RASAL Lingüística Nº1/2 2008
RASAL Lingüística Nº1/2 2008
RASAL Lingüística Nº1/2 2008
RASAL
L I N G Ü Í S T I C A
Nº 1/2 - 2008
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INDICE
Artículos
Andrea Estrada
Ethos y discurso científico-académico. Los marcadores de evidencialidad
como estrategia de cortesía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Sofía Merlino
La configuración del espacio argumentativo en bioética: consenso y colisión . . . . . . . . . 51
Mara R. Glozman
Divulgación política y reformulación de textos legales: el Manual Práctico del 2º
plan quinquenal (1953) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Norma B. Desinano
Fenómenos en la organización sintagmática en la escritura académica de alumnos
universitarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Reseñas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Estela Klett Un inventaire à la Prévert: les noms propres dans la vie quotidienne,
por Paula Mahler.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
Andreína Adelstein, Inés Kuguel & Gabriela Resnik 1300 neologismos en la prensa
argentina, por Guillermina Pagani . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
RASAL
LINGÜÍSTICA
N° 1/2 - 2008: 25-50
Alicia Avellana*
Universidad de Buenos Aires/CONICET
Laura M. Kornfeld**
Universidad de Buenos Aires/CONICET/UNGS
RESUMEN
25
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ABSTRACT
1. Introducción
2.1. Número
(6) a. Ya se fue ya cansado que le cambien todo el tiempo los turno. [A: 134]
b. Su ropas tirada [L]
(7) a. Una vuelta él y el hijo me llegó en el taller y se armó. [A:142]
b. Entonce, le dijo los hermanos: mirá, no te vaye [V: 50 III]
2.2. Género
2.3. Cuantificación
2.4.1. Determinantes
(21) a. Mire, no le puedo dar más que una chequera pero si venís... a ver... el vier-
nes, te doy otra pero no diga nada. [A:136]
b. (...) si...le dije pronto...pero señora, no entiende...usted sabe cómo él es...no
le interesa y sabe venir por acá cerquita...ya le conoce...a ver si podés
hacerle venir por nota. Yo le pido que si podés hacer hagas por lo que a
mí...no pone atención, vio? [Ab: 209]
Esta misma fluctuación se observa en las zonas de contacto toba (22a) y que-
chua (22b):
(22) a. Te vaciaste vos solo, porque lo que usted tenía, lo sacaste y lo tiraste por
allá.
b. Usted no me querés. [R: 175]
2.4.3. Clíticos
acusativo femenino plural, para el que suele conservarse la forma las. Según la
autora, el sistema pronominal del guaraní es básicamente invariable y por eso
se prefiere en español la forma más invariable le (o, en su reemplazo, lo), sin dis-
tinciones de caso y género. En el español de Corrientes, se mantiene la distinción
numérica le/les, mientras que en el paraguayo se ha producido un sincretismo
también de número en la única forma le (Abadía de Quant 1996:217).
Por el contrario, si bien se han registrado también casos más o menos aisla-
dos de leísmo (30), el área de influencia quechua es esencialmente “loísta”, es
decir, extiende el pronombre acusativo a dativos masculinos y femeninos (31)9:
Por otra parte, en varias de las zonas estudiadas se registra también la omi-
sión del pronombre correferencial con el sujeto, como en los siguientes ejemplos
del contacto con toba:
Por su parte, Kany (1945: 133) registra también se por el reflexivo nos en
Catamarca y lo atribuye a la influencia del reflexivo invariable del quechua -ca;
lo mismo se observa en Santiago del Estero (46c):
(46) a. Se vamos.
b. ¿Qué se juntemos por siempre?
c. Mis hermanos y yo [...] se juntamos todos. [Lo:55]
3.1. Modo
Para Cerrón Palomino (1996:110), este pasado sorpresivo es un calco del lla-
mado “pasado no experimentado” del quechua, marcado por el sufijo -sqa.
Un valor también modal, aunque distinto al “sorpresivo”, postula Herminia
Martín (1972) para el contraste entre pretérito indefinido y pluscuamperfecto en
español paceño (Bolivia), que supone la oposición conocimiento directo/conoci-
miento indirecto como rasgo relevante (49a), que se observa también en
Argentina (49b):
(52) Ande es monte, el tigre diz que había sido el rey de todos los animales. [V:254 I]
(53) a. Después aparecen los sin tierra, dicen que, y con ellos los cuatreros. [Pa2:
812]
b. Tenía que ser secreto dice que, pero cuando... [Pa2: 812]
Según Palacios Alcaine (2003: 812), este dice/n (que) es una traducción lite-
ral de los morfemas guaraníes ndaje o je, que indican transmisión de una infor-
mación que el hablante no conoce de primera mano. En el caso de je se trata de
una partícula enclítica lo cual explica la posición del dice que, que contraría la
sintaxis “normal” del español.
El guaraní, por su parte, presenta un modo optativo que expresa, entre otras
cosas, la actitud desiderativa del hablante (Palacios Alcaine 1999: 65). Sin
embargo, su uso no se corresponde exactamente con la distribución del subjun-
tivo español y por eso se registra el reemplazo del subjuntivo por indicativo o por
un infinitivo encabezado por para (cfr. infra 4.2) o, al contrario, su uso incorrec-
to en la cláusula principal de las condicionales:
Otros autores notan que sí que funciona como correlato en español de la par-
tícula katu (un evidencial de certeza sin implicación personal) que puede enfati-
zar una afirmación, sin contraste (como en 60a) o una orden (60b):
Asimismo, los correlatos en español de voi (un evidencial con valor absoluto
de certeza, con implicación personal del hablante, según Granda 1997) son
luego/lóo en Paraguay y las provincias de Formosa y Misiones (cfr. 61) y pronto
en la provincia de Corrientes (cfr. 62). Como muestra (61b), luego y voi pueden
coexistir en una misma frase:
(61) a. Ndaje ella ya sabía luego que en su terna ganaría Chiche. [W]
b. Torres luego se decepcionoite voi porque su ídolo Lugo había sido que era
como Nicanor. [W]
(62) No importa pronto que ahora le vea a ella. [A: 153]
3.2. Aspecto
terminativo de la acción (i.e., ‘Ella vino después de haber comido’, ‘Lo dejé
escrito’):
(65) a. Lo había fallecido/ lo vino otro padre/ lo llegaron a este pueblo [CP2]
b. Lo es oficio fácil/ lo parece como hombre [CP2]
Granda (1999) menciona que el sufijo -rqu también puede haber influido en
el español del noroeste argentino en algunos usos extendidos del ya, que también
tiene un matiz terminativo:
En el área guaranítica, por su parte, se utiliza todo con valor perfectivo, para
indicar la culminación de un determinado evento, que funciona como contrapar-
te del sufijo -pa/-mba (Palacios Alcaine 1999:67):
3.3. Tiempo
(70) a. Es la mujer kue...si ahora anda con otra ya. [A: 152]
b. Me fui en lo de mi patrón kue por lo que no tengo laburo. [A: 152]
3.5. Preposiciones
4.1. Negación
(80) Nadie no viene; nada no trae; ninguno no vino; nunca no viene; tampoco no
viene
(81) Nadie no vino hoy a mi casa. [Gr1:70]
4.2. Complementante
(86) a. Mi marido fue secretario de X, ministro que fue del general. [A:137]
b. Acompañó en el hospital al dotor Lope director que fue hasta hace poco.
[A:137]
En la misma zona se verifica también el uso de para/ para que como subor-
dinantes de construcciones objetivas con marca de futuro, que modifican los ver-
bos decir, prometer y pedir. Esas preposiciones, según Abadía de Quant (1996),
copian las funciones de la conjunción guaraní haguã, que encabeza tanto cons-
trucciones finales como objetivas:
(87) Promete para arreglar sí pero ya conocemos que al angau dice. [Ab:219]
Por otro lado, todavía se usa para coordinar estructuras como un calco de la
posposición -raq, con un ligero matiz de reproche: ‘ya come, ya habla (cuando no
debería hacerlo)’, ‘anda enamorado ya de Juana, ya de Estela (cuando debía deci-
dirse por una de ellas)’.
Por último, ya-también puede funcionar como calco de las partículas del que-
chua -ña y -taq, que conforman un nexo coordinante de carácter contrastivo:
‘Juan, por otro lado, trabaja’, ‘su mamá, por el contrario, es buena’:
5. Conclusiones
Halle & Marantz (1993) han propuesto que la gramática de una lengua par-
ticular es consecuencia de la selección de un subconjunto del inventario univer-
sal de rasgos y categorías formales, sumada a una serie de operaciones morfo-
sintácticas particulares, como la concordancia o los fenómenos de enclisis/ pro-
clisis. En el caso de los dialectos del español en zona de contacto revisados en
este trabajo, puede hablarse de gramáticas particulares diferenciadas del espa-
ñol estándar en la medida en que la influencia de las lenguas indígenas restrin-
ge o amplía el inventario de categorías y rasgos disponibles (por medio de fenó-
menos “abstractos” como los revisados en el trabajo o por medio de préstamos
relativos a las categorías funcionales, cfr. Introducción), así como las operaciones
morfológicas que se aplican.
Al contrario de los criollos “simplificados” que se derivan de un contacto más
o menos prolongado entre dos lenguas y en los que la primera generación de
hablantes nativos tiende a seleccionar las estructuras, las categorías y los valo-
res menos marcados dentro de las opciones universales (cfr. Bickerton 1984), los
dialectos del español en zona de contacto en la Argentina constan de una estruc-
tura funcional rica y completa. En efecto, hemos analizado fenómenos que supo-
nen un “empobrecimiento” de la gramática del español estándar (como la falta
de marca de tiempo en zona toba, ilustrada en los ejemplos de 68), pero también
otros fenómenos que suponen un evidente “enriquecimiento” del inventario de
rasgos funcionales disponibles, como en los varios valores modales tomados del
quechua o del guaraní (cfr. ejemplos 48-63). Un caso claro de complejización de
la gramática del español se da cuando una categoría funcional se aplica a una
categoría léxica “inesperada”, como en el caso de para y su “antónimo” guaraní
kue aplicados a nombres para indicar futuro y pasado, respectivamente (cfr. 69-
70). Esta reorganización en el sistema que provoca el contacto con otra lengua
genera, entonces, tanto la incorporación como la pérdida de rasgos y categorías
funcionales del español
Otra serie significativa de fenómenos de variación involucra las reglas mor-
fosintácticas, por ejemplo, en lo que hace a la concordancia o a la inserción de clí-
ticos. Así, encontramos opcionalidad en la aplicación de las reglas de concordan-
cia en género en el ámbito nominal en las tres lenguas (pero, mientras en la zona
toba el género por defecto es el femenino, lo contrario sucede bajo la influencia
quechua o guaraní, como muestran 8-12); para la inserción de los clíticos acusa-
tivo, dativo y reflexivo, por su parte, pueden reconstruirse una serie de reglas
alternativas a las del español estándar que dan prioridad a distintos rasgos for-
males (caso, rasgo ‘humano’, etc.). Esas reglas suponen la modificación de la gra-
mática en función de propiedades de la lengua indígena que se transfieren al
español, y no una mera simplificación, más allá de ciertas vacilaciones que cabe
atribuir al proceso de adquisición de una segunda lengua14.
Por último, la variación puede aparecer también en la expresión fonológica
Notas
1 Por razones de espacio, hemos dejado de lado en este artículo el mapuche, si bien hemos
considerado sus datos en contraste con los de las lenguas aquí estudiadas en una ver-
sión más extensa que se encuentra en elaboración.
2 En tal sentido, cabe resaltar que en este trabajo presentamos datos propios del contac-
to español-toba que provienen todos de hablantes de español como segunda lengua.
Estos fueron extraídos de datos tomados en el campo así como de grabaciones que nos
fueron facilitadas por la Dra. C. Hecht, a quien le agradecemos por este material.
3 Por razones de espacio, no nos ocuparemos, en cambio, de los préstamos de elementos
funcionales, como (1), ni de las variaciones en el orden de palabras, ni de los préstamos
léxicos.
4 Por estrictas razones de espacio, no presentaremos en este trabajo las estructuras de
las lenguas indígenas con las que contrastamos los datos del español de contacto, si
bien consideramos que la inclusión de esa información enriquecería el análisis.
5 Obviamos aquí las incertidumbres en el género de palabras como la problema, la tema,
el costumbre, que se registran en las tres lenguas. Según Palacios Alcaine (2006), se
deben a la ausencia de marcadores gramaticales obligatorios de género en el quechua
y en el aimara; sin embargo, lo mismo sucede en el contacto con toba —lengua que sí
presenta marcas de género— y también en la mayor parte de los procesos de adquisi-
ción de español como segunda lengua.
6 La marca [W] indica que el ejemplo ha sido tomado de la web. El resto de las abrevia-
turas usadas en los ejemplos remiten a la bibliografía.
7 Esta tendencia a considerar los fenómenos dialectales de español en contacto como
retenciones arcaicas se observa también en Kany (1945). A lo largo de este trabajo exis-
ten numerosos datos que pueden atribuirse al español arcaico; sin embargo, creemos
que a menudo es la lengua indígena la que lleva a retener la estructura descartada en
el resto del mundo hispanoparlante.
sencia duplicada del clítico que no es propia del español estándar: Me pueden ayudar-
me; recién le podemos decirle qué es lo que significaba, al igual que en el contacto que-
chua: No lo quería despertarlo [V: 290 I].
11 Por esa causa, algunos fenómenos que figuran sistematizados aquí podrían ser descrip-
partículas interrogativas pa y pikó/ ikó (ticó en Corrientes) son empleadas para refor-
zar la interrogación (cfr. Abadía de Quant 2000: 152) y, en muchas ocasiones, reempla-
zan la entonación estándar (ascendente) de la pregunta en español:
(i) a. ¿Qué, pa, queré que te haga, chamigo? [V: 479 III]
b. ¿Vo pa creé que te va a salvá? [V: 422 I]
c. ¡Decile qué pa le importa! [V: 130 I]
d. Te viniste pikó sola [A: 152]
e. ¿Qué ticó me va a hacé el tigre? [V: 422 I]
14 No descartamos, por supuesto, que entre los datos que aquí presentamos haya algún
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