Nuevos
Paradigmas
E C O - T E O L O G Í A
-
M O N O G R Á F I C O
N º 7
La Biblia
tenía otra razón
José María Vigil
La crisis epocal de la religión tal vez es una crisis de
crecimiento: las religiones (algunas) se están
transformando aceleradamente, y esta
transformación puede ser analizada
descomponiéndola en varios ejes de cambio, que
serían los «paradigmas emergentes» que
actualmente están desplazando a los que
estuvieron vigentes y que han marcado a la religión
durante milenios
1
José María Vigil
La Biblia
tenía otra razón
José María Vigil
Fuente:
https://www.academia.edu/23920465/11o_Encuentro_Internacional_de_CETR_2015_
Edita: Nuevos Paradigmas
https://paradigmanuev.wordpress.com
[email protected]
España
UE
Año 2022
2
La Biblia tenía otra razón
La Biblia
tenía otra razón
Ponencia presentada por el autor en el 11º Encuentro Internacional de CETR, noviembre
2015, hecho público el 1º de abril de 2016. El autor expone una síntesis del «nuevo
paradigma arqueológico bíblico» y de sus consecuencias. Muestra la convergencia entre
este paradigma y el paradigma pos-religional. Deduce que el valor y el significado de la
Biblia están más allá del descubrimiento de la no historicidad de algunos de sus más
grandes relatos, porque lo importante es «el relato que va por detrás de la construcción
de los relatos bíblicos». Y concluye extrayendo consecuencias que esta nueva visión tiene
para una reconceptuación «pos-religional» de la religión misma, es decir, para la
espiritualidad.
La preocupación de fondo o la hipótesis
de trabajo desde la que nos reunimos en
este onceavo Encuentro Internacional de
Can Bordoi y en la que enmarcamos
nuestras colaboraciones investigativas es la
de la crisis epocal de la religión. El
planteamiento que nos convoca insiste en
que tal crisis podría ser «la mayor tragedia
que haya sufrido nuestra especie a lo largo
de toda su historia»... Nos convocamos
aquí para tratar de arrojar luz sobre esa
crisis ya en curso, con el deseo de que,
tratando de comprenderla mejor, podamos
contribuir modestamente a que sea algo
menos trágica.
(algunas) se están transformando
aceleradamente, y esta transformación
puede ser analizada descomponiéndola en
varios ejes de cambio, que serían los
«paradigmas emergentes» que
actualmente están desplazando a los que
estuvieron vigentes y que han marcado a
la religión durante milenios, durante la
larga época que ahora está llegando a su
fin. No es ésta la única manera de estudiar
la transformación de la religión; es la que
venimos elaborando y ofreciendo desde
hace unos años, y por esa misma vía
queremos encaminar en este momento
nuestra aportación.
La crisis epocal de la religión tal vez es una
crisis de crecimiento: las religiones
Vamos a referirnos en esta ocasión a un
cambio de paradigma nuevo, poco
3
José María Vigil
conocido, que, no obstante, nos parece
que simboliza, en síntesis, lo que implican
otros varios cambios de paradigma
implicados en la transformación actual. Por
eso mismo, aun hablando de un paradigma
concreto, estaremos hablando un poco de
todos los demás. Creemos que ese cambio
de paradigma sintetiza emblemáticamente
la crisis actual de la religión, y que nos va a
dar pie para elaborar o al menos iniciar
reflexiones iluminadoras sobre el «tránsito»
que actualmente realizamos por esta crisis
religiosa. Nos estamos refiriendo al llamado
«nuevo paradigma arqueológico-bíblico»
(NPA).
El nuevo paradigma arqueológico bíblico
Ya existen publicaciones divulgativas sobre
el mismo, por lo que aquí nos limitaremos
a evocarlo sucintamente, sólo en lo que
nos parece necesario para posibilitar una
reflexión sobre él.
Las religiones abrahámicas llevamos a
nuestras espaldas más de tres milenios de
historia, treinta y tres siglos tal vez, como
se acostumbra a estimar. Las tres religiones
se basan sobre el convencimiento (la fe) de
que Dios ha intervenido en la historia
eligiendo y llamando a Abraham para
hacerlo padre de un pueblo original; con él
hizo una Alianza y le hizo unas promesas. El
cristianismo por su parte cree además que
en la plenitud de los tiempos de la historia
Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, que
fundaría una nueva religión, la Iglesia, que
pasaría a ser la depositaria de aquellas
promesas anteriormente hechas al pueblo
judío. El Islam considera que 600 años
después, a Mohamed, el sello de los
4
profetas, Dios le ha entregado la revelación
final, la que lleva a plenitud todas sus
concretas intervenciones anteriores en la
historia, con Israel y el cristianismo.
Religiones «históricas»
Los tres monoteísmos abrahámicos tienen
una identidad profundamente arraigada en
la historia. Es conocido en el ámbito
filosófico cómo la elaboración del
pensamiento histórico, el «descubrimiento
de la dimensión histórica», corresponde a
Israel más que a ningún otro pueblo. No a
Aristóteles, ni al pensamiento griego en
general. Sólo mucho más tarde, en el siglo
XIX, el historicismo revalorizaría esta
característica de Israel.
Los tres monoteísmos abrahámicos
sostienen, como base y fundamento de su
fe, una «historia de salvación», unos
acontecimientos históricos ocurridos en el
pasado como fruto de una intervención de
Dios en la historia, mediante los cuales Dios
mismo puso en marcha ese proyecto, una
historia de salvación, cuyo momento
presente ellas representan. Estas religiones
no se consideran, en manera alguna,
«iniciativa de los seres humanos», sino
iniciativa de Dios: es Dios mismo el que «ha
salido al encuentro de la humanidad» en el
pasado, mediante unos acontecimientos
históricos reales. Estas religiones se sienten
respuesta humana a un Dios que se ha
manifestado en la historia mediante unos
eventos salvíficos mediante los cuales ha
convocado a estos pueblos y les ha pedido
una respuesta, cuya concretización ellas
realizan. El relato de tales acontecimientos
histórico-salvíficos y el mensaje revelado
que vehiculan está recogido en las
La Biblia tenía otra razón
Escrituras de estas religiones. El mismo
credo o «símbolo de la fe» cristiano es en
sustancia un relato de unos hechos
histórico-salvíficos.
eso es por lo que, como vamos a decir, la
contribución del NPA implica un desafío
frontal.
Esta fundamentación imprescindible en
hechos registrados en la arena de la
historia se manifiesta en el conjunto de la
Biblia, pero aparece de una manera
explícita en las palabras de Pablo: «si Cristo
no ha resucitado, vana es nuestra fe» (1Cor
15,14). Aparece también en la praxis de la
Iglesia, que siempre ha exigido la fe en la
historicidad de los hechos narrados por el
relato histórico bíblico, actitud que en la
Iglesia católica ha perdurado hasta las
vísperas del Concilio Vaticano II, cuando en
1906 la Pontificia Comisión Bíblica de
Roma exigió oficialmente aceptar la
historicidad de la Biblia[1], por entonces
puesta en cuestión por la crítica bíblica
protestante.
Primeros pasos de la arqueología
La arqueología científica naciente
compartió esta preocupación; en efecto, en
1865 se funda en Inglaterra la real Palestine
Exploration Fund para subsidiar los
primeros pasos de la arqueología científica
inglesa; su objetivo declarado fue «verificar
que la historia bíblica es una historia real, a
la vez en el tiempo, en el espacio y a través
de los acontecimientos, a fin de ofrecer
una refutación a la increencia». Todavía en
la primera mitad del siglo XX el afamado
arqueólogo católico Roland De Vaux
confesaba: «Si la historia bíblica no es
verdadera, tampoco lo será su fe»[2]. De un
modo claro y permanente el cristianismo ha
proclamado, como uno de los artículos de
su fe y como el fundamento de la misma, la
veracidad histórica del relato bíblico. Por
Hace apenas 150 años que comenzó, muy
rudimentariamente, a finales del siglo XIX,
la arqueología con carácter científico. No
surgió de un modo laico, sino patrocinada
y llevada a cabo por personas e
instituciones creyentes. Los trabajos
arqueológicos estuvieron movidos
fundamentalmente por el deseo de
ponerse al servicio de la demostración de
la veracidad de las historias narradas en la
Biblia. De un modo muy plástico se suele
decir que las excavaciones arqueológicas
tradicionales se hacían «con la piqueta en
una mano y la Biblia en la otra»: la Biblia
guiaba el trabajo arqueológico, que se
ponía al servicio de la demostración de la
verdad de la Biblia. Se trataba de
encontrar el rastro de la presencia de los
patriarcas por las montañas de Israel, los
vestigios del diluvio, el rastro éxodo de los
israelitas saliendo de Egipto y su
peregrinación por el desierto. Se trataba
de comprobar el dato emblemático del
surgimiento de Israel en las montañas de
Canaán con su conquista de la Tierra, tan
ampliamente descrita por el libro de Josué.
Se esperaba encontrar los bellos palacios
del magnífico rey David, las imponentes
caballerizas del imperio de Salomón, etc.,
Tales eran los logros máximos que se
proponía alcanzar la «arqueología bíblica».
Fue emblemático a este respecto el
famoso libro Y la Biblia tenía razón, de
Werner Keller, que a la altura de 1955,
5
José María Vigil
creyó que ya podía demostrar la mayor
parte de las páginas de la historia bíblica.
Durante varias décadas se habló sin
reparos de «arqueología bíblica»... sin dar
mayor importancia al criterio científico
moderno de que una ciencia no puede
guiarse y estar orientada en función de
intereses religiosos. A finales del siglo XX
este panorama ha cambiado
profundamente. Hoy se prefiere hablar de
arqueología de Palestina, o arqueología
siro-palestina, porque ya no se acepta en
rigor el concepto mismo de «ciencia
arqueológico-bíblica»: si es una disciplina
verdaderamente científica, no podrá ser
«bíblica», supeditada al servicio de la
demostración de la veracidad de la biblia,
sino que habrá de ser autónoma, y
netamente científica, al servicio de la
búsqueda de la verdad, sea ésta la que
resulte ser. Estamos así ante un nuevo
planteamiento. El cambio se ha ido dando
muy gradualmente, pero podríamos decir
que la proclamación efectiva de este
«nuevo paradigma arqueológico» (NPA),
fue realizada también emblemáticamente
por la publicación en 2001 de otro libro, el
de Israel Finkelstein y Silbermann La Biblia
desenterrada, subtitulado: Una nueva
visión arqueológica del Antiguo Israel y de
los orígenes de sus textos sagrados. En los
pocos años transcurridos desde entonces
es mucha la literatura publicada en esta
misma línea, desde esta nueva visión de la
arqueología, desde este «nuevo paradigma
arqueológico».
visión arqueológica del Antiguo Israel, la
nueva visión de esa historia ancestral que
las tres religiones abrahámicas consideran
ser su base, su fundamento mismo:
–La arqueología no encuentra rastro de
Abraham y de los patriarcas, que más bien
se consideran protagonistas de leyendas
elaboradas mucho más tarde con finalidad
religiosa.
–No hay rastro arqueológico de la
presencia del pueblo hebreo como tal en
medio de un país como Egipto, cuya
documentación conservada y redescubierta
es tan amplia hoy día, que no es plausible
pensar que pudiese haber acontecido –y
con las grandes dimensiones que le
atribuye la biblia– y no hubiese huellas en
los registros del país.
Deconstrucción que plantea la
arqueología de nuevo paradigma
–Otro tanto ocurre con el éxodo, tanto con
la salida misma de Israel desde Egipto,
cuanto con la subsiguiente peregrinación a
través del desierto: no aparecen vestigios
de tal hecho (que según las Escrituras
correspondería al movimiento de una
población de unas 600.000 personas,
durante 40 años) en los detallados registros
de las bien custodiadas fronteras de Egipto
(registros por otra parte hoy
arqueológicamente recuperados). Tampoco
es posible ubicar con seguridad el Monte
Sinaí u Horeb, donde se consumó la
formación del pueblo de Israel con la
Alianza sellada con Moisés; son varias las
ubicaciones que se le atribuyen, algunas
fuera incluso de la península que lleva su
nombre.
Hagamos una síntesis elemental de lo que
hoy se considera, grosso modo, la nueva
–La nueva arqueología niega la Conquista
de la Tierra Prometida, comandada por
6
La Biblia tenía otra razón
Josué. Con pruebas en la mano, esta
arqueología no suscribe la veracidad de los
relatos de la conquista, pues en muchos
casos aquellas ciudades conquistadas hoy
sabemos que no existían todavía en el
tiempo al que correspondería la
«conquista»; más, la nueva arqueología
cree estar en condiciones de mostrar que
los israelitas que supuestamente
desplazaron a los cananeos y los
sustituyeron en el poblamiento de las
montañas de Canaán, no procedían de
fuera del territorio (creados como pueblo
por el designio de un Dios que los sacó de
las entrañas de Abraham de Ur y los hizo
finalmente asentarse allí, como la tradición
bíblica firmaría), sino que eran autóctonos
de lugar, indígenas, es decir, cananeos.
–Para la nueva arqueología, David y
Salomón... sí parecen haber existido, pero
no el David y el Salomón de los relatos
bíblicos. Jerusalén no ha existido como
ciudad mínimamente desarrollada antes del
siglo VIII, y los restos encontrados de la
Ciudad de David (supuestamente de finales
del siglo X), de ninguna manera avalan la
posibilidad de que fueran la capital de un
imperio; tal vez fueron habitados unos
caciques locales tribales, no por los reyes
magníficos del extensísimo imperio que los
relatos bíblicos de la «monarquía unida» les
atribuyen. No tenemos nada fuera de la
Biblia para probar la existencia de
Salomón[3].
–En esos siglos, del X al VIII, en los que
para los relatos bíblicos parece no ocurrir
nada importante en el norte de Israel, la
nueva arqueología cree poder demostrar lo
contrario: tiene testimonios fehacientes de
la existencia de un «Reino olvidado»[4],
Israel del Norte –entidad política diferente
de Judá–, que fue una gran potencia,
reconocida por los reinos limítrofes, que
llegó a dominar hasta el desierto del Sinaí,
incluyendo a Jerusalén en ese dominio.
Para esta pequeña síntesis, no hace falta
que aportemos más datos arqueológicos
contrastantes con los «hechos históricos»
que fundamentan la religión judaica, por
razones de brevedad. Por otra parte, al
lector le resultará fácil ampliar la
información porque las fuentes son muchas
y muy accesibles, y porque han sido
popularizadas con una buena difusión,
incluso en videos de Youtube y
documentales excelentes de algunos de los
más potentes canales educativos de
televisión.
Lo dicho basta para mostrar la gravedad
del desafío que este nuevo paradigma
arqueológico lanza pues tanto sobre esa
«historia» bíblica, como sobre la historia y
la identidad de Israel como pueblo y como
Estado, así como también sobre la religión
judía fundamentada sobre esos mismos
hechos históricos, y en definitiva, sobre las
tres religiones abrahámicas, a las que en
principio estamos limitando nuestra
perspectiva.
Efectivamente, se trata de una crisis de
religión
Si todos aquellos eventos «históricos»
constituían el fundamento de las religiones
abrahámicas, y tales eventos históricos se
revelan ahora –por efecto del NPA– como
no históricas, es obvio que sobreviene a la
religión una crisis, y una crisis grave. Si
7
José María Vigil
Abraham no existió, ¿de quién es hijo el
pueblo judío? Si nunca existió, ¿qué
significa que Dios lo llamó, y que
llamándolo a él llamó al pueblo que sacó
de sus entrañas? ¿Con quién hizo Dios la
Alianza que puso en marcha la supuesta
«historia de la salvación»?
dice que tales hechos fundacionales no son
históricos? ¿Dónde queda, cómo
reentender la identidad que de aquellos
hechos derivaba para el pueblo (étnico) de
Israel, para la religión judía, para la religión
cristiana o para las raíces del Islam? Se trata
de una crisis de sentido y de identidad.
Si no se dio el éxodo, la liberación de
Egipto, que era la experiencia fundamental
constituyente de la identidad del pueblo
de Israel, ¿cuál sería en realidad su
identidad?
No es la primera vez
Si no existió Moisés, que formó al pueblo
acompañándolo por el desierto durante 40
años, suscribiendo la renovación de la
Alianza y recibiendo las tablas de la Ley,
¿dónde queda el significado constituyente
que todos aquellos acontecimientos
tenían? ¿Dónde y a quién fue revelada la
Ley?
Si los israelitas eran en realidad cananeos...
¿dónde queda la novedad de un pueblo de
Israel surgido de las entrañas de Abraham
por la fuerza milagrosa de Dios, un pueblo
que ahora descubrimos que es pueblo de
Canaán, uno de tantos pueblos que han
poblado y se han sucedido en este siempre
efervescente «Creciente fértil»?
Si los magníficos David y Salomón bíblicos
no fueron como creíamos, ¿dónde queda la
gloria del linaje de la Casa de David, de la
ciudad de David, del Hijo de David, de la
estrella de David...?
Si aquellos hechos históricos
fundamentaban las religiones abrahámicas,
¿en qué queda el valor de éstas cuando la
«nueva información» que nos trae la ciencia
de la arqueología de nuevo paradigma nos
8
En efecto, las crisis religiosas subsecuentes
a una ampliación del conocimiento son ya
un fenómeno que nos resulta conocido. Lo
hemos vivido sobre todo en las situaciones
de cambio de paradigma, cuando un nuevo
conocimiento pone en jaque no sólo
detalles de la cosmovisión vigente, sino la
cosmovisión misma en su conjunto. Por
ejemplo, cuando Galileo se adelantó a su
tiempo anunciando la nueva visión
heliocéntrica, que contradecía datos
estructurales de la vieja visión geo-teocéntrica medieval que se consideraban
constituyentes del patrimonio mismo de la
fe. La «nueva información» proporcionada
por la ciencia era tan inesperada y
decepcionante para la visión tradicional
vigente, que la Inquisición no pudo menos
de condenar y perseguir la nueva visión.
Al final del siglo XVIII, Reimarus escribió su
obra Acerca del propósito de Jesús y sus
discípulos, pero no la publicó, porque se
daba cuenta de que iba a causar una gran
conmoción; sólo la pasó a algunos amigos
como una obra anónima. Su estudio, que
desmitificaba mucho de lo que hasta
entonces había sido dicho y creído sobre
Jesús, era también, de alguna forma,
«arqueología textual», aplicada a los
evangelios y a la fe en Jesús. Fue Lessing
quien tras la muerte de Reimarus se atrevió
La Biblia tenía otra razón
a publicar la obra, por fragmentos, lo que
le valió la ira de muchos. «El escándalo
resultó tan grande que muchos estudiantes
de teología se sintieron perdidos y buscaron
otra profesión»[5].
creativa, o ficción interesada aunque
bienintencionada, construcción nuestra en
todo caso.
Hoy día, ante el «escándalo» de la nueva
arqueología, hay grupos que experimentan
la misma vivencia de los seminaristas
escandalizados por Reimarus: los hay que
pierden la fe en todo el conjunto de los
relatos bíblicos, que dudan de su
veracidad, o que pasan a despreciarlos por
considerarlos invenciones legendarias sin
sentido; hay quienes desertan de la
esperanza de poder comprender y optan
por el agnosticismo, engrosando ese sector
de población creciente que el Pew Center
llama the non ailiated, personas que se
sienten religiosas, o con dimensión
espiritual, pero que no pueden aceptar las
teologías ni los relatos de una determinada
religión[6].
Somos homo et mulier sapiens. Ser sapiens
forma parte de nuestra naturaleza. No
somos sólo hardware; somos también
software, somos conciencia, conocimiento,
información. Para ser nosotros mismos,
para sobrevivir incluso, necesitamos
reproducir noéticamente el mundo en
nuestro interior, en nuestra conciencia,
mediante la información, para estar
orientados, para tener respuestas prontas a
nuestras incesantes preguntas, para
concienciar quiénes somos, dónde
estamos, y qué explicación y qué sentido
tiene la realidad que somos y la que nos
rodea. Y para llenar las grandes cavernas
de nuestro corazón, nuestra necesidad de
sentido, nuestra sed de belleza y de
trascendencia, de experiencia espiritual...
Somos homo sapiens en el sentido más
amplio: sapiens, venerans, adorans, amans...
Lo que está ocurriendo en torno al NPA es
«un caso más» del conflicto de la fe con la
ciencia. La ciencia avanza, con métodos
propios, y autónomamente, sin
dependencia ni sumisiones respecto a las
religiones, y cada vez mejores tecnologías y
con mayor potencia. Y, así como avanza, en
otro sentido la ciencia también retrocede,
es decir, vuelve hacia el pasado,
desentierra la historia, pone al descubierto
los caminos que hemos recorrido en
nuestro desarrollo histórico, ofreciendo
«nuevas informaciones» que desvelan la
verdad o la falsedad de las bases históricas
sobre las que creíamos estar asentados;
ahora podemos descubrir que relatos que
creíamos históricos, han sido más bien
imaginación genial, certera intuición
Qué es lo que nos está sucediendo
Como recuerda Karen Armstrong, este
homo sapiens se ha caracterizado desde
sus orígenes por la necesidad que ha
experimentado siempre, de crear relatos
que pongan su vida en un contexto más
amplios»[7]. Ése ha sido, dice Armstrong, el
origen y la finalidad del mito: cubrir,
rellenar una zona de la realidad para cuya
representación no tenemos otra vía de
acceso que el combinado genial de nuestra
curiosidad, nuestra ignorancia, nuestra
necesidad, nuestra intuición y nuestra
imaginación. Esta realidad compleja ha
producido visiones geniales, relatos
cautivadores, imágenes inimaginables,
9
José María Vigil
creencias poderosas, utopías
transformadoras... y casi siempre, todo ello,
mediante mitos inspiradores sumamente
inspirados. Sin todo ese software,
sencillamente, no podemos sobrevivir: nos
asfixiamos, morimos de angustia, nos
desesperamos. Por el contrario, con estos
componentes de software, la vida se nos
hace posible, encuentra sentido, se nos
hace sabrosa, la sentimos sagrada, nos
hace experimentar una «transcendencia»
que nos lleva más allá de ella misma. Con
todo ello, hemos resultado viables, y hemos
llegado hasta aquí.
Fue bajo una epistemología que llamamos
mítica como las religiones –no la
religiosidad misma– hace menos de cinco
mil años fraguaron y comenzaron a
configurar las religiones, sistemas de
creencias, ritos, normas morales, escrituras
sagradas... Lo hicieron, milenariamente, de
un modo colectivo, anónimo, con los
escasos recursos de conocimiento
disponibles. Para dar seguridad y fijar las
fórmulas exitosas colectivamente halladas,
dichas fórmulas fueron atribuidas a Dios y
respaldadas por el convencimiento total de
la historicidad de su intervención en el
origen y el acompañamiento a nuestra
propia religión. Sobre esas suposiciones
tradicionales, sobre esos supuestos acríticos
las religiones han funcionado durante varios
milenios.
Estamos ahora en unos tiempos de la
evolución biológica en los que, desde hace
unos pocos siglos, se ha disparado la
revolución científica, que no hace sino
profundizarse constantemente, con un
método científico radicalmente diferente al
10
de la «epistemología mítica». Los conflictos
de la ciencia con las creencias religiosas
han sido recurrentes en los últimos siglos,
como es algo bien conocido. La novedad
hoy radica sólo en el hecho de que, por
obra de la nueva arqueología, el conflicto
entre la fe y la ciencia ha llegado al punto
más sensible: al descubrimiento «científico»
de que los supuestos hechos históricos que
fundamentaban nuestra religión, no son
realmente históricos, sino creación nuestra.
Tal vez la novedad no es realmente
novedad de contenido –porque ya lo
sospechábamos hace tiempo–, sino de
grado, en cuanto que la nueva arqueología
ha sustituido las sospechas por unas
nuevas certezas. Todo esto es lo que está
detrás del llamativo desafío del paradigma
arqueológico-bíblico.
Convergencia entre el nuevo paradigma
arqueológico y el paradigma posreligional
Señalemos varios signos de esta
convergencia, sugiriendo su posible
significado:
–Los dos paradigmas implican, o al menos
evocan, el final, o la superación de la
«religión-religional». Y entre los dos,
creemos que el pos-religional es el
paradigma más amplio, el que abarca de
alguna manera al arqueológico como una
forma menor que se podría incluir en el
paradigma mayor.
–No es un fenómeno netamente negativo,
sino globalmente positivo. En efecto: se
trata del desarrollo de la historia humana,
del crecimiento interior de nuestra especie,
La Biblia tenía otra razón
que vive un intensificado proceso de
ampliación y profundización del
conocimiento, lo que produce un
desplazamiento de supuestas certezas, que
ahora revelan su falta de fundamento. Se
produce con ello, obviamente, una crisis,
sí, una crisis inevitable, pero una crisis que
es bueno afrontar, y que ha de ser saludada
con alegría, pues va a resultar positiva: una
«crisis de crecimiento». Producirá, como es
lógico, desconcierto, desorientación, y
sufrimiento... que sólo deberán ser
temporales, y que podrían ser acortados, si
no evitados (ésta es una de las
preocupaciones centrales de nuestro
Encuentro).
–La crisis que provocan ambos paradigmas
se inscribe en el marco de la evolución
universal, constante y que todo lo abarca,
que siempre va dejando atrás formas viejas
que acaban resultando superadas y que se
extinguen, siendo sustituidas por nuevos
movimientos que representan saltos
cualitativos hacia delante. Contrariamente
a lo que hemos pensado tradicionalmente,
todo está en evolución incesante, y
siempre está presente tanto la posibilidad
transformación como la de extinción.
Lo importante en este momento es que
parecería que estamos accediendo a una
forma nueva, a un nuevo nivel de aquello
que hemos llamado religiosidad. Ambos
paradigmas, pos-religional y de la nueva
arqueología, están ahí provocando y
empujando ese salto cualitativo que
posiblemente ya está en curso[8].
–La actitud más recomendable ante esta
situación debe ser una actitud proactiva:
analizar lúcidamente la situación,
entenderla, acogerla, aceptarla,
acompañarla, responder sin miedo y con
creatividad, asumiendo la libertad y la
responsabilidad que nos cabe. Tenemos
derecho a vivir creativamente nuestro
propio tiempo. No estamos condenados a
repetir indefinidamente las soluciones que
nuestros ancestros idearon genialmente en
otro momento de la historia... Eso fueron
las religiones que en aquellos momentos la
humanidad construyó, y por eso las
religiones tienen especial obligación de no
someternos, de reconocer nuestra libertad,
y de estimularnos a ejercer nuestra
obligación de ser creativos[9].
–Como el pos-religional, el nuevo
paradigma arqueológico-bíblico no
conlleva necesariamente actitudes
derrotistas o nihilistas respecto a la religión.
Sólo reacciones precipitadas a este
incipiente nuevo paradigma arqueológico
explicarían una actitud semejante. La crisis
que hay que atravesar es profunda, pero
no es intransitable. Las religiones no
pueden continuar... tal como están, tal
como han estado funcionando en el mundo
tradicional... que ya se está acabando. O se
renuevan, o van a desaparecer, si, como
parece, también está desapareciendo ese
mundo cultural religioso tradicional. Pero
las religiones podrían transformarse,
estamos convencidos. Es cierto que
parecen «no estar pudiendo». Los
creyentes de base deberíamos entender
que nos debemos más al imperativo de
creatividad y a la necesidad de ayudar a la
humanidad a superar esta crisis, que a la
repetición intemperante de lo mismo de
siempre por obediencia a las temerosas
jerarquías.
11
José María Vigil
Prospectiva, ACTUAR
Respecto al nuevo paradigma
arqueológico-bíblico
–En vez de resistirse a afrontarlo,
aceptándolo sólo arrastras, a hechos y
evidencias consumados, en vez de dejar
que vaya derrumbándose la religión agraria
y la humanidad vaya quedándose privada
de sus beneficios, convendría coger el toro
por los cuernos, y plantearse la
conveniencia de llevar hasta el final la
deconstrucción, reconociendo que:
–Determinados eventos histórico-salvíficos
de la «Revelación» no son históricos, como
está mostrando la arqueología bíblica de
nuevo paradigma;
aquellos visionarios intuitivos que en
aquella situación desesperada del pueblo
supieron reinventarse a sí mismos
recreando su religión. Este «relato por
detrás del relato» es sumamente inspirador
para nosotros en nuestra actual situación
religiosa, tan parecida a aquella que
atravesaba el pueblo de Judá cuando creó
el relato bíblico;
–Descubrir que aunque la Biblia no tuviese
objetividad histórica, aunque no tuviera ese
tipo de «razón»[10], tiene «alma»[11], tiene
subjetividad, tiene otro tipo de razón: el
impulso más profundo de la naturaleza y de
la realidad cósmica, que en nosotros se
desborda en creatividad espiritual;
-No hay que ocultar esta crisis; al contrario,
hay que afrontarla, exponerla, divulgarla,
–La religión no es «iniciativa histórica de
Dios»... sino iniciativa, construcción nuestra; ayudar a las comunidades a reflexionar
sobre ella y a asumir las lecciones positivas
no es que Dios nos salió al encuentro
(aunque pueda valer la metáfora), sino que que nos trae, ayudar a tomar de ella
inspiración para continuar recreando la
nosotros logramos superar la angustia del
esperanza y la religiosidad. (Aquí,
sinsentido y supimos recrear la esperanza;
obviamente, hay que tener en cuenta el
no es que la Biblia cayó del cielo, sino que
problema del equilibrio entre la prudencia
la escribimos aquí en la tierra; no es que la
pedagógica y la audacia profética, pero no
revelación fue un don de Dios venido del
hay que tomar como criterio pastoral el
cielo, sino la obra de un pueblo que se
miedo de las jerarquías institucionales).
recreó a sí mismo;
–Se puede proclamar teórica y
prácticamente la posibilidad de ser
religioso sin relatos escriturísticos que haya
que tener por ciertos, y sin necesidad de
fundamentos históricos...
–Desde nuestros nuevos paradigmas, lo
importante ya no es la supuesta
historicidad del relato bíblico, sino «el
relato que está detrás del relato», o sea, el
drama y la gesta humana vivida por
12
Conviene llegar al fondo de la
problemática y plantear y responder los
interrogantes más profundos que este
paradigma plantea, que no son los de la
historicidad o no de los supuestos eventos
salvíficos protagonizados por Dios y
recogidos en el relato bíblico, sino la
reconsideración de la naturaleza misma de
la religión: entonces, ¿qué es la religión?,
¿qué es la espiritualidad? Replantear el
elemento religioso/espiritual de la
La Biblia tenía otra razón
humanidad para el nuevo tipo de ser
humano que ya no puede apoyarse en
aquellos viejos mecanismos
epistemológicos ni aquellas supuestas
certezas histórico-salvíficas...
ha vivido y expresado su razón y sus
anhelos más profundos a través de la
religión.
Hemos creído tradicionalmente que la
religión es la que nos hacía espirituales...;
No hace falta que imponer este nuevo
hoy más bien sabemos que es nuestra
formato de religiosidad, pero sí es de
espiritualidad connatural la que nos ha
justicia que se haga lo posible porque
hecho «inventar» las religiones. Las
nadie se quede sin el apoyo que su
religiones no nos hablan sólo de Dios, sino
religiosidad necesitará para no
de nosotros mismos; y lo que la nueva
derrumbarse en esta crisis que viene. Nadie arqueología nos dice de las religiones, es
debe desmoronarse en su espiritualidad
de nosotros de quienes lo está diciendo. La
por no ser ayudado a comprender que esta nueva arqueología se convierte así, en
«nueva información» científica de la
sentido amplio, en verdadera antropología.
arqueología de nuevo paradigma, no es
–Las religiones, y su símbolo más
una decepción nihilista, ni el supuesto fin
significativo, sus Escrituras sagradas, deben
de la religión, sino, al contrario, una
inspiración fecunda para que la humanidad ser apartadas del tema de la verdad, de la
transite hacia un nivel superior, y encuentre certeza, de la objetividad y de la
historicidad. Ciertamente que en la época
la salida (nueva) que necesitamos.
pasada ellas han echado mano de estos
Optimismo y esperanza que emanan del
recursos, y mucho, y lo han hecho para
NPA
absolutizar sus creencias y sus normas y
–El NPA, con la «nueva información» de sus asegurar así su servicio a la humanidad.
Pero la ciencia, la nueva arqueología nos ha
descubrimientos científicos, devuelve el
hecho caer en la cuenta de que ello ha sido
protagonismo del campo religioso a los
un mero recurso retórico funcional. Hoy
seres humanos. Desde siempre, cada
religión estuvo pensando que la iniciativa y hemos perdido la ingenuidad con que les
creímos –y cuánto dolor, enfrentamientos,
el protagonismo eran absolutamente de
herejías, inquisiciones y guerras tuvimos
Dios... La nueva arqueología nos reconoce
que sufrir colateralmente por ello–. Aunque
a nosotros el protagonismo histórico
mucha humanidad todavía no se ha
religioso: somos nosotros quienes hemos
apercibido de la nueva visión que la ciencia
construido las religiones, y ha sido una
construcción genial: a pesar de que a estas nos da hoy de nuestro pasado religioso,
alturas del desarrollo humano su estructura hay un número creciente de hombres y
mujeres que perdieron la ingenuidad y que
axiológica tradicional comienza a ser
ya no podrán recuperarla: necesitarán otro
obsoleta y necesita un fuerte ajuste, han
tipo de sistemas religiosos para expresar su
cumplido su papel[12]de instrumentos de
espiritualidad. Tal vez las religiones podrán
supervivencia, y sin ellas no hubiéramos
sido viables; la mayor parte de los humanos seguir siendo religiones, pero habrán de
13
José María Vigil
serlo en ese caso de otra forma: deberán
ser ‘religiones’ sin verdades, sin dogmas,
sin hechos históricos fundantes atribuidos a
la intervención electiva de Dios, y deberán
renunciar a la absolutización de sus
fórmulas de forma que no nos priven de la
libertad de seguir ejerciendo nuestra
creatividad religiosa-espiritual, sin quedar
cautivos de nuestras propias obras, las
religiones que construimos en el pasado o
las formas religiosas/no religionales[13]que
podamos encontrar en el inmediato
futuro...
–De ninguna manera las religiones van a
ser licenciadas ni tiradas al basurero de la
historia... Que aquellos hechos histórico–
salvíicos fundantes que cuentan sus relatos
no sean verdad histórica no significa que
sean ficción o fantasía, o meras leyendas
religiosas del folclore de la cultura... Detrás
del relato (no sólo «entre-líneas», en la
arqueología textual oculta que los
métodos histórico-críticos pueden
descubrir en ellos), hay otro relato humano,
existencial, espiritual, supremamente
inspirado, en un nivel de profundidad en el
que hoy descubrimos que está su
mismidad más honda. Después de haber
sido geniales en las coyunturas de la
creación y recreación de las religiones, nos
hemos olvidado de ello (nos hemos tapado
los ojos) y nos hemos sometido «a las
obras de nuestras manos», autosecuestrándonos bajo su poder –tal vez fue
un precio evolutivo que hubimos de pagar
en aquel momento–. El descubrimiento de
que hay «un relato que corre por detrás del
relato» nos devuelve a la verdad más
profunda, nos reconvierte a nosotros
mismos para un nuevo tipo de religión, la
14
que podemos/necesitamos (re)crear en
esta coyuntura, tan parecida a la que
vivieron nuestros ancestros religiosos
cuando también ellos se vieron obligados a
recrear su religión. Hoy, lo que nos
descubre el NPA arroja una inmensa luz
sobre nuestra capacidad de constructores
de religiones...
Hay que insistir en que de ninguna manera
el NPA –como tampoco el paradigma posreligional– niegan ni despiden para
siempre a las religiones... Lo que afirman
es simplemente la necesidad ineludible de
superar estructuras de los sistemas
religiosos que han quedado sobrepasadas
como efecto de la transformación que el
ser humano está experimentando por el
proceso evolucionario de la ampliación del
conocimiento, y de los diferentes cambios
de paradigma que están teniendo lugar
dentro de ese proceso. Ahí se ubica
también el NPA. Los descubrimientos del
NPA no destruyen las religiones; eso sí,
impiden seguir viviéndolas del mismo
modo ingenuo tradicional. Y en este caso
ya no nos será posible recuperar una
segunda ingenuidad; se tratará más bien
de llevar nuestra espiritualidad a un nivel
más profundo de vivencia. En esa tesitura,
las religiones pueden decidir: o se quedan
dónde están, sirviendo a los miedosos y a
los desinformados (que no siempre son los
mismos), o aceptan la evolución y la
metamorfosis que les corresponde.
En todo caso, más allá de un primer
momento de sorpresa, de desconcierto, de
decepción o de escándalo que los
descubrimientos de la nueva arqueología
puedan producir en nosotros si estábamos
La Biblia tenía otra razón
muy alejados de las adquisiciones no tan
recientes de la crítica bíblica con sus
métodos histórico-críticos en combinación
con las demás ciencias, cabe pasar a una
actitud serena de comprensión del
necesario salto de conciencia y de
espiritualidad que esta «pérdida de la
ingenuidad» nos obliga a dar. Conceptos
como cambio epocal, cambio cultural,
metamorfosis espiritual, nuevo tiempo
axial, salto evolutivo, cambio de especie...
remiten a otros tantos conocidos enfoques
que pueden ayudar a comprender que, en
esta perspectiva de nivel más alto que se
abre, estamos ante una situación que bien
pronto alcanzará, gradualmente, su carácter
de normalidad.
En buena medida, podemos decir que para
superar esta crisis, hay que provocarla y
darla a conocer, para afrontarla y
procesarla. Y hay que hacerlo también por
honestidad: ya no cabe seguir fingiendo
ingenuidad. Sólo pueden seguir creyendo
como antaño los des-informados, quienes
no han accedido a las informaciones
recientes de la nueva arqueología. Por eso,
no hacemos un buen servicio a nuestro
pueblo cuando callamos, cuando seguimos
leyendo los textos bíblicos «como si Darwin no
existiera» [14], o como si el NPA no estuviera
ya en curso.
Ante la posible «mayor tragedia que haya
sufrido nuestra especie a lo largo de toda
su historia» –como decíamos al principio–,
debemos eliminar tanto lo que sea ceguera
ante las nuevas luces, como lo que sea
freno a las respuestas de creatividad
espiritual. Es urgente experimentar y
probar que «otra espiritualidad es posible»,
que es posible ser religioso sin ser
religional, ser espiritual sin necesidad de
apoyarse literalmente ya en determinados
relatos escriturístico-míticos de
intervenciones históricas de la divinidad...
Tiene que ser posible romper el cerco
sofocante del vivir encerrados dentro
únicamente de las referencias de los libros
sagrados. Ha de ser posible –y hay que
probarlo– otro modo de religiosidad o
espiritualidad abrahámica, vivida incluso
sobre la convicción de que Abraham y los
patriarcas nunca existieron más que en la
mente y en el corazón de aquellos geniales
visionarios judíos de los siglos VI-V que los
(¿re?)crearon. Es urgente dejar de mirar al
pasado, dejar de sentirnos rehenes de las
formas religionales «absolutizadas» de la
tradición, y seguir el ejemplo y la
inspiración de la genialidad religiosa que
revela «el relato detrás del relato» que la
NPA nos ha permitido reconocer.
NOTAS
[1] He aquí algunas de sus solemnes
declaraciones oficiales: «No se puede
admitir que los libros históricos de la Biblia
sean sólo parcialmente históricos o que no
narren una historia propiamente tal y
objetivamente verdadera» (DS 3.373). No
se puede firmar que el Pentateuco no
tenga como autor a Moisés, sino que
proceda de fuentes posteriores a él (DS
3394). El apóstol Juan, y no otro, es el
autor del cuarto evangelio, y las razones
críticas en contra carecen de valor (DS
3.398). No se puede firmar que los hechos
narrados en el cuarto evangelio sean total
o parcialmente alegóricos o simbólicos, ni
15
José María Vigil
que las palabras puestas en labios de Jesús
no sean “propia y verdaderamente”
discursos del Señor (DS 3.400). No se
puede firmar que la segunda parte del libro
de Isaías (40-56) no tenga como autor a
este profeta, sin que obsten los
argumentos filológicos, lingüísticos y
estilísticos en contra» (DS 3.507-3.508).
Carecen de fundamento histórico los
argumentos que niegan un sentido
histórico literal a los tres primeros capítulos
del Génesis (DS 3.512).
[2] Cfr. VAN HAGEN, John, Rescuing
Religion. How faith can survive its
encounter with science, Polebridge Press,
Salem, Oregón USA, 2012, p. 15
[3] Israel FINKELSTEIN, entrevistado por
Antonio Carlos FRIZZO, en Revista
ESPAÇOS, del ITESP, 23/1 (2015) 57-66,
São Paulo.
[4] Es el título del libro de I. FINKELSTEIN,
he Forgotten Kingdom. he archaeology
and history of Northern Israel, Society of
Biblical
[5] Albert SCHWEITZER, Geschichte dere
Leben-Iesu-Forschung, ed. Siebenstern,
München/ Hamburg 1976, p. 67.
[6] he global religious lanscape: http://
www.pewforum.org/2012/12/18/globalreligious-landsca- pe-exec/
[7] ARMSTRONG, Karen, Breve historia del
mito, Salamandra, Barcelona 2005, p. 12.
[8] Presentar cuáles sean esos rasgos
estructurales de la vieja forma religional, y
cuáles sean los rasgos de la nueva forma es
un tema muy importante que no podemos
16
incluir aquí; lo hemos tratado
detalladamente en Humanizar la
humanidad: recentrando el papel futuro de
la religión, en Revista HORIZONTE (PUCMinas, de Belo Horizonte, MG, Brasil),
37(2015) 319-359.
[9] Cfr el bello testimonio de K.L.
SESHAGIRI: «Los ríos deben de fluir y las
personas religiosas madurar, sin estancarse.
Tenemos que ser creadores de la historia,
no sus víctimas. No nacimos para vivir
dentro de límites estrechos. Tenemos que
replantear nuestros problemas en este
nuevo contexto». En Teología interreligiosa:
una perspectiva hindú, VIGIL (org), Hacia
una teología planetaria, col. «Por los
muchos caminos de Dios», vol. V, p. 152.
[10] Aquel tipo de razón que el ya citado
Werner KELLER creyó demostrado que
tenía en su La Biblia «tenía razón».
[11] Cfr. VILLAMAYOR, Santiago, La Biblia
no tiene razón, tiene alma,
VOICES-2015-3&4 (ea- twot.net/VOICES),
pág. 279-297.
[12] Entre otros papeles, obviamente.
[13] Sobre la distinción entre religioso y
religional, cfr. «Hacia un paradigma posreligional. Propuesta teológica», en: http://
eatwot.net/VOICES/
Voices-2012-1heologicalProposalMultilingu
al.pdf
[14] Diego BERMEJO, Pensar después de
Darwin. Ciencia, filosofía y teología en
diálogo, Sal Terrae-Comillas, SantanderMadrid 2014, pág. 10.