Concepto de Patrimonio
Concepto de Patrimonio
Concepto de Patrimonio
¿QUÉ ES EL PATRIMONIO?
[…] La cultura y el patrimonio cultural o antropológico
Cuando nos referimos específicamente al patrimonio cultural, que también podemos llamar
antropológico, estamos expresando las manifestaciones de la cultura, de todos aquellos
“datos” que vamos dejando los seres humanos a lo largo de nuestra trayectoria sobre la tierra,
a través de los cuales puede conocérsenos. Patrimonio es aquello que identifica a los grupos
humanos, aquello por lo que se diferencia a los individuos pertenecientes a distintas etnias, e
incluye aspectos tan dispares como la arquitectura, las leyendas, los útiles de labranza, los
textos históricos o los que nos hablan de tecnología actual; también la música, la poesía o el
vestido, así como los conocimientos que se tienen sobre las formas de producir.
Ahora bien, dichas manifestaciones tienen que ser reconocidas por los grupos como propias
para que puedan considerarse patrimonio cultural; las producciones, ya sean individuales o
grupales, deben ser aceptadas y asumidas por la colectividad, por lo que quedan desechados
los productos de modas pasajeras.
Ese patrimonio cultural, interiorizado por los componentes de cada grupo étnico, varía según
su concepción y medida del tiempo y el espacio. Sobre este tema es conveniente revisar las
reflexiones de J. Clifford y Teresa Del Valle quienes han trabajado sobre los cronotopos,
unidades de tiempo y espacio desde las que pueden ser analizados los encuentros entre
individuos (Clifford, 1999; Del Valle, 2000).
(…) La cultura y, por tanto, sus manifestaciones, son cambiantes. La cultura está tan viva como
aquellos que la van construyendo; y son muchos los aspectos que inciden en ella y la van
alterando, como el turismo, que es un fenómeno que está afectando, de diversas formas, a
gran parte de la población mundial y que, como no podía ser de otra forma, ha hecho que
muchos grupos humanos modifiquen aspectos de sus respectivas culturas 1
1 Pastor Alfonso, María José. El patrimonio cultural como opción turística. Universidad de Alicante – España. En:
Horizontes Antropológicos, Porto Alegre, año 9, n. 20, p. 97-115, Octubre de 2003. Link:
http://www.scielo.br/pdf/ha/v9n20/v9n20a05.pdf
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Uno de los primeros grandes logros para este avance conceptual fue la acuñación del término
“bien cultural”, que aparece por primera vez en la Convención de la UNESCO de 1954, a pesar
de que la pormenorización de bienes culturales aludidos en este texto mantiene los rígidos
criterios al uso, centrados en lo histórico-artístico. Su principal valor radica en la superación del
reduccionismo que encierra la idea de objeto, vigente hasta el momento, proponiendo un
término amplio y capaz de acoger otros referentes patrimoniales, sin diferenciación entre lo
material y lo inmaterial.
Al fin se va poniendo en cuestión el propio sentido del mero objeto físico, al comprender que
son los valores que se le atribuyen a los objetos de referencia los que definen su significación
cultural y los que justifican las razones argumentables para su preservación. Por lo tanto, todo
bien cultural será definible, precisamente, a partir del significado inmaterial que le
atribuyamos: testimonio de un acontecimiento histórico, de un modo de vida, de las creencias
de un colectivo, de la tecnología y saberes utilizados para aprovechar los recursos disponibles,
etc.
En definitiva, se entiende que todas y cada una de las producciones materiales de cualquiera
de los ámbitos de la vida en sociedad son el reflejo del mundo mental de quien las crea y
utiliza, de donde proviene su valor inmaterial y, consiguientemente, su posibilidad de ser
consideradas como bienes culturales. La influencia de estas consideraciones en nuestro ámbito
cultural no se hace esperar. Y es que una de las características de la globalización de las
relaciones contemporáneas es la autoridad de algunas estructuras político-jurídicas complejas
que, en los asuntos patrimoniales, no puede desligarse de una organización como la UNESCO,
para quien uno de sus objetivos básicos fue desde el principio contribuir al reconocimiento y
mantenimiento de la diversidad cultural.
En tal sentido se decantó la Declaración de 1966 sobre los Principios de Cooperación Cultural
Internacional, y su defensa de la dignidad y el derecho de todo pueblo a desarrollar su cultura.
Atendiendo a los informes encargados al antropólogo Lévi Strauss, se pone de relieve el
carácter vivo y dinámico de las culturas y la necesidad de garantizar la evolución de cada una
de ellas. Dicho de otra manera, se manifiesta la necesidad de salvar la propia diversidad
cultural antes que centrarse en intervenciones patrimoniales conservacionistas.
Pero para alcanzar tal objetivo resulta imprescindible el reconocimiento jurídico del
patrimonio etnológico, tarea nada fácil dado el peso de las categorías valorativas de la
ideología dominante.
En ese gradual avance hay que destacar, sin duda, la renombrada Convención de 1972 sobre la
Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. En ella se defiende expresamente un
patrimonio conformado tanto por los testimonios del pasado que contribuyen a definir la
memoria colectiva de los pueblos, como por las expresiones del presente que nos hablan de
su vitalidad cultural.
La vieja imagen monumentalista que limitaba sus referentes a las obras materiales más
prestigiosas del pasado, amplía así su valoración a los elementos, materiales o inmateriales,
que reflejan el modo de vida de un determinado colectivo, sin olvidar los propios bienes
ambientales en los que inevitablemente se deja sentir la intervención modificadora del
hombre.
Ese mismo análisis sacó a la luz también la desproporción entre bienes culturales y naturales
inscritos, y la necesidad de desencajonar estas dos categorías. Poco a poco se había ido
comprendiendo que la interacción entre el hombre y su entorno hacía estéril la dicotomía
naturaleza - cultura: los pueblos adaptan el espacio en que viven y dejan la huella de su
cultura.
Con esta visión mucho más antropológica, el Comité del Patrimonio Mundial adoptó entonces
la categoría de “paisajes culturales”, para intentar conseguir que la Lista deje de ser un mero
catálogo de monumentos y refleje realmente la pluralidad de culturas generadas por la
humanidad. A todo ello no fue ajeno el hito que había supuesto, sólo tres años antes, las
Recomendaciones sobre la Salvaguarda de la Cultura Tradicional y Popular, como parte
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fundamental del patrimonio universal, a la vez que abrió el camino para que en 1998 se
estableciera la creación de una Lista específica para las Obras Maestras del Patrimonio Oral e
Inmaterial de la Humanidad.
En suma, en el transcurso de apenas medio siglo se ha recorrido todo un camino que nos ha
llevado desde el exclusivismo de determinadas obras singulares del arte o la historia, a la
consideración de la cultura como un bien a proteger en sí mismo […]2 .
Definiciones de la UNESCO
2 Fernández de Paz, Esther. De tesoro ilustrado a recurso turístico: el cambiante significado del patrimonio cultural.
En: PASOS Revista de Turismo y Patrimonio Cultural Volumen 4, Número 1, 2006. Link:
http://www.pasosonline.org/Publicados/4106/PASOS07.pdf#page=12
3 UNESCO. Indicadores UNESCO de cultura para el desarrollo. Disponible En:
https://es.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/digital-library/cdis/Patrimonio.pdf
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4 François-Xavier Freland. Captar lo inmaterial una mirada al patrimonio vivo. París, UNESCO, 2009. Disponible en:
http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001871/187119s.pdf
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Canclini invita a estudiar el patrimonio cultural como espacio, no sólo de unidad, sino de lucha
material y simbólica entre clases, etnias y grupos sociales. Para ello propone el concepto de
capital cultural y el análisis de tres tipos de agentes que participan en la disputa económica,
política y simbólica por el patrimonio: el sector privado, el Estado y los movimientos sociales.
Ante la irrupción de los medios masivos de comunicación en la producción, circulación y
consumo de la cultura, García Canclini propone buscar nuevos instrumentos conceptuales y
metodológicos, para analizar las interacciones entre lo popular y lo masivo, entre lo tradicional
y lo moderno, y entre lo público y lo privado.
El desafío entonces está en que el rescate del patrimonio cultural e histórico […] incluya su
apropiación colectiva y democrática", o sea: que podamos contribuir para […] crear las
condiciones materiales y simbólicas para que todas las clases puedan compartirlo y encontrarlo
significativo […]
BIBLIOGRAFÍA