“Nací en el pueblo de El Rosarito,
municipio de San José del Cabo, del distrito Sur de la Baja California.” De tal
manera empezó el profesor Jesús Castro Agúndez sus “Datos biográficos...
dictados por él mismo”, cuya copia tuve el privilegio de recibir de las propias
manos del ilustre sudcaliforniano, escritos el 8 de febrero de 1984. Falleció
47 días después, el 26 de marzo, hace ya 31 años.
Pasado algún tiempo, el gobernador Alberto
Alvarado Arámburo, fundador de la Rotonda de los sudcalifornianos ilustres,
promovió ante el consejo del mismo recinto cívico del pueblo de Baja California
Sur, que en éste fuesen reinhumados los restos mortales del maestro.
Y ello ocurrió en reconocimiento justo a los
merecimientos del distinguido josefino (ahora diremos cabeño) pues, a su paso
por este mundo, su existencia dejó ejemplo claro de perseverancia personal, de
honradez profesional, de persistente productividad intelectual e insobornable
amor a la tierra que lo dio a luz el 17 de enero de 1906.
Hagamos, entonces, una sucinta recordación
de los momentos que marcaron su vida, que en los primeros años transcurría
plácidamente como empleado de una tienda de abarrotes mientras cursaba los
estudios elementales. Pero ocurrió que fue de los beneficiarios de una de las
becas que en 1920 ofreció el gobernador Agustín Arriola Martínez para que un
grupo de jóvenes sobresalientes del territorio salieran a estudiar en la
capital del país; de 15 años de edad, Jesús se inscribió en la Escuela Normal
de México, y aún cursaba el último grado cuando obtuvo plaza de profesor de
primaria en el Distrito Federal, y se tituló en 1927.
En ese periodo –dice- “practiqué con
tenacidad las actividades deportivas, en las que [...] llegué a obtener primer
lugar en el encuentro interescolar en lanzamiento de bala” además de practicar
otros áreas del atletismo.
Pero al comenzar 1928 fue destinado al
servicio de la educación en su solar nativo, y aquí fue director de la escuela
primaria número 1 “Ignacio Allende” (hoy “Miguel Hidalgo”), que era también
anexa a la Escuela Normal Regional, que dirigía Domingo Carballo Félix, donde
fue profesor de Historia de la Educación.
Apenas dos años más tarde se le comisionó
como inspector escolar con sede en San José del Cabo. En 1931 participó
directamente en la organización de la primera Olimpiada Territorial con don
Manuel Gómez Jiménez, Domingo Carballo y Clemente Cigala. Las olimpiadas
territoriales, valga decirlo, fueron factor decisivo en el necesario proceso de
integración de las dispersas poblaciones sudcalifornianas. Luego, como
inspector de zona escolar con cabecera en San Ignacio, fundó las escuelas
rurales de El Patrocinio, San Bartolo y San José de Gracia.
Enseguida fue jefe de Misión Cultural, y en
1935 volvió a la ciudad de México como director del centro escolar
“Revolución”. Al año siguiente pasó a dirigir la Escuela Normal Regional de San
Ignacio, y de ahí a la institución similar que funcionaba en Tamatán,
Tamaulipas; siguió a la Regional Campesina de El Mexe, Hidalgo, y a la
subjefatura del departamento de Internados (hoy albergues escolares). Desde esta función estableció las jornadas
deportivas y culturales, en base a su experiencia en la creación de las
olimpiadas sudcalifornianas.
Después fue inspector general del noroeste
de la República, con asiento en Guadalajara; director federal de Educación en
Sinaloa, y director de Educación en BCS por invitación del gobernador Agustín
Olachea Avilés. Merced a su interés magisterial generó los internados rurales
en abril de 1946; ello fue antecedente para ser nombrado director de Internados
de Enseñanza Primaria en el gobierno del presidente Adolfo Ruiz Cortines, y la
responsabilidad le fue ratificada más tarde por el nuevo secretario de
Educación Jaime Torres Bodet.
En 1961 lo hicieron representante de la SEP
en la Comisión del Río Balsas, cuyo vocal ejecutivo era el ex presidente Lázaro
Cárdenas. En aquel cargo obtuvo su jubilación en junio de 1965, y al mes
siguiente lo invitó el gobernador Hugo Cervantes del Río para hacerse cargo de
la dirección de Acción Social del gobierno del territorio, creada a sugerencia
del mismo Castro Agúndez. La dependencia procedió a reglamentar las becas a
estudiantes, a crear la Casa del Estudiante Sudcaliforniano en México y a
establecer las casas de la cultura en toda la extensión territorial de la
entidad.
En 1967 se encargó de la presidencia de su
partido; tres años después ocupó honoríficamente la presidencia del Patronato
del Asilo de San Vicente de Paul y fue designado primer cronista del Territorio
por el gobernador Félix Agramont Cota.
Al convertirse BCS en estado de la
federación mexicana, y requerir por primera vez dos senadores, uno de ellos fue
el maestro Castro Agúndez junto con el Dr. Raúl Carrillo Silva. Al término de
su responsabilidad en el Senado, el gobernador Ángel César Mendoza Arámburo lo
invitó a dirigir el departamento promotor de las Artesanías Regionales, que atendió
con logros evidentes hasta el final del sexenio.
Parte sustantiva de la producción del
maestro son las obras didácticas que publicó en su periodo como director de
Internados: La historia vista por los
niños, Monografía de danzas y bailes
regionales y cuatro tomos de Cuentos
para niños. Libros de género costumbrista, anecdotarios frutos de su
experiencia profesional, amenas expresiones de Sudcalifornidad y, en el fondo,
discretos homenajes a la tierra amada, defendida y respetada, son: Patria chica, Más allá del Bermejo, El
canto del Caudel, Un viaje
inolvidable, El estado de Baja
California Sur, y Ando en mis meras
nadadas, este último que tuve oportunidad de editar con el sello de la
dirección de Cultura del gobierno estatal.
Por todo ello, los restos mortales del
maestro Jesús Castro Agúndez se hallan en la Rotonda de los Sudcalifornianos
Ilustres; como está presente en la historia sudcaliforniana su lección de vida
fraguada en el afán personal y el empeño profesional, y sus textos permanecen
para nutrir la conciencia en nuestros valores y el conocimiento, la defensa y
el amor por esta tierra generosa, hogar originario, adoptivo, permanente o
temporal de todos quienes habitamos esta parte de México.
Por eso estamos recordándolo en este
aniversario luctuoso.
* En la Rotonda de los
Sudcalifornianos Ilustres. La Paz, BCS.