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Escarcha (Ernesto Pérez Zuñiga)

El pensamiento es una forma inteligente de emocionarse

Gonçalo M. Tavares

Si hace algo más de dos años gocé lo indecible leyendo No cantaremos en tierra de extraños de Ernesto Pérez Zuñiga, con Escarcha me ha sucedido lo mismo. Escarcha es Granada, el territorio de la emoción y la madurez literaria, la de Ernesto.

Escarcha es novela de aprendizaje, sí. No sólo el alumbramiento es un abrirse a la vida a través del llanto. Más tarde, en el tránsito de la niñez a la adolescencia y la pubertad, Manuel Montenegro Moncada, Monte, el protagonista (un Monte, que me trae en mientes otro Monte, el Monteverdi ordesiano), irá experimentando todo tipo de vivencias: las pérdidas filiales, los albores del sexo y su indefinición, los amores que vienen, van y examinan, la cruz de navajas sobre su cuerpo, la fijación pederasta que se cierne y expulsa su aliento sobre su cogote madurando el fruto antes de tiempo, el miedo a hablar, el miedo a callar, el vacío, el grial del presente, el sostén del grupo, la herencia familiar: dos abuelos, uno franquista, el otro republicano, la autodestrucción, una madre cercana en sus presupuestos morales al padre del protagonista de Call my by your name; un crecer que siempre es exploración, ir tocando a ciegas los bordes filosos del yo.

Ernesto deja para el recuerdo personajes memorables, no ya solo Monte, sino su madre Elvira, su abuelo Ramón, su profesor Robin, su hermana Diana, su prima Sara, el infausto Bernardo, el hermano de Manuel, Miguel, la truncada Olga, etc. Cada uno tiene su espacio, su aliento, su historia, y el autor de la novela durante casi quinientas pletóricas páginas de pura vida (muchas de ellas de una belleza arrebatadora, como el capítulo que cierra el libro Hammán y que me lleva a un artículo que leí en su día que traigo aquí: El regreso del agua), erige una monumental historia con alrededor de 50 personajes, y los acompaña en su viaje, iniciático para unos, postrero para otros, unos cuantos años, un viaje a finales de los años 70 y comienzos de los 80 que también es el nuestro, un viaje en el que no falta Rimbaud, Lorca, Baroja, Stevenson, la heroica de Chopin, los discos de Tartini (Mientras haya música no hay muerte) los madelmán, todo aquello que si echamos la vista atrás conformó (con otros objetos, canciones, películas y esperanzas) el tesoro de nuestra niñez.

Dos de las novelas que más ha disfrutado el presente año han sido Permafrost y ahora Escarcha. ¿Cuál será la siguiente?.

Hammam Granada

La memoria del agua

Cuando vuelva a Granada tendré muy presente este estupendo escrito de Ernesto Pérez Zuñiga. Leer aquí.

El secreto de toda poesía es alcanzar lo no expresado.

Y el Hammán lo trae a casa. Nos devuelve a un nosotros perdido. Nos coloca en el centro de nuestro cuerpo. Somos el cien por cien de agua. Inundados de cálida luz.

Vía | El blog de los baños árabes

Libros

Muy buen año de lecturas. 2016

Este año que finaliza ha sido muy bueno en cuanto al número de lecturas y a la satisfacción que me han deparado la mayoría de ellas. He leído unos cuantos libros que deseaba leer hacía tiempo, libros soberbios, entre otros, como Rayuela, Ulises, La Regenta, La colmena, Historia secreta del mundo, El comienzo de la primavera, Los siete locos, Fedón, Relatos autobiográficos de Bernhard, Días felices en el infierno, La resistencia íntima, Peregrinos de la belleza, La isla, Los ingrávidos, Mujer de rojo sobre fondo gris, Ruido de fondo, Una ambición en el desierto, La noche feroz, Una historia aburrida, El banquete, Sostiene Pereira, Herzog; alguno crucial como el Gorgias y también alguno como Crimen y Castigo, que lo leeré entre este año y comienzos del próximo.

He leído, si no me fallan las cuentas, libros de 66 editoriales distintas, de autores y autoras de distintos países. La mayoría han sido novelas, pero también he leído ensayos, diálogos, poesía y cómics. He descubierto a escritores en los que pienso seguir abundando: Emmanuel Bove, Albert Cossery, Natalia Ginzburg, Roberto Arlt, Thomas Mann, Matilde Serao, Antón P. Chéjov, Fiódor Dostoievski, Álvaro Cunqueiro, Pío Baroja, Stuparich, Szymborska, Cortázar, Borges, Cela, Savinio, Ernesto Pérez Zúñiga…

De todos los libros leídos este año, unos me han gustado más que otros y esto se ve claramente leyendo las reseñas, así que el que tenga tiempo y ganas, ya tiene con lo que matar su tiempo.

Quien siga esta blog creo que ya estará al tanto de mis gustos y de mis disgustos literarios. En cuanto a lo que se ha publicado este año, estos son los libros que más he disfrutado y que gustosamente leería de nuevo: Nemo (Gonzalo Hidalgo Bayal; Tusquets Editores), Nembrot (José María Pérez Álvarez; Editorial Trifolium), Fosa común (Javier Pastor; Literatura Random House), La manzana de Nietzsche (Juan Carlos Chirinos; Ediciones La Palma), Hombres felices (Felipe R. Navarro; Editorial Páginas de Espuma), De profesión, lector (Bernard Pivot; traducción de Amaya García Gallego; Trama editorial), No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (Patricio Pron; Literatura Random House), No cantaremos en tierra de extraños (Ernesto Pérez Zúñiga; Galaxia Gutenberg), Un padre extranjero (Eduardo Berti; Editorial Impedimenta), El ojo castaño de nuestro amor (Mircea Cărtărescu; traducción de Marian Ochoa de Uribe; Editorial Impedimenta), Magistral (Rubén Martín Giráldez; Jekyll & Jill Editores), El sistema (Ricardo Menéndez Salmón; Seix Barral Editorial), El vientre de Nápoles (Matilde Serao; Gallo Nero Ediciones)

!Felices fiestas y lecturas!