el silencio que tú me profesas.
Como calmo es,
el aire que habita en nuestros cuerpos.
Y ése roble, qué calmo,
apenas se balancea a pesar del fuerte viento,
ése que empuja con empeño.
Calmo es el arraigo
del roble en mi tierra,
aunque profunda es su búsqueda
para ahondar cual semilla.
Es todo tan calmo,
qué puedo oír el descanso de tus párpados
cuando en deseo
ansías devorar mi cuerpo entero.
Qué calmo es, el silencio que tú me profesas.
*