Autor: Jan Alan
Páginas: 300
Año de edición: 2015
Género: Narrativa
Opinión personal
Hoy vengo a hablaros de un libro con tintes de metaliteratura y secretos familiares que leí el mes pasado.
Daniel Tuzón (el narrador de esta historia), un joven articulista, crítico literario y aspirante a escritor, de repente un buen día recibe una propuesta poco común. Alguien se pone en contacto con él, explicando que viene de parte del gran Ignacio Martínez Quesada (un reconocido escritor, vieja gloria en el mundo de las letras). Al parecer el anciano, cuyos éxitos hace ya años que se esfumaron, padece una enfermedad degenerativa y, casi con un pie en la tumba, en el último y más amargo tramo de su dilatada e intensa vida, quiere escribir una especie de memorias.
Imposibilitado por su extraña enfermedad y cada vez más débil por día que pasa, Don Ignacio ha elegido a Daniel para que escriba su última obra, un honor con el que cualquier autor soñaría. Ese libro póstumo y autobiográfico lleno de luces y sombras que, con toda seguridad, dará mucho de qué hablar.
Daniel no entiende cómo alguien de la talla del célebre autor se ha fijado en él (algo que el propio anciano revela más adelante), pero accede encantado, firmando un contrato. Un trabajo por encargo que, para alguien primerizo como él, le reportará fama, y encima está muy bien pagado. Así pues, unos días más tarde va al domicilio de Don Ignacio (un antiguo caserón donde el anciano se refugia del mundo, esclavo de sus recuerdos), para conocerlo y tratar los detalles.
A partir de entonces, empieza a entrevistarse con él cada pocos días para tomar notas mientras el anciano le relata su vida. En principio durante un año, como han acordado.
"Ignacio era un soñador, un soñador como yo, con la diferencia de que él podía contemplar lo vivido con nostalgia y gratitud, y yo en cambio, aún tenía esas páginas en blanco que conforman la persona que quieres llegar a ser."
En este ambiente, en un momento dado Daniel conocerá a Nuria, la única hija de Don Ignacio, una atractiva mujer que (por razones que iremos descubriendo poco a poco) tiene una pésima relación con su padre. Una impulsiva joven que visita a su moribundo padre de tiempo en tiempo y de la que Daniel empezará a sentir una atracción poderosa.
La trama, de ritmo pausado e intriga dosificada, me ha recordado un poco a El palacio de la luna, de mi querido Paul Auster, pero a la española, con una ambientación muy de esas novelas de Zafón que viajan en el tiempo, atrás y adelante, ahondando en la vida llena de altibajos de personajes reconocibles marcados por el pasado, con una misma ciudad como telón de fondo.
A pesar de estar bien escrito, ha habido cosas que para mí han ensombrecido el libro, un par de puntos negativos que me han impedido disfrutar plenamente de la lectura:
-El primero es la parte biográfica de este personaje que narra su vida, Don Ignacio. Me explico. Está muy documentada, tanto, que llega a sacarte de la propia trama presente. Cantidad de datos de una larga carrera literaria que, en mi humilde opinión, no aportan nada a la historia. Si fuese alguien real podría hasta llegarme a resultar curioso, pero tratándose de un personaje de ficción me parece que sobran toda esa cantidad de títulos de libros, los ejemplares que vendió de cada uno y datos del todo innecesarios, carentes de interés.
-El segundo (y esto es lo que más me ha podido) ha sido los personajes, que no he empatizado con ellos. Algo que cuando me ocurre con una lectura me cuesta mucho avanzar.
El personaje de Nuria por ejemplo me pareció insufrible, caprichosa y mezquina, no llegué a entender la terrible inquina que le tiene a su padre, al que, aunque tiene su parte de culpa, tampoco me pareció merecedor de tal desmesurado odio.
Daniel, el prota, llegó a resultarme bastante pusilánime, perdiendo la poca dignidad que le queda por una chica que no merece que se estén arrastrando continuamente por ella.
Don Ignacio en cambio, a quien más adelante se intenta pintar como un ogro ruin, con sus virtudes y sus grandes defectos, me pareció el más creíble, el más real y humano.
De todas formas, este par de puntos son algo muy subjetivo, pues me consta que el libro ha tenido críticas bastante favorables y que hasta el momento ha gustado a todos los que por sus manos ha pasado. Es por lo que os invito a que le deis una oportunidad si la trama os llama y lo descubráis por vosotros mismos. Tal vez lleguéis a disfrutarlo más.
Daniel Tuzón (el narrador de esta historia), un joven articulista, crítico literario y aspirante a escritor, de repente un buen día recibe una propuesta poco común. Alguien se pone en contacto con él, explicando que viene de parte del gran Ignacio Martínez Quesada (un reconocido escritor, vieja gloria en el mundo de las letras). Al parecer el anciano, cuyos éxitos hace ya años que se esfumaron, padece una enfermedad degenerativa y, casi con un pie en la tumba, en el último y más amargo tramo de su dilatada e intensa vida, quiere escribir una especie de memorias.
Imposibilitado por su extraña enfermedad y cada vez más débil por día que pasa, Don Ignacio ha elegido a Daniel para que escriba su última obra, un honor con el que cualquier autor soñaría. Ese libro póstumo y autobiográfico lleno de luces y sombras que, con toda seguridad, dará mucho de qué hablar.
Daniel no entiende cómo alguien de la talla del célebre autor se ha fijado en él (algo que el propio anciano revela más adelante), pero accede encantado, firmando un contrato. Un trabajo por encargo que, para alguien primerizo como él, le reportará fama, y encima está muy bien pagado. Así pues, unos días más tarde va al domicilio de Don Ignacio (un antiguo caserón donde el anciano se refugia del mundo, esclavo de sus recuerdos), para conocerlo y tratar los detalles.
A partir de entonces, empieza a entrevistarse con él cada pocos días para tomar notas mientras el anciano le relata su vida. En principio durante un año, como han acordado.
"Ignacio era un soñador, un soñador como yo, con la diferencia de que él podía contemplar lo vivido con nostalgia y gratitud, y yo en cambio, aún tenía esas páginas en blanco que conforman la persona que quieres llegar a ser."
En este ambiente, en un momento dado Daniel conocerá a Nuria, la única hija de Don Ignacio, una atractiva mujer que (por razones que iremos descubriendo poco a poco) tiene una pésima relación con su padre. Una impulsiva joven que visita a su moribundo padre de tiempo en tiempo y de la que Daniel empezará a sentir una atracción poderosa.
La trama, de ritmo pausado e intriga dosificada, me ha recordado un poco a El palacio de la luna, de mi querido Paul Auster, pero a la española, con una ambientación muy de esas novelas de Zafón que viajan en el tiempo, atrás y adelante, ahondando en la vida llena de altibajos de personajes reconocibles marcados por el pasado, con una misma ciudad como telón de fondo.
A pesar de estar bien escrito, ha habido cosas que para mí han ensombrecido el libro, un par de puntos negativos que me han impedido disfrutar plenamente de la lectura:
-El primero es la parte biográfica de este personaje que narra su vida, Don Ignacio. Me explico. Está muy documentada, tanto, que llega a sacarte de la propia trama presente. Cantidad de datos de una larga carrera literaria que, en mi humilde opinión, no aportan nada a la historia. Si fuese alguien real podría hasta llegarme a resultar curioso, pero tratándose de un personaje de ficción me parece que sobran toda esa cantidad de títulos de libros, los ejemplares que vendió de cada uno y datos del todo innecesarios, carentes de interés.
-El segundo (y esto es lo que más me ha podido) ha sido los personajes, que no he empatizado con ellos. Algo que cuando me ocurre con una lectura me cuesta mucho avanzar.
El personaje de Nuria por ejemplo me pareció insufrible, caprichosa y mezquina, no llegué a entender la terrible inquina que le tiene a su padre, al que, aunque tiene su parte de culpa, tampoco me pareció merecedor de tal desmesurado odio.
Daniel, el prota, llegó a resultarme bastante pusilánime, perdiendo la poca dignidad que le queda por una chica que no merece que se estén arrastrando continuamente por ella.
Don Ignacio en cambio, a quien más adelante se intenta pintar como un ogro ruin, con sus virtudes y sus grandes defectos, me pareció el más creíble, el más real y humano.
De todas formas, este par de puntos son algo muy subjetivo, pues me consta que el libro ha tenido críticas bastante favorables y que hasta el momento ha gustado a todos los que por sus manos ha pasado. Es por lo que os invito a que le deis una oportunidad si la trama os llama y lo descubráis por vosotros mismos. Tal vez lleguéis a disfrutarlo más.