Películas de estreno, películas antiguas, películas clásicas, películas bodriosas, películas de todo tipo, comentadas por el arte inefable del General Gato.
11 años de Cine 9009 en línea.
El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).
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domingo, 23 de agosto de 2015
"El exorcista" (1973).
-- "The Exorcist". Estados Unidos. Año 1973.
-- Dirección: William Friedkin.
-- Actuación: Ellen Burstyn, Max von Sydow, Lee J. Cobb, Kitty Winn, Jack MacGowran, Jason Miller, Linda Blair, Mercedes McCambridge (sólo voz), William O'Malley, Barton Heyman, Peter Masterson, Rudolf Schündler, Gina Petrushka, Robert Symonds, Arthur Storch.
-- Guión: William Peter Blatty, basado en su propia novela.
-- Banda Sonora: Varios (versión de 1973), con música adicional de Steve Boeddeker (versión 2000 "Version You've Never Seen").
-- "El exorcista" en IMDb.
-- "El exorcista" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Irak. Excavación arqueológica. Porque, ¿cuál es el origen del mal? El pasado, y más en concreto dentro de las eras geológicas, la Era Cthulhuiana. El padre Merrin dirige la excavación, hasta que encuentra una estatuilla. Esta podría ser lo mismo un amuleto confeccionado por algún babilonio para combatir el dolor de muelas, pero ¡no! Es una estatuilla de una criatura demoníaca, lo que en esta clase de pelis significa... EL MAL SE APROXIMA. Salto a... Estados Unidos. Porque en estas pelis, cuando el mal se aproxima, el bien está en ESTADOS UNIDOS. Vemos a una señora que, horror de horrores... ¡es una mujer moderna! ¡Es una MADRE DIVORCIADA que está tratando de CRIAR A SU HIJA SOLA! ¡Oh, Bastet, en dónde quedaron los valores en los que solíamos confiar...! Y resulta que para colmo, esta mujer TRABAJA. ¡¡¡ES ACTRIZ!!! Y además, ¡NO REZA! ¡¡¡ES ATEA!!! Joer, si ya tiene el cartelito de "vengan posesiones satánicas a mí, miren qué anticristiana soy, miren cómo no me caso con un hombre para preñarme de él y atenderle la casa". El caso es que su hija está en esa edad turbulenta en donde las hormonas empiezan a marchar para invadir Polonia, y en medio de todo eso, ¿va y se deja follar por el buenorro de la escuela como toda chica de pro? Naturalmente que no. Su manera de darle escape a su sexualidad naciente es... ponerse a jugar con una tabla ouija. Seriously. ¿Ya lo ven, niños? ¡¡¡EL SEXO ES MALO, NUNCA DESPIERTEN, NUNCA PIERDAN LA PUREZA!!! El caso es que vemos un poco de folletineo por parte de la madre que, miren ustedes, está en relaciones extramatrimoniales con el director de la peli en que trabaja (no te preocupes, trepilla, no eres la única). Todo esto condimentado con la historia en paralelo del padre Karras, un sacerdote que tiene algunas serias dudas existenciales sobre su fe, y que no se desfoga con niñitos, miren ustedes qué buenoide él. El caso es que al padre Karras la madre, que es una griega anciana y vive sola, se le pone pa'llá primero, y se le despacha después. Dolor, desesperación, OH DIOS MÍO POR QUÉ ME HAS ABANDONADO (eso te pasa por venerar a un dios patriarcal y machista, en vez de reverenciar a la ÚNICA VERDADERA DIOSA, que es Bastet, que es gata y además sexy). El padre Karras, que además funge de psiquiatra, podría estar en la ruta hacia su autodestrucción (buenoooooo...), de no ser porque en el intertanto, la actriz sueltorra empieza a ver como los inocentes jueguitos con la tabla ouija de su hija han ido escalando a mayores. A ruidos en el ático primero. A camas que se mueven después. A heridas en la piel de su hija al último, incluyendo apuñalarse a sí misma el himen con un crucifijo (en todos los comentarios de esta peli lo leerán como "masturbarse con un crucifijo", pero nunca he visto a alguien macho o hembra masturbándose salpicando tanta sangre. Salvo el Joven Manos de Tijera). Ahora, el demonio que ha enfrentado alguna vez al padre Merrin ha vuelto, la madre que pensaba que estaba segura en su dominio sobre la materia está desconcertada ante LO SOBRENATURAL, el padre Karras es la última esperanza, y cuando incluso eso falle... WHO GONNA CALL??? GHOSTBUST... er, no, el padre Merrin, sí, eso es. La batalla decisiva por expulsar al Demonio del cuerpo de la pobre Regan y por hacer ingresar el dinero en la taquilla, ha comenzado.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Lo hemos discutido varias veces en Cine 9009, pero volveremos a insistir por aquello de los contextos adecuados y otras mendas que tanto le gustan a los estructuralistas, además de rellenar párrafos que es un gusto para la incontinencia. Los '70s fueron serios. Muy serios. Mortalmente serios. El mismo 1973 en que se estrenó "El exorcista", es el año en que la Casa Blanca fue exorcisada de Richard Nixon, figúrense. La gente venía de los flopis '60s, haz el amor y no la guerra y todas esas cosas, viendo como todo estaba saliéndose de madre, de cómo las instituciones estaban corruptas hasta la médula (no en balde 1973 es también el año de "Serpico", la peli afiche de la corrupción policíaca en aquellos años), y de como el amor libre estaba ganando la partida, con el correspondiente clamor de ¿¿¿ALGUIEN QUIERE PENSAR EN LOS NIÑOOOOOOS??? La sociedad de los '70s estaba dividida entre los conservadores que venían de los eisenhawerianos '50s (ya saben, suburbios, publicidad, pastel de manzana en la ventana...) y que hacían lo que mejor podían para no perder la fe en Dios y América en medio de toda la apertura a la depravación de aquellos años, y los malvados y sucios hedonistas por el otro, que están cargándose nuestros buenos y santos valores de toda la vida, mezclando el trabajo con ¡¡¡DIVERSIÓN!!! en vez de levantarse a las siete, cenar a las siete, acostarse a las diez, hacen vivir al hombre diez veces diez. En medio de todo eso, el cine de terror también empezó a evolucionar. Los '60s habían sido la década del terror livianito y cheesy, muy artsy too, las pelis de Edgar Allan Poe estilo "El cuervo" o "La máscara de la muerte roja" de Roger Corman, o las pelis de monstruos de la Hammer. Era hora de ponerse serios de nuevo. Los primeros lanzazos llegaron con "La noche de los muertos vivientes" de George Romero de 1968, y sobre todo "El bebé de Rosemary" del mismo año, dirigido por nuestro perturbado favorito el señor Roman Polanski. En medio de todo eso arribó la novela de un pobre diablo (seriosly: vivía de la asistencia social) llamado William Peter Blatty, llamada "El exorcista", supuestamente basada en un exorcismo perpetrado por allá por 1949 en Estados Unidos. Blatty pensó que la idea era buena para el cine, y empezó a hincharle los cocos a los estudios de Hollywood hasta que la Warner se interesó (en buena hora para ellos: "El exorcista" es la peli más taquillera que ha producido la Warner jamás, ajustadas las cifras por inflación eso sí). Comenzó así una producción atribulada a más no poder, tanto que generó la famosa leyenda negra de que el rodaje de "El exorcista" estaba maldito. En realidad algo de eso hay, pero los problemas que plagaron a la producción tuvieron más que ver con el carácter tiránico del director William Friedkin, que con la mano mora del Príncipe de las Tinieblas metido en medio del sarao. Hablando del señor Friedkin: el baile de directores incluyó a Arthur Penn (quien declinó por estar dedicado a la enseñanza), Peter Bogdanovich (quien estaba en otros asuntos y declinó, lamentándolo después cuando vio como "El exorcista" se forró) y Mike Nichols (quien no quería rodar una "peli con niñata"): Friedkin terminó siendo reclutado por la insistencia de Blatty, quien pensaba después de ver "Contacto en Francia" que era la clase de hombre capaz de aportar el toque de rudeza necesario en una peli de vamos juntos a plantarle cara al Colúo (hablamos del mismo tipo prestigioso que dos décadas después acabó dirigiendo "Jade: La piel del deseo"...). Luego vino el casting. Ellen Burstyn no era la primera opción, y sólo obtuvo el rol después de que se cayeran los nombres de Shirley McLaine, Anne Bancroft, Jane Fonda (¡!) y Audrey Hepburn (¡¡¡!!!). El estudio quería a Marlon Brando como el padre Merrin, pero Friedkin no quería "una peli Brando", y el venerable Max von Sydow acabó en el casting (¡hey, tiene lógica! ¡En 1965 él fue JESUCRISTO en "La historia más grande jamás contada"! ¿Quién mejor para echar demonios del cuerpo de una núbil preadolescente?). La primera opción para el padre Karras era... Jack Nicholson. Seriously (a veces trato de ser paródico, pero cuando la historia misma es tan retorcida, cuesta ser más over-the-top que la mismísima realidad). Luego, Stacey Keach, aunque el rol terminó en las manos de Jason Miller, un actor de teatro que nunca había hecho cine antes (hizo carrera en el cine después, pero su rol posterior más importante fue... repetirse como el padre Karras en "El exorcista III". Ups). El listado para potenciales Regan fue larguísimo, incluyendo una Brooke Shields (¡¡!!) que acabó descartada por ser demasiado joven para el rol (considerando lo que pasó después con Linda Blair, fue casi una bendición. Aunque Brooke Shields igual hizo sus cosas salidorras como "Niña bonita" y "La laguna azul"). La propia Linda Blair no fue enviada por su agencia de casting (seguramente pensaban que le estaban haciendo un favor), y fue la propia señora Blair que la llevó e hinchó hasta que la contrataron (en el rol que le cagó la vida a Blair... thanks mom...), recibiendo la señora en cuestión un cameo en la peli como premio (es una de las enfermeras que aparece en la escena del examen en donde a Linda Blair le salta un chorrito de sangre por la cánula en el cuello... thanks mom again). La voz demoníaca, eso sí, fue doblada por Mercedes McCambridge, quien comió huevos crudos y se fumó cajetillas enteras y RENUNCIÓ A SU ABSTINENCIA AUTOIMPUESTA PARA LUCHAR CONTRA UN ANTIGUO ALCOHOLISMO, PARA ESTROPEARSE LAS CUERDAS VOCALES CON WHISKY, para conseguir la voz perfecta para el Demonio (después no fue acreditada, según la gente de la peli porque no quería, según ella porque no sabía, después de ver la peli amenazó con demandar, y la Warner acabó incluyéndola en los créditos). El rodaje mismo fue tan infernal (ehm...) que se pensó en llamar a un sacerdote a exorcisar el set (al final no se practicó ningún exorcismo, ninguno real por lo menos, en parte porque el cura pensaba que iba a poner ansioso a la gente y salir para peor, aunque accedió a darle una bendición. Por si las moscas). El rodaje de 85 días se extendió por 224, en medio de los cuales uno de los sets de grabación se quemó, y tuvo que ser reconstruido entero de nuevo. Lalo Schiffrin, compositor hot por el tema de la serie televisiva "Misión Imposible" y por "Harry el Sucio", y que ese mismo año musicalizó "Operación Dragón" (la primera, última y única peli de Bruce Lee en Hollywood) compuso un soundtrack que fue rechazado, generando la leyenda de que el señor Schiffrin lo reutilizó después en "Terror en Amityville". Por cierto, nadie sabía a ciencia cierta si es que la peli iba a funcionar, porque (suena hilarante en la actualidad, pero era 1973, ¿vale?) cuando la audiencia fue encuestada, descubrieron que casi nadie sabía lo que era un exorcista o un exorcismo, por lo que los productores estuvieron en un tris de cambiarle el título a la peli (lo que hace bastante más explicables las escenas en donde a la madre le explican lo que es un exorcismo, y que lo describan como una especie de "vieja vergüenza" para la Iglesia Católica). Claro, hoy en día todos saben lo que es un exorcismo gracias a "El exorcista" precisamente. Pero si todas las pelis malditas se ruedan así, entonces que se hagan más, debieron decir los de la Warner, que se mandaron un taquillazo supremo con 110 millones en taquilla, sólo un poquito por detrás de la peli más taquillera de 1973, que fue "El golpe" y sus 115 millones (en la época, por comparación, el listón de peli más taquillera de todos los tiempos estaba clavado por "El Padrino" y sus 142 millones, antes de ser destronada por "Tiburón"), 110 millones que con el correr del tiempo y los sucesivos reestrenos, se empina hasta los casi 450 millones. El público fue galvanizado por la peli, y hubo gente que de hecho se escapó de la función (aunque según se reportó, la escena más chocante no fue el exorcismo, los vómitos o las guarradas que se manda la chica con un crucifijo o sin él, sino... la escena de la cánula en el hospital. Lo que algo dice sobre la naturaleza del terror). Un tipo que se desmayó en el cine y se rompió la mandíbula contra el respaldo del asiento de adelante, demandó a la Warner porque se había desmayado por culpa de que la peli era demasiado terrorífica (la demanda fue rechazada, sobre la comprensible base de que si el tipo es impresionable, para qué se fue a meter a una peli de terror en primer lugar). La crítica, no diré que la hizo pedazos, pero la recibió más o menos como se recibe hoy en día todo el cine blockbuster, con los clásicos argumentos de "puros efectos y nada de substancia", "guión mal desarrollado", "personajes unidimensionales", etcétera (lo que hace más irónico que el único Oscar que se llevó la peli, fue a Mejor Guión Adaptado). Por supuesto que con el paso del tiempo, la peli fue cambiando en la percepción de los críticos. Ayudó la incontable cantidad de plagios posteriores, por no hablar de sátiras como... sí, la mencionaré... "Y dónde está el exorcista" (con Leslie Nielsen, sí, tan terrorífica que nunca debió haberse rodado. Y no terrorífica de que cause sustos. Intencionalmente, por lo menos. Y con Linda Blair parodiándose a sí misma cual Adam West de la vida). Ni qué decir, "El exorcista" se volvió una de las pelis más influyentes de todos los tiempos, un giro radical en la manera de concebir y rodar el cine de terror, y por qué no decirlo, el punto de partida del terror moderno. Tanto, que revisitarla hoy en día ni siquiera asusta. Por el efecto costumbre, eso es.
¿POR QUÉ VERLA?
-- "El exorcista" fue tan mortíferamente eficaz en asustar a las audiencias de 1973, que hoy en día no asusta a nadie. Porque todos lo han visto, en primer lugar (salvo los más jóvenes, para quienes esta peli es VEJESTORIO). Y porque ha sido imitada, plagiada, parodiada y saqueada a destajo, por lo que mucho de su potencial de choque se ha perdido. Pero aunque como peli de terror no funcione tan bien como antaño, aún así sigue siendo más perturbadora que muchos de sus imitadores. Hoy en día, cualquier mediocre realizador de terror rueda una peli en donde un grupo de personajes absolutamente detestables están expuestos a una fuerza sobrenatural de tal o cual tipo, que se los va merendando en medio de golpes de efecto, golpes de ruido, golpes de cámara, golpes de lo que sea para asustar a la audiencia. En definitiva, el punto del cine de terror hoy en día pareciera ser que gocemos viendo como el mal masacra a un grupo de pobres infelices. Un terror que no asusta sino que se disfruta. Contradictio in terminis, pero las misteriosas leyes de Hollywood así lo han decretado. En ese sentido, "El exorcista" es casi un Monte Ararat, con un Arca varada e inútil pero aún en las alturas. Porque 1.- "El exorcista" dedica cerca de la mitad de la peli a desarrollar sus personajes y relaciones y que nos encariñemos con ellos, de manera que cuando el mal ataca con toda su fuerza, nos angustiamos con lo que sucede en la pantalla debido a que le sucede a personajes QUE REALMENTE NOS SIMPATIZAN Y NO QUEREMOS VER SUFRIR. Y 2.- "El exorcista" recurre el mínimo a los golpes de efecto más teatrales (a ratos sí, pero más bien poco), y deja que la situación espantosa se desate por la propia inercia y lógica narrativa interna. Cuando por ejemplo aparecen los demonios estampados en la pared, no necesitamos un golpe de ruido para que nos asusten: la peli ha tenido a bien escenificar con mucha lentitud y calma la presencia del mal, en figuras a veces en apariencia tan inocuas como una pelea de perros al comienzo, de manera que no necesita agredir al espectador llegado el momento culminante porque EL ESPECTADOR YA ESTÁ SUGESTIONADO CON LO QUE LE ESTÁN NARRANDO. La principal fuente de angustia deriva, por supuesto, de la madre que está en trance de perder a su hija, no porque ella pueda fallecer (lo que es una posibilidad, y aterradora, claro) sino porque además PUEDE SER QUE SU ALMA SE VAYA AL INFIERNO. La peli tiene la sabiduría de dejar que ese miedo fluya, y debido a éste, todo lo demás pasa a segundo plano. Eso es saber rodar una peli de terror como corresponde.
-- Inadvertidamente, esta peli hace buena la tesis de Stephen King de que todo el cine de terror es inherentemente conservador. Piénsenlo por un minuto. La madre es una mujer liberada, moderna, trabaja de manera independiente, y es actriz que se reune con actores, la clase de gente progre encantada de conocerse y de mirar en solfa los "valores tradicionales". Tiene una hija y la cría sola, es decir, sin familia (incluso, cuando la hija le pregunta sobre un posible segundo matrimonio, la madre dice que como que no mucho, con la implicancia de que hay sexo extramatrimonial y sin arrepentimiento de la clase de "pasemos por la libreta mejor"). Además no es creyente, como ella misma afirma, y no educa a su hija con valores religiosos (cuando la chica se pone a jugar con una ouija, la madre no le presta la menor atención al asunto). Y por tener todos estos valores rupturistas y esta actitud de ningunear al buen y viejo cristianismo de toda la vida, recibe su CASTIGO, y donde más le duele: en su hija, en lo que inconscientemente es su legado para el mundo. Atacar a la hija, incluso matarla si fuera el caso, dejaría a la mujer sin legado y por ende como estéril e inútil, como alguien cuya existencia no mereció la pena de ser vivida (hay como un atisbo de lo contrario cuando el detective le pide a la actriz un autógrafo, pero es muy sutil y no alcanza a compensar, claro). La señora, cuando su hija se está yendo por el drenaje, recurre primero a LA CIENCIA, y los científicos dan su mejor pelea, pero al final LA CIENCIA NO ES SUFICIENTE. La religión es la respuesta. (Una década después, "Los Cazafantasmas" sería la respuesta). Los verdaderos héroes de la peli son por supuesto los sacerdotes católicos, quienes dan su mejor pelea y hasta las últimas consecuencias para derrotar a aquel quien en definitiva no puede ser derrotado. Por si fuera poco, la peli tiene un fuerte mensaje antierótico. La clave de la peli radica en el despertar sexual de Regan: la primera escena en que vemos a la chica, la escuchamos decir que ha soñado con un apuesto jinete montando un brioso corcel. Una referencia más sexual sin hacerse demasiado obvia, imposible. Cuando la chica empieza con los síntomas de la posesión, uno de los primeros es decir malas palabras, que por supuesto tienen que ver con la sexualidad ("goddamn cunt"). Y cuando el demonio ataca de manera abierta, la chica se masturba con un crucifijo al grito de "¡¡¡DIOS TE FORNICA, JESÚS TE FORNICA!!!", además de tratar de forzar a su propia madre a lamerle allí donde una chica buena no se lame jamás. ¿Moraleja? Lleva una vida buena, una vida pía, reprime todo lo que puedas tu sexualidad en vez de tomártelo como algo natural, cásate como le gusta a Dios y ten hijos. Y si eres mujer, no trabajes por libre, que en el trabajo está la tentación y el pecado (el tentador, el cineasta en este caso, es un cabrón jopú que sube y baja al mayordomo por ningún otro motivo aparente que ser un malparido, y después recibe su justo castigo, por supuesto). Ahora bien... lo que hemos dicho varias veces. Puede ser que estés de acuerdo con el mensaje, puede que no (nosotros acá en Cine 9009, por descontado que no). Pero de todas maneras se aplaude la mortífera eficiencia con la cual la película consigue transmitirlo, lo que revela cierto genio, por supuesto. Aunque, por supuesto... si tan solo hubieran utilizado su genio para el bien...
-- Parte importante del atractivo de esta peli, es la exquisita entrega de todos los actores. Ellen Burstyn transmite de manera excelente toda la angustia de una madre desesperada ante lo imposible. Jason Miller como el padre Karras está también excelente, y Max von Sydow sigue siendo el gran caballero del cine que siempre ha sido. Linda Blair por su parte tiene la naturalidad suficiente como para crear mucha ternura como Regan primero, y después para destrozar sin misericordia y a martillazos toda esa ternura como la Regan poseída. Incluso Lee J. Cobb ("12 hombres en pugna") en uno de sus últimos roles (fallecería en 1976, a los 64 años) como el detective encargado de investigar la sospechosa muerte del cineasta, transmite grandeza y hace importante a su personaje a pesar de que, en términos estrictos, el mismo es un tanto superfluo para la trama. Esta peli era, admitámoslo, de casting complicado. Pero los creadores sortearon la trampa con dignidad, y consiguieron poner a una buena plantilla de actores al servicio de una peli prácticamente redonda en cada uno de sus aspectos.
IDEAL PARA: Ver una de las pelis de terror definitivas dentro del género.
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1973
jueves, 14 de noviembre de 2013
"Escorpión" (1973).
-- "Scorpio". Estados Unidos. Año 1973.
-- Dirección: Michael Winner.
-- Actuación: Burt Lancaster, Alain Delon, Paul Scofield, John Colicos, Gayle Hunnicutt, J.D. Cannon, Joanne Linville, Mel Stewart, Vladek Sheybal, Mary Maude, Jack Colvin, James Sikking, Burke Byrnes, William Smithers, Shmuel Rodensky.
-- Guión: David W. Rintels y Gerald Wilson, basados en una historia del primero.
-- Banda Sonora: Jerry Fielding.
-- "Escorpión" en IMDb.
-- "Escorpión" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Un agente de la CIA llamado Cross se encuentra con un tipo al que llaman... ¡¡¡ESCORPIÓN!!! ¡¡¡BUAAAAAÁ, TENGAN MIEDO!!! (en realidad Scorpio en inglés). Ambos discuten un poco sobre una misión que Scorpio ha llevado a cabo en París (se supone que Scorpio está a contrata y hace el trabajo tan sucio que ni la propia CIA quiere meter las manos en eso, y que Cross es su contacto/sensei/manager10%). El caso es que por esto o aquello, un alto funcionario de la CIA, muy encopetao él, comienza a perseguir a Cross. Al mismo tiempo Scorpio llega hasta Estados Unidos, y allí le tienden una celada. Mientras Cross desaparece a la manera en que lo hacen los espías, Scorpio negocia ahora con la CIA misma su siguiente trabajo: ir a por Cross y matarlo. No en balde, se supone que Cross le está vendiendo secretos al "otro lado" (1973, el "otro lado" significa la Cortina de Hierro, el Oro de Moscú, los malvados comunistas comeniños, etcétera). Como Scorpio fue el antiguo discípulo de Cross, se supone que piensa como él, y por esa misteriosa telepatía mental que poseen todos los personajes necesitados de una ayudita para empujar el guión, descubre que Cross está en Viena. De manera que la persecusión parte allá, mientras Cross ha buscado asilo con un amiguete ruso. La partida está iniciada, los dados están lanzados, la suerte está echada, etcétera. Ya saben como son éstas de espías, que hay algún tiroteo, algún doblez, etcétera.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Los '70s fueron una época dorada para el cine político y de espionaje en general. Después de todo, con Richard Nixon derribado a costillas de su metida de pata en Watergate, y después de la happy/hippie década del amor libre y las tetas sin sostén, la paranoia estaba otra vez instalada en la agenda mundial. O no me van a decir que nadie sospechaba de la CIA, el Pentágono, etcétera. Irónicamente, la saga de espías por excelencia que era James Bond perdió un poco de fuelle y se volvió más familiar y autoparódica (quizás porque la realidad estaba superando las más descabelladas ficciones, o es que nadie tenía pensado ver al mismísimo Blofeld instalado en la Casa Blanca), como en "Vive y deja morir" o "El hombre de la pistola de oro". Pero surgieron imitaciones, continuaciones, etcétera. Es la época de "El día del chacal", de "Odessa", de "Los tres días del Cóndor", de "Todos los hombres del Presidente", de "Missing", de "Contacto en Francia" y "Contacto en Francia II", de "La cortina rasgada" y "Topaz", etcétera. En medio de esta oleada surgió "Escorpión", peli que se esforzó por transformarse en the next best thing en materia de electrizante cine de espías adulto. Con los resultados consabidos, y que ustedes ya conocen. Sí, no se hagan, sí conocen los resultados. Los escucho, sé lo que me están diciendo, que ni han visto esta peli, ni habían oído hablar de ella antes. A eso me refiero con "los resultados", precisamente.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Esta peli trató de mezclar cine de espías adulto con el electrizante thriller a lo James Bond sesentero. O sea, trató de mezclar vino añejo primera selección de 20 años, con uvas ácidas y sin fermentar. El resultado es un dizlate absoluto, que se queda a medio camino de todo. Creo que el peor problema acá es la indefinición de objetivos: no se sabe bien qué historia pretendían contar. La cosa se llama "Escorpión", pero resulta que el prota no es Scorpio sino el tal Cross. Perdonable si es que por lo menos el tal Scorpio fuera un secundario de lujo. Y pues, que tampoco, porque si bien en algunos minutos es insultantemente más listo que la policía o los otros espías, en otras circunstancias se muestra como un pazguato completo a la hora de despachar al tal Cross, que tampoco es que estuviera tan escondido tampoco. Toda la secuencia de Viena parece más bien un relleno porque, bueno, con algo había que alargar la peli para que se empinara sobre la horita y media, que si lo cazaba de una nos quedábamos sin peli. Las comparaciones son odiosas, pero bien podríamos reemplazar a Cross por Jason Bourne, a Scorpio por algún asesino entrenado de la CIA (bueno, otro asesino entrenado de la CIA diferente) y al cabecilla de la CIA como el mismo, y tendríamos la trilogía de Jason Bourne (bueno, "Identidad desconocida" es de 2001, pero la novela original data de 1980, por lo que se ve que si Robert Ludlum sacó la idea de aquí, tuvo tiempo de observar los errores, pulirla y hacerla funcionar como corresponde). La peli se defiende bien en lo que es mérito propio del thriller setentero, o sea, las escenas de acción, en que las secuencias largas y con relativos pocos cortes en la mesa de edición hace que veamos las carreras completas y el agotamiento físico de los protas, en vez de tener cortes rápidos que le permitan descansar a los actores y falseen la idea de acción física misma. Burt Lancaster está bien, y Alain Delon... buenoooooo... es el chulomijo de turno, qué le vamos a hacer (pero, virtud que le redime de todos los pecados, ¡le gustan los gatos!). Paul Scofield como el espía ruso está también notablemente bien (el espectacular Tomás Moro de "Un hombre de dos reinos", por más señas). Y cuando la cosa iba más o menos aburrida, pero por algunas cosas se defendía, viene una vuelta de tuerca final tan inverosímil, que es de verla y no creerla. Por cierto, el gran aporte de Michael Winner (vaya un apellido, este tipo sí que se tiene confianza) a la Historia del Cine es haber rodado, al año siguiente de esto, la célebre "El Vengador anónimo" con Charles Bronson, por más señas. Si eres fanático de algunos de los actores de la tríada Lancaster/Delon/Scofield (este último algo difícil, pero alguno habrá), entonces esta peli valdrá el tiempo invertido, pero en caso contrario, no es la primera recomendación que se me vendría a la cabeza, si me preguntaras por dónde empezar en materia de espionaje setentero.
IDEAL PARA: Bostezar.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].
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1973,
Asesinos Profesionales,
Espionaje,
Viena
jueves, 5 de mayo de 2011
"Robin Hood" (1973).
-- "Robin Hood". Estados Unidos. Año 1973.
-- Dirección: Wolfgang Reitherman.
-- Actuación: Voces de (en el original inglés) Brian Bedford, Phil Harris, Andy Devine, Monica Evans, Carole Shelley, Peter Ustinov, Terry-Thomas, Pat Buttram, Roger Miller, George Lindsey, Ken Curtis.
-- Guión: Historia de Larry Clemmons, sobre una concepción y personajes de Ken Anderson.
-- Banda Sonora: George Bruns.
-- "Robin Hood" en IMDb.
-- "Robin Hood" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
El buen rey Ricardo Corazón de León se ha marchado hacia las Cruzadas, y su perverso hermano Juan Sin Tierra se ha quedado para darle a los ricos y robarle a los pobres. Su mejor aliado es el Sheriff de Nottingham, que sólo hace su trabajo expoliando impuestos a los pobres, pero miren ustedes qué cabrón cómo goza con su trabajo, el rec****** hij* ** ** **dre. La última esperanza de Inglaterra está en las manos de un arquero que es un zorro. Literalmente, porque esta peli es antropomórfica. Estamos hablando por supuesto de... ¡Robin Hood! Este forajido se va haciendo cada vez más peligroso para los intereses de la Corona, y por lo tanto, Juan Sin Tierra le tiende una trampa feliz: una linda zorrita (literalmente una zorrita, no estoy haciendo un chiste subido aquí) que están ojito tierno con ojito tierno le dará un beso al que venza en un concurso de arquería. Y no sigo contando porque, créanlo o no, ya me he resumido casi la mitad de la peli, así de lenta es.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Un buen punto de partida aquí sería la chorrada de siempre, de que Robin Hood representa el anhelo de la justicia de la gente oprimida versus los poderosos que blablablá. Pero se hace más interesante si planteo que las pelis de Robin Hood tienden a repercutir más en la audiencia en épocas de crisis (no es que en las otras épocas no hayan habido sus pelis y series de TV de Robin Hood, pero han tenido menos repercusión o han sido menos icónicas que las "clásicas"). Así, "Las aventuras de Robin Hood" de Errol Flynn salieron en 1938, cuando la economía yanki llevaba arrastrando como diez años de crisis, por culpa de los de siempre, "El príncipe de los ladrones" salió en medio de la crisis económica que terminó por atragantar a George Bush padre, y el "Robin Hood" de 2010 de Ridley Scott cae justo en una época de crisis económica en donde ha quedado en evidencia como un puñadito de PIB Men se han cagado en el resto de la Humanidad y la han expoliado a su regalado gusto. La década de 1970 nos ofreció dos versiones icónicas, la desmitificadora "Robin y Marian" de 1976, y la que nos ocupa ahora, la versión Disney del asunto. No debe ser casualidad, si después de todo los '70s fueron una época muy oscura, con Estados Unidos hundido en Watergate, y con fuertes evidencia de la existencia de redes de corrupción dentro del sistema. Por desgracia para el arquero metrosexualmente verde, esta es una de las pelis Disney menos consideradas de todas. Y con toda razón, hemos de decir. No en balde pertenece a la etapa en que el viejo Walt ya había fallecido, y los estudios vivían bajo la sombra de Wolfgang Reitherman, que tenía una sola cosa en mente a la hora de hacer su trabajo: sacar pelis Disney como si el tiempo no se hubiera movido un solo segundo desde los gloriosos '50s. Así les fue.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Lo que podríamos llamar la Etapa Reitherman dentro de los Estudios Disney ("La espada en la piedra", "El libro de la selva", "Los aristogatos", "Robin Hood", "Las aventuras de Winnie the Pooh", "Los rescatadores" y "El zorro y el sabueso") puede ser considerada como una especie de Edad de Plata por lo irregular de su producción, con algunos puntos meritorios y otros que son directamente olvidables. Después de haberse sacado la interesante "Los aristogatos", Reitherman nos departió esta peli aburrida, de humorismo básico, sin aventura ni pulso narrativo, y que se hace enormemente pesada en sus apenas 83 minutos. Y una peli de Robin Hood sin aventuras no es una peli de Robin Hood. Aparte del detalle de usar animales antropomórficos, el vestuario y la recreación sigue a pie juntillas el clásico "Las aventuras de Robin Hood" de Errol Flynn, como si no hubieran pasado 35 años de por medio. Aún así, en medio de todo este marasmo, la peli tiene algunos puntos fuertes. El más interesante es, de lejos, el bastante elaborado trabajo de animación, que aunque no puede compararse con los estándares actuales, disimula bastante bien el que esta peli en realidad era casi una "serie B" y fue hecha con el vuelto del pan y poco menos. La animación de los dos protas, Robin Hood y Lady Marian, es simplemente estupenda y contribuye bien a hacerlos una pareja querible. Del lado de los villanos, el afán por hacer una peli sanitizada le juega en contra al crear un Rey Juan Sin Tierra que en su soberana (nunca mejor dicho) estupidez nunca representa una amenaza real (además el gag de chuparse el dedo a punta de repetirse pierde su efectividad), y su más inteligente cortesano (una serpiente directamente importada de la serpiente Kaa de "El libro de la selva", y es que tampoco los guionistas se comieron demasiado el coco pensando), que daba más de jugo como malo maloso, no pasa de ser un alivio cómico y poco más. Es en el último tercio de la peli, cuando vemos la lluvia y el tono cambia a ser bastante más ominoso y oscuro, incluyendo la esperable secuencia de acción final, que tenemos un atisbo de cómo podría haber sido la peli si Wolfgang Reitherman hubiera tenido más agallas para tomar decisiones creativas, porque es en ese tramo final en donde vemos por fin algo de oscuridad y tensión dramática. Por desgracia, para llegar hasta ahí hay que haberse mamado casi una hora de peli en la cual no pasa básicamente nada. Hay gente que considera a esta peli como subestimada. Puede que tengan razón, porque como señalé, méritos artísticos no le faltan. Pero una cosa es que una peli tenga elementos rescatables, y otra que sea buena como un todo orgánico. Si se disponen a verla por lo que de bueno tiene, entonces adelante y con mi bendición, pero también con mi advertencia: se están arriesgando aquí.
IDEAL PARA: Fanáticos de los Estudios Disney, nostálgicos de los '70s y seguidores completistas de Robin Hood.
VIDEOS.
-- Robin Hood libra una batallita contra las fuerzas de Ricardo [doblado al español].
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1973,
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Robin Hood
jueves, 7 de abril de 2011
"Jesucristo Superestrella" (1973).
-- "Jesus Christ Superstar" (título original en inglés), "Jesucristo superstar" (título en España). Estados Unidos. Año 1973.
-- Dirección: Norman Jewison.
-- Actuación: Ted Neeley, Carl Anderson, Yvonne Elliman, Barry Dennen, Bob Bingham, Kurt Yaghjian, Josh Mostel, Philip Toubus, Larry Marshall, Richard Orbach, Robert LuPone.
-- Guión: Melvyn Bragg y Norman Jewison, basados en el musical escrito por Tim Rice.
-- Banda Sonora: Andrew Lloyd Weber.
-- "Jesucristo Superestrella" en IMDb.
-- "Jesucristo Superestrella" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Un bus sicodélico llega a una planicie desértica botando desde sus entrañas a una manada de... ¡¡¡HIPPIES!!! ¡¡¡BUAAAAAÁ, TENGAN MIEDO!!! Los hippies se bajan junto con una poca de vestuario y ambientación, y se preparan para escenificar... ¡¡¡JESUCRISTO SUPERESTRELLA!!! ¡¡¡BUAAAAAÁ, TENGAN MIEDO!!! Todos están alegres y contentos porque, vamos, ¡¡¡ES JESUCRISTO!!! MIRACLE MAKER!!! Pero nunca faltan los amargados, los cenizos, los cobardes, que miran desde la lejanía y agrían el gesto. Como Judas, por ejemplo, que canta una cancioncita en donde se queja de por qué Jesús mira a todo el mundo y ya no lo mira a él (prepárense: hay más subtexto homo por delante). Luego aparece María Magdalena bañando a Jesucristo con perfume (supongo que eso cuenta como "intento de seducción" en el siglo I después de Cristo Nuestro Prota), y Judas otra vez protesta (el subtexto homo otra vez, miren bien). Mientras tanto, Caifás y sus secuaces, con unas vestimentas que los hacen parecer vikingos con gorros musulmanes, están preocupados porque si la gente sigue al tal Jesucristo, quizás no quieran obedecer a los romanos, y miren, no es que los romanos sean demasiado queribles, pero tienen el gladio, el asta y el pilum por el mango, así es que mejor a obedecer calladitos, en particular si mantienen un status quo en donde ellos, los sacerdotes, siguen más o menos mandando con cierta libertad al fin y al cabo, que es lo mejor que se puede obtener, y no venga el condenado Cristo ése a arruinarnos el negocio. Las cosas se precipitarán cuando Jesucristo Superestrella decida hacer su gira más mediática, y aparecerse en... ¡¡¡JERUSALÉN!!! Pronto los acontecimientos se precipitarán, los sacerdotes tomarán cartas en el asunto, Judas hará lo suyo... vamos, si ya saben cómo termina el asunto. Pero esta vez es más entretenido porque es con música. Bueno, con música medio progre con teclados Hammond, vale, pero sigue siendo música más o menos de la buena...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
"Lo hubieras gestionado mejor si hubieras planeado tu mañana. ¿Por qué elegiste un tiempo tan atrasado y una tierra tan extraña? Si hubieras venido hoy en día hubieras alcanzado a toda la nación. ¡Israel en 4 antes de Cristo no tiene medios de masas como comunicación!". Esta canción, que "Jesucristo Superestrella" pone herejemente en labios de Judas (traducción libre al castellano cortesía de vuestro seguro servidor el General Gato), pone el dedo en la llaga en nuestra ignorancia fundamental acerca de ese simpático carpintero judío que un día cualquiera trató de montarse una revolución de... er... bueno, alguna clase, y acabó claveteado en una cruz (y algunos dicen que resucitó, vaya uno a saber). A lo largo de los veinte siglos posteriores al certificado de defunción extendido a "Jesús de Nazaret, domiciliado en Nazaret N° 33, Galilea, de profesión carpintero", el personaje se ha transformado en una especie de perchero en donde cada quien le cuelga su cada qué. Los católicos ven en él a un revolucionario ultramundano, tendiendo a limar el mensaje social en pos de la redención de las almas (es que eso de rebelarse contra el status quo, como que le empezó a doler a los católicos a medida que se hacían más ricos). Los marxistas ven en él a una especie de protoguevarista. Los sionistas, a un judío que intentó batirse del yugo de Roma. Los musulmanes, a un profeta al que se debe respetar, pero que no era tan chupi como el profeta más profetoso de todos que es Mahoma. Y así sucesivamente. Al final, ¿quién fue Jesucristo? Esta peli lo tiene claro: una superestrella. Porque el relato de su muerte sigue teniendo hoy en día más rating que los fenecimientos de la Princesa Diana, Heath Ledger o Anna Nicole Smith. Y es en eso donde el libretista Tim Rice y el compositor Andrew Lloyd Weber se inspiraron para componer una de sus obras cumbres, una ópera rock en donde se cargaron con todo contra la leyenda de Jesucristo. No contra el personaje histórico en sí, ojo, que esto no es ni pretende ser un relato histórico (de hecho, está plagado de anacronismos para enfatizar el punto de vista moderno por sobre el retrato histórico), sino en contra de la panda de mediocres que se cuelgan de la figura de Jesucristo para los más diversos y manipuladores fines... y también para sentirse salvos y mejores que el resto de las personas (¡soy apenas una persona, soy tan humilde, pero me eligió Cristo, me habló al corazón, y por eso soy mejor que tú, mira como brilla mi humildad...!). El musical, estrenado en 1971, conoció pronto una adaptación cinematográfica a cargo de Norman Jewison, que venía de rodar otro musical, cual es "El violinista en el tejado" (hay otro "Jesucristo Superestrella" del año 2000, que no ha visto... ni Cristo). El movimiento fue todo un éxito: la peli resultó un éxito de taquilla, y a pesar de las protestas de algunos grupos religiosos (los cenizos de toda la vida que se creen tan superiores que piensan que la sociedad debe inmunizarlos contra cualquier visión disidente de su mesías), éxito también de crítica.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Aquí es inevitable partir hablando de la obra. Cuando uno habla de adaptaciones al cine, tiende a hablar lo menos de la obra original porque la adaptación es justamente eso, una adaptación y no una copia al carbón (bueno, salvo "Harry Potter y la piedra filosofal" y "El Código Da Vinci", que son tan fieles al material de base como blandas y faltas de inspiración desde un punto de vista cinematográfico). Pero lo que tenemos acá es el musical puesto en imágenes, así es que es inevitable hablar del musical mismo. Acá, la intención está clara. No se trata de escenificar la vida, Pasión y muerte (¡y resurrección desde las brasas del infierno, como un Schwarzenegger cualquiera!) de manera tan literal como se pueda a los Evangelios, como en la por otra parte aburridísima "Jesús de Nazaret" de Zefirelli, sino que a través de un delicado ejercicio de anacronismo, plantear a Jesucristo como si fuera una superestrella rockera estilo "The Wall" (bueno, la peli "The Wall" es de 1978, cinco años después... pero me entienden el punto), poniendo así el dedo en la llaga en las reacciones no siempre demasiado positivas que la figura de Jesucristo (no el hombre, sino la leyenda mediática) genera en las personas. Para tal efecto, el guión realiza algunas astutas manipulaciones: se sustrae casi todo su mensaje, se descontextualizan algunas de sus frases bíblicas, y en definitiva se pone sobre la escena a un Jesucristo vacuo y quizás algo sicótico, en pos de algo que no se define muy bien, y que con no demasiada mala leche puede interpretarse casi como un delirio personal. Un Jesucristo muy poco divino y demasiado humano, en definitiva. La crítica no es por supuesto contra Jesucristo mismo, salvo que estés tan ciego por la prédica de tu pastor local llame-ya, que no soportes nada que no sea la rígida letra del Evangelio (en cuyo caso deberías estar yendo a ver "La Pasión de Cristo" de Mel Gibson). Los dardos envenenados van fundamentalmente hacia quienes siguen a Cristo más por histeria de masas que por verdadera convicción al mensaje, incluyendo a esos simpáticos apóstoles que no entienden mucho de nada, que siguen a Cristo más porque es cool que porque verdaderamente le escuchen (pero que le niegan a la primera de cambio, igual como casi todos los fanáticos de Britney Spears se descolgaron de ella cuando engordó y se rapó el pelo), y que en la Ultima Cena cantan esa línea hereje de que luego de ser apóstoles podrán retirarse a escribir los Evangelios así como Bill Clinton se retiró (más o menos) a escribir sus memorias (que nadie leyó, aunque luce bien el tocho en las bibliotecas de los analistas políticos). Y como la peli traslada el musical casi palabra por palabra y nota por nota (nota más o nota menos, línea cambiada aquí o allá), entonces la peli transporta a la realización toda esa leche envenenada. Todo eso, apoyado por una partitura de Andrew Lloyd Weber que, en la actualidad puede sonar un poco desfasada (esos teclados Hammond, por Bastet...), pero que marcan la pauta de lo que serán otros musicales suyos (otros musicales suyos adaptados al cine son "Evita" y "El Fantasma de la Opera"). Por supuesto que no van a faltar los buenrollistas de toda la vida que van a decir que por qué tanta mala onda, que por qué no dejar a los cristianos en paz, no sin su dejo de condescendencia (esos pobrecitos cristianos, para qué quitarles lo poco que tienen), pero es que oigan, no es que este musical le falte el respeto a los cristianos, es que los cristianos con sus Cruzadas, con su constante oposición al progreso tecnológico y a la equidad social, y con sus histéricos telepredicadores gritando "HEY YISUS!!!", hace siglos que vienen faltándose el respeto a sí mismos.
-- La puesta en escena es magnífica. Quizás haya influido que el director sea judío (Norman Jewison fue harto más respetuoso con los judíos en "El violinista en el tejado", que con los cristianos aquí). El caso es que, aprovechando que el musical se lo carga todo, también se cargó unas cuantas convenciones cinematográficas. En vez de rodarlo con decorados fastuosos o una ambientación lo más realista posible (planea nuevamente la comparación con "El violinista en el tejado"), tan propios por otra parte del cine de romanos-y-cristianos de los 10-20 años anteriores ("El manto sagrado", "Quo Vadis"...), y a pesar de rodar en locaciones del mismísimo Medio Oriente en vez de las siempre socorridas ambientaciones pseudobíblicas en España, Italia o Tunicia, Jewison recurre a una puesta en escena lo más teatral posible. El inicio y el final (no es un gran spoiler, vamos, que al final el prota muere, ¿no lo sabían?) son casi una declaración de principios: al inicio llega un autobús cargando a todos los artistas, el vestuario, etcétera, y al final, cuando todo acaba (en la cruz: acá no hay resurrección, para meter más mala leche todavía), vemos a esa misma tropa de gente subiéndose al autobús y marchándose. Todo no ha sido más que un musical, una fantasía, remarcando aún más el carácter de artificioso que tiene el culto de la superestrella (Jesucristo superestrella o cualquier otra superestrella). Entre medio vemos un vestuario absolutamente lejano al prurito de realismo (chales hippies para las chicas, camisetas rojo-moradas y sin casco para los guardias romanos, capas negras y pecho al aire para los sacerdotes...), unas edificaciones en las que se no ha hecho el menor esfuerzo por esconder que en realidad son ruinas y cascotes de la antigua civilización grecorromanojudía que profitó allí, y elementos muy siglo XX como ¡tanques avanzando sobre la arena y aviones a reacción volando a ras de tierra! Con toda esa ambientación, es absolutamente imposible que podamos identificarnos de alguna manera con los personajes y las situaciones, y esa es precisamente la intención: que veamos la historia desde el distanciamiento irónico, desde la reflexión, desde la crítica, no involucrándonos y emocionándonos hasta el punto que se nos olvide lo que estamos viendo y acabemos convertidos en otra masa de grupies al servicio de la superestrella. Valga mencionar, como contraste, que Mel Gibson trató de conseguir justamente lo opuesto, que nos transformemos en grupies de Cristo, por la vía del hiperrealismo más extremo ("La Pasión de Cristo" es terriblemente formal, sucia como debió haber sido la Palestina económicamente deprimida de su tiempo, hablada en arameo y latín... bueno, en algo parecido al arameo y al latín...), por lo que podemos situar a ambas pelis, a "La Pasión de Cristo" y a "Jesucristo Superestrella", en los dos extremos de un continuo que va desde la aceptación acrítica de la superestrella mesiánica hasta su rechazo más absoluto (no necesariamente al mensaje de Cristo, insisto, sino a la actitud genuflexa ante el mesías que es Tu Nuevo Mejor Amigo). Es interesante también comparar esta peli con "El Evangelio según San Mateo", de Passolini, obra en la que el cineasta italiano también quería hacer crítica del Cristianismo, pero preservando el mensaje cristiano, y por lo tanto, siguió el camino de adaptar casi palabra por palabra el Evangelio de San Mateo para ridiculizar sotto voce a los cristianos que pretenden o finger seguir la Palabra de Cristo y mostrar en el subtexto todas sus incongruencias. "Jesucristo Superestrella" en ese sentido juega en una liga diferente, y dentro de ese contexto tiene todo el sentido del mundo que el palacio del Sanhedrín no sea ni siquiera una edificación o un escenario en el sentido clásico del término, sino un andamio de construcción con sus correspondientes tablones, y el espectador sea quien deba hacerse la imagen de que eso representa (esa es la palabra clave: "representa", no "es") un palacio.
-- Interesantemente, aunque la peli sea una ironía completa (un sarcasmo, más bien), los actores representan sus roles muy en serio (bueno, qué se espera: son grupis, cuándo un grupi se lo ha tomado a broma). Los productores tomaron la muy saludable decisión de traerse a casi todos los actores principales de la obra de Broadway (Carl Anderson como Judas, Yvonne Elliman como María Magdalena, y Bob Bingham como Caifás), mientras que Ted Neeley, si bien no había interpretado a Cristo en el musical y no era la primera opción tampoco (ambas eran para Ian Gillan, vocalista de Deep Purple, que prefirió seguir con ellos en vez de pasar al cine acá), había aparecido como secundario en el mismo (un leproso, vaya un tiraje por la chimenea). El afiatamiento del elenco se siente como algo natural, cada uno absolutamente identificado en sus papeles. Bob Bingham como Caifás con su ominosa voz da escalofríos, e Yvonne Elliman en su solo "Yo no sé cómo amarlo" llega a ser conmovedora. Pero los que se llevan la palma son claramente Carl Anderson (¿un Judas negro? ¡Creía que esta peli era rupturista!), dándole un carisma avasallador a "el Gran Traidor", y profundizando con su voz todas las dudas existenciales del personaje que, digámoslo con todas sus letras, en el fondo son las nuestras propias (moraleja: si te atreves a disentir del Cristianismo y tener un poco de sentido común, eres un Judas y un traidor a Cristo... y quizás también tengas fijaciones extrañas con él, que no en balde cuando se da cuenta de la enormidad de su traición, canta las mismas líneas de amor a Cristo que ha cantado María Magdalena como media hora atrás de peli...). Y al lado de Carl Anderson, Ted Neely, como un Cristo un poco blando en algunas escenas, pero que consigue especial intensidad en algunos minutos (la escena en que es acosado por los leprosos, en lo que casi es una premonición de la muerte de la princesa Diana acosada por los paparazzis, o la oración en Getsemaní). Es la intensidad especial que despliegan los actores (cantantes, repetimos, de Broadway, y que por lo tanto no necesitan ser doblados ni tienen esas vocecitas escuálidas de algunos wannabies tratando de hacer gorgoritos en musicales), lo que impide a la peli caer en la parodia ramplona y en vez de ello le aporta una nueva dimensión trágica: puede que todo el espectáculo del grupismo hacia el Cristo sea algo penoso e incluso grotesco, pero no hay nada para reirse en ello y en la tragedia humana de quienes voluntariamente concurren a cegarse a sí mismos, so pretexto de no ver nada más que la fulgurante luz emanada desde algún farol encendido en Palestina hace 2000 años atrás.
IDEAL PARA: Amantes de los musicales, y gente que esté dispuesta a andar por la vida sin cargar las anteojeras amablemente provistas por su predicador favorito.
VIDEOS.
-- "Hosanna" con Jesucristo ingresando a Jerusalén (en inglés, subtitulado en español).
-- "I Don't Know How To Love Him" (en inglés, sin subtítulos).
-- "Superstar" (en inglés, subtítulos en español).
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1973,
Jesucristo,
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Sátira
domingo, 27 de diciembre de 2009
"El culto siniestro" (1973).
-- "The Wicker Man". Inglaterra. Año 1973.
-- Dirección: Robin Hardy.
-- Actuación: Edward Woodward, Christopher Lee, Diane Cilento, Britt Ekland, Ingrid Pitt, Lindsay Kemp, Russell Waters, Aubrey Morris, Irene Sunters, Walter Carr, Ian Campbell, Leslie Blackater, Roy Boyd, Peter Brewis, Barbara Rafferty.
-- Guión: Anthony Shaffer, tomando como base de manera sumamente vaga una novela de David Pinner.
-- Banda Sonora: Paul Giovanni.
-- "El culto siniestro" en IMDb.
-- "El culto siniestro" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Inglaterra en la actualidad (bueno, en la actualidad de 1973, se entiende). Pero no la Inglaterra londinense Beatles-style o, considerando que son los '70s, el Londres de pubs cerveceros volados por bombas del IRA. No, nada de eso, sino la Inglaterra bucólica y semirrural, esa alejada del mundanal ruido, en donde la civilización parece haberse detenido medio siglo atrás, o quizás antes. En uno de esos poblachos con casas semicampestres, escuelitas rurales y con taberna a falta de pub, llega un hidroavión. Los nativos, que se vaya, que se vaya, que esto es propiedad privá, pero el otro que no, que es funcionario del Gobierno, que se reportó la desaparición de una niña, y dicha desaparición debe ser investigada. Comienza el interrogatorio, y los lugareños contestan más o menos como si fueran una tropa de tarados. Sin sacar nada en limpio, el inspector de policía, o lo que sea su cargo policial, se queda alojando en la taberna. Allí la suda fría porque la hija del tabernero está buena y quiere puro que el policía le aseste un lumazo, pero él, muy compuestito y cristiano, que tiene noviecita y todo, y además es virgen, no cede a las lúbricas tentaciones. A medida que la investigación sigue, descubre algunos asuntillos cada vez más fuera de lugar. Como que, por ejemplo, los lugareños cantan cancioncillas hippies trasnochadas. O que en las escuelas sus niños aprenden sobre (¡¡¡OH, ABOMINACIÓN!!!) ...shut, digámoslo bajito mejor... ...sobre sssssseeeeeexo... O que la comunidad ha abrazado abiertamente el paganismo. El misterio de la desaparición de la chica empezará entonces a tomar un curso cada vez más inesperado, cuando nuestro pobre inspector descubra la macabra realidad detrás de los inocentones pueblerinos...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
El mundo era un lugar raro en 1973. En Estados Unidos, Richard Nixon caía como plomada después de lo de Watergate. En Medio Oriente, los israelíes se trenzaban a trompadas como por tercera o cuarta vez en un cuarto de siglo con los egipcios, en la Guerra de Yom Kippur. En Chile, el socialismo con gusto a vino tinto y empanadas dejaba paso al bailongo de los militares durante 17 años. En Inglaterra, Roger Moore era reclutado para "Vive y deja morir", su primera peli Bond. Y en todas partes, había un sentimiento general de desazón, una resaca post-68 de y-too-esto-paqué. Claro, en la década pasada se había impuesto el hippismo, la vuelta a la naturaleza, y toda esa cosa chillona y rebelde para destrabarse de los empaquetados '50s. Pero ahora, el rompedientes rock sesentero daba paso al más estirado y artificioso Rock Progresivo, el asunto de la naturaleza se hacía menos New Age y más científico (ya saben: sobrepoblación, desequilibrio ambiental...), y en general todo se hacía más melancólico, tétrico y claustrofóbico. En este ambiente arribó "El culto siniestro". Que partió tomando una novela de un tal David Pinner, a la que se limitaron a cambiarle toda la tapa (título incluido) y casi todo el interior, por lo que adaptación, lo que se dice adaptación, no es. La peli tuvo un pasar discreto, no hizo demasiado ruido, pero con el tiempo engrosó ese turbio listado que los pedantes llaman "pelis de culto", nombre generalmente utilizado para designar al cine que no le importa a nadie, salvo a los cinéfilos estirados que se creen mejores que los demás. Dio origen incluso a un criticado remake en 2006 ("El culto siniestro" con Nicolas Cage), operación comercial absolutamente estúpida porque si hay una peli que es inremakeable, es justamente ésta. Pero bueno, volvamos a la original de 1973...
¿POR QUÉ VERLA?
-- Saludada como una de las mejores pelis de terror de todos los tiempos, "El culto siniestro" en realidad es bastante inclasificable. La valoración de la misma depende fuertemente de qué esperas encontrar en ella, y de seguro si buscas tal o cual cosa, saldrás decepcionado. Es una peli de terror, pero no aterroriza realmente. Es una comedia, pero el siempre bienvenido humor irónico british está tan cargado aquí (o diluido, a según), que no hace reir. Es un musical, pero a medida que la trama transcurre, los números musicales van desapareciendo, o bien engarzan dentro de la trama, algo que ningún buen musical de pro debe hacer, porque si música y peli se integran, la música se hace invisible (o inaudible). Es, simplemente... "El culto siniestro". Y punto. Una peli hecha con espíritu de baratillo british, un poco como se hacían las pelis de la Hammer por los años corrientes e inmediatos, pero más luminosa, que a ratos parece incluso una de esas cansinas y flemáticas series de época producidas por la BBC. ¿Es mala entonces? No. ¿Es buena? Por algunos aspectos, sí. ¿Me atrevería a saludarla como una obra maestra? Lo dudo. Pero ningún espectador de mente abierta debería salir decepcionado de aquí. Bueno, si aguanta hasta el final. Porque el arranque de la peli es soporífero a más no poder, y si la ves como cine de trasnoche, te descubrirás abriendo los ojos y descubriendo que ya amaneció hace rato. Es desde la segunda mitad en adelante cuando el asunto entero cobra bríos, donde las cosillas que parecían un poco insertadas al azar dentro de la trama empiezan a cobrar sentido, y en donde todo se arma en definitiva.
-- El tema de la peli es interesantísimo en grado sumo, y más bien poco tratado en el cine en general: la religión. Sí, ya sé, me van a decir que la religión es un tema recurrente por aquello de Cristo contra Satán y "El exorcista" y "La profecía" y etcétera. No, no me refiero a eso con "la religión", a la cosa parafernálica del "good vs. evil", sino a la substancia misma de lo que, se supone, es en términos sociales la religión. Que ésta no es una de esas pelis de terror baratas yankis en donde una secta obtiene poderes demoníacos de esto o de esto otro, para que nos entendamos. Incluso, la peli es ambigua respecto de lo sobrenatural: ¿existe, no existe...? El culto al que se alude, y que influye de manera tan inesperada sobre la vida de los lugareños, ¿es realmente una religión "verdadera", en el sentido de tener respuestas ciertas y conseguir manipular a la naturaleza, o es otra superchería de mentes delirantes que creen haber visto a Dios en la naturaleza o en los cielos...? La respuesta es, cuando menos, ambigua, y a según cómo se interprete, puede dar para una posibilidad u otra, de manera que en un caso estaríamos ante una peli de terror de raza (o sea, una peli en donde lo sobrenatural irrumpe en la vida de las personas para destruirlas), o simplemente un descarnado estudio sociológico ultrarrealista sobre cómo funciona el fanatismo religioso. Parte importante de esta ambigüedad recae en su prota. La aldea es claramente pagana, hasta el punto que desafía muchas convenciones arraigadas en nuestra sociedad atea en lo práctico, agnóstica en el discurso, pero criptocristiana en las convenciones. Pero el prota no es un científico ni un hombre racionalista, sino un cristiano que ve el mundo con los ojos de un cristiano, y por lo tanto, a medida que el culto pagano va quedando un poco en ridículo, vemos la poca efectividad que tienen las verdades cristianas para afrontar un enemigo que en principio se antoja tan débil (habida cuenta de que la religión pagana no estaría apoyada por dioses paganos, porque engendros ridículos como Zeus, Wotan o Cernunnos no podrían existir de verdad, ¿cierto que no?). ¿En definitiva son los paganos quiénes tienen razón? Quizás. Pero sí es claro que tampoco los cristianos tienen la respuesta. En muchos sentidos, esta peli es el reverso de esas pelis estilo "El nombre de la rosa", en donde alegres inquisidores cristianos despachan a la hoguera a tristes paganos, aprovechando que la balanza social está a su favor: acá la balanza social está a favor de los paganos, y esa es toda la diferencia.
-- La ambientación en general es sicodélica a más no poder. Podía haber sido realizada unos cinco años antes, y no se notaría. Se clava justo en el punto de inflexión entre el hippismo irreflexivo de los '60s, y lo campy melancólico '70s. Si te gusta la New Age y sientes melancolía por aquellos años en que había que estar en contacto con la naturaleza y todo eso, esta peli te va a encantar, con las canciones incluidas. Porque hay canciones. Varias. Cantadas a santo de nada. Como en la mejor tradición de los musicales.
-- El elenco está brillante. No es que luzcan demasiado individualmente, porque esta no es una peli "de personajes". Pero cada uno en su lugar, está muy bien. Edward Woodward está notable como el prota, que no es un héroe como en las pelis yankis al uso, sino un funcionario ciertamente algo gris, pero honesto y cumplidor con su trabajo. Christopher Lee, tratando de sacarse de encima el rol de Drácula que había hecho tantas veces para la Hammer en años previos, está inmenso como la vida en su rol de juez de paz de la localidad. Hay un pequeño y simpático papel para Britt Ekland, como la hija del cantinero, chica sueca de culto que, siendo de lo más fiel al estereotipo de "sueca es, y que en mi playa veranee por favor", nos regala generosas tomas de su anatomía. Para la trivia digamos que la Ekland y Christopher Lee coincidirán al año siguiente como chica Bond y villano Bond en la por otra parte deplorable "El hombre de la pistola de oro". Y como buena producción británica, acá los lugareños parecen de verdad lugareños, no como en las pelis yankis en donde se nota mucho que son modelos carilindos disfrazados de piltrafas (estilosas, eso sí) para fingir que son de la plebe.
IDEAL PARA: Ver una interesante peli sobre el tema religioso.
VIDEOS.
-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].
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jueves, 10 de septiembre de 2009
"Operación Dragón" (1973).
-- "Enter the Dragon". Hong Kong / Estados Unidos. Año 1973.
-- Dirección: Robert Clouse.
-- Actuación: Bruce Lee, John Saxon, Kien Shih, Ahna Capri, Angela Mao, Jim Kelly, Robert Wall, Bolo Yeung, Betty Chung, Geoffrey Weeks, Peter Archer, Li Jen Ho, Marlene Clark, Allan Kent, William Keller.
-- Guión: Michael Allin.
-- Banda Sonora: Lalo Schifrin.
-- "Operación Dragón" en IMDb.
-- "Operación Dragón" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
En el célebre y mítico Templo del Shaolín, Bruce Lee es llamado a una misión: detener a cómo dé lugar a Han, un malvado ex-monje que ha colgado la sotana y ha usado las mortíferas artes aprendidas en el Templo para (¡¡¡HORROR!!!) su provecho personal (y si las técnicas eran tan buenas y no las deben usar para el mal, ¿para qué las enseñan, en primer lugar...?). Para hacerlo un poquito más personal, resulta que uno de los sicarios de Han ha estado mosqueando a la hermana de Lee (er... el personaje de Bruce Lee se llama, en un alarde de creatividad, "Lee", se nota que no se estrujaron las sienes pensando en esto, ¿eh?), y la hermana de Lee se ha infligido una herida mortal para evitar lo que en lenguaje puritano victoriano se llama "una afrenta peor que la muerte". Además tenemos a Roper, un vivales que por aquello de que no le quiebren las piernas, decide reclutarse en lo de Han (tipo listo que le llaman: para evitarse a mafiosos de poca monta decide meterse con un mafioso de alta monta, miren what a wiseman...). Y a Williams, otro de trigos poco limpios que también acaba rumbo a la isla de Han. Porque este Han, tiene una isla cuyo estatus internacional es discutido (como si hubiera en este mundo una isla de estatus discutido a la que EEUU no le arregle los papeles a punta de cañoneras, y a territorio yanki se ha dicho), parece que hace tráfico de blancas, y por no quedarse también le hace al opio, y cada tres años organiza un torneo mortal en donde los más-mejoles del mundo se dan de escabechina entre sí. Pero Lee-Roper-Williams irán y le darán a Han una bien sazonada ensalada de nudillos. O, bueno, Lee y los otros dos, que en fondo el espectáculo es ver a Bruce Lee doing the bartman, men... El torneo está por empezar, y aunque el trofeo ya tiene grabadito el nombre del vencedor, que habrán espectadores zoquetes que aún duden de que Lee ganará, de todas maneras hay que verlo porque, como decil maestlo Confucio, es en la búsqueda y no en el resultado donde subyace la sabiduría...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Lo que voy a escribir es apenas una teoría, así es que, si quieren desmontarla, adelante, háganlo. Pero por si yo tuviera razón... la digo. Como he insistido, en los '70s el cine en general se puso mucho más oscuro, por la resaca de la Era Hippie convertida en Watergate, etcétera (bueno, eso ya no es una teoría, es un hecho, la teoría es lo que sigue). Como parte de esa oleada de teñir gris el cine, el buenrollismo hippiento, que tenía como componente el descubrimiento de las culturas orientales, The Beatles entrevistando al Maharishi esto o aquello, terminó yéndose a su contrapunto más duro y violento: las artes marciales hechas para matar. No nos engañemos, eso del Oriente más sabio que Occidente porque tienen filosofía y todo eso, no es más que un mito, que basta echarle un vistazo rápido a los libros de Historia para ver que allá en la India, en la China o en Japón también se mataban por un échame allá estas pajas (con filosofía y enlightment, eso sí). Recordemos que en materia de pelis de acción, el paso de los '60s a los '70s marcó también el paso del refinado, cosmopolita y luminoso James Bond, al cavernario, urbano y grisáceo Harry el Sucio (compárese "El satánico Dr. No" con "Harry el Sucio"... y piénsese que hay apenas nueve años de diferencia entre una y otra). En ese medio ambiente, es lógico entender cómo una cinematografía tremendamente pobre y localista como el cine de artes marciales de Hong Kong, con sus pelis serie B producidas absolutamente en serie ("producidas" es un decir, porque pareciera muchas veces que ruedan el mismo guión over-and-over-again, y de los majestuosos cartonpiedrísticos templos budichinos ya no hablemos), acabó proyectándose en Estados Unidos, y creando una fiebre tal, que hasta la pobre Mujer Maravilla terminó durante un tiempo con atavíos de chica karateka, para no desentonar con los tiempos (por suerte, después se impuso la cordura). Con apenas tres pelis en el cuerpo, y a punta de una técnica impresionante, Bruce Lee se había impuesto como la estrella hongkonesa por antonomasia, y por lo tanto los jerifaltes de Jolivú, siempre ansiosos de ver dónde está fluyendo la pasta, decidieron que era buena idea importarlo y convertirlo en megastar yanki. El resultado es que se produjo esta peli, "Operación Dragón", con clara vocación de crear una franquicia (¿a qué, si no, a según el título original, llamarla "Entra el dragón", si no es para explotar después el dragón en esto-el-dragón o aquello-el-dragón...?), con un presupuesto inalcanzable para la modesta artesanía hongkonesa. O sea, la producción y la estrella los aportan Hong Kong, y el money y las ansias carnívoras las ponen Hollywood. El resultado fue una peli inmortal, en primera porque es una de las pelis presupuestariaemnte más holgadas que se hicieron en aquellos años, en lo que a kung-fu-KIAAAAAÁ se hicieron, y en segunda porque es la única incursión del mítico Bruce Lee en Hollywood: un edema cerebral lo mató a poco de estrenarse esta cosilla, y lo libró de caer en el infierno en que lentamente se ha ido dragando, por decir un nombre cualquiera... bueno, Jackie Chan. Lo dije. Pobre hombre.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Como decíamos, el guión de esta peli es tópico a decir basta: hay un malo maloso encerrado en su fortaleza, y hay un bueno que debe meterse en la fortaleza y ponerle las peras a cuatro. El viejo esquema de cuanta peli de acción y cuanto peplum se han rodado desde que el cine es cine. Pero a cambio tenemos a... BRUCE. Bruce Lee. En plena forma. Pateando traseros. Porque esta peli no se anda con sutilezas: Lee (ahora el personaje, que como apuntábamos, tiene el mismo apellido del prota, quién sabe por qué... esto último fue sarcasmo, claro) no se anda con mariconadas como los derechos humanos o los eternos valores de justicia y moral, y es tan asesino como los malos. Pero como sólo mata a los malos, se lo perdonamos (un poco como a su contemporáneo Harry el Sucio... por cierto, se dijo que postulaban a Clint Eastwood para el papel de Roper, lo que hubiera sido una gozada, tener la dupleta Eastwood/Lee onscreen). Y Bruce Lee nos ofrece todo lo que puede, que no es poco. Porque, aunque se ha dicho miles de veces, nunca lo he hecho en Cine 9009, y por eso lo diré. Lo de Bruce Lee traspasa las fronteras de la mera técnica de combate, lo suyo es un arte, es el desenvolvimiento del cuerpo humano al límite de sus posibilidades. De hecho, uno de los puntos más flacos de esta peli es que Bruce Lee no tiene una verdadera pelea en forma sino hasta bien avanzado el metraje, y antes tenemos a John Saxon... Bueno, queremos a John Saxon, el tipo ha hecho mucha morralla ("Pesadilla en la calle Elm", ¡"Los siete magníficos del espacio"!, ¡¡"Instinto animal"!!), pero siempre con dignidad. Pero, aparte de poner un careto tipo James Bond chanconeresco de rebajas (o sea, un pseudoBond yanki), tratar de mostrarlo como un guerrero a la par que Bruce Lee es... bueno... ¿es que alguien le enseñó a este tipo a dar un par de golpes, antes de ponerse a rodar...? Ayuda, claro, el dispendio de medios, que permite cosas como poner en una sola toma cenital a toda la escuela de Han y sus múltiples extras, toma que incluso para los estándares de hoy en día, acojona hombre, acojona. Si a eso le sumamos la música de Lalo Schifrin (el que compuso el célebre tan-tan-tantantan-tan de "Mision Imposible", y que por esos años le daba funky a "Harry el Sucio" y "Magnum 44"), ya ganamos muchos más enteros. La pelea final parece un homenaje nada disimulado a "La dama de Shanghai" (¡ups, spoiler...! Bueh, qué más da, ya dije que el argumento es lineal como el sistema digestivo de una culebra), y la verdad es que, por una vez, para lo cutres que suelen ser estos homenajes (ya saben, disfrazan de homenaje lo que en realidad es un flagrante caso de plagio), en este caso se sostiene bien, con una pelea final estupendamente desarrollada. Es cine de artes marciales, sí, y no se sale de los convencionalismos del cine de artes marciales, también, pero estos detalles resultones, y John Saxon en el coprotagónico, son un estupendo aderezo para lo principal, que es ver a Bruce Lee liando la de zorros allí donde va. Esto no sólo la libra de la quema, sino que además levanta el nivel, y mucho.
IDEAL PARA: Ver una de artes marciales con músculo (músculo cinematográfico, se entiende).
VIDEO.
-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].
-- Bruce Lee haciéndote sentir como una rata insignificante con su talento marcial [en inglés, sin subtítulos... ni falta que hacen]. -- Otra peleíta más de Bruce Lee, sólo por si el punto no quedó claro [en inglés, sin subtítulos].
Busca otras películas relacionadas:
+ Bruce Lee,
+ John Saxon,
+ Kien Shih,
1973,
Artes Marciales,
Cine de Hong Kong,
Torneo
domingo, 9 de marzo de 2008
"Serpico" (1973).
-- "Serpico". Estados Unidos. Año 1973.
-- Dirección: Sidney Lumet.
-- Actuación: Al Pacino, John Randolph, Jack Kehoe, Biff McGuire, Barbara Eda-Young, Cornelia Sharpe, Tony Roberts, John Medici, Allan Rich, Norman Ornellas, Edward Grover, Albert Henderson, Hank Garrett, Damien Leake, Joseph Bova.
-- Guión: Waldo Salt y Norman Wexler, basados en el libro de Peter Maas.
-- Banda Sonora: Mikis Theodorakis.
-- "Serpico" en IMDb.
-- "Serpico" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Man down! Man down! I repeat, man down! La sirena de una ambulancia anuncia cómo se están llevando a un oficial de urgencia al sanadero. Dicen por ahí que han baleado a Serpico, alguien pregunta que quién lo ha baleado, y uno por ahí dice cínicamente que conoce a unos seis oficiales que estarían felices de haberlo hecho... ¿Cómo demonios llegó Serpico a ser tan impopular? Veamos. Había una vez un buen oficial, que juró proteger y servir, y que por puro espíritu de superación personal, empieza a tratar de estudiar, mejorar, etcétera, en vez de ir por el lado fácil, o sea, aceptar sobornos por parte de malandrines para que no los sequen entre rejas. Este oficial, Frank Serpico, por puro meterse en estudios cada vez más estudiosos, pues bien, acaba metido en la contracultura estudiantil. Para su desgracia, son los ilusos y utopianos '60s, en que los nenes hijitos de papá se asqueaban de su propia riqueza y usaban la mesada de papito para enpeyotarse unos porros y cambiar al mundo desde la óptica lisérgica (después maduraron y se transformaron en los impulsores seniors del corporativismo ochentero... con la plata de papi, igualmente). Frank Serpico no sólo acaba metido en eso, sino que le toma el gusto a eso de andar con las charnas desgreñadas, y además toma clases medias extrañas (¿ballet?), aunque por otra parte, se moja alguna linda rubiecita, así es que todo está bien, por ese lado. Algunos nenes se tomaron el asunto de lo hippie en sorna, para fornicar como conejos so excusa de que estaban en el viaje y no se daban cuenta, o estaban abriéndose a las puertas de la percepción, etcétera, otros se lo tomaron un poco más valientemente y fueron a protestar contra Vietnam, escondidos en el anonimato de la multitud, pero la borrachera sesentera coge bien mal parado a Serpico, que se lo toma tremendamente en serio y empieza no sólo a cuestionar el sistema, cosa que siempre es saludable por aquello de la válvula de vapor, sino a... ¡horror! ...tratar de cambiarlo. Y la emprende con la corrupción policíaca. Más alto. Y más alto. Y cada vez más alto. Hasta hacer un escándalo de todo. Pasa lo que debía pasar: los polis corruptos (o sea, la mayoría, la leche de la nata, la ballena del aceite, el tabaco del cigarrillo), en vez de hacer examen de conciencia y preguntarse con humildad y contrición si deberían abjurar de sus malas vidas y empezar a esforzarse otra vez por hacer un trabajo honesto y bien hecho, deciden que todo está bien como está y los peatones a joderse, y ese maldito Serpico que se le suelta el 33rpm, pues algo habrá que hacer con él, que no van a sacrificar sus, ejem, pensiones para la vejez, por cositas tan tontas como evitar que la sociedad civil sufra a manos de la delincuencia y cosiacas así. La suerte de Serpico está echada, pero no se irá sin dar pelea (es Al Pacino, ¿OK?).
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Algo olía mal en los yanketas '70s. Las semillas estaban incubándose ya en los '60s. Los nenes del baby boom crecieron y trataron de cambiar a la sociedad, pero empotrados en drogas hasta las patas y con la mano en las bragas de alguna señorita, leyendo los dislates de los beatniks y de algún oportunista mahavira oriental, difícil es que pudieran hacer algo, y así el país siguió precipitándose hacia el despeñadero de Watergate (que por cierto, es del mismo año que esta peli). Que el sistema entero estaba podrido desde la raíz hasta la médula es algo que ya venía proclamando, muy visionariamente, el bueno de Harry, que en la peli "Harry el Sucio" estiraba un tanto el concepto legal de "homicidio justificado" para hacer su trabajo. Serpico, en la otra trinchera, buscaba en cambio apegarse lo más posible a la letra de la ley. Por algo Harry el Sucio gana y Serpico termina abaleado (punto para Harry). Siempre los polis han tenido manzanas podridas en el cajón, pero es que en ese tiempo, había suficientes manzanas podridas como para hacer jugo de pulpa de fruta para regimientos completos. La historia de Serpico entusiasmó a alguien que escribió un libro (siempre hay quien hace trabajo de investigación sobre estos outsiders bienintencionados gracias a los cuales el mundo más o menos funciona). Luego, el libro cayó en las manos del inefable productor Dino de Laurentiis, en aquellos años muy activo al otro lado del charco, en su nativa Italia, y con ansias de pasarse al otro lado, a los USA, donde está el money (en ese tiempo produjo "La Biblia", "Capricho a la italiana", "La batalla de Anzio" y "Barbarella", y después de "Serpico", ya bien instalado en Hollywood, produciría pelis como el "King Kong" de 1976, "Orca", "El huevo de la serpiente", "Flash Gordon", "Conan el Bárbaro", "Duna", "El cuerpo del delito", "Asesinos", "Hannibal"... hombre múltiple del cine). Ni corto ni perezoso, de Laurentiis llamó a Al Pacino, superestrella desde que le diera vida a Michael Corleone en "El Padrino" (otra que incidentalmente toca el tema de la corrupción). El resto fue coser y cantar: "Serpico" se transformó casi en un clásico instantáneo. Y con notables razones para ello.
¿POR QUÉ VERLA?
-- Los lectores que saben un poquito de cine esperarían que partiera por Al Pacino. Pero no. Al César lo que es del César, y a Lumet lo que es de Lumet. Si quieres cine con nervio y garra, quienes a Sidney Lumet en la dirección. Su filmografía incluye "Doce hombres en pugna", "Asesinato en el Expreso de Oriente", "Tarde de perros", "Network: Noticias que matan"... Y bueno, algunas quizás no tan inspiradas (el remake de "Gloria", "Un extraño entre nosotros", "Negocios de familia"...), pero que siguen mostrando la huella de alguien que conoce su oficio. "Serpico" nos muestra al mejor Lumet, a uno en plena forma, lo que es más o menos sinónimo de decir una de Arnold Schwarzennegger en la que Arnie pega sus golpes más contundentes. Como cualquier peli estilo "basada en un hecho real" (ya pueden irlo diciendo en "Gangster americano"), la acción amenaza con tornarse aburrida porque no se puede dotar a una peli así de espectacularidad sin traicionar a Su Majestad La Vida, pero es la zarpa de Lumet dirigiendo lo que le da una enorme tensión dramática.
-- Ahora sí. Al Pacino. Uno dice "Al Pacino, gran actor", y todo el mundo asentirá como si hubieran escuchado las Bienaventuranzas y el resto del Sermón de la Montaña. Sin embargo, ya sabemos que Al Pacino se hizo un cartel como gran actor en los '70s, y después empezó a declinar cada vez más, abusando de su propio arte y de la complacencia del público, para ofrecer roles cada vez menos intensos e interesantes. Su rol en "Serpico" es de los buenos, es de cuando todavía tenía que hacerse un nombre a pulso. "El Padrino" lo hizo un grande, y en "El Padrino II" se consagró, pero entre medio rodó "Serpico", y con eso demostró que su gran rol como Michael Corleone no había sido una casualidad. Su personaje es intenso y apasionado sin caer en el cliché del héroe justiciero buscando redimir a una sociedad enferma (incluso, queda bien en claro que Serpico es un personaje más extraño que héroe), y es falible y capaz de caerse. A la larga, esto hace de Serpico un héroe más admirable que un simple Yo-Soy-La-Justicia. Gracias, Pacino, por rol concedido.
-- El tema principal de la peli, por desgracia, es el de siempre: ¿Quis custodiet ipsos custodes? ("¿Quién cuida a quienes deben cuidarnos?", en traducción libre). Se supone que la policía vigila las calles para que rateros y malacatosos no la emprendan con nosotros, los ciudadanos decentes, pero por otra parte... ¿por qué ellos iban a arriesgar más el pellejo que nosotros mismos por eso? Se supone que para eso tienen vocación de policías, y también existe eso de, perdonen la redundancia, "vocación de servicio", pero... ¿quién dice que la gente se hace policía por las razones correctas? Piénsenlo, se supone que mucha gente se hace médico o abogado porque quiere luchar por la vida o la justicia, pero no pocos lo hacen por los escuálidos ingresos monetarios (y muchos se hacen profesores porque el puntaje de la PSU no les da para más). Esta peli plantea crudamente dicho problema. No es sólo que los polis corruptos reciban maletines tránsfugas con una sonrisita de "BUAHAHAHAHÁ, qué malo soy". Vemos toda la institucionalización de la corrupción, hasta el punto que tienen redes para recolectar el dinero de los sobornos. Y los polis corruptos no se ven esencialmente malos. Uno de los polis corruptos se encarga de advertir a Serpico, incluso por su propio bien, sin tenerle inquina especial: no es necesario que te disparen directamente. Simplemente te enviarán el primero a la línea de fuego, o te comisionarán a los barrios más peliagudos, o estarás en un tiroteo y tus compañeros no te respaldarán, o te apuntarán y ellos mirarán para otro lado, y todo lo que suceda de ahí en adelante será un lamentable accidente. Curiosamente, existe más de un punto de coincidencia entre Serpico y Harry el Sucio. En la primera, en la "Harry el Sucio" original (que como decíamos, es dos años anterior), decían de Harry que le decían "el Sucio" porque le mandaban a hacer todo el trabajo desagradable que nadie más quería, y él lo hacía por una impecable vocación del deber (aunque sus métodos eran un poco, ejem, expeditos). Quizás es el destino de los grandes: terminar haciendo el trabajo sucio de los demás, para que éstos puedan engordar tranquilamente.
IDEAL PARA: Ver una peli poderosa, realista y sin concesiones, sobre un tema que, bien mirado, debería preocuparle a todo el mundo.
Busca otras películas relacionadas:
+ Al Pacino,
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+ Jack Kehoe,
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+ Mikis Theodorakis,
+ Sidney Lumet,
1973,
Biopic,
Corrupción,
Nueva York,
Policías
domingo, 23 de septiembre de 2007
"El día del chacal" (1973).
-- "The day of the Jackal". Inglaterra / Francia. Año 1973.
-- Dirección: Fred Zinnemann.
-- Actuación: Edward Fox, Terence Alexander, Michel Auclair, Alan Badel, Tony Britton, Denis Carey, Adrien Cayla-Legrand, Cyril Cusack, Maurice Denham, Vernon Dobtcheff, Jacques François, Olga Georges-Picot, Raymond Gérôme, Barrie Ingham, Derek Jacobi.
-- Guión: Kenneth Ross, basado en la novela de Frederic Forsythe.
-- Banda Sonora: Georges Delerue.
-- "El día del chacal" en IMDb.
-- "El día del chacal" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Charles de Gaulle, el milico que creía en las democracias siempre que fueran bien autoritarias (con razón le gustaba tanto a la Comisión Ortúzar), decidió que el Imperio Francés en Argelia debía acabarse. Los franchutes son el país de la democracia universal y los derechos humanos, pero en todas partes hay manzanas podridas, y en este caso se trata de grupos parafascistas que deciden por su cuenta que a los franceses no se los puede dejar solos, y por ende, Charles de Gaulle debe morir para que ELLOS puedan mostrarle al mundo que los franchutes son algo más que bolsas de aire caliente. Un primer complot fracasa de manera patética (se gastan lo que no tienen ametrallando a gusto con una churrada de francotiradores, y aún así la palman), de manera que los remanentes de este grupo ultranacionalista cambian de estrategia, y deciden que utilizarán a un asesino solitario para la misión. Para este propósito llaman a un tipo que no pueda ser buscado en Francia, por carecer de prontuario criminal allí; éste resulta ser un inglechute cuyo nombre código es el Chacal, y que ha sido nada menos que... ¡¡¡CHACHÁN!!! ...el tipo que se cargó a Rafael Leónidas Trujillo (si vieron el episodio de "X-Files" que revela como el Hombre del Cigarrillo fue el tipo que mató a JFK y Martin Luther King, ya saben de dónde se robaron la idea). El Chacal pone condiciones leoninas para el trato, y como los otros no tienen mucho que perder, acceden. El Chacal empieza entonces por estudiar el terreno y encargar una linda arma, amén de falsificar los pasaportes necesarios para moverse con comodidad por Francia. Para su desgracia, los polis franceses no son exactamente unos tontos, y espiando a los jefes del Chacal, descubren que algo raro se está cocinando, por lo que empiezan también sus propias averiguaciones. Sin embargo, ¿cómo se consigue detener a un hombre que ni siquiera se sabe su nombre ni su rostro...? El tiempo se agota, y cada segundo le permite al Chacal acercarse un pasito más a Charles de Gaulle...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Ya no se hacen pelis como éstas. Y cuando se intentan, salen cosas como ese remake desabrido que fue "El chacal" (escribí "desabrido" simplemente por usar una palabra suave). En los '70s, cualquier peli de complots internacionales debía tener un argumento sólido como una casa. Por eso, la aparición de un novel escritor, que venía de las aguas del océano periodístico, llamado Frederick Forsythe, fue saludada por todo lo alto; y es que "El día del chacal" venía escrita con pulso, además de una potente documentación. Este Forsythe fue para los '70s y '80s lo que Tom Clancy fue para los '90s: el novelista de tramas meticulosas e hiperdetallistas que jugaban con enormes intrigas internacionales mezclando a políticos, mercenarios, espías, etcétera. Basta recordar que aparte de "El día del chacal", se basan en obras suyas las películas "Odessa", "Los perros de la guerra" y "El cuarto protocolo". Lo que tiene de malo jugar a la política ficción, es que cuando la política pasa (Charles de Gaulle lleva casi cuarenta años de muerto), la ficción interesa menos. Pero sigue siendo buena ficción, si ha sido confeccionada por un maestro. Y Fred Zinnemann era de los buenos (dirigió, entre otras, "A la hora señalada", "Un hombre de dos reinos" y "De aquí a la eternidad").
¿POR QUÉ VERLA?
-- Es un thriller de espionaje por todo lo alto. Quien esté acostumbrado al cine palomitero actual, con tramas simples y situaciones estandarizadas que permiten desviar la vista un par de minutos y enterarse igual de qué va el asunto, pueden verse más que un poco confundidos con un montaje rápido y acelerado (incluso para los cánones actuales), en donde cada escena cuenta, nada se sobreexplica, y se debe estar atento a todos los detalles. Esto, en particular porque la cantidad de personajes puede llegar a resultar apabullante, a ratos. Pero nada falta ni nada sobra. El trabajo de edición y montaje es una joyita maestra. Por cierto, Zinnemann se da el lujo de hacer un montaje paralelo vagamente reminiscente de la escena en que llega el villano al pueblo en la peli "A la hora señalada", en la escena cuando el Chacal aborda el tren mientras sale a la luz otra de sus barbaridades.
-- Edward Fox. Para los seguidores de ese género cinematográfico de vagos contornos que es el "cine de época" (es decir, esos filmes ambientados en una época que no es la actual ni la de nuestros padres, pero no es un tiempo tan lejano para hablar de "romanos", "caballeros", "piratas" o "pelucones dieciochescos"), Edward Fox es un individuo ciertamente reconocible: "Un puente demasiado lejos", "Fuerza 10 de Navarone", "Gandhi" y "Nunca digas nunca jamás" se cuentan en su currículum. Para quienes ya lo reconocieron, debe ser toda una curiosidad verlo hecho un crío, interpretando al Chacal (y yo que pensé que había nacido viejo). Resulta curioso también observar que un factor determinante en su elección como protagonista fue que Fred Zinnemann quería justamente un rostro poco reconocible y no una superestrella, para que fuera creíble un asesino escondido entre la multitud, y hoy en día el rostro de Edward Fox es bastante reconocible por cualquier aficionado cinéfilo (Michael Caine, quien quería el rol, debía estar más que chasqueado, y otro tanto con Roger Moore, aunque éste en ese mismo año se apuntó su primera Bond con "Vive y deja morir"; digamos para la trivia que al contrario, Jack Nicholson lo rechazó)... A diferencia de Bruce Willis en el desastroso remake de 1997 ("El chacal"), Edward Fox no trata de ser más malo que el diablo sólo para que lo odiemos, sino que interpreta al Chacal como un hombre de negocios cualquiera con un horario de trabajo que podría ir perfectamente de nueve a cinco, sólo que su negocio es el asesinato selectivo de personas y comprende muchas salidas a terreno. Esto es justamente lo que hace tan escalofriante al Chacal, en la versión de 1973 (bueno, esto, y que no le hace asco al sexo ni con hombres ni con mujeres, y esto no por placer sino por trabajo). Dicho en breve, el Chacal es en esta película una amenaza peligrosa no porque sea el villano maligno, sino porque en definitiva la vida o la muerte de una persona le importa un reverendo bledo (léase "comportamiento psicopático").
-- Otro detalle adicional: la película apenas cuenta con música incidental. Esta se reduce al mínimo, y casi todo el sonido proviene de los diálogos y el ruido ambiental. Era una práctica más común antes que ahora, cuando la sensiblería hollywoodense y la progresiva insensibilización del público obliga a bandas sonoras cada vez más sobrecargadas y ampulosas. A veces, regresar a lo básico, a esas películas que decían lo más con toda economía de recursos (de banda sonora, en este caso), es sumamente refrescante.
-- El hecho de que Charles de Gaulle sea un personaje histórico, y de actualidad para la época, le añade un plus, una gran sensación de realismo. Esta lección no la aprendieron en el remake de 1997, y con eso se destiñeron un punto más.
IDEAL PARA: Ver un gran thriller de suspenso, incluso para los estándares de una época en la que de verdad sabían hacer thrillers de suspenso.
Busca otras películas relacionadas:
1973,
Derek Jacobi,
Edward Fox,
Fred Zinnemann,
Frederick Forsyth,
Terence Alexander
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