11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).
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domingo, 1 de julio de 2012

"Sabrina" (1954).


-- "Sabrina". Estados Unidos. Año 1954.
-- Dirección: Billy Wilder.
-- Actuación: Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, William Holden, Walter Hampden, John Williams, Martha Hyer, Joan Vohs, Marcel Dalio, Marcel Hillaire, Nella Walker, Francis X. Bushman, Ellen Corby.
-- Guión: Billy Wilder, Samuel A. Taylor y Ernest Lehman, basados en la obra teatral del segundo.
-- Banda Sonora: Friedrich Hollaender.

-- "Sabrina" en IMDb.
-- "Sabrina" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Long Island, oséase, ese pedacito de Estados Unidos tan refinado y culto que ni siquiera parece Estados Unidos. En tales lares, existe una family muy jai y muy chic, de las que usan billetes de cien dólares como sonaderos si se les acaban los pañuelos de seda de trescientos dólares. En la familia hay dos hermanos, que como mandan la tradición y el lugar común, son como agua y aceite. Porque uno es vivales, bueno para las cosas simples de la vida (jugar polo, el trago, las mujeres... en particular las mujeres... y es el que cae simpático), y el otro un cariacontecido que vive del trabajo, por el trabajo y para el trabajo, que no se ha cimentado América sobre las espaldas de la aristocracia ociosa como los señoritos british, sino sobre el trabajo laborioso y emprendedor. Y en medio de todo eso está el chofer, por supuesto, que el vivales le gusta gozar de la vida al volante de un buen esto o aquello, mientras que el trabajólico es tan trabajólico que no tiene tiempo ni para ponerse él behind the wheel. Y el chofer tiene una hija. La famosa Sabrina del título. Que está estupendona, pero que es desaliñada y se la pasa escondida de los AMOS, por lo que éstos, gustadores de chicas "como uno", no van a fijarse en la pobrecilla. Pero resulta que Sabrina está destinada a viajar a París, a estudiar cocina. A Sabrina, maldita sea si le gusta el asunto, pero como está perdidamente enamorada del vivales, se toma eso como unas vacaciones, en particular después de que un conde esto o aquello le enseña a ser sofisticada y chic. Y como esto no es "Regreso a Eden", ella no regresa después a Long Island a vengarse, sino a vivir su nueva vida como chica sofisticada y elegante. Tanto, que el vivales ahora sí que la mira. Y el trabajólico también empieza a ponerle ojitos, aunque no quiere, porque un capitán está casado con su nave y un gerente con su empresa. ¿Con cuál de los dos se quedará nuestra hermosa patita fea devenida en glamorosa cisne...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Una estrella agoniza. Otra estrella nace. En esta peli se cruzaron por primera y única vez, dos grandes glorias del cine clásico de Hollywood: un por entonces otoñal Humphrey Bogart (que moriría tres años después, a los tempranos 58, víctima del tabaquismo) y una apenas salida del cascarón Audrey Hepburn. Bajo la dirección de Billy Wilder. El rodaje de la peli fue ciertamente accidentado. Por un lado, Humphrey Bogart (hombre conocido por su fuerte carácter) no se llevaba bien con William Holden (por otra parte, sus dos personajes tampoco, así es que eso les sale muy natural). Bogart quería a su esposa Lauren Bacall en el rol, y se mosqueó cuando supo que Audrey Hepburn (que venía de rodar "La princesa que quería vivir") iba a ser su coprota. El rol original de Bogart, por su parte, había sido pensado para Cary Grant, pero éste pasó porque se consideraba muy viejo para ser la pareja romántica de la Hepburn (interesantemente, Cary Grant había declinado también el protagónico de "La princesa que quería vivir"... puede leer los detalles cahuineros en "Cary Grant no quería trabajar con Audrey Hepburn", en su blog amigo Siglos Curiosos por supuesto). Tan desconocida era Audrey Hepburn, que cuando a Hubert de Givenchy le dijeron que le mandaban a una tal Miss Hepburn para que se hiciera unas pruebas de vestuario, ellos se prepararon para recibir a... KATHARINE Hepburn. En medio de todo ese volcán estaba Billy Wilder, director detallista y perfeccionista con el guión hasta lo maniático, y que se la pasaba permanentemente sobregirado de tiempo a la hora de llegar con los guiones listos al estudio, después de retocarlos y trabajarlos una y mil veces (una vez le pidió a la pobre Audrey Hepburn que se hiciera la enferma para darle un diíta de tiempo para terminar un guión). ¿Y quieren saber qué es lo más gracioso de todo? Que la peli, al final del día, no es sino otra cosa que un cuento de hadas, la enésima versión de la Cenicienta pobretona y sin causa que se enamora de un príncipe azul y etcétera. Probablemente no hacían falta tantos fierros para ese andamio, al final del día.

¿POR QUÉ VERLA?

-- La historia de la Cenicienta ha vendido desde los tiempos en que los primeros novelistapitecos caminaban sobre la faz de la Tierra, y seguirá haciéndolo. El 90% de la población es pobre, y va al cine para distraerse, y por lo tanto, para satisfacer a ese 90% de audiencias, se crean a paladas historias sobre chicas pobres que ascienden en la escala social gracias a un chico rico que se fija en ellas, generalmente previo proceso de enchulamiento previo. Los ejemplos van desde "La cenicienta" hasta "Sueño de amor", o peor aún, hasta las telenovelas María-esto o María-aquello que rodaba Thalía cuando era latina y estaba buena. "Sabrina" pertenece a este subgénero de Cinderella Movies, y no vale la pena buscarnos la quinta pata a los felinos. Advertido vas: si no te gustan las pelis de trepas sociales, ésta no es la tuya. ¿Por qué, entonces, siendo una peli tópica y predecible a decir basta, "Sabrina" es consistentemente considerada como un clásico del cine? Simplemente porque si la historia no es original, por lo menos está bien llevada, y todo el mundo acá se moja la camiseta. Billy Wilder, quien estaba en su mejor década y dirigiría algo después dos de las mejores pelis de Marilyn Monroe ("La comezón del séptimo año" y "Una Eva y dos Adanes"), pone toda su maquinaria fílmica al servicio de una historia contada de manera limpia y prístina, marca de fábrica de todo cineasta que se respete a sí mismo. A su cargo tenemos a una Audrey Hepburn quizás no tan encantadora como en otras pelis ("La princesa que quería vivir", "Desayuno con diamantes", "Charada", "Cómo robar un millón"), y es que el blanco y negro le sienta fatal, pero que se las arregla para hacer un personaje absolutamente único e inigualable (personaje que fue la desesperación y tropezón de la pobre Julia Ormond, cuando trató de ser la Hepburn 2.0 en la "Sabrina" del '95). A su lado brilla un Humphrey Bogart prematuramente envejecido (tenía 55 años, pero probablemente ya estuviera haciendo efectos el cáncer pulmonar que acabaría con él a la vuelta de tres años), pero que componiendo un rol muy alejado de sus habituales machos recios y duros ("El bosque petrificado", "El Halcón Maltés", "El sueño eterno", "El tesoro de la Sierra Madre", "El motín del Caine"), un rol enormemente triste e incluso patético, se las arregla para infundirle dignidad y bonhomía hasta darlo vuelta y convertirlo en un gran personaje. William Holden, por su parte, completa el trío protagónico. Sumémosle el ojo clínico de Billy Wilder para el detalle, para pintar la psicología de personajes con apenas cuatro o cinco parlamentos de diálogo, para crear escenas significativas con elementos sumamente banales (la escena en que le enseñan a Audrey Hepburn a romper un huevo... literalmente un huevo de gallina, no piensen mal... es de antología), y tenemos una peli contada con todo el mimo de la gente a quien le gusta maravillar a la audiencia.

IDEAL PARA: Ver la enésima versión de la Cenicienta, pero una versión buena.

jueves, 30 de diciembre de 2010

"La dama y el vagabundo" (1955).


-- "Lady and the Tramp". Estados Unidos. Año 1955.
-- Dirección: Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske.
-- Actuación: Voces de (en el original inglés) Peggy Lee, Barbara Luddy, Larry Roberts, Bill Thompson, Bill Baucom, Stan Freberg, Verna Felton, Alan Reed, George Givot, Dal McKennon, Lee Millar, The Mellomen.
-- Guión: Primera idea de Ward Greene, con desarrollo de Erdman Penner, Joe Rinaldi, Ralph Wright y Don DaGradi, sobre un concepto de Joe Grant y Louis Pollock, ambos sin acreditar.
-- Banda Sonora: Oliver Wallace.

-- "La dama y el vagabundo" en IMDb.
-- "La dama y el vagabundo" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En el ya lejano (en ese entonces medio lejano) comienzo del siglo XX, en un tranquilo y conservador poblacho del mid-USA, es Navidad, y el regalo correspondiente viene en una caja. ¿Qué tiene esto de particular? Bueno, simplemente que el regalo tiene unos pulmones de acero templado, porque es una cachorrita nada más mona, que de alguna manera se las ha arreglado para no agotar la provisión de aire adentro. El caso es que la cachorra sobrevive y la llaman Lady porque, en efecto, es una Lady. Así las malcrían, y así salen después. El caso es que pasa el tiempo, y Lady, que es la mimada #1 del mapa, pasa de pronto a estar un poco de lado, y es que sus amos humanos son unos cabronazos, que apenas ella queda preñá (la ama humana, no la Lady, claro), vamos pateando la perra. En medio de este desolador panorama aparece un galancete del tres al cuatro, porque verán, ella es una perra fina, mientras que él es uno de esos golfos salidos de alguna alcantarilla, buscavidas por más. Ya sabemos que las chicas firulís no se fijan en pelafustanes, salvo que tengan graves conflictos familiares que las lleven a perder su autoestima y demases, y la regla se cumple a rajatabla aquí: resulta que los cabrones de los amos dejan botada a la perra en manos de una tía que, a).- le importan un rábano los perros, y b).- tiene un par de gatas siamesas que, muy gatas serán y muy General Gato seré yo, pero es que son para agarrarlas a patadas por desprestigiar el buen nombre de la Gatunidad, las mosquitas muertas ésas. De manera que Lady acaba tomando el fresco de la tarde, y qué creen... Vagabundo el otro, pero no tonto, ahí está para recogerla.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Cenicientos. Quién crea que el molde se agota en la chica pobre enamorada del chico rico, more mexicanae culebronis, que mire otra vez, que el cambio de sexo es también posible. En realidad, la historia de hacer una historia de perritos rondaba a los Estudios Disney casi desde los tiempos de "Blancanieves y los siete enanitos", pero papi Walt nunca había dado el paso. Pero después de una breve racha de adaptaciones literarias ("La cenicienta", ya que estábamos, y después "Alicia en el País de las Maravillas" y "Peter Pan"), Walt Disney debió pensar que ya estaba bueno de tanta Inglaterra y tanta Europa, y era tiempo de regresar a los buenos y viejos Estados Unidos. Y así, entre pitos y flautas, "La dama y el vagabundo" acabó por transformarse en un clásico entre clásicos. Aunque sea por la dichosa escena de los tallarines con albóndigas, parodiada tantas veces que ya no tiene gracia repetir el chiste.

¿POR QUÉ VERLA?

-- No me atreveré a tanto como decir que es LA MEJOR peli Disney de todas, pero sí claramente es UNA DE LAS MEJORES DE TODAS. Aunque los Estudios Disney venían produciendo pelis de manera sistemática desde "Blancanieves y los siete enanitos", su década dorada y de mayores triunfos artísticos sin lugar a dudas que son los '50s. Esto no es raro: durante la Era Eisenhower, los Yueséi podían sentirse satisfechos de haber ganado una guerra contra los malvados nazis y transformarse en los defensores de la democracia y la libertad, mientras que las familias arrancaban de las sucias ciudades para refugiarse en los suburbios y poner a enfriar pastel de manzana en la ventana. Y Walt Disney, una de las máximas encarnaciones de ese espíritu Amerika über Alles, se mandó en aquellos años productos políticamente correctos, pero al mismo tiempo muy bien acabados, como son (repito algunas, claro) "La cenicienta", "Alicia en el País de las Maravillas", "Peter Pan", "La dama y el vagabundo", "La Bella Durmiente" y "La noche de las narices frías" (vale, ésa es de 1961, pero funciona como cierre de década, porque a la siguiente, "La espada en la piedra", Disney trataría de upgradearse un poco, aunque sin demasiado éxito, y empezaría un lento declive del que no se repondrían los Estudios hasta los '90s). Dentro de este ramillete, "La dama y el vagabundo" luce con colores propios. Siendo una historia original y no teniendo que deberse a un guión preestablecido (lo que tienen las adaptaciones de historias anteriores), hubo entera libertad para desarrollarlo a gusto. Y lo hicieron. La historia no resulta corta ni excesiva por ningún lado. Es simple, pero en ningún minuto simplona. Los personajes son carismáticos, y la evocación de época es nostálgica sin ser ñoña. Además, la historia se permite algunas crudezas no muy políticamente correctas, tratándose de una peli para niños: en algún minuto se deja caer que el Vagabundo es un mujeriego de lo peor, las escenas del niño amenazado por una rata deben haber infestado más de alguna pesadilla infantil de la época (hagan el ejercicio mental de volverse a sentir niños indefensos, y piensen ustedes en ser muertos y comidos por uno de esos bichos sucios salidos de una cloaca, a ver si no necesitan un buen Nervocalm para dormir después), la tía es más que un poco cruel con la Dama (no violencia física, pero sí acoso psicológico), y en las escenas en la perrera se hacen alusiones al destino que le esperan a los perros no recogidos. Para que después digan que las pelis de Disney son pura fantasía (ahora se venden como eso, por aquello de la publicidad y apelar a la nostalgia de los papis, pero en ese tiempo... en ESE tiempo...).

-- La historia romántica de la Dama y el Vagabundo debe ser una de las más icónicas en la Historia del Cine. Ambos personajes, a pesar de ser "una de monitos", no tienen nada que envidiarle a otros clásicos como Rhett Butler y Scarlett O'Hara, o Rick e Ilse, o Christine y el Fantasma (la versión del 2004 de "El Fantasma de la Opera", y si no me creen, véanla). ¡Y además, a diferencia de estas otras, acaba bien! (¡Vamos, qué tan grande puede ser ese spoiler, si es una Disney, no me digan que no sabían!). La insoportable cantidad de veces que se ha parodiado la dichosa escena de los perritos rodando la albóndiga con la nariz y sorbiendo el tallarín hasta besarse ha banalizado un poco este romance, pero mirando la peli entera, es una historia romántica de fuste, sin caer en ningún minuto en lo ñoño o lo sensiblero. Si no la han visto y piensan que "es para niñitos", dénle una oportunidad. Encontrarán acá mucho más romanticismo que en una de Sandra Bullock o una de... (¡¡¡AAAJ!!!) ...Jennifer López.

-- Un detalle interesante. Cuando se cuenta la historia de la Cenicienta (ceniciento, en este caso, porque no otra cosa es este vagabundo que pretende a una "de la alta"), por lo general se hace desde ese punto de vista precisamente, el de la cenicienta o ceniciento de turno. Esa es una opción lógica: la mayor parte de la gente que ve pelis son proletas, por la sencilla razón de que la mayor parte de la sociedad son proletas, y por lo tanto es más fácil que se identifiquen con el cenicient@ que con la princesa o príncipe de rigor (hay algunos ejemplos casi surrealistas de esto, como por ejemplo que en "La princesa y el sapo", que fue vendida como "la primera princesa Disney negra", en estricto rigor ella es una cenicienta y el príncipe es él... ¡y el título la llama princesa a ella!). Y sin embargo, ¿cómo sería contar esa misma historia de amor y alpinismo social, desde el punto de vista de las más altas cumbres, de la aristócrata que cae víctima del amor por alguien "menos que ella"...? Porque desde el otro lado se ve bonito, un sueño resplandeciente de apoteosis y redención social, pero, ¿y del otro lado? ¿Alguien ha contado alguna vez la historia de esa princesa que lo tenía todo y que no tiene nada que ganar con un trepa que pretende arrebatarle el corazón por un par de huesos para el desayuno? Bueno, esta peli lo hace. Es una interesante variante del cuento de la Cenicienta, y esa perspectiva nueva y fresca siempre se agradece.

IDEAL PARA: Ver una de las más grandes y sólidas historias románticas de todas.

VIDEOS.

-- Inicio de la peli [doblado al español].

jueves, 14 de febrero de 2008

"Sueño de amor" (2002).


-- "Maid in Manhattan". Estados Unidos. Año 2002.
-- Dirección: Wayne Wang.
-- Actuación: Jennifer Lopez, Ralph Fiennes, Natasha Richardson, Stanley Tucci, Tyler Posey, Frances Conroy, Chris Eigeman, Amy Sedaris, Marissa Matrone, Priscilla Lopez, Bob Hoskins.
-- Guión: Kevin Wade, basado en una historia de John Hughes.
-- Banda Sonora: Alan Silvestri.

-- "Sueño de amor" en IMDb.
-- "Sueño de amor" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Marisa es una pobre chica latina que trabaja en un suntuoso hotel yanki, como doncella cambiacamas y barrepisos. Está separada, y como manda el lugar común, carga con un hijo, y su antiguo marido siempre tiene algo más importante que hacer, que estar en los momentos claves de la vida de su hijo (¿dónde he visto eso antes?). La vida en el hotel debe estar regulada como un reloj, está llena de detalles y protocolos, y todo tiene que moverse como una maquinaria bien engrasada. No hay lugar para desplantes personalistas de ningún tipo: los que cuentan son los de la alta, los que tienen el money, y no los pobres y sufridos siervos de la gleba que deben agachar la cabeza y limpiar la ducha (o peor). Pero la mejor amiga de Marisa no ha aprendido bien cuál es el nicho ecológico que debe ocupar, así es que en ausencia de una de las residentes, empuja a Marisa para que se pruebe un vestido. Por esos accidentes propios de las comedias románticas, es vista con dicho vestido por un elegante senador. Marisa, para salir del paso, no tiene más remedio que hacerse pasar como la ocupante de dicha suite. El político queda tan impresionado con ella, que la busca para seguir el romance, aunque por supuesto que en vano. Incluso, hasta se echa encima a la verdadera ocupante de la suite en cuestión, una ricachona con el cerebro apolillado por el poco uso, y desesperada porque su amante se ha largado y no llama, y que ahora ve su oportunidad de oro de cazar a un político famoso para salir en las portadas y sacarle celos al antiguo. El triángulo está servido, los enredos también, y... ¿alguien dijo "cenicienta" por ahí...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Con la altura de miras que otorga la retrospectiva, es claro que el gran giro en materia de comedias románticas fue la peli "La boda de mi mejor amigo", que entre otras cosas tuvo la virtud de resucitar la carrera actoral de Julia Roberts, quien estaba entregando algunos de sus mejores papeles actorales ("El secreto de Mary Reilly", por ejemplo), y por lo tanto, la audiencia le daba la espalda en masa. Tanto éxito tuvo la Roberts en esto de una segunda etapa de la comedia romántica a lo "Mujer bonita", que salieron de inmediato las clones. La más destacada fue Jennifer Lopez, quien desde sus inicios topless para Oliver Stone en "Camino sin retorno" o su interpretación de la cantante tex-mex Selena Padilla en "Selena", precisamente, estaba derivando hacia una figura mainstream con un penoso disco de canciones mascachicle ("On the six"), y comedias directamente calcadas del esquema Julia Roberts, aunque por qué no decirlo, en una versión más proletaria, que para algo la Roberts es una WASP, y Lopez tiene el exotismo de su raza latina (aunque sea nacida, criada y educada en el yankísimo Brooklyn... ¡misterios de la publicidad!). Esta peli fue su más ambicioso intento de consolidar su lugar como actriz taquillera en Hollywood. Con los resultados desastrosos que todos conocemos (se dice que Sandra Bullock y Hilary Swank hicieron lobby para obtener el rol, y a la vista de lo que pasó después, puede decirse que sus respectivos ángeles guardianes trabajaron horas extras en aquellos días). Y cuando me refiero a "resultados desastrosos", no me refiero a la taquilla (invirtieron 93 millones y obtuvieron 174)... Traguen saliva si aún así planean verla (o peor aún, repetírsela).

¿POR QUÉ VERLA?

-- El elenco actoral es quizás lo mejor de todo. Jennifer Lopez interpreta su rol de siempre (la latina sufrida que al final triunfa), y es por lejos lo más opaco del cuadro completo, lo que es bastante grave si la historia es tópica y además es la protagonista. Ralph Fiennes como el político hace lo que puede, y en verdad manifiesta su pericia actoral, aunque poco puede hacer con un papel tan por el libro como éste. En cuanto a los secundarios, Natasha Richardson se come a todos con zapatos, interpretando a la tercera en el triángulo amoroso y alejándola del estereotipo para darle una personalidad propia y distinguible, hazaña mayúscula tratándose de un papel plano como... como una hoja de papel, precisamente; aunque eso no debería sorprender a nadie, considerando que allí donde va la Richardson, todo está bien ("Gothic", "Patty Hearst", "Nell", y en particular su descollante protagónico en "La condesa blanca"). Y Stanley Tucci... Casi da vergüenza seguir alabando a este grande, que aquí interpreta al asesor del senador, y muestra su gran talento histriónico (a Tucci lo hemos visto en "Espías y pañales", "El informe pelícano", "Los enredos de Harry", "Sueño de una noche de verano", "El núcleo", "La terminal", "El diablo viste a la moda"... casi todas mejores que ésta). Y también aparece Bob Hoskins, el viejo detective Valiant de "Quién engañó a Roger Rabbit", como sucedáneo del Hada Madrina que ayuda a la chica a salir de su lío.

-- Puedo aguantar que la historia sea un trasunto del viejo cuento de la Cenicienta. Puedo aguantar la melaza romántica. Puedo aguantar que la prota sea sufrida. Puedo aguantar que el político sea un tipo derecho e idealista y no un corrupto infame como los de verdad. Puedo aguantar que este tipo sofisticado y elegante, que además viene de buena familia, prefiera quedarse con la camarera. Puedo aguantar que la camarera, de la noche a la mañana, adquiere etiqueta y modales y se comporta como una "de la alta". En resumen, puedo aguantar muchas cosas. Pero lo que no puedo aguantar es... ¡¡¡BOB HOSKINS RENUNCIANDO A SU PUESTO A SANTO DE NADA, SÓLO PORQUE EN EL ÚLTIMO INSTANTE DESCUBRE SU CONCIENCIA SOCIAL Y SE REBELA CONTRA SU CONDICIÓN DE ESCLAVO DE LOS MILLONARIOS!!! ¡¡¡QUÉ ESCENA MÁS IMBÉCIL, POR DIOS SANTO!!! ¡¡¡E INTERPRETADA POR EL GRAN BOB HOSKINS, PARA COLMO!!! ¡¡¡ES QUE ME QUIERO AFEITAR LOS PELOS DE LA COLA DE SÓLO RECORDARLA!!! ¡¡¡OH BASTET, CÓMO HAS DEJADO CAER A HOLLYWOOD EN EL VALLE DE LAS TINIEBLAS Y LA OSCURIDAD!!! Una cosa es citar casi por el libro a la Cenicienta original, y otra es tomarnos al público por estúpidos... En fin... Ya les dije que si no quieren verla...

IDEAL PARA: Reirse un rato. Pero no CON la película, sino A COSTA de ella (bueh, salvo por la Richardson y el señor Tucci).

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