Retórica y Narrativa PDF

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RETRICA Y NARRATIVA: LA NARRATIO

Jos Mara Pozuelo Yvancos


Universidad de Murcia

0.1 Desde muy diferentes reas de nuestra cultura viene reclamndo-


se un nuevo papel para los estudios retricos. Con todo, la recuperacin de
este dominio no acaba de prender con fuerza en el reafilolgica,donde ni
los estudios de tradicin retrica ni los compromisos ineludibles que la se-
mitica o ciencias del texto tienen con la vieja ciencia del discurso, obtienen
todava, salvo excepciones que comentar, la atencin que merecen.
Es cierto que a medida que avanzan las investigaciones retricas co-
mienza a perder peso la esclerotizada imagen, justificada en algunos casos,
de un mero preceptismo escolar o de un compendio, con rasgos de nomen-
clatura, de figuras. Ya en 1970, G. Genette se lamentaba del progresivo
deterioro que la tradicin escolar haba impuesto a la Retrica. Aada que
la retrica redescubierta en los aos del estructuralismo era una retrica
restringida cercenada, empobrecida por su limitacin casi exclusivamente
descriptiva a lasfigurasde la Elocutio y, an ms, casi reducida a ser una teo-
ra sobre la metfora y la metonimia {vid. G. Genette, 1970).
Quince aos despus de que Genette denunciara esa situacin se ha
avanzado algo en investigaciones concretas, si bien es cierto que han creci-
do ms los avances programticos y las llamadas de atencin que invitan a
exceder el campo de la tropologa, parcela sta que ha crecido a mayor ritmo
en parte por el vivo inters que la teora de los tropos ha suscitado en la
semntica generativa (vid. J. Molino, 1979,1. Bosque, 1984). Pero paralela-
mente a este desarrollo de la teora de la metfora, que ha obtenido nme-
ros enteros de revistas especializadas, el resto del corpus retrico todava
lleva una vida algo lnguida.
De entre las excepciones antes aludidas tiene inters resaltar la prolife-
racin de estudios interesados en una Retrica General como proyecto tex-
tual globalizado que entendera la Retrica como un dominio susceptible
de ser entendido, bien como una Lingstica del Texto avant la lettre
(Dijk, T. Van, 1978, cap. 4), bien como un horizonte de referencia para la in-
tegracin futura de diferentes aspectos de una ciencia general del Discurso,
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todava por realizar (Mosconi et al. 1981, P. Valesio, 1980, L. Heilmann,
1978 y Garca Berrio, 1983). La superacin definitiva de las pedagogas re-
duccionistas y las nomenclaturas vendr de la mano, como bien indican los
autores que acabo de citar, de la capacidad de integrar la Retrica y su pecu-
liar construccin metalingstica en las preguntas que la cienciafilolgicay
textual se tiene hechas desde antiguo. Su atractivo como ciencia textual co-
mienza a recibir explicaciones concretas que vinculan los desafos de la
potica actual con los que ha tenido y tiene la ciencia Retrica. En este sen-
tido el reciente estudio de A. Garca Berrio (1983) ha de ser considerado cla-
ve porque ofrece un marco terico general y un principio de desarrollo con-
creto de los puntos de encuentro entre Retrica y teora potico-textual. Ya
redactado este estudio, he conocido la inteligente lectura que A. Lpez Gar-
ca (1985) hace de la organizacin retrica en relacin con tpicos centrales
de la Lingstica y Pragmtica actual, tanto en teora del signo, cuanto en la
ordenacin de los niveles de descripcin lingstica.

0.2. En los actuales reencuentros con la Retrica sta es tanto ms ad-


mirada cuanto se muestra como un pulpo de muchos brazos, capaz de abra-
zar todos los dominios de nuestra cultura. Pero a diferencia de lo que ocurre
con otros dominios, la Retrica no obtiene su diversidad de brazos de incor-
poraciones tardas o subsiguientes a los discursos metaretricos. No es el
inters que ha despertado en la actualidad el que ha provocado su carcter
proteico. No es por tanto la Retrica ciencia totalizadora porque la hagan
ser as los discursos sobre ella. Antes al contrario, el nfasis actual sobre ese
dominio, lejos de ser causa, es consecuencia del propio modo de ser de una
ciencia que naci interdisciplinar. Por ello resulta tan atractiva en el instan-
te en que las voces que reclaman una interdisciplinariedad parecen ms car-
gadas de razn.

0.2.1. La diversidad y amplitud de la Retrica puede ser vista desde


dos lados diferentes.

a) Un primer lado lo ofrece su carcter de ciencia mltiple como prc-


tica social, que ha interesado a dominios muy diferentes del ejercicio profe-
sional. La aguda sensibilidad de R. Barthes se haca eco de esta caractersti-
ca al hacer ver cmo las prcticas retricas en diferentes pocas desde el si-
glo V a. d. C. al siglo xix de nuestra era haban supuesto simultneamente:
1. Una tejn o arte de la persuasin, reglas de construccin de una per-
suasin verosmil. 2. Una enseanza, primeramente personal (el rector y sus
discpulos) y pronto toda una Institucin: Escuelas de Oratoria, Ctedras de
Retrica (fueron titulares de ellas el Brcense, Cscales, etc.), y por ltimo
manuales escolares muy unidos a la preceptiva literaria (como los de H.
Blair o Gmez Hermosilla). 3. Una ciencia con objeto propio: el buen de-
cir y metodologa especfica para ese objeto. 4. Una moral (la vinculacin

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del vir bonus y vir retoricus es muy visible desde Quintiliano. 5. Una prcti-
ca social ligada a la posesin de la palabra como dominio casi exclusivo de
una clase, etc. (vid. R. Barthes, 1970 p. 9-10). Este sentido de multiplicidad
como ciencia aplicada no se ha perdido en la actualidad. Como se sabe, una
de las ramificaciones concretas del reecuentro con la Retrica procede de
quienes como Perelman se encuentran interesados en el poder de la Retri-
ca como ciencia de aplicaciones en prcticas concretas del campo jurdico y
la argumentacin en general (vid. Perelman, 1976 y L. Gianformaggio,
1981).
b) Un segundo lado de su multiplicidad lo ofrece, tambin desde sus
comienzos, la diversa gama de ciencias o dominios discursivos afectados
por el contenido concreto de los tratados retricos. Voy a glosar esta carac-
terstica obvia con el testimonio de alguien contrario a tal diversidad. Me re-
fiero a Luis Vives. Este gran humanista, en su obra De causis corruptarum
artium. Liber IV, qui est de corrupta Rhetorica cree que la corrupcin de la
Retrica advino tanto por su separacin de la Filosofa, que la redujo a ser
un arte emprica de las prcticas de la oratoria romana y no un arte terica,
como por su excesiva extensin y ambicin que le haca asistir a dominios
muy heterogneos hasta convertirse en ciencia de todo lo divino y humano.
En efecto. Vives observa que ya en el tratado de Aristteles la Retrica es
una parte de la Dialctica, que haba de apoyar la construccin del entime-
ma. Tambin es un tratado de las pasiones, pues sabemos que la mayor par-
te de la obra aristotlica se dedica a este tema. Quintiliano realiz una poste-
rior extensin: la vinculacin de retrica y Etica al construir todo su tratado
como una Pedagoga del hombre virtuoso en su formacin oral y escrita. A
la Lgica, Psicologa y Etica, hasta aqu allegadas, habramos de aadir que
la propia divisin de las partes internas de la Retrica (Inventio, Dispositio,
Elocutio, Memoria y Actio) implica una considerable extensin de sus domi-
nios a muy diferentes esferas que, en opinin de Vives, no le son especfi-
cas. Pero veamos un fragmento de la larga argumentacin del humanista
valenciano:

Comienzo por decir que la memoria es propia de la Naturaleza, la cual, si


por el arte es ayudada, desde luego no pertenece a la retrica sino a cierta tc-
nica a la que llamaban memoria los antiguos y ahora llmase vulgarmente me-
morativa o mnemotcnica... L^a declamacin es una gala del arte y no una par-
te suya... Y de la invencin, qu? Diremos acaso que pertenece a esa arte o a
alguna otra, en absoluto... ciertamente es propio de cada una de las artes en su
materia respectiva y en la vida prctica lo es del juicio, del consejo y de la hija
de ambos, la prudencia, que no puede quedar limitada a ningn arte... (L. Vi-
ves, 1531, p. 459).

Continija Vives argumentando que las reglas del exordio, narracin, ar-
gumentacin, mocin de afectos, etc. amenazan con convertir a la Retrica
en la ciencia de todo.
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Lo que Vives lamenta y otros aplauden es un hecho cierto: la Retrica,
por las ciencias externas que abraza y por las muchas que implica su propia
constitucin interna en cinco partes, se proyecta sobre la totalidad del ha-
blar humano. En otro lugar (J. M. Pozuelo, 1983, pp. 16-17) me he referido a
la facilidad de la Retrica para actuar como una completa teora de la Enun-
cin (y por tanto como una Pragmtica) y como una completa teora del
enunciado en sus partes centrales: Inventio, Dispositioy Elocutio. Esta evi-
dencia, que haban ya destacado autores clsicos en estos estudios como H.
Lausberg, la convierten en el motivo central de su enorme atractivo para el
investigador actual.

1. Retrica y Narrativa

1.1. Mi intencin en este estudio se reduce a mostrar hasta qu


punto este desconcertante macrodominio puede proporcionar sabidura
enjundiosa sobre temas muy concretos alejados de la Elocutio como el de la
narrativa. Se impone, no obstante, la necesidad de una delimitacin previa
para que el resultado sea acorde con lo prometido. Como quiera que la Re-
trica es una tradicin de siglos, sujeta a mltiples avalares, la presencia de
la Narrativa en los tratados de Retrica es un tema inmensamente dilatado,
objeto de una investigacin actualmente en curso de la que voy a ofrecer
aqu slo una parte: me fijar en la etapa de nacimiento o cmo se abre la
Retrica a la teora narrativa en sus estadios clsicos. Mi objetivo es mostrar
cmo algunas de las principales fronteras de la llamada Narratologa se en-
cuentran prefiguradas y en algn caso netamente desarrolladas en la teora
greco-latina de la narratio retrica. S apuntar que a partir del siglo xvi la
narrativa penetra en las retricas de modo desbordante y que en etapas pos-
teriores, como el siglo XVlll o el XIX, la sola atencin a la Historia como gne-
ro narrativo da materia para varias monografas, investigacin en la que
estoy actualmente empeado.

1.2. El desarrollo de las relaciones entre Retrica y Narrativa se ha


de enfocar en el actual marco de revisin de las parcelas retricas distintas
de la Elocutio. Tales relaciones tienen su punto de inflexin ms alto preci-
samente en la Dispositio, parte de la Retrica ms desatendida por quienes
como Lausberg (1963) llegaron a intentar unos Elementos de Retrica Litera-
ria, entendida sta como una introduccin a los estudios literarios. Aunque
Garca Berrio advierte con razn que el caudal de conocimientos suminis-
trados por la Retrica para el estudio de la narratividad es sensiblemente
inferior al proporcionado por la Potica, y ah radic uno de los esfuerzos
ms sobresalientes de la Potica originada en los estudios formalistas rusos
(cf Garca Berrio, 1983, pp. 111 y 112), creo que la justicia de dicha constata-

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cin no tiene por qu empaar lo mucho que en la Retrica hay de materia
afecta a la Narratologa, que si no logra alcanzar el grado de finura y pene-
tracin sistemtica alcanzados por la Elocutio, obtiene la ventaja suplemen-
taria de su capacidad proyectista sobre los actuales estudios de construccin
textual, tanto en la materia freseolgica o microcomposicional (composi-
tio). como en el orden de la composicin general del discurso o macrocom-
ponente textual {vid. Garca Berrio, 1983, pp. 142-143). Con todo la relacin
Retrica-Narrativa tiene su punto central en la construccin del macrocom-
ponente o estructura general del Discurso, esto es en el lado ms globaliza-
dor y menos tcnico de la Dispositio. Como se sabe, desde muy antiguo la
Dispositio haba contemplado fundamentalmente cuatro partes del discur-
so oratorio: Exordio, Narratio, Probatio, Epilogus (Peroratio). Estas son las
partes comunes en todas las clasificaciones desde Aristteles hasta el si-
glo XIX. Hubo clasificaciones que introdujeron algunos elementos nuevos.
El annimo autor de la Retrica ad Herenium introduce la divisin (llamada
tambin partitio) y la confutatio (llamada tambin reprehensio o refutatio, as
la llama Quintiliano, que tambin la considera) (cf H. Lausberg, 1960, p.
162). Aunque la relacin con la narrativa no se limita a ella, en este artculo
centrar mi atencin en la Narratio.

2. Narratio y construccin artstica

2.1. La narratio es pieza fundamental del discurso en la que el ora-


dor expone los sujetos a la prueba u objeto de la controversia. Pero la narra-
tio nos afecta directamente en la medida en que este relato del orador no
agota su funcin en la pura enumeracin de acciones o hechos. Discrepa-
mos de R. Barthes cuando dice que la narratio est concebida nicamente
desde el punto de vista de la prueba, es la exposicin persuasiva de algo que
se ha hecho o se pretende que se ha hecho. La narracin no es pues un relato
(en el sentido novelesco o como desinteresado del trmino) sino una prta-
sis argumentativa. En consecuencia presenta dos caracteres obligados: su
desnudez... y su funcionalidad (R. Barthes, 1970, p. 69).
La sola lectura de las principales retricas clsicas lleva la narratio ms
all de donde la ve Barthes, esto es, la transporta a un lugar donde sub espe-
cie argumentativa se establecen categorizaciones y rasgos que afectan a ele-
mentos no obligatorios sino opcionales y dependientes de la calidad del na-
rrador-orador, y por esa va penetra pronto un inters estilstico y artstico.
Estoy lejos de identificar narratio retrica y narracin literaria, pero tambin
veo forzada y lejos de la realidad de ios tratados la exclusiva subsidiariedad
argumentativa de la narratio. Es ms, sobre este punto es posible percibir
dos tipos de sensibilidad diferente en la tradicin retrica: quienes han esta-
blecido la narratio como una mera y anodina narracin de acciones (y le han
concedido por ello una posicin meramente ancilar) y quienes han utiliza-
do la narratio como lugar terico donde plantear algunos rasgos universales

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de la narracin que implican no slo referencias a todo relato de modo
implcito, sino incluso explcitas referencias directas a la narracin artstica.

2.2. De entre estos segundos, cuenta en primer lugar la posicin


de Aristteles. Aunque su Retrica es una obra en extremo tcnica, considero
que una de sus constantes es la coherencia de su pensamiento retrico con
su pensamiento potico, sobre todo en el concepto comn a ambos tratados
de la verosimilitud. En efecto, un constante leit motiv del pensamiento aris-
totlico en su Retrica es la concepcin de la materia oratoria como un arte
no de lo verdadero sino de lo verosmil. La insistencia aristotlica en que el
discurso parezca apropiado (Aristteles, Retrica, 1403 b, 18), as como la
de que el arte retrica es para l referencia a la apariencia de verdad, ha he-
cho relacionar la Retrica con un arte o quehacer en que la voluntad semn-
tica no tiene tanta dependencia de los referentes objetivos cuanto de su pre-
sentacin por parte del orador, motivo por el que el arte oratorio haba sido
poco grato a Platn.
La manera de abordar la narratio por parte del Estagirita es consecuente
con la orientacin general de su Retrica como arte de lo verosmil. Arist-
teles separa, al abordar este punto, la narratio no artstica una serie de ac-
ciones han ocurrido independientemente del que habla de la narratio co-
mo funcin retrica de lo verosmil o narratio con arte, donde el orador se-
lecciona, ordena, canaliza esas acciones de acuerdo con el fin propuesto.
Veamos el texto de Aristteles:

La narracin en los discursos demostrativos no es seguida sino por par-


tes, porque es preciso recorrer las acciones de las que trata el discurso; porque
en realidad el discurso consta por una parte de algo sin arte, ya que el habla no
es causa de estas acciones; por otra parte, de arte, es decir porque hay que de-
mostrarlo si algo es increble... Por esta razn no conviene algunas veces na-
rrarlo todo seguido, porque se recuerda mal una demostracin as... Ahora
ridiculamente dicen que es preciso que la narracin sea rpida. Por cierto es
como cuando se le contest al panadero que pregunt si haca la masa dura o
blanda: "Cmo? En su punto es imposible?" y de modo semejante aqu;
porque es preciso no narrar difusamente, como tampoco hacer largos exor-
dios ni argumentacin, pues no consiste en lo rpido ni en lo conciso que est
bien, sino en lo proporcionado (Aristteles, Retrica, 1416 b, 23-16).

Aristteles concibe la narratio como un ars en el que lo fundamental es


la administracin proporcionada de las acciones y su distribucin en un or-
den y ritmo adecuados a la naturaleza del asunto, auditorio, etc. Por ello su
criterio central es el de conveniencia o proporcin. No es difcil entender
que su idea de la narracin oratoria est prxima a la de un quehacer en el
que el orador crea un orden de acciones mediante su ars del mismo mo-
do que en la Potica del mismo autor \i fbula u ordenacin de las accio-
nes tambin era la esfera central de la actividad del poeta.
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La relacin que acabo de establecer entre el texto citado de la Retrica y
el pensamiento central de la Potica: la ordenacin (mediante el ars) apro-
piada a un fn de las acciones (neutras en s mismas) se justifica adems por
el deslizamiento inmediato del pensamiento de Aristteles hacia una mate-
ria narrativa no especficamente oratoria como es su ejemplificacin, conti-
gua al prrafo citado, con Herdoto o la alusin que sigue: Tambin es pre-
ciso decir como hechas ya las cosas, salvo si al narrarlas en su realizacin
producen o lstima o terror. Ejemplo es el relato de Alcino donde se lo
cuenta Ulises a Penlope en sesenta versos (Aristteles, Retrica, 1417 a).
Tanto la alusin a la lstima o terror, elemento asimismo central, como
se sabe, de la Potica, como la ejemplificacin con una narracin homrica
muestran que la analoga que vengo trazando entre la concepcin de la na-
rratio oratoria y la construccin de la fbula potica no es fortuita sino de-
pendiente de un pensamiento aristotlico coherente sobre las pautas narra-
tivas que exceden al discurso oratorio para apelar constantemente en la Re-
trica a principios universales de ordenacin narrativa, comnmente
apoyados adems en modelos y ejemplos de la tradicin literaria. En efecto,
el relato hecho por Ulises a Alcino, que se ofrece en los cantos IX-XII de La
Odisea es condensado por el mismo Ulises en la narracin hecha a Penlo-
pe en el canto XXIII, vv. 264-284 y 310-343 y que es la narracin a la que se
refiere Aristteles como modelo de narratio ajustada a una finalidad emoti-
va.

2.3. Se ha apuntado repetidamente la enorme responsabilidad del


tratado de Quitiliano Instituto Oratoria en la literaturizacin de la Retrica.
El gran retrico latino coincide con Aristteles en la nalidad potica de la
narratio retrica toda vez que le supone una finalidad no expositiva sino
persuasivo-emotiva: Porque no mira nicamente la narracin a enterar al
juez sino mucho ms a que sienta como queremos y as aunque no haya que
informarle sino slo mover en l algn efecto, contaremos la cosa para pre-
pararle... etc. (Quitiliano, Institutio, IV, II, 20-21.)
Por la va de persuasin del auditorio y la insistencia en el mover co-
mienza la narratio a liberarse de su atadura expositivo-argumentativa para
alcanzar otras funciones y por ellas una mayor proximidad a la esfera artsti-
ca. Al final del Captulo IV, II de su Tratado vuelve a insistir Quintiliano en
que la narracin debe mover afectos (Quintiliano, IV, II, 128). Con el fin de
cumplimentar tal propsito, se separa pronto Quintiliano de quienes fijan
para la narratio un orden lgico-histrico y prefiere la libertad de ordena-
cin temporal mediante una serie de figuras o artificios del narrador que
constituyen, tal como los enuncia Quintiliano, precedentes de una retrica
narrativa del que luego ser llamado en la Edad Media ordo artificiais. Tal
retrica: elusin de un acontecimiento que se finge olvidado, promesa del
narrador de completar un acontecimiento o volver sobre l, procedimiento
de retrospectivas, etc., constituyen, como se ver, una verdadera presenta-

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cin de recursos de estructura narrativa muy cercanos a lo que W. Booth
(1961) llama retrica de la ficcin e incluyen algunos de los procedimien-
tos ms comunes de la narrativa literaria. Veamos el texto de Quintiliano:

Dgolo porque no me cuadra la opinin de que con el mismo orden con


que sucedi la cosa, con ese mismo se debe contar, sino del modo que ms
acomode, para lo cual hay varias figuras. Algunas veces fingimos que se nos
pas por alto una cosa, que luego decimos en mejor ocasin, otras decimos
que volveremos a contar parte de lo que hemos dicho para que la cosa se pon-
ga ms en claro, otras, por ltimo, habiendo ya contado la cosa, aadimos los
motivos que antecedieron a ella (Quintiliano, Instiiutio. IV, II, 83).

Tan precioso texto nos permite asegurar que el problema del hoy llama-
do orden temporal en la narracin fue uno de los ms debatidos y dio entrada
a un famoso tpico de la teora oratoria pronto trasvasado a la tradicin po-
tica: la contraposicin ordo naturalis/ordo artificialis. Es sta, como se sabe,
una oposicin que cabe situar en los cimientos mismos de las teoras narra-
tolgicas actuales puesto que los formalistas rusos recuperaron para la cien-
cia narrativa la oposicin bsica del aristotelismo entre orden lgico y orden
artstico, oposicin que populariz Tomachevsky en su difundida Teora de
la Literatura y concretamente en el captulo que penetr en Occidente de la
mano de la Antologa de Todorov (1965) bajo el ttulo de Temtica. No es
preciso recordar aqu la influencia que en la naciente narratologa tuvo tal
oposicin de trama vs. argumento (vid. A. Garca Berrio, 1973, pp. 199
y ss.).
En el texto citado de Quintiliano es visible la contraposicin orden de la
historia/orden del discurso, por lo que la antinomia naturalis/artificialis se
convierte en un fenmeno de delimitacin interior a la estructura temporal
del discurso como una de las opciones medulares a eleccin del narrador y
en consecuencia de acomodo a su finalidad persuasoria o simplemente es-
ttica. As aparece en los Scholia Vindobonensia del siglo X y en la famosa ti-
pologa del ordo artificialis que ofrece Godofredo de Vinsauf en su Poetria
Nova, donde el retrico medieval ejemplifica ocho formas diferentes de co-
mienzo segn el ordo artificialis {vid. E. Paral, 1924, pp. 56 y 57 y pginas
265-266).
Aunque no afecte al tema narratolgico, conviene advertir que la tradicin
retrica no siempre se ha referido a la contraposicin ordo naturaiis/ordo arti-
ficialis como una cuestin de orden temporal. En textos de Sulpitius Vc-
tor y Martianus Capell puede encontrarse que dicha oposicin naturalis/
artificialis, con esos mismos trminos, se hace corresponder con la de orden
retrico cannico vs. orden retrico inusual (Paral, 1924, p. 55). El ordo na-
turalis es el que sigue las partes cannicas de la Dispositio retrica: exordio,
narratio, divisio, ..., etc. Se llega as a una paradoja, comentada por R. Bart-
hes (1970, p. 70) segiin la cual el orden natural es el que precepta el arte
retrica, convirtiendo as en natural precisamente lo convencional y cultu-

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ral y en artificial todo cuanto contraviene esa regla. Precisamente esta pa-
radoja es ilustrativa de la fuerte canonizacin de la Retrica que lleg a pen-
sar en las reglas del arte como el orden natural.

3. Narratio y verosimilitud

3.1. Antes de que Quintiliano escribiera su tratado, exista ya una tra-


dicin doctrinal sobre la narratio entendida como un fenmeno creativo y
muy asimilable a la narracin artstica o literaria. La va ms transitada para
dicha asimilacin fue la nocin de verosimilitud de los hechos incluidos en
la narratio. La verosimilitud se convirti pronto en una de las virtutes na-
rrationis presentes en todos los tratados de retrica desde la formidable Re-
trica ad Herenium. Tanto sta como el De inventione de Cicern, que cons-
tituyeron los manuales oratorios de mayor proyeccin posterior (Faral,
1924, p. 99 los considera la fuente, junto con la Epstola a los Pisones de Ho-
racio, de toda la doctrina potica medieval) conceden enorme importancia
a la cualidad de la verosimilitud hasta el punto que todas incluyen en la defi-
nicin misma de narratio dicha cualidad. Dicen ambas retricas idntica
definicin: Narratio est rerum gestarum aut proinde ut gestarum exposi-
tio (AdHerenium, I, IH, 4 y Cicern, De Inventione, 1, XIX) que traduce Me-
nndez Pelayo: Narracin es la exposicin de los hechos pasados o como si
hubieran pasado; y para Cicern traduce: Narracin es la exposicin de
los hechos como fueron o como debieron ser.
A nadie que conozca la Potica de Aristteles y concretamente el famo-
so captulo 9 donde se establece la diferencia entre Poesa e Historia (Aris-
tteles, Potica, 1451 b, 3)se le escapa que los textos de Cicern y del anni-
mo autor de Ad Herenium estn influidos por los trminos en que se distin-
gue lo sucedido y lo que podra o debera suceder para la fbula potica.
Pienso que la distincin en las retricas entre lo ocurrido y lo posible se pro-
duce por impregnacin de la materia doctrinal de la fbula potica, como si
se tratase de un discurso repetido cuya referencia, dado lo medular del dis-
curso matriz aristotlico no poda ser casual o ser vista como tal por el lector
latino. Esta hiptesis de intertextualidad poda no ser tan fuerte si no se en-
contrase corroborada por la insistencia con que el annimo autor de Ad He-
renium y Cicern, a lo largo de sus respectivos tratados, glosarn la cualidad
de lo verosmil para la narratio oratoria, insistencia que vino pronto a ci-
mentar un tpico de extenso tratamiento en todas las retricas y en cuyos dis-
tingos y matices merece la pena detenerse por lo mucho que aclaran acerca
de una teora narrativa en general, y tambin por la fuerte analoga entre na-
rracin retrica y narracin literaria que vienen a sustentar.

3.2. La cualidad verosmil aparece siempre que se trata de enumerar


las virtudes o requisitos de la narratio: que sea breve, clara y verosmil o pro-
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bable (Ad Herenium, I, IX, 14-15; De Inventionel, XX; Quintiliano, Institutio,
IV, II, 31-32). En la explicacin de dichas cualidades encontramos intere-
santes puntos de encuentro con las doctrinas poticas, en especial en la ex-
plicacin de lo verosmil por ser esta cualidad central en la teora potica
desde Aristteles.
Los retricos han explicado la verosimilitud como un concepto plural
en el que interviene no nicamente la cuestin de la historicidad o posibili-
dad histrica de los hechos narrados, sino tambin un conjunto de rasgos
centrales para la esttica clasicista que afectan en general a la composicin
artstica de una obra. Es ms, creo que la explicacin ms cabal de qu sea el
verosmil se encuentra en las retricas. As explica Cicern la verosimili-
tud:

Verosmil ser la narracin si en ella aparecen cosas que suelen aparecer


en la realidad, si se guarda la dignidad de las personas, si se dicen las causas de
los hechos y la ocasin y el tiempo y el espacio y el modo; si se ajusta la cosa
narrada a la ndole de los que se suponen autores o al rumor del vulgo o a la
opinin de los que oyen (Cicern, De Inventione. 1, XXI).

Quintiliano todava es ms explcito en el ensanche de la verosimilitud


narrativa:

Ser verosmil la narracin si primero consultamos nuestro nimo para


no decir cosa que se oponga a la naturaleza, si insinuramos de antemano los
motivos que hubo para suceder las cosas que contamos, no de todos, sino de
aquellos que se pretende averiguar. Si pintamos las personas con aquellas
propiedades que hagan creble el hecho, vgr. al reo del hurto, codicioso; al
adltero, deshonesto y temerario al homicida y al revs si defendemos. Las
circunstancias de lugar y de tiempo han de cuadrar igualmente.
Hay tambin cierta serie y enlace de los sucesos que los hace crebles
como sucede en las comedias y mimos. Pues hay ciertas cosas que natural-
mente son consecuencias unas de otras, como, por ejemplo, si hubiramos
contado lo primero con verosimilitud el juez esperar lo que sigue despus
(Quintiliano, Institutio, IV, II, 52-53).

3.3. Estos dos textos que acabo de transcribir son preciosos para la pro-
pia teora retrica, pero no lo son menos para la teora narratolgica, pues
ambos inciden con notable concrecin en la puntual explicacin del con-
cepto de verosimilitud, concepto como sabemos muy controvertido en la
potica clasicista del Renacimiento y que estuvo en el origen mismo de la
polmica sobre la novela. A la luz de estos textos se pueden extraer algunas
consecuencias.

240
3.3.1. La primera sea la de constatar que tanto Cicern como Quinti-
liano se refieren primeramente a la cualidad verosmil como afecta a la rela-
cin Literatura-Realidad o, mejor, Literatura-Historicidad. Para Cicern
una narracin ser verosmil si en ella aparecen cosas que suelen apare-
cer en la realidad [solent aparere in veritate] y Quintiliano matiza estable-
ciendo que lo narrado no se oponga a la naturaleza [ne quid naturae dica-
mus adversum]. Son dos versiones del tema aristotlico de lo verosmil co-
mo probable o posible en la historia. Ambas dejan a un lado la exigencia de
historicidad real. Con todo la matizacin de Quintiliano introduce ya un
primer cercenamiento de lo maravilloso, mgico o sobrenatural al estable-
cer unidos los conceptos de verosimilitud y naturaleza, como harn pos-
teriormente los autores renacentistas al entender la mimesis como imitatio
naturae y por tanto, en un orden restringido, a lo que se da en la naturaleza
como real (vid. Weinberg, 1961, Garca Berrio, 1975 y Bruck, 1982).

3.3.2. La segunda consecuencia allegable de la lectura de los textos ci-


tados es que Cicern y Quintiliano han vinculado los conceptos clsicos
de verosimilitud y decoro [decorum]. Su perspicacia hace justicia a una vincu-
lacin que es real en la teora potica clasicista, pero que en el tratado aristo-
tlico se da en dos rdenes diferentes. En efecto, la Potica de Aristteles se
refiere a lo verosmil como cualidad de la fbula y al decoro o propiedad co-
mo cualidad de los caracteres. Cicern y Quintiliano los han visto como dos
caras de una misma moneda: ser verosmil la narracin si guarda la digni-
dad y propiedad en la pintura de los caracteres. Quintiliano aade que una
buena pintura es necesaria de modo que se haga creble el hecho, que cua-
dre la accin con el carcter de quien la ejecuta. El decoro o propiedad, se-
gunda gran caracterstica central del pensamiento clasicista, est en la Ret-
rica en su lugar idneo: vinculado por necesaria contigidad al fenmeno
de lo verosmil que nunca puede ser referido exclusivamente a la accin, si-
no a la relacin entre accin y actante; dice Cicern: si se ajusta la cosa na-
rrada a la ndole de los autores [si fuisse facultates faciundi videbuntur].

3.3.3. Un tercer aspecto de los textos citados relaciona verosmil con


las cinrcunstancias de lugar y tiempo y modo que han de cuadrar igualmen-
te. Como se ve, el desarrollo terico de lo verosmil est afectando a los uni-
versales narrativos que se exponen sucesivamente: accin, actante, espa-
cio, tiempo, modo. Las circunstancias del hecho han de explicarlo como
posible o no, como creble o no, como verosmil en suma.

3.3.4. Por ltimo una breve alusin en el texto de Cicern y una


concreta explicacin de Quintiliano han de llevamos al concepto de conve-
niencia, consecuencia o necesidad, que es concepto medular en la teora de
la fbula potica (en Aristteles avaykaos) y que los retricos asimismo
recogen para la narratio retrica. A las circimstancias de lugar y tiempo les ha

241
precedido en el texto de Cicern: [que ser verosmil la narracin] si se di-
cen las causas de los hechos [si causae factorum extabunt]. Quintiliano,
luego de referirse a las circunstancias de lugar y de tiempo, aada: Hay
tambin cierta serie y enlace de los sucesos que los hace crebles, como su-
cede en las comedias y mimos. Pues hay ciertas cosas que naturalmente son
consecuencias unas de otras...
Unas pginas ms adelante de su tratado aadir Quintiliano esta pre-
ciosa consideracin sobre el verosmil fingido:

De cualquiera de las dos [narracionesfngidas]que nos valgamos, lo que


se finja sea verosmil en primer lugar y adems de eso corresponda a las cir-
cunstancias y guarde tal orden que se haga creble: por ltimo, si es posible
tenga trabazn lo que fngimos con alguna cosa verdadera. Sobre todo debe
evitarse un vicio harto comn en los que fingen y es el que no se les escape al-
guna contradiccin. Porque hay ciertas cosas que odas en s lisonjean al odo,
pero despus no dicen bien con el todo. (Quintiliano, Insthutio. IV, II, 89-
90).

Y en otro lugar dir:

Esto es lo que hace probable la narracin, que l necesite que le digamos


que debe carecer de contradicciones, a ste intiles les sern los dems pre-
ceptos (Ibidem, IV, II, 59-60).

En estos textos que acabo de citar se explica la verosimilitud ligada al


concepto de lgica interna de la accin, de trabazn de los sucesos unos con
otros, de encadenamiento causal. Curiosamente ejemplifica Quintiliano
con las comedias y mimos y su pensamiento est claro: lo verosmil no se
ejecuta slo en el orden externo de relacin accin-realidad histrica (o na-
turaleza), sino asimismo en el orden interno de la lgica del discurso como
una ausencia de contradicciones [nec qua nter se pugnet], una trabazn
coherente de causas y efectos, antecedentes y consecuencias. No es sta
una explicacin del concepto aristotlico de necesidad favaykalosj, vincu-
lado siempre en la Potica al de verosimilitud? Como-se sabe, el Estagirita
alude varias veces a que los hechos narrados por la fbula no estn solamen-
te unos detrs o despus de los otros, sino tambin unos a consecuencia de
otros; la fbula es un cuerpo trabado, ordenado, unitario, en el que los he-
chos estn ligados no fortuitamente sino necesariamente de suerte que re-
sulten de los hechos anteriores o por necesidad o verosmilmente. Es muy
distinto en efecto, que unas cosas sucedan a causa de otras o que sucedan
despus de ellas (Aristteles, Potica, 1452a, 24). La unin de verosimili-
tud y necesidad se da en la Potica constantemente (vid. Potica 1451a, 12;
1451a, 27; 1451b, 9; 1454a, 34).
Vemos cmo esta unin, central en la Potica, ha sido continuada y expli-
cada por la narratio retrica de forma enormemente pedaggica como una

242
cualidad estructural que para Quintiliano hara innecesarios el resto de los
preceptos; por tanto, como la cualidad primaria y esencial de la fbula orato-
ria.

3.4. Quiz no fuese demasiado importante que retricos y hombres de


cultura de la talla de Cicern y Quintiliano se hubieran referido a lo veros-
mil de modo tangencial o a cualquiera de sus lados. Lo que s considero
muy importante desde el punto de vista de la teora potico-narrativa es que
Cicern, Quintiliano y tambin el autor de Ad Herenium en un texto muy
semejante que no he reproducido aqu (cf Ad Herenium, I, IX, 15), mues-
tren los tres conciencia clara de que las cualidades de la narratio verosmil
se presentan como un sistema o conjunto de virtudes y rasgos co-relacio-
nados que acta adems de compendio o sntesis de lo que la Potica clasi-
cista consider para la fbula o construccin del orden de acciones. Quiero
decir que la Retrica nos ha descubierto la consciencia clara del sistema cla-
sicista como tal sistema esttico, formado por la interrelacin, en torno al
concepto de verosimilitud, de cuatro rdenes diferentes: a) verosmil natu-
ral (perteneciente a la relacin Literatura-Realidad), b) decorum (pertene-
ciente tanto al orden externo de Literatura-realidad como al interno de
conveniencia entre accin y lenguaje del personaje con el carcter del persona-
je), c) circunstancias de lugar, tiempo y modo, y d) necesidad o consecuencia
en la trabazn de las acciones. Sobre estos cuatro rasgos, ofrecidos por la
Retrica juntos y en contigidad necesaria, descansa el verosmil de la na-
rratio oratoria, el verosmil persuasivo. Como puede verse, son los cuatro
rasgos centrales del sistema esttico predicado por el clasicismo para la f-
bula potica, pero en ningn tratado potico de esa poca y aun de las poste-
riores (i.e. las poticas medievales) los hemos encontrado juntos, formando
un sistema coherente de rasgos, como s ocurre en las retricas clsicas.

4. Narratio y tipologa narrativa

4.1. Otro punto de inters para la teora narrativa general se encuentra


en las distinciones sobre gneros de narracin. Los retricos establecen tres
genera narrationis: la narracin de la causa, la narracin como digresin y
por ltimo la narracin como ejercicio de estilo. A esta ltima llama Laus-
berg narracin literaria (cf. H. Lausberg, 1960, p. 290,3). De hecho es
la que tiene inters para la teora literaria y curiosamente es el gnero de na-
rracin que ms lugar ocupa en los propios tratados de retrica, superando
con mucho a la narratio estrictamente judicial, motivo que nos vuelve a se-
parar de la consideracin de Barthes de ser la narratio principalmente un fe-
nmeno argumentativo. Quiz llamarle literaria y apelar a las artes poti-
cas como hace Lausberg pueda parecer excesivo; lo que s es ajustado es re-
coger un tipo de narratio concebida en s misma como ejercicio del retrico,

243
como modelo o espejo cuyos ejemplos adems pertenecen visiblemente al
campo literario. Los tratadistas se refieren a la influencia de los progymnas-
mata de Hermgenes, ejercicios retricos, de aprendizaje de narradores.
Los genera narrationis son tratados con pormenor tanto en la Retrica ad
Herenium como en el De inventione de Cicern, para permanecer luego en
todos los tratados de retrica como un punto de obligado tratamiento en la
doctrina sobre la narraio. Los textos del annimo y el De Inventione son
prcticamente idnticos. Doy a continuacin el texto de Ad Herenium, aun-
que posteriormente comentar las variantes del de Cicern:

Tres gneros hay de narraciones. Uno en que se expone el hecho del mo-
do que ms nos favorezca, lo cual acontece en las causas judiciales. Otro gne-
ro de narracin es aqul en que interviene algn juramento o recriminacin o
alabanza o vituperio. El tercer gnero nada tiene que ver con las causas civiles
pero conviene ejercitarse en l para tratar mejor las narraciones anteriores.
Dos son los gneros de esta narracin: uno versa sobre los asuntos [negotiaj,
otro sobre las personas. El que se basa en la exposicin de los hechos presenta
tres formas: fbula, historia y argumento. Fbula es la que no contiene cosas
verdaderas ni verosmiles, como los trgicos hacen en las tragedias; historia es
un hecho ocurrido pero lejano de nuestra edad; argumento es un hecho fingi-
do pero verosmil, como sucede en las comedias. (Ad Herenium, I, VIII,
12-13).

El texto de Cicern vara muy poco; la nica variacin destacable es la eli-


minacin de la referencia a los trgicos y la tragedia para ejemplificar qu sea
fbula. Se limita pues Cicern a decir que el gnero de fbula trata de cosas
no verdaderas ni verosmiles y pone el ejemplo de unos versos en que se ha-
bla de aladas culebras (angues ingenaiites). Tambin elimina la alusin a
las comedias para el argumento. Ejemplifica en cambio la historia con una
referencia: vgr. Apio declar la guerra a los cartagineses (Cicern, De In-
ventione, I, XIX, 12).
En estas citas de las retricas ciceronianas hay importante materia de
reflexin para el tema que nos ocupa. En primer lugar la explcita extensin
a lo literario de la narratio retrica, concibiendo un gnero narrativo, de
ejercicio previo del orador en narraciones no oratorias y s literarias declara-
das como muy tiles. Inmediatamente se extienden a pormenorizar sobre
este tercer gnero y abandonan los especficamente oratorios. De esos por-
menores interesa muy especialmente, porque la considero clave, la frontera
interior al tercer gnero cuando dicen que hay dos partes o gneros de esta
narracin (literaria): una versa sobre los asuntos y otra sobre as personas.
Esta frontera interior al propio relato entre negotia (asuntos, hechos) y
personae (caracteres, personajes) es la primera versin que conozco explci-
ta en la teora filolgica de Occidente del universal distingo narratolgico
entre los niveles/unc/ona/ y actancial que es una constante en la teora na-
rratolgica desde V. Propp y que vino a sancionar luego todo el estructura-
lismo. Probablemente ningunafi-onterao delimitacin de las trazadas en la
Semntica general de los grandes sintagmas narrativos, literarios o no, sea

244
tan universalmente reconocida como sta, que la narratio retrica traz la
primera. El ser una frontera no arbitraria ha motivado que propuestas sin-
tctico-semnticas como la de Tesniere, o especfcamente semnticas co-
mo la de Greimas, la hayan dibujado como la ms operativa dentro de las se-
aladas en teora narratolgica en su sentido ms amplio {vid. C. Segre,
1976: 42, 70 y C. Segre, 1985, pp. 289-290). Cuando parece llegado el mo-
mento de dibujar el sistema retrico como un marco vlido para esa teora
general del texto de la que hablan L, Heilmann (1978) y Garca Berrio
(1983), esta lcida separacin tipolgica de la retrica clsica cobra todo su
sentido de propuesta pionera de segmentacin interna de una Dispositio
textual todava por construir que excede en sus repercusiones ltimas a la
narratologa literaria para convertirse en una clave ordenadora de la semn-
tica general de los sistemas narrativos. Que esta distincin retrica haya pa-
sado, que yo sepa, desapercibida muestra cunto hay que trabajar an por
tender puentes entre Retrica y teora textual (vid. A. Garca Berrio, 1983,
pp. 113, 115, 118-121).

4.2. Para las narraciones de asuntos se establece una subdivisin en


tres tipos:/>M/a, historia y argumento cuyo quicio viene a ser el grado de fic-
cionalidad, mayor (fbula), menor (historia) e intermedio (argumento). Pa-
ra el primero se predica la no verdad y la no verosimilitud, para la historia la
verdad y para el argumento la no verdad (cosasfingidas)pero s la verosimi-
litud. Como puede observarse, los retricos penetran directamente en una
materia no oratoria, decididamente intraliteraria; no en vano la ejemplifica-
cin del autor deAd Herenium ser respectivamente de la tragedia, la Histo-
ria y la comedia. Pero la analoga entre Retrica y Potica parece obstaculi-
zada en este punto por la referencia a la fbula trgica como no verdadera y
no verosmil, cuando sabemos que desde Aristteles la fbula trgica no
puede sustraerse del dominio de lo verosmil y necesario. Cmo un autor
del siglo I a. de C. de la cultura del autor de AdHerenium puede ejemplificar
el gnero maravilloso, que ni ha ocurrido ni puede ocurrir, con la tragedia?
Por qu el autor annimo ha identificado no verdad y no verosimilitud con
fbula trgica? Desde mi punto de vista esta identificacin, extraa a quien
domine la teora literaria, debi producirse por un cruce entre dos trminos
tcnicos de desigual extensin y valor en griego {jiv6os^yo\) traducidos
ambos al latn con el vocablo comn de Fbula. En efecto, Aristteles en su
Retrica distingue dos tipos de ejemplos: los que dicen cosas que han
ocurrido antes y los inventados. De esta ltima especie, ejemplo inventa-
do, son las fbulas (lyoi) (cf. Aristteles, Retrica, 1393a, 28 y ss.). El em-
pleo comn de fbula como trmino tanto para el ejemplo inventado
(Ayoi) como para accin trgica (jvOos) ha provocado en el autor de la
Retrica Ad Herenium un cruce o deslizamiento desde el trmino retrico al
potico que le ha llevado a aplicar a la fbula trgica (jiibOos) el carcter no
verosmil que en la Retrica de Aristteles se haba atribuido a las fbulas

245
como ejemplos inventados (kyoi). Esta hiptesis puede explicar que un
autor latino del siglo l a. de C. predique la no verdad y no verosimilitud para
la fbula trgica. Esta hiptesis puede verse reforzada si tenemos en cuenta
que el Cicern de De nventione que sigue tan de cerca la doctrina eAd He-
renium evite o suprima al llegar a este punto la ejemplificacin Q fbula con
la tragedia y de argumento con la comedia, y se limite a allegar un ejemplo de
cosa maravillosa o prodigiosa (culebras aladas) (cf. Cicern, De nventione,
1, XIX, 10).
De cara a la teora potica en s misma, la tipologa retrica de tres gne-
ros de narracin de hechos de acuerdo con tres grados diferentes de ficcio-
nalidad resulta preciosa y habra servido de punto de inflexin contra la
decidida lucha antificcional que sostuvo la Potica durante siglos. Autorida-
des como el autor de Ad Herenium, Cicern, Quintiliano, han establecido
rdenes narrativos diferentes en los que cabe incluso la tradicin radical-
mente ajena a la verdad de las llamadas fbulas como ya haba previsto el
Aristteles de la Retrica (1393a).

4.3. La narracin que versa sobre las personas da lugar en las retricas
ciceronianas a una teora de los caracteres o personajes intervinientes muy
provechosa para nuestro tema. Ya Aristteles haba vinculado estrecha-
mente en su Retrica narracin y carcter al decir:

Es preciso que la narracin sea de carcter. Esto se lograr si sabemos


qu es lo que muestra carcter. Un modo es manifestar el propsito, pues el
carcter es tal como es lo que se prefiere y el propsito es tal cual su fin. Por
eso no tienen los razonamientos matemticos carcter, porque no contienen
propsito, ya que no obedecen a una fnalidad (Aristteles, Retrica, 1417a).

En un pasaje de la Potica completa Aristteles su visin del carcter,


una de las partes cualitativas de la tragedia:

Carcter es aquello que manifesta la decisin, es decir, qu cosas en las


situaciones en que no est claro, uno prefiere o evita; por eso no tienen carc-
ter los razonamientos en que no hay absolutamente nada que prefiera o evite
el que habla (Aristteles, Potica, 1450b, 9 y ss.).

Otra vez Retrica y Potica muestran un pensamiento aristotlico cohe-


rente; ambos tratados vinculan razonamiento con carcter a propsito, fi-
nalidad, voluntad del que habla, que cumple un acto de su propia decisin.
Que en la Retrica insistiese en que la narratio debe mostrar carcter indica
otra vez la preferencia aristotlica-coincidente con las citas de autores lite-
rarios por una narratio retrica no limitada a una funcin subsidiaria, ins-
trumental o meramente argumentativa, sino concurrente con la finalidad

246
de mover estticamente al auditorio. Por esa razn Aristteles recomienda
ms adelante al orador cierto patetismo obtenido de la muestra de las pasio-
nes y recomienda se extraigan esas notas caracteriolgicas del poeta Home-
ro (cf. Aristteles, Retrica, 1417b).
La aportacin de Cicern a este tema concreto habr de aadir una nota
de enorme inters para la narratologa: la separacin, como frontera interna
del relato, del hablar de los personajes/hablar del narrador. Como se sabe, tal
distincin es capital en la teora del discurso narrativo y fue especialmente
subrayada por la crtica norteamericana al establecer la distincin de moda-
lidad narrativa vs. modalidad actuante como dos formas estructuradoras de
la narracin; bajo diferentes terminologas como telling/showing, summary/
scene, etc. (cf. Bourneuf-Oullet, 1972, pp. 69 y ss., y J. M. Pozuelo, 1983, pp.
142-143). G. Genette pudo relacionar estas oposiciones con la clsica distin-
cin de La Repblica de Platn entre digesis y mimesis como formas de rela-
to de hechos, y posteriormente las ha concebido en trminos de distancia
mayor (relato narrativizado), menor (relato traspuesto) o intermedia (relato
en discurso indirecto libre) respecto a las verdaderas palabras de una histo-
ria (vid. G. Genette, 1972, pp. 184-190 y 1983, pp. 30-39).
Pues bien, esta otra frontera discursiva se encuentra explcita en la teo-
ra de la narratio retrica cuando dice Cicern en el De Inventione:

La narracin que versa sobre las personas es aqulla en que se hace ha-
blar a las personas mismas y se muestran sus caracteres; vgr.:
Muchas veces vino a mi clamando:
"Qu haces, Micio? Por qu echas a perder a este joven? Por qu se
enamora? Por qu bebe? Por qu le aconsejas estas cosas? Le dejas vestir
con demasiado hiin e.re^ mnv nerin
-Y tii eres ms duro de lo que es en razn" (Cicern, De Inventione, I, XIX).

Se habr observado que el ejemplo que Cicern inserta elude el discur-


so narrativizado y su sucedneo o discurso atributivo (cf. G. Prince,
1978), del tipo: dijo, grit, etc., para preferir la expresin directa de una
vehemencia en el reproche y una dureza que el lector-oyente percibe a tra-
vs de las propias palabras vertidas por el personaje en discurso directo. Ci-
cern concibe, pues, la narracin de personas, vinculada a la dramatizacin
o modalidad actuante-mimtica, y aade inmediatamente:

En estas narraciones debe haber mucha gracia, nacida de la variedad de


objetos, de la desemejanza de caracteres, de la gravedad, mansedumbre, es-
peranza, miedo, sospecha, deseo, disimulacin, error, misericordia, mudanza
de fortuna, inesperadas calamidades, sbita alegra, feliz resultado (Cicern,
De Inventione, 1, XIX).

En trminos casi idnticos se muestra el problema en la Retrica Ad He-


renium (I, VIII, 13).
247
4.4. Lo que Cicern ha ofrecido es una enumeracin de tpicos de ca-
racteres que nos invita a no olvidar que todava nos encontramos en el apar-
tado del gnero narrativo concebido como ejercicio de estilo, forja de es-
critores y oradores. Estos haban de prever todas y cada una de las pasiones
de los personajes y ejercitarse en su descripcin. Tales ejercicios vinieron
pronto a constituirse en unos fragmentos autnomos de naturaleza antol-
gica en que de modo brillante se desarrollan descripciones de personas o de
cosas, alejados ya como tales fragmentos de la fnalidad persuasiva y soste-
nidos casi slo por la ostentacin de un buen hacer retrico, de una habili-
dad. Precisamente uno de los temas ms apasionantes de la comunicacin
entre Retrica y Literatura lo vino a constituir el lugar preeminente concedi-
do a la descriptio (o ekfrasis). La narracin de carcter es en realidad un ejer-
cicio de etopeya, de descriptiopersonae. Tales fragmentos de retratos de muy
diferentes caracteres venan a ser antologas escolares transvasables incluso
de una obra a otra. Se reproducan los modelos homricos o virgilianos en
fragmentos que constituyen una nueva unidad sintagmtica, menos ex-
tensos que las partes tradicionales del discurso y mayores que el perodo.
Esta unidad (paisaje, retrato) abandona el discurso oratorio (jurdico, polti-
co) y se integra fcilmente en la narracin, en el continuo novelesco: una
vez ms la retrica muerde en lo literario (cf. R. Barthes, 1970, p. 24).
Ya habr percibido el lector de estas lneas que esos ejercicios caracte-
riolgicos enjfragmentos para una tipologa de caracteres o cosas integrables
en diferentes obras es una de las versiones ms ricas de lo que Curtius llam
topoi. En efecto, el gnero de narratio personae dio origen a una de las deu-
das ms grandes contradas por la Literatura con el sistema de la Retrica: la
descriptio de personas y la de lugares, puesto que desde antiguo caminan
juntas dentro de la narratio. Frente a los hechos o acciones (narratio, nego-
tia) hay caracteres (personae) y circunstancias (loci, tmpora). En los frag-
mentos de ejercicio escolar el retrato y el paisaje se convierten en fenme-
nos contiguos y esa metonimia se traza muy poderosa, tanto ms cuanto
ms clara era (y lo era mucho) la conciencia de que retrato y paisaje pertene-
can a un orden diferente a los negotia o narracin de asuntos, hechos. Re-
trato y paisaje construan su solidaridad por ser ambos pertenecientes a un
orden discursivo diferente del diegtico; pertenecan ms bien a un orden
mostrativo, mimtico, objetivo, en que personas y cosas adquiran una cier-
ta autonoma de tratamiento.
Como se sabe, en el propio desarrollo del entimema (lat. argumentum) la
Retrica ofreca categoras o lugares que pueden ser de persona o de cosa;
los argumenta a persona incluan origen, patria, sexo, edad, educacin, y los
attributa o argumenta a re incluan un pormenorizado recorrido por todas
las circunstancias espaciales y temporales en respuesta a los lugares ubi et
guando. Quintiliano ofrece en el captulo X del Libro V de su Tratado una
extensa casustica que se traslada pronto como material bsico para las for-
mas de la descriptio y que fmalmente desemboca en ejercitaciones del que
escribe. Las investigaciones de Paral, Curtius, Dragonetti, etc., han mostra-

248
do la importancia de tales lugares en la tradicin literaria medieval latina y
romance (vid. Faral, 1924, pp. 75 y ss.; Curtius, 1948, pp. 277 y ss., y Drago-
netti, 1960,248-260), constituyendo unos tpicos retricos que penetran en
la literatura tan vigorosos que todava perduran en la literatura del siglo
XVII, como ya mostr en otro lugar (J. M. Pozuelo, 1980). Para la literatura
medieval Faral ha demostrado con amplitud de detalles que las autoridades
y fuentes de la descrptio son los tratados retricos, singularmente las retri-
cas ciceronianas, as como ha demostrado la existencia de modelos concre-
tos de descripciones de personas y cosas, concebidos como textos-matriz.
Para la narrativa interesa especialmente recordar un apartado concreto de
descripcin de escenas (Paral, p. 82) sobre las que trae una interesante ense-
anza la potica de Mateo de Vendme (Poetria Nova, 1,94), quien reprodu-
ce completndola, con ejemplos, la enseanza ciceroniana sobre los attri-
buta (Cicern, De Inventione, I, XXVI-XXVII). Incluso es posible aislar un
tipo particular de descripcin como es la descripcin debata/las en epopeyas
y novelas como las de Chrtien de Troyes.

5. Conclusin

Del rpido recorrido que hemos hecho por la narratio podemos concluir
que en esta parte de la Dispositio, adems de una profunda meditacin so-
bre el verosmil y el orden temporal, se encuentran explcitas las ms impor-
tantes fronteras que la narratologa ha trazado despus para la composicin
narrativa. Hemos asistido en la Retrica a la dicotoma narracin de he-
chos/narracin de personas, que establece la primera frontera entre los ni-
veles funcional y actancial. Hemos podido comprobar, con Cicern, que la
oposicin narracin/dilogo, como modalidades implicadas en el seno de la
narratio personae, estaba perfectamente conseguida, y por ltimo hemos
relevado la importancia que en la Retrica se otorga a la Descriptio como
elemento fundamental, no exclusivo de la Dispositio, puesto que arranca de
los argumenta o pruebas de la Inventio pero que encuentra enorme desarro-
llo en los ejercicios tcnicos escolares de la narratio como ejercicio de estilo,
precedente y fuente terica de muchas narraciones literarias.

249
BIBLIOGRAFA CITADA

Para las numerosas citas de textos clsicos, de Aristteles, Cicern, Quintiliano, etc., he
dado al final de la cita la numeracin universalmente admitida de las ediciones crticas cita-
das en la bibliografa con indicacin del Libro, Capitulo y prrafo; de ese modo el lector
exigente puede consultar directamente el texto griego o latino original. En este estudio apa-
recen las citas traducidas al castellano, para lo que me he servido de traducciones de recono-
cido prestigio, indicadas en la correspondiente entrada bibliogrfica, aunque sin ofrecer en
este caso pgina, puesto que el texto est ya detectado en la numeracin universal de fin de
cada cita.

ARISTTELES, Retrica, Ed. de A. Tovar. Madrid, Instituto de Estudios Polticos, 1971.


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por la que cito los textos en castellano es la de M. Menndez Pelayo, Obras Completas de
M. Tulio Cicern. Madrid, L. Navarro Editor, T.I, 1888.
- Ad. C. Herenium. Derationis Dicendi, Ed. de H. Caplan. Harvard Univ. Press, Cambrid-
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layo indicada en la anterior entrada.
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