PATRIMONIO Cultural
PATRIMONIO Cultural
PATRIMONIO Cultural
MODERNIDAD, GLOBALIZACIÓN Y
PATRIMONIO CULTURAL
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Respecto a las características del patrimonio cultural:
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La entrada de la primera modernidad activará el pasado como base para la
construcción del patrimonio clásico o histórico. El patrimonio aparece entonces como
una respuesta para articular y vincular el pasado con el presente. Permite la
identificación con una tradición y con una continuidad en el tiempo, es decir, el pasado
da sentido al presente, dotándolo de una suerte de continuidad espacio-temporal que
permite tanto situar nuestros orígenes, como generarnos un sentimiento de
pertenencia a un grupo.
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III. INSTITUCIONALIZACIÓN Y NORMALIZACIÓN DEL PATRIMONIO
Durante la primera mitad del siglo XX, encontramos que las constituciones
europeas reconocen el derecho al patrimonio (cultural) y, por tanto, el deber de
protegerlo, lo que favorece la aparición de numerosa legislación.
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La labor iniciada por estos primeros organismos fue paralizada por la Segunda
Guerra Mundial y sirvió para poner en evidencia el incumplimiento de los pactos. La
Sociedad de Naciones desapareció tras la guerra, naciendo en 1945 la Organización
de las Naciones Unidas (ONU), con la misma intención que había surgido la anterior
Sociedad de Naciones. El nuevo organismo internacional creó en 1946 la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO). La UNESCO surgió como una agencia especializada en todo lo
relacionado con la cultura, la educación y la ciencia. A partir de su creación asumió la
labor iniciada por la antigua Comisión Internacional para la Cooperación Intelectual en
la protección y conservación del patrimonio.
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ICOMOS es el principal asesor de la UNESCO en cuanto a la conservación y
restauración de bienes.
- El Centro Internacional de Estudios para la Conservación y Restauración de
Objetos de Museos (ICCROM) fue creado por la UNESCO en 1959, como una
organización intergubernamental autónoma. Su labor principal consiste en
elaborar criterios y normas para las intervenciones, fomentar encuentros
internacionales e intercambios entre expertos, además de desarrollar una
importante tarea formativa para los profesionales del campo de la restauración
y conservación.
- La Organización de Ciudades Patrimonio Mundial (OCPM), es la institución
más joven y funciona desde 1993. El organismo está formado por todas las
ciudades que han sido declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad. Su
labor se centra en la colaboración, información y cooperación de
conocimientos, en el seguimiento para el cumplimiento e implantación de los
convenios, en la contribución a la formación de gestores municipales y a la
definición de estrategias para la conservación urbana, en la difusión,
sensibilización y divulgación del patrimonio urbano y, por último, actuando ante
las autoridades competentes para que las ciudades declaradas patrimonio no
sean objetivos militares en caso de conflictos armados.
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periodo de paz como de guerra, es decir, que los países que firman el convenio tienen
que cumplirlo obligatoriamente; frente a las recomendaciones que son documentos
jurídicos no vinculantes, por lo que tan sólo tienen un carácter orientativo para los
países. Y entre las distintas Convenciones y Recomendaciones celebradas
destacamos, a modo de ejemplo, las siguientes más relevantes respecto a la
protección de bienes culturales:
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patrimonio mundial pero que también corrían riesgos dada su especial
fragilidad.
- Tesoros vivos (1996).
- Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad (1999-2001).
- Organización de Ciudades Patrimonio de la Humanidad (OCPH, 1993). De la
Declaración sobre la protección de los conjuntos históricos urbanos nace la
idea de constituir una red de ciudades del Patrimonio Mundial que dará lugar
en 1993 al ya comentado OCPM. En definitiva, también se declararon ciudades
históricas como Patrimonio de la Humanidad, es decir, como patrimonio cultural
mundial.
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TEMA 2. LA DIMENSIÓN CULTURAL DE LA
SOCIEDAD
I. EL CONCEPTO DE CULTURA
Ya por entonces, se concibió la cultura como algo que distinguía a las elites cultas
de las masas ignorantes.
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como una estrategia de distinción social, la ideología de la excelencia como
estrategia de distinción social. Quienes tienen cultura ocupan la elite de la
sociedad y quienes no tienen cultura están en estratos más bajos. La cultura se
entiende como la herramienta legitimadora de la posición de las personas. Y
todo lo que se asocia a la clase alta se relaciona con la estrategia de distinción
social.
En este contexto, en el proceso de cambio después o a partir del renacimiento,
nos encontramos con el ascenso de la clase social, la burguesía, que busca las
herramientas que legitimen su ascenso social y económico.
Por su parte, los ilustrados franceses, usaban más bien el concepto de
civilización con un sentido también de distinción entre los seres humanos que
habían progresado en el conocimiento y la perfección y los que no. En
definitiva, a partir de la revolución francesa se habla de la cultura como
sinónimo de civilización y se designa esta conciencia de superioridad cultural
en Europa. Cambiamos de una sociedad del antiguo régimen a la modernidad.
En algunos de sus contenidos la noción humanista de cultura sigue esa pauta
de distinción social, pero su surgimiento tuvo lugar con la Revolución Industrial.
La cultura era el desarrollo de las cualidades y facultades que mejor
caracterizaban al ser humano (la literatura, el arte, el pensamiento, y en
general, los extraordinarios conocimientos que sólo algunos humanos
poseían). La industrialización suponía un obstáculo a aquel desarrollo y, por lo
tanto, al perfeccionamiento de la humanidad. La cultura así definida, es
procesal (se aprende), jerárquica (la posee una élite), selectiva (sólo incluye
algunas actividades humanas), normativa (sólo los resultados de algunas
actividades merecen ser consideraras “cultura”), frágil (puede resultar
degradada o desaparecer) y carismática (algunos de sus productos se
relacionan con las cualidades de genios y particularmente artistas). La cultura
en el sentido humanista distingue, pues, a grupos y personas dentro de una
escala jerárquica. Quienes tienen cultura son los que se encuentran más cerca
de la perfección humana, como meta a alcanzar, a través del adiestramiento
y/o la creatividad. Este concepto de cultura excluye la mayor parte de
productos humanos y también a muchos seres humanos, con lo que acaba
siendo altamente restringido. Si aplicáramos al patrimonio semejante
concepción, la noción de “patrimonio cultural” se limitaría a las obras de arte y
los monumentos históricos. En definitiva, con la revolución industrial se
desarrolla un progreso y un cambio en los modos de producción y de vida
(entre otros). Esos cambios conducen a que en la población se perciba un
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rechazo por el cambio de sus antiguas formas de vida, y se empieza a
entender y a conocer la cultura como el cultivo de la creatividad y espíritu,
frente al trabajo industrial. Se trata de la búsqueda de la perfección humana a
través de la cultura. Por otra parte, podemos ver cómo se desarrolla un
concepto de cultura universalista, sobretodo en Francia, y también en este
periodo se gesta la construcción de los estados nacionales. Hablamos de una
cultura occidental que se universaliza, las otras son inexistentes (la elite de la
burguesía).
Cualquier grupo humano entiende que su cultura es la mejor. Se trata de una
cultura etnocentrista, dice que es lo adecuado, lo justo…y todos los pueblos
interpretan su cultura como la mejor, tienden a ser etnocentristas, se manifiesta
una superioridad de sus formas culturales respecto de otras.
Por último, podemos señalar que en esta concepción humanista de la cultura,
se entiende el patrimonio cultural como el patrimonio nacional de alta cultura.
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entiende por cultura un sistema integrado de símbolos, ideas y valores en
continua construcción o, como ya hemos comentado previamente en el tema
anterior, una “fábrica de significados”. En definitiva, E.Tylor, equipara cultura y
civilización, como los humanistas, pero luego hace referencia a las costumbres,
hábitos y capacidades adquiridas por el hombre en una sociedad, dignifica a
todas las culturas y las pone al mismo nivel, no hay culturas superiores ni
inferiores.
Esta definición antropológica de cultura se presenta como algo universal e
inclusivo (de todos los seres humanos), que conlleva códigos y símbolos
(información), que es aprendida (no genética), compartida (común a más de un
individuo), colectiva y pública (transmitida públicamente), práctica (cotidiana),
plural (hay más de una) y relativa (de un grupo concreto y particular). Desde
esta concepción, el patrimonio cultural puede incluir cualquier producto
humano. De hecho, esta es la noción que ha guiado durante la segunda mitad
del siglo XX la ampliación del concepto de patrimonio.
En la concepción antropológica, se emplea la cultura como modo de vida y,
engloba todas las manifestaciones y expresiones propias de cualquier grupo.
Ninguna cultura está más desarrollada que otra, ninguna es mejor y no se
puede imponer una cultura como modo a seguir.
Esta concepción antropológica de la cultura es un avance. Se trata de una
dignidad equivalente de todas las culturas. La limitación que podemos
encontrar en esta concepción antropológica es que no diferencia y estratifica
dentro de una misma cultura. Encontramos una armonía entre la sociedad y la
cultura, aunque con exceso de relativismo. Todos los seres humanos tienen la
misma dignidad, pero todas las actividades no son reconocidas con la misma
dignidad. Desarrollos posteriores superarán en cierto sentido esta concepción
antropológica.
Por último, podemos señalar que en esta concepción antropológica de la
cultura, se entiende el patrimonio cultural como patrimonios diversos.
- Desde las ciencias sociales (XX). Y a partir del siglo XX, empleamos un
concepto de cultura desde el punto de vista de las ciencias sociales. Podemos
hablar de sociedades más igualadas o menos, pero siempre encontramos
asimetrías. No todos tenemos los mismos recursos y accesos, ni capital social.
Este concepto se caracteriza por la desigualdad y la asimetría del capital
cultural.
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La cultura consiste, antropológicamente hablando, en un proceso de
construcción de sentido en el que no todos los que participan ocupan la misma
posición, pero que en cualquier caso siempre se produce en un contexto socio-
histórico concreto. Además, desde el conjunto de las ciencias sociales se tratan
dos sentidos culturales, ésta puede ser concebida en un sentido manifiesto
(disuelto) y en otro latente (sólido).
En sentido latente, la cultura es un sistema significante que abarca toda
producción humana. Es decir, que aunque no nos demos cuenta,
absolutamente todo lo que hacemos es cultural. En definitiva, cultura en
sentido latente es ese todo cultural. Todos formamos parte de una cultura. Se
trata del concepto o sentido antropológico.
Pero además, en sentido manifiesto, la cultura es algo reconocido en forma de
rasgos o productos calificados explícitamente como culturales. A través de la
diferencia y la identidad, consideramos que son culturales nuestras prácticas y
las de otros. Es decir, en sentido manifiesto, nos referimos a un campo y
actividades específicas, aquello que consideramos cultural. Cuando se hace
referencia a costumbres, tradiciones, relatos míticos o históricos, creencias u
otros elementos que se atribuyen a un colectivo, se está aplicando una
concepción de lo cultural, en su sentido manifiesto. Es decir, se están
produciendo símbolos para hacer alusión a un colectivo, con la etiqueta de
“cultura”. La vertiente manifiesta de lo cultural está, entonces, directamente
relacionada con la construcción de identidades. Aunque debemos hacer una
advertencia sobre ello: tanto lo que reconocemos como cultura, como las
identidades no son algo inmutable y natural, sino todo lo contrario.
En definitiva, la particularidad de la definición sociológica o multidimensional,
(además del establecimiento de varias dimensiones analíticas) sería la
consideración de un campo de producción cultural especializado que incluiría
arte, medios de comunicación e ideologías como contenidos significativos
producidos en contextos de dominación y desigualdad.
En relación y frente al etnocentrismo, se opone el relativismo cultural. No
podemos juzgar otra cultura desde nuestros propios parámetros. Desde una
posición radical esto puede tener y conllevar matices o problemas éticos o
morales. A partir de la declaración de los derechos humanos, se pretende
hacer universal los derechos fundamentales de las personas sin tener en
cuenta la cultura, lo que ha conllevado problemas.
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¿Cómo afecta la globalización en la cultura?
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II. DIMENSIONES DEL PATRIMONIO
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cultural. El turismo ofrece el patrimonio cultural como producto atractivo y los
productos o bienes patrimoniales que ofrece son considerados como una
fuente fundamental en la industria o actividad turística.
Por último, hay que destacar que la concepción capitalista del patrimonio, con
su acento en los intereses y el consumo, ha provocado un fuerte impacto
medio ambiental. En muchos casos, los intereses turísticos e inmobiliarios han
primado sobre otro tipo de intereses sociales y han hecho un uso del
patrimonio a su medida, ocasionando una grave degradación ecológica y
patrimonial.
- Dimensión científico-técnica. Hace referencia a los agentes que tienen la
legitimidad o con capacidad de decir qué bienes van a ser considerados o no
patrimonio, a partir de su saber, capacidades y habilidades entre otros, para
abalar esa decisión.
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TEMA 3. LA CONSTRUCCIÓN SOCIO-HISTÓRICA
DEL PATRIMONIO CULTURAL
Desde que los primeros grupos humanos comienzan a tener conciencia o memoria
histórica comienzan a tener espíritu de conservación y colecciones (China, la India,
Egipto, Mesopotamia, Roma, etc.).
En la Edad Media (periodo hasta el siglo XVI, del Renacimiento), este larguísimo
periodo, está dominado por una visión pesimista y teológica de la historia. Asistimos a
una cristianización del mundo antiguo. Asimismo, no se contempla una ruptura, sino
que hay continuidad entre Roma (imperio romano) y la cristiandad. Es el momento de
las reliquias y los tesoros (peregrinaciones), así como iglesias, monasterios,
catedrales, palacios, castillos y casas señoriales, que dominan el paisaje durante este
periodo del mundo medieval en todos los sentidos, en el que perdura esa visión
pesimista, todo dominado por los señores, la nobleza, la Iglesia y la Monarquía.
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del país. Asimismo, hay ya una crítica y “extrañamiento” del pasado, y se va
imponiendo la razón, el conocimiento, el progreso, la ciencia, etc., y sobre todo
empieza a imponerse una visión y concepción del tiempo laica y secularizada, y
empieza a desarrollarse la tutela estatal del patrimonio, aunque se consolida en el
siguiente siglo.
Será a partir de la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII, y con todo lo que
ella supone, cuando se gesta un aparato administrativo jurídico. En este momento ya
encontramos una protección administrativa, jurídica y técnica del patrimonio. En la
construcción del estado-nación que se gesta en este periodo, los monumentos
antiguos se consideran como patrimonio de la nación. Además, con la ampliación
napoleónica en Europa, es decir, con las guerras napoleónicas, se extienden el
planteamiento ilustrado francés, y a partir del descubrimiento de las ruinas
arqueológicas de Pompeya y Herculano, comienza a considerarse también la vida
cotidiana de la gente como cultura cotidiana, no sólo de los nobles.
En la primera mitad del siglo XX, se producen dos guerras mundiales. Con ello,
encontramos destrucciones patrimoniales de la Primera Guerra Mundial, así como
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destrucciones patrimoniales de la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, encontramos la
excepción en el avance de la sensibilización y legislación con el patrimonio, surgen las
primeras leyes e instituciones que empiezan a proteger el patrimonio nacional. Y
además de las dos guerras, es interesante tener en cuenta la utilización del patrimonio
cultural por los fascistas europeos, quienes se apropian de un patrimonio que
identifican con su ideología política, sirviendo para identificar a la ciudadanía.
En la segunda mitad del siglo XX, se produce una ampliación cultural del patrimonio
cultural, así como también surgirá la descolonización, la antropología y una nueva
historiografía. En este momento es cuando ya hablamos y surge el concepto de Bien
Cultural, definido en la Convención de la Haya (1954), como: “Los bienes muebles o
inmuebles, que tengan una gran importancia para el patrimonio cultural de los pueblos,
tales como los monumentos de arquitectura, de arte o de historia, religiosos o
seculares, los campos arqueológicos, los grupos de construcciones que en su conjunto
ofrezcan un gran interés histórico o artístico, las obras de arte, manuscritos y otros
objetos de interés histórico, artístico o arqueológico, así como las colecciones
científicas y las colecciones importantes de libros, de archivos o de reproducciones de
los bienes antes definidos. También los edificios que tengan como destino la de
conservar y exponer los bienes culturales muebles tales como los museos, las grandes
bibliotecas, los depósitos de archivos y los refugios destinados a proteger en caso de
conflicto armado”.
Las primeras apariciones del término Patrimonio Cultural se remontan a 1773 con la
fundación de la Real Academia de las Nobles Artes, encabezada por Fernando VI.
Después, la Real Academia de la Historia y de las Bellas Artes se dará con Carlos III
(Órdenes de Carlos III, siglo XVIII).
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españoles (pinturas, libros, manuscritos, objetos artísticos, etc.) incluso si están
muertos (a las colonias de ultramar, etc.).
En el siglo XIX, con la predominación de una visión absolutista que prioriza los
intereses individuales y de propiedad por los colectivos, surgen casos de materia
jurídica. Es el caso de las medidas conservacionistas de Carlos IV (1803), quien
promulga una Real célula que obliga a comunicar cualquier descubrimiento
arqueológico que se produzca a la Real Academia de Historia y de las Bellas Artes.
A principios del siglo XX, la Ley de Excavaciones de 1911 (que regula las
excavaciones arqueológicas), y la Ley de Conservación de Monumentos Históricos y
Artísticos en 1915 (con la que se establecen las bases para un protección real y una
catalogación adecuada de los monumentos), son dos leyes complementarias, muy
importantes y proteccionistas.
Durante el primer tercio (principios del siglo XX), encontramos dos cuestiones o
tendencias antagónicas respecto a la cuestión patrimonial. Por una parte, cualquier
culto al pasado es calificado como paralizante ante los hechos o retos de la incipiente
modernidad, como si no se creyera o no abogáramos en o por el progreso, se mira mal
el culto al pasado. Por otra parte, hay una tendencia en la que se siente nostalgia del
pasado, se es consciente de que los tiempos están cambiando, así como los procesos,
empiezan a acelerarse los procesos de urbanización (éxodo rural, industrialización,
etc.), que proporcionaban sentido y estabilidad en la vida de las personas.
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En 1933 (contexto de la Segunda República Española), se aprueba la Ley de
Patrimonio Histórico-Artístico Nacional. En ella se contempla el patrimonio, como los
bienes, muebles e inmuebles, de interés artístico, paleontológico, arqueológico,
histórico…que haya en España con más de un siglo de antigüedad.
Por otra parte, esta Ley define y diferencia entre los bienes culturales muebles y los
inmuebles.
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- Monumentos. Ya sean inmuebles o realizaciones arquitectónicas con interés
histórico, científico, etc. Son aquellos bienes inmuebles que constituyen
realizaciones arquitectónicas o de ingeniería y obras de escultura colosal,
siempre que tengan interés histórico, artístico, científico o social.
- Jardines históricos. Tienen valor histórico, estético, sensorial o botánico
simplemente. Se trata del espacio delimitado producto de la ordenación por el
hombre de elementos naturales, a veces complementado con estructuras de
fábrica y estimado en función de su origen o pasado histórico o de sus valores
estéticos, sensoriales o botánicos.
- Conjunto histórico. Agrupación de bienes inmuebles que forman una unidad de
asentamiento continua y dispersa, condicionada por una estructura física
representativa de la evolución de una comunidad humana, por ser testimonio
de su cultura o constituir valor de uso o disfrute de la colectividad.
- Lugar histórico o paraje natural. Se trata del lugar o paraje natural vinculado a
acontecimientos o recuerdos del pasado, a tradiciones populares, creaciones
culturales o naturales y a obras humanas con valor paleontológico, histórico,
etnológico o antropológico.
- Zonas arqueológicas. Se trata del lugar o paraje natural donde existen bienes
muebles o inmuebles susceptibles de ser estudiados con metodología
arqueológica (de interés arqueológico), hayan sido o no extraídos y tanto si se
encuentran en la superficie, en el subsuelo o bajo las aguas territoriales
españolas (zona submarina). Y también se incluyen en esta categoría las
zonas paleontológicas e históricas.
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Esta Ley española (estatal) de 1985, que establece que es el Estado quien tiene
que velar por el patrimonio, también establece categorías según la importancia de los
bines patrimoniales. Y considera los conocidos Bienes de Interés Cultural (BIC), como
una categoría dentro del patrimonio, que implica mayor protección o tutela pública de
ciertos bienes culturales y pueden incluir bienes de cualquiera de las categorías de los
bienes muebles e inmuebles especificadas en la ley. En segundo lugar, la ley
contempla los Bienes Muebles que están inscritos en el Inventario General de Bienes
Muebles. Y en tercer lugar, la categoría de Bien Mueble o Inmueble integrante del
Patrimonio Histórico Español, sin que haya una declaración expresa.
Finalmente, encontramos dos formas para que un bien sea considerado BIC: por
Ministerio de Ley o por Real Decreto.
Todos los bienes de titularidad estatal están ya incluidos como BIC. Asimismo,
todos los bienes considerados BIC tienen un tratamiento privilegiado a efectos fiscales,
de manera que pueden ser subvencionados y considerados con preferencia.
Para comerciar con los BICs, también se requiere de una autorización especial
(todos los bienes con más de 100 años de antigüedad requieren de un permiso
especial para ser exportados).
Y además, los BICs tienen una regulación y una normativa específica, donde se
contempla q estos no pueden ser desplazados del entorno.
Por otra parte, uno de los aspectos más relevantes q podemos observar en la Ley,
es el 1% cultural, toda obra pública con un presupuesto superior a 100 millones de
pesetas (600.000€), tiene que reservar el 1% de su presupuesto para destinarlo a
financiar actividades de conservación y enriquecimiento del patrimonio (aunque no
parece que se haya cumplido a rajatabla).
Por último, cabe señalar que desde que en el 85 se promulga esta Ley base, será
el modelo y referente del desarrollo posterior de las distintas legislaciones
autonómicas, por tanto, cada autonomía tiene su propia Ley referida a la cuestión
patrimonial, bajo tutela estatal (no pueden ir en contra). La primera fue Castilla La
Mancha en 1990, y a partir de ésta, entonces el resto o las distintas autonomías han
ido promulgando sus leyes, teniendo en cuenta que cada ley autonómica distingue
también distintas categorías. En el caso valenciano, la Comunidad Valenciana
promulgó su propia Ley en 1998, y en 2004 se estableció otra ley, la Ley de Patrimonio
Cultural Valenciano.
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III. LAS TRANSFORMACIONES DEL PATRIMONIO CULTURAL
Entre los cambios que pueden observarse, a partir de la segunda mitad del siglo
XX, podemos señalar:
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responden a una construcción sociocultural sino también con la degradación
ecológica actual. En este sentido, los procesos de patrimonialización de la
cultura y de patrimonialización de la naturaleza han sido similares y ambos son
producto de nuestra modernidad, ambas patrimonializaciones confluyen en la
década de los setenta, con el reconocimiento de la necesidad de proteger los
sitios naturales. De hecho, la normalización e institucionalización de ambos
procesos corre de manera paralela en el tiempo.
Y, por último, es necesario tener presente que también hemos pasado de una
concepción estática y aproblemática del patrimonio, como un conjunto de objetos
caracterizados por su estética, a una visión dinámica y problemática del mismo,
definida a partir de su carácter social y donde interesan más los procesos de
elaboración, circulación y asignación de significados. En definitiva, pasamos de una
visión estática, aproblemática y centrada en la estética, a una visión dinámica,
conflictual (dominación) y socio-antropológica amplia.
Y respecto a los límites de la patrimonialización, hay que tener unos criterios para
el patrimonio, porque si todo puede ser patrimonio, éste perdería su valor, y ya no
sería patrimonio. hay que valorar bajo qué pretextos se considera qué es patrimonio y
quién lo decide, así como tener en cuenta que algo será o no patrimonio dependiendo
de para quién.
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¿Qué es o qué entendemos por sostenibilidad patrimonial?
Respecto a la sostenibilidad del patrimonio, hay que tener en cuenta que la
sostenibilidad no sólo se relaciona con la naturaleza. Mo podemos separar la cultura
de la naturaleza porque los ojos con los que miramos la naturaleza son los mismos
con los que miramos la cultura, porque formamos parte de la naturaleza y la
entendemos a partir de nuestra cultura, por lo que la forma en la que entendemos la
naturaleza depende de nuestra cultura.
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TEMA 4. LA ACTIVACIÓN DEL PATRIMONIO
CULTURAL
En primer lugar, una realizada la selección de los patrimonios, hay que ponerlos en
valor y activarlos. Ese proceso de activación tiene que estar respaldado, y en ese
proceso intervienen los propósitos, los actores y unos factores que validan y activan un
bien patrimonial.
Respecto a los factores del proceso de activación patrimonial, cabe destacar las
transformaciones históricas, caracterizadas por un proceso de retradicionalización, es
decir, se vuelve a poner algo que es recordado en valor (que nos hace mirar al pasado
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de nuevo pero desde una perspectiva diferente), y por el proceso de
desterritorialización que se trata de la conectividad constante y permanente que antes
no existía, pues, la vida de las personas estaba pegada al territorio en el que estaban
o vivían (la sociedad cada vez más globalizada, más conectada), y éste último se ve
compensado por el proceso de reterritorialización. Asimismo, a partir de la
desterritorialización, se busca la territorialización, es decir, que lo local adquiera un
sentido (porque nos importa el patrimonio y porque lo ponemos en valor. También es
importante la conciencia reflexiva (excesiva) del riesgo que adquirimos la sociedad,
tenemos miedo de perder nuestros orígenes. Pues las cosas se pierden, cambian, se
transforman, desaparecen, etc., y este proceso de cambio tan acelerado nos hace
reflexionar acerca de factores como la identidad (búsqueda de la identidad), el
consumo turístico (se ve el patrimonio como recurso turístico) o la racionalidad
científica, que propician la generación de los actores patrimoniales.
- Valor de uso. Cuando el bien puede servir para satisfacer una necesidad
material o de conocimiento, o incluso puede ser un bien que despierte de
alguna manera el deseo de ser obtenido por las personas.
- Valor formal. Tiene que ver con una cuestión estética, las cualidades que
despiertan los sentidos es por lo que al bien se le otorga este valor.
- Valor simbólico. Entiende que un patrimonio cultural es un vehículo que permite
que las personas se relacionen con sus antepasados.
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patrimoniales locales con frecuencia nacen como una especie de museabilizacion de
la frustración.
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del riesgo, en la que además el reparto de riesgos posee una tendencia
inmanente a la globalización. Esta percepción del riesgo ante la pérdida o
rápida transformación de su entorno y de sus formas de vida (tradiciones,
costumbres, etc.) ha generado la proliferación de todo tipo de iniciativas
ciudadanas, asociaciones y colectivos que, preocupados por la pérdida de sus
raíces, confluyen en lo que se ha denominado como movimiento social
conservacionista, el cual encarna una lucha a dos frentes: la protección del
medio ambiente y la protección del patrimonio cultural.
- Profundas transformaciones sociales. En tercer lugar, existen otros factores a
considerar que no son ni más ni menos que producto de este momento de
profunda transformación social.
La radicalización de los procesos de individualización, que nos somete a
una nueva manera de relacionarnos con los demás.
La conciencia de riesgos y estilos de vida
Los deseos de participación ciudadana, proceso a través del cual la
ciudadanía y los poderes públicos colaboran en actuaciones políticas
que afectan al modo de vida colectivo
El giro hacia nuevos valores posmaterislistas. Se ha producido un
tránsito de una cultura materialista hacia una cultura postmaterialista, es
decir, desde una cultura que tiene como prioridad la satisfacción de las
necesidades económicas y de seguridad personal a otra que tiene
cubierta dichas necesidades otorgándosela a las necesidades sociales
y de autorrealización. En definitiva, el giro “postmaterialista” forma parte
de un cambio cultural más profundo, definido como el tránsito de la
modernización hacia la postmodernización, caracterizado por el declive
de las instituciones jerárquicas y las normas sociales rígidas, así como
por la expansión de los ámbitos de la elección individual y la
participación de masas.
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sitúa en ese marco de los 90, de proliferación de la creación de las asociaciones
dedicadas al patrimonio, como nuevo agente de activación del mismo.
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- Mantener o conservar la tradición y salvar el patrimonio cultural, ya que se trata
de asociaciones que se conciben a sí mismas como “ángeles custodios” del
patrimonio cultural ante las múltiples amenazas (el paso del tiempo, el
progreso, la globalización) que supone la modernidad avanzada.
- Recuperar, proteger, concienciar. Desde estas asociaciones también hay una
labor de concienciación social, con su intento de mantener y conservar el bien,
también se denuncia ante la sociedad el olvido.
Además, el patrimonio tangible o material es susceptible al paso del tiempo, ya
que éste tiene capacidad de dañarlo y deteriorarlo hasta tal punto que acabe
por perderse si no se realiza una tarea de rehabilitación y conservación. En
estos casos, las asociaciones se plantean como objetivo específico la denuncia
del abandono y su necesaria conservación ante la administración y la sociedad.
- Cuestionar una determinada concepción del progreso (se cuestiona el
progreso). Otro de los grandes enemigos de los bienes patrimoniales es lo que
las asociaciones patrimoniales entienden como progreso, más concretamente
se refieren a la presión urbanística que se ejerce ante determinados
monumentos históricos e incluso ante barrios enteros que en muchos casos no
lo han podido soportar. Tanto el paso del tiempo como el progreso afectan de
forma considerable al patrimonio intangible (lengua, costumbres, fiestas, etc.);
fundamentalmente hemos pasado de una cultura rural a una cultura urbana y
estas asociaciones emergen como núcleos de resistencia a partir de los
códigos culturales afianzados en la tradición o en la experiencia local.
- Reforzar identidades locales en un contexto global (de globalización). Se trata
de bienes que están unidos a una identidad local.
- Nuevos usos: turismo sostenible y desarrollo local. Podemos reforzar y
mantener el uso del patrimonio, de un bien patrimonial, si podemos darle un
uso turístico o si es un instrumento de desarrollo local. Es decir, no sólo vamos
a conservar y a mantener el uso que ha tenido siempre, sino también por los
nuevos usos, tanto turístico como local.
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- Defensa de la lengua. Cuya finalidad es conservar y mantener la lengua.
- De estudio. Surgen centros de estudios que se dedican exclusivamente a la
investigación (danza, música, indumentaria, etc.), y elaboran trabajos de
investigación sobre todo aquello que viene del pasado y de la tradición, y corre
el riesgo de perderse y se quiere conservar. Asimismo, estos centros,
normalmente están integrados por personas con una formación elevada, con
estudios superiores, y en la mayoría de los casos en relación con la cuestión
cultural (profesores, historiadores, lingüistas, investigadores, etc.), además de
vocación e interés, y normalmente desde el campo de las letras y las
humanidades.
Una categoría que se puede añadir aquí son las asociaciones
medioambientales o dedicadas al entorno. En los años 70, comienzan a
constituirse asociaciones dedicadas a la conservación medioambiental, tanto
de especies vegetales como animales. Más tarde, surge el movimiento
ecologista y, en los años 90, habrá una eclosión ecologista. Convergen o
confluyen las asociaciones del movimiento ecologista y el cultural. Se trata de
asociaciones preocupadas por proteger un entorno natural pero también tienen
que ver con el espacio, en ocasiones urbano, o las formas de vida (que a su
vez se relacionan con el entorno natural). Todo esto, dificulta la distinción entre
una asociación de patrimonio cultural o natural. Además, los centros
comarcales de estudio y el resto de asociaciones (resto de categorías
mencionadas) también llevan a cabo una labor de investigación y estudio para
proteger y conservar el patrimonio.
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III. LA GESTION DEL PATRIMONIO CULTURAL
A continuación, hay que tener en cuenta que, la gestión del patrimonio cultural ha
de ser sostenible tanto desde el punto de vista económico como cultural, basándose
en tres criterios: la generación de bienestar material e inmaterial, conservando o
respetando el principio de equidad intergeneracional (permitiéndonos pasar de una
generación a otra), y teniendo en cuenta los efectos del bienestar del proyecto de
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patrimonio sobre la generación actual, sobre la población de los lugares en los que se
lleva a cabo la política de gestión patrimonial.
Para llevar a cabo una adecuada gestión del patrimonio se hace necesario
establecer una alianza a tres bandas entre el sector público, el sector privado y el
tercer sector. El patrimonio debe articularse de forma conjunta entres estos sectores.
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TEMA 5. LA GLOCALIZACIÓN DEL PATRIMONIO
CULTURAL Y EL TURISMO
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II. EL TURISMO Y EL CONOCIMIENTO DEL PATRIMONIO CULTURAL
En el siglo XVIII, se instaura y consolida el Gran Tour, un incentivo turístico con una
connotación cultural, educativa y política que acompaña este tipo de viaje. Los lores,
señores, la aristocracia, empiezan a salir al extranjero, visitar ruinas, antigüedades
clásicas, adquirir conocimientos de equitación y danza, aprender idiomas, etc.
Hasta donde podemos remontarnos en los antecedentes del turismo, tenemos que
destacar primero la cuestión religiosa y cultural.
En el s. XIX, con las primeras agencias de viajes, se crea los primeros paquetes
turísticos, ofertas de alojamiento, etc. Y a partir de la oferta que se va desarrollando,
se genera una amplia oferta con un crecimiento de las residencias de alojamiento, con
complejos de invierno, casinos, centros de ocio, balnearios, etc. Se trata de una
industria que empieza a prosperar.
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pierde el estilo de vida (bajada o desaparición). Y en los años 20, también se incluye el
turismo de verano, y comienza a ser más accesible para otras clases sociales. Se
descubre que era bueno tomar el sol a partir del descubrimiento de la vitamina (D), y
se pone de moda y empieza a consolidarse el turismo en la naturaleza, las
excursiones, ponerse moreno, etc., y las motivaciones culturales van perdiendo fuerza.
Hay un gran desarrollo económico en Occidente, con mejoras de los medios de
navegación, mejoras ferroviarias, etc., lo que acentúa la democratización turística de
Occidente.
A partir de los 50 hay una verdadera explosión turística, se cultiva el tiempo de ocio
y tiempo libre (tiempo de consumo). Además, se desarrollan las vacaciones pagadas,
la mejora de las infraestructuras, etc. Nosotros no concebimos la vida sin tiempo de
ocio o tiempo libre, que en la sociedad de consumo en que vivimos ese tiempo lo
dedicamos a consumir. Sin embargo, no concebimos no tener ese tiempo. Todo esto
incentiva tanto el turismo interno como exterior.
Y nos interesa destacar como el turismo elitista pasa a ser un turismo de masas,
sobretodo de sol y playa (a mediados o segundo tercio del siglo XX). Desde entonces,
el turismo se ha centrado en dos ejes fundamentalmente, Europa Occidental (con la
zona del mediterráneo), y otro eje que sería América del Norte (llegando también a
determinados lugares de México, y las zonas del Caribe).
De estos dos ejes mundiales, podemos destacar una serie de características que
tienen que ver con este proceso de globalización. El turismo busca la singularidad,
aquello auténtico y genuino, diferente, la nostalgia de aquello que ya no tenemos
(aquello antiguo) y que aún se conserva en determinados lugares; cada vez más se ha
ido desarrollando una descentralización en el diseño de los productos turísticos (hay
muchas posibilidades para llegar a los sitios); y también hay una flexibilización en las
formas de comunicación, producción, distribución y de consumo.
Son características que nos definen el turismo en la actualidad. Estos ejes que
hemos mencionado habían dejado fuera muchos espacios que potencialmente
también podían ser turísticos. Esto ha acelerado la decadencia de estos sitios que se
han quedado fuera, y que ha provocado una nueva mirada sobre estos sitios que los
ha convertido especialmente turísticos.
A partir de los 50, el turismo se ha planteado en esos dos grandes ejes, con lo cual,
muchos sitios con la misma capacidad turística (potencialmente turísticos) que las
rutas diseñadas se habían quedado fuera, quedándose lugares deprimidos sin empuje
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económico, pues en muchos casos, estos lugares no se desarrollarán. Aunque con el
paso del tiempo, en algunos casos, se han convertido en grandes núcleos turísticos
fuera de esos grupos.
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En resumen, los antecedentes del turismo cultural se confunden con los propios
antecedentes del turismo como práctica expresiva y actividad económica. Asimismo,
se observa una evolución de las peregrinaciones al Grand Tour, al turismo de masas y
el estado del bienestar.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, con el turismo de masas, comenzaremos
a dominar el turismo cultural, y este turismo va de la mano del desarrollo económico y
local.
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busca y valora una oferta personalizada acorde a sus expectativas. Además, el turista
cultural consume esencialmente patrimonio cultural, y manifiesta su interés por
relacionarse con la gente, los pueblos, las personas, los paisajes, etc., que se
encuentra en ese viaje o experiencia turística. Le gusta integrarse en su destino
turístico. Es un turista que gasta más dinero, se aloja en la comunidad más allá del
hotel tradicional, es respetuoso con el medio, tanto natural como cultural, y suele
poseer un nivel educativo o formativo medio alto.
Por lo tanto, esa exigencia de cumplir con las expectativas del turista cultural
implica una adaptación o rehabilitación del propio patrimonio, esa transformación o
adecuación puede ser en un grado menor o más considerable. Todo lo contrario de lo
que el turista cultural se entiende y se define como un turista sostenible, porque intenta
o pretende defender un turismo cultural, natural, ecológico, etc.
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A partir de la difusión del patrimonio, el turismo y el patrimonio cultural se vinculan.
Nos referimos a la difusión turística del patrimonio porque éste es un recurso turístico
en sí mismo. Asimismo, también podemos utilizar el patrimonio como producto
turístico, asociado a un producto turístico integrado, o como un valor añadido de
destinaciones turísticas. Por ejemplo, el patrimonio, como recurso turístico es un valor
añadido en destinos turísticos clásicos como las zonas litorales, áreas del turismo
tradicional, etc.).
Este turismo que nos acerca al patrimonio, es decir, la difusión del patrimonio
requiere o implica de una investigación, conservación y presentación o exposición.
La presentación se realiza para que el turista llegue a ella, y esta difusión del
patrimonio se lleva a cabo a través de los monumentos, conjuntos históricos (como
reclamo turístico que nos muestra como fue la vida en esa ciudad), centros de
interpretación (actividades educativas que pretenden descubrir el significado de las
cosas con los objetos y la experiencia de los habitantes, es decir, trata de explicar el
significado del lugar a las personas que lo visitan y articular un discurso que presente
el conjunto del lugar,), instalaciones en lugares arqueológicos (parques arqueológicos
y lugares alternativos; tratan de conservar in situ el conjunto de restos arqueológicos
hallados y estas instalaciones arqueológicas han sido priorizadas por instituciones
como el COMOS, para divulgar y proteger estos lugares arqueológicos), parques de
ocio o temáticos (como Port Aventura, Warner, Disneyland, Terra Mítica, que
orientados a una actividad lúdica y fantasiosa, se han convertido en un gran recurso
turístico), medio de comunicación modernos (DVD, CD, etc.; que generan opinión, dan
información, etc.), y la pedagogía del patrimonio cultural (la educación patrimonial se
hace necesaria para conservar el patrimonio cultural).
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- Oferta turística asociada a los Bienes Patrimonio de la Humanidad.
- Oferta de rutas culturales turísticas (Camino de Santiago, catedrales góticas,
etc.).
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