Dialnet SobreLaDignidadHumana 6052094
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DOI: 10.22199/S07198175.2012.0002.00006
Resumen
Este artículo propone una reflexión sobre el valor antropológico social, moral y teológico de la
dignidad humana, haciendo una distinción entre la dignidad ontológica y la dignidad moral, así como
el largo camino humano en concienciar esta categoría moral y su trascendencia en la justicia social
como fundamento de los Derechos Humanos. Recuerda la importancia de la educación transversal
en todos los niveles de la enseñanza y en los medios de comunicación social. Finalmente menciona
su fundamento teológico en diálogo con el mundo actual especialmente desde el Concilio Vaticano II.
Palabras claves: Dignidad Humana, esclavitud, Derechos humanos, Educación, Concilio Vaticano II.
1 Xavier Ayora Pinós, Licenciado en Sagrada Teología, Magister en Teología Moral, académico de la
Universidad Católica del Norte de Antofagasta. Contacto: [email protected]
1 El valor fundante de la dignidad de la persona humana
Sin duda que son muchos los logros del Concilio Vaticano II, pero en espe-
cial el de la Libertad Religiosa basado en la Dignidad Humana fue como un giro
copernicano para la misma vida de la Iglesia. Pocas expresiones antropológicas
han tenido tanto uso en el terreno ético como la que formula la dignificación del
ser humano. Se puede afirmar que esta categoría constituye un “lugar” primario
de apelación ética. Sobre todo en los sistemas morales que se fundamentan en
la autonomía de la razón humana. Hablar de dignidad humana es hablar de una
categoría moral, constituyendo un lugar primario de apelación ética, tanto en los
sistemas morales religiosos como en la construcción de una ética civil fundada en
la autonomía de la razón humana.
Creyentes y no creyentes y pensadores en general, coinciden en la grandeza
de la dignidad del hombre y en general están de acuerdo en que el hombre es el
centro del valor que hay que salvar y que todo lo que existe en la tierra debe orde-
narse al hombre como centro de su culminación. 2 La ética, como ciencia norma-
tiva de la conducta humana, tiene como fin, el estudio del desarrollo y perfección
de la persona humana en todas sus dimensiones. La ética, entendida como estudio
de la moral de la propia cultura y de las diferentes culturas, tiene siempre como
fin investigar y aportar desde su reflexión al desarrollo y perfección de la persona
humana. Para la ética la persona humana es el objeto y sujeto de la moral, como
el máximo valor existencial y por ello, a todo lo que contribuye al reconocimiento
y desarrollo de su dignidad.
La persona humana tiene valor “per se”, por sí misma, por el solo hecho de ser,
de existir como ser humano en su dimensión personal y social. Como consecuen-
cia, lo que antes nos debería hermanar a todos los seres humanos, no es la raza,
la cultura o la religión, sino el mismo hecho de existir como ser humano, de reco-
nocer y concienciar el valor de nuestra existencia en la existencia de los otros. Lo
que realmente me hace tomar conciencia de que estoy llamado a ser fraternal, es
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3 RUBIO, ALFREDO, 1995, 22 Historias Clínica de Realismo Existencial, Ed. Edimurtra, Barcelona, ES.
4 MORA, FERRATER, Diccionario de Filosofía, Ed. Sudamericana, Buenos Aires,1971
5 Las técnicas para descubrir y aprender el mundo de las emociones o la llamada “inteligencia emo-
cional” muchas veces se queda en la superficialidad de una mejor educación de actitudes y valores,
ya que el fin no es ahondar en la personalidad y el trabajo en grupo bien elaborado, sino la estra-
tegia del mérito para posicionarse mejor en el mercado o en el escalafón social o de la empresa.
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6 PEDRA, MANUELA, 2003, Carta abierta a unos amigos, ed. Edi Murtra, Barcelona. La autora habla
de recuperar valores como la inocencia (no ingenuidad) y gratuidad para que se produzca un ver-
dadero encuentro humano donde el más fuerte o favorecido dé un espacio de crecimiento al más
débil si se quiere hablar de dignidad humana como soporte de los Derechos Humanos
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También podemos decir que los D.H. Son norma axiológica del Derecho Positi-
vo de los pueblos libres. Con los D.H. Se vuelve a afirmar que la persona y la familia
son anteriores al Estado y por ello, éste debe ser servidor en favor de la persona
y la familia como entes constitutivos del tejido social. Por otra parte es bien cono-
cido que a nivel internacional la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
no tiene todavía la suficiente protección jurídica, lo cual corresponde a un gran
desafío del orden planetario para la justicia y la paz mundial. 7
7 VIDAL, MARCIANO, Moral Social, vol. III, pág. 189, ss.Ed. Herder, Barcelona, 1988.
8 JACQUES DELORS, Educación para el siglo XXI, UNESCO.
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za– con políticas económicas paternalistas que llevan al aislamiento y sin sentido,
al descontento y al lamentable enfrentamiento social. 9
Es bien cierto que el hombre vive de pan, y el desafío constante es que este
pan debe llegar a todos los hogares con un trabajo digno y un salario justo, pero lo
que alimenta al hombre y lo hace crecer y desarrollar en su dignidad de libertad e
inteligencia, no solo es el pan, -que con facilidad lo olvidamos- sino, su autonomía
abierta a la solidaridad humana que lo retroalimenta en un círculo virtuoso, adhe-
rido a valores cívicos, culturales, estéticos, artísticos, de confianza fraternal, de
sentido trascendente espiritual.
La educación en su sentido más amplio juega un papel muy importante, esen-
cial para concienciar y desarrollar la dignidad humana de las personas, las fa-
milias y los pueblos. El auténtico ejercicio de la libertad exige la formación de la
inteligencia y de la voluntad, facultades específicas del espíritu humano, pues el
ser humano no solamente “nace”, sino que sobretodo, se educa, “se hace”.
Un curriculum de enseñanza, ya sea Básica, Media o Superior, que no tenga
en cuenta estas competencias valóricas transversales en sus profesores, que no
reflejen y transmitan actitudes éticas personales y sociales de autonomía y solida-
ridad a sus estudiantes, debe preguntarse; ¿Qué perfil humano de hombre y mujer
ingresará a la sociedad? ¿Qué familias construirán? ¿Qué competencias de rela-
ción humana tendrán en su desarrollo laboral? ¿Qué clase de liderazgo productivo
y social tendrán? En definitiva; ¿qué clase de desarrollo de dignidad humana, de
ser humano queremos para la próxima generación? 10
7. Fundamento teológico
Para el pensamiento cristiano la dignidad del hombre se encuentra en su ser
creatura elevada a la categoría de hijo de Dios. Nos recuerda el Catecismo de la
Iglesia Católica: «El hombre ha sido creado a imagen de Dios, en el sentido de que
es capaz de conocer y amar libremente a su propio Creador. Es la única criatura
sobre la tierra a la que Dios ama por sí misma, y a la que llama a compartir su vida
divina, en el conocimiento y en el amor. El hombre, en cuanto creado a imagen
de Dios, tiene la dignidad de persona: no es solamente algo, sino alguien capaz
9 VIKTOR FRANKL, 1989, El hombre en buesca de sentido, Ed. Herder, Barcelona, ES.
10 “El hombre no solo vive de pan , sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt.4,3-4; Dt. 8,3).
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trato justo y recíproco con cualquier ser humano. En la teología cristiana hay de al-
guna manera una ética de mínimos para todos los hombres y mujeres de cualquier
tiempo o lugar que parte de la razonabilidad y voluntad natural de todo ser humano
y que hace referencia al fundamento de la dignidad humana, es decir, respetar, no
dañar y hacer el bien posible al que se puede ver y tocar, trascenderse en; “Amar
al otro como a ti mismo”. El “otro” siempre es y será referente ético. El “otro”
nunca es un medio, sino que se nos presenta como un fin en sí mismo, en el cual,
según mi actuar quedo moralmente evaluado. 13
Conclusión
Dejar a nuestro alrededor el mundo algo mejor de como nos lo entregaron es
el desafío que hace moralmente más digna a la persona y a su generación. No se
trata de creerse de manera ilusoria una generación épica especial, que puede
cambiar la historia, aunque vivir y convivir con honestidad, para una gran mayoría
de personas con escasos recursos, ya es de hecho una tarea épica encomiable
de dignidad humana.
Tener conciencia de la dignidad del ser humano, de todo ser humano sin dis-
tinción alguna, y lo que ello conlleva para el desarrollo y perfección en el nivel
personal como familiar y social, es una tarea que debe preocupar y ocupar todo
plan curricular de educación, tanto en la escuela como en el hogar.
No hay equivocación en admitir que sin avance ético no hay verdadero pro-
greso y desarrollo humano, y el deseado avance ético se empieza a dar cuando la
persona identifica y adhiere a su estructura moral el valor fundante de su dignidad
e infiere este mismo valor inalienable a todos los seres humanos, lo cual lo posibi-
lita como ser abierto a la trascendencia.
Los caminos de la justicia social, de solidaridad y fraternidad humana universal
están en las aspiraciones más profundas de todo ser humano como algo perdido
que andamos buscando, como nostalgia de un paraíso perdido, o como algo que
debemos construir y conquistar. La educación de la conciencia moral desde la
ontología de la fe en Dios o desde la potencia racional de la naturaleza humana
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dada por el mismo Dios, siempre será una tarea desafiante y primordial de cada
generación; “saber ser, saber convivir” como verdaderos seres humanos.
La Iglesia, con especial énfasis en el Concilio Vaticano II, en su constitución
pastoral Gaudium et Spes y en su declaración Dignitatis Humanae, reafirmó con
gran esperanza su apertura dialogante con el mundo moderno y con las demás
iglesias reconociendo la autonomía de las realidades terrestres, es decir, la res-
ponsabilidad moral de la razón y voluntad humana en el avance científico en la
construcción social. Pero esta autonomía de lo natural es en virtud del don sobre-
natural del propio creador, pues la búsqueda de la verdad científica y el bien moral
tienen el mismo autor. 14
La Iglesia reafirma con un nuevo lenguaje un mejor entendimiento sobre la tra-
dición de la ley natural, y con ello, el fundamento en una misma naturaleza creada
y sostenida por la providencia de Dios en Cristo, que a través de la conciencia psi-
cológica y moral del hombre lo llama a reconocer su propia dignidad en la dignidad
de todos los hombres como hermanos. 15
14 GS 36.
15 GS 16 y GS 17.
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Bibliografía
–– BIBLIA DE JERUSALEN, 1966, Ed. Desclée de Brouwer, Bilbao, ES.
–– COMPENDIO CATECISMO IGLESIA, 2005, Ed. San Pablo, Santiago, CL.
–– COMPENDIO DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA, 2005, Ed. San Pablo, Stgto. CL.
–– CORTINA ADELA, 2010, Etica Mínima, 15ª. Ed. Edit. Tecnos, Madrid, ES.
–– FERNANDEZ AURELIO, 1995. Compendio de Teología Moral, Ed. Palabra, Ma-
drid, ES.
–– JACQUES DELORS, Educación para el siglo XXI, UNESCO.
–– MORA FERRATER, 1971, Diccionario de Filosofía, Ed. Sudamericana, B. Aires, AR.
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–– RUBIO ALFREDO, 1995, 22 Historias clínicas de Realismo Existencial, E. Edimur-
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–– VATICANO II, DOCUMENTOS, 1993, Ed. BAC, Madrid ES.
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