Tiempos y mujeres de Santa Fe,
Ciudad de México
Laura Ortiz Madariaga
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales unam
[email protected]
Resumen
Este documento aborda la forma en que se puede comprender la identidad de mujeres
de unidades territoriales distintas a partir de la forma en que usan y perciben el tiempo.
Se trata de mujeres que viven en unidades territoriales vecinas, pero a su vez muy disímiles: pueblos conurbados, colonias populares y colonias residenciales. A lo largo del
trabajo se presenta el marco teórico-metodológico que se utilizó para aproximarse al
aspecto temporal. Se hace hincapié en la necesidad de tener un acercamiento desde una
perspectiva de género, ya que la forma en que se utiliza el tiempo está fuertemente
vinculada a la idea que se tiene de ser hombre o de ser mujer. Asimismo, los aspectos
generacional y de clase influyen sobre la manera en que el tiempo es utilizado.
Palabras clave: género; tiempo; temporalidades; espacio; ciudad; generaciones;
clases sociales.
Abstract
Times and women in Santa Fe, Mexico City
This paper approaches the way to understand women’s identities from diverse territorial units departing from the way they use and perceive time. We focus on women living
in neighboring territorial units, but with many dissimilarities: towns absorbed by the
city, popular neighborhoods and middle-class neighborhoods. The article describes
the theoretical-methodological frame used to approach time and the temporal dimension. A gender perspective is emphasized, since time use patterns that are strongly
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linked to the idea of being a man or a woman. In addition, markers of generational
and social class also have an influence on how time is used.
Key words: gender; time; temporalities; space; city; generations; social class.
Introducción
En este trabajo se comparó la forma en que mujeres de distintas unidades territoriales, de estratos socioeconómicos disímiles, así como de generaciones diferentes, utilizan y disponen del tiempo, además de la forma en que construyen
sus temporalidades y cómo éstas se articulan con el territorio. Partimos del
interés en estudiar la zona poniente de la Ciudad de México —a partir del surgimiento del proyecto Santa Fe—, la cual se ha transformado drásticamente
en los últimos 20 años por las políticas urbanas y la llegada de empresas
globales. Es así que se habla del urbanismo insular, donde los nichos económicos globales estarían interconectados entre ellos, sin mirar a las poblaciones vecinas. Esto no significa que la creación de los proyectos no tenga
un impacto en la población cercana, en su forma de vida y sus ritmicidades,
y que la manera de comprender la ciudad no se modifique.
A finales de la década de 1980 se conformó en el poniente de la Ciudad
de México un ambicioso proyecto urbano de recuperación y revitalización de
un área que hasta ese entonces había sido marginal, ya que ahí se alojaban
los depósitos de basura más grandes de la ciudad —anteriormente minas de
arena—. La llegada del proyecto de urbanización conocido como Zona Especial de Desarrollo Controlado (Zedec) Santa Fe, supuso la construcción de
una nueva centralidad dotada de numerosos edificios, obra de algunos de los
arquitectos más importantes del país (Francisco Serrano, Teodoro González
de León, Ricardo Legorreta [Pérez Negrete, 2010]). El proyecto Santa Fe contempló crear una zona de oficinas que albergaría grandes empresas nacionales
y transnacionales, así como la construcción de una de las zonas habitacionales más exclusivas del país, incluyendo la provisión de servicios como
hospitales, universidades privadas y centros comerciales. Dicho proyecto ha
tenido ciertos impactos en los alrededores y se puede observar una radical
transformación del espacio urbano.
Desde su inicio, este proyecto generó una intensa polémica. Por un lado,
supuso una importante fuente de empleos de diverso nivel, desde altos ejecutivos, pasando por empleados(as) y dependientes, hasta limpiadores(as) y
vigilantes para las empresas allí asentadas. Por otro lado, han surgido fuertes
críticas por el impacto urbano que ha tenido, como el aumento del tránsito
vehicular. Asimismo, la demanda de servicios, como el suministro de agua,
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ha generado una preocupación en los pueblos y las colonias vecinos respecto
a la posible escasez del vital líquido.
Cómo surge el interés por hacer la investigación y principales objetivos
La finalidad de este estudio es mostrar cómo mujeres de distintos estratos sociales experimentan de forma diferente la ciudad, su barrio, así como su propia
vivienda, a partir de los recursos, valores y las percepciones que poseen del
tiempo. Esto tiene que ver con sus roles y obligaciones, con sus recursos y con
sus experiencias en el día a día.
Las mujeres con quienes se trabajó habitan en una zona compleja donde
coexisten pueblos, colonias populares y un nuevo proyecto de vanguardia.
Definimos estos asentamientos1 de la siguiente manera:
a) Los pueblos conurbados de origen colonial, que han perdido buena parte
de su territorio, pero donde el parentesco, los rituales y las constituciones
comunitarias son la base para la construcción de la identidad local.
b) Las colonias populares para sectores medios y bajos, formadas sin una
planeación previa, donde las viviendas suelen ser adquiridas de forma irregular y por autoconstrucción.
c) Los fraccionamientos residenciales, ya sea de forma vertical (en condominios) u horizontales, en áreas urbanizadas para uso habitacional destinados a las clases media y alta (Safa, 1998; Duhau & Giglia, 2008).
En este estudio se abordan específicamente tres unidades territoriales
que se ubican en el poniente de la Ciudad de México: el pueblo de Santa
Fe, las colonias de origen popular (La Mexicana y Pueblo Nuevo), así como
las colonias residenciales que se encuentran dentro del proyecto Santa Fe,
conocido como la Zedec Santa Fe (véase el mapa 1 en el Anexo).
A partir de las distintas realidades socioeconómicas, así como del origen
de cada asentamiento, nos preguntamos cómo se construye el sentido de
pertenencia en cada unidad territorial, utilizando como categoría principal
el tiempo.2 Nos interesaba saber si existe o no arraigo y, por lo tanto, una
identidad vinculada con la forma en que se concibe y se utiliza el aspecto
1
Existe otro tipo de asentamientos en la ciudad que para efectos de esta investigación
no vamos a tratar, como las unidades habitacionales o los pueblos no conurbados, entre otros.
2
Si bien se enfatizó en el aspecto temporal, el espacial no quedó fuera de la investigación,
ya que ambas nociones son indisolubles: toda acción se realiza en un tiempo y un espacio dados.
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temporal. Se decidió poner mayor atención en este aspecto, ya que dentro
de la antropología urbana se le ha dado preponderancia a la categoría del
espacio sobre la del tiempo. Proponemos utilizar las temporalidades para
aproximarnos a la forma en que las mujeres utilizan y conciben el tiempo.
Entendemos las temporalidades como parámetros concebidos como construcciones sociales e ideológicas, y por lo tanto arbitrarias.
El uso del tiempo, y por lo tanto del espacio, posee ciertas particularidades para las mujeres. Existen ciertos imaginarios respecto a lo que es y
lo que no es correcto para las mujeres al hacer uso de los espacios públicos,
las calles, el transporte. Hay una relación entre la hora en que se camina, se
conduce o se utiliza el transporte público con el ser reconocido como hombre
o mujer, así como la forma en que se perciben la violencia y la inseguridad.
Además, cuando se aborda y se discute el tema de la ciudad y la forma
en que se viven los problemas, transformaciones y proyectos, no suele tomarse en cuenta la manera en que las mujeres perciben y hacen uso de ella.
¿Qué tanto sabemos de las mujeres en las ciudades latinoamericanas, de su
uso del espacio y del tiempo, de cómo se viven las problemáticas urbanas
siendo mujeres? En la producción de estudios urbanos en América Latina, y
específicamente en México, se habla de ciudadanos o de usuarios de forma
genérica y no se toma en cuenta que hombres y mujeres perciben, acceden
y usan la ciudad de manera distinta (Massolo, 1992).
Coincido con Saborido cuando afirma que:
La introducción de la dimensión de género en la reflexión y acción sobre la ciudad permite hacer visible y reconocer que el espacio no es neutro y que los roles
y actividades de los hombres y las mujeres en sus territorios y recorridos condicionan la percepción, el acceso y el uso de la ciudad, así como su vida cotidiana y sus experiencias, las que pueden ser cualitativamente diferentes entre sí.
(Saborido, 1999, p. 6)
La relevancia radica, pues, en estudiar y comparar a mujeres de distintos
estratos socioeconómicos, representativos de las clases sociales residentes en
la zona residencial que se ubica dentro del proyecto Santa Fe, así como las
colonias populares vecinas y el pueblo de Santa Fe.
Las preguntas que guiaron la investigación son:
— ¿De qué forma se articula el tiempo con el sentido de pertenencia al
lugar?
— ¿Cómo viven las mujeres en cada unidad territorial a partir de la forma
en que se concibe el tiempo (o temporalidad)?
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— ¿Qué implicaciones ha tenido, en términos de vida cotidiana, la construcción del proyecto Santa Fe?
— ¿Cómo se ve a los pobladores de las otras unidades territoriales?
Tiempo y temporalidades, materiales teóricos para el análisis
de la investigación
Como mencionaba arriba, el marco teórico se construyó en torno al aspecto
del tiempo y las temporalidades. La forma en que están organizados el calendario, los días de la semana, los meses y años —esto es, la organización
temporal— se vive como algo natural por los sujetos. La estructura del
tiempo se percibe como algo neutro. Si bien se trata de elementos temporales que tienen como punto de referencia lo que sucede en la naturaleza o el
universo, el ser humano reordena, resignifica y les da sentido a las prácticas
temporales (Aguado y Portal, 1992), por lo que partimos de que la forma
en que se concibe el tiempo es un constructo del ser humano. La manera en
que nos imaginamos “lo real temporal puede convertirse en la matriz de las
referencias con las que imaginamos todos los demás aspectos de la realidad,
es decir, la forma en cómo construimos los mapas que nos interesan son
visuales y mentales” (Valencia, 2010, p. 191). Nos corresponde abordar las
temporalidades que se producen en las sociedades; es decir, la forma en que
se ordena y se concibe el tiempo desde cada grupo social.
Partimos de que las temporalidades son parámetros entendidos como
construcciones sociales e ideológicas, y por lo tanto arbitrarias; esto es, los
grupos sociales ordenan y nombran sus prácticas en espacios y ritmos particulares, aunque para ellos esto aparezca como algo natural (Aguado y
Portal, 1991). Solemos atribuirle al tiempo la forma en que existimos y nos
desenvolvemos en el mundo, por lo que pensamos que una forma excluye a
las otras. Pero si observamos con detenimiento, los sujetos y las sociedades
vivimos y hablamos del tiempo de acuerdo con la forma en que nuestras vivencias nos lo permiten. Somos seres temporales pero también somos seres
temporalizadores. Al ser “seres en el mundo” estamos en todos los tiempos: cíclicos, lineales; percibimos tiempos acelerados y lentos, organizamos nuestras vidas en función de la memoria y del futuro en mayor o menor medida
(Valencia, 2006; 2010).
Propongo pensar al tiempo social como multitemporalidades. La apuesta
teórica y metodológica por la multiplicidad del tiempo social permite dar
cuenta de la historia de una manera no lineal, sino multilineal, ya que dicha
multilinealidad incorpora la subjetividad social de las personas en torno al
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tiempo. La multiplicidad del tiempo permite la incorporación del tiempo
subjetivo por parte de los actores en el mundo: de su riqueza de percepciones
temporales, de sus memorias, narrativas de origen y olvidos, de sus esperanzas y proyectos (Valencia, 2006). Concluimos pues que, si bien existen
un tiempo y un espacio compartidos por todos los seres humanos, son las
diversas temporalidades las que nos interesan.
Las comunidades agrícolas han medido el tiempo a partir de la referencia
a fenómenos naturales, como las estaciones del año, y la salida y la puesta del
sol. La ciencia y la tecnología lo han hecho a partir de la medición del tiempo; al utilizar instrumentos como el reloj y los calendarios intentan volverlo
algo aprehensible. Pero, ¿qué pasa con lo que no se documenta? ¿Qué pasa
con el tiempo subjetivo? Dentro de las narrativas y los discursos cotidianos,
resulta difícil asir el tiempo. No sólo se trata de explicar cuándo sucedió algo,
sino de transmitir cómo se vivió cierto proceso o cierta experiencia. Por ello
en este estudio planteo abordar las temporalidades desde tres dimensiones:
— El pasado, la memoria.
— El presente, vida cotidiana.
— El futuro, la promesa.
Propongo que el sentido de pertenencia se construye a partir de las experiencias de los sujetos y sus prácticas sociales repetidas en el habitus cotidiano.3 En este sentido, la memoria colectiva es fundamental para explicar
cómo se articula la pertenencia a partir de las transformaciones que se han
producido en la ciudad, específicamente en Santa Fe.
Lo cotidiano es el ambiente inmediato, lo más próximo; es el espacio donde el sujeto se construye a sí mismo y del que parte para formar su mundo
(Aguilar y Sandoval, 1991). La vida cotidiana les brinda a las mujeres un
marco cognitivo, unas normas que les permiten organizar y orientar sus
actividades, sus costumbres y tareas. La continuidad de la vida cotidiana
está dada por la repetición o la rutina. La cotidianidad se configura a través
de estas rutinas. Además, en la vida cotidiana se posibilita la reproducción
social. Las prácticas cotidianas “son la base para la interacción social y la
construcción de redes” (Esquivel, 2005, p. 79). La vida cotidiana refleja un
3
Bourdieu introduce el concepto de habitus para explicar el proceso en que lo social se
interioriza en los sujetos, y esto a su vez da cuenta de la relación (concordancias) entre lo
subjetivo y las estructuras objetivas. La visión que tiene cada persona de la realidad proviene
de su posición en el espacio. Las preferencias culturales dependen de los límites que imponen
las determinaciones objetivas. La forma en que se representan la realidad y las prácticas de las
personas también son una empresa colectiva (Safa, 2002, p. 3).
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
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intento por aprehender el presente y, a la vez, lo cotidiano plasma el devenir
del tiempo. Por lo tanto, partimos de que la vida cotidiana no es una forma de
entender el tiempo como algo estático, sino que está en continuo movimiento.
Los ritmos articulan la cotidianidad y los hábitos de las personas. A
partir de la decodificación de estas rítmicas se puede observar la forma en
que se constituyen las temporalidades; ya que éstas tienen ritmos distintos
con prioridades diferentes, como pueden ser la organización de una fiesta,
el cuidado del cuerpo o la prioridad que tiene el aspecto laboral. Abordar la
vida cotidiana como concepto puede servir para aprehender los ritmos de
los sujetos a partir de los cuales se construyen las temporalidades en los distintos grupos sociales.
Introducir el concepto de promesa nos permite observar no sólo un futuro
abierto, sino una idea de cómo se quiere vivir (Tamayo & Wildner, 2005).
Representa la posibilidad de concretar algún proyecto o realizar algún sueño.
Existe una diversidad de opciones y posibilidades, y debemos elegir un camino. Para lograr un plan, se llevan a cabo pequeñas acciones en lo cotidiano y
se descartan otras que no permitirían el cumplimiento de éste. Sin embargo,
el futuro posee una parte de fragilidad que nos lleva a la incertidumbre, ya
que siempre hay algo que no podemos controlar.
¿Cómo explicar que para las mujeres de la zona residencial —pertenecientes a los estratos altos— tiene más relevancia el presente? Autores como
François Hartog (2007) y Milton Santos (2000) brindaron algunas pistas para
abordar el tema del presentismo.4
Asimismo, Savage, Bagnall y Longhurst (2005), que hablan del pertenecer electivo, y Alicia Lindón (2006) me permitieron dar cuenta de cómo
se estructura el arraigo desde el presente, y abordar a los sectores medios y
altos. Estos autores, que estudian a las clases medias en el Reino Unido,5 observan que el “sentirse en casa” tiene que ver con ciertos procesos reflexivos,
más que con haber nacido o haberse criado en un lugar (Savage, Bagnall &
Longhurst, 2005, p. 29). Para este autor, pertenecer al ser construido socialmente está inserto en el proceso en el cual la gente juzga reflexivamente qué
tan idóneo es un lugar, de acuerdo con su trayectoria social y con su posición
en otros campos (escuela, trabajo, formas de consumo) (Savage, Bagnall &
Longhurst, 2005, p. 11). Alicia Lindón habla de una “visión multiescalar de
4
Desde el presentismo, el pasado es un antes susceptible al cambio, donde ocurrieron
hechos ahora obsoletos y que han perdido vigencia.
5
Savage y sus colaboradores realizaron un estudio sobre la clase media en Manchester a
finales de los noventa del siglo XX. En su libro exploran de qué forma los cambios globales se
articulan localmente a través de las prácticas, estilos de vida e identidades de los residentes de
cuatro localidades alrededor de esa ciudad (Savage, Bagnall & Longhurst 2005).
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la territorialidad”, la cual permite comprender el vínculo entre las mujeres
y su imaginario espacial. Dicho imaginario está constituido por una amplia
red de territorios, que a su vez están entretejidos a partir de la propia biografía de las personas (Lindón, 2006). Encontramos que, por ejemplo, actualmente se realizan traslados a colonias como Polanco, Las Lomas o Interlomas para
obtener servicios (como hospitales, tomar algún curso, hacer trámites), para visitar amistades o familiares, o para realizar alguna práctica de consumo.
Las colonias donde se habitó en la niñez o la juventud permiten establecer
analogías y hacer comparaciones.
Retomamos el concepto de agencia de Anthony Giddens, que destaca
cómo la ejecución de la acción es una cuestión que se refiere al poder (entendido como el medio para lograr que se realicen las cosas) que va más allá de
la intención del agente (Giddens, 1995). Los ritmos cotidianos no transcurren
de la misma forma si se tiene automóvil o si se utiliza el transporte público.
Si la limpieza del hogar se lleva a cabo directamente o si se apoya en otras
mujeres (servidumbre) para que realicen el trabajo doméstico. Si el trabajo
remunerado se lleva a cabo como una forma de autorrealización o si los
ingresos son indispensables para el sostenimiento de la familia. En cuanto a
los encuentros con otras mujeres, algunos ocurren de forma espontánea en
la calle o en el mercado, y otros se realizan en cafés o restaurantes de forma
acordada previamente. Los ritmos temporales están articulados con distintos
lugares y recursos. ¿Cuál es el horario de una empleada de limpieza de una
oficina? ¿Cómo se organiza el tiempo de trabajo de una profesionista independiente? Corresponde preguntarnos cómo se estructuran los tiempos para
las mujeres de acuerdo con el sector social al que pertenecen, o si existe una
“temporalidad femenina” que se moldea de acuerdo con la generación y el estrato al que se pertenece.
Experiencias temporales y construcción de narrativas
La experiencia es necesaria para poder pensar el tiempo, reflexionar sobre él
y jerarquizarlo. Para que el tiempo sea experimentado, se requiere una conciencia que lo viva. El tiempo, entendido como un todo, permanece virtual o
mudo, hasta que la conciencia lo “despierta” al medirlo y comprenderlo, hasta
que se confronta con la propia duración de la conciencia que es finita (Illescas,
1995). Esa conciencia está en el presente; desde un ahora se reflexiona sobre
el pasado o se proyecta hacia el futuro. Mediante la experiencia se constituye
la subjetividad de los individuos a través de hábitos, disposiciones, percepciones, que conforman un complejo de significado, resultado de la interacción
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entre el sujeto y el mundo exterior (Valencia, 2010). Si se piensa de forma
inversa, es en la dimensión temporal donde están las vivencias, ya que sin
tiempo no sería posible la experiencia. En tanto se coexiste en un tiempo y
un espacio dados, se produce la intersubjetividad, la posibilidad de compartir la interpretación y el lugar con los otros. Es entonces cuando se generan
códigos compartidos de comunicación (Tamayo & Wildner 2005). Así, la
vida cotidiana de cada persona se traduce en un conjunto de experiencias, las
cuales se expresarán a través del lenguaje. Las experiencias se configuran en
relatos temporales y espaciales concretos (Valencia, 2010). En este trabajo
me interesó saber la forma en que las mujeres construyen estos relatos.
Al aprehender las experiencias a través del lenguaje, éstas se manifiestan
en relatos, narrativas, dramas sociales y realizaciones culturales. Las experiencias entendidas de esta forma constituyen una de las principales maneras
en que podemos codificar y entender cómo se viven y se perciben las distintas temporalidades: “Cada experiencia que narramos o que nos narran es un
episodio de una historia posible; es una forma de relatar nuestra hondura y
singularidad a través de medios intersubjetivos y, paradójicamente, muchas
veces típicos” (Díaz Cruz, 1997, p. 12).
¿Cómo se construyen estas narrativas? Las narrativas se pueden entender como una expresión de la forma de percibir los momentos vividos y como
una manifestación del discurso sobre un nosotros (Nava, 2007). El desarrollo
de una narración es algo que se hace conjuntamente con otras personas. Es
el proceso de definir quiénes somos, en interacción con los significados que
otros perciben acerca de nosotros. Se trata de un proceso recursivo. Se moldea
el mundo donde se vive y, por ende, se crea una realidad dentro del contexto
de una comunidad de otros individuos (Barbosa Duque, 2006). Esas narrativas permiten dar cuenta de la construcción mental y conocer las formas de
descripción del vecindario y la urbe, por lo que son formas de una narración
(Nava, 2007). Además, la construcción narrativa tiene ciertas características que brindan una sensación de coherencia en el tiempo. La experiencia
de los asuntos humanos toma la forma de las narraciones que se usan para
contar cosas sobre ellos. La narración segmenta el tiempo, no mediante un
reloj sino a través del desarrollo de acontecimientos cruciales, se trata de
un tiempo que es relevante para las personas y cuya importancia viene dada
por los significados asignados a los acontecimientos; “así, conferirle sentido
a mi situación presente, siempre requiere de una narrativa que explique mi
vida, una explicación de lo que me ha acontecido para ser lo que soy que sólo puede ser lograda a través de un relato” (Nava, 2007, p. 116). Lo que las
personas hacen con las narraciones está motivado por creencias, deseos,
teorías, valores, es decir que no es azaroso. Cada narración se actualiza en la
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realidad de la que da cuenta. La narrativa vincula lo que se espera, lo que se
legitima y se acostumbra.
Categorías de análisis: género, clase social y generación
Los ejes de este estudio son el tiempo y, en segundo lugar, el espacio. Las
principales categorías utilizadas son el género, la generación y la clase social.
Trabajé con mujeres de distintos estratos sociales y de distintas etapas generacionales, ya que: “[…] son las distancias de clase, de género, étnicas y
raciales, y de las que se intersecan y articulan unas con las otras” (De Barbieri, 1992, p. 125). Así, se constituyen distintas relaciones entre mujeres,
no sólo por su estrato socioeconómico, sino también por su lugar de origen,
su edad y su nivel educativo.
Género
En los años ochenta se consolidó el sistema teórico sexo/género. Sobresale
el trabajo de Gayle Rubin, quien en 1986 escribió el artículo “El tráfico de
mujeres: Notas sobre la economía política del sexo”, donde propuso el concepto sexo/género. El género será entendido como una producción social,
una división de los sexos socialmente impuesta, resultado de la actividad
humana a lo largo de la historia (Rubin, 1986, pp. 114, 131).
Incorporar la dimensión de género implica reconocer que hay desigualdades que atribuyen comportamientos y expectativas diferentes entre hombres
y mujeres. Existen instancias o instituciones como la familia, la escuela, los
medios de comunicación masiva, la religión, etcétera, que contribuyen a
conformar esta identidad de género6 (Sánchez Mejorada y Torres Mora, 1992).
Clases sociales
Así como la categoría género permite dar cuenta de ciertas desigualdades,
hay otros tipos de diferencias e inequidades que surgen a partir de las características socioeconómicas y de clase a las que pertenecen las mujeres. Para
la realización de este trabajo se utilizó el índice de desarrollo social (ids),
6
Si bien no se trabajó con población lgbttt, sí se considera que el género va más allá de las
clasificaciones dualistas hombre/mujer.
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
383
el cual, de acuerdo con el Consejo de Evaluación de Desarrollo Social del
D. F., está integrado por la calidad y el espacio de la vivienda, el acceso a la
salud y a la seguridad social, el rezago educativo, los bienes durables y la adecuación sanitaria. La información recabada por este órgano, presentada en
2010, indica que el ids en el pueblo de Santa Fe es medio, mientras que el de
las colonias Pueblo Nuevo y La Mexicana es bajo. Respecto a la zona residencial, se contaba con información de las colonias La Loma, Ciudad Central
Santa Fe y Peña Blanca, donde el ids de las tres es alto.7
Ahora bien, partimos de que las clases sociales tienen que ver no sólo
con el poder adquisitivo o la calidad de vida, sino también con un capital cultural y simbólico entendido como el estatus o reconocimiento de los otros.
Retomamos la perspectiva de Pierre Bourdieu (1988) para abordar el aspecto
de las clases sociales. Él observa que se ha abordado desde el objetivismo (que
comprende a partir de propiedades materiales) y desde el subjetivismo (desde
las propiedades simbólicas). Plantea que se debe trascender esta oposición,
pues las clases sociales existen por la distribución de las propiedades materiales, así como por las representaciones producidas sobre la base de estas
distribuciones a las que llama estilos de vida. Ambas dimensiones están interrelacionadas: la representación que los agentes forman de su posición en
el espacio social es el producto de un sistema de esquemas de percepción y
apreciación (habitus), y toma en cuenta la posición de la distribución material. Las propiedades simbólicas están relacionadas con el campo cultural, ya que si los sujetos no tienen la capacidad para percibir y evaluar los
bienes simbólicos, no habrá una identificación de clase.
Si bien socialmente se han establecido roles masculinos y femeninos, ello
no quiere decir que sean fijos; éstos se construyen y modifican a lo largo
del tiempo. La identidad de género no es inmutable, se ha transformado de
acuerdo con los propios ritmos de la sociedad. Esta consideración permitió
eventualmente ver cómo se están conformando algunas diferencias intergeneracionales. Me interesó trabajar no sólo con mujeres casadas en edad
reproductiva —que fue lo que en un inicio arrojó el trabajo de campo y los
primeros contactos—. Y traté de establecer contacto con mujeres de otras
generaciones y estados civiles.
La etapa biográfica influye en la forma en que se percibe y se estructura
el tiempo. Dependiendo de qué etapa de la vida esté viviendo la mujer, es
más o menos aceptable que acuda a fiestas, que “ande en la calle” o que
permanezca en su casa. Los rangos de edad considerados son los siguientes:
7
Fuente: http://www.evalua.df.gob.mx/, fecha de consulta 4 de febrero de 2014.
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50-70 o mayores
30-49 años
20-29 años
menores de 20 años
Recorrido metodológico: la investigación cualitativa
y la importancia de la observación participante para abordar
las temporalidades
Desde la posición del investigador corresponde pensar desde dónde se estudia
la temporalidad (Iparraguirre, 2011). ¿Cómo se construye uno frente al otro
en esta distinción temporal-espacial?
La experiencia de campo fue muy diferente en cada unidad territorial;
cada una posee sus particularidades, por lo que las estrategias para acceder a
éstas variaron. La aproximación al ámbito de estudio desde una perspectiva
cualitativa nos permitió acercarnos a la dimensión subjetiva que se posee
del tiempo, más allá del reloj y de los husos horarios. Las entrevistas se
estructuraron en función de los ejes generados con base en el marco teórico
(memoria, vida cotidiana y promesa).
A partir de considerar que existen ritmos o ritmicidades, se elaboraron
categorías para la sistematización de la información arrojada en el trabajo
de campo. Los ritmos en los que está estructurado el tiempo sirven para
comprender la organización y las actividades cotidianas, como el trabajo, las
festividades, las conmemoraciones y las actividades en que se desenvuelve
la vida social. Estos ritmos se entienden no sólo desde la vida cotidiana, sino también desde el pasado que sirve como punto de referencia y desde el
pasado que explica cómo se quiere vivir.
En las colonias La Mexicana y Pueblo Nuevo se aplicaron siete entrevistas en total. Además se realizaron entrevistas grupales en cuatro sesiones
—tanto a hombres como a mujeres— para obtener información sobre el
origen y el desarrollo de la colonia, ya que no se encontró bibliografía al
respecto. Por otro lado, en las colonias que corresponden al megaproyecto
en Santa Fe, se aplicaron siete entrevistas.8 Mientras que para el pueblo de
Santa Fe se realizaron nueve entrevistas. Además, se utilizó la información
de ocho entrevistas realizadas en el año 2004 para la tesis de licenciatura
(Ortiz Madariaga, 2004).
8
Dos de las entrevistas fueron realizadas previamente por la doctora María Ana Portal,
profesora-investigadora de la uam-i, y asesora de esta tesis.
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
385
La forma de obtener las entrevistas en el pueblo y las colonias populares
fue a través del método llamado “bola de nieve”, en el que a partir de conocer
a una informante clave, ésta sirvió como vínculo con vecinas y amigas suyas
tanto de la colonia como del pueblo. En el caso de la zona residencial, no se
pudo aplicar el mismo método. Las entrevistas se consiguieron a través de
varias personas con las que he laborado o familiares que tienen conocidos
que viven en la zona. En estas colonias, el acceso para realizar las entrevistas
y la observación en campo fue el menos sencillo. Al tratarse de población de
alto poder adquisitivo, los silencios fueron más evidentes —sin embargo, esto
se pudo contrastar en el trabajo de campo con la observación participante.
Las entrevistas no serían suficientes para explicar la forma en que se vive
y se concibe el tiempo. A través de la observación participante (op) pudimos
dar cuenta de los ritmos cotidianos, de la forma en que se percibe el tiempo
y, por lo tanto, conocer las diversas temporalidades de los grupos sociales.
Específicamente en el caso de la construcción de las temporalidades, esta
herramienta resultó fundamental para dilucidarlas. Gracias al uso de la op
se pudieron reconocer prácticas vinculadas con la organización en el tiempo
y en el espacio, así como con comentarios y frases en las que no hay una
reflexión elaborada, como respecto a las entrevistas —con frases como “ando
apurada”, “me la paso corriendo”.
Cabe señalar que ante la falta de bibliografía que aborde el origen y la
consolidación de las colonias populares, se realizaron varias sesiones de entrevistas grupales, tanto en La Mexicana como en Pueblo Nuevo (en colaboración con la Casa Ernesto Meneses de la uia). A estas reuniones acudieron
hombres y mujeres. Además de obtener información sobre las colonias, la
propia dinámica de las reuniones sirvió para poner en evidencia ciertos aspectos del uso del tiempo en hombres y mujeres, y del imaginario que hay
sobre éste.
Para no desestimar las prácticas de los hombres, en cada unidad territorial
se entrevistó a uno de ellos, lo cual sirvió para indagar sobre las decisiones
familiares, así como para obtener más información sobre cada unidad territorial. Debido a que las entrevistas son confidenciales, se colocó una clave para
cada una de las entrevistadas. En el anexo se pueden observar los cuadros con
los datos de las personas a quienes se aplicó la entrevista.
Contexto sociodemográfico
Si bien se trató de una investigación de corte principalmente cualitativo, se
indagó sobre información sociodemográfica de la población de las unidades
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territoriales consideradas. Para obtener información socioeconómica de dichas unidades, se tomaron en cuenta los datos que brinda el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inEgi). En relación con el pueblo y las colonias populares, la información se obtuvo del censo de 2010 realizado por esa
institución, utilizando la información generada por colonias. En el caso de las colonias ubicadas dentro del Proyecto Santa Fe, la información por colonias
no se encontraba disponible,9 por lo que se utilizó la información por Área
Geoestadística Básica (Ageb). La Ageb es una forma de subdividir los municipios o delegaciones del país. Una de sus principales características es que
son homogéneas respecto a sus características geográficas, económicas y sociales, lo cual puede generar información relevante para ciertos estudios.10
De acuerdo con los datos brindados por el inEgi, en 2010 el pueblo de
Santa Fe tenía 3 676 habitantes. La colonia La Mexicana cuenta con poco más
de 5 000 habitantes, mientras que Pueblo Nuevo tiene poco más de 8 000. En
el proyecto Santa Fe se calcula que en 2010 había unos 21 776 habitantes.11
De acuerdo con los datos obtenidos por el Plan Parcial de Desarrollo
Urbano de la Delegación Álvaro Obregón,12 la colonia La Mexicana cuenta
con 10.74 hectáreas, mientras que Pueblo Nuevo ocupa 4.23 hectáreas. El pueblo de Santa Fe tiene 28.75 hectáreas. El área que abarca la zona de corporativos, los centros comerciales y zonas residenciales en Santa Fe se ubica en
las delegaciones Álvaro Obregón y Cuajimalpa,13 y tiene un área de 931.6
hectáreas.
Resultados: temporalidades y sentido de pertenencia
Halbawchs (2011) diferencia la historia escrita de la memoria vivida; la
memoria no puede ser entendida de la misma forma que la historia. A grandes rasgos podemos decir que la historia ordena, cronológicamente y por
9
Esto puede deberse a que se trata de asentamientos de reciente construcción, pero
también por confidencialidad, al tratarse de una de las zonas más ricas de la ciudad y del
país. Cabe señalar que si bien no se encontró información por colonias, se halló que el inegi
brinda información específica de fraccionamientos o edificios departamentales, como la
de Edificios Terré, que se ubican en la colonia La Loma.
10
La información de las Ageb proviene del Sistema para la Consulta de Información Censal
(Scince versión 05/2012) con datos del Censo de Población y Vivienda 2010. La búsqueda de
los datos en el Scince se hizo a través de la desagregación de Ageb urbana.
11
Plan Parcial de Desarrollo Urbano 2000.
12
Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Álvaro Obregón, 10 de abril de 1997.
13
Gaceta Oficial del Distrito Federal, Programa Parcial de Desarrollo Urbano de la Zona
de Santa Fe, 4 de mayo de 2010.
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
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periodos, ciertos acontecimientos que se consideran relevantes, y se sitúa de
forma externa; mientras que la memoria es una selección que hace el sujeto
o un grupo de sujetos en relación con los acontecimientos del pasado. Los
recuerdos, desde esta perspectiva, son una reconstrucción del pasado realizada con apoyos del presente: “Uno debe ‘componer’ su pasado para poder
aprehenderlo como unitario y esta labor se da siempre a partir de intenciones
presentes” (Illescas, 1995, p. 45). Recuperamos la perspectiva de Rodríguez
sobre este aspecto: “La construcción de la memoria es un proceso complejo
que involucra tanto los contextos actuales en los que se producen discursos
sobre el pasado, las posiciones sociales que cada uno ocupa en esos contextos, así como las experiencias de vida personales y grupales” (Rodríguez,
2004, p. 162).
No todas las miradas de un grupo hacia el pasado son iguales: tienen
más o menos peso y se recurre más o menos a este pasado. Especialmente
en las mujeres, la memoria —o lo que queda de ella— tiene que ver con lo
afectivo, con lo que se nombra y lo que se calla; la memoria es una forma
de sentir el tiempo. En este sentido, es distinto lo que un evento le significa
a cada miembro de la sociedad. Esta diferenciación se puede observar entre
hombres y mujeres, ya que las mujeres en sus narrativas apelan más a las
emociones, mientras que los hombres intentan dar “datos concretos” de
fechas, horas, medidas, costos. Cada persona está sumida, al mismo tiempo
o sucesivamente, en varios grupos. Por otra parte, cada grupo se divide y se
afianza en el tiempo y en el espacio. Dentro de esas sociedades “se desarrollan
otras tantas memorias originales” (Halbawchs, 2011). Asimismo, el aspecto
generacional influye en cómo se recuerda. No son lo mismo los recuerdos de
las mujeres de cuando eran madres y esposas, que de cuando eran niñas o adolescentes, ya que sus preocupaciones e intereses difieren en cada caso.
En el pueblo de Santa Fe, la fiesta ritualizada sirve como una evocación
de la memoria histórica del pueblo (Aguado y Portal, 1991). Al hablar de sus
habitantes, podemos pensar en una identidad que se construye a partir del
origen y la propia formación del pueblo, distinta a la Ciudad de México. Esta
historicidad se construye a partir de la interpretación y reinterpretación de un
pasado común, de un presente que se replica en las fiestas y de un futuro de
anhelos por mejorar y hacer más grande la fiesta, así como por recuperar las
tradiciones perdidas. De esta forma, la identidad se ancla en una memoria
mítica relacionada con su fundación en la época de la Colonia (1531). Esta
memoria se reproduce a través de las fiestas patronales, específicamente el
15 de agosto, día de la Virgen de la Asunción.14 En el pueblo, el futuro se
14
Si bien la información del trabajo de campo arroja que a principios del siglo XX la fiesta
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Estudios sociológicos XXXV: 104, 2017
vincula con la promesa de que la fiesta patronal siga existiendo. Durante la
fiesta ritualizada, pasado, presente y futuro se recrean en un mismo momento, se proyectan uno hacia el otro, con un acento especial en la continuidad
(Gurvitch, 1964).
Hacer memoria es una forma de actualizar el sentido de los sucesos que
ya han transcurrido en un tiempo pasado. Porque recordamos desde el presente, la memoria sirve para comprenderlo y que el “ahora” se perciba como
coherente: “Uno debe ‘componer’ su pasado para poder aprehenderlo como unitario y esta labor se da siempre a partir de intenciones presentes” (Illescas, 1995, p. 45). Evocar el pasado sirve como un lazo o enlace para unir a
las generaciones pasadas con las presentes, ya que es desde el presente que
se recuperan ciertos recuerdos y se construye la memoria.
A diferencia de los pueblos vecinos que poseen tierras comunales o
resquicios de prácticas rurales, pareciera que en el pueblo de Santa Fe sólo
permanece la fiesta patronal como elemento identitario. En dichas fiestas
el papel de la mujer es indispensable, y va desde la organización de ésta,
pasando por la preparación de alimentos y la atención a los invitados. Estas
prácticas ancladas a un espacio donde se realizan peregrinaciones, vía crucis
y se celebran misas, contribuyen a generar un sentido de pertenencia, y por
lo tanto una identidad. La apropiación de las calles y de ciertos espacios en
el pueblo de Santa Fe durante el día de la Virgen de la Asunción potencia la
identidad de “ser del pueblo”.
A decir de las entrevistadas, la importancia de la fiesta es que trasciende
la propia temporalidad —finita— de las personas: “La devoción hacia la
santísima Virgen no cambia, porque la gente se acabará, gente nueva entrará
a la organización y que nos vamos, pero la devoción a la santísima Virgen
sigue” (sFiX_02). Respecto a las festividades en las colonias populares, dado
que el presente se vive como algo rutinario donde todos los días están llenos
de actividades, tal vez las fiestas representen la posibilidad de salir de esta
rutina y sean una oportunidad para el disfrute.
Al referirse al lugar de donde son o en donde viven las personas de las
colonias populares, todas se autoadscriben como “ser de Santa Fe” y no de La
Mexicana o Pueblo Nuevo. Esto nos da cuenta del papel que tuvo el pueblo
de Santa Fe a nivel territorial. En un principio hubo cierta centralidad del pueblo, ya que ahí se ubicaban el mercado, la iglesia, las escuelas y algunas tiendas misceláneas. Poco a poco esta centralidad se ha ido desdibujando ante la
presencia de escuelas, comercios e iglesias en las propias colonias; sin emera muy pequeña (sólo se realizaba una misa), la tradición de esta celebración se ha mitificado,
por lo que se pueden escuchar comentarios como que “la fiesta siempre ha existido”.
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
389
bargo, no se ha perdido del todo, ya que la fiesta de la Asunción sigue siendo
muy importante.
En la zona residencial no se encontró alguna celebración o festividad que
articule al vecindario. Asimismo, no se encontró una fiesta que predomine sobre las otras o un patrón de festividades, como en el caso del pueblo y las colonias (navidad, año nuevo, fiestas patrias). Las fiestas y sus características son
más bien individualizadas, ya que no hay un patrón de cómo y en dónde se
realizan.
La memoria urbana, siguiendo a Gilberto Giménez (2009), se refiere
a las representaciones del pasado de una ciudad y presenta una tendencia a
fusionarse con el presente a través de integrarlo a estrategias identitarias. La
memoria sirve para legitimar demandas y construir una identidad; algunos
pueblos y barrios recurren a la historia —de forma creativa— como un
recurso para defender su identidad y sus territorios (Valencia, 2010; Portal, 2006). En las colonias populares de La Mexicana y Pueblo Nuevo, la
memoria se vincula con la lucha por obtener un terreno, construir las casas
y obtener servicios como agua y drenaje; labores que se llevaron a cabo
de forma comunitaria a finales de la década de 1960 y principios de la de
1970.
Cada grupo construye su propia historia de los lugares de la colonia. Cada calle tiene una memoria que se relaciona con las necesidades y los logros
del momento. Pavimentar una vialidad, instalar el drenaje, ponerle un altar
a la Virgen, construir escaleras o limpiar una barranca, son elementos que
forman parte de la memoria de La Mexicana y de Pueblo Nuevo. Con las faenas se limpiaron barrancas, se trazaron calles y se hicieron escaleras para
que la gente se pudiera trasladar dentro de la empinada geografía. Las mujeres desempeñaron un papel importante en el trabajo comunitario para la
construcción de la colonia y el desarrollo de la vivienda —si bien muchas veces su labor, al quedar en el ámbito de lo privado, fue invisibilizada—. Las
mujeres que eran madres y esposas en ese entonces recuerdan haber pasado
por limitaciones, en gran medida porque se generaba un ahorro para poder
construir la vivienda, “No hubo vacaciones, ni fiestas, todo lo que podíamos
ahorrar se iba a la construcción de la casa. Ya cuando los hijos crecieron,
ellos ayudaron a seguir ampliándola” (LM_TM).
En La Mexicana y Pueblo Nuevo la memoria tiene una fuerte relevancia
para comprender el ahora. Durante las entrevistas hubo un constante juego de
ir y venir entre el pasado y el presente. Además, desde el presente se recurre a
los aspectos del pasado para explicar la situación actual de la colonia. Se apela a los recuerdos del pasado para contestar preguntas sobre el presente, ya
que la memoria sirve como punto de apoyo para explicar lo que sucede ac-
390
Estudios sociológicos XXXV: 104, 2017
tualmente. Considero que hay cierta distorsión al romantizarse el pasado,
ya que éste se evoca desde la nostalgia, se recuerda un pasado mejor, donde
la colonia era más tranquila y se vivía cerca de la naturaleza. Se añora la
tranquilidad y la posibilidad de salir a la calle sin riesgo de ser asaltada o
atropellada, cualidades que hoy día se han perdido; en tanto que quedan fuera
de las narrativas otros aspectos como la pobreza, las carencias, la dificultad
para transportarse, los problemas domésticos, etcétera.
Mientras que en la zona residencial que se encuentra en las inmediaciones del proyecto, si bien existe una memoria, ésta no es tan evidente y se
arraiga más con aspectos familiares que comunitarios. La memoria se ancla
al abolengo de la familia, por lo que recordar ayuda a mantener vigente el
origen familiar. Existe un especie de código en el que hay un reconocimiento
de ciertos apellidos o de la familia de la cual se proviene. Esto se relaciona
con pertenecer a una familia que se considera decente o educada, frente a la
ostentación de los llamados nuevos ricos. El hecho de conocer y reconocer
un apellido o a una familia abre una puerta simbólica para que se establezca una relación con la otra persona.
El habitus incluye las estructuras mentales o cognitivas mediante las
cuales las personas manejan el mundo social. Con estos esquemas los
individuos producen sus prácticas cotidianas. Éstas tienden a dar forma al
habitus, el cual a su vez sirve para unificar y generar las prácticas (Esquivel,
2005, p. 72). Mientras que el campo es un espacio social provisto de reglas
propias en el que los actores actúan como en un juego, cuyo objetivo es el
incremento del capital propio de dicho campo (puede ser religioso, político,
académico o artístico). Cada campo tiene reglas específicas y requiere un
capital en particular. Al conocer las reglas del campo de los actores, podremos comprender su actuar y su visión del mundo. Para Pierre Bourdieu es
crucial la interacción entre habitus y campo, ya que las disposiciones de la
gente son personificadas y por lo tanto tienen que estar localizadas en un
territorio dado. Existen distintos lugares que se generan de acuerdo con los
campos (ya sea consumo, educación, trabajo u ocio). El movimiento hacia
los campos se dará en donde se sientan más cómodas, en el sentido de que
hay una correspondencia con el habitus. Se cuenta con los recursos para hacerlo, por lo que se pueden buscar diversos campos y optar por uno de ellos
(Savage, Bagnall & Longhurst, 2005, p. 9).
En este sentido, las prácticas cotidianas (consumo, ejercicio, trabajo,
colegio de los hijos o hijas) sirven para fortalecer una identidad, en este caso,
de clase. Estas prácticas tienen que ver con el mantenimiento de la casa y de
la familia, ya que en las mujeres recae esta responsabilidad; pero también
con prácticas que mantienen una imagen y corporalidad adecuadas a los re-
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
391
querimientos de la clase alta, así como prácticas que refuerzan la relación
con otras mujeres de la zona residencial de Santa Fe y las colonias vecinas.
Es relevante considerar que el pasado, en relación con el espacio entre
las mujeres de estratos altos, se articula en una trayectoria biográfica que se
vincula con las distintas colonias donde se habitó. Las mujeres han vivido en
diversas colonias de acuerdo con un momento de su vida y una época de la
colonia. Esta trayectoria —que va de la zona central a la periferia— se percibe como algo coherente y sirve para fundamentar y explicar cómo se llegó a vivir a Santa Fe. Mi hipótesis es que en este tipo de habitantes, si bien
no hay arraigo, sí hay —recuperando a Savage, Bagnall y Longhurst— un
“pertenecer electivo”. Para estos autores, pertenecer, al ser construido socialmente, está inserto en un proceso donde la gente juzga reflexivamente
qué tan idóneo es un lugar, de acuerdo con su trayectoria social y su posición
en otros campos (escuela, trabajo, consumo) (Savage, Bagnall & Longhurst
2005, p. 11).
Este pertenecer electivo se relaciona con la calidad de vida que aportaría
el vivir en Santa Fe, en el sentido de que cuenta con todos los servicios, como
bancos, supermercados, espacios de esparcimiento, restaurantes y tiendas de
lujo. En sus narrativas se encontró un interés especial por hablar y reflexionar
sobre la vivienda, por encima de la colonia o el vecindario, lo cual no sucedió
en el pueblo o las colonias La Mexicana y Pueblo Nuevo. Asimismo, las
mujeres de la zona residencial se autoadscribían como habitantes de Santa
Fe, más que utilizar el nombre de las colonias específicas donde habitan.
Manuel Castells observaba en 1995 que el avance tecnológico había
transformado el tiempo y el espacio: se estaría hablando de una nueva estructura espacio-temporal con espacios domésticos autosuficientes de los que
ya no sería indispensable salir. Asimismo, en la sociedad informacional, los
valores y patrones de consumo no corresponderían ya, necesariamente, a
una localidad determinada (Aguilar, 2005). Ahora bien, no todos los habitantes de las urbes entrarían en este sistema tempo-espacial. Castells habla
de la existencia de una ciudad-dual donde se sobreponen el cosmopolitismo
corporativo y el localismo de los sectores que quedan fuera de la economía
formal.
Las nuevas tecnologías, como las carreteras de la información o la
transmisión de noticias en “tiempo real”, han promovido la intensificación
del presentismo, donde hay una imposición del ahora, frente al pasado o el
futuro. Ajenos al mesianismo o a un mejor futuro que la modernidad nos
iba a brindar, de acuerdo con Hartog vivimos una suerte de mandato del
presente. Para responder mejor a las demandas presentistas, son necesarias la
flexibilidad y la movilidad (Hartog, 2009). Poseer un alto grado de recursos
392
Estudios sociológicos XXXV: 104, 2017
—o agencia, en términos de Giddens— como la disposición del tiempo, la
tecnología y el capital económico, puede posibilitar esta flexibilidad, lo cual
permite ir al ritmo que marca el presente. En este sentido, la agencia está
condicionada por las posibilidades de elección que ofrecen los dispositivos
materiales y simbólicos que existen en ese momento (Bartolomé, 2006).
Internet y las nuevas tecnologías han cambiado nuestros ritmos al añadir la simultaneidad, como la posibilidad de tener una conversación con un
colega del trabajo mientras estamos en nuestra casa, o poder laborar desde
nuestra casa y enviar el trabajo en el mismo momento. La tecnología, el uso
de computadoras, celulares y otros accesorios, permean gran parte de la vida
cotidiana de las mujeres de estratos medios-altos y altos, lo cual a su vez
produce cierta flexibilidad en los ritmos cotidianos:
Impresionante, muchísimo, yo y mi celular, ya lo odio pero… Facebook también, con las campañas que hago, tenemos redes sociales, entonces lo uso para
socializar, yo para chismear, pero también lo uso para trabajar… Es horrible
porque nunca te desconectas. De repente están esperando a la hora de la comida
que contestes un mail, eso siento que ha cambiado mucho. Luego llevo a mi hija
a terapias o al pediatra y ahí ando trabajando, ¿no? (AP_ZR)
Desde el presentismo van quedando en desuso referentes, ideas, sistemas;
por eso en el lenguaje no se apela tanto a las tradiciones del pasado como punto de referencia. En las colonias populares y el pueblo son las mujeres más
jóvenes quienes están familiarizadas con el uso de las computadoras, internet
y los celulares tipo smartphones, mientras que las mujeres mayores de 40
años desconocen su uso o utilizan las funciones más básicas.
Retomamos el concepto de agencia de Anthony Giddens, el cual destaca
cómo la ejecución de la acción se refiere al poder —entendido éste como el
medio para lograr que se realicen las cosas— que va más allá de la intención del agente (Giddens, 1995). En este sentido, la agencia que poseen las
mujeres en la zona residencial genera una seguridad ontológica que las lleva
a crear proyectos a mediano y largo plazos, abiertos, con una diversidad de
opciones. Éstos pueden ir desde vivir en otra colonia hasta habitar en otra
ciudad u otro país. De acuerdo con Harvey, el futuro pierde sentido desde
la visión presentista del tiempo, ya que éste se presenta como fragmentado.
Observamos que si bien existen proyectos y planes para el futuro, desde el
presente no hay expectativas porque ya no hay más niveles que escalar, de
ahí que “el presente es la vivencia que se quiere perpetuar” (González Ortiz,
2009, p. 191). Se vive con una certeza o seguridad de mudarse —cuando
llegue la jubilación— a una casa de campo o llevar una vida más tranquila
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
393
en un departamento o casa de menor tamaño. En tanto que las mujeres de la
zona residencial piensan en la posibilidad de vivir eventualmente en otra casa o colonia. De hecho, cuando se terminó el trabajo de campo, dos de las
entrevistadas ya vivían en una residencia fuera del proyecto Santa Fe.
La promesa va articulada a un proceso reflexivo que proyecta hacia el
futuro. La promesa implica que nos mantenemos fieles a la palabra dada,
implica un compromiso. Promete el que puede (o piensa que puede) cumplir,
el que tiene capacidad para lograrlo (Beugué, 2009). Cuando en el pueblo se
preguntó sobre el futuro, las respuestas giraron en torno al futuro del pueblo
mismo, a un futuro comunitario. La posibilidad de que Santa Fe siga siendo
considerado un pueblo está relacionada con mantener la tradición de la fiesta.
Marlén, que tiene un negocio sobre la avenida Vasco de Quiroga, reflexiona
respecto a sus planes a futuro. En el pueblo, si bien existen proyectos individuales, los jóvenes representan la esperanza de que la fiesta se reproduzca
y por lo tanto de que no se pierda la identidad de pueblo. En este sentido, el
futuro se relaciona con un aspecto colectivo, más que individual. A través
de la fiesta religiosa, entendida como un marco religioso, se favorecería la
construcción de elementos identitarios, ya que el mito favorece la recreación
de un origen común y de una memoria colectiva.
“Proyectar es arrojar imaginativamente, hacia delante en el tiempo, un esquema vacío, una intención” (Beugué, 2009, p. 681). Los proyectos tienen que
ver con lo que se desea, pero también con lo que se sueña e imagina. Se quiere tener una mejor calidad de vida, o una vida tranquila y apacible alejada
del bullicio de la ciudad. Se anhela que los hijos tengan un nivel de estudios
alto para que encuentren un buen trabajo. Para llevar a cabo cierto proyecto
y para concretarlo, se hace una promesa. En la promesa tratamos de adelantarnos para poder ser algo más de lo que somos ahora mismo (Macías, 2012).
Podemos tener proyectos alternos pero sólo uno llegará a ser, prometemos
cuando se han descartado otros proyectos y se selecciona uno. Nos comprometemos ante alguien y nos comprometemos para algo. Puede ser hacia
una misma, hacia la familia, hacia la comunidad, ante una institución. Las
elecciones y los proyectos que se realizan están fuertemente relacionados
con las posibilidades que tiene cada mujer y con el marco socioestructural en
el que se encuentra.
Entender el tiempo representa no sólo comprender cómo se vive en la
vida cotidiana, sino saber cómo se anhela vivir en el futuro. Existen planes,
proyectos y sueños para mejorar el espacio donde habitan las mujeres de La
Mexicana y de Pueblo Nuevo. Al considerar la casa como un patrimonio,
no se contempla el mudarse de casa. Lo mismo sucede en el pueblo, pues se
considera un privilegio habitar en las inmediaciones de éste.
394
Estudios sociológicos XXXV: 104, 2017
Como ya se mencionó, las temporalidades no son las mismas para cada
quien; sin embargo, éstas tienen lugar simultáneamente en el espacio geográfico. La simultaneidad es el tiempo de vida de todos, es lo espacial en lo temporal (Alvira, Ghireti & Herrero 2006). Las personas vivimos cada una en una
red de temporalidades, con ritmos a veces distintos y otras veces compartidos (Palos, 1995). Es el espacio el que reúne todos los tiempos, con sus múltiples posibilidades que a su vez aportan distintas posibilidades de hacer uso
del tiempo (Santos, 2000). El territorio estudiado representó una oportunidad
para dar cuenta de cómo se viven las diferentes temporalidades en un mismo
espacio. Las habitantes del pueblo de Santa Fe viven de forma cotidiana en
una temporalidad originaria (o cíclica), junto con la temporalidad acorde
a los ritmos de la urbe. Cuando pasa la peregrinación de la Virgen de la
Asunción sobre la avenida Vasco de Quiroga, los conductores que van a
trabajar a la zona de corporativos se ven forzados a esperar que se les ceda el
paso, pero no comprenden muy bien qué está pasando. De esta forma, la
temporalidad cíclica se hace evidente casi a la fuerza, frente a la temporalidad
predominante. “Hay un choque o una oposición entre las rítmicas globales
homogeneizadas y las rítmicas culturales locales del grupo y de su hábitat
inmediato” (Iparraguirre, 2011, p. 113).
La mirada entre las mujeres de cada unidad territorial
¿Cómo ven las mujeres de cada unidad territorial a las otras? ¿Cómo se
cruzan las distintas temporalidades en el espacio urbano? En primer lugar
mencionaremos el impacto que tuvo la llegada del proyecto Santa Fe en las
mujeres del pueblo y de las colonias populares. La gente que vive o trabaja
en esta zona de oficinas y centros comerciales habla de Santa Fe para referirse
a la zona de corporativos. Esto ha generado una molestia en las fesantinas, ya
que de esta forma quedan invisibilizados el origen colonial del pueblo y la
temporalidad cíclica que se reproduce a través de las fiestas. Parecería que
la memoria del pueblo y de las colonias se borra frente a la imposición del
presente del proyecto Santa Fe.
Al igual que en las habitantes del pueblo, se observa en las habitantes
de La Mexicana y Pueblo Nuevo la gran desinformación que hubo respecto
a la construcción del proyecto. Las entrevistadas de las colonias observan
que así como antes se asociaba Santa Fe con la banda de “Los Panchitos”,
ahora se relaciona con el nuevo desarrollo: “Tú les dices vivo en Santa Fe y
ellos ya se imaginan en los edificios” (CC_LM).
Se considera que la llegada de los corporativos a Santa Fe ha sido una
importante fuente de empleo; algunas de estas mujeres de las colonias po-
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
395
pulares trabajan o han trabajado ahí, ya sea como empleadas en el centro
comercial o como trabajadoras de limpieza.
Un aspecto negativo que observan tanto las habitantes del pueblo como
las de las colonias es que a partir del crecimiento del desarrollo Santa Fe el
aumento del tránsito vehicular ha duplicado el tiempo de traslado sobre la
Avenida Vasco de Quiroga. Asimismo, a partir de la llegada de la Universidad Iberoamericana, varios automovilistas que han buscado rutas alternas
conducen por las calles de estas colonias, lo cual ha llevado a una percepción
de pérdida de tranquilidad y a que se registren muchos accidentes y atropellamientos. Para las mujeres, las calles dejaron de tener este carácter de
tranquilidad casi provinciano.
¿Cómo ven las mujeres de las colonias populares al pueblo y viceversa? Cuando llegaron, las mujeres de las colonias populares se incorporaron
a la temporalidad del pueblo de Santa Fe a través de las fiestas patronales.
Esto les otorgó un sentido de pertenencia, tal vez porque era un referente conocido que venía desde sus pueblos de origen. Si bien en los últimos años se
ha debilitado la centralidad del Pueblo de Santa Fe, las fiestas religiosas conservan su relevancia.
Por el contrario, para las mujeres del pueblo la construcción de estos
nuevos asentamientos en los años sesenta afectó profundamente a Santa Fe, ya
que pasó de ser un sitio con diversos espacios abiertos a una zona altamente
urbanizada. Además se relaciona el surgimiento de asaltos y narcomenudeo
con la llegada de los nuevos habitantes, lo que refuerza la idea de que la inseguridad viene de fuera.
¿Cómo ven las mujeres de la zona residencial al pueblo y las colonias?
Las comunidades cerradas, sus bardas y puertas de acceso restringido, sirven
para dar un mensaje claro de las divisiones espaciales entre clases sociales. De
esta forma, las colonias populares pueden estar cercanas, ser vecinas, pero al
mismo tiempo permanecer distantes. Las colonias populares y el pueblo son
vistos de forma homogénea como sinónimo de pobreza e inseguridad. En general hay un desconocimiento de la zona vecina, de los nombres de las colonias y del tipo de población que ahí se asienta.
Conclusiones: el tiempo se nos acaba…
El estudio de las temporalidades se presentó como una propuesta para comprender la diversidad cultural y la convivencia entre diferentes grupos de
mujeres a partir de sus ritmos cotidianos, sus hábitos y costumbres, que al
integrarlos conforman una rítmica de vida. Los usos del tiempo tienen que ver
396
Estudios sociológicos XXXV: 104, 2017
con una idea y un ideal de lo que significa ser mujer. Ritmos que tienen que
ver con lo que se considera ser “una buena mujer” en cada contexto. También
existen ritmos vinculados a lo doméstico, como la limpieza y el cuidado de
los hijos, en los que si bien el varón cada vez participa más, esto se percibe
como una aportación extra. Aunque los hombres han asumido parte de los
trabajos del hogar, las mujeres siguen siendo las principales responsables de
producir y reproducir la habitabilidad del espacio doméstico (Giglia, 2012),
ya sea porque realizan estas actividades directamente o porque las delegan
a empleadas domésticas.
A su vez, este imaginario se relaciona con el tipo de asentamiento donde
se habita. El uso del tiempo está fuertemente relacionado con la edad, el estado
civil y si se tienen hijos o no. En este sentido, se articula el uso del tiempo
y del espacio con lo público y lo privado, con la forma de transportarse, con
el trabajo remunerado y el trabajo doméstico, con el tiempo para la familia
y el tiempo para ellas.
A partir de los resultados obtenidos en el pueblo, las colonias y la zona
residencial, se mostró cómo el uso del tiempo y del espacio en las mujeres es
distinto en cada unidad territorial; y que las diferentes concepciones, usos y
prácticas de éste conforman un sentido de pertenencia particular en cada unidad territorial.
En el caso de las colonias populares y el pueblo, se observó que hay
una preponderancia de la memoria; esto es, la forma en que se recuerda el
pasado sirve para comprenderse a sí mismas en el presente. Mientras que en
las colonias populares la construcción del pasado se remite a la legalización
de los terrenos, la lucha por la obtención de servicios y la construcción de la
vivienda, en el caso del pueblo se trata de una memoria mítica vinculada con
su origen colonial. En tanto que en las narrativas de las mujeres de las colonias residenciales el aspecto de la memoria no es tan evidente: son las prácticas
cotidianas realizadas en el presente las que predominan en las narrativas que
llevan a su construcción identitaria.
Poner especial interés en observar la vida de las mujeres proporcionó
una perspectiva más detallada sobre la realidad social. El género, la clase
social, así como el tipo de colonia o pueblo donde se habita, influyen en la
forma de utilizar y pensar el tiempo (y el espacio), lo cual está fuertemente
relacionado con la pertenencia. Retomando a Cristina Sánchez Mejorada y
María Teresa Torres, consideramos que la forma en que las mujeres entienden
su participación en los distintos ámbitos está condicionada por las ideas, los
valores y conceptos provenientes de un proceso de socialización que se ha
conformado a lo largo de su vida, proceso que lleva a la definición de los
papeles genéricos (Sánchez Mejorada & Torres, 1992).
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
397
Este trabajo pone en evidencia la coexistencia de calidades de vida
marcadamente distintas que antes se ubicaban espacialmente en ciertas zonas
de la ciudad o delegaciones. Pero ahora vemos que tres tipos de unidades
territoriales distintos, con un poder adquisitivo tan dispar, pueden encontrarse
en una misma delegación o en una misma zona, como Santa Fe. Es posible
dar cuenta de que la exclusión se encuentra en varias dimensiones: física,
simbólica y económica. Las distintas formas de vivir y avanzar en el tiempo
nos muestran los contrastes que hay en una misma área, donde cohabitan
personas con distintos orígenes y recuerdos, con capacidades adquisitivas
dispares.
La conclusión que arroja este estudio es que el sentido de pertenencia
de las mujeres se puede observar a partir de la forma en que el tiempo es
percibido y de los usos que hacen de éste. Tiempo y espacio se articulan
de distinta forma en cada unidad territorial. Es en estas dimensiones donde
se realizan las prácticas sociales significativas que generan identidad. La
clase social y la generación a la que se pertenece influyen en la medida en
que el imaginario de ser mujer cambia. Debido a estos factores, las mujeres
poseen recursos desiguales para actuar y movilizarse dentro del tiempo y el
espacio-poder.
Recibido: 18 de noviembre de 2015
Revisado: 6 de julio de 2016
Bibliografía
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400
Estudios sociológicos XXXV: 104, 2017
Anexo
Mapa 1
Zona de estudio donde se puede observar el proyecto Santa Fe,
las colonias populares La Mexicana y Pueblo Nuevo,
así como el Pueblo de Santa Fe
Zonificación
Pueblo (Casco)
Zona Popular
Zona comercial y de negocios
Zona residencial
Colonias cercanas
Límite delegacional
Fuente: elaboración de Édgar Santiago Meza.
Datos de entrevistas realizadas en Pueblo Santa Fe y colonia Bejero en 2012
Pueblo
Santa Fe
Clave
Edad
Sexo
PSF_MR
33
F
Casa
o
departamento
Vive con
la familia
extensa
o nuclear
Estado
civil
Hijos
Nivel de
escolaridad
Trabaja
Vive con
su pareja
Terminó
preparatoria
Sí, taller
de costura
Casa
Extensa
2
PSF_TR
60
F
Separada
4
2º primaria
No, fue
trabajadora
doméstica
Casa
Extensa
PSF_CR
62
F
Casada
4
2º primaria
No, fue
trabajadora
doméstica
Casa
Extensa
PSF_BL
29
F
Soltera
0
Licenciatura
Sí, empleada
Casa
Nuclear
PDF_MY
26
F
Soltera
0
Licenciatura
Sí, empleada
Casa
Extensa
PSF_IS
60
F
Viuda
2
Secundaria
No
Casa
Nuclear
PSF_AN
42
F
Casada
2
Licenciatura
Sí
Casa
Nuclear
PSF_DY
19
F
Soltera
o
Licenciatura
No
Casa
Nuclear
PSF_AN
42
F
Casada
2
Licenciatura
Sí
Casa
Nuclear
401
Fuente: elaboración propia.
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
Cuadro 1
402
Cuadro 2
Datos de entrevistas realizadas en el Pueblo de Santa Fe en 2002
Edad
Estado civil
Hijos
Escolaridad
Trabaja
Vive con la familia
nuclear o extensa
SFI
63
Soltera
1
Primaria, corte
y confección
Sí, fotógrafa
Extensa
SFII
73
Casada
no
Primaria
Nunca trabajó
Nuclear
SFIV
53
Casada
4
Maestra normalista
Sí, maestra
Nuclear
SFV
72
Casada
8
Primaria y Comercio
Trabajó como secretaria
Extensa
SFVI
78
Casada
5
No terminó primaria
Trabajó como sirvienta
y en un molino
Extensa
SFVIII
76
Viuda
4
Primaria y algunos
estudios de enfermería
Trabajó como enfermera
Nuclear
SFIX
42
Casada
1
Primaria
Trabajó como secretaria
antes de tener hijos
Extensa
SFXI
68
Divorciada
2
5º primaria
Trabajó como secretaria
antes de casarse
Extensa
Fuente: elaboración propia.
Estudios sociológicos XXXV: 104, 2017
Clave
Datos de entrevistas realizadas en las colonias populares Pueblo Nuevo y La Mexicana en 2012
Colonias
Populares
Pueblo
Nuevo
La
Mexicana
Casa
o
departamento
Vive con
la familia
extensa
o nuclear
Clave
Edad
Sexo
Estado
civil
Hijos
Nivel de
escolaridad
PN_PT
36
F
Casada
4
Secundaria
Sí, vende
comida
Casa
Extensa
PN_ZC
20
F
Soltera
0
Preparatoria
No
Casa
Extensa
PN_SM
60
M
Casado
3
Secundaria
Sí, tiene
una tienda
Casa
Extensa
PN_CHM
35
F
Casada
3
Licenciatura
Sí, tiene
un puesto
Casa
Extensa
LM_TM
76
F
Casada
5
2º
de primaria
No
Casa
Extensa
LM_RC
38
F
Casada
3
Terminó
secundaria
Sí,
intendencia
Depto.
Nuclear
LM_MR
40
F
Casada
2
Terminó
secundaria
Sí, en los
corporativos
Casa
Extensa
403
Fuente: elaboración propia.
Trabaja
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
Cuadro 3
404
Cuadro 4
Datos de entrevistas realizadas en la zona residencial. Corporativo Santa Fe en 2012
Vive con
la familia
extensa
o nuclear
Clave
Edad
Sexo
Estado
civil
Hijos
Nivel de
escolaridad
Trabaja
La Loma
SFL_L
42
F
Casada
2
Licenciatura
No
Casa
Nuclear
Edificios
Terré
SFL_B
F6
F
Divorciada
con pareja
Licenciatura
No, fue
corredora
Departamento
Sola
3
Antigua mina
Totolapa
SFL_D
37
F
Divorciada
0
Posgrado
Sí,
freelance
Departamento
Nuclear
Antigua mina
Totolapa
SFL_G
39
M
Divorciado
0
Licenciatura
Sí, tiene
un negocio
Departamento
Nuclear
Antigua mina
Totolapa
SFL_EF
42
F
Divorciada
2
Licenciatura
Sí,
freelance
Departamento
Nuclear
Paseo de las
Lomas
SFL_M
38
F
Casada
2
Licenciatura
y especialidad
Sí
Casa
Nuclear
Cumbres de
Santa Fe
SFL_AP
36
F
Casada
3
Licenciatura
Sí
Departamento
Nuclear
Fu
ente: elaboración propia.
Estudios sociológicos XXXV: 104, 2017
Zona
residencial
Casa
o
departamento
ortiz: tiEmpos y mujErEs dE santa FE, ciudad dE méXico
405
Acerca de la autora
Laura Ortiz Madariaga es doctora en antropología por la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Iztapalapa (uam-i). Actualmente da clases de
Sociología Urbana en la Universidad Nacional Autónoma de México y colabora con instituciones como la Universidad Iberoamericana. Sus áreas de
interés son temas urbanos desde la antropología y la sociología. Ha estudiado
principalmente la periferia poniente de la Ciudad de México. Sus publicaciones más recientes incluyen Memorias de las mujeres habitantes de la
colonia Liberación Proletaria, México, Universidad Iberoamericana, 2016;
así como Recopilación de las memorias de los vecinos de La Mexicana,
México, Universidad Iberoamericana, 2015.