La Modernidad Al Método

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 7

T

LA MODERNIDAD
AL MÉTODO

 Alumna: Ma. Victoria Gomez Vila


 Cátedra: Historia de la Filosofía Moderna
 Fecha de entrega: 21/12/09
I.
Introducción

Si pretendiéramos hacer uso de estas páginas para referirnos a la totalidad de actores


involucrados en la preocupación por el método en la Modernidad, resultaría una tarea
por demás infructuosa. Consideramos, sin embargo, que el atenernos a tan sólo tres
filósofos, de los cuales cada uno representará grandes corrientes del pensamiento en
dicha etapa, se logrará compensar aquella intención inicial.
Establecido ya el eje central que guía nuestra investigación, pretendemos ahora estipular
el origen del mismo. ¿De dónde provino la necesidad de reflexionar sobre un método?
S. Turró nos brinda las claves fundamentales, vislumbradas en la época renacentista1.
Ante la construcción de flamantes artefactos mecánicos, la creciente tensión entre
instituciones educativas de tradición aristotélica y los emergentes colegios jesuitas,
junto con la demanda de investigadores de la naturaleza por una nueva concepción de la
ciencia, se instala en la intelectualidad del momento la inquietud por descubrir un
método, fundamentado en nuestra capacidad de conocimiento.
En orden de presenciar la evolución de dicho interés, tendremos en cuenta los métodos
propuestos por R. Descartes, J. Locke e I. Kant, quienes consagran respectivamente el
racionalismo, el empirismo y el criticismo modernos.

II.
La méthode de Descartes

Como hemos desarrollado brevemente en la introducción, se pueden comenzar a


entrever los atisbos del pensar moderno en el Renacimiento. La razón por la cual se
observa a Descartes como el padre de la Filosofía Moderna, habiendo existido entre los
años 1596 y 1650, yace en gran medida en sus cavilaciones por el método. E. García lo
describe como una de las “puntas de lanza” que abre las puertas de la Modernidad:
“Descartes establece un método fundado en la razón, que desplaza al criterio de la fe”2.
El método será analizado por el pensador francés, con diversas aristas, a lo largo de su
obra, pero es en Reglas para la dirección del espíritu, donde Descartes hace explícitas
sus consideraciones al respecto. “El método”, nos indica en la Regla IV, “es necesario
para la investigación de las cosas […] (consiste) en reglas ciertas y fáciles, mediante las
cuales el que las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y [...]
aumentando siempre gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero”3. Más
adelante, Descartes hará mención de la mathesis universalis, término sumamente
intrincado, del cual nos ocuparemos cuando nos hayamos adentrado un poco más en la
filosofía cartesiana.
En la Regla VIII, se observa otra de las características eminentemente modernas en el
pensamiento de Descartes: la limitación de nuestro conocimiento. Allí mismo indica:
“Si en la serie de las cosas que se han de investigar se presenta algo que nuestro
entendimiento no puede intuir suficientemente bien, es preciso detenerse…” 4. A
diferencia de las elucubraciones sobre una inviabilidad del método expresada en esta

1
Cfr. Turró, S. DESCARTES. DEL HERMETISMO A LA NUEVA CIENCIA. Editorial del Hombre
1985. Barcelona
2
García, E. INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA MODERNA. Ediciones Sotto Voce, 2007, p. 20.
Subrayado del autor
3
Descartes, R. REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU. Editorial Alianza, 1996, Madrid, pp.
78-79.
4
Ibidem, p. 99.
regla5, creemos importante destacar lo contrario. Aquí Descartes indica que el hecho de
no poder avanzar en una investigación, no implica una incorrecta aplicación del método,
sino que algunos problemas tienen una complejidad semejante que excede nuestra
propia capacidad resolutiva. De todos modos, el filósofo nos lega un mensaje
esperanzador de que, en algún momento, se podrán resolver tales dilemas.
En Discurso del método, tal vez su escrito más célebre, Descartes completa sus
teorizaciones sobre el método, enumerando cuatro reglas a seguir: primeramente, se
debe tener a la claridad y distinción como criterios de verdad; luego, se debe llevar a
cabo un análisis6; consiguientemente, una síntesis7 y por último, una enumeración
completa de las proposiciones.
Pero, retornemos al concepto previamente abandonado. A diferencia de quienes
establecen confusas distinciones entre mathesis y mathesis universalis, aparentemente
desvinculándola del método8, concordamos con E. Gilson cuando asevera que el método
es la mathesis universalis 9. No obstante, diferimos enfáticamente con la principal
postura del autor quien, al tener en cuenta el término de mathesis universalis, aduce un
matematicismo indebido en la filosofía de Descartes. Aquí volvemos sobre nuestros
pasos a Navarro Cordón, quien acertadamente considera a la matemática como un
modelo pedagógico, de carácter instrumental. Descartes mismo visualiza, en la Regla
IV, que en la matemática (más precisamente, en la aritmética y la geometría) se
encuentran “las primeras semillas de pensamientos útiles”10. Justamente, lo que
Descartes pretende es establecer a la matemática como un modelo a seguir, lo cual no
implica la aplicación del método matemático en todos los ámbitos del conocimiento. El
método la tomará meramente como ejemplo, para poder obtener certezas de la misma
índole que aquellas encontradas en la ciencia matemática.
A partir de lo anteriormente expresado, ¿de qué manera entendemos el racionalismo de
Descartes? Pues bien, considerando las dudas que acucian al filósofo, en su mayoría
provenientes de los datos sensibles (la experiencia), podemos fácilmente identificarlo
como el fundador de tal corriente, al procurar por medio de su método, fundado en la
razón, arribar a conocimientos certeros que le permitan afirmar la existencia de un
mundo exterior.
III.
Locke’s method

En tanto Descartes es visto como el fundador del racionalismo moderno, Locke es


identificado como el precursor de su natural opuesto, el empirismo. La postura del
pensador inglés es tan acérrimamente contraria a la de Descartes y, por ende al
innatismo11 que, según Romeo Rábade, llegó al extremo de caricaturizarlo12.
Los elementos esenciales en los cuales ambas corrientes difieren, radican en los
siguientes aspectos. En primer lugar, el empirismo mantiene que el conocimiento
certero proviene de la experiencia. Por supuesto, éste no es el caso del racionalismo. A
5
Cfr. Turró, S. § 58
6
Consistente en la división del problema en tantas partes como sea posible
7
Implica un ordenamiento del pensamiento, desde lo más simple a lo más complejo.
8
Cfr. Navarro Cordón, J.M. “Método y filosofía en Descartes” en ANALES DEL SEMINARIO DE
METAFÍSICA, Facultad de Filosofía y Letras, 1972, Universidad Complutense de Madrid.
9
Cfr. Gilson, E. LA UNIDAD DE LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA. Ediciones Rialp, 1960, Madrid, p.
172.
10
Descartes, R. REGLAS…, p. 81
11
Descartes sostenía su racionalismo a partir de un innatismo, el cual asume la existencia de ideas innatas.
Dicho filósofo sostenía que nosotros tenemos, además de ideas adventicias y ficticias, ideas innatas
(como la de Dios, la de Sustancia, etc.), cuya causa no somos nosotros mismos.
12
Romeo Rábade, S. EL EMPIRISMO. DAVID HUME. Editorial Trotta, 2004, Madrid, p.85
su vez, si se efectúa la distinción ideas simples-ideas complejas, encontramos que las
primeras son las más confiables, al ser efectos producidos por cosas externas a
nosotros13, mientras que las segundas no poseen tal grado de confiabilidad, por carecer
correspondencia con la realidad. Es decir, a mayores disquisiciones de la mente y menor
contacto con la experiencia, menos certera será la idea, para un filósofo empirista.
En segundo término, favoreciendo nuestro interés, se involucra la actividad implicada
en el procedimiento del método. Mientras que para Descartes, el método consistirá en la
tarea de la deducción; para Locke, esto resaltará en el exacto contrario, a saber, la
inducción. Por consiguiente, en la introducción al primer libro del Ensayo sobre el
entendimiento humano, Locke describe concisamente su método: “Merece la pena,
pues, averiguar los límites entre la opinión y el conocimiento, y examinar […] por qué
medidas debemos regular nuestro asentimiento y moderar nuestras persuasiones […]
Primero, investigaré el origen de las ideas […] de las cuales es consciente la mente […]
Segundo, intentaré mostrar qué conocimiento tiene por esas ideas el entendimiento […]
Tercero, haré alguna investigación respecto a la naturaleza y a los fundamentos de la fe
u opinión”14. Tal como podemos evidenciar, el método lockeano consistirá, por un lado,
en distinguir la opinión del conocimiento y, por otro, el regular nuestro asentimiento a
través de tres pasos concretos. Todo será realizado en vías al propósito principal de
Locke: investigar el origen de la certidumbre y los alcances del conocimiento humano.

IV.
Die Methode von Kant

Ciertamente, a pesar de las alternancias en la evolución de su pensamiento, el problema


de la Metafísica ha permanecido invariable en las preocupaciones de Kant. Su obra
cumbre, la Crítica de la razón pura, es testimonio fehaciente de ello. Dicho escrito fue
publicado inicialmente en el año 1781 pero, ante las dificultades de su comprensión,
Kant divulga una segunda edición seis años más tarde. Ambas publicaciones presentan
prólogos distintos, pero su contenido debe ser considerado como complementario. Por
lo tanto, a la hora de desarrollar las nociones fundamentales, no haremos distinciones
entre una y otra.
Kant observa que la metafísica de su tiempo se halla conflictuada por las pugnas entre el
racionalismo (dogmatismo) y el empirismo (escepticismo). La denigración padecida por
dicha disciplina asciende a tal punto, que ha quedado en un “estado vacilante, inseguro
y contradictorio”15. En lugar de descartar a la metafísica por completo, Kant pretende
restaurarla como ciencia “en cuanto disposición natural”. Esto significa que aquellas
temáticas pertenecientes a la metafísica clásica, Dios, Alma y Mundo, ya no podrán ser
conocidas, pero sí pensadas, dada la tendencia irrefrenable de nuestra propia razón hacia
ellas. Con el objetivo destinado en reconstituir la metafísica, Kant se dispondrá a
establecer las condiciones de posibilidad de nuestro conocimiento. Por lo tanto, la razón
deberá efectuar un examen sobre sí misma, sus alcances y limitaciones16. Tal análisis
realizado por la propia razón es denominado crítica de la razón pura.
Lo interesante de la propuesta kantiana es que logra conciliar aspectos del racionalismo
con los del empirismo. Kant es sumamente claro al expresar que si bien “todo nuestro
conocimiento empieza con la experiencia, no por eso procede todo él de la

13
Ibidem, p. 89
14
Locke, J. ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO. Fondo de Cultura Económica, 1992,
México, p. 18. Subrayado del autor.
15
Kant, I. CRITICA DE LA RAZÓN PURA. Ediciones Alfaguara, 1978, Madrid, p. 54.
16
Kant identifica esta tarea de la razón como aquella realizada por un tribunal.
experiencia”17. El conocimiento otorgado por las intuiciones sensibles empíricas es sólo
una parte en el proceso gnoseológico del sujeto racional. Nuestra propia razón
contribuirá con lo restante, que corresponderá a los elementos puros a priori18 del
entendimiento. Aquí es donde emerge el tan ansiado método trascendental.
Escribe el filósofo: “Llamo trascendental todo conocimiento que se ocupa, no tanto de
los objetos, cuanto de nuestro modo de conocerlos, en cuanto que tal modo ha de ser
posible a priori”19. H. Neumann ilumina un poco más este pasaje: “El conocimiento
trascendental es la manera como Kant concibe el conocimiento filosófico, que se hace
cargo de la pregunta por la posibilidad del conocimiento a priori de los objetos de la
experiencia, antes de que éstos se nos den empíricamente”20. Consiguientemente, en las
secciones de la Estética trascendental y la Analítica trascendental, se pasan a detallar
los elementos a priori con los cuales el sujeto construye su objeto de conocimiento: en
la primera, se indican las formas puras de la sensibilidad (espacio y tiempo), mientras
que en la segunda se enumeran los juicios lógicos, los conceptos puros del
entendimiento (categorías) y los principios del mismo.
¿En qué medida es el método trascendental vital para la recuperación de la Metafísica?
Pues bien, Kant asegura que la Crítica no es una metafísica, sino un “tratado sobre el
método”21. Esto se encuentra formulado de otra manera en una carta dirigida a Christian
Garve el 7 de agosto de 1783: “no es en absoluto metafísica lo que elaboro en la Crítica,
sino una ciencia completamente nueva y hasta ahora no ensayada, a saber, la crítica de
una razón que juzga a priori”22. El poder comprender cuáles son los elementos que
influyen en nuestra posibilidad de conocimiento, permiten limitar la razón especulativa,
la cual en ocasiones puede incidir en los errores del dogmatismo o escepticismo, para
dar lugar a la razón práctica. Dice Kant: “Tuve, pues, que suprimir el saber para dejar
sitio a la fe”23. El filósofo alemán se ve obligado a recortar los límites de la razón
teórica, para que en la “creencia”, la cual involucra el ámbito de lo moral, se pueda
reflexionar sobre las cuestiones metafísicas de Dios, Alma y Mundo. H. Neumann lo
explica con mayor claridad: “Sólo por la vía de una autocrítica puede la razón, respecto
de los conocimientos <<a los que ella, independientemente de toda experiencia puede
aspirar>> (A XII), decidir sobre la posibilidad o imposibilidad de la metafísica”24.

V.
Conclusiones finales

A lo largo del presente escrito, hemos logrado demostrar que en diversas maneras, la
cuestión del método ha permanecido latente en los estudios pertinentes de pensadores
modernos. Es nuestro particular convencimiento que, producto del cambio
paradigmático originado en el contexto histórico ya descrito, los filósofos se hallaron
dispuestos a designar al método como la principal guía para el desarrollo de sus tesis
filosóficas.

Bibliografía

17
Ibidem, p. 42. Subrayado del autor.
18
Independientes de la experiencia
19
Ibidem, p. 58. Subrayado del autor.
20
Neumann, H. SITUACIÓN HERMENÉUTICA Y SITUACIÓN TRASCENDENTAL. Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso, p. 11
21
Kant, I. CRITICA…, p. 23.
22
Neumann, H. SITUACIÓN…, p. 4.
23
Kant, I. CRITICA…, p. 27.
24
Neumann, H. SITUACION…, p. 14.
- Descartes, R. REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU. Editorial
Alianza, 1996, Madrid.
- García, E. INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA MODERNA. Ediciones Sotto
Voce, 2007
- Gilson, E. LA UNIDAD DE LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA. Ediciones
Rialp, 1960, Madrid
- Kant, I. CRITICA DE LA RAZÓN PURA. Ediciones Alfaguara, 1978, Madrid
- Locke, J. ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO. Fondo de
Cultura Económica, 1992, México.
- Navarro Cordón, J.M. “Método y filosofía en Descartes” en ANALES DEL
SEMINARIO DE METAFÍSICA, Facultad de Filosofía y Letras, 1972, Universidad
Complutense de Madrid.
- Neumann, H. SITUACIÓN HERMENÉUTICA Y SITUACIÓN
TRASCENDENTAL. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
- Romeo Rábade, S. EL EMPIRISMO. DAVID HUME. Editorial Trotta, 2004,
Madrid.
- Turró, S. DESCARTES. DEL HERMETISMO A LA NUEVA CIENCIA.
Editorial del Hombre, 1985, Barcelona.

También podría gustarte