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Miranda, El Extranjero

2004

Uno de los principales precursores de la independencia hispanoamericana, reconocido como El criollo universal, que no ha pasado desapercibido de la historiografía nacional a pesar de ser considerado un extranjero en su patria, es Francisco de Miranda. Su vida de viajero se ha traducido en ocupación constante para los compiladores de la cultura americana y principalmente la nuestra. Como notable intelectual, Miranda recorrió e indagó en otras tierras y sistemas político-sociales, tras el apoyo y formación necesarios para consolidar su más grande sueño: la unidad del continente americano. Pretendía la emancipación de las colonias y conversión del continente en un vasto imperio monárquico, que partiera desde el Missisipi hasta Cabo de Hornos y que recibiría en nombre de Colombeia (Colombia). Así el venezolano se convirtió en errante por los principales continentes y militó en las fuerzas armadas de las más reconocidas naciones europeas, España, Francia e Inglaterra, haciéndose partícip...

Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. 210 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 MIRANDA, EL EXTRANJERO Manuel Caballero, compilador Monte Ávila Editores Latinoamerican UCLA 2003* Por: Elda Mora** Uno de los principales precursores de la independencia hispanoamericana, reconocido como El criollo universal, que no ha pasado desapercibido de la historiografía nacional a pesar de ser considerado un extranjero en su patria, es Francisco de Miranda. Su vida de viajero se ha traducido en ocupación constante para los compiladores de la cultura americana y principalmente la nuestra. Como notable intelectual, Miranda recorrió e indagó en otras tierras y sistemas político-sociales, tras el apoyo y formación necesarios para consolidar su más grande sueño: la unidad del continente americano. Pretendía la emancipación de las colonias y conversión del continente en un vasto imperio monárquico, que partiera desde el Missisipi hasta Cabo de Hornos y que recibiría en nombre de Colombeia (Colombia). Así el venezolano se convirtió en errante por los principales continentes y militó en las fuerzas armadas de las más reconocidas naciones europeas, España, Francia e Inglaterra, haciéndose partícipe en los conflictos, que cambiarían el rumbo de la historia universal, la independencia de EEUU, la Revolución Francesa y la lucha por la libertad americana. * Nota del comite de redacciòn: Reseña aprobada en marzo de 2003 ** Licenciada en Letras (ULA 2000). Cursante de la Maestría en Literatura Iberoamericana (ULA). Profesora en el área de Lenguaje y Comunicación y Técnicas de Investigación en el Instituto Universitario Tecnológico de Ejido IUTE. Profesora de Morfosintaxis en la Universidad Católica Cecilio Acosta UNICA. Autora del espacio literario El boulevard de los libros publicado en el Diario Frontera, Mérida 2000-2003. 211 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 Con el título de Miranda, el extranjero, Caracciolo Parra Pérez, Germán Carrera Damas, Elías Pino Iturrieta, María Elena González Deluca y Manuel Caballero, se ocupan nuevamente del General y dan cuerpo a la última publicación de Monte Avila Editores. El libro está compuesto de cinco ensayos que abordan la vida y obra de Miranda desde fuera, principalmente desde la Revolución Francesa y la independencia de Estados Unidos, sin dejar de lado la postura política de Rusia y los enfrentamientos entre Africa y España por la posesión de territorio. Caracciolo Parra Pérez presenta un Francisco de Miranda intelectual y militar, de carácter fuerte y autoritario, conocedor de varias lenguas y hábil para enrolarse entre las más distinguidas personalidades de la época. Para nadie es un secreto que el precursor de la independencia americana inscribió entre sus relaciones sociopolíticas a hombres como Washington, John Adams, Rufus King, Thomas Paine, Hamilton, Knox, el coronel Smith, ayudante de Washington, etc., sin dejar de mencionar las relaciones que en Europa sostuvo con el Primer ministro de Inglaterra y en Rusia con la zarina Catalina II y su corte de notables. De igual forma, Parra Pérez, recorre las naciones y situaciones que involucran a Miranda en su deseo de emancipación y que van gestando en el Generalísimo sus intenciones monárquicas para América. Digamos que el recorrido biográfico de Parra Pérez sobre Miranda no se centra en su vida personal, aunque la muestra, sino en sus relaciones sociopolíticas y en la influencia de éstas sobre la intención independentista del venezolano. Asimismo, Germán Carrera Damas vuelve sobre la Revolución Francesa para fijar posición en cuanto a la influencia que ha mantenido, desde su momento, en la transformación del pensamiento emancipador venezolano, hasta ya entrado el siglo XX y sugiere el análisis de la 212 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 independencia de Venezuela como una empresa ideológica cuyas bases se sientan sobre la transformación de pensamiento que tuvo su origen en la mencionada revolución. Posteriormente, Elías Pino Iturrieta asume a Miranda bajo el título de Ese admirable musiú nuestro, un venezolano diferente, que “mientras los aritócratas criollos murmuran asuntos lugareños en Chacao [...] vive la geografía volteriana”. Con esto, Pino Iturrieta hace referencia a la desemejanza entre los venezolanos y el venezolano, “como la que pudiera existir entre un extranjero de pura cepa y los criollos comunes y corrientes...”. El ensayo se orienta así, a mostrar la vida de Miranda dentro de la burguesía francesa, rodeado de importantes personalidades, para presentarlo como “rara avis frente a los próceres de nuestra independencia”. Es decir, la paradoja de un hombre de pensamiento profundo, que manejó las nociones de modernidad mucho antes que cualquiera de sus compatriotas y puso su fe en el progreso ilimitado del hombre, a partir de la preeminencia de la razón y el orden, propia de la ilustración, como única garantía de bienestar y ascenso constante; pero ignorado en su tierra, entregado por sus hermanos, ausente “en el monumento de Carabobo” pero presente “en el arco de triunfo de París”, como señala Pino Iturrieta. Por otra parte, María Elena González Deluca descubre a Miranda en los Estados Unidos de América, el capitán de los Reales Ejércitos españoles, que bajo las órdenes del general Juan Manuel Cagigal, acudía en auxilio a las fuerzas revolucionarias norteamericanas. En ese recorrido González Deluca, ilustra los sucesos que involucraron a Miranda y que marcarían su experiencia futura: ambiciones, buena vida, acusaciones injustas, la cárcel, etc.; así como la incidencia de los sucesos norteamericanos en los ideales independentistas que lo inspiraban. 213 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 El quinto y último trabajo de Miranda, el extranjero, corresponde a Manuel Caballero, quien se acerca al General partiendo de su lectura a la obra de Caracciolo Parra Pérez, Miranda y la Revolución Francesa. Bajo el título de Miranda el afrancesado el autor se propone, una vez justificada la existencia y lectura de la mencionada fuente, exponer a Francisco de Miranda no como un militar extranjero “que peleó en y por Francia, sino un general francés de origen hispanoamericano”. De esa manera, Caballero divide su ensayo en tres aspectos importantes, que parten de la idea central en la obra de Parra Pérez, Miranda como ciudadano francés, Miranda como general revolucionario y Miranda ante la guillotina. Las aproximaciones que hace Manuel Caballero, entonces, son como él mismo las ha llamado, producto de la lectura transversal hecha al mencionado libro y concluye, al igual que Pino Iturrieta, justificando la posteridad del nombre de Miranda en el arco de triunfo de París. Es pues, el entramado histórico sobre el Generalísimo, lo que nos propone Miranda, el extranjero. El libro rebasa los límites del tiempo para fijar nuevas posiciones, lejos de la mera historia biográfica, sobre la realidad de un desconocido compatriota, cuya ideología sirviera de base, posteriormente, para nuestro libertador. Los trabajos, compilados por Manuel Caballero, examinan la actividad de Miranda en Europa y Estados Unidos, así como las matrices ideológico-políticas que se convirtieron en síntesis de un modelo constitucional soñado para su “pobre patria accidental”. 214 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 LOS INDIGENISMOS EN EL VIAJE Y DESCRIPCIÓN DE LAS INDIAS (1539-1553) DE GALEOTTO CEI. Universidad Central de Venezuela 2002* Luciana de Stefano Enrique Obediente Sosa Escuela de letras, Universidad de Los Andes** Luciana de Stefano, investigadora de la Universidad Central de Venezuela, nos presenta en este libro una compilación de los indigenismos que aparecen en un poco conocido documento del siglo XVI, el Viaggio e Relazioni delle Indie – 1539-1553, una relaciónrecuerdos de viaje que hacia 1560 fue escrita por el florentino Galeotto Cei, y cuya primera versión en español (con la que trabaja la autora) es la publicada hace poco por José Rafael Lovera (Viaje y descripción de las Indias (1539-1553). Caracas: Fundación Banco Venezolano de Crédito, 1995). Antes de presentar la colección de voces de origen amerindio que reporta aquella relación, y que constituye la TERCERA PARTE de la obra de de Stefano (Vocabulario de Indigenismos), la autora nos introduce en el tema mediante un estudio preliminar en dos partes. En la primera (La relación de un viajero italiano en la Venezuela del siglo XVI) nos informa sobre la vida y obra de este italiano que * ** NOTA DEL COMITÉ DE REDACCIÓN: Reseña elaborada en mayo y entregada a presente durante ese mismo mes para su evaluación. Profesor Titular del departamento de Lingüística de la Escuela de letras de la Facultad de Humanidades y Educación de la ULA. Fundador de la Maestría en Lingüística y actualmente Coordinador General de postgrado de la Facultad de Humanidades y Educación. Autor de numerosos artículos sobre lingüística diacrónica, fonética y fonología del español venezolano, así como del libro Biografía de una Lengua, que en sus dos versiones narra magistralmente la historia del nacimiento y desarrollo del español, con un importante aporte sobre el español de América. 215 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 pasó momentos importantes de la historia de América en Santo Domingo y parte de la actual Venezuela, país al que llega en 1545. Aquí es testigo ocular del primer período de la conquista y colonización de la Provincia de Venezuela, gobernada entonces por los Welser; es, por tanto, el texto de Cei una fuente importantísima de primera mano en el que “describe un período [...] poco conocido; los territorios que atravesó apenas habían sido hollados por los españoles, y poco se sabía de las poblaciones indígenas que tan exhaustivamente describe nuestro viajero” (p. 8). La autora nos comenta que la relación de Galeotto Cei no es solo información basada en una experiencia personal “que lo lleva a detenerse en la vida cotidiana de europeos e indios, y a describir con mucho realismo y con un alto sentido de observación el mundo que le rodea” (p. 9), sino al mismo tiempo una crítica de la manera como los españoles entendieron y llevaron a cabo la “empresa americana”, poco práctica y eficaz, a su juicio. En comparación con los escritos de otros cronistas (oficiales o no) de Indias, el de este florentino no fue redactado con una finalidad ideológica, ni para complacer a ninguna autoridad y ni siquiera para incentivar a otros europeos a atravesar el Atlántico. Por el contrario, Cei desmitifica la abundancia y riqueza del Nuevo Mundo, él, que se embarcó hacia las Indias no para conseguir riqueza fácil sino para obtener ganancias de actividades mercantiles, actividades por lo demás obstaculizadas por las autoridades coloniales que no veían en el comercio de ganado al que Cei quería dedicarse una fuente de riqueza. El viajero florentino se revela en su relación como un agudo y perspicaz observador, detallista al extremo, y con tales características describe el mundo indígena que está descubriendo (la naturaleza, el hombre y la obra de sus manos), pero igualmente detiene su mirada en las nuevas realidades culturales que van surgiendo en la medida en que avanza la conquista y evangelización del Nuevo Mundo (por ejemplo, de Stefano nos dice que es el primero en describir la faena de reunir el ganado llamada rodeo). Nada se le escapa, todo lo describe y comenta y ello, según 216 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 nos lo dice de Stefano, con sencillez y amenidad, desde la visión del extranjero que vive una experiencia inédita pero que no se siente partícipe de la obra que en ese momento está llevando a cabo la corona de Castilla. En la SEGUNDA PARTE (El léxico indígena) Luciana de Stefano nos habla de la importancia léxica de la obra de Cei, de la metodología utilizada en la elaboración del repertorio léxico, y de algunos procedimientos que el viajero del quinientos utilizó a la hora de describir y explicar la realidad americana que estaba vertiendo en escritura. Dice la autora que “La importancia lexicográfica de la obra de Cei reside en el gran número de voces indígenas que registra, y en ser en muchos casos el primero en testimoniar muchos de esos vocablos. Pero no sólo los registra sino que nos ofrece exhaustivas descripciones de ese mundo americano” (p. 37), a veces acompañadas con sencillas y esquemáticas ilustraciones. Así, por ejemplo, en Cei se encuentra la primera descripción y el primer testimonio de la hayaca, así como el de la acepción figurada que tiene en Venezuela la voz guacharaca (‘persona que habla mucho’); basta ver las obras especializadas en las que se dan como primera documentación fechas mucho más tardías; de guacharaca, por ejemplo, se había dado el año de 1912, siendo que Cei, al hablar de esta ave americana y de su grito ensordecedor, puntualiza que “los indios a quien charla mucho lo llaman por el nombre de este pájaro” (p. 83). Con la relación de Cei muchas cosas relativas a nuestro léxico de origen amerindio deberán ser forzosamente revisadas. Luciana de Stefano expurgó el texto de Galeotto Cei y obtuvo 187 voces indígenas de distinto origen (muchas de ellas aún en uso en el español de Venezuela, otras ya desaparecidas) y las cotejó con una obra fundamental para el estudio de los amerindismos: el Amerikanistisches Wörterbuch de Friederici (1947), y con dos obras contemporáneas de la de Cei: la Recopilación Historial de Venezuela de fray Pedro de Aguado y las Elegías de Varones Ilustres de 217 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 Indias de Juan de Castellanos, ambas del último tercio del siglo XVI. De tal cotejo la autora nos dice que de aquel número de palabras que registra Cei, “76 faltan en Friederici” y que “son muchos los casos en que Cei es el primero en registrar los vocablos indígenas que aquí se estudian, lo cual hace evidente la importancia de esta obra que por tanto tiempo se mantuvo inédita y que puede considerarse como una fuente básica para el conocimiento de las voces propias de Venezuela” (p. 40). Termina esta parte la autora con observaciones de carácter ortográfico: Cei escribió su obra en italiano pero cuando transcribe las voces indígenas mezcla grafías y morfología del español con las de aquella lengua (v. gr. guacciaracca ‘guacharaca’, aiaccas ‘hayacas’), fenómeno que era de esperarse por las circunstancias particulares de la experiencia vivida en las Indias y por el destinatario de la relación. La ocasión es propicia para hacer aquí una observación grafofónica que creo interesante: Cei, como se ha visto, escribe la voz que designa el plato indígena con <i>: “aiaccas”, y no con <gli>, combinación italiana equivalente al dígrafo español <ll>, con lo cual ahora estamos seguros de que la pronunciación y, por consiguiente, la correcta grafía es con <y> (hayaca) y no con <ll>, como muchos se empeñan sin que haya ningún fundamento que la respalde. Para concluir quisiera reproducir, a manera de ilustración, lo que trae el texto sobre dos de las voces recogidas por Cei: una desaparecida del uso (adubona) y otra de tanto uso en nuestro país como es arepa, tal como están presentadas en la tercera parte de la obra de Luciana de Stefano (p. 53 y 55, respectivamente), para que el lector aprecie el trabajo (interesante y útil por demás) tanto de esta investigadora como de aquel florentino que anduvo por nuestras tierras: ADUBONA: “Llevan [los piaches] atavíos distintos a los que usan los demás, y he visto a algunos llevar, en vez de un calabacín, la verga envuelta en una hoja de maíz, que llaman adubona” (p. 108). 218 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 FRIEDERICI no la registra. Esta voz figura en el Vocabulario para la lengua Aruaca del año de 1765: addobona / “ojas de árbol” y en el Vocabulario de la lengua achagua de Neira y Ribero (1762); también se registra abana / ‘hoja’ así como en aruaco: ubana / ‘hoja’ (ADAM, Lengua caribe, p. 22); estos testimonios nos hacen pensar en un posible origen caribe. AREPA: “Hacen otra suerte de pan [con el maíz] a modo de tortillas, de un dedo de grueso, redondas y grandes como un plato a la francesa, o poco más o menos, y las ponen a cocer en una tortera sobre el fuego, untándola con grasa para que no se peguen, volteándolas hasta que estén cocidas por ambos lados y a esta clase llaman areppas y algunos fecteguas” (p. 23) Voz caribe. Podemos considerar a Cei como el primero en dar testimonio de arepa ‘pan de maíz’, palabra con tan larga vida en el español de Venezuela. FRIEDERICI recoge como primer testimonio de la voz al padre ACOSTA (1580), posterior a Cei. Aguado y Castellanos no la traen. Vid. fectegua. Esperamos que la obra de Luciana de Stefano tenga la suficiente expansión en los ambientes académicos, particularmente en los que tienen que ver con la historia y la lengua de nuestro país (y de América en general), para un mejor conocimiento de nuestro pasado y de nuestro presente. E igualmente sirva de incentivo para que muchos estudiosos vayan a esa interesantísima fuente documental que constituye el Viaje y descripción de las Indias de Galeotto Cei. Enrique Obediente Sosa, Universidad de Los Andes Mérida, 24 de mayo de 2004 219 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. 220 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 ROSTROS DE PARAGUANÁ M ÉRI DA(V EN EZ U ELA) Fundación Cultural Josefa Camejo. Grupo de Investigación Sobre Historiografía de Venezuela CDCHT-ULA. Grupo Tiquiba. 2002* Isaac López Teresa Bianculli** Escuela de Historia. Universidad de Los Andes Mérida- Venezuela Isaac López tiene muchos años haciendo y rehaciendo la historia de Paraguaná y del Estado Falcón. Licenciado en Historia por la Universidad de Los Andes desde 1994, regresa por concurso de oposición como profesor de planta a esta misma casa de estudios en el año 2002. Como autor, coautor y compilador de textos, es responsable de numerosas obras históricas sobre la región falconiana, ésta, que recibimos en Noviembre de 2003, es su trabajo más reciente. CUANDO LA HISTORIA NO ES TEDIO NI MERA ANECDOTA EL RELATO “Sé que mucho del interés por la historia se lo debo a aquellos días en los cuales los tíos visitaban a mi abuela, y pasaban largas horas hablando de un tiempo distante y remoto. Sé también que ellos amaron profundamente a su padre...” (P. 105) * Nota del Comitè de Redacciòn: reseña aprobada para su publicaciòn en junio de 2003 ** Historiadora, profesora adscrita al Dpto. de Historia Universidad Fac. de Humanidades y Educaciòn Universidad de Los Andes. 221 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 Tal vez podamos achacarle al tiempo o al desempeño haber alcanzado la gracia -o la sin razón- respecto de alguna que otra comprensión sobre este oficio, tal vez no. Algunas ocasiones se prestan para exponer lo comprendido, así, la de estas páginas de las que dejo testimonio. He llegado a creer, hasta la raíz, que este asunto de hacer historia no es inocuo y que la marca que deja es definitiva, que involucra, configura al oficiante y lo vuelve de una sola pieza, casi idéntica a aquello con lo que él construye su asunto, lo historiado, pero no siempre sucede. Cuando el que cuenta no es él mismo su historia, no nos está contando más que una ínfima parte, si acaso nimiedades. Cuando además de faltarle más de la mitad, no se da cuenta del imponderable de todo transmitir, peca el relato de ser soso mascullar de predicados, sin verbo que realice gesta alguna y sin sujeto que conduzca el habla a sus hogares primigenios, al eco que connotan los poetas, el “alma” de un pueblo. Otras veces, el oficio se desnuda de sus fines fútiles y de sus verdades. Cuando la historia no es tedio ni mera anécdota el relato, puede llegar a tocarnos algo tan certero como este legajo de semblanzas que edita Isaac López. Un libro sobre una gente y una tierra tan lejos de nosotros y tan cerca, que no parecen antiguos ni pasados, que no son sólo recuerdo, aunque tampoco presente, que no fueron en verdad hazaña alguna y que, sin embargo, como lo plasma este texto, han sido fundación, son gesta, ...”Creo que todo eso bien vale un recuerdo, una celebración, un brindis.” (p. 107) Isaac narra, sí, hace historia, aunque parece que caminara en alpargatas sobre mogotes de paja, con pasitos cortos, cuidadoso de los senderos por donde se arrastraron desvelos, que le dejaron memorias diseminadas en poemas y versos, como en las “Rosas” 222 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 para Genoveva Castro y lo de Weffer, “poeta maldito”; música y parrandas decembrinas, la de Eloísa Colman; relatos sobre hombres y mujeres del sitio, así: Leon Calles y Elisa Moreno, o inmigrantes como Miguel Geerman, reyertas heroicas, en la “Lección de Historia” que deja Domingo Hidalgo. Nada más que recuerdos de mar y sal, de amores y amoríos imposibles siempre entre imposibles amantes: la tierra quebrada, la lluvia esquiva para el escaso gesto, la aridez en fin, como santo y seña de un Nuevo Pueblo eterno, seco entre sol y playa. “Siendo niño miraba siempre pasar por las calles del pueblo un jepp Willis en el cual viajaba un grupo de adolescentes sonrientes, acompañados por un anciano de sombrero muy grande. ... No sé por qué extraña razón esa imagen se instaló en mí como el ideal de la felicidad....” (Cursivas del autor. p. 73) Isaac pone palabras en los papeles, pero no escribe. Parece que enhebrara delicados caracoles en la tosca cabuya del maguey, amansada en ancianas pantorrillas hasta volverse mecate, cordel fino, guaral de papagayo, hilo tenue para atravesar la espiral de las guaruras. No son noticias de antiguas cronologías lo que con él nos llega, no son relatos sobre espíritus silvestres de tierras inhóspitas o cultivadas ni arranques de emotividad telúrica, tamizada con el rigor del trabajo historiográfico. Tampoco es la mera vida, ni es inventario ecológico o de población -aunque en la península sería mejor hablar de despoblado-, y no es tema de estudio ni pasión. Su cuento es collar de historias ahileradas en la memoria afectiva, callados recuerdos y remembranzas que requieren ser escritos para vivirlos otra vez, porque ya en el corazón no caben y se aburren; que quieren ser confiados, entregados simplemente, sin exhibición de artificios, mas, con oficio, sin la censura metódica del bibliógrafo actualizado, mas con sentido, 223 Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17. Enero-Junio, 2004. Escuela de Historia, ULA. Mérida-Venezuela. Reseñas pp, 211- 223 con buen criterio. La palabra apenas recorre con respetuosa solicitud las reliquias familiares, esos amuletos de la tierra. “Vuelvo al azul, al remanso inmenso de las aguas... Vuelvo al azul para tratar de entender las claves, las significaciones”. (pp. 62- 63) De lo que se ama parece que no más se le puede hablar al que de amores conoce, y así, lo mentado en este libro no se queda en llegar a ser conversa ni diálogo; es historia, en el sentido en que sólo puede descubrírsenos en verdad como historia propia la que no nos requiere explicación anexa. “Yo mismo soy la verdad de lo que cuento, en el esmerado y candoroso modo de contarlo. Sin calificar ni rechazar, sin pretender ni reclamar. Sin dejar pedazos fuera, por bastardos. Sin adornar lo que brilló una vez, sin recordarlo. Toda esa madeja me conforma como el hombre que soy, y que ahora cuenta el modo en que mi pecho fue forjado para que quede nada más en la memoria y funde y forje en nuevos corazones remozada.” Paraguaná, así cantada con palabras de tinta vulnerable a pensamientos enamorados, puede ser ahora tradición transmitida. Su lúcido morar entre nosotros descansa en la tierra de los hombres y mujeres de antaño, ese vivo solar de rostros y de afanes que aún sostiene en la posibilidad de sensatez para este ahora, en el que se brega con el mismo sol y con la misma aridez calcinante, restrictiva. Paraguaná, en estas voces de Isaac López, es transmisión sosegada en el amoroso recuerdo. 224