Bandi - La Acusacion
Bandi - La Acusacion
Bandi - La Acusacion
La acusacin
El origen del manuscrito coreano que hemos traducido se detalla en los dos
textos que sirven de eplogo a esta edicin; no obstante, para proteger la identidad
del autor, algunos de los hechos que se recogen en ellos han sido alterados. Con la
informacin de la que disponemos en el momento de la edicin no tenemos dudas
acerca de la veracidad de lo que en esos dos textos se cuenta. Si posteriormente a la
publicacin del libro se descubriera algn hecho que alterase sustancialmente el
relato que en ellos se presenta, advertiramos de ello a nuestros lectores en
posteriores ediciones.
A modo de prefacio[*]
BANDI
La fuga del norte
Querido Sangki:
Consegu ese sobre por casualidad. Como sabes, por mi casa siempre vena
mi sobrino de siete aos, el hijo de mi hermano mayor. Antes de casarme, yo haba
vivido con ellos, y despus me instal en un apartamento no muy lejos de su casa,
aunque mi sobrino, ahora que lo pienso, no solo vena porque viviramos muy
cerca. La verdadera razn era que mi mujer lo quera mucho y se ocupaba de l. Su
mirada siempre afectuosa se iluminaba de amor cuando l vena, como si fuese su
propio hijo. A menudo mi sobrino se dorma en su regazo y permaneca as con
ella hasta la maana siguiente. Se trataba, me parece, del instinto maternal que
preservan las mujeres que no han tenido hijos. Ella crea en todo lo que mi sobrino
deca y l adoraba a su ta.
Era una buena poca para volar una cometa, justo al final del otoo
alfombrado de hojas arrastradas por el viento. Como no quera truncar la ilusin
que todo nio inocente tiene en esa poca del ao, empec a buscar papel para
construir la cometa. Recordaba que en algn momento haba visto envuelto en un
plstico, sobre algn estante o dentro del armario donde guardbamos las mantas,
el papel de madera de moral[*] que necesitaba. Pero lo primero que encontr fue el
sobre con las medicinas. Al principio no le di ninguna importancia. Despus, sin
embargo, el hallazgo me hizo pensar en los dos aos que haban transcurrido
desde nuestro matrimonio sin que mi mujer se hubiese quedado embarazada. Las
cavilaciones empezaron a abrumarme hasta que me pregunt: Qu tipo de
medicinas se debe estar tomando para tener que esconderlas as? Tiene alguna
enfermedad y no me ha dicho nada? Ah, a lo mejor por eso no puede quedarse
embarazada!.
Aquel da, mientras montaba la cometa, me cort la mano dos veces. Tras
darle muchas vueltas, llegu a la conclusin de que era mejor preguntarle
directamente a mi mujer qu pasaba con aquellas medicinas. Tema, sin embargo,
que no me respondiera con claridad. As que al final opt por llevrtelas a ti, que
eres mdico. Te acuerdas de cul fue la conclusin que me diste a conocer al da
siguiente? No se trataba de ningn tratamiento para favorecer el embarazo, sino
para impedirlo.
Shhh! Shhh!
Lo cierto era que la urraca viva en el mismo nido, pero iba a su aire. Eso era
lo nico que poda pensar en aquel momento. Cmo deba interpretar, pues, que
sin que hubiese transcurrido apenas tiempo desde nuestro matrimonio, ella
estuviese ya tomando anticonceptivos para evitar tener un hijo conmigo?
A primera hora de la maana tuve que subir hasta el brazo de una gra de
cien toneladas para realizar un trabajo de soldadura: desde all arriba poda verse
todo el panorama del pueblo industrial en el que vivamos. Aunque ya haba
desayunado, vi que de la chimenea de mi apartamento sala otra vez humo. Haba
empezado el invierno y all arriba haca un fro de mil demonios, pero puse como
pretexto que era necesario comprobar que la soldadura estuviese bien hecha para
subir de nuevo al brazo de la gra al da siguiente y al otro. Al tercer da, baj de la
gra y me fui a casa a ver qu estaba pasando, no sin antes dar una excusa
cualquiera al jefe de obra.
Pero qu ocurre?
La cinta mtrica, que en realidad aquel da no tena que utilizar para nada,
no la llevaba en mi bolsillo, sino anudada en la boca del estmago. Sin embargo,
extraamente, a partir de aquel da mi rabia empez a atenuarse. Me senta
mezquino por sospechar de mi mujer por algo tan insignificante y empec a
barruntar que tal vez ella tomaba anticonceptivos por una razn diferente de la
que yo haba sospechado. Si ella tomaba pastillas porque no quera tener hijos de
un cuervo, quera decir que todo el amor que mostraba por m era una farsa.
Pero no, aquello no poda ser. Dudar, ni que fuese un poco, de la sinceridad de su
amor me hara merecedor de un castigo divino. Rezaba para que todo fuese un
malentendido y para que mi mujer continuase siendo para m la mujer que
siempre haba sido.
Los das pasaban y yo esperaba que todo acabase felizmente. Nuestro
sobrino vena a casa a menudo y de nuestra chimenea sala humo dos veces cada
maana. Ahora veo que me comport de forma ridcula con esta historia del humo
y que debera haberme sentido culpable por ello. El nico cambio significativo fue
que mi mujer empez a dormir ms a menudo con mi sobrino. Cada vez que yo
tena turno de noche en la fbrica, ella deca que no poda dormir sola y le peda al
nio que se quedase, algo que antes no haba sucedido nunca.
Por fin.
S respondi ella, y enseguida abri la puerta.
Sangki!
Cmo poda yo imaginar que detrs de la puerta haba una sombra negra?
Mientras mi mujer haca como que ordenaba la habitacin, yo me despoj de la
ropa de trabajo y no me preocup demasiado. Pero entonces o claramente que la
puerta de la entrada se abra y se cerraba. El instinto me llev a correr hacia el
pasillo y advert el ruido de unos pasos que descendan por la escalera con
familiaridad. Continu corriendo y me par en seco. Miles de pensamientos se
agolpaban en mi cabeza. Entonces! No hay que darle ms vueltas! Regres y
sub las escaleras agobiado por esas ideas. La sangre pareca correr en sentido
contrario por mi cuerpo. Si la cosa iba de lo que me supona, pensaba que hallara a
mi mujer plida y asustada, pero ni siquiera poda verle la cara, porque la tena
hundida entre los brazos y sollozaba.
To de Min-hyeok[*]
To de Min-hyeok, no es eso
Basta!
Resoplando de clera tir los libros del estante, tras los que estaban los
anticonceptivos. Los cog para luego lanzrselos a la cara a mi mujer. Cre que iba a
volverme loco.
No! No! T no debes saber quin es! No! No! Si no hubiese salido
disparada como una demente hacia el armario, seguro que le hubiese estampado
mi puo como un rayo.
No! No!
Hundi de nuevo la cabeza entre los brazos y rompi a llorar. Los hombros
le temblaban.
4 de diciembre
Sangki!
13 de marzo
He observado lo bien que se lo pasaba. Ignora que su to, siendo una piedra
de jade, es tratado como un vulgar guijarro. Mis ojos se han llenado de lgrimas.
Algn da, cuando el to de Min-hyeok ingrese en el Partido, ser tratado como es
debido?
23 de abril
Por qu lloras?
Pero qu dices?
No lo s No lo s!
30 de abril
La vida parece que me est poniendo a prueba. Cada da hay algo nuevo que
me oprime el corazn. Hoy me he encontrado con Seon-hui oni[*] en el servicio de
reparto de alimentos. Seon-hui oni siempre nos cuida. Estudi en el mismo
instituto que yo, aunque es dos aos mayor y, por ello, de la misma promocin que
mi marido. El servicio de reparto de alimentos estaba tan lleno que incluso
aquellos que ya habamos recogido el boleto de arroz todava debamos esperar
fuera al menos una hora. Hemos tenido, pues, mucho tiempo para charlar mientras
esperbamos de pie. De repente, ella ha sacado a colacin un tema inesperado.
Cmo dices?
S, ese!
Ay, no lo s!
Y?
Por suerte, justo en ese momento me toc el turno. De no haber sido as, no
s si hubiese podido mantener la compostura ante Seon-hui oni .
9 de mayo
De camino a casa, despus de recoger el pedido de fideos en el servicio de
alimentos, un nio me ha agarrado de la mano. Al darme la vuelta he visto que se
trataba de Jeong-ho, que vive en la misma comunidad que Min-hyeok.
Dnde est?
Qu sucede, Min-hyeok?
15 de mayo
S, ese.
El periodista vino hace dos das, cuando mi marido ya se haba ido de nuevo
al trabajo despus de comer. Le dije que se fuese sin dejarle entrar en casa. La nica
persona que pudo haberlo visto en aquel momento fue la seora del apartamento
nmero 4, que justo en ese momento estaba metiendo el carbn en casa. Pero quien
se present justo despus fue la jefa de la asociacin de vecinos de la comunidad,
que vive un piso por debajo del nuestro.
Esto ta de Min-hyeok Ay, es que tendras que ser madre de una vez,
porque as sabra cmo llamarte! La jefa de la asociacin de vecinos estaba
charlatana aquel da. A tu familia le ha sido asignado el da de la recogida de
basura de este mes?
S.
Ah, pues, es que toda la gente que visita al to de Min-hyeok est cortada
por el mismo patrn: correctos, buena gente, decididos Fjate!, como ese de las
gafas negras que ha venido antes.
23 de mayo
Exactamente un mes despus de pedrselo, Yeonghi me ha trado la copia del
expediente de la familia de mi marido. Mejor hubiese sido no haber visto nada. No
entiendo por qu le he pedido un favor as.
Ante mis ojos danzaban expresiones horribles como familia nmero 149,
enemigo pblico u oposicin al Partido y a la revolucin, y he recordado
aterrorizada el comentario de Yeong-hi: Ya sabes que si descubren que mi marido
ha sacado una copia del expediente ser su fin, solo eso ya es motivo de un nmero
149, el artculo que el ministro del Interior aplica para deportar a las familias
consideradas traidoras al Partido y sobre las que recaen castigos generacin tras
generacin.
Nmero 149! Una cifra temible. No se estampa con un sello normal, sino
que ms bien parece un hierro al rojo vivo como el que se utiliza para marcar
ganado. Antiguamente se utilizaba uno similar para marcar a los esclavos; y ahora
se lo estampan al padre y al to de Min-hyeok, y, por supuesto, tambin a Min-
hyeok en su pequea y tierna espalda.
28 de octubre
El tiempo vuela. Las hojas que ardan con el otoo han dejado paso a las
ramas desnudas que resuellan con el viento. Ya hace fro y me preocupa que
Minhyeok no vaya al colegio lo suficientemente abrigado. Mi compasin por l es
cada vez mayor. Parece un nio que no tuviera madre. Cuando regresa helado de
la escuela no puedo pasar sin abrazarlo. Me reconforta pensar que con el calor de
mi corazn tal vez logre derretir el dolor de su padre y de su to. Ojal que con la
ayuda del responsable de nuestra comunidad mi marido logre ingresar en el
Partido! Y tal vez en el futuro tambin lo haga el padre de Minhyeok! Entonces
borraremos el rastro del hierro candente. No volvern a despreciar jams a Min-
hyeok por querer ser el primero en cruzar el puente de piedra y nos libraremos de
las miradas de la gente que nos observa como si fusemos un hatajo de
delincuentes. Ah! Entonces s que podr acoger una nueva vida! Cuando me
adentro en este tipo de divagaciones siempre acabo pensando en el responsable del
Partido de nuestra comunidad, que vive en el piso de abajo. A diferencia del resto,
que nos esquivan o nos vigilan, l no tiene ningn problema en hacerme una visita
de vez en cuando. Me consuela y me anima que se ocupe de mi marido y que lo
apoye.
Le estoy infinitamente agradecida.
13 de noviembre
21 de noviembre
19 de diciembre
Esto s que no me lo esperaba! Vale, es verdad que haca tiempo que tena
mis dudas, pero no poda imaginarme que el responsable del Partido de nuestra
comunidad fuese de este tipo de personas. Despus de comer, cuando se ha
marchado mi marido, he odo que se abra la puerta y he visto al responsable del
Partido entrando en la habitacin. Como viene a casa a menudo y est a sus
anchas, lo cierto es que ya me he acostumbrado a sus visitas. Pero hoy, cuando ha
entrado y ha cerrado la puerta desde dentro, me he estremecido. Habitualmente
me llama Min-hyeok!, utilizando el nombre de mi sobrino, pero hoy me ha
llamado por mi nombre, Myeongok!, mientras notaba su apestoso aliento a
alcohol.
Sangki!
Mi mujer ha tenido que soportar por m todos los maltratos y todo el dolor;
el amor hacia Min-hyeok no era nada ms que la prolongacin del amor que ha
demostrado hacia m. Ha cocinado y se ha tragado la comida para perros por
m! E incluso ha ahogado el instinto maternal que tienen todas las mujeres a causa
de mi desgracia, que ella tambin lleva clavada en el fondo de su pecho!
Sangki!
Aquel da, despus de cerrar el diario, llor ante aquella realidad que estaba
obligado a creer aunque pareciese algo totalmente inverosmil. Mi mujer me cogi
de la mano, yo cog la suya, nos sentamos juntos a un lado de la cama y nos
echamos a llorar como nios. Entonces lo decidimos. Decidimos huir de esta tierra
de mentiras, de falsedades, de humillaciones y de tirana, en la que es imposible
arraigar incluso trabajando dura y honestamente.
12 de diciembre de 1989
La ciudad del fantasma
Ja, ja, ja! Si hubiese salido a m no hara estas cosas, pero a lo mejor se
parece a su padre solo por darle a usted la lata dijo Kyeong-hui con una sonrisa
forzada.
Kyeong-hui tena treinta y cinco aos y fama de ser una mujer valiente y de
fuerte personalidad. Sin embargo, al escuchar la palabra Obi en boca de la
profesora se estremeci. Lo cierto era que la profesora se haba quejado del
escndalo del nio sin darle mayor importancia, pero Kyeong-hui tuvo la
impresin de que detrs del comentario se esconda algo ms profundo. Se
preguntaba qu podra haber advertido la profesora en su hijo y por qu haba
mencionado precisamente la palabra Obi. Sin embargo, al final se dijo: Qu
ms da? Qu importa ahora eso? No s por qu me preocupo por estas
tonteras!.
Mientras el nio jugaba, ella corri la cortina doble azul oscuro cubriendo la
ventana. Su apartamento, en la sexta planta de uno de los edificios de la primera
hilera de bloques, se orientaba hacia el sur y hacia el oeste. Desde una de las
ventanas se divisaba el retrato de Karl Marx encaramado sobre el muro del edificio
del Ministerio de Defensa, y desde otra, el retrato de Kim Il-sung colgado detrs
del estrado instalado en la plaza. No era un buen momento para que los ojos de
Myeong-sik contemplasen esos retratos, pero las imgenes no se podan esconder
totalmente con las cortinas blancas de nailon, y los perfiles de las cabezas se
insinuaban a travs de la tela, aterrorizando todava ms al nio. Myeong-sik ya
estaba asustado a causa del retrato de Marx que haban visto en la calle, y solo
faltaba que nuevas pesadillas turbasen todava ms su imaginacin.
Todo haba empezado el sbado anterior, por la noche. En la plaza Kim Il-
sung se celebraba una manifestacin en la que los participantes expresaban su
compromiso de organizar la Fiesta Nacional con mayor entusiasmo. La
concentracin se haba convocado justo despus de que la gente saliera del trabajo,
ya que, como el tiempo se les echaba encima, era la mejor manera de reunir al
mayor nmero posible de ciudadanos. Aquel da el nio tena gripe, y Kyeong-hui
no tuvo ms remedio que participar en el acto con su hijo colgado a la espalda.
Myeong-sik haba nacido dbil y enfermaba muy a menudo. A juzgar por el calor
que emanaba de su pequeo cuerpo, arda de fiebre. Al grupo correspondiente al
barrio de Kyeong-hui le haban asignado la primera fila, a la izquierda de la plaza,
justo debajo del retrato de Karl Marx. Todava no haban encendido las luces, y con
los rayos del crepsculo jalonando de rojo y negro el rostro y la enmaraada barba
del retrato haba suficiente como para atemorizar a cualquiera. Aquella visin fue
la que sin duda le record a Kyeong-hui las frases con las que se inicia El manifiesto
comunista , y que ella haba ledo cuando era estudiante en la universidad: Un
fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Haba escrito Marx, en
realidad, una autobiografa? Aquella palabra, fantasma, encajaba perfectamente
con su retrato en aquel momento. No se trataba de la imagen de un ser humano,
sino de la efigie de un espectro terrorfico. A lo mejor era la angustia por la salud
de su hijo lo que provocaba la irrupcin de tales pensamientos oscuros en su
mente. Cuando el presentador agarr el megfono e inici su discurso, el nio
comenz a berrear. Kyeong-hui sinti la necesidad de actuar con urgencia, ya que,
aunque nadie a su alrededor protestara, imagin que en el fondo todos censuraban
que hubiese llevado a su hijo a un acto tan importante. Desplaz al nio de su
espalda a su pecho y, atribulada, sin hallar otra solucin, le murmur: Obi!,
Obi!. Pero el nio continuaba llorando. Entonces levant a su hijo ante el retrato
de Karl Marx sin dejar de susurrar Obi!, Obi!.
Al poco tiempo, sin embargo, Myeong-sik ya estaba jugando absorto con sus
juguetes. Su madre haba cerrado ya las cortinas dobles de las dos ventanas,
aunque todava se encontraba abrumada por la angustia. En todo momento le
pareca or la voz irritada de la responsable del Partido de su comunidad gritando:
Apartamento nmero 3 de la sexta planta!. Si eso suceda de verdad, sera el
tercer aviso, y esta vez la responsable del Partido no sera tan indulgente con el
tema de las cortinas dobles.
Baja!
En fin
Kyeong-hui cogi a su hijo en brazos, descendi por las escaleras y sali del
edificio.
Ya est bien! Es la tercera vez! Es que tengo que volver a decrtelo todo?
Y, pese a lo que acababa de preguntar, no tuvo reparos en volver a discutir el
tema otra vez. Camarada encargada, tienes algn problema con las cortinas
blancas de nailon? Habr un buen puado de invitados extranjeros durante la
manifestacin que pasa por nuestra avenida, de ah que el Partido os haya
permitido poner las cortinas blancas aunque vosotros mismos las hayis
abonado
No, no es lo que usted piensa. Es que
Pero tampoco hace falta ponerse as! protest Kyeong-hui en voz baja,
murmurando como un ratn.
Por cierto Ja, ja, ja! Hay algo peor que ser acusado de espa?
Porque por el otro lado se ve el retrato del Gran Lder, al fondo del
estrado.
Y?
Pues que, como se suele decir, al nio que le da miedo el caparazn de la
tortuga tambin se lo da la tapa de la marmita.
En definitiva, que se trata solo de esto, y por ello pido correr la cortina
doble. No puedo estar todo el rato pendiente del nio y tampoco lo puedo encerrar
en un desvn. Qu le vamos a hacer? Tal vez maana, durante la ceremonia,
pueda dejar las cortinas abiertas.
Pero se puede saber por qu has cerrado otra vez las cortinas, mujer, eh?
Por qu?
En vez de tanta irona mejor ser que me escuches un poco Si bien todo
est relacionado, lo ms interesante de Marx no es ni la teora del capitalismo ni la
construccin del comunismo cientfico. Es, de hecho, la teora de la dictadura del
proletariado. Si el arma del capitalismo es el capital, la del socialismo, tal y como lo
conocemos en nuestro pas, es el proletariado, la dictadura del proletariado. Lo
entiendes, no? En esta ciudad todo el mundo sabe perfectamente qu quiere decir
eso. Aqu la gente vive como el conejo que siempre cuenta con tres tneles para
huir. Pero t te comportas como si nada te incumbiese porque confas en tu
condicin de familiar de vctimas. Con todo, si algn da la gente, el proletariado,
se pone en tu contra, tus credenciales familiares no van a salvarte. T conoces la
leyenda del Obi, pero no tienes ni la ms remota idea de lo que puede llegar a
hacerte el Obi en la vida real.
Del Bowibu?
Qu?
Ha heredado solo tu constitucin? O tambin tus ideas? Acaso no
sabes que las ideas tambin se transmiten?
Ideas?
Pero eso
Ay! Pero qu era aquello? Un monstruo inmenso y peludo pisaba con cada
uno de sus pies la azotea de dos altos bloques de apartamentos. Ah, s! Aqu est
el Obi! Kyeong-hui se asust hasta el delirio y empez a correr sin saber adnde ir.
Desde las ventanas de los apartamentos aplastados por el Obi pareca que se
asomaban personitas nerviosas, pero en realidad eran conejos. Ah, as que este es
el lugar que deca mi marido, la madriguera con los tres tneles! Y de repente,
atnita, ella tambin se hall dentro de una madriguera. Entonces vio una cama
sobre la que dorma un conejo. Era un conejo frgil. Dorma a pierna suelta, con la
boca abierta, y estaba roncando. Kyeong-hui pens que el conejo era tan poca cosa
porque estaba huyendo constantemente de los rugidos del Obi. Pero qu eran esos
dientes? Anda! El conejo que dorma en la cama no era un conejo, era su marido!
Mam
Al alba, lo primero que hizo todo el mundo, sin excepcin, fue mirar al cielo.
Todos, fueran hombres, mujeres, nios o mayores miraron al cielo en Pyongyang.
Se haban partido el espinazo para que aquel da no fallara nada. El tiempo, sin
embargo, pareca embrujado. Una masa de nubes negras como tinta china haba
descargado un diluvio, pero, afortunadamente, hacia la seis de la maana, la lluvia
ces. Desde los cuarteles militares, desde las escuelas, desde las fbricas, desde las
casas, un milln de personas empez a moverse a la vez con gran estruendo. Sin
embargo, no haba pasado ni media hora cuando el tiempo, enloquecido, volvi a
cambiar. Esta vez cay un chaparrn que pareca cubrir de agua todo el cielo. En
un momento, un torrente de gente se refugi en los pasillos subterrneos, bajo las
cornisas de los edificios pblicos, en las entradas y los corredores de los
apartamentos, en las bocas del metro y bajo las marquesinas de las paradas de
autobs. Las alcantarillas vertan agua a borbotones. Dieron las ocho, las nueve
Cuarenta y cinco minutos antes de que empezase la ceremonia, el aguacero por fin
ces. Apareci entonces un arcoris radiante que surcaba el cielo desde la cima del
Moran hasta el barrio de Yanggak, en la isla del ro, y que pareca llevar escrito:
Imposible empezar el acto a la hora prevista.
Los altavoces que emitan los tres canales oficiales rugan como si fuesen a
perforar los odos de la gente. En cuanto se dio la orden, todo el mundo sali
disparado de los pasillos subterrneos, de debajo de las cornisas de los edificios
pblicos, de las entradas y de los corredores de los apartamentos, de las bocas del
metro y de las marquesinas de las paradas de autobs Solo Kyeong-hui
permaneca tranquilamente en su casa pese al gritero y el inequvoco mensaje
emitido a travs de los altavoces. Ella era responsable de una unidad de
organizacin, pero su hijo estaba enfermo y eso la exima de participar en el acto.
Como su apartamento daba al epicentro de la celebracin, podra contemplar el
acontecimiento mejor que nadie. Desde los tres canales de difusin no cesaban de
emitir mensajes exhortando a todos a que ocupasen puntualmente el lugar
asignado, aunque en la plaza todava no haba nadie. El reloj sealaba las nueve y
veinticinco.
Kyeong-hui se llev las dos manos al pecho mientras escuchaba los mensajes
que repetan, incesantes, los altavoces; el corazn le lata con fuerza.
Cuatro personas se sentaron entre los paquetes arrojados dentro del camin.
El fro nocturno de mediados de septiembre les helaba los huesos. Se trataba de los
tres miembros de la familia de Kyeong-hui y del agente del Bowibu. Al lado del
conductor, en la cabina, haba un asiento libre, pero el agente prefiri sentarse
detrs. El nio, despierto, lloraba todo el rato. Su llanto, as como el pauelo
triangular que cubra parte de la cara de Kyounghui, transmitan el sufrimiento de
los condenados.
El marido fumaba un cigarrillo tras otro. Una chispa salt hasta uno de los
fardos y lo chamusc, pero nadie hizo nada para apagarla.
Abril de 1993
Vida del caballo Tesoro
Hace fro. Una tempestad de nieve llena el mundo con sus copos. Las
espirales de humo que salen de las chimeneas giran como remolinos cuyas colas
huyen rpidamente hacia quin sabe dnde.
Vaya mierda!
Qu era? Ah, sh! Ade Ade! No hay alguien en eshta fbrica que she
llama Ade Ade?
Sheol Yong-shu?
Oye, oye! Que yo hashe poco tiempo que vivo aqu! Cmo voy a shaber
lo que pashaba hashe diesh aosh? Diesh aosh!
Ah, es cierto!
Ash que por esho tiene un apodo tan eshtao como Ade!
S, era fuerte como un toro, pero nunca lleg a pisar un colegio. Verle
correr como el viento cuando montaba su carro lleno de pertrechos gritando
Arre! Arre! era todo un espectculo, y la gente se lo miraba cautivada.
S, s! Y?
Y qu sucedi?
Puesh, shabesh lo que hisho entoshesh Ade Ade? She pusho nerviosho y
empez a amenashad a los opedadios dishindolesh: Shi tocish una punta de la
hoja de eshte rbol osh had pedazosh con mi hacha!, y she mova de un lado
para otro como shi eshtuvieshe levantando el adma.
El hacha? De veras?
Sh. Ash que losh trabajadoresh tuvieron que madcharse sin hashed su
tdabajo. Lesh he regaado porque son jovenesh fuertesh y rpidosh como lincesh y
no han podido con un abuelete. T creesh que yo hubieshe dejado al viejo
shalidshe con la shuya?
En ese momento, Chue Kwang da un violento puetazo encima de la mesa.
Al otro lado de la lnea, Yeong-il se imagina su cuerpo bajito y chaparro en forma
de peonza y no puede reprimir la risa pese a la gravedad de la situacin. Ese
hombre es lo suficientemente cabezota como para atravesar un muro como si de
una puerta se tratase. Es capaz de montar un drama por una tontera. Yeong-il
entiende que debe hacerlo entrar en razn como sea.
Qu?
Quera decir que tomarse demasiado a pecho cosas como esta, camarada
jefe de seccin, es una imprudencia que afectar a su salud. El olmo de marras
tiene una larga historia.
Seol Yong-su plant ese rbol en 1948 para celebrar su adhesin al Partido.
Ash que esh un dbol muy importante, no? Uy, qu miedo! dice Chue
Kwang burlndose mientras Yeong-il contina hablando sin separar su boca del
auricular.
Yeong-il se acuerda de una historia de cuando era nio. Sera unos das antes
del primero de mayo, el Da del Trabajo Yeong-il se haba puesto pesado porque
quera un chndal nuevo, lo que le cost una buena bofetada de su padre.
Consternado y humillado, corri llorando a ver a Seol Yong-su, que lo recibi
mientras amasaba con los pies el barro con el que despus revestira las paredes de
los establos para protegerlos del invierno. Yeong-il arroj entre sollozos toda su
tristeza y su enfado.
As, pues, el peludo ha pegado a nuestro pequeo Yeong-il? Ya vers lo
que vamos a hacer!
Yeong-il, verdad que en tu casa hay un rbol como ese? dijo sealando
el pequeo olmo que ya haba empezado a arraigar al lado del establo, tras la valla
de caas y de sorgo.
Un olmo Tesoro?
Claro que s! Cuando crezca y sea tan alto como la chimenea de la fbrica
de cemento dar caramelos, galletas, chucheras y todo tipo de cosas.
Bah, mentira!
No solo el chndal, tambin nos dar carne, arroz y ropa de seda, e incluso
una casa con el techo de tejas.
Pero escchame, Yeong-il, para que llegue ese momento debemos tener
paciencia y trabajar mucho. Yo todava tengo que conducir muchas veces mi carro
para contribuir a la construccin de la nueva repblica democrtica de Choseon, y
por lo que a ti te concierne, Yeong-il, tienes que ir a la escuela, estudiar mucho y
aprender a leer y a escribir.
Llegar pronto ese da?
S, lo pro-me-to!
Pese a que las dos alas de su gorro de piel le cubren completamente las
orejas y se ha subido las solapas del abrigo lo mximo posible, Yeong-il siente la
frente helada y la escarcha que le cosquillea la nariz. En su cabeza se mezclan un
sinfn de pensamientos. No entiende por qu Seol Yong-su ha reaccionado de
forma tan crispada, y no frente a cualquiera, sino frente a agentes de la polica del
distrito. Habitualmente, los tipos corpulentos como Seol Yong-su son comedidos y
ms buenos que el pan. Ha tenido tres caballos Tesoro y ninguno de ellos ha
recibido jams un latigazo violento. Para que una persona como l diga Os har a
todos pedazos con mi hacha! debe de tener un buen motivo.
Pero no es solo el suelo lo que est fro. La pared que hay tras los nicos
muebles de la habitacin, un armario y un gran televisor de un modelo muy
antiguo, est cubierta por una capa de escarcha.
Como hace mucho fro te he trado una botella de Peju. Quieres un poco
para calentarte, to?
No, no hace falta que vayas, lo tengo todo aqu Sin moverse del lugar
donde est sentado, Seol Yong-su extiende el brazo hacia atrs y acerca una mesita
agarrndola por una pata. Encima hay un cuenco de sopa de arroz vaco que solo
contiene una cuchara y otro en el que queda un poco de kimchi ; tambin hay un
vaso de agua y la tapa para cubrir el cuenco.
Venga, bebamos!
Solo con acercarse el borde de la tapa del cuenco a los labios, Yeong-il
experimenta un sofoco, pero Seol Yong-su bebe su vaso como si se tratase de
cerveza. Parece que hoy tiene un nudo en el pecho que solo puede deshacerse con
la bebida. Seol Yong-su bebe dos vasos seguidos y despus empieza a liarse un
cigarrillo, pero sus ojos continan fijos en las medallas y sus gestos se hacen ms
lentos. Sin saber por qu, Yeong-il tampoco puede apartar los ojos de las
condecoraciones. Cada una de ellas le es familiar. Cuntas veces habr explicado
con entusiasmo a sus compaeros de escuela las historias heroicas que se esconden
tras las medallas de su padre y de Seol Yong-su!
No Es que
Ya basta de rodeos. No has venido a verme para hablar del problema del
olmo? Seol Yong-su habla como si retirase el ltimo velo tras el que se oculta
Yeong-il.
Seol Yong-su hace una pausa y Yeong-il aprovecha para liar cuidadosamente
un cigarrillo. ltimamente escasean los paquetes de tabaco, tambin en la oficina
de la polica, de modo que l mismo debe prepararse sus cigarrillos.
Yeong-il exhala anillos de humo que se entrelazan como hilos con borlas y se
extienden por el espacio que queda entre los dos hombres.
Mujer, pero cmo me puedes pedir eso? No oyes gritar a los altavoces
como si alguien se estuviera muriendo?
Seol Yong-su dio la ltima calada a la punta del cigarrillo antes de apagarlo,
mientras diriga una mirada de splica a su mujer, que estaba esperando y
continuaba enfadada.
Parece que todo esto no te afecta en nada, no es as? se quej ella casi
sollozando.
Pero piensa un poco, por favor, mujer, justo ahora que todo el mundo est
preocupado por si estallan las calderas de la fbrica, cmo quieres que Seol Yong-
su, al que la gente admira por su olmo y por su carro legendario, se escabulla del
problema y se vaya a buscar lea para calentar su propia casa? Otro tal vez sera
capaz, pero yo no.
Ay, todava ests con ese cuento del olmo? Mi olmo esto, mi olmo lo
otro Pero venga, adelante, si quieres hablamos de tu olmo! Dnde estn los
frutos de ese rbol del que siempre ests hablando? Dnde est el arroz y el
pan?
Qu ests diciendo?
Seol Yong-su calla y apura el alcohol que queda en el fondo del vaso como si
fuese agua para apagar el ardor de su pecho.
Yeong-il entorna los ojos para protegerse del humo de su tercer cigarrillo,
que se consume entre sus dedos mientras observa con atencin los gestos de Seol
Yongsu. Parece que Seol Yong-su ha explicado todos los detalles relativos a lo
sucedido. Pero a Yeong-il su instinto profesional le hace sospechar que oculta
todava algo. Ha tenido esa sensacin desde el primer momento, como si Seol
Yong-su estuviese jugando a una especie de escondite psicolgico. Como polica de
la fbrica, Yeong-il est acostumbrado a que la gente, cuando habla con l, intente
esa especie de maniobras, pero tratndose de Seol Yong-su ha hecho la vista gorda.
Sin embargo, debe actuar de forma diferente. Para sacar a Seol Yong-su de
las garras de Chue Kwang necesita saber todos los detalles de la historia. Es crucial
repasar todas las palabras de Seol Yong-su para descubrir qu hay detrs.
Te vas?
Como veas
Seol Yong-su se limpia el agua que gotea de su nariz. De repente parece que
haya envejecido diez aos. Entre las telaraas de la ventana cuelga de un hilo una
araa arrugada, balancendose con la corriente de aire.
To, descansa y prepara un fuego con el forraje del caballo para calentarte
un poco.
S, eso har
No imagina Yeong-il que esa ser la ltima vez que oiga la voz de Seol Yong-
su.
A la maana siguiente, Yeong-il recibe una llamada en la que le comunican
que Seol Yong-su ha muerto. Va inmediatamente a su casa. Lo que ms le
impresiona a Yeong-il no es ver el cadver de Seol Yong-su, que ha cerrado los ojos
en aquella habitacin vaca, sino el tronco cortado del olmo, abatido en medio del
jardn. Ha clavado con tanta fuerza los golpes de su hacha que las astillas del
tamao de una mano han emblanquecido el techo del establo. Yeong-il oye gente
que habla y abre la puerta de la cocina. Al entrar ve que todava estn quemando
los pedazos de olmo que Seol Yong-su ha cortado durante la noche. El mdico
forense declara que Seol Yong-su ha muerto de un ataque al corazn.
29 de diciembre de 1993
Tan cerca, tan lejos
Mi madre
Entonces
Pero qu dices!
Cario?
Su madre, vestida de blanco, est a los pies de la colina, al otro lado del ro.
Cmo ha podido llegar hasta all, si est enferma? El barquero rema con ahnco,
pero la barca se mueve lentamente, y Myeong-cheol se impacienta. Antes de que la
barca llegue al muelle, salta al agua. No imaginaba que cerca de la orilla el agua
fuese tan profunda. Myeong-cheol se hunde en las aguas verdes y azules. Agita los
brazos hasta llegar a la superficie, pero la corriente lo arrastra hasta el centro del
ro.
Myeong-cheol!
Madre! Madre!
Myeong-cheol grita y mueve los brazos con toda la fuerza posible para
alcanzar a su madre.
Hyeonnim! Hyeonnim![*]
Eh! Eh!
Myeong-cheol abri los ojos y despert de su sueo. Quin era ese joven?
Por qu lo miraba tan preocupado? Su conciencia se fue aclarando y percibi el
ruido del tren avanzando sobre los rales. Estaba acurrucado en un rincn, junto a
la ventana, y se incorporaba de repente. Deba de ser tarde, porque toda la gente
que se amontonaba en el pasillo se haba dormido con las cabezas hundidas entre
las rodillas.
Fue como si le hubiesen arrojado agua fra. De repente todo lo que le haba
pasado hasta entonces desfil ante l como en una pelcula.
Es un telegrama.
Venga! Ya basta!
No soy capaz.
Entonces, furioso, Myeong-cheol, abri la jaula con mpetu. Las dos alondras
silbaron en seal de agradecimiento y huyeron.
S! Iros! Vosotras tambin tenis una tierra y una madre que os trajo al
mundo murmur Myeongcheol mientras vea cmo las alondras se alejaban
aleteando hasta convertirse en dos puntos en el cielo. Luego tir violentamente la
jaula al suelo. Ver a los pjaros volar en completa libertad le produjo una envidia
ardiente, y un coraje inslito le corri por la sangre.
Por lo que haba dicho Yeong-sam, aquel era el quinto anuncio de ese tipo,
pero al ser el primero que Myeongcheol escuchaba sinti como si le hubiesen dado
un puetazo en el pecho. Los dos agentes de la compaa de ferrocarriles
enfundados en sus uniformes azules iban avanzando como si fuesen vboras desde
cada extremo del pasillo, alumbrando con sus linternas.
Los alaridos de uno de los pasajeros que arrastraban los agentes, unos
cuantos asientos por delante de donde se hallaba Myeong-cheol, provocaron en l
un agudo zumbido que le perfor los odos, al que sigui la cada de una cortina
de oscuridad que le cubri los ojos. La razn, el orgullo o la vergenza haban
perdido cualquier sentido. Solo contaba el instinto de escapar de aquella situacin.
Los pies de Myeong-cheol empezaron a deslizarse bajo el asiento que tena delante
empujando las piernas de otros pasajeros como una anguila penetra en un arenal.
Primero desaparecieron sus tobillos, despus sus rodillas, su cadera, su tronco y,
finalmente, todo su cuerpo, hasta la cabeza.
En aquel momento, la luz de la linterna cay sobre sus ojos como una flecha,
y Myeong-cheol encogi un poco ms su cuerpo tembloroso.
Todava vio una vez ms aquella cuerda, que para l representaba una
absoluta obsesin. Fue el da que termin su servicio militar y lo enviaron con su
unidad a un nuevo destino. Myeong-cheol fij su atencin en la cuerda y la pistola
que colgaban del cinturn del oficial que deba acompaarles a las minas de las
montaas de Keomdeok.
Era casual o era el destino el que le obligaba a ver aquella cosa horrorosa
otra vez en el tren, en un momento tan alarmante? Pareca que la cuerda le dijera
que ambos estaban unidos de forma indefectible.
Haba pasado solo una noche y una maana en el tren, pero Myeong-cheol
pareca otra persona. El cristal de la ventana reflejaba el rostro enjuto de alguien
que ha sufrido una fiebre intensa. No era extrao. Para lograr esquivar dos nuevos
controles, Myeong-cheol se haba metido una vez en el lavabo, que ola a mil
demonios, y luego se haba escondido suspendido entre los vagones y la
plataforma del ltimo convoy. Escuchar el llanto de los detenidos, a los que
obligaban a apearse del tren a medio camino, le haba alentado a seguir
ocultndose, aunque fuese de forma humillante o peligrosa. Pero todo eso ya haba
pasado. A medida que se acercaba a la estacin de su pueblo natal creca su
emocin. Cada vez que imaginaba el rostro de su madre a travs de la ventana,
enferma en la cama pero llena de alegra por el reencuentro, tragaba saliva y
acariciaba la mochila con los frutos que tena encima de sus rodillas.
Myeong-cheol senta que estaba llegando a casa. El sol, ya alto, quemaba con
sus rayos, pero la brisa del Soyang refrescaba el ambiente. Se deleit escuchando el
sonido del agua que flua lentamente y el canto de las aves acuticas. La sierra de
Hyan rodeaba Solmue, para entrar o salir del pueblo sus habitantes deban cruzar
forzosamente el Soyang, que para ellos era su ro madre y la fuente de sus
recuerdos. Uno de aquellos recuerdos hizo estremecer a Myeong-cheol de la
emocin.
Ja, ja! Cmo son los nios! Dinero? Qu dinero? Venga, sube!
Ya me pareca que era usted demasiado buena con los caprichos de este
nio! dijo el viejo barquero observando con compasin el vientre redondo de la
madre. Y ms todava en su avanzado estado
Myeong-cheol no haba olvidado las palabras del barquero. Tal vez por ello,
siempre que pensaba en su madre, como durante la noche en el tren, la vea en la
orilla del ro o en el muelle para tomar la barca. Madre, espera un poco ms.
Pronto este hijo tuyo, como en un sueo, se presentar ante ti. Con el polvo que
levantaban sus pasos pareca que de sus pies surgiesen alas. De esta manera lleg
hasta la entrada del puente que cruzaba el Soyang. Entonces oy que gritaban
Alto!. Un bandazo le sacudi el cuerpo. En su entusiasmo no haba tenido en
cuenta la barrera ni el puesto de control que haba en la entrada del puente. Crea
que solo controlaban a los vehculos, pero no a los peatones.
La autorizacin de viaje.
Esto No la tengo.
Estaba atrapado.
Y ahora qu sucede?
Aqu hay uno que ha venido desde Hamgyeong sin autorizacin de viaje!
Del distrito D.
Y qu haces all?
Soy minero.
Ya basta! Ya basta!
Camarada agente!
Ay, padre de Yeong-min! Por qu dices eso? Qu sacas con pensar todo
el rato en lo que ha pasado? Podras pedir otra vez la autorizacin de viaje y
volver. Seguro que tu madre todava est viva.
Entonces cogi un papel que estaba dentro de una libreta colocada encima
de la mesa.
Atestado?
Quin soy yo, sino un animal enjaulado para quien la menor distancia bien
podran ser miles de li . S, soy un animal domesticado!
Myeong-cheol se levant de repente con los labios cerrados como una piedra
y apretando los dientes de modo que se le marcaban todos los msculos de la
mandbula. Sac el brazo por la ventana, descolg la jaula y la levant con ambas
manos. Estuvo mirando la jaula, refunfuando, hasta el anochecer. Entonces
comenz a doblar lentamente los barrotes de la jaula hasta que esta se parti en
dos mitades. Aquel gesto, tranquilo y natural, no haba sido fruto de un arrebato,
sino premeditado. Las alondras revolotearon por la habitacin y despus salieron
deprisa por la ventana.
Por primera vez, Jeong-suk tuvo miedo de su marido. Jams haba visto en
l una actitud tan brutal y violenta.
Oyeron que alguien se acercaba desde fuera: era el cartero, que les entreg
un telegrama a travs de la ventana abierta. Aquellas palabras fueron penetrando
letra a letra, clavndose en sus ojos y perforando sus corazones como puales:
Madre muerta .
Ningn sollozo estall dentro de la casa, pero las manos temblorosas que
sostenan el telegrama estaban agitadas por algo mucho ms intenso y ms
desgarrador que las lgrimas.
7 de febrero de 1993
La capital del infierno
En una colina, detrs del pueblo, los cucos cantaban tristemente como si
arrojasen esputos de sangre. Pero no era solo debido a ese canto que la seora Oh
no poda dormir. Los largos gemidos de su marido tambin impedan que
conciliase el sueo.
Mam!
Haban ido a ver a su hija, que se encontraba en la ltima fase del embarazo,
y sin pensrselo dos veces se haban llevado consigo a la nieta para que la madre
estuviese ms tranquila. Nunca hubiesen imaginado que en aquel viaje sufriran
una desgracia semejante
Mam!
Ay, mi nia, cuando tengas la pierna curada volveremos en tren para ver a
mam, vale?
Ay, esta abuela gru el viejo. Por qu hablas de ese horrible tren
delante de la nia? Es algo que aterroriza a cualquiera!
la acariciar.
La seora Oh hizo lo que pudo para consolar a la nia, pero esta no cesaba
en su llanto. Su dolor y su pena parecan imposibles de apaciguar. Cmo borrar el
rastro de sangre que marca al pecho inocente? Cmo sanar con ternura su rodilla
rota, como la patita de la golondrina del cuento de Nolbu?[*]
La seora Oh fue esa especie de chucho durante los treinta pasos que tuvo
que recorrer para alcanzar a su marido y a su nieta y en los que invirti ms de
diez minutos. La familia Oh se haba instalado en el suelo de una esquina, junto a
la pared, lo que significaba que podan recibir golpes en los costados, pero al
menos no los azuzaban por detrs. Era uno de los mejores sitios. Fue la nieta quien
avist a la seora Oh.
Pues s que tenas hambre, eh? dijo la chica que haba cedido su lugar a
la seora Oh mientras miraba con cario cmo la nia devoraba su panecillo.
Oh, venimos de lejos! Y ya no nos queda mucho pero, mira por dnde,
nos hemos quedado atrapados aqu.
Oh, gracias!
Otra vez ests con esas? dijo su marido volvindose hacia ella, ya que
hasta ese momento le haba estado dando la espalda para proteger a su nieta
dormida de los empujones de la gente.
No es por capricho! Es que tengo que hacerlo sea como sea! Es que no
has visto a la chica embarazada?
Pues no te preocupes!
Sigue, abuela!
S, s, de acuerdo!
S, s!
Venga, pase dijo el hombre tieso como una barra de metal mientras la
arrastraba.
La seora Oh fue conducida hasta uno de los coches. Lleg con dificultad,
oscilando, como si estuviese a punto de hundirse a cada paso. Unos cuantos
hombres, vestidos tambin impecablemente, estaban junto al vehculo. Entre ellos
se encontraba un hombre corpulento que casi cubra con su figura la puerta del
coche y que destacaba claramente del resto. De los zapatos hasta el sombrero vesta
de color oro blanco y pareca que de l emanara una aureola de niebla. El hombre
miraba a travs de sus gafas con cristales tintados cmo la seora Oh avanzaba
hasta l. Ese era sin duda el hombre que ella siempre haba visto en las fotografas
y en la televisin: era nuestro padre el Gran Lder Kim Il-sung. El Gran Lder
puso los brazos en jarras sobre su gran barriga como si fuese la letra F del alfabeto
cirlico. En su rostro se dibujaba una gran sonrisa. Poda ser que se sintiese
reconfortado con la brisa marina procedente del pinar o que le pareciese divertido
ver cmo la seora Oh, tan pequea y tan frgil que se la poda llevar una rfaga
de viento, se acercaba lentamente hacia l.
Gracias!
No digas eso. Yo tambin soy un hijo del pueblo. Todava me duele pensar
que antes todo el mundo deba ir a pie. Pero ahora que tenemos buenos medios de
transporte no tiene ningn sentido que vayas andando. Venga, sube!
Gran Lder, a esta abuelita le va a ser difcil viajar en su coche. Creo que
ser ms cmodo para ella que suba en el nuestro y les sigamos.
De veras? S, puede que para una persona mayor eso sea lo ms cmodo.
Abuela, suba al coche de detrs. Despus de decir esas palabras, Kim Il-sung,
siempre con una sonrisa surcando su rostro, ayud con cuidado a que la seora Oh
subiese al segundo coche. Ella no saba exactamente cmo haba logrado llegar al
vehculo del hombre del pelo rizado ni cmo haba dejado atrs el chasquido de los
flashes y el susurro de las cmaras. Debido a los cristales opacos desde fuera no se
poda ver el interior, pero una vez dentro, se poda contemplar el paisaje por el que
iban pasando como si estuviese baado en agua lmpida. Crey hundirse en el
asiento de tan blando que era.
No diga eso. El Gran Lder quiere que est cmoda. Cuando se acabe este
magnfico paisaje de costa nosotros cambiaremos al tren. Pero las rdenes del Gran
Lder son que la llevemos a casa en coche.
Sin duda no hay nada mejor que el tren para ir de excursin! murmur
contento el hombre de pelo rizado, hablando solo.
Como dentro del coche nadie le prest atencin, la seora Oh pens que en
realidad el nombre de su nieta no haba llegado a salir de sus labios. Se sinti
arropada por las ligeras vibraciones del motor.
S, ya duerme.
Me he despertado.
La seora Oh suspir.
Espera!
Aquello era lo que haba contado la seora Oh cuatro das antes, instantes
despus de bajar del flamante coche, cuando la rode una multitud de periodistas,
y antes de saber qu haba pasado con su marido y su nieta. La seora Oh casi no
poda ni abrir la boca ante la insistencia de los periodistas. Durante dos das, la
radio y la televisin no haban dejado de emitir esa noticia, pero para su marido,
que haba pasado primero por el hospital de la compaa de ferrocarriles y
despus por un hospital militar, y que hasta el da anterior, muy tarde en la noche,
no haba logrado volver a casa y acostarse, aquella era la primera vez que lo oa. La
seora Oh ya se lo haba contado, pero incluso as l se sorprendi al or su voz a
travs de los altavoces.
amada
Ay! De pronto, el gemido de dolor del abuelo desplaz el sonido de los
altavoces y provoc un temblor en la habitacin.
Cuando el abuelo regres del hospital con su nieta, le explic con todo
detalle lo que haba ocurrido en la estacin. Segn su versin, lo que haba
imaginado la seora Oh mientras viajaba dentro del coche no haba sido una
fantasa, sino que casi coincida exactamente con la realidad. Las nicas diferencias
eran que lo que se haba hundido no era el tabique del control de billetes, sino las
cuatro puertas de la entrada principal, que cayeron a la vez, y que no llevaba a su
nieta a la espalda, sino en sus brazos, antes de que la masa los aplastara. Qu le
habra sucedido a la chica embarazada que se lamentaba de su dolor en medio de
aquel escenario dantesco? El marido y la nieta de la seora Oh no habran sido las
nicas vctimas de aquel alud de gente, de aquel aplastamiento de cuerpos y
miembros, de nios perdidos
Tienes razn. Cuando se despierte pedir otra vez una de esas viejas
historias. No conozco a ninguna otra nia a la que le gusten tanto ese tipo de
cuentos!
Entonces har ver que soy ella dijo el marido un poco afectado.
rase una vez una colina cercada por diez hileras de vallas. Dentro viva
un brujo rodeado de miles de esclavos. Pero la cosa ms sorprendente era que tras
las diez hileras de vallas no se oa nada ms que risas. Se oan las risas fuese otoo,
invierno, primavera o verano. Y eso suceda porque el viejo brujo tena hechizados
a sus esclavos. Y por qu los tena hechizados de tal forma? Porque quera ocultar
que los estaba maltratando y engaar de este modo a la gente que viva fuera de la
colina y hacerles creer que en aquel lugar todo el mundo era feliz. Haba ordenado
construir diez hileras de vallas para que nadie procedente de los pueblos vecinos
pudiese entrar y ver lo que pasaba. Pinsalo. Cuando la gente que viva en la colina
se haca dao o estaba triste y lloraba, lo que sala de su boca eran grandes
carcajadas. Cmo era posible que existiese una magia tan cruel, una colina tan
terrorfica?
30 de diciembre de 1995
El escenario
Hoy, todos aquellos que toman la palabra lo hacen con voz sollozante.
Incluso las lmparas del techo parece que lloren. El ruido de la lluvia, el viento
Tras las ventanas borbotea la lluvia y todas las finas ramas de un viejo sauce son
azotadas como si fuesen cabellos despeinados. De vez en cuando, el viento se
apacigua, pero entonces el sonido de la lluvia es ms intenso y se apodera de la
sala de reuniones. Todos esos factores reunidos confieren profundidad a la palabra
luto, aunque a todos all reunidos ms bien les parece hallarse en el escenario de
un teatro que en el mundo real.
Qu lecciones podemos sacar de ello? Desde arriba nos han dicho que,
mientras duren los das de luto por nuestro Gran Lder, los agentes debemos estar
ms atentos que nunca. Nuestros cien mil ojos, nuestras cien mil orejas y nuestros
cien mil puos deben trabajar todava con ms ahnco. Solo as nos aseguraremos
de que ningn duendecillo levante su cabeza. Eso es lo que quera deciros hoy.
Acabo aqu. Punto.
Kim Suk-i?
Esto es lo que han trado nuestros agentes. Venga, huela! Todava apesta a
alcohol.
Gracias! Gracias!
Yeong-pyo saluda dos veces antes de salir del despacho del director.
El viento y la lluvia no arrecian. Mucha gente se cobija bajo el gran porche
de la entrada del edificio. Mierda parece como si nadie tuviera nada que hacer,
piensa Yeong-pyo, y contina andando bajo la lluvia. Sus pies se hunden en el
barro y las gotas de lluvia resbalan por su barbilla. Empieza a sentir de nuevo el
dolor en un costado. Es su hgado enfermo, que ha empezado a endurecerse como
si se viera afectado por su disgusto y por el mal tiempo. Pero Yeong-pyo raramente
tiene oportunidad de ocuparse de sus dolores. Es ms urgente ocuparse de la
enfermedad incurable de su hijo que de la suya. Mientras camina, aprieta con
fuerza la botella de plstico casi chafada que lleva dentro del bolsillo de su
pantaln, y de repente, por segunda vez ese da, oye una voz que le dice Corregir
su actitud.
Pero esas palabras no son las que acaba de pronunciar el director del Bowibu
de la ciudad, sino las proferidas por el director del Bowibu del ejrcito del que
dependa su hijo antes de licenciarse:
Los hechos de los que se me acusa fueron cometidos el pasado sbado por la
noche. Aquel da hicimos un ensayo del festival militar en presencia del camarada
director de la seccin poltica, que critic duramente nuestro trabajo y nos impuso
como sancin ensayar hasta altas horas de la noche. Vuestro ensayo de hoy no
vale ms que dos puntos. Todo est demasiado forzado. He visto suficientes
espectculos como para saber qu significa ponerse en la piel del personaje: quiere
decir que los actores de la obra viven su papel al cien por cien. Dicho de otro
modo, que transformen la ficcin en realidad, est claro? Vuestra actuacin no es
natural. Dnde est lo de ponerse en la piel del personaje? Eso solo ocurrir si
estis atentos y si tenis un buen control sobre vosotros mismos. Esto que veo est
muy lejos de ser aceptable, es una bufonada!
El camarada Kang Kilnam, un chico alto y delgado con los ojos hundidos,
aadi en voz ms alta: No somos cochinos! No pensamos solo en comer!. Y al
decir esto, el resto acompa el comentario con un golpe de tacn: Es cierto,
seor!. Solo haca un momento que el camarada Kang haba tropezado con algo y
haba murmurado: Es que casi no tengo fuerzas, apenas he comido un poco de
maz, y el resto tambin grua, algunos incluso bromeaban sealando que sus
ombligos estaban a punto de dar un besito a sus espaldas. Cmo podan parecer
tan sinceros y afirmar exactamente lo contrario de lo que suceda? Estaba
estupefacto, eran grotescos. Aunque a lo mejor aquello s que era ponerse en la
piel del personaje a un nivel que no estaba al alcance ni de los mejores actores
profesionales. El camarada director adjunto no se dio cuenta de todo eso? No
sabra qu decir. Otra cosa me intrigaba: por qu el camarada Hak-nam y yo
mismo, ambos hijos de jidowon , habamos sido incapaces de imitar a nuestros
colegas y nos habamos quedado petrificados ante el camarada director adjunto?
Este ltimo, no s si adivinando nuestros pensamientos o no, nos anim a
continuar los ensayos y sali de aquel edificio lgubre y fro que se empleaba para
actos culturales. Antes de irse nos orden que ensaysemos hasta las once de la
noche, momento en el que hara una ltima valoracin de todos los grupos antes
de dejarnos marchar. Pero dieron las once, y las doce, y el camarada director
adjunto no se present. Todos los cantantes, msicos y el resto de grupos, en total
unas cuarenta personas, nos instalamos al lado de un barril de metal convertido en
brasero. De su interior surga un humo negro y espeso, ya que la madera no estaba
lo suficientemente seca. Algunos, encogidos por el fro, se dorman, y otros
pasaban el rato intentando hacer chistes que acababan teniendo poca gracia,
cansados como estaban. Pero tampoco importaba demasiado: como suele suceder
en este tipo de situaciones en las que hace falta reprimir el enfado, cualquier
tontera, incluso un simple bostezo, causaba un exagerado estallido de carcajadas.
Era una risa casi enfermiza.
Salt al escenario. Tena que expresar de alguna forma lo que me haca arder
la sangre, porque si no lo haca, reventara.
Mientras oa las risas de mis compaeros, fui tras el teln y saqu solo la
cabeza. Sigo sin comprender cmo logr que mi obra improvisada surgiese de
repente con tanta naturalidad.
Abr la boca al mximo al mismo tiempo que frunca el ceo y recorra toda
la gama de expresiones que iban desde el llanto hasta la carcajada: Buaa! Buaa!
Bu..! Jua! Ja! Ja!. Todo el mundo empez a rer como si se estuviesen ahogando.
Algunas de las chicas que estaban sentadas rean mientras movan sus cuerpos
hacia delante y hacia atrs, y otras golpeaban con sus puos los asientos que tenan
delante. No cesaban de rer, y todava menos cuando sal de detrs de las cortinas y
anunci Segundo acto!. En ese momento, el camarada Kang Kilnam, el de los
ojos hundidos, subi al escenario. Eh! Yo actuar en el segundo acto!, dijo. Se
meti tras el teln y, como haba hecho yo, sac solo la cabeza.
La actuacin del camarada Kang todava fue mejor que la ma, todos se
retorcan y se llevaban las manos al vientre como si se les fuesen a saltar los
ombligos de tanto rer.
Estas son las fechoras que comet aquel da. Les suplico que me perdonen.
Mi cabeza est podrida a causa de las emisiones de radio procedentes del sur. El
camarada director del Bowibu me ha pedido que explique claramente lo siguiente:
Por qu al subir al escenario titul los dos actos Me duele! Ja, ja! y Me hace
cosquillas? Buaa, buaa!. En realidad, eso no tena sentido alguno. Se me ocurri
en aquel momento, al ver que el camarada Kang Kilnam, cansado y hambriento,
finga ante el camarada director adjunto que no pasaba nada. Supongo que
tambin influy el papel de repartidor de manjares que me haban asignado en la
obra titulada El carrito de la olla con la comida del cuartel , en un momento en el que
estaba hambriento. Se trataba de rer cuando estaba llorando y despus de llorar
cuando estaba riendo. Eso haba inspirado ambos ttulos.
Yeong-pyo no quiere escuchar las cosas que ya sabe. Desde que empezaron
los funerales en memoria de Kim Il-sung, hace una semana, todos los parterres, los
jardines de las casas, los bulevares y los parques estn desnudos, sin flores, y no se
puede hallar ni una flor en toda la ciudad.
Ojal se maten
Qu?
Seon-sil se lamenta lanzando una mirada furiosa hacia el lugar por donde ha
desaparecido su marido; detesta que l empiece a hablar y no termine de
explicarse. No es que est sorprendida. Ella conoce perfectamente el carcter de
Yeong-pyo. Es un hombre muy reservado, hasta el punto de que, despus de
treinta aos de convivencia, todava se cambia cerrando la puerta de la habitacin.
Kim Suk-i!
Qu dices?
Dicen que incluso los monos se caen alguna vez del rbol. Puede ser
verdad, no?, t tambin has cometido algn error.
S. Los monos pueden caer alguna vez, o tambin pueden fingir que caen.
Pero bueno, por qu has cogido ese papel? Esto no te afecta.
Ya est bien! Estaba intentando hacer algo. Venga, djalo donde estaba!
Ja, ja! Pero qu te crees, padre? Que vivo sin ningn tipo de inters por
la cuestin ideolgica? De vez en cuando yo tambin veo a la gente bajo el prisma
de la poltica benvola y tolerante de nuestro Partido.
S, pero la poltica benvola y tolerante tiene sus lmites. Hay gente que
no la merece.
Aquella era sin duda la conversacin ms cordial que haban tenido jams
padre e hijo.
El hecho de que el hijo volviese a ver a Kim Suk-i la mayor no haca nada
ms que corroborar sus suposiciones: en realidad su marido haba capturado a un
pez extrao. De todas maneras, no haba ni siquiera que mencionar a Kim Suk-i la
menor en este asunto, ya que no tena ningn vnculo con su hijo; no la conoca.
Cuando se preguntaban si se trataba de Kim Suk-i la menor o la mayor era porque
su marido no quera aceptar la realidad; la duda, en el fondo, era bastante
estpida.
Adems, su hijo no era del tipo de hombres que abandonan como si fuera un
zapato viejo a la mujer de la que estn enamorados porque sus padres no la
acepten. El corazn de Seon-sil empez a temblar. Esta vez s que habra sangre. A
ella ya le pareca ver la escena del enfrentamiento entre su marido y Kyeong-hun.
Mi paraguas!
Adnde vas?
Al altar de la fbrica.
Kyeong-hun! Pon la mesa! le ordena Seon-sil con una voz clara, como
si se hubiese propuesto que, ya que la tempestad es inevitable, estalle al menos
despus de la cena.
Cierra el libro!
Una tensin furiosa atraviesa su voz. Kyeong-hun abre los ojos sobresaltado.
Basta de tonteras!
Qu?
Qu es?
S, exacto.
Calla!
Qu?
Me dijeron que rociar la ropa con alcohol es un buen repelente contra las
serpientes. Eso fue lo que hice, y despus tir la botella vaca. Si no me crees,
puedes llamar al camarada Park, del laboratorio, l fue el que me la dio.
Quiero decir que todos esos individuos que reprimen, controlan y acusan
aportando pruebas de pacotilla como esta solo provocan que haya ms teatro. Es
absurdo! Una vida honesta solo puede construirse en un mundo libre. En estos
momentos, en los oratorios hay gente hambrienta porque no ha recibido su racin
de alimentos desde hace tres meses, y pese a todo estn llorando al muerto. Incluso
hay una madre que llora al Gran Lder cuando su hijo acaba de morir despus de
que le mordiese una serpiente mientras coga flores. Crees que son sinceros?
Venga, responde. No te asusta esta realidad que transforma al pueblo en un
puado de comediantes capaces de disimular perfectamente su dolor?
Cario! exclama Seon-sil, y se interpone entre los dos con la cara lvida
de miedo.
Con una mano retira a su mujer y con la otra empua un revlver con un
can que parece que vaya a escupir veneno.
Qu! Qu!
Ay, ay! grita Seon-sil mientras gatea hacia el lugar en el que est su
hijo. Mueve los brazos.
Llega as la muerte?, se pregunta mientras contina buscando a tientas.
En algn lugar, de repente, suena un telfono
Se ha ido la luz? El garaje vete al garaje! Llevad rpido los coches a los
oratorios para iluminarlos. Rpido!
Seon-sil no sabe si todo este alboroto viene de este mundo o del mundo de
los muertos.
Kyeong-hun! Kyeong-hun!
Madre!
Ah, no? Y cmo han aprendido a llenar un balde de lgrimas con una
tristeza del tamao de un cuenco? Bastardo! Qu dices? Cundo he hecho
eso?
Yeong-pyo tropieza con algo que tiene delante y cae. Se incorpora y protesta.
Su mente se enturbia rpidamente. Las rfagas de viento levantan los faldones de
su chaqueta.
Ay! Ay!
Esos pinos de aqu estn bien hechos, parecen pinos de verdad! Espera.
Fue en este escenario donde ensayaron? Ah! S, s! De acuerdo, de acuerdo
Pam!
29 de enero de 1995
La seta roja
Hace tres das que lo llamaron para que acudiese a la casa de ladrillos rojos a
ver al secretario del Partido, el de la melena de len. Mientras este le propona
escribir un artculo sobre el tema, Yunmo permaneci en silencio. La cara del
secretario, redonda como una pelota de ftbol y que siempre expresaba el
desprecio tpico de los de su posicin, le recordaba ese da a la cara de un nio:
Por qu no dices nada? Eh? Ja, ja, ja! Cierras el pico como si fuese el
tanque de la fbrica de pasta de soja. Tal vez era aquella voz suya tan especial, que
emanaba de su papada prominente, encajada entre la cara y los hombros, lo que
explicaba por qu el secretario fuera tan bromista.
He aqu, pues, el actual estado de cosas: no hay reservas para un ao, solo
para un mes, y, sin embargo, Yunmo debe disfrazar la noticia con una gran
mentira (ha retomado el ritmo normal de produccin) y vendrsela a la gente,
que casi ha olvidado el sabor de la pasta de soja y que, probablemente, no volver
a probarla en mucho tiempo. Ciertamente, no es la primera vez que se muestra tan
creativo con la informacin. De ah que muchos lectores se refieran a l no como
Ho Yunmo, sino como Ho el Trolas.
Antes de que Yunmo haya tenido tiempo de dejar la tapa del termo, Song
Myeong-keun, mdico de cabecera en el hospital, irrumpe en su apartamento.
Myeong-keun es uno de sus mejores amigos desde la infancia. Juntos, cuando eran
nios, hilvanaban monturas de caballo con tallos de sorgo y, ms adelante, en el
instituto, formaban siempre equipo en los experimentos de qumica. Yunmo no es
un hombre atractivo, al revs que Myeong-keun, que es apuesto y de rostro
hermoso, pero eso no les ha impedido mantener una estrecha amistad.
Qu ocurre?
Tres aos atrs, ms o menos en aquella misma poca del mes de agosto,
Yunmo haba odo hablar por primera vez de Go Insik. Aquel da, Myeong-keun
tambin haba venido a verlo por temas relacionados con su to. En realidad, al ser
Myeong-keun un primo de segundo grado, el parentesco con Insik era lejano, pero
siempre lo haba tratado como a un familiar prximo.
Esas fueron sus ltimas palabras mientras tomaba las manos de sus dos hijos
entre las suyas y diriga una mirada culpable a su marido.
Cuando una madre muere, los nios se sienten desdichados, pero el marido
tambin. La hija mayor de Insik haba finalizado sus estudios de secundaria pero
tuvo que ponerse a trabajar con su padre como obrera en el laboratorio de la
fbrica de pasta de soja, adems de ocuparse de su hermano pequeo y de las
tareas de la casa. Tan joven y con tantas cargas! Sin embargo, el sufrimiento de
Insik era an mayor, porque adems del trabajo en la fbrica, le haban asignado el
deber de desbrozar un campo para el cultivo de materias primas, de modo que
pasaba la mayor parte de su tiempo en la montaa llevando una vida todava ms
agreste que la de su hija.
Por primera vez en su vida, Insik se vio obligado a lavarse l mismo su ropa
de trabajo, as como a remendar sus calcetines sentado en el umbral de una cabaa.
Los obreros movilizados para desbrozar campos al menos gozaban de un beneficio
(sin el que probablemente nadie trabajara voluntariamente en unos montes
hostiles ni vivira en una cabaa cochambrosa excepto en el caso de haber
cometido un crimen horrible), consistente en obtener autorizacin para cultivar un
terreno de cuatrocientos pyong[*] en provecho propio con la condicin de que no
afectara a su tarea principal.
Pero Insik responda que era precisamente pensar en el futuro de sus hijos lo
que le haca trabajar con ms ahnco, y volva rpidamente al monte a cumplir con
su deber. De este modo, al cabo de tres aos haba cultivado unos cuantos miles de
metros cuadrados de campos de materia prima para producir pasta de soja.
Adems, gracias a su tenacidad investigadora en el servicio tcnico de la fbrica
haba logrado una mejora en los procesos de produccin de salsa y de pasta de
soja, lo que permita a la fbrica generar ambos productos en grandes cantidades.
Los habitantes de N decan que la pasta de soja de su ciudad no tena nada que
envidiar a la de Pyongyang, una fama que se haba extendido de boca en boca por
toda la provincia. Esa fue la manera con la que Insik fue reconocido por los
resultados de su trabajo, ganados con el sudor de su frente y el sacrificio de su
familia y de su vida personal.
Mi padre no est.
Al ver que Yunmo haba conseguido arrancar aquel trozo de chatarra la cara
le cambi de golpe. Era como si se hubiese sacado la espina que llevaba clavada
por el fracaso de su insistencia.
Ah, s?
El chico se qued callado y apret los labios. De repente, sus ojos vertieron
unas gruesas lgrimas. Entonces Yunmo dijo rpidamente:
Venga, sostn esto! Sacaremos la bisagra de esta puerta Mira: uno, dos,
uno, dos hay que hacerlo as. Yunmo se esforzaba en aparentar que no pasaba
nada, no solo para frenar las lgrimas del chico, sino tambin para atenuar su
propia emocin, que lo estaba invadiendo hasta el punto de hacer temblar su voz.
Por suerte, ocurri una cosa que hizo rer al joven: la segunda bisagra, que Yunmo
estaba intentando extraer con todas sus fuerzas, sali disparada, de modo que, con
el impulso, Yunmo se cay de culo. Todava con lgrimas en los ojos, el chico
estall en una gran carcajada. Y despus habl como si no hubiese estado llorando:
Je, je! Desde el principio saba que haba venido a ver a mi padre.
Hace un tiempo, cuando empez la escuela, usted vino y nos hizo una
fotografa a los alumnos en la puerta del colegio que se public en el peridico.
Por eso, sin importarle el sol trrido del medioda, Yunmo se encamin
hacia los campos de soja de la montaa, a cien li de la ciudad.
El camino hacia los campos de soja iba rodeando la montaa como una
cuerda enrollada sobre s misma. Cuando lleg a su destino, Yunmo vio con
nitidez la ciudad a sus pies, como si estuviese en el fondo de una alberca de aguas
transparentes.
No se lo tome a mal. Tal vez para usted es la primera vez, pero nosotras ya
estamos acostumbradas.
Yunmo sonri, aunque el corazn todava le lata con fuerza, y sac del
bolsillo del pantaln un paquete de tabaco.
Por la maana han estado trabajando en los campos de soja arrancando las
malas hierbas y por la tarde han ido al bosque a buscar algo para comer. Con un
poco de sal que se eche en una olla ya podemos llevarnos algo a la boca! Vivimos
en una montaa en la que crecen bastantes plantas comestibles, pero primero hay
que cogerlas.
Sin descalzarse, Yunmo se sent encima del escaln que haba en la entrada
de la habitacin de los hombres y cruz las piernas. Entonces se le ocurri una
cuestin banal: cules seran la mochila y el cojn de madera de Insik? No, pens,
los suyos no deban estar all. Cmo iban a estar en aquel agujero prehistrico
objetos todava impregnados por el olor a flores y por el aire acondicionado (o por
la calefaccin, segn la estacin) de su antigua vivienda?
La bola de fuego del sol de agosto caa tras los rboles. En ese momento, los
trabajadores que haban ido a buscar las hierbas a la montaa comenzaron a bajar
uno a uno. Despus de salir de la cabaa, Yunmo estuvo paseando por los campos
desbrozados, en los que los granos de maz empezaban a engordar. Entonces se
top con Insik al pie de la montaa, que vena cargado con un saco. Yunmo se
present dicindole que le conoca a travs de Song Myeong-keun, y los dos
hombres se dieron un apretn de manos. El periodista vio que las manos de Insik
no eran lisas ni blancas como las de un oficinista ni tampoco como las de un
director del servicio tcnico de una fbrica. Estaban cubiertas de costras, y los
nudillos callosos sobresalan como las races de un rbol.
Despus de retirar la mano, Insik limpi los cristales de sus gafas trifocales
con la punta de su uniforme de trabajo, un gesto que probablemente era una
especie de tic. En aquel momento, Yunmo se fij en que uno de los botones de su
ropa estaba cosido con hilo rojo de cobre. El hilo era grueso, porque seguramente
Insik no haba encontrado otro ms fino. Ms adelante, cuando Yunmo pensase en
Insik siempre le vendra a la cabeza la imagen de aquel botn cosido con hilo de
cobre.
Yunmo cogi un extremo del saco y fue caminando muy despacio de forma
premeditada, mientras iban hablando de una cosa y de otra.
Yunmo tena que hablar un buen rato para lograr que una palabra saliese de
los labios de Insik. Myeong-keun estaba en lo cierto: Insik era realmente un
hombre taciturno. La sonrisa que emanaban sus ojos, aquella que antao sustitua
las palabras, pareca haberse desvanecido. Yunmo estaba impaciente, pero saba
que obtener informacin era todava ms difcil que romper la rama verde de un
rbol solo con las manos. Tratndose de una persona que haba trabajado
arduamente todo el da bajo un calor infernal, estaba claro que aquel no iba a ser el
momento adecuado para conseguirlo. Acab dejando las cuestiones importantes
para ms tarde, por la noche. Pero tampoco entonces lo consigui. Despus de
colocar su cabeza sobre el cojn de madera, Insik respondi a algunas cuestiones,
pero enseguida empezaron a orse sus ronquidos.
Yunmo vag por los alrededores y se acerc hasta una fuente que se hallaba
a un lado del campo de patatas. Su cuerpo estaba mojado por el roco. La luna se
reflejaba en el aljibe. Yunmo se pregunt si aquella era la fuente en la que Go Insik
vea reflejados los rostros de sus dos hijos cada maana y cada noche. Seguro que
no solo vea a sus hijos! Cada maana y cada noche, y durante todo el da, estara
recordando la imagen de su difunta esposa pensando en el futuro de sus hijos,
suplicndole que hiciese lo posible para recuperar su trabajo en Pyongyang.
Yunmo estuvo sentado junto a la fuente hasta la llegada del alba. La primera
persona que apareci con el cepillo de dientes en la boca fue, precisamente, Insik.
Ignorando lo que Yunmo tena en la cabeza, le pidi disculpas por la noche
incmoda que seguramente haba pasado y que le haba hecho salir de la
habitacin.
Incmoda? No, en un lugar de aire tan puro como este, eso es imposible
dijo Yunmo en un tono alegre, ya que, por fin, haba encontrado el momento de
poder hablar con Insik tranquilamente. Yunmo no haba recorrido cien li hasta
aquella montaa solo para ver las condiciones de vida del director de la fbrica y
de sus hombres, ni para comprobar la situacin de los cultivos. Su principal
objetivo era saber por qu Go Insik estaba trabajando a destajo en aquel lugar: era
para obtener un trato de favor? O era solo para resolver el problema de la
caresta de pasta de soja que sufran los ciudadanos de la provincia? Para Yunmo,
la cuestin consista en desentraar cul era la verdadera personalidad de Go
Insik. Pero hasta aquel momento no haba logrado entrever siquiera ni un tenue
destello de su carcter.
Despus de soltar este comentario, Yunmo se pregunt si tal vez haba sido
demasiado directo, pero nada de ello hizo cambiar la expresin de Insik.
Pero no hay nada que saber. Yo soy como todo el mundo. No soy una
mquina de trabajar. Claro que estoy aqu para disfrutar de ciertos favores y
recuperar mi trabajo anterior y eso es lo que quiero! Pero con lo que he hecho
todava no es suficiente.
El sol apareca tras el brazo de niebla que cubra los bosques de la montaa.
Despus de bajar de los campos de materia prima, aquel da Yunmo consigui
acabar con facilidad el artculo. Pero su texto fue inmediatamente rechazado por el
comit de censura del Partido. Los periodistas deban someter todos sus textos no
solo a la supervisin del jefe de redaccin, sino tambin al comit del Partido de la
ciudad.
Con aquellas palabras, el secretario del Partido mostraba a las claras cules
eran sus intenciones: quera que en el artculo, ahora que los campos de materias
primas empezaban a dar sus frutos, quedara claro que el mrito, la cabeza del
dragn, era del comit del Partido, en tanto que a Go Insik le corresponda tan solo
ser cola del ratn. Yunmo pens durante unos momentos en tirar su artculo a la
papelera, pero la imagen del botn cosido con hilo de cobre en la ropa de Insik era
demasiado pattica. No tuvo ninguna otra posibilidad, pese a su indignacin, que
rehacer el texto segn la censura del Partido y enviarlo a regaadientes al
peridico.
La escasez de pasta de soja pareca haber sido resuelta por Insik y sus
hombres haca un par o tres de aos al desbrozar los campos en las alturas, pero a
comienzos de ao el problema haba reaparecido y estaba alcanzando una fase
verdaderamente crtica.
Tena especial curiosidad por saber qu vida haba llevado Insik durante
todo aquel tiempo. Qu haca? Cmo se las arreglaba para sacar adelante a la
familia sin su esposa? Con los campos arrasados por las lluvias y la produccin
cayendo en picado, qu angustia sufrira el pobre hombre al no poder aportar
suficiente materia prima a la fbrica!
Eran los trabajadores de los campos. Yunmo salud a los hombres, a los que
ya conoca de su estancia anterior. Entre ellos, por supuesto, estaba Insik.
Quien haba hablado era el joven del gorro de montaa, que se haba
sentado a cuatro pasos de Yunmo.
Eso? S, son setas. Se han secado un poco con la escarcha, pero son tan
bonitas
Por culpa de las setas, seor periodista, una de las mujeres del grupo
muri y nosotros estuvimos a punto de hacerlo explic el chico de las polainas
azul oscuro mientras miraba turbado al abai responsable, que no abra la boca.
Pero tan peligrosas son las setas rojas como para matar a una persona?
Suerte que el resto sobrevivisteis
Y por qu vais con las mochilas tan cargadas si acabis de salir de una
enfermedad?
Bellotas?
Debemos compensar la escasez de la cosecha con bellotas.
Nos dividimos en seis equipos y, aunque sea difcil, cada persona debe
recoger unos veinte kilos respondi Insik.
Al or esto, Yunmo observ a los hombres con otros ojos. Poda verse que se
haban adentrado en el bosque, tenan cortes en los abrigos y el relleno de la ropa
les sala por la tela agujereada. Sus manos estaban repletas de araazos y de
costras, e incluso haba algunos que tambin tenan el rostro magullado. Mientras
perciba cmo la compasin asomaba en los ojos de Yunmo, Insik habl en tono
arrepentido:
Todo esto es por mi culpa. Si el padre falla, los hijos sufren tambin,
verdad?
Abai responsable, eso no est bien! dijo el joven del gorro de montaa
. Todo el rato est diciendo que es por su culpa, pero no es cierto! Seor
periodista, nuestro abai responsable quiere remover toda la tierra de los campos
destrozados por la lluvia. Nos lo han mandado las autoridades de la ciudad, pero
no nos ayudan en nada. Responsable abai , de verdad cree que todas las desgracias
que nos han cado encima han sido por su culpa? Tambin la lluvia? No entiendo
por qu ahora tenemos que ir a recoger bellotas.
Usted sabr. Pero qu me dice de la actitud del jidowon del Partido que se
present aqu el otro da? Cmo se justifica eso? Lo trat ante nosotros como si
usted fuese un aprendiz
Dae-seok!
Eh, abai responsable, seguro que todo saldr bien! Voy a cantar una
cancin:
S? Pues mi casa est justo detrs de ese edificio, donde estn las oficinas
del Partido.
Ya sabes que s.
Por qu? Porque he comparado la oficina del Partido con una seta roja?
Tal vez s, a lo mejor s que se parece a una seta roja, pero no quiero hablar
ms de este asunto.
Desde alguna parte del bosque lleg el inquietante lamento de un arrendajo.
El viento fro de finales de otoo hizo temblar los matojos de margaritas que haba
entre Insik y Yunmo. La escarcha que las cubra pareca anunciar que el invierno
que se avecinaba sera glacial.
Sobre el papel de peridico que est entre ambos han colocado un plato con
pasta de soja y dos pedazos de pepino. Myeong-keun ya se ha calmado un poco,
pero Yunmo, que no puede volver a verter en el termo el alcohol que ya ha servido,
insiste en que sea su amigo el que lo beba. Ya no sabe cuntos vasos llevan.
Venga, Yunmo, dime algo en vez de suspirar como un fuelle! Crees que
hay alguna solucin?
Qu? No s.
Pero Yunmo no logra decir nada ms. Luego Myeongkeun vuelve a coger el
termo y bebe de un trago todo el contenido mientras levanta la cabeza.
Ya ests borracho?
No, no es eso. Todo arranca de una acusacin que te voy a explicar solo a
ti!
Una acusacin!
S, en efecto. Y qu sucedi?
Justo cuando viniste a verme yo haba dejado de ser el favorito de aquella
mujer, pero t todava no lo sabas. No tenas ni la ms remota idea de ello. Qu
mierda!
Pues bien, no nos desviemos del tema. Escucha mi historia. Fuesen cuales
fuesen sus intenciones, yo deba cumplir con mi deber, as que abr mi maletn. Al
haber llegado con prisas, ella me propuso que primero me fumase un cigarrillo,
uno de los caros que ya tena dispuesto en el cabezal de la cama. Yo rechac su
ofrecimiento y empec a examinarla. Se quejaba de un dolor de estmago que le
haba sobrevenido despus de comer, pero sin que yo se lo pidiese se quit la blusa
y se baj un poco las bragas. Fue sealndose la barriga blanca y los pechos, que,
sin perder su juventud, todava se conservaban firmes y carnosos. Empec a
auscultarla y no encontr nada anormal. Tambin di golpecitos en algunas partes
de su cuerpo y no hall nada. Entonces apret alguno de sus rganos y, de repente,
su mano me agarr fuerte de la mueca. Doctor Song, doctor Song, gimi. Y
despus me rode con su brazo y me atrajo hacia ella. Azorado, retroced un paso
como si quisiese desprenderme de una oruga que estuviera cubriendo mi cuerpo.
Entonces se lanz: Por qu no quieres? Es que tienes miedo de mi marido? No
lo tengas, no te preocupes por ese vejestorio, le gustan las chicas vrgenes. Y me
deca eso mientras no paraba de repetir doctor Song, doctor Song. Sin
pensrmelo dos veces, sal corriendo de la habitacin. Cog con una mano el
estetoscopio y cerr de un portazo sin poder evitar escupir. Sent asco, ms que por
sus impulsos, por la arrogancia con la que ella crea poder pescar a cualquier
hombre por la simple razn de ser la mujer del jefe de la casa de ladrillos rojos; ni
que fuera una diosa. Yunmo! A quin poda confesar una experiencia tan
humillante? Viniste aqu por la historia de Seongcheol mientras yo estaba pasando
todo eso solo Unos das despus incluso tuve que renunciar a mi modesto
puesto de mdico de cabecera.
Estos son, pues, los cargos de la acusacin. Go Insik no cuenta con ninguna
defensa. Defender a ese hombre acusado de contrarrevolucionario y de haber
puesto en peligro la vida del pueblo habra sido lo mismo que ocupar el lugar del
reo. En esta tierra, el pblico ya est acostumbrado a ver juicios sin abogado. El
presidente del tribunal, sentado encima del estrado, gira la cabeza y empieza a
interrogar al acusado:
No hay respuesta.
Pero las personas que se sientan cerca de Insik, como es el caso del propio
Yunmo, oyen que el acusado va murmurando cosas mientras gesticula como si
estuviese arrancando algo con una de sus manos esposadas: esta, esta, esta.
Despus, Insik levanta la cabeza hacia el cielo como si hubiese hecho todo lo
que deba y suelta una gran carcajada.
La risa inunda todo el estadio a travs del micrfono que tiene delante. El
pblico mira a Insik con un escalofro, pero, poco despus, su expresin vuelve a
cambiar. Con un gesto de sorpresa, como si no hubiese acabado de rerse, tiende
sus dos manos atadas hacia delante como si se propusiese agarrar algo. Esta vez
murmura en voz alta, ni demasiado fuerte ni demasiado bajo: All Todava hay
una de esas all! Oiga! Arranque esa seta roja antes de continuar por ese camino!
Esa seta da miedo! Oiga.
Qu est pasando?
Se ha vuelto loco?
El alma de Insik, blanca como la nieve, finalmente reconoce que aquella seta
venenosa se encuentra profundamente arraigada en el pas, que es necesario
arrancar a cualquier precio ese smbolo manchado por el totalitarismo, por el
engao, por la manipulacin y por la represin.
S! S!
Antes de que se extinga la voz del ujier, se oye un grito entre el pblico:
Padre!
Es la voz de los dos hijos de Insik, que se abren paso entre el gento,
corriendo hacia el centro del estadio. Myeong-keun, que est sentado a su lado,
intenta detenerlos, pero es intil. La gente, ya dispuesta a levantarse, vuelve a
sentarse, aunque los hermanos no consiguen llegar hasta su padre, porque se lo
llevan al coche de los detenidos, que arranca expulsando nubes negras de humo
por el tubo de escape. Los gritos y sollozos de los hermanos conmueven a los
asistentes.
3 de julio de 1993
Al lector
Mis historias
Lector,
BANDI
Apndice I
Por vez primera en los sesenta y ocho aos transcurridos desde la particin
de la pennsula coreana, una editorial de Corea del Sur publica una obra escrita
por un autor que vive en Corea del Norte y que, a travs de sus escritos, critica
duramente el rgimen de su pas por medio de una sutil irona. De vez en cuando
llegan escritores de Corea del Norte, se exilian en el Sur y publican textos contra el
rgimen, pero todava no tenamos ningn ejemplo de un autor que, pese a
permanecer all, denuncie, poniendo en riesgo su vida, los crmenes de ese
gobierno tirnico y antidemocrtico.
Kim Seong-min, que actualmente trabaja para la radio Free North Korea
(radio que emite desde el Sur para norcoreanos) escribi tanto poesa como teatro
cuando estaba en el Norte y formaba parte del citado comit central de la
Federacin de Autores de Choseon, antes de huir al Sur, lugar en el que tambin
desarroll su actividad literaria con la publicacin de una docena de poemas en
2004. Jang Jin-seong, que se hizo clebre con su libro de poemas Vendo a mi hija por
cien wons , aparecido en Corea del Sur en 2008, tambin perteneci al comit central
de la Federacin de Autores de Choseon antes de su huida.
Con el tiempo, sus escritos se acumulan, pero l resulta ser su nico lector.
Teniendo en cuenta la realidad del pas sabe muy bien que solo puede ser as. De
ah que espere con paciencia el da en que su obra de acusacin al rgimen
norcoreano se difunda por todo el mundo libre. Finalmente, ese da llega cuando
una familiar va a visitarle para anunciarle que tiene previsto huir de Corea del
Norte. Entonces intuye un atisbo de esperanza.
Bandi vuelve a guardar sus textos en un escondite para que nadie pueda
encontrarlos. Y de este modo transcurren unos meses sin noticias.
Con el fin de evitar el retorno inmediato a Corea del Norte, la mujer dice a
sus captores que en ese momento no dispone de esa cantidad, pero que puede
intentar reunir el dinero si permiten que se ponga en contacto con algunas
personas. As transcurre una semana. Entretanto, durante una visita a Yanji, el
comandante del regimiento chino se encuentra con un intermediario que ayuda a
refugiados de Corea del Norte y al que conoce bien. El comandante le comenta que
hay una mujer detenida en su cuartel y le pregunta si sera posible contactar con
alguna persona o asociacin que pudiese pagar el dinero a cambio de su liberacin.
El seor Do, que dirige su ONG con un presupuesto muy limitado, piensa
en una solucin y finalmente decide explicar su situacin a una persona que en
cierta ocasin haba ayudado a su organizacin. Esa persona le presta los diez
millones de wons dicindole que ya se los devolver cuando pueda. Gracias a este
benefactor, el seor Do puede finalmente salvar a la familiar de Bandi de las garras
de los soldados chinos y traerla a Corea del Sur. Este ser el primer vnculo entre
Do Huiyun y Bandi.
Ella insiste en que acepte el sobre y, adems, le pide otro favor. Se trata de
que el seor Do haga otro trabajo para ella, trabajo que tambin ser retribuido con
el contenido de aquel sobre. El seor Do le pregunta qu debe hacer y es en ese
momento cuando aparece el nombre de Bandi. Si me hubiese llevado el
manuscrito cuando me propuse huir, en este momento tanto Bandi como yo
estaramos muertos, comenta la mujer. Le dije que volvera a por el manuscrito y
todava debe de estar esperando. Luego ella le explica con todo detalle cul es la
situacin de Bandi.
Un amigo chino del seor Do le anuncia que tiene pendiente una visita a su
familia en Corea del Norte. El seor Do le pregunta a qu regin va, con la
coincidencia de que entre los lugares que debe visitar se encuentra la ciudad de
Bandi. Por su posicin en la sociedad norcoreana, Bandi vive en una localidad de
tamao medio. El amigo chino asegura al seor Do que ir ver a Bandi
aprovechando la hora del almuerzo o la hora de descanso.
En el sexagsimo octavo frum del PEN Club Internacional, que tuvo lugar
en septiembre de 2012 en Kyeongju, Corea del Sur, el escritor Do Myeong-hak
explic que haba estado perseguido en Corea del Norte por sus trabajos. Yo solo
quera que mis obras hablasen de la verdad. En agosto de 2004 fui detenido por el
Bowibu y trasladado a un campo de trabajos forzados en una montaa de la
provincia de Jagang. Haba escrito unos poemas satricos sabiendo que nunca
podran ser publicados en el Norte, los escrib solo para consolarme. Sin embargo,
me acusaron de contrarrevolucionario y me condenaron por ello. En mi celda de la
crcel los militares me pateaban y no me dejaron dormir durante das, y as hasta
dejarme medio muerto.
Era evidente que se estaba exponiendo de forma muy peligrosa. Tal vez, que
haya alguien poniendo en riesgo su vida para resistirse a un rgimen represor
significa que podemos prever que el fin de esa dictadura absurda est cerca. Bajo
esa perspectiva, que esta obra est escrita por un autor que vive todava en la
sociedad norcoreana y que haya logrado llegar hasta el mundo libre constituye por
s mismo algo excepcional. Aunque el muro de la dictadura muestra una solidez
impresionante parece que se perciben algunos signos de fisura.
Cada una de las obras que public a continuacin le enfrent con el rgimen
sovitico, que le cerr todas las puertas. En signo de protesta, envi una carta al
Congreso de la Unin de Escritores Soviticos que tuvo lugar en 1967 exigiendo el
levantamiento de la censura. Finalmente, al ser rechazada su peticin, acab
publicando en el extranjero Un da en la vida de Ivn Densovich as como Pabelln de
cncer , obras que le hicieron merecedor del premio Nobel de Literatura. Como
represalia, la Unin de Escritores Soviticos le expuls de la asociacin en el ao
1969.
KIM SEONG-DONG
A la lucirnaga que quiere iluminar Corea del Norte, una tierra oscura
Un da, una familiar que viva en Hamhung y con la que Bandi mantena
una relacin de confianza le comunic que haba decidido cruzar la frontera y
escapar a China. Bandi, con mujer e hijos a su cargo, renunci a acompaar a la
fugitiva, que tena previsto marchar tres das ms tarde y sola, pero pens que era
el momento de entregarle los manuscritos ocultos. Al recibir el texto en sus manos,
la mujer pens que el plan poda fallar y que, antes de ayudarle, debera estar ya
instalada en China, desde donde hara lo imposible para sacar los cuentos del pas.
Decepcionado, Bandi, que tampoco poda hacer otra cosa, se limit a dejar
pasar el tiempo. Entonces, un da, un joven desconocido se present en su casa y,
sin decir nada, le hizo entrega de una carta envuelta en un plstico. La carta deca
lo siguiente:
Opa,[*] soy Myeong-ok, siento que haya pasado tanto tiempo sin que tuvieses
noticias mas. Ahora me encuentro bien y en lugar seguro. La persona que me ha
ayudado te enva a otra persona con mi carta. Cuando la recibas, entrgale lo que
me queras dar a m. Puedes confiar en l plenamente. De lo que se trata lo
sabemos solo t y yo. Haba dos cosas que queras entregarme, no es cierto?
MYEONG-OK
Despus de leer la carta, Bandi vacil un momento, pero al final extrajo los
manuscritos que guardaba en el fondo de un pequeo armario y se los dio al joven.
Puesto que de una forma o de otra he de morir, no pierdo nada entregndole el
texto, debi de pensar. De este modo hizo caso de lo que deca la carta y se
desprendi de los textos. El joven se fue enseguida y, finalmente, los manuscritos,
despus de un tiempo, lograron alcanzar Corea del Sur, tierra de libertad y de
esperanza.
DO HUI-YUN
Presidente de la ONG Solidaridad y Derechos del Hombre para los Refugiados de
Corea del Norte
Nota biogrfica
ALEKSANDR SOLZHENITSIN
Notas
[*]
Poema incluido en el manuscrito original de La acusacin , con esta rbrica.
(N. del E.) <<
[**]
Bandi significa, literalmente, lucirnaga. (N. de los T.) <<
[*]
Es el papel que se emplea en Corea para revestir las ventanas y las puertas
interiores. (N. de los T.) <<
[*]
En coreano, el modo de designar a los miembros de una familia se
estructura alrededor de los nios. De ah que el marido, si tiene un nio, pase a
llamarse el padre de X. Como la pareja del relato no tiene hijos, la mujer llama a
su marido el to de Minhyeok, que es el nombre del sobrino. (N. de los T.) <<
[**]
El trmino jidowon que, en general, se utiliza para designar monitores,
instructores, supervisores o consejeros, en Corea del Norte se refiere normalmente
a comisarios polticos asignados a los distintos niveles de enseanza, a las
organizaciones sociales y econmicas y a las instituciones. (N. de los T.) <<
[**]
Organizacin fundada en junio de 1946 por Kim Il-sung para reclutar a
nios de siete a trece aos que despus se adhieren a la Liga de la Juventud
Socialista. Su objetivo consiste en formar combatientes revolucionarios dispuestos
a obedecer las consignas del Gran Lder del Partido Comunista. (N. de los T.) <<
[*]
Oni , hermana mayor, es el trmino que utilizan las mujeres cuando se
dirigen a otras mujeres un poco mayores que ellas con las que mantienen una
relacin prxima. (N. de los T.) <<
[*]
El Bowibu es la polica secreta de Corea del Norte. (N. de los T.) <<
[*]
11,7 kilmetros. (N. de los T.) <<
[*]
Lucha tradicional coreana. (N. de los T.) <<
[*]
Licor de fermento de sorgo de fuerte graduacin muy popular en China y
Corea. (N. de los T.) <<
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El vinaln es una fibra sinttica producida a partir de alcohol de polivinilo
que fue desarrollada por el cientfico coreano Ri Sung-gi bajo la ocupacin
japonesa en 1939. (N. de los T.) <<
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Chaqueta de abrigo acolchada. (N. de los T.) <<
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La ola de fro que llega a principios del invierno. (N. de los T.) <<
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Literalmente hermano mayor. Es el trmino coreano que utilizan los
chicos jvenes cuando se dirigen a otro chico unos aos mayor. Puede haber una
relacin familiar entre ellos o simplemente tratarse de amigos o conocidos. (N. de
los T.) <<
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El Acontecimiento Nmero 1 es aquel en el que participa en persona el
lder supremo del pas, primero Kim Il-sung, despus Kim Jong-il y, en la
actualidad, Kim Jong-un. (N. de los T.) <<
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400 o 4.000 kilmetros. (N. de los T.) <<
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En Corea del Norte la decisin sobre quin hace el servicio militar y en
qu condiciones recae en los servicios centrales del Bowibu, la polica secreta. (N.
de los T.) <<
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4 kilmetros. (N. de los T.) <<
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Nolbu es un personaje de un cuento popular coreano. El hermano de
Nolbu, Hungbu, cuida una golondrina y esta lo llena de regalos, cosa que suscita la
envidia de Nolbu. Con la esperanza de obtener l tambin los favores del ave,
Nolbu le rompe la pata a la golondrina para curarla despus, pero la golondrina lo
castiga hacindole entrega de una calabaza llena de monstruos. (N. de los T.) <<
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5,9 kilmetros. (N. de los T.) <<
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1.320 metros cuadrados. 1 pyong equivale a 3,30 metros cuadrados. (N. de
los T.) <<
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Abai es el trmino respetuoso que utilizan los jvenes, especialmente en la
provincia de Hamgyeong del Sur, cuando se dirigen a un seor mayor. Deriva de
la palabra harabeochi , abuelo. (N. de los T.) <<
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Se trata de un formato de papel compuesto por cuadrculas que se utiliza
para escribir a mano. Un folio contiene generalmente unas doscientas slabas. (N.
de los T.) <<
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Unos ocho mil euros. (N. de los T.) <<
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Hermano mayor. Es la forma que tienen las mujeres de dirigirse a
familiares masculinos o amigos muy prximos mayores que ellas. (N. de los T.) <<