sábado, 17 de diciembre de 2011

EL CASO DE THOMAS CROWN (NORMAN JEWISON - 1968)




Encuadrada en un género que las ha visto mejores, pongamos que hablo de Atraco Perfecto de Kubrick, El caso de Thomas Crown toma como referente el atraco a un banco para derivarnos hacia una historia donde lo sensual prima sobre lo romántico y lo crematístico se merienda claramente al amor. El film pivota sin ninguna duda sobre sus dos protagonistas principales (Steve McQueen y Faye Dunaway) quienes apenas dan cancha al resto del reparto, donde destacaría a Jack Weston. Y puestos a elegir me quedo con ella, en una interpretación claramente doble que simultanea arrumacos con traiciones y comunión de ideas con los egoísmos más exacerbados.

Y es que la recuperación del dinero robado al diez por ciento de comisión no deja huecos para cariñitos y esas cosas. Y nuestra Faye tiene tan bien amuebladas las piernas como las neuronas. Tonta no salió la niña. Frente a ella, MacQueen en su papel de millonario con ganas de vivir peligrosamente, da bien la réplica y encaja con la misma cara de palo de Keaton, los directísimos que ella le lanza. “Empieza el tercer asalto” llega a decirle ella, tras enfrentarse cara a cara con su cómplice en el atraco y sin parpadear. “El segundo lo ganaste”. O sea que el símil con el boxeo no está mal traído.

Tanto la planificación como el desarrollo de los atracos, con su habitual carga de suspense, suelen deparar los mejores momentos de este género cinematográfico. Así sucede en El caso de Thomas Crown. Sin embargo esta suerte de combate pugilístico entre la capturadora y su presa alterna momentos memorables como una partida de ajedrez donde los dedos resbalan sobre los alfiles lo mismo que sobre los labios entreabiertos, poniendo la seguridad de Thomas Crown en jaque, con otros donde la película parece languidecer y girar sobre sí misma con riesgo de aburrimiento para el espectador. Las innovadoras técnicas del cine de los 60 con que Jewison conjunta determinadas escenas no favorecen demasiado la calidad artística del film y más parece un ejercicio de “nuevas miradas” o de cine alternativo. Algo similar ocurre con la canción insignia que, no obstante resultar premiada y sonarnos, acaba resultando un poco tostoncete.

En definitiva, un film del que pueden entresacarse buenas cosas pero que en conjunto acaba resultando algo aburrido, escasamente creíble (sagacidad y adivinación no son la misma cosa) y muy previsible en su desenlace. Su valor estriba en la fuerza de sus dos personajes y en ese sentido la elección de Steve McQueen y Faye Dunaway, especialmente esta, la encuentro acertada. Aparte de ello, algo más, pero poco…

Puntuación: 7,00




miércoles, 7 de diciembre de 2011

LA NOCHE DE LOS GIGANTES (ROBERT MULLIGAN - 1968)



Todos los amantes del cine guardamos un excepcional recuerdo de Matar a un ruiseñor, un film capaz de impactar todas nuestras sensibilidades y que supuso para Gregory Peck su único Oscar. Pues bien, Peck y Robert Mulligan vuelven a unirse en The stalking moon, film que, sin alcanzar a su precedente, es un exponente magistral de cine hecho con fundamentos.

A priori, el western no es el género más propicio para poner a prueba nuestra capacidad de sentir y nuestro grado de receptividad ante ese rastro del dolor que se cierne sobre seres ajenos, por mucho que aparenten estar hechos de celuloide. Sin embargo, Robert Mulligan consigue que los rifles hablen lo justo e imprescindible y que los silencios lo expresen todo con claridad meridiana. En este sentido Robert Mulligan recuerda a Jacques Tourneur cuyas incursiones en el western aportaron una gran carga de humanidad, con muertos que tenían familia y seres queridos que los enterraban y lloraban. No eran solo jinetes que se caían del caballo y nunca más se sabía de ellos. La historia real de la conquista del Oeste seguro que se escribía con lágrimas. De ira, de rabia, de dolor, de pena…

El rescate de una mujer (Eve Marie Saint) capturada por los apaches y con un hijo fruto de la relación con el más letal de todos ellos, conocido por “Salvaje”, así como la relación tan intensa como sensible que se va fraguando con un retirado explorador del ejercito (Peck) son las dos líneas directrices de un film excepcional aunque impropio del western, y que en algún sentido evoca aquellos argumentos “run the arrow” donde los personajes son acosados, asediados y perseguidos de forma implacable en una auténtica caza humana. Aquí el perseguidor es “Salvaje” y las presas son todos aquellos que se interpongan entre él y su propio hijo. 

Gregory Peck vuelve a realizar otra interpretación magistral. Muy lejos quedan aquellos westerns donde Peck tenía mucho de actor académico y poca expresividad vital. Buenísimo actor donde los haya debía pasar sus pruebas de fuego, y desde luego las películas de Robert Mulligan le ofrecieron la posibilidad. Y aprobó, con nota. Cum laude…

Eve Marie Saint parece no resistir la comparación. Tal vez me ciegue cierta debilidad por esta actriz a la que no es extraña su participación en mi film de cabecera, pero debo decir que en un papel donde se imponen la quietud y los silencios, está inmensa. Su interpretación no exige gestos. No precisa frases. Tan solo se necesitan unos ojos expresivos, escaparate, en ocasiones, de alegría contenida, y en otras de húmedo dolor.

Film de momentos geniales, de escalofríos en una espalda, la nuestra. De sublimación de la amistad, de conocimiento del amor, de sentirse seres vivos con sangre caliente en las venas. Instantes como la silenciosa espera de un tren, como el momento de compartir una mesa, como la pérdida de un amigo, como una bella declaración de amor… Todo medido y justo. Un segundo rifle que se acarrea o una baraja de cartas que se regala a un niño, cuentan la historia mejor que los periódicos o los libros. Nosotros solo tenemos que estar ahí con las sensibilidades abiertas.

Film muy poco conocido pero absolutamente magistral.




Puntuación: 8,70