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ASPECTOS ECOLÓGICOS
CONSIDERACIONES ECOLÓGICAS SOBRE LAS PLAGAS Y LOS
CAMPOS DE CULTIVO
Para comprender las causas primarias de la existencia de las plagas y los
factores que afectan en sus densidades, hay que conocer las interrelaciones
que existen entre ellas y los demás factores del campo de cultivo. Como
paso previo hagamos un análisis de la naturaleza no perturbada. En ella
conviven con relativa armonía diversas especies de animales y plantas. Entre
las plantas, entre los animales y entre las plantas y animales se presentan
una serie de interacciones. Tales interacciones se han estrechado y
acondicionado mutuamente por medio de su evolución conjunta durante
siglos o milenios bajo las condiciones físicas y biológicas que se dan en el
lugar. En las condiciones naturales, raramente se producen perturbaciones o
cambios catastróficos dentro de la comunidad (el conjunto de plantas y
animales presentes) salvo aquellas originadas por inesperados fenómenos
climáticos.
La armonía o estabilidad de la comunidad natural no es estática sino, por el
contrario, dinámica; cualquier cambio cualitativo o cuantitativo en una o más
poblaciones (los conjuntos de individuos de una misma especie) genera
reacciones y reajustes en las otras poblaciones hasta que el ecosistema (la
comunidad más los componentes físicos en que se desarrolla) recobra su
equilibrio. En términos generales, se considera que cuando más complejo es
un ecosistema, mayor es su estabilidad. Entendiéndose por complejidad no
sólo el mayor número de especies sino la manera de como estas especies
están ligadas tróficamente entre sí, es decir, de la interdependencia que
existe entre ellas desde el punto de vista alimenticio.
EL ECOSISTEMA NATURAL Y EL ECOSISTEMA AGRÍCOLA
(Figura 3:1)
Si comparamos el ecosistema natural con los campos de cultivo, o
ecosistemas agrícolas, llamados también agroecosistemas o agrobiocenosis,
se observan dos diferencias fundamentales: el ecosistema agrícola es más
simple y está sometido a frecuentes perturbaciones. Ambas características
son el resultado de la intervención del hombre a través de las prácticas
agrícolas.
La flora (conjunto de plantas) en un campo agrícola se caracteriza por la
dominancia artificial de la planta que se cultiva. Las otras especies de plantas
presentes (malezas), con las cuales mantiene cierta asociación, normalmente
son eliminadas mediante los deshierbes. La reducción de la variedad de la
flora ha traído consigo una marcada limitación en la composición de la fauna
fitófaga, y esta merma a su vez produce una disminución en el total de
enemigos naturales. En este proceso, unas pocas especies de insectos y
otros animales fitófagos, aquellos que se alimentan de la planta cultivada,
resultan muy favorecidos. Se reduce el número de especies de insectos pero
el total del número de individuos por área suele ser mayor en los campos de
cultivo que en la naturaleza no perturbada.
Cuadro 3:1 -
Efectos en la composición de la fauna al transformar una
estepa de gramíneas en un campo de cultivo de trigo, en
Rusia (Según Beybiyenko, 1961).
Indicadores de la biocenosis
Número total de especies de invertebrados
2
Número total de especímenes por m
Número de especies dominantes
Número de individuos de las especies dominantes por m2
Estepa de
Gramíneas
Campo de Trigo
330
142
199
351
41
19
112
332
Aún variaciones aparentemente pequeñas, como es el caso de cultivar trigo
en áreas donde previamente sólo existía en forma natural otras gramíneas
silvestres, tienen un profundo efecto sobre la fauna. (Cuadro 3:1).
Naturalmente, las diferencias son mayores cuando la flora natural es más
compleja o menos relacionada con el cultivo que se introduce.
Las perturbaciones de los agroecosistemas están dadas en gran parte por la
periodicidad de los ciclos vegetativos de los cultivos, que en muchos casos
duran solo unos pocos meses. Estos trastornos son menores en árboles
frutales y otros cultivos "perennes", pero en todo caso, la flora no se autoperpetua como en la naturaleza. Otros factores importantes de perturbación
son las prácticas culturales y las aplicaciones de pesticidas.
LAS PLAGAS Y SUS INTERACCIONES
COMPONENTES DEL ECOSISTEMA AGRÍCOLA
CON
LOS
OTROS
A pesar de la simplificación del ecosistema agrícola, comparado con el
ecosistema natural, sus componentes y las interacciones que se establecen
entre ellos no dejan de ser complejos. Cualquier población fitófaga,
constituya plaga o no, está influenciada por el ambiente abiótico (físico y
químico) y biológico que la rodea: el clima, el agua, el suelo, las plantas,
otras plagas, los enemigos naturales y las alteraciones que producen las
prácticas culturales, así como las aplicaciones de pesticidas. Estos son los
componentes del ecosistema agrícola. Las alteraciones que se produzcan en
tales componentes suelen repercutir en los niveles que alcanzan las
poblaciones de las plagas.
Las plagas y los factores físicos
Las plagas están influenciadas por las condiciones climáticas, con sus
variaciones diarias y estacionales de temperatura, humedad, lluvia, viento,
insolación y fotoperiodismo.
Muchas especies de plagas están adaptadas a condiciones ambientales
físicas bien definidas, en ausencia de las cuales no se presentan o son muy
raras. En principio, las condiciones climáticas determinan la distribución
geográfica de los insectos y sus posibilidades de alcanzar altas o bajas
densidades, según que las características locales sean óptimas o marginales
para su desarrollo.
Entre los factores físicos, destaca la temperatura y en relación con ella están
los límites de distribución para muchos insectos. Es común asociar la
distribución de plagas por su distancia a la línea ecuatorial (latitud) y por la
altitud que actúa como un factor modificante. La incapacidad de un insecto
para establecerse en un lugar puede deberse al insuficiente calor para
completar su desarrollo o a la falta de mecanismos para sobrevivir las
condiciones frías invernales. Dentro del área climática favorable, la
distribución del insecto está determinada por la presencia de alimento. El
número de generaciones esta determinado por la cantidad de calor efectivo
que requiere el insecto para completar un ciclo de desarrollo y la cantidad de
calor efectivo que ocurre en un determinado lugar. La cantidad de calor
efectivo suele expresar en grados-día.
En el desarrollo de todo insecto, existe un valor óptimo de condiciones físicas
y límites máximos y mínimos. El calor efectivo se da entre los límites
máximos y mínimos. Fuera de esos límites el insecto no puede desarrollarse.
A estos factores se debe que el gorgojo de los Andes o gusanera de la papa
se presente sólo en las alturas andinas del país y no en la costa; que durante
el verano las infestaciones de diversas plagas del maíz como el cogollero, el
cañero, el perforador de plantas tiernas y el gusano de la mazorca, se
presente en infestaciones más intensas que en el invierno; o que las moscas
minadoras de la papa y del tomate sean más abundantes en el período
invierno-primavera.
Es conocido que el acaro del tostado de la naranja se desarrolla
favorablemente en condiciones de alta humedad ambiental, en cambio los
vientos secos y calientes limitan su desarrollo; algo similar, aunque menos
marcado, se observa en la arañita roja de los cítricos (Jeppson 1963), Al
contrario, las condiciones de sequía favorecen las infestaciones de la
escama coma de los cítricos y de la polilla de la papa. La ausencia de
insolación favorece el desarrollo de las infestaciones de áfidos y del
arrebiatado del algodonero (Wille 1958).
Las condiciones climáticas también pueden influir sobre las plagas en forma
indirecta por su efecto sobre las plantas y otros agentes biológicos. La
ausencia de lluvias en la costa parece favorecer las infestaciones de la
mosca blanca lanuda de los cítricos. En las zonas lluviosas el agua lava la
melaza y la cera que produce el insecto favoreciendo la acción de sus
enemigos naturales.
La desértica costa del Perú ocasionalmente sufre alteraciones climáticas
conocidas como "fenómeno del Niño" que trae como consecuencia
temperaturas más altas que las normales y cierto grado de lluvias. Estos
fenómenos afectan directamente los cultivos y también a las plagas, muchas
de las cuales se ven favorecidas (Beingolea, 1985 a y b; Pisfil, 1985, Pollack
y Cañamero, 1985).
Las condiciones físicas y químicas del suelo influyen directamente en las
poblaciones de las plagas subterráneas. Los suelos arenosos y sueltos
facilitan en desarrollo de los gusanos alambre, del perforador de plantas
tiernas del maíz y de la filoxera de la vid. En cambio, los suelos húmedos y
ricos en materia orgánica suelen ser favorables para los gusanos blancos o
chacareros y desfavorables para los insectos antes mencionados.
Las plagas y los factores biológicos
Desde el punto de vista biológico, la primera interacción de la plaga se
establece con la planta hospedera, luego con los enemigos naturales y, en
menor grado, con la presencia de otras plagas.
La planta hospedera: En primer lugar se tiene el grado de susceptibilidad o
resistencia de la planta a la plaga. Si la planta resulta ser un alimento
inapropiado para el insecto éste no puede desarrollarse, o disminuye su tasa
de crecimiento larval, o se reduce la fecundidad y longevidad de los adultos.
En las plantas hay sustancias como glucósidos, alcaloides y aceites
esenciales, que no parecen tener efectos nutritivos pero que pueden actuar
como sustancias estimulantes olfatorias y gustativas en forma positiva o
negativa para los insectos. Estas relaciones se tratan más ampliamente en el
capítulo sobre variedades resistentes. •
Además de las características varietales tiene importancia el estado nutritivo
y fisiológico de la planta, el que depende de las condiciones del suelo, del
grado de fertilización y de la disponibilidad de agua. Es conocido por ejemplo
que, en el algodonero, los ataques de Bucculatrix normalmente son más
comunes en suelos arenosos y de riego difícil, suelos "salitrosos" y suelos
pobres en nitrógeno, que producen plantas débiles con hojas resecas y
coriáceas (Martin 1960). Las plantas de manzano y otros frutales
caducifolios, en condiciones de sequía excesiva, son fácilmente atacados por
escarabajos barrenadores de ramas y tallos. Las arañitas rojas son afectadas
por el contenido mineral y otros nutrimentos de las hojas, que varían con la
fertilización del suelo. Las arañitas rojas de los cítricos y las del manzano se
incrementan rápidamente cuando las hojas tienen un alto contenido de
nitrógeno.
Entre los cítricos, el limonero es la especie que más favorece el desarrollo de
la arañita roja, siguiéndole en orden el naranjo, y en menor grado la toronja.
La arañita roja produce más huevos en hojas tiernas que en hojas viejas y el
limonero produce hojas nuevas y frutos durante la mayor parte del año. En
las naranjas sin pepa (Navel o de ombligo), pueden ocurrir infestaciones
altas en invierno, lo que no sucede con las naranjas Valencia, debido a que
en aquéllas, los frutos en maduración favorecen el desarrollo del acaro
(Jeppson 1963). Estos y otros aspectos relacionados se tratan en el capítulo
sobre control cultural.
Los enemigos naturales: Las plagas son afectadas por sus enemigos
naturales: parásitos, predatores y patógenos, los que, a su vez, están
influenciadas por las condiciones climáticas y microclimáticas del ambiente.
Tanto los parásitos como los predatores pueden estar afectados por sus
propios enemigos naturales (hiperparásitos y parásitos respectivamente). El
efecto de los enemigos naturales puede ser el factor limitante del desarrollo
de algunas plagas. Estos aspectos son tratados en el capítulo sobre Control
Biológico.
Otras plagas: Además de las relaciones antes mencionadas, diversas
especies de plagas pueden resultar competitivas entre sí. Las poblaciones de
la mosca de la fruta sudamericana, Anastrepha fraterculus, por ejemplo, han
sido sustancialmente desplazadas por la mosca mediterránea Ceratitis
capitula en los valles del sur del país.
Alteraciones por prácticas culturales: La aplicación de prácticas culturales
propias de la tecnología agronómica alteran los factores antes mencionados,
determinando nuevas condiciones microclimáticas o nuevas condiciones
biológicas. Entre estas prácticas; está la roturación del suelo, los pasos de la
cultivadora, las fertilizaciones, los riegos, la selección de variedades, la
destrucción de malezas y la aplicación de insecticidas y otros pesticidas. La
influencia específica de algunas de estas prácticas se trata en el capítulo
sobre control cultural.
LAS FLUCTUACIONES DE LAS PLAGAS
En la naturaleza las poblaciones de insectos no mantienen una densidad
constante sino que, con el transcurso del tiempo, presentan fluctuaciones
más o menos marcadas en que se alternan altas y bajas densidades. Estas
fluctuaciones suelen estar asociadas con las variaciones estacionales, con la
acción de los enemigos naturales y con la relativa disponibilidad de
alimentos. El estudio de las fluctuaciones y de los mecanismos que las
producen constituyen el tema de la dinámica de poblaciones, tema que ha
sido motivo de algunas controvertidas teorías entre ecólogos generalistas,
cuyo análisis escapa del alcance del presente texto.
Además de las fluctuaciones mencionadas, en los campos agrícolas se
presentan variaciones poblacionales asociadas con la discontinuidad de los
cultivos, que podría interpretarse como una falta periódica de alimento, y
aquellas relacionadas con las aplicaciones de insecticidas que producen la
disminución violenta de las poblaciones de insectos.
Fluctuaciones estacionales
Es un hecho que la mayoría de las plagas presentan fluctuaciones
claramente asociadas con las estaciones del año, aunque la mecánica de
esta asociación por lo general no está bien determinada. A pesar que el
patrón de las fluctuaciones puede ser similar en años sucesivos, es normal
que las densidades que alcanzan las plagas presenten variaciones entre un
año y otro. Es natural que esto ocurra si se consideran los múltiples factores
que afectan las densidades de las poblaciones. El incremento y la
disminución de las densidades asociadas con las estaciones parecen estar
determinadas principalmente por efectos de los factores físicos del ambiente
y por la fenología de las plantas hospederas, que determinan la relativa
disponibilidad de alimentos para la plaga. En algunos casos esta tendencia
es alterada por el rol que juegan los enemigos naturales los que, a su vez,
pueden estar sometidas a variaciones estacionales. En todo caso las
densidades de las plagas pueden ser presentadas en curvas de ocurrencia
estacional.
En forma general, Polyakov (1968) asocia las variaciones de la abundancia
estacional de las plagas con las variaciones en las áreas de infestación y
distingue cinco fases en el ciclo anual de una plaga (Figura 3:2)
1) fase de depresión o de reserva en la que la plaga se mantiene en las más
bajas densidades y habita sólo las localidades de reserva; (2) fase de
colonización que se caracteriza por la migración de la plaga de las
localidades de reserva hacia nuevas áreas favorables formando colonias de
multiplicación variable; (3) fase de reproducción masal que se caracteriza por
un rápido incremento de la densidad de la población en toda el área
colonizada; (4) pico de la densidad que se caracteriza por que la población
alcanza su máxima densidad correspondiendo a una reducción en las tasas
de reproducción y de sobrevivencia, y (5) fase de declinación en la que se
produce la extinción gradual de la población en las áreas temporalmente
infestadas hasta quedar reducida sólo a las áreas de reserva.
Es posible que este tipo de desarrollo estacional se adecue más a la
situación de climas templados y menos para las condiciones subtropicales y
tropicales.
Es interesante el caso de las plagas del maíz en la costa del país, donde esta
planta se cultiva durante todo el año; es decir donde no hay limitación
estacional de alimento. En estas condiciones es clara la relación que existe
entre altas densidades en el verano y bajas densidades en el invierno.
Indudablemente, el factor importante es la temperatura que siendo
medianamente alta en el verano, acorta el ciclo de vida de los insectos del
maíz e incrementa su capacidad de reproducción. Un fenómeno similar se
presenta con el gusano del fruto del tomate.
En los países de clima templado se produce el estado invernante (o de
diapausa) de los insectos por el cual los insectos pasan todo el invierno en
forma inactiva. En la primavera se produce la emergencia de adultos que
inician la colonización de los cultivos. En los países tropicales y subtropicales
la estacionalidad puede estar asociada a los periodos de presencia o
ausencia de lluvias y la condición de diapausa estival.
Las fluctuaciones y la disponibilidad de alimentos
Es obvio que la disponibililidad de alimentos favorece el desarrollo de altas
densidades de las plagas y, correspondientemente, la escasez o falta de
alimento determina su disminución y desaparición. En la práctica, este efecto
no siempre se puede independizar de los efectos estacionales sobre el
desarrollo de las plantas hospederas.
Según se trate de insectos que se alimenten de órganos de la planta
presentes durante todo su desarrollo, como las hojas, o que ataquen
solamente órganos presentes en forma temporal, como botones y frutos,
pueden establecerse curvas de ocurrencia de las plagas muy características
para cada cultivo. En el primer caso, la expansión de la curva será mucho
mayor que en el segundo caso.
En general, hay una tendencia de ajuste entre las fases de desarrollo
(fenología) del cultivo y la dinámica de la población de la plaga. En algunos
casos el ajuste es directo. Por ejemplo, el barreno del brote de la higuera
perfora los brotes tiernos en primavera. Durante el invierno, el insecto
permanece en la perforación del brote antiguo en forma pupal, pero al
iniciarse el nuevo brotamiento de primavera, se estimula la emergencia de
los adultos y, previa oviposición en los brotes tiernos, se inicia un nuevo
período de perforación por las larvitas recién nacidas.
En el caso del gorgojo de los Andes y de muchas otras plagas, la
sincronización es indirecta. Al terminar la cosecha de papa, las larvas del
gorgojo penetran el suelo y allí permanecen durante el invierno hasta el
empupamiento. La ocurrencia de lluvias estimula la emergencia de los
adultos. Este período, a su vez corresponde al inicio de la campaña agrícola,
incluyendo la siembra de papa.
La sincronización indirecta puede darse también por la temperatura y por el
fotoperíodo especialmente en climas templados. En condiciones
subtropicales y tropicales en que las plantas hospederas se cultivan durante
todo el año los mecanismos de sincronización no parecen necesarios o, por
lo menos, no son evidentes, salvo la ocurrencia de períodos de sequía. La
presencia de cultivos similares pero de distinta edad, de otros cultivos
susceptibles, o de plantas hospederas silvestres, pueden afectar las
características de las curvas de ocurrencia estacional.
Tanto el clima como las condiciones de alimentación suelen determinar la
ocurrencia de las migraciones de los insectos. En los climas tropicales y
subtropicales hay una predominancia de la migración diaria sobre la
migración estacional; en cambio, esta última es predominante en climas
templados donde los desplazamientos estacionales de áfidos, cigarritas y
otras plagas son bien conocidos. En nuestro medio, lo que más se acerca a
las migraciones estacionales es el movimiento del arrebiatado, de la
vegetación silvestre de las lomas hacia los campos algodoneros. En el caso
de las migraciones ocasionales de las langostas, predominan factores
fisiológicos y de comportamiento particulares. Cuando se trata de insectos
migratorios, las curvas de ocurrencia de las plagas pueden aparecer
distorsionadas respecto a las estaciones o a la abundancia con el alimento.
Las fluctuaciones por enemigos naturales
Se ha demostrado experimen-talmente que bajo condiciones físicas
uniformes del medioambiente, una población de insectos puede presentar
fluctuaciones en su densidad por causa de sus enemigos naturales. Esto se
debe a que el incremento en el número de insectos fitófagos favorece el
incremento de sus enemigos naturales, los que por su acción parasitaria o
predadora provocan con el tiempo la reducción del insecto fitófago. Esta
reducción de la población del fitófago es seguida por una declinación de la
población de sus enemigos naturales que no encuentran presas u
hospederos en número suficiente para mantenerse en altas densidades. El
insecto fitófago liberado así de la acción de sus enemigos naturales se
incrementa nuevamente. De esta manera se repite el ciclo antes descrito.
(Figura 3.3).
En la naturaleza, los factores de variación estacional, el efecto de la
disponibilidad de alimentos y la acción de los enemigos naturales, actúan
simultáneamente. De allí que sea muy difícil interpretar lo que en realidad
está ocurriendo en el campo.
Las fluctuaciones de las densidades y los perjuicios económicos
En la práctica, hay necesidad de asociar las fluctuaciones de las poblaciones
de insectos fitófagos con los posibles daños que pueden ocasionar al cultivo.
Para facilitar la comprensión de estas relaciones se han creado algunos
términos y conceptos que son muy útiles, aunque a veces constituyen
concepciones más teóricas que reales.
Si consideramos un período relativamente prolongado se puede establecer
que una población de insectos presenta una "densidad promedio de
equilibrio" alrededor de la cual se producen fluctuaciones en las que la
población alcanza sus densidades máximas y mínimas (Figura 2:31). La
relativa posición de este promedio y de sus fluctuaciones con respecto a las
densidades en que dichos insectos son capaces de ocasionar perjuicio a los
cultivos, determinan la severidad del problema entomológico.
Algunas especies de insectos mantienen permanentemente densidades
bajas, sin llegar a alcanzar los límites de daños económicos, entonces se
dice que se trata de "poblaciones sin importancia económica" o "plagas
potenciales", tal como se indicó en el Capítulo 1. Las poblaciones de otras
especies presentan de vez en cuando densidades altas que sobrepasan los
límites de daños económicos; en tales casos se les denomina "plagas
ocasionales" (Figura 3:4). Finalmente, si la densidad promedio de equilibrio
se aproxima o queda por encima del nivel de daño económico, se tiene una
plaga persistente o "plaga clave".
Cuando el límite económico queda por debajo del promedio de equilibrio de la
población, la plaga es extremadamente severa y la única solución posible es
la incorporación de nuevos factores de mortalidad permanente, como la
introducción de enemigos naturales eficientes o la modificación de otros
componentes del ecosistema. Entre estos últimos están la siembra de nuevas
variedades o la adopción de nuevas labores culturales; de lo contrario, el
cultivo resultaría antieconómico. En estos casos la aplicación de insecticidas
no puede ser la base de control permanente pues su efecto solo es temporal.
PRONOSTICO DE LA OCURRENCIA Y EL DESARROLLO DE LAS
PLAGAS
En la explotación agrícola, como en muchas otras actividades, es deseable
poder planificar las labores e inversiones que se van a realizar en la campaña
que se inicia. Por lo menos, es conveniente anticiparse suficientemente a la
ocurrencia de ciertos hechos importantes para tomar las providencias
necesarias durante la realización del cultivo. Entre otras cosas es deseable
poder pronosticar la ocurrencia de las plagas y las tendencias de sus
poblaciones para incrementar o disminuir con el transcurso del tiempo. A
pesar de su importancia son pocas las investigaciones sobre estos temas.
Pronósticos confiables permitirían determinar con anticipación las estrategias
y métodos de represión de plagas más convenientes, incluyendo la
adquisición de equipos y productos, si van a realizarse aplicaciones de
insecticidas. En este último caso, se mejora la oportunidad y se reduce el
número total de aplicaciones a las necesarias evitando de esta manera el
sobreuso de estos productos y los múltiples problemas que conlleva.
El pronóstico de la ocurrencia y desarrollo de las plagas es algo muy
complejo. Teóricamente, sería necesario identificar los diversos factores
físicos y biológicos que determinan la aparición y la tasa de reproducción
(natalidad y mortalidad) de la plaga. De preferencia los factores considerados
limitantes o claves, cuya incidencia es más intensa. Luego habría que
cuantificar sus efectos e interacciones. Estableciendo esto, en sí es muy
difícil debido a la falta de informaciones previas, quedaría por pronosticar la
ocurrencia e intensidad de tales factores (climáticos y biológicos) durante la
campaña agrícola y sus efectos sobre las poblaciones de plagas. Cuando
existen datos meteorológicos por muchos años es posible hacer ciertos
pronósticos pero aún así quedaría por determinar la incidencia de los
enemigos biológicos en la represión natural de la plaga.
En términos prácticos, cualquier intento de pronóstico de plagas se basa en
registros previos, por varios años, de los niveles alcanzados por las plagas,
las condiciones meteorológicas, y la acción de los enemigos naturales. A
veces se establecen relaciones muy generales, como sucede en la costa
Norte del país cuando se asocia la ocurrencia de lluvias abundantes con los
"años plagosos", pero la tendencia es llegar a establecer relaciones más
precisas. En el extremo de esta tecnología está el establecimiento de
modelos matemáticos que con la ayuda de computadoras pueden indicar
como van a variar las poblaciones de ciertas plagas. Ya se han efectuada
algunos ensayos de este tipo en algunos países de zonas templadas,
particularmente en los Estados Unidos, pero aún queda mucho por investigar
antes de que esta técnica pueda considerarse madura. Las posibilidades de
establecer modelos de este tipo para plagas tropicales y subtropicales
parecen ser muy escasas.
Se puede distinguir dos casos en relación con el pronóstico de las plagas: a)
pronóstico de la fecha de aparición ó iniciación de las infestaciones y b)
pronóstico de las tendencias de incremento o disminución de las
poblaciones.
Fecha de iniciación de las infestaciones
En zonas templadas, con inviernos más o menos rigurosos es posible
pronosticar con cierta precisión la iniciación de las infestaciones de un buen
número de plagas (Wildbolz 1966). En climas subtropicales esta posibilidad
se limita a unas pocas especies de plagas de clara ocurrencia estacional, ya
que la mayoría suele estar presente durante todo el año.
El inicio de las infestaciones corresponde a la emergencia de los adultos
después del período invernante o estival y el lapso inmediato en que las
hembras depositan sus huevos sobre las plantas. En algunos casos estos
pronósticos se usan para establecer fechas de siembra apropiadas que
permitan eludir gran parte de la oviposición de la generación invernante. En
otros casos se utilizan para determinar el inicio de las aplicaciones de
insecticidas.
Entre los factores que se toman en consideración están aquellos
relacionados con la ruptura de la diapausa, especialmente la intensidad del
frío invernal, seguida de las temperaturas crecientes primaverales y otros
factores que favorecen la emergencia de los adultos, el vuelo y la
oviposición. La asociación entre las primeras lluvias y la emergencia de los
adultos del gorgojo de los Andes es un caso bastante conocido.
Tendencia de las densidades de las infestaciones
La predicción de las densidades que pueden ir alcanzando las plagas
durante el transcurso de la campaña agrícola se basan normalmente en
evaluaciones periódicas de las poblaciones en el campo y en las condiciones
climáticas predominantes.
La predicción de las poblaciones larvales, a base de los registros de huevos
normalmente tiene gran aproximación. Las condiciones climáticas
inadecuadas para el desarrollo de los primeros estadios larvales y la
incidencia de los parásitos y predadores de huevos son factores
modificantes. Los registros de las evaluaciones periódicas que deben
llevarse en los campos ayudan mucho en esta tarea.
Las relaciones son más complejas en los climas subtropicales y tropicales
debido a la superposición de las generaciones, fenómeno que sucede en
menor proporción en las áreas de climas templados.
La predicción de la densidad de una generación de larvas en base a la
densidad de la generación anterior es menos consistente. Cuanto más
tiempo, o mayor número de estados de desarrollo separen la población
registrada y la población que se desea predecir, la imprecisión es mayor.
Esto se debe a que los factores modificantes tanto climáticos como
biológicos tienen más posibilidades de actuar.
Wille (1958), después de 20 años de observaciones sobre las relaciones
entre las infestaciones del arrebiatado del algodonero y las condiciones
climáticas llegó a la siguientes conclusiones: ..."si al comienzo de la
temporada el clima se manifiesta con poco sol y mucha neblina, se sabe que
las condiciones biológicas para el arrebiatado son óptimas; si las contadas en
los campos algodoneros en octubre y noviembre indican que realmente el
arrebiatado existe en gran número y se propaga en forma rápida, entonces
se puede dar el pronóstico que la temporada será plagada por el arrebiatado.
Wille observó, en la costa central que el arrebiatado que migra en la
primavera desde las lomas a los campos de algodón son muy susceptibles a
los rayos del sol y a la deshidratación por la insolación directa. En esta época
las plantas tiernas del algodonero ofrecen poca protección contra la
insolación para este insecto.
En el pronóstico de las infestaciones de la polilla de la manzana Cydia
(Laspeyresia) pomonella, se tienen en cuenta consideraciones climáticas,
capturas de adultos mediante trampas luminosas y de feromonas, contadas
de huevos y de perforaciones recientes en los frutos.
En el Perú, se han logrado resultados prometedores en el pronóstico de
algunas plagas del algodonero. Se han estimado niveles de infestación del
picudo Anthonomus vestitus, y del arrebiatado a base de registros de las
poblaciones remanentes de la campaña anterior; y niveles de Heliothis
virescens a base de remanentes de pupas en el suelo y huevos en los
brotes.
Poco podría hacerse en el campo del pronóstico de plagas si no se cuenta
con registros previos por varios años.
MUESTREO DE LAS POBLACIONES DE INSECTOS
Las poblaciones de insectos están sujetas a constantes cambios;
incrementan o disminuyen según las condiciones favorables o desfavorables
del medio. En algún momento pueden alcanzar niveles que amenacen los
rendimientos del cultivo, acercándose o sobrepasando los umbrales de daño
que se explicaron en el capítulo anterior. Para detectar estos momentos se
efectúan muestreos periódicos de las plagas, generalmente una vez por
semana. Si la población alcanza el umbral de acción que se ha establecido
para la plaga habrá necesidad de efectuar un tratamiento de control. De lo
contrario, las poblaciones pueden ser toleradas sin mayores consecuencias.
El seguimiento sistemático de los niveles poblacionales de las plagas se
denomina con cierta frecuencia "monitoreo de las plagas" (del término inglés
monitoring) y los sistemas de evaluación se llaman muestreos.
Según las clases de cultivos y plagas predominantes se diseñan cartillas o
formatos para registrar la abundancia de las plagas y otros datos
complementarios como magnitud de daños, presencia de enemigos naturales
y estado de desarrollo de la planta. También es útil incluir información sobre
las aplicaciones de pesticidas y la ejecución de prácticas culturales.
Es conveniente tener dos tipos de formatos para registrar los muestreos. Una
cartilla de campo (Figura 13:8) que el evaluador llena conforme va
efectuando el muestreo en las diversas parcelas o potreros y la cartilla de
campaña (Figura 13:8) que se mantiene en la oficina acumulando los datos
que se traen del campo. Se tiene una cartilla de campaña para cada potrero y
en ella se anota el resumen de cada muestreo semanal proveniente de la
cartilla de campo; viene a ser la historia del potrero contada de semana en
semana. La documentación que se va acumulando con el tiempo es muy útil
para perfeccionar el manejo y la protección del cultivo.
Es conveniente uniformizar los sistemas de muestreo para una localidad,
valle, región o país. De esta manera los técnicos pueden analizar mejor la
información registrada, intercambiar experiencias y orientar mejor las
campañas fitosanitarias.
Tipos de Muestreo
Los muestreos pueden ser Directos e Indirectos. En el muestreo directo se
mide una porción de la población en su microhabitat. La unidad de muestreo
puede ser una determinada área del suelo, cierta longitud de surco, una
planta entera, una parte de la planta o un órgano de la misma. Se
inspecciona y registra el número de insectos que se encuentran en la unidad
de muestreo. De alguna manera se pueden hacer inferencias sobre la
población absoluta del campo o parte de él; por ejemplo: tantos insectos por
metro cuadrado, por planta, por hoja, por 10 cm. de tallo, por tercio superior
de la planta, por brote terminal, etc.
En el muestreo indirecto la unidad de muestreo mide una parte imprecisa de
la población que no se puede asociar directamente con la población que
existe por área o por planta; es una estimación relativa de la población. Tal
es el caso de la captura de insectos con trampas de feromonas u otros
atrayentes, la captura de insectos con red entomológica o el registro del
número de insectos que se observan en un tiempo determinado.
El método de muestreo que se escoja debe ser lo más práctico posible; es
decir sencillo pero preciso y consistente. Entendiéndose que si se repitiera el
muestreo los resultados tenderían a ser similares.
Todo sistema de muestreo tiene cuatro componentes:
- tamaño de la unidad de muestreo
- número de unidades de muestreo por parcela o potrero (generalmente
de 20 a 25 unidades)
- distribución espacial de las unidades de muestreo en el área de la
parcela (patrón de muestreo)
- frecuencia del muestreo (generalmente una vez por semana)
Muestreos Específicos
El tipo de muestreo específico depende de la clase de plaga, estado de
desarrollo del insecto, órgano de la planta que daña, lugar en que se localiza,
grado de movilidad y otras consideraciones. Es común que conjuntamente
con la población del insecto se evalúe la magnitud del daño en el cultivo y la
ocurrencia de enemigos naturales. A continuación se presentan algunos
ejemplos que ilustran la diversidad de opciones.
La inspección directa es una forma muy común de muestreo. Se toma una
planta o parte de ella y se registra el número de insectos que se encuentran
en hojas, tallos, botones, frutos y yemas. Con frecuencia resulta mas
conveniente reducir la unidad de muestreo a un determinado número de
hojas, botones y frutos por planta e inspeccionar un mayor número de
unidades por potrero o parcela (Figura 3:5). En estos casos el grado de
infestación puede referirse al número de insectos en cien órganos.
Todos los insectos que son relativamente lentos, o que demoran en
escaparse pueden ser muestreados incluyendo larvas de lepidópteros, larvas
y adultos de escarabajos, áfidos, trípidos, chinches, ninfas de cigarritas y
otros insectos. Cuando se trata de insectos pequeños pueden utilizarse
escalas de infestación en lugar de números absolutos. En el caso de moscas
minadoras se registra el número de minas por hoja.
No hay que olvidar que la toma de muestras se hacen al azar y no debe
haber un prejuicio por escoger las plantas más dañadas o menos dañadas.
Cuando se trata de gramíneas es preferible que la unidad de muestreo sean
pequeños grupos de plantas sucesivas (de 4 a 10 plantas) para evitar
tendencias parcializadas en la selección de plantas individuales.
El método de la lona se usa comúnmente en plantas herbáceas. Se utiliza
una pieza de lona, generalmente de un metro de largo que se coloca en el
fondo del surco. Sobre ella se sacude vigorosamente las plantitas de ambos
lados. Larvas de lepidópteros, escarabajos, gorgojos y otros insectos caen
fácilmente sobre la lona. Los insectos pueden ser colectados o contados
inmediatamente.
La red entomológica se Utiliza para muestrear insectos adultos que
emprenden el vuelo fácilmente. Generalmente se utiliza 4 a 10 golpes de red
por unidad dé muestreo (siempre mantener el mismo número de golpes de
red) tocando ligeramente el follaje. Así se capturan cigarritas adultos,
escarabajos y otros insectos, entre ellos avispitas parasitoides. Con una red
mas gruesa se puede golpear la parte superior del follaje y entonces caen
larvas de lepidópteros, áfidos y otros insectos que normalmente permanecen
en el follaje.
Las trampas con atrayentes sexuales (feromonas), de alimentación, de luz, o
coloreadas, se utilizan para muestrear insectos adultos que vuelan. Las
trampas con feromonas sexuales se usan con muchas especies de
lepidópteros, incluyendo la polilla de la papa, la polilla de la manzana y el
gusano rosado de la India que daña la bellota del algodón. También hay
trampas de feromonas contra el picudo mejicano del algodonero y el gorgojo
asiático del camote. Trampas con atrayentes sexuales y de alimentación se
usan para las moscas de la fruta. Trampas de color amarillo con superficies
pegajosas se utilizan para adultos de mosca minadora y áfidos alados. Las
capturas de las trampas suelen ser registrados en números de insectos
capturados por día o por semana. El dibujo de gráficos a base de las
capturas da una idea de la ocurrencia estacional de la plaga.
Las trampas de caída se utilizan para los insectos que caminan por la
superficie del suelo. Estas trampas se construyen con tarros vacíos de leche
evaporada o vasos de plástico que se entierran hasta el borde superior. Los
insectos que viven debajo de la superficie solo pueden ser evaluados
tomando muestras de suelo (por volumen u área de superficie) para ser
inspeccionados.
La adopción de una determinada modalidad de muestreo debe merecer un
análisis con gran sentido práctico. Se puede sacrificar algo de precisión en
aras de la expeditividad. En este sentido no hay que confundir el muestreo
orientado al control de plagas en campos agrícolas con el muestreo que tiene
fines experimentales. En el caso de plagas es importante detectar "focos de
infestación" que puedan ser eliminados oportunamente. La persona
encargada del muestreo debe estar alerta para detectar estos casos y
comunicarlos en el informe respectivo.
Muestreo secuencial
Cuando el muestreo tiene por fin exclusivamente tomar una decisión (aplicar
o no aplicar un tratamiento) y no tanto seguir la dinámica de la población, el
número de muestras puede reducirse con el ahorro de tiempo
correspondiente. La experiencia demuestra que cuando la población de una
plaga es muy baja o, por el contrario, muy alta basta tomar unas pocas
unidades de muestreo para darse cuenta de esta situación; y
consecuentemente decidir no efectuar tratamiento alguno o, por el contrario,
aplicar un insecticida.
Cuando la población está en un rango intermedio que compromete el umbral
de acción, se requiere tomar un mayor número de muestras para asegurarse
que la decisión que se tome está bien respaldada.
Estas consideraciones han dado lugar al llamado muestreo secuencia!
(Figura 3:5) que se basa en cálculos matemáticos, incluyendo la distribución
de la plaga y sus daños, el umbral de daño, y el grado de seguridad (o riesgo)
para tomar la decisión. Todo esto se representa en un gráfico cuyas
coordenadas indican el número de muestras y el número acumulativo de
insectos. Una línea (en realidad un rango limitado por dos líneas) señala los
límites para la toma de decisión. Si el número acumulativo de insectos para
sucesivas muestras caen debajo del límite, no se requiere tratamiento; y si
supera el límite, se requiere tratamiento. Si el número acumulativo de
insectos cae dentro del área límite; se pospone la decisión para la siguiente
fecha de muestreo. Onsager, (1974) explica la racionalidad del uso del
muestreo secuencial y su aplicación en el manejo integrado de plagas.
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