Sinopsis oficial:
Un sumergible de aguas profundas que forma parte de un programa internacional
de vigilancia submarina, ha sido atacado por una enorme criatura que se creía
extinta. Ahora está averiado en el fondo de la fosa oceánica más profunda del
Pacífico con su tripulación atrapada en el interior. El tiempo se acaba y, en
contra de los deseos de su hija Suyin (Li Bingbing), un visionario oceanógrafo
chino (Winston Chao) contrata a Jonas Taylor (Jason Statham), un especialista
en rescate en aguas profundas. Su misión será salvar a la tripulación y también
al océano de una amenaza imparable: un tiburón prehistórico de 23 metros
conocido con el nombre de Megalodón.
Comentario:
Nada menos que 21 años son los que ha tardado en llegar a la
gran pantalla la novela de Steve Alten. Y no es porque no se hubiera intentado
antes… De hecho, la idea de llevarla al cine se barajó prácticamente desde el
mismo momento en que el libro vio la luz, allá por 1997, con New Line Cinema
produciendo y Jan De Bont, por entonces cineasta en alza gracias a las exitosas
“Speed” y “Twister”, como director asignado al proyecto. El acuerdo, no
obstante, no llegó a buen puerto y pasaron los años hasta que se volvió a
hablar de ello. Entretanto, Alten tuvo tiempo de sobra para escribir cuatro
secuelas y una precuela de su popular monstruo prehistórico.
A grandes rasgos, “MEG” nos cuenta la historia de un tiburón
prehistórico, el cual se creía extinto, que emerge de las profundidades del mar
para causar estragos allí por donde pasa. Sólo un grupo de intrépidos y
desinteresados héroes puede frenar la feroz carnicería del inmenso escualo.
Por supuesto, ni qué decir que de la entretenida novela de
Alten no quedan más que los nombres. Lo cierto es que el fichaje del
rompehuesos Statham como protagonista ya vaticinaba por dónde iban a ir los
tiros de esta “libérrima” adaptación. A fin de cuentas, ¿quién iba a creerse al
musculoso británico en la piel de un experto paleontólogo y biólogo marino? De ahí
que dicha profesión se haya cambiado por la más factible “especialista en
rescate en aguas profundas”, tal como señala la sinopsis. Éste y otros cambios
orientan la trama por cauces muy distintos a los de la novela, convirtiendo a buena
parte de la película en una aventura submarina repleta de proezas increíbles.
De todos modos, y lejos de molestarme, creo que resulta interesante
contemplar ambas versiones, la literaria y la cinematográfica, como dos formas distintas
para un mismo fin: entreternos. Porque lo mismo que es la novela para el
lector, lo es la película para el espectador: puro entretenimiento. Y eso admitiendo
que la capacidad narrativa y dramática de Alten están muy por encima de la de
los guionistas responsables del libreto.
Sin embargo, y dada la promoción que ha precedido al
estreno, sorprende la “solemnidad” con la que se ha llevado adelante dicho
guión. Es cierto que hay unas cuantas notas de humor repartidas a lo largo y
ancho de la cinta, especialmente entre el protagonista y su previsible
partenaire, pero en conjunto se la presuponía mucho más gamberra. Y
probablemente ese hubiese sido el camino elegido por el director inicialmente propuesto:
Eli Roth, quien seguramente nos hubiera regalado un buen festín de casquería.
Claro que en vista de la infecta mediocridad de su filmografía, creo que hemos
salido ganando con Jon Turtletaub, que no es que tenga una carrera exultante,
pero sí es un tipo bastante más pulcro y competente. Digamos que lo que hemos
perdido en salvajismo lo hemos ganado en sentido común. Es más, creo que uno de
los aciertos más encomiables de la cinta es no mostrar al monstruo hasta bien avanzado
el metraje. Y aun así, Turtletaub juega bastante al amago y enseña lo justo del
bicho con tal de crear la expectación y tensión deseadas para cada secuencia.
De todos modos, y puestos a saltarse a la torera la novela
de Alten, podrían haberle echado un par de narices y cargar el guión con bastante
más mala leche. Claro que para una producción que ronda los 130 millones de
presupuesto (co-financiados junto a China; de ahí la cantidad de intérpretes
asiáticos en el casting), eso supondría un elevado riesgo al que muy pocos
productores estarían dispuestos a lanzarse. Como resultado, la “carnicería” que
prometían los trailers y los carteles al final, y bajo una clasificación PG13,
sabe a poco. Por tanto, la diversión sin complejos no es tanta como quisiéramos.
Eso sí, ríete tú de las piruetas de Thomas Jane en “Deep Blue Sea”, que lo que hace
aquí Statham no tiene ni punto de comparación.
Dicho esto, como entretenimiento veraniego que es, “Megalodón”
es un producto cumplidor: bien empaquetado y servido para su fácil digestión. Obviamente,
no resistiría comparación alguna con un clásico como el “Tiburón” de Spielberg,
pero al menos no provoca vergüenza ajena como la bochornosa “Piraña 3D” de Alexandre
Ajá.
VALORACIÓN PERSONAL: