VÁZQUEZ HOYS, A. Miel-Abeja Arte
VÁZQUEZ HOYS, A. Miel-Abeja Arte
VÁZQUEZ HOYS, A. Miel-Abeja Arte
Introducción
menudo relacionados con las divinidades Para los griegos, rnyt/-zos signifi-
.
- Pero decir «abejas» resulta muy poco significativo, como lo sería hablar
-
de etiología, ciencia que jiene por objeto él estudió del comportamiento de los animales:
KonrardLorenz, Niko Tinhergen y Karl von Frich, este último el primero en ganar notorie-
dad en todo el mundo por su descubrimiento de la «danza de la abejas», por la que comun’-
can a sus compañeras la situación de los objetos que desean. -
64 - Ana Mi’ Vdzquez Hoys
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Diversas representaciones de >~
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abejas en el arte levantino ‘A
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e) Dos Aguas. - - /4
textos suele ser jarabe de dátiles. Donde ya debió tener mucha importancia
fue en Asia Menor. Allí en el siglo VII a.C., un gobernador, Shamash-res-
hu-ussur en el Eúfrates Medio, se jacta de haber introducido la cría de
costumbre que aún sobrevive en algunas partes del mundo griego. Así, en
Rodas. donde aún ahora, al niño, ocho días después de su nacimiento se le
coloca por primera vez en una cuna donde otro niño toca sus labios con
miel, deseándole que toda su vida sea tan dulce como ella.
Esta importancia de la miel en la alimentación de los niños se refleja
sobre todo en la mitología griega y romana, en diversos ejemplos casi siem-
pre relacionados con la alimentación de los dioses. Así, fue el alimento,
recogido en la gruta sagrada del Ida, en Creta, con el que Melissa crié a
Zeus. En esta isla. Zeus Cretagenes está intimamente relacionado con la
abeja, animal que aparece a veces en las monedas emitidas por ciudades de
la isla (flg. 4, n.«’ l.6.7.8)~ y sirvió de alimento del niño Attis, abandonado
por su madre, además de la leche de cabra También Dionysos fue alimen-
.
Ebeling, E., art. «Biene», cn RLA II, 1938, p. 25, cit. por von Soden, W.: Introducción
al Orientalismo Antiguo, Ed. Ausa, Sabadell, 1987, p. 114.
Hist. Aug. III, Ant. Pio. Todos los documentos han sido reunidos por Deonna, W.:
«L’abeille et le roi», Rey. BeIge dA rch. el d’Hisroire de lAn XXV, 1956, p. 105-131.
‘ Cook, op. cit., p. 3.
‘ACook, A. B .><The bee in Greek Mithology», JHS 1985, p. 1 Ss.; sobre Zeus Cretagenes
cfr. Cook, op. cit., p. 3; también para los personajes divinos relacionados con la abeja cfr.
Grimal, P.: Diccionario, cit. mfra, 95 a.
Grimal, P.: Diccionario de Mitología griega y romana, Ed. Paidos, Barcelona-Buenos
Aires 1982, lób
Cook, op. cit., p. 8.
óé Ana Mi’ Vázquez Hovs
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- - . - 11.84
-- - - - - - 687- - -
3. NY
- L686, de Melitae, en Tesalia. 350 a.C. Cabeza de ZeuslAbeja. AE 14-15.
N.0 1.687, de Júlis, en la isla egea de Ceos. 5. Hl a.C. Cabeza de Zeus (o
Aristeo)/Abeja. - - -
5. N.0 1.688,.de Julis, en la -isla egea-de Ceos. .S. III a.C. Cabeza de Apolo
(o Aristeo)/Abeja. AE 11.
6. N.0 1.689, de Praesus, en Creta. 300-20U a.C. Cabeza de Perséfone/Abeja.
Hemidacma. 40 gm. AR 13. -- . -
7. N.« 1.690, de Elynus, también en Creta. 400-300 a.C. Cabeza de cabra y lanza!
Abeja. 78gm (Dracma). AR 21. - - - - -
6492
La miel, alimento de la eternidad 67
270&
Fig. 4. Sg. Plata, R., Greek coins (ypes and their identification. Ed. Seaby, Lon-
dres, 1979.
3. Utilización en Medicina
la miel era y sigue siendo actualmente utilizada en Medicina por sus pode-
rosas cualidades antisépticas, ya que no deja desarrollarse en ella ningún
organismo, por grande o pequeño que sea, de aquí que fuese un extraordi-
nario conservante de frutos y también de aquí, su relación con la inmortali-
dad, puesto que mantenía «como en el momento en que fueron depositados
en ella», los productos que en ella se introducían, sin permitir su putrefac-
ción. Por eso se utilizaba para embalsamar y conservar los restos orgánicos,
detalle que recuerda Plinio ~ al referirse al hecho de que la piel de la sala-
mandra era utilizada como antídoto contra las quemaduras y se decía que
ciertas partes del animal conservadas en miel abrían el apetito sexual ~
Este mísmo autor refiere que se tenía tanta confianza en este producto
porque se decía que había sido inventado por el sol, o que procede directa-
mente de él tS
¡20v., Fast. y, 20s.; QL 1,603; Varron, L. L., V, 74; VII, 45; R. r. 1,6; Plinio, N. H.,
XVIII, 29, 284 ss.
“ Plinio, XXIX, 76.
~ Sobre el uso de la miel como antiséptico, cfr. Lucrecio 11, 886; Columela, RR, XII, 45;
Plinio, N. H., XXI!!, 108; Phorph. De antro nymph, 15: La miel purifica y conserva; Krause,
B. M.: luppiter Optimus Maximus Saturnus. Mainz am Rhein 1984, Ph. von Zabern; Sobre
Saturno en Hispania dr. Blech, M.: «Saturn in Hispanien», MM 19, 1978, pp. 238-250.
~ Plinio, N. H., VII, 197. Cfr. otros usos en Gil, L.: Terapeia. La medicina popular en
el mundo clilsico, pp. 99, 362.
68 - - Ana MI’ vózquez-Hoys
4. La miel y la magia
¡8 Jenof: Heil., y, 3, 19; Diod. Sic. XV, 93; Fla~io Josefo, Ant. Iud.XIV, 4-7; Stac. SiN.
‘~ Textos de magia en papiros griegos. Ed. Gredos, ¡987, Pp. 35, 53, papiro Pl.
“ Textos de magia, cit., p. 53, n. 2.
- 72 Ana Mi’ Vázquez Hoys
Fig. 10. Sortija de oro procedente de Tirinto. A la derecha una diosa sentada con
un ritón en su mano. Detrás de su trono se ve un pájaro. Cuatro demonios o seres
disfrazados con forma de abeja se acercan a la diosa.
Hg. 11. Vaso de bronce de Craeckwyl (Suiza). 5. VI a.C. Ashtart, alada, lleva el
cielo sobre su cabeza en forma de águila. A los lados, las dos serpientes celestes y
cuatro leones que figuran las cuatro apariciones sucesivas del planeta Venus. Sg. Du
Mesnil du Buisson, Nouvelle~ ¿tudes sur-les dieux et les mythes de Canaán;Brill,
Leiden, 1973, p. 150. -
La miel, alimento de la eternidad 73
Fig. 12. Crátera beocia encontrada en una tumba, decorada con escenas de regene-
ración. H = 86,5 cm.
-a~ 2.
5.
ción 27 Asimismo, se relaciona con Hecate, afin a Artemis, diosa que otor-
ga la prosperidad material, pero también terrible diosa triple, del cielo, la
luna y el Hades, gran maga que preside los hechizos; con Plutón-Hades,
rey de los infiernos, en su origen un dios agrario y con Saturno-Cronos
antiguo dios del Tiempo; patrón de la agricultura y divinidad chthónica
relacionada con la fertilidad y, al mismo tiempo, con la muerte y la resu-
rrección, así coMo con Dionysos, Attis, Orfeo y tantas otras divinidades
cuya sola mención parece hacerse interminable, además de la serpiente,
animal chthónico por antonomasia, a menudo acompañante y símbolo de
estas deidades, con las 4ue parece representada frecuentemente 28
‘~ Delcourt, op. cit., p. 126; p- 132; p. 133: teleátan= morir; teleisthai (ser iniciado).
Cumont, F.: Mon. rnyst. Mit/trae, p. 320; Cook: «The bee in Greek Mythologie>, cit. p. 1-24;
Graillot, H.: Le cuhe de Cybéle, PP. 182, 252 (sobre las Melissai).
~ Vázquez Hoys, A. M.~.~«La serpiente en el mundo antiguo 1. La serpiente en las
religiones mediterráneas>’,
1981’PP~ en Boletín
33-39; Bru Romo, de la Asociación
M.-Vázquez Hoys, A.deMt:
Amigos
«Thede la Arqueología,
representation ni’ 14,
of serpent
Dic.
iii Ancient Iberia», Internacional Conference Qn Archaeology and Fertility Cuil in ,4ncient
Mediterranean. Malta, 2-5 Septiembre,’ 1985, cd. Malta 1986, pp. 305-314; Vázquez Hoys, A. M.>:
La miel, alimento de la eternidad 75
«From earth to heaven: The snake and the indocuropean religious change», The Transforma-
tion of Furopean and Anatolian culture, 4500-2500 fi. C., organized by Ihe Indocuropean
Studies Program, University of California, Los Angeles, in conjunction with University Colle-
ge, Dublin. 15-21 Sep. 1989. En prensa; id.: «Los cultos a la serpiente en Hispania», IV
Coloquio Galaico-Miñozo. Lugo (Galicia). 24-27 Septiembre 1990. En prensa; id.: «Repre-
sentaciones de semientes en la iconografía mitraica», con J. Muñoz García-Vaso. Espacio,
Tiempo y Forma, Facultad de Geografía e Historia, UNED, Madrid, Serie 11, Historia Anti-
gua, ni 3, Pp.
29 Fernández Uriel, P.: «Algunas anotaciones sobre la abeja y la miel en el mundo anti-
guo», Espacio, Tiempo y Forma, Facultad de Geografía e Historia, Madrid, UNED, Serie
ti, Historia Antigua, 1, 1988, Homenaje al profesor E. Ripolí Perelló, Pp. 185-208.
»‘ Le Glay, Sarurne africain. París, 1966, p. 151; también von Bernhard Neutsch: «Tas
Ninphas emi Hiaron. Zum unterirdischen Heilig¡um von Paestum. Heidelberg, 1957 (Abhan-
dI. d. Heidelberg. Akad. d. Wissensch. Phil. I-list. Kl. Jahrg. 1957, 2 Abh.); Picard, Ch.:
Ephése et Claros, p. 183; Sestiere, P. C.: «Le petit temple souterrain de Paestum», Rey.
FranQaise, fev. 1955; Rolley, Cl.: Les vases de bronze de larchaisme récent en Grand Gréce.
Bibliothéque de ltnstitut FranQais de Napoles. Ile. Série. vol. V. Pub. du Centre .1. Bérard,
Napoles, 1982. tere. partie: Hydries et amphores. Phaestum, Sala Consilina, description, p.
15 55.
“ Burn, L.: «Honey pots. Tree white-ground cups by Sotades painter», Anhlce Kunst, 28,
1985, Pp. 93-105.
76 ‘, Ana Mi’ Vázquez Hoys
Fiá. 15. Sg. Neutsch$ fi.: TAS NINFAS EMI 1—IIAPON zum interrirdiscben heilig-
-
tum von Paestuni. Heidelgerg, 1957. Carl Winter Universitátverlag, fig. 12.
africánas del culto a’ Saturno (figs. 19-23), citados por Le Glay, de las que
hablarémos más adelante 32~
En el mundo griego, la-leche y la mieleran ofrendas corrientes en los
cultos a los dioses y también se utilizaban en Roma, donde eran corrientes
las ofrendas a los Manes, las almas de los muertos, a veces representadas
~‘ Inscripcion, CIS 1; 3, n.” 166, lín. 8; estelas cfr. Le Glay, M.: Sat. Afric. Mon., 1, p.
291, n.» 1 (Beja-Le Ket3, p. 308 y ss., n. 2 y X, 4 (Hr. es Srira); Estela de Khenchela panal
sobre plato, Saz. .4fric. Mon., ti, Kenchela 4 y pl. XXIX; Del mismo lugar nY 15; De
Ojemila en la mano, II, Djem. 15,22; Djemila 30, pl. XXXIV, fig. 3; De Lambesa II, Lamb.
51; De Sillége, 2, 4. 14, 20, 23, pl. XXXV. hg. 5 y 6.
La miel, alimento de la eternidad 77
~ Wyss, K.: Die Milch im ¡<uIt <ter Griechen und Rómer, Religionsgeschicht Vers. u.
Vorarb, XV, 2, Giessen 1914, p. 12.
78 Ana M.” Vázquez Hovs-
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- ,.
Fig. 19. Sg. Le Glay, M.: Satu?ne africain, Monuments II, pl. XXXVI, fig. 6,
Sillége, 2.0 mitad, 5. III d.C., Dedicación a Saturno.
Fig. 20. ¡nscripción a Saturno de Reja-fr Kef, sg. Le Glay, 1, pL VIL ni> 1.
La miel, alimento de la eternidad 79
Hg. 22. Dedicación a Saturno. Sillége. casa sacerdotal. Sg. Le Glay, op. cit.,
pl. XXXVL 5.
80 Ana Mi’ Vázquez Hoys- -
Fig. 23. Pedestal dedicado a Saturno. Djemila. Sg. Le Glay, fines 5. 111-principio
5. IV, II, pl. XXXIV, nY 3.
- ~ Sobre Saturno y la miel cfr. Le Glay. M, op. cit., París, 1966, pp. l50~151. El panal
de miel como atributo de Saturno. En teóforo «Saturnio» deriva del nombre de Baal, dr.
Le Glay, op. cii., p. 4, nota p. 5; citando a Carcopino, M~ i.: Virgilio et les origines dY3stia,
París, 1919, p. 701.
82 Ana Mi’-, Vázquez Hoys
Tal vez a esta bebida mística puede hacer alusión, en otro culto mistéri-
-
i5
pie rebus renatum dódéibus a¡que creatum»
que Vermasseren
sin y Vánsuntcicata
«dulcia Essent~áddcen:
aviurn, sed cura gubernat - guía a
t. XLVII, p. 308); también sobre este tema M. Duchesne: Origines <tu culte chré¡ien, París,
322 -338, 341, sg.-cit. por Le Glay, op. ci!., p. 389, n. 5.- -
1909, pp--
~ Curtois, C.: «Sur le baptistére découvert dans la région de Kélibia (Cap Bon)». ¡<ariha-
go-VI> ¡955, p. 119.
~‘ Févriver, P. A.-Poinssot, C.:«Les cierges et labeille. Note sur liconographie du bap-
tistére découvert dans la région de Kélibia (Tunisie»>. Cah. Arch. X, 1959, Pp. 149-156.
La miel, alimento de la eternidad 85
Aunque, como dice Le Glay, el culto de Saturno no es un verdadero
culto mistérico 50, al igual que en las religiones de Attis, de Mithra y de
Jesús, las ceremonias de su culto debían completarse por una cierta forma
de comunión, aunque esta práctica no se recoge en ningún texto y tal ban-
quete no está representado en ningún sitio. Pero la presencia de un panal
de miel en la mano del dios, figurado en los relieves y estelas mencionados,
demuestra que no se trata de un simple símbolo chthónico, sino de un
atributo divino según Le Glay. En nuestra opinión, esta representación
indica por sí misma, sin necesidad de más ceremonias, de las cuales no
existe prueba documental, la utilización de la miel con una idea de inmorta-
lidad, es decir, se trata de un signo o señal de la inmortalidad que el dios
confiere a sus fieles, lo que daría, así, una significación más profunda a esta
representación en los relieves del panal de miel. Este objeto, pues, hace a
Saturno dios del renacimiento tras la muerte y crea un lazo indisoluble
entre los niños consagrados a él, representados en las estelas, a los que el
dios ofrece la comida de inmortalidad y el dios que la concede, como una
esperanza en que la vida mortal -continúa más allá de la muerte y un día
volverán de nuevo a vivir una vida terrena> renacidos por la virtud del dios.
Y pensamos que esta idea se expresa por medio del símbolo del panal de
miel, puesto que difícilmente podría representarse solamente por la miel
de una forma fácilmente identificable e inequívoca. Este seria, pues, el
carácter «mistérico» que se puede atribuir al culto de Saturno.
6. La serp¡ente y la miel
Fig. 26. Copa n.» 1. Sg. Burns, op. cit., lám. A, ¡ y 23, 1.
A) Glauco.
8) Poliido.
C) Abajo, las dos serpientes, lám. 24, 2.
Al tetirarsemúdó de piel>65
Algunos autores piensan, por este texto, que la planta de la vida era de
agua dulce y se encontraba dentrQ del mar en un «arca de agua dulce»,
hecho no imposil~le si sé tratas¿ de una corriente dentro del Océano. Se
advierte, ásimismo, que no se trata esjecíficamente de una planta qúe con-
fiere la inmortalidad, sino que produce el rejuvenecimiento, según la frase
«y así volverá al estado de juventud». Por eso al robarla la serpiente rejuve-
nece, «renace» y muda la piel. Seda,- pues, un signo de inmortalidad y
eterno renacei, muy apropiado ál significad¿ y a la simbología que se utiliza
enlías iniciacíones mistéricas. Algunos autores, además de lo dicho arriba,
consideran que dicha planta podría ser el lycium, esto es, el cambrón, ar-
busto ramneo de unos dos metros de altura, con ramas espinosas, hojas
57
pequeñas, flores blanquecinas y bayas como frutos ,. ¡ -
2) Copa no 2. Parece que nos hemos alejado del tema. Pero tal vez
valga la pena el recorrido que hemos hecho hasta aquí, si volvemos a exa-
minar, a la luz de los datos arriba expuestos; los materiales de la citada
tumba ateniense y nos fijamos en otra de las copas del ajuar. funerario (fig. 27),
en la que aparece una gran serpiente, amenazante- (fig. 27, A), que sale de.
un medio acuático, de la que se defiende un hombre (fig. 27,’C), mientras
~ Poema de Gilgamesh, tablilla XI, 263-289. Cfr. Lara Peinado, op. cit., Pp. 243-244.
‘~ Lara Peinado, op. cit., pp. 243-244 y 250. - . -
La miel, alimento de la eternidad 89
Fig. 27. Copa a.0 2. Sg. Buras, L., op. cit, lám. A, 2 y 24, 1, 3, 4.
A) Serpiente.
B) Eurídice.
C) Euristeo.
D) ¿Planta de la vida?
una mujer, cuya figura está muy deteriorada (fig. 27, B) se encuentra en la
parte izquierda de la escena.
Para Burn, esta mujer seña Eurídice, esposa de Orfeo, muerta, como
sabemos, por una serpiente cuando huía de Aristeo (figs. 27, C y 4,4 y 5),
quien la perseguía para violarla. Este sería quien, en la citada copa, ataca
a la serpiente que ha mordido a Eurídice. En nuestra opinión, también
podemos estar en presencia de una serpiente que no se deja arrebatar la
«Planta de la vida» (fig. 27, D), haciendo alusión al mito figurado en la
primera copa, puesto que, como la del mito mesopotámico, la planta repre-
sentada en esta copa n/’ 2 parece ser acuática. Y tal vez sea el mismo Orfeo
el que, tratando de resucitar a Eurídice, intenta hacerse con la planta, arre-
batándosela a la serpiente que la guarda. También puede representar este
dibujo, para Burns, la muerte de Ofeltes, aunque éste, cuando fue ahogado
por la serpiente era un niño. Podría tratarse, en cambio, de Hipomedon,
matando a la serpiente que había ahogado a Ofeltes, pero creemos que es
más apropiada la primera interpretación ~
>» Tendríamos aquí, por otra parte, representado el mito de Orfeo y Eurídice e incluso el
Hades, representado por la serpiente, animal chthónico, del que Orfeo intenta rescatar a su
espOsa.
90 - Ana ‘M.9 Vázquez -Hoys - -
r-’ U U
Fig. 28. Copa n.0 3. Jardín de las Hespérides, Sg. Burns, L., op. cit., lám. 23, 2.
A) Mujer ijué se alga para coger los frUtos del árbol. -
una segunda figura femenina (fig. 28, C) que se ve muymál,- debido al mal
estado de conservación del dibujo, a la izquierda del árbol;ítal véz Melis-
sa la voz griega que designa a la abeja melífera;J n[ombré utilizado fre-
~,
‘>Para la asociación entre la mujer y las abejas cfr. Detienne, M.: ~TheMyth of Honeyed
Or~heus»é~iW L. Óordoñ (cd.): M#tlt Rétigiá¡idndSoci%t5,198i 4noñta’á Hesiodo;la’abeja
pp 95-110,espécialmen-
~ignifi¿a
-l~
té esp&a
~3.101, de los dióses...,
dónde y; según
fefiere que en la mente de--l&-~ríegos,’lá’ñzelis~sñ
un~ trádiciórí qii¿se és éléiñbleniálle la Víitúd
doméstica fémenina.,EI-nombre Melissa para uná-Héspérideno es raro,.cfr.Burns, «l-Ioney
Pots», citj
1p.95 y n. 13. Hubo- muchas Melissas en los relatos mitológicos. -A las arriba
citadas pódemos añadir las Melissai, hijas de! rey,abcja de Paros, visitado por Demeter cuan-
do buscaba a Perséfone, a las que la dios~ reVeló lósmiht¿rios de’~u éúfio y son el origen’de
las TesinóphérFa~, énla~4ue las mujere<4úe-jiáñicij,ábiiii llevaban el’nonibré de «Meíissas>’.
O la- hija-de Meliseo, rey de- Creta-cuando nació Zeus~ que’alimentó al dios con miely fue la
-primera-sacerdotisa de Rea (Cibeles). También con1la-raíz mel secoáoceaMeliteo, hijo-de
lA ninfa Otreis -y Zeus,que, temiendola cólera de Hera, lo abandonó en un bosue ero
Zéés hi~ocjue fuese ¿ncoñtrado por medio de un oráculo, por el pastor Pagro, hijo de la
misma ninfa y Apolo, que le alimentó con miel. Es el fundador de la ciudad de Melitea, en
Tesalia. Cfr. también sobre la miel Billiard, R.: «Notes sur labeilie et l’apiculture dans
l’Antiquité», en Sufí. Soc: Centrales d’Apiculture a Insectologie, -París, 1900;- pp. .1-100.
- <«Burns, «Honey Potss>, cit., p. 94. Tambiénkp~95 y-n. 11
61 Cfr. Vidal-Naquet, P.: The Black ¡-¡unter and the Origin of tite Athenian «ephebeia».
La miel, alimento de la eternidad 91
En Gordon (cd.), cit., supra, pp. 147-162; también Sergent, B.: La homosexualidad en la
mitotogía griega. Ed. Alta Folía, Barcelona, 1986, cap. 11, Pp. 199-204.
~‘ Burns, op. cit., p. 103.
- r -
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- ‘-~1 - 4--
2
1. - -
¡ Fig. -30. <Sg. Burns, L., op. cit, lám. 26, 1.,
‘1