《Madame Notre Mort》 (T.K.)

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Esta historia pertenece a

Ren, Renata, Mama


Pocky.

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Madame Notre
Mort
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Libro I Saga: "Príncipes infernales"

"Mandar a destruir demonios no es una tarea sencilla,


mucho menos si te estarás enfrentando al mismo diablo.

La misericordia no existe y muchas conexiones, secretos


y enigmas encierran aquel círculo del ángel caído y su
relación con el diablo.

El aire y el fuego se mezclaron para crear la más tortuosa


y ardiente tormenta del pecado y la traición".
ARCO I

La luz blanca era muy potente, Jereth colocó la mano para tapar aquellos potentes

rayos de luz que lastimaban su


rostro.

-¿Jereth? -Preguntó una suave voz. -¡Venga,


levántate!

Sintió que cogieron su mano y lo tiraron hacia arriba. Quedó frente a su amigo y

gran acompañante Harnold. Él le dedicó una gran sonrisa y observó el


horizonte.

-Sabía que te habías dormido, pero no creí que tanto. -Se


rió.

-Oh calla. -Jereth soltó un


suspiro.

El cielo era sin duda un lugar magnífico, lleno de paz, armonía y amor. El pasto

verde brillaba ante el potente sol, el agua pura, el olor del rocío, los brillos en el

campo, las luces blancas tintineando y volando alrededor, y claro, el hermoso cielo

azul, morado, naranja y lila daba los toques finales de aquel paisaje de
ensueño.

Todo allá era tan puro, tan suave, tan irreal para un mortal.

-¿Sabes? ‒Harnold levantó su índice en el cuál se encontraba una mariposa


monarca.

-Siempre he admirado tu gran trabajo, no me sorprendería que pronto entraras a


la

corte
real.

-Oh, vamos. -Jereth río. -No digas


tonterías.

-Quince siglos, Jereth. ‒Harnold dejó que la mariposa volara. -Ya tienes la edad
para

poder probar tu honor y fuerza.

-Estoy bien en los montes cuidando la tierra. -Jereth sonrió y dejó sus hermosas
alas

blancas extenderse. -No me imagino encerrado en un palacio, sentado, sin hacer

nada
.
-A menos que seas ángel guardián, podrías salir para estar en la tierra. -Harnold

sonrió. -Tu libertad no estaría perdida después de


todo.

-Puede ser. ‒Jereth hizo una mueca. -El problema de ser ángel guardián es que
debes

también cazar
demonios.

-Cuando tengas uno enfrente puede preocuparte. ‒Harnold río. -Por el momento

solo hemos vivido en aquellas leyendas, no sabemos si realmente existen esas

criaturas.

Jereth no dijo nada, tomó una gran calada de aire fresco y levitó en el aire
haciendo

azotar fuertemente sus alas en el


viento.

-Tú ganas, iré a la corte. ‒Jereth sonrió. -Pero no prometo


nada.

-Buena suerte amigo. ‒Harnold


sonrió.

Jereth se inclinó ligeramente hacia adelante como agradecimiento y cruzó

rápidamente los montes cristalinos, de allí llegó al portal que llevaba al mundo de

los
ángeles.

-¿Por qué tanta prisa, Jereth? -Preguntó Jin, el guardián mayor de las puertas del

cielo
.
-Debo ir al palacio. -Dijo
él.

-¿Finalmente harás la prueba para ser parte de la corte? -Jin


sonrió.

-No. ‒Jereth sonrió. -Para ser ángel guardián y volar


libre.

Pasó volando fuertemente junto a Jin haciendo volar sus papeles. Él


rió.

-No cambias Jereth... -Dijo mientras recogía los


papeles

Jereth mientras tanto observó el gran castillo a lo lejos. Poco a poco se dejó caer
hasta

que sus pies descalzos tocaron el suave césped. Observó las escaleras de plata
con
rosas rojas subir hasta el templo en las nubes. Subió poco a poco sintiendo el
viento

en su cabello castaño claro y chocar en sus bellos ojos


azules.

Una vez que llegó hasta arriba hizo una reverencia. Las puertas se abrieron

lentamente en un chirrido. El palacio de cristal se abrió ante él, caminó unos


pasos.

En el trono se encontraban los arcángeles, todos con hojas en la mano y flores.

Mariposas volaban alrededor así como pequeñas bolas de luz que eran almas
puras.

-Jereth. -El arcángel Uriel sonrió plenamente y bajó volando a recibirlo. -¿Qué te
trae
por
aquí?

-Mi señor. ‒Jereth hizo una reverencia. -Pido de corazón que me otorgue ver al

arcángel Miguel.

-¿Al arcángel Miguel? -El arcángel Uriel lo observó sorprendido.

-Se lo suplico. ‒Jereth se inclinó


nuevamente.

Uriel asintió y de la mano lo llevó a un aula hecha de cristal, aunque había


grandes

piezas de oro. Sentado en un trono se encontraba Miguel, bello y puro como


siempre,

con alas tan blancas que brillaban incluso sin


luz.

Uriel hizo reverencia y se retiró dejando a Jereth y a Miguel


solos.

-Jereth. -Habló. -Es un milagro verte por aquí y no en los montes


cristalinos.

Jereth sonrió, se acercó a la silla que Miguel le


ofreció.

-Cuéntame, amigo mío. ¿Qué te trae por


aquí?

-Verá... ‒Jereth jugó con sus dedos. -He cumplido mis quince siglos ya hace
tiempo...

-Es correcto. -Miguel tomó un trozo de pan.


-Y quisiera unirme a la corte real. -Dijo
él.

Miguel esbozó una enorme


sonrisa.
-¡Me alegra que finalmente te hayas decidido estar de nuestro lado! Un joven puro
e

inteligente como tú merece estar aquí. -Miguel sonrió. -Pero amigo mío, eso debes

verlo con
Raguel.

-No, señor. ‒Jereth negó con la cabeza. -Me gustaría unirme a la corte real pero
como

ángel guardián.

Miguel puso un semblante serio, frotó su barbilla.

-Es un cargo complicado Jereth. Aún eres muy joven, debes tener al menos veinte

siglos. -Dijo Miguel.

-Por favor, señor. ‒Jereth suplicó. -Se lo suplico, siempre he querido viajar a la
tierra

y cuidar a alguien. Puede confiar en mí, no lo


defraudaré.

El arcángel Miguel hizo una pequeña mueca y sobó su


cabello.

-Hablaré con los demás arcángeles para tomar una decisión. Serás convocado al

jurado próximamente para discutir tu petición.

-muchas gracias, señor. ‒Agradeció


Jereth.

-Ahora ve a casa, tienes que descansar


bien.

Jereth asintió y agradeció una última vez, salió por la puerta


emocionado.

Quizás ya era el momento de salir... probar algo


nuevo.

La tierra era su más profundo


anhelo.

[DÍA DEL JURADO]

-Ahora que expusimos la petición, los escucharé, hermanos míos. -Miguel habló

frente a los 6 arcángeles que se hallaban


allí.

Jereth tomó aire, la presencia de los 6 arcángeles lo intimidaba un


poco.

-Yo estoy en contra de la petición. -Habló el arcángel Gabriel. -Aún es muy joven y

necesita un buen entrenamiento. Siento que funcionaría mejor como guardián de


la

puerta o de los montes, ángel guardián es un cargo demasiado fuerte para alguien

como
él.

Jereth mordió sus labios, estaba


nervioso.
-Yo estoy a favor. -Habló el arcángel Rafael. -El joven Jereth siempre ha sido
brillante

y libre. Tiene un aura aventurera y curiosa, como ángel guardián le iría bien. Tiene

las cualidades para destacar y manejarlo con


facilidad.

-Igualmente estoy a favor. -Habló el arcángel Uriel. -He visto crecer al joven Jereth

casi toda su vida y sé que está perfectamente capacitado para asumir un cargo
tan

potente. Responsabilidad, sabiduría y pureza califican a este joven


muchacho.

Jereth esbozó una pequeña


sonrisa.

-Yo no estoy de acuerdo. -Habló el arcángel Sariel. -¿Qué acaso debo recordarles
lo

que sucedió con el caído


Taylor?

Un silencio de muerte se formó en la


sala.

-¿Taylor? ‒Habló
Jereth.

-Nadie, Jereth. -Calló


Uriel.
El arcángel Miguel suspiró y observó a los dos arcángeles
restantes.

-También estoy en contra. -Habló Remiel. -Concuerdo con el punto de


Sariel.
Miguel observó al arcángel
restante.

-Raguel... la decisión está en tus manos. -Habló


Miguel.

-El joven Jereth no tiene ningún parecido con el caído Taylor. -Habló. -Aunque es

cierto que es una tarea complicada. No por el hecho de proteger a alguien, sino de

protegerse a él mismo. Caer en tentaciones es sencillo, los ángeles jóvenes


peligran,

los demonios vagan en la tierra deseando pureza. Jereth atraerá a


muchos.

Jereth bajó la
mirada.

-Pero... -Habló nuevamente Raguel. -Ha mostrado ser capacitado, audaz. Jereth
tiene

algo que nuestro ángel caído, Taylor, nunca tuvo.

Los presentes se vieron entre


ellos.

-Paciencia y
fortaleza.

El arcángel Miguel entrelazó sus dedos y observó a


Raguel.

-Por lo tanto estoy a favor de que Jereth sea ángel


guardián.

Jereth sintió su peso caerle encima y desprenderse de su espalda. Suspiró


aliviado.

-El veredicto final fue dicho. -El arcángel Miguel sonrió. ‒Jereth, comenzarás tus

entrenamientos para convertirte en ángel


guardián.

Jereth sonrió
ampliamente.

-Promete no
defraudarnos.

Jereth hizo una


reverencia.

-No lo haré... -Sonrió. -Pueden confiar en


mí...

La joven chica se arrastró en el suelo con sus últimas fuerzas, las gotas ardientes
de

sangre se deslizaban por todo su cuerpo lentamente, soltó un grito y cayó sin
poder

aguantar más. Cogió la daga que se encontraba junto a ella y la levantó con ojos

llorosos
.

-Perdóname Dios... -Sollozó ella antes de cerrar sus


ojos.

Una risa tan oscura como la misma noche resonó en el viejo callejón y un grito

femenino fue lo último que se escuchó antes del silencio mortal. La chica se
hallaba
completamente inmóvil con la daga enterrada en su garganta, la sangre se
deslizaba

por el mango y unas últimas lágrimas resbalaron por las mejillas de la joven antes

de soltar su último aliento de vida.

Una sombra se coló por las paredes hasta finalmente caer. Un par de ojos
amarillos

observaban sonrientes el cadáver. Era un chico joven, con grandes alas grises y

sonrisa cínica. Se puso en cuclillas junto a la chica y arrancó la daga de su


cuello.

-Buena chica... -Dijo él riendo. -Me gustan la gente que sigue


órdenes.

Sonrió y pasó el filo del cuchillo por sus labios para saborear la tibia sangre en sus

fríos labios. Pasó toda su lengua lentamente por el filoso objeto hasta quitar todo

rastro de sangre. Guardó la daga y abrió sus enormes alas, observó el entorno

rápidamente y salió disparado hacia arriba.

Observó la ciudad en aquella fría noche, estaba en su mayoría oscura aunque

también había una que otra luz. Agitó fuertemente sus alas para dirigirse a las

colinas, el viento hacía volar su cabello grisáceo y pequeñas gotas de agua

resbalaban por su rostro. Una tormenta lo había alcanzado, pero aquello no le

impidió seguir volando.


Se detuvo en la cima de la colina junto a unos grandes
árboles.

-Parker. -Lo llamó una voz.

El joven chico observó a través de su hombro a la persona que se hallaba detrás


de

él
.

-Nathan... -Contestó
él

-¿Dónde estabas? -Nathan se cruzó de


brazos.

-Buscando un poco sangre. -Parker sonrió, era una sonrisa cargada de locura, sin

una pizca de compasión y mucho menos de luz. Era una sonrisa sombría,
aterradora

e increíblemente seductora y
atrapante.

-¿Mataste a alguien? -Preguntó Nathan mientras lo examinaba de pies a cabeza.


-No

tienes rastros de
sangre.

-Hice que se suicidara. -Parker avanzó hacia él y lo observó a los ojos. -¿Dónde
está

Taylor?

-En su guarida, quería


verte.

-Gracias, Nathan. -Parker se adentró en el frío


bosque.

Nathan observó al ángel caído desaparecer. Observó una última vez la luna y se

esfumó en una nube negra sin dejar rastro. Lo único que quedó fueron un par de
plumas grises en la tierra, plumas que no duraron mucho puesto a que el viento se

las llevó volando.

Mientras tanto Parker atravesó una barrera invisible que le permitía llegar a una

guarida subterránea. Allí se refugiaba su jefe, el ángel caído más poderoso y


temido

de la historia. Había cometido los pecados suficientes como para convertir sus
alas

negras, más negras que la misma


oscuridad.

Era algo digno de temer y de admirar al mismo tiempo.


No todos los demonios eran monstruosos pero él era la personificación del
pecado.

Mientras más oscuras eran tus alas, más pecados habías


cometido.

-Querías verme, ¿qué sucede, Taylor? -Preguntó Parker mientras se arrodillaba


una

vez que llegó al lugar.

Hubo un pequeño silencio. Parker levantó la mirada, observó a Taylor sonreír.

-Levántate, Parker. -Dijo


él.

Parker obedeció. Taylor se acercó a él y sobó lentamente sus alas, pasó su lengua
por

sus labios de forma seductora e hizo una sonrisa rectangular, una sonrisa muy

particular en él.
-Tus alas han oscurecido. -Dijo Taylor mientras se alejaba.
-¿Homicidio?

-Podría decirse. -Parker guardó sus


alas.

Taylor soltó una pequeña risa macabra. Se movió por la fría habitación hasta
quedar

en un comedor, estaba rebozando de comida y vino. Se sentó y tomó una copa,


invitó

a Parker a
sentarse.

-Come y bebe lo que quieras mientras hablamos. -Dijo Taylor mientras tomaba un

trozo de carne y lo llevaba a su


boca.

Parker tomó una naranja jugosa y fresca que comenzó a


pelar.

-Verás, Parker. -Comenzó Taylor mientras lo observaba fijamente. -En estos


tiempos

la gente comienza a volverse más escéptica respecto a nuestra existencia. -Parker


se

llevó un pedazo de naranja a la boca y observó a su jefe. -También respecto a la

creencia de
ángeles.

-Lo he notado. -Dijo Parker mientras observaba sus manos ligeramente

fragmentadas
.
-He pensado que es nuestra oportunidad para revelarnos ante los humanos y
causar

temor. Si nos adelantamos a los ángeles podríamos ganar ventaja. -Taylor tomó un

trago de su vino. -Sin embargo, hay un


problema.

-Puros. -Se adelantó Parker. -Ángeles cada vez más puros han llegado a la tierra.
Los

huelo..
.

-Correcto. -Taylor asintió lentamente. -He aquí mi punto de preocupación.

Parker observó a Taylor coger una manzana perfectamente roja y apetitosa.

Comenzó a jugar con ella lanzándola hacia arriba y atrapándola


consecutivamente.

-Contactos míos han estado vigilando las puertas del cielo. Han entrenado un
ángel

para ser guardián. Vendrá en estas fechas para proteger a una


chica.

-¿Cuál es el problema? -Parker alzó una


ceja.

-Es un ángel elegido por el consejo, eso significa pureza y lealtad pura. -Taylor
soltó

una risa seca. -Su olor será tan potente que demonios de otros países podrían
sentirse

atraídos
.

Parker borró su
sonrisa.
-¿Tan potente es? -Preguntó
seriamente.

-Así es mi querido Parker. -Taylor sonrió. -Y si no controlamos la situación, los

demonios se matarán entre ellos por aquel


ángel.

-No podemos hacer eso, necesitamos demonios aliados. -Parker soltó un suspiro.
-

¿Cuál es el
plan?

-Hay varias cosas por hacer. -Taylor dejó de jugar con la manzana y la observó

fijamente. -En esta área tenemos de aliados a los caídos del Norte, Este y Oeste.
Pero

no a los del
sur.
-No conseguirás a los del Sur. Muchos han ido a tratar de negociar con el jefe del

clan Sur y nadie ha podido. -Parker negó con la


cabeza.

-No todos... -Taylor sonrió.

Parker observó riendo a su


jefe.

-¿Quieres que vaya a arrastrarme a las tierras del sur para convencer al jefe de

aliarnos? -Preguntó Parker. -¿En serio,


Taylor?

-Eres el único que no lo ha intentado. Si llegamos a tener a toda esta zona


podremos
proteger todo el país. Si todo el país se transforma en una alianza demoniaca,

podremos fácilmente con los clanes que vengan a futuro por el ángel puro y los

futuros guardianes.

-Entonces el ángel guardián será el pretexto para atraer a los demonios y formar
una

gran alianza. -Se adelantó


Parker.

-Es correcto. -Taylor asintió. -Si tenemos un gran ejército podremos atacar el
cielo.

Parker hizo una pequeña


mueca.

-Comprendo el punto: el ángel es la carnada para atraer demonios y hacer alianza.

Cuando seamos muchos atacamos el cielo. -Taylor asintió. - Pero, ¿qué pasa si un

demonio agarra el ángel? No tendremos cómo hacer


alianza.

-Yo me encargaré de ir tras él. -Dijo Taylor.

Parker observó fijamente a su


jefe.

-¿Y luego?
-Preguntó

-Lo tendremos aquí atrapado, crearé un hechizo para bloquear el olor, dejaremos

falsas pistas. -Taylor acercó la manzana a sus


labios.
-¿Y después qué planearás hacer con ese ángel una vez que tengamos a los
aliados?
-Preguntó
Parker

Taylor esbozó una sonrisa y le dio una gran mordida a la manzana. El jugo resbaló

por su barbilla y cayó en la mesa seguido de una sombría


carcajada.

-Venir a la tierra sin pecar es como no tomar agua


teniendo sed...

Parker llevaba volando un par de minutos, los demonios del sur vivían en un punto

muy alejado de la ciudad, estaban bien


escondidos.

El clan sur era de uno de los más peligrosos, mataban por placer y solo tomaban

sangre. Para ellos era un manjar la sangre tibia, más que una manzana jugosa o
carne

a las finas hierbas con las mejores salsas. Preferían el sabor metálico de la sangre
o

de la carne humana que la fragancia de un buen


vino.

Cuando sintió el aire hacerse más pesado y el olor a sangre perturbarlo


fuertemente,

aterrizó. Bajó lentamente y guardó nuevamente sus alas. Se reincorporó y observó

el entorno, estaba en un bosque completamente carente de vida, había piedras


muy

altas alrededor, árboles con ramas enredadas y muchas hojas secas en el


suelo.
La tierra estaba húmeda, pero debido al olor, Parker dudaba mucho que fuera por

agua
.

Avanzó un poco.

-¿Cómo carajos se supone que voy a convencer al jefe del clan Sur? -Murmulló en

voz baja. -Debió venir Taylor, yo perfectamente podría ahora


estar...

Se calló cuando escuchó ramas crujir. Observó una sombra moverse entre los
árboles

rápidamente. En un segundo sintió sus pies despegarse del suelo y levitar. Antes
de

que gritara que lo soltaran, fue aventado bruscamente a un lago. Sintió el frío
calarlo

completamente. Salió tembloroso del agua mientras gritaba


maldiciones.

-¡¿Qué mierda fue eso?! -Espetó después de tallarse los ojos para quitarse el
agua.

Observó a un chico vestido completamente de negro verlo fijamente. Su cabello

oscuro apenas se distinguía de la noche, sus ojos relucientes atrajeron la atención


de

Parker
.
-Eres un intruso. -Contestó la persona de forma
indiferente.

Parker trató de extender sus alas pero no pudo, sintió como si estuvieran pegadas
a
su
espalda.

-¿Qué me hiciste? -Siseó entre


dientes.

-El lago tiene un encantamiento, bloquea las alas de forma temporal. -Se acercó a

Parker y comenzó a dar vueltas alrededor de


él.

Colocó sus manos detrás de su espalda mientras lo hacía, quedó frente a él y


sobó

lentamente sus alas. Parker dio unos pasos hacia atrás al sentir un
cosquilleo.

-Eres un demonio impuro. -Dijo el otro chico. -Pero no un pecador...

Parker lo observó
fijamente.

-¿Por qué no revelas tus alas? -Preguntó


Parker.

-No lo considero necesario. -Dijo el chico. -Dime quién eres y qué haces
aquí.

Parker soltó un
suspiro.

-Soy Parker, vengo del clan Norte. Taylor me ha enviado a hacer una alianza con
el

jefe del clan Sur. Pero ahora que has bloqueado mis alas dudo que sea sencillo ir

hasta
allá.
El chico mantuvo una expresión
seria.

-Supongo que es tu día de suerte porque estás frente al jefe. -Dijo de mala gana.

Pediría un poco más de respeto...


marioneta.

Parker tronó sus puños, por primera vez el otro chico cambió su expresión a una

curiosa
.

-Dime tu nombre para poder hablarte como se debe. -Dijo Parker más
relejado.
-Puedes decirme Yoshua. -Dijo
él.

Parker se puso de rodillas en forma de súplica y


habló.

-Jefe del clan Sur, Yoshua, pido una alianza con su clan. Necesitamos controlar
una

armada de demonios que vendrá próximamente y solos no podremos. -Tomó una

bocanada de aire. -Se lo


suplico.

Yoshua observó al ángel caído fijamente, su cabello gris brillaba bajo la luz de la
luna

y su piel se veía más


brillante.

-Levántate marioneta. -Ordenó


Yoshua.
-No soy una marioneta. -Atacó Parker una vez de
pie.

Yoshua se acercó de él lo suficiente y lo empujó bruscamente contra un árbol.


Antes

de que Parker pudiera reclamarle, lo acorraló con sus brazos. Parker lo observó

fijamente, estaban muy


cerca.

-Dime... marioneta. -Dijo Yoshua con tono cínico y acercándose más a él. -¿Qué
recibo

yo a cambio si nos
aliamos?

-Poder, territorio...-Habló Parker. -Placer...

Yoshua hizo una ligera sonrisa y se acercó al oído de


Parker.

-Mis exigencias son muy


estrictas...

Parker aguantó el impulso de aventarlo lejos de él. Tomó una profunda respiración

para calmarse y delicadamente retiró los brazos de Yoshua de sus


costados.

-Habla con mi jefe para hacer las negociaciones. -Dijo Parker. -Cumplirá todos tus

caprichos
.

Yoshua mantuvo la mirada con Parker buscando inseguridad, miedo o mentira.


Pero
no había nada, lucía sincero e inclusive tranquilo y
seguro.
Cerró unos segundos sus ojos y se separó de
él.

-Bien... -Dijo Yoshua. -Iré porque estos días no tengo absolutamente nada qué
hacer.

Parker sintió un alivio recorrerlo completamente.

-Me llevarás con tu jefe mañana. -Dijo Yoshua mientras ocultaba sus manos en los

bolsillos de sus pantalones. -Espero no


defraudarme.

-No lo hará. -Contestó rápidamente Parker.

-Bien
.

Yoshua comenzó a caminar lejos de Parker, pero sintió que lo cogieron de la


mano.

Se vio obligado a voltear a través de su


hombro.

-¿Me dejarás aquí como si nada? -Preguntó Parker


furioso.

-Sí. ¿Por qué? -Preguntó Yoshua con


calma.

-¡Me acabas de bloquear mis malditas alas! ¡¿Cómo se supone que


regresaré?!

-Tienes dos piernas, ábrelas y úsalas para


caminar.
Parker tronó sus
puños.

-A menos que quieras abrirlas para otra cosa. -Contestó Yoshua pícaramente pero

sin ninguna expresión en el


rostro.

Observó al caído del Norte tornarse carmesí de la cara. Evitó soltar una risa ante
la

imagen tan cómica frente a


él.

-¡Descarado! -Espetó
Parker.

-¿Qué pasó, impuro? -Preguntó seductoramente Yoshua. -¿Nunca has tenido


sexo

con otro
hombre?

El silencio de Parker y su cara más roja que la sangre le dio la


respuesta.
-N-no con un demonio varón al menos. -Titubeó.

Yoshua alzó una ceja. Se le hacía algo extraño, pero no imposible. Habían
demonios

que se resistían muy bien, quizás era


uno.

-Como sea, nos desviamos del tema. -Yoshua agitó su


cabeza.

Chasqueó sus dedos, las alas de Parker finalmente se


abrieron.

-No te daré otra oportunidad, tienes cinco segundos para largarte o te las arranco.
-

Advirtió Yoshua.

-Maldito seas. -Susurró Parker antes de salir volando rápidamente por el


cielo.

Yoshua observó la silueta del caído hacerse más pequeña conforme pasaban los

segundos, cuando lo perdió de vista bajó la


mirada.

Una pluma gris se encontraba depositada en el


suelo.

Yoshua la agarró delicadamente y la observó. Después de unos segundos la olió...

su fragancia era dulce, muy dulce. Cerró los ojos y guardó la pluma en el interior
de

su
saco.

-Parker... -Susurró
suavemente.

Esbozó una sonrisa apenas


perceptible.

-No te librarás tan


fácilmente...

"Tan malo, pero es demasiado


dulce
Demasiado dulce, demasiado
dulce

Tan malo, pero es demasiado


dulce

Demasiado dulce, demasiado


dulce."

"Hoy es el
día"

Jereth sentía una alegría y emoción que nunca antes había sentido. Tomó una

respiración profunda mientras se acercaba a las puertas del


cielo.

-Una vez que las atraviesas, ingresarás al mundo humano. -Explicó Jin. -Seré el
que

tendrá el honor de verte caer al mundo mortal.

-Estoy nervioso... -Dijo


Jereth.

-Lo sé, no eres el primero ni el último. -Jin le dedicó una sonrisa. -Pero sé que lo

harás
bien.

-Bien..
.

Jereth avanzó unos pasos, ansioso, pero Jin lo


detuvo.

-Eh, espera. -Dijo Jin mientras lo hacía para atrás. -Aún no te he dado las

advertencias
.

-¿Más advertencias? -Preguntó


Jereth.

-Sí. -Jin asintió. -Te tengo que hablar explícitamente de los riesgos que
habrán.

Jereth se quedó callado. Jin sacó una hoja de papel hecha de oro, se la mostró a

Jereth
.

-¿Qué es esto? -Preguntó el


chico.

-Las 10 fragmentaciones del alma. -Explicó


Jin.

Jereth observó nuevamente la hoja, sus ojos se abrieron de par en par al ver los

pecados que causaban la fragmentación del


alma.

"Las 10 fragmentaciones del


alma"

1. Matar a
alguien

2. Beber sangre/ Probar alimento


prohibido
3. Tener sexo con mortales/
Violar

4. Besar a un
demonio

5. Tratar de
suicidarse

6. Suplicar o alabar a un
demonio

7. Tener sexo con un


demonio

8. Arrancar el
alma

9. Torturar a
alguien

10.
Enamorarse

Jereth tragó
saliva.

-Te las explicaré. -Jin agarró la hoja. -Matar a alguien, no es necesario entrar en

detalles
.

Jereth negó con la


cabeza.
-Beber sangre es pecado, no importa si es humana o de animal. Tampoco debes

probar alimento prohibido.

-No manzanas... -Susurró


Jereth.

-Tener sexo o violar mortales tampoco está permitido. -Dijo


Jin.
-¿Es decir reproducirse? -Preguntó
Jereth.

-O por simple deseo o diversión, no


podrás.

-Lo comprendo.

-Tampoco debes besar demonios. -Dijo Jin. -Ni tratar de suicidarte. No le supliques

a un demonio ni lo alabes, y JAMÁS te atrevas a tener sexo con uno. No te


arranques

el alma, eso te hará más vulnerable a la posesión de demonios o de caer en

tentaciones, no tortures a nadie


tampoco.

-Entendido. -Dijo Jereth asintiendo repetidas


veces.

-Y por lo que más quieras... No te


enamores.

Jereth parpadeó varias


veces.

-¿Dudas? -Preguntó
Jin.

-Ninguna. -Contestó
Jereth.

-Bien. -Jin sonrió. -¿Te sientes


listo?

-Eso
creo.

-Ánimo, lo lograrás.

Jereth tomó una gran bocanada de aire y se acercó a las


puertas.

-Buena suerte... -Susurró


Jin.

Jereth asintió. Finalmente lo había logrado, su deseo de ver la tierra estaba tan
cerca

que parecía irreal. Sintió su corazón latir con tanta fuerza que ardió, sintió el
impulso

de correr, el impulso fue tan intenso que no aguantó más. Atravesó la puerta

corriendo y se dejó caer al


vacío.
Se colocó boca arriba sintiendo su cuerpo caer, sintió unos segundos el vértigo y
la

intensidad, se puso boca abajo y vio un cielo azul con muchas nubes, cayó, la

intensidad fue tan grande que soltó un grito de victoria.

Observó otros ángeles caer junto a él, otro ángeles guardianes. Vio pequeñas

manchas, manchas que luego fueron rectángulos y áreas verdes, extendió sus
alas

en ese preciso instante y dio unas vueltas por el suelo antes de caer en
picada.

-¡Cuidado, Jereth! -Le gritó un


compañero.

Pero Jereth lo ignoró y bajó rápidamente, cuando estaba a punto de caer el suelo
dio

una última vuelta y bajó tranquilamente.

Había aterrizado sobre una


colina.

Observó muchas construcciones alrededor de él un poco más


lejos.

"Lo
logré..."

Una sonrisa iluminó su rostro. Guardó sus alas y las hizo desaparecer, observó el

entorno nuevamente fascinado, ya no lo veía desde arriba, ahora estaba en ella.

Estaba en la tierra de los


mortales.

Corrió por los campos hasta llegar a los inicios de la ciudad. Se frenó en seco al
ver

a los mortales cruzar calles y vestir extrañamente. Jereth iba todo de blanco, pero
la

gente de allí parecía más


oscura.

Se coló entre la gente viéndolos con admiración, hombres corpulentos, mujeres


hermosas, niños, niñas, ancianos, animales... había de todo en aquellas
calles.

Mientras caminaba al lugar al que debía ir repasó mentalmente lo que le habían

dicho.
"Los demonios tienen una fragancia dulce, a veces pueden oler a sangre. Tienes
ojos

amarillos, pero cuando se hacen pasar por mortales los tienen de otro color. Ten
mucho

cuidado, sabrás cuando estés cerca de un demonio, sentirás algo


extraño."

Se frenó un par de minutos después fuera de una pequeña casa junto a una
florería.

Observó a una chica de cabello café rojizo y enorme sonrisa contar unas flores.

Llevaba un vestido amarillo y tenía su cabello suelto, portaba un moño rojo y un

pequeño perro la
acompañaba.

-Rose, ¿ya contaste las rosas? -Preguntó un señor que se hallaba junto a
ella.

-Hay 30 rosas, todo en orden. -Dijo la chica mientras cargaba a su


perrito.

-Gracias hija. -Dijo el hombre dándole un beso en su


cabeza.

Jereth observó a la chica sonreír tiernamente y seguir contando


flores.

"Ella es la humana que debo


proteger".
Se acercó lentamente al puesto, viendo curioso a aquella chica sonriente y bien

perfumada. Observó las flores que antiguamente había contado. Acercó su mano

pero fue interrumpido.

-¡Cuidado!

Jereth pegó un pequeño brinco, la chica se acercó a él


riendo.

-Perdón, no quería asustarte. -Lo observó y se quedó callada. -Oh...


h-hola

-Hola. -Saludó Jereth


sonriendo.

Vio las mejillas de la chica teñirse de rojo. Soltó una pequeña


risa.

-Lamento haberte asustado, es solo que las rosas tienen espinas y puedes
pincharte.

-Dijo ella sonriendo también. -Pero son muy hermosas... las


amo.

-¿Por eso te llamaron Rose? -Preguntó


Jereth.
-Aja... a mi papá le encantan las flores. -Dijo ella. -A mi mamá también le
gustaban...

Jereth notó una pequeña pizca de tristeza en los ojos de la muchacha. Ya sabía
que

había pasado así que decidió no


preguntar.
-Tienes un lindo nombre. -Dijo Jereth sonriendo.

-Muchas gracias. -Dijo


ella.

Se mantuvieron unos segundos viéndose. La chica colocó su cabello detrás de su

oreja y
sonrió.

-¿Quieres llevar flores? -Preguntó


ella.

-Eh... sí. -Dijo él. -Soy nuevo por


aquí.

-Oh. -Rose sonrió. -Con razón nunca te había


visto.

Jereth sonrió y observó las


rosas.

-¿Podrías darme una? -Preguntó


él

-Claro. -Rose se la
dio.

-¿Cuánto sería? -Preguntó


él

-Te la dejo gratuita, como regalo de bienvenida a la ciudad. -Sonrió


ella.

-Gracias por tu generosidad. -Jereth hizo una pequeña


reverencia.
-Oh, no hay de qué. -Rose río. -Eres adorable... ¿cómo te
llamas?

-Jereth. -Él extendió su


mano.

-Mucho gusto, Jereth. Espero disfrutes tu estancia aquí. -Contestó al


apretón.

-Muchas gracias, Rose. Estaré viniendo por aquí, quizás podríamos volver a
vernos.

-Claro. -Sonrió ella. -¡Me


encantaría!
Jereth volvió a
sonreír.

-¡Rose, ayúdame por acá por favor! -La


llamaron.

-Oh... debo irme. ¿Te veré otro día? -Preguntó


ella.

-Claro. -Jereth
asintió

Rose le sonrió una última vez antes de adentrarse en el local. Jereth olió la flor y la

colocó en el bolsillo de su camiseta. Sacó un pequeño papel que contenía una

dirección.

"Calle Stan, n°23 - Int.


7"

Guardó el papel nuevamente y comenzó a caminar al lugar indicado. Gracias al


poder de los arcángeles, ya tendría todas sus cosas allí, tanto como angelicales,
tanto

como mortales. Su estancia estaba hecha, el dinero no era problema ya que podía

crear dinero, pero debía usarlo de forma


prudente.

Una vez que llegó al lugar, vio que estaba fuera de un lindo edificio. Eran

apartamentos, perfecto para él para pasar


desapercibido.

Se adentró en silencio por las puertas giratorias y llegó frente a una


chica.

-¿Joven Jereth Kook? -Preguntó la


chica.

-Así es. -Dijo él sorprendido.

-Sígame por favor. -Dijo ella.

Tenía cabello negro muy largo y rasgos muy finos y bonitos. Vestía de blanco y

portaba una diadema blanca con una flor. La señorita ingresó a lo que llamaban

"elevador" y pulsó el botón que marcaba el


7.

-¿Disfruta su estancia en la tierra? -Preguntó


ella

Jereth observó sorprendido a la mujer, ella


sonrió.
-Creo que no te hablaron de mí. -Dijo ella. -Mi nombre es June, seré la que te
cuide

en tu estancia aquí entre los mortales. Los arcángeles me lo


pidieron.59

-Muchas gracias, June. -Dijo


Jereth.

-Será un honor. -Contestó


ella.

Las puertas se abrieron, ambos salieron y quedaron frente a una sala con vista a
la

ciudad, una chimenea estaba prendida y música clásica sonaba


sutilmente.

-¿Te gusta? -Preguntó


June.

-Es... es muy lujoso. -Dijo


Jereth

Las paredes estaban tapizadas de gris o de madera, había en su mayoría


muebles

blancos, cafés o grises, grandes ventanales, y la cocina, comedor y sala estaban

conectada
s.

Parecía
irreal.

-Hay dos habitaciones. -Explicó June. -La principal, que es la tuya, está a mano

derecha. Tiene un baño incluido. La segunda es para invitados, es más pequeña.


El

baño está junto a la


habitación.
-Gracias. -Dijo Jereth aún perplejo ante la magnificencia del
lugar.

-Este es tu teléfono. -June le entregó uno. -Cuídalo bien, aquí puedes llamar a los

mortales, mandar mensajes, entrar a internet y descargar


juegos.

-Gracias. -Jereth lo agarró y


asintió.

-Recuerda que cuidar a la mortal significa apoyarla y ayudarla a alcanzar sus


sueños

y metas, no debes dejar que haga malas acciones ni qué demonios se aprovechen
de

ella
.

-Lo tengo, muchas gracias, June. -Jereth


sonrió.
-Bien, ponte cómodo. -June le devolvió la sonrisa. -Cualquier cosa me marcas,
aquí

está mi número
telefónico.

Le tendió una hoja de papel, Jereth la aceptó. June le sonrió nuevamente y

desapareció en el elevador. Jereth observó nuevamente el lugar


sonriente.

-Vaya... -Dijo él cuando finalmente tomó consciencia de donde estaba


parado.

Dejó su teléfono en la sala y entró a su habitación. Se quedó parado en el marco


de
la puerta con la boca
abierta.

La habitación era completamente blanca al igual que el suelo. Había una cama

matrimonial en el centro del cuarto con sábanas blancas bordadas con oro, había
un

tapete rojo enfrente. En la otra pared estaba la puerta de baño y junto había un
sofá

largo para poder extender las piernas. A dos pasos de la cama había una puerta
de

cristal que daba a una terraza con vista a la ciudad. Junto a la cama había
también

una mesita con una


lámpara.

Se acercó al armario que estaba a su derecha y lo abrió, había mucha ropa


colgada y

doblada
.

-Realmente lo pensaron todo... -Dijo


él.

"El mundo de la
tentación."

-No le dicen así por nada. -Dijo él al sentir el deseo de salir y comer en el lugar
más

rico de la zona. Pero se contuvo bastante


bien.

Salió del cuarto y avanzó a la cocina, abrió el refrigerador y vio mucha comida.
Sacó
verduras y comenzó a prepararse una ensalada fresca, le subió a la música y

comenzó a cocinar al ritmo de la melodía. Una vez lista su comida se fue a sentar
al

comedor, observó la ciudad caer poco a poco en la


noche.
-Qué bella es la tierra... es una pena que esté infestada de demonios. -Dijo en voz
alta

y soltó un suspiro. -Acabaré con todos... es una


promesa.

Finalizó su ensalada y guardó el plato en el lava-vajillas. Guardó lo que había


usado

y apagó las luces para dirigirse a su recámara. Entró al baño que era igualmente
muy

lujoso, había una bañera con velas y


pétalos.

Se acercó y vio cepillos de dientes. Recordó lo que le habían dicho acerca de


cómo

usarlos y comenzó a cepillarse los dientes. Ahora que era estaba en la tierra ya
podía

sufrir algunas cosas que en el cielo no, como el hambre, sed, sueño... y
deseo.

Aunque nunca había comprendido bien el término


"deseo".

Pero no se preocupaba por aquello así que jamás le prestó


atención.

Terminó su aseo y fue a su recámara. Sacó la rosa que le habían dado y la colocó

junto a otras flores que estaban allí. Después se quitó la camiseta dejando ver su
torso bien marcado. Se quitó los pantalones quedando solo en ropa interior y
ambos

los puso en el cesto de ropa sucia, se acercó al armario y tomó una camiseta gris

holgada y unos pantalones de lana


negros.

Allí en la tierra de decían pijama, chistoso término para


él.

Apagó las luces y quedó en la oscuridad, iluminado solamente por las luces
lejanas

de la ciudad. Se deslizó en la cama. Cerró los ojos y soltó un pequeño suspiro de

alivio al sentir un lugar tan reconfortante para dormir. Soltó un bostezo por primera

vez en su vida y se colocó de costado para dormir, dándole la espalda a la


ventana.

El sueño lo alcanzó segundos después dejándolo profundamente


dormido.

Poco después de caer en los brazos de Morfeo, una sombra apareció por la
ventana.

Unos ojos amarillos observaron curiosos al ángel dormir tranquilamente.

-Así que eres tú... -Susurró Taylor haciendo una enorme


sonrisa.
Se mantuvo en silencio antes de soltar una
risa.

-Disfruta la calma mientras puedas... -Dijo el demonio mientras sacaba sus alas

negras. -Lo bueno no dura para


siempre.
Soltó una última risa.

-Bienvenido al infierno...
puro.

Jereth abrió los ojos y se estiró suavemente soltando un pequeño


gruñido.

Bostezó nuevamente antes de abrir los ojos, la luz del sol entraba a la habitación

dando un color naranja cálido y agradable. Se hizo bolita en las sábanas


disfrutando

del calor que otorgaba aquella cama. Observó la ventana, algunos pájaros
pasaban

cantando
.

Se mantuvo así largos minutos antes de levantarse, tendió su cama y fue a


asearse,

después se vistió con "ropa casual". Aquello componía pantalones negros y una

camiseta blanca ligeramente holgada. Una vez fresco y limpio fue a buscar algo de

comer
.

Por primera vez se había levantado con un hambre voraz, quería devorar todo,
sentir

el alimento llenarlo. Abrió el refrigerador y estuvo observando un poco. Optó por

hacerse unos huevos, cogió un jugo de naranja que también se


sirvió.
La comida humana sabía deliciosa, incluso el pan era más suave, fino,
delicioso.

Estuvo saboreando la comida con los ojos cerrados y una enorme sonrisa en la
cara.

"Este es el verdadero
paraíso..."

Quitó ese pensamiento en su mente y finalizó sus cosas. Una vez limpio se acercó
a

su espejo y lo observó
fijamente.

-Muéstrame a la mortal -Sentenció


Jereth.

En el espejo apareció Rose portando unos shorts rosas y un sostén blanco. Se


estaba

recogiendo el cabello en una alta coleta. Jereth observó fijamente el cuerpo de la

joven, tragó saliva pesadamente y desvió la mirada completamente


ruborizado.

Nunca había visto tanta piel, ni siquiera en el


cielo.
Después de unos segundos volvió a voltear, Rose portaba una blusa negra que

ajustaba bien la figura de su cuerpo y un moño azul. Sobó sus flores y salió del
lugar,

la imagen
desapareció.

-Parece estar bien...


-Susurró.
Observó nuevamente el entorno, estuvo husmeando el lugar abriendo puertas,

gabinetes y checando cada espacio de su nuevo hogar, ayer estaba tan cansado
que

apenas había podido revisar perfectamente su nueva


casa.

Escuchó un pequeño "ping" y las puertas del elevador se abrieron. Observó a


June

salir de él con una falda negra y una blusa blanca con


corbata.

-Buenos días. -Saludó ella extendiéndole una taza con agua muy oscura
dentro.

-Buenos días. -Contestó Jereth tomando la taza. -¿Qué es


esto?

-Aquí le decimos café, te ayudará a despertar. -Contestó June mientras depositaba

unos papeles en la
mesa.

Jereth lo olió... no olía


mal.

-Puedes ponerle leche para hacerlo menos fuerte y azúcar para endulzarlo. Ya
será

cuestión de tus gustos. -Contestó June mientras se sentaba en la sala con las
piernas

cruzadas
.

Jereth se sentó frente a ella con el café en mano. Le dio un pequeño sorbo e hizo
una
mueca
.

-Agh... -Soltó con asco. -Es muy


amargo...

-Ponle azúcar y leche. -June chasqueó sus dedos y el refrigerador se abrió, la


leche

levitó al igual que el azúcar y se acercaron al café. La bebida comenzó a


prepararse

sola, una vez hecho, las cosas volvieron a su


lugar.

-Creí que no se podía hacer "trucos" aquí. -Dijo Jereth


riendo.
-No frente a humanos al menos. -June le guiñó al ojo. -Además es por algo
bueno.

Jereth observó el café que ahora era café claro, le dio un sorbo y
sonrió.

-Sabe bien... -Dijo él dándole otro


trago.

-Allá está tu cafetera. -June señaló un aparato extraño que Jereth no se había

percatado que estaba en allí. -Podrás prepararte todo el café que quieras con
ella.

Jereth esbozó una enorme


sonrisa.

-Bueno, ahora hablemos de algo más serio. -June acercó sus papeles y extendió
una

carpeta
.

-¿Sucede algo malo? -Preguntó


Jereth.

-Sí
.

Jereth se mantuvo en silencio, June estuvo leyendo las hojas y sacó una pluma
negra

de su bolso, lucía suave y brillante. Jereth se hizo ligeramente hacia atrás cuando
un

olor dulce y metálico se


desprendió.

-Demonios. -Sentenció
June.

Depositó la pluma en la mesa, Jereth no se atrevió a acercarse ni a


tocarla.

-¿Dónde la encontraste? -Preguntó


él.

-Fuera de los apartamentos. Estuvo un demonio aquí anoche. -Contestó


ella.

Jereth sintió su estómago


revolverse.

-Los demonios ya saben que estás aquí... no sé cómo pudieron encontrarte, debió
ser

antes de que llegaras a la tierra. -June volvió a guardar la pluma. -Eso quiere decir

que esperaron tu llegada, sabían que


llegarías.
-¿Cómo? -Preguntó Jereth
preocupado.
-Definitivamente hay un traidor en el cielo. -June apretó sus puños. -Deberás ser

muy cuidadoso ahora, Jereth. No deberás proteger solo a tu mortal, también


debes

protegerte a ti mismo.

-Lo haré... -Dijo él en voz


baja.

-Si hueles algo como esta pluma, corre lo más rápido que puedas. Aún no los

enfrentes, debemos saber qué demonio te persigue. -June se levantó. -Por favor
ten

cuidado,
Jereth.

Se quedó en silencio, June se dirigió al elevador y desapareció cuando las puertas


se

cerraron. Jereth pasó su mano por la nuca y soltó un


suspiro.

-Bien... -Dijo él. -Creo que será mejor que vaya con
Rose.

Cogió su saco y se levantó del sofá para dirigirse a su


destino.

Rose observó con una hermosa sonrisa al joven chico de cabello castaño claro y
ojos

azules que se hallaba junto al


local.

-Volviste... -Dijo Rose acercándose a


él.

-Sí. -Jereth sonrió. -¿Cómo te va


Rose?

-Bien. -Ella sonrió. -Me pasó algo muy extraño


hoy.

-¿Ah sí? ¿Qué pasó? -Preguntó Jereth


sonriendo.

-Venía camino al local cuando un hombre chocó conmigo... llevaba un café


ardiendo.

-Rose río. -Y entonces, no sé cómo, el café en lugar de darme a mí terminó


volando

a la calle. Fue muy raro... Y divertido.

Jereth esbozó una tierna


sonrisa.

"Ah, sí tan solo supiera lo difícil que fue hacer ese truco..."
Pensó él.

-Creo que es tu día de suerte. -Contestó


él.

-Sí. -Rose sonrió. -¿Quieres llevar una


flor?

-¿Tienes nuevas? -Preguntó Jereth


interesado.

-Claro, hoy nos llegaron lirios blancos. -Dijo ella.


-¿Lirios? -Preguntó
Jereth.

-Sí,
mira.

Rose cogió una hermosa flor blanca muy grande, tenía seis pétalos perfectamente

formados y olía fenomenal. Jereth hizo una respiración profunda y sobó los
pétalos.

-Es muy bonita... -Dijo


él.
-Sí. -Rose la tomó y la volvió a poner junto a las demás. -¿Quieres un ramo? Son
12

flores
.

-Claro... -Dijo
él

-Serían 5 euros. -Contestó Rose


sonriente.

Jereth deslizó la mano a su bolsillo y le entregó el dinero. Rose guardó las


monedas

en las bolsas de su short


rosa.

-¿Te gusta mucho la florería? -Preguntó


Jereth.

-Sí... la amo. -Rose sonrió. -Aunque me gustaría que fuera más grande... o que

ganáramos
más.

-Si lo pides del fondo de tu corazón puedes lograrlo. -Contestó


Jereth.

-¿Algo así como pedirle a la estrella fugaz? -Bromeó


Rose.

-¿Por qué no lo intentas con tu ángel


guardián?

-No sé, nunca fui muy


creyente.

-Puedes intentarlo, no importa a quién le hables, si lo pides con el corazón, se

cumple. -Jereth colocó su mano en el corazón de la


chica.

Rose soltó una radiante sonrisa y


río.

-Podría intentarlo esta noche. -Dijo


ella.

Jereth le sonrió de vuelta, después se acercó a la


salida.

-No olvides pedir. -Dijo Jereth antes de salir.

-No lo haré. -Rose lo despidió con la mano.


-Adiós.

-Adiós. -Se despidió también


él.
Salió del pequeño local haciendo sonar la campana. Olió las flores nuevamente.
Tendría que buscar otro pretexto para acercarse a su mortal. Algo se le
ocurriría.

Se dirigió nuevamente a su apartamento que estaba relativamente cerca y fue a


dejar

los lirios junto a la rosa. Les puso agua y salió del


lugar.

Estuvo apoyado en una pared para ver la florería. Era un lugar bien camuflado,
Rose

no podía verlo allí. Esperó largas horas viendo que todo estuviera en orden.
Cuando

comenzó a caer la tarde/noche fue a una cafetería a


comer.

Pidió lugar en una pequeña zona


alejada.

-En un momento le atendemos. -Dijo la


mujer.

Jereth asintió y observó a través del cristal a la gente pasar. Estuvo viendo

entretenido los coches y a las personas cuando un olor dulce atrajo su atención.
Sus

músculos se tensaron cuando un olor a sangre también invadió el


lugar.

Lentamente giró la cabeza y observó a la gente. El olor era muy


fuerte...

"Un demonio está


cerca."

De tan solo pensarlo sintió sus vellos erizarse. Observó el reloj: ya eran las seis de
la

tarde.

Trató de mostrarse despreocupado pero el olor era demasiado fuerte, tenía que
saber

quién desprendía aquel olor tan dulce... y


atrapante.

-¡Jennifer! -Llamó una


mujer.

Jereth observó a una chica con un vestido negro muy corto y largo cabello café

girarse en la barra. Llevaba un delantal blanco. Observó confundida a la mujer que

la había
llamado.

-¿Primero llegas tarde y ahora no atiendes clientes? -Susurró la mujer, pero


gracias

a los poderes de Jereth pudo


oír.
La chica rodó los
ojos.

-Ve a atender al chico de allá, Jennifer. -La mujer lo señaló. -Tu compañera está
muy

ocupada
.

Jennifer la observó en silencio y asintió. Cogió una libreta y un lápiz y se acercó a

paso lento a Jereth. El chico había fingido ver el menú mientras


tanto.

Sintió el olor dulce desprenderse forma violenta al igual que la sangre. Abrió la
boca

para respirar
suavemente.

-¿Ordenará algo? -Preguntó la


chica.

Lentamente levantó la mirada, sus ojos azules chocaron junto con los café claro
de

la
chica.

Cuando sus miradas cruzaron la chica dio un paso hacia atrás y abrió mucho sus

ojos. Jereth sintió su respiración acelerarse al ver los ojos de la chica brillar

intensamente y el olor a sangre


envolverlo.

"Es
ella."

-Eh... -Habló Jereth tratando de ignorar aquello. -Una ensalada por


favor.

La chica asintió viéndolo fijamente. Anotó la orden sin ver el papel, no le quitaba la

mirada de
encima.

-¿Algo más? -Preguntó un poco


temblorosa.

-Y un jugo... -Jereth observó la


carta.

-¿De
manzana?

Jereth volvió a ver a la chica que tenía una enorme sonrisa en el rostro. Jereth
tragó

saliva al sentir una fuerza extraña atraerlo a la joven


chica.

-N-no... -Dijo él aguantando el impulso y volviendo a ver la carta. - De naranja.


La chica se dio la media vuelta rápidamente y le dio el papel de la orden a su

compañera, le dijo unas palabras y salió corriendo del


local.

-¡Jennifer! -La llamó la mujer.


-¡JENNIFER!

Jereth observó a la chica cruzar la calle corriendo y desaparecer en cuestión de

segundos
.

Se quedó unos segundos viendo la nada, aun tratando de comprender qué había

sucedido. Los minutos pasaban, él aún trataba de conservar la calma y el impulso

de correr tras
Jennifer.

Era su primera vez frente a un demonio... y no había sido muy


agradable.

"Tienes que exterminar demonios..." Se repitió así


mismo3

No era opción, tenía que encontrar a la chica y juzgarla. Él era el ángel guardián
del

Norte así que debía proteger dicha zona ahora. Él no podía matar a nadie, pero sí
podía arrancar las alas de un demonio y mandarlos al cielo para que sean
juzgados

por el
consejo.

Terminó de comer y pagó. Después se dedicó a olfatear el lugar para buscar el


rastro

de la
chica.

Siguió los pasos que había tomado pasando por diversas tiendas y callejones.
Entró

incluso a un bar, la estuvo buscando pero no captó un gran olor, así que salió y
siguió

buscando rastro. Sería más fácil si pudiera volar pero no tenía permitido usar sus

alas
.

Ya caída la noche se dio por vencido. Regresó a su zona después de perseguir el


olor

sin éxito. Aún seguía siendo muy potente pero no sabía dónde podía estar
escondida

la joven
caída.
No tendría otra opción que ir a la cafetería al día siguiente, esperarla para salir y

atacarla. Era la opción más fiable y segura. Pero conociendo a los demonios,
seguro

ella ya tenía un plan en


mente.

El olor nuevamente perforó sus fosas nasales. Cerró los ojos tratando de
ahuyentar

aquel olor tan peculiar, tan dulce y... peligroso.

Avanzó unos pasos y cruzó grandes avenidas para llegar más rápidamente a su

apartamento. Caminó unos pasos cuando escuchó unos murmullos. Se detuvo y

observó el lugar pero no había


nada.

Siguió caminando pero el olor se volvió muy potente. Se frenó y se acercó a un

callejón no muy lejos de allí. Escuchó voces femeninas. Se acercó un poco más
para

escuchar mejor pero una persona salió del callejón soltando un


grito.

-¡Ahhh! -Gritó la chica.

Jereth también se compuso del susto cuando vio a Rose frente a él con la mano
en el

pecho
.

-Rose... -Dijo él. -¿Qué haces


aquí?

-Iba camino a casa... -Dijo ella aún asustada. -Eso mismo iba a preguntarte... ¿qué

haces
aquí?

-Igual voy a casa. -Contestó Jereth. -¿Con quién


hablabas?

Rose abrió la boca pero se


adelantaron.
-¡No te vayas, Rose! -Gritaron. -¡Ya me acomodé el estúpido
tacón!

Jereth escuchó unos pasos y una chica salió también del callejón. Ambos se
hicieron

hacia atrás cuando se vieron, Jereth aguantó la


respiración.

-Sí. No te preocupes Jennifer. -Dijo


Rose.
Jennifer clavó sus ojos fuertemente en Jereth, ambos tronaron los
puños.

-Eh, Jereth... te presento a Jennifer. -Dijo Rose


sonriente.

Jennifer se limitó a sonreír falsamente mientras que Jereth se inclinó evitando

brincarle
encima.

-¿Amiga tuya? -Preguntó Jereth barriendo con la mirada al


demonio.

-Oh no... -Rose soltó una risa. -No es mi


amiga.

Jereth observó a Rose


confundido.

-Jennifer es mi hermana
mayor.
Un fuerte crujido se escuchó y golpearon dos veces a la
puerta.

-Por favor hazlo pasar. -Dijo Taylor mientras jugaba con su copa de vino.

Uno de sus fieles seguidores asintió y fue a abrir la gran puerta de la guarida.
Taylor

levantó la mirada y observó al chico de cabello negro y ojos claros acercarse a


paso

lento vestido de traje. Portaba aretes de diamante negro y varios anillos de


plata.

-Yoshua... -Taylor esbozó una


sonrisa.

-Taylor... -Contestó Yoshua sin expresión en el


rostro.

-Siéntate. -Ofreció Taylor.

Yoshua se acercó a la mesa y se sentó frente a Taylor, se observaron unos largos

segundos en silencio hasta que Yoshua finalmente comenzó a


hablar.

-Tu marioneta vino a verme hace un par de días. -Dijo con cierta burla en su tono
de

voz. -Dijo que querías formar alianza conmigo para proteger todo el territorio.

-Así es. -Taylor observó su vino. -El clan Sur es poderoso, con su ayuda
podríamos
lograrlo con mayor eficiencia.

-Algo me dice que no solo quieres proteger el territorio. -Yoshua se cruzó de


brazos.

Taylor soltó una pequeña risa y levantó la mirada para ver al pelinegro.

-Eres listo, eh. -Dijo Taylor.

-¿Qué más planeas hacer? -Preguntó Yoshua entrecerrando los


ojos.

-Un ejército. -Contestó Taylor. -Un ejército de demonios para atacar el


cielo.

-No
pasará.
-Te llamé para pedir ayuda, no tu opinión.

Yoshua apretó ligeramente los puños pero los destensó pocos segundos
después.

-¿Qué recibo a cambio? -Preguntó Yoshua mientras posaba sus pies en la


mesa.

-Riqueza, comida. -Taylor soltó una risa. -Bellas mujeres si también te


place.

Yoshua negó con la


cabeza.

-Eso puedo obtenerlo si quiero... me gustaría algo más...


especial.

-¿Especial? -Taylor levantó una ceja. -¿Quieres reliquias? No tengo


tantas.
-No. -Yoshua negó con la
cabeza.

-¿Sangre de
ángel?

-Tampoco.

Taylor hizo una mueca de desagrado, soltó un suspiro de


desesperación.

-Elije tú entonces. -Dijo Taylor de mala


gana.

Yoshua esbozó una pequeña sonrisa, tan pequeña que solo sus ojos pudieron

delatarla. Observó el entorno unos momentos antes de


contestar.

-Quiero a tu marioneta. -Sentenció


Yoshua.

Taylor frunció la nariz y unió las cejas.

-No puedes llevarte a Parker, es mi mano derecha. -Dijo Taylor


molesto.

-Ese es el precio. -Yoshua levantó los


hombros.

-¿Pido tu ayuda y a cambio me pides a mí gente? -Taylor tronó sus


puños.

-Ese es el precio. -Repitió Yoshua esta vez con una verdadera sonrisa en el
rostro.
Taylor cerró los ojos para conservar la calma. Se reincorporó y tomó una gran
bocanada de aire para que su llamado se escuchara por todo el
lugar.

-¡Parker! -Gritó Taylor.

Hubo unos segundos de silencio hasta que pequeños ruidos comenzaron a sonar

como un eco. Unas hermosas alas grises aparecieron y la imagen de Parker


también,

el caído se acercó a su jefe y se


arrodilló.

-¿Me llamaba, señor? -Preguntó


Parker.

-Levántate. -Ordenó Taylor de mala


gana.

Parker obedeció y se dio la vuelta, pegó un pequeño brinco al ver a Yoshua


viéndolo

fijamente con ojos burlones. Hizo una


mueca.

-¿Qué sucede? -Preguntó


Parker.

-Te quiere a ti a cambio de ayudarnos. -Contestó


Taylor.

-¿Por qué? -Preguntó Parker viendo a Yoshua de mal


modo.39

Yoshua levantó los hombros indiferente y se levantó de la


silla.
-Me aburro en el Sur, necesito entretenimiento. -Contestó tranquilamente
Yoshua.

-¿¡Qué acaso me viste cara de payaso, idiota?! -Espetó Parker. -¡No soy una
maldita

marioneta, soy un demonio


mensajero!

-Parker... -Lo llamó Taylor para calmarlo.

Parker soltó un suspiro y observó a Taylor.

-¿Vas a entregarme? -Preguntó el caído viendo a su


jefe.

-Será tu decisión. -Taylor se sentó. -No te obligaré si no


quieres.
Parker sintió su sangre helarse. Observó a Yoshua quien lo veía impaciente y
luego

a su jefe que lo veía estresado. Sintió la presión de ambos lados, su mente se


bloqueó

completamente. ¿Debería ir? Eso significaría dejar a su jefe, y no le gustaba la


idea

de irse con Yoshua. Pero si no lo hacía, no había trato, si no había trato no había
plan.

-Bueno... gracias por hacerme perder el tiempo. -Contestó Yoshua dirigiéndose a


la

salida
.

-¡Espera! -Lo llamó


Parker.
Yoshua se frenó y se dio la vuelta sin emitir ninguna emoción.

-¿Sí? -Preguntó de mala


gana.

-Si voy contigo... -Comenzó Parker. -¿Ayudarás a


Taylor?

-Tiene mi palabra. -Yoshua levantó su mano


derecha.

Parker soltó un pequeño suspiro y apretó sus labios y sus


puños.

-También deberás ayudarlo en la guerra. -Prosiguió


Parker.

-Entrar a la guerra no forma parte del trato. -Atacó Yoshua.

-Si no lo prometes no iré contigo. -Parker dio un paso hacia


atrás.

Yoshua se mantuvo inexpresivo pero Parker pudo observar las venas que se

marcaron fuertemente en su cuello. Taylor los observaba en


silencio.

-Pero si lo prometes... -Parker aguantó la respiración. -Te dejaré hacer lo que


quieras

conmigo..
.

Yoshua elevó ambas cejas, Taylor se levantó de un


brinco.
-¡Eso sí que no! -Espetó Taylor de mala gana. -Es
suficiente.

-¿Lo que sea? -Yoshua


sonrió.
-Lo que sea. -Repitió
Parker.

-¡Parker no lo hagas! -Espetó


Taylor.

-Es lo única maldita opción... -Susurró Parker. -Déjame


hacerlo.

Taylor observó fijamente los ojos suplicantes de su fiel mano derecha. Tragó saliva

con dificultad y asintió lentamente.

-Bien..
.

Parker volvió la vista a Yoshua.

-¿Es un trato? -Parker extendió la


mano.

Yoshua se acercó lentamente hasta quedar cerca del joven de cabello gris.
Estrechó

su fría mano con ganas causando un escalofrío en el caído de alas


grises.

-Es un trato. -Dijo Yoshua con burla.


-Marioneta.

Parker aguantó las ganas de decir algo y se hizo hacia atrás. Observó fijamente a
Taylor.

-Estaré viniendo... -Dijo Parker.

-Bien. -Contestó Taylor con frialdad.

Parker observó ahora a Yoshua. Él mordió su dedo y dejó que una gota de sangre

cayera en el vino de Taylor, le dio un sorbo y se la pasó a Taylor. Él hizo lo mismo.

-El trato está hecho. -Contestó Yoshua mientras observaba el vino. -Tu caído es
mío

y mi fuerza es tuya, es un trato justo, ¿no


crees?

-Me limitaré a decir algo. -Contestó Taylor seriamente.

Yoshua soltó una pequeña risa y observó a


Parker.
-Tú y yo la pasaremos bien... -Susurró Yoshua mientras sobaba las alas de Parker,
él

se mordió la lengua para no soltar un quejido. -Muy, muy


bien...

Parker sintió todo en él estremecerse, tragó saliva y bajó la


mirada.

-Estaremos en contacto, los míos comenzarán a llegar mañana. -Dijo Yoshua

soltando a Parker. -También vendré de vez en


cuando.

-Bien. -Contestó Taylor.

Yoshua observó a
Parker.

-Vámonos. -Dijo
Yoshua.

Parker observó una última vez a Taylor, él asintió. Parker le devolvió el gesto y
salió

junto con Yoshua con el corazón pegado al


pecho.

Cuando Taylor los vio salir y cerrar la puerta, aventó su vino. Éste se estrelló en la

pared con fuerza y el líquido se escurrió por el suelo de piedra. Soltó un grito de

frustración.

En un impulso por tratar de conservar la calma salió de la guarida volando

rápidamente. No podía creer que hubiera accedido a entregar a Parker. De todos


sus

aliados, ¿por qué él? Parker había sido su compañero durante siglos, se había

contenido a corromperlo porque sabía que tarde que temprano Parker caería.
3

De tan solo saber que sería otro quien lo haría, sentía su sangre
hervir.

Lo admitía, quizás sentía cierto afecto por


Parker.

¿Pero quién no lo
haría?

Juntos habían caído del cielo y juntos iban a


conquistarlo.+
Iban.
..

-Jennifer es mi hermana
mayor.

Jereth sintió su mundo hacerse polvo en un segundo. ¿En serio era su hermana?
¿Por

qué lo ponían a proteger a una mortal con un demonio como


hermana?

Oh... por eso


mismo.

¿Pero cómo era posible? ¿Genética? No, eso era imposible. Alguien la había

convertido en demonio, la pregunta era quién.

-¿He-hermana mayor?
-Balbuceó.

-Sí. -Contestó Rose. -Bueno hermanastra, compartimos padre pero somos de


madres

distintas.

Jereth barrió con la mirada a Jennifer que lo observaba fijamente con mala cara
pero

con cierta burla. Jereth se rascó la nuca. ¿Qué acaso Rose nunca se había dado
cuenta

de que su hermana era un


demonio?
Bueno, no podía olerla y seguramente Jennifer ocultaba su identidad demoniaca

muy bien. Sintió hasta cierta admiración, no conocía a muchos demonios que

pasaran tan desapercibidos como


Jennifer.

-Ah... bueno. -Contestó después de unos segundos. -Mucho gusto


entonces.

-Igualmente. -Jennifer
sonrió.

Rose observó a ambos jóvenes lanzarse una mala mirada. Confundida, decidió

acabar la conversación jalando a Jennifer lejos de Jereth. Se despidió y ambas


chicas

desaparecieron entre las


avenidas.

Jereth soltó un
suspiro.
-Bueno... creo que la cosa se complicó.
-Susurró.

Siguió avanzando por las calles dispuesto a llegar a su departamento pero un


fuerte

olor a sangre lo hizo detenerse. El olor se hacía cada vez más fuerte. Observó el

entorno rápidamente pero no había rastro de


nadie.

Justo en ese sintió un fuerte viento pasar sobre


él.

Levantó la mirada y vio a dos personas volar a grandes velocidades por el cielo
nocturno. Una pluma gris cayó.

-Demonios...
-Susurró.

Abrió sus alas sin pensarlo dos veces y comenzó a volar detrás de los demonios
que

se escapaban a gran velocidad hacia el Sur. Agitó con más fuerza sus alas para

alcanzarlos pero llevaban gran


ventaja.

Uno era de cabello gris y alas grises, desprendía un olor ligeramente dulce y
ácido.

El otro que era de cabello negro desprendía un olor más a sangre y sus alas eran
gris

oscuro
.

Agitó aún más fuerte sus alas cuando vio la distancia acortarse, pero de un
segundo

a otro ambos desaparecieron en una nube


negra.

Jereth se frenó en seco en medio del cielo buscando rastro, pero tanto la imagen
como

el olor habían desaparecido de un segundo a otro. Se limitó a pensar en algo malo


y

dejó soltar un suspiro molesto. Voló cerca de su departamento y después de

asegurarse que nadie lo veía, bajó y guardó sus


alas.

Entró al edifico pero June no se encontraba en la entrada para recibirlo, en su


lugar

había un cartel que decía "reunión." Por lo visto la señorita June estaba ocupada

tratando otros asuntos. Tendría que decirle al día siguiente lo de los


demonios.

Ya se había topado tres demonios en un día y apenas había


llegado...
Jereth se acercó al elevador y pulsó su piso, esperó unos segundos hasta
finalmente

entrar. Se dejó caer cansado al sofá, cerró los ojos tratando de pensar y alejarse
del

estrés que había tomado posesión de


él.

Después de unas largas respiraciones y meditación en silencio, abrió nuevamente

los ojos y observó a través de las ventanas la ciudad. La noche estrellada había

tomado posesión del cielo. Mantuvo la vista en la nada pensando en los

movimientos que debería dar. Jennifer se había convertido en un obstáculo difícil

así que decidió mejor ir tras los dos demonios que vio pasar hace unos
minutos.

Ya después tendría tiempo para pensar en Jennifer y en deshacerse de


ella.

Cansado, fue a asearse al baño y a ponerse el pijama. Entró a su cuarto y se


colocó la

misma ropa que había usado para dormir. Apagó las luces y se quedó en la

oscuridad con los ojos abiertos viendo el


techo.

Su mente estaba en blanco, no pensaba en nada en


especial.

-No es sencillo ser guardián. -Habló en voz


baja.

Cerró los ojos dispuesto a conciliar sueño pero sintió algo acariciar su rostro

segundos después. Abrió los ojos con pesadez y pegó un brinco cuando sintió una

mano fría taparle la boca. Se removió en la cama tratando de ver algo pero la luz
de

la luna era débil y solo podía ver siluetas y


sombras.

-Quédate quieto. -Escuchó un ronroneo en la oscuridad. -No querrás que las

sombras se encarguen de ti...


puro.

Observó unas sombras tomar forma de manos y cogerlo de las piernas y brazos
para

dejarlo inmóvil. Un olor a sangre y dulce le hizo perder el control...

No se comparaba al olor de Jennifer, este era más potente, más adictivo, más

tentador.
Cerró los ojos con fuerza y con todo su poder logró zafarse de aquellas sombras,
se

zafó de la fría mano que tapaba su boca y se levantó de un brinco de la cama para

prender la luz.

El corazón se le frenó al ver un chico de alas más oscuras que la noche en la


cabecera

de la cama. Tenía cabello claro y ojos azules muy intensos, lo observaba con una

sonrisa
.

Jereth tragó saliva, no por el hecho de que aquel joven fuera


demonio....

Sino por el hecho de que era hermoso... hermoso y


peligroso.

Jereth se perdió en aquellos ojos azules muy profundos, aunque sabía


perfectamente

que no eran así


realmente.

Por su lado, el caído se perdió en el azul natural del


ángel.

Jereth no lo pensó un segundo y se abalanzó sobre el demonio, ambos cayeron al

suelo en un brusco movimiento. El ángel trató de noquear al demonio, pero él fue

astuto y logró agarrar sus manos así que solo rodaron en el


suelo.

Estuvieron peleando largos minutos golpeando todo, pero el demonio cogió


ventaja

y en un ágil movimiento logró estrellar al ángel contra la pared con fuerza. El ángel

soltó un gemido de dolor.

Ambos tenían las respiraciones agitadas y los rostros cerca. El caído esbozó una

sonrisa al ver el ángel en aquella posición tan


vulnerable.

-Así que eres tú... -Susurró. -Creí que serías más


grande.3

Jereth le clavó la
mirada.

-¿Quién eres? -Preguntó


Jereth.

-Puedes decirme Taylor... -El caído se hizo un paso hacia atrás sin soltar al
ángel.

Jereth abrió mucho los


ojos.

-Supongo que ya me conoces... -Taylor lo soltó finalmente. -Dudo que quieras


pelear

conmigo porque sabes que


ganaría.

Jereth se mantuvo en silencio y trató de aguantar la respiración, el olor lo


asfixiaba.

-¿Manzana? -Preguntó Taylor con una manzana a la


mano.
Jereth tragó saliva, Taylor le dio una mordida y el jugo escurrió por su barbilla,
luego

esbozó una enorme sonrisa y se acercó a


Jereth.

-¿Una mordida? -Colocó la manzana en sus


labios.

Jereth se mantuvo serio sin abrir la


boca.
-Vaya, te resistes bien. -Taylor sonrió. -Supongo que la comida no es tu
debilidad.

Taylor chasqueó los dedos y las luces se apagaron, las sombras volvieron a
agarrar

a Jereth y lo aferraron a la pared. Jereth soltó un


quejido.

-¡Suéltame! -Espetó el
ángel.

-La gula no es lo tuyo. -Taylor aventó la manzana. Metió la mano en su bolsillo y

sacó una moneda de oro reluciente y la acercó a Taylor. -¿Te


gusta?

-¡Suéltame te dije! -Gritó Jereth ignorando la


moneda.

-Supongo que la avaricia tampoco... -Taylor guardó la


moneda.48

Jereth se removió con fuerza pero en la noche su fuerza no era realmente


grande.

-No tienes pinta de orgullo. -Taylor se volvió a acercar a él. -Tampoco de envidia.

Jereth soltó un gruñido y le escupió a Taylor en la


cara.

-Maldito niñato... -Escupió Taylor limpiándose el rostro y tomando del cuello a

Jereth
.

Se pegó completamente a él cogiéndolo del cuello, Jereth soltó un gemido y le


clavó

una mirada de desesperación. Taylor sintió el cuerpo del ángel contraerse al sentir

aquel tacto. Lo soltó del cuello segundos después. Jereth comenzó a


toser.

Taylor lo cogió de las mejillas para obligarlo a verlo. Bajó la vista a la camiseta del

muchacho y tomó el pliegue de la camisa y tiró ligeramente hacia arriba. Jereth


sintió

un escalofrío azotarle toda la columna vertebral y un calor intenso cubrirlo.


Taylor mordió su labio mientras tiraba más de la camiseta del muchacho, la
levantó

lo suficiente para ver el abdomen marcado del


ángel.

-Veo que la pereza tampoco es lo tuyo. -Sobó el abdomen del ángel con la yema
de

los
dedos.

Jereth mordió su labio al soltar un pequeño gemido. Su rostro tomó color al sentir

una pequeña capa de sudor en su frente y su respiración


acelerarse.

-¿Te gusta? -Taylor sobó nuevamente su pecho, el ángel mordió con más fuerza
sus

labios. -¿Te excita que te toque un


demonio?

-Cierra tu asquerosa boca... -Contestó entre dientes el


ángel.

Taylor sonrió divertido y separó sus manos del abdomen del ángel. Lo cogió del
cabello, levantó su rostro y pasó la punta de su lengua de su oído hasta su
hombro.

-Ah... -Gimió el ángel mientras arqueaba su espalda y sentía mil paros


cardiacos.

Taylor soltó una pequeña risa en el oído del ángel, él tragó saliva fuertemente y
cerró

sus
ojos.

-Parece que eres débil a lo carnal... -Susurró Taylor. -¿Quieres


más?

Jereth negó fuertemente con la cabeza y se removió con


fuerza.

-¡Déjame en paz! -Gritó el ángel viéndolo con mala


cara.

Taylor se hizo para atrás y observó de pies a cabeza a Jereth. Las sombras lo
soltaron,

él cayó con fuerza al suelo. Taylor lo cogió de la


barbilla.

-Esto no acaba aquí. -Dijo Taylor


sonriendo.

Jereth le dio un fuerte golpe en el rostro, Taylor se tapó la


cara.

-Serás
bastardo...
Antes de que el demonio le diera otro golpe, el ángel se movió rápidamente y
quedó
detrás del demonio. Le agarró los brazos para evitar que se moviera pero el
demonio

comenzó a moverse de izquierda a derecha para


zafarse.

Después de unos segundos pudo zafarse del agarre de


Jereth.

-No eres libre


aún...

Esto fue lo último que pronunció el demonio antes de desaparecer en una nube

negra. Jereth se dejó caer al suelo con el aliento


corto.

Soltó un quejido cuando sintió su ropa interior apretarse...

-¿Pero
qué...?

Introdujo su mano a los pantalones de pijama para acomodarse la ropa interior,


pero

cayó que el del problema no era la ropa interior, sino su cuerpo. En un fuerte

escalofrío sintió la leve erección que se había producido en


él.

Completamente helado se volvió a meter a la cama ignorando aquella sensación


tan

extraña que había tomado su cuerpo. Cerró sus ojos con fuerza para evitar sentir
el

leve
cosquilleo.
Tanto se forzó a quedarse dormido que después de unos minutos lo
logró.

-Tuvimos suerte de que perdimos al ángel. Tendremos que tener más cuidado
ahora.

-Dijo Yoshua mientras abría la puerta de una pequeña casa oculta en los
bosques.

Parker observó extrañado la pequeña


choza.

-¿Aquí vives? -Preguntó Parker


entrando.

-Sí. -Contestó fríamente Yoshua. -¿Qué esperabas? ¿Una mazmorra? ¿Un castillo

lleno de ratas y armas? ¿Un hoyo en la tierra lúgubre y


frío?

Parker no dijo nada y observó bien el pequeño lugar. Había una pequeña cocina y

un sofá gris, una cama matrimonial en el centro de la pared trasera y unas velas.

Había una pequeña puerta abierta y dentro se veía un retrete y parte de una
bañera.

Parker calculó que aquella mini casa medía lo mismo que una habitación en la

guarida en la que vivía apenas hace unas


horas.

-Es... pequeña... -Dijo Parker mientras observaba el


entorno.
Yoshua guardó sus alas y observó mal a
Parker.

-Si no te gusta puedes dormir afuera. -Sentenció


secamente.

-No gracias... -Parker observó la puerta. -Dentro estaré bien. -Observó la cama. -

Dime por favor que tú dormirás en la cama y yo en el


sofá.

-No tenía intenciones de que durmiéramos juntos. -Contestó


Yoshua.

-Me alegra saber eso... -Susurró


Parker.

Yoshua rodó los ojos y se quitó su saco, lo depositó en una silla que se hallaba
junto

a la cama. Se acomodó las mangas de su camiseta negra y se quitó la


corbata.

-¿Quieres comer algo? -Preguntó Yoshua. -La cocina será toda tuya, yo salgo a
cazar.
Parker observó la pequeña
cocina.

-Por el momento estoy bien... -Dijo mientras se sentaba en el


sofá.

-Bueno
.

Yoshua comenzó a quitarse la camiseta con lentitud botón por botón. Parker
desvió
inmediatamente la mirada y vio por la ventana. Se mantuvo así largos segundos

hasta que finalmente se atrevió a voltear. Yoshua portaba unos simples


pantalones

pero nada cubría su


torso.

-¿Andarás así? -Preguntó Parker. -¿Semi desnudo por toda la


casa?

-Sí, ¿por qué? -Yoshua lo observó


confundido.

-Ya no vives solo... -Parker se cruzó de


brazos.

-¿Y? -Levantó los hombros. -Si ando por la casa desnudo tampoco me
importaría.

Parker sintió un leve rubor en sus mejillas. Yoshua se dio una palmada en la
frente.

-No me digas que acabas de imaginarlo. -Soltó en un


gruñido.

-No... -Mintió Parker.

Yoshua lo observó fijamente y se acercó a paso lento a él. Parker retrocedió pero

terminó cayendo al sofá. Yoshua se colocó a horcajadas sobre


él.

-Ahora que lo pienso... -Comenzó Yoshua. -Tengo muchos planes para que
hagamos

juntos
.
Tomó la blusa negra de Parker y tiró de ella para quitársela de un solo
movimiento.

-¡HEY! -Espetó Parker sintiendo sus mejillas tomar aún más


color.

-Mira nada más esta camiseta. -Yoshua se quitó de él y la aventó. -Debes lavarla,
no

puedes andar
así...
-¿Eh? -Parker observó confundido a
Yoshua.

-Comenzarás lavando la ropa. -Yoshua se fue a sentar a la cama. -No soporto a la

gente que no es pulcra. Después deberé ver qué haremos juntos además de lavar,

limpiar y cazar.

Parker abrió la boca pero nada salió, observó a Yoshua con


confusión.

-¿Qué? -Preguntó el pelinegro. -¿Creías que iba a violarte o algo


así?

-Si te colocas sobre alguien y arrancas su camiseta creo que es lo primero que se
te

viene a la mente. -Se defendió


Parker.

-¿Tan desesperado estás de que te la meta? -Se burló


Yoshua.

-¡¿Qué?! ¡No! -Gritó Parker sintiendo nuevamente el


rubor.
-Entonces deja de creer que voy a violarte o morderte una nalga. -Yoshua rodó los

ojos. -No eres mi tipo Parker, no perderé el tiempo contigo teniendo


sexo.

Parker observó sorprendido y confundido a Yoshua.

-Ahora por favor lava eso mañana. -Yoshua señaló su camiseta. -Te arrancaré
cada

prenda sucia tuya que te vea puesta. No me importa que quedes


desnudo...

Parker puso los ojos en


blanco.

-Vale. -Contestó sonriendo


falsamente.

Yoshua no dijo ni una sola palabra más y apagó las velas de la choza con un

chasquido. Parker se acostó en el sofá viendo el techo y maldiciendo en voz


baja.

"Maldito bastardo del


Sur..."

Se dio la vuelta y cerró los ojos tratando de dormir. Aquel demonio era muy
extraño.

Parker no esperaba que lo violara, bueno, en realidad si lo esperaba pero no


deseaba
que lo hiciera. Debía admitir que lo tomó de sorpresa su respuesta. Para él

"entretenimiento" era aquello, no obligarlo a trabajar de mucama.


1

Pero en fin, cada demonio tenía su propia diversión y Parker no era la


excepción.

Solo quedaba esperar y ver qué


sucedía.

-¿Jereth...
?

Jereth abrió de golpe los ojos, observó a June junto a él viéndolo


preocupada.

-June... -Jereth se
enderezó.

-Lamento haberte despertado. -Dijo June. -Pero no bajabas y creí que algo malo
había

pasado. ¿Todo
bien?

Jereth se frotó la cabeza... quizás todo había sido un


sueño.

-Eh sí, solo estaba muy cansado. -Dijo


él

-Bueno. -June se acercó a la puerta. -Cualquier cosa me


avisas...

-Vale. -Dijo
Jereth.

Cuando June salió, Jereth se volvió a tumbar en la cama. Se frotó los ojos. Lo de

anoche había sido real... ningún sueño podía sentirse así. ¿O


sí?

¡Claro que
no!

Se levantó sintiendo un extraño dolor en todo su cuerpo. Se acercó a su baño a

lavarse la cara para despejarse pero no ayudó mucho, necesitaba un buen baño.
Se

quitó la camiseta y los pantalones quedando solo en la única prenda de ropa

interior.

Entró así a la ducha y abrió la llave, se estremeció al sentir al agua fría chocar con
su

rostro pero se acostumbró después de unos segundos. El agua comenzó a


calentarse.

Cerró los ojos dejando caer el agua caliente ahora en su espalda y vio el
suelo.

"¿Qué pasó en la
noche?”
El baño comenzó a llenarse de vapor pero se mantuvo inmóvil con los ojos
cerrados

y recordando cada detalle. Recordaba el olor... el


tacto...

Lo recordaba tan bien que podía incluso aún oler aquella fragancia tan peculiar del

demonio que lo había tratado de hacer pecar, o lo que sea que hubiese intentado

hacer con
él.

En definitiva el olor era potente...


Jereth frunció la
nariz.

"Demasiado
fuerte..."

Abrió de golpe los ojos cuando escuchó ruidos provenientes de su cuarto, cerró la

llave de golpe. Se colocó rápidamente la camiseta quedando solo en ropa interior


y

la prenda superior. Escuchó la puerta del baño abrirse. Se mantuvo en silencio

incapaz de emitir algún sonido. Escuchó unas


pisadas...

Se tapó la boca esperando que el intruso se


largara.

Hubo largos segundos en silencio, dio un paso hacia adelante para echar un
vistazo

por la puerta de cristal pero sintió a alguien agarrarlo por detrás.

-Sorpresa... bastardo. -Susurró alguien en su


oído.

Jereth ahogó un grito cuando lo estrellaron esta vez en la fría pared de la ducha,
sus

ojos nuevamente cruzaron con aquellos... solo que ahora mostraban su color
natural:

café claro, casi


amarillento.

-T-tú... -Pronunció Jereth a punto de estallar en


cólera.
-¿Te agarré ocupado? -Se burló Taylor. -Qué pena, hubiéramos podido bañarnos

juntos y ahorrar
agua.

Jereth empujó con fuerza a


Taylor.
-Es la última advertencia... si vuelves a tocarme... -Advirtió
Jereth.

-¿Qué? -Interrumpió Taylor sonriendo. -¿Qué


harás?

Jereth volvió a aguantar la respiración al sentir el olor que emitía el demonio

atraerlo, desvió la mirada y tomó una bocanada de aire, pero el olor se volvía más

intenso
.

-¿Qué pasa? -Taylor sonrió. -¿Demasiado


dulce?

Jereth golpeó la pared y le dio la espalda mientras sentía su cuerpo contraerse.


Sintió

a Taylor acercarse ligeramente a


él.

-Mientras más excitados estamos, más irresistibles somos a los


ángeles.

Jereth golpeó nuevamente la pared y salió de la ducha rápidamente tratando de

aguantar el olor. Taylor soltó una carcajada al ver al ángel tambalearse al tratar de

agarrar la toalla y casi caer. Salió de la ducha y se acercó a


Jereth.
-Déjame en paz... -Susurró el ángel cubriendo su
rostro.

Taylor lo cogió del hombro y lo empujó a la salida del baño, Jereth se


tambaleó.

-Estás indefenso... -Taylor volvió a empujarlo. -No puedes resistirte a mí, soy muy

poderoso. -Otro empujón. -No me obligues a usar todo mi poder... -Nuevamente

otro.

-¿Qué quieres de mí? -Espetó el


ángel.

-Te quiero a ti. -Taylor sonrió divertido. -Pero me entretengo jugando un poco con
tu

mente y cuerpo antes de


llevarte.

Jereth trató de golpearlo pero Taylor cogió su mano al


aire.

-Eres tan puro e inocente... -Taylor esbozó una sonrisa. -Será divertido hacerte
pecar.
Jereth trató de zafarse pero ni su propia fuerza en el día podía contra aquel
maldito

demonio de alma negra y grandes


poderes.

-No podrás conmigo, eres muy puro. -Se burló Taylor.

Jereth soltó un quejido de dolor cuando Taylor comenzó a torcer su


mano.
-Ríndete
ángel.

-Jamás.
..

Taylor aventó a Jereth pero él apenas se dejó, Taylor volvió a aventar a Jereth
pero

el ángel apenas dio un paso hacia


atrás.

-Bien... -Taylor sonrió. -Tú me


obligaste...

Jereth observó confundido a Taylor, éste se quedó inmóvil pero pronto se mordió
la

mano haciéndola sangrar. Jereth tapó su boca al sentir sus papilas gustativas
palpitar

rogando aquella sangre tan dulce que salía de la mano de su


oponente.

Taylor sonrió y clavó sus uñas en su cuello para también abrirlo, las gotas de
sangre

comenzaron a brotar, Jereth retrocedió


más.

-Te resistes bien... -Taylor dio unos pasos hacia él. -Debo admitir que me
sorprendes.

-L-lárgate... -Suplicó Jereth con voz ronca tratando de mantener el


control.

-¿No te gusta la fragancia? -Taylor lamió su sangre. -Puedo torturarte


más...
En un segundo Taylor desapareció en la nube de humo negro y apareció detrás de

Jereth. Antes de que el ángel reaccionara, Taylor enterró sus colmillos en el


hombro

del
ángel.

-Ah-ah... -Gimió el ángel cayendo de rodillas al


suelo.

Taylor tornó sus ojos completamente negros al sentir la fragancia desprenderse


del

ángel, un olor tan adictivo como su sangre... Sintió que perdió el control. Sus
manos
cogieron al ángel con una fuerza sobrenatural y lo puso contra el suelo sin

despegarse del hombro y succionando su


sangre.

-¡Suéltame! -Gritó Jereth


golpeándolo.

Taylor soltó un gruñido y colocó su rodilla en la entrepierna del ángel. Ambos se

inmovilizaron al sentir un toque sacudir el cuerpo de ambos. El ángel mordió sus

labios con tanta fuerza que su labio inferior se tornó blanco, Taylor soltó el hombro

del ángel y volvió a su color de ojos café claro. Dirigió la vista a la entrepierna del

muchacho y observó un bulto ir tomando cada vez más forma a través de la ropa

interior.

-Vaya, vaya... -Taylor sonrió. -¿Qué sucede angelito? ¿Te excita que te
muerdan?
Clavó sus colmillos en los brazos del ángel quien soltó un grito de dolor.

Taylor también sintió su intimidad moverse, dejó salir un leve gemido y admiró las

facciones perfectas del ángel y el brillo que emitía su


rostro.

Jereth aprovechó aquel momento de desconcentración del demonio para


empujarlo

pero Taylor logró cogerlo de los brazos así que Jereth acabó encima de él. Sus
mejillas

se tornaron rojas al sentir también la erección del demonio debajo de


él.

-Joder... -Susurró Taylor mordiendo su labio.

Jereth trató de zafarse pero el demonio no lo


dejó.

-Ahora te jodes puro... -Susurró Taylor. -No te dejaré libre esta


vez.

Y antes de que Jereth pudiera reclamar cualquier cosa, ambos desaparecieron en


una

nube negra sin dejar


rastro...

Jereth abrió los ojos junto con un fuerte dolor de


cabeza.

Se encontraba en su habitación con las sábanas revueltas, se levantó de golpe y


observó su ropa: aún tenía el pijama puesto. Observó confundido el entorno, era
de

día. Corrió al baño y vio la ducha intacta y que las cosas seguían en su lugar. Tocó

su hombro: no habían
mordidas.

-¿Pero qué...?
-Comenzó.

¿Lo había
soñado?

Observó el entorno buscando algo pero no había nada, solo unos rasguños en la

cabecera de la cama. Cerró sus ojos con


fuerza.

Lo recordaba, se había peleado en la noche con aquel demonio... pero la escena


de

la ducha, la sangre, la mordida, June nunca fue a despertarlo... Todo aquello había

sido un
sueño.

Se tapó la
boca.

-No... -Susurró. -No... No...


No...

Estuvo en shock viendo la nada durante largo rato. No podía creer que acababa
de

fantasear con un demonio que solo vio diez minutos o menos. ¿Cómo eso era

posible? ¡Era imposible! ¡Nadie tenía un poder tan


grande!

Se frotó los ojos y se levantó de mala gana de la cama. Se vistió y bajó de los

apartamentos sin desayunar, el apetito había desaparecido por


completo.

-Buenos días... -Dijo June riendo. -¿Ya viste la


hora?

-No... -Contestó
Jereth.
-Son las doce. Algo me diste que dormiste mucho. -June
sonrió.

-A-algo... -Balbuceó Jereth aún con la mirada


perdida.

-¿Te sientes bien? -Preguntó


June.

-Sí, solo debo verificar unas cosas. -Jereth soltó un suspiro. -Nos
vemos.

-Cuídate... -Se despidió June no muy


convencida.

Le dio la espalda y salió de los apartamentos, observó la calle unos segundos.


Apretó

sus labios y se dirigió a la cafetería donde trabaja Jennifer. No sabía exactamente


por

qué se dirigía hacia allá pero algo le decía que debía


ir.

Agradeció de corazón seguir su instinto: cuando entró observó a Rose sentada en


la
barra platicando con Jennifer que estaba sirviendo cafés. Jereth entró
delicadamente

y se acercó a
Rose.

-¡Jereth! -Rose sonrió.


-¡Hola!

-Hola, Rose. -Saludó


él.

-¿Ahora me sigues? -Bromeó


Rose.

-No, vine ayer aquí a cenar. -Jereth sonrió y observó a Jennifer. -Buenos
días...

-Buen día. -Contestó ella


seriamente.

-Siéntate. -Rose palpó la silla junta a


ella.

Jereth hizo caso y observó a Jennifer. La chica esbozó una


sonrisa.+

-¿Qué vas a querer? -Preguntó con una falsa sonrisa. -¿Jugo de


manzana?

-Estaré bien con un café ligero. -Jereth le devolvió la misma falsa sonrisa. -Y un
poco

de piña.

-Perdónala. -Rose río. -Mi hermana está obsesionada con las


manzanas.
-Vaya sorpresa. -Contestó Jereth con
sarcasmo.

Jennifer no dijo nada y se dio la vuelta para preparar el café. Rose observó a
Jereth

sonriente, él le devolvió la misma cálida


sonrisa.

-No me has contado mucho de ti... -Dijo


ella.

-Eh... -Jereth pensó en una historia creíble. -Pues vine solo a estudiar y a conocer,
no

tengo padres, solo un mejor amigo pero está


lejos.

-Oh dios... -Rose tapó su boca. -Dios lo siento tanto... n-no debí
preguntar.

-No te preocupes. -Jereth sonrió. -Fue hace tiempo... además... tengo uno...
bueno...

-Pensó en los arcángeles. -Tengo siete tíos.


33

-Oh, vaya. -Rose levantó sus cejas. -¿Y te dejaron


venir?

-La
mayoría...

-Suena interesante. ¿No tienes a nadie más? -Preguntó


Rose.

-No... -Jereth negó con la


cabeza.
-Debe ser difícil para ti. -Rose puso una mirada
triste.

-Un poco. -Jereth sonrió. -Pero mejor cuéntame de ti,


Rose...

-Pues no hay mucho que contar... -Rose suspiró y observó a Jennifer que estaba

hablando con la cocinera. -Papá estaba casado con una mujer llamada Leila, la
mamá

de Jennifer. Pero se divorciaron antes de que Jennifer


naciera.

-¿Y por qué ella no vive con su madre? -Preguntó


Jereth.

-Su madre murió en el parto. -Rose soltó un triste


suspiro.

-Lo lamento... -Dijo


Jereth.
-Mi madre, Juliette, era una gran amiga de mi padre y lo apoyó mucho. -Rose
sonrió.

-Poco a poco se enamoraron y se casaron. Dos años después me


tuvieron.

-¿Qué edad tenía Jennifer cuando naciste? -Preguntó


Jereth.

-Tres, nos llevamos tres años. -Rose


sonrió.

-¿Luego qué pasó? -Se interesó


Jereth.
-Pues... -Rose soltó un suspiro triste. -Mi madre falleció cuando yo cumplí quince.

Eso fue hace tres años. Jennifer ya tenía dieciocho así que fue a estudiar al
extranjero.

-¿Y acaba de volver? -Preguntó Jereth. -Porque si mis cálculos no son malos, tú
tienes

dieciocho y ella veintiuno.+

-Es correcto, pero ella no acabó la universidad, la acabará


aquí.

-¿Por
?

-No lo sé... Nunca nos dijo por qué volvió. -Rose levantó los hombros. -Pero me

alegro de volver a tenerla aquí, la extrañé


mucho.

Jereth observó a Jennifer que estaba esperando la orden con cara de pocos
amigos.

-No tuviste una vida muy fácil... -Comentó Jereth.

-No... Pero trato de mantenerme positiva. -Rose


sonrió.

Jennifer se acercó finalmente con un café, piña y unos hot cakes con nutella. Los
hot

cakes se los dio a Rose con una gran


sonrisa.

-Ten hermanita. -Dijo Jennifer.


-¡Eres la mejor! -Rose le dio un
beso.

-Aquí está lo tuyo. -Jennifer le tendió la piña y el café a


Jereth.

-Gracias... -Contestó él no muy


convencido.
Jennifer le lanzó una sonrisa maliciosa y se fue a la parte trasera de la cafetería
junto

a los baños. Jereth observó a Rose devorar su comida con una enorme cara de

felicidad.

-Esto es la gloria... -Suspiró la


chica.

Jereth le dio un sorbo a su café y comió un trozo de piña. Esperaba encontrar algo

extraño pero todo lucía normal.

Definitivamente algo andaba mal...

Se acabó su fruta mientras escuchaba a Rose platicar acerca de la florería y de


las

cosas que quería comprar cuando tuviera dinero suficiente. Observó de reojo a

Jennifer salir mientras guardaba un collar de plata en su


blusa.

Aquel collar no lo traía


antes...

No dijo nada y acabó de comer junto con Rose. Jennifer se


acercó.
-¿Listo? -Preguntó
ella.

-Sí, estuvo delicioso. -Dijo Rose


sonriente.

-Aquí está la cuenta. -Jennifer les tendió una


hoja.

Jereth observó el precio y mientras sacaba dinero observó a Jennifer fijamente.


Ella

sonreía, tenía una sonrisa


victoriosa.

-Lindo collar. -Dijo Jereth sin aguantar


más.

Jennifer observó su escote y


sonrió.

-Gracias, eres un gran observador. -Contestó


ella.

-¿Para qué sirve? ¿Amuleto de la suerte? -Preguntó Jereth con una falsa
sonrisa.

-No... -Jennifer sonrió de vuelta. -Sirve para algo mucho


mejor.
Jennifer se inclinó un poco para que solo Jereth lo escuchara, Rose estaba
hablando

con la otra
camarera.

-Sirve para llamar a los


nuestros...

Jereth tensó su cuerpo, Jennifer se reincorporó y le sonrió mientras agarraba la

cuenta
.

-Ten un lindo día. -Dijo ella con burla.

Rose se levantó de la silla y observó a


Jereth.

-¿Nos vamos? -Preguntó ella


sonriente.

-Sí... -Dijo
él.

-Nos vemos, Jennie. -Se despidió


Rose.

-Nos vemos, Rose. -Se despidió la otra


chica.

Jereth se levantó y se dio la vuelta junto con Rose para dirigirse a la salida pero la

puerta se abrió en ese preciso instante, dos chicos


entraron.

Rose pasó junto a ellos como si nada pero Jereth al acercarse sintió aquel olor a

sangre y a
dulce.

El chico de cabello negro pasó junto a él tranquilamente, ero el chico de cabello


gris

cruzó miradas con él, se observaron


desafiantes.

Jereth se frenó en seco cuando la imagen de los dos demonios de anoche volver
a su

mente. Uno era pelinegro y otro de cabello gris... Observó a través de su hombro a

los dos chicos


sentarse.

-Jereth... -Lo llamó Rose.


-¿Vienes?

-Sí, lo siento. -Jereth


sonrió.
Jereth avanzó para observó una última vez detrás de él, un escalofrío lo
recorrió.

Jennifer lo observaba desde la barra muy sonriente, los dos chicos también lo

observaban. El de cabello negro se mostraba inexpresivo pero el de cabello gris lo

observaba sonriente al igual que Jennifer.


3

Apretó sus puños y salió de la cafetería de mala gana. Solo eso faltaban... tres

demonios en un mismo lugar...

"Al menos ya sé quiénes


son..."

"Pero ellos ya saben quién


soy"

-¿Los conoces? -Preguntó Rose cuando


salieron.

-No... -Mintió Jereth.


-¿Tú?

-Solo al de cabello gris, al de cabello negro nunca lo había visto. -Comenzaron a

caminar por las calles llenas de


gente.

-¿Quién es el de cabello gris? -Preguntó


Jereth.

-Se llama Parker. -Contestó Rose. -Va a desayunar a la cafetería de vez en


cuando,

pero es la primera vez que no lo veo con su otro


compañero.

-¿Otro compañero? -Preguntó


Rose.

-Sí. Es rubio y tiene ojos azules... Me da miedo. Nunca lo he tratado


realmente.

Jereth se frenó nuevamente y sintió sus intestinos


revolverse.

-¿T-Taylor? -Preguntó Jereth


tartamudeando.

-Sí... ¿Lo conoces? -Rose se frenó también y lo


observó.

-Me lo encontré una vez... -Jereth fingió


reír.
-Oh. -Prosiguieron caminando. -Pues Parker y Taylor siempre andan juntos, pero

esta es la primera vez que veo a Parker con otro. Jamás en mi vida había visto al
de
cabello
negro.

-¿Los has visto varias veces? -Preguntó


Jereth.

-No, a Parker y a Taylor solo los he visto unas cuatro veces. Jamás he realmente

hablado con ellos, solo les digo "buenos días o buenas tardes" y
ya.

Todas las piezas del rompecabezas comenzaron a tomar forma poco a poco.
Ahora

Jereth comprendía mejor la situación y el por qué le habían encargado cuidar a


esa

humana
.

Estaba rodeada de demonios,


literalmente.

-Jennifer se lleva con ellos por lo que veo... -Dijo como última abertura del
tema.

-Con Taylor y Parker, sí. Con el de cabello negro, ni idea. -Rose lo observó
sonriente.

-¿Por qué tanto


interés?

-Pues... no me vendría mal conocer gente nueva... -Dijo Jereth tratando de sonar

tranquilo y creíble con su


respuesta.

-Pues van a tener pronto una reunión, a veces se reúnen los viernes en bares.
-Rose
levantó los hombros. -Jennifer siempre va y hasta donde sé Taylor y Parker
también

van. Puedo preguntarle si puedo ir y vienes conmigo, ¿te


gustaría?

Jereth se quedó en silencio unos segundos. ¿Sería realmente prudente hacer


eso?

-No lo sé...
-Comenzó.

-Será divertido. -Rose sonrió.


-Anda...

"Puede ser la única oportunidad de tener a los tres demonios cerca y analizarlos...
podría

valer la pena, aunque es un gran


riesgo."
"¿Y venir a la tierra no fue también un
riesgo?"

-Vale... -Dijo Jereth


asintiendo.

Rose esbozó una


sonrisa.

-Vale, hablaré con mi hermana en la noche. -Dijo


ella.

Jereth sonrió ampliamente, aunque por dentro sentía que se moría. Iba a entrar a

una jaula de leones, y él, literalmente sería el filete jugoso y


fresco.
-Por cierto... ¿a dónde vamos? -Preguntó Rose cortándolo de sus
pensamientos.

-No lo sé, yo te estoy siguiendo... -Dijo


Jereth.

-Yo te sigo a ti... -Dijo Rose


riendo.

Jereth se unió a la risa de la


pelirroja.

-Pues ya que estamos en el centro de la ciudad podría darte un tour. ¿Te parece?
-

Preguntó
Rose.

-Soy todo tuyo. -Jereth alzó las


manos.

-Vale. -Rose lo agarró de la mano sonriente.


-Sígueme...

Después de casi todo un día de caminata, Rose pudo finalmente llegar a casa.
Soltó

un gran suspiro cuando sintió la fragancia del hogar en sus fosas


nasales.

Dejó su bolsa en la entrada junto con los suéteres, chaquetas o chamarras que
estaban

también colgadas allí. Vio a su papá sentado en la sala con una libreta en mano
anotando varias
cosas.

-¿Checando las ventas? -Preguntó


Rose.

-Sí. -Su padre sonrió. -No vamos tan mal pero podríamos ir
mejor...

Rose le dio un beso a su papá en la mejilla y fue a tomar un vaso de


agua.

-¿Ya volvió Jennifer? -Preguntó


Rose.

-Sí, nena. Hace unos treinta minutos. -Dijo su padre mientras volvía a su
libreta.

-Gracias
papi.

Rose finalizó su vaso con agua y lo colocó encima de la barra. Subió de dos en
dos

las escaleras de la casa para llegar al segundo


piso.

Pese a que era una casa de dos pisos, era en realidad muy pequeña. Era un
pequeño

cuadrado con una cocina abierta, un pequeño comedor y dos sofás con una
pantalla.

Justo al lado había unas escaleras de caracol que llevaban a tres pequeñas

habitaciones y un
baño.
Era pequeña, pero acogedora. Aunque todo estaba un poco
encimado.

Rose llegó al segundo piso y tocó la puerta de madera tres


veces.

-¿Jennifer, estás dentro? -Preguntó


Rose.
Escuchó unas pisadas apuradas y algo caer, escuchó unas risas del otro lado.
Elevó

una ceja, ¿había alguien más con


ella?

Jennifer abrió la puerta con una pequeña sonrisa en la


cara.

-¿Qué pasó, Rose? -Preguntó


ella.

-Venía a preguntarte algo pero otra duda surgió. -Rose río. -¿Con quién
estás?

Jennifer observó a través de su hombro y esbozó una sonrisa, abrió más la puerta

para que Rose pudiera observar el


interior.

-¿Parker? -Preguntó Rose elevando ambas


cejas.

Observó el chico de cabello gris acostado en la cama de Jennifer con un cigarrillo


en

la boca. Observó a Rose con una sonrisa


pícara.
-Hola, Rose. -Saludó Parker con una cínica
sonrisa.

-¿Papá sabe que está aquí? -Susurró


Jennifer.

-No. -Contestó su
hermana.

Rose soltó un
suspiro.

-Tranquila, solo hablábamos de la reunión que haremos la próxima


semana.

-Oh... respecto a eso... -Rose comenzó a jugar con sus


dedos.

-¿Qué pasa? -Preguntó


Jennifer.

Parker se levantó y tiró el cigarrillo por la ventana, se acercó a las


chicas.

-Debo irme. -Dijo Parker. -Me llaman...

-Ve. -Dijo
Jennifer.

Rose observó perpleja a Parker acercarse a la ventana y brincar desde allá. Antes
de

que Rose pudiera decir algo Jennifer la interrumpió.


-¿Y bien? -Su hermana mayor se cruzó de
brazos.
-Quería saber si podía acompañarte a las reuniones. -Rose la observó suplicante.
-

Por favor, por favor, por favor.

-¿Por qué? -Jennifer elevó una ceja. -Digo, solo vamos a bares a jugar y a tomar,
no

es nada de otro
mundo.

-Pues... -Rose suspiró para soltar la verdad. -Quería invitar también a Jereth, le

vendría bien conocer gente


nueva.

-¿Jereth? -Jennifer elevó una


ceja.

-Sí, iríamos ambos. Digo, solo son Taylor, Parker y tú, dos más no haría
daño.

-Pues Yoshua también se


une.

-¿Quién es
Yoshua?

-El chico de cabello negro que venía con


Parker.

-Oh. -Rose asintió. -Entonces...


¿podemos?

Jennifer hizo una


mueca.
-Debería hablar con ellos... te daré respuesta
mañana.

Dicho esto cerró la puerta. Rose se quedó en el pasillo un rato antes de ir


nuevamente

a su cuarto, se tumbó en su cama viendo el techo y observó las flores en su


mesita

de noche. Sobó los pétalos de sus lirios morados que estaban junto a su cama y
soltó

un suspiro.

Mientras tanto, Jennifer estaba en su habitación mordiéndose las uñas y viendo

fijamente su teléfono celular.

¿Debería preguntarles a los chicos? ¿O simplemente decir


no?
Mordió levemente su labio inferior mientras agarraba su teléfono y lo
desbloqueaba.

-Puede sea el peor error de mi vida...


-Susurró.

Pero una vez que pulsó el botón de "llamar", supo que era muy
tarde.

-¿Sí? -Se escuchó del otro lado de la


línea

-Taylor... -Comenzó Jennifer. -Tenemos que


hablar...
-¿Así vas a ir? -Preguntó Yoshua señalando a
Parker.

-No. -Parker rodó los ojos. -Esta es ropa casual, en la noche me cambiaré por el
traje

que me diste con tanto


amor.

Yoshua se mantuvo inexpresivo.

-¿Podrías tratar de ser más emotivo? -Parker lo vio molesto. -Resulta incómodo
verte

sin expresión, si te viera enojado hasta me sentiría


bien.

Yoshua se mantuvo exactamente igual. Apenas movió un


músculo.

-Es un fastidio vivir contigo. -Murmulló Parker. -Solo me pones a lavar, limpiar y

oler sangre. Parezco un perro más que un demonio... vaya que disfrutas
humillarme.

Yoshua rodó los


ojos.

-¿Y qué esperabas que hiciera contigo? A mí me cansa hacer todo el aseo. -Se
cruzó

de
brazos.

-¡Lo que sea menos estar


limpiando!
Yoshua frotó su barbilla suavemente y finalmente hizo una pequeña sonrisa de

lado.

-¿Lo que sea? -Preguntó


Yoshua.

Parker ahora sí lo pensó dos veces antes de responder. Se quedó callado unos

momentos tratando de pensar en una respuesta


parecida.

-Algo más productivo o entretenido que limpiar. -Levantó los hombros.

Yoshua observó la hora en su


reloj.

-Bien... -Yoshua sonrió. -Entonces te pondré a hacer algo más


productivo.

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