Estado natural
La yerba cortada, los árboles
y sus sombras nada fugaces,
y la solvencia de tantos años.
Camino vamos
de reconvertirnos
en los más perros
salvajes merodeadores
por las montañas del exilio,
casi alobados de hambre,
casi alocados de hambre
de justicia de la vida
con nuestras manos.
Llega el trabajo sincerando
los huesos con la estirpe
de la carne, la tierra, los palos,
el verde, el dolor, la herida,
al cansancio descanso
la palabra acudiendo,
la columna ablandando,
la mano traduciendo
fuerza en limpia y cálida
escarcha del sol
sobre el verde ya seco
de un natural
verano.
("De extinción de ruina")
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