Encuadrada en un género que las ha visto mejores, pongamos que hablo de Atraco Perfecto de Kubrick, El caso de Thomas Crown toma como referente el atraco a un banco para derivarnos hacia una historia donde lo sensual prima sobre lo romántico y lo crematístico se merienda claramente al amor. El film pivota sin ninguna duda sobre sus dos protagonistas principales (Steve McQueen y Faye Dunaway) quienes apenas dan cancha al resto del reparto, donde destacaría a Jack Weston. Y puestos a elegir me quedo con ella, en una interpretación claramente doble que simultanea arrumacos con traiciones y comunión de ideas con los egoísmos más exacerbados.
Y es que la recuperación del dinero robado al diez por ciento de comisión no deja huecos para cariñitos y esas cosas. Y nuestra Faye tiene tan bien amuebladas las piernas como las neuronas. Tonta no salió la niña. Frente a ella, MacQueen en su papel de millonario con ganas de vivir peligrosamente, da bien la réplica y encaja con la misma cara de palo de Keaton, los directísimos que ella le lanza. “Empieza el tercer asalto” llega a decirle ella, tras enfrentarse cara a cara con su cómplice en el atraco y sin parpadear. “El segundo lo ganaste”. O sea que el símil con el boxeo no está mal traído.
Tanto la planificación como el desarrollo de los atracos, con su habitual carga de suspense, suelen deparar los mejores momentos de este género cinematográfico. Así sucede en El caso de Thomas Crown. Sin embargo esta suerte de combate pugilístico entre la capturadora y su presa alterna momentos memorables como una partida de ajedrez donde los dedos resbalan sobre los alfiles lo mismo que sobre los labios entreabiertos, poniendo la seguridad de Thomas Crown en jaque, con otros donde la película parece languidecer y girar sobre sí misma con riesgo de aburrimiento para el espectador. Las innovadoras técnicas del cine de los 60 con que Jewison conjunta determinadas escenas no favorecen demasiado la calidad artística del film y más parece un ejercicio de “nuevas miradas” o de cine alternativo. Algo similar ocurre con la canción insignia que, no obstante resultar premiada y sonarnos, acaba resultando un poco tostoncete.
En definitiva, un film del que pueden entresacarse buenas cosas pero que en conjunto acaba resultando algo aburrido, escasamente creíble (sagacidad y adivinación no son la misma cosa) y muy previsible en su desenlace. Su valor estriba en la fuerza de sus dos personajes y en ese sentido la elección de Steve McQueen y Faye Dunaway, especialmente esta, la encuentro acertada. Aparte de ello, algo más, pero poco…
Puntuación: 7,00