Guiones Del Lazarillo de Tormes

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El lazarillo de Tormes

Resumen
Tratado Primero
El primer tratado comienza con Lázaro de Tormes contando la historia de su infancia. Su
sobrenombre proviene del lugar donde nació, que fue el río Tormes. A los ocho años, su padre,
Tomé González, fue acusado de robo y obligado a servir a un caballero en contra de los moros.
Durante esta expedición perdió su vida.
Lázaro y su madre, Antona Pérez, se fueron a vivir a la ciudad donde ella le cocinaba a los
estudiantes y les lavaba la ropa a los mozos de caballos del comendador de la Magdalena.
Ella comenzó a tener relaciones con un mozo llamado Zaide, y Lázaro aceptó la relación entre
ellos porque notó que él traía mejor comida a la casa. Luego, nació el hermano por parte de
madre de Lázaro, pero la felicidad les duró muy poco, porque Zaide robó y fue capturado y
azotado.
En un mesón conoce su madre a un ciego, al que le pareció que Lázaro le servía como guía.
Su madre le dio permiso y Lázaro partió junto al ciego. El ciego era muy astuto y, más que
cualquier otro, le enseñó a Lázaro lo difícil que era la vida. El ciego, también, era muy avaro y
apenas le daba de comer. Cuando finalmente Lázaro se cansa de vivir con el ciego, éste
engañó a su amo para que se diera contra un palo para poder salir de él.

Tratado Segundo
Este tratado Lázaro se encontró con un clérigo. Lázaro aceptó el trabajo que le propuso el
clérigo. A Lázaro no le fue muy bien en este trabajo, ya que el clérigo era avaro y no le
alimentaba decentemente. Llegó el momento en el que Lázaro se cansó, y decidió robarle al
clérigo el pan de la misa para poder comer. Para poder conseguir el pan, el sacó una copia de
la llave del baúl dónde estaba el pan, y lo saco una noche, y se lo comió. Al el clérigo enterarse
de esto, decidió asegurar el baúl, pensando que eran ratones que se comían el pan, pero
cuando encontró que era Lázaro, el lo despidió de su trabajo.

Tratado Tercero
Lázaro llegó a Toledo, donde, por quince días, vivió de limosnas. Un día, se encontró con un
escudero de muy buena apariencia, quien fue su próximo amo. Su nuevo hogar fue una casa con
poco alumbrado. La casa carecía de muebles. Lázaro entonces se dio cuenta que el escudero,
aunque aparentaba ser un hombre de buena familia, en realidad era pobre. Para poder
comer, Lázaro tuvo que mendigar, y darle parte de lo que recibía al escudero. Un día el
gobierno de esa área prohibió el mendigar por las calles, y Lázaro, por suerte, consiguió
comida a través de unas vecinas. El escudero estuvo sin comer por ocho días, hasta que consiguió
un real para mandar a Lázaro a comprar comida al mercado.
Más tarde los dueños de la casa del escudero vinieron a cobrar el alquiler de la casa, pero
el escudero se excusó y desapareció. Lázaro se quedó una vez más sin amo.
Tratado Cuarto
Las vecinas llevaron a Lázaro a dónde el Fraile de la Merced, su próximo amo. Al fraile le
gustaba mucho caminar y visitar. Tanto caminaron Lázaro y el fraile que en ocho días Lázaro
rompió su primer par de zapatos. El fraile fue el primer amo en regalarle un par de zapatos.
Lázaro se cansó de seguirlo y lo abandonó.

Tratado Quinto
En este tratado, Lázaro se encuentra con un buldero. El buldero engañaba, junto a un
alguacil, a la gente, tratando de convencerla para que creyeran en sus ideales. Por ejemplo,
ellos hicieron un "drama" para que la gente creyera en los milagros. Después de cuatro meses
Lázaro dejó al buldero, y siguió camino.

Tratado Sexto
Su próximo amo fue un maestro pintor de panderos, con el cuál duró muy poco. Una vez,
Lázaro entró a una Iglesia, dónde se encontró con un capellán, siendo éste su próximo amo. El
capellán le dio a Lázaro un asno y cuatro cántaros de agua para ir a vender agua por la
ciudad. Este fue el primer trabajo que tuvo Lázaro dónde ganaba comisiones todos los sábados.
Estuvo en esas condiciones por cuatro años, y, ahorrando poco a poco, pudo comprarse su
primera espada y ropa usada. Después de haber mejorado Lázaro su apariencia, dejó al
capellán y también dejó su oficio.

Tratado Séptimo
Después Lázaro se asentó con un alguacil. Duró muy poco con él, porque le pareció que el
oficio de su amo era peligroso.
Llegó el día en el que el arcipreste de San Salvador vio a Lázaro y lo casó con una criada
suya. Vivía muy bien con su nueva esposa, en una casa al lado del arcipreste. Luego
comenzaron a formarse cuentos sobre su esposa y el arcipreste. La mujer de Lázaro lloró mucho
por estos cuentos, pero Lázaro la tranquilizó. El decide no hacerle caso a los cuentos para que
no hubiera una intervención en su felicidad. Finalmente llegó a un período de estabilidad en su
vida, y para él no había nada mejor.

Guion
Tratado primero: cuenta Lázaro su vida y cuyo hijo fue

Narrador: “Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni vistas,
vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno
que las lea halle algo que le agrade, y a los que no ahondaren tanto los deleite; y a este propósito
dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que
los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas
tenidas en poco de algunos, que de otros no lo son. Y esto, para que ninguna cosa se debría
romper ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente
siendo sin perjuicio y pudiendo sacar de ella algún fruto; porque si así no fuese, muy pocos
escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser
recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras, y si hay de qué, se las alaben;
y a este propósito dice Tulio: “La honra cría las artes.” ¿Quién piensa que el soldado, que es
primero del escala, tiene más aborrecido el vivir? No, por cierto; mas el deseo de alabanza le hace
ponerse al peligro; y así, en las artes y letras es lo mismo. Predica muy bien el presentado, y es
hombre que desea mucho el provecho de las ánimas; mas pregunten a su merced si le pesa cuando
le dicen: “¡Oh, qué maravillosamente lo ha hecho vuestra reverencia!” Justó muy ruinmente el señor
don Fulano, y dio el sallete de armas al truhán, porque le loaba de haber llevado muy buenas
lanzas. ¿Qué hiciera si fuera verdad? Y todo va de esta manera: que confesando yo no ser más
santo que mis vecinos, desta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesará que hayan
parte y se huelguen con ello todos los que en ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre
con tantas fortunas, peligros y adversidades. Suplico a vuestra M. reciba el pobre servicio de mano
de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues V.M. escribe se le escriba y
relate el caso muy por extenso, parecióme no tomarle por el medio, sino del principio, porque se
tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados
cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles
contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto. “

Aparecen en el escenario lázaro, su madre y su padre tomados de la mano en la sencilla


habitación.

Narrador:”Contare como comenzó todo. Yo soy lázaro de Tormes, de Tormes porque naci dentro
del rio Tormes. Mi padre Tomé González y mi madre Antona Pérez, de la ciudad de Tejares, eran
muy humildes. El trabajaba en los molinos y traía a casa la comida, y mi madre cuidaba del hogar.
Paso que mi padre fue acusado de robo por ciertas sanguijuelas y fue llevado ante la justicia. Y mi
viuda madre padeciendo ante tal situación tuvo que marcharse conmigo a la ciudad, alquilar una
casita y cocinar para los estudiantes y lavar ropa para los mozos de las caballerizas. En su oficio
conoció a un mozo moreno llamado Zaide, quien empezó a llevar alimento a la casa y pronto me
regalaron un hermanito.”

El niño mira a Lázaro y a su madre y luego con desprecio a su padre.

Hermanito de Lázaro: ¡Madre, coco!


Padrastro de Lázaro (riéndose): ¡Hideputa!
Narrador: “Me dije entre pensamientos: ¡Cuantos debe de haber en el mundo que huyen de otros
porque no se ven a sí mismos!”. Luego mi padrastro hizo malos negocios y termino siendo echado a
la orca y mi madre como cómplice de este también fue juzgada, pero antes de morir decidió esto
de mi”
En casa la madre es visitada por un ciego que viene a pedirle comida y entablan una
conversación.

Ciego: ¿Ese muchacho es su hijo?


Madre de Lázaro: Si y por desgracia para el.
Ciego: ¿Porque?
Madre: Pronto seré juzgada y el pobrecito quedara huérfano.
Ciego: Si tal es el caso déjelo a mi cargo, lo tendré no por mozo si no por hijo.

Madre: ¡Lázaro ven! Hijo, ya sé que no te veré mas. Procura de ser bueno, y Dios te guíe. Criado te
he, y con buen amo te he puesto. Válete por ti.

Narrador: “Así marche con mi nuevo amo, salimos de salamanca y nos encontramos con esto:”

El ciego se acerca al toro de piedra.

Ciego: Lázaro, acércate al oído a este toro, y oirás un gran ruido dentro de el.

Lázaro hace lo que le pide y el ciego lo empuja haciéndolo golpear contra el cuerno de este.
Instantáneamente el ciego explota en carcajadas.

Ciego: Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.

Narrador: “Me pareció que en ese momento desperté de la realidad en la que vive un niño de
ocho años. Y en mis pensamientos dije: verdad es lo que dice este, que me entrena para la vida que
me espera. Así siguieron los demás días con enseñanzas como estas y el solo decía:”

Ciego: Yo oro ni plata te puedo dar, mas te mostraré muchos avisos para vivir.

Narrador: “Y después de Dios este ciego me dio vida pues siendo ciego veía mas que cualquiera y
me enseñaba mas que cualquier maestro que hubiera podido tener. En su oficio era tan ágil como un
águila, las oraciones se las sabia de memoria y buen actor era pues se hacia el santo mientras ellas
decía. Con sus oraciones parecía tener la solución para todo el que con el se cruzara: para mujeres
que no parían, para las que estaban de parto, para las que eran mal casadas, que sus maridos las
quisiesen bien; echaba pronósticos a las preñadas, si traía hijo o hija. Y en caso de medicina,
decía que Galeno no sabía ni la mitad que él para muelas, desmayos y males de madre. Finalmente,
nadie lo contradecía. Con esto andaba todo el mundo tras él, especialmente mujeres, que cuanto
les decía creían. De estas sacaba él grandes provechos con las artes que digo, y ganaba más en un
mes que cien ciegos en un año. Ahora me atrevo a decir que jamás vi un hombre tan avariento y
mezquino como el, pues aun teniendo me mataba de hambre. Así que tuve que practicar mis propias
mañas”

El ciego guarda comida en un bolso y se lo cuelga. El Lazarillo lo descose por un lado y saca
porciones de esta y vuelve a coser. Luego el ciego pesa el bolso sorprendido.

Ciego: ¿Qué diablos es esto? como es que estando contigo recibo tan poco y antes recibía tres
veces mas. En ti debe de estar el problema.

El lazarillo queda mudo y el ciego saca ahora un jarro de vino. El ciego se sienta en una vieja
butaca con el jarro entre las piernas y el lazarillo por debajo de este hace un huequillo en el
jarro del que sale el líquido y este entusiasmado lo bebe. El ciego se da cuenta y deja caer el
jarro sobre el, rompiéndose en mil pedazos sobre la cabeza del muchacho.
Narrador:”Fue tal el golpecillo que quede inconsciente, me lastime la cara y se me quebraron los
dientes que hasta hoy me faltan. A pesar de que el ciego me ayudo a curar empecé a detestarlo”

El ciego esta curando a Lázaro con paños de vino.

Ciego: “¿Que te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud”

Narrador: “Desde allí el ciego me empezó a tratar peor y peor, dándome garrotazos y
rodillazos. Sin merecer sus maltratos lo hacia volviéndose casi una costumbre entre nosotros y la
gente que pasaba a nuestro lado se indignaba al ver como se comportaba conmigo y le hacían
reclamos. Peo este sacaba la historia del jarro de vino”

Gente:” ¡Quien pensaría que de este muchacho tan pequeño salieran tan malvadas maquinaciones!
¡Castigadlo! ¡Castigadlo!”

Narrador: “Así como ellos decían decidí hacerle pasar por mis peores diabluras.”

El lazarillo le hace zancadilla al ciego y lo hace caer al suelo con una gran sonrisa en el rostro.

Lazarillo: No me culpéis habéis sido tu y tu torpeza.

Narrador: “El se hacia el resignado y luego me las hacia pagar. Era una constante lucha entre los
dos. Cuando salimos de Salamanca y nos acercamos al pueblo de Almorox, en donde la gente era
más rica y generosa, decidió festejar con un racimo de uvas que un campesino allí le regalo para
contentarme pues ese día me había puesto varios puños y rodillazos.”

Se sientan Lázaro y el ciego en un tronco.

Ciego: “Ahora quiero usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de
uvas, y que tomes de el tantas partes como yo. No lo repartiremos de esta manera: tú tomaras una
vez y yo otra; con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva, yo haré lo mismo hasta
que lo acabemos, y de esta manera no habrá engaño.”

Narrador: “De esta manera comenzamos a comerlas pero el traidor tomo de dos a dos
esperando a que yo le siguiera pero tome de tres a tres. Una vez tanteo el escobajo del racimo
me descubrió.”

Ciego: “Lázaro, me has engañado: puedo jurar que has comido las uvas tres a tres.”

Lázaro: “No comí, mas ¿por qué sospecháis eso?”.

Ciego: “¿Sabes en qué veo que las comiste de tres en tres? En que comía yo dos a dos y callabas.”

Narrador: “Ese ciego era muy astuto en todas las que yo hacia. Una vez estábamos en Escalona y
nos sentamos en un mesón a comer y e aquí lo que acaeció”
El ciego y Lázaro se acomodan en el mesón al lado de un asador.

Ciego: Mozo ve por el vino a la taberna.

Lázaro se levanta y hace lo que el le pide. Pero cuando el ciego le va a dar el dinero Lázaro
cambia la longaniza del asador por un nabo que encuentra en el suelo y se come la longaniza.
Se va por el vio y cuando regresa el ciego esta a punto de morder el nabo. Lo prueba y se
altera.

Ciego: ¿Que es esto, Lazarillo?

Lázaro: ¡No he sido yo! ¿Me queréis echar la culpa? ¿Yo no vengo de traer el vino? Alguno estaba
ahí, y por burlar haría esto.

Ciego: No, no, yo no he alejado el asador de la mano; no es posible.

Narrador: “Jure y jure que no había sido yo pero de nada me sirvió”.

El ciego toma por el pelo al lazarillo, abre su boca y la huele. El lazarillo se vomita casi en la
cara del ciego. Este lo reprende duramente.

Narrador: “Ahora el ciego tenia otra de mis diabluras que contar y así lo hizo. Con todo con el
que nos encontráramos se desahogaba el bendito ese haciéndome parecer el malvado de la historia.
Ya mi reputación con el estaba por el suelo y termine hartándome de la situación. Así cierta vez
salíamos de la villa a pedir limosna y había llovido mucho la noche antes; y en el día también llovía,
y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojábamos;
pero la noche se venía y el llover no cesaba”

Ciego: “Lázaro, esta agua es muy porfiada, y en cuanto la noche más cierra, más recia.
Acojámonos a la posada con tiempo.”

Narrador: “Pero para ir hasta allá debíamos cruzar un gran arrollo”

Lázaro: “Tío, el arroyo esta muy ancho; mas si queréis, yo veo por donde debemos pasar sin tener
que mojarnos, por allí se estrecha bastante y saltando pasaremos en segundos.”

Ciego: Bueno eres muchacho por eso te aprecio. Llévame allí antes de que la lluvia se venga peor”

Lázaro: “Tío, éste es el paso más angosto que en el arroyo hay.”

Ciego: Ayúdame a guiarme hacia donde saltar y luego saltas tu.

Lázaro así lo hace con dirección justo al poste. Cruzando el arrollo Lázaro se esconde detrás de
este.

Lázaro: ¡vamos, ya puedes saltar!


El ciego se impulsa y salta arremetiendo como un toro contra el poste. Este resuena del golpe y
el ciego cae medio muerto con la cabeza llena de sangre.

Lázaro: ¿Cómo, y oliste la longaniza y no el poste? ¡Olé! ¡Olé!”

Lázaro sale corriendo dejándolo atrás mientras varias personas vienen a socorrerlo.

Tratado Segundo: como Lázaro se asentó con un clérigo y lo


que con el paso

Narrador:”Termine pidiendo limosna en un lugar llamado Maqueda en donde confesé mis pecados
a un clérigo y este me ofreció ser su ayudante en la misa a cambio de un techo en que vivir y
alimento que comer. Pero resulto que escape del trueno y me estremeció un relámpago. Este tenia en
su morada un arcaz viejo y cerrado con llave, la cual llevaba siempre con el. En toda la casa no
había otro lugar en donde hubiera comida, ni una migaja de pan, todo estaba resguardado en el
arcaz. Yo solo podía tener una porción de pan cada cuatro días, ya imaginaran el hambre mortal
que llevaba conmigo. Habían días en los que comía como cerdo, compraba cabezas de carnero de
las cuales se comía hasta los ojos y me tiraba los huesos a la cara.”

Clérigo: ¡Toma, come, triunfa, el mundo es tuyo que mejor vida tienes que el papa!

Narrador: “Y en mis pensamientos decía: ¡ojala esa vida te la de Dios!”

Al cabo de tres semanas de estar con el, me vino tal desaliento que no podía ni sostenerme en mis
piernas. Ya no tenia energías ni para maquinar mis mañas. No había oportunidad de robarme
nada, pues nada se escapaba de sus ojos. La comida la tenia bien medida y hasta mas mezquino
que el ciego era.”

Clérigo: “Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber y por esto yo
no me excedo como otros.”

Narrador: Esto solo lo decía para disimular la usura que en el vivía. Empecé a detestarlo por los
tan malos tratos que me daba. Como seria que para mí sus desdichas eran bendiciones. Cuando el
oraba, y yo le ayudaba, por un moribundo yo rogaba que este muriera y creo que el Señor me
escucho, porque en seis meses murieron veintisiete. Dios les quitaba la vida para dármela a mí. Pues
era un milagro que con tan mala alimentación yo siguiera en pie, pero no me atrevía a escapar de
pensar si con el anterior amo me había ido mal, con este peor y con el siguiente ¿Que? ¿Morir?

Un día que mi amo salió, el Señor envió un ángel en mi ayuda. Un calderero.”

Lázaro: “Tío, una llave de este arca he perdido, y temo mi señor me azote. Por vuestra vida, veáis
si en ésas que traéis hay alguna que le haga, que yo os lo pagaré.”

El calderero empieza a probar un manojo de llaves en el candado del arcaz y el lazarillo une
sus manos como si orara. Al fin consigue abrirla y el lazarillo festeja en silencio.
Lázaro: “Yo no tengo dinero que darte por la llave, mas tomad de ahí el pago.”

El calderero se lleva unos panes entre las manos y sale rápidamente. Luego Lázaro se come
varios panes, cierra el arcaz y se pone a barrer muy contento. Pasa el día y llega el clérigo, lo
mira extrañado y se acerca a cerciorar el arcaz.

Clérigo: Si no fuera tan segura esta arca, yo diría que han tomado de ella panes; pero solo por
hoy y sólo por cerrar la puerta a la sospecha, quiero tener buena cuenta de ellos: nueve quedan y
un pedazo.

Narrador: “¡Nuevas malas te dé Dios!” pensé.

El clérigo se va y Lázaro con más hambre se acerca al arca.

Narrador: “Como hubiera querido que su cuenta estuviera mal hecha, ese día pase solo con un
pedacito que quite del medio pan. Pero Dios trajo a mi una grandiosa idea, desmigajar el pan y
comerlo en pedacitos dejando algunos allí, así el creería que serian ratones los del daño.”

Lázaro se duerme y el clérigo entra verificando el arcaz. Ve el daño y empieza a gritar. Lázaro se
levanta asustado.

Clérigo: ¡Lázaro! ¡Mira, mira qué ha pasado esta noche con nuestro pan!”

Lázaro: ¿Pero que habrá pasado?

Clérigo: “¡Que ha de ser!, ratones, que no dejan cosa con vida.”

El clérigo toma el pan y le da los pedazos en los que el supuesto ratón había roído.

Clérigo: “Cómete eso, que el ratón cosa limpia es.”

El lazarillo se termino de comer el pan, y el clérigo toma un martillo y puntillas y cubre los huecos
del arcaz.

Narrador: “En ese momento pensé: ¡Oh Dios mío! Y ahora ¿Qué será de mí? ¿Qué pasara si no
tengo de donde sacar mas fuerzas? Si este, mi mezquino amo cerrando los agujeros del arca,
cerrase la puerta a mi consuelo y la abriese a mis trabajos.”

Clérigo: Ahora, traidores ratones, os conviene mudaros que en esta casa no hay lugar para
vosotros.

Se retira el clérigo y Lázaro queda frotándose el estomago que parece rugir.

Narrador: “Pero no todo estaba perdido. Con el hambre que tenia el ingenio de alguna manera
llegó a mi.”
Lázaro ve al clérigo dormir. Toma el cuchillo y con este hace un hueco en el arcaz. Mete la mano
y saca un buen pedazo de pan y sale de la habitación. El clérigo se levanta al siguiente día.

Clérigo: ¡Nunca ha habido ratones en esta casa! ¡Solo hasta ahora!

El clérigo tapa los huecos de nuevo y Lázaro en cuanto este duerme los destapa de nuevo,
sacando comida. El Clérigo se despierta al día siguiente.

Clérigo: Este arcaz es tan viejo y maltratado ¿Cómo no se iban a meter los ratones? ¡Quisiera
arreglarla pero cuesta tanto! La mejor idea que tengo es ponerles a esos ratones trampas desde
dentro.

El clérigo mete las trampas dentro del arcaz y sale de la habitación. El lazarillo entra y quita
de las trampas el queso y saca más pan. Este sale por donde entra y luego el clérigo se acerca
al arcaz, Viendo que no hay ni comida ni ratón. Sale de la escena y aparece en la calle
hablando con los vecinos.

Narrador: “Mi amo habló con los vecinos contándoles la situación”.

Vecino: En vuestra casa yo me acuerdo que solía andar una culebra y esta debe ser sin duda. Ella
se sabe liberar de las trampas y meter fácilmente por agujeros pequeños.

El clérigo aparece en la habitación durmiendo y Lázaro mueve algo. Enseguida se despierta


alertado y coge a garrotazos el arcaz mientras Lázaro se hunde en el lecho. Luego levanta a
Lázaro a gritos.

Clérigo: ¿No has escuchado algo, mozo? Busco la culebra que creo que esta en tu cama pues ellas
son muy frías y buscan calor.

Lázaro: ¡Ora a Dios que no me muerda! Que harto miedo les tengo.

Narrador: “La parte del día en que mi amo mas alerta estaba era en las noches, cuando
revolcaba mi cama buscando la dichosa culebra, así que por seguridad decidí sacar la copia de la
llave del arcaz de debajo de mi cama y guardármela en la boca.”

Lázaro silba mientras duerme. El clérigo lo revisa sacándole la llave de la boca.

Clérigo: El ratón y la culebra que me daban guerra ahora están derrotados.

El clérigo toma a Lázaro lo golpea y lo saca de la casa.

Clérigo: Lázaro: desde hoy no eres más mío. Yo no quiero la compañía de un servidor tan
diligente. Busca amo y vete con Dios.

Tratado Tercero: como Lázaro se asentó con un escudero y lo


que con el pasó
Narrador:”Mal herido y sin fuerzas termine en la ciudad de Toledo pidiendo limosna pero en
cuanto estuve sano fue diferente.”

Gente: ¡Tu perezoso! ¡Trabaja para comer! Busca un amo a quien servir.

Lázaro: ¿Y en donde puedo encontrarlo?

En ese momento se le acerca el escudero.

Escudero: Muchacho ¿Buscas amo?

Lázaro: Si, señor.

Escudero: Pues ven conmigo, porque Dios ha oído tu oración.

Lázaro lo sigue hasta su casa y en la siguiente escena aparece cansado de tanto caminar.

Narrador: “Todo el camino me había tenido a la expectativa de lo que íbamos a comer pero no
pasaba nada y hasta aparecer aquí enfrente de su casa tuve nueva esperanza.”

Se sienta el escudero y en un rincón el mozo sin saber que decir.

Escudero: ¿Tu mozo, has comido?

Lázaro: No señor, desde que me encontré con vuestra merced no eran ni las ocho.

Escudero: Pues yo en la mañana ya he comido y cuando hago esto paso así hasta la cena, por eso
arréglatelas para comer algo.

El lazarillo pasa saliva y hace cara de lamento.

Lázaro: Señor, siervo soy que esta acostumbrado a cosas como estas. De esto puedo
enorgullecerme porque otro siervo con mejor garganta no hay y mis demás amos me han felicitado
mucho.

Escudero: Virtud es esa y por eso te querré más.

Narrador: “En ese momento maldije la bondad y lo saludable que mis amos hallaban en el
hambre”

Lázaro saca del pecho un pedazo de pan y lo empieza a comer.

Escudero: ¡Por mi vida que es un buen pan!

Lázaro: Pero señor, ¿Cómo lo sabe?


Escudero: Por fe, ¿de donde lo sacaste? ¿Es de manos limpias?

Lázaro: No lo se, pero de todas formas no me da asco.

Escudero: ¡Así se habla!

El escudero le quita un pedazo de pan y se lo come desesperado.

Escudero: ¡Que sabroso! ¡Por Dios!

El escudero saca de debajo de la cama un jarro y le ofrece al lazarillo.

Lázaro: Señor no bebo vino.

Escudero: Agua es, bien puedes.

El lazarillo bebe y luego el escudero guarda el jarro.

Escudero: ¡Ven aquí!

El lazarillo lo sigue hasta el borde de la cama.

Escudero: Mozo párate allí y mira como se tiende esta cama para que de ahora en adelante lo
hagas así.

El escudero tiende la cama y Lázaro observa.

Escudero: Lázaro ya es tarde para ir hasta la plaza y hay muchos ladrones rodeando el camino.
Pasemos esta noche como podamos y mañana en la mañana comeremos.

Lázaro: por mi no hay problema mi señor.

Escudero: Vivirás mas y mas sano porque como decíamos hoy:”No hay tal cosa en el mundo para
vivir mucho que comer poco”

Narrador:” Si eso era así yo nunca moriría y era la persona mas sana del mundo”

Lázaro se acuesta a los pies de la cama y en la cabecera duerme el escudero.

Narrador: “Esa noche no pude dormir, mi estomago me carcomía la carne que no tenia. Dios me
perdone pero en ese instante desee la muerte mas que cualquier bocado de comida.”

A la mañana siguiente Lázaro se despierta y el escudero esta mirando su espada y se la enseña


con orgullo.
Escudero: ¡Mozo, si supieras que pieza es esta!¡No hay nada en el mundo por lo que yo la
cambiara! ¡Yo la obligo a cortar en dos hasta un copo de lana!

Narrador: “Y pensé: y yo con mis dientes hasta un kilo de pan”

El escudero guarda la espada y se dirige a la puerta.

Escudero: Lázaro iré a misa, has los quehaceres y trae agua, pero no olvides cerrar bien la puerta
no vaya a ser que nos roben algo.

De inmediato Lázaro saca el jarro de debajo de la cama y va al rio. El escudero esta con dos
mujeres endulzándoles el oído. Lázaro encuentra frutas y las come. Luego toma el jarro y se va
por la calle a pedir comida.

Narrador: “Eso si le aprendí al ciego”

Después el escudero esta en la casa y Lázaro entra a la habitación.

Lázaro: Señor me he cansado de esperarlo y me fui a la ciudad encontrándome con buenas


personas que me han dado esto.

Lázaro le muestra una bolsa llena de comida.

Escudero: eso esta bien, que prefieras la misericordia de Dios y no robar. Pero te pido un gran
favor: no le digas a nadie que soy tu amo, eso toca mi honra.

Lázaro: Lo prometo señor no lo diré.

Lázaro saca comida y la empieza casi a devorar.

Escudero: Vamos Lázaro come. Que a Dios le place tu bienaventuranza. Aunque desde que entre a
esta casa nunca me ha ido bien, pero te prometo que acabado el mes saldremos de aquí.

El lazarillo lo mira con tristeza y le ofrece comida.

Lázaro: este pan esta sabrosísimo y esta carne mejor ¿Quién no quisiera probarla?

Escudero: ¿Carne?

Lázaro: Si, señor.

Escudero: Ese es el mejor bocado del mundo, no hay nada que así sepa.

Lázaro: Pues pruebe señor y dígame que tal esta.

El escudero casi se muerde los dedos.


Escudero: Claro que si y ¡Esta salsa! ¡Esta buenísima! Lázaro pásame agua.

Así lo hace y después de comer se van a dormir. Lázaro se despierta solo en la habitación y ve
la bolsita de monedas. La sacude y de ella solo cae polvo.

Narrador:” ¡Que suerte la mía! Venirme a encontrar con alguien que no solo no me mantiene si no
que tengo yo que mantener. Al pobre se le notaba que llevaba en esa condición hacia mucho tiempo
y siendo así, el era mejor hombre que el mendigo ciego y el mezquino clérigo. Y con toda esa
situación era tan fantasioso asegurando ser mas rico que cualquiera”

En la siguiente escena los militares persiguen a varios extranjeros golpeándolos fríamente.

Narrador: Luego, en esta tierra decidieron el ayuntamiento de los extranjeros que fueron
perseguidos y azotados.

El la siguiente escena están el escudero y Lázaro en la habitación.

Escudero: ¡Toma Lázaro! ¡Ve a la plaza y trae toda la comida que con esto alcance!

El escudero le da a Lázaro unas monedas y este marcha muy contento. Pero al salir se encuentra
con un grupo de personas que llevan un muerto y una mujer grita a su lado desesperada.

Viuda: ¡Marido mío! ¿A dónde os llevan? ¿A la casa triste y desdichada, a la casa miserable y
oscura? ¡A la casa donde nunca comen ni beben!

Lázaro: ¡Ay no! ¡Lo llevan a mi casa!

Lázaro sale disparado para la casa y abraza muy asustado al escudero.

Escudero: ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas?

Lázaro: ¡Ay señor, nos traen un muerto!

Escudero: ¿Que?

Lázaro: Si señor, en la calle me lo encontré y una mujer decía: “¡Marido mío! ¿A dónde os llevan?
¿A la casa triste y desdichada, a la casa miserable y oscura? ¡A la casa donde nunca comen ni
beben!”

El escudero casi llora de risa.

Escudero: ¡Ay Lázaro, verdad es lo que dices! Pero tranquilo Dios nunca lo permitirá. Ahora ¡Ve
por la comida!

Lázaro: Por favor señor espere a que pasen la calle.


El escudero se sigue riendo y Lázaro se va por la comida. En la siguiente escena aparecen los
dos comiendo.

Lázaro: Señor mío ¿puedo preguntar algo?

Escudero: Vamos Lázaro sabes que si.

Lázaro: ¿Cómo es que un buen señor como usted termino aquí?

Escudero: Buena pregunta lazarillo pero es una larga historia. La resumiré para ti. Mira, te
contare que no soy tan pobre después de todo. En Valladolid, donde naci, tengo un solar de casas y
un palomar que, de estar bueno, daría cada año mas de doscientos palomitos, y otras cosas que
mejor me callo. Vine a esta ciudad pensando que ni suerte seria mejor pero me encontré con que no
y pues, me ha ido como a los perros.

En esas entra un hombre y una mujer.

Cobrador: vengo a que me de lo del alquiler de la casa.

Cobradora: Y yo el de la cama.

Escudero: a si, me acuerdo de eso. Caballeros el problema es que tengo dos reales, necesito
trocarlos para poder darles lo suyo. Iré a la plaza por ello y ya vuelvo.

El escudero sale afanado y deja a Lázaro solo con los dos cobradores. Pero después de un rato
el escudero no vuelve.

Cobrador: ¡Ey tu! ¿En donde esta el escudero?

Lázaro: No lo se.

Entonces los cobradores empiezan a acosarlo y casi pegarle. En esas llega una vecina que
conocía a Lázaro y lo defiende haciéndoles saber que el muchacho no sabia nada y que el
escudero tampoco le daba mucho. Así de nuevo Lázaro termina solo en la calle.

Tratado Cuarto: Como Lázaro se asentó con un fraile de la


Merced y lo que con el paso

Lázaro aparece con las vecinas.

Lázaro: ¿y ahora que hare?

Vecina: Lázaro: mira, yo conozco un fraile que pasa por esta ciudad cada semana y que necesita
mozo con urgencia.
Vecina 2: ¡Ay si muchacho! Que gran idea, ven con nosotras.

En la siguiente escena aparece el fraile, haciendo como si orara. En esas llega el lazarillo con
las vecinas.

Vecina: Señor nuestro, este joven que aquí ve necesita un amo quien le de comida y cuidado.

Fraile: me parece una excelente idea ¿el muchacho es buen siervo?

Vecina 2: si señor, este joven es fuerte y ante todo honesto. Le servirá bien.

Fraile: Claro que si, ¿Cómo es tu nombre jovencito?

Lázaro: soy Lázaro de Tormes.

Fraile: muy bien Lázaro ahora me servirás.

Lázaro sigue al fraile y este empieza a caminar aumentando el paso.

Narrador: “Y este mi nuevo amo fue el primero en regalarme unos zapatos pues caminábamos
casi todo el día y los que usaba anteriormente no aguantaron mucho. Pero a ese paso no pude
aguantarle el trote mucho tiempo”

Al final el fraile se va y Lázaro queda solo.

Tratado quinto: Como Lázaro se asentó con un buldero y las


cosas que con él paso

Narrador: “Y he aquí mi quinto amo. Un buldero, cuyo trabajo era recoger las bulas o limosnas y
llevárselas a los clérigos o curas.”

Sale el buldero hablando y negociando con el cura y el clérigo. Lázaro esta a su lado cargando
varias cosas.

Narrador: “Pero este mi amo era mañoso. Cuando era difícil que la gente diera las bulas este casi
los obligaba con artificios y trucos demasiado bajos.”

El buldero predica y después recoge la limosna pero nadie quiere darla. En esas el buldero se
inventa una mentira.

Buldero: si no dan lo que les corresponde dar, el diablo que es puerco tendrá el derecho de
acechar sus moradas.

Luego toda la gente se abalanza sobre el para darle limosna. En la siguiente escena Lázaro y
el buldero llegan a una posada. El buldero habla con el alguacil y terminan peleando.
Alguacil: ¡Eres un falso! ¡Ladrón!

Buldero: ¡Pero que atrevimiento es este!

Alguacil: ¡Escuchen todos! ¡Este de aquí esta robando a la gente!

Buldero: ¡Dios perdone lo que has dicho!

Varias personas se interponen y se llevan al alguacil.

En la siguiente escena el buldero predica y varias personas ponen atención. En el momento de


pedir las bulas entra ruidosamente el alguacil.

Alguacil: ¡No lo escuchen! ¡Es un mentiroso! Anoche pelle con el porque me ha ofrecido malos
negocios y me he negado. Todo de lo que su boca sale es una gran mentira.

El buldero calla un momento.

Buldero: ¿Tienes algo mas que decir?

Alguacil: Si, hay mas que decir, pero por ahora basta.

El buldero se arrodilla en el suelo y empieza a rezar.

Buldero: ¡tu Señor que todo lo conoces! ¡Perdona a este pobre hombre porque no sabe lo que
dice! Inculpa a un buen hombre como yo que solo quiere el bien para tu pueblo. ¡Oh Dios! Si es
verdad lo que el dice que se abra la tierra y me trague en el fuego, pero si no es así, si yo soy fiel
y verdadero en mis palabras, que el mismo demonio sea ante el. Así su mentira sea conocida.

De inmediato el alguacil cae al piso y convulsiona y todos gritan desesperados.

Oyente: ¡Por favor! ¡Ayúdelo señor buldero!

Oyente 2: ¡No! Bien merecido se lo tiene por mentiroso.

Oyente: ¡No! Debe ayudarlo.

Entonces el buldero se levanta y le toca la frente al alguacil que yace en el suelo. Y este como
por arte de magia se endereza sorprendido.

Alguacil: por favor perdone mis ofensas he sido manipulado por el diablo y usted me ha salvado
¡Oh gracias majestad! ¡Realmente ha sido un milagro!

Todo el pueblo empieza a gritar: ¡Si ha sido un milagro! Luego recogen las bulas y todas las
personas las dan entusiasmadas y se retiran de la escena, solo permanecen el buldero, Lázaro y
el alguacil.
Buldero: ¡Excelente!

Alguacil: ¡Eso fue magnifico, realmente bien! ¿Sabes? Soy un buen actor.

Lázaro los mira confundido y queda contrariado.

Lázaro: ¿Pero que es esto? ¿Qué les pasa? Como es posible que hagan algo tan bajo. No, no, yo
no puedo ser siervo de alguien así.

El buldero se ríe burlándose de el y lo deja ir.

Tratado Sexto: como Lázaro se asentó con un capellán y lo que


paso con el.

Narrador: “Después de esto me asenté con un pintor de panderos y también sufrí mil males. Así me
marche de el y siendo buen sirviente me encontré con un capellán y he aquí lo que sucedió:”

Capellán: Mira Lázaro, me han contado que eres un hombre honesto y lleno de buena voluntad.
Con esto quiero ayudarte.

El capellán le entrega unos jarrones grandes.

Capellán: en esta ciudad la gente necesita alguien que le lleve agua a sus casas, podrías trabajar
en esto y repartiríamos equitativamente las ganancias.

Lázaro: gracias buen señor le serviré con gana.

Capellán: así se habla entonces ¡empieza!

Lázaro carga los jarrones y el capellán se marcha.

Narrador: “Pasaron cuatro años de trabajo arduo y me fue tan bien que pude comprarme ropa
nueva y elegir retirarme de este para probar mejor suerte con otro oficio”

Tratado séptimo: como Lázaro se asentó con un alguacil y lo que


paso con el.

Narrador: “una ves despedido del capellán me asenté con un alguacil pero con este no dure mucho
pues su trabajo era muy peligroso.”

Están el alguacil y lázaro caminando y los empiezan a perseguir. Lázaro sale corriendo y el
alguacil queda con todo el problema encima.

Narrador: “Así como un favor de Dios mi suerte cambio, y esta vez para bien.”

Un mensajero del rey se acerca a lázaro.


Mensajero del rey: su majestad el rey quien ha sabido de sus bienaventuranzas y circunstancias
difíciles que ha pasado, quiere recompensarlo proclamándolo como pregonero del pueblo.

Lázaro: gracias a su majestad el rey.

El mensajero se va y lázaro con una campana en la mano empieza a pregonar mientras la


gente pasa por allí.

Lázaro: señora mía ¿busca efectivo ungüento? Siga por acá. Elegante caballero ¿busca buen vino?
pase por acá.

Narrador: “así en este, el mejor trabajo que halla tenido antes, un día vino ante mi lo que faltaba
en mi vida para estar completo.”

Lázaro sigue pregonando y se encuentra de nuevo con el mensajero del rey quien lleva una
jovencita tímida a sus espaldas.

Mensajero del rey: buen día Lázaro, he aquí un presente de su majestad el rey. Te la encarga pues
es una muy querida sierva suya.

Lázaro la toma de la mano y llega el fraile y los casa. Termina la escena.

En la siguiente escena Lázaro esta pregonando muy contento y una persona del pueblo se le
acerca.

Chismoso: buen día Lázaro.

Lázaro: buen día.

Chismoso: Lázaro, buen hombre, he de contarte algo acerca de tu mujer.

Lázaro: ¿Qué es lo que quieres?

Chismoso: me he enterado de algo que es justo que sepas: tu mujer ya ha tenido tres partos antes
de casarse contigo.

Lázaro queda sorprendido y se marcha furioso dejando caer la campana al piso. En la


habitación aparece su mujer quien lo espera con comida en la mesa.

Esposa: hola querido mío mira lo que he hecho para ti.

Lázaro tiene el rostro entre las manos y no responde. Ella se acerca a abrazarlo pero el de
inmediato la rechaza.

Esposa: ¿Qué sucede?


Lázaro: no me hables mujer, coge tus cosas y vete.

Esposa: ¡¡ ¿Que?!! ¡¿Por que me hablas así?!

Lázaro: Me han contado algo horrible de ti, que has tenido hijos con otros hombres.

Esposa: ¡Que horrible! ¡¿Quien te ha dicho eso?!

Lázaro calla.

Esposa: habrán sido las malas lenguas que envidian tu buena fortuna. Pero lo peor es que dudas de
mí. ¡Por Dios, que calumnia mas grande!

La esposa se echa a llorar y Lázaro lucha consigo mismo.

Narrador: “Ver así a la persona mas amada para mi, me destrozo hasta los huesos. ¿Cómo podía
dudar de ella si siempre había sido sincera conmigo? Debería ser yo el que callera a sus pies y le
llorara con tal pasión como ella lo hacia, siendo inocente de mis acusaciones”

Lázaro se tira a sus pies desconsolado.

Lázaro: ¡amada mía! Perdóname, no debí dudar de ti. Es el peor error que haya cometido jamás,
me he dejado llevar por la ira. ¡Perdóname, perdóname!

Lázaro y su esposa quedan en el suelo llorando.

Narrador: “Desde que me acaeció aquella hiriente situación cerré mis oídos a las malas lenguas y
los abrí para las dulces palabras de mi esposa. Ella era más importante que todo lo demás. Con
esto su merced termino mi relato: encontré la felicidad que de niño se me había negado y mi vida se
rodeo por los mas hermosos detalles como el amor, la amistad, la honestidad y sobre todo la fe que
siempre tuve al mirar el cielo nublado o el sol brillante sobre mi hogar. Me despido a su merced y
espero que hallen una buena reflexión en todo esto”

Fin

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