REVISTA CIENTÍFICA EDUC@ÇÃO
ISSN 2526-8716
LIGAÇÕES ENTRE ESCOLA E FAMÍLIA: UM ESTUDO DE CASO
SOBRE A PARTICIPAÇÃO DE FAMÍLIAS LOCAIS E MIGRANTES
EM UMA ESCOLA PRIMÁRIA ARGENTINA.
Resumo
Este artigo sistematiza uma investigação que visa compreender os modos de participação das
famílias locais e migrantes na escola primária a partir de um estudo de caso focado em uma
instituição de ensino na cidade de Rosário, Argentina, com uma taxa de migração superior
ao resto da cidade. Ela se enquadra na abordagem etnográfica devido à necessidade de
indagar sobre a participação de famílias de origens diversas no cotidiano de seus
protagonistas. O trabalho de campo baseia-se na observação participante, na análise de
documentos do arquivo escolar e em entrevistas abertas com funcionários da escola e
familiares de alunos, seguindo-se procedimentos analíticos de reconstrução, interpretação,
contraste, contextualização e explicação. Os resultados indicam um alto apreço das famílias
migrantes pela possibilidade de escolarização. Essa avaliação, juntamente com a posse de
recursos simbólicos, define modos de participação específicos de cada família. O registro do
cotidiano mostra múltiplas travessias da família pela escola, dando origem a laços marcados
pelas vivências subjetivas de ambos. Escola primária; famílias; participação; Argentina.
Palavras-chave: Escola primária. Famílias. Participação. Argentina.
LAZOS ENTRE ESCUELA Y FAMILIA: UN ESTUDIO DE CASO
SOBRE LA PARTICIPACIÓN DE FAMILIAS LOCALES Y
MIGRANTES EN UNA ESCUELA PRIMARIA ARGENTINA.
Resumen
El presente artículo sistematiza una investigación que se propone comprender los modos de
participación de familias locales y migrantes en la escuela primaria a partir de un estudio de
caso centrado en una institución educativa de la ciudad de Rosario, Argentina, con mayor
tasa migratoria respecto del resto de la ciudad. Se enmarca en el enfoque etnográfico por la
necesidad de indagar acerca de la participación de las familias de diversos orígenes desde la
cotidianeidad de sus protagonistas. El trabajo de campo se basa en la observación
participante, el análisis de documentos del archivo escolar y entrevistas abiertas con el
personal escolar y familias de los estudiantes, seguido de procedimientos analíticos de
reconstrucción, interpretación, contrastación, contextualización y explicitación. Los
resultados señalan una alta valoración de las familias migrantes a la posibilidad de
escolarización. Dicha valoración, junto a la posesión de recursos simbólicos, definen modos
de participación que le son propios a cada familia. El registro de la cotidianeidad muestra
múltiples atravesamientos de la familia por lo escolar, dando lugar a lazos marcados por las
experiencias subjetivas de ambos.
Palabras-clave: Escuela primaria. Familias. Participación. Argentina.
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LINKS BETWEEN SCHOOL AND FAMILY: A CASE STUDY ON
THE PARTICIPATION OF LOCAL FAMILIES AND MIGRANTS
IN AN ARGENTINE ELEMENTARY SCHOOL
Abstract
This article systematizes an investigation that aims to understand the modes of participation
of local and migrant families in primary school from a case study focused on an educational
institution in the city of Rosario, Argentina, with a higher migration rate than the rest from
the city. It is framed in the ethnographic approach due to the need to inquire about the
participation of families of diverse origins from the daily lives of their protagonists. The field
work is based on participant observation, the analysis of documents from the school archive
and open interviews with school personnel and students' families, followed by analytical
procedures of reconstruction, interpretation, contrast, contextualization and explanation.
The results indicate a high appreciation of migrant families to the possibility of schooling.
This assessment, together with the possession of symbolic resources, define modes of
participation that are specific to each family. The record of daily life shows multiple
experiences of the family through school, giving rise to ties marked by the subjective
experiences of both.
Keywords: Primary school. Families. Participation. Argentina.
INTRODUCCIÓN
La relación familias y escuelas es tema de discusión dentro y fuera del ámbito
educativo. Desde la gestión escolar, se observa con frecuencia que se apela a las familias
como explicación de los problemas escolares y hasta la recurrencia de los conflictos. La
fuerza con la que se ha instalado el tema se articula con procesos de individualización de
responsabilidades hacia los sujetos directa y cotidianamente relacionados a los niños. En
este contexto cobran peso las apelaciones a la "participación", de lo cual surge la importancia
de analizar las dinámicas institucionales que se ponen en juego en torno a lo que se construye
como tal y los sentidos asociados a las mismas para evitar simplismos que le otorgan a la
"participación" un sentido unívoco.
Así mismo, al interior de las instituciones educativas circulan discursos docentes que
señalan que entre la población local y migrante se observan diferencias en relación a los
niveles de participación de las familias, al involucramiento en el proceso de aprendizaje de
los niños a su cargo, a la adhesión y cumplimiento de las normativas escolares, y hasta al
reconocimiento de la figura del docente. En el decir cotidiano ello llega a expresarse en
generalizaciones y pares de antónimos que ponen en evidencia las creencias de los docentes,
por ejemplo: participación/desentendimiento; valoración/desprecio; compromiso/ausencia,
buenos padres/malos padres, siendo alguno de estos pares construidos en base al país de
origen de los estudiantes. Los maestros suscriben sus discursos con una carga de angustia
por las numerosas expectativas insatisfechas. La necesidad de indagar acerca de cómo se da
la participación familiar considerando también la variable familia local/familia migrante
permitiría reflexionar acerca de cómo se juega esta relación en instancias cotidianas y
habituales a la luz de este rasgo.
En este contexto, el presente trabajo se propone indagar acerca de los modos de
participación de las familias locales y migrantes en escuelas de nivel primario. Se focaliza el
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estudio en una institución educativa argentina. Concretamente, planteamos como objetivo
general: comprender los modos de participación de las familias locales y las migrantes en una
escuela primaria de la ciudad de Rosario en el año 2018. Son objetivos específicos: 1) describir
los modos de participación familiar en una institución educativa del nivel primario de la
ciudad de Rosario; 2) comparar la participación de familias locales y migrantes en una escuela
primaria, y 3) contribuir a la diagramación de acciones dentro de las políticas públicas para la
educación.
Dada la importancia de la relación entre familias y escuelas, relevar prácticas
intersticiales, menos visibles desde otras lógicas de investigación o desde la lógica
institucional, podrá dar cuenta de cómo participan y se involucran en la escolarización. Al
decir de Rockwell (1996), se trata de un intento de trasladar la investigación hacia aquellos
ámbitos cotidianos, en que se forjan las relaciones sociales para documentar lo no
documentado de la realidad social.
ANTECEDENTES
En los últimos años el tema de la participación de las familias en la escuela ha
conseguido atraer la atención de los ámbitos vinculados a la construcción del conocimiento
respecto a la educación de los niños, tomando una visibilidad notable. El concepto
participación aparece no pocas veces, en discursos y textos, como un sinónimo de práctica
democrática. La participación aparece como un valor en sí y como automáticamente positiva
(MENÉNDEZ, 2006). La relación con las instituciones exige también la participación
(VELAZCO, 2006). En este sentido Calvo et al. (2016) la consideran como un requisito
imprescindible para la eficacia de la escuela en términos de inclusión.
En consonancia con nuestro caso, las investigaciones acerca de la participación se
desarrollan en distintos países principalmente en el nivel primario. Algunas se abocan a
relacionar el nivel de participación de los padres en las actividades académicas de sus hijos
contemplando la variable padre/madre (VALDEZ CUERVO, 2009). Otros estudios
abordan el tema desde una doble vertiente: tipo de oferta que realizan las escuelas y nivel de
participación familiar como respuesta (COLÁS BRAVO, 2013; ACUÑA COLLADO, 2016).
Villarroel Rosende (2002) investiga acerca de la participación considerando la localización
escolar en contextos de la ruralidad chilena. Así mismo, existen análisis sobre los factores
que intervienen en el proceso de participación de las familias (LLEVOT y BERNAD, 2015).
Existe una serie de producciones prescriptivas que tienen como destinatarios a los
docentes y/o diversos actores del sistema educativo argentino. Emanan de organismos
oficiales del ámbito nacional, principalmente el Ministerio de Educación, así como
organismos internacionales (UNICEF y UNESCO). A nivel regional, la UNESCO (2004)
apela a la participación de las familias en América latina a través de la sistematización de
información documental. Enuncia recomendaciones tanto en el ámbito de las políticas como
de las prácticas educativas la primera infancia, aunque sin mencionar la cuestión del origen.
En Argentina, Santillán y Cerletti (2011) han repensado la relación familia-escuela
desde el campo de la Antropología y la Educación. Cerletti (2008) propone que las múltiples
configuraciones familiares dadas por los devenires históricos están implicadas en la
participación escolar. Existe una vinculación entre las prácticas efectivas de participación en
las escuelas con la categoría familia. Ha reconocido también que la relación entre familias y
escuelas está atravesada por procesos de fragilidad social. Así mismo, en España, Poveda
(2001) recupera la perspectiva de las "continuidades-discontinuidades familia-escuela"
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buscando explicaciones y causas de las dificultades escolares de los niños (especialmente
provenientes de minorías étnicas) en las diferencias culturales entre las familias de origen de
los niños y la cultura escolar. Los aportes de estos autores nutren los análisis que se darán en
el desarrollo final del trabajo.
En ese contexto, asumimos el desafío de abordar la relación familias-escuelas
introduciendo la variable del lugar de origen para describir e interpretar a su luz la realidad
cotidiana escolar. Compartimos la distinción: establecidos y recién llegados que Kaplan y
Sarat (2016) enuncian en la investigación “Familia y educación infantil: relaciones
interdependientes”. Si bien el análisis se efectúa a partir de otros conceptos que no asumimos
en este trabajo, la distinción cobra significado en el caso estudiado.
REFERENTES CONCEPTUALES
Participación
Según Frigerio y Poggi (1997), la participación en el ámbito de lo educativo es
entendida como “conjunto de actividades mediante los cuales los individuos se hacen
presentes y ejercen influencia en ese elemento común que conforma el ámbito de lo
público” (p. 104), la institución educativa. En tal sentido, contemplamos que la
participación en la escuela está relacionada con la trayectoria de la institución, el modelo
de gestión de la institución y con las características de la comunidad. Podríamos referirnos
a una participación que se territorializa en cada acto, mostrando singularidades que le son
propias.
Destacamos su carácter social y voluntario, como lo expresa Medina Rubio (1988),
“para la designación de sus dirigentes y en la elaboración y tomas de decisión en el gobierno
de las instituciones escolares” (p. 475). Es posible entender la participación como “una acción
social que consiste en intervenir activamente en las decisiones y acciones relacionadas con la
planificación, la actuación, la evaluación de la actividad que se desarrolla en el centro y en el
aula” (SANTOS GUERRA, 1999, p. 62). Jerarquizamos en esta definición la cuestión de la
intervención, a la cual también aludían las dos definiciones precedentes y la evaluación de las
acciones de participación considerándola como parte del proceso de participación.
Desde nuestro tránsito por las instituciones, advertimos cierta ambivalencia acerca
del concepto participación en la educación. Se lo homologa con asistencia, presencia,
comunicación, provisión de recursos o acción. De este modo, la participación familiar en la
escuela estaría dada por la concurrencia a actos escolares, la presencia en actividades que
convoca la escuela, la respuesta a comunicaciones, etc. En las instancias mencionadas la toma
de decisiones dista del ámbito familiar y se localiza en directores, maestros u otras autoridades
escolares.
Tal como planteamos, participar implicaría la posibilidad de elegir, decidir, opinar,
aportar y disentir. Nos remite necesariamente al poder, ya que para participar se debe contar
con la posibilidad de hacerse oír e influir con sus ideas: voz y voto. Desde este punto de vista,
la reactivación de lo público, la recuperación de lo político, demandan la configuración de
nuevas prácticas y formas de relación y participación entre las familias y las escuelas que
permitan apropiarse de los nuevos sentidos propuestos. En consecuencia, deberíamos
considerar los cambios socioculturales y económicos acaecidos en los últimos años, dentro
de los cuales incluimos el deterioro de la imagen profesional del docente y a nivel familiar la
situación laboral: el pluriempleo, el exceso de actividad laboral, la precarización, la falta de
seguridad o estabilidad económica, padres y/o madres que no disponen de tiempo y
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condiciones para involucrarse o participar en las escuelas. Al mismo tiempo, otras familias
tienen una actitud más asertiva y demandante que exige de parte de la escuela hasta la
satisfacción de necesidades que anteriormente solventaba la familia, como lo son la
alimentación, la contención y la disciplina.
A partir de la heterogeneidad que encierra el concepto participación nos interrogamos
acerca de cómo es expresada en el marco de las políticas educativas. En la provincia de Santa
Fe, se enuncia en su sitio Web: “Nuestra Política Educativa está diseñada sobre los
postulados éticos que fundamentan el proyecto de Gobierno de Santa Fe: Diálogo,
Participación y Legalidad; y se traduce en objetivos estratégicos que, parafraseando a Jacques
Dellors (1994), nos hablan de: Aprender a Vivir Juntos; Aprender a Hacer; Aprender a Ser y
Aprender a Aprender.”
A nivel nacional, se observa un giro respecto al lugar asignado a las familias en lo
educativo y a la "participación" de las mismas en las leyes que regularon el sistema educativo
argentino. Durante más de cien años tuvo vigencia la Ley 1.420, en la que no existía una
concepción de "participación de las familias" en la escolaridad de los niños, y tampoco un
lugar activo. Destacamos la incorporación de la "participación" en la ley de alcance nacional
vigente, la Ley de Educación Nacional, N.º 26.206 promulgada en diciembre de 2006, según
desarrollaremos más adelante.
Familias
Como sostiene Beck-Gernsheim (2003), el paisaje de la vida familiar se ha
diversificado. “Cada vez hay más gente que hace un bricolaje de sus propias formas de
vida en común” (p. 36). Por ello, consideramos necesario aclarar a qué nos referimos al
hablar de familias. Remitimos a dos acepciones del término "familia": una más frecuente
en el ámbito de la antropología y la otra en el de la sociología. El sentido de la primera es
"la totalidad de las personas conectadas por casamiento o filiación" (FLANDRIN, 1979,
p. 4, en WAINERMAN, 1994) con una clara alusión a la cuestión del parentesco. El de la
segunda, "las personas relacionadas que viven bajo el mismo techo" (FLANDRIN, 1979,
p. 4, cit. en WAINERMAN, 1994), es decir, el conjunto de personas en general
emparentadas, que viven en la misma casa y que participan en común de actividades ligadas
a su mantenimiento cotidiano. Esta definición, que recién se introdujo en el siglo XIX,
refiere a la de parentesco y co-residencia amalgamadas.
La polisemia de la categoría "familia" y los fuertes supuestos modelizantes que la
intersecan, hacen correr el riesgo de emplearlo generalizando y unificando sentidos donde
puede haber una variedad de dimensiones analizables y distinguibles entre sí. Así, esa
polisemia (ZONABEND, 1988) y las heterogeneidades que oculta el singular, agregan
dificultades teóricas y metodológicas, inescindibles en la práctica de la investigación de los
otros tipos de dificultades.
En consonancia, adoptamos para esta investigación las conceptualizaciones de Bello
y Villarán (2009) ya que los patrones clásicos de composición familiar cambiaron tanto que
es necesario preguntarse de qué familias se habla en cada circunstancia. Referenciando estos
cambios en la Argentina, Wainerman y Geldstein (1994) reconocen: el aumento de la
esperanza de vida, la disminución de la fecundidad y de la mortalidad, la postergación de la
edad para contraer matrimonio, la prolongación de la soltería y el aumento de las uniones
consensuales, las separaciones y los divorcios juntamente con la disminución de la población
casada legalmente y el tamaño de la familia.
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Entre los procesos que muestran modificaciones en las familias, cabe mencionar el
causado por las migraciones. Tal como expresa Elizabeth Jelín (2005) los procesos
migratorios implican siempre la fragmentación de las unidades familiares, sea de manera más
temporaria o permanente. Las migraciones afectan a la organización familiar y doméstica en
las comunidades de origen y en las de destino, produciendo y activando redes comunitarias
y de parentesco multilocalizadas.
Frecuentemente, la migración es una estrategia económica familiar y las redes de
parentesco y las relaciones familiares contribuyen con los flujos migratorios. Los hombres y
mujeres que se asientan en las ciudades se constituyen en nexos para establecer vinculaciones
de los nuevos migrantes en la comunidad. En ocasiones la llegada de hombres solos, en busca
de un panorama económico más próspero que el vivenciado en su comunidad de origen,
puede ser seguida del arribo de la esposa y los hijos. Sin embargo, los cambios acaecidos en
relación a la constitución de las familias, lejos están de hacerle perder su importancia dentro
de los procesos de socialización. Vista desde una perspectiva de derechos, adherimos a la
enunciación de Vergara (2007) que postula que la familia es el núcleo primario de protección
de la infancia y la adolescencia, y tiene un rol decisivo en su desarrollo y que debe ser
protegida para que pueda cumplir con sus responsabilidades. Todos los niños y niñas tienen
derecho a una familia y es deseable que esta incluya tanto al padre como a la madre, sin
importar el tipo de estructura, dinámica o constitución.
En los tres primeros artículos de la Ley de Educación Nacional N.º 26.206 (LNE) se
define a la educación como un derecho, planteando que esta ley "regula el ejercicio del
derecho de enseñar y aprender" (art. 1.0), estableciendo que, junto con el conocimiento, son
"un bien público y un derecho personal y social, garantizados por el Estado" (art. 2.0).
En el cuarto artículo, en relación al lugar del Estado como garante de este derecho,
se enuncia la participación de las familias, junto con las organizaciones sociales: "El Estado
Nacional, las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen la responsabilidad
principal e indelegable de proveer una educación integral, permanente y de calidad para
todos/as los/as habitantes de la Nación, garantizando la igualdad, gratuidad y equidad en el
ejercicio de este derecho, con la participación de las organizaciones sociales y las familias"
(art. 4.0). Esta definición, asociada de esta forma, permite vincular a la "participación" como
equivalente de democratización. Resulta sugestivo, con relación a la relevancia social que ha
tomado el tema de las relaciones entre las familias y las escuelas contemporáneamente, que
aparezca legislado en términos de un derecho. Asimismo, en el artículo 11, que establece "los
fines y objetivos de la política educativa nacional", el inciso "i" contempla entre ellos
"asegurar la participación democrática de docentes, familias y estudiantes en las instituciones
educativas de todos los niveles". Con esto se estipula qué sujetos se consideran relevantes en
relación a la educación en el marco de las instituciones educativas, y sus vinculaciones se
incorporan en términos de la "participación democrática". De esta manera, se refuerza la
carga positiva asociada a la misma. Sin embargo, no hay alusiones que precisen más
específicamente qué significa esta participación.
El lugar de las familias aparece también claramente en el artículo 6. 1, en el que se
establece que "el Estado garantiza el ejercicio del derecho constitucional de enseñar y
aprender. Son responsables de las acciones educativas el Estado Nacional, las Provincias y la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en los términos fijados por el artículo 4.0 de esta ley; los
municipios, las confesiones religiosas reconocidas oficialmente y las organizaciones de la
sociedad; y la familia, como agente natural y primario". Este artículo resulta sumamente
significativo en relación a este trabajo, por tres motivos principales: por un lado, leído en
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continuidad con los artículos anteriores, le da centralidad al Estado como garante de la
educación. En segundo lugar, se plantea a las familias como responsables de las acciones
educativas. Sin embargo, consideramos que esto torna complejo lo que se plantea en la misma
Ley como "derecho a participar" a que se indiferencian derechos y responsabilidades,
poniendo en primer plano a las "familias". Paradójicamente, junto con el lugar asignado al
Estado como principal garante de lo educativo, las responsabilidades por las acciones recaen
en términos compartidos por diversas instituciones y sujetos, lo cual incluye claramente a las
familias. Y, en tercer lugar, presenta una definición de familia como "agente natural y
primario". De esta manera, consolida una concepción que tiende a naturalizar un modo
particular de configuración sociocultural como legítimo y único válido. Contrastando con
nuestra enunciación acerca del bricolaje de la vida familiar, aparece como una entidad
homogénea, responsable de las acciones educativas de los niños en un sentido primordial.
Esto habla, así mismo, de la multiplicidad de intereses y posicionamientos en pugna,
identificables en la letra de la Ley.
Diversidad cultural
Visibilizar la presencia de familias migrantes en la escuela nos obliga a reconocer
que en un mismo espacio social se convocan colectivos con identificaciones culturales
diversas, conformando un espacio multicultural para el desarrollo de la relación familia escuela. Según Bello y Villarán (2009), “La diversidad cultural es un rasgo fuerte de las
sociedades latinoamericanas, como resultado de las migraciones internas y externas, la
supervivencia de las naciones originarias del continente que conservan sus lenguas y parte
de su cultura nativa. La diversidad cultural es una realidad dinámica, en constante cambio,
en la cual existen hegemonías y subordinaciones, corrientes poderosas y posturas débiles.”
(p. 137).
En consonancia con la definición precedente, la UNESCO (2005) sostiene que la
diversidad cultural es un dato de la realidad frente a la cual caben dos posturas: que se
convierta en fuente de tensiones, de prejuicios, de discriminación y exclusión social, o en
fuente potencial de creatividad y de innovación y, por tanto, en una oportunidad de
crecimiento y desarrollo humano. “Ello dependerá de la orientación y de la fuerza con que
las políticas públicas y específicamente las educativas se orienten a la construcción de un
tejido social favorable a la discriminación o al pluralismo” (p. 16).
En las discusiones sobre la diversidad cultural, se hacen presente dos enfoques:
Multiculturalidad e interculturalidad. La Multiculturalidad es un concepto noratlántico que,
además de describir contextos en los que conviven distintas culturas, "se ha convertido desde
hace unas décadas en política de estado para contener reclamos de respeto a la diferencia"
(BRIONES, 2002, p. 382). “Con el término multicultural se define la situación de las
sociedades, grupos o entidades sociales en las que muchos grupos o individuos que
pertenecen a diferentes culturas viven juntos” (AGUADO ODINA, 1991, p. 83). Pero en el
caso de América latina, tal como expresa López (2001), “en su gran mayoría, nuestras
sociedades son desde siempre multiculturales; frente a esta situación se plantea la
interculturalidad como propuesta de diálogo, intercambio y complementariedad.” (p. 9). Y
completa Aguado Odina (1991): “El enfoque intercultural no se limita a describir una
situación particular, sino que define un enfoque, procedimiento, proceso dinámico de
naturaleza social en el que los participantes son positivamente impulsados a ser conscientes
de su interdependencia” (p. 83).
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La Declaración Universal sobre la Diversidad cultural (2001), la Convención
internacional sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales
(2005), convierten a la diversidad cultural en una clave de primera importancia para que los
diseñadores de políticas públicas se esfuercen por recomponer los tejidos sociales
resquebrajados por modelos de desarrollo erigidos sobre la base de la exclusión y la
intolerancia. Es necesario recordar que el Informe Delors (1994) para la educación del siglo
XXI “La educación encierra un tesoro” y el Informe de Pérez de Cuéllar (1996) ya se
constituían como antecedentes, visto que nos hablan de la necesidad de reconceptualizar el
desarrollo desde la perspectiva de la cultura. La fractura de la convivencia requiere de una
ética global comprometida con el pluralismo que nos guíe hacia un mayor entendimiento
mutuo, sobre la base de la aceptación de nuestras diferencias espirituales y culturales.
El marco normativo nacional argentino, la Ley Nacional de Educación N.º 26.206
expresa el respeto a la diversidad (art. 8), y acerca de los fines y objetivos de su Política
Educativa Nacional establece: “Fortalecer la identidad nacional, basada en el respeto a la
diversidad cultural y a las particularidades locales, abierta a los valores universales y a la
integración regional y latinoamericana” (Capítulo II, art. 11).
Por su parte, la provincia de Santa Fe expresa en su sitio Web una Política Educativa
diseñada sobre los postulados éticos de Diálogo, Participación y Legalidad; traducidos en
objetivos estratégicos que, parafraseando a Jacques Dellors, hablan de: Aprender a Vivir
Juntos; Aprender a Hacer; Aprender a Ser y Aprender a Aprender. Estos objetivos se
encuentran en consonancia con proposiciones vertidas en párrafos precedentes acerca de
posicionamientos internacionales.
MÉTODO
En la presente investigación damos cuenta de un estudio de caso único, tomando
como caso una escuela de gestión pública de nivel primario de la ciudad de Rosario,
provincia de Santa Fe, Argentina, durante el año 2018. Esta elección nos permite dar
cumplimiento a nuestros objetivos de investigación, en una interacción entre la
observación y el campo conceptual. Elegimos el enfoque etnográfico de investigación en
Ciencias Sociales por la necesidad de indagar acerca de la participación de las familias
originarias y migrantes en la escuela del caso en estudio desde la cotidianeidad de sus
protagonistas. La decisión de optar por un estudio cualitativo del caso, permite que el
desarrollo de preguntas e hipótesis se dé antes, durante o después de la recolección y el
análisis. Así, los cuestionamientos iniciales que realizamos sólo son un puntapié inicial
posible de pensar y responder. El énfasis de las respuestas no está en medir variables sino
en posibilitar la comprensión del fenómeno en estudio.
El caso fue elegido dado que el 10% de las familias de la escuela corresponde a
migrantes externos (peruanos, bolivianos, brasileños, estadounidenses, paraguayo e italiano).
La planta escolar se compone de quince docentes, dos asistentes escolares y el equipo
directivo. La población en 2018 es de ciento setenta estudiantes, entre 6 y 13 años, con
presencia de hermanos y primos dentro del alumnado, que no viven necesariamente en el
barrio. Las tazas de promoción y acreditación rondan el 100%. La escuela del caso se
encuentra próxima a hospitales, universidades, centros comerciales, iglesias, jardines de
infantes y otras escuelas y se accede fácilmente con transporte público.
El trabajo de campo se basa en la observación participante, el acceso a documentos
del archivo escolar, cinco entrevistas abiertas con el personal de la escuela y cuatro familias
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de los estudiantes. El diario de campo permite el trabajo con la información cualitativamente.
Para ello apelamos a procedimientos analíticos tales como: interpretación, reconstrucción,
contrastación, contextualización y explicitación (ROCKWELL, 2009, p. 85).
RESULTADOS
Como se anticipó en la sección previa, las fichas de inscripción de los estudiantes,
revelan la presencia de padres/madres de familia con nacionalidad extranjera. En la
mayoría de los casos ambos o al menos uno de ellos no ha nacido en la provincia. Se
observa que aproximadamente el 10% de las familias de la escuela corresponde a migrantes
externos, en su mayoría compuestas por peruanos, bolivianos, brasileños,
estadounidenses, paraguayo e italiano en ese orden. En un número menor, encontramos
migrantes internos de provincias limítrofes, que manifiestan radicarse en la ciudad por
razones laborales. Según se recoge de las entrevistas con madres de familias migrantes, la
proximidad de la escuela con las universidades públicas es particularmente apreciada, ya
sea por su aspiración de incorporarse como estudiantes, o por su historia laboral anterior,
ya que ejercían profesiones vinculadas a la salud en sus sitios de residencia y aspiran a
poder continuar o perfeccionar el nivel y/o necesitan revalidar sus titulaciones. Durante
una entrevista con una madre migrante que se acerca a la escuela a avisar que viajará por
unos días a Perú se registra: “estoy trabajando por las noches cuidando enfermos para poder pagar
mis estudios, no pude revalidar mi título porque tengo que trasladarme a Buenos Aires y no puedo dejar
a mis niños, yo allá en Perú trabajaba como enfermera, acá aún no, pero me dijeron que me va a valer la
experiencia de allá para conseguir un buen trabajo”.
Los docentes dicen interpretar las condiciones socioculturales de las familias, de los
alumnos y trabajar a partir de ello, así lo enuncian: “Tiene carencias desde el nacimiento, mala
alimentación”; “La madre no la puede ayudar, porque no entiende cómo”; “Esa casa debe ser brava”; “El
padre va y viene a Brasil y ella queda con otra gente”; “Los padres ni revisan el cuaderno”; “Siempre tan
atenta esa familia, te preguntan todo”; “Están a cargo del padre unos días porque la madre se fue a Perú”.
La mayoría de los maestros y asistentes escolares tienen alta implicancia en el vínculo
con sus grupos de alumnos y familias. Observamos que es frecuente el trato familiar, el
conocer nombres de los progenitores, saber sobre rutinas familiares, sobre actividades
extraescolares, situaciones de salud o laborales particulares que acontecen en los hogares.
A continuación, describimos una escena en la conmemoración del Día de la Música,
la maestra de Música presenta una actividad con alumnos de 3er grado: “Este grado va a cantarles
una canción en portugués...resulta que yo tenía preparada otra, pero M.E. fue a visitar familiares a Brasil y
nos trajo esta canción para compartir”.
Todos los niños del grado cantan y la niña de nacionalidad brasileña toma
protagonismo. Acerca de la misma niña, dice la maestra: “Me costó mucho entenderle a M. E.
cuando hablaba, ella se apartaba del grupo y buscaba peleas, se tapaba para que no la vieran, fue difícil que
se integre con las otras nenas, pero lo logré. Los chicos le entendían mejor que yo”.
Como observamos, en ocasiones, la forma de hablar de los estudiantes migrantes, su
acento y sus modismos señalan su extranjería y hasta dificulta su inclusión escolar, poniendo
en evidencia y facilitando algún tipo de prejuicio discriminatorio. En general, estas presencias
de alumnos migrantes son asimiladas a la condición de origen que el grupo porta como
mayoritaria, quizás por desconocimiento o por ser un tema poco considerado en las escuelas.
Los estudios de Pozzo sobre los estudiantes migrantes (2009) y de intercambio (2019)
también señalan la necesidad de una preparación intercultural de los docentes para contribuir
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a la incorporación al ambiente escolar y comunitario de estos alumnos. Una docente de grado
refiriéndose a una familia brasileña expresa: “yo con la madre no hablo...no te entiende nada...el padre
más o menos...y si es por teléfono, peor”.
En relación a las trayectorias escolares desde la institución los docentes postulan
factores externos al entorno escolar que obstaculizan el aprendizaje: irregularidad en la
asistencia a clases, situaciones de vulnerabilidad, dificultades de salud sin abordaje específico,
falta de compromiso familiar con la escolarización del niño, bajo nivel de instrucción familiar.
Los docentes explican la aparición de estos factores por cuestiones relativas a la organización
familiar, su clima afectivo, la motivación desde edad temprana, la participación de la familia
en las tareas escolares, la comunicación con la escuela, la llamada “adaptación” de nativos y
migrantes a los códigos de la escuela. En este último aspecto, realizan una diferenciación con
actitud de sorpresa afirmando que “respetan más fácil los de afuera que los de acá”.
En el curso de esta investigación hemos podido observar que existen familias locales
con expectativas bajas en relación a la escolarización de los niños, donde no hay participación
en el proceso educativo. Así manifiesta la maestra de 1er grado al respecto: “no le miran el
cuaderno, nunca firma las comunicaciones, no viene a las reuniones, cero estimulación desde la casa y no es
cuestión de plata”.
Otras familias con expectativas más altas, con mayor estímulo hacia los hijos, brindan
un mayor apoyo extraescolar. En líneas generales, ubicaríamos a las familias migrantes dentro
de este segundo grupo, ya que la educación entraría dentro del proyecto de progreso que los
incitó a cambiar su residencia.
Para la población de la escuela en estudio, perteneciente a sectores populares, ya sean
nativos o migrantes, la escolarización implica esfuerzos y estrategias que implican un alto
nivel de valoración y expectativa puesto en el ámbito escolar. Así manifiestan padres/
madres: “no lo traigo a la escuela porque no podía comprarle el calzado, apenas cobro le compro y lo mando”;
“Faltó mucho porque no teníamos para la tarjeta del colectivo, se hace pesado a veces, pero no va a faltar
mas”; “No me lo cambie de escuela, le prometo que voy a salir antes de mi casa para buscarlo a horario”;
“Treinta cuadras caminamos...y nos siguió el perrito”.
Otra interpretación que circula en la escuela acerca de la participación es su carácter
voluntario. En varias observaciones acerca de los dichos de los docentes emerge la idea de
que el problema de la participación o su carencia, es de las familias. Una docente del último
ciclo manifiesta en una entrevista: “no les interesa la educación de sus hijos, si no los llamas no vienen”;
“Se vienen grandes y los dejan solos”; “Ya no los acompañan ni en los actos”.
Al respecto se han observado comentarios diferenciados respecto a familias migrantes
que se expresan con sorpresa por el contenido y por la presencia voluntaria de la familia que
busca interiorizarse del avance del niño. Del diálogo entre dos maestras se registra: “sabés
quién vino a preguntarme si iba a rendir? la mamá de J. A. (niño migrante) Le dije que no, si es muy buen
alumno, debe querer la excelencia, no sé cómo será allá” “Se ocupan” “No los hacen faltar”.
En la constitución de las familias del caso en estudio, apreciamos tanto relaciones de
parentesco cercano como ampliado, así como constitución de lazos solidarios, lo cual
favorece en algunas ocasiones, el sostenimiento de la asistencia a la escuela. Las familias
migrantes reconocen procesos de fragmentación vivenciados para asegurar una mejor
radicación en la localidad. En ocasiones arriba en primer lugar el hombre de la familia quien
busca establecer residencia y trabajo, luego la mujer y los niños. Este proceso se halla cargado
de inestabilidad e incertidumbre para quienes migran y quienes aguardan hacerlo. El tiempo
de residencia en la ciudad de las familias migrantes del caso en estudio data de más de dos
años en la mayoría de los casos. Algunas veces y por cuestiones de salud o estudio, hay hijos
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que ven retrasado el arribo a la nueva locación quedando al cuidado de familiares que
permanecen en el sitio de origen. Una madre de nacionalidad peruana durante una entrevista
cuenta: “me voy unos días a buscar a mi hijo mayor discapacitado que quedó en Perú con mi madre, ya no
puedo dejarlo más tiempo con ella, hace dos años que no lo veo, lo traigo para aquí y deberé buscar dónde
puede atenderse (...) pero las niñas seguirán viniendo a la escuela”.
Es ampliamente valorado el acceso a los recursos que se les ofrece a los estudiantes.
Manifiestan como causa del destierro la necesidad de mejorar las condiciones de vida
familiares. El acceso a la educación es visto en algunos casos como una oportunidad que no
está asegurada en el lugar de procedencia ya que aluden a la necesidad de instalarse en campos
o lugares alejados para emplearse y generar ingresos, llevando con ellos a los niños quienes
inevitablemente pasarían a ser mano de obra y perderían la posibilidad de asistir a la escuela.
En los diálogos con adultos migrantes, el proyecto familiar orientador es el deseo de
migrar para progresar. Observamos que las edades de los padres y madres de familias
migrantes no superan los 40 años promedio. Al menos un miembro de la familia se encuentra
empleado ya sea en trabajos formales, oficios, comercios, empleadas domésticas o cuidadoras
de enfermos. Si bien es reconocido el rol del padre como proveedor principal, las madres
también se incluyen en el mercado laboral que la mayoría de las veces es informal. Así mismo
se observan inquietudes en relación a insertarse en el ambiente estudiantil. Dos madres
migrantes afirman: “yo no volvería a mi país, mis hijos no podrían ir a la escuela porque deberíamos
trabajar en el campo y quedaríamos apartados. Aparte aquí tengo mi casa y mi trabajo, las patronas me
recomiendan así que tengo cuatro casas” (refiriéndose a su empleo como servicio doméstico). “Vinimos acá
para poder estudiar Medicina, en Brasil no podríamos”. “Trabajaremos en una rotisería de un amigo”.
Las condiciones socioeconómicas de las familias del alumnado se pueden ponderar
como regulares, con excepciones buenas. Cuentan con los materiales escolares mínimos y el
resto son provistos por la escuela. Un enunciado muy frecuente que suena en la escuela en
relación a los bajos recursos de la población es “acá están mejor que en su casa”.
A partir de la observación participante podemos afirmar que frecuentemente se apela
a las familias como explicación de los problemas de índole escolar y hasta algunos conflictos
propios de la dinámica institucional. Desde el discurso escolar se dan procesos de
transferencia de responsabilidades hacia las familias. En un sentido unívoco, se apela a la
"participación familiar" como alternativa a resolución de cuestiones escolares. En la sala de
maestros circula con frecuencia la frase “la escuela sola no puede” deslindando su
responsabilidad frente a situaciones que se le tornan complejas.
Observamos la circulación de discursos docentes que señalan que, entre la población
originaria y migrante, se observan diferencias en relación a los niveles de participación, al
involucramiento en el proceso de aprendizaje de los niños a su cargo, a la adhesión al
cumplimiento de las normativas escolares, y hasta al reconocimiento de la figura del docente.
Citamos algunos decires de miembros de la institución: una maestra luego de dialogar con
una madre de nacionalidad peruana manifiesta: “me explicó mil veces por qué no venía el hijo a la
escuela, ya le dije que con los certificados alcanza, que no me traiga los estudios médicos” “Pobrecito...lo
mandan solo en colectivo, pero no lo hacen faltar nunca”.
La secretaria en relación a dos familias migrantes comenta: “son tan cumplidores, siempre
preocupados por estar al día con todo, pagan la cooperadora, compraron la rifa, te traen los papeles (...) son
buena gente”.
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DISCUSIONES
La recurrente alusión a la "participación" en la Ley de Educación Nacional - vigente
actualmente em Argentina - pone en evidencia la relevancia atribuida contemporáneamente
a esta categoría, en particular en el ámbito educativo, y la institución del caso en estudio no
es una excepción. Esto se retroalimenta con el registro de la cotidianeidad escolar, donde el
problema de la participación de las familias tiene una presencia importante principalmente
en el discurso docente tal como se releva a lo largo del trabajo de campo. Este problema
suele condensar buena parte de las discusiones referentes a las relaciones entre las familias
y las escuelas. En este sentido, retomamos lo que Laura Santillán (2007) definió como la
"producción social de un padre responsable”, un procedimiento con múltiples aristas que
permite dar cuenta cómo las nociones familiares sobre la educación se producen
recuperando y resignificando categorías legitimadas sobre el cuidado infantil (p. 205). Los
recurrentes pedidos de "acompañamiento" de la escolaridad que manifiestan los docentes,
son activamente apropiados por los adultos con niños a su cargo. Los motivos por los que
los padres no pueden "ayudar" a sus hijos en la escuela son vividos como una suerte de
incumplimiento con aquello que debería hacerse en pos de la escolaridad infantil. La no
realización de esas prácticas suele interpretarse como un desinterés o una desvalorización
de la escolarización por parte de los maestros, al tiempo que otras prácticas cotidianas suelen
no ser registradas cómo modos de valorar y propiciar el desarrollo de la escolaridad.
Los modos de resolver las demandas cotidianas vinculadas a la escolarización de los
niños incluyen usualmente una participación activa de otras personas cercanas (hermanos
mayores, familiares cercanos, vecinos), lo cual suele ser criticado como "despreocupación de
los padres". De la misma forma, la asistencia (o inasistencia) a las reuniones y citaciones a las
que la escuela convoca habitualmente a "los padres de los niños" suele ser interpretada como
indicador de la valoración o desvalorización. Sin embargo, es frecuente que, por las
condiciones laborales, muchos padres no puedan asistir a las reuniones.
Los modos de interacción a través de los cuales entran en contacto los distintos
sujetos implicados directamente con la escolarización de los niños son diversos. Así mismo,
las situaciones de encuentro presencial entre los docentes y los adultos con niños a su cargo
se producen usualmente dentro de la escuela, pero también eventualmente por fuera del
edificio escolar. Las representaciones más fuertemente ancladas acerca de la relación entre
las escuelas y las familias apuntan a que los maestros tienen "su" lugar dentro de la escuela y
las familias afuera, apoyando, participando según se las convoque. Estas representaciones
dificultan la visibilización por un lado, de muchas formas de involucramiento de las familias
en la escuela, y por el otro, que tanto "familia" como "escuela" son categorías que engloban
a los estudiantes. Esto conlleva retomar el planteo de que no se trata de "dos bandos"
enfrentados o amigados, sino de relaciones que se establecen entre sujetos, y en tanto tales,
dinámicas, complejas, contradictorias y heterogéneas. A su vez, existen múltiples esfuerzos
tanto impulsados desde el ámbito oficial, como de diversas posturas académicas por
"acercar" las familias a las escuelas. Existe una amplia producción de textos sobre "la alianza"
entre la familia y la escuela, que tienden a reforzar estas representaciones.
La escuela constituye simultáneamente un espacio abierto y cerrado; es decir, se trata
de un espacio permeable, en el que "el contexto socio-histórico particular también permea y
define con diferente peso en cada lugar la vida diaria de las escuelas" (MERCADO, 1986,
p.49). Las diversas prácticas cotidianas observadas permiten complejizar la discusión sobre
la "apertura" de la escuela, y, por tanto, la mirada sobre las formas de interacción entre los
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adultos. Se trata de prácticas que suelen rebasar los reglamentos y las regulaciones oficiales,
pero que son constitutivas de la vida social, y por lo tanto de la institución escolar misma.
De esta manera, las prácticas a través de las cuales interactúan los docentes (y/u otros
miembros de la escuela) y los adultos con los niños a su cargo en el ámbito doméstico, pueden
agruparse en dos grandes modos de interacción, cuyos límites son difusos, e incluyen una
variedad importante (indeterminable apriorísticamente) de formas al interior de cada uno.
Un modo refiere a situaciones pautadas por y desde la institución -ya sea por iniciativa de
directivos o maestros, o definidas desde otros niveles de la gestión escolar. Nos referimos a
convocatorias generales, como pueden ser las invitaciones a los actos escolares, a reuniones
de los padres de un grado con sus respectivos docentes, reuniones extraordinarias por grados
o por ciclos, con directivos, citaciones de uno o más maestros, entre otras. Son formas preestablecidas de interacción, consideradas muchas veces como "las" formas legítimas de
participación, frente a las cuales se establecen quejas, demandas o acuerdos con respecto a
los padres que sí participan de estas instancias y de los que no (con implicancias diversas
según el tipo de convocatoria). Sin embargo, a pesar de que éstas sean las formas de
interactuar más visibles en el marco de la escuela, y que en tanto tales sean usadas como
indicadores del involucramiento y "participación" de los padres, y de la apertura de la
institución, no agotan de ninguna manera las prácticas cotidianas que implican interacciones
y acercamientos. Como se desarrolló anteriormente, existe toda otra gama de encuentros no
pautados, que pueden surgir de acercamientos o iniciativas de algún familiar, o de un grupo,
sin convocatoria previa, a hablar con una maestra o con la directora, o a la inversa,
comúnmente durante los horarios de entrada o de salida de la escuela, pero que pueden ser
sumamente significativas para los sujetos que las llevan a cabo. Las pautas formales que en
principio generarían una forma de apertura institucional, y consecuentemente un
"acercamiento", acaban implicando una serie de complejidades que eventualmente llevan a
lo contrario. Así, se generan situaciones paradójicas en relación a las quejas por la no
participación de los padres, a los reclamos o demandas en relación a ello mencionados
anteriormente.
Retomando los objetivos específicos que planteamos en esta investigación, podemos
sintetizarlos como sigue. En relación al primero, postulamos que los modos de participación
familiar en la escuela tomada como caso están matizados por la misma polisemia que emana
del término. A pesar de ello, aún persisten fuertes supuestos modelizantes que la intersecan.
Más que la condición de origen, son los múltiples sentidos que puede implicar la palabra
"familia", y las heterogeneidades que oculta las que pueden dar cuenta de una diferenciación
de sus estilos de involucramiento y participación.
En referencia al segundo objetivo: “comparar la participación de las familias locales y
migrantes en una escuela primaria” hemos apreciado una alta valoración de las familias
migrantes a la posibilidad de escolarización. Dicha valoración junto a la posesión de recursos
simbólicos define modos de participación que le son propios a cada familia. Observamos
que las familias locales y migrantes asisten ante convocatorias de los docentes o directivos
para analizar situaciones escolares de dificultad o progreso de sus hijos. Los docentes
manifestaban la importancia de estas acciones tanto a través de las quejas por los casos de
incumplimiento, como por la satisfacción cuando se concretaban. La no realización de las
acciones mencionadas anteriormente de parte de los padres de los niños no es interpretada
linealmente como causante de imposibilidades y limitaciones para la escuela. Algunos
docentes y directivos, en esas caracterizaciones incluyeron eventualmente alusiones al origen
de las familias de los niños. Los crecientes pedidos de "participación" y "acompañamiento"
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que emanan desde la escuela dan lugar a una diversidad de tensiones y de conflictos, que
conviven diariamente con otra multiplicidad de situaciones en las que priman los acuerdos y
afinidades. El registro de la cotidianeidad muestra que son sujetos vinculados de formas
diversas, y existen tanto múltiples atravesamientos de la "familia" por lo escolar, como de las
propias experiencias familiares de los docentes - inescindibles de las experiencias subjetivas,
y por lo tanto de las prácticas. Evitamos caer en la mirada de "la familia" y "la escuela" como
dos bandos enfrentados.
Por último, en referencia al objetivo “contribuir a la diagramación de acciones dentro
de las políticas públicas para la educación, consideramos que, si bien la Ley Nacional de
Educación afirma el rol protagónico de las familias en relación a participar activamente de la
educación de sus hijos, no se han observado instancias de difusión suficientes y son
desconocidos por gran parte de la población. Observamos que al mirar cómo convoca la
escuela a participar, aparecen las dificultades de las familias tanto como los vacíos y errores
de la institución que limita o impide la existencia de una cabal participación. Reconocemos
la escuela como espacio de lo público y por ende la llegada de todos a la escuela: niños y
niñas de diversa condición socio-económica, cultural y etnias. La población de las escuelas
da paso a la heterogeneidad, entendido como lo diverso y desigual.
Las nuevas maneras de vivir la infancia y la adolescencia que aportan las migraciones
imponen hablar de nuevas formas de lazos entre la escuela y las familias. Tanto las
instituciones como las políticas públicas para la educación deberán orientarse al
reconocimiento de la diversidad para superar tensiones, prejuicios, discriminación y
exclusión. Tendrán que traducirse en acciones que propicien oportunidades de crecimiento
y desarrollo humano favoreciendo la construcción de un tejido social plural y democrático.
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Submetido em agosto de 2021
Aprovado em outubro de 2021
Información de la autora
Nombre: María Isabel Pozzo es Maestra, Profesora, Licenciada y Doctora en Ciencias de la
Educación por la Universidad Nacional de Rosario, Magister por la Universidad de
Barcelona, España y estancia posdoctoral en la Universidad Católica de Leuven de Bélgica.
Es Investigadora del CONICET, categoría Independiente, con sede de trabajo en el Instituto
Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE). Desempeña una intensa
actividad como directora y evaluadora de tesistas, investigadores y proyectos de
investigación, autora de ponencias de congresos internacionales, artículos y libros e
integrante del Comité Científico de congresos y revistas académicas internacionales.
Afiliación Institucional: Profesora Titular de Trabajo de Campo I y II en la Escuela de Ciencias
de la Educación, de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de
Rosario. Dicta asimismo numerosos cursos de posgrado referidos a la metodología de la
investigación y la escritura de tesis en distintas universidades, entre ellas en la Universidad
Tecnológica Nacional, Facultad Regional Rosario, donde dirige la Maestría en Docencia
Universitaria. Dirige asimismo el Centro de Estudios del Español como Lengua Extranjera
de la Universidad Nacional de Rosario. Ha ejercido la docencia en todos los niveles
educativos. Ha obtenido becas norteamericanas y europeas para estancias de investigación
en Universidades de Canadá, España y Bélgica, y ha sido profesora visitante en universidades
de Brasil, Perú, Colombia, Cuba, España, Italia, Portugal, Dinamarca, Holanda, Suecia y
Japón.
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0186-0910.
E-mail:
[email protected].
Información de la autora
Nombre: Laura Camiscia. A partir del año 1.994 y hasta el 2.006, desarrollé mis funciones
docentes en escuelas de nivel primario de zonas extremadamente vulnerables. Ante la
necesidad de respuesta a las situaciones que observaba cotidianamente y conjugado al propio
deseo de perfeccionamiento profesional, cursé estudios de la carrera del profesorado en
Psicología y Ciencias de la Educación en el Instituto de Estudios Superiores N.º 28 “Olga
Cossettini” de Rosario y a posteriori, continuando con la misma motivación, obtuve el título
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de Licenciada en Pedagogía Social por la Universidad del Salvador. A partir del año 2006 y
con continuidad a la fecha, accedo por derecho de concurso de antecedentes y oposición, al
cargo de directora de 3era categoría, función vice, en la escuela primaria común diurna N.º
525 “Dr. José Camilo Paz”.
Afiliación Institucional: Escuela primaria común diurna N.º 525 “Dr. José Camilo Paz”.
Rosario, Argentina.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9488-127X.
E-mail:
[email protected].
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