Inmigración africana en el contexto rural
de Cataluña
African immigration in the rural context of
Catalonia
Jordi Domingo1, Olga Bernad1
1
Departamento de Geografía y Sociología, Universidad de Lleida,
Cataluña, España
Enviado: 23/12/2015
Aceptado: 14/12/2016
Correspondencia: Jordi Domingo. Facultad de Educación, Psicología y Trabajo Social. Universidad de
Lleida. Avenida Estudio General, 4, 25001 Lleida. España. E-mail:
[email protected]
© Revista Internacional de Estudios Migratorios. CEMyRI. UAL (España).
Revista Internacional de Estudios Migratorios, ISSN: 2173-1950, 2017, Vol. 7(1), Número especial, pp. 9-45.
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Jordi Domingo y Olga Bernad
Resumen
El texto presenta la población inmigrante, con especial interés en la de origen africano,
en el medio rural catalán. Para ello muestra la distribución de la población inmigrante
en España y Cataluña, como marcos de referencia, y analiza los procesos sociales que se
producen en un medio rural que vive una profunda transformación.
Para su realización se han utilizado los datos demográficos del padrón continuo de la
población del Instituto Nacional de Estadística (INE). Estos datos permiten dibujar un
mínimo escenario donde se desarrolla el proceso inmigratorio. Por otro lado, la realidad
cotidiana de este proceso migratorio se analiza a partir de entrevistas en profundidad y
grupos de discusión con los protagonistas, autóctonos e inmigrantes, que permiten
observar las barreras reales y percibidas en este encuentro así como los retos que se
vislumbran ante esta nueva realidad.
Palabras Clave: Migraciones, inmigración africana, rural, España, Cataluña
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Revista Internacional de Estudios Migratorios, ISSN: 2173-1950, 2017, Vol. 7(1), Número especial, pp. 9-45.
Inmigración africana en el contexto rural de Cataluña
Abstract
The text studies the presence of the immigrant population in the Catalan rural medium,
specially focusing on the immigrants of African origin. The work shows the distribution
of immigrant population in Spain and in Catalonia, as referential frames, and analyses
the social processes that take place in a rural world which is undergoing a profound
transformation.
We have used the demographic data provided by the Continuous Census of the Statistics
National Institute of Spain. Such data allow us to sketch a stage where the migratory
process develops. Besides, the day–by–day reality of that migratory process is analyzed
in interviews in depth and discussion groups with the protagonists, both native and
immigrant, which allow us to observe the barriers –be them real or just perceived– in
that meeting, and the challenges that we can glimpse in that new reality.
Keywords: Migrations, African immigration, rural, Spain, Catalonia
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1. Introducción
La inmigración es un fenómeno que ya forma parte del paisaje humano de
España. A lo largo del siglo XX los españoles han emigrado al exterior, por motivos
políticos y económicos, y dentro del propio país, generando grandes movimientos de
población que son los responsables del actual mapa demográfico (Silvestre, 2009). Las
corrientes migratorias internas han mostrado una doble dirección que se resume, a
grandes rasgos, en una línea que va desde el Sur hacia el Norte, y del centro hacia la
periferia peninsular –especialmente la mediterránea–, con la excepción de Madrid por
efecto de la capitalidad. Este proceso fue acompañado de un éxodo rural que despobló y
envejeció gran parte del territorio en beneficio de pequeñas ciudades y, principalmente,
las grandes capitales. Los trasvases de población constituyen un elemento más de la
transformación social y económica que se fue produciendo a lo largo de este siglo.
Pero desde los años 90 una nueva realidad ha afectado las diferentes regiones de
España y, de manera especial, a Cataluña1. Se trata de corrientes migratorias
internacionales que empiezan a escoger España ya sea como país de destino2 o como
tierra de paso. Y el resultado es que a 1 de enero de 2016 un 9,5%3 de los habitantes del
Estado español eran extranjeros y en 2015 uno de cada cinco inmigrantes –el 22.1%–
tenía su origen en África, destacando Marruecos como principal foco emisor con casi
775 mil personas. Muy lejos de esta cifra siguen las personas que provienen de Argelia
–con poco más de 63 mil–, Senegal –62 mil– y Nigeria con poco más de 44 mil
personas.
Si en los últimos 25 años la diversidad cultural se ha convertido en una
característica de la sociedad, se mantienen otras dinámicas demográficas anteriores. Así
pues, la llegada de inmigrantes refuerza el carácter urbano de una sociedad que presenta
un medio rural envejecido. De los casi 5 millones de extranjeros residentes en el Estado
1
El fenómeno migratorio en Cataluña ha sido tratado desde hace tiempo por muchos y varios autores. Una
visión general de estos procesos se puede encontrar, entre otros, en: Cabré (1990), Giner (1997) y Samper
(2002). Por otro lado, Jordi Amorós (2010) aporta una aproximación económica a los datos de la
inmigración.
2
García Roca y Lacomba (2008) estudian el impacto de la inmigración en la sociedad española desde una
perspectiva multidisciplinar. Y por otra parte, Martín, Malmusi, Bacigalupe y Esnaola (2012) analizan el
impacto migratorio sobre el sistema de salud. Es importante observar como la evolución de los procesos
migratorios ha generado estudios de gran interés como el de Lirola y Fernández (2016) sobre el papel de
la política en la evolución del fenómeno migratorio o el de Domingo y Sabater (2013) sobre los procesos
que convierten España en un punto de búsqueda de nuevos destinos migratorios.
3
Según datos del INE (www.ine.es). Los datos que se utilizan en el texto y los gráficos corresponden a
este organismo, a excepción de los que se indican que están extraídos del IDESCAT.
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español, el 84,3% vive en una capital o en municipios de más de 10 mil habitantes. El
resto se ha repartido en municipios más pequeños, donde se convierten en el principal
factor de crecimiento, aportando un cierto rejuvenecimiento al entorno rural (Collantes,
Pinilla, Sáez y Silvestre, 2010, 2014; Roquer y Blay, 2002), sin contrarrestar los efectos
del éxodo rural del siglo XX (Cruz, González, del Pino, Oliva y Sampedro, 2009). A
este proceso hay que añadir dos elementos que lo refuerzan: el volumen y la intensidad
de llegada de los efectivos, y la diversidad de orígenes. Durante el siglo XX se habían
producido varias oleadas migratorias, pero el origen de las personas recién llegadas eran
las distintas regiones del Estado español. Y en el último caso es prácticamente todo el
Estado el que recibe esta oleada migratoria desde el exterior de sus fronteras, aunque
con intensidad diferente según la región. La evolución de la llegada de inmigrantes
permite observar un elemento que se repite en estos procesos: si bien la ciudad es la
principal receptora de los flujos migratorios, hay una capilaridad que acaba repartiendo
una parte, de manera desigual, por el territorio y que afecta el entorno rural donde las
características sociales acostumbran a tener sus particularidades.
En los últimos años ha habido un interés creciente en la relación entre el mundo
rural y la inmigración, que se puede observar en varios trabajos como el de Izcara
(2005), el de Trepat y Vilaseca (2008), los ya citados de Collantes et al. (2014) y
Roquer y Blay (2002) o el trabajo de Julià Traveria sobre la inmigración africana en la
provincia de Lleida (2015). En relación con el mundo rural resulta interesante el trabajo
de Checa (2006), que expone el caso de Almería –que pasa de expulsar emigrantes a
desarrollar una actividad de atracción que la convierte en la provincia española con
mayor porcentaje de inmigrantes en 2015–, así como el trabajo de Hernández y López
(2015), que indaga sobre los cambios en los procesos de inserción de los colectivos
inmigrantes. También se puede añadir el de Avallone (2014), que analiza las
migraciones como un elemento clave para el desarrollo de una agricultura intensiva al
sur de Europa, o el de Dufty-Jones (2014), que analiza el peso de la ruralidad como
destino de las migraciones en un mundo global. Las características del mundo rural, que
afectan principalmente a los trabajos que se ofrecen, muchas veces de carácter
estacional, han incitado el desarrollo de todo un conjunto de estrategias empresariales y
de adaptación de las personas inmigradas, generándose todo un conjunto de situaciones
que, parcialmente, quedan expuestas en Tandian y Bergh (2014) o a las cuales se hace
referencia en Checa y Arjona (2006) en relación a la segregación residencial. Las
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realidades que asocian el mundo rural con la inmigración en España ya se empezaron a
analizar en los primeros años de este fenómeno como mostró el trabajo de Sempere
(2001) sobre la presencia de magrebíes y latinoamericanos en el medio rural
mediterráneo.
A la vista de las tendencias migratorias recientes, las páginas que siguen
pretenden analizar la presencia de la inmigración africana en el medio rural catalán. Las
dinámicas migratorias provenientes de este continente y sus características
socioculturales se dejan sentir en un medio geográfico y social donde destaca un
envejecimiento demográfico y unas dinámicas culturales generalmente apegadas a la
tradición. Para alcanzar este objetivo el texto se divide en dos grandes apartados. En un
inicio se presenta un breve repaso a las tendencias migratorias recientes en España y en
Cataluña utilizando, principalmente, los datos ofrecidos por el padrón continuo de
habitantes del Instituto Nacional de Estadística. La presentación de estos datos quiere
dibujar un escenario mínimo para una segunda parte dedicada al análisis de la
cotidianidad de estos movimientos migratorios en el medio rural catalán.
En la primera parte se utiliza una escala autonómica y provincial para el
conjunto de España y se traslada a una escala comarcal y municipal para el caso de
Cataluña. Los efectos de un marco español, donde las distintas comunidades adaptan
sus propios procesos, se traducen en diferencias territoriales que pueden resultar
significativas (Domingo, 2016). De la misma manera, la distribución de la inmigración
a escala comarcal y municipal en Cataluña también presenta grandes disimilitudes en su
presencia territorial (Domingo y Bernad, 2016), tanto en número de efectivos o en otras
características como, por ejemplo, el origen. Los espacios de acogida de la inmigración
ofrecen distintas oportunidades económicas, de lo que resulta una cierta segregación
espacial de los distintos grupos de inmigrados según su origen. La realidad que impone
la diversidad de origen –y la cultural como elemento añadido– en una comunidad rural
resulta diferente de lo que puede ocurrir en una comunidad urbana, donde los procesos
de compartimentación espacial para usos y funciones sociales y económicas se
sobreponen a las que pueden resultar de una compartimentación étnica y cultural.
La evolución del medio rural catalán se ve alterada por los efectos de las
corrientes migratorias que conllevan la transformación de los procesos socioculturales
con la aparición de una gran diversidad cultural. El análisis de la inmigración extranjera
y, en especial, la africana por su presencia y contraste cultural, permite conocer las
impresiones de los propios inmigrantes y de la población autóctona. El estudio de las
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características que pueden asociarse al estudio de los colectivos inmigrantes, como las
estructuras por edad y sexo o su estructura profesional quedan fuera de la finalidad de
estas páginas a causa de la situación social de este colectivo. Los discursos plasmados
en las entrevistas y en los grupos de discusión muestran la necesidad de adaptación
continua de los colectivos inmigrantes a las realidades de cada zona, donde acostumbran
a suplir las necesidades de un mercado laboral que, en ocasiones, destaca por su
estacionalidad.
Para la consecución de estos objetivos, la presencia de la inmigración africana en
el medio rural catalán y el análisis de los efectos de la diversidad cultural en el entorno
rural, se ha utilizado una doble metodología. Por una parte se han analizado los datos
del padrón continuo de habitantes facilitados por el Instituto Nacional de Estadística
(INE) y por el Instituto de Estadística de Catalunya (IDESCAT). De la información
disponible en estas fuentes se ha seleccionado únicamente la que se refiere a la
distribución de los efectivos en un marco territorial según su origen. Si bien el
conocimiento del medio rural y de las características de la población inmigrante puede
aportar algunos elementos al estudio, en esta ocasión se ha optado por analizar
únicamente los datos estadísticos de localización básica para dar protagonismo a las
opiniones de la población que vive estas realidades. Así pues, el análisis de la presencia
de población inmigrante se combina con el uso de una metodología cualitativa basada
en la entrevista en profundidad y en los grupos de discusión.
La tipología de la información aportada permite profundizar en un análisis donde
la casuística aporta un valor añadido por una interacción social, económica y cultural
cotidiana en un mismo espacio. Mientras que en un entorno urbano los distintos grupos
diferenciados según su origen pueden compartir el espacio de la ciudad creando
pequeñas islas monogrupales y casi sin contacto, en el entorno rural no se puede escapar
a un contacto más o menos frecuente. Para ello se ha utilizado el material extraído de 20
entrevistas realizadas a personas inmigrantes de origen africano y 30 a personas
autóctonas, residentes en municipios del medio rural catalán. Este material se ha
complementado con las aportaciones recogidas en 13 grupos de discusión –de entre 6 y
8 personas– entre los que se pueden contar grupos de empresarios de cada sector de
actividad –agrícola, pequeña industria y servicios–, un grupo de políticos locales, un
grupo de personas de la tercera edad, un grupo de técnicos de los servicios sociales y
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educativos, cuatro grupos de inmigrantes diferenciados según origen, religión y sexo, y
un grupo de amas de casa. La implicación total en estos grupos fue de 89 personas.
Este material cualitativo se ha extraído de los trabajos realizados por el
Observatori Permanent de la Inmigració (OPI) de la Universitat de Lleida4. De entre los
trabajos realizados, destacan: La inmigració en les comarques de Ponent (Garreta,
Llevot, Sabaté y Bernad, 2010); el Informe sociodemográfic de la població resident en
les comarques de Lleida (Garreta et al., 2011) y el estudio Societat lleidatana i
immigració (Garreta, 2013). Estas investigaciones se han realizado en el contexto de
una fuerte crisis social y económica que queda reflejada en los discursos de algunos de
los entrevistados y participantes en los grupos de discusión. La realización de
entrevistas permite analizar la opinión de los habitantes, autóctonos e inmigrantes,
respecto a la situación social, cultural y económica, y las imágenes sociales y culturales
que han generado a consecuencia de la llegada de inmigrantes extranjeros en las
comarcas rurales. La interlocución con las personas que protagonizan esta nueva
realidad permite conocer los impactos negativos y positivos que han supuesto el proceso
migratorio y aportan otra vertiente al análisis de la realidad estadística.
2. La distribución de la inmigración en España
A lo largo del siglo XX, la dinámica de la población española, incluida la
catalana, ha generado un abandono progresivo del mundo rural para convertirse en una
sociedad cada vez más urbana. En consecuencia, el mundo rural 5 queda vacío,
envejecido y sin demasiadas propuestas para evitar un alejamiento cada vez más grande
de la dirección que va tomando la modernidad. En este marco territorial se añade la
llegada de personas, generalmente jóvenes, que alteran las tendencias que se iban
imponiendo desde hacía décadas (Collantes et al., 2010; Roquer y Blay, 2008). La
inmigración extranjera en España empieza a cobrar protagonismo en la década de los
años 90 del siglo pasado y llega a representar un 2,8% en el año 2000, un 12,2% en
2010, mostrando un retroceso hasta el 10,1% en 2015, perdiendo en este último periodo
hasta poco más de un millón de efectivos.
4
Dirigido por Jordi Garreta. Se puede consultar en: http://www.opi.udl.cat.
5
La definición de rural puede tener muchas y muy diversas consideraciones tal como recogen Goerlich,
Reig y Cantarino (2016). En estas páginas se tratan como rurales aquellos municipios con una población
inferior a los 10.000 habitantes. De todas maneras, cabe considerar que algunos municipios que forman
parte de esta categoría realizan algunas funciones urbanas por ser cabecera de comarca y agrupar
actividades administrativas y económicas supramunicipales. Para un análisis más detallado sobre la
Cataluña rural se puede consultar Aldomà (2009, 2015).
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Gráfico 1. Evolución de la población extranjera en España
Fuente: INE. Elaboración propia.
El gráfico 1 muestra esta evolución de la que destaca el importante crecimiento
durante el primer decenio del siglo XXI y un comportamiento distinto de la inmigración
procedente de África. Mientras que el primer quinquenio del siglo el incremento es
rápido y multiplica por 4 el número de inmigrantes en España –por 3,4 aquellos que
tienen un origen africano- el descenso a partir de la crisis económica que se inicia en
2008 es mucho más acentuado en general que para los inmigrantes africanos.
Por otro lado, la llegada de población inmigrante no ha afectado de manera
uniforme el conjunto del país6. Las características propias de cada comunidad,
principalmente en cuanto a su base económica, las convierten en destinos que
concentran un número diferente de personas recién llegadas. El primer mapa muestra
una gran disparidad de la presencia de inmigrantes entre las distintas provincias. El área
mediterránea es donde se encuentra un porcentaje más elevado de inmigrantes con
relación a la población de cada provincia. A Almería, que se sitúa como la provincia
con mayor presencia de población inmigrante residente en sus municipios, le siguen
Castellón y Girona, todas ellas con más del 19% en 2015. En el otro extremo se sitúan
6
Solé (2005) analiza los procesos de integración desde una perspectiva comparada, estudiando 3
comunidades autónomas: Cataluña, Galicia y Andalucía. Un análisis de las reacciones generadas por estas
oleadas migratorias se puede encontrar en Morén-Alegret (2008).
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16 provincias con un porcentaje de población inmigrante inferior al 5% con Jaén,
Córdoba y la Coruña con valores inferiores al 3%
Teniendo en cuenta que el porcentaje de extranjeros a nivel del Estado es del
10%, se observa que el 60% de las provincias españolas acoge un porcentaje inferior.
Elementos como el turismo, la agricultura intensiva –que requiere mucha mano de
obra– y una combinación de elementos como puede ser el caso de Cataluña o de la
Comunidad de Madrid, pueden explicar las desigualdades existentes entre provincias.
Mapa1. España, porcentaje de población extranjera por provincia (2015)
Fuente: INE. Elaboración propia.
Y esta desigualdad en la distribución territorial se incrementa cuando se tiene en
cuenta el origen de los inmigrantes. Las características migratorias de los colectivos
africanos, estudiadas entre otros por Ruiz-Giménez y Cebolla Boado (2007) o por
Vázquez (2011), permiten entender –de manera parcial– su impacto en la sociedad de
acogida. En el mapa 2 se puede apreciar como los inmigrantes de origen africano
también se han distribuido de manera dispar entre las provincias y comunidades
autónomas. No deja de sorprender como Cataluña ha ejercido de foco de atracción
principal, seguida a mucha distancia de Andalucía, las comunidades valenciana y de
Madrid aunque a nivel provincial Barcelona recibe un 15% de toda la inmigración
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africana, superando en poco más de mil personas el total de inmigrantes provenientes de
África que se encuentran en toda la comunidad de Andalucía. Murcia es la segunda
provincia que recibe más inmigrantes africanos, poco más de 86.000 en 2015, aunque
representan poco más de la mitad de los que recibe Barcelona. En el otro extremo se
encuentran las provincias que reciben menos inmigrantes africanos, como Palencia,
Ourense y Zamora, con menos del 2% de inmigrantes africanos, y con porcentajes de
inmigración inferiores al 4% de su población.
Por otro lado, si se observa la presencia de inmigrantes africanos sobre el
conjunto de inmigrantes destacan las provincias de Jaén, Cáceres, Almería, Álava y
Murcia, que superan el 40%. Les siguen las provincias catalanas –con la excepción de
Barcelona–, Teruel y Ávila donde la presencia africana es superior al 30% del conjunto
de los inmigrantes.
Mapa 2. España, porcentaje de población africana sobre el total de inmigrantes por
provincia (2015)
Fuente: INE. Elaboración propia.
El análisis de la distribución de la población inmigrante, y más concretamente de
determinados grupos diferenciados por origen, ha permitido observar la manera cómo
ha ido evolucionando el asentamiento de esta, ya sea en el conjunto del Estado español
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(González y Lázaro, 2005) o en zonas concretas, como la Comunidad Valenciana
(Esparcia, 2002) o de Cataluña (Bayona y Gil, 2010). Entre la población africana, la
presencia marroquí es dominante como conjunto y este hecho se deja notar en todas las
provincias españolas con valores que superan el 42%, como en Zaragoza, y llegando a
más del 90% en las provincias de Palencia, Teruel, Segovia, Ávila y Cáceres. Por su
parte, la presencia del segundo colectivo más numeroso, el argelino, es significativo en
Alicante y en Álava donde superan el 20% de la inmigración africana, mientras que los
que provienen de Senegal consiguen destacar en la Coruña –29% de la inmigración
africana–, Asturias, Orense y Pontevedra.
La desigualdad que se observa en la repercusión sobre el territorio se hace más
patente al analizar el impacto diferencial entre los medios rural y urbano, como ya
expuso Ferrer (2005). Así, si se cambia la escala del análisis y de la provincia se pasa a
núcleos de población, se observa que mientras que la media del porcentaje de
inmigrantes en los 753 municipios de más de 10.000 habitantes es del 11,1% de la
población, en los 7.384 municipios de menos de 10 mil habitantes es del 6,2%. De los
1.376 municipios que tienen menos de un 1% de inmigrantes hay 792 que no tienen y
sólo dos de éstos superan los 10.000 habitantes. Durante el siglo XX el medio rural
expulsaba su población al no poder ofrecer un futuro próspero, y no ha resultado
diferente para las personas recién llegadas que, además, encuentran los impedimentos
de elementos propios de un entorno rural como puede ser la falta de un mercado de
vivienda. Pero, esta división entre el mundo rural y urbano no se reproduce del mismo
modo en los municipios que tienen un mayor porcentaje de inmigrantes. Entre los 100
municipios con más inmigración, en todos los casos superior al 34%, hay 69 que no
pueden ser considerados ciudades. El gráfico 2 muestra como la distribución de los
inmigrantes en el Estado español es más significativa en las ciudades medianas, de entre
20 y 100 mil habitantes, así como en las ciudades que ejercen la función de capital,
mientras que los municipios con menos habitantes ven disminuir el porcentaje de
población inmigrada.
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Gráfico 2. Porcentaje de población extranjera en España según tamaño del municipio
(2015)
Fuente: INE. Elaboración propia
Si se analiza la distribución de los inmigrantes de origen africano, se comprueba
que también tienen un destino mayoritariamente urbano. Así, el 83,1% del poco más del
millón de africanos que viven en España lo hace en núcleos considerados urbanos.
Madrid, Barcelona, Zaragoza, Murcia o El Ejido, son las ciudades que tienen un mayor
número de inmigrantes de origen africano. Por otro lado, de las 751 ciudades del Estado
español, 270 tienen menos del 1% de africanos en la composición de su población.
También hay que considerar que sólo el 16,9% de los inmigrantes africanos viven en
municipios considerados rurales, a pesar de que hay 3.162 municipios sin inmigrantes
africanos y 1.502 con menos de 5 personas de este origen. En el otro extremo hay 14
municipios donde los inmigrantes de origen africano representan una quinta parte de la
población y en 117 representan entre el 10 y el 20% del total de los habitantes.
Si se desglosa por países de origen, el 81% de los marroquíes y el 87% de los
senegaleses viven en ciudades. Los marroquíes, que representan el 1,6% del total de la
población en el conjunto del Estado, tienen comunidades que representan hasta una
tercera parte de la población de algunos municipios. Entre los 100 municipios donde el
porcentaje de población de origen marroquí sobre el total de la población es más
significativo –superior al 11%-, sólo hay 16 ciudades, destacando Níjar (22,5%), El
Ejido (18,7%), Torre-Pacheco (16%) o Manlleu (15,2%). En cuanto a los senegaleses, la
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tendencia es la misma en otros núcleos de población, pero con porcentajes mucho más
bajos, siendo Salou (4,7%) el núcleo urbano con el porcentaje de senegaleses más
elevado sobre el total de población.
3. La situación en Cataluña
Cataluña ha sido a lo largo del siglo XX una tierra de acogida, primero de las
oleadas migratorias provenientes del resto de España y posteriormente, como el
conjunto de país, destino de inmigrantes internacionales (Domingo, 2002; Silvestre,
2009). El año 2015 el 21,7% de la inmigración española se concentraba en esta
comunidad autónoma con unos valores que superaban el millón de efectivos. Este
mismo año el 28,3% de la inmigración procedía de África, de la cual Cataluña acogía el
27,9% de las personas con este origen. Girona, con un 19,1% de inmigrantes entre su
población, Lleida, con el 17,1%, y Tarragona, con el 15,6%, ocupaban del tercer al
quinto puesto en el ranquin provincial con mayor porcentaje de población inmigrada,
sólo superadas por Almería, 19,7%, y Alicante, con el 19,6%. Barcelona, segunda
provincia de España en número absoluto de inmigrantes, se sitúa en el doceavo lugar en
porcentaje de inmigrantes. Por lo que respecta a la inmigración de origen africano,
Barcelona es la primera provincia del ranquin en números absolutos.
Mapa 3. Cataluña, % de población extranjera por comarca (2015)
Fuente INE. Elaboración propia
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Tal como se puede observar en el mapa 3, la escala comarcal muestra los
contrastes entre diferentes realidades territoriales. Hay 7 comarcas con unos porcentajes
de inmigración inferiores al 10%, entre las que destaca la nueva comarca del Moianés,
con un 6,9%. Comarcas industrializadas o muy urbanizadas como el Baix Llobregat o el
Vallés Occidental se encuentran con porcentajes parecidos a los que presentan comarcas
donde la industria forma parte de una tradición que ha vivido épocas mejores como la
Anoia o el Ripollés. En el otro extremo se encuentran comarcas como las del Alt i Baix
Empordà, en el extremo nororiental y Girona, todas ellas entre el 19 y el 25%. En este
grupo destaca la presencia de la Segarra, con un 24,2%, en parte explicado por el efecto
que tiene la localidad de Guissona7 sobre el conjunto comarcal.
No hay un patrón geográfico concreto para esta distribución. Entre las comarcas
con mayores índices de inmigrantes hay de interior –como el Segrià, el Pla d'Urgell o la
Segarra–, de montaña –como el Valle de Arán– o litorales –como el Montsià, el Baix
Empordà o el Tarragonès–. Y sucede lo mismo con las comarcas que presentan un
menor índice de inmigrantes entre su población. Las comarcas con menor población,
como el Pallars Sobirà o la ribera d’Ebre o el Valle de Arán o la Segarra, acogen más de
un 10% de población inmigrante, mientras que comarcas del entorno de Barcelona
mantienen una proporción de población inmigrada inferior al 10%. Por otra parte, la
población africana supera la mitad del colectivo inmigrante en 6 comarcas, sin que
tampoco se identifique un patrón concreto en su distribución. Tal como se puede
observar en el mapa 4, comarcas de montaña como el Pallars Sobirá o la Cerdaña se
equiparan a la comarca de la ciudad de Barcelona –el Barcelonés– con una composición
de alrededor del 10% de población de origen africano entre los componentes de su
inmigración. La comarca donde las personas de África tienen un menor porcentaje es la
de la Terra Alta, comarca interior de Tarragona.
7
El municipio de Guissona, con poco menos de 7.000 habitantes, situado en la comarca de la Segarra, en
la provincia de Lleida, cuenta con la sede de un grupo empresarial del sector alimentario que da
ocupación a más de 4.400 trabajadores, gran parte de ellos de origen foráneo, y cuenta con más de 350
tiendas repartidas por Cataluña.
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Mapa 4. Cataluña, % de población africana sobre el total de inmigrantes por comarca
(2015)
Fuente: INE. Elaboración propia
Y si la distribución de la población inmigrada se analiza a escala local se
observa que, al igual que en el resto del Estado español, se trata de un fenómeno
principalmente urbano. Parece que el mundo rural tampoco ofrece unos alicientes
suficientemente atractivos para emprender un proyecto de futuro. De todas maneras, la
evolución de los modos de vida de la población ha comportado que núcleos pequeños
reúnan cada vez más habitantes que encuentran unos beneficios difíciles de encontrar en
núcleos más grandes. Y de este modo, en los núcleos medianos se observa como la
inmigración se puede convertir en un indicador de salud económica y social. El 10% de
las personas que viven en municipios de entre 500 y 5.000 habitantes es de origen
extranjero, lo mismo que pasa en los municipios de entre estas categorías y la que llega
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Inmigración africana en el contexto rural de Cataluña
hasta 10.000 habitantes. En cambio, el porcentaje de personas de origen extranjero que
viven en municipios de entre 20.000 y 50.000 habitantes llega casi al 15%, lo mismo
que pasa en los municipios de entre 100.000 y 500.000 habitantes.
Gráfico 3. Cataluña, población extranjera según tamaño del municipio (2015)
Fuente: INE. Elaboración propia
El gráfico 3 muestra la escasa presencia del colectivo inmigrante en los
municipios menores de 500 habitantes. Se trata de municipios con escaso peso
demográfico y de atractivo económico. Cabe destacar que la provincia de Lleida es
donde los municipios no considerados ciudades, con menos de 10.000 habitantes,
acogen la mayor parte de la población. Los procesos de urbanización se han ido
extendiendo en el conjunto de Cataluña y este hecho se refleja también en la presencia
de la inmigración. Así, en las provincias de Tarragona y Girona sólo algo más del 20%
viven en municipios no considerados ciudades y actúa como un indicador que el mundo
rural, en menor proporción que el urbano, también aprovecha las aportaciones que
puede suponer la presencia de inmigrantes. Y en este conjunto destaca el caso de la
inmigración africana. Si bien presenta un comportamiento similar al resto del conjunto
de inmigrantes, con la excepción de la provincia de Barcelona, y a pesar de tener unos
valores ligeramente más bajos, su participación en la vida rural resulta significativa.
Por otra parte, las dinámicas sociales y económicas, así como la tradición urbana
afectan de manera diferente cada provincia catalana. De todas maneras, cuando se
observa en qué localidades hay un mayor porcentaje de inmigrantes procedentes de
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África, destaca el mundo rural. Así, en Lleida, localidades como Aitona, con un 19,8%
de inmigrantes africanos, o Soses, con el 17,1%, destacan sobre las otras. Pero en
Girona, el pequeño pueblo de Ullà, de poco más de mil habitantes, reúne un 31,5% de
africanos, seguido de Sant Pere Pescador, con el 22%. Estos valores quedan ligeramente
por encima de los de las localidades tarraconenses de Salomó y la Torre de l'Espanyol,
con el 16%, o de Calaf, con el 15% en la provincia de Barcelona.
Pero, mientras que en Barcelona y Girona también aparecen núcleos urbanos que
concentran población africana, como Salt (donde el 28,1% de los inmigrantes es de
origen africano) o Manlleu (17%), en Lleida y, principalmente, en Tarragona estos
núcleos quedan en un segundo término más discreto. Y si bien es cierto que una menor
concentración en localidades más grandes supone un número mayor de efectivos que en
una localidad pequeña, la importancia de la migración africana en el mundo rural
catalán no puede quedar en el olvido.
En el medio rural a menudo se ha pensado que la inmigración puede ser una
solución a los problemas relacionados con la necesidad de mano de obra en trabajos que
necesitan poca cualificación, mayoritariamente en sectores como el agrícola y el
ganadero, la construcción o la hostelería. Y en este sentido, y sobre todo para los
primeros sectores mencionados, siempre se ha pensado en los africanos como personas
que aceptan hacer trabajos mal pagados y rechazados por los autóctonos. En este
imaginario se plantea que el hecho de emigrar ofrece oportunidades para mejorar las
condiciones de vida de estas personas que provienen de países donde el nivel de
desarrollo económico y social está por debajo del nivel del Estado español. En las
páginas que siguen se analizarán las visiones que se tienen de los procesos de inserción
de una sociedad que se ha vuelto más compleja de lo que se esperaba no hace
demasiadas décadas.
4. La Cataluña rural: visiones de la inmigración
La inmigración es un fenómeno social que no ha dejado nunca indiferente a
nadie. Es una realidad que se ha impuesto en todos los municipios del país y que ha
cambiado la manera de vivir de la población española y catalana. Los motivos de este
proceso, que se tienden a justificar por la necesidad de mano de obra, quedan aparcados
ante la fuerza que ha mostrado este fenómeno social. La realidad de la globalización ha
llamado a la puerta de una sociedad que ya estaba en proceso de transformación.
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“Aquí falta mano de obra y en otros lugares la gente se muere de
hambre.” (Grupo de discusión empresarios)8
El lugar donde vive cada persona hace que las cosas se vean de manera distinta.
Mientras que en la montaña, con falta de gente joven y pocas propuestas con
perspectivas de recuperar la actividad de un pasado no tan lejano, la inmigración es
recibida positivamente, en el resto del territorio, en cambio, los autóctonos muestran su
temor y su preocupación.
“El 80% de la mano de obra agraria son inmigrantes. La
inmigración puede ser un problema en Barcelona o Madrid, pero
aquí es una solución.” (Grupo de discusión políticos locales)
“Lo veo mal. Todos los pisos que se hacen dan mucho trabajo,
pero para hacerlos han hecho venir a un millón de inmigrantes.
¿Y qué haremos con ellos cuando los pisos estén hechos?”
(Grupo de discusión técnicos)
Se cree que la contratación en origen conjuntamente con el control del trabajo
irregular, son medidas que facilitan el control de la afluencia de inmigrantes y la
integración sociolaboral9. Este tipo de contratación empezó en el sector de la agricultura
y se ha extendido a otros sectores.
“Y aquí controlar a los que trabajan sin papeles, porque muchos
problemas con los de África del Norte se han acabado al
contractar a la gente en origen.” (Entrevista persona autóctona)
Por otro lado, se señala que el trabajo irregular, es decir, contratar trabajadores
sin papeles, es un fenómeno frecuente en los sectores de la construcción, la agricultura y
la ganadería, a veces con la connivencia de algunos funcionarios.
“Vas a una obra y el primer día todo son papeles y prevención
de riesgos laborales. Y el día siguiente cambias la gente y
ninguno se acuerda de nada.” (Grupo discusión inmigrantes
origen subsahariano)
8
Las citas corresponden a entrevistas y grupos de discusión realizados en los diferentes trabajos que se
han realizado desde el OPI de la UdL. En el caso que la lengua empleada fuese el catalán, se han
traducido al castellano para facilitar la comprensión (traducción propia).
9
Los problemas relacionados con la inserción sociolaboral se pueden seguir en Mata, Domingo y Julià
Traveria (2007).
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En los discursos sobresalen otros elementos positivos, como el reconocimiento
del servicio que prestan los inmigrantes en ámbitos como la cura de ancianos o el
servicio doméstico, así como su contribución a la dinamización económica de algunas
zonas y la repoblación de algunos pueblos pequeños.
“También hay muchos dependientes de comercio y jornaleros,
¡qué suerte de ellos! Les damos casa y el huerto.” (Grupo de
discusión amas de casa)
A pesar de todos los elementos positivos que comporta la llegada de
inmigrantes, no deja de aparecer un temor cultural, alimentado precisamente por las
diferencias en la manera de ser, del idioma, etc. La información, a menudo parcial y a
veces tendenciosa, de situaciones vividas en otros países como Francia o Alemania,
invita a pensar en un futuro incierto aquí. Una idea alimentada a menudo desde el miedo
al otro modela un discurso de cariz xenófobo. Aspectos como la inseguridad y la
delincuencia, tratados a menudo de manera sensacionalista, permiten una relación
directa con la percepción de una presencia masiva de inmigrantes. A partir de aquí se
manifiesta un cierto miedo hacia aquellos que tienen un aspecto diferente, que hacen un
uso diferente del espacio público y del privado, que hablan lenguas que no se entienden,
etc.
“A los negros de Mali les tenemos un respeto. No sabes cómo
actuaran (…). A mí me preocupa. Primero eran pocos, pero
ahora hay aglomeración. Me preocupa porque ves que en otros
países como Francia y Alemania los problemas vienen al cabo
de los años.” (Grupo de discusión personas tercera edad)
Y además, hay la sensación que para los sectores más desfavorecidos de la
población autóctona, la inmigración no presenta ningún beneficio. Al contrario, tienen
que compartir el espacio público y las situaciones de precariedad, económica y social. Y
competir por unos recursos sociales que muchas veces se perciben escasos e
insuficientes para atender las necesidades de la población. Las situaciones de crisis y de
incertidumbre se agravan con las supuestas ventajas de los recién llegados a la hora de
recibir ayudas y prestaciones sociales, pagar impuestos o establecer negocios, que se
consideran injustos. En general, la presencia de inmigrantes incomoda en algunos
ámbitos como la sanidad, la educación o los servicios sociales, donde se han encontrado
los principales puntos de fricción. Aun así, en los pueblos se señala una buena
convivencia sin incidentes destacables.
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“Ahora aquí en España tenemos que aguantar. En educación, en
sanidad, en todo les ponen los primeros (...). Socorre a quien
puedas, da la mano a quien puedas. Pero se tiene que tener un
poco de respeto porque nosotros somos de aquí.” (Grupo de
discusión empresarios)
“Siempre puede pasar alguna cosa, pero a nivel de pueblo se
respira
tranquilidad
y
normalidad.”
(Entrevista
persona
autóctona)
Los medios de comunicación modelan el discurso sobre la inmigración y la
imagen construida sobre el continente africano y más concretamente sobre los
subsaharianos. La imagen falsa y estereotipada sobre África y los africanos difundida
por los medios de comunicación en combinación con las vivencias personales
configuran las percepciones de la población autóctona sobre la inmigración. En los
discursos de los autóctonos entrevistados se vislumbran sentimientos de pena, de
compasión y a la vez de miedo.
“Ayer vi un reportaje de la fresa y hacía temblar. Campamentos,
barracones donde vivían, un montón de gente caminando por las
carreteras. Yo tendría miedo. Para nosotros, esto es nuevo.”
(Entrevista persona autóctona)
Al conjunto de los inmigrantes se les atribuyen características grupales,
generalmente estereotipadas y ancladas en el subconsciente colectivo. Y esto se hace en
función de las experiencias vividas directamente o, mucho más a menudo, transmitidas
por otras personas y por los medios de comunicación. Las imágenes sobre los diferentes
colectivos de inmigrantes se construyen básicamente siguiendo esquemas binarios. Así,
por ejemplo, se distingue entre los que trabajan y los que no, entre los que quieren
integrarse y los que no.
“Los africanos no se quieren integrar, pero los sudamericanos se
quieren integrar si pueden. Los negros son “mantas” (perezosos)
y trabajan sólo si lo necesitan.” (Grupo de discusión técnicos)
“Los africanos negros aquí en X no están tan mal vistos. Son
más simpáticos.” (Grupo de discusión políticos locales)
Y estas imágenes se construyen en base a la semblanza, más o menos próxima,
con el modelo social y cultural imperante en nuestra sociedad. Los argumentos que
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justifican estas imágenes giran en torno a las actitudes que manifiestan los inmigrantes
hacia el trabajo y la integración social.
“Nosotros teníamos uno que cuando llegaba la hora del
Ramadán se ponía allá a rezar en un cartón y todos los otros se
le reían. Al cabo de unos días marchó y dijo que volvería. Y el
Carlos le dijo que en casa había un horario y unas máquinas que
tenían que ir correlativas.” (Grupo de discusión empresarios)
La valoración de los africanos acostumbra a ser bastante negativa. Y dentro de
este colectivo, los marroquíes son los que la tienen peor, mientras que los africanos
subsaharianos reciben una valoración más positiva. Algunos de los aspectos que
influyen en la construcción de estas imágenes son: la percepción de actitudes negativas
hacia el trabajo y la relación con los otros trabajadores; la percepción de carencia de
actitudes integradoras, relacionadas con las prácticas religiosas y culturales y unas
costumbres muy alejadas de las de la sociedad de acogida. Se entra en conflicto con un
modelo de referencia que se piensa que difícilmente encaja en nuestro contexto social y
cultural, en algún caso se habla incluso de choque cultural y de imposibilidad de
articularlos. Y estas imágenes son generalizadas en todo el territorio. Otras veces la
distancia cultural entre los colectivos de inmigrantes y la población autóctona se
atribuye también a niveles educativos dispares.
“En Y son gente analfabeta. Y esto es un elemento más que
condiciona. Provienen de ambientes muy rurales. Ya es bastante
un nuevo entorno, si encima eres analfabeto... Un árabe
escolarizado en francés tiene unos hábitos y pautes diferentes.”
(Grupo de discusión técnicos)
“Yo no soy racista, pero veo que el marroquí que viene aquí, a
trabajar no viene, porque en su país no ha trabajado nunca, y
aquí menos. Vienen a delinquir, a vender drogas.” (Entrevista
persona autóctona)
Aun así, y a pesar de estas generalizaciones, en los discursos también sobresale
la percepción de una diversidad interna dentro de cada colectivo y de diferentes
actitudes personales independientemente del colectivo de procedencia.
“Dentro de cada colectivo hay de todo. Hay unos que son
“dropos” (perezosos) y quieren vivir del sistema, y hay otros que
son trabajadores y responsables y han creado su familia y se
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compran un piso y envían dinero a su país. Hay de todo.”
(Grupo de discusión técnicos)
El concepto de integración que se entrevé en algunas de las opiniones
expresadas tiene algunos puntos en común con el de asimilación10. Se contempla la
integración de acuerdo con los parámetros “normales” de nuestra sociedad. Se piensa
que es necesario que los inmigrantes se adapten a las costumbres imperantes en la
sociedad de acogida. Eso sí, según indican algunos, sin perder las raíces propias.
También se cree que este proceso es más fácil en los pueblos que en las ciudades. Y
también se diferencia netamente el ámbito público del privado y, por ejemplo, se respeta
la libertad individual de culto siempre que quede circunscrita al ámbito privado y no
afecte a la esfera laboral. Por otro lado, uno de los factores más valorados es la
integración lingüística, que a la vez se toma como indicador. Se piensa que el uso
normalizado de la lengua catalana también es más fácil en los pueblos y comarcas del
interior.
“Si yo tengo un trabajador magrebí que le gusta hacer el
Ramadán, si no afecta a mi productividad como empresa, pues
adelante. Pero si le afecta, mal.” (Grupo de discusión
empresarios)
“Se habla más catalán en el interior, y tiene más facilidad de
integración, el inmigrante, aquí y en los pueblos, que no en las
ciudades.” (Entrevista persona autóctona)
A pesar de que algunas opiniones consideran que es una cuestión de tiempo que
los inmigrantes se integren en la sociedad que los acoge, para otros las posibilidades de
integrarse dependen del número de inmigrantes del mismo origen presentes en una
determinada zona. Así, se piensa que la integración social, lingüística, cultural y laboral
es más fácil si la comunidad de un mismo origen nacional y cultural no es muy grande.
Por eso, se indica que los poderes públicos tienen que tomar las medidas adecuadas para
garantizar la convivencia, entre las cuales está el control de la llegada de inmigrantes.
“Si te llega un inmigrante, habla catalán y come pan con pernil.
Si te llegan 1000, no hablan y comen cuscús.” (Grupo de
discusión empresarios)
10
En referencia a la integración, especialmente en el ámbito catalán, se puede consultar Garreta (2009).
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Y en el sentido del miedo a la diferencia, de la no integración, se encuentra un
elemento percibido como altamente polémico: la llegada creciente de musulmanes,
sobre todo marroquíes, y su reivindicación religiosa. Algunos opinan que el aumento
del número de inmigrantes de religión musulmana ha comportado la llegada de imanes a
muchas localidades de Cataluña. Y esta presencia se interpreta como un retroceso en el
proceso de integración de la comunidad musulmana y un cierre de la comunidad en sí
misma, sobre todo en cuanto a la situación de las mujeres, que se considera que ha
empeorado. Los imanes son considerados como el núcleo del problema.
“Cuando había menos magrebíes, las mujeres iban en grupo a
comprar y la que sabía más traducía a las otras. Alguna
empezaba a pedir pastillas anticonceptivas. A partir que son una
cantidad determinadas y envían el imán, ya está todo.” (Grupo
de discusión técnicos)
“Yo creo que el único problema que hay son los jefes, los
imanes. Porqué aunque les cueste por factores ambientales, lo
peor son los jefes religiosos. Y lo que me parece políticamente
incorrecto es darles facilidades.” (Entrevista persona autóctona)
En cuanto a los profesionales que trabajan con estos colectivos (técnicos de
inmigración, trabajadores sociales...), se observa que la situación laboral, regularizada o
no, marca diferencias importantes entre las familias magrebíes. El hecho que los
hombres tengan una situación laboral estable facilita también a sus mujeres su inserción
e integración.
“En Servicios Sociales, notamos una gran diferencia entre los
que no trabajan y recogen lo que pueden y los que están
trabajando como peones, aunque sea en una granja. Se nota.
Seguramente, estos mismos, cuando no tenían faena, se
dedicaban a los caracoles, a la chatarra o lo que fuese. Pero
cuando tienen una nómina y saben hablar catalán o castellano,
algunas de sus mujeres están un poco más europeizadas, hablan
un poco. Y a veces son ellas, como que ellos trabajan, las que
vienen a Servicios Sociales a espabilarse.” (Grupo de discusión
técnicos)
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Se valora el papel que desarrollan las asociaciones de inmigrantes 11. A pesar de
que no son percibidas como entidades representativas, ejercen un papel de interlocutor
con quien se puede trabajar desde la Administración.
“Las asociaciones sirven de mucho. Para ellos, no sé, si sirve.
Para mí, mucho. Para mí, como más se asocien mejor. Porqué es
muy difícil acceder a referentes. La Asociación de la Comunidad
Musulmana, no sé si se puede decir que sus líderes son
representativos. Pero tienen un espacio físico. En los municipios
donde no hay ninguna asociación, como técnico, partes de cero.
Ahora, no puedes ir con la inocencia de decir que son
representativos y todos iguales que estos.” (Grupo de discusión
técnicos)
La necesidad de entender al interlocutor hace que las relaciones se tengan que
establecer en otro nivel. En este sentido, la creación de servicios de mediación y de
traducción ha supuesto un paso bastante valorado12.
“También ha mejorado mucho desde que hay Servicio de
traducción. Era muy difícil. Ahora es más relajado y más fácil de
entender. Poder entenderte bien es mucho.” (Entrevista persona
autóctona)
Finalmente, se señala la necesidad de regular en materia de inmigración. Así, se
piensa que los elementos mínimos que tendrían que contemplar las políticas de
inmigración son: el control del número de inmigrantes, la integración y la promoción
profesional de los inmigrantes residentes en el país, y el fomento del desarrollo en sus
países de origen para evitar las migraciones hacia Europa.
“Es difícil solucionar el problema de otros y siempre habrá
países con problemas y mejor hacer lo que depende de nosotros:
limitar la cantidad, limitar la calidad y facilitar la integración.
Quizás valdría la pena que Europa se ocupara de qué estos
11
Se ha escrito bastante sobre la importancia del asociacionismo inmigrante en los últimos años. Dos
ejemplos recientes son los de Giró y Mata (2013) o el de Garreta y Llevot (2013). De hecho, la Revista
Internacional de Sociología dedicó prácticamente la totalidad de un número en junio de 2013.
12
Para ampliar sobre la mediación intercultural, tanto en España como Cataluña, así como sobre la figura
del mediador, se puede consultar los trabajos de Núria Llevot (2006, 2011, 2015).
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países estuvieran un poco mejor y se acabaría el problema.”
(Grupo de discusión políticos)
Por otra parte, el mensaje que llega de las personas de origen inmigrante es
sensiblemente diferente a cómo se puede imaginar. Las condiciones de vida, las
esperanzas y los deseos acostumbran a ser diferentes por las cargas y las emociones que
se van acumulando a lo largo de la vida. Por esta razón, para las personas que han
llegado de África para construir un futuro, la inmigración no es ningún problema. Al
contrario, defienden que han contribuido notablemente al crecimiento de la economía
española y que, a pesar de todo, echan de menos soluciones a los problemas cotidianos.
La problemática más importante gira alrededor de las necesidades personales básicas: la
regularización de una situación de ilegalidad, tener trabajo estable y acceder a una
vivienda digna. En conjunto, estas demandas giran alrededor de la precariedad de una
situación de indefensión en la sociedad de acogida. El hecho de ser “el extranjero”, “el
otro” de quien no se tiene referencias a menudo les deja en una situación de desamparo.
Y fruto de esto hay la reticencia a alquilar viviendas a personas africanas. En cuanto a
los problemas administrativos, con cambios de documentación, que pueden variar según
el origen, suponen una verdadera barrera a un proceso de integración que no tendría que
ser demasiada problemática.
Y, en cambio, para los trabajadores regularizados, los motivos de preocupación
son la posibilidad de quedarse sin trabajo y no poder renovar los papeles en un futuro
cercano y, de manera curiosa, la constante llegada de nuevos inmigrantes. Mientras que
por un lado se ve como una competencia, cuando se trata de familiares y compatriotas
representa una carga personal adicional puesto que, desde la cultura y la religión, se
sienten obligados a ayudarlos a pesar de los problemas que, a veces, esta ayuda pueda
comportar.
“En general, sale en los periódicos que la economía española ha
crecido gracias a los inmigrantes. Y tenemos que hablar si es un
problema o no. (...)Yo no creo que la inmigración sea un
problema. Todo el mundo trabajando, nadie se queja.” (Grupo de
discusión inmigrantes origen magrebí)
“La gente del piso te va a decir que los vecinos se van a quejar.
Ellos dicen que los negros no respetan el ruido, la basura, para
poner en la casa mucha gente. Nosotros somos cuatro ahora,
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estamos con un chico y su mujer. Pero si eres soltero y buscas
casa, no te la van a dar. Vivimos aquí, pero no estamos libres. Si
no me gusta puedo coger las maletas y irme, pero no puedo
cambiar la mentalidad de todo el pueblo.” (Grupo de discusión
inmigrantes origen subsahariano)
Una diferencia que hay entre el medio rural y el medio urbano es el trato con la
gente. En los pueblos pequeños y medianos todo el mundo se conoce y una mala
experiencia se difunde rápidamente creando una mala impresión no sólo de la persona
afectada sino del colectivo entero. Y debido a costumbres culturales diferentes, sumado
a prejuicios sobre la precariedad y la pobreza, se tiende a culpabilizar más en
comunidades pequeñas y cerradas que en ciudades grandes donde la anomia permite
pasar mucho más desapercibido. En este sentido, el número de personas resulta
importante, tanto para la Administración como para los vecinos de un pueblo o de un
barrio.
“Hoy puede ser problema la llegada masiva de emigrantes, puede
traer algunos problemas. Primero porque a los que estamos aquí
legalmente, de lo que gastaba estando sólo a lo que gastas si
siempre hay hermanos y primos que aparecen por aquí. Llegan
masivamente y la legalización es un problema.” (Grupo de
discusión inmigrantes origen magrebí)
Por otro lado, también consideran que se ha incrementado la inseguridad y la
delincuencia, pero se relaciona siempre con otros orígenes. En cierto modo se
reproducen los clichés y los estereotipos que se aplican a cualquier colectivo inmigrante
y se impone el “nosotros –como subconjunto de inmigrantes de un determinado país de
origen- no hacemos esto...”. Y muestran su agravio en relación al tratamiento que estos
temas reciben en los medios de comunicación.
“Si hay problemas es el gobierno quien tiene que resolverlos.
Aquí hasta hace unos años había inmigrantes africanos. Ahora
hay más problemas, pero no identifican los problemas con los
rumanos.”
(Grupo
de
discusión
inmigrantes
origen
subsahariano)
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En los territorios rurales, la mayoría de inmigrantes trabajan en empresas
familiares, gracias a las referencias proporcionadas por sus compatriotas. Esto hace que
en estas empresas predominen trabajadores del mismo origen.
“Aquí en X no hay empresas, sólo empresas familiares (…). Por
ejemplo, en mi empresa, si viene alguien de mi familia y
necesitan alguien lo contratarán. Y si en una empresa el
empleado más antiguo es marroquí, ya sabes que habrá muchos
marroquíes. La empresa donde yo trabajo somos casi todos
africanos.”
(Grupo
de
discusión
inmigrantes
origen
subsahariano)
Aunque algunos de los entrevistados señalan que han conseguido ascender en su
empresa y ocupar cargos de mayor responsabilidad, se considera que por el hecho de ser
inmigrantes es común que se les ofrezca trabajos no cualificados y mal pagados,
aquéllos que los autóctonos no quieren hacer. Recurrentemente citan situaciones en qué
se han despreciado sus derechos laborales y sociales, sobre todo si están en situación
irregular. En esta línea, se considera que el trabajo irregular perjudica todos los
trabajadores en situación regular, tanto autóctonos como inmigrantes. Pero la
indefensión ante estas situaciones de vulnerabilidad hace que se acepten estas
condiciones.
“No es sólo culpa de los inmigrantes. Muchísimos empresarios
españoles ofrecen trabajo a personas sin papeles porque no
pagan seguridad social. Y entonces sufre el español y sufre el
inmigrante legal. Porque el empresario no quiere cotizar a la
Seguridad Social y yo que tengo papeles no tengo trabajo y otro
que no, tiene trabajo. Hay explotación. Un inmigrante hace las
cosas como uno del país y cobra menos.” (Entrevista inmigrante
origen subsahariano)
Algunos marroquíes denuncian el incumplimiento en algunas empresas de los
derechos religiosos de los trabajadores musulmanes, fruto de los acuerdos establecidos
entre la comunidad musulmana y el gobierno español. Y se percibe este desinterés como
muestra de ignorancia por parte de algunos empresarios.
“Últimamente han llegado unas quejas sobre el Ramadán.
Nosotros tenemos un mes de ayuno, que no comemos. Que hay
empresarios de la comarca, que la primera pregunta que hacen es
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“¿haces ramadán o no?”. Y si lo hacen, no da trabajo.”
(Entrevista inmigrante origen magrebí)
Relacionado con estas declaraciones, algunos africanos se quejan que algunos
empresarios no los respetan como personas y sólo los perciben como mano de obra
barata, sin tener en cuenta su deseo de ser miembros de pleno derecho de la sociedad
que los acoge. Muchos inmigrantes, de acuerdo con su proyecto personal y familiar,
manifiestan la voluntad de quedarse e integrarse plenamente en la sociedad de acogida.
Reclaman su derecho a participar social y políticamente. Y en el camino para conseguir
una integración plena, el aprendizaje de la lengua parece ser un elemento indispensable.
En el ideario de la gran mayoría de los inmigrantes, en un principio, se vislumbra la
idea de volver a su país y montar algún negocio. Pero la realidad del día a día y las
dificultades con qué se encuentran cotidianamente, obstaculizan la realización de su
proyecto y aplazan, a menudo indefinidamente, el regreso al país de origen. Pasados los
años, algunos deciden desistir y, finalmente, aceptar el proceso de arraigo.
“Yo vine con la idea que no me iba a quedar aquí, y llevo 17
años. Mucha gente de Marruecos, yo creo que la mayoría, espera
volver y montar algo allí. Pero como que el dinero que ganamos,
lo gastamos aquí no es para comer, queremos categoría… Yo
creo que es como una droga y al final no estamos aquí ni allí.”
(Entrevista inmigrante origen magrebí)
“Y la gente está confundida que un inmigrante está aquí para
trabajar. Pero puede funcionar como empresario, como muchas
cosas. Como en Francia ahora, que hay muchos políticos que
son raza de inmigrantes. No siempre que vienen inmigrantes
vienen para trabajar y llevarse dinero.” (Grupo de discusión
inmigrantes origen africano subsahariano)
Por otro lado, el origen puede actuar como una carga añadida al hecho de
emigrar. Así, los africanos subsaharianos perciben que los africanos procedentes del
Magreb no son aceptados igual que ellos. La mezcla de noticias, rumores y actitudes
estigmatizan un colectivo. Y elementos como las noticias que acompañan comentarios
relacionando terrorismo con religión islámica, empeoran una imagen deteriorada por
tradición cultural. Hay que pensar que la palabra “moro” tiene una utilización
despectiva que se agrava al interpretar que los marroquíes son los representantes de una
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religión que no tiene buena prensa en el ideario local. Y es por esta razón que se
perciben actitudes de miedo y desconfianza hacia el islam y las personas que profesan
esta fe. En este sentido se señalan algunas actuaciones llevadas a cabo por asociaciones
islámicas para darse a conocer y promover la convivencia, como conferencias, por
ejemplo, dirigidas a toda la población. Y también actividades de formación realizadas
en la propia mezquita para favorecer la inclusión social y la adaptación a las normas de
la nueva sociedad.
“Algunas veces alguna gente me dice “yo prefiero los
subsaharianos que los marroquíes” o así. Porque consideran que
los subsaharianos no son musulmanes. Es la gente que confunde
entre musulmanes y terroristas. Ser musulmanes no tiene que ver
nada con el terrorismo.” (Grupo de discusión inmigrantes origen
africano subsahariano)
“Yo enseño a los niños en la mezquita. Y la mayoría del tiempo,
les enseño cómo se tiene que comportar, qué tienen que respetar,
la mayoría del tiempo. Los padres esto no lo hacen en casa. Y da
resultado. Mira, tú tienes que estar en casa a tal hora, aunque tu
padre te mande a comprar, no tienes que ir porque eres pequeño
(…). Si estás en un país tienes que adaptarte. Los niños a las 9
tienen que estar en la cama porque mañana hay cole.”
(Entrevista inmigrante origen magrebí)
Pero, muchos africanos también desean que sus hijos aprendan la lengua árabe y
la religión musulmana, tareas desarrolladas en las mezquitas. Algunos reclaman el
derecho, reconocido por el Estado español, a recibir estas enseñanzas dentro del
currículum impartido en las escuelas. Para otros, en cambio, la religión pertenece al
ámbito privado y no se tiene que enseñar en la escuela.
“También deberían ofrecer 1 o 2 horas a la semana en lengua
árabe. Hay el derecho si tienes más de 10 inmigrantes en clase a
pedir un maestro. A través de la comunidad islámica están
preparando maestros y están enseñando el árabe y religión
musulmana.” (Entrevista inmigrante origen magrebí)
Por otro lado, también se percibe la existencia de actitudes racistas por el color
de la piel entre la población autóctona de las comarcas más rurales. Y a pesar de las
leyes vigentes, hay casos que ejemplifican actitudes racistas y xenófobas, por ejemplo,
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cuando no se deja entrar a los africanos subsaharianos en muchos locales de ocio como
bares y discotecas. Sin embargo, les preocupa más la discriminación en el acceso a la
vivienda puesto que puede limitar su proyecto personal. Se cree que a menudo la raíz
del problema radica en los prejuicios raciales o culturales transmitidos por algunas
familias autóctonas a sus descendientes.
“Los negros no entran aquí. (...) Hay bares que no te sirven ni un
café.” (Entrevista inmigrante origen africano subsahariano)
“El problema de los bares y discotecas no pasa nada. Y para
alquilar una casa, aunque tengas papeles, si no tienes mujer no te
lo
alquilan.”
(Grupo
de
discusión
inmigrantes
origen
subsahariano)
Finalmente, los musulmanes subsaharianos denuncian el papel de los medios de
comunicación en las imágenes que se construyen sobre África y los africanos.
Difundiendo solamente noticias sobre guerras o el hambre, no se da a conocer una
historia normalizada de la vida cotidiana en estos países.
“Hay muchos programas en la TV que siempre me quejaré
aunque no tengo poder. Por qué hay siempre esta mala imagen
de África, de hambre, de guerra. Por ejemplo, han pasado las
elecciones presidenciales en mi país y no he visto ni una
noticia.” (Grupo de discusión inmigrantes origen subsahariano)
A menudo, se notan los efectos de una sociedad que en la actualidad tiene acceso
a las informaciones más diversas. Muchas de las ideas, opiniones y maneras de ver la
inmigración, incluso por parte de los propios inmigrantes, quedan alteradas y/o
condicionadas por un modo de vida cada vez más urbano a pesar de que se viva en
pueblos. Las informaciones y las maneras de orientar la visión del contexto de cada
persona resultan modificadas por una manera de pensar que se extiende desde un
entorno urbano y choca con elementos típicos de un mundo rural que, generalmente,
recibe la calificación de cerrado. Y es en este mundo donde ha entrado de pleno una
realidad para la cual nadie estaba preparado, ni los que llegan ni los que ya estaban.
5. A modo de conclusiones
La presencia de inmigrantes en el mundo rural ha generado el replanteamiento
de una realidad que iba siguiendo rutinariamente los procesos de modernización que
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arribaban de fuera, de un mundo cercano y urbano. Aunque, como se ha visto en un
principio, la llegada de inmigrantes ha sido mucho más numerosa en las ciudades que en
los pueblos, los efectos que ha tenido en la sociedad rural se pueden considerar
significativos. Y es que se contraponen los ritmos de vida urbanos, generalmente muy
dinámicos, a los ritmos de vida de un mundo rural que a lo largo de todo el siglo XX ha
visto perder población y protagonismo en el conjunto de la sociedad. La inmigración ha
aportado gente joven a un entorno rural envejecido, pero también ha provocado un casi
inevitable choque de culturas que ha sacudido todo un mundo que se había adaptado a
una cadencia de seguir los ritmos distantes de la ciudad. La transformación de
localidades como Guissona, Ullà, u otros en el contexto catalán resulta impresionante en
comparación a otras ciudades grandes, como Barcelona o Madrid, o medianas, como
Lleida. El efecto que pueden causar pocas personas “diferentes” en un pueblo pequeño
resulta comparativamente más grande que muchas en una ciudad grande.
La inmediatez es un elemento que se deja sentir mucho más en una comunidad
pequeña, donde todo el mundo se conoce y donde cualquier cosa puede alterar un
equilibrio conseguido con el lento paso de los años. De entre los inmigrantes que han
llegado al mundo rural los de origen africano son los que sorprenden más. Se observan
dos grandes grupos diferenciados, principalmente, por el origen: los norteños
(magrebíes) y los subsaharianos. Se perciben comportamientos diferentes y mientras
que los primeros encuentran una barrera de aceptación, los segundos entran mejor en el
imaginario popular. Aun así, a pesar de la aportación que la inmigración puede suponer
para una sociedad que cada vez vive más a remolque de las tendencias urbanas, domina
la idea de que hace falta ejercer un control. La sociedad rural no parece que se haya
acabado de acostumbrar a una transformación tan fuerte de su entorno. Y en este
sentido, la contratación en origen o, en su ausencia, las medidas que favorecen una
integración –o una asimilación- son bienvenidas: la idea es proteger la propia esencia
ante el extranjero.
Las diferencias culturales con los recién llegados conllevan la necesidad de
establecer un régimen de entente donde las dos facciones expresan sus agravios. Si por
un lado se pide respeto a la tradición local, aceptar la lengua y la cultura de la sociedad
de acogida, del otro se pide toda una retahíla de elementos necesarios para una vida
digna. Las condiciones en el ámbito laboral y de residencia, como el acceso a viviendas
decentes, pasando por la regularización de situaciones de ilegalidad o de alegalidad o el
respeto a prácticas religiosas propias o la posibilidad de formación y de promoción
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profesional, son elementos que de manera necesaria tiene que poner encima de la mesa
la persona que se encuentra en una situación de inseguridad y de debilidad.
En este aspecto, se corre el peligro de crear una doble sociedad que se ignora
mutuamente en todo aquello que no forma una necesidad común: el trabajo. Las redes
sociales, que generalmente funcionan bien en el mundo urbano, resultan imprescindibles
en el mundo rural. Son una manera de soportar el régimen de ilegalidad residencial en
un principio, y de apoyo en un momento de carestía económica. No hay que olvidar que
en el momento de realizar las entrevistas y los grupos de discusión ya se estaba en
medio de una crisis económica que también ha afectado muchas empresas del mundo
rural.
En conjunto, a pesar de que la inmigración es una realidad que desde ya hace
dos décadas se está imponiendo en todo el territorio, sigue habiendo un gran
desconocimiento de las aspiraciones, necesidades y realidades de un lado y del otro. Las
percepciones de los dos colectivos –autóctonos e inmigrantes- se encuentran
generalmente condicionadas por todo un cosmos de rumores, de suposiciones y de poca
entente. Aspectos como la idea del regreso, por ejemplo, tienen dos lecturas imaginadas.
Y lo mismo pasa con el acceso a los servicios sociales, la educación o la sanidad,
convertidos muchas veces en puntos de fricción que se alimentan de un aislamiento
poco saludable entre unas comunidades que viven en un medio donde la proximidad
vecinal es una necesidad cotidiana.
En resumen, se percibe que la inmigración ha reportado beneficios desde el
punto de vista demográfico y económico, siendo el sector empresarial quien resulta ser
el más favorecido. Pero también se perciben muchos inconvenientes sociales y
culturales producidos por el incremento notable de inmigrantes en los últimos años. De
acuerdo con las opiniones expresadas, una política de inmigración tendría que
contemplar estos elementos a la vez: por un lado, el control de los flujos inmigratorios,
es decir, el control del número de inmigrantes y el control de las entradas al Estado
español. Pero, también por el otro, promover el desarrollo de los países de origen; y la
integración y la promoción profesional de los inmigrantes residentes en nuestro país,
con medidas que faciliten su inserción sociolaboral y cultural y respeten la cultura de
origen. Facilitar elementos de integración entre las dos comunidades tiene que ser, al fin
y al cabo, una manera de compartir un espacio que, sin la llegada de esta oleada
migratoria se mantendría en un proceso de estancamiento demográfico y, a la larga, de
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grave declive económico. Y, por último, hay que tener en consideración las
características del mundo rural para el desarrollo de políticas que le afecten, y aún más
si estas políticas incluyen colectivos sociales que tienen comportamientos sensiblemente
diferentes en el mundo rural y en el mundo urbano.
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