de danza, era
una coreografía colaborativa, pero había perdido mi ritmo y nos habíamos chocado. Caí al
suelo y mi brazo empezó a sangrar. En ese momento me acordé de lo que pasó en el
Jardín Botánico de flores. Pensaba que lo había superado; pero no era el caso. Tuve que
salir corriendo. Tenía que lavarme rápido. Tenía que mirar a otro lado. El yo que había en
el espejo era exactamente el chico de ocho años que había huido de la lluvia. Entonces
encontré el sentido a todo. La chica también se había caído.
No había nadie en la sala de prácticas. A través de la puerta abierta solo podía ver que la
lluvia caía con fuerza. En la distancia vi a Hoseok hyung corriendo. Estaba empapado.
Cogí una sombrilla y corrí también. Corrí y entonces paré.
No había nada que pudiera hacer. Todo lo que hacía era caerme y hacer daño a los
demás, dejarlos atrás y temblar con mi propio dolor, después correr con una sombrilla
hacia ellos demasiado tarde. Cada vez que daba un paso, la lluvia calaba mis zapatillas.
Los coches pasaban corriendo a mi lado. No estaba bien. No, estaba bien. No dolía. No
era tan serio. De verdad que estaba bien.
En ese instante el médico me llamó. Me dijo que había sufrido una conmoción cerebral
leve y que no me tenía que preocupar, al rato ella salió. “¿Te encuentras bien?” Ella me
contestó que solamente le dolía la cabeza y cogió su mochila. Ella se dio cuenta de que el
billete de avión asomaba y me miró. Únicamente pude cambiarme la mochila de hombro e
hice como si nada sucediese. Estaba lloviendo cuando dejamos el hospital, por lo que nos
tuvimos que quedar fuera uno al lado del otro.
“Hoseok-ah”, dijo ella. Parecía que tenía algo que contarme. “Espera un minuto” le dijo, iré
por un paraguas. “Corrí sin pensar que estaba lloviendo”. A lo lejos había una tienda.
Sabía que ella había hecho, hace tiempo, una prueba para un estudio de baile en el
extranjero. El billete de avión significaba que ella lo había logrado, pero internamente no
quería escuchar lo que ella iba a decirme, no tenía los suficientes ánimos como para
felicitarla.
Podría ver a una mujer sentada delante de mí, su pelo recogido con una goma amarilla.
Sus hombros se levantaron para volver a caer, como si estuviera suspirando. Entonces
apoyó la cabeza en la ventana. Desde hacía ya un mes, habíamos estudiado en la misma
biblioteca y cogido el mismo autobús en la misma parada. No habíamos hablado aún, pero
ambos mirábamos el mismo paisaje y vivíamos al mismo tiempo, incluso suspirábamos a
la vez. El coletero seguía en el bolsillo de mis pantalones.
La mujer siempre se bajaba del autobús tres paradas antes que la mía. Cada día la veía
bajarse, preguntándome si se dedicaba a repartir flyers. ¿Qué momento de su vida estaba
viviendo, qué era a lo que hacía frente? ¿Cómo de fuerte se sentía ante el pensamiento de
que podría no llegar el mañana, o que desde el principio no habría nada tal como “el
mañana”? Pensaba cosas como esa.
La mujer no se levantó, incluso después de haber pasado las tres paradas siguientes.
Conforme me acerqué a la puerta, volví a luchar conmigo mismo. Estaba claro que una
vez me bajase del autobús, nadie más se fijaría en ella. Acabaría despertándose en
cualquier lugar alejado de su parada, y era imposible de saber cuán cansada podía estar
hoy.
Dejé el autobús y comencé a caminar hacia la gasolinera. El autobús salió y no miré atrás.
Había dejado el coletero encima de su mochila, pero eso fue todo. Ni siquiera se trataba
de un comienzo, o algo parecido a un final. No era nada con lo que empezar y no había
ninguna razón para que fuese algo. Así que pensé que realmente no importaba.
Vine a un lugar familiar y ralenticé mis pasos. Había un grafiti allí donde habíamos
dibujado juntos. Había sido la primera vez que ella había dibujado. Encima de él había una
gran X pintada. Era suya. No la había visto hacerlo, pero lo sabía. ¿Por qué? No tenía
respuesta. Sobre ella, había muchas imágenes en la pared.
Salgo de la habitación. Ahí fue donde la conocí. Estaba aburrido y empujaba mi silla de
ruedas como un loco por el pasillo. Apareció de repente y por poco no pude parar. Y ahí
estaba, una chica con el pelo recogido en una colega. Cuando dejo el hospital, veo un
banco. Recuerdo aquella vez que escuchamos música juntos mientras dibujaba, a su lado.
En el tejado compartimos leche de fresa… sigo con la flor en la mano, pero ahora no tengo
a quién dársela.
El coche se detiene de repente, las luces parpadean, se apagan. Solo podía quedarme
quieto, indefenso, enfrentándome a ese momento. No escuché ningún sonido, no sentí
nada. Era verano, pero el aire era frío. Escuché algo caía en la calle y, entonces, olí el
aroma de las flores. Solo entonces volví a la realidad. El ramo de Smeraldo se cayó de mi
mano. Estaba ahí, yacía en medio de la calle. Había sangre fluyendo a través de su pelo.
El rojo oscuro fluía por la calle. Pensé: si pudiera volver el tiempo atrás…