Desde hace poco tiempo, en vialidades de Baja California
Sur han venido apareciendo anuncios de grandes dimensiones con el nebuloso
mensaje de “Si voy bien, no cambio”.
Ello pudiere
parecer una inofensiva convocatoria a la conformidad, sin más propósito que ser
invitación ingenua al inmovilismo personal y colectivo, pero que resulta de una
advertible carga subliminal que es necesario develar y denunciar.
Sin duda se
trata de parte de la campaña de uno de los partidos políticos inmersos en el
presente proceso electoral que intenta hacer creer que el régimen actual del
estado se ha desempeñado tan bien que todos finalmente vamos bien, y si vamos
bien, ¿para qué cambiar?
La falsedad de
la premisa es notable porque está claro que esta entidad federativa arrastra
severos rezagos y enfrenta problemas graves que las administraciones locales, en
lo que va del siglo XXI, se han dedicado por entero a soslayar, carentes en
absoluto de proyecto trascendente y de planeación con perspectiva de estado para
el desarrollo de la población sudcaliforniana. Y es en verdad preocupante que
en la idea de inacción se conciba ahora el bienestar que todo gobierno, bajo
cualquier signo, está obligado a procurar para sus gobernados.
(Esto trae a la
memoria advertencias alusivas contenidas en, por ejemplo, “Fahrenheit 451” de Bradbury, y “Un
mundo feliz” de Huxley.)
Suponiendo sin
conceder eso de estar bien, la leyenda de la aparatosa propaganda, a más de
constituir un oficioso llamado al beneplácito comodino y al improductivo
apoltronamiento, se opone en todos sentidos al afán renovador del espíritu
humano, al empeño transformador del vigor ciudadano, a la imprescindible
promoción del cambio, porque la renovación, el cambio y la transformación son
consustanciales a la convivencia y el devenir del hombre.
Es más: aun en la
infundamentable consideración de que en las actuales circunstancias fuéramos o estuviéramos
bien, habría que buscar las formas de estar mejor y así hasta el infinito, que
de tal manera ha consistido en esencia la historia de la humanidad.
Los autores de tales carteles espectaculares ignoran seguramente que, según
el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, www.undp.org), BCS
tardará 121 años en alcanzar el índice de desarrollo humano que tiene el DF. De
acatar el mensaje, seguro que demoraremos muchos más.
Si pretende
permanecer en el poder estatal,el cuerpo propagandístico del partido que
avala al gobierno regional pudiera aguzar la inteligencia y concitar la
voluntad ciudadana hacia la gestión innovadora y la búsqueda de mejores
perspectivas para la vida sudcaliforniana, lo cual se vería con positividad.
Aunque ello le
resultara, pues, contraproducente.