Mar de humo
el mar que se hizo
tierra por toda
parte escapa camino
de la permanencia
de su mansedumbre.
Densidad y dolor de escape
en las primeras vueltas de las horas
netas, y recia podredumbre
del agua en su vertical sonido
de hambre de aire, la tierra
ensimismada y loca
abunda lacerando,
gime adventista,
niega su pasado
de ola amarilla
rompiendo en la orilla
del camino. Así se abastece
el ayer de tus sentidos:
ellos reniegan un abuso,
ellos se visitan desde la marea
vieja de un viajante
por los humos del recuerdo,
y ambos de nuevo viejos,
campo y yo,
de viejas soledades,
ambos nuevos amigos
compartimos techo
como si el nido se hubiera hecho grande.
Y tú tan nuve y nuevo,
y yo tan bieja y nube.
como siempre los árboles
viejos y nuevas sombras
—siempre luces
nuevas, siempre viejos
y luces—, o no sé
si agonía o vida
u olvido de la tumba
o, quizás, de su muerte.
(De "Extinción de ruina")
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