General Kim Taekook-1
General Kim Taekook-1
General Kim Taekook-1
No es mi culpa
General Kim
Prólogo93
✦
Maldito viejo, pensaba Jungkook mientras lo miraba con
odio sentado en su sofá de cuero. Lo había encontrado
nuevamente hablando con un chico, ¡pero solo estaban
hablando! El chico le preguntaba donde podía encontrar
una panadería cercana y Jungkook, amablemente, le dio
una dirección.2
Luego, que el chico le haya entregado su número, no era
culpa de él.10
El caso es que su padre se enfureció, y, como nunca antes,
empujó a Jungkook a la casa y le dio la paliza de su vida.
Jungkook aún tenía que sujetarse el estómago porque temía
que en cualquier momento se le cayera.30
Con veinticinco años y aún viviendo con su padre, el castaño
había pensado varias veces en irse; pero al estar
desempleado, y ser gay, era muy difícil que alguien lo
contratase. Al parecer, ser homosexual te incapacita para
trabajar. Sin contar, además, los constantes maltratos de su
padre homofóbico.28
Mientras lavaba los platos, aguantando con todas sus
fuerzas el dolor de su abdomen y el ardor de su cara,
Jungkook suspiraba y pensaba en su madre. No la culpaba
de nada; si Jungkook hubiese estado en su lugar, también se
habría suicidado. Recordaba lo último que le dijo, «Nada de
esto es tu culpa, Kook. Eres maravilloso, seas como
seas», y lo triste de todo eso, es que Jungkook seguía
culpándose. Se culpaba por la muerte de su madre, porque
su padre llegara ebrio todas las noches y lo golpeara hasta
dejarlo en el suelo, sin fuerzas de continuar; se culpaba por
no ser normal, porque no podía enorgullecer a su padre
trayendo una chica a casa y, en su lugar, mirara a su vecino
con ojos de corazón. Y como si no fuera suficiente, se
culpaba, más que todo lo demás, por su existencia.40
— Ya lavé los trastes —habló el castaño a su padre, con un
hilo de voz, apenas pudiendo mantenerse en pie—. ¿Puedo
irme?
Su padre no contestó, pero él no aguantaba más. Se fue
escaleras arriba y se encerró, lanzándose en su cama,
llorando porque él no pidió ser así. Él ni siquiera sabía qué
significaba cuando a los catorce quiso que su compañero de
mesa en el instituto lo besara, cuando a los dieciocho se
enamoró del capitán del equipo de futbol o cuando a los
veinte besó a su compañera de trabajo y no sintió nada.
No era su culpa.118
Pero, aun así, él sentía que todo el universo lo estaba
culpando... Y ese trece de abril, a las siete con treinta y seis
minutos de la noche, cuando una carta llegó a las manos de
su padre, su vida cambió para siempre.
Ingreso
Jungkook bajó del autobús con un suspiro resignado, tomó
su pequeño bolso de mano y se formó con los demás.77
Su padre lo había enviado al ejército, o, más bien, a una
escuela militar en donde le enseñarían a ser más hombre...
Irónico, porque apenas llegó el olor masculino se adentró en
sus fosas nasales como un torbellino, haciéndolo encogerse
y suspirar, y luego mirar alrededor para percatarse de que,
efectivamente, estaba rodeado de hombres. Negó con la
cabeza, suprimiendo sus instintos de querer pavonearse.44
Cuando la columna avanzó y él estaba por dar un paso,
alguien lo empujó por detrás.
—¡Oh! Lo siento, alguien me empujó también —se disculpó
un chico. Jungkook lo estudió: era bajito, demasiado, y
tenía una cara de bebé que no se la quitaba ni siquiera el
pelillo que le estaba creciendo como "barba". Jungkook
hubiese creído que el chico tenía diecisiete años si no
hubiese sido porque al ejército se entraba a partir de los
veinte.28
—No te preocupes —dijo sin subir la mirada, confundido
sobre tratarlo con respeto o no, pues no sabía si era mayor.
—¿Oh? ¿Estás bien? —preguntó él, bajando su carita para
poder observar la de Jungkook. El castaño se encogió más,
buscando de alguna forma volver invisibles los golpes que
había en su cara.1
—Sí —dijo de forma escueta y se giró para continuar con la
fila.
Jungkook odiaba esperar, y más si lo que seguía después de
la espera no iba a gustarle. Suspiró otra vez, observando el
número en la pequeña placa de metal: 625... Quién diría que
ese sería el número que lo condenaría. 2
En otra fila, Jungkook observó a un hombre de cabellos
negros y uniforme subir a una plataforma con un megáfono
en la mano.
—¡Al escuchar su número den un paso al frente! —exclamó
con voz cruda, haciendo que los vellos de su nuca se
crisparan. El castaño detalló cómo, lentamente, se iba
vaciando el lugar. El chico que lo había empujado fue
llamado y Jungkook lo observó, era pequeño, como un
gatito en una jaula de tigres. Sintió el deseo de protegerlo.
Protegerlo como nadie lo había protegido a él.246
Cuando su número fue gritado caminó, dando una mirada
desdeñosa al hombre. Siguió a un oficial, o comandante...
Ni siquiera sabía cómo llamarlos. Apartó la vista e intentó
bajar más la visera de su gorra, buscando cubrir su
magullado rostro. Se la había puesto hace pocos minutos
pues no dejaban de mirarlo, de juzgarlo, de hablar sobre él.
El hombre lo guio hasta otra habitación, un cuarto bastante
pequeño en donde había cuatro literas. Le dijo que esta
sería su habitación, que se preparara pues el general
vendría a conocer a los reclutas. Jungkook tomó la cama del
final: simplemente dejó su bolso sobre la de arriba,
reclamándola como suya; sin embargo, pronto escuchó
pasos y se tensó enseguida, mirando hacia la puerta. El
menudo chico que había 'conocido' antes estaba ahí,
mirando las camas sin percatarse de su presencia.
—Oh —dijo cuando lo vio—. ¡Hola de nuevo! —saludó.
Jungkook no entendía por qué estaba tan feliz.16
— Hola... —respondió y miró alrededor cuando sus otros
compañeros llegaron.
—Soy Jimin. ¿Cómo te llamas? —preguntó sonriente el
chico.13
—Hm, Jungkook —respondió el castaño, dudoso, pero
dejando entrever una sonrisa.
—¿Eres un hyung? Tengo veinticinco.
—Uh, también yo.
—¡Es muy bueno! ¿Puedo llamarte Jungkook-ssi? Ya que no
debo usar el honorífico, espero que seamos amigos —
comentó Jimin con una sonrisa tan cautivadora que
Jungkook se sintió aturdido. El chico sin duda era precioso,
pero no como le gustaban a Jungkook. Jimin era bonito,
tierno, se podría confundir con un niño y era como una
bolita de arroz. A él le gustaban los hombres fornidos, altos
y duros. Desgraciadamente, la mayoría eran heterosexuales,
así que Jungkook los veía como un fruto prohibido. Jimin
tal vez podría ser un muy buen amigo.41
En la formación para conocer al general, observó a sus
compañeros, o a los "reclutas", y automáticamente se sintió
fuera de lugar y desprotegido. El hombre anterior estaba al
lado de una puerta, y se dio cuenta de que lucía
endemoniadamente sexy en ese uniforme. Fue un enorme
error de su padre el enviarlo a un reclutamiento militar,
porque Jungkook estaba un poco encantado.22
Aunque, bueno, cuando las puertas se abrieron y el
aclamado general entro por ellas, Jungkook no volvió a
mirar a otro sujeto en ese lugar. Quedó encandilado por su
porte y elegancia... Y él no pudo apartar la vista. No pudo
mirar a nadie más. 1
Idiota sexy
Que cómodo lugar, fue el primer pensamiento que pasó por
la mente de Jungkook, quien se acomodó mejor en aquel
mueble tan acolchado, girando la cabeza para taparse de la
molesta luz. Un carraspeo lo hizo volver a la realidad.1
Abrió los ojos rápido, viendo puntitos blancos dispersarse
por toda su vista como si fueran gusanos, y sintió una
punzada justo en el centro de su frente que lo hizo quejarse,
además de sentir un ardor en su ceja izquierda. Frunció el
ceño mientras suspiraba e intentó recomponerse,
sentándose lento, cuando su vista se topó con la del general
Kim, quien lo observaba con los brazos cruzados a la altura
del pecho. Jungkook quería ignorar la forma en la que los
músculos de sus bíceps se tensaban, pero de alguna forma
terminó posando su vista ahí más tiempo del debido.7
—Vaya, por un momento pensé que no despertarías —
increpó él con su voz arrogante. Jungkook frunció el ceño.
—¿Qué me pasó? —preguntó reincorporándose y
sentándose bien en el sillón.
—Te desmayaste en el entrenamiento mano a mano —le
contó el general, observando de soslayo cómo Jungkook
masajeaba sus sienes.
—¿Tan fuerte me golpearon?
— Sí, pero no te desmayaste por eso. Estabas débil. —El
general dejó los papeles que estaba revisando a un lado y
comenzó a jugar con una moneda de plata, girándola entre
sus largos dedos. Estudiaba a Jungkook con los ojos
entornados, buscando navegar en aquella mirada cansada.
—No estaba débil —refuta Jungkook, simplemente
queriendo discutir.
—Me parece impresionante que un abusivo no sepa
defenderse. ¿Acaso atacabas a los más débiles porque sabías
que ellos no podrían defenderse?
La sangre del castaño hirvió y si no fuera porque se sentía
tan ido, se hubiera levantado y hubiera abofeteado la cara
de ese idiota. Pero eso le provocaría una sanción, así que
simplemente optó, por décima vez, desde que llegó a ese
lugar, decir:
—No soy un abusivo.
—¿Entonces quién hizo los golpes en tu cara? —cuestionó
alzando la ceja. Idiota sexy, idiota sexy.5
—Eso no es algo que a usted deba importarle. Está aquí
para volverme un militar, no para saber sobre mi vida fuera
de aquí —dijo insolente. Taehyung expandió las fosas de su
nariz con rabia al inhalar, controlándose a sí mismo.7
—Me sorprenden tus agallas para hablarle así a un general
—remarcó, y Jungkook sonrió altivo.3
—Me sorprende su capacidad para sacar conclusiones
precipitadas. —Taehyung lamió su labio inferior e,
inconscientemente, Jungkook siguió el movimiento de
aquel húmedo músculo. Sintió los vellos de su nuca
crisparse y maldijo interiormente.30
Maldición. ¿Por qué el general tenía que ser tan caliente?
No podía concentrarse insultándolo cuando hacía esas
cosas. Además, el hombre era justamente su tipo: grande,
imbécil y, posiblemente, heterosexual.22
Taehyung se levantó del escritorio y se acercó a Jungkook,
quien tragó saliva ante la fuerte presencia. Subió la mirada,
ya que él seguía sentado, y se topó con los ojos marrones del
general; sus pupilas dilatadas y brillantes como dos luceros.
Él se inclinó hacia Jungkook y, con su mano fuerte, tomó su
quijada. Jungkook tuvo un estremecimiento casi
imperceptible.5
—No toleraré insolencias, y mucho menos en mi oficina —
aclaró. El cálido aliento olor a menta y café llegó a la nariz
de Jungkook y su boca se entreabrió, como si su cuerpo
aceptara todo lo que Taehyung le hiciese y cayera en una
sumisión que él ni siquiera había aceptado.2
—Entonces no me haga ser un insolente —replicó, sin
querer dar su brazo a torcer.28
Y, mientras la tensión aumentaba, afuera de la oficina se
encontraba un menudo rubio, sentado en el piso con sus
brazos sobre sus rodillas, esperando nervioso a un castaño
que estaba bastante ocupado. Suspiró ladeando la cabeza
ante el dolor de su cuello.5
—Ah... ¿Por qué él está tardando tanto? —se preguntó a sí
mismo en voz alta.
—¿Qué estás haciendo ahí? —interrogó la voz grave del
oficial Min, provocando que se levantase enseguida y se
pusiera recto.
—Ah, eh... Yo estoy esperando a Jungkook, ¿el chico que se
desmayó? Aún no sale y estoy preocupándome, oficial Min
—respondió ajetreado, sintiéndose nervioso por cómo tratar
al oficial. ¿Debería ser respetuoso incluso fuera del campo?
Decidió serlo por si las dudas.
—¿Aún no sale? —preguntó el oficial y Jimin negó. Sus
mejillas aún estaban rojas y sucias por el ejercicio y tenía
sus manitos llenas de raspones.6
Yoongi tocó la puerta dos veces, lo suficiente para avisar a
Taehyung de su presencia, y pasaron al menos diez minutos
hasta que este abrió, con Jungkook a su lado, luciendo
incluso más pálido de lo normal. Jimin lo vio y abrió los
ojos con preocupación, acercándose a él.
—¿Estás bien? —consulta, y Jungkook simplemente asiente,
lanzando una mirada de rabia hacia el general y a la gorra
que tenía en su mano. El muy maldito dijo que ni siquiera
se la devolvería porque "un abusador no esconde su cara".
Jungkook realmente quería abofetear su sexy y fruncido
rostro.
—¿Está bien él? —preguntó Yoongi a Taehyung, una vez los
dos reclutas se marcharon.
—Está perfectamente si tiene fuerzas para insultarme —
respondió y Yoongi negó.2
—Estaba bastante pálido. ¿Siquiera lo revisaron en la
enfermería? —interrogó de nuevo. Taehyung bufó con
fastidio.
—No lo sé. No creo que sea nada del otro mundo, de todas
formas.26
—Como sea, es tu responsabilidad —arremetió Yoongi antes
de marcharse.
Lo sabía. Era su jodida responsabilidad cada uno de esos
reclutas. Lo sabía, maldición.
Pero él simplemente quería mantenerse lo más alejado
posible de aquella cara. Era una jodida amenaza.
Por favor, detente
Pesadillas
Era como... estar consciente de todo lo que estaba pasando,
pero a la vez sentir que flotabas.1
Así se sentía Jungkook en ese momento.
Los medicamentos que había estado tomando en toda la
semana lo dejaban flotando en una nebulosa, y el general
había sido bastante claro con su orden.7
—Estás aquí para entrenar, si no puedes hacer eso, al
menos acata mis órdenes —había dicho aquel día en que
Jimin lo encontró y el oficial le ordenó (por un demonio,
cómo le gustaba mandar) que lo llevara a la habitación que
compartía con Jungkook. El rubio ni corto ni perezoso lo
llevó e incluso los dejó solos, y Jungkook estaba lo
suficientemente adormecido como para divagar sobre las
cosas que podrían pasar en esa habitación.
Así que simplemente dijo: —General Kim, estoy
comenzando a pensar que tiene un fetiche con ordenarme a
hacer cosas.29
Había tanto silencio, que Jungkook creyó escuchar cómo el
general tragó pesado y suspiró.
—En dos semanas estarás bien, si no, te regresarás a tu
casa —demandó, y entonces Jungkook sintió un temblor.1
—No, por favor. No quiero volver ahí —lloriqueó y se
removió en las sábanas. Taehyung frunció el ceño—.
Prefiero que me golpeen aquí, al menos habrá alguien para
defenderme. Va a defenderme, ¿verdad, general?66
Jungkook no tenía idea de lo que decía, y cuando despertó
la madrugada siguiente por pesadillas, deseó que el general
Kim olvidara todo lo que le dijo. Pero fue en vano, porque
ahora el general estaba muy atento a sus movimientos.
Ah, Jungkook no había tenido pesadillas tan horribles desde
aquella vez que vio a su madre en el piso del baño.
Se sentó en la cama, todo estaba silencioso. Jungkook
calculaba que eran menos de las cuatro de la mañana.
Suspiró y se puso sus zapatos dispuesto a salir, porque,
como siempre luego de las pesadillas, él nunca podía volver
a dormir. Abrió la puerta de la habitación sin despertar a
Jimin y caminó si rumbo alguno.
Divagaba en sus pensamientos: el cómo hubiese sido su vida
si le hubiesen tocado otros padres, si él no se hubiese
sentido atraído por otros hombres, si él tuviese un padre
que lo amara. Se encontró en el área de entrenamiento,
donde había un montón de sacos de boxeo alineados justo
encima de una colchoneta para ejercicios. Se colocó frente a
uno, simplemente mirando.
Marica.73 Idiota.
Imbécil.
Jungkook le dio un golpe al saco; un ardor se asentó en sus
nudillos.
Nunca pedí un hijo marica.20
Eres escoria.
Te mataría si pudiera.74
Otro golpe, el saco se movió solo unos centímetros.
¿Es lo que te gusta? ¿Una buena polla para chupar?
Golpeó de nuevo, esta vez con dos manos, y golpeó otra vez.
Golpeó cientos de veces, imaginando que era el cuerpo de
todas las personas que lo habían lastimado, sin darse cuenta
de que estaba llorando. Más tarde sintió las lágrimas correr
por sus mejillas, pero eso no lo detuvo. Siguió golpeando el
saco con todas sus fuerzas hasta que dejó manchas de
sangre en el cuero.
Entonces lo abrazó.115
Lo abrazó y se deslizó hacia abajo, cayendo en el piso
acolchado, y lloró, lloró sobre el saco que había estado
golpeando. Sus brazos apretándolo con tanta fuerza que sus
nudillos ensangrentados se tornaron blancos. Lloró como
nunca había llorado antes, porque estaba cansad; se sentía
exhausto, sin fuerzas.4
Lloró sin darse cuenta de que el general había estado
parado unos metros atrás desde hacía un rato y que lo había
visto desde antes de que se quebrara.
Entonces simplemente regresó a su oficina y le dejó un
mensaje grabado al oficial Min Yoongi.+
—Necesito que investigues a Jeon Jungkook.
Mofletes
Hay muchas cosas que Yoongi podía hacer.
Yoongi podía disparar en el cráneo de una persona a varios
metros de distancia, podía hackear cámaras y servidores de
las redes más difíciles, podía ganar en un combate mano a
mano con quien sea que se le pusiera en frente, podía
investigar y dar con el paradero de alguien que se hacía
perdido.5
Pero Yoongi absolutamente no podía mirar a Jimin ser
golpeado y no hacer nada al respecto.55
Él tenía órdenes, maldición; claro que tenía órdenes.
"Entrenar a los reclutas", eso es todo lo que debía hacer.
Pero ¿quién en el infierno reclutaba a un niño? Jimin era un
niño, tuviera la edad que tuviera. Su cuerpecito se sacudía
aunque el chico con quien estaba combatiendo era igual en
tamaño y peso. Había esquivado y devuelto golpes, claro
que sí, pero Yoongi ni siquiera podía ver cómo sus nudillos
se tornaban rojos.
Él no era un hombre blando, pero Jimin era como un gato
en una manada de tigres hambrientos.
Justo como él años atrás.80
Observó cómo el chico con quien Jimin combatía daba un
paso hacia adelante y dejaba un golpe leve en la ceja de
Jimin, quien sacudió la cabeza e intentó devolverlo. Era
persistente, y Yoongi apreciaba eso.
Sin embargo, definitivamente no apreció que el chiquillo
golpeara a Jimin tan fuerte que lo hiciera caer de espaldas.
—Muy bien, suficiente —interceptó Yoongi, acercándose a la
colchoneta con la barbilla en alto, intimidante—. Creo que
ya has demostrado que puedes patear culos más pequeños
que el tuyo, puedes retirarte. —El pelinegro se retiró con
una reverencia, sin siquiera lanzarle una mirada al rubio en
el suelo. 1
—Lo siento, oficial. Lo haré mejor la próxima vez —dijo
Jimin, levantándose y sacudiendo sus manitas
lastimadas.13
—Ve a la enfermería a que limpien esa herida —le sugirió y
Jimin asintió para luego retirarse con el oficial pisando sus
talones.
Al llegar, Seokjin no se esperaba que uno de los reclutas
llegara acompañado del oficial. Eso no ocurría a menos que
este estuviera muy malherido, y, a simple vista, el pequeño
rubio se veía bien.
—¿Qué ocurre? —preguntó el mayor.
—Tiene un corte en la ceja que necesita atención. Iré a
hablar con Kim. —Yoongi escapó de ahí antes de que la
mirada acusadora de Seokjin impactara en él. No era su
culpa preocuparse.9
[...]
Tocó la puerta de la oficina del general, quien con un
"adelante" bastante tenso le indicó a Yoongi que no estaba
contento. Taehyung estaba revisando unos papeles
minuciosamente, su ceño estaba fruncido con pesadez y
suspiraba cada vez que podía.
Yoongi carraspeó. —Tengo la información que me pediste —
dijo, y eso bastó para que el general apartara la vista de los
papeles y la fijara en Yoongi, cabeceando para instarlo a
continuar—. Veinticinco años, hijo único. Nacido en Daegu
y de una familia pequeña. Madre fallecida, ningún otro
familiar además de su padre. No tiene licencia ni currículo.
Ni siquiera tiene título universitario, lo que me dice que
probablemente no completó la universidad.
—¿Vive con su padre? —cuestionó el general.
—A juzgar porque tampoco tiene ninguna tarjeta de
empleado, ni currículo, supongo que sí. Vive con su padre.
El general suspiró y se estiró en el respaldar de su silla.
—¿Antecedentes penales?
—¿Del padre o de Jungkook?
—Ambos.
—El padre fue puesto en prisión dos veces por abuso
doméstico y robo de bebidas alcohólicas. —Eso llamó la
atención del general.
—¿Abuso doméstico?
—Um, los vecinos dicen que él golpeaba a su esposa.
Taehyung se rascó la barbilla pensativo. Recordó lo que
Jungkook balbuceaba cuando estaba drogado por los
medicamentos. Si el hombre tiene antecedentes, entonces
no es un buen tipo. Si golpeaba a su esposa, y su esposa
falleció...
Entonces él golpeaba a Jungkook.
Por eso los golpes el día del reclutamiento. Jungkook no era
un abusivo, abusaban de él. Taehyung casi quiso estrellar su
cabeza contra la mesa por ser tan ciego. A ese paso, con
tantas cosas que tenía en la cabeza, no iba a poder pensar
correctamente nunca más.7
Kim pasó las manos por su cara y suspiró. —Necesito que
llames a Jeon, quiero hablar con él.
Yoongi asintió y se retiró. Llamaría a Jeon, pero primero
debía asegurarse de que el pequeño rubio estuviera bien. 10
Cortó el camino hacia la enfermería, pero, en lugar de
encontrar al rubio, solo halló a Seokjin sentado,
organizando unas carpetas.
—Se fue —avisó SeokJin, sorprendiendo a Yoongi, quien
intentó disimular su desconcierto.
—¿Se fue quién? Vengo aquí por ti. —SeokJin rio y acomodó
sus gafas redondas.
—Claro. Mañana es martes, significa que el general saldrá a
combate y tú estarás a cargo. Por favor, Yoongi. Procura que
no vengan más de diez reclutas a la enfermería.
—No te prometo nada —respondió Yoongi inquieto.
SeokJin lo escrutó bajo los cristales de sus lentes—. ¿Qué?
—preguntó tras sentir que lo analizaban.
—Él te gusta, ¿no es así? —Seokjin, con una sosa sonrisa,
preguntó. Yoongi rio.5
—No.1
—Ah, vamos, Yoongi. Hace años que saliste del armario y
todos te aceptamos. Creo que deberías comenzar a buscar
un buen hombre para ti. Mofletes es lindo y se nota que
quieres protegerlo como un niño protegería su juguete
favorito.4
Yoongi enrojeció y acomodó su uniforme.50
Mofletes.59
—Cierra la boca, Seokjin. —Y sin más, salió de ahí, dejando
a un sonriente y socarrón pelinegro. 1
[...]
Jungkook estaba exhausto, más de lo normal. Después de la
práctica con las armas se sentía aturdido. Los audífonos de
protección no le sirvieron de nada, porque sus oídos
zumbaban con molestia. Tocó dos veces la puerta con sus
nudillos lastimados por los golpes de la noche anterior.
—¿Qué quiere? —preguntó al general una vez dentro.
Jungkook no respetaba al general, y no estaba muy
entusiasmado por hacerlo.
—Siéntate —le ordenó el general y el castaño lo hizo a
regañadientes. Puso sus manos lastimadas sobre el
escritorio. Taehyung las observó y apretó la mandíbula.
Podría simplemente llevarlo a enfermería, pero él
necesitaba hablar con Jeon. Suspiró y se levantó, tomando
vendas y un líquido que Seokjin utilizaba para limpiar sus
heridas.
—¿Qué estás...?
—Cállate —ordenó y se sentó al lado de Jungkook. Tomó sus
manos y comenzó a limpiar las heridas.4
—Que romántico, general. Limpiando mis heridas en lugar
de enviarme a la enfermería... ¿Debería agradecerle? —
replicó Jungkook con sorna, haciendo a Taehyung apretar el
algodón—. ¡Auch! —chilló.9
—Cierra la boca por una vez en tu vida. Necesito hablar
contigo —dijo el general y Jungkook lo observó. —
¿Necesita?
Catástrofe
Jungkook golpeó el saco de boxeo una vez más. Las gotas de
sudor caían por su frente y mojaban las puntas de su cabello
castaño. Movió su cuello y volvió a golpear hasta que el
montículo de color oscuro se balanceó hacia atrás. Sonrió
satisfecho, mirando sus nudillos intactos, sin marcas
rojizas. Las cicatrices de las cortadas anteriores seguían
dejando un rastro blanco, pero no podía importarle menos.
Regreso
General Kim
Parte dos: Nuevo comienzo212
Sentirse libre
[El contenido a continuación es sensible. Leer bajo
discreción.]
Perdonar y continuar
Taehyung entró al departamento cerrando la puerta con el
pie. Levantó la vista de los papeles que estaba revisando y
miró la casa iluminada. Había un olor a incienso que le
resultaba de lo más agradable, sonrió y se quitó los zapatos,
caminando por la alfombra que hace poco habían
comprado.
✦
Jungkook sacudió sus manos mientras acomodaba la
temperatura del horno. Sonriendo satisfecho procedió a
quitarse el delantal de cocina que Taehyung había traído
para él. Graciosamente decía "el cocinero más sexy". No
pudo estar más a gusto.
Sintió las pisadas de Taehyung bajar las escaleras hasta
llegar donde él. Le sonrió con ternura cuando se colocó
frente a él y dejó un beso en su frente. Era el día antes de fin
de año y Taehyung estuvo bastante entusiasta por el hecho
de que era su cumpleaños. Le llevó la comida a la cama
(aunque Jungkook sabía de antemano que el azabache no
era para nada un buen cocinero) y le dijo cada vez que tuvo
oportunidad que lo amaba y que estaba agradecido de su
nacimiento.17
El día de Navidad, Taehyung lo llevó a un elegante
restaurante y platicaron de muchas cosas. Taehyung le
habló de su familia y de que algunos bravucones lo
molestaban en la escuela. Por su parte, Jungkook le
comentó lo mucho que adoraba las clases en la universidad,
lo entretenido que se sentía al aprender sobre algo que le
gustaba. Ese día, Taehyung le dijo que tenía una sorpresa
para su cumpleaños. Era un intercambio de regalos entre
todos sus amigos. Taehyung se veía bastante entusiasmado
con que Jungkook los conociera.
Así que Jungkook (con algunas quejas de Taehyung sobre
que no debía hacer nada porque era el cumpleañero) se
preparó con su gracioso delantal a cocinar bastantes cosas
para comer, sabiendo que en su relación él era el de las
dotes culinarias.
—Huele delicioso —halagó Taehyung, abrazando al castaño
por la cintura. Jungkook sonrió con suficiencia, casi
palmeándose a sí mismo la espalda.
—Es que me bañé —bromeó y Taehyung rio de forma
ronca.2
—Dicen que si algo huele delicioso es porque sabe igual.
¿Comprobamos la teoría? —sugirió el azabache con voz
coqueta, haciendo que el menor se sonrojara y lo golpeara
suave y de forma juguetona en el brazo.28
—Ellos van a llegar en cualquier momento —negó y
Taehyung ensanchó su sonrisa, que frecuentemente nunca
se iba de su rostro.
—Tenemos tiempo —dijo y alzó a Jungkook, haciendo que
este por inercia enganchara las piernas en las caderas del
general, indicándole que apagara el horno porque de lo
contrario se quemaría la comida.
Y claro que supieron aprovechar el tiempo.228
Al menos una hora después, Jungkook seguía en el baño,
arreglándose para únicamente recibir a los amigos de su
pareja. Taehyung, quien estaba estirado en la cama
totalmente vestido, gimió con fastidio.
—Vamos, Jungkook, no es necesario arreglarte tanto —
comentó y Jungkook bufó.
—Guarda silencio —exigió. Taehyung rio.1
—Estás hermoso incluso con una bolsa de basura como
vestimenta. ¿Podemos bajar ya? Los chicos llegarán en
cualquier...12
El timbre sonando dos veces lo interrumpió.
—... momento —terminó y sonrió burlón cuando Jungkook
salió apresurado del baño, metiendo mechones de su corto
cabello por detrás de sus orejas en un acto de nerviosismo—
. Eh, eh —lo llamó—, estás precioso, y si yo ya te amo, ellos
te amarán también —afirmó, besando los labios sabor a
fresa de Jungkook. Le enternecía lo preocupado que estaba
por caerle bien a sus amigos.
En cuanto abrieron la puerta de la entrada, un pequeño
rubio chilló y se abalanzó hacia Jungkook, adelantándose a
los demás, y lo sujetó riendo con felicidad. Taehyung sonrió,
dejando entrar a Yoongi y a Seokjin.
—¡Feliz cumpleaños a ti, Jungkook-ssi! —exclamó Jimin con
euforia mientras besaba la mejilla de Jungkook.
—Hola amigo —saludó Yoongi y Taehyung le devolvió el
saludo.1
Jimin sonrió con vergüenza y saludó a Taehyung,
disculpándose por sus modales. Yoongi sonrió con ternura
porque, maldición, era tan precioso.1
Jimin tomó la bandeja que Yoongi cargaba y se la entregó a
Jungkook.
—Para no venir con las manos vacías, hice un pastel.
—¿Hiciste? —preguntó Yoongi.15
—Bueno, mi abuela hizo un pastel, pero yo ayudé —corrigió
Jimin con un sonrojo en sus mejillas que ya se veía como
algo natural. Yoongi sonrió y tomó su mano cuando el rubio
se sentó a su lado.
—No te hubieras molestado, Minie, pero gracias. Lo pondré
en la cocina —habló Kook, lanzando una sonrisa a Seokjin
como saludo.
Al rato llegaron los demás amigos de Taehyung. Namjoon,
el doctor que ayudó con las medicinas de Jungkook cuando
estaba en su estado anímico, y Hoseok, un compañero de
universidad al que le había tomado mucho cariño, junto a
su esposa, una mujer alta y delgada, con cabello negro como
la noche.14
—Es un gusto por fin conocerte —dijo Hoseok, estrechando
la mano de Jungkook—. Taehyung no deja de hablar de ti —
comentó con burla y el nombrado carraspeó avergonzado.
La noche se basó en historias trilladas sobre distintos
temas; de la guerra, los tiempos en la escuela e incluso
hubieron algunas pullitas de burla hacia Yoongi, que por fin
había sentado cabeza con alguien.37
Hasta que el intercambio de regalos inició. Había varios
regalos bajo el maravilloso árbol de Navidad, y Jungkook
sonrió cuando Jimin tomó una caja forrada de un tamaño
mediano y le devolvió la sonrisa.
—Bueno, estaba asustado de que me tocara alguien como,
no lo sé... Namjoon, porque yo... no lo conozco. Lo siento. —
Jimin sonrió avergonzado y todos rieron—. Pero por suerte
este regalo va dirigido a alguien muy especial —añadió y
sonrió mirando a todos en la habitación—. Yoongi —dijo y el
nombrado frunció el ceño.
—¿Qué? Pero si me dijiste que había sido Jungkook —dijo
confundido y Jimin se encogió de hombros.3
—Bueno, te engañé —se burló y Yoongi rio, tomando el
regalo y dejando un beso en los labios de Jimin. Lo abrió y
sacó del interior una pulcra chaqueta de cuero negro.
Namjoon silbó.
—Volvió el Yoongi de la universidad, amigos —bromeó y
Yoongi rio, besando de nuevo los esponjosos labios de su
novio, quien estaba bastante avergonzado por el afecto en
público.2
El regalo de Yoongi fue dirigido a Taehyung, y lo que en un
principio comenzó siendo una caja de condones que
hicieron sonrojar a Jungkook hasta las puntas de las orejas,
terminó con una foto enmarcada, de Taehyung y Jungkook,
un día que fueron a acampar los cuatro juntos. Jungkook
estaba mirando el cielo estrellado con fascinación y
Taehyung lo estaba viendo a él de la misma manera. El
azabache sonrió, abrazando al mayor y tomando la mano de
Jungkook con cariño.4
El regalo de Taehyung fue para Jimin: un bonito suéter de
lana de color azul cielo. Namjoon le regaló a Jungkook
lencería "sexy" que lo hizo sonrojar.40
—Para el cumpleaños de Taehyung —sugirió con un guiño
burlón. Seokjin lo golpeó en la nuca, seguido de Taehyung,
pero la mirada que le lanzó a Jungkook lo calentó más que
la chimenea.
Al final, Jungkook le dio a Seokjin un suéter rosa (Taehyung
le dijo que él los amaba). Seokjin le regaló a Hoseok, quien
terminó regalándole a su esposa, quien a su vez le regaló a
Namjoon un suspensorio.4
—Já —se burló Taehyung—, para tu cumpleaños.26
Antes de medianoche todos entonaron de forma bastante
desafinada y burlona la canción de cumpleaños para
Jungkook, quien terminó riendo tanto que Taehyung tuvo
que darle un pañuelo para sus lágrimas.
La cuenta regresiva comenzó y Taehyung abrazó a
Jungkook.
—Es el fin de este año —comenzó— y estoy muy feliz de
comenzar el que sigue contigo.
Caminaron hasta la pequeña terraza, queriendo un tiempo
para ellos. Taehyung se puso frente a Jungkook y lo miró a
los ojos.
—Tengo un regalo más para ti —avisó y Jungkook sonrió
con el ceño fruncido. El azabache sacó una cajita de
terciopelo de su bolsillo trasero y Jungkook sintió su
garganta cerrarse.4
—T-Taehyung, ¿qué...?
—Sé que no podemos casarnos —aclaró, abriendo la cajita y
revelando dos anillos de plata—. Son significativos. —
Tomó uno y lo colocó en el dedo de Jungkook, quien dejó
escapar algunas lágrimas traicioneras—. Es para
demostrarte a ti y al resto del mundo que mi amor es
grande, más grande que cualquier barrera que nos ponga el
universo. —Jungkook sorbió por su nariz—. Con este anillo,
Jeon Jungkook, te demuestro lo mucho que te amo —dijo—
y te seguiré amando, hasta que la muerte nos separe.34
Juntó sus labios en aquel toque explosivo y cargado de
sentimientos justo en el momento en el que dentro de la
casa se escuchó un fuerte "Feliz año nuevo" y los fuegos
artificiales colorearon el cielo. Ambos se perdieron en el
momento tan surrealista y mágico. 1
Jungkook sintió la suavidad de los labios de Taehyung sobre
los de él, como el toque de una pluma, y sonrió en cuanto se
separaron solo por unos centímetros. Sus respiraciones
mezclándose, el brillo coloreado en los ojos de Jungkook
cautivó a Taehyung.+
—Por un año nuevo, juntos —dijo en un susurro.
Jungkook sonrió, negando.
—Por esta historia, nuestra historia... —Juntó sus frentes—
... que apenas está empezando.
1
.
.
.
FIN
Para Jungkook
Sé que, probablemente, cuando veas el remitente de esta
carta decidas arrojarla al fuego sin siquiera leerla, pero en
caso de que no sea así, me gustaría que la leyeras con
detenimiento. 6
Crecí junto a una familia conservadora. Todo lo que ellos
veían mal, lo tachaban de horrible y merecía un castigo.
Con ese pensamiento crecí. Cuando me casé con tu madre,
yo no lo hice por amor. Estaba tan desesperado de
simplemente salir de ese lugar, que me casé con ella para
tener una excusa para irme de la casa. De irme con mi
nueva "familia".7
Toda la ira y frustración que sentía por vivir en un hogar
lleno de críticas y odio la liberaba con tu madre. Comenzó
con pequeñas discusiones sobre temas simples, luego
recurrí a la bebida, que era literalmente un impulso para
saltar la barrera que ambos nos habíamos puesto. La
primera vez que la golpeé, ella estaba embarazada de ti.
Yo no tenía idea de eso. Me enteré una semana después,
cuando encontré la prueba de embarazo en la basura del
baño.
Creí que mi vida se había arruinado, no estaba listo para
criar a un niño. Nunca tuve un buen padre de ejemplo. Le
sugerí varias veces que abortara, incluso la amenacé con
hacerle un aborto yo mismo. Pero ella seguía negándose,
sin importar las amenazas. Finalmente, naciste tú. Me
perdí tu nacimiento por estar apostando en un bar a las
afueras de Daegu. Tu tía fue quien me avisó, al menos
cuatro semanas después, que tú estabas sano.1
Cuando te vi por primera vez, sentí algo que nunca en la
vida había sentido.
Amor.126
Me dije que sería un mejor padre de lo que fue el mío, que
lo intentaría, que formaría la familia que siempre desee, la
familia que veía en las revistas para el hogar, la familia de
los vecinos. Le prometí a tu madre que lo haríamos bien
por ti.
Como te diste cuenta, no funcionó.31
Todo empeoró cuando comenzaste a crecer y actuar raro
con otros chicos. La homosexualidad era el peor fenómeno
en mi familia y era castigada de la peor forma. No podía
permitir que mi único hijo fuera un maricón, no podía
permitirlo. Cuando tu madre te daba alas, te decía que te
amaba como eras y que estaba bien lo que quisieras ser, yo
enfurecí y recurrí al alcohol como medio de bloqueo a los
problemas y desahogo.
Pero el alcohol actúa diferente en cada persona. En mí, me
hace romper barreras y recurrir a la violencia como medio
de defensa contra los problemas. Tu madre aguantaba los
golpes, pero, eventualmente, se cansó y decidió acabar con
su vida en aquel cuarto de baño.
No fui a su funeral.41
Te preguntarás: ¿A qué quiero llegar con todo esto?
Aquella vez que fuiste a casa luego de haberte alejado con
aquel general que se convirtió en tu pareja, creí que ibas a
odiarme, a escupirme, o que ibas a dejar que ese chico me
asesinara. Pero me sorprendí cuando lo único que recibí de
ti fue un '"te perdono, papá", e incluso dejaste tu teléfono
por si ocurría algo.
Quise llamarte, muchas veces, son incontables; pero el
orgullo siempre me ganaba y terminaba arrojando el
papel a algún rincón de aquella casa.
Esperaba tu rencor, Jungkook. Lo esperaba tanto,
esperaba tu odio. Que cada vez que te dijeran mi nombre
sintieras ganas de vomitar o golpear algo, pero lo que
recibí fue compasión y perdón.1
El día que regresaste del reclutamiento había bebido una
botella, esperando que al fin llegara la hora de que mis
riñones colapsaran y te dieran, tanto a ti como a mí, un
descanso.
Pero ,Jungkook, nunca, ni en mis peores pesadillas, te
imaginé a ti, pálido y sin vida en una bañera.
No a ti.
No a mi bebé, al bebé que tanto lastimé.223
Te dejé ir, porque quería morir también.14
Porque personas como yo no merecen nada más que la
muerte.89
Pero quería hacer algo, Jungkook, para que mi alma
descansara en paz. Necesitaba pedirte perdón, por todo lo
que te he hecho, por los traumas que te he causado y por
no estar cuando necesitabas a alguien.
Te vi, cuando recibiste tu título de psicólogo.97
Estaba en los asientos del fondo. La gente me confundía
con un vagabundo, pero no podía perderme aquel día.
Verte triunfar después de todo me hizo sentir bien, me hizo
saber que al menos moriré sabiendo que seguiste adelante
y no te abatiste por los acontecimientos. Te vi sonreír tan
radiante mientras sostenías aquel título, te vi abrazar a
aquel general de la forma en la que nunca habías
abrazado a nadie. Ira corrió dentro de mí, pero se
apaciguó al ver tu sonrisa de satisfacción.3
Me alegra saber que estés feliz, Jungkook. Me alegra de
maneras indescriptibles y agradezco a ese general por
haberte sacado de aquí, por haberte alejado de mí.
Espero que tengas una vida próspera y que no me
recuerdes, porque no quiero que tu sonrisa se borre con
recuerdos de dolor y pesar.+ Vive feliz, hijo mío.