domingo, 31 de enero de 2010

"Poltergeist: fenómenos extraños" (1982) – Tobe Hooper

crítica poltergeist
A veces ocurre que un actor o actriz, por mucho que haya trabajado en cine o tv, siempre se le recordará por una papel -o película- en concreto. Ese sería el caso, por ejemplo, de Zelda Rubinstein, que interpretó el personaje de la médium Tangina Barrons en la película que hoy nos ocupa. Rubinstein falleció el pasado miércoles por causas naturales a la edad de 76 años, pero hasta el 2006 siguió trabajando sin descanso en el mundo del cine y de la televisión.

A ella quisiera dedicar la reseña de Poltergeist, tanto para rememorar a todo un clásico del cine fantástico y de terror, como para (re)descubrírselo a aquellos que aún no lo conozcan o no lo hayan visto.


Los Freeling son una familia americana de clase media que vive en un idílico barrio, y que observan aterrorizados como en su casa empiezan a suceder cosas extrañas, fenómenos paranormales para los que no ninguno de ellos parece tener respuesta. Todo comienza con el extraño comportamiento de la pequeña Carol Anne, que cree oír voces procedentes del televisor, para luego pasar a sucesos mucho más espeluznantes, como objetos que se mueven solos, ruidos perturbadores, etc.


Al principio parece no haber peligro alguno, pero tras la desaparición de Carol Anne, Steve (Craig T. Nelson), el cabeza de familia, decidirá ponerse en contacto con profesionales en fenómenos de este tipo para que les ayuden a recuperar a su hija. Sea en esta dimensión o en otra, la pequeña sigue viva y en la casa, por lo que tendrán que encontrar una forma de poder rescatarla antes de perderla para siempre.



Un poltergeist (palabra que a raíz de esta película se haría inmensamente cotidiana en el vocabulario popular) es un fenómeno parapsicológico consistente en ruidos y/o en objetos que se mueven sin explicación científica alguna, y que por lo general, son atribuidos a los espíritus que habitan en el lugar de los sucesos. Y esto es precisamente lo que ocurre en esta película, aunque de un modo mucho más amplio/espectacular, por así decirlo.

Unos pocos años antes ya se habían estrenado películas con casas encantadas, como “Terror en Amityville” (1979) o la olvidada “Al final de la escalera” (1980), si bien en este caso, la imaginativa e impactante -a la vez que efectista- puesta en escena le otorgaría un carácter muy distintivo respecto a esos y otros tantos precedentes, y la convertiría en todo un éxito de taquilla (costó alrededor de unos 10-12 millones y recaudó 76)


Steven Spielberg, que por aquel entonces ya gozaba de una notable popularidad gracias a “Tiburón”, “Encuentros en la Tercera Fase” y a la primera entrega de Indiana Jones, escribió la historia de Poltergeist para dirigirla él mismo. Sin embargo, otra película, E.T. el extraterrestre, le tenía ocupado en la silla de director y el sindicato Director's Guild of America le impedía hacerse cargo de los dos proyectos, por lo que terminó relegando dicha tarea a Tobe Hooper, director que desde su aclamada “La matanza de Texas” no había realizado nada relativamente destacable.

Referido a esto, la autoría de Poltergeist ha sido siempre de lo más discutida, atribuyendo la inmensa mayoría el exitoso resultado al propio Spielberg, quién supuestamente se limitaba a producir y escribir el guión. Si me preguntaran a mí, sería de esa misma opinión. En primer lugar, porque el estilo de la película es muy del “Rey Midas”, con una forma muy elegante de presentar a los personajes o de abordar algunas de las secuencias más perturbadoras de la cinta, y de manejar con total acierto las escenas de mera transición, sin que éstas resulten pesadas o metidas con calzador para rellenar metraje. De hecho, la primera mitad de la película es de lo más sosegada, recayendo el interés en los personajes y en los pequeños sucesos paranormales iniciales; por el contrario, la segunda parte es puro “fuego de artífico”, dando rienda suelta al maligno poder de los espíritus y al asombroso despliegue de efectos especiales (nominados estos al Oscar de aquél año, aunque siéndoles arrebatada la estatuilla, irónicamente, por .E.T. El Extraterrestre)

Por otro lado, si repasamos la filmografía de Hooper, nos damos cuenta que es un director que apuesta por un terror mucho más grotesco y visceral que el que aquí se nos muestra. Pero además de eso, y a gusto de un servidor, la casi totalidad de su filmografía es de lo más lamentable, salvando tan sólo la aceptable “Lifeforce, fuerza vital” y, si acaso, su famosa ópera prima “La Matanza de Texas (aunque a mi particularmente siempre me ha parecido bastante sobrevalorada). Por tanto, resulta difícil creer que un director tan sumamente mediocre sea el artífice de tan notable película de terror.

De todas formas, se podría decir que Hooper dirigió bajo la batuta y estricta supervisión de Spielberg, quién, teniendo el deseo frustrado de dirigirla, se involucró más de la cuenta, llegando a tomar decisiones que influirían directamente en el resultado final de la película (aunque dicen las malas lenguas que Hooper atravesaba una mala época por culpa del alcohol y las drogas, y que esa podría ser la causa -o la excusa perfecta- de las intromisiones del productor)


Fuese quién fuese, Poltergeist sentó cátedra dentro del género de entes malignos, siendo imitada y plagiada en infinidad de ocasiones, motivo por el que hoy día, quién se acercase a ella por primera vez, podría considerarla bastante trillada. Pero está claro que para aquellos tiempos era bastante ingeniosa, con momentos realmente escalofriantes por lo inesperados que resultaban (la secuencia de la sillas sobre la mesa o la del ayudante en la cocina o en el lavabo), y otros bastante impactantes por su espectacularidad, como la escena del árbol o la del armario “aspirador”, además de aquella escena perfectamente planificada en la que JoBeth Williams -que interpreta a la madre de Carol Anne- es arrastrada por la pared y el techo del dormitorio.

Todo este espectáculo visual y técnico podía resultar un tanto desproporcionado, ya que más que un poltergeist, parecía que se cerniese sobre ellos el mismísimo apocalipsis. Y es que Spielberg no se contentaba simplemente con mover objetos, sino que pretendía mostrar al espectador el terrible poder del que podía hacer gala un furioso ente maligno (los motivos de tal enfado no son revelados hasta bien llegado el final)

Pero además de lo meramente visual, que, sin duda, fue el punto fuerte del film, quedó para la posteridad la inquietante frase “Ya están aquí” que pronunciaba la pequeña Carol Anne justo después de la “llegada oficial” de los espíritus.

También, en términos extra-cinematográficos, podríamos hablar de la leyenda negra que arrastra la película, aunque para un servidor, eso no son más que bobadas. Y es que querer relacionar las muertes de sus protagonistas con las habitual elucubraciones de “película maldita” resulta, cuanto menos, forzado. Aunque en este caso, parece que la maldición persiguió a toda la saga...

Para empezar, Dominique Dunne, que interpreta aquí a la adolescente de los Freeling, fue asesinada por su novio poco después del estreno de la película; Heather O’Rourke, que interpretó a Carol Anne en las tres películas de la saga, murió poco después de finalizar la tercera a causa de una obstrucción intestinal (enfermedad de Crohn); Will Sampson y Julian Beck, que aparecieron en la primera secuela, murieron ambos por cáncer, también al poco tiempo de terminarse el rodaje.

Por desgracia, muere gente todos los días, y en Hollywood eso ocurre antes, durante y después de los rodajes, por lo que querer relacionar esas muertes con la película simplemente porque es de terror (de tratarse de otro género, las muertes serían consideradas como meros y casuales infortunios), es algo que siempre me ha parecido bastante absurdo y gratuito (será que soy un escéptico…), y una forma de acrecentar la leyenda de la película. Ahí tenemos a Rubinstein, que nos ha dejado a los 76 años de edad, después de haber participado también en toda la saga y enfrentándose su personaje cara a cara al mal. Claro que si a uno le dicen que los esqueletos de la genial escena de la piscina eran reales porque resultaba más económico que comprarlos de plástico, pues uno ya tiene motivos para empezar a fantasear.


Maldiciones a parte, está claro que “Poltergeist: fenómenos extraños” se ha convertido, por derecho propio, en un clásico indiscutible del género de terror. Una película tan efectista como efectiva, y uno de los primeros éxitos de Spielberg como productor, el cual, además, se permitió el lujo de realizar guiños a la saga galáctica de su amigo George Lucas con absoluto descaro (unas sábanas de Star Wars, varias figuras pertenecientes a personajes y vehículos de la película, un cabezón y un póster de Darth Vader y hasta un parche de Chewbacca en la chaqueta que el niño de los Freeling usa para tapar al dichoso payaso), además de otro a Ridley Scott colgando un póster de “Alien, el ocatavo pasajero” en la habitación de los críos (o eso me pareció ver a mí)

La película consiguió aterrar con elementos tan simples como un televisor, un payaso, un árbol (estos dos últimos, miedos de la infancia del propio Spielberg) o incluso un bistec. Además, mostró efectos especiales bastante atractivos para la época y que hoy día siguen pareciéndome bastante aceptables (a excepción, quizás, de la escena del ayudante en el lavabo).

Aunque hoy día hayamos visto decenas de imitaciones, Poltergeist sigue siendo una película que funciona gracias a una trama bien desarrollada y a unos personajes creíbles y bien interpretados por su reparto protagonista (y me refiero a Rubinstein, Craig T. Nelson y sobre todo JoBeth Williams), amén de una excelente puesta en escena. Y pese a lo exagerado que resulte el poltergeist (si realmente existen, y son así, creo que nos habríamos enterado), se trata de una cinta de terror imprescindible para todo buen amante del género.



Valoración personal:

viernes, 29 de enero de 2010

Resultados Encuesta Avatar y Propuesta para nueva encuesta



Después de haber terminado el plazo para votar y de haber publicado ya mi opinión al respecto, es el momento de ver qué han opinado de Avatar los lectores de Amazing Movies.
Obviamente, esto no es ni pretende ser un reflejo de la sensación global que ha tenido el público de medio mundo, sino un reflejo de lo que opináis vosotros, los que diariamente visitáis el blog.

No se puede negar que la película ha tenido un hype enorme promovido por el propio Cameron, quién ha prometido el oro y el moro, y que en cierta medida, a muchos nos puede parecer desproporcionado. Se han creado todo tipo de expectativas, y en algunos casos se han visto cumplidas, en otros no; y en otro tanto incluso se han visto superadas. Y es que en esto del cine, como en otros artes, todo es subjetivo.


Empezaremos el resumen de forma ascendente, es decir, desde la opción menos votada a la más votada.

Con un 5% de los votos, y como la opción con la que menos se han sentido identificados los lectores, tenemos “Decepcionante, espera mucho más”. Parece que una minoría (dentro del conjunto analizado) esperaba bastante más de lo que Cameron les ha ofrecido, si bien tampoco se han tirado de los pelos ante el resultado.

Un 15%, en cambio, ha votado la opción de “Buena, merece la pena verla”, y por tanto, se deduce que han quedado bastante satisfechos y que recomiendan su visionado.

Parece que los que realmente se han sentido decepcionados, lo han hecho a un grado mucho mayor, votando la opción de “Terrible, una pérdida de tiempo y dinero”, con lo que podríamos decir que la sensación fue más bien de profunda indignación. A este 20% no le ha gustado nada de nada, y supongo que se lo pensarán dos veces antes de volver a confiar en Cameron (aunque un resbalón lo tiene cualquiera, y de momento, la filmografía del director es un buen aval)

Por el contrario, un 25% opina que la película es “Entretenida, pero tampoco es para tanto”. Aunque no he tenido tiempo de votar, digamos que un servidor se incluiría en este grupo. La película ha cumplido como mero entretenimiento, si bien no se comparte la inmensa emoción que algunos han vivido durante su visionado, pero tampoco se echan pestes de ella. Probablemente sea el punto más intermedio de todos. Ni para saltar de alegría ni para ponerse a llorar.

Y para finalizar, tenemos a un 35% que ha elegido la opción de “Increíble, Cameron nunca falla”, y que por tanto, han visto cumplidas por completo sus expectativas. Este grupo ha disfrutado al 100% del espectáculo ofrecido por Cameron, y son los que repetirán sin dudarlo con la secuela (la cual, por el momento, no se sabe cuándo llegará)

Parece que Avatar ha levantado más pasiones que lamentaciones, aunque éstas últimas son también bastante significativas.

Es difícil conseguir una valoración unánime, pero a juzgar por las opiniones vertidas en diversas webs, blogs y foros, Avatar parece haber gustado mucho (incluso a la crítica), y el boca a boca ha sido tan bueno que el público la ha convertido en la película más taquillera de la historia (en lo que ha dinero recaudado se refiere), superando así la marca de 1.843 millones de dólares que hasta el momento ostentaba la oscarizada Titanic, también del propio Cameron. Y parece que va a seguir recaudando aún más dinero, por lo que no sería descabellado pensar que pueda llegar a alcanzar los 2.000 millones; una cifra increíble, más allá de la opinión que nos merezca la película (para muchos, una cifra más que merecida; para otros, desproporcionada)

La también película más cara de la historia (o eso dicen) ha cubierto de sobras su presupuesto, algo de lo que muchos dudaban. Pero más difícil parecía superar a Titanic, y también lo ha conseguido. Ahora sólo le queda el reconocimiento en forma de premios, y de momento ya ha obtenido el Globo de Oro a Mejor Película, y es una de las mejor posicionadas para ganar el Oscar en la misma categoría. La competencia, a mi juicio, tampoco es muy fuerte, así que las posibilidades son enormes.



Por otra parte, había pensado realizar otra encuesta para elegir la mejor película de ciencia-ficción de 2009, ya que este año que hemos dejado atrás ha sido bastante fructífero en este campo. No todo han sido buenas películas, pero al menos se ha conseguido sacar a la ci-fi de ese ostracismo en el que parecía haber caído en los últimos tiempos.
Así que para elegir a las candidatas a optar por dicho reconocimiento, os animo a todos a enviar al correo del blog ([email protected]), vuestras 3 candidatas favoritas. Las tres películas de ci-fi de 2009 que más os hayan gustado, independientemente de si han sido estrenadas o no en cines.

Os dejo 10 días (hasta el 7 de Febrero) para mandarme vuestras respuestas. Pasado ese tiempo, elegiré a las 5 más votadas para que sean las que figuren en la futura encuesta.

Gracias a todos los que habéis votado en la encuesta de Avatar, y os animo a participar en la siguiente (y a los que no votasteis, también)



Saludos ;)

domingo, 24 de enero de 2010

"Avatar" (2009) – James Cameron

critica avatar
Pasado ya un mes de su estreno, y habiendo conseguido posicionarse en este breve espacio tiempo como la segunda película más taquillera de la historia por detrás de Titanic, también dirigida por James Cameron, poco queda por decir de Avatar que no se haya dicho ya. Pero como reza el dicho, “más vale tarde que nunca”, y aunque no sé si a estas alturas mi opinión tendrá algún interés para el lector, lo cierto es que, siendo éste un blog dedicado mayormente al cine fantástico, no podía dejar de publicar mis impresiones sobre una de las películas más esperadas de los últimos tiempos.

Un servidor ha logrado mantenerse bastante alejado del hype que Avatar generó antes de su llegada las carteleras. Con la escueta sinopsis y el visionado de un par de tráilers, quedé más que satisfecho, dejando las expectativas a un nivel medio y las sorpresas para cuando estuviera sentado en una butaca y no frente a la pantalla del ordenador. Sinceramente, sabiendo que éste era el regreso de James Cameron (uno de mis directores predilectos) a la gran pantalla y a la ci-fi, tenía más que suficiente para decidirme a pagar la entrada.


La historia de Avatar -de sobras conocida- nos sitúa en el planeta Pandora, lugar al que hace años llegó la raza humana con el fin de extraer un extraño mineral de gran poder electromagnético que permitiría resolver la crisis energética en la que estaba sumida la Tierra. La empresa encargada de dicha extracción es la RDA, un gigante empresarial que dispone de un ejército privado de mercenarios mediante el cual mantener a salvo sus intereses. Su mayor escollo, por el momento, además de una atmósfera irrespirable, son los Na’vi, los nativos de Pandora que, tras años de largas y arduas conversaciones, se niegan a ver como su planeta es explotado por intereses comerciales que podrían perjudicar su modo de vida.

Para llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes, un grupo especial de científicos procura interactuar y conocer a los Na’vi mediante avatars, unos cuerpos biológicos creados genéticamente a partir de DNA humano mezclado con DNA de los nativos de Pandora, y a los cuales se transfiere la consciencia humana, de modo que puedan ser controlados a distancia. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-Marine confinado en una silla de ruedas, es reclutado para incorporarse a este equipo de investigación y ocupar así el lugar de su fallecido hermano, para el cual ya se había creado un avatar totalmente personalizado. Jake, sin embargo, recibe, a espaldas de sus nuevos compañeros, unas órdenes concretas por parte del Coronel Miles Quaritch (Stephen Lang), quién le encarga la misión de recopilar información útil acerca de los Na’vi para, en caso de no llegar a un acuerdo, poder encontrar sus puntos flacos y vencerlos en el campo de batalla.

En una expedición rutinaria, Jake se extravía y queda alejado del grupo. Su misión, ahora, es la mera supervivencia, algo que conseguirá afrontar con la ayuda de Neytiri (Zoe Saldana), una bella Na´vi que le salva la vida en el momento más oportuno.

Una vez hechas las presentaciones, Jake logrará infiltrarse entre el clan, conociendo sus costumbres y aprendiendo a ser uno de ellos. Si bien al principio sus intenciones no serán otras que acometer las órdenes del coronel, pronto se dará cuenta de que está en el bando equivocado. A medida que se va integrando más y más entre los Na’vi, aprende a vivir como ellos, y lo que es más importante, aprende a sentir como ellos, llegando incluso a entablar una relación sentimental con su profesora Neytiri. Pronto, Jake deberá tomar la que sea, probablemente, la decisión más importante de su vida. Y es que un inminente ataque está siendo orquestado por el Coronel Quaritch para hacerse con los enormes yacimientos de unobtanium -el preciado mineral- situados bajo la aldea Na’vi, y el ex-marine deberá tomar partido bien en un bando o bien en el otro. Su decisión será la que incline la balanza a favor o en contra de Quaritch y su bien armado ejército.


Uno de los puntos más criticados de la película ha sido su guión, el cual no deja de ser un mejunje de historias ya conocidas por el público. Sus referentes más evidentes han sido Pocahontas o Bailando con lobos, mezclados éstos con un breve relato de Poul Anderson titulado “Call me Joe”, y por el que ya se ha acusado a Cameron de plagio.

Está claro que el cine se nutre constantemente de sí mismo y que hoy día es harto difícil encontrar películas que cuenten con una historia original y sorprendente. Avatar no es un excepción, claro, pero han sido tantos los años que ha tenido Cameron para concebir el guión, además del tiempo invertido en conseguir desarrollar la tecnología empleada, que a estas alturas son muchos los que le pedían/exigían más que una “Pocahontas en el espacio”. Cameron dejó claro desde un principio que su película supondría una revolución tecnológica y no argumental para el mundo del cine, y en ese sentido, ha cumplido. Obviamente, lo ideal hubiese sido en esfuerzo similar tanto para lo uno para lo otro, pero tampoco se le puede pedir peras al olmo.

Así pues, Cameron ha desarrollado una tecnología digital que, entre otras cosas, permite trabajar con los actores en un entorno virtual a tiempo real, de modo que el director tiene, in situ, una amplia perspectiva del resultado global de las escenas y secuencias de su película. Por otro lado, el 3D o el uso del efecto estereoscópico, es perfectamente controlable durante la filmación al antojo del director, por lo que se ahorra bastante en postproducción. Y por último, ha creado un sistema de captura facial que permite captar a un 95% las expresiones de los actores para alcanzar el máximo realismo posible, siendo éste el avance que define directamente el resultado final y el que, por ende, debemos juzgar nosotros como espectadores.

A título personal, considero que, a nivel visual, el trabajo realizado es increíble pero no impecable. El grado de realismo probablemente sea superior a cualquier otro visto con anterioridad, pero aún hay ciertos aspectos a mejorar. La expresividad es notable cuando las facciones del n’avi son bastante marcadas, como en el caso de Neytiri (esos morritos…), pero no convencen tanto cuando se trata Jake o Grace (Sigourney Weaver). Luego están los movimientos, que aunque bastante realistas también, no parecen tan naturales cuando los personajes se ponen, por ejemplo, a correr o a saltar (o al menos a mi no me han convencido del todo)


Por tanto, la revolución existe, y por esta tecnología ya se han interesado pesos pesados de la industria como Steven Spielberg y Peter Jackson, pero lo es más en su procedimiento que en su resultado final, el cual, sin duda, tampoco desmerece en absoluto. De todas formas, y por muy perfecta que pueda llegar a ser esta técnica digital, sigo prefiriendo la presencia de actores y actrices de carne y hueso. Y es que para mí, no hay nada que parezca más real que algo, simplemente, real.

Por otro lado, el aspecto de los na’vi nunca ha sido muy de mi agrado, y una vez vista la película, sigo manteniendo esa opinión. Sus largas extremidades y esa cintura de avispa, unidos a una fisonomía de reminiscencias gatunas, le confieren un aire un tanto infantil, o caricaturesco, si se prefiere. Vamos, que el diseño no es de mi gusto, aunque eso tampoco ha sido un obstáculo para disfrutar del espectáculo, y llega un momento en el que uno se acostumbra.

En cuanto a la flora y fauna de Pandora, es todo realmente atractivo. Sin abandonar nunca unas referencias de carácter terrestre, como esa especie de caballos que montan los na’vi o esos “lobos” hambrientos a los que se enfrenta Jake, el resultado es bastante imaginativo y resultón. Las islas flotantes no son nada nuevo (vistas, por ejemplo, en la cinta de animación Dragon Hunter) pero tampoco algo gratuito, ya que responden al enorme campo magnético que genera el unobtanium. Pero sin duda, lo mejor en ese aspecto, es la flora bioluminscente que convierte las noches de Pandora en un espectáculo de luces de colores de lo más llamativo.

La maquinaria industrial humana y todos los elementos militares gozan de un buen diseño conceptual, como viene siendo habitual en una superproducción de este calibre, y en ese sentido, los efectos especiales son de lo más convincentes (siempre es más fácil recrear máquinas que seres vivos). También las secuencias de acción son francamente potentes, y en ese sentido, da gusto comprobar cómo Cameron sigue manejando la cámara con pulso firme y mucho dinamismo.
En cuanto al 3D, me temo que no voy a poder ofrecer una opinión, puesto que el visionado de la película fue en su formato 2D (lo sé, he pecado de mala manera…). La economía no estaba para muchos trotes, así que opté por la propuesta más económica, algo de lo que me arrepentí nada más empezar la proyección (percibí, a lo largo del film, un buen puñado de secuencias que en 3D deberían ser de lo más disfrutables)


La historia, como ya se ha comentado, no es muy original. Hay en ella una crítica implícita a la colonización deshumanizada, además de cierto mensaje ecologista, lo cual nunca está más. Lo malo, por así decirlo, es lo previsible que resulta todo y la constante sensación a déjà vu. De todas formas, aunque la base de la historia sea exactamente la misma que la de Pocahontas, por ejemplo, lo cierto es que Cameron intenta enriquecerla y darle una nueva dimensión, y eso no sólo se consigue cambiando de planeta y de contexto.

Resulta de lo más interesante el aprendizaje de Jake dentro de la comunidad na’vi. Su forma de convertirse en uno más del clan pasando por distintas pruebas, y como poco a poco, esto le va uniendo más con Neytiri, es probablemente lo que implica más al espectador en la trama. La relación amorosa entre los protagonistas es bastante tópica, pero tampoco llega a extremos ñoños, y por tanto, complementa a la perfección esa integración de Jake dentro del pueblo na’vi. A su vez, también se integra al espectador, de modo que se consigue una catarsis que cobra mayor intensidad cuando éstos son atacados por el Coronel Quaritch. Ahí es donde Cameron destaca como narrador, como siempre ha hecho, consiguiendo momentos realmente emocionantes. Y es que al fin y al cabo, importa mucho más cómo se cuente la historia, que si ésta es o no es del todo original (aunque sus méritos tiene no solo haber concebido Pandora tal como la vemos, sino también haber creado, con la ayuda de un experto lingüista, un lenguaje propio para los na’vi)


La banda sonora, obra de James Horner (Titanic, Apocalypo, Braveheart), tiene un tono altamente épico, como así lo requiere la historia, y eso intensifica aún más las sensaciones que transmiten las imágenes. Horner compone aquí una de sus mejores partituras, y de ella destacaría, sobretodo, los temas en los que los coros adquieren un mayor protagonismo.

A parte habría que juzgar la canción interpretada por Leona Lewis, que acompaña los créditos finales, y que intenta descaradamente asemejarse bastante a lo que hizo Celine Dion con su “My Heart Will Go On” para Titanic (tanto por estilo musical como por timbre de voz). Personalmente, creo que es la parte menos conseguida de la banda sonora.


En cuanto al reparto, he de decir que a Sam Worthington, el nuevo chico de moda de Hollywood, le viene grande el papel. No sé que ha visto Cameron en él, pero no creo que su interpretación aquí esté a la altura de tan ambicioso proyecto. Por motivos que desconozco, la mayoría de críticas que he leído eluden hacer referencia a su trabajo, pero aunque me gane un buen puñado de detractores, yo sí diré que considero a Worthington un actor bastante soso y poco natural. Ya hice mención a sus carencias interpretativas en la crítica de Terminator Salvation, aunque aquí sus defensores atribuyeron esa falta de expresividad a su condición OJO SPOILER de cyborg FIN SPOILER. Pienso que no es lo mismo sobriedad que inexpresividad, y Worthington pertenecería, en mi opinión, al segundo caso. De todas maneras, su carrera sigue viento en popa y su nombre aparece y aparecerá en las producciones más jugosas de este año y los venideros, por lo que habrá que darle una tercera oportunidad.

El resto (Sigourney Weaver, Giovanni Ribisi, Michelle Rodríguez o Joel Moore) cumplen correctamente con sus respectivos papeles, los cuales, en la mayoría, gozan de un protagonismo bastante desigual en comparación a la pareja protagonista (algo, por otra parte, lógico) Quizás el más destacable sea Lang como el Coronel Miles Quaritch, si bien su personaje es puro estereotipo: el malo maloso que llega a resultar, en ocasiones, incluso un tanto autoparódico (esas poses, esas frases lapidarias…)

En definitiva, “Avatar” es un gran espectáculo visual y un correcto entretenimiento para todos los públicos. Sus casi tres horas se hacen amenas y ligeras, pero la escasa originalidad del relato y lo sumamente predecible del mismo, le restan bastantes puntos como para poder considerarla una obra magna de la ci-fi.

Puede que mis expectativas, que tampoco eran muy elevadas, no se vieran del todo cumplidas, pero tampoco ha sido una gran decepción. Considero un tanto desproporcionado el entusiasmo que algunos le profesan a la película (para nada me parece una obra maestra, y ni se le acerca), si bien también escapa de mi conocimiento el por qué otros le han propinado durísimas críticas dejándola a la altura del betún (ni tanto ni tan poco). La soberbia de Cameron, prometiendo el oro y el moro, seguramente ha hecho mella, y las elevadas expectativas, producto de un excesivo hype, no se han cumplido con todos por igual.

Un servidor salió de la sala satisfecho pero no entusiasmado, por lo que Avatar no figuraría entre mis favoritas del director (ese puesto lo ocupan Terminator 2 y Abyss). Aún así, merece la pena descubrir Pandora.



Valoración personal:

miércoles, 13 de enero de 2010

"Sherlock Holmes" (2009) – Guy Ritchie

crítica Sherlock Holmes guy ritchie
Sherlock Holmes es uno de esos personajes literarios que apenas precisan de una extensa presentación. Su nombre, y la fama que le precede, hablan por sí solos, haya uno leído o no sus historias.

Creado hace ya más de un siglo por Sir Arthur Conan Doyle, el avispado detective a tomado cuerpo en el cine y la televisión en infinidad de ocasiones, con mayor o menor acierto dependiendo de la visión que cada uno de sus responsables ha querido mostrar al público. Por eso no es de extrañar que cada década, o mejor digamos, cada generación, haya tenido su propia versión de Holmes. Motivo éste por el que los más puristas (y un servidor podría considerarse como tal) no deberían escandalizarse ahora ante un Holmes mucho más físico del que estábamos acostumbrados a ver.

Con cada reinterpretación del personaje, éste se ha ido alejando cada vez más de la fuente original, y de las adaptaciones propiamente dichas (ya con sus respectivas licencias), se ha pasado a películas en las que su nombre se ha prestado a tramas creadas especialmente para la ocasión. Así es como hemos tenido a Holmes como paciente -debido a su adicción a la cocaína- del mismísimo Sigmund Freud en “Elemental, doctor Freud”, o la desmitificación del brillante detective a través de “Sin pistas”, película británica en la que Watson era el perspicaz investigador y Holmes su patoso ayudante; incluso el gran Billy Wilder se atrevió a ironizar sobre sus infalibles cualidades detectivescas e incluso sobre su sexualidad en la, sin embargo, fallida “La vida privada de Sherlock Holmes” (no obstante, reivindicada hoy día por algunos fans del maestro) . Incluso tuvimos a la pareja Holmes y Watson en plena edad adolescente en esa joyita ochentera titulada “El secreto de la pirámide”, cuando jamás compartieron aula en la universidad (se conocieron mucho más tarde, como bien sabrá el buen lector)

Pero además, el cine y la televisión también se han encargado de dar una imagen un tanto equivoca de ambos personajes, pues incluso la característica vestimenta de Holmes es más producto de las ilustraciones que acompañaban sus relatos que de una descripción propia de Doyle; por no hablar de la recurrente frase “Elemental, querido Watson”, que ha sido explotada hasta la saciedad, y que de ser citada en los relatos (mi memoria no alcanza a recordarlo), sería de forma aleatoria y puede que sin esas palabras exactas (y sin llegar a considerarse nunca una frase habitual del personaje, claro)

Por tanto, que aquí tengamos a un Sherlock Holmes y un Dr. Watson dando –y recibiendo- mamporros a diestro y siniestro, tampoco debería sorprendernos demasiado, más si esto se basa una novela gráfica de un tal Lionel Wigram, quién simplemente se ha limitado a utilizar y reinventar los personajes de Doyle a su antojo.

La historia de este “nuevo” Sherlock Holmes (Robert Downy Jr.) sigue transcurriendo en el Londres de finales del s. XIX, y éste sigue viviendo en el 221B de Baker Street junto a su amigo el Dr. Watson (Jude Law), quién pronto abandonará la residencia debido a su compromiso con su actual pareja Mary (Kelly Reilly). Pero antes de que eso ocurra, ambos deberán, una vez más, prestar sus servicios a la policía para intentar resolver un misterioso caso que tiene desconcertado a todo el mundo.

Tras ser capturado por el mismo Holmes, el temible asesino Lord Blackwood (Mark Strong) es condenado a la horca, para luego, supuestamente, volver de entre los muertos y seguir cometiendo sus satánicas fechorías. Tan inexplicable resurrección trae de cabeza a la policía, y lo que es peor, causa un profundo temor entre la población. Por ello, el detective Holmes, con la inestimable ayuda de su fiel amigo y compañero el Dr. Watson, seguirá las pistas que dejan los asesinatos e intentará averiguar qué pérfido plan se esconde detrás de tanta muerte; y por supuesto, tratará de detener a Blackwood antes de que éste logre su propósito.

Entretanto, un antiguo amor de Holmes, Irene Adler (Rachel McAdams), aparecerá en escena bajo los servicios de un misterioso personaje, cuya identidad no nos será revelada hasta su debido momento.


Después del fiasco de “Barridos por la marea”, a Ritchie parecía costarle horrores levantar cabeza, y su regreso al género del thriller con “Revolver” (una aberración de proporciones mastodónticas que no recomendaría ni a mi peor enemigo), no dio el resultado esperado y tampoco auguraba un futuro mejor. Entonces llegó “Rockanrolla”, que aunque estaba muy lejos –para mí- de sus primeros trabajos y no tuvo mucha suerte en taquilla, por lo menos entretenía y dejaba claro que al director aún le quedaba algo que ofrecer a su público.

La oportunidad de volver por la puerta grande le ha llegado con esta reinvención de Sherlock Holmes, que en menos de un mes ya lleva recaudado el triple de su presupuesto, por lo que la secuela está más que asegurada (y más con un desenlace que da pie a ello). Aun sujeto a las condiciones del mainstream hollywoodiense, y adaptando una historia ajena, Ritchie consigue dejar, para goce de sus seguidores, su impronta personal a lo largo de toda la película pero sin perder de vista el amplio público al que va dirigido este producto de entretenimiento. Amoldado pues, a unas exigencias más comerciales, Ritchie no ha perdido sus señas de identidad, y lo que es mejor, éstas enriquecen enormemente el relato, haciéndolo muy apetitoso para al espectador ávido de buenas y espectaculares aventuras detectivescas.

Por supuesto, aquí tenemos a un Watson y a un Holmes más activos que nunca a nivel físico; corriendo arriba y abajo, salvándose por los pelos de explosiones y disparos, y peleando a puño limpio contra el enemigo. Y aunque ya conocíamos las habilidades en la lucha de Holmes, aquí esta faceta se explota al máximo no sólo en sus enfrentamientos con los malos de turno, sino también en combates clandestinos (algo que les reporta a ambos unos beneficios extra)

A parte, y eso es algo que personalmente me agrada bastante, las coreografías aprovechan todo objeto, punzante o no, que esté al alcance de los personajes, incluyendo el decorado mismo. De este modo, las peleas resultan más imaginativas.

Pero si algo me ha sorprendido muy gratamente, es comprobar cómo la película no abandona el misterio y el suspense propios de las novelas. Y es que aunque el tráiler apuntaba a algo más explosivo y efectista de lo deseado, lo cierto es que el equilibrio entre la pirotecnia y la mera trama detectivesca está muy bien solventado. De hecho, se obliga al espectador a estar atento a todos los detalles para no perder el hilo de la historia, y Holmes sigue recurriendo, sin falta, a sus deducciones para atrapar a los malhechores, utilizando los puños sólo cuando al situación lo requiere (o bien para entrar en acción o bien para defenderse de los secuaces de Lord Blackwood en el transcurso de la investigación)


Por tanto, tenemos un guión que se sustenta en grado sumo en la investigación que llevan a cabo Holmes y Watson, dándole la espectacularidad que requieren los nuevos tiempos, y presentando unos detectives que, sin abandonar algunas de sus clásicas características, se nos muestran mucho más socarrones y dicharacheros de lo habitual. La química entre ambos, a lo clásica buddy movie, es de lo mejor de la película, tratando con acierto una relación de amistad, lealtad y respeto mutuo que casa perfectamente con la idea que siempre nos presentó Doyle en sus novelas (novelas a las cuales hay alguna que otra referencia)

En una producción de este calibre, comentar la ambientación es puro trámite. Obviamente, ésta está lograda, con unos adecuados decorados que se fusionan a la perfección con los efectos digitales de rigor, los cuales nos permiten una visión más amplia de la ciudad. Además, las localizaciones son muy acertadas y eso nos hace disfrutar de algunas secuencias visualmente muy atractivas -la del puerto y la del puente, las mejores- en las que desarrollar algunos de los momentos culminantes de la historia.

En cuanto a las actuaciones, destacar por encima de todos a Downey Jr., presentando a un Sherlock Holmes desaliñado y socarrón, al que le gusta presumir de sus conocimientos en cuanto tiene la mínima oportunidad (la herencia de su Tony Stark adaptada al detective londinense). Y como ya he comentado antes, además de su cerebro, aquí utiliza sus puños, pero también sigue tocando el violín (aunque pesimamente, eso sí), fumando pipa, utilizando disfraces, fijándose en los detalles y sintiendo una profunda debilidad por Irene Adler, la única mujer que ha logrado engañarle. El tema de su adicción a la cocaína se toca de forma muy sutil (su aspecto se justifica más por la dejadez que por la citada adicción)

Jude Law rompe también con la imagen clásica que Watson ha lucido desde siempre en el cine. Aquí ni bajito ni regordete, y tan avispado y dispuesto a la acción como su compañero. El doctor sigue escribiendo sobre sus aventuras pero sin narrarlas en primera persona; y por supuesto, es leal a Holmes pase lo que pase.

Sobra decir que es más aconsejable disfrutar de sus actuaciones en versión original, ya que en el doblaje se perderá por completo su acento inglés (a Law le viene de fábrica, pero a Downey Jr. tampoco le cuesta imitarlo porque es un crack)


Mark Strong repite con Ritchie tras Rocknrolla, y de nuevo como villano de la función (con ciertas reminiscencias masónicas, por cierto), papel que ya ha desempeñado en varias ocasiones y que ya tiene dominado a la perfección. Lo malo es que eso termine por encasillarlo –si no lo ha hecho ya- como le ocurrió a Sean Bean.

Por su parte, Rachel McAdams ejerce de femme fatale; y aunque juega con Holmes como quiere, lo cierto es que no puede evitar sentirse atraída por él. Y es que sin un poco de romance -para nada empalagoso- en la trama, a la película le faltaría “algo”.

El resto cumple de sobras con su función, aunque hubiera agradecido una presencia mayor de Mary/Kelly Reilly, la prometida de Watson.

Mención aparte merece la curiosa partitura que ofrece Hans Zimmer. Bastante irreconocible dentro de lo que es su estilo y sus habituales composiciones. Aquí Zimmer ha experimentado bastante con violines, banjos, acordeones y demás, y de un modo ciertamente cómico, como en el leitmotiv de la película. Es de agradecer que haya tratado de hacer algo diferente y original, y aunque no vaya a ser del gusto de todos (ha sido una apuesta arriesgada por su parte), lo cierto es que le da un toque especial que a mí, francamente, me ha dejado buen sabor de boca.


En definitiva, Sherlock Holmes es un divertido y bien engrasado entretenimiento. Poco más de dos horas en las que dejarse llevar por el espectáculo detectivesco y aventurero que nos presenta un Ritchie en plena forma. Y es que a diferencia de otros, aquí el director no confunde agilidad con precipitación, y sabe desarrollar la trama con buen ritmo y con las dosis suficientes de acción para contentar a los más palomiteros.

Si se aceptan los cambios, uno puede disfrutar sin problemas de este nuevo Sherlock Holmes. Por lo pronto, aquí uno que se apunta a la más que evidente secuela.




Valoración personal:

sábado, 2 de enero de 2010

"Solomon Kane" (2009) - Michael J. Bassett

Crítica Solomon Kane
No es la primera vez ni será la última, que un personaje del talentoso escritor Robert E. Howard es llevado a la gran pantalla. Pero no todos los que han tomado cuerpo en el cine han corrido la misma suerte.

Conan, el cimmerio de la Era Hiboria, es, sin lugar a dudas, el personaje más famoso de Howard, y su primera incursión cinematográfica nos llegó de la mano de unos inspiradísimos John Millius y Oliver Stone, que pese a tomarse ciertas licencias respecto a la fuente original, lograron crear una gran película de espada y brujería que ha llegado a imitarse y plagiarse hasta la saciedad. A ésta la siguió la muy inferior “Conan el destructor”, dirigida por un Richard Fleischer ya en horas bajas, y que pese a ser entretenida (al menos para un servidor), se quedaba en un mero pasatiempo al que no exigirle demasiado.

Fleischer y Schwarzenegger repitieron en “El Guerrero Rojo”, adaptación centrada en la versión comiquera que Marvel realizó de Sonia la Roja, personaje femenino que Howard ubicó, en un único relato, en nuestro siglo XVI. A parte de la lamentable calidad de la cinta, tenemos a un Chuache en plan pesudo Conan, que por pérdida de derechos y aún ligado por contrato a una tercera película de aventuras, se vio obligado a aparecer en ella bajo el nombre de Kalidor.

Tras estas dos últimas y decepcionantes producciones, ningún otro personaje del escritor asomó el jeto hasta finales de los noventa, momento en que Kull de Atlantis, cronológicamente anterior a Conan, hizo acto de presencia con la casposa “Kull, el conquistador”, película para mayor gloria del Hércules de moda, Kevin Sorbo, y que ni por contar con un escaso presupuesto se le podría perdonar semejante sacrilegio. Un espanto con aire a de telefilme que ni para matar el tiempo servía (esperemos que la nueva versión que prepara Hollywood mejore tan penoso precedente)

Y este breve repaso nos lleva a la actualidad, momento en que uno de sus personajes más desconocidos para el gran público, Solomon Kane, es llevado a la gran pantalla sin un gran estudio detrás ni tampoco un holgado presupuesto, pero sí con bastante oficio y respeto hacia el material original.

(Nota: El primer párrafo de esta sinopsis pertenece a los primeros minutos de la película, y podría ser considerado como un spoiler. Leedla bajo vuestra responsabilidad)

Nos encontramos en pleno siglo XVI. El Capitán Solomon Kane -una eficiente máquina de matar- y sus sanguinarios hombres se adentran salvajemente en un misterioso castillo del norte de África en busca de un increíble tesoro. Durante el asalto, y de forma inesperada, son atacados por las fuerzas demoníacas del lugar. Los hombres de Kane empiezan a caer como moscas, hasta que sólo queda él, enfrentándose cara a cara con un demonio llamado Guadaña, enviado por el mismísimo Diablo desde las profundidades del Infierno para reclamar el alma corrupta del cruel capitán. Pese a que Kane logra escapar por los pelos de una muerte terrible, las fuerzas del mal siguen al acecho, por lo que éste renuncia a la violencia y se retira a un convento para dedicarse por completo a una vida de paz y tranquilidad.

Desgraciadamente, nadie puede esconderse del Diablo ni huir de su propio destino, por lo que finalmente Kane deberá volver a las armas y combatir de nuevo a las fuerzas del mal, que bajo el liderazgo de un malvado brujo llamado Malachi, están asolando las tierras de Inglaterra con su ejército de diabólicos saqueadores humanos, guiados éstos por un aterrador jinete enmascarado.



Al igual que otros personajes de Howard, Kane adquirió mayor popularidad tras su paso a las viñetas de cómic, si bien nunca llegó a alcanzar el éxito y la relevancia que sí tuvo Conan. Sus relatos, publicados en revistas pulps de la época como Amazing Stories o Weird Tales, se reducen a un total de ocho, pero ninguno de ellos ha servido como base para crear la trama de su primera aparición en carne y hueso.

Michael J. Bassett
, director que debutó con la estimable Deathwatch (cinta de terror sobrenatural enmarcada en unas trincheras durante la I Guerra Mundial) fue contratado inicialmente como guionista, hasta conseguir –tras una firme insistencia- hacerse cargo tanto de la escritura del guión como de la dirección. La idea de Bassett ha sido la de otorgar al personaje unos orígenes que literariamente no tenía.

En los primeros minutos de la cinta, lo que podríamos llamar el prólogo de la historia, se nos presenta a un Kane sin escrúpulos, cruel y ambicioso, cuyo único deseo son las riquezas y el exterminio del enemigo. Pero su encuentro con las fuerzas del mal le obliga posteriormente a llevar una vida muy distinta, alejada de las guerras y las grandes aventuras.

Un año recluido en un monasterio le ha ayudado a mantenerse en paz con el mundo y consigo mismo, pero el mal está presente en Inglaterra y él parece ser el único capaz de hacerle frente. Kane buscará la redención enfrentándose no sólo a las hordas infernales de Malachi y su enmascarada mano derecho, sino también a sí mismo y a su propio pasado. El cruel y sanguinario Capitán Solomón Kane deberá volver a la acción, pero esta vez por una causa justa y honesta.

Es en el propio Kane donde reside, pues, el mayor fuerte de esta producción. Bassett no se limita únicamente a presentarnos al personaje y luego meterlo en un compendio de escenas de acción para su lucimiento, sino que lo va desarrollando a medida que transcurre la trama. Los distintos acontecimientos conforman al solitario y sombrío justiciero que Howard nos dio a conocer en sus aventuras novelescas, y es el antihéroe sobre el cual se sustenta el peso de toda la película. Eso sí, cuando se dispone a machacar al enemigo, lo hace en todo su esplendor, con sus poses chulescas y sus escenas a cámara lenta, bien sea bajo la incesante lluvia invernal o entre las llamas del campo de batalla.


Son muchos los que, viendo los trailers, comentaban el parentesco de Kane con el Van Helsing de Stephen Sommers, sobre todo a raíz de su indumentaria. Nada más lejos uno de otro, pues al fin y al cabo, Sommers tan sólo” tomó prestadas” algunas características de Kane para conformar su esperpéntico y millonario blockbuster para toda la familia, mientras que Bassett ha querido hacer una película mucho más adulta, seria y oscura, sin escatimar en términos de violencia y cuyas únicas limitaciones han sido de carácter presupuestario.

La libertad de trabajar fuera del mainstraim Hollywodiense le ha permitido enfocar el proyecto de forma mucho más personal (es un fan declarado de Kane) y dirigirse directamente al verdadero amante de este tipo de películas; y, aún inventándose una historia inexistente en los relatos originales, conseguir respetar al personaje creado por Howard y no defraudar a los seguidores del mismo.

A ello ha contribuido también el hecho de prescindir de rutilantes estrellas de la industria y optar por actores menos conocidos para el público de a pie. Algo que, directa o indirectamente, ha servido para aprovechar al máximo el reducido presupuesto, consiguiendo una atractiva atmósfera y unos logrados efectos visuales.

Gran parte del rodaje se ha filmado en exteriores. Se ha recurrido lo menos posible a los decorados, y escenarios reales de la República Checa y Praga han servido para ambientar muy adecuadamente el viaje de Kane por tierras inglesas, aprovechando los castillos medievales de de la zona para varias de las escenas clave del film (desde el monasterio hasta las cuevas de Puste Kostely, pasando por los antiguos bosques de Jevany)

Un eterno clima invernal, con su lluvias y copiosas nevadas, le dan ese toque lúgubre y melancólico que tan bien la sienta a la historia.

Las acertadas caracterizaciones, desde los ropajes hasta el aspecto de las distintas criaturas demoníacas que se dan cita, ambientan perfectamente a Kane en el siglo XVI. El director de fotografía y los artistas de fx hacen el resto.



La cinta no exhibe una espectacularidad apabullante, y tampoco hay mucho humor en ella. Por tanto, se prescinde bastante de los típicos chascarrillos y las frases lapidarias del héroe de turno. En ese sentido, es mucho más comedida (aunque alguna frasecita cae). Por otro lado, se centra mucho en el aspecto psicológico de su personaje principal, ayudándose reiteradamente de los flashbacks temporales en forma de sueños, y evitando añadir subtramas amorosas o amistosas que empañen en demasía el camino fijado desde un principio por el guionista.

Los enfrentamientos gozan de decentes coreografías, sin caer en la fantasmada más facilona y ostentosa a la que tanto se nos acostumbra últimamente. En parte, a los más exigentes podrían saberles a poco, pero a los que disfrutamos de la buena mesura, salimos satisfechos gracias, además, de unas dosis de violencia y gore poco vistos en el cine comercial de hoy día (salvo, claro, que estemos ante una película de terror al uso)

Los efectos especiales de carácter digital son los justos y necesarios. Nada que no hayamos visto antes ni demasiado espectaculares (salvo el duelo final), pero sumamente efectivos. Se agradece que ciertas criaturas de la noche sean figurantes bien maquillados y no monigotes digitales como los de Soy Leyenda, por poner un ejemplo cercano en el tiempo. Siempre he pensado lo que puedas hacer artesanalmente, hazlo; y para lo que no, entonces recurre al ordenador. Un abuso de CGI hace más espectacular una película, pero no mejor. Quizás por contar con menos dinero, Bassett ha podido centrarse más en otros aspectos de la película.

Ahora bien, eso también implica unas inevitables limitaciones que se hacen patentes en el tramo final de la película. La aparición de cierta criatura a la que Solomon debe hacer frente, se queda en casi nada, y se opta por una resolución algo apresurada y un tanto insatisfactoria para el espectador ávido de carnaza. El duelo final, pues, se queda un poco a las puertas de lo que debió haber sido. Y por otro lado, se desaprovecha bastante la figura del villano Malachi, encarnado por ese genial secundario que es Jason Flemyng (visto en El curioso caso de Benjamin Button, Stardust, La liga de los hombres extraordinarios, Snatch: Cerdos y diamantes o Deep Rising) Tanto misterio y tanta caracterización bizarra, para luego quedarse en pantalla menos tiempo del que requiere todo buen antagonista.

El resto del reparto cumple sobradamente con sus respectivos roles, empezando por un adecuado James Purefoy como el atormentado y también chulesco Solomon Kane. Aún acostumbrado a papeles secundarios (no tiene desperdicio en la serie Roma), Purefoy lleva con soltura el peso de la historia y la responsabilidad de dar vida al Kane que muchos teníamos en mente. Quizás físicamente imaginaba más a un tipo con las facciones de un Viggo Mortensen o un Daniel Day-Lewis, pero lo cierto es que Purefoy hace suyo a Kane, y me resultaría difícil ver una factible secuela sin él al frente.

Otros actores ingleses (la mayoría del reparto, al igual que el director, lo son) que se dan cita aquí son el genial Pete Postlethwaite, al que recordaremos siempre por En el nombre del padre (de visionado obligado), Mackenzie Crook, el pirata con ojo de cristal de la saga Piratas del Caribe, y el citado Jason Flemyng. Otro grande que da presencia a su personaje es Max von Sydow, al que quizás también echemos en falta más minutos en pantalla.

Y finalmente, la poco conocida Rachel Hurd-Wood, es Meredith, la joven damisela en apuros que Kane debe rescatar (un tópico, sí, y es que la historia, aunque atractiva, no está exenta de ellos)

“Solomon Kane” no es ninguna maravilla y de seguro tendrá sus muchos detractores, pero es una digna traslación del personaje de Howard a la gran pantalla, y un correctísimo entretenimiento para los amantes del cine de espada y brujería. Deberían tomar nota de ella los futuros responsables de las nuevas versiones de Conan, Kull y Red Sonja.

Buena factura y reparto eficiente para una modesta serie B que se deja ver con agrado.


P.D.: Para los interesados en Solomon Kane, la editorial Valdemar publicó en 2009 un recopilatorio de todos sus relatos (que incluye también el de Sonia la Roja) bajo el título de “Las extrañas aventuras de Solomon Kane”. Un servidor adquirió la edición de bolsillo a un precio asequible. Para más información, podéis visitar el artículo que Bob Rock le dedica en el blog del compi Joan Lafulla (pinchad aquí)



Valoración personal: