Como Estudiar La Biblia - Daniel Carro PDF
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Daniel Carro
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Indice
Cómo Estudiar la Biblia 3
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Cómo Estudiar la Biblia
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se vuelve infructífero y superfluo. Podemos conocer mucho de la Biblia,
pero, como el recitador del cuento, nunca conoceremos lo que hay que
conocer verdaderamente: el Pastor de la Biblia.
Así lo expresó el teólogo suizo Karl Barth: “La Biblia no nos dice
cómo debemos hablar con Dios sino lo que Dios nos dice a nosotros;
no nos habla de cómo encontrar el camino a Dios, sino que Dios ya nos
encontró a nosotros; no nos dice cuál es la relación correcta en la que
debemos ponernos para relacionarnos a Dios, sino que habla del pacto
que Dios ha hecho con todos los que somos hijos espirituales de Abra-
ham, pacto que Dios ha sellado de una vez y para siempre en Jesucristo.
Esto es lo que encontramos en la Biblia. En la Biblia nos encontramos
con la Palabra de Dios”.1
1. Karl Barth, The Word of God and the Word of Man (Grand Rapids: Zondervan, 1935), 43 (tra-
ducción del autor).
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de mi Dios, en ella sólo confío yo, la B-I-B-L-I-A”. Al llegar a la madu-
rez, sin embargo, debiéramos poder decir como Pablo: “Cuando yo era
niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas
cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” (1 Cor 13:11); o como
el autor de Hebreos: “pero el alimento sólido es para los que han alcan-
zado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados
en el discernimiento del bien y del mal” (Heb 5:14). Por eso, como dice
Hebreos: “Dejando ya los rudimentos..., vamos adelante a la perfec-
ción...” (Heb 6:1). Estudiar la Biblia es caminar hacia la perfección.
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De la Biblia ha dicho la famosa poetisa chilena Gabriela Mistral:
“Libro mío, libro de cualquier tiempo y en cualquiera hora, bueno y
amigo para mi corazón, fuerte, poderoso compañero. ¿Cuándo acudí a
ti en vano, libro de los hombres, único libro de los hombres? Por David
amé el canto, merecedor de la amargura humana. En Eclesiastés hallé mi
viejo gemido de la vanidad de la vida, y tan mío ha llegado a ser vuestro
acento que ya ni sé cuándo digo mi queja y cuándo repito solamente
la de vuestros dolores. Nunca me fatigaste, como los poemas de los
hombres. Siempre eres fresco, recién conocido, como la hierba de julio,
y tu sinceridad es la única en que no hallo peligro, mancha disimulada de
mentiras. Tu desnudez asusta a los hipócritas, y tu pureza es odiosa a
los libertinos. Yo te amo todo, desde el nardo de tus parábolas hasta el
adjetivo crudo de los Números”. 2
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Biblia no hay Jesucristo. Sin Biblia no hay Palabra de Dios”. 3
I. La naturaleza de la Biblia
3. Emil Brunner, The Word and the World (New York: C. Scribner’s Sons, 1931), 82 (traducción
del autor).
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den aislarse ni de su origen divino ni de la historia humana en que se
manifestaron y se registraron. La Biblia es la revelación y manifestación
autónoma del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en el ámbito humano,
con el propósito de establecer y mantener con la humanidad un compa-
ñerismo de paz, redención, vida abundante y eterna salvación.
5. Raymond Brown, The Critical Meaning of the Bible, (New York: Paulist Press, 1981), 21 (tra-
ducción del autor).
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Sólo podemos entender la Biblia como palabra de Dios cuan-
do tomamos seriamente el punto de vista encarnacional. Siguiendo el
ejemplo de la Cristología, no debemos caer en visiones docetistas o
adopcionistas de la Biblia.6 El mensaje es de Dios, pero sus palabras son
de agentes humanos. Los escritores bíblicos tenían todo tipo de limita-
ciones, así como los actuales intérpretes también tenemos: limitaciones
científicas, lingüísticas, religiosas, entre otras.
Por ejemplo, es muy claro que Job 14:7-12 niega la vida después
de la muerte. Nosotros decimos que Job estaba equivocado. La pre-
gunta que nos queda, sin embargo, es: Si el autor del libro de Job estaba
equivocado, ¿estaba también Dios equivocado?
6. El “docetismo”, del griego docet, “parecer”, fue una enseñanza errónea del primer siglo según
la cual Jesucristo fue solamente divino, pero no realmente humano, sino que “pareció” ser hu-
mano mientras vivió en esta tierra. El evangelista Juan, en su primera carta, ataca directamente
esta falsa enseñanza (1 Juan 1:1-3). El “adopcionismo”, por su parte, fue una enseñanza errónea
opuesta, según la cual Jesucristo fue sólo un ser humano que, por su excelencia y obediencia a
Dios, fue elevado a categoría divina o “adoptado” por Dios como hijo.
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la realidad, pero para aquellos que no tenemos una visión perfecta, los
anteojos nos permiten ver la realidad claramente más allá de nuestras
desviaciones particulares. Lo que debemos darnos cuenta es que estas
“limitaciones” bíblicas no ponen ningún tipo de límites a la palabra de
Dios. La Palabra es de Dios, las palabras son de Job; de Job, de Jere-
mías, de Pablo, o de cualquiera de todos los humanos escritores de la
Biblia quienes, desde sus propio puntos de vista humanos registraron la
revelación de Dios así como les fue manifestada.
La Biblia: fe y obediencia
8. Duncan S. Ferguson, Biblical Hermeneutics (Atlanta: John Knox, 1976), 17 (traducción del autor).
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Siendo que nuestra lectura de la Biblia es una lectura acerca de
Dios, una lectura que busca aproximarnos no sólo a un libro sino a Dios
mismo, la única actitud correcta para poder realizar esa lectura con
propósito es tener fe. La fe es la primera de las presuposiciones nece-
sarias para poder entender la Biblia. Como dice la carta a los Hebreos:
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el
que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que
le buscan” (Heb 11:6). Sin fe es imposible entender cosa alguna de lo
que leemos en la Biblia.
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sentimental y devocional. Ninguna de estas dos lecturas es suficiente si
no media entre ellas la obediencia. No vamos a comprender la Biblia
sólo porque podamos hacer sentido inteligente de sus enseñanzas.
La inteligencia es necesaria, pero no es suficiente. Tampoco vamos
a comprender la Biblia porque “sintamos” en nuestro corazón algo
especial cuando la leemos. Esta lectura sentimental es necesaria, pero
no es suficiente. Sólo cuando estamos dispuestos a obedecer aquello
que los textos nos demandan se nos abre la luz de la inteligencia y se
nos abre la puerta del corazón para verdaderamente comprender lo
que la Biblia nos enseña. Así se quejaba Jesús de sus contemporá-
neos: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que
los profetas han dicho!” (Luc 24:25). Lo que a ellos les faltaba era la
obediencia. Por eso Jesús les llama “insensatos” (faltos de inteligencia)
y “tardos de corazón” (faltos de sentimiento). La inteligencia y el sen-
timiento son importantes, pero para poder “creer lo que los profetas
han dicho” hace falta obediencia.
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Ferguson anota seis tipos de diversidad y seis tipos de unidad en la Biblia.9
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ni la diversidad de los libros cancela la unidad del libro, ni la unidad del
libro cancela la diversidad de los libros. La Biblia, “el Libro de los libros”
es un libro con muchos libros, o muchos libros en un libro. Las dos son
verdaderas, y las dos son representativas de esta divinidad y humanidad
que traspasa al Libro de tapa a tapa. Esta unidad en la diversidad debe
ser mantenida siempre por el lector en un sano balance. Demasiado én-
fasis en la diversidad puede destruir su unidad, y demasiado énfasis en la
unidad puede destruir su diversidad. La magnificente naturaleza de este
Libro de Dios y este libro de los seres humanos requiere que mantenga-
mos siempre ambas en balance: unidad y diversidad, diversidad y unidad.
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abatimiento, que les reclama santidad, justicia y hermandad. Una reco-
rrida a vuelo de pájaro de los libros del Antiguo Testamento comienza
con los relatos de la creación y de la formación del pueblo hebreo, unos
relatos de corte filosófico y teológico. Se continúa después con otros
libros que hablan (ya en un tono histórico y narrativo) de la liberación de
ese pueblo, de la instalación de un pacto con Dios (que los libros llaman
Yavé o Jehová) y la Ley de Moisés (llamada por los judíos Torá). Los libros
continúan con la historia de Israel relatada en la vida de sus próceres y
sus reyes, todo en un tono netamente histórico. Luego se incluyen unos
libros de poemas, de elucubraciones filosóficas, proverbios de todo tipo
y pensamientos sobre la racionalidad de la vida y la justicia. Más tarde
unos profetas llaman al pueblo a no olvidarse de Dios, de su pacto y de
las bendiciones que vienen asociadas con el cumplimiento de esos pactos
(y de paso, las maldiciones que vienen cuando no se cumple).
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Existe una trama, pero no es unívoca. Del mismo modo en que
las distintas experiencias humanas se expresan de distintos modos: la
alegría con la risa, la tristeza con el llanto, el amor con la canción román-
tica, la sorpresa con una exclamación, la rabia con apretar los dientes y
cerrar los puños; así también las distintas maneras en que Dios se reveló
a los escritores bíblicos fue expresada por ellos de distintas maneras. El
que experimentó a Dios como creador escribió relatos sobre la mag-
nificencia de la creación, quien experimentó a Dios como perdonador
lo expresó por medio de un salmo de agradecimiento y alabanza, quien
experimentó a Dios como sabiduría escribió proverbios, quien experi-
mentó a Dios en las etapas de su vida escribió una historia que podría
llamarse revelatoria. Cada forma y estilo de expresión contenidos en la
Biblia tiene un propósito y una situación vital que la sostiene y la vivifica
para que el lector pueda también identificarse con ella. “¿Quién enfer-
ma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?”
preguntaba el apóstol Pablo a los Corintios en el contexto de los pro-
blemas en la vida de una iglesia (2 Cor 11:29). Del mismo modo, quie-
nes leemos las Sagradas Escrituras, podemos simpatizar con cada una de
las historias y los modos de expresar de los autores, para así entender
mejor la naturaleza multifacética de la revelación de nuestro Dios.
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que fueron escritos en el calor de la experiencia humana difícilmente
puedan ser interpretados si uno se olvida de encarnar, de “hacer carne”
aquellas enseñanzas que la Biblia entrega.
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vivieron en Egipto? ¿Por qué se dice que Dios hizo obras portentosas
para sacarnos de allí? ¿Cómo nos trajo Dios aquí, a esta tierra que fluye
leche y miel? A simple vista, es claro cómo una sola confesión de fe tan
importante como la del “arameo errante” pudo haber dado origen a
libros enteros como el Génesis, el Exodo, o Josué, por ejemplo.
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e Israel: Una lleva el nombre de Yavista (Y) porque llama a Dios por el
nombre de Yavé o Jehová, y la otra lleva el nombre de Elohista (E) por-
que utiliza para Dios el nombre de Elohim. Una tercera fuente, llamada
Sacerdotal (P), correspondería a una primera compilación realizada por
los escribas del rey Ezequías. Finalmente, el texto Deuteronómico (D)
representa una compilación de aquellas tres fuentes originales con otros
fragmentos que habrían sido redactados por los escribas del rey Josías y
por la escuela que siguió sus puntos de vista teológicos durante y des-
pués del exilio babilónico. Tras el regreso de Babilonia, las diferentes
tradiciones habrían sido homogeneizadas y recopiladas por los sacerdo-
tes produciendo el texto de la Torá así como lo conocemos.
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(3) Los Escritos, o Ketubim, representan una tercera parte
de la Biblia judía. Estos “escritos” incluyen libros que para nosotros
son proféticos (Daniel) y poéticos (Salmos, Cantar de los Cantares,
Lamentaciones, Job, Proverbios y Eclesiastés), narrativos (Rut y Ester)
e históricos (1 y 2 Crónicas, Esdras y Nehemías). Estos libros fueron
escritos por múltiples autores, en un período que va, sin entrar en
mayores precisiones, desde los días de David hasta el retorno del exilio.
Su variedad es tan grande que podría decirse que entre los “Escritos” se
encuentra todo el resto del Antiguo Testamento que no puede clasifi-
carse dentro de la Ley o los Profetas. Además, los géneros literarios en
estos libros se entremezclan. Muchas secciones de los libros proféticos
tienen secciones poéticas, al igual que algunas secciones del Pentateuco.
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mento como sus Sagradas Escrituras (1 Cor 15:3), especialmente en la
versión en griego llamada Septuaginta. Poco a poco, sin embargo, fue de-
sarrollándose entre ellos la profunda convicción de que en Jesucristo, es-
pecialmente en su muerte y resurrección, Dios había sellado con ellos un
nuevo pacto, un pacto que se había anunciado en el Antiguo Testamento
(Jer 31:31), y que el Nuevo pacto sustituía (2 Cor 3:14, Heb 8:13).
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Una cosa que siempre se debe recordar al pensar en el orden de
los escritos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, es que el
orden de presentación de los libros no es un orden cronológico sino un
orden teológico. En el caso de los evangelios hay que darse cuenta que
fueron escritos después de las epístolas. Las epístolas, como veremos
más tarde, fueron escritas para solucionar problemas de las incipien-
tes comunidades cristianas. El mismo énfasis continuó permeando los
escritos cristianos, en este caso las historias de Jesucristo, o evangelios.
11. Floreal Ureta, He Aquí el Libro (Buenos Aires: Junta Bautista de Publicaciones, 1970), 26.
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llegada, pero el final del libro es tan abrupto que ha llevado a los co-
mentaristas a pensar que Lucas lo hizo a propósito, como para dar a
entender que la misión de la iglesia “hasta lo último de la tierra” todavía
continúa hasta el día de hoy.
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cronológico, como tampoco se sigue siempre el mismo orden en los
manuscritos antiguos. El orden bíblico comienza con las cartas de Pablo
(y aquí las más largas e importantes vienen primero), luego las otras car-
tas, entre las que se encuentran algunas llamadas generales o universales
(porque no parecen tener un destinatario particular sino haber sido
escritas para toda la cristiandad). El orden de estas últimas tampoco pa-
rece tener una razón especial, sino el largo de las mismas (las más largas
vienen primero, de mayor a menor).
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nueva fe y esperanza que los animaba. Los que aceptaron su mensaje
fueron constituyendo el nuevo pueblo de Dios, un pueblo al cual es-
taban invitados a participar todos los hombres y mujeres de todas las
naciones. El Nuevo Testamento enseña que Jesús, por su vida, muerte
y resurrección, ha manifestado el poder y el amor salvador de Dios. La
obra de Jesucristo se describe de diversas maneras, entre las cuales se
encuentran expresiones como “salvar de los pecados” (Heb 9:28), “dar
su vida en rescate por muchos” (Mat 20:28), “liberar de la esclavitud del
pecado” (Gál 5:1), “reconciliar con Dios” (Ef 2:14-16, 2 Cor 5:18-19), y
muchas otras.
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das por otras realidades (Hch 15; Gal 3:23-29; Col 2:16-17; Heb 7:11-
10:18). El Nuevo Testamento no pretende convertirse en una nueva
legislación que reemplace la Ley de Moisés. Sin ser un nuevo legalismo,
el Nuevo Testamento da al cristiano principios permanentes por los cua-
les puede guiar su fe y su practica. Jesús sintetiza la legislación de Moisés
en la ley del amor (Mat 22:34-40; Juan 13:34-35). Este es el sentido más
profundo del Nuevo Testamento, un testimonio permanente de la vitali-
dad y la relevancia de la revelación última de Dios en Jesucristo.
La Biblia: desde el Nuevo Testamento hasta nuestros días
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tores, sino que también inspiró a sus copistas, a sus traductores, a sus
editores, publicadores y distribuidores; en fin, a todos aquellos que desde
siempre se han ocupado que este texto esté disponible a la necesitada
humanidad, que nos incluye.
12. La palabra “canon” deriva del griego, y significa literalmente una vara recta o caña. En
sentido figurado, el término “canon” representa una norma o regla moral, como, por ejemplo,
lo utiliza el apóstol Pablo (2 Cor 10:13). Tanto el término como el sentido teológico de “canon”
son de origen cristiano. El “canon bíblico” representa aquella “lista”, “índice” o “catálogo” de
libros sagrados, oficialmente reconocidos por las autoridades religiosas como parte integral de
la Biblia, cuya autoridad es considerada como normativa para los creyentes. Cada uno de los
testamentos recibió su canon de parte de las autoridades religiosas de sus propias confesiones.
El cánon de los 39 libros del Antiguo Testamento fue completado por rabinos judíos, y hay
debate entre ellos si fue establecido en un supuesto Concilio que se reunió en Jamnia entre los
años 90 al 100 d.C., o en algún otro momento posterior. El cánon del Nuevo Testamento fue
publicado originalmente por Atanasio de Alejandría en 370 d.C. y consagrado el Tercer Concilio
de Cartago de 397 d.C. El estudiante que esté interesado en profundizar en los detalles histó-
ricos de la formación del canon bíblico debiera leer Gonzalo Báez-Camargo, Breve historia del
Canon bíblico, tercera edición (Mexico: Ediciones Luminar, 1980).
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Erasmo de Rotterdam. El texto fue llamado más tarde el “texto recibi-
do” (textus receptus en latín), y fue la base para múltiples traducciones
famosas, entre las cuales se cuentan la del rey Jaime (King James Bible en
inglés) y la versión de Casiodoro de Reina en español, versión base de la
Biblia castellana más leída y citada actualmente.
13. Si el lector quiere ahondar en el estudio de los escabrosos detalles de esta apasionante historia,
debiera consultar el libro de Floreal Ureta ya mencionado: He aquí el Libro.
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persona viva en el mundo entero tiene a su disposición algún texto de la
Biblia para poder relacionarse con él. Esta realidad es una prueba más
de la bondad de Dios y de la revelación histórica con la que el propio
Dios está comprometido.
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sibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las
cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Rom 1:20), y (2) Revela-
ción especial: “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por
naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para
sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando
testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razona-
mientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los
hombres, conforme a mi evangelio” (Rom 2:14-16).
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Del mismo modo podemos analizar la Biblia como revelación
de Dios. A nivel personal la Biblia es un registro de la revelación de
Dios. La Biblia cuenta la historia de la revelación de Dios que se entre-
gó a Abraham, a Isaac, a Jacob, a Moisés, a los profetas, y demás. Cada
escritor de alguna de las múltiples historias que la Biblia relata registra la
revelación de Dios manifestada en la historia particular o individual que
se relata. Pero a nivel general o universal, cada una de esas historias se
manifiestan a sí mismas como una revelación en sí. Las historias que la
Biblia relata dejan de ser registro de una revelación personal para con-
vertirse ellas mismas en una revelación general e universal, para todos.
Puede ser que muchas de las situaciones que a nosotros, como lectores,
nos tocan vivir, no tengan mucho que ver con las historias que la Biblia
relata, pero de una manera que no podemos explicar y en formas que
no tenemos palabras para expresar, muchas veces esas historias de per-
sonas extrañas y de tiempos lejanos comienzan a tener para nosotros
una cercanía personal, individual y profunda. La revelación universal de
Dios nos toca a cada uno como revelación especial y particular.
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visible se torna visible, lo impensable se torna pensable, lo imposible se
torna posible. Dios revela el amor infinito, aunque como seres humanos
no sepamos lo que es el amor. Dios revela el perdón eterno, aunque
como humanos apenas si sabemos lo que es perdonar. (3) Un tercer
modo de la revelación es el modo verbal. Esta es la manera de hablar
de los profetas. Una expresión favorita del profeta es “Vino a mí Pala-
bra de Jehová diciendo:...” (Jer 34:12, Eze 6:1, Jon 1:1). Hay un hablar,
un discurso, una palabra que viene de Dios. El discurso puede tomar
distintas formas, sea una expresión audible, puede ser silencioso, puede
ser en medio de un sueño o una visión, puede ser como interpretación
de un hecho. En todos estos ejemplos, lo que Dios revela es un discur-
so, una serie de palabras conectadas con un sentido inteligible. (4) La re-
velación especial más elevada de Dios es la encarnación. Jesucristo es la
palabra de Dios encarnada, el Logos divino que se hizo carne para que
nosotros podamos conocer a Dios (Jn 1:1, 14), el Hijo, a través del cual
Dios nos habla “en estos postreros tiempos” (Heb 1:1-2) de una mane-
ra final y definitiva. La expresión que el autor de Hebreos utiliza para
describir a Jesucristo es triple: (a) él es “el resplandor de su gloria”, es
decir la luminosidad de la llama que es Dios; (b) él es “la imagen misma
de su sustancia”, es decir, la estampa y el carácter de su Padre; y (c) él es
“quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”, es decir, el
Logos de Dios, la razón, la expresión, el último y definitivo esquema de la
revelación de Dios. Estas cuatro modalidades de la revelación especial
son como un proceso en el cual Dios se va revelando a la humanidad
perdida de una forma cada vez más acabada y cumplida.
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miento de lo que Dios promete y espera de sus hijos e hijas.
La inspiración de la Biblia
16. James Leo Garrett, Teología sistemática: Bíblica, histórica, evangélica, Tomo I (El Paso, Casa Bautista
de Publicaciones, 1996), 123.
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dimensión humana de los escritores, editores, traductores, o lectores.
Así expresa el apóstol Pedro este doble filo del concepto de inspira-
ción: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura
es de interpretación privada (es decir, “privada” del Espíritu, sin tener la
inspiración del Espíritu Santo), porque nunca la profecía fue traída por
voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo (2 Pe 1:20-21). La voluntad y la inspira-
ción son de Dios, las palabras son de los “santos hombres de Dios”.
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sirve la inspiración: para enseñarnos, para redargüirnos, para corregir-
nos, para instruirnos en justicia, para hacer que cada uno de nosotros,
los lectores de la Palabra, seamos “perfectos, enteramente preparados
para toda buena obra” que Dios ha puesto en nuestro camino para
hacer. “Como la Biblia ha sido inspirada”, escribe Erickson, “podemos
confiar en tener la instrucción divina. El hecho de que no viviéramos
cuando sucedieron las revelaciones y las enseñanzas por primera vez no
nos empobrece espiritual y teológicamente. Tenemos un guía seguro.
Y estamos motivados a estudiarlo en forma intensa, ya que su mensaje
es realmente la Palabra de Dios para nosotros”.
La autoridad de la Biblia
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Cuando decimos que la Biblia tiene autoridad espiritual quere-
mos decir que la Biblia, como Palabra de Dios y manifestación de la vo-
luntad de Dios para nosotros los cristianos, posee el derecho supremo,
dado por Dios, de definir aquello que podemos creer y cómo debemos
comportarnos a la luz de sus enseñanzas. En ese sentido ella dirige
nuestra fe y nuestra práctica.
Ni Dios ni su Palabra nos fuerzan a hacer algo que esté más allá
de nuestra voluntad. Eso sería indigno de un Dios que nos ha creado
con completa libertad de albedrío. El hecho de que Dios no nos fuerce,
sin embargo, no quiere decir que no tenga el derecho de requerir nues-
tra lealtad. Dios es nuestro creador, nuestro redentor, y nuestro juez.
Dios tiene todo derecho sobre nosotros, sus criaturas. Dios no es
autoritario, pero es nuestra autoridad suprema. La Biblia deriva su au-
toridad de la autoridad de Dios, por eso tiene autoridad como Palabra
de Dios. Conocemos esa autoridad porque la inspiración del Espíritu
Santo nos hace comprender su carácter de revelación. Los valores de
la revelación, inspiración y autoridad de las Escrituras se interrelacionan
y se sostienen el uno al otro.
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oye de parte de Dios (Jn 16:13), todo con el fin de glorificar a Jesús (Jn
16:14). Estas cuatro dimensiones de la obra del Espíritu en el creyente
son realizadas por medio de las Sagradas Escrituras.
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quienes hacen de la Biblia un libro tan “espiritual” que no encuentran
ningún método que pueda adecuarse a su estudio. Ni lo uno ni lo otro
son verdad. La Biblia, por ser de Dios, es palabra eterna, pero por ser
humana y por ser palabra, se ajusta al estudio metódico y organizado.
Algunas condiciones son necesarias para este estudio:
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(3) Una tercera condición es la de aplicar la mente y estudiar
en serio. Hay personas que dicen que quieren estudiar la Biblia, pero
no quieren pagar el precio de estudiar los idiomas originales –hebreo,
arameo, griego– para poder comprenderla mejor. Hay otros estudiantes
que sólo quieren ver las verdades “espirituales” o “devocionales” de la
Biblia, pero no quieren entender las dificultades textuales y las complica-
das variantes en que la palabra escrita se expresa. Entender la diferencia
entre una sinécdoque y una metonimia no parecerá una cosa demasia-
do espiritual, pero si no podemos saber de qué se trata, poco favor le
haremos al estudio bíblico.
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(1) Las primeras herramientas que necesitamos para estudiar
la Biblia son varias Biblias. La versión de la Biblia que los evangélicos-
protestantes usualmente utilizamos en español es la Reina-Valera de
1960. Pero esa no es la única traducción de la Biblia al español. Para
estudiar el texto es necesario comparar diversas traducciones de modo
que podamos constatar que de veras entendemos qué dice la traduc-
ción que nosotros utilizamos. Todas las traducciones son confiables, no
todas entendibles. Por ejemplo, Juan 13:5 en la versión Reina-Valera de
1960 lee: “Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de
los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”. No
muchos entendemos ya la palabra “lebrillo”, entonces la Biblia de las
Américas traduce “vasija”, y la Nueva Versión Internacional traduce “re-
cipiente”. Eso nos aclara. También dice Reina Valera de 1960 que Jesús
comenzó a “enjugarlos” con la toalla. Muchos confunden “enjugar” (que
significa “secar”) con “enjuagar” (que significa “aclarar y limpiar con agua
lo que se ha enjabonado”). Aunque uno no tenga un diccionario a mano,
al leer otras versiones esto también se aclara. Tanto Biblia de las Améri-
cas como Nueva Versión Internacional, ambas traducen “secárselos”.
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otros elementos poco conocidos por el lector, en fin, tratando de hacer
que la comprensión del texto se haga más fácil. (3) Indices temáticos
que incluyen, alfabéticamente, nombres propios y términos bíblicos de
importancia en relación a las notas al pie de página. (4) Cuadros crono-
lógicos, tablas de pesas y medidas, tablas de monedas, mapas, y muchas
otras informaciones que de otra manera el lector debería buscar en
diccionarios de la lengua, en diccionarios bíblicos, o en comentarios.
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rista es que el lector de la Biblia pueda leer su Biblia con el comentario
abierto para ayudarle en su interpretación. Los comentarios bíblicos
incluyen muchas de las cosas que las otras ayudas mencionadas antes
también nos proporcionan, por eso se recomienda leer los comentarios
bíblicos una vez que ya hayamos hecho el esfuerzo propio de estudiar
la Biblia por nuestra propia cuenta. Si así lo hacemos encontraremos
que los comentarios van a repetir muchas cosas que nosotros ya he-
mos investigado por cuenta propia y podremos ver también cuál es la
propia visión del comentarista, que muchas veces concordará con la
nuestra, y muchas veces no. (5) Los programas de computación “Bible
Works” y “Logos” se encuentran entre los mejores de su tipo para el
estudio bíblico. Estos programas incluyen todas las ayudas mencionadas
anteriormente en un programa de computación. Cuanto más avanza
la técnica, más herramientas de las mencionadas antes se incluyen en
los programas de computación. También hay páginas de internet que
ofrecen ayudas para el estudio bíblico. Hay que tener cuidado aquí: el
estudiante serio de la Biblia debe pesar la validez de los recursos ofreci-
dos en la internet preguntando a profesores de Biblia o al pastor de su
iglesia sobre su utilidad.
Así como se dice que “cada maestrito con su librito”, así tam-
bién podemos decir que cada lector o cada estudiante de la Biblia
realiza esa lectura y ese estudio de manera propia y según su leal saber
y entender. Hay personas, sin embargo, que desean estudiar la Biblia
con un propósito un poco más serio y sistemático. Siguen un método
de estudio bíblico.
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como por ejemplo, en el Antiguo Testamento, el Pentateuco, los libros
poéticos, los libros proféticos; y en el Nuevo Testamento, los evan-
gelios, las cartas, y demás. (2) El estudio de la Biblia “libro por libro”.
Este tipo de estudio usualmente requiere leer una buena introducción
a cada uno de los libros, para luego estudiar la estructura del libro, las
secciones en que pueda dividirse, y las notas y comentarios que puedan
encontrarse en las Biblias de estudio o en los comentarios bíblicos. (3)
El estudio de algún texto en particular. En este caso, se recomienda pri-
mero ubicar cada texto en el contexto más amplio en que se encuentra,
luego estudiar la estructura del libro y las secciones o títulos que afectan
el estudio de aquel texto en particular. En el caso de los evangelios, es
muy útil comparar el texto en consideración con sus relatos paralelos
en los otros evangelistas. (4) El estudio por temas. En este tipo de
estudio es cuando las concordancias, concordancias temáticas y comen-
tarios bíblicos pueden ayudar mucho, del mismo modo que los índices
temáticos que las Biblias de estudio puedan proveer. Al analizar el tema
elegido debe evitarse leer los textos que puedan estar bajo considera-
ción fuera de su contexto bíblico original, para no cometer el pecado de
ubicar a los escritores fuera de su propio tiempo. Es decir, no debemos
hacerle decir a Moisés lo que sólo Pablo pudo haber dicho.
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con la gramática y la sintaxis del texto; y aquellos que tienen que ver
con las figuras literarias que aparecen en el texto.
Al analizar los elementos que tienen que ver con las fi-
guras literarias, debemos darnos cuenta que la Biblia utiliza práctica-
mente todas las figuras del lenguaje que la literatura humana ha produci-
do. Hacer una lista extensiva sería casi imposible. Entre las diez figuras
literarias más comúnmente usadas en la Biblia tenemos las siguientes:
(1) La parábola es una figura narrativa que lleva como finalidad comuni-
car una verdad espiritual central que es como su moraleja. Ejemplos de
parábolas encontramos en los evangelios sinópticos, muy especialmente
en Mateo 13, Marcos 4 y Lucas 15. (2) La alegoría es una figura narrati-
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va en la cual los personajes, los objetos o los eventos sirven para simbo-
lizar o representar otras cosas. La alegoría es una metáfora extendida
que produce una representación simbólica. Un buen ejemplo se encuen-
tra en Gálatas 4:24-26. (3) La analogía es una comparación o relación
entre dos o más seres u objetos aplicando a uno de ellos una relación o
una propiedad que está claramente establecida en el otro. Una analogía
permite la deducción de un termino desconocido a partir de análisis de
la relación que se establece entre los dos términos conocidos. Ejem-
plos: Proverbios 25:12; Juan 6:52-60. (4) Una antítesis o paradoja es
una contraposición de frases, palabras o ideas. Ejemplos: Proverbios
15:13; Salmo 1, Marcos 8:35, 2 Corintios 4:18. (5) Una hipérbole es una
exageración con el fin de dar énfasis a una idea. Ejemplos: Números
13:33. Mateo 18:8-9, Mateo 19:24. (6) La ironía es un modo de expre-
sión sarcástica que intenta dar a entender lo contrario de lo que se dice.
Ejemplos: 1 Reyes 18:27; Job 12:2; Marcos 15:31. (7) La metáfora es
una figura retórica que consiste en denominar, describir o calificar algu-
na cosa a través de su semejanza o similitud con otra cosa más común
o familiar para el oyente. Ejemplos: Salmo 84:11, Mateo 5:13-14; Juan
15:1. (8) La personificación es la atribución de características personales
a plantas, animales u objetos inanimados. Ejemplos: Jueces 9:8-15, Isaías
55:12; Proverbios 9:1-3. (9) El quiasma es un recurso literario en el cual
ciertas palabras, expresiones o temas, son primero expresados y luego
repetidos en un orden inverso. Esto crea un patrón “cruzado”, también
llamado “paralelismo invertido”, que puede resumirse como a-b-c-b-
a. Ejemplos: Isaías 2:3-5, Isaías 6:10, Mateo 7:6, Mateo 19:30. (10) El
paralelismo es la semejanza formal entre dos secuencias de un texto, en
la cual la segunda repite la primera (paralelismo sintético), la segunda
contradice la primera (paralelismo antitético), o se produce algún otro
tipo de semejanza formal que establece el paralelo entre las dos secuen-
cias. Ejemplos: Proverbios 10:1-32, Salmo 1:6, Salmo 27:1.
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tación de un texto es desconocer el contexto en el cual el texto está
inmerso. Ese contexto puede verse desde distintos ángulos, desde el
punto de vista del contexto inmediato, desde el contexto de los pasajes
paralelos, desde el contexto bíblico, y también desde el contexto social,
histórico y cultural en el cual el texto se formó. Veamos alguno de ellos:
(1) El contexto inmediato incluye todo lo que antecede y sigue al texto
elegido, hasta llegar a algún corte en el texto que nos indique que el
autor ha “dado vuelta la página” y ha pasado a otro tema. (2) El contex-
to de los pasajes paralelos nos puede clarificar el significado de palabras
o expresiones que, en su desarrollo lingüístico y cultural, trascienden el
pensamiento de un autor en particular para ser patrimonio de muchos
autores o de una época en general. En la Biblia tenemos paralelos en
forma y paralelos en contenido. Paralelos en forma son aquellos textos
que imitan o siguen la forma de una expresión, como ser la expresión
poética preferidas de los judíos: la aliteración, el quiasma, o los paralelis-
mos. Paralelos en contenido son aquellos que hablan de algún tema en
particular, como ser el amor, la realidad de la muerte, o la vida eterna.
(3) Un caso especial de contexto paralelo lo constituyen los cuatro
evangelios. La mejor manera de estudiar la vida de Jesucristo es siguien-
do el paralelismo de los evangelios, notando no sólo aquello en lo que
concuerdan, sino, muy especialmente, aquello en lo que difieren. Ver
cómo cada uno de los evangelistas ha interpretado a Jesucristo es muy
iluminador para el entendimiento de nuestra propia visión del Señor y
nuestra comprensión del evangelio. (4) Lo que el lector bíblico debe
buscar es entender el contexto bíblico en general. El contexto bíblico
puede verse como la suma de todos los posibles paralelos que un texto
pueda tener dentro de la Biblia completa. Como es obvio, este contex-
to no puede aprenderse de un día para otro, sino que toma muchos
años, y muchas lecturas de la Biblia para poder llegar a desarrollarlo.
(5) Otros tipos de contexto son el contexto extra-bíblico, histórico y
cultural. Los veremos dentro del análisis de los elementos de la cultura.
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algún idioma, que es un producto cultural. El contexto y el lenguaje de
un texto están inmersos en una cultura determinada. Estudiar la cultura
del texto puede ayudarnos a determinar y analizar la situación vital del
texto. A su vez, el análisis de la situación vital nos ayudará a determinar
la intención literaria del texto. Para poder hacerlo debemos prestar
atención a cinco factores: (1) el análisis histórico-cultural del texto y los
sucesos que le dieron origen, (2) determinar los factores geográficos,
políticos, económicos, sociales, y religiosos involucrados en el texto, (3)
identificar y analizar el autor y los primeros oyentes o lectores del texto,
(4) analizar la ocasión y el propósito del escrito, y (5) analizar el género
y la forma literaria del escrito. Veámoslos brevemente.
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tranjeros, las viudas, los huérfanos y los pobres. Entender la religión nos
ayuda, por ejemplo, a entender algunas de las disputas de Jesús con los
fariseos de su tiempo (Juan 8:12-20).
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todos los libros en esta biblioteca tienen que leerse de la misma manera.
No se lee un libro de historia como un libro de poemas, ni una carta se
confunde con un libro de filosofía. Todos estos géneros y otros más están
representados en la Biblia. Cada uno debe leerse de acuerdo a su propio
modo. Por ser los más importantes géneros literarios de la Biblia anali-
zamos brevemente aquí los siguientes tipos de literatura: legal, histórica,
poética, sapiencial, profética, evangélica, epistolar y apocalíptica.19
19. El estudiante que desee profundizar más en este tema de los géneros literarios hará bien en
consultar el clásico libro de Gordon Fee y Douglas Stuart, La lectura eficaz de la Biblia (Grand Rapids:
Zondervan, nueva edición 2007).
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dieron a aquellos eventos. La historia de la Biblia es fundamentalmente
la historia de Dios entramada en los entresijos de las historias humanas
que el Libro relata. Las múltiples narrativas históricas de la Biblia nos
dicen una historia esencial y definitiva; una historia que, aunque comple-
ja, es la historia de la humanidad en su relación con Dios. No debemos,
entonces, dejarnos llevar por la multitud y complejidad de los detalles
de esa historia (muchas veces tristes, macabros, o aún inmorales), sino
intentar leer la profunda y valiosa trama del plan universal de Dios lleva-
do a cabo de la historia humana. En el Nuevo Testamento la literatura
histórica está principalmente representada en el libro de Los Hechos
de los Apóstoles, si bien tanto en los evangelios como en las epístolas
pueden leerse retazos de la primitiva historia del cristianismo.
La literatura poética revierte la dirección del sentido reve-
latorio. Por ser Palabra de Dios, la mayoría de los cristianos dan por
sentado que la Biblia contiene palabras que vienen de Dios. No repa-
ramos que la Biblia también contiene palabras que nosotros hablamos
a Dios, o palabras que son dichas sobre la naturaleza de Dios. Eso es
lo que hace en general la literatura poética. En especial los salmos, por
ser fundamentalmente oraciones e himnos, son expresiones de la más
íntima relación con Dios y manifestaciones del entendimiento interior y
personal que los autores tuvieron de la naturaleza y la realidad de Dios.
La poesía es más que una expresión intelectual, es una exposición del
corazón, del interior de la persona; quizá a eso se deba su continuidad
y validez a través de los siglos. La poesía hebrea sigue patrones que ya
hemos visto en este estudio y que acentúan el valor metafórico y analó-
gico de sus modos de expresión.
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inspiradas en Dios. La vida está llena de opciones. La sabiduría bíblica
no es abstracta o teórica, es una sabiduría práctica, orientada a ayudar
a quien la aprenda a vivir bien. En el Nuevo Testamento, la literatura sa-
piencial tiene un gran representante en la Epístola Universal de Santiago
(San 1:5, 3:13-18).
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de Jesucristo así como ellos lo vieron y experimentaron. Los evangelios
no fueron escritos por Jesús. Los evangelios fueron escritos por los
primeros discípulos de Jesús y sus allegados, que dejaron inscripta para
siempre sus visiones e interpretaciones de la vida de Jesús. No debe
sorprendernos, entonces, encontrar supuestas “contradicciones” entre
los evangelios, ellas representan las distintas perspectivas desde las cua-
les aquellos hombres experimentaron la revelación de Dios en Cristo.
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son altamente simbólicas y utilizan símbolos culturales y teológicos que
dan lugar a múltiples interpretaciones por la sencilla razón que el simbo-
lismo se ha perdido. A diferencia de los profetas, que utilizaban imáge-
nes reales, como la sal (Mat 5:13), las palomas (Ose 7:11) y las tortas
(Ose 7:8); los apocalipticistas utilizaban imágenes fantásticas, como una
bestia de siete cabezas y diez cuernos (Apo 13:1), una mujer vestida
con el sol, con la luna debajo de sus pies y una corona de estrellas (Apo
12:1), o unas langostas con coronas de oro y colas de escorpiones (Apo
9:7-11). El lector de la Biblia no tiene que detenerse tanto en la búsque-
da del significado especial de cada uno de los símbolos involucrados en
la escena, como comprender el sentido total de la revelación apocalíp-
tica. Como con una película, la revelación apocalíptica debe ser leída de
una sentada, sin parar. El sentido final de la revelación será aquello que
permanezca en la mente del lector una vez que ha concluido la lectura.
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Conclusión: ¿Por qué Estudiar la Biblia?
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arriba, tenemos todavía el desafío de la aplicación práctica de aquello
que hemos leído. Como Pablo en el camino a Damasco, la pregunta nos
queda: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hch 9:6). Los textos bíblicos
no son valiosos hasta que nos interpelan, hasta que nos preguntan y nos
molestan. Hasta que el texto no se convierte en aquellos “aguijones” y
esos “clavos hincados” de los sabios (Ecl 12:11) y de los predicadores
de la Palabra, todavía no hemos accedido al verdadero nivel en el cual
necesitamos tratar con ella.
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Daniel Carro
Es Pastor y Profesor de Teología
en el Centro de Estudios Teoló-
gicos John Leland, en Arling-
ton, Virginia, Estados Unidos.
Es Vicepresidente Primero de la
Alianza Mundial Bautista para
el período 2010-2015. Miem-
bro del Departamento de Estu-
dio e Investigación y del Grupo
de Trabajo de Educación Teoló-
gica y Académica, ambos depen-
dientes de la Alianza Bautista
Mundial. Miembro honorario
de la Asociación Bautista Argen-
tina (ABA)
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