Pérez, A. - Teoría y Práctica Del Desarrollo Comunitario...
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Resumen
En el presente trabajo se aborda una experiencia en desarrollo comunitario acontecida en el
fraccionamiento Eco 2000, en Ciudad Juárez, México. El mismo se subdivide en cuatro
secciones, la primera se refiere a los fundamentos teóricos que sustentan la experiencia de
intervención generada en dicha demarcación urbana. La segunda sección consiste en la
concepción y estrategia metodológica asumida para el desarrollo de todo el proceso de
intervención desde un enfoque participativo. La tercera parte establece un diagnóstico sobre las
principales características socio-económicas prioritarias en la indagación por medio de las
técnicas utilizadas. Y en la cuarta y última sección se presentan los proyectos implementados
durante el periodo de cinco meses en el área mencionada.
Abstract
In this paper an experience in community development occurred in the 2000 Eco fractionation, in
Ciudad Juarez, Mexico addresses. The same is subdivided into four sections, the first relates to
the theoretical foundations that underpin intervention experience generated in this urban district.
The second section consists of the design and methodological development strategy adopted
throughout the intervention process from a participatory approach. The third part establishes a
diagnosis on the main priority socio-economic characteristics in the inquiry through the
techniques used. And in the fourth and final section projects implemented during the period of
five months in the mentioned area are presented.
Introducción
A partir de la década de los años noventa del pasado siglo se redescubrió a la comunidad como
una alternativa para enfrentar severas problemáticas sociales. Las diferentes crisis sociales,
económicas y políticas han sido escenarios idóneos en los que han surgido disímiles experiencias
de desarrollo comunitario en América Latina.
Desde esta visión ha resurgido la idea de dar mayor responsabilidad a la comunidad de elegir su
destino. Dado que desde este enfoque se pueden encarar de manera más adecuada las demandas
locales, también pueden ser más reales la participación ciudadana y la democratización de la
sociedad, así como la creación de redes básicas que ayuden a desarrollar proyectos más
sostenibles.
El nuevo escenario comunitario permite la incorporación de múltiples actores sociales —algo a
lo que antes no se le daba importancia— en los procesos de transformación social; ahora la
ciudadanía es vista como un nuevo sujeto en el cambio social, lo cual ha significado el
desmontaje de las concepciones tradicionales de desarrollo y de las formas de generar procesos
de intervención. Muchas experiencias de desarrollo comunitario han impulsado, mediante la
“participación ciudadana”, nuevas formas de organización barrial, el fortalecimiento y la
creación de redes de apoyo, la creación de estructuras, el establecimiento de acuerdos comunes
para la superación de problemáticas colectivas, el fomento de la sociedad civil, etcétera.
(Marchioni, 1999). A partir de este contexto de crisis del Estado de Bienestar, comenzó a
ponerse énfasis en la concientización de las comunidades sobre sus principales problemas, la
participación para su solución y la autodeterminación en las acciones que se acometen,
aportando una perspectiva endógena de los procesos de desarrollo (Del Moral, 1991). Dicha
práctica de desarrollo comunitario fue muy bien acogida y desarrollada en América Latina, sobre
todo a partir de la etapa de reconceptualización del trabajo social.
Otra aportación clave surgida en la década de los años setenta a nivel internacional, en especial
en América Latina, fue la expresión: promoción popular, que enfatizaba el desarrollo
comunitario en la región. Por su parte, las prácticas liberadoras de Paulo Freyre también
incidieron de manera fundamental en la manera contemporánea de hacer desarrollo comunitario
a partir de la transformación de la realidad y de explorar el potencial de las comunidades
(Romero, 2013).
Desde las décadas de los años setenta, ochenta y, sobre todo, noventa, el desarrollo comunitario
adquirió un significado especial en diversos países latinoamericanos, en especial después de la
crisis de los modelos de desarrollo, del auge y la expansión del modelo neoliberal, del proceso de
democratización y fortalecimiento de la sociedad civil, de la descentralización de niveles
inferiores de gobierno, del auge de los movimientos sociales, etcétera. En esta última década, el
desarrollo comunitario logró tener un alcance estratégico en diferentes naciones y regiones,
adquiriendo un peso fundamental como vía de participación en la conducción del desarrollo
social y como aglutinador de los diferentes actores para la ampliación gradual de la base popular,
condición necesaria para un movimiento estable y progresivo de cambio social (Romero, 2013).
Durante la década de los años noventa empezó a concebirse desde diversas instituciones
(educativas, gubernamentales, sociedades civiles, políticas, etcétera) y desde la base, la
necesidad de articular de manera coherente los diferentes factores existentes para dinamizar las
potencialidades de las comunidades como vía para el logro progresivo de un cambio más
efectivo y sostenible. En esta etapa comenzaron a universalizarse con más agilidad un conjunto
de propuestas teóricas y metodológicas para encarar estos procesos.
De esa manera iniciaron diversas propuestas para conceptualizar el desarrollo comunitario con
un acento latinoamericano. Por ejemplo, dicho proceso puede ser concebido como el
autodesarrollo comunitario, donde lo comunitario funja como el vínculo de simetría social
presente en las relaciones sociales, de ahí que desde esta concepción, el desarrollo comunitario
sea el despliegue de lo comunitario en el grupo social como expansión del vínculo de simetría
social a su interior, a través de procesos de cooperación, participación y proyecto comunitario
(Alonso, Riera y Rivero, 2013).
La fuerza social del cambio o desarrollo en estas nuevas propuestas son las propias personas que
las padecen. En ellas debe radicar el protagonismo de los procesos de cooperación y
participación en torno a proyectos colectivos que resultan sustanciales en el paso de la
comunidad para el logro de un cambio más real y efectivo (Alonso, Riera y Rivero, 2013).
Esto supone asumir a las personas como sujetos (activos y creativos) capaces de lograr por sí
mismos el cambio que necesitan a través de un proceso de intervención. Es preciso investigar la
realidad para transformarla y confiar en las personas que deben llevarlo a cabo.
El cambio que se promueve desde el desarrollo comunitario con un enfoque alternativo y
participativo, implica potenciar vínculos simétricos entre personas y grupos humanos, es decir,
propiciar la unión, el encuentro, el compromiso con una causa común, para que ello se traduzca
en una vida mejor con manifestaciones materiales y espirituales tanto en la producción de
alimentos, vestido, vivienda, escuela, etcétera, dentro de espacios simbólicos donde se pueda
compartir con los demás (Alonso, 2013).
La concepción de desarrollo comunitario asumida por esta investigación intenta estructurar la
intervención social desde una teoría social que integre la realidad dialécticamente con la teoría;
es una estructura que busca fomentar los siguientes elementos para potenciar el cambio:
Promocionar una conciencia crítica como premisa subjetiva de la disposición al cambio y
una nueva actitud ante la realidad. Por tanto, hay que estimular la apertura de espacios de
reflexión para las personas e identificar las contradicciones de donde proceden sus
malestares cotidianos. De esa manera podrán construir proyectos que brinden soluciones.
Adquirir aprendizajes de acción colectiva que desarrollen una identidad común
estructural para generar un proyecto colectivo.
Organizar comunitariamente las fuerzas sociales implicadas en acciones de desarrollo
comunitario. Organizar significa unir, dar coherencia a la acción conjunta de sujetos
colectivos.
Dirigir la transformación comunitaria para el logro de la posible emancipación. Es vital la
acción coordinada de fuerzas sociales que supongan el establecimiento de vínculos
Para Mendoza (2002), la comunidad se define como una unidad social compuesta por una
autonomía y una estabilidad relativa, ubicada en cierto espacio geográfico delimitado. Dicha
unidad social es establecida por las relaciones directas, así como por los patrones de conducta y
las ideologías sociales y culturales de sus miembros.
Por este motivo, el estudiar a la comunidad como tal significa contemplar un amplio panorama
de elementos que forman parte de las características propias de la comunidad. Estos elementos
hablan de un sentido de pertenencia, de un proceso organizativo y de las funciones y roles que se
brindan para el trabajo colectivo y que, en consecuencia, crean un proceso de producción y
desarrollo comunitario.
Mendoza (2002) menciona que para poder lograr dichos procesos de producción es necesario
también lograr un desarrollo comunitario, donde los miembros que forman parte de la
esta manera se comenzaron a construir los objetivos tentativos que posteriormente, por medio de
asambleas, fueron discutidos y definidos con base en la participación popular.
Como parte del proceso de determinación del primer diagnóstico comunitario y definición de
objetivos, se realizó una caracterización social, económica, institucional, cultural y política del
polígono de estudio. También se fueron desarrollando juntas vecinales con el fin de corroborar,
justificar y fundamentar desde el aspecto cualitativo la información obtenida con la
implementación de la encuesta comunitaria. Durante la recolección de información tuvo un peso
decisivo el diseño y aplicación de una encuesta en la que participaron 253 núcleos familiares.
El segundo mes de trabajo se centró en la programación de las actividades relacionadas con la
intervención. Después de haber delimitado en el diagnóstico y jerarquizado las problemáticas a
abordar de manera participativa en conjunto con la ciudadanía, se dispuso la elaboración de una
estrategia integral para el desarrollo comunitario en la colonia Eco 200. Para el desarrollo de
tales actividades fue necesario establecer una estrategia general que abarcara los intereses más
representativos en el diagnóstico comunitario.
Este resultó ser un momento clave para la acción específica porque se delimitaron las áreas de
trabajo y se estableció el cronograma general para la acción comunitaria. De igual manera se
establecieron los mecanismos y actores que serían los principales involucrados en cada etapa de
la estrategia en general para las propuestas de proyectos que contribuyan al desarrollo
comunitario en la zona de intervención.
Esta concepción de trabajo generó la elaboración de un plan de trabajo, la estructuración de las
áreas de atención a nivel comunitario, y la definición de objetivos y metas en el periodo
planteado para la intervención, el cual fue de cinco meses.
La determinación de los objetivos específicos por áreas de trabajo con vistas a generar un
impacto más visible en la comunidad, demandó la creación de tres proyectos que en ese
momento de la intervención establecían el título, objetivos, actividades, metas, calendarización
de tiempos y los recursos necesarios para su desarrollo. Para la elaboración de estos proyectos se
partió de los criterios presentados por Castillo y García (2015).
Un aspecto que revistió particular interés para el desarrollo ulterior de los proyectos fue la
identificación de los recursos y potenciales existentes tanto a nivel comunitario como en el
entorno del fraccionamiento de intervención. En esta experiencia fue vital la colaboración de
diversas instituciones de gobierno a nivel municipal que se sumaron al desarrollo de las diversas
actividades que se planificaron y se fueron ejecutando en etapas posteriores. Para los fines de
esta etapa se generó un diagrama de Gantt, que permitió estructurar todo el plan de intervención
propuesto en esta práctica.
Los tres meses restantes estuvieron centrados en la ejecución de todas las actividades previstas
anteriormente, y otras que fueron emergiendo a partir de situaciones específicas que la misma
realidad a transformar fue demandando. Esta etapa fue central para la concreción de los
proyectos que se gestaron con anterioridad. La definición de las responsabilidades y la
delimitación de los canales de coordinación y comunicación de los distintos elementos que
intervienen en el proceso fueron esenciales en esta etapa de intervención, al igual que la creación
de mecanismos esenciales entre la coordinación de los proyectos, las instituciones públicas
participantes y la ciudadanía.
Prosiguiendo con la guía propuesta por Mendoza (2002), se comenta que en esta fase de
implementación de proyectos fue necesario el apoyo de diversos instrumentos y técnicas de corte
participativo. Esto permitió propiciar un enfoque participativo a las acciones transformadoras
propuestas y ser coherentes con los fundamentos teórico-metodológicos rectores en esta
experiencia de trabajo comunitario. Entre las técnicas más utilizadas se encuentran técnicas de
reflexión, talleres, asambleas, brainstorming (lluvia de ideas) y Phillips 66. Al igual que con
otras experiencias, fue necesario realizar gestiones para la atención de necesidades que no se
pudieron resolver con los recursos propios de la comunidad.
Finalmente, aunque no estuvo presente en el centro de los objetivos y en la planificación de los
tres proyectos implementados, hubo la necesidad de estructurar ciertas gestiones para asegurar
recursos necesarios para el desarrollo de los diversos proyectos de intervención implementados.
Para ello, el equipo debió identificar algunas instituciones que por su objeto social podían
colaborar e integrarse en la consecución del éxito en los proyectos. En general, los proyectos
desarrollados tuvieron que estar acompañados, sobre todo en este último periodo de trabajo, por
acciones de capacitación, formación, prevención, motivación, sensibilización, capacitación y
dinamización.
El mapa refleja que el área de intervención tiene varios accesos y que se comunica de manera
fluida con dos arterias populosas y principales como son la Avenida Las Torres, al este y la
Avenida Libramiento, al oeste. A pesar de ser un área accesible dentro la zona sureste de la
ciudad, no existe transporte público en dicha demarcación geográfica.
La triangulación de la información obtenida en la primera etapa de investigación, tanto
documental como de campo, muestra que el fraccionamiento Eco 2000 se caracteriza por una
enorme diversidad y diferenciación estructural en lo referente a las dimensiones económicas y
sociales. En el sector lateral a la calle de Oaxaca se encuentra un asentamiento de maestros. La
imagen y características sociales de esta parte del vecindario son muy diferentes a las del resto
de los asentamientos, sobre todo en lo referente al grado de organización social, limpieza,
servicios comunales, etcétera. Las encuestas aplicadas reflejan que la autoimagen de esta área
contrasta con el resto de las incluidas en el criterio de la muestra seleccionada.
En el resto de las secciones que conforman Eco 2000 se pudo observar, inicialmente, que persiste
la acumulación de basura, la calidad deficiente del alumbrado público, y la escasa regularización
de los habitantes en el pago de los servicios básicos, este último un rasgo característico en dicha
área de intervención.
Alrededor del 35 % de los habitantes vive en apartamentos con un nivel de deterioro elevado, sin
servicio de luz eléctrica y agua. En estos casos, la situación de los ingresos familiares ha sido un
factor clave para que no soliciten de manera formal dichos servicios a las empresas que los
ofrecen. Un dato importante es que casi 100 % de estas familias los obtienen de manera ilegal,
generando tensiones históricas entre la ciudadanía al enfrentarse con quienes utilizan estos
servicios de manera formal.
De acuerdo a fuentes comunitarias consultadas, lo anterior se debe a que 80 % de los usuarios
formales no son propietarios, por lo que son rechazados al solicitar el servicio ante la Comisión
Federal de Electricidad.
Según funcionarios consultados, en general el fraccionamiento Eco 2000 tiene un adeudo de
aproximadamente 200 mil pesos con la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Afirmaron que
mientras dicha cantidad no sea liquidada por los habitantes de este fraccionamiento, no podrán
obtener el servicio de manera formal. Durante largo tiempo, la energía eléctrica ha sido hurtada a
la paraestatal o a vecinos.
Por otra parte, tienen un adeudo con la Junta Municipal de Agua y Saneamiento por más de 5.3
millones de pesos, lo que motivó al Congreso del Estado a urgir a los funcionarios de esta
dependencia a hacer efectivo su cobro; existen cuentas sin pagar que datan desde 1992.
En un listado en poder de El Diario se constata que la mayor parte de estos adeudos son más
antiguos que la crisis económica de 1994, o incluso que la consecuente debacle en la industria de
la construcción en 1995.
Además, las áreas verdes con las que cuenta este sector carecen del cuidado y mantenimiento
necesarios, otra problemática más detectada por el proceso de investigación. Además, los
estacionamientos no tienen líneas divisorias, ocasionando que los vehículos se estacionen en
áreas reservadas a la recreación y esparcimiento, o en áreas verdes.
Otro rasgo económico de la demarcación de intervención es la presencia de una amplia y variada
red de pequeños negocios de comida, ropa, utensilios de limpieza, etcétera. Dentro del
fraccionamiento existen ciertos espacios de recreación ubicados en la periferia, específicamente
en las calles Delfín, Oaxaca y Lince. Dichos espacios han sido ocupados por la delincuencia
local para la venta y el consumo de drogas, para asaltar, etcétera. El Departamento Municipal de
Seguridad Pública ha clasificado a esta colonia como una zona de alto índice de delincuencia. La
inseguridad dentro de esta área de intervención es una de las problemáticas más importantes,
según sus habitantes.
En las encuestas y entrevistas, la mayoría señaló que en la colonia existe un alto grado de
vandalismo y delincuencia; y algunos dijeron que la inseguridad se refleja en asaltos que se
perpetran a plena luz del día, así como en homicidios y secuestros.
Según las entrevistas realizadas, antes de la crisis de inseguridad en Ciudad Juárez, el grado de
organización de la colonia era bueno. Había un comité de vecinos y un representante de cada
edificio ante la junta vecinal, y asimismo recibían más apoyo por parte de las instituciones
públicas municipales. Dichos elementos históricos fueron importantes para que la ciudadanía
participara en los distintos proyectos que muestra la siguiente sección. La organización social
comunitaria fue muy importante para poder acometer algunas temáticas de dichos proyectos. De
igual manera, cabe destacar que en el área de intervención desde un inicio se identificó a un
grupo de líderes comunitarios, quienes son vistos por los vecinos como figuras que organizan y
apoyan.
Otras técnicas empleadas que permitieron recolectar y corroborar información sobre el grado de
organización vecinal, fueron la observación participativa, la encuesta, el recorrido sensorial y las
reuniones vecinales. Además, pudo identificarse un conjunto de elementos que permitieron
comprobar la presencia de indicadores relacionados con el capital social comunitario, como son:
la existencia de relaciones de reciprocidad permeadas por la confianza y la solidaridad entre
algunos vecinos, la estructuración de algunas redes sociales específicas de apoyo entre la
ciudadanía, las abundantes relaciones sociales entre una parte de la ciudadanía, la aceptación de
normas compartidas, las relaciones históricas estables entre algunos grupos de amigos y vecinos
en general y la existencia de redes de parentesco.
El estado de ánimo social percibido al inicio de la investigación fue de optimismo. Algunas
personas se mostraron interesadas en el progreso de la comunidad y dispuestas a tener una
participación activa en conjunto para que las metas planteadas se pudieran lograr.
Lo anterior se fundamentó en el papel activo asumido por la ciudadanía en el planteamiento de
las problemáticas y temáticas centrales de intervención general propuesta. En un primer
acercamiento y desde la realización de juntas vecinales apareció un conjunto de alternativas de
solución para encarar las necesidades más recurrentes. De igual manera se subrayó la
importancia de atender diversas problemáticas relacionadas con niños y adultos, mediante
acciones y gestiones que permitieran obtener los recursos necesarios para el logro de una mejor
calidad de vida.
Otro aspecto por atender era el relacionado con la planeación de la colonia. Los cimientos de los
condominios no brindan la suficiente estabilidad, por lo que dicha zona es clasificada como zona
de alto riesgo en época de inundaciones.
Los resultados obtenidos en la etapa inicial de la investigación mediante la encuesta aplicada,
permitieron identificar distintas tipologías. Entre ellas se encuentran la familia nuclear con 39.74
%, la familia extensa con 12.82 %, la familia monoparental con 11.97 %, y la familia compuesta
con 5.98 %. Los porcentajes restantes no aplicaron en los tipos de familias previstas por el
cuestionario aplicado. Los datos mencionados aparecen en la siguiente gráfica.
Por otro lado, la variable de la educación mostró resultados desfavorables en el desarrollo del
proceso y la intervención, sobre todo por la presencia de personas analfabetas dentro del
fraccionamiento. Las estadísticas construidas en la etapa de investigación, que muestra la
siguiente gráfica, señalan que 2.1 % de la población no tiene ningún grado de estudios, 2.1 %
solo sabe leer y escribir, 21.5 % concluyó la educación primaria, 28.3 % terminó el nivel
secundaria, 23.0 % finalizó la preparatoria y 22 % alcanzó el nivel profesional. Por otro lado, no
se pudo corroborar el grado escolar del 1 % de la muestra.
Contradictoriamente, las personas con bajo nivel de escolaridad fueron las que más se integraron
a las acciones implementadas por los proyectos de intervención y las apoyaron. Dichos
segmentos poblacionales de baja escolaridad, con elementos involucrados en la organización
barrial, la asunción de liderazgo y el conocimiento de las estructuras municipales, estuvieron
también muy implicados en actividades concretas como la limpieza, reforestación,
mantenimiento y cuidado de áreas verdes, convocatoria para la juntas vecinales, apoyo en
infraestructura, etcétera. En contraste, la participación de los grupos poblaciones con escolaridad
más alta fue menor.
Para llevar a cabo estos proyectos se plantearon diversas estrategias, técnicas, gestiones y
actividades de mejoramiento dentro del fraccionamiento Eco 2000, así como un cambio de
perspectiva sobre dicho sector de la ciudad.
Objetivo general
Mejorar la calidad de vida de los habitantes del fraccionamiento Eco 2000, a través de la
participación y organización comunitaria con vistas al tratamiento de las problemáticas:
alumbrado público y espacios de recreación.
Objetivos específicos
Propiciar un sentido de pertenencia entre los habitantes del fraccionamiento con respecto
a las áreas de recreación, las cuales se encuentran deterioradas.
Generar una vinculación entre los habitantes del fraccionamiento e instituciones
gubernamentales y no gubernamentales con el fin de gestionar recursos.
Fomentar una cultura de cuidado y mantenimiento del alumbrado público y las áreas de
recreación.
Metas
Concientizar a los habitantes sobre la necesidad de su implicación en la realización de los
proyectos instrumentados en el fraccionamiento.
Sensibilizar a la ciudadanía sobre el respeto, mantenimiento y cuidado de las áreas verdes
que se encuentran en su demarcación.
Obtener considerable participación y apoyo de los habitantes para la creación de áreas
recreativas.
Mejorar de manera integral las cuatro áreas de recreación ubicadas en el área de intervención
comunitaria.
Objetivo general
Contribuir al rescate medio ambiental en el fraccionamiento Eco 2000 a través de la
promoción social con actividades de limpieza, mantenimiento y concientización en la
etapa agosto-noviembre 2015.
Objetivos específicos
Concientizar a la comunidad sobre las problemáticas asociadas a la limpieza y su falta de
atención.
Diseñar un programa de campañas periódicas permanentes para la limpieza de Eco 2000
con un enfoque centrado en la participación ciudadana.
Recuperar la higiene medioambiental en las áreas previstas para la recreación en el
fraccionamiento mediante la participación ciudadana.
Educar a los habitantes en el uso correcto de los estacionamientos, evitando así el daño a
las áreas verdes.
Metas
Promover la participación de los habitantes del sector por medio de las juntas vecinales y
demás actividades comunitarias, con el propósito de ejecutar un plan de intervención en
tiempo y forma.
Promover la asistencia y participación del 80 % de los habitantes en actividades que
competen al plan de intervención.
Restablecer la limpieza permanente de áreas verdes, recreativas y públicas.
Obtener el apoyo de las diferentes dependencias municipales para el restablecimiento
sistemático del servicio de recolección de basura.
Objetivos específicos
Potencializar las habilidades y recursos comunitarios mediante la participación y
organización para generar un cambio en la imagen de las viviendas del sector.
Establecer acciones dirigidas a la reconstrucción social, material y simbólica de las
viviendas en el área intervención.
Adquirir recursos materiales externos como complemento en instancias municipales con
vistas a la recuperación de las fachadas habitacionales.
Metas
Gestionar en las dependencias de gobierno y asociaciones civiles la obtención de los
recursos que permitan mejorar la imagen de los condominios y restablecer su sentido de
pertenencia.
Lograr 90 % de asistencia de los condóminos a las actividades que se realizan: talleres
informativos, teatrino, técnicas de recreación, mejoramiento de la imagen, y técnicas de
concientización y sensibilización.
Potenciar las habilidades de los jóvenes con el objetivo de que se involucren en las
actividades de solución de las problemáticas.
Cambiar la imagen de los doce condominios del área de intervención comunitaria.
Conclusiones
Durante la fase inicial del proceso de intervención de este estudio se identificaron diversos
aspectos potenciales importantes para la generación de desarrollo comunitario. Entre ellos
sobresalen los relacionados con los rasgos que tipifican el capital social comunitario asentado en
el fraccionamiento de intervención, la disposición de la ciudadanía para apoyar las diferentes
etapas de los proyectos que se elaboran y el compromiso asumido por las instituciones
municipales sobre asesoría, recursos, sistematicidad de servicios, etcétera. Sin embargo, estos
factores clave en las transformaciones comunitarias alternativas, como las presentadas en el
marco teórico del presente artículo, no pueden integrarse de manera consistente en los proyectos
estructurados e implementados. Dichas limitaciones fueron decisivas para que las acciones
previstas en cada proyecto no lograran la eficacia planeada.
Varias problemáticas han obstaculizado la puesta en práctica del trabajo comunitario en el
fraccionamiento. A pesar de que la concepción teórico-metodológica plantea como eje central la
participación ciudadana durante todo el proceso de intervención y de que los proyectos fueron
concebidos desde la comunidad, esta cualidad casi no se logró en la implementación de los
proyectos. La participación ciudadana no fue lo suficientemente sistemática como para poder
desarrollar los proyectos. Su participación estuvo limitada a la consulta en diversas decisiones, la
asistencia a juntas vecinales y la movilización para la realización de actividades de limpieza,
organización y embellecimiento. La ausencia de la ciudadanía estuvo muy restringida en
momentos clave de la intervención comunitaria, como son: diagnóstico, planeación, gestión,
monitoreo y evaluación.
A pesar de que los proyectos ejecutados son concebidos como parte de una estrategia integral de
desarrollo comunitario y debieron interactuar de manera coordinada y cooperar en acciones
específicas planteadas en los objetivos y metas, esto no logró traducirse en una práctica
transformadora. Los proyectos no pudieron articularse de manera horizontal y tampoco
desarrollar actividades compartidas. Cada equipo fue trazando su propio camino, fragmentando
la realidad de acuerdo a sus propósitos y perdiendo de vista los objetivos comunes identificados
al inicio del proceso de intervención comunitaria.
Otro elemento que no fue tomado en cuenta para el desarrollo de la experiencia de trabajo fue
considerar a la realidad comunitaria como algo homogéneo. Muchas actividades comunitarias en
los proyectos perdieron de vista la diversidad de personas, grupos y redes, lo que a su vez se
refleja en una gran variedad de modos de actuar y distintos intereses.
No obstante las limitaciones mencionadas, la intervención mostró un conjunto de resultados
cuantitativos y cualitativos que fueron muy importantes para el progreso y bienestar del
fraccionamiento. Entre los resultados más visibles estuvieron la conducta positiva de los vecinos
con respecto a su entorno, las nuevas formas de interrelacionarse entre los vecinos, la
identificación comunitaria de necesidades colectivas, el fortalecimiento del tejido social, la
recuperación de algunos servicios comunales municipales, el apoyo de las autoridades
municipales, la recepción del equipo de intervención y la asimilación de las ideas propuestas.
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