El Antiguo Régimen
El Antiguo Régimen
El Antiguo Régimen
EL RÉGIMEN FORAL 1
1. EL ANTIGUO RÉGIMEN
. El concepto Ancien Régime (Antiguo Régimen –AR-) es una expresión que se utilizó por vez primera
durante la Revolución Francesa por los revolucionarios liberales, para referirse al sistema sociopolítico
anterior a 1789, con una connotación negativa, con el objeto de contraponerlo a una nueva sociedad y política
emergentes a partir de fines del s. XVIII.
Desde el s. XVII, sin embargo, las monarquías autoritarias europeas, excepto Polonia, Inglaterra y Suecia, se
convirtieron en monarquías absolutas, cuya fuerza se basaba en la concentración de todos los poderes en la
persona del rey. Estos reyes gobernaban, hacían las leyes y castigaban a los que no las cumplían; no tenían
nunguna limitación.
Para afirmar su poder, los reyes no convocaban las instituciones (Estados Generales, Cortes, Dieta) que,
teóricamente, limitaban este poder real. El poder del rey absoluto se caracterizaba por ser concentrado,
ilimitado y hereditario, entendiéndose que era, además, de origen divino. Entre los instrumenros necesarios
para ejercer tal poder se encontraban el Ejército y la Administración.
Los reformistas del s. XVIII proponían que el poder del rey estuviese limitado por las leyes dictadas por los
representantes del pueblo. De este modo, aparecieron una nueva serie de conceptos como el de ciudadano, con
derechos y deberes regulados por las leyes, y los de pueblo y nación, que abarcaban al colectivo de los
ciudadanos. Asimismo intentarán el control y limitación del poder del clero.
2) Una sociedad de carácter estamental, dividida en estamentos estancos. La jerarquía social venía dada por
el nacimiento y por los privilegios. Estaba formada por el clero, la nobleza (primero y segundo estados:
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privilegiados) y la burguesía, los campesinos, los artesanos y los trabajadores asalariados (tercer es tado: no
privilegiados).
El clero se dividía en alto y bajo, según su categoría y dignidad eclesiástica, que muchas veces no dependía más
que del nacimiento. Entre sus privilegios destacaba el cobrar el diezmo agrícola y los derechos señoriales sobre
las tierras y los bienes, que databan de la época feudal. No obstante, con lo que ingresaban se mantenían a sí
mismos y el culto religioso, y atendían a numerosas obras de asistencia social, de enseñanza, etc. Además, no
pagaban impuestos.
La nobleza se dividía también de manera geneal en alta y baja nobleza. Aunque las dos disfrutaban de los
mismos privilegios, la diferencia entre ambas era que sólo la alta nobleza tenía muchas posesiones y tierras y
un gran poder político. Los principales privilegios de este estamento eran el no pagar impuestos, el diferente
trato judicial, el acceso a los altos cargos políticos, diplomáticos y militares, y el poder recibir prestaciones
de los campesinos que vivían y trabajaban en sus tierras.
Estos dos grupos sociales defenderán durante todo el s. XVIII sus privilegios y su participación en el poder
político y económico. En el lado opuesto surgirá, dentro del Tercer Estado, un grupo cada vez más poderoso
que intentará partricipar en este poder político y económico: es la burguesía.
Dentro del Tercer Estado, la burguesía, dividida en alta, media y baja, no presentaba la misma situación en toda
Europa. En Holanda y en Inglaterra, la alta burguesía dirigió el comercio internacional. En cambio, en Francia, el
comerciante tenía poco prestigio y sólo los ricos funcionarios alcanzaban consideración social. En la Europa
oriental, la burguesía estaba constituida por los funcionarios de carrera universitaria y su remuneración era baja.
La burguesía media comprendía a comerciantes modestos, funcionarios y profesionales. Los abogados gozaban
de gran prestigio (no tanto en Alemania), mientras que los médicos apenas si tenían consideración social. La
burguesía fue receptora y difusora de las ideas de la Ilustración. Era un grupo en ascenso, generaba y
poseía riqueza y cultura, pero carecía de poder político. Pretendía destruir los privilegios que le impedían
acceder a los cargos públicos y luchaba por la igualdad y la libertad de todos los hombres..
El grupo social más numeroso en toda Europa en esta época seguía siendo el campesinado, alcanzando el 80%
de la población. Su situación era mjuy variable en función de si eran propietarios de tierras, si tenían que pagar
prestaciones a sus señores, si eran arrendatarios o simples jornaleros, aunque en general sus condiciones de vida
eran míseras. En general el crecimiento agrícola de esta época les favoreció, aunque muchos de los beneficios
obtenidos pasaron directamente a los nobles dueños de las tierras.
Los trabajadores asalariados también formaban parte del Tercer Estado. Éstos, además de estar sujetos a una
dura disciplina, jornadas de dieciséis horas y salarios mínimos, se vieron perjudicados por el alza de los
precios de los alimentos de primera necesidad. Esta situación dio lugar a las primeras huelgas y a disturbios con
los que reivindicaban mejores condiciones laborales y aumento de salarios; pero todas estas acciones fueron
duramente reprimidos. De todas formas, aún no había llegado la época de la protesta y la lucha organizada con el
movimiento sindicalista.
Por último, hay que hablar de los grupos marginados: los pobres y los mendigos vivían sobre todo de la
beneficiencia, mientras que los gitanos fueron duramente perseguidos y expulsados continuamente de toda
Europa. En esta época todavía existían esclavos africanos que trabajaban como criados en las casas de los
grandes nobles.
Los críticos del sistema del AR deseaban que los simples súbditos del rey se convirtieran en ciudadanos con
derechos y deberes. Esto suponía que desapareciesen las diferencias entre los estamentos y que todos fuesen
iguales ante la ley.
3) Una economía ligada a la agricultura, que era la principal fuente de riqueza, con ninguna capacidad de
innovación, lo que la condenaba a periódicas crisis de subsistencia que provocaban terribles hambres.
Persistía el régimen señorial. La fortuna se garantizaba con la propiedad de la tierra.. Para evitar su pérdida
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de la tierra la nobleza tenía vinculadas sus propiedades. La vinculación suponía que la tierra no se podía
comprar ni vender, es decir, que el noble que era propietario sólo podía utilizarla, pero no podía deshacerse de
ella sin haberla transmitido antes a sus herederos.
A fines del s. XVIII las reformas pretendían implantar la libre circulación de las tierras, es decir, que se pudiesen
comprar y vender. De este modo, los labradores o burgueses podrían acceder a la propiedad. En suma, buscaban
una economía basada en principios liberales regidos por el mercado de la oferta y la demanda, sin regulaciones
legales para los precios y salarios y con la libertad de trabajo y de relaciones sociales
4) El crecimiento demográfico entre los s.s XVI y XVIII se estanca, debido a que la elevada mortalidad
causada por las hambrunas compensaba una natalidad también muy fuerte En cambio, en la segunda mitad
del s. XVIII, se produjo un notable crecimiento en la población europea, especialmente en los países más
occidentales, debido a: .
- los efectos positivos de la revolución industrial, que facilitó el aumento de la producción agraria gracias al
uso de nuevos sistemas de labor (aumento de regadíos, abonos, períodos de descanso de tierras), a la
introducción de nuevos cultivos (patata, tomate y maíz) y a las mejoras en el sistema de almacenamiento
y, por tanto, de conservación de alimentos. Esto hizo mejorar la alimentación.
- la disminución de las guerras, con sus secuelas de muerte y destrucción debida a las epidemis y
enfermedades mortales (peste).
- las mejoras en la higiene también fueron notorias (construcción de hospitales, médicos mejor preparados,
descubrimiento de algunas vacunas, snuevos sistemas de desagüe en algunas ciudades, mejora de la higiene
personal), aunque no se generalizaron aún a toda la poblacion. En realidad, las masas de gente humilde
seguían viviendo míseramente.
. Todas estas razones que explican el crecimiento económico, empujaron el desarrollo del comercio y de la
industria y empujó también a la emigración de muchos hombres y mujeres que iban a vivir a las nuevas tierras y
ciudades.
Efectivamente, desde mediados del XVIII hasta el final de s. predominó una característica común: el gran
desarrollo de todos los sectores económicos.
La producción agraria de todos los países subió, aunque no fue igual en todos los lugares. Por un lado, se
emplearon nuevas técnicas que ayudaron a completar el cultivo intensico; por ejemplo, se hicieron más regadíos,
se empleó mejor el abono y se redujeron los periodos de descando de las tierra. Por otro lado, se cultivaron más
cereales, entre oros, maíz, patata, judía y tomate.
En esta época también comenzó el desarrollo financiero. Aparecieron los primeros billetes o papel moneda y
los primeros bancos estatales en cada uno de los reinos europeos.
. El sistema del AR entraría en crisis definitiva a lo largo del proceso revolucionario que se abre en Inglaterra a
mediados del s. XVII y que tiene su apogeo en la Revolución Francesa, concluyéndose en la primera mitad del
s. XIX en buena parte de los países europeos. En oposición al Antiguo Régimen, el nuevo sistema político-
social que nace en la época revolucionaria traerá consigo el triunfo de la sociedad burguesa y de los sistemas
políticos parlamentarios, en un marco económico capitalista.
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2.1. DEMOGRAFÍA
Durante el s. XV, el peso demográfico está en la Corona de Castilla, que tiene alrededor de cinco millones de
habitantes, mientras que la Corona de Aragón no llega a un millón.
El s. XVI es un s. de crecimiento demográfico general: los reinos hispánicos pasan de 5,5 millones de
habitantes a principios de s. a 8 millones a finales de la centuria. Castilla sigue siendo el reino más poblado,
con el 80% de la población.
En el s. XVII hay una grave crisis demográfica: podemos hablar de estancamiento o, incluso, de posible
disminución. Hay tres grandes epidemias. El centro demográfico se desplaza a la periferia.
2.2. ECONOMÍA
Durante el s. XV, la intervención real también alcanza a la economía: política mercantilista. Se consolidan las
estructuras económicas de los últimos s.s de la Edad Media. Los ejes básicos son la ganadería lanar
trashumante y la exportación de materias primas. En general, fue una época de expansión económica, sobre
todo en Castilla, propiciada por la restauración del orden interno y por el saneamiento monetario.
La agricultura está subordinada a la ganadería. Los períodos de escasez son frecuentes y provocan enormes
subidas de precios. Los reyes aumentan los privilegios de la Mesta castellana.
Las actividades artesanales, estimuladas por medidas proteccionistas, tienen un cierto desarrollo; aunque en
Castilla siempre están destinadas al consumo local o comarcal y nunca son competitivas, mientras que
Cataluña logra, en cierta medida, exportar sus tejidos y otros productos.
El comercio internacional tiene un papel de primera fila en la economía hispánica. Por los puertos del
Cantábrico se exporta lana castellana y hierro vasco. Están conectados con Burgos, sede de uno de los
consulados, y con las ferias internacionales de Medina del Campo. El suroeste de Andalucía, orientado al
norte de África, tiene gran futuro con el descubrimiento de América. En la Corona de Aragón, Barcelona, a
pesar de los esfuerzos del rey Fernando, no consigue recuperar su anterior situación en el comercio con el
Mediterráneo.
El comercio internacional tiene un gran desarrollo provocado por el descubrimiento de América. El comercio
con las Indias se organiza desde Sevilla a través de la Casa de Contratación (1503). Se envían productos
alimenticios y manufacturados, muchos de estos últimos extranjeros, y se traen algunos productos coloniales y
grandes cantidades de metales preciosos.
En este s. XVI se produce la llamada revolución de los precios, relacionada con la llegada de metales preciosos
y con el aumento de la demanda por el crecimiento de la población. La Hacienda real castellana vive en un
déficit crónico a pesar de la subida de los impuestos y de los metales americanos. Los reyes acuden a la emisión
de deuda pública -juros- y a préstamos de los banqueros -asientos-. Pero ni siquiera esto es suficiente y Felipe
II declara su primera bancarrota nada más subir al trono.
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En el s. XVII, las bases económicas son las mismas que las del s. anterior, pero hay una crisis económica
generalizada.
En la agricultura se dan frecuentemente malas cosechas, ocasionadas por una climatología adversa y por plagas
de langosta, que provocan crisis de subsistencias. A pesar de la introducción del maíz y la patata en el norte y
de la extensión de la vid, en muchos lugares se abandona el campo.
La ganadería trashumante sufre una reestructuración: disminuye el número de cabezas, pero la Mesta sigue
siendo poderosa. Los problemas de la artesanía castellana en el s. XVI continúan y se agravan por la política
librecambista de la corona en una época de mercantilismo: crisis de las pañerías de Segovia y de la seda de
Toledo. A pesar de los problemas se crean los primeros altos hornos la Península en Santander, destinados a la
fundición de cañones y proyectiles. En Cataluña y Valencia, con menos impuestos, la crisis es menor.
En el comercio internacional, los comerciantes extranjeros sustituyen a los nacionales, tanto en el Atlántico,
como en el Mediterráneo. Decae el eje Medina del Campo-Burgos-puertos del norte. El comercio con las Indias
sufre importantes cambios: su centro se traslada de Sevilla a Cádiz en la segunda mitad s.; el monopolio casi no
existe debido a los comerciantes extranjeros, al contrabando y a la piratería. Disminuye la demanda americana y
desciende el envío de metales preciosos.
La Hacienda real sigue con graves problemas. Para solucionarlos, acude a 1os mismos medios que en el s.
anterior y, además, a uno nuevo: la manipulación de la moneda. Alteran el valor de la moneda de vellón
(aleación de cobre y plata): la reducen a cobre puro le atribuyen un valor nomin superior al intrínseco.
La recuperación comienza antes de que termine el s., especialmente en el norte y Levante. Es mérito del
gobierno de Carlos II haber puesto orden en la economía y en las finanzas. Se crea, por ejemplo, la Junta de
Comercio para fomentar las manufacturas, y se hace compatible la dedicación a la industria y la pertenencia al
estamento nobiliario.
2.3. SOCIEDAD
Durante el s. XV, las estructuras sociales anteriores también se consolidan: la sociedad sigue separada en
estamentos a lo largo del antiguo régimen. Los nobles afirman su poder económico y social a cambio de
renunciar a sus aspiraciones de predominio político. La pequeña nobleza proporciona a la monarquía sus
mejores capitanes y funcionarios, y a la Iglesia la mayor parte de sus jerarquías. Algunos miembros del
patriciado urbano compran mayorazgos y acceden a la hidalguía.
Los campesinos, el 80 % de la población, viven completamente sometidos a sus señores. En Cataluña, donde
el problema es más agudo, el rey, por la sentencia arbitral de Guadalupe (1486) suprime los malos usos y
termina con un conflicto que duraba un s.. Sin embargo, en Aragón el rey confirma, por la sentencia de Celada
(1497), el mantenimiento del antiguo régimen señorial.
En el s. XVI, la sociedad es aún muy jerarquizada. Tres cuartas partes de la tierra son señoríos laicos o
eclesiásticos. Los mercaderes y manufactureros enriquecidos procuran cuanto antes incorporrarese a la nobleza,
comprando hidalguías y fundando un mayorazgo. Los campesinos están aplastados por los impuestos.
En el s. XVII, con la crisis de la monarquía, la alta nobleza desplaza a la pequeña y mediana de sus cargos
políticos. Se crean nuevos títulos por méritos o por compra. Hay un incremento importante del número de
eclesiásticos, pues, ante los problemas económicos, se busca refugio en la Iglesia. La escasa burguesía, ahora
mucho más débil, no cambia de mentalidad. Los grupos populares protagonizan numerosos motines de
subsistencias a lo largo del s., pero, sobre todo, en 1640, y teniendo como centro a Andalucía.
3.1. DEMOGRAFÍA
En el plano demográfico hay que distinguir dos modelos demográficos:
- el territorio costero (modelo demográfico moderno: crecimiento lento de la población y alta esperanza de
vida): en él continuó el crecimiento de la población ya iniciado en el s. XVII, sobre todo por el paralelo
incremento de la producción agrícola, basado en el maíz. Pero a partir de la segunda mitad del s. XVIII comenzó
un estancamiento debido a que la producción de este cultivo llegó al límite de sus posibilidades. En Vizcaya, en
1797 había más de 111.000 habitantes y en Guipúzcoa, en esta fecha, se rozaban los 105.000 habitantes
- el territorio del interior (modelo demográfico del AR con gran recuperación): tras la crisis del s. XVII, se
produjo un importante crecimiento de la población durante todo el s. XVIII, sobre todo a partir de la segunda
mitad. En Alava, después del final de la guerra y de la superación de las crisis agrícolas (1713-1714), casi se
llegaba a los 70.000. Navarra, que suma 227.000 habitantes en 1787, sigue ostentando la hegemonía en este
capítulo.
Es importante señalar que en el ámbito demográfico se mantuvo el equilibrio entre habitantes y recursos, pese a
la pobreza del suelo vasco y gracias, en primer lugar, a la introducción del maíz, que durante el s. XVIII se
generaliza en todo el país; a la evolución favorable en las condiciones alimenticias que estuvo acompañada de
una mejora en los hábitos higiénicos y sanitarios.
3.2. ECONOMÍA
La estructura y la evolución económica del País Vasco está marcada por la existencia de dos zonas territoriales:
de un lado, el norte, con un desarrollo comercial e industrial y, por otro, el sur, cuya economía se basaba en la
agricultura y la ganadería.
La economía del País Vasco en los s.s XVI y XVII se caracterizó por ser básicamente rural, con un claro
dominio de la agricultura sobre la ganadería; con un marcado carácter de autosuficiencia.
El XVII fue un s. de crisis: la recesión del s. XVII se manifestó en Vizcaya y Guipúzcoa principalmente en las
ferrerías, que acusaron el desmantelamiento de las rutas comerciales a causa de las guerras. A pesar de esto
Vizcaya y Guipúzcoa resistieron la mala situación e introdujeron medidas que les permitieron reducir los efectos
de la crisis. Por el contrario, la economía alavesa quedó atrasada respecto a las otras dos.
El s. XVIII vio el desarrollo de un pujante comercio vasco, que se convirtió en el motor de la economía de esta
área. Igualmente la agricultura atravesó una fase expansivo y se cultivaron nuevas tierras. En la Guerra de
Sucesión las provincias vascas apoyaron a los Borbones, mientras que los intereses comerciales vascos
mantenían relación con los enemigos, Holanda e Inglaterra. No obstante, desde mediados de esta centuria
volvieron las dificultades económicas debido al agotamiento del sector agrícola, que exigía nuevos métodos de
explotación del suelo.
Uno de los hitos fundamentales en la agricultura del s. XVI es la llamada revolución del maíz. Para mediados
del s. XVII, el maíz, originario de América, ya había hecho su aparición en Vizcaya y Guipúzcoa, la zona costera
y el interior húmedo. Su expansión fue rápida, desplazando al mijo que había dominado hasta entonces el suelo
de Vizcaya y Guipúzcoa
Esta revolución del maíz produjo un gran aumento de las cosechas sin que creciera la superficie de cultivo.
Aumentó también la cosecha de trigo al cultivarse en alternancia trienal con el maíz, utilizado primero como
alimento para el ganado y más tarde, como consecuencia de las malas cosechas y las hambres, para el consumo
humano y favoreció el desarrollo y la extensión de la actividad agrícola y ganadera, lo que hizo aumentar los
puestos de trabajo en estos sectores económicos.
En el s. XVIII, el maíz sigue en auge sobre todo en la costa, debido a la intensificación de los cultivos, mientras
disminuye el manzanal y la sidra es sustituida por el vino de Navarra y La Rioja, donde también se cultivan
cereales que se extienden a nuevas tierras.
La ganadería del País Vasco no alcanzó la importancia y el desarrollo que tuvo en el resto de la Península. La
utilización que se hacía del ganado era, principalmente, la de su fuerza de trabajo; y en segundo lugar la de sus
productos naturales (estiércol, cuero, lana, carne y leche).
Los terrenos comunales, que eran de uso común, tuvieron una gran importancia en la economía del País
Vasco. Los campesinos podían utilizar estos terrenos para que sus animales pastasen; así, podían utilizar todas
sus propiedades para el cultivo.
La pesca adquiere gran trascendencia durante la Edad Moderna, tanto por la actividad pesquera en sí como
por las que genera a su alrededor: construcción de puertos, muelles y barcos, fabricación de artes pesqueras,
salazón de pescado...
Además de la existencia de una pesca de bajura, también adquirió un gran auge la pesca de altura, sobre todo
el de la ballena. Por su riqueza pesquera, el Golfo de Vizcaya fue el escenario tradicional de las labores de pesca
de los vascos.
En el s. XVI, los vascos se dedicaron a perseguir a la ballena en la retirada hacia los nuevos caladeros,
principalmente situadas en las costas canadienses. Allí comenzaron a explotar las posibilidades de una nueva
especie, el bacalao. Esto supuso una mayor presencia vasca en las costas de Terranova y el posterior
asentamiento de los vascos en las costas de la península del Labrador para la pesca de la ballena y del bacalao.
En el s. XVIII el sector pesquero entró en decadencia.. Concretamente, los pescadores vascos perdieron los
tradicionales caladeros de bacalao y ballena en Terranova, por la competencia inglesa y holandesa.
Curiosamente fueron los arponeros vascos los que enseñaron el arte de la pesca de la ballena a ingleses y
holandeses, quienes les contrataban para sus expediciones a las costas de Groenlandia y Terranova. Una vez
aprendido el oficio prescindieron de sus servicios. Tan sólo se mantuvo la pesca de bajura combinada con los
recursos agrícolas.
Las ferrerías, pequeños centros metalúrgicos, tienen su origen en los s.s X y XI. Tres factores están en la base
del desarrollo de las ferrerías::
Esta actividad económica tuvo gran importancia en el s. XVI. El País Vasco se convirtió en el principal centro
de producción de hierro de Europa occidental. Su producción iba destinada a abastecer la fabricación del
armas ( arneses, cascos, armaduras...) con motivo de los numerosos conflictos bélicos de la Corona, a la
construcción de navíos y al mundo rural (instrumentos de labranza: azadas, herraduras, arados...)
Las ferrerías mayores, denominadas zearrolak, correspondían a la siderurgia pesada. En ellas se fundían grandes
masas de mineral. Las ferrerías menores se llamaban martinetes o tiraderas. Se trataba de una metalurgia ligera,
pequeños talleres, que fabricaban instrumentos manufacturados.
La actividad de las ferrerías empleaba a un número elevado de trabajadores que realizaban diversas labores:
cortar leña y acarrearla, convertirla en el carbón que luego se quemaría en las ferrerías para obtener el hierro,
extraer de las minas el mineral de hierro, transportarlo a la ferrería, obtener el hierro o acero, acarrearlo y
comercializarlo.
Durante el s. XVII, las ferrerías experimentaron una crisis debido al incremento de los precios de los productos
manufacturados en las ferrerías del país y por la aparición de nuevos centros siderúrgicos como es el caso de
Suecia. En el s. XVIII el desarrollo de la industria metalúrgica europea favorece las exportaciones mineras
vascas. Las ferrerías se recuperan lentamente.
La industria naval alcanzó su plenitud en los puertos vascos a lo largo del s. XVI. Las razones del desarrollo
de la industria naval fueron:
En conjunto, esta industria creaba concentraciones humanas en los centros de construcción naval o astilleros, ya
que para la construcción de un navío era necesaria la concurrencia de productos procedentes de otras actividades:
explotaciones forestales, cordelería, clavos, bisagras...
Durante el s. XVI se construyeron preferentemente naves gruesas que oscilaban alrededor de 200-500
toneladas. Éstas se utilizaban en los diferentes ejes comerciales (Flandes, América) y también en las acciones
bélicas marineras.
Con la llegada del s. XVII esta industria sufre una crisis que parece estar relacionada con la crisis de las ferrerías
y del comercio. En el s. XVIII la construcción naval aumentó notablemente por la demanda del comercio y la
situación bélica internacional.
c) El comercio exterior
En el s. XVI tuvo un gran auge gracias al esplendor de los puertos de Bilbao, San Sebastián y Deva.
El eje atlántico (Bilbao-Flandes) se hallaba en un período de plenitud, siendo el hierro y la lana los elementos
básicos de exportación, a cambio de géneros de primera necesidad (trigo ... ) y productos textiles (paños ... ).En
1511, se creó el Consulado de Bilbao, organismo que controla la actividad comercial y las obras portuarias.
Además esta institución tenía unos tribunales especiales y jurisdicción sobre los fletes, averías, naufragios,
seguros marítimos, salarios de marineros.... A través del Consulado, los comerciantes bilbaínos compiten con los
busgaleses. La creación del Consulado de Bilbao en 1511 rompió la concordia Bilbao-Burgos. El interés
castellano por monopolizar la exportación tropezó con la negativa vasca a aceptar tales principios de dominio.
Burgos boicoteó el comercio de Bilbao y firmó un convenio con Portugalete.
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En San Sebastián, al menos desde 1463, existía una cofradía de mercaderes y mareantes, que tenía un
funcionamiento similar al Consulado de Bilbao.
A partir de 1575 se da un movimiento de recesión debido a la guerra de Flandes, que dificulta el desarrollo del
comercio; a la aparición de nuevos mercados de hierro ( Suecia y Rusia); a la mayor intensidad de las rutas
comerciales de América y a la decadencia de la construcción naval.
En el s. XVIII los comerciantes de Bilbao y Vitoria-Gasteiz mejoran los antiguos caminos para facilitar un
mayor desarrollo económico: una nueva vía a través del antiguo camino de Orduña unió el País Vasco con la
Meseta. También se mejoraron los caminos que iban de Vitoria-Gazteiz a Bilbao, Irun y Logroño. Hay que
mencionar la gran actividad desarrollada por el puerto de Bilbao y por el de San Sebastián a partir de 1728,
gracias a la creación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas.
En el AR la sociedad vasca estaba presidida, desde el punto de vista jurídico, por la hidalguía universal.
Aunque en el plano jurídico todos los vascos eran nobles, existían claras diferencias internas, principalmente
por causas económicas. Sólo aquéllos que tenían tierras y que hablaban castellano podían participar en el
gobierno local y provincial.
Los siglos XVI y XVII se van a caracterizar en el País Vasco por la aparición de una burguesía burocrática
(funcionarios, escribanos ... ), que formará parte de la administración de los Austrias. Junto a esta burguesía,
nace una clase mercantil que se ha visto favorecida por el auge del comercio en los puertos costeros de Bilbao,
San Sebastián y Bayona y que será la dominante de la economía del País Vasco en esos dos siglos.
La burguesía naciente se enfrentará a la vieja nobleza o jauntxos, quienes intentarán defender sus intereses
económicos y políticos.
El campesinado de los siglos XVI y XVII protagonizó una serie de levantamientos como contestación a los
derechos señoriales detentados por la vieja nobleza. Los factores que hacían posible que ese descontento popular
acabara en revuelta eran dos: las malas cosechas y el excesivo número de impuestos. La amenaza de una mala
cosecha y el temor a morir de hambre coincidían con el aumento de impuestos sobre los alimentos. En estos
levantamientos antifeudales también tomaron parte otros sectores sociales como comerciantes - que deseaban la
paz con el fin de poder desarrollar sus negocios y evitar el derecho de peaje señorial- y el clero - que se
encontraba molesto por la situación de opresión y dependencia en que se encontraba respecto a los nobles, que
eran propietarios de iglesias y percibían los diezmos eclesiásticos además de nombrar los clérigos.
Las causas de la revuelta hay que buscarlas en la situación por la que atravesaba el Señorío en esos años. Se da
una coyuntura por el déficit cerealista tradicional de Vizcaya y agravado por las malas cosechas y la presión
fiscal, tanto en donativos al estado, como en los impuestos provinciales.
Pero la gota que colmó el vaso fue la decisión del Conde-Duque de Olivares de decretar, durante el reinado de
Felpe IV, el establecimiento del estanco (monopolio) de la sal, para incrementar así los ingresos de la
Hacienda castellana - acuciada por los gastos de las guerras europeas -, y un donativo, con la ayuda de los
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nobles vizcaínos. La medida no sólo traería la subida del precio del producto, sino también el encarecimiento de
la salazón del pescado y del bacalao de Terranova.
La Junta de Gernika consideró la medida como contrafuero, lo que llevó al pueblo a amotinarse y dar muerte
al procurador de la Audiencia y al Corregidor enviado por el Consejo Real. Las mujeres de los artesanos
increpaban a las mujeres de los alcaldes y de los regidores ... «pues todos eran iguales, no era bien que unos
comiesen gallina y ellos sardina»..
Al cabo de dos años de conflictos, represión y bloqueo comercial a Vizcaya, el nuevo impuesto acabó por
retirarse y se amnistió a los implicados en la revuelta en 1634.
El levantamiento de 1631 fue el anuncio del malestar que iba a manifestarse en la monarquía hispana: rebelión
de Cataluña, Portugal, Aragón y Andalucía, y una serie de alteraciones en Valencia, Segovia y Toledo.
Durante el s. XVIII, el campesinado vasco sigue viviendo en el caserío, y los arrendatarios y pequeños
propietarios conviven con los notables rurales o jauntxos. La burguesía urbana, que empieza a surgir en estos
años, invierte sus capitales en el campo y la industria, y el clero sigue teniendo gran importancia, sobre todo
en el medio rural.
Durante el s. XVIII estallaron diversos conflictos que enfrentaron a la sociedad vasca, las denominadas
machinadas.
- En 1717 Felipe V promulgó un decreto, con vigencia a partir de 1718, por el que se trasladaban las aduanas
del interior a las costas de Vizcaya y Guipúzcoa, para que se pagaran allí los impuestos, lo que provocó
grandes revueltas. Este traslado incrementó el precio de las importaciones al gravarlas con un arancel,
perjudicando así a consumidores y comerciantes de productos provenientes de las colonias americanas. Esta
medida, que afectaba a las capas sociales más bajas de los puertos y de las zonas rurales, provocó el motín de
las masas populares. Ante estas protestas, la Corona amenazó con suspender el monopolio del comercio de la
lana que tenía Bilbao y ofrecérselo a Santander. Los vecinos de las anteiglesias que rodean Bilbao se amotinaron
y asaltaron a las gentes ricas de la capital. El monarca tuvo que respetar los Fueros y las aduanas volvieron
al interior en 1722.
- En 1755 hubo un intento de sublevación por la prohibición de exportar ganado fuera de Guipúzcoa.
- En 1766, al igual que en el resto de España, la Pragmática de 11 de julio de 1765 permitía la libre circulación
de cereales hizo que los especuladores acapararan su posesión y subieran los precios. La matxinada de 1766
fue revuelta contra esas maniobras especulativas que ponían en peligro la subsistencia de la población. Las
masas populares atacaron a la oligarquía noble (terratenientes) y comerciantes que había acaparado el cereal.
Hubo duros enfrentamientos, represión, multas y destierros. La revuelta fracasó y se impuso la libertad de
precios y la libre circulación de granos.
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Los montes y valles de los Pirineos se convirtieron también en territorios contra la expansión musulmana. En
estas tierras surgieron, tres zonas políticas diferentes: Navarra, Aragón y Cataluña.
El reino de Navarra nace el año 824, alcanzando su apogeo en el primer tercio del s. XI. La desaparición del
reino se da el año 1512 con la invasión de Navarra por parte de las tropas castellanas.
El reino de Navarra empezó a formarse en el s. IX. En ese proceso de formación, dos hechos tuvieron una gran
influencia: por un lado, las encendidas luchas entre la ciudad de Iruña que gobernaba la familia cristiana de los
Inigos y los musulmanes; por otro, la necesidad de hacer frente a Al-Andalus, la necesidad de crear una
estructura política en la ciudad.
Durante el s. VIII Navarra estaba dividida en territorios gobernados por clanes. Estos territorios sufrían ataques
de los musulmanes por el sur y de los francos por el norte (778: Roncesvalles los vascones vencen a las tropas
de Carlomagno).
Las familias dominantes que primero dirigieron la lucha contra los godos, tomaron asimismo la cabeza de la
oposición a los árabes y cuando consiguieron rechazarlos hasta el valle del Ebro se afianzaron en el liderazgo.
Los vascones de los valles del sur de los Pirineros, unidos bajo la dirección de los Arista, ocuparon Pamplona y
nombraron a su caudillo Iñigo (Enneco) Arista (824-852) rey de Pamplona, germen del futuro reino de Navarra.
A principios del s. IX, por lo tanto, puede verse la existencia en Pamplona de una monarquía electiva del linaje
de los Arista que llenaría la vida política y milutar del reino durante el s. IX y que dará nombre al reino hasta el
s. XII.
En suelo navarro tendrá lugar una relación diversa entre los invasores árabes y los naturales, separados en dos
grandes grupos. El encabezado por la familia Arista mantendría los pactos acordados con los emires y se uniría a
los islamizados Banu Qasi de la Ribera navarra; mientras que los Velasco serán el núcleo familiar opositor a la
política pro-árabe, inclinándose con los habitantes de la zona oriental (tierras de Leyre hacia Aragón) a la
aceptación de la protección carolingia.
En el s. IX se registran enfrentamientos entre estos grupos, que a pesar de lo reducido de los términos de su
influencia territorial llegaron a alcanzar la hegemonía política, hasta el s. X en que la situación se decanta por
una nueva dinastía, la Jimeno, emparentada con el reino de León. Esta circunstancia terminará por inclinar la
expansión navarra hacia las tierras del oeste, en el sur alavés y la Rioja.
En esta dinastía, que reinará a lo largo de tres siglos, situamos en primer lugar a Sancho I Garcés (900-925), que
luchó junto con otros reyes y príncipes cristianos contra los musulmanes y logró conquistas importantes.
Establece las bases de un reino independiente de la influencia musulmana y aliado al asturiano y al franco.
Gracias a ellas, el reino de Navarra se extendió hacia la Rioja y Aragón.
En el s. XI la monarquía navarra consigue asentarse y vive el periodo más esplendoroso de su historia. Sancho
III Garcés el Mayor (1005-1035) reunió en su persona el mando de buena parte de los territorios peninsulares. Su
reinado señala el momento político cumbre del reino de Navarra. Los territorios que se hallaban bajo su dominio
fueron: el reino de Navarra, el condado de Castilla, Sobrarbe y Ribagorza, el reino de Aragón, el Pallars, el
vizcondado de Lapurdi, el vizcondado de Zuberoa y Gascuña. Además estuvieron sometidos a su autoridad los
condes de Barcelona y el rey de León.
J.R. Salvador 1. EL ANTIGUO RÉGIMEN. EL RÉGIMEN FORAL 12
La consolidación de la monarquía navarra sólo fue posible por estar bajo el patrocinio del influyente monasterio
de Leyre que había conservado la tradición hispanoromana y que se había constituido en centro cultural de la
época. En torno a esta relación el mismo Sancho el Mayor impulsará la reforma cluniacense y protegerá el
camino navarro hacia Santiago, vía de penetración de la influencia europea y de enriquecimiento comercial para
el reino.
Tras la muerte de Sancho III (1035), el reino es dividido entre sus hijos. Su primogénito García III (1035-1054)
heredó el reino de Navarra; sus hermanos Ramiro y Gonzalo heredaron Aragón y Sobrarbe-Ribagorza
respectivamente, y Fernando la corona de Castilla. El año 1076 es asesinado Sancho IV (1054-1076), el hijo de
García III en Peñalén.
Las divisiones internas que se produjeron a la muerte de Sancho III y, sobre todo, el paulatino fortalecimiento de
las coronas de Aragón y Castilla, originaron un debilitamiento de Navarra, que perdió poder y peso ante la
expansión de sus poderosos vecinos. Los reinos de Castilla y Aragón, antes dominios navarros, pujan por la
protección del reino al quedar el trono vacante en 1076. Ambos reinos deciden repartirse la protección por mutuo
acuerdo, desapareciendo Navarra como entidad política.
A la muerte de Sancho IV, Navarra se une a Aragón hasta la muerte de Alfonso I el Batallador (1134).
Entre 1076 y 1134 Navarra queda incorporada en una parte vasca y riojana a Castilla, y el resto al reino de
Aragón.
Navarra surge de nuevo como reino independiente en 1134 cuando se niegan a aceptar el testamento de Alfonso I
el Batallador y nombran al rey navarro García IV Ramírez quien consigue instaurar la monarquía con el apoyo
de algunos miembros de la alta nobleza: los Ladrón (tenentes de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya), Guillermo Aznar
y el obispo de Pamplona. Navarra tiene una configuración geográfica parecida a la comunidad autónoma actual.
A partir de 1134 la situación de la corona navarra será delicada por las ansias expansionistas de los reinos de
Aragón y Castilla.
En 1234, al morir sin descendencia Sancho VII el Fuerte, el trono navarro pasa a manos de la Casa de
Champaña, vasalla del rey de Francia y Navarra quedó vinculada a Francia hasta 1328 (Casa de Francia).
En este periodo el reino vivirá unos momentos críticos con la presencia de los gobernadores enviados desde
Francia. El objetivo de Francia es imponer su política en Navarra. Pero el afán de los franceses se verá frenado
por un frente común de los nobles navarros.
En 1328 Juana II, excluida del trono francés por la ley sálica, subió al trono de Navarra e introdujo la Casa de
Evreux. Los navarros consideran ilegal la cuestión de fronteras castellanas en 1334 respecto a la posesión de la
Rioja, Alava y Guipúzcoa, aunque al no conseguir ayuda militar aragonesa retiran las reivindicaciones
territoriales.
Con Carlos II intervienen en la Guerra de los Cien Años aliados a Inglaterra para conservar Nsavarra
independiente de Francia. El reino vive un relativo período de paz y de buenas relaciones internacionales durante
el reinado de Carlos III el Noble (1387). Pero en lo referente a la política interior la nobleza va a ir aumentando
su poder. Un hecho importante fue la creación del principado de Vaena (1423), creado por Carlos III, que habría
J.R. Salvador 1. EL ANTIGUO RÉGIMEN. EL RÉGIMEN FORAL 13
de provocar problemas internos graves entre Juan II de Aragón y su hijo Carlos de Viana, sobre el conflicto de
sucesión en Navarra.
A continuación, serán la Casa de Foix-Albrez (1476-1516) la reinante en Navarra. Desde mediados del s. XIV
Navarra fue escenario de una sangrienta guerra civil que se extendió durante más de cincuenta años. La pugna
estuvo motivada por cuestiones relacionadas con la sucesión a la Corona. Rápidamente se delimitaron dos
grupos de nobles que apoyaron distintos candidatos: el de los agramonteses y el de los beaumonteses.
La debilidad de la Corona y las profundas disensiones internas hicieron que el reino de Navarra fuese pieza
apetecida por las poderosas monarquías que le rodeaban: la francesa, la castellana y la aragonesa. Estos reinos
intervinieron prestando ayuda a uno u otro bando, hasta que finalmente Fernando el Católico conquistó Navarra
en 1512, incorporando en las Cortes de Burgos definitivamente este territorio al reino de Castilla. Fernando el
Católico contó con el apoyo de los beaumonteses, algunos de cuyos más significados representantes encabezaron
las tropas castellanas que tomaron Navarra.
[ La Casa de Albret conservó la Baja Navarra, situada al norte de los Pirineos.; Enrique IV de Francia, en 1589,
incorporó la Baja Navarra a su país.]
Las provincias de la Comunidad Autónoma Vasca, tal y como la conocemos hoy en día, comenzó a formarse
territorialmente durante la primera parte de la Edad Media, en torno al s. X, a la vez que se delimitaba el espacio
que abarcaban. Durante este período no pertenecieron a una determinada monarquía, sino que estuvieron bajo la
influencia y el dominio alternativo o simultáneo de los monarcas ovetenses y de los reyes navarros, situación que
varió a finales del XII.
El confuso espacio político y la precariedad de las fuentes documentales dificultan el análisis de la evolución
político-administrativa en las provincias vascas en los primeros s.s medievales. En las dos o tres centurias que
transcurren entre la llegada de los árabes y los primeros datos sobre la organización del País Vasco debe ser
destacado sin embargo un hecho histórico: el de la evolución política del país en una misma dirección.
En la antigüedad y en las épocas prehistóricas, el pueblo vasco estuvo dividido en dos áreas de diferente
configuración e influencia, señaladas por limitaciones geográficas de orden natural. Pero a partir del periodo que
estamos tratando se puede ya considerar una tendencia general a la unificación en los comportamientos sociales,
políticos y económicos (mismo sistema de explotación señorial). Por primera vez se puede hablar de una
sociedad vasca en formación bajo los mismos condicionamientos y con una fuerte tendencia a superar las
barreras tradicionales y el aislamiento secular, presentes hasta entonces. Así, los vascos del norte han ido
aproximando las estructuras de sus realizaciones a las que son predominantes entre sus hermanos del sur, y ya
resulta difícil establecer entre ellos las diferencias económicas, sociales o políticas observadas para el período
pre-medieval.
A) Vizcaya
El señorío de Vizcaya nace tras una larga evolución histórica no completada hasta la Edad Moderna, que tiene en
los años medievales los puntos más señalados. Su formación obedeció a la integración de varios enclaves
territoriales, de modo que a comienzos del s. XV presentaba ya una configuración semejante a la de hoy.
Las primeras noticias documentales que tenemos sobre Vizcaya aparecen citadas en la Crónica de Alfonso III
hacia el año 900. La Vizcaya de aquella época comprendía por el norte el territorio que iba desde la cuenca baja
del Nervión hasta la cuenca del Deva; por el sur limitaba con los valles de Orozco, Ayala, Orduña y Oquendo.
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La integración de Vizcaya en la Corona de Castilla se produjo a través de la adhesión al rey de la familia de los
Haro, que gobernaba dicha provincia. En el período siguiente aparece en la titularidad señorial la casa de
Guevara, que sustituye a los Haro, para en 1200, tras el paso definitivo a Castilla en 1180, ser devuelta de nuevo
a estos últimos. En 1379 el Señorío de Vizcaya se une a Castilla definitivamente por el matrimonio de la
heredera del Señorío, Doña Lara, con el rey de Castilla, Enrique II.
Las referencias que acabamos de hacer sólo corresponden a lo que se llama Vizcaya nuclear, esto es la provincia
actual excepto las Encartaciones y el Duranguesado, quienes funcionaron como entes independientes hasta 1212
y fines del s. XIII respectivamente.
b) Guipúzcoa
Las primeras noticias documentales sobre Guipúzcoa aparecen escritas en los llamados Votos de Fernán
González, documento cuya redacción fue realizada a finales del XI o principios del XII. En una donación del
monasterio de San Salvador, el nombre Ipuzcoa, aparece vinculado a la monarquía navarra en cuya órbita
permaneció hasta 1076. En esta época Guipúzcoa comprendía por el norte desde el río Deva hasta Hernani, es
decir, la cuenca del Urumea; por el sur limitaba con Álava y el reino de Navarra.
Guipúzcoa, al igual que Vizcaya, fue gobernada por señores. En 1076 pasa la provincia al conde Lope lñíguez,
señor de Alava y Vizcaya. En los siglos posteriores, su relación política bascula, como en el caso alavés, entre la
corona navarra y la castellana, siguiendo el mismo proceso oscilante de la casa de Guevara. Finalmente, el año
1200 el rey castellano Alfonso VIII, adquirió según unos, o tomó según otros, la provincia que, desde entonces,
ha estado unida a Castilla.
Durante el Antiguo Régimen prevaleció la tesis de una entrega voluntaria a condición del respeto a los Fueros.
Por esta razón mantuvo su carácter provincial diferenciado.
c) Álava
Las primeras noticias de Alava medieval la ponen en relación directa con la monarquía ovetense ya en el s. VIII.
En fechas posteriores, s. IX y X , la provincia aparece configurada como señorío o condado bajo la égida de la
casa Asturias-León. La Álava de este período limitaba con el Señorío de Vizcaya y Guipúzcoa al norte, y con el
reino de Navarra al sur.
La expansión navarra hacia el oeste alcanza tierras alavesas a comienzos del s. XI, extendiéndose este dominio
hasta el 1076, en que pasa a depender de Castilla. A partir de esta fecha hay un dilatado período de oscilaciones,
hasta 1199 en que el rey castellano Alfonso VIII pone cerco a Vitoria y la conquista en ausencia del rey navarro,
incorporándose definitivamente a Castilla.
La unidad administrativa de la provincia, sin embargo, no llegaría a ser un hecho hasta tres siglos después. En
este período se mantuvieron dos jurisdicciones: la real, en las villas, y la de la Cofradía de Arriaga, integrada por
los señores. En 1332 se produce la claudicación de la Cofradía y todo el territorio alavés pasa a la jurisdicción
real.
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Si hubo un aspecto especialmente destacaba durante la Edad Moderna en las Provincias vascas, éste fue la
consolidación de su régimen foral. Los Fueros vascos son el conjunto de leyes consuetudinarias que regían la
vida política y social del pueblo vasco desde la Edad Media hasta su abolición en 1876. En principio, los Fueros
no eran exclusivos de este territorio, y otros pueblos que se habían ido incorporando a la Corona de Castilla
también disponían de ellos. Sin embargo, a comienzos del s. XVIII la Corona suprimió los regímenes forales,
con excepción de los que regían para las provincias vascas y Navarra. Ello concedió a esta zona una marcada
singularidad y fue un punto determinante para que los vascos fuesen adquiriendo una cierta conciencia de su
especificidad.
El conjunto de usos y costumbres del pueblo vasco que constituyen los fueros se plasmó en épocas distintas,
según cada territorio histórico. Sin embargo, existe un conjunto de derechos, libertades, prerrogativas,
exenciones e inmunidades comunes e iguales para todos los territorios vascos que eran reconocidos por la
monarquía absoluta de España. Con el Fuero las provincias vascas poseían una legislación propia que
contemplaba aspectos de la vida económica, social y jurídica. Así mismo disponían de una organización política
propia, con instituciones encargadas de la administración de la provincia (Diputación, Juntas Generales). El
régimen foral pervivió hasta 1876, año en el que el gobierno lo abolió.
Los Fueros reconocen a los vascos determinados número de derechos individuales y colectivos - que
caracterizaban a las provincias vascas como exentas- que podemos resumirlos en:
* INDIVIDUALES
- La dispensa de la obligación del servicio militar en tiempos de paz: los vascos sólo tenían la obligación de
prestarlo en su propio territorio y si era en tiempos de guerra, el servicio militar fuera del territorio era voluntaria
y debía ser pagado por el rey.
- Régimen económico diferenciado y proteccionista con el fin de asegurar la provisión de productos agrícolas y
el desarrrollo industrial y comercial: amplia libertad de comercio (estas provincias eran una zona de libre
comercio) y ausencia de derechos aduaneros. Las aduanas no se situaban en la frontera ni en los puertos, sino en
el interior, en localidades próximas a Castilla. Ello suponía que los productos que venían del extranjero eran más
baratos al no tener recargo, con el consiguiente beneficio para los consumidores.
* COLECTIVOS
Asimismo los fueros, como leyes políticas o de derecho público, garantzian un alto grado de autogobierno,
aunque limitado por el rey. Las Juntas Generales de cada territorio vasco constituyen el elemento más original de
la institución foral y están concebidas como una federación de municipios iguales en derecho. Las Juntas se
encargan de:
- Exigir del Señor el juramento de fidelidad a estas leyes. El señor que venía a tomar posesión del Señorío tenía
la obligación de jurar las leyes propias de la comunidad. En el caso de Vizcaya el señor juraba en varios lugares;
J.R. Salvador 1. EL ANTIGUO RÉGIMEN. EL RÉGIMEN FORAL 16
primero ante el regimiento, después en la iglesia de San Emeterio y San Celedonio en Larrabezúa, de aquí
pasaban a Gernika y finalizaban jurando en Santa Eufemia de Bermeo.
Las decisiones de las Juntas son adoptadas por mayoría pero la minoría puede apelar ante el Rey, quien, por su
parte, tiene derecho a intervenir y hasta decidir en caso de desacuerdo. Pero existe el denominado Pase Foral o
contrafuero, que limita ese poder real. Hay, pues, cierto equilibrio entre el poder de las juntas y el poder real.
La representación en las Juntas no es similar y uniforme en todos los territorios vascos. Mientras que las Juntas
del Señorío de Vizcaya estaban formadas por un representante por villa o anteiglesia, en Guipúzcoa el número de
junteros depende del número de vecinos, es decir, de las familias que pagan impuestos.
Un segundo elemento institucional de los fueros es la figura del corregidor, que era el representante del Rey. El
corregidor era una persona de alto nivel cultural y procedía de fuera del País Vasco. La figura del corregidor era
importante para el Rey ya que a través de ella ejercía cierto control sobre la Junta.
En tercer lugar se encuentra la Diputación o Regimiento del Señorío de Vizcaya. Este órgano surge en Vizcaya
en 1500 con el fin de no reunir con tanta frecuencia a la Junta y poder así recortar gastos. En Guipúzcoa recibe el
nombre de Diputación General y en Álava Junta de Interregno.
El régimen forai navarro era similar al de las otras provincias vascas. No podía ser de otro modo en la medida
que unos y otros tenían un mismo origen y hundían sus raíces en la Edad Media. En lo que sí se diferenciaban
era en la organización política, que fue muy distinta. El sistema foral navarro concedía al rey ímportantes
funciones de control, que limitaban la autonomía de las instituciones navarras.
Las figuras más destacadas en el sistema político navarro eran las siguientes:
. El virrey, que representaba al rey, que era quien lo nombraba, y desempeñaba las funciones regias.
. El Consejo Real de Navarra, formado por siete personas designadas por el rey. Tenía funciones judiciales y de
supervisión de la gestión económica de los municipios.
. Las Cortes, formadas por tres brazos -el eclesiástico, el nobiliario y el ciudadano-. Como era habitual en estos
casos, la votación se hacía separadamente en cada brazo.
. La Diputación, que era la única institución coincidente con las de las provincias vascas.
Como hemos visto, no existen unos Fueros para el País Vasco, sino que cada provincia posee los suyos propios.
Pero las cuatro provincias poseen instituciones semejantes, lo que naturalmente ha de acercarlas.
¿Soberanía compartida?
Las instituciones forales, como órganos de representación, fueron siempre tradicionales y conservadoras
manteniendo además una desproporción favorable al peso político del campo y a los intereses agrarios, en
perjuicio de las ciudades y villas. Uno de los casos más peculiares de esta desigualdad lo constituían las Juntas
Generales de Vizcaya, en las que la villa de Bilbao, representando el 10% de la población total provincial y con
una parte considerable del poder económico, no contaba más que con un sólo juntero frente a los 100 miembros
de las Juntas que defendían los intereses rurales. En las demás provincias, sin llegar a este escandaloso
desequilibrio, se mantenían desproporciones parecidas. Y en las Cortes de Navarra, sobre primarse la
representación del estamento nobiliar, sólo unas pocas ciudades representaban al tercer estado.
Otro aspecto del juego foral, en estos siglos, lo constituye el análisis del régimen de relaciones con el poder
central que los Fueros otorgaban al País Vasco. En sentido amplio, la foralidad venía a ser la última fórmula de
compromiso y reparto de poder en el sistema feudal avanzado. Por esta causa las adherencias y restos de la
autoridad señorial, contrapuestos a la naciente burguesía, habían quedado reflejados en el consenso político con
la corona, del que los Fueros eran reflejo.
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El Fuero concedía autonomía plena sobre la legislación administrativa local y provincial. Así, ell poder ejecutivo
provincial residía en las Diputaciones, pero los Ayuntamientos contaban con un delegado del rey. Al mismo
tiempo, el poder judicial estaba depositado en órganos delegados de la Corona, si bien la norma jurídica era
ajustada al derecho foral propio. Finalmente Castilla asumía las grandes decisiones de política interior y exterior,
al reservarse la promulgación legal de las materias no contempladas en la foralidad.
Durante los siglos XVI y XVII, la jurisdicción real consigue un avance en el País Vasco tras la hegemonía que
hasta entonces habían tenido los Fueros.
El primer síntoma de este avance se puede observar durante el reinado de los Reyes Católicos. En 1487 se
implanta el Ordenamiento de Chinchilla por el que se determinaba la jurisdicción del corregidor de Vizcaya
sobre las villas del Señorío de Vizcaya.
Durante el reinado de Carlos I, el movimiento castellano comunero incide en Álava y Guipúzcoa, y en menor
medida en Vizcaya. Tras la derrota de las comunidades, 1521, el monarca consigue recortar unos derechos
forales: los delegados reales ejercen actividades fiscalizadoras; la elección de alcaldes, regidores... se hará con
licencia real; la presencia del corregidor en las Juntas Provinciales.
Los esfuerzos de centralización continuaron en la primera mitad del s. XVII. El conde duque de Olivares llevó a
cabo una política centralizadora de la península ibérica con el objetivo de poner fin a la crisis de la Hacienda y
abastecer al ejército imperial de suficientes hombres. Estas medidas suponen un ataque frontal a la institución
foral que provoca levantamientos populares (machinadas) como la que se dio en Vizcaya en 1631, o en fechas
posteriores como en 1718, 1766 y 1804. En el s. XVIII en el País Vasco se mantuvieron vigentes los fueros.
“El fuero impreso contiene muchos titulos, y en cada uno muchos capítutulos, y en cada uno muchos
capítulos, todos concernientes al buen régimen y gobierno de los pueblos entre sí, con la provincia,
con el rey, en orden a montes, a la hermandad, etc. Este fuero de Guipúzcoa es primitivo, original y
como radical, y de éste se habla en aquellos títulos que declaran ser noble Guipúzcoa en todos sus
hijos, como lo han sido siempre; ser país libre para naturales y extranjeros; libre por mar y tierra en
todos géneros, mercaderías y comercios; libre de pechos, sisas y tributo “
Larramendi