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2017 - Guirado coord. - Homenaje a Luciana de Stefano - BL 47/48

2017, Boletín de Lingüística 47-48. Homenaje a Luciana de Stefano

Coordinadora de la edición del Boletín de Lingüística en Homenaje a Luciana de Stefano

BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA Director Víctor Rago Albujas Subdirectora Irania Malaver Comité Editorial Luisana Bisbe María José Gallucci Jeyni González Kristel Guirado Zayra Marcano Francia Medina Martha Shiro Comité Asesor Manuel Alvar Ezquerra, Universidad Complutense de Madrid Paola Bentivoglio, Universidad Central de Venezuela Ignacio Bosque, Universidad Complutense de Madrid Godsuno Chela-Flores, Universidad del Zulia Luciana de Stefano, Universidad Central de Venezuela Humberto López Morales, Real Academia Española Marie Claude Mattéi Müller, Universidad Central de Venezuela Esteban Emilio Mosonyi, Universidad Central de Venezuela Manuel Navarro, Universidad de Carabobo Enrique Obediente Sosa, Universidad de los Andes (Venezuela) Zaida Pérez González, Universidad Central de Venezuela Bernard Pottier, Universidad de París-Sorbonne Guillermo Rojo, Universidad Santiago de Compostela Sergio Serrón, Instituto Pedagógico de Maracay María Josefina Tejera, Universidad Central de Venezuela Diagramación Norys Primera Chirino El Boletín de Lingüística es una publicación con arbitraje externo. Está destinada a la publicación y estudio de fenómenos de interés lingüístico o antropolingüístico, con especial énfasis en el español de Venezuela y en las lenguas indígenas del país. Los artículos deben estar escritos en español. Las ideas contenidas en los trabajos son de exclusiva responsabilidad del autor. El Boletín de Lingüística está indizado en el sistema de Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE) y en el Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, del Caribe, España y Portugal (LATINDEX) y en la Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal, Ciencias Sociales y Humanidades (RedALyC). Asimismo, está registrado en la Red de Revistas Venezolanas en Ciencia y Tecnología (REVENCYT) y en el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología (FONACIT), Venezuela, en la Scientif Electronic Library on Line (Scielo), en el Portal de Revistas Científicas en Formato Electrónico (REVELEProyecto Papiro) y en Lingüístics and Language Behavior Abstracts (de CSA Illumina) y puede ser visto en línea: www.scielo.org.ve: www.revele.com.ve y www. redalyc.uaernex.mx Este número de Boletín de Lingüística ha sido financiado por el Consejo de Desarrollo Científico Humanístico (CDCH) de la Universidad Central de Venezuela. Boletín de lingüística Vol. XXIX nro. 47-48 ISSN 0798-9709 Depósito Legal pp 198303DF165 CARACAS Ene - Dic, 2017 HOmENAjE A LuCIANA DE STEfANO: OBrA ESCOGIDA Krístel Guirado (Coord.) SumArIO Presentación Krístel Guirado semBlanza de luciana de stefano Laura Pérez Arreaza 7 12 literatura y Pensamiento medieVal Don Juan Manuel y el pensamiento medieval. 1982. Las ‘insolas dotadas’ en el “Caballero Zifar”. 1983. El texto bíblico y las crónicas de Indias. 1985. El enxemplo XXVII de el “Libro del Conde Lucanor et de Patronio”: las relaciones de pareja.1987. El universalismo de Alfonso el Sabio. 1989. 15 28 37 46 55 estudios sociolingüísticos del esPañol de caracas Un análisis sociolingüístico del habla de Caracas: los valores del futuro. Con Rosalba Iuliano. 1979. Un análisis sociolingüístico del habla de Caracas: usos y valores del diminutivo. Con Rosalba Iuliano y Liana Gianesin. 1979. Los posesivos de primera persona del singular y plural en el habla de Caracas. Con Irma Chumaceiro. 1992. El uso del que galicado en el español actual. Con Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano. 1999. 70 78 96 112 estudio histórico del léxico en Venezuela Terminología de la vestimenta en Venezuela: selección de las voces de mayor interés en el español hablado en Venezuela. 1975. 126 la Pasión Por las fuentes: notas a dos Proyectos. Giovanna D’Aquino, Irania Malaver y Krístel Guirado La base documental del DIVE, 1948-2018: 70 años de papeletización y memoria. Documentos para la Historia del Español de Venezuela: Fuentes y testimonios del habla coloquial de los siglos XVI al XVIII. 160 165 Boletín de lingüística Vol. XXIX nro. 47-48 ISSN 0798-9709 Depósito Legal pp 198303DF165 CARACAS Ene - Dic, 2017 IN HONOr Of LuCIANA DE STEfANO: SELECTED WOrK Krístel Guirado (Coord.) CONTENTS Presentation. Krístel Guirado in memory of luciana de stefano. Laura Pérez Arreaza 7 12 articles medieVal literature and thought Don Juan Manuel and Medieval thought. 1982. ‘Insolas dotadas’ in “Caballero Zifar”. 1983. The text of the Bible and the Chronicles of the Indies. 1985. “Enxemplo XXVII“ from “Libro del Conde Lucanor et de Patronio”: Couple relationships.1987. Alfonso el Sabio´s universalism. 1989. 15 28 37 46 55 sociolinguistic studies of sPanish sPoken in caracas A sociolinguistic analysis of Caracas speech: meanings of the future tense. With Rosalba Iuliano. 1979. A sociolinguistic analysis of Caracas speech: uses y meanings of the diminutive. With Rosalba Iuliano and Liana Gianesin. 1979. Singular and plural first person possessives in Caracas speech. With Irma Chumaceiro. 1992. The uses of que galicado in present day Spanish. With Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano. 1999. 70 78 96 112 historical studies of the Venezuelan lexicon Clothing terminology in Venezuela: a selection of the words of the greatest interest in Spanish spoken in Venezuela. 1975. a Passion for the sources: notes on two Projects. 126 Giovanna D’Aquino, Irania Malaver and Krístel Guirado The documental foundations of DIVE, 1948-2018: 70 years of card indexing and memory. Documents on the history of Spanish spoken in Venezuela: Sources and testimony of colloquial language spoken between the 16th and the 18th centuries. 160 165 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 7-11 HOmENAjE A LuCIANA DE STEfANO: PrESENTACIÓN Krístel Guirado Universidad Central de Venezuela Universidad de Zaragoza 1. soBre luciana de stefano Luciana de Stefano de Taucer nació en Pavía (Italia) el 11 de julio de 1938. Viajó a Venezuela junto a su familia en 1949. Se graduó de Licenciada Letras en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1961, y ese mismo año entró a formar parte del equipo de investigación del profesor Ángel Rosenblat en el Instituto de Filología “Andrés Bello” (IFAB). En 1962, viajó a Alemania y cursó dos semestres de Filología Románica en la Universidad de Friburgo. Cuando regresó a la UCV, en 1965, recibió su Doctorado en Letras. Se especializó en literatura medieval y en el estudio sociolingüístico e histórico del español de Venezuela. Dictó cursos en la Escuela de Letras (1969-1987), de la cual fue directora en el período 1981-1984. Además, fue profesora del Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar (1975-1979). Asimismo, fue docente de historia del español y miembro del Comité Académico de la Maestría en Lingüística de la UCV. De su amplia y diversa obra destaca su interés por la literatura medieval, el análisis sociolingüístico de algunos fenómenos del español de Venezuela, el estudio de sus peculiaridades léxicas y fraseológicas, así como de la evolución de estos usos entre los siglos XVI y XVIII. Como investigadora del IFAB, colaboró intensamente 7 8 PRESENTACIóN con los proyectos Diccionario de venezolanismos, El habla culta de Caracas, Estudio histórico del español de Venezuela y Diccionario fraseológico del español de Venezuela.1 La calidad de sus publicaciones, la excelencia de su trabajo docente, su amabilidad y paciencia para la enseñanza, hicieron de ella un ejemplo a seguir. Tras su partida, nos quedan las palabras del profesor Jaime López Sanz, quien es portavoz de un sentimiento común de admiración y afecto: Fue más que mi profesora de formación de las lenguas romances, fui rendido iniciante suyo en el mudo vivero de las palabras animadas. De ella comprendí cuánta llama podía tomar la forma de una voz dulce, semioscura, pudorosa..., portadora de lo que para un joven era un arca semiabierta de secretos sabios. Hace ya mucho, y ahora es ayer de golpe. 2. soBre la selección de materiales Con motivo de la conmemoración de los 80 años de su nacimiento, el Comité Editorial del Boletín de Lingüística ha querido realizar un número especial en homenaje a su labor investigadora. Para ello, hemos decidido hacer la reedición de algunos de sus trabajos más relevantes. Nuestra intención, por una parte, es ofrecer una muestra representativa de la pluralidad de temas e intereses desarrollados por Luciana de Stefano y, por otra, el espacio también es propicio para dar a conocer algunos de sus aportes menos divulgados. Como coordinadora de esta edición, he intentado sistematizar sus publicaciones en tres campos de investigación, a saber: i. Literatura y pensamiento medieval; ii. Estudios sociolingüísticos del español caraqueño; y, iii. Estudio histórico del léxico en Venezuela. No he incluido los artículos sobre gramática histórica del español de Venezuela porque los mismos fueron publicados en la primera década del siglo XXI y están disponibles en línea en los dominios de las respectivas publicaciones periódicas. En el primer apartado se incluyen cinco artículos publicados entre 1982 y 1989: Don Juan Manuel y el pensamiento medieval (1982), Las ‘insolas dotadas’ en el “Caballero Zifar” (1983), El texto bíblico y las crónicas de Indias (1985), El enxemplo XXVII de el “Libro del Conde Lucanor et de Patronio”: las relaciones de pareja (1987) y El universalismo de Alfonso el Sabio (1989). 1. Los tres últimos proyectos se desarrollaron en cooperación con otras empresas internacionales similares, diseñadas para el estudio coordinado de estos temas en los distintos países de habla hispana, el Proyecto para el estudio coordinado de la norma lingüística culta de las principales ciudades de Iberoamérica y de la Península Ibérica, coordinado por Juan Manuel Lope Blanch; el Estudio histórico del español de América y Canarias, coordinado por María Beatriz Fontanella de Weinberg –ambos auspiciados por la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL)–; y el Diccionario fraseológico Hispánico, coordinado por el Hugo Kubarth, de la Universidad de Graz (Austria). Krístel Guirado En la segunda, se reeditan cuatro estudios sociolingüísticos de varios fenómenos, elaborados en estrecha colaboración con sus colegas y publicados entre 1979 y 1999: los valores del futuro (con Rosalba Iuliano, 1979), usos y valores del diminutivo (con Rosalba Iuliano y Liana Gianesin, 1979), los posesivos de primera persona del singular y plural (con Irma Chumaceiro, 1992) y el uso del que galicado (con Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano, 1999). En la última parte, se publica una versión corta de su tesis de ascenso inédita Terminología de la vestimenta en Venezuela: selección de las voces de mayor interés en el español hablado en Venezuela (1975). Puesto que el resto de los artículos seleccionados ha sido objeto de una publicación anterior, la edición de este pequeño dominio lexicográfico constituye la principal contribución de esta edición-homenaje. La divulgación de este valioso aporte al estudio del léxico venezolano era una deuda, motivo por el cual se publica el contenido de la tesis en su totalidad y solo se reduce el número de ejemplos que ilustra cada uno de los vocablos inventariados por la autora. Los materiales se reeditan conforme a su versión original, solo se han aplicado los cambios pertinentes a las normas ortográficas actualizadas por la RAE y se ha unificado el formato de texto, citas y referencias bibliográficas según las normas de publicación del Boletín. 3. BiBliografía de luciana de stefano 3.1. Creación literaria Corrientes nocturnas. Revista Nacional de Cultura 24. 151-152. 1962. 3.2. Libros, monografías y artículos La sociedad estamental en las obras de Don Juan Manuel. Nueva Revista de Filología Hispánica XVI, 3/4. 329-354. 1962. La sociedad estamental de la Baja Edad Media española a la luz de la literatura de la época. Caracas: IFAB-UCV. 1966. El “Caballero Zifar”: Novela didáctico-moral. Thesaurus XXVII, 2. 173-260. 1972. Terminología de la vestimenta en Venezuela: selección de las voces de mayor interés en el español hablado en Venezuela. Trabajo de ascenso inédito. Caracas: Universidad Central de Venezuela. 1975. Un análisis sociolingüístico del habla de Caracas: los valores del futuro. Boletín de la Academia Puertorriqueña de la lengua española VII, 2. 101-110. [con Rosalba Iuliano]. 1979. Un análisis sociolingüístico del habla de Caracas: usos y valores del diminutivo. Anuario de Letras. 63-79 [con Rosalba Iuliano y Liana Gianesin]. 1979. Don Juan Manuel y el pensamiento medieval. En Don Juan Manuel, VII centenario, 337-351. Murcia: Academia Alfonso X el Sabio, Universidad de Murcia. 1982. 9 10 PRESENTACIóN Las ‘insolas dotadas’ en el “Caballero Zifar”. Anuario de Letras 21. 211-221.1983. El texto bíblico y las crónicas de Indias. Anuario de estudios medievales 15. Estudios dedicados a la memoria de don Claudio Sánchez-Albornoz. 589-598.1985. El enxemplo XXVII de el “Libro del Conde Lucanor et de Patronio”: las relaciones de pareja. En Homenaje al profesor Juan Torres Fontes II, 1637-1643. Murcia: Academia Alfonso X el Sabio, Universidad de Murcia. 1987. El malhechor feudal en el “Libro del Cauallero Zifar”. Anales de filología hispánica 3. 25-36. 1987. El universalismo de Alfonso el Sabio. En Iraset Paéz Urdaneta, Fernando Fernández y Luis Barrera Linares (comp.), Estudios lingüísticos y filológicos en homenaje a María Teresa Rojas, 101-113. Caracas: Universidad Simón Bolívar. 1989. Los posesivos de primera persona del singular y plural en el habla de Caracas. En Scripta Philologica. In honorem Juan M. Lope Blanch II, 823-839. México D.F.: UNAM. [con Irma Chumaceiro]. 1992. El adjetivo posesivo en el español hablado en Maracaibo. Iberoromania 44. 39-51. 1996. El viaje de Galeotto Cei. La relación de un viajero italiano en la Venezuela del siglo XVI. Montalbán 30. 131-156. 1997. El uso del que galicado en el español actual. En Actas del VIII Congreso internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de la América Latina, 104-111. [con Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano]. 1999. Venezuela: Siglos XVI – XVIII. Selección, transcripción y revisión de textos. En Elena Rojas Mayer (comp.), Documentos para la historia lingüística. Tomo II. Madrid: Asociación de Lingüística y Filología de América Latina [con Mª Josefina Tejera y Juan Pedro Sánchez]. 2000. Estudio histórico del español de Venezuela: recolección del corpus y rasgos lingüísticos más resaltantes de los documentos. Lingua Americana, 7. 5-27. [con Laura Pérez Arreaza]. 2000. El uso del diminutivo en el español de Venezuela de los siglos XVI a XVIII. En Homenaje a Paola Bentivoglio. Estudios lingüísticos. Cuadernos Lengua y Habla, 249-257. Mérida: Universidad de los Andes. [con Laura Pérez Arreaza]. 2001-2002. Los indigenismos en el “Viaje y descripción de las Indias (1539-1553)” de Galeotto CEI. Caracas: Fondo Editorial de Humanidades y Educación-UCV. 2002. Peculiaridades léxicas del español de Venezuela en los siglos XVI, XVII y XVIII. En Mercedes Sedano, Adriana Bolívar y Martha Shiro (comps.), Haciendo Lingüística. Homenaje a Paola Bentivoglio, 429-439. Caracas: CEP-FHEUCV. 2006. 3.3. Notas ¿Nuestra casa o La casa de nosotros? Español Actual 69. 103-104. [con Francisco Freites Barros]. 1998. Krístel Guirado Ángel Rosenblat. Boletín de Lingüística 19. 86-96. 2003. Rosenblat, trayectoria de una obra. Revista Nacional de Cultura LXIV/ 328. 9-16. 2003. Estudio histórico del español de América. Boletín de Lingüística 22. 124-129. 2004. Fraseologismos de España y Venezuela: identidad y contraste. Lingüística 18. 144154. [con Aura Gómez de Ivashevsk]. 2006. 3.4. Reseñas “Orígenes y estado actual del español de Venezuela” de Godsuno Chela-Flores. Español Actual 69. 126-128. 1998. “El español de América” de Juan Antonio Frago Gracia y Mariano Franco Figueroa. Boletín de Lingüística 21. 130-135. 2004. 3.5. Traducciones: Botero, Giovanni. 1996. La razón de estado y otros escritos. Traducción, notas y bibliografía de Luciana de Stefano. IFAB. Facultad de Humanidades y Educación. 3.6. Recursos Documentos para la historia del español de Venezuela [CDrom]. Caracas: Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela [con Mª Josefina Tejera]. 2007. 11 12 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 12-13 SEmBLANzA DE LuCIANA DE STEfANO Laura Pérez Arreaza Université de Montréal Escuchando a Luciana en una magnífica grabación del proyecto “Voz de los creadores” identifiqué dos frases reveladoras. La primera me hizo recordarla vivamente: “Siempre me gustó la historia; a mí me gusta el pasado” y la otra me hizo repensarla: “me habría gustado ser detective”. Cualquiera que haya conocido a Luciana de Stefano, que haya entrado a sus mágicos cursos entre los años 69 y 87 en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela o en el Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar, o incluso a finales del siglo XX e inicios del XXI, en la Maestría en Lingüística de la UCV –cursos en los que regalaba un conocimiento profundo de modo apacible y sin sobresalto–, cualquiera que haya compartido su pasión por los archivos, cualquiera que la haya leído o que haya compartido una reunión social con ella podría, sin duda, dar fe de su gran pasión y curiosidad por la historia. Pasión que no solo quedaba ilustrada en su inmensa facilidad para narrar con detalle historias, fechas, personajes y paisajes de su pasado y de su historia como inmigrante, sino que llegaba claramente a su labor académica, como demuestran sus publicaciones e investigaciones que datan desde inicio de los años 60 y entre las que figuran algunas como La sociedad estamental en las obras de don Juan Manuel, La vida estamental de la baja Edad Media española a la luz de la literatura de la época, Don Juan Manuel y el pensamiento medieval, El texto bíblico y las crónicas de Indias, Los indigenismos en el “Viaje y descripción de las Indias (1539-1553)” de Galeotto Cei, Peculiaridades léxicas del español de Venezuela en los siglos XVI, XVII y XVIII. Como discípula y amiga de Luciana tuve la inmensa fortuna de aprender de ella el gusto, si no más bien la adicción, por los archivos y los textos históricos. Entre guantes y tapabocas su maestría me enseñaba a descubrir en aquellos textos raídos, descoloridos y desgastados por el paso de los siglos informaciones precisas sobre el habla de otrora, que a ratos no sabíamos si atribuir al hablante o al escribiente. Así pasábamos unas dos mañanas por semana en los archivos de la Academia de la Historia, en la búsqueda de la reconstrucción del escenario lingüístico de otra época, sin el cual ella pensaba que era difícil explicar con tino el escenario lingüístico de los nuevos tiempos. laura Pérez arreaza A la vuelta, que hacíamos juntas en el Metro de Caracas hasta el Instituto de Filología Andrés Bello, abandonaba sus comentarios lingüísticos sobre los textos y retomaba las historias de vida de los personajes de esos textos. Gozaba Luciana a sus poco más de 60 años de una gran memoria, esa que le permitía reconstruir entre aquel amasijo de documentos desordenados alguna historia fracturada en el papel que iba desde cartas de amor hasta inventarios de bienes y separaciones. Un nombre, una fecha, un lugar inmediatamente la invitaban a relacionar un documento con otro y a reconstruir una historia. Esas historias de vida que Luciana reconstruía a través de las voces de sus protagonistas en muchas ocasiones la llevaron a cuestionar con mucha propiedad la “historia oficial”. Hoy, a veinte años de haberla conocido, me atrevería a decir que Luciana no se quedó con el deseo de ser un detective, fue de hecho una gran detective de textos históricos y de elementos lingüísticos y literarios. Su más reciente formación en paleografía, junto a sus sólidos conocimientos históricos y filológicos (Licenciada y Doctora en Letras por la Universidad Central de Venezuela, dos semestres de Filología Románica en la Universidad de Friburgo-Alemania), constituyeron sus principales herramientas para abordar la investigación en distintas áreas del saber humanista (literatura medieval, lingüística diacrónica, sociolingüística, léxico). Luciana de Stefano, nacida en Pavía en 1938, llegada a Venezuela cerca de sus diez años de edad, deja un gran aporte a los estudios de la literatura y la lingüística hispánica y queda siempre viva entre sus discípulos, colegas y amigos. ¡Gracias, Luciana! 13 LITErATurA y PENSAmIENTO mEDIEvAL BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 15-27 DON juAN mANuEL y EL PENSAmIENTO mEDIEvAL* La Baja Edad Media tiene en Alfonso el Sabio y en su sobrino Juan Manuel las más representativas figuras de ese saber enciclopédico característico de la “intelectualidad” del Medioevo. Ese mundo medieval que aún no se había fraccionado en estados nacionales y cuyo saber se alimentaba de una fuente común. Por ello, un acercamiento a la personalidad literaria de don Juan Manuel, en este caso, no puede partir de la parcela literaria nacional sino de un ámbito mayor, el de la tradición occidental heredera o, más bien, continuadora de la Antigüedad clásica. Nada más a propósito que recordar el prólogo de E. R. Curtius a su Literatura europea y Edad Media latina (1945) escrito en un momento crítico para la preservación de la civilización y cultura europea. Encontrar las huellas de esa herencia latina, patrimonio común de las literaturas occidentales, fue su aspiración, para una mejor y mayor comprensión de nuestra cultura. Pero también era un deseo de ir más allá de las fronteras de las literaturas nacionales. Un intento de este tipo fue mi trabajo sobre la sociedad estamental (Stefano 1966); fue una búsqueda por situar a don Juan Manuel y a otros escritores de la época en el ámbito del pensamiento organicista del Medioevo europeo. Significaba insertar la España medieval en un contexto más amplio y ofrecer una muestra de testimonios literarios hispánicos referentes a dicha concepción político-social. Don Juan Manuel se presenta como figura controversial si queremos abarcar conjuntamente dos imágenes tan opuestas como son su vida pública, marcada por el signo del orgullo y sagacidad política dirigida al acrecentamiento de su poderío, y la de hombre de letras. Pero también dentro de su misma actividad literaria presenciamos las tendencias antagónicas propias del medioevo; en sus obras doctrinario-didácticas vierte su visión del mundo, común al pensamiento medieval, con sus característicos tópicos heredados de la Antigüedad: búsqueda de claridad y acercamiento al lector común, y al mismo tiempo un deseo de oscuridad retórica propia para iniciados; apego al saber tradicional libresco y simultáneamente al orgullo y seguridad que le otorga su *. Publicado en 1982, En Don Juan Manuel, VII centenario, 337-351. Murcia: Academia Alfonso X el Sabio, Universidad de Murcia. 15 16 DON JUAN MANUEL Y EL PENSAMIENTO MEDIEVAL experiencia personal vivida en carne propia; humildad del artista en cuanto simple instrumento divino y al mismo tiempo conciencia de su personalidad artística. Así como las jarchas en lengua vulgar y de inspiración popular solo podían haber surgido de un pueblo en contacto con el mundo árabe, el cual no conocía el “peso” de una lengua culta enfrentada a una lengua popular sin dignidad para la escritura, así España dio, por primera, cabida al cuento oriental: el Libro del Conde Lucanor, la otra faceta de su actividad literaria, la mejor lograda colección de cuentos en la que don Juan Manuel desarrolla con mayor libertad la función fabuladora convirtiendo en materia viva el conocimiento doctrinario de toda su obra. En el Libro del caballero et del escudero1 nos ofrece don Juan Manuel el conjunto de conocimientos humanos y divinos de su época, necesarios para conocer al mundo y al hombre en sus relaciones con lo divino. Este pequeño tratado puede considerarse una enciclopedia en miniatura, género científico, que hereda la Edad Media de la antigüedad clásica; a lo largo de los siglos se compilaron sumas que intentaban abarcar todos los conocimientos humanos. En San Isidoro de Sevilla y en Alfonso el Sabio pudo encontrar Juan Manuel los modelos más cercanos de un género con amplia tradición medieval, aunque su fuente más directa fue Raimundo Lulio. El caballero novel necesita de un determinado aprendizaje para convertirse en caballero. Para conocer su lugar en el mundo, al igual que el príncipe Johas del Libro de los estados, debe antes conocer qué es el mundo, y el caballero anciano será el transmisor de ese saber. Mediante el recurso retórico más sencillo, procedente de la tradición escolar clásica, preguntas y respuestas en forma de diálogo, Juan Manuel despliega ese saber enciclopédico: el mundo físico de animales, plantas, metales, piedras, mares, la tierra, los planetas y por último el hombre. El mundo, nos dice don Juan Manuel, fue creado por Dios por un acto de voluntad y un imperativo de su bondad para su propia gloria. Para la filosofía cristiana, subyacente en el pensamiento de don Juan Manuel, la idea de que un Dios bueno crea por un imperativo de su propia bondad es de herencia platónica transmitida a través de San Agustín. Todas las cosas fueron hechas para “mostrar en ellas... su grand bondat” (L. cab., 249); todo lo ha creado Dios “por seer servido et loado et conoscido lo que puede dél conoscer por las sus sanctas et maravillosas obras... et esto fizo él por su voluntad” (L. est., 348). Si bien hay una corriente cristiana caracterizada por el pesimismo y la condena de la naturaleza –pensamos en los movimientos monásticos de rechazo a los bienes 1. Obras de Don Juan Manuel citadas: Libro del caballero et del escudero, Libro de los estados, Libro infinido, en Gayangos 1952; Libro de la caza. Barcelona: C.S.I.C, 1947; Libro del Conde Lucanor et de Patronio. Buenos Aires: Librería Huemul, 1972. luciana de stefano de este mundo– don Juan Manuel se une a las otras voces, también presentes en la filosofía cristiana, que llevan el sello del optimismo.2 En sus largas enumeraciones y concisas descripciones de lo creado por Dios –recordemos su asombro ante lo que él denomina la “maravillosa” obra del Señor que “de cuantos hommes en el mundo son, non ha uno que semeje a otro en la cara” (Luc., prol.)– se siente ese optimismo derivado de la multiplicidad maravillosa de todo lo creado “en cuanto las fizo de la nada” (L. cab., 249), para que la criatura más perfecta sobre la tierra pueda servirse y aprovecharse de ellas. Pero no solamente percibimos ese optimismo cristiano hacía el mundo físico sino también en la aceptación de los valores sociales inherentes a la vida terrenal. El libro de los estados bien puede considerarse una glorificación del hombre “en el mundo”; no todos han sido llamados a la vida ascética, de ser así ¿cómo podría este mantenerse? dirá el consejero Turín a su discípulo el príncipe Johas. Más bien se trasluce en la obra de Juan Manuel un velado rechazo o desconfianza por cualquier manifestación mística o ascética como en el ejemplo XLII de la falsa beguina del Lucanor. Aunque el fin último del hombre es la salvación del alma, tal salvación se logra cumpliendo unos determinados deberes de orden social correspondientes al propio estado (estamento). Tal es la tesis central del libro. La misma vida de don Juan Manuel es un ejemplo de vida activa y no de rechazo y renuncia; es un estar en el mundo, vivir y luchar en él. Y los mismos cuentos del Conde Lucanor no son sino ejemplos de cómo manejarse los hombres en el mundo para que sus obras “les fuesen aprovechosas de las honras, et de las faziendas, et de sus estados…” (Prol.), tres aspectos de la vida del todo terrenales. Está dentro de la más pura tradición medieval considerar a la naturaleza del hombre con optimismo así como a la creación en su totalidad. Se pretende a menudo, ver en las alabanzas a la criatura humana algo propio del espíritu renacentista; lo que hace el Renacimiento es desvincular a esa maravillosa criatura de su creador, romper el cordón umbilical que lo une al padre y que lo supedita en todos sus actos a su fin primordial: salvar el alma. Del mismo modo que Machiavelli libera a la “razón de Estado” de implicaciones éticas que son ajenas al logos político, así el hombre renacentista centra su atención sobre sí mismo para desarrollar todas las fuerzas potenciales que hay en él. Juan Manuel siente admiración por el mundo físico y por el hombre; en el Libro infinido dirá: “la razón porque el omne es más noble criatura, es porque el omne es compuesto del alma et del cuerpo, e ha entendimiento e razón, e ha libre 2. Cf. Gilson (1952:115 y ss.). 17 18 DON JUAN MANUEL Y EL PENSAMIENTO MEDIEVAL albedrío para poder fazer bien o mal. Et esto non ha ninguna criatura que sea en el cielo, nin en la tierra, sinon el omne” y más adelante agrega “et aun algunos tienen que es más noble que las criaturas celestiales” (265). Las tres facultades que hacen del hombre ese ser tan digno de elogios para Juan Manuel son la razón, el entendimiento y el libre albedrío; hasta más noble que los ángeles mismos llega a decir Juan Manuel aunque evita la responsabilidad de tal afirmación con la frase “et aun algunos tienen…”; la superioridad del hombre sobre los seres celestiales posiblemente reside para Juan Manuel en el hecho de que éstos “no pueden caer en culpa” (L. cab., 241) precisamente porque no poseen el mayor don dado por Dios al hombre: el libre albedrío. Esta idea lleva implícita una concepción trágica del hombre por su posibilidad de elección entre el bien y el mal, y de ahí su grandeza. Si bien Juan Manuel no define en ningún momento qué son razón y entendimiento, términos de mucha confusión para los pensadores medievales,3 por el contexto en que aparecen en muchos pasajes de sus obras, podríamos afirmar que la razón es la parte del espíritu humano que permite aprehender las más altas verdades y que diferencia al hombre del animal, y el entendimiento, que varía de hombre a hombre, es una cierta madurez intelectual que permite interpretar el mundo de los fenómenos. Este ser dotado de libre albedrío está inmerso en el mundo físico; los principios que rigen todo lo creado son para el pensamiento medieval la armonía, jerarquía y concordancia, por lo tanto es su corolario que nada existe ni tiene sentido aisladamente: el orden natural se apoya en un orden sobrenatural ya que de él depende su origen y su fin. Si entre los hombres hay jerarquías (los tres órdenes o estados) es porque dicha ordenación imita la jerarquía celeste; del mismo modo en el hombre se repite la estructura del universo. La descripción del hombre como un universo en pequeño análogo al macrocosmos se fundamenta en lo que Gilson ha llamado “el razonamiento por analogía”.4 Tal tipo de razonamiento que intenta explicar la armonía y la concordancia entre todo lo creado tiene su causa en la participación de la divinidad en el todo creado; a lo largo de toda la obra manuelina subyace tal tipo de razonamiento; “bien asi como el aire, et el fuego, et el agua, et la tierra, cuatro elemenos así el home ha en sí cuatro humores que son la sangre, et la cólera, et la flema, et la melancolía” (L. cab., 247). Nos encontramos la típica correspondencia –común a todo el Medioevo– entre los cuatro elementos y los cuatro humores. Don Juan Manuel con mucho tino llama al hombre “mundo menor” en 3. Cf. Green (1969: 183 y ss.). 4. Cf. Gilson (1958:406 y ss.) y Rico (1970). luciana de stefano contraposición al “mundo mayor”, es decir, el mundo natural (L. cab., 247); claramente se evidencia en estas designaciones la concepción del hombre como microcosmos frente al macrocosmos. En las obras didáctico-doctrinales de don Juan Manuel hay una continua explicitud de la concepción del hombre como microcosmos: “otrosí el hombre se semeja al mundo, ca todas las cosas que son en el mundo, son en el home et por ende dicen que el home es todas las cosas... ca asi como la piedra es cuerpo, así el home es cuerpo... así como el árbol et las otras plantas nacen, et crecen, et han estado, et envejecen et se desfacen, bien así el home face estas cosas porque ha parte et semejanza en todas las cosas” (L. cab., 246). El modo de aprehensión de los hechos tanto físicos como espirituales, y su inteligibilidad, se apoya en el razonamiento por analogía o semejanza porque “los homes non pueden también [= tan bien] entender las cosas como por algunas semejanzas” (L. est., II, 282). La necesidad de explicar una cosa por otra, de encontrar correlaciones aun donde la razón las niega, es tan fuerte para el espíritu medieval que llevará a Juan Manuel a repetir la definición de Alejandro Neckham (1157-1217), del hombre como un árbol al revés, que se encuentra en su tratado De la naturaleza de las cosas y las alabanzas de la sabiduría divina. La comparación es tan coincidente con la de Neckham que debemos pensar que Juan Manuel conoció dicho tratado, lo que no es de extrañar ya que fue una obra muy manejada en su época. Juan Manuel dice “otrosí semeja el home al árbol trastornado” (L. cab., 246) y explica que la raíz corresponde a la cabeza del hombre, de ahí que sea un árbol trastornado o al revés; Neckham explicaba la misma definición del hombre como árbol al revés porque los cabellos de un hombre corresponden a las raíces, es decir, que anda con las raíces al aire.5 Pero ¿de dónde proviene esta necesidad tan perentoria de un conocimiento adquirido a partir de la analogía? Juan Manuel la explica “por razón que los homes somos envueltos en esta carnalidad gravosa, non podemos entender las cosas sotiles spirituales sinon por alguna semejanza” (L. est., II, 347). Cuando el hombre sentirá esa carnalidad ya no como “gravosa” sino tal como es en toda su magnificencia, la búsqueda de lazos trascendentes que expliquen “el aquí y el ahora” pasarán a segundo término y las cosas adquirirán su plena realidad. “Melibeo só, y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo” encarna el nuevo credo renacentista en el que lo trascendente desciende a las esferas inferiores. Del hombre hemos de pasar al universo, al macrocosmos en el que está 5. Trastornado, ‘vuelto del revés, invertido’; citado en Gilson (1958:406). 19 20 DON JUAN MANUEL Y EL PENSAMIENTO MEDIEVAL inmerso; don Juan Manuel sigue la teoría tolomaica imperante en su época. Aunque no parece que se haya sentido atraído por la astrología –ninguna de sus obras toca tal tema– debió tener conocimiento de las tablas planetarias basadas en los métodos de Ptolomeo que fueron confeccionadas por astrónomos judíos y cristianos en Toledo. Su tío Alfonso el Sabio, dirigió tan magna tarea y es indudable que también colaboró en ella.6 Sus libros del saber de Astronomía, recopilación de las doctrinas de Ptolomeo, tuvieron larga difusión en Europa y constituyen la fuente más directa que maneja don Juan Manuel. El cosmos comprendía ocho cielos: siete esferas concéntricas y en cada una un planeta o estrella moviéndose de Oriente a Occidente: la luna, Mercurio, el sol, Venus, Marte, Júpiter y Saturno; luego, más alto que todos, venía el octavo cielo en el que estaban las estrellas fijas. Esta esfera o cielo correspondería al Primum Mobile que es quien da movimiento a los otros siete cielos. Juan Manuel hace coincidir en el octavo cielo las estrellas fijas y el Primer Motor, que para Tolomeo ocupaba el noveno cielo. En su estilo repetitivo y en un castellano aún poco flexible, Juan Manuel escribe: “Esto me da a entender que son ocho cielos, et que anda en cada uno de los siete cielos cada una destas estrellas, et que uno es más alto que otro... Et así para estas siete estrellas conviene que haya siete cielos, et para que estén las otras [estrellas] que non se mueven et que lieven los otros cielos en que están las otras siete estrellas, conviene que haya otro cielo que faga esto… Otrosí tengo que pues el cielo en que andan es más alto que todo…” (L. cab., 243). Las estrellas fijas forman constelaciones y han sido puestas de tal manera para que, análogamente, recuerden cosas del mundo físico: “et son puestas a semejanza et en nombre de algunas cosas a que semejan por la cantidad que ha en ellas, et son casas et posadas de Jas otras planetas...” (L. cab., 245) –de ahí precisamente los nombres que se les han asignado a dichas constelaciones cuya forma ha sido pre-establecida por su creador. ¿Qué concepción tenía Juan Manuel de ese universo visto desde el punto de vista temporal? Para los cristianos toda noción de la historia debía partir de la creencia en un mundo creado por voluntad divina y con un fin que está más allá de los límites de la vida presente. La idea de un orden lineal de la historia se remonta a San Agustín, quien relaciona el curso de la historia de la humanidad con los seis días de la creación y con las seis edades de la vida.7 La Grande e General Estoria de Alfonso el Sabio también repite la ordenación en seis edades; 6. Cf. Toulmin y Goodfield (1961:184). 7. Cf. Gilson (1952:356) y Curtius (1955, I:51). luciana de stefano “et vos debedes saber que después que Adam fue criado, et se comenzó el mundo, allí comenzó la primera edat, et duró fasta Noé; et comenzó la segunda edad entonce, et duró fasta Abram; et comenzó la tercera, et duró fasta David; ende vino la cuarta, et duró fasta Nabucodonosor; entonce vino la quinta, et duró fasta Jesucristo. Así que ia nascencia de Jesucristo fue en la sexta edad et comenzóse entonce, et razón era de comenzar, ca por él se comenzaba la salud del mundo” (L. est., 351). La frase final revela esa concepción cristiana que pone el acento en el comienzo de una nueva era: el nacimiento de Cristo. Juan Manuel lo afirma repetidamente por boca del caballero anciano: antes de tan magno suceso los pueblos vivían en ley de naturaleza pero ella no bastaba “ellos nunca fueron en ley que les fuese prometida salvación de las almas” (id). Con la Buena Nueva, Cristo promete a los justos la bienaventuranza individual y la resurrección del cuerpo y del alma. La concepción medieval de la historia buscó una explicación inteligible que diera cuenta tanto del origen de la humanidad como de la asignación de un fin. Hasta aquí hemos esbozado algunos aspectos del pensamiento medieval que sustenta el conjunto de la obra de Juan Manuel y que es común a toda una época en el occidente europeo. Pasemos a los medios empleados por el autor para dar forma a ese pensamiento, en otras palabras, el arte de la forma, y comencemos por los tópicos. El tópico más frecuente en Juan Manuel es el de la “falsa modestia” o “confesión de incapacidad”,8 heredado de la antigua retórica más que de la humildad cristiana de los autores cristianos de la antigüedad: es producto del afectado manierismo de la tardía latinidad cuyo fin era la captatio benevolentiae del lector. Este aparentar por parte del que escribe incapacidad y poco entendimiento va usualmente en el prólogo de la obra y dirigido indirectamente al lector o a quien se dedica la obra. Don Juan Manuel, en el prólogo al Libro del caballero et del escudero, que dedica a su cuñado el Arzobispo de Toledo, confiesa su incapacidad: “et non lo fiz porque yo cuidé que soppiese componer ninguna obra muy sutil nin de gran provecho…”, donde sutil no alude aquí a ‘finura, elegancia’ sino más bien al ‘estilo retórico, oscuro’ propio del ideal literario heredado del manierismo anquilosado de siglos anteriores. Toda la frase, creo, hay que verla como la petrificación de un tópico muy antiguo. Siguiendo en el ámbito del topos de la modestia, don Juan Manuel, con una humildad puramente retórica, afirma: “yo que so lego que nunca aprendí nin leí ninguna sciencia”; es decir, el no letrado frente a la calidad de clérigo ‘erudito, conocedor de latín’ de su cuñado. Pero, no nos engañemos, estamos siempre ante el topos; unos momentos antes Juan Manuel había hecho referencia a una traslación 8. Cf. Curtius (1955, II:582 y ss.). 21 22 DON JUAN MANUEL Y EL PENSAMIENTO MEDIEVAL que él mismo hiciera del latín al romance de una obra que le enviara el Arzobispo. Nuevamente, en los primeros capítulos del Libro de los estados confiesa su incapacidad: “mengua de entendimiento o del mío saber” y en el prólogo al Conde Lucanor el “grant atrevimiento de fablar en tan altas cosas”. Conjuntamente a la confesión de incapacidad dirigida a captar la benevolencia del lector y a liberar al autor de una crítica severa, debe verse la concepción del artista y de la obra de arte. Si el error es producto de la incapacidad, “de la mengua de entendimiento”, la perfección y utilidad lograda de una obra es obra de Dios. La fuerza creadora es atribuida repetidamente por Juan Manuel a Dios; el artista no es más que el intérprete de la creación divina: “si alguna cosa fallaren bien dicha o aprovechosa, agradéscanlo a Dios, ca El es aquel por quien todos los buenos dichos et fechos se dizen et se fazen” (Luc., prol.). Pero frente a esta humildad del que escribe sintiéndose instrumento divino se revela el artista dando preponderancia y valor a la propia experiencia más que a la tradición libresca. Son muchos los pasajes en que Juan Manuel afirma su “yo” y su “experiencia personal”; “tracta de cosas que yo mismo probé en mí mismo et en mi fazienda”; “las cosas que yo probé et vi”; “son cosas probadas et sin ninguna dubda”, son algunas de las muchas frases del prólogo al Libro infinido escrito para su hijo. En este libro de “castigos” o consejos, don Juan Manuel toma el papel del caballero anciano, es decir, del maestro, para transmitir a su hijo un conocimiento adquirido a través de la vida misma. Su experiencia se plasma en “modelo” de educación política, social y moral del joven noble. Pocos escritores de su época han sentido con tanta fuerza como don Juan Manuel la importancia de la experiencia concreta para la praxis de la vida. Raramente trae a colación en sus obras a Autoridades o a hechos de un pasado remoto para sustentar sus consejos. Remite a sí mismo, a lo que él vio y probó. Igualmente, en el Libro de la caza es su gran conocimiento de ese arte lo primordial, y es la única de sus obras en que no aparece el tópico de la “falsa modestia”. Este pequeño tratado de caza nace a partir de su conocimiento práctico, pues lo que más cumple, como él mismo dice, es la práctica y no la teoría. Las páginas de este libro llevan al lector a recorrer los parajes, montes y ríos que el mismo Juan Manuel conoció. Es un detallado itinerario de los mejores lugares para practicar el arte de la caza. Don Juan Manuel tiene conciencia de los cambios y mudanzas que hay de un tiempo a otro; por eso se siente llevado a mostrar “como se mudó la manera de la caça” desde los tiempos de su tío Alfonso el Sabio. Es por ello que los pasajes más amenos de Juan Manuel son aquellos en que habla entre líneas su experiencia. Cuando el caballero anciano responde a las luciana de stefano preguntas del joven escudero acerca de qué son los ángeles, las plantas, los metales, etc., es muy escueto en sus contestaciones y la impresión que se tiene es que don Juan Manuel no siente tanto interés por extenderse en dichos temas; cada capítulo comienza con una larga introducción en la que reside la sustancia de su arte, pues en ella habla de los temas que fueron el centro de su interés y de su rica experiencia de hombre noble en las múltiples situaciones que le deparó la vida: adecuación al propio estado, la crianza de los señores, sus virtudes, su comportamiento con los otros; los temas de la honra y de la vergüenza que tendrán una rica producción literaria en España –y solo al final, muy brevemente, contesta a cada pregunta, de tal modo, que lo que debería ser el centro del capítulo pasa a ser tema secundario. Julio, el consejero del Libro de los estados, le dice a su discípulo el Infante que todo lo que desea saber “escripto lo fallaredes en otros libros, pero si vos quisiérades que vos fable en todo segund yo lo entiendo, facerlo he” (315). En este pasaje y en lo que sigue hay un doble juego, por un lado Juan Manuel se desdobla en el personaje de Julio y por otro en el del Infante para dirigirse al lector; “bien sé yo que tanto tiempo ha que comenzó el mundo, et tantos fueron los sabios que fablaron en las sabidorías, que non hay en el mundo cosa que ya dicha non sea” (id.), le contesta el Infante a Julio. Juan Manuel es consciente del respeto existente hacia los Auctores dentro de la enseñanza tradicional pero se evidencia un cierto rechazo ya que opone al “libro” su propio saber y debemos interpretarlo como saber adquirido a través de su turbulenta vida y en contacto con la realidad política de su tiempo. Veamos qué argumentos utiliza Juan Manuel a través del Infante: “será más loado el vuestro saber por lo que vos dijiérades, que si hobieramos de buscar los libros que los otros sabios ficieron” (id.). Pero hay otro argumento que maneja el infante Johas para preferir las explicaciones de Julio a la lectura de los libros en los que podría hallar respuestas similares. Y es que entenderá mejor su manera “complida et declarada” –como él la denomina– que la de tales libros. Quiero aclarar que no debe interpretarse que la oposición planteada es la del “libro” frente a la transmisión oral; en la situación de ficción en que se sitúan los personajes puede entenderse así, pero a un nivel más profundo la oposición que se plantea es entre dos estilos literarios. ¿Si no para qué haber escrito todos esos libros y haber cuidado tanto de su copia exacta? A este punto entramos en el problema de las dos tendencias antagónicas presentes en el estilo literario de la Edad Media: el ideal de claridad que tiene su origen en el sermo humilis y el ideal de oscuridad que parte del estilo retórico elevado. Ambas coexistieron desde la tardía latinidad y respondían a móviles diferentes. Es aquí donde echamos muy de menos las dos obras perdidas de don Juan Manuel relativas 23 24 DON JUAN MANUEL Y EL PENSAMIENTO MEDIEVAL a su producción poética y retórica: Las reglas de trobar, citada en el elenco de sus obras de su Prólogo General y el Libro de los cantares o Cantigas que cita tanto en el Prólogo como en el Conde Lucanor. Habríamos podido manejar un rico material útil para dilucidar muy diversos problemas sobre preceptiva literaria. Pero debemos limitarnos a los pocos pasajes en que se alude a este problema; en los capítulos LXIII, LXIV y LXV del Libro de los estados, Julio y el infante Johas discuten acerca de cómo es mejor escribir: la discusión se centra en la oposición entre una escritura luenga et declarada o abreviada et escura, tema que el autor vuelve a tratar en la segunda parte del Conde Lucanor. “Más provechoso es para el que ha de aprender en ser la scriptura más luenga et declarada que non abreviada et escura” (L. est., 314). Con plena conciencia e intención bien meditada, Juan Manuel tiende a una expresión sencilla y clara, cercana al lenguaje corriente. El carácter didáctico de sus obras exigía tal estilo. Esta tendencia estilística tiene una larga tradición que se entronca con el sermo humilis de los Padres de la Iglesia –tan magníficamente estudiado por Auerbach–9 cuyo objetivo primordial era adoctrinar. Este ideal de claridad, además, va emparejado con el uso del romance por parte de don Juan Manuel. Ello supone la existencia de un público laico no avezado al uso del latín pero no por eso inculto. Es el nuevo público lector que se ha venido constituyendo en forma lenta pero progresiva; el número de personas capaces de leer, comparado con los siglos anteriores, ha aumentado y especialmente el público femenino al que curiosamente hace referencia don Juan Manuel: “Et porque este libro es fecho en romance –que lo podrían leer muchas personas tan bien [= tanto] hombres como mujeres…” (5ª parte del Conde Lucanor). Estos nuevos lectores exigen y necesitan de obras en su lengua cotidiana pues ya el latín les es desconocido. En el prólogo de los Proverbios del Conde Lucanor vuelve a afirmar que ha utilizado “razones et enxiemplos… assaz llanas et declaradas” ya que su libro va dirigido a los “que non fuessen muy letrados” (285), es decir, no eruditos; esa nueva lengua exigía también una nueva forma de expresión que no podía ser una imitación del latín retórico; Juan Manuel tiene clara conciencia de la autonomía lingüística del castellano frente al latín y así evita los préstamos y construcciones latinas10 y no debió sentir como falta de sabiduría el repetir las palabras “que dizen las viejas en Castiella” (Luc. ejemplo IV). Don Juan Manuel rechaza el estilo retórico manierista no por desconocimiento del latín –que sí conocía– sino porque no lo encontraba apropiado al castellano ni 9. Cf. Auerbach (1969:30, 55 y 82). 10. Cf. Lida 1950-51. luciana de stefano a la intención didáctica de sus obras. Este estilo caracterizado por la frase breve, el orden trastocado en las palabras, la ornamentación erudita y el juego de sonidos y ritmos, que tuvo grandes y mediocres exponentes a través del medioevo, también va a experimentarlo don Juan Manuel con el castellano y se hace ineludible la búsqueda de un por qué. La segunda parte del Conde Lucanor, la de los Proverbios, escrita en un estilo oscuro y abreviado como él mismo lo llama, hay que aceptarla y entenderla como una concesión a su amigo don Jaime, señor de Xérica, quien le rogó que sus libros “fablassen más oscuro… que non fuesse tan declarado” ya que consideraba “mengua de sabiduría fablar en las cosas muy llana et declaradamente” (286). Evidentemente el señor de Xérica era un entusiasta partidario del retoricismo literario. Pero también podemos adivinar entre líneas una sutil ironía por parte de don Juan Manuel hacia ese formalismo que equipara oscuridad con sabiduría. Juan Manuel sabía que sus lectores al comparar la primera parte, donde sus ejemplos discurren en forma tan amena y clara, con la segunda parte, enrevesada y casi un juego de acertijos, se enfrentarían a una elección entre dos modos de escritura, donde saldría victoriosa la primera forma de expresión y la segunda sería tenida por lo que era: un juego malabarístico en el que el autor demostraba habilidad, y que podía satisfacer a los admiradores de la brevitas retórica. Juan Manuel en muchos pasajes de sus obras hace énfasis en la claridad y transparencia del estilo, y el tema del Conde Lucanor, más que cualquier otra obra exigía un estilo claro y sencillo por su finalidad “ejemplar”. Y es precisamente en el prólogo a este libro donde desarrolla el muy conocido tópico medieval de la necesidad de mezclar lo amargo con lo dulce para que la enseñanza se haga más leve. La adecuación entre forma y contenido es la característica por excelencia del arte de escribir de Juan Manuel. Es por ello que en la segunda parte del Libro de los estados donde toca problemas teológicos, la exigencia de claridad no puede ser cumplida. El autor plantea que no siempre es fácil hablar de tales cosas: las Escrituras contienen misterios que la razón no puede explicar y a menudo las palabras encierran contradicciones y muchas cosas, que por ser profundas, resultan oscuras. ¿Cuál podía ser la forma más idónea para tal tipo de exposición? –parece preguntarse don Juan Manuel– ya que el peligro consiste en crear la duda en el lector. En este caso “estas tales cosas quiérolas yo poner por letras tan escuras que los que non fueren muy sotiles non las pueden entender” mientras que las verdades más sencillas “las declararé por este romance llanamente” (346). En este pasaje se observa claramente cómo Juan Manuel propicia una adecuación de la palabra al contenido; la escritura “encubierta” respondía a un principio didáctico, el de la dificultad a la que debe enfrentarse el que desea el saber: 25 26 DON JUAN MANUEL Y EL PENSAMIENTO MEDIEVAL porque segunt dizen los sabios, quanto orne más trabaja por haber la cosa, más la terná después que la ha. Otrosí, porque dizen que el saber debe ser cercado de tales muros que non puedan entrar allá los necios, e por ende ha en este prólogo algunas razones ya quanto sotiles segunt parescerá adelante, Pero son tales, que todo orne que haya buen entendimiento, aunque non sea letrado, las entenderá. E el que lo hobiere tal que las non pueda entender es bien que las non entienda, pues non puede pasar tan flaco muro como el de aquellos son cerrados (Crónica Abreviada). Por último tenemos el Libro del Conde Lucanor et de Patronio donde se continúa el esquema fundamental de las parejas consejero-aconsejado, maestrodiscípulo, de sus obras didácticas:11 el caballero anciano y el joven escudero, Turín y el príncipe Johas, y el mismo don Juan Manuel aconsejando a su hijo en el Libro infinido. Don Juan Manuel repite en las figuras de Patronio y el Conde Lucanor el mismo esquema pero dentro de una nueva estructura: la ficción. Creo que bien puede considerarse esta obra el vértice de su producción, fruto de la madurez, en la que logra dar vida a conceptos abstractos traduciéndolos en “ejemplos” hechos realidad. Si todas sus obras doctrinarias se fundan en la enseñanza teórica mediante signos claros y transparentes, en el Conde Lucanor se plantea al lector esa misma enseñanza encarnada en la realidad caótica de la vida donde los signos deben ser interpretados, descifrados, pues, de su buena “lectura” dependerá el éxito y provecho del hombre. Las situaciones que le plantea el Conde a su consejero corresponden a los casos concretos que ofrece el vivir, pero en los que se hace necesario ir más allá de las palabras para hallar el verdadero significado, y es Patronio el encargado de descubrir la verdad. Lo encubierto y oscuro ya no reside en el estilo sino en las situaciones que dan inicio a los consejos, por ello los signos necesitan de una doble interpretación: una literal, por lo general falsa, simple disfraz de lo que en verdad se esconde tras las apariencias; la interpretación correcta es la que emana de Patronio. Con el Conde Lucanor alcanza don Juan Manuel la perfección de su arte: pone en movimiento a través de la narración el caudal de su pensamiento doctrinario. referencias BiBliográficas Auerbach, Erich.1969. Lenguaje literario y público en la baja latinidad y en la Edad Media. Barcelona: Seix Barral. Curtius, Ernst Robert. 1955 [1945]. Literatura europea y Edad Media latina, I y II. 11. Cf. Diz 1981 luciana de stefano México D.F., Buenos aires: Fondo de Cultura Económica. Gayangos, Pascual de (ed.). 1952[1860]. Escritores en prosa anteriores al siglo XV. Biblioteca de Autores Españoles, Tomo LI. Madrid: Atlas. Gilson, Etienne. 1952. El espíritu de la filosofía medieval. Buenos Aires: Emecé. Gilson, Etienne. 1958. La filosofía en la Edad Media, 1. Madrid: Gredos. Green, Otis H. 1969. España y la tradición occidental, II. Madrid: Gredos. Lida, M. Rosa. 1950-51. Tres notas sobre Don Juan Manuel. Romance Philology 4. 155-194. Rico, Francisco. 1970. El pequeño mundo del hombre. Madrid: Castalia. Diz, Marta Ana. 1981. Relato, fabulación, semiosis: la producción de significado en el Conde Lucanor. Modern Language Notes 96. 403-413. Stefano, Luciana de. 1966. La Sociedad estamental de la Baja Edad Media española a la luz de la literatura de la época. Tesis Doctoral. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Toulmin, Stephen y June Goodfield. 1961. La trama de los cielos. Buenos Aíres: Eudeba. 27 28 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 28-36 LAS ‘INSOLAS DOTADAS’ EN EL CABALLERO ZIFAR* Dos hermosas narraciones se insertan en “Los hechos de Roboán”, la última parte del Cavallero Zifar y la más cercana a lo que serán las novelas de caballería.1 La primera, el exemplum del físico correspondiente al ejemplo XX “De lo que contesció a un rey con un omne quel dixo quel faría alquimia” del Conde Lucanor,2 y la segunda, la aventura de las Insolas dotadas. Ambas narraciones cumplen una función específica en el desarrollo y realización de la figura de Roboán como caballero que aspira, por medio de grandes hazañas, alcanzar la máxima jerarquía de emperador. Pero, además de las grandes fazañas, debe lograr la integración de su yo, superar todos los obstáculos, tanto externos como internos y salir airoso de las pruebas que de mil maneras sutiles se manifiestan en el mundo circundante. Con la historia que narra Roboán al emperador de Trigida acerca del engañoso físico, se demostrará su “buen entendimiento” y su capacidad de buen consejero, virtudes fundamentales para el buen gobernante. Inmediatamente después, Roboán, instigado por caballeros envidiosos preguntará al emperador por qué nunca ríe. El castigo por la curiositas será el destierro. Se inicia así una aventura de tipo imaginario muy cercana a los límites del sueño. La entrada al ámbito de la ficción es la mágica frase “señor, con vuestra gracia”, y la vuelta a la realidad se cierra con las mismas mágicas palabras, así como el “asar las perdices” del don Illán de don Juan Manuel desencadena el encantamiento al igual que pone fin a la prueba. En ambas narraciones estamos ante sucesos fuera del tiempo, que anticipan el futuro visto como en sueño simbólico. Las Insolas dotadas, de neta tradición caballeresca, se enlazan con los maravillosos prodigios de la Insula firme del Amadís, con las evocadoras ínsulas estrañas con que la Esposa compara al Amado en el Cántico espiritual y por qué no, con la ínsula que fascina la imaginación de Sancho. El autor del Zifar concibe la aventura de las Insolas dotadas como una prueba * Publicado en 1983, en la revista Anuario de Letras 21. 211-221. 1. Se ha utilizado la edición de Wagner 1929. 2. El tema del alquimista fue muy productivo en la literatura medieval. Se encuentra en el Félix o maravillas del mundo de Raimundo Lulio; y en el prólogo del cuento del criado del canónigo de los Cuentos de Canterbury, aunque Chaucer, más que la narración de una situación le interesa la descripción psicológica del alquimista y sus engaños. luciana de stefano para el joven caballero ante la tentación de las “hermosas apariencias y halagos”. Roboán está cerca de cumplir su deseo: convertirse en emperador y este es el momento decisivo para un viaje al trasmundo en que Satán aparece bajo la forma tentadora de una hermosa mujer: estamos ante la seducción del mal en cuanto fenómeno estético. La virtud que se opone a la desenfrenada cupiditas es la mesura, pues el “loco amor” a la vanidad y al placer lleva a la infracción de los valores éticos y con ello a la pérdida de los bienes alcanzados, en este caso, del imperio y del “buen amor” de la señora Nobleza. En esta segunda prueba Roboán fracasa ya que cederá a la cupiditas que bajo el disfraz del placer y honra ofrece vanidad y nada.3 No es casual que el maravilloso alano, primer don que pide Roboán a la señora Nobleza, se llame Plazer. El resultado de esta experiencia, quiere el autor que sea positivo. La aventura, vivida como en un sueño, será para Roboán una advertencia de los peligros que encierra la codicia: Bien aya mal, dixo el emperador, que trae tan grant virtud consigo [...] da entendimiento a orne para se saber guardar mejor en las cosas quel acaescieren; ca este diablo maldito nos fizo sabidores para nos guardar de yerro e de non creer por todas cosas que nos acometan con falagueras palabras e engañosas, asy como este fizo a mi e a vos (483-484). Pero si bien la segunda narración es un paso más en el desarrollo del personaje, también se la puede considerar una amplificatio del cuento que la precede. Para la retórica medieval la amplificatio consistía en desarrollar, alargar el tema, recurso que otorga unidad a lo que a simple vista no parece tener relación. El ser hombre de “mal recabdo”, de poco entendimiento por creer en las halagüeñas promesas del alquimista, es el meollo del primer cuento. La codicia es también aquí la “transgresión” que lleva al protagonista de este “ejemplo” a aventurar su riqueza en una dudosa empresa: fabricar oro. El “mal recabdo” o “mal entendimiento” y la codicia son los motivos centrales de ambas narraciones a partir de los cuales se irradian acciones diferentes. Aún antes de que se inicie la aventura de las insolas, se le anuncia a Roboán el sentido de la prueba: “por ventura será grand vuestra pro e grand honrra vuestra, sy fuer des orne de buen recabdo e lo supierdes bien guardar” (455), y se repite nuevamente al recordarle las doncellas a Roboán que el anterior emperador perdió a la emperatriz por su “mal recabdo”. En el cuento de las Insolas dotadas, por lo tanto, se desarrollan, se “amplifican” los motivos del anterior. Básicamente dos tradiciones se conjugan en esta historia: materia caballeresca bretona con todo su rico simbolismo y motivos clásicos de la antigüedad en una 3. Cf. el estudio de Burke (1972:123-124). 29 30 LAS INSOLAS DOTADAS EN EL CABALLERO ZIFAR síntesis armónica muy propia del espíritu medieval. La narrativa de espíritu cortés penetra en la vida de España en los albores del siglo XIII4 y en El Caballero Zifar se articulan las tres expresiones fundamentales de la narrativa medieval: el cuento de origen oriental, la novela de aventuras grecobizantina y la materia de Bretaña, junto a la tradición clásica a través de la exégesis cristiana. Las fuentes de la materia bretona5 son El Yvain artúrico repetidamente alabado en el episodio de Las Insolas, el Lanyal y Guigemar de Marie de France. Se inicia el cuento con la introducción de los personajes que habitan la extraña ínsula, y su parentesco con el caballero Yvan. Como en una caja china –estructura propia del cuento oriental– se dan tres momentos narrativos: se alude directamente a “don Yvain fijo del rey Orian” que no es otro que “Yvain le fil au roi Uriien” quien fue salvado por la señora del Parescer, madre de la señora Nobleza, protagonista de esta aventura de Roboán; mientras se le narran a Roboán estos sucesos, una doncella corrobora los hechos, leyéndole el libro de la historia de don Yvain: estamos en presencia del libro dentro del libro. Y en un tercer momento, el autor del Zifar interrumpe la narración para alabar, desde su yo concreto y dirigiéndose directamente al lector, las virtudes de la historia de este caballero: “e todo ome que quisiere auer solaz e plazer, e auer buenas costumbres, deue leer el libro de la estoria de don Yvan” (459). Estas palabras nos conducen a las Partidas que en muchas de sus leyes reflejan el anhelo del rey Sabio por un florecimiento del espíritu caballeresco y por un refinamiento de las costumbres; además, de “leer las hestorias de los grandes fechos de armas”, también: “… de las hestorias et de los romances, et de los otros libros que fablan de aquellas cosas de que los homes reciben alegría et placer” (II 5, 21). “Las buenas costumbres” formaban ese conjunto de cualidades que los trovadores denominaron –con referencia especial a la conducta amorosa– cortezía, en oposición a lo villano. La cortesía era la virtud por excelencia de la clase caballeresca, y no debía ser desconocida del clérigo, autor del Zifar, quien a lo largo de toda la historia exalta las “buenas costumbres” de carácter social y ético de damas y caballeros.6 Solo así puede explicarse que Roboán, después de haber engañado a la señora Nobleza, no permita que esta le bese las manos; tres veces se niega hasta que cede pero “abaxó los oios en tierra… como cuydadoso”. Es el pudor de quien se sabe culpable 4. Cf. Scudiere Ruggieri 1964. En este estudio la autora sitúa la asimilación e influencia de la literatura caballeresca como un proceso que se inicia tempranamente en la España medieval. 5. Para la discusión de fuentes y paralelos de este episodio en el folklore y la literatura, véanse los notables estudios de Krappe 1931; Wagner 1903; Scudieri Ruggieri (1964:43, nota 61). 6. Cf. Lazar (1964:23 y ss.). luciana de stefano de infidelidad; cuyo amor no es “leal y verdadero”. Estamos en plena cortezia. En la explicación del nombre emblemático de la señora Nobleza se realzan esas “buenas costumbres” como conformadoras de la verdadera nobleza: “… su padre le puso nombre asy, e con grand derecho, ca esta es la mejor acostumbrada dueña de todo el mundo; ca nobleza non puede ser syn buenas costumbres” (459). Parece indudable que la narrativa de espíritu cortés tuvo buena acogida y difusión en la España del siglo XIII por la fuerza educativa a la vez que por el placer que podía ofrecer. A pesar de lo poco que se sabe del autor del Zifar puede verse en él un clérigo intelectual embebido en la tradición literaria occidental de las más variadas fuentes, quien armonizó ese rico material en una visión realista del perfecto caballero cristiano logrando mantener un sutil equilibrio entre la realidad y la ficción maravillosa que luego se desbordará en el Amadís. Adentrémonos en la ficción que nos llevará al trasmundo: “Deque el infante se fue ido en su batel en que el emperador lo metió, non sabíe por do se iba nin pudo entender quien lo guiaba; e asi iba rezio aquel batel commo viento” (456). La barca sin gobernalle ni piloto es un elemento típico de todas las visiones y descripciones de viajes a otros mundos, desde el Beowulf a las narraciones poético novelescas de la literatura medieval.7 El mar es el medio o barrera que separa este mundo del trasmundo; también es llamado “el de los mil caminos”; es símbolo de la aventura, misterio y sueño. El batel es guiado por el viento: ya no es el hombre dueño de sus actos sino que se encuentra abandonado en manos de la Fortuna. La morada de la Fortuna es descrita por todas las alegorías medievales y en las mitologías clásicas y celta como un monte de elevadas peñas, rodeado por el mar, con pocas entradas y salidas;8 los motivos de la isla y la montaña están presentes en las Insolas dotadas. El autor se extiende con precisos detalles en su descripción: unas peñas tan altas que semejaban que con el cielo llegaban. E non abía salida nin entrada ninguna, si non por un postigo solo que teníe las puertas de fierro… fueron las puertas abiertas, e non paresció ninguno que las abriese nin las cerrase… e en la peña abíe un caño fecho a mano, por do pudiese entrar un caballero armado en su caballo, e estaban lámparas colgadas de la peña, que ardíen e alumbraban todo el caño (456-7). El camino, estrecho y desolado también pertenece a la tradición y posiblemente su más antigua fuente sean las Escrituras. Otros elementos importantes de la casa de la Fortuna son el jardín, las fuentes y el palacio. De estos tres últimos elementos solo 7. Cf. Patch (1956:211 y ss). 8. Cf. Patch (1956:299 y ss). 31 32 LAS INSOLAS DOTADAS EN EL CABALLERO ZIFAR tenemos el palacio, que aunque no es descrito, sabemos de las riquezas que encierra por las maravillosas piedras preciosas que adornan la mesa y vajilla en la fiesta de bodas de Roboán y la emperatriz; y la presencia de joyas en la decoración palaciega es también propia del trasmundo. El mismo nombre Insolas dotadas recuerda las Islas Afortunadas o Bienaventuradas descritas por los clásicos y por San Isidoro de Sevilla.9 Así como el uso del plural, para un contenido singular, nos hace pensar que el autor tuvo presentes dichas fuentes. Además confirma que las Islas dotadas son el reino de la Fortuna, el planctus de la Señora Nobleza ante la partida de Roboán, en el que apostrofa a la Fortuna. El lamento de su infortunio –que como veremos más adelante es el broche que cierra las quejas de una nueva Dido– comienza con el ornamento más típico: la exclamado: “Ay cativa! En que fuerte día fue nascida e en que fuerte ora vy este orne que me asy fue desanparar e matar. Ay ventura fuerte! Porque me diste con el plazer, por me llegar a tan gran pesar” (478). Es la Fortuna, desde Boecio, la fluctuante inestabilidad característica del orden natural del mundo físico: “tú eres asy como la culebra, que faze la carrera con la cabera e la desfaze con la cola. E nunca sabes estar en un estado, asy como el mar, que crece e mengua e nunca está en un estado” (479). El pensamiento medieval ve una estrecha relación entre la fortuna y el amor; el ímpetu erótico no sujeto a la razón está en el ámbito de lo contingente y por lo tanto sometido a la diosa fortuna:10 E tu non sabes estar con el ome en aquello que comienzas, ca sy alto lo fazes sobir, de alto lo fazes caer; porque nunca debe ome de ti fiar, ca en el mejor logar sueles fallescer, asy commo tu feziste a mi; ca ally do yo cuydaba estar en la tu fuzia en el mayor plazer e en la mayor alegría en que podía ser, de allí me fuiste a derribar e sacar sin piedad ninguna [...] Mas con derecho te dizen Fortuna, porque nunca eres una (479). Único medio para liberarse de la rueda de la Fortuna es evitarla llevando una vida virtuosa sobre la que ella no tiene ningún poder; es negarse a los halagos de la riqueza, del amor y el poder. Juan de Mena en el Círculo VI del Laberinto plantea como una de las posibles soluciones para no atraerse la fortuna adversa, rehuir la vida pública. Pero en el siguiente Círculo impera el nuevo ideal renacentista y el poeta declara que a la Fortuna hay que enfrentarse abiertamente. Pero, para la ética medieval, la voluntad de dominio y empresa aún es desconocida, y la señora Nobleza para evitar las adversidades de la fortuna, cerrará las puertas al amor: 9. Cf. Etimologías (XIV, VI, 8). 10. Cf. Ferraresi (1976:186 y ss.). luciana de stefano E de aqui delante faré cerrar las puertas e los muros del mío señorío… e bibré sola sin placer como la tórtola quando embiuda, que non sabe catar otro marido nin posa en ramo verde, mas en el mas seco que falla; e ansy vestiré paños tristes e porné tocas de pesar por en todos mis días (479). Nos encontramos nuevamente en plena tradición de amor cortés donde la tórtola es el símbolo de la fidelidad amorosa. El planctus de la emperatriz termina con unos versos que encuentran su paralelo en la “Cántica contra Fortuna” del final del Libro de Buen Amor. Si bien la Cántica de Juan Ruiz no es directamente lamento de amor, sí es consecuencia de los fracasos amorosos del protagonista. Ay mesquina, cativa, desanparada Syn grant conorte! Ay forçada, deseheredada De todo mio bien! Ven por mi, muerte bien aventurada, Ca yo non puedo sofrir dolor tan fuerte Caballero Zifar (p. 479) Ventura astrosa, cruel, enojosa, captiva, mesquina, ¿por qué eres sañosa contra mí? ¡tan dañosa e tan falsa vezina! Non sé escrevir nin puedo dezir la coita estraña que me fazes sofrir: con deseo bevir en tormenta tamaña. Libro del Buen Amor. (c. 1685-1680) En ambos lamentos se repiten los calificativos mesquina y cativa; el Arcipreste los emplea para caracterizar a la Fortuna, y en los versos de la emperatriz van dirigidos a ella misma, víctima de la Fortuna; en los dos siguientes versos una exclamación expresa todo el dolor de la emperatriz por la felicidad perdida. El Arcipreste se pregunta por qué tanto mal y daño trae la Fortuna. Los versos de los dos poetas culminan afirmando la imposibilidad de soportar tal sufrimiento. La queja dolida es tema frecuente en la lírica amorosa de la península; en los Cancioneros gallegoportugueses encontramos un rico muestrario de lamentos de amor en los que se desea la muerte como único remedio. La expresión puede parecer convencional y retórica pero es característica de la esencia poética de tal tipo de poesía. La semejanza formal y de contenido deriva precisamente de las fórmulas fijadas por el género. La historia de Roboán y la señora Nobleza termina con otro lamento, el de Roboán quien al darse cuenta de todo cuánto ha perdido, prorrumpe en llanto. Siguiendo las 33 34 LAS INSOLAS DOTADAS EN EL CABALLERO ZIFAR reglas de la retórica medieval, el planctus comienza con cuatro exclamaciones y dos interrogaciones11 seguidas de dos antítesis en las que se compara su felicidad pasada y su desgracia presente. Si la señora Nobleza llora su desgraciado amor, Roboán llora más la pérdida del poder y riqueza que el amor mismo: “Más perdí aquí do yago / Que Eneas en Cartago” (481). Esta alusión directa a Eneas que remite a su vez a la trágica historia de amor de Dido, nos confirma que el autor del Caballero Zifar utilizó dicha historia en los lamentos y quejas de la señora Nobleza para que esta retuviera a Roboán a su lado. La afinidad de este lamento con las quejas de Dido fue notada aunque muy a la ligera por Menéndez Pelayo (1962:310): “en las quejas de la abandonada señora parece que hay un eco de las de Dido, pero, más afortunada que la mísera reina de Cartago, no le faltó un parvus Aeneas con quien consolarse”. ¡Parece que hay un eco, cuando estamos en presencia de la misma voz de Dido reteniendo a Eneas! Olvidaba Menéndez Pelayo que si bien Virgilio no hace referencia a que Dido espera un hijo de Eneas, la tradición medieval sí se lo atribuye. La historia de Dido y Eneas posee toda una tradición en la literatura medieval y no es de extrañar que también nuestro autor tuviese conocimiento de ella.12 Es muy posible que la fuente utilizada en el Zifar sea la General Estoria de Alfonso el Sabio (II parte) y su Primera Crónica General.13 Igualmente aparece la leyenda en los Castigos y Documentos de Sancho el Bravo. Vale la pena recordar que Virgilio no era conocido en la Edad Media sino de segunda mano; por ello, en la tradición medieval, las quejas de Dido aparecen en una epístola –tomada de Ovidio– que envía a Eneas y en la que desahoga sus penas. No hay que olvidar que Ovidio, el “amante arquetípico” de la aetas ovidiana medieval, fue muy conocido como modelo de todo arte amatorio.14 En la historia de las Insolas dotadas, las quejas de la señora Nobleza no aparecen en forma epistolar sino que se lamenta ante el mismo Roboán. Este recurso, sin duda, da mayor dramatismo al episodio. Igual que Dido —en la tradición medieval— la señora Nobleza trata de retener a Roboán recordándole el hijo que lleva en el vientre: “E pues por mí non queredes fincar, fincad porque cuido que so encinta de vos” (477). 11. Cf. Whinnom (1972:58-59). 12. La historia de Dido y Eneas figuraba entre las que todo juglar debía conocer, según las instrucciones del bordelés Giraut de Galanson, protegido del rey don Pedro II de Aragón, al juglar Fadet (primera mitad le siglo XIII). Citado por Lida de Malkiel 1942; y el poema del segundo Renacimiento francés del siglo XII, el Eneas, también tema obligado de los juglares, debió ser conocido por los juglares de la Península. 13. La primera verdadera manifestación literaria de la leyenda troyana en España aparece en el Libro de Alexandre de mediados del siglo XIII. Luego en la General Estoria de Alfonso X parte II, y en la Primera Crónica General aparece específicamente la historia de Dido y Eneas (parte I, cap. 59). La epístola de Dido está tomada de la Heroida VII de Ovidio con algunos detalles añadidos de Justino. También Leomarte en sus Sumas de historia troyana trae le historia de Dido (de mediados del siglo XIV) por tanto posterior al Libro del Caballero Zifar. 14. Cf. Ferraresi (1976:266). luciana de stefano En todas las versiones de la leyenda, Dido para retener a Eneas, le hace ver que los vientos son contrarios a una partida por mar. La emperatriz también utiliza el mismo argumento: “E pues en el mío poder no es de vos fazer fincar, señor, sea en el vuestro, siquier por el tiempo fuerte que faze; ca ya vedes en commo los vientos se mueven fuertemente e non vos dexarán a vuestra voluntad” (476). Muchas veces me invocarás, dice Dido, en los escollos del peligro, y pensarás que tus males son el castigo de tu comportamiento conmigo. La emperatriz dirá palabras semejantes: “Mas atanto vos digo, que nunca en peligro vos veredes que vos veades la mi semejanza delante, que non creades que aquellos peligros en que fueredes, que por el tuerto que me tenedes vos vienen” (477). Tanto Dido como la Emperatriz de las Islas maldicen el día que conocieron el causante de sus penas, e invocan a la diosa Venus: quisiese Dios que vos nunca oviese visto nin vos a mí! ca cierta so que vos en algunt tiempo me desearedes, e yo a vos fasta que muera; pero pues yo non vos puedo detener nin vos non queredes, rogaré a los vientos que vos embarguen la ida, e rogaré al dios del mar que vos non resciba, e rogaré a Venus, deesa de amor, que vos faga membrar del amor que en uno posiemos e de las verdades que nos prometiemos… (476). La influencia del motivo clásico se hace patente en la presencia de Venus en este pasaje, única vez, a lo largo de todo el Caballero Zifar que se nombra un personaje mitológico. La mayoría de los críticos han visto en El libro del Caballero Zifar una falta de unidad; las tres partes que la constituyen parecen a simple vista mal enlazadas y el hilo que las une muy tenue. Si además se agrega el gran número de exempla intercalados, la combinación de novela caballeresca, narración didáctica y “castigos” que siguen la pauta de los regimine principium, la heterogeneidad se hace mayor. Este breve estudio de las Insolas dotadas en algunos de sus elementos nos enfrenta con una prueba más a favor de la variedad de temas y géneros del Caballero Zifar. Pero dentro de esta multiplicidad en la superficie, hay cohesión y unidad. James F. Burke ha buscado la unida estructural de esta obra a través de una “alegoría teológica” que le da un más rico sentido a lo que él llama “surface stratum” (Burke 1972:1-3). Aun sin aplicar un análisis alegórico-teológico, la obra tiene cohesión y unidad vista desde la preceptiva medieval cuyo principio fundamental era la amplificatio. Si consideramos como tema central la figura ejemplar del caballero cristiano, los exempla, “los castigos del rey de Mentón”, las narraciones fantásticas como La dama del lago y la que hemos estudiado, y todo el material tan variado de este libro, no son más que amplificaciones del tema central. Aisladamente el episodio estudiado 35 36 LAS INSOLAS DOTADAS EN EL CABALLERO ZIFAR puede leerse como una hermosa narración que nos lleva al ámbito del cuento fantástico del folklore universal. Pero, esa historia está allí para prevenir al buen caballero de las acechanzas del diablo “que se trabaja siempre de engañar los omes para los fazer perder las almas e la onrra deste mundo” (480), y para enseñarle que la mesura es la virtud por excelencia y que la codicia solo trae mal. La obra se cierra con Roboán convertido en emperador y modelo de gobernante. Su aventura en el trasmundo fue la enseñanza para emprender su futura tarea. referencias BiBliográficas Burke, James F. 1972. History and vision: the figural structure of the “Libro del cavallero Zifar”. London: Támesis. Ferraresi, Alicia C. de. 1976. De amor y poesía en la España medieval: prólogo a Juan Ruiz. México: El Colegio de México. Krappe, Alexander Haggerty. 1931. Le mirage celtique et le sources du Chevalier Cifar. Bulletin Hispanique XXXIII. 97-103. Lazar, Moshé. 1964. Amour Courtois et “fin’amors” dans la littérature du XIIe siècle, Paris: Klincksieck. Lida de Malkiel, Mª Rosa. 1942. Dido y su defensa en la literatura española. Revista de Filología Hispánica IV. 209-252 y 313-382. Menendez Pelayo, Marcelino. 1962. Orígenes de la novela. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Patch Howard R. 1956. El otro mundo en la literatura medieval. México: Fondo de Cultura Económica. Scudieri Ruggieri, Jole. 1964. Per uño studio della tradizione cavalleresca nella vita e nella cultura spagnola medioevale. En Carmelo Samona (ed.) Studi di letteratura spagnola, 11-60. Roma: Università di Roma. Wagner, Charles Philip. 1903. The sources of El cavallero Cifar. Revue Hispanique 10, 5-104. Wagner, Charles Philip (ed.). 1929. El Libro del Cauallero Zifar. Ann Arbor, Mich: University of Michigan Press. Whinnom, Keith. 1972. Introducción crítica. En Diego de San Pedro, Obras completas II: Cárcel de Amor, 58-59. Madrid: Castalia. BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 37-45 EL TEXTO BÍBLICO y LAS CrÓNICAS DE INDIAS* Los cronistas del Nuevo Mundo, en muchos aspectos, siguen moldes de interpretación del mundo circundante que bien pueden considerarse típicamente medievales. Nos remontaremos a la concepción histórica judeo-cristiana. El texto bíblico pretende el dominio absoluto del quehacer histórico; el Antiguo Testamento quiere, en efecto, ser una historia universal que comienza con la creación del mundo y termina con el fin de los siglos. Nada escapa a su escritura. Por lo tanto, todo acontecimiento histórico debe encontrar cabida dentro de esa totalidad para formar parte del plan divino como una necesaria interpretación que le otorgue sentido. Será la exégesis quien cumpla dicha tarea interpretativa. Desde el momento que la predicación salió de los límites del pueblo judío para extenderse a otros pueblos, el método de interpretación de hechos históricos ajenos a la historia judía se hizo ineludible ya que de alguna manera esa nueva realidad debía ser abarcada, o mejor, asimilada, al carácter histórico universal del texto sagrado. Así, el Antiguo Testamento se transformó en una serie de “figuras”, es decir, de anuncios y prefiguraciones no solo de la venida de Cristo sino también de acontecimientos que no poseían ninguna conexión con la historia del pueblo judío. La interpretación figural, denominación utilizada por Erich Auerbach en su brillante Mimesis (Auerbach 1979:21 y 22; 53 y 54; 75 y ss.) me servirá de punto de partida para interpretar algunos pasajes de los cronistas de América de los siglos XVI al XVIII. Este método de interpretación aplicado a la historia fue característico de la Alta y Baja Edad Media. Aunque las Crónicas ya no pertenecen cronológicamente a dicho período, aún hay en ellas resabios del pensamiento y saber medieval cuyo principio epistemológico es la analogía o similitud; y más aún si tenemos presente que los cronistas fueron en su mayoría religiosos y por lo tanto apegados a la tradición exegética elaborada por los Padres de la Iglesia. La misma empresa de la conquista de América está en algunos aspectos más cerca del espíritu de la Edad Media que del renacentista. España se amuralló en el convencimiento de una misión: propagar la fe por todo el Universo e imponer el reino del orden divino. La creencia en tan alto destino la llevó a una cristalización temporal y a la impermeabilidad con respecto a los cambios que suponía la relación con el Nuevo Continente. La lectura de las Crónicas –voy a referirme específicamente a las de Venezuela– nos * Publicado en Anuario de Estudios Medievales 15. Estudios dedicados a la memoria de don Claudio Sánchez-Albornoz. 589-598. 37 38 EL TEXTO BÍBLICO y LAS CrÓNICAS DE INDIAS proporciona una visión de América más realista de lo que muchos críticos suponen: las miserias y estrechez vividas en una naturaleza dura y enemiga están descritas dentro de ese realismo propio de la tradición cronística hispánica; hambre, privaciones y plagas es lo que encontramos en estos relatos más que el oro y riquezas del Dorado. Si esto es producto de la observación y experiencia personal, al mismo tiempo está presente esa concepción histórica medieval que tiene su origen en los Padres de la Iglesia que consiste en ver ese mundo, que por tantos siglos había permanecido desconocido, como formando parte de la concepción histórica universal que ofrecían los textos bíblicos. La interpretación figural se apoya en una forma de conocimiento que se mantuvo vigente hasta fines del siglo XVI y que se basaba en el principio de la semejanza o analogía;1 la exégesis e interpretación de los textos bíblicos, la aprehensión de fenómenos y hechos se realiza precisamente a través de la búsqueda de correlaciones; es la similitud entre dos signos lo que permite interpretar el mundo y darle coherencia a la realidad entera. De esta manera se establece una relación entre dos acontecimientos separados en el tiempo y entre los que no existe ninguna relación causal; pero esta distancia e inconexión desaparecen tan pronto como se unen ambos acontecimientos en la Providencia Divina que es la que planea la historia y proporciona la clave para su comprensión. Así, por ejemplo, los Padres de la Iglesia interpretaron de nuevo toda la tradición judía como una serie de figuras anunciadoras de Cristo y señalaron al Imperio Romano su lugar dentro del plan divino de salvación de los hombres. Como ha dicho Bataillon (1953:47), todos los españoles del siglo XVI, y hasta el mismo Colón, consideraron el descubrimiento inscrito bajo el signo de la Providencia; ellos no podían comprenderlo sino a la luz de una concepción providencialista de la historia. El padre Gumilla 1963[1741] repite la misma interpretación de los Padres de la Iglesia y dice que la unión y sujeción del mundo al Imperio Romano “fue disposición del Altísimo, para que la ley Evangélica, con facilidad desde Roma, su cabeza, se difundiese por todos los miembros del Imperio y fuera de él” (I, cap. V); pero lo importante es observar que para Gumilla entra también en el plan divino la sujeción de los indios americanos a los grandes imperios de los incas y aztecas: “así la sujeción de la mayor parte del Perú al Inca, y el vasallaje de las principales regiones de Méjico al Montezuma, fue piadosa disposición del Altísimo, para que, sujetadas aquellas dos cabezas, se abriese puerta franca al Santo Evangelio en aquellas dilatadas como remotas provincias”. De aquí a que España fuera elegida por la Providencia Divina para dicha misión, hay solo un paso. Gonzalo Fernández de 1. Para lo relativo al conocimiento basado en la semejanza véase “La prosa del mundo” en Foucault (1979: cap. II). luciana de stefano Oviedo va mucho más allá en la búsqueda de una justificación y derecho de España sobre las Indias para conquistarlas y propagar el Evangelio; en su Historia General y Natural de las Indias (1959[1535]:535-7) llega a afirmar que las Indias son las Antiguas Hesperides y como estas fueron “del señorío de España desde el tiempo de Héspero, duodécimo rey della […] e así, con derecho tan antiquísimo […] volvió Dios este señorío a España a cabo de tantos siglos” (II, cap. III). Tales fábulas eran las que llevaban a la mayor indignación a Las Casas quien no admitía una jurisdicción política sino espiritual de España sobre el Nuevo Mundo. En su Historia de las Indias (1527-1562), Bartolomé de Las Casas (1957: XCV, 41 y ss.) se apoya en testimonios sagrados para dar razón de que las gentes del Nuevo Mundo son capaces de recibir la doctrina y gracia; los indios no son infieles contra los que hay que guerrear sino miembros que deben ser incorporados al cuerpo místico de Cristo. Para el pensamiento cristiano la Providencia Divina ha dispuesto de antemano todo el devenir histórico, por lo tanto la conversión de los indios estaba predestinada; pero Las Casas dice aún más; las Escrituras divinas y humanas no solo hablan de los hechos acaecidos sino también de los por venir: “nunca hallaremos que se hicieron cosas grandes […] que mucho antes o por boca de sus siervos y amigos los santos profetas, o de sus enemigos, como los había entre los gentiles, no ordenase que, o escura o claramente lo que había de acaecer, se anunciase o predijese” (I, cap. X). La Providencia Divina es infinita y permite que sus designios sean conocidos no solo a través de los profetas sino también a través de los oráculos de los gentiles. Para Las Casas el descubrimiento del Nuevo Mundo, mucho antes de que sucediese, había sido anunciado por Séneca en su tragedia Medea:2 En los años futuros y tardíos vendrán siglos o tiempos en los cuales el mar Océano aflojará sus ataduras de tal manera, que parecerá gran tierra; y el marinero, inventor de novedad, mundos tan nuevos descubrirá, que desde adelante no será tenida por última de todas las tierras la isla de Thile. “El marinero, inventor de novedad”, pre-figura a Colón; la analogía ha sido la clave interpretativa. En este caso la figura utilizada es un pasaje, no del texto bíblico sino de un texto profano pero que se enlaza con lo sagrado en cuanto la Providencia Divina se ha manifestado a través de él. En el pensamiento histórico de Las Casas subyace el método de interpretación figural según el cual todo acontecimiento ya 2. En el Libro de las Profecías, conjunto de pasajes de la Biblia y de los Padres de la Iglesia sobre el fin del mundo y previa conversión de todos los pueblos a la Fe, aparecen algunas anotaciones de mano del Almirante y entre ellas estos versos de la Medea de Séneca. Es muy posible que de estos papeles tomara la cita Las Casas. Recordemos que Las Casas tuvo gran amistad con Diego Colón y tuvo acceso directo al archivo y a los libros de los Colones. 39 40 EL TEXTO BÍBLICO y LAS CrÓNICAS DE INDIAS está prefijado. Tal método exegético es de larga tradición; Alfonso el Sabio manejaba los textos greco-latinos con el mismo criterio interpretativo: “Los autores de los gentiles fueron muy sabios omnes e fablaron de grandes cosas, e en muchos logares en figura o en semeiança d’uno por al, como lo fazen oy las Escripturas de la nuestra Sancta Eglesia” (Alfonso X 1930: VI, cap. XXVI). Para Fernando Colón aún el nombre de su padre es signo de la predestinación divina: él es Christopbore, el portador de Cristo y Columbus, la paloma que lleva la gracia del Espíritu Santo al Nuevo Mundo descubierto por él (cit. por Bataillon 1953:47). Nada hay gratuito ni aislado en la creación, la sabiduría del hombre consiste en interpretar los signos y encajar las piezas sueltas en una totalidad caracterizada por la unidad. El descubrimiento de un nuevo continente y de una nueva raza exigía una explicación o mejor dicho su inclusión dentro de ese plan divino presente en los textos sagrados. Esa forma del saber y del conocer se apoyaba en la noción básica de aprehensión de la realidad del pensamiento medieval: la búsqueda de similitud entre las cosas del mundo de manera tal que nada quedase aislado sino formando una cadena de anillos que constituyeran un todo con sentido. No era posible concebir un Nuevo Mundo fuera de los planes de la Providencia Divina, y sin identidad con lo ya conocido; de alguna manera debía estar insertado en las Sagradas Escrituras. La primera manifestación de esta inclusión del Nuevo Mundo dentro de la tradición o lo que prefiero llamar lo conocido la encontramos en la Relación del Tercer viaje de Cristóbal Colón cuando descubre Tierra Firme en el año de 1498 (Colón 1982:204-221): porqu’es verdad que todo pasará y no la palabra de Dios, y se complirá todo lo que dixo, El cual tan claro habló (Testas tierras por la boca de Isaías en tantos lugares de su escriptura, afirmando que de España les sería divulgado su sancto nombre.3 Colón interpreta los versículos de Isaías precisamente como un anuncio profético de su llegada a estas tierras. Vemos también cómo la Providencia divina ya tenía dispuesto todo acontecimiento histórico futuro. Pero la mayor importancia que tiene el relato del tercer viaje reside en las reiteradas alusiones al Paraíso Terrenal cuando se encuentra con el asombroso espectáculo de la boca que llamó de la Sierpe: “grandes indicios son éstos del Paraíso Terrenal, porqu’el sitio es conforme a la 3. Colón debió sustentar la profecía en los siguientes versículos: Isaías, LX, 9: “Sé, dice el Señor, que me están esperando con ansia las islas o naciones, y las naves del mar ya desde el principio, para que traiga de las remotas regiones a tus nuevos hijos, y con ellos su plata y su oro, que consagran al Nombre del Señor Dios tuyo”; LXV, 17: “Porque he aquí que yo voy a crear nuevos cielos y nueva tierra”. luciana de stefano opinión d’estos sanctos e sacros theólogos”. Como el mismo Colón dice: “La Sacra Escriptura testifica que Nuestro Señor hizo el Paraíso Terrenal”, es decir, que el texto bíblico prefiguraba y anunciaba el encuentro del Edén. El Paraíso Terrenal del Génesis y la tierra que ve Colón son dos situaciones sin ninguna relación pero la clave para entender esta nueva realidad está en el pasado y en los signos que nos hacen descubrir el parentesco o analogía. Por lo demás no debemos tomar las palabras de Colón como producto de una de las tantas leyendas de la época o como una simpleza infantil del fantástico y soñador navegante. La creencia en la realidad del jardín del Edén estaba generalizada y se suponía que aún estaba sobre la tierra; aunque era un lugar remoto siempre se creyó en la posibilidad de hallarlo como a tantos otros lugares maravillosos de los que hablaban los viajeros al regresar del Oriente; sobre todo en la época de Cristóbal Colón, que se caracterizó por un gran auge de los viajes más allá del pequeño mar interior del Mediterráneo. Para la mayoría de los autores de los primeros siglos, Flavio Josefo, Tertuliano, Lactancio, San Isidoro de Sevilla, el Paraíso se hallaba más allá de un inmenso océano y en el Oriente. Para Santo Tomás de Aquino se encontraba rodeado por un gran mar y en alguna región tórrida. Además, no faltaban en la Edad Media mapas que situaban el Paraíso en el Oriente (en la India o en Asia) y en la zona equinoccial. Colón debió tener conocimiento de todas estas versiones acerca del Paraíso Terrenal; así por ejemplo, hace referencia en el Diario a la creencia de que el Edén se encontraba en las Islas Afortunadas que eran las Islas Canarias. Esta suposición era muy común ya que Isidoro de Sevilla en sus Etimologías aclaraba que había que distinguir el Edén y dichas islas que tan a menudo se confundían como una misma realidad. Colón queda asombrado ante la inmensidad del río que confundía sus aguas dulces con las del mar: “parece aún mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan fondo”. Para el almirante aquél era el río que bañaba el Jardín de las Delicias y del cual provenían los cuatro principales ríos que regaban la tierra: el Ganges, el Nilo, el Tigris y el Eufrates: y digo que si no procede del Paraíso Terrenal, que viene este río y procede de tierra infinita, puesta al Austro, de la cual fasta ahora no se a ávido noticia. Mas yo muy assentado tengo el ánima que allí, adonde dixe, es el Paraíso Terrenal, y descanso sobre las razones y auctoridades escriptas. Ante los ojos de Colón tomaron realidad todos aquellos elementos que caracterizaban al Paraíso Terrenal en los relatos medievales y en los pensadores de la Antigüedad: “clima suavísimo, tierras y árboles muy verdes y tan hermosos como los güertos de Valencia en abril”, además esta parte del mundo, según la opinión de 41 42 EL TEXTO BÍBLICO y LAS CrÓNICAS DE INDIAS Colón, estaba más cerca del cielo por ser el lugar más alto en el mundo, y el río que ha descubierto, baja –agrega Colón– de una cumbre muy alta, es decir, del Edén. Como lectores modernos estos nos puede parecer leyenda y asombrar la mezcla de exactitud científica que hizo posible el descubrimiento junto a relatos de la antigüedad algo fabulosos, pero para el conocimiento medieval hay una sola forma de saber que incluye como dirá Foucault 1979: “todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas” (47). Dos siglos y medio más tarde Gumilla 1963[1741] en su cuidadosa descripción de La región de Guayana y el Orinoco recordará que Colón ante la amenidad de las costas del Orinoco creyó haber encontrado el Paraíso (I, cap. I); pero ya para el siglo XVIII el Paraíso Terrenal es más un símbolo que una posible realidad. Para Gumilla la fértil y amena isla de Trinidad merece el elogio de Paraíso Terrenal; podemos observar que el término ha pasado a ser metafórico: la misma palabra elogio que utiliza Gumilla no es más que un término de comparación. Paraíso Terrenal y tierra americana son ahora realidades diferentes en las que no cabe enlace alguno que rompa la distancia. Siempre en el ámbito de lo comparativo, Gumilla toma otra figura de las Sagradas Escrituras, el árbol de la vida que estaba plantado en el jardín del Paraíso y lo compara con la fantástica palma del Orinoco, el moriche “un nuevo árbol de la vida que así se debe llamar en cierto modo una palma tal, que da de sí todo cuanto es menester para pasar esta vida” (I, cap. IX). También aquí la figura es metafórica; pero no obstante, sigue en pie la analogía como categoría de pensamiento en cuanto aplica a todos los dominios de la naturaleza la búsqueda de las semejanzas duplicadas. Fray Pedro Simón en sus Noticias Historiales de Venezuela publicadas en 1627 comienza por discutir el problema de la población de América. En su opinión, las Indias fueron pobladas antes del Diluvio y se apoya en sus argumentos en Alejandro de Hales y Alberto Magno para quienes el “paraíso terrenal, cerca de donde fueron criados y comenzaron a multiplicarse los primeros hombres, está plantado sobre la tierra, que corresponde en el cielo a la línea equinoccial” y en efecto, dice Pedro Simón, son muchos los que han pensado que dicho Paraíso “está dentro de esta Tierra Firme, cerca de la equinoccial, por ver en ella tan apacibles y maravillosos temples” (Simón 1963[1627]:I Noticia, cap. X). En los capítulos XII y XIII de la I Noticia, Pedro Simón trata sobre el origen de los indios. También para este problema la explicación se busca en los textos bíblicos para hallar el lugar que estos ocupan dentro del plan divino; su origen está en una de las diez tribus de Israel, la de Isaccar, hijo de Jacob. Pedro Simón ve cumplida en luciana de stefano los indios en “cuanto al sentido literal, la profecía que a la hora de su muerte dijo el patriarca Jacob había de sucederle a esta tribu”. En este caso la interpretación figural establece una relación entre Isaccar y los indios de América: la realidad es encuadrada dentro de la perspectiva histórica judeo-cristiana. Las palabras proféticas decían así: “Isaccar ha de ser asno fuerte, que ha de estar echado entre términos; vio la holganza que sería buena, y la tierra bonísima; puso su hombro para llevar la carga, y sirvió para pagar tributos”. Una realidad –los indios– cobra sentido a través de la profecía de Jacob y de esta manera el indio encuentra su lugar en la historia. Vemos nuevamente en el trasfondo cómo la semejanza desempeña un papel primordial en la interpretación y conocimiento del mundo; en cierto modo podríamos decir que las cosas repiten siempre un modelo preexistente. Pedro Simón analiza punto por punto la profecía de Jacob; busca las similitudes entre lo que predijo Jacob a los descendientes de Isaccar y las costumbres y características de los indios para concluir que aquellos son estos. También la ausencia de animales de carga en las Indias, que tanto llama la atención de fray Pedro Simón, encuentra su explicación en el texto sagrado: “por orden divina sucedió eso en castigo de los pecados de aquella tribu de Isaccar, y en cumplimiento de la profecía de su padre Jacob, que no tuviese animal que les ayudase a llevar las cargas”, así como el pago de tributos al rey y encomenderos por parte de los indios también tiene su justificación y su análogo en la profecía. La realidad, como bien puede verse, no se interpreta a partir de ella misma sino a través de un intermediario, un texto. Como dice Foucault, lo propio de este tipo de saber “no es ni ver ni demostrar, sino interpretar”; las profecías y textos de las Sagradas Escrituras enuncian la verdad y se convierten en una justificación y argumento para la sujeción del indio a la misión colonizadora y evangélica de España. Ha de ser explotado en el trabajo para que la profecía se cumpla; ha de pagar tributo porque así lo prescribe la maldición; habrá de llevar la carga sobre sus hombros porque fue profetizado que no tuviese animal que le ayudase. El mismo método figurado de interpretación histórica es manejado por Gumilla 1963[1741] para explicar el apocamiento y sujeción de los indios a los negros que la Legislación Indiana trató de refrenar. La explicación se halla para Gumilla en la maldición que echó Noé a su hijo Cam y a sus descendientes, es decir, los indios: «esclavo será de los esclavos de sus hermanos» y agrega Gumilla “y éstos son puntualmente los indios, no por fuerza, sino de su propia inclinación, verificando la maldición que Noé echó a Cam” (I, cap. VI). Así, la desnudez en que viven los indios y el vicio de la embriaguez, 43 44 EL TEXTO BÍBLICO y LAS CrÓNICAS DE INDIAS “universal flaqueza de los indios” (I, cap. VI) también encuentra su figura análoga en la maldición de Noé a Cam quien se había burlado de su desnudez y embriaguez casual. La profecía o maldición de Noé se cumple y adquiere sentido pleno en el indio; aquí vemos cómo se ha establecido una relación o conexión entre dos hechos (la maldición bíblica y la desnudez y gusto por la bebida de los indios) que ni temporal ni casualmente se hallan enlazados. La relación entre ambos hechos se realiza si son vistos como eslabones de una misma sucesión histórica planeada por la Providencia Divina. Gumilla 1963[1741] buscará también en los textos bíblicos la solución al problema del origen de tanta variedad de lenguas en América, “tan regulares y expresivas de los conceptos como la más cultivada lengua de nuestra Europa” (II, cap. V). No tiene lugar la explicación de que cada familia, distante una de la otra, inventó su propio lenguaje. Tal conjetura es refutada por Gumilla a partir de una de las características del fenómeno lingüístico postulado por la lingüística moderna: el lenguaje como producto del pasado y producto social, el individuo por sí solo no puede crearlo: “No hallamos en las historias padres de familia que, perdiendo el amor de la lengua materna, hayan inventado una lengua regular para sus descendientes” (II, cap. V). Por lo demás, la perfección y regularidad de dichas lenguas –agrega Gumilla– no está acorde con la rusticidad de sus hablantes. Si bien sus observaciones sobre las lenguas son muy pertinentes, necesariamente ha de buscar esa lengua matriz y la explicación a dicho enigma en el texto bíblico: Confundamus ibi linguas eorum, ut non audiat unusquisque vocem proximi sui (Génesis XI, 8). Regularidad y perfección tienen su causa en ese primer lenguaje tal como fue dado por Dios a los hombres y que luego quedó destruido en Babel para castigo de la soberbia del hombre. Fragmentación y dispersión en múltiples lenguas fue el castigo para los temerarios constructores de Babel. He querido presentar solo una muestra a modo de ejemplo del uso de la interpretación figural en algunos textos de los cronistas de Indias. Un mayor número de ejemplos así como un estudio más exhaustivo de estos permitiría elaborar unas conclusiones de mayor alcance que las ahora posibles. Lo que ha tratado de analizar este somero estudio es de acuerdo a qué criterios han sido posibles conocimientos y teorías acerca del Nuevo Mundo. El a priori histórico que está como fondo y fuente de aprehensión de la realidad americana posee rasgos netamente medievales. A partir de esta formulación podrían buscarse otras huellas que nos lleven a recorrer la presencia de la tradición medieval en la Conquista y Colonización de América. luciana de stefano referencias BiBliográficas Alfonso X. 1930. General Estoria. Primera Parte. Madrid: Centro de Estudios Históricos. Auerbach Erich.1979. Mimesis. La representación de la realidad en la literatura occidental. México: Fondo de Cultura Económica. Bataillon, Marcel. 1953. L’idée de la découverte de VAmérique chez les espagnols du XVI siécle. Bulletín Hispanique LV. 23-53. Casas, Bartolomé de las. 1957. Historia de las Indias. En J. Pérez de Tudela Bueso y E. López Oto (eds.), Obras escogidas de fray Bartolomé de Las Casas. Biblioteca de Autores Españoles XCV-XCVI. Madrid: Atlas. Colón, Cristóbal. 1982. Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales. Madrid: Alianza Universidad. Fernández de Oviedo, Gonzalo. 1959[1535]. Historia general y natural de las Indias, I-V. Madrid: Atlas-Biblioteca de Autores Españoles. Foucault, Michel. 1979. Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI. Gumilla, José. 1963 [1741]. El Orinoco Defendido e ilustrado. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Simón, Fray Pedro. 1963[1627]. Noticias Historiales de Venezuela. Tomos I y II. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. 45 46 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 46-54 EL ENXEmPLO XXvII DE EL LIBRO DEL CONDE LUCANOR ET DE PATRONIO: LAS rELACIONES DE PArEjA* La colección de cuentos de El Conde Lucanor es como la mayoría de los ejemplarios de la Edad Media, una compilación de materiales ya existentes. De allí que la crítica se haya ocupado de rastrear las fuentes que utilizó Don Juan Manuel; si bien no deja de ser importante señalar dichas fuentes literarias también se hace necesario buscar “el alma creadora del artista y las trazas del milagro de la creación literaria” como afirma Ayerbe-Chaux en su exhaustivo estudio de el Conde Lucanor (Ayerbe-Chaux 1975:XIV). Estamos en presencia de una creación literaria con rasgos originales que la hacen diferente a las fuentes utilizadas. La diversidad del material tradicional que subyace en los relatos de el Conde Lucanor adquiere en manos de Don Juan Manuel una coherencia y unidad ideológica que surge de los vasos comunicantes que se establecen entre sus obras doctrinales y la ficción –aunque sea esencialmente didáctica– de los ejemplos narrados por Patronio. En otras palabras, los relatos traducen en exemplos el contenido doctrinal de sus demás obras. Pero ese sello tan personal que recorre los cincuenta y un relatos es producto además de la experiencia personal de Don Juan Manuel, tamiz por el que los relatos han pasado para adquirir esa cualidad de vivencia que no poseen los ejemplarios anteriores al Conde Lucanor. Esta coherencia no es solo de contenido sino también de estructura; así lo demuestra la reiterada presencia de la pareja consejero-aconsejado en sus obras: en el Libro del Caballero et del escudero, en El libro de los estados y en el Libro infinido y es el marco que le da unidad y sentido a los relatos de Patronio. Para ilustrar la traslación de sus concepciones teóricas a la ficción es mi propósito analizar el ejemplo XXVII, “De lo que aconteció a un emperador et a don Albar Fañez Minaya con sus mujeres” y cotejarlo con el capítulo VIII de El libro infinido, y con el capítulo LXVI de El libro de los estados, cuyas materias se refieren al comportamiento que debe tener el emperador con su mujer, tema muy cercano al del ejemplo XXVII que es el de las relaciones conyugales.1 * Publicado en 1987, en el Homenaje al profesor Juan Torres Fontes II, 1637-1643. Murcia: Academia Alfonso X el Sabio, Universidad de Murcia. 1. Ediciones utilizadas de las obras de Don Juan Manuel: Libro del Conde Lucanor et de Patronio. Buenos Aires: Huemul, 1972; Libro infinido y Tratado de la Asunción, Granada: Universidad de Granada, 1952; Libro de los estados, en Gayangos 1952. luciana de stefano El tema de la primera parte del ejemplo XXVII es el de la mujer que contradice en todo a su marido. Ayerbe-Chaux (Ayerbe-Chaux 1975:76 y ss.) da en detalle las tres variantes del cuento que se hallan todas en Jacobo de Vitry así como también en Etienne de Bourbon (Nº 299) y en Herveux (vol. 11, Nº 74). Como demuestra Ayerbe-Chaux, es una narración de larga vida tradicional. Todas estas versiones tienen como rasgo común el que la pareja de marido y mujer no pertenecen al estamento noble. Etiennne de Bourbon habla de un joculator, lo cual ya apunta a una situación graciosa. La crítica en general se ha mostrado algo sorprendida ante este ejemplo cuyo desenlace es un asesinato disfrazado, ya que parecería no encajar en la actitud moralista de Don Juan Manuel. Tanto el juicio del Arcipreste de Talavera como el de Azorín (citados en Devoto 1972:428-29) que condenan por inmoral el asesinato, me parecen, si bien justos desde un punto de vista ético universal, inadecuados pues no se colocan en el punto de partida de Don Juan Manuel para interpretarlo como debe ser. Como dice Ayerbe-Chaux, “solo María Rosa Lida, a pesar de sorprenderse ante el ejemplo del emperador, apunta que la historia es cómica” (Devoto 1972:429). Sin negar la comicidad de este ejemplo no creo que su finalidad sea hacer resaltar lo humorístico. De haber querido Don Juan Manuel ofrecer un ejemplo jocoso habría elegido una pareja similar a la de las fuentes mientras que su elección recae sobre el más alto representante del estamento de los bellatores, el emperador, del que tan a menudo dice Don Juan Manuel en el Libro de los estados que es el más peligroso estado para salvar el alma, precisamente, porque a mayores privilegios mayores deberes. Por lo demás, hay que destacar que el ejemplo puesto en boca de Patronio se caracteriza por presentar una situación límite: el de una esposa que pone en peligro el “gobierno” del emperador; la elección de un pareja de tan alto estado como protagonista justifica en cierta forma la muerte de la emperatriz, y la jocosidad que era lo predominante en las versiones anteriores pasa a un segundo plano. María Rosa Lida además de resaltar el aspecto jocoso del ejemplo, lo enjuicia a partir del concepto de fama: “aun en lo moral, preocupa más la sanción colectiva de la sociedad que el fallo inmanente de la conciencia” (Lida de Malkiel 1952:213, nota 55).2 Conciencia individual y sanción colectiva son dos ámbitos inseparables en el mundo medieval que se confunden el uno en el otro por ser una sociedad estructurada, no a partir del individuo sino en estamentos, los cuales constituyen el cuerpo social. 2. Cf. el ejemplo XLVII: “De lo que conteçió a un philósopho que por ocasión entró en una calle do moraban malas mujeres”, cuyo tema es la buena fama y cómo guardarla. También en este ejemplo don Juan Manuel pone el acento en esa “sanción colectiva” de la que habla Mª Rosa Lida “et debedey saber que en las cosas que tañen a la fama, que tanto aprovecha o empeçe lo que las gentes tienen et dizen como lo que es verdad en sí” (1952:251). 47 48 EL ENXEmPLO XXvII DE EL LIBRO DEL CONDE LUCANOR ET DE PATRONIO: LAS rELACIONES DE PArEjA El conflicto y escisión entre conciencia individual y sociedad se produce con la ruptura de tal tipo de sociedad y será propio del espíritu de la contrarreforma que sí pone de relieve los conflictos de conciencia. La interpretación más lúcida y objetiva es la de D. Devoto que ve en la muerte de la emperatriz un deber de estado (Devoto 1972:429). Para una interpretación justa de este ejemplo de Don Joan Manuel se hace necesario relacionarlo precisamente con sus obras de carácter doctrinal como ya se dijo anteriormente. Veamos cómo se enmarca dicho ejemplo. El Conde Lucanor le plantea a Patronio la extraña actitud de sus dos hermanos con sus respectivas mujeres. El uno “non faz cosa del mundo sinon lo que ella quiere et si ante non ge lo pregunta” y el otro “en ninguna guisa non podemos con él que un día la quiera veer de los ojos ni entrar en casa do ella sea”. Para Patronio ambos yerran y los ejemplos que contará, más que un consejo para el Conde Lucanor, quien busca remedio a esa incómoda situación, serán para explicar lo que él cree que puede ser la razón de dicho comportamiento: “comoquier que ellos yerran, por aventura es por las maneras que han aquellas sus mujeres” y utilizará como ejemplos dos casos límites: desobediencia y obediencia extremas. Así narra la historia del emperador don Fradrique que casó con la doncella que después de casada comenzó a demostrar ser mujer contradictoria por naturaleza. Por un tiempo el emperador soporta esta enojosa situación tratando por todos los medios de ponerle remedio pero “nin por ruegos, nin por amenazas, nin por buen talante, nin por malo quel’mostrasse” logra ponerle coto. En ninguna de las versiones anteriores a Don Juan Manuel se hace énfasis en los problemas que acarrea el carácter de dicha mujer, aparte el de llevar la contraria a todo lo que dice el marido, Don Juan Manuel resalta no las pequeñeces de la vida diaria sino que “ha tan grand daño para la su fazienda et para las sus gentes”, “el gran daño que vinía a él et a toda la tierra por las meneras que había la emperatriz”. En el capítulo LXVI del Libro de los estados al tratar de los deberes del emperador para con su mujer, leemos: “… que la ame et la prescie mucho et le faga mucha honra et le muestre muy buen talante” pero siempre que “non mengüe por ella ninguna cosa de su honra nin de las cosas que debe fazer”. Esta preocupación por la honra es una constante en toda la obra de Don Juan Manuel y está en relación con el estado al cual se pertenece. Sus libros ofrecen consejos y ejemplos para que el hombre pueda vivir con éxito en la vida, acrecentando su honra y fama, y al mismo tiempo, mediante buenas obras, salvar el alma. Quien ocupa el estado de los defensores –en sentido amplio, la nobleza– debe dar igual importancia a ambos aspectos de la vida: la espiritual y la terrenal. Para el pensamiento medieval el estado que ocupa cada luciana de stefano hombre ha sido establecido por Dios, por tanto comportarse de acuerdo al propio estado es justificar el orden divino. En el Libro del caballero et del escudero Don Juan Manuel recalca que “la primera cosa que ome puede fazer es conoscer su estado et mantenerlo como debe; et el mayor yerro que ome puede fazer, es en non conoscer nin guardar su estado” (cap. XXXVIII). Mantener la propia honra significa cumplir con las obligaciones del estado a que se pertenece, por eso junto con decir que “non mengüe por ella [por su mujer] ninguna cosa de su honra”, agrega, “nin de las cosas que debe fazer”. Si volvemos al ejemplo de Patronio recordemos que el comportamiento de la emperatriz trae grandes daños al emperador respecto a toda la tierra, su fazienda y a sus gentes; es decir, que no puede cumplir a cabalidad con sus obligaciones. En el capítulo VIII del Libro infinido, posterior al Libro de los estados y al Conde Lucanor, Don Juan Manuel introduce el tema del que hablará: “dezirvos he…en qual manera deuedes pasar con vuestra muger e con vuestro fijos”. Para no repetir cosas ya dichas remite a los capítulos LXVI, LXVII y LXVIII del Libro de los estados,3 que tratan de los deberes del emperador para con su mujer. Del ejemplo XXVII del Conde Lucanor nada dice aunque es mucho más significativo en relación con este tema, pero este silencio quizás se explique, porque no podía traer una obra de ficción como apoyo a un texto de orden doctrinal. Cuando leemos en el Libro infinido que “los más de los omnes yerran en la manera que deben traer con sus mugeres; ca unos fazen tanto lo que ellas quieren, que les es muy dannoso para las faziendas e para los cuerpos et para las famas; et muchos fazen tan poco por ellas, e aun les dan tanto enojos” (cap. VIII), vemos que aflora sutilmente el ejemplo XXVII donde Patronio recalca dos veces el término errar, “entramos vuestros hermanos andan muy errados”; “comoquier que ellos yerran” referido al comportamiento tan opuesto de los dos hermanos con sus esposas en el caso que le planteara el Conde. Errar constituye la palabra clave sobre la que reposa todo el texto del capítulo VIII del Libro infinido. Si seguimos leyendo en el mismo Libro infinido encontraremos la explicación de por qué los más de los hombres yerran: unos “dizen que sus mugeres son tan buenas e aman tanto a sus maridos que por fuerça an ellos a fazer lo que ellas quieren” que corresponde al primer caso planteado por el conde y que será ejemplificado con lo que aconteció a don Alvar Fáñez; otros, “dizen que sus mugeres son tan fuertes et tan bravas e tan porfiosas que por fuerça an a pasar e fazer lo que ellas quieren”, que remite al segundo caso expuesto por el conde y que Patronio 3. En realidad sólo el capítulo LXVI trata de los deberes del emperador para con su mujer. 49 50 EL ENXEmPLO XXvII DE EL LIBRO DEL CONDE LUCANOR ET DE PATRONIO: LAS rELACIONES DE PArEjA ejemplificará en la historia del emperador don Fradrique que casó con una doncella “la más brava et la más fuerte et la más revessada cosa del mundo”; obsérvese la correspondencia de los calificativos en ambos textos. Bien podemos decir que aunque el ejemplo XXVII no es mencionado por Don Juan Manuel en el Libro infinido, sí estaba muy presente en su mente. Sus libros teórico-doctrinales y los ejemplos del Conde Lucanor se imbrican constituyendo una unidad ya que ambas escrituras surgen a partir de su propia experiencia vital. En el capítulo LXVI del Libro de los estados el consejero Turín dirigiéndose al infante don Johas parte de la afirmación de que “conviene que el emperador sea muy amado et muy presciado et muy temido de su mujer”, situación que no se da entre el emperador don Fradrique y su mujer en el ejemplo XXVII, y que será la causa de la muerte de la emperatriz. El emperador, sigue Turín, para guardar su fama y la de su casa no debe permitir “algún mal, nin en dicho nin en fecho”, y luego agrega –aunque sin especificar qué clase de yerros– que “si por sos pecados alguna de ellas en tal yerro cayese, que cosa del mundo no los habría de escapar de muy malas muertes et muy deshonradas”. Lo que nos presenta este testo es la ira regia; en los espéculos, libros de castigos y en general en la literatura gnómica, siempre se hace mención al peligro de incurrir en ella. Así, en los “Castigos del rey de Mentón”, tercera parte el Caballero Zifar (Wagner 1929), se dice “guardatvos de caer al rey en yerro, ca ellos han por costumbre de contar el muy pequeño yerro por grande... ca sabet que non ha mayor saña nin más peligrosa que la del rey”. Y una de las atribuciones de la potestad regia en la España medieval era el derecho que tenía el rey de hacer caer en desgracia al que había provocado su ira. En el ejemplo del emperador don Fradrique podemos ver en cierta forma que la conducta de la emperatriz desata la ira regia. El consejero Turín por medio del discurso directo se dirige a su aconsejado y a la vez explícitamente, al lector para aleccionar acerca de cómo el emperador debe vigilar que las mujeres de su casa no caigan en yerro, y termina diciendo: Et señor infante, el que leyere este libro, si es de buen entendimiento, bien entenderá como debe obrar en estas cosas; et como quier que lo yo non digo tan declaradamente como podría, el que lo non entendiere nin se hobiere en tal fecho como debiere, sufra et pase las cosas así como acaescieren. El sentido de este pasaje no está del todo formulado; una cierta oscuridad intencional está allí para que pueda ser entendido por los lectores de entendimiento sutil, Don Juan Manuel, en el mismo Libro de los estados, postulaba una escritura encubierta cuando el tema tratado fuera peligroso para lectores poco avisados. Por luciana de stefano eso afirma que no lo puede decir tan declaradamente como podría. Quien en una situación como la planteada por Don Juan Manuel no sepa cómo actual y poner remedio, deberá soportar las cosas como vienen. Pero volvamos al ejemplo; el emperador le plantea al Papa el grave problema en que se encuentra debido al mal carácter de la emperatriz. Ante la imposibilidad de un divorcio, “dixo el papa al emperador que este fecho, que lo acomendaba él al entendimiento et a la sotileza del emperador, ca él no podía dar penitencia ante que el pecado fuesse fecho”. Las palabras del Consejero Turín al infante Johas y a los lectores, y las del Papa a don Fradrique tienen rasgos comunes, podríamos decir que son breves y oscuras y corresponden a un determinado estilo encubierto, propio como dijimos anteriormente, de la materia tratada. Ambos consejeros se remiten en materia tan delicada al buen entendimiento de sus aconsejados. Patronio, después de haber expuesto el ejemplo del emperador y el de Alvar Fáñez, concluye diciendo: “pero el que por su fuerte ventura tal muger toviere como la del emperador, pues que al principio non sopo o non quiso poner en ello consejo, no hay ál sinon passar por su ventura como Dios ge lo quissiere enderezar”. La frase subrayada repite también lo dicho por el consejero Turín (“el que lo non entendiere nin se hobiere en tal fecho como debiere, sufra et pase las cosas así como acaescieren”). Pero, entonces ¿cuál es la moralización que obtiene el conde Lucanor y el lector en el caso planteado? En la gran mayoría de los ejemplos del Conde Lucanor, cada uno contiene en sí, más o menos explícitamente, su moral que luego será formulada por Patronio. Posteriormente, la validez del ejemplo es comprobada por el conde y finalmente interviene el autor, don Johan, quien lo declara “muy bueno” y lo escribe, y en unos breves versos concentra todo el sentido moral del ejemplo. Pero parecería que en este ejemplo las cosas no marchan así. En general, cada ejemplo finaliza con el consejo de Patronio que siempre es introducido del mismo modo esquemático; “E vos, señor conde...” y seguidamente la formulación del consejo. En el ejemplo que venimos analizando se introduce la fórmula pero el consejo no llega a ser formulado claramente sino que también aquí como en las palabras del Papa y en las de Turín se deja al buen entendimiento del conde encontrar el sentido de los dos ejemplos: “E vos, señor conde, al mi cuidar, parando mientes en estas tales cosas, podredes bien aconsejar a vuestros hermanos”, es decir, que el conde debe convertirse a su vez en consejero. La validez del ejemplo no está en repetir la donducta del emperador. Para Don Juan Manuel el exemplo no tiene un valor indiscutible: el episodio narrado es siempre único e irrepetible mientras que la realidad en que viven los hombres es cambiante y 51 52 EL ENXEmPLO XXvII DE EL LIBRO DEL CONDE LUCANOR ET DE PATRONIO: LAS rELACIONES DE PArEjA por ello es necesaria una interpretación del ejemplo.4 Ese carácter único del ejemplo es muy claro en los dos cuentos, el del emperador y el de Alvar Fáñez, que como hemos visto son casos límites; Patronio intuye que las situaciones planteadas por el conde no constituyen casos extremos de desobediencia y obediencia. Los dos ejemplos están allí para explicar la razón posible de la conducta de los dos hermanos hacia sus esposas pero no para remediar. Los versos finales que escribe don Johan, “en el comiendo debe el homne mostrar / su muger como tiene de pasar” no servirán evidentemente de consejo a los dos hermanos que ya están casados; parecería que el consejo va dirigido a los lectores que vayan a iniciarse en la vida matrimonial para que eviten lo que le sucedió al emperador. Más bien es el ejemplo XXXV: “De lo que aconteçió a un mancebo que casó con una muger muy fuerte et muy brava» el que desarrollará el contenido de los versos del ejemplo XXVII: “Si al comiendo non muestras qui eres, / nunca podrás después cuando quisieres” contienen la misma moraleja del anterior pero es aun más categórico; el segundo verso que se inicia con el adverbio nunca no deja entrever ninguna posibilidad de remedio si se aplica al ejemplo XXVII. Para los dos hermanos ya no hay remedio posible sino “pasar por su ventura como Dios ge lo quisiere endereçar”. La segunda parte del ejemplo, el caso del marido que nada hace sin antes pedir su opinión a la esposa, lo ejemplifica Patronio con la historia de Alvar Fáñez y su mujer doña Vascuñana, que es todo lo contrario de la mujer de don Fradrique. Todo cuanto hace doña Vascuñana es en pro y honra de su marido. Por esta razón Alvar Fáñez “amábala et presciábaía… que tenía por razón de fazer todo lo que ella queríe”, como sucede con el otro hermano del conde. También en este ejemplo se narra un caso límite de respeto y obediencia que lleva a doña Vascuñana a admitir que las yeguas son vacas y que el río corre hacia arriba para no contradecir lo que dice su marido. Vascuñana, en su respeto hacia su marido, cumple con lo expuesto en el capítulo LXVI del Libro de los estados acerca del amor, temor y aprecio que debe tener hacia el emperador su mujer. En el capítulo XXVI del Libro infinido don Juan Manuel le hablará a su hijo “del amor que los omnes han entre si…” y de “quantas maneras ha de amor”. La primera clase de amor y más excelsa es amor cumplido: ca amor complido es entre dos personas en tal manera, que lo que fuere pro de la una persona o lo quisiere, que lo quiera la otra tanto comino él, e que non cate en ello su pro, nin su danno asi que aunque la cosa su danno sea, quel plega de coraçon de la fazer, pues es pro e plaze a su amigo. 4. Cf. Várvaro 1964. luciana de stefano Pero termina diciendo “yo nunca vi fasta hoy amor complido”. Amor complido es el que hay entre don Alvar Fáñez y doña Vascuñana, y precisamente es un caso límite, de allí su valor de exemplum, nunca repetible en la realidad que no es más que un reflejo imperfecto. Por ello dice don Juan Manuel –partiendo de su experiencia– que tal manera de amor nunca la ha conocido. Cuando Patronio termina de narrar las dos historias se dirige al conde y dice que si las esposas de sus hermanos son como la emperatriz y doña Vascuñana, nada tiene de extraño el comportamiento de ellos pero Patronio también plantea la posibilidad de que “no son tan buenas ni tan revesadas como estas dos de que vos he fablado”, lo cual comprueba que el exemplo tiene carácter de modelo absoluto, irrepetible. Los dos ejemplos narrados, más que precisos consejos, le sirven a Patronio como punto de apoyo para extenderse sobre el tema de las relaciones conyugales y es en estas digresiones donde reside la parte de mayor importancia didáctica para el conde y los lectores. Cumplir con los deberes inherentes al propio estado y mantener la propia honra es el principio primordial que rige el comportamiento del hombre en la sociedad y consecuentemente hacia la mujer, “ca si el homne por haber grand amor a su muger quiere estar con ella tanto por que dexa de ir a los lugares o a los fechos en que puede fazer su pro et su honra, faze muy grand yerro» (Luc., ej., XXVII). Casi dos siglos antes, este mismo principio le sirvió a Chretien de Troyes para escribir su novela cortés, Erec y Enide, en la que se exalta el amor conyugal.5 El error de Erec consistió en olvidar por amor a Enide sus deberes de caballero; su fama y valor son puestas en tela de juicio. La pareja deberá pasar por una serie de pruebas para que su unión pueda madurar y ser responsable; probar que amor y caballería no son incompatibles, y alcanzar así la perfección del amor que no es otro que el “amor complido”; expuesto por don Juan Manuel en el ejemplo. Los ideales del mundo caballeresco siguen vivos en don Juan Manuel aunque ya la sociedad de su tiempo muestra los profundos cambios que se están gestando por la aparición de una nueva fuerza, la burguesía, que transformará la rígida estructura estamental. referencias BiBliográficas Ayerbe-Chaux, Reinaldo. 1975. «El Conde Lucanor»: materia tradicional y originalidad creadora. Madrid: Porrúa Turanzas. 5. Cf. Terracini (1964: 64 y ss.). 53 54 EL ENXEmPLO XXvII DE EL LIBRO DEL CONDE LUCANOR ET DE PATRONIO: LAS rELACIONES DE PArEjA Bezzola, Reto. 1961. Liebe und Abenteuer im höfischen Roman. (Chrétien de Troyes). Munchen: Universität München. Devoto. Daniel J. 1972. Introducción al estudio de Don Juan Manuel y en particular de «El Conde Lucanor»: una bibliografía. Madrid: Castalia. Gayangos, Pascual de (ed.). 1952[1860]. Escritores en prosa anteriores al siglo XV. Biblioteca de Autores Españoles, Tomo LI. Madrid: Atlas. Lida de Malkiel, Mª Rosa. 1952. La idea de la fama en la Edad Media castellana. México D.F.: Fondo de Cultura Económica. Várvaro, Alberto. 1964. La cornice del Conde Lucanor. En Carmelo Samoná (ed.), Studi di letteratura spagnola, 187-195. Roma: Socíetá Filológica Romana. Wagner, Charles Philip (ed.). 1929. El Libro del Cauallero Zifar. Ann Arbor, Mich: University of Michigan Press. BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 55-68 EL uNIvErSALISmO DE ALfONSO EL SABIO* La figura más descollante de lo que se ha llamado el Renacimiento Castellano del siglo XIII es indudablemente la de Alfonso el Sabio. Visión universalista, profundo amor por el saber, pervivencia y valoración de la tradición clásica, son los rasgos más relevantes de su personalidad en la que se perfila la futura figura del “humanista”. Sus virtudes intelectuales no pasaron desapercibidas a sus contemporáneos. Brunetto Latini, quien había estado en la Corte de Alfonso como embajador en 1260, le elogió con hermosos versos en el Tesoreito (II, 129-134): “Bajo la luna no hay persona que por gentil linaje / ni por tan alta nobleza de costumbres / sea tan digna como este rey Alfonso”. Para las letras españolas la labor de Alfonso el Sabio es de primordial importancia en lo que respecta al nacimiento de la prosa castellana. La precoz conciencia de autonomía de la lengua romance frente al latín en España es evidentemente llamativa si se la compara con las otras culturas de herencia latina donde ese proceso fue más tardío. La gestación de este proceso, según el cual, la lengua vulgar podía aspirar a la misma dignidad del latín, es decir, a ser lengua de cultura y por lo tanto con pretensiones de normatividad y elegancia a través de la escritura, se dio tempranamente en la Península por factores de diversa índole.1 Podría recordarse la tendencia innovadora propia de Castilla así como el plurilingüismo existente. La elaboración sistemática de la prosa castellana en la Corte de Alfonso el Sabio se da en ese ámbito de convivencia de tres culturas con sus respectivas lenguas: árabe, hebreo y romance. Este enfrentamiento de la lengua vulgar con las otras dos lenguas que cumplían el doble papel de lenguas literarias y lenguas para la cotidiana comunicación, desconocedoras del abrumador peso del latín, sentimiento que sí vivían todas las lenguas romances herederas del latín, debió ser para el castellano un estímulo para la emancipación lingüística y para crear ese sentimiento de seguridad tan necesario para que una lengua se desarrolle. Es bien sabido que la producción lírica en lenguas romances debió darse en todos los territorios románicos pero solo en España se da ese fenómeno tan asombroso de recepción y aceptación en la lengua escrita. Las * Publicado en 1989, Iraset Paéz Urdaneta, Fernando Fernández y Luis Barrera Linares (comp.), Estudios lingüísticos y filológicos en homenaje a María Teresa Rojas, 101-113. Caracas: Universidad Simón Bolívar. 1. Cf. Terracini (1964: 64 y ss.). 55 56 EL uNIvErSALISmO DE ALfONSO EL SABIO muashajas árabes y hebreas del siglo XI acogen esas concioncillas en lengua vulgar, le sirven de inspiración, son transcritas y gracias a ello son los únicos restos de lírica romance de aquellos remotos tiempos. Podemos conjeturar que la actitud de árabes y judíos hacia la lengua vulgar no era de rechazo; tanto derecho tenía esa concioncilla romance a la vida poética como un poema árabe o hebreo. Otro elemento coadyuvante que no puede ser dejado de lado es la conciencia nacional nacida del enfrentamiento al pueblo invasor. Frente a los musulmanes España se siente una unidad: la empresa de la Reconquista iniciada desde el momento de la invasión árabe pretende una vuelta al glorioso pasado de los godos y a la identidad nacional. Prueba de ello es la visión histórica de las crónicas anteriores a Alfonso el Sabio que tienden a circunscribir la historia de España al período de los godos. El sentimiento de unidad existente en el pasado y que debía ser restaurado se expresa en la aspiración por dar una sola ley a España; en palabras de Alfonso: “Fuero d’España antiguamente en tiempo de los godos fue todo uno. Mas quando moros ganaron la tierra, perdiéronse aquellos libros en que eran escriptos los fueros” (Cf. Real Academia de la Historia 1836: I, 315). La unificación del código legal había sido el máximo deseo de Fernando III el cual será llevado a feliz término por su hijo Alfonso X. Manifestación de esa unidad era también la existencia de una lengua propia. Alfonso, al remembrar en uno de los pasajes más hermosos de la Primera Crónica General de España la destrucción de España por los árabes, dice: “oblidados le son los sus cantares, et el su lenguaje ya tomado es en ageno et en palabra estranna” (Cf. Menéndez Pidal 1955: I, cap. 559). Se comprende entonces la necesidad por dar nuevamente fuerzas a esa lengua, expresión de la individualidad de un pueblo, que al mismo tiempo que se opusiera a las otras culturas establecidas en la península fuera vehículo de comunicación para los tres pueblos, misión que no podía cumplir el latín. De esta manera se hacía necesario que la lengua vulgar adquiriese su propia individualidad. Alfonso X hereda el trono de Castilla y León, y gran parte de la España que para entonces se hallaba en manos de los árabes y que había sido reconquistada por su padre Femando III. Con la conquista de Sevilla en 1248 la España musulmana había quedado reducida al territorio constituido por el reino de Granada. Durante el reinado de su padre, se había impuesto la lengua romance en los documentos notariales de la Cancillería Real. Alfonso le dio continuidad a esta práctica. Pero este uso del castellano en los documentos estaba muy restringido en cuanto a la temática, léxico, sintaxis; le faltaba “flexibilidad y variedad”, y un “léxico rico en términos abstractos” luciana de stefano (Galmés de Fuentes 1955: 216). Con Alfonso el Sabio esas carencias serán superadas pues se extenderá el uso del castellano a diferentes campos del saber. Aunque ya para este período se habían producido los cantares épicos y los poemas de clerecía, la prosa literaria castellana se desarrollará en tomo a la actividad alfonsí, que traduce e incorpora la latinidad clásica, la patrística y la cultura árabe. Sería extenderse demasiado enumerar aquí esa asombrosa producción realizada y auspiciada por el rey Sabio para comprender cómo se amplía y enriquece el castellano; baste recordar la variedad de sus intereses: obras jurídicas, históricas, literarias, científicas. Como ha dicho Américo Castro, “la supremacía lingüística de Castilla quedó establecida después de aquella inundación de sabiduría difusa y anónima expresada en la lengua de todos” (Castro 1948:348). A partir de esta diversidad de temas pudo desarrollarse el castellano ya que se vio obligado a enfrentarse a las dificultades de la expresión y riqueza de matices que exigían tan diversos saberes. Por primera vez el castellano sería vehículo de expresión de conocimientos tan especializados y complejos. Los primeros pasos para este enriquecimiento lingüístico habían sido dados con anterioridad a Alfonso X. Raimundo, Arzobispo de Toledo, había promovido la traducción al latín de las obras de los pensadores árabes, judíos y griegos que de esta manera fueron divulgadas por Europa. Como explica Gonzalo Menéndez Pidal la labor de traducción era realizada por un equipo de dos personas conocedoras de la materia en cuestión: una de ellas conocía específicamente la lengua del original, mientras que la segunda era perita en la lengua en que se hacía la versión pero ambos tenían en común la lengua romance de manera tal que uno traducía el texto oralmente del árabe al romance mientras el segundo vertía en latín lo que oía en romance (Cf. Menéndez Pidal 1951: 363 y ss.). Esta era la tradición existente que heredará Alfonso y en la que introducirá un cambio de suma importancia para la fijación del castellano y es la de utilizar la lengua romance, que hasta ese momento sólo había servido de enlace oral, como lengua escrita de la traducción. Alfonso dejó de lado las traducciones al latín pero mantuvo el sistema de traducción en el que intervenían dos personas, una cuya lengua propia era una lengua oriental y la otra cuya lengua propia era el castellano. Considero relevante volver a hacer referencia a esta tradición traductora iniciada por don Raimundo, Arzobispo de Toledo, porque es con ella que se inicia una práctica, aunque solo sea oral, en el uso del castellano para expresar conceptos abstractos. Será un largo proceso que tendrá su germen en la escuela de traductores de Toledo para luego ofrecer sus primeros logros en la sin duda magna tarea del rey Sabio. De este modo el castellano se va a extender imponiendo su uso en la prosa y relegando al latín. 57 58 EL uNIvErSALISmO DE ALfONSO EL SABIO La labor de Alfonso X fue más allá del simple ordenar o promover esa rica actividad cultural en su corte. Por los prólogos a las obras allí realizadas sabemos de su intervención directa como coordinador y corrector de su equipo de colaboradores. Alfonso tenía conciencia del uso de su lengua castellana frente a las otras formas romances de la Península, razón de su empeño formal por eliminar “las razones que entendió eran sobejanas et dobladas et que non eran en castellano derecho”.2 Esto debe entenderse como una incipiente búsqueda por otorgar al castellano normatividad y validez paradigmática. Su intervención personal se revela cuando “emienda e yegua o enderesça” o cuando “muestra la manera como se deven fazer”.3 La determinación de Alfonso X por autoafirmarse y consolidar la autoridad real exigía también la posesión de una lengua con individualidad propia que fuera instrumento y proyección de la grandeza de España así como el latín lo había sido del gran Imperio Romano. En Alfonso está en germen lo que luego será plenamente formulado por Nebrija en sus muy conocidas palabras, que “siempre la lengua fue compañera del Imperio”. En todo lo que emprendió el rey Sabio se irradia un espíritu de carácter universalista: unificar a España; la formulación de un solo código legal de tipo enciclopédico frente a la fragmentación legislativa existente; difusión del saber elevando el castellano a la dignidad de lengua de cultura para así ser reflejo de la grandeza de sus reinos. Los méritos de Alfonso el Sabio son muchos pero hay en su personalidad una virtud que despierta en nosotros, después de siete siglos, respeto y admiración: “su enamoramiento por el saber”. Y aquí no podemos menos que recrear la imagen que de él nos ha llegado a través del recuerdo de su sobrino don Juan Manuel, para entender en toda su plenitud esa indudable pasión por el conocimiento: Avia muy grant espacio para estudiar en las materias de que quería componer algunos libros, ca morava en algunos lugares un año e dos e más, e aun, segunt dicen los que vivían a la su merced, que fablavan con él los que querían, e cuando él quería, e ansí avia espacio de estudiar en lo quél quería fazer para sí mismo et aun para veer e determinar las cosas de los saberes quél mandava ordenar a los maestros e a los sabios que traya para esto en su corte (Crónica Abreviada). En el Libro de las cruzes,4 mandado a traducir por Alfonso, se dice que la nobleza de un pueblo se funda en la posesión de dos cosas: en tener leyes y en cultivar la ciencia y los saberes; los pueblos que esto no tienen “semejan a las bestias en sus 2. Cf. la edición de Cardenal Iracheta (1946:214). 3. Cf. la cita de García Solalinde (1915:286). 4. Cf. la edición de Kasten y Kiddle 1961. luciana de stefano mannas et… a poca differencia entre ellos et las bestias” (cap. II). Alfonso hace suyo este principio y toda su obra parecería responder al deseo de dar a España la mayor nobleza y colocar su nombre junto al de las grandes civilizaciones. En el prólogo se dice de Alfonso que “doliendo se de la pérdida et la mengua que avían los ladinos en las sciencias… falló el Libro de las Cruzes que fizieron los sabios antiguos… et mandólo transladar de arábigo en lenguage castellano”. Precisamente se pone de relieve lo que ha caracterizado toda su labor: salvar el saber del pasado y enriquecer el campo de las ciencias en el mundo latino. Son muchos los pasajes en la General Estoria,5 como en la de España, en que se deja entrever un continuo elogio a grande figuras de la antigüedad que tanto hicieron por acrecentar la sabiduría, cuyo poder rompe las fronteras del tiempo e iguala a los hombres más allá de las creencias religiosas. et por end los sabios que se ayuntaron a poner nombre a la cibdad de Athenas guisaron quel ouiesse tal como auemos contado (que Athenas quier dezir tanto como “logar sin muert”), por los saberes, que son cosa del thesoro de Dios que nunca mueren nin desamparan nunca a los que los saben, nin les dexan morir muerte durable, ca los sabios destos saberes, maguer que mueren segund la carne, pero siempre viven por memoria (198 b). Porque así como hay una vida eterna que se gana por la fe, hay una vida eterna que se logra por medio de la sabiduría. Este pasaje es clara expresión del alto valor que encierra la sabiduría para el Rey Sabio así como de su profundo aprecio por la Antigüedad que son rasgos del espíritu universalista tan propio del humanista. En los Libros del Saber de Astronomía vuelve a acentuar la importancia del Saber como facultad propia del hombre: “…son dos cosas que estreman al home de las otras animalias, entendimiento et arte de saber… Et por ende todo home deve pugnar de acrecer su entendimiento, ca cuanto más lo ha, más complido home es”. Comparemos estas palabras con el Picatrix, que hizo traducir del árabe al castellano y latín, en el que se distinguen las tres almas del hombre: lógica, vegetativa y animal. La primera es la que lo diferencia de los demás seres vivos y su característica básica es la de producir las ciencias y las artes.6 El alma lógica se manifiesta por tanto en el saber que es el generador por excelencia de las ciencias y las artes que apartan al hombre de asemejarse a las bestias. Esta concepción del saber concuerda con la actividad de Alfonso que estuvo dirigida a “alumbrar et abiuar los saberes que eran perdidos al tyempo que Dios lo mandó regnar en la tierra” según palabras de sus traductores en el (Libro de las Cruzes). 5. Cf. las ediciones de García Solalinde 1930 (1ª parte); y García Solalinde, Kasten y Oelschláger 1957 (2ª parte). 6. Citado por Rico (1970:78-79). 59 60 EL uNIvErSALISmO DE ALfONSO EL SABIO También en su sobrino don Juan Manuel encontramos elogios a la Sabiduría aunque con raras referencias a la Antigüedad a la que siente lejana. El Libro Infinido comienza precisamente con una extensa disquisición sobre el saber: “la mejor cosa que omne puede aver es el saber; ca por el saber conoscen los omnes lo que se puede alcanzar de Dios et de las cosas que son en él”.7 Luego, muy escuetamente, alude al saber como la facultad que aparta al hombre de los animales, e inmediatamente pasa a enumerar los fines del saber: “por el saber se salvan las almas, et por el saber se onran, e se apoderan, e se ensennorean los unos omnes de los otros”. Don Juan Manuel resalta los dos aspectos alrededor de los cuales gira toda su obra, desde el Libro de los estados al Conde Lucanor: salvación del alma para lo cual es necesario conocer los atributos y obligaciones del propio estado, y la esfera de los objetivos del hombre: riqueza, honra y fama para cuyo logro también es necesario conocer el propio estado. Se confirman estos fines del saber al explicar don Juan Manuel las razones que lo llevaron a componer el libro: “el saber es la cosa por que omne más debería fazer por ende asmé de componer este tratado”, y agrega que es por ello que tratará de cosas por el experimentadas, en sí mismo y en su fazienda, y que le dieron buen resultado a lo largo de su vida. En toda la obra manuelina fluye un claro sentido práctico y realista: el saber es un medio. Para su tío Alfonso el Sabio el saber es más un fin en sí mismo. Por el saber se engrandecen los pueblos y adquieren la fama que perdura a través del tiempo. Para lograr el engrandecimiento de España y así colocarla a la par de Egipto, Grecia y Roma, era necesario darle tanto un derecho escrito así como estimular el cultivo de las ciencias y el saber. Esta fue la mayor ambición del rey Alfonso y con ese fin funda el estudio general de Sevilla que comprendía un estudio general en latín y otro en árabe; en Murcia crea un estudio general cuyo rector será Ben Abubéker; da su mayor apoyo a la Universidad de Salamanca creada por su abuelo en 1220; difunde la cultura árabe en versiones castellanas. Al mismo tiempo Alfonso podía enorgullecerse con razón de la codificación legal que había realizado: “fasta en el su tiempo los castellanos se regían por fazannas c por alvedríos departidos de los omnes, e por usos desaguisados e sin derecho” (Real Academia de la Historia 1836: I, 2). Durante su reinado introduce novedades legislativas abandonando los antiguos fueros cuando no eran convenientes, “et catamos et escogiemos de todos los fueros lo que más valie et lo mejor, e posiémoslo y, también del fuero de Castiella como de los otros logares que nos fallamos que eran derechos et con razón” (Cf. Real Academia de la Historia 1836: II, 6). 7. Cf. edición de Blecua (1952:3). luciana de stefano Es de considerar que ambas actividades; elaboración y codificación legal y difusión del saber son los dos rasgos que pone de relieve Alfonso en la figura de Júpiter en la General Estoria: Júpiter otorga a su pueblo el derecho escrito y vierte al griego las artes liberales, y de esta manera se resalta la afinidad intelectual entre ambos. Esta búsqueda de enlace por parte del rey con el mundo antiguo es un síntoma más de su relación vital con la antigüedad clásica, es una afirmación del pasado en su presente y afirmación de herencia del mundo antiguo pagano y que sigue siendo modelo para su época. Sirva de ejemplo el pasaje de la General Estoria (329-330) en el que se apunta al paralelismo entre Ixión, rey de Grecia que crea la institución de los centauros, caballeros armados, y la creación por parte de Alfonso X en Sevilla de doscientos caballeros de linaje.8 Para lograr la grandeza de España, aspiración máxima de Alfonso, se hacía ineludible la unificación de sus reinos mediante una ley común y rescatando la memoria de su pasado porque sin pasado no hay historia posible, no hay raíces a las que remitirse. Al rey Alfonso le pertenece el proyecto de escribir la primera historia de España con un espíritu más amplio que el de las Crónicas anteriores; ante todo el castellano será la lengua. El énfasis no estaría en los godos sino en todos los sucesos que tenían que ver directamente con las tierras ibéricas: “los reyes dellas et de todos los sus fechos que acaescieron en el tiempo pasado et de los que acaescen en el tiempo present en que agora somos, tan bien de moros como de cristianos et aun de judíos” (Cf. Menéndez Pidal 1955: II, 653). Y en el prólogo enuncia la finalidad de dicha historia: “Et esto fiziemos por que fuesse sabido el comienço de los espannoles et de quales yentes fuera Espanna maltrecha”. Pero no llegó a terminarla. Su redacción fue suspendida para dar comienzo a la General e gran Estoria, proyecto de miras más universales que incluiría la historia de España. En este abandono del primer proyecto por una historia general se manifiesta la fuerte influencia de la tradición historiográfica universal a la que fue tan proclive el pensamiento cristiano medieval,9 así como su profundo amor por el saber que lo impelen a ir más allá de una visión parcial de la historia. Pero ¿de dónde nace este afán por escribir una historia universal? Glosemos a Alfonso el Sabio: La inevitable condición del hombre al olvido y a su consecuente pérdida de contacto con el pasado ha sido el mayor escollo contra el que ha debido enfrentarse el hombre. Mantener un continuo diálogo entre el presente y el pasado ha significado rescatar la historia del hombre de la acción destructora del tiempo porque solamente recuperando y manteniendo vivo ese pasado es como la vida adquiere 8. Cf. Rico (1972: 118-119). 9. Cf. Rico (1972:45 y ss.). 61 62 EL uNIvErSALISmO DE ALfONSO EL SABIO sentido y el hombre eternidad. Recordemos el pasaje anteriormente citado: los saberes viven por la memoria. Tarea de Alfonso el Sabio será mantener dicha memoria. El libro, la palabra escrita, es el gran instrumento de preservación y transmisión de la experiencia humana. Los que “fallaron las figuras de las lemas” dice Alfonso en el prólogo de la Estoria de Espanna, fue con el objeto de salvar de la “olvidança” el saber alcanzado con gran estudio por los hombres del pasado: ca si por las escripturas non fuesse ¿qual sabiduría o engenno de omne se podríe menbrar de todas las cosas pasadas…? Ca de tod esto et dotras cosas muchas no sopieramos nada si, muriendo aquellos que eran a la sazón… non dexassen escripturas por que lo sopiessemos; et por ende somos nos adebdados de amar a aquellos que lo fizieron porque sopiessemos por ellos lo que no sopieramos dotra manera. Este empeño por salvar el pasado del olvido es quizás lo que hace de Alfonso el Sabio una figura siempre presente y viva. Como el hombre es el producto de una suma de experiencias, la historia de un pueblo no se la puede entender aisladamente sino circunscrita a un ámbito histórico mucho más amplio, como un eslabón de una larga cadena de sucesos. La historia, de raíces netamente cristianas, debe abarcar todo cuanto ha ocurrido y ocurre ya que nada escapa al plan divino: todo es testimonio de Dios. De allí la tendencia de la historia a la totalidad y exhaustividad, incluso la naturaleza pasa a formar parte de ella, así en la General Estoria (1ª parte, 556 y ss.) se dedican muchos capítulos a los animales: todo lo que pueda decirse acerca del león, su naturaleza, hábitos, historia y fábulas dan una visión completa en la que se mezcla lo objetivo con la ficción. Cuando Alfonso repite las palabras de Aristóteles que “natural cosa es cobdiziar los omnes saber los fechos que acaescen en todos los tiempos” (Prólogo a la General Estoria) no pensemos en una simple curiosidad hacia lo remoto y ya muerto. Salvar el pasado y sus saberes es para Alfonso una forma de construir el futuro de la sociedad humana. Basta con leer los prólogos tanto de la historia de España como de la General para sentir su admiración y respeto por los libros en cuanto guardianes del saber y manifestación de las huellas del hombre en la historia. En el prólogo a la Historia de España, Alfonso quiere hacer resaltar ese legado del pasado: el arte de la geometría, el conocimiento de las estrellas y los planetas, las virtudes de plantas y piedras, “saberes que fueron fallados para pro de los omnes” y de los que se siente heredero. Además de las ciencias, las escrituras del pasado, agrega, nos han legado el conocimiento de la historia y no solamente del “fecho de España” mas de todos los pueblos del pasado, “las nobles batallas de los romanos el de las otras yentes que acaescieron en el mundo, muchas et maravillosas, que se luciana de stefano olvidaran si en escripto non fuessen puestas”. Y de la misma manera que los libros del pasado han resguardado del olvido el quehacer del hombre, Alfonso con su magna obra repite ese acto de escritura para su presente histórico y para las generaciones futuras. Con amplia tolerancia se acogen los relatos históricos de los musulmanes –muy a menudo la narración bíblica es ampliada en base a los textos de los historiadores árabes– en la elaboración de la Historia General y esta es una novedad en la historiografía universal del resto de Europa. Si bien Alfonso no puede sino admitir que los árabes estén errados en la creencia no puede menos que aceptar dentro de su espíritu universalista que “muchas buenas palabras e ciertas e con razón, dixieron en el fecho de la biblia e en los otros saberes, e grandes sabios fueron e son aun hoy” (lib. IV, cap. VI, 1ª parte). Nuevamente sentimos ese aprecio por el saber y la verdad que es la base del espíritu de tolerancia aun existente en la España de Alfonso y que le permite tener la capacidad de mirar hacia el pasado con sentido histórico. Mucho se ha hablado de los anacronismos presentes –por otra parte inevitables– en ambas historias elaboradas bajo Alfonso, pero prefiero más que dirigir la vista hacia ellos hacer resaltar las múltiples comparaciones que hace entre costumbres del pasado y su presente histórico para recordarnos que el pasado no muere. Hay una herencia histórica que no se puede negar pues pervive en el tiempo. Y con relación a este aspecto pienso que aunque en su Historia no faltan intercalaciones de valoración ética como es de esperar, el fin moralizante no es lo primordial. Afirmar que la escritura de la Estoria General tenga como meta el que las buenas acciones sirvan de modelo y las malas rechazadas, es limitar en mucho sus virtudes. Cuando compara las semejanzas entre las costumbres pasadas y las presentes no ve en ellas un producto de la casualidad sino de herencia de tradiciones. Así, la costumbre de hacer duelo por los muertos durante treinta y hasta cuarenta días entre los cristianos tiene su origen en la costumbre de los gentiles de “donde los cristianos venimos”, “segund aquellla costumbre de los judíos” (Gen. Est., lib. IX, cap. XXXVII, 1ª parte). O como aquella otra costumbre de los judíos que al hacer sacrificios de animales ofrecían una parte a Dios, otra a los sacerdotes y la tercera la guardaban para sí, que ha pervivido en las ofrendas de las Cofradías en España que también se reparten en tres maneras. ¿Qué configuración epistemológica del mundo nos ofrece la lectura de este conjunto tan variado de obras? Un mundo regido por Armonía, comprensible para quien quiera develar sus secretos. El principio que irradia toda explicación previa del Universo es que nada ha sido creado arbitrariamente por Dios; su creación posee 63 64 EL uNIvErSALISmO DE ALfONSO EL SABIO sentido y descifrarla es tarea del hombre sabio y entendido. En los Libros del saber de Astronomía,10 al tratar de la constelación de Virgo se afirma el principio de la no arbitrariedad: “todo home entendudo que ahí parare mientes entenderá, ca por gran demostranza la puso Dios en el ciclo ct que non puede seer que gran vertud no haya en ella”. La categoría de pensamiento, clave para su comprehensión y aplicable a todos los dominios de la naturaleza es el principio de la semejanza. El encadenamiento de semejanzas es infinito de manera que cada cosa reproduce como su reflejo a otra. Así el mundo de abajo se enlaza con el superior –noción de raíces neoplatónicas– creando la figura duplicada del Cosmos. Si nos detenemos en el Setenario y en la Siete Partidas notaremos que la estructura de ambas está fundada en el número siete en razón de que dicho número rige el Universo. Ya el pitagorismo había concebido una armonía del Universo regida por relaciones expresables numéricamente. Para los pitagóricos todas las cosas existen por la armonía y están ordenadas en base al número: “armonía en el sentido de conformidad o correspondencia, de relación proporcional de todas las cosas entre sí” (Pardo 1983:51). La consonancia entre la música cósmica, la instrumental y la humana está planteada en el Setenario: al tratar de la música, la cuarta de las artes liberales, se dice de ella que “tal es en sí que en todas las cosas cae e sin ella non se podrían fazer: porque conpone e acuerda todo” (ley XI).11 Esta perfecta armonía basada en correspondencias numéricas lo impregna todo en el Setenario; comenzando desde las siete letras de “Alpha et O” que muestran cada una los siete nombres de Dios, el número siete es el principio rector de todo lo creado. En la ley XI del Setenario explica Alfonso dicho nombre: “porque todas las cosas que en el son van ordenadas por cuento de siete. Et esto fue porque es más noble que todos los otros”. En la ley XI así como en el prólogo a las Partidas se explica que las cosas naturales han movimiento de siete maneras, hay siete ciclos, siete planetas y de allí los siete días de la semana, las siete partes de la tierra que llaman climas. Y si continuamos en esta infinita cadena de eslabones llegaremos hasta lo más insignificante: los siete saberes, las siete artes, las siete edades de la historia, las siete edades del hombre, los siete metales. Y concluye diciendo que “aun por este mismo cuento (número) mostró Dios a los que eran sus amigos muchas de sus poridades, por fecho e por semejança” (Cf. Real Academia de la Historia 1807: I, 7-9). El mundo mayor, el de los cielos y sus planetas, rige el mundo inferior por la fuerza de la simpatía que produce el movimiento de las cosas del mundo y su trabazón. De aquí la unidad cósmica imperante, la “acordanza et departimicnto”, como dicen 10. Citado por Cardenal Iracheta, (1946:222). 11. Cf. la versión de Vanderford 1945. luciana de stefano las Partidas, es decir, la armonía en la pluralidad. En el Lapidario leemos: que todas las cosas que son so los cielos se mueven et se endereçan por el movimiento de los cuerpos celestiales, por la vertud que han dellos, segund lo ordenó Dios, que es la primera vertud et donde la han todas las otras. Et mostró que todas las cosas del mundo son como travadas et reciben vertud unas dotras, las más viles de las más nobles: et esta vertud paresce en unas más manifiesta, assi como en las animalias et en las plantas, et en otras más ascunduda, assi como en las piedras et en los metales.12 Dios ha dado un orden armonioso al mundo que se le revela al hombre capaz de descubrirlo a través de las marcas y las similitudes puestas en las cosas. Elijamos esta cita de los Libros del saber de Astronomía donde se describen las figuras de las estrellas fijas de la Octava Esfera, sus virtudes e influencias: “Et estas son tantas que non han fin, ca segun los sabios dixieron ninguna cosa non ha en el aire, nin en las aguas, nin en la tierra que todo non sea figurado en el cielo”.13 Se nos revela la misma armonía de las esferas con su inefable música, manifestación de la concordancia del universo. El mundo superior y el inferior están unidos, éste es la imagen duplicada de aquel. Conocer para Alfonso el Sabio y su época significaba interpretar: el mundo está cubierto de signos que remiten por semejanza a otros y que es necesario descifrar. Pero este desciframiento no solo se aplica al mundo natural sino también a las palabras mismas. Las semejanzas que revelan el sentido del mundo también deben buscarse en los libros que a su vez son interpretaciones de la realidad. Las palabras de Montaigne (1912: lib. III., cap. XIII) muy apropiadamente pueden aplicarse al conocimiento en el siglo de Alfonso el Sabio: “Hay más que hacer interpretando las interpretaciones que interpretando las cosas; y más libros sobre libros que sobre cualquier otro tema: lo único que hacemos es entreglosamos”. Por eso cuando Alfonso y sus compiladores utilizan las Metamorfosis y Heroidas de Ovidio en las que desfilan tantas figuras mitológicas como fuentes para la redacción de la Historia General, no pueden menos que interpretarlas, hacer su exégesis: los auctores de los gentiles fueron muy sabios omnes e fablaron de grandes cosas, e en muchos logares en figura o en semejanza d’uno por al, como lo fazen oy las Ecripturas de la nuestra Sancta Eglesia; et sobre todos los auctores, Ovidio en el su Libro Mayor (General Estoria, Lib. VI, cap. XXVI, 1ª parte). Los fantásticos mudamientos narrados por Ovidio “no los tenga ninguno por 12. Citado por Menéndez Pidal (1965:201). 13. Citado por Cardenal Iracheta, (1946:223). 65 66 EL uNIvErSALISmO DE ALfONSO EL SABIO fabliella”, agrega Alfonso, “ca el que las sus razones bien catare e las entendiere fallará que non ay fabliella ninguna… mas todo es dicho en figura e en semejança de al” (General Estoria, Lib. VI, cap. XXVI, 1ª parte) La misma idea se repite al narrar los hechos de Grecia: queremos vos contar aquí dellas segund las cuentan los auctores de los gentiles… ca fallamos que también dixieron… palabras e razones que dizen uno e dan al a entender, como lo fazen los nuestros testamentos, el de la nueva ley e el de la uieja, que andudo siempre en figura (lib.VI, cap. XVIII, 1ª parte). Obsérvese como se repiten las palabras figura y semejanza. Ellas son las que guían las exegesis e interpretación de los textos. Si toda la historia está centrada en torno a la figura de Cristo, antes y después, también el mundo gentil puede verse en relación a Cristo mediante el recurso de la interpretación alegórica, es decir, verlo como figura del mundo cristiano.”La herencia de la antigüedad es, como la naturaleza misma, un amplio espacio que hay que interpretar” según palabras de Foucault (1979:41-42). Así, nos enfrentamos a dos niveles de interpretación: uno, desentrañar las marcas de la naturaleza y la otra, interpretar la interpretación ya dada por los antiguos en los textos escritos. ¿Pero cómo descubrir esas marcas que indican la semejanza? En los Libros de Astronomía, refiriéndose específicamente a las figuras que se observan en el cielo, se dice que la revelación del sentido de las figuras, es decir, su interpretación, se da a partir de dos procesos: “la una es la vista en ver et catar bien cuemo son fechas et figuradas; la otra es imaginar en su corazón la manera porque son así figuradas… et desta guisa imaginando llegará su imaginación a vista complida et a obra acabada”.14 Pero hay además un aspecto muy llamativo y es que la misma imaginación tiene su duplicado en el Cosmos; es también reflejo de lo existente en el cielo, “ninguna cosa podría el ome imaginar ni pensar sino según aquello que es de suso figurado”; como dice Foucault “el mundo se enrollaba sobre sí mismo: la tierra repetía el ciclo” (1979:26) y pensar e imaginar son también procesos repetitivos y reflejo de lo ya existente. Así también, todo lo que se escribe es un comentario de un comentario dirigido hacia lo enigmático que se esconde en todo texto en un intento por encontrar la lectura verdadera y total del Universo. Ello explica la aspiración de este siglo, la suma completa de saberes que dio como resultado el enciclopedismo presente en Alfonso y su época: lograr la lectura total el Universo. 14. Citado por Cardenal Iracheta, (1946:222). luciana de stefano referencias BiBliográficas Blecua, José Manuel (ed.). 1952. Don Juan Manuel: Libro infinido y Tractado de la Asunción. Zaragoza: Universidad de Granada. Burke, James F. 1972. History and vision: the figural structure of the “Libro del cavallero Zifar”. London. Castro, Américo. 1948. España en su historia. Cristianos, moros y judíos. Buenos Aires: Losada. Cardenal Iracheta, Manuel (ed).1946. Alfonso el Sabio. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Focaull, Michael. 1979. Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI. Galmés de Fuentes, Alvaro. 1955. Influencias sintácticas y estilísticas del árabe en la prosa medieval castellana. Boletín de la Real Academia Española XXXV. 13-275. García Solalinde, Antonio (ed.). 1915. Intervención de Alfonso X en la redacción de sus obras. Revista de Filología Española II. 283-288. García Solalinde, Antonio (ed.). 1930. Alfonso X el Sabio, General Estoria. Primera parte. Madrid: Centro de Estudios Históricos. García Solalinde, Antonio, Lloyd Kasten y Víctor R.B. Oelschláger. 1957. Alfonso X el Sabio, General Estoria. Segunda parte. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Kasten, Lloyd A. y Lawrence B. Kiddle (eds.). 1961. Alfonso el Sabio, Libro de las Cruzes. Madrid: Madison- Consejo Superior de Investigaciones CientíficasInstituto Cervantes. Menéndez Pidal, Gonzalo. 1951. Cómo trabajaron las escuelas alfonsíes. Nueva Revista de Filología hispánica V, 4. 363-80. Menéndez Pidal, Ramón (ed.). 1955[1906]. Primera crónica general. Estoria de España que mandó componer Alfonso el Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289. Tomos I y II. Madrid: Gredos. Menéndez Pidal, Ramón. 1965. Crestomatía del español medieval. Tomo I. Madrid: Gredos. Montaigne, Michel de. 1912. Ensayos de Montaigne, seguidos de todas sus cartas conocidas hasta el día. París: Garnier Hermanos. Pardo, Isaac. 1983. Fuegos bajo el agua. La invención de la Utopía. Caracas: Fundación La Casa de Bello. 67 68 EL uNIvErSALISmO DE ALfONSO EL SABIO Real Academia de la Historia (ed.). 1807. Las Siete Partidas del rey don Alfonso el Sabio. Tomo I-IV. Madrid: Imprenta Real. Real Academia de la Historia (ed.).1836. Opúsculos legales del rey don Alfonso el Sabio. Tomos I y II. Madrid: Imprenta Real. Rico, Francisco. 1970. El pequeño mundo del hombre: varia fortuna de una idea en las letras españolas. Madrid: Castalia. Francisco Rico. 1972. Alfonso el Sabio y la General Estoria, Tres lecciones. Barcelona: Ariel. Terracini, Lore. 1964. 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El futuro temporal lo analizaremos en contraste con la perífrasis, para establecer qué diferencias de significado hay entre ambas formas. Para este análisis hemos utilizado un corpus de 36 grabaciones cada una de media hora que recogen en conversación libre el habla de 36 informantes caraqueños, de padres venezolanos y residentes en la zona este de Caracas. Los informantes (18 hombres y 18 mujeres) están distribuidos en tres niveles socioeconómicos (Alto, Medio y Bajo) y en dos grupos generacionales (el primero de 14 a 29 años y el segundo de 30 a 45). 1. futuro de indicatiVo En el corpus hemos registrado 85 casos de futuro de indicativo, distribuidos de la siguiente manera: Cuadro 1. Distribución de casos de futuro de indicativo niVel Alto Medio Bajo casos 27 22 36 * Publicado en 1979, en el Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española VII, 2. 101-110 luciana de stefano y rosalba iuliano. Vamos a analizar este corpus tomando en cuenta los dos posibles significados que se le han asignado tradicionalmente al futuro de indicativo: el modal y el temporal. 1.1. Futuro modal Entendemos por futuro modal aquel que significa el modus (o modalidad) del dictum, sin dar ninguna información acerca de la ubicación temporal de dicho enunciado. De los 85 casos del corpus analizado, 53 tienen valor modal. Estos 53 futuros de modalidad se distribuyen de la siguiente forma: Cuadro 2. Distribución de casos de futuro modal niVel Alto Medio Bajo casos 16 9 28 Los dos grupos generacionales usan el futuro modal casi en la misma proporción: hemos registrado 25 casos en el primer grupo y 28 en el segundo. Tampoco es significativa de distinción del factor sexo, pues en los hombres hemos registrado 26 casos y en las mujeres 27. En el futuro con valor modal, el verbo más usado en los tres niveles es ser. Hemos registrado 23 casos: 4 en el nivel Alto, 3 en el nivel Medio y 16 en el Bajo. Hemos clasificado el futuro modal atendiendo a tres distintos matices: futuro hipotético, futuro dubitativo y futuro de sorpresa. 1.1.1. Futuro hipotético Este es el uso más frecuente del futuro modal; en el corpus aparecen 35 casos de futuro hipotético: 5 en el nivel Alto, 8 en el nivel Medio y 22 en el nivel Bajo. En realidad, todo futuro es siempre hipotético: lo que tiene que pasar solo puede ser objeto de conjeturas. En este sentido: coincidimos con Rona 1973, quien en su artículo afirma: “Todo acto que es futuro es hipotético o virtual, pero no todo acto que es hipotético es futuro. En otras palabras, existe una relación de inclusión estricta y lo futuro es una subclase de lo hipotético” (221). 71 72 uN ANáLISIS SOCIOLINGÜÍSTICO DEL HABLA DE CArACAS: LOS vALOrES DEL fuTurO. El futuro de indicativo nace como tiempo lingüístico destinado para expresar el tiempo cronológico futuro. Toma, por lo tanto, el carácter hipotético que lógicamente tiene este futuro cronológico, y esto hace que el futuro de indicativo pueda ser usado para postular una hipótesis, es decir: algo sobre lo cual el hablante no está seguro, no importa cuál sea el tiempo cronológico en el cual se ubica dicha hipótesis. (1) a. aunque a mí me parece que en algunos (curas totalmente dedicados a Dios) hay una farsa [...] otros lo creerán (1AH-550)1 b. ENC.: ¿Como en cuánto tiempo hiciste los cursos? INF.: Serán unos cuatro ... cinco meses (2MH-517) c. Bueno, eso (la construcción de la quinta Magala) tendrá ... cómo decirle ... harán como veinte años de eso (2BM-504) d. Yo no tendré un veinte, pero por lo menos... soy una persona que sabe ... cualquier cosa que le pregunten (1BM-552) A veces este futuro hipotético está precedido por un verbo presupositivo: creer, imaginar, pensar, suponer. (2) a. Sí puede haber solución (...), yo creo que (...) no será ahorita ni... o sea ... no se puede determinar en la historia ... en tal año va a suceder (1BH-557) b. Me imagino que habrá habido hechos de sangre (2MH-520) c. Yo pienso que esas personas les gusta un poco manejar, y les gustará más el carro que a mí (2MM-507) d. al que va a emprender la tarea (de cambiar el sistema) yo supongo que al principio le parecerá desalentador (1AH-558) En el corpus hemos registrado también el futuro hipotético precedido por no sé: (3) a. de algunas profesoras no saben el teléfono (para invitarlas a las fiestas) y otras que, bueno ... no ... no ...no sé ... no las querrán llamar, no sé (1AM-556) b. no sé si eso (el escándalo del turismo) habrá seguido en la misma forma en que estaba cuando a mi me lo contaron (1MH-545) c. ahora... bueno ... no sé las soluciones estarán ahí de parte de ellos también... (1BH-557) 1.1.2. Futuro dubitativo Si bien es cierto que toda hipótesis supone una duda, hablamos de “futuro 1. El número entre paréntesis es la identificación del informante: el primer número, indica el grupo generacional (1=I grupo: 2=II grupo); la primera letra indica el nivel socio-cultural (A= Alto, M= Medio, B = Bajo); la segunda letra indica el sexo (H= hombre, M=Mujer); el segundo número indica la ubicación del informante en nuestro archivo general. luciana de stefano y rosalba iuliano. dubitativo” para los casos en que el hablante solamente expresa la duda, sin formular ninguna hipótesis. En el Corpus, hemos encontrado 12 casos de futuro dubitativo: 7 en el nivel Alto, 1 en el Medio y 4 en el Bajo. Todos estos futuros de duda aparecen introducidos por no sé y no sé si o expresiones equivalente, tales como quién sabe. En un solo caso él futuro dubitativo está precedido por me imagino. (4) a. no sé si la usarán (la expresión “cuarto bate”) para otra cosa (1AM-556) b. Pero no sé si (el “Juana de Arco”, donde yo estudié) era... colegio o escuela... no, me imagino que no será colegio (1AM-539) c. no sé si valdrá la pena aquí entrar en ese tipo de cosas (2MM-507) d. el alumno no sabe muchas veces estudiar ...yo no sé a qué factor se deberá eso (1BM-552) e. dicen que a los borrachos como que los protegen (...) quién sabe que será porque ellos a veces se van por un voladero y... no les pasa mayor cosa (2BH-510) 1.1.3. Futuro de sorpresa En algunos casos, el futuro modal no plantea ninguna hipótesis ni expresa duda, sino simplemente sorpresa o desconcierto. Con este significado, hemos registrado tan sólo 6 casos: 4 en el nivel Alto y 2 en el Bajo. (5) a. Te imaginarás que no digo roja me puse, sino morada” (1AM-539) b. No, ya no lo dan (el programa de televisión Kojak) ¿Por qué será? (2BM-501) 1.2. Futuro temporal En el Corpus, hemos registrado 32 casos de futuro temporal distribuidos de la siguiente manera: Cuadro 3. Distribución de casos de futuro temporal niVel Alto Medio Bajo casos 11 13 8 Atendiendo al factor grupo generacional, la mayor frecuencia de uso se da 73 74 uN ANáLISIS SOCIOLINGÜÍSTICO DEL HABLA DE CArACAS: LOS vALOrES DEL fuTurO. entre los jóvenes: en los informantes del primer grupo hemos registrado 23 casos mientras que en los del segundo grupo solo aparecen 9 futuros temporales. El factor sexo por el contrario, no es pertinente: hay 16 ocurrencias de futuro temporal en las mujeres y 16 en los hombres. Hablamos del futuro temporal para los casos en que el futuro de indicativo ubica la acción en el futuro cronológico pero manteniendo siempre matices de modalidad. Existe otra forma para expresar tiempo cronológico futuro: la perífrasis voy a + infinitivo, que llamamos futuro analítico. Postulamos la hipótesis de que estos dos futuros no están en variación libre sino en distribución complementaria. El futuro de indicativo conlleva una expresión de modalidad: al usar esta forma el hablante expresa su posición ante el enunciado visto por él como alejado y consecuentemente hipotético o posible. Ratificando esta idea hemos encontrado en el corpus que casi todos los futuros de indicativo están precedidos por expresiones hipotéticas tales como: voy a ver si, me parece, creo que, quizás, me imagino. Por el contrario el futuro analítico acerca el futuro cronológico y al acercarlo lo hace más concreto y seguro. (6) a. me parece que los hijos nuestros serán mejor todavía (2MM-519) b. por supuesto él va a ser un digno pilar de nuestra sociedad (1AH-558) c. Como ya sé que ella me va a regañar (2AM-523) d. quizás dentro de varios milenios estaremos en otra mentalidad (1AH-550) e. A las cinco y media en punto voy a estar allá abajo (2MH-520) f. entonces me imagino que ahora es que empezaré a buscar que me ayuden en el colegio (1AM-556) g. No, mamá, me voy a casar y me voy a casar (2BM-512) h. Mientras más universidades haya yo creo que menos problemas habrá (1MM-563) i. yo no me voy a meter en un juzgado a estar defendiendo H una persona porque yo ... (1AH550) j. Nosotros no sabemos si la improvisación nos llevará hacia direcciones extrañas (1MH-545) k. yo sé dónde los voy a llevar, cuando los voy a llevar (2MH-520) Ya hemos dicho que con el futuro de indicativo la acción se ve alejada: (7) a. ya tendrás más niños (2BM-512) b. ya los hombres no nos tomarán como siempre nos han tomado... como sus esclavas (IBM-560) c. esa misma gente ... desempleados son lo que algún día ¿no? van a despertar y entonces cambiarán las cosas (1BH-557) El futuro analítico, en cambio, tiene la característica de presentar el futuro luciana de stefano y rosalba iuliano. como algo inmediato, casi coexistencia con el momento del habla, sin ningún matiz hipotético: (8) a. Bueno, vamos a tomarnos una copita de Oporto (2AM-523) b. ¡Cómo no voy a quedar impresionado! (2BH-502) c. ahorita no sé bien qué es lo que voy a estudiar (1MM-563) En el futuro analítico el verbo semi-auxiliar ir conserva el sema ‘desplazamiento’ referido al tiempo y ya no al espacio. Pero hemos registrado casos en los que el verbo ir expresa desplazamiento tanto en el tiempo como en el espacio; por un principio de economía se condensan en un solo verbo los dos valores: voy a ir a comer, donde el primer ir indica desplazamiento en el tiempo y el segundo ir indica desplazamiento en el espacio, se simplifica en voy a comer. (9) a. Por lo menos, si va a trabajar se puede poner elegante (1AM-556) b. no vale la pena pagar dos dólares para lo que van a ver ahí (2MH-520) c. (Con el plan de becas Ayacucho) van a estudiar las mismas cosas que aquí (1MM-563) Hemos encontrado un caso en que el auxiliar de la perífrasis ir a en futuro: (10) en todos los países del mundo está ocurriendo lo mismo... yo no sé en qué irá a parar (1MM563) En este caso, se combinan los dos valores del futuro: el futuro analítico ubica al enunciado en el futuro cronológico, y el futuro de indicativo le aporta la modalidad hipotética. El futuro de indicativo algunas veces mantiene tan sólo el valor temporal: en estos casos, el futuro indica simplemente ubicación en el futuro cronológico. (11) a. esas incógnitas (acerca de los problemas existenciales) estarán abiertas hasta que el mundo desaparezca (1MM-540) b. se están estudiando soluciones para tal cosa y aquellos seguirán estudiando y los que vengan seguirán estudiando (1AH-550) c. cuando (los turistas) empiecen a pasar trabajo o no se puedan embarcar en el ferry de Margarita, llegarán contando cómo era la feria (1MH-545) En estos casos parece que el futuro de indicativo y el futuro analítico están en 75 76 uN ANáLISIS SOCIOLINGÜÍSTICO DEL HABLA DE CArACAS: LOS vALOrES DEL fuTurO. variación libre, y que la sustitución del uno por el otro no modificaría mayormente el significado de la oración. 2. conclusiones En el corpus hemos registrado 85 futuros de indicativo de los cuales 53 (62%) con valor modal y 32 (38%) con valor temporal. Esto parece indicar que el futuro de indicativo está usándose cada vez más para expresar modalidad. Los informantes que más usan el futuro modal son los del nivel Bajo (28 casos) seguidos por los informantes del nivel Alto (16 casos) los del nivel Medio lo usan mucho menos (9 casos). Por el contrario, son los informantes del nivel Medio los que más usan el futuro temporal (13 casos) y son los del nivel Bajo los que menos lo usan (8 casos). Nos parece especialmente importante destacar la frecuencia de uso de dos de las formas que expresan en el habla de Caracas futuro temporal: el futuro de indicativo y la perífrasis. En el corpus aparecen 32 casos de futuro de indicativo con valor temporal, frente a 342 casos de voy a + infinitivo. Esto quiere decir que sobre un total de 374 formas para expresar futuro temporal la perífrasis (futuro analítico) constituye el 91% y el futuro de indicativo el 9%. Diastráticamente, estas formas de expresión de futuro cronológico se distribuyen de la siguiente manera: Cuadro 4. Distribución por nivel socioeconómico de los casos de futuro cronológico Futuro de indicativo Futuro analítico total alto 11 74 85 medio 13 122 135 bajo 8 146 154 El uso del futuro de indicativo en el nivel Alto ocurre en un 13% con relación a la totalidad de formas para expresar futuro cronológico que aparecen en ese nivel. En el nivel medio, el futuro de indicativo ocurre en un 10% y en el Bajo en un 5%. Como puede verse el uso de las dos formas de futuro es proporcional: los luciana de stefano y rosalba iuliano. informantes del nivel Alto son los que más usan el futuro de indicativo con valor temporal (13%) y los que menos usan el futuro analítico (87%). Por el contrario, los informantes del nivel Bajo son los que más usan el futuro analítico (95%) y los que menos usan el futuro de indicativo (5%). Los informantes del nivel Medio se encuentran entre los dos niveles en el uso de ambas formas: futuro analítico 90% y futuro de indicativo 10%. La evidente diferencia en la frecuencia de uso de ambas formas permite afirmar que el futuro analítico está desplazando el futuro de indicativo con valor temporal. El nivel Medio no demuestra preferencia por ninguno de los dos futuros, lo cual nos hace pensar que el uso del futuro no es un fenómeno sociolingüísticamente pertinente. Nuestra experiencia de hablantes nos corrobora que el uso del futuro de indicativo o del futuro analítico no es una marca social sino simplemente un hecho lingüístico. Tanto en el análisis del futuro modal como del futuro temporal (futuro de indicativo y futuro analítico) no hemos tomado en cuenta ni el factor sexo ni el factor grupo generacional, puesto que las diferencias de uso entre hombre y mujeres y entre informantes del primer grupo generacional y del segundo no son pertinentes. referencias BiBliográficas Rona, Pedro José. 1973. Tiempo y aspecto: análisis binario de la conjugación española. Anuario de Letras XI. 211-223. 77 78 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 78-95 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo* Con Rosalba luliano y Liana Gianesin 1. introducción Lo primero que llama la atención ante un corpus de formas diminutivas son los variados matices significativos que éstas presentan. La primera pregunta que se plantea el investigador es por qué el hablante ha utilizado la forma diminutiva en lugar del lexema de base, ¿qué información ha querido agregar? En este estudio del diminutivo partiremos de un análisis de contenido, para después hacer interpretaciones sociolingüísticas. El análisis más agudo del diminutivo español desde el punto de vista estilístico es el de Amado Alonso 1951, “Noción, emoción, acción y fantasía en los diminutivos”, en el que analiza esos valores estilístico-semánticos a los que hemos aludido. Otro trabajo básico para el estudio del diminutivo es el de Zuloaga Ospina 1970, “La función del diminutivo en español”, en el que también se analizan esos valores, pero dando mayor importancia a la función disminuidora que Amado Alonso apenas toma en cuenta. Además, Zuloaga Ospina aclara la distinción entre significado lingüístico y realidad extralingüística, que pasa por alto Amado Alonso y que es de fundamental importancia al estudiar el uso de los diminutivos. Nuestro análisis está hecho sobre lenguaje hablado a partir de un corpus de 72 grabaciones, mientras que los autores antes citados se basan específicamente en textos literarios y esta diferencia es relevante para el estudio del uso y valores del diminutivo. Los valores estilísticos en el lenguaje literario son, en general, mucho más ricos que en el lenguaje hablado y hay una mayor conciencia de la función expresiva que se desea hacer resaltar en el diminutivo. Toda palabra es elegida por el escritor intencionalmente; además los contextos son claros y precisos y para el investigador se hace más evidente el análisis. Por el contrario, en un material grabado los matices expresivos son más difíciles de determinar por la imprecisión y ambigüedad de los * Publicado en 1979, en la revista Anuario de Letras (UCV). 63-79. luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin contextos. Y si bien hay conciencia por parte del hablante en cuanto a la elección de los diminutivos, esta no es del mismo grado que la del lenguaje literario. El corpus que hemos trabajado refleja un lenguaje más espontáneo, en el que a menudo el uso frecuente de formas diminutivas, además de ser un rasgo diastráticamente significativo, es un rasgo estilístico personal: así, por ejemplo, dentro del mismo nivel [Alto], una mujer del segundo grupo generacional presenta un número elevado de diminutivos (34), mientras que dos hombres del primer grupo no los usan nunca. El diminutivo en líneas generales juega un papel individualizador frente al carácter indeterminado y más general del lexema de base; todo el interés de la frase se centra en la forma diminutiva, opacando lo restante. El enunciado se hace más personal y cargado de efectividad, y es por ello que el mayor número de diminutivos se da en los niveles menos cultos en los que hay mayor expresividad y menos convencionalismos. Además, para este trabajo hemos tomado en cuenta un grupo de palabras que, aunque tienen la sufijación diminutiva, han tomado nuevas significaciones y han entrado al sistema actual de la lengua perdiendo su valor diminutivo; es el caso de las formas lexicalizadas. Por constituir lexicalizaciones propias del español de Venezuela hemos considerado importante su inclusión. La función del diminutivo está determinada tanto por el contexto lingüístico como por el extralingüístico, de ahí que un mismo diminutivo cumpla diferentes funciones de acuerdo al entorno extralingüístico. Para su clasificación, cuando una unidad tiene más de una función, hemos atendido solo a la predominante: (1) disminuidora arriba está un niñito, pero está con un perro y cada vez que uno va a agarrar el niñito el perro tira a morder (2MM-519) (2) afectiva voy todas las mañanas a Chuao, a llevar a una de las niñitas al colegio (2AM-533)1 (3) desvalorativa o despectiva tú sabes que ahora hay muchos niñitos que no trabajan (1BH- 541) 1. Hacemos notar que la informante se refiere a jóvenes de 14 y 16 años. 79 80 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo 2. corPus2 El corpus está constituido por 72 grabaciones, cada una de media hora, que recogen en conversación libre el habla de 72 informantes caraqueños, de padres venezolanos y residentes en la zona Este de Caracas. Los informantes, 36 hombres y 36 mujeres, están distribuidos en tres niveles socioeconómicos (Alto, Medio y Bajo) y en dos grupos generacionales (el primero de 14 a 29 años y el segundo de 30 a 45). Es decir: Cuadro 1. Distribución socioeconómica del corpus alto GruPo Generacional/sexo I grupo II grupo H 6 6 M 6 6 medio H M 6 6 6 6 bajo H M 6 6 6 6 Los factores que se han tomado en cuenta para clasificar los informantes en los mencionados niveles son: grado de instrucción y profesión del informante, profesión de los padres del informante, vivienda, ingresos del grupo familiar, ingreso individual (prorrateo del ingreso familiar en relación al número de personas que dependen de ese ingreso). Cada informante es identificado por una sigla en la que se especifica: – – – – 3. Grupo generacional: 1 (primer grupo generacional); 2 (segundo grupo generacional). Nivel socioeconómico: A = Alto; M = Medio; B = Bajo. Sexo: H = hombre; M = mujer. Número de la cinta. función disminuidora La función más frecuente en los diminutivos estudiados es la disminuidora; 2. En el artículo original, la distribución de las grabaciones del corpus se describía en una nota a pie de página (Stefano, Iuliano y Gianesin 1979:64, nota 1). En la presente versión, se ha decidido restringir el uso de las notas con la información estrictamente “adicional” al estudio. En ese sentido, se ha incluido la información del corpus en una sección dentro del artículo, tal como se acostumbra en la estructura actual de los artículos de investigación. Asimismo, siempre que fue posible hacerlo sin alterar el contenido, se ha procurado trasladar aquella información que corresponde a los valores absolutos y relativos asociados a los resultados al cuerpo del artículo. luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin en el nivel Alto se registraron 53 casos; en el nivel Medio, 76; en el nivel Bajo, 114. Hay 243 diminutivos con función disminuidora sobre un total de 758 diminutivos, es decir, el 32%. Cuadro 2. Función disminuidora: distribución según socioeconómica nivel Alto Medio Bajo casos 53 76 114 % 22 31 47 Esta función se manifiesta como disminución cualitativa o cuantitativa, lo cual no significa que debe haber una coincidencia entre “objeto pequeño” y la significación diminutiva: pensemos en lo relativo de nociones tales como cantidad o tamaño. Como ejemplos de disminución cuantitativa tenemos: (4) a. después con el tiempito hice otra piececita (2BH-503) b. dos camitas: la de él y la mía (1BH-541) c. entonces seguimos caminando y pasamos el puentecito (2MH-518) d. si trabajas de frente en un trabajito que tú tienes un sueldito (2MH-534) e. existía un parquecito, un pequeño parque que estaba previsto (2AH-532) f. el tipo prende como una televisioncita y entonces empieza la clase (1AH-551) La disminución cualitativa se manifiesta como apocamiento, sobre todo cuando el lexema de base está connotado negativamente: (5) no le hagas mucho cariño, esa perra es medio traicionerita (1BH-547) Obsérvese cómo ha sido reforzada la disminución. Hemos observado que a menudo –pero no obligatoriamente, como había señalado A. Alonso– la idea de disminución se refuerza con otros recursos lingüísticos: (6) a. La otra hija mía, la de doce, es un poco loquita (2BM-512) b. con la calefacción eléctrica, que era un aparatico pequeñito, que teníamos se calentaba todo el apartamento (1MM-127) c. había como un saloncito pequeño en la parte de afuera de la casa (2MH-536) Con el diminutivo se tiende a una moderación en la expresión, como un quitar 81 82 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo importancia al hecho: (7) a. el mayor de los muchachos por cierto es así, ¿cómo te digo?, un malandrito (1BH-557) b. con la moto nunca he tenido accidentes graves, un día, una aporreadita ahí (2BH-502) c. todo el que se va a operar, aunque sea una persona tranquila tiene algo, tiene un sustico (2AM-521) d. hay gente que por la edad están muy confundidos y toda esa cantidad de cosas, y tiene sus problemitas de drogas (lAM-539) De los 243 diminutivos cuya función fundamental es la diminutivación, la gran mayoría son sustantivos; solo aparecen 5 adjetivos. 4. función reforzativa Hablamos de “función reforzativa” cuando el diminutivo intensifica la noción del lexema de base. Con este valor, hemos registrado en el corpus 188 casos, distribuidos de la siguiente forma: en el nivel Alto, 42, en el nivel Medio, 58, y en el nivel Bajo, 88. Cuadro 3. Función reforzativa: distribución según socioeconómica nivel Alto Medio Bajo casos 42 58 88 % 23 30 47 La mayor frecuencia de esta función reforzativa se da con adverbios y adjetivos, y en este caso el diminutivo se convierte en una marca de grado superlativo. Cuadro 4. Función reforzativa: distribución según lexema de base nivel Adverbios Adjetivos Sustantivos Verbos casos 90 75 22 1 % 47,8 40 11,7 0,5 luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin En adverbios, hemos registrado 90 casos de diminutivos con función reforzativa. El adverbio más usado es poquito (71 veces); además, en el corpus aparecen: cerquita (9 veces), tempranito (4), pelito (2), allaíta, abajito, ahoritica y mañanita (1 vez cada uno): (8) a. las faldas. . no se usan tan cortas… sino un poquito más arriba de la rodilla (lAM-556) b. la playa que yo iba es ésta que está aquí.. un poquito más allá de Naiguatá (lMH-565) c. lo único que el hombre es un poquito más fuerte que la mujer (1BM-560) En Venezuela, el uso de poquito es mucho más frecuente que poco, tanto que en el corpus hemos encontrado un diminutivo de poquito y la lexía poquito a poco: (9) a. a veces uno va a hacer un cuadrito en tinta... y nunca sale perfectamente cuadrado: las esquinas siempre se ven redondas o a veces sale un poquitico (1MH-544) b. entonces poquito a poco… ella me fue aprendiendo (1BM-552) c. voy a mi clase de equitación aquí mismo, cerquita (2AM-525) d. cuando vamos con los muchachos [a la playa] vamos a Marina Grande que nos queda más cerca […] Queda cerquita (1BH-547) e. ahoritica, está ganando alrededor de dos mil bolívares (2BM-504) El único adverbio en diminutivo que usan nuestros informantes del nivel Medio es poquito, y son por cierto los que más lo usan: 38 casos, frente a 21 casos del nivel Bajo y 12 del nivel Alto. Cerquita aparece en el nivel Bajo 5 veces y el nivel Alto 4. Todos los demás adverbios los hemos registrado solo en el nivel Bajo. En algunos casos, la función reforzativa del diminutivo está apoyada por un adverbio de cantidad: (10) a. es muy querido de todos nosotros; vive aquí más abajito (2BM- 508) b. después con el tiempito hice otra piececita más allaíta (2BH-503) c. en la mañanita así. . . tempranito, tempranito, muy tempranito, no hay tráfico (2BH-522) En adjetivos, hemos registrado 75 casos de diminutivos con función reforzativa. Hay una gran variedad de entradas, pues a menudo hay una sola aparición por cada adjetivo. La mayor frecuencia se da con: igualito (17 casos), todito (9 casos) y chiquitico (7 casos), este último diminutivo de chiquito, forma lexicalizada en el español de Venezuela: (11) a. el ejecutivo japonés es igualito al ejecutivo norteamericano (2AH- 529) 83 84 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo b. [en Playa Grande] en esa época que nosotros íbamos, no había sino gente grande [. . .] y niñitos chiquiticos (2AM-525) c. tenía el pelo largo, crespito, de lo más arregladito (2MM-519) d. allá [en Londres] te la ponen [una torta] acabadita de sacar del horno (1MM-127) e. un muchachito, así, blanquito, pero con bastante pecas en la cara (1BH-562) f. ellos tocan de maravilla… yo los pongo a toditos… ellos tocan solitos sin ninguna dificultad (1BM-552) g. resulta que cuando llegas a tercer año, es una papayita (1BH-538)3 h. uno se siente como en bandejita de plata (2BM-506)4 La mayor frecuencia de adjetivos en diminutivo con función reforzativa la registramos en el nivel Bajo, 35 casos; en el nivel Alto encontramos, 24 casos y en el nivel Medio, 16 casos. Estos adjetivos en diminutivo con función reforzativa también se encuentran en algunos casos modificados por otro elemento lingüístico: (12) a. la lavandera de la casa de nosotros [en Lima] era negrita tinta, cosa muy rara en Lima (2AM523) b. venía más o menos medio rapidito (2AM-524) c. uno va a cruzar y no tiene en cuenta que por ese tamaño tan pequeñito, tan reducido, cabe una moto (2MM-507) d. [es un niño] muy calladito … parece que tiene serios problemas de ese tipo (2MM-531) e. el carro ahí está bien cuidadito (2BH-510) f. Bueno, {mi trabajo es] un poco jorzadito, pero ¡qué se va a hacer! (2BM-513) g. [traen la droga] en un carro nuevecito, último modelo (2BH- 510) En el corpus, aparecen 23 sustantivos en diminutivo con función reforzativa: ratico (11 casos), grupito (5 casos), momentico (3 casos), pelito, palanquita, motorcito, adornitos (1 caso cada uno). Con estos sustantivos, la función reforzativa del diminutivo aporta distintos valores: Ratico – momentico: se refuerza la idea de “breve lapso”; el sustantivo en diminutivo significa “un rato muy corto” o “un momento muy corto”, es decir: “muy poco tiempo”. (13) a. me acosté y quedé rendida; llamó la gorda. . hace ratico (2MM- 527) 3. En el habla juvenil de Caracas, algo papaya es algo fácil; algo papayita es algo muy fácil. 4. Sentirse en bandeja de plata es sentirse cómodo; sentirse en bandejita de plata es sentirse muy cómodo luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin b. te cobran cuatro bolívares [. . . ] para el ratico que estés ahí (2BH- 510) c. a cada ratico estoy viendo choques cuando llegan allá esos carros golpeados (2BH-502) d. nosotros cogimos la Cota Mil y en un momentico estábamos en San Martín (2BM-512) e. Cómo es posible. . . y eso que es un momentico nada más que salgo (lBM-552) Pelito: pelo tiene el significado de “un poco”; pelito refuerza la idea de “poca cantidad” y le da cierto humor a la frase. (14) ENC.: Falta un pelo [para que se termine la grabación] INF.: ¡Un pelo! ¿Desde cuándo me tiene con ese pelito? … bueno... mira... del pelito de cinta que queda (1BH-547) Grupito: en cierto sentido, se refuerza la noción que expresa el lexema de base, pues el diminutivo significa “un grupo muy compacto”. (15) a. yo he catalogado así como grupitos entre los que nos graduamos (1AH-550) b. siempre ha habido el grupito, ¿no?, que la consume [la droga] (2BH-510) Motorcito: significa “un verdadero motor”; con el diminutivo se limita el referente extralingüístico a un objeto concreto, el aparato mecánico que produce movimiento, mientras que el lexema neutro puede referirse también a la noción abstracta de “algo que produce movimiento”. (16) ese es el motorcito, esa es la motivación (2MH-534) Adornitos: se refuerza la cantidad, “muchos adornos”. (17) el vestido […] más elegante es cuando tiene adornitos (1AM- 566) El uso más frecuente de sustantivos en diminutivo con función reforzativa se da en el nivel Bajo: 17 casos; en el nivel Medio hemos registrado 4 casos y en el nivel Alto solo 2. En el corpus aparece además un gerundio en diminutivo: (18) sí, habían [sic] cursos; estaban empezandito (2BH-503) 85 86 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo También en este caso hay función reforzativa, porque el diminutivo intensifica la noción “empezar”: “los cursos estaban apenas empezando”. 5. función emotiva Como ya hemos dicho en la “Introducción”, el diminutivo es siempre individualizador y subjetivo. Sin embargo, hablamos de “fundón emotiva” en los casos en que el diminutivo expresa fundamentalmente la actitud del hablante hacia el referente extralingüístico o hacia la noción del lexema de base. Esta actitud puede ser favorable (función emotiva afectiva) o desfavorable (función emotiva desvalorativa). Con función emotiva afectiva hemos registrado en nuestro corpus 103 casos, distribuidos de la siguiente forma: en el nivel Alto: 34; en el nivel Medio: 10; y en el nivel Bajo: 59 casos. Cuadro 5. Función emotiva: distribución según socioeconómica nivel Alto Medio Bajo casos 34 10 59 % 33 10 57 Se trata en su mayoría de sustantivos; solo aparecen dos adjetivos (gordito y hombrecito), por cierto en el mismo informante. Las palabras más frecuentes son: ranchito (20 casos), niñito (16) y mijito (7); este último es muy usado en el español de Venezuela como vocativo, incluso dirigido a desconocidos, y su escasa frecuencia en el corpus se debe a que no hay verdaderos diálogos. Niñito no aparece nunca en el nivel Bajo, que prefiere usar muchachito. (19) a. Manuel era gordito y era fofo […] pero ahora es más hombrecito, tiene más conciencia de las cosas (2MM-519) b. estábamos en una clínica… porque una tía abuela de nosotros muy viejita estaba muy mal. (lAM-539) c. tendría que ser una perra así como él, o una perrita así callejera (2MM-528) d. entonces llega mi abuela y me agarra y yo: ‘No, abuelita, no me pegues, yo no hice nada malo, abuelita’ (lBM-537)5 e. no, es chiquito; un ranchito bonito, pero chiquito (1BH-541) 5. El diminutivo expresa además, la intención de conmover al oyente, es decir, hay una dirección intencional hacia el interlocutor. luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin Con la función emotiva desvalorativa, hemos registrado 40 casos, distribuidos de la siguiente forma: en el nivel Alto, 12; en el nivel Medio, 9, y en el nivel Bajo. Cuadro 6. Función emotiva desvalorativa: distribución según socioeconómica nivel Alto Medio Bajo casos 12 9 19 % 30 22 48 También con esta función, la gran mayoría son sustantivos; hay un solo adjetivó. (20) a. el de la clase media que pretende guardar ciertas apariencias se siente lo que llamamos almidonadito (2AH-509) b. en este país, que es un país de borrachitos (2AH-514) c. me habían dicho que no dijera [en la cárcel] que había chocado en un carro ¿ves?, porque entonces me agarraban que si el hurgue sito, que si no sé qué cosa (lAH-555) d. ese señor chilenito […] nos dijo que a él no le importaba [lo que hacíamos] […] que esa era responsabilidad nuestra (2MH-520) e. aunque hay mucha gente que se extraña mucho de qué van a hacer con Letras, que si van a hacer sopita de letras (2MM-528) f. hay… ahí en Petare esa cuerdita de malandritos (2BH-515) g. y las casas no estaban tan acomodaditas… tú sabes, así, chochas (2BM-508) La función emotiva, tanto afectiva como desvalorativa, se da con más frecuencia en las mujeres que en los hombres (78 casos frente a 65), y más en los informantes del segundo grupo generacional que en los del primer grupo (89 casos frente a 54). 6. función aPelativa Un grupo muy importante de diminutivos estudiados por Amado Alonso son aquellos cuya dirección intencional del contenido psíquico va hacia el interlocutor; Amado Alonso los llama diminutivos de cortesía, nosotros hablamos, en este caso, de la función apelativa del diminutivo. Hemos encontrado muy pocos diminutivos que cumplan esta función (apenas 9) quizás, por la naturaleza misma del corpus en 87 88 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo el que falta un verdadero interlocutor. Sin embargo, este tipo de diminutivo es muy frecuente en español. En la muestra estudiada se da con mayor frecuencia en el nivel Alto, seguido por el nivel Medio, mientras que en el nivel Bajo no aparece ningún caso. Cuadro 7. Función apelativa: distribución según socioeconómica nivel Alto Medio Bajo casos 6 3 0 % 60 40 0 Lo que propicia el uso de estos diminutivos es el grado de confianza que exista entre los informantes y los encuestadores, como es el caso en el nivel Alto, donde el uso es más frecuente. Asimismo, el factor sexo también tiene importancia: de los 9 casos de diminutivos con función apelativa registrados solo uno fue usado por un hombre (nivel Medio y segundo grupo generacional); todos los otros fueron usados por mujeres. Todos estos diminutivos se dieron en sustantivos: (21) a. si quieren un fresquito, o un cafecito… ¿qué les provoca? (2AM- 523) b. un cigarrito, ¿quieres? (2MH-516) c. un whiskycito, ¿quieres whisky? (2AM-516) d. ¿paramos un momenúco para ver quién es? (2MM-502) 7. valores de “ahorita” El diminutivo, “ahorita” no cumple una función igual a la de los otros diminutivos. En el total de 758 formas diminutivas del Corpus, ahorita aparece 175 veces, lo cual prueba su gran uso y el desplazamiento de ahora. que tiende a generalizarse con el valor de conjunción continuativa ad-versativa y casi siempre a principio de oración: (22) Ahora, del resto pues, me parece que salvo esa pequeña cosa que te puedo mencionar, el hecho de que el capital predomine sobre todos los valores es una desgracia (1MH-545) luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin Ahorita se ha especificado en el uso del habla venezolana con los valores temporales de ahora, es decir, con la significación de “en el momento presente”, pero dando a esta idea de presente una cierta amplitud: los diferentes momentos temporales expresados por ahorita los hemos clasificado en coexistencia, anterioridad y posterioridad. Cuadro 8. Valores temporalesde ahorita nivel Ahorita de coexistencia Ahorita de anterioridad Ahorita de posterioridad casos 154 16 5 % 88 9 3 Por coexistencia entendemos específicamente “en este momento” es decir; simultaneidad con el momento en que se habla. Este es el valor más frecuente: 154 casos, de los cuales el nivel Medio presenta el mayor número (65), seguido por el nivel Bajo (52), mientras que se da menos en el nivel Alto (37). Cuadro 9. Ahorita de coexistencia: distribución según socioeconómica nivel Alto Medio Bajo (23) casos 37 65 52 % 24 42 34 a. que es lo que está ocurriendo ahorita, en estos momentos, en todo, en la política, en la religión (2AH-514) b. la gente ahorita, la mayoría están pendientes de la cuestión de la tarjeta de crédito (lAH-550) c. ahorita en el momento estoy viviendo un período bastante serio (2MM-526) d. bueno, por los momentos sí la tengo [la práctica], porque más que todo ahorita estoy aprendiendo (1MH-543) e. ahorita también, hoy en día también se ve eso (2BH-503) f. ahorita en día está costando un pantalón setenta (2BM-508) Este último, es el único caso que hemos encontrado en que se da la confusión entre ahora y hoy. Nos parece interesante destacar este uso, porque esta confusión es muy frecuente en América Central, tal como lo señala Kany en su Sintaxis hispanoamericana (1969:550). 89 90 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo Por anterioridad entendemos “hace poco” como referencia a un momento anterior al del enunciado, en el que el verbo se encuentra generalmente en pretérito o copretérito. El total de casos es de 16; 8 veces en el nivel Alto, 5 en el Medio y 3 en el Bajo. Cuadro 10. Ahorita de anterioridad: distribución según socioeconómica nivel Alto Medio Bajo (24) casos 8 5 3 % 50 31 19 a. tú me decías ahorita, por ejemplo cómo se usa eso del dequeísmo (2AH-509) b. yo ahorita estaba hablando con mi mamá de eso (1AM-556) c. y ahorita terminé el tercer año: me faltan dos exámenes (1MH- 546) d. hablé como un cuarto de hora ahorita con ella (2MH-527) e. ahorita fui para el mercado y fui a comprar unas cholitas (2BH- 512) f. ahorita tuve la oportunidad de ingresar en el teatro de la escuela (1BM-564) Por posterioridad se entiende un momento posterior al del enunciado: “pronto”, “dentro de poco”. Este ahorita de posterioridad es el menos frecuente: 5 casos, de los cuales 3 en el nivel Medio y 2 en el nivel Alto. Posiblemente esto se deba a que en las grabaciones se habla del pasado y del presente y pocas veces se hace referencias al futuro; por otra parte, el valor de posterioridad del ahorita se da sobre todo en el diálogo y, como ya hemos dicho, en el corpus no existe un verdadero diálogo. Cuadro 11. Ahorita de posterioridad: distribución según socioeconómica nivel Alto Medio Bajo casos 2 3 0 % 40 60 0 Este ahorita va acompañado, generalmente, por perífrasis de futuro: (25) a. yo ahorita me voy a meter en un curso de francés (lAM-539) luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin b. hace cuatro años estuve en Colombia... y ahorita pienso irme otra vez (lAM-539) c. él tiene la idea que ahorita se va a salir de los estudios (1MH- 546) d. por cierto, la gorda debe estar al llamar ahorita (2MM-527) 8. lexicalizaciones Desde el punto de vista funcional, dejaremos de considerar auténticos diminutivos las palabras que aunque modificadas mediante el sufijo diminutivo -ito se han lexicalizado, es decir, han perdido su significado diminutivo o lo han especializado o restringido de alguna manera. Estas lexicalizaciones son, además, propias del español de Venezuela: Chiquito: 36 veces. Ha adquirido el sentido de la palabra base chico. frente a la ausencia total de chico, en el corpus hemos encontrado 36 casos de chiquito: (26) a. el valor de la vivienda. . . un millón por la medida chiquita (2BM- 504) b. tendremos necesariamente que dejar de pensar en chiquito (2AH- 535) c. estaba muy chiquita y se crió con una tía (2MM-518) d. una pieza chiquita (2BM-513) Carrito: 19 veces. Puede funcionar como diminutivo de carro, pero además tiene la acepción de “automóvil destinado al transporte público, en el cual se paga por asiento ocupado”. Con esta acepción, es una elipsis de carrito por puesto: (27) a. si voy hacia el Este cojo un carrito o un autobús (2BH-522) b. yo lo primero que hago al montarme en un carrito es pagar (1MM-553) c. de aquí a que pase un carrito… ya han pasado como cien carros para que me den la cola (1AH-566) d. a las cinco de la mañana teníamos que estar todos levantados para irnos temprano pa’agarrar el primer carrito (1BM-537) Comiquita: 9 veces. Se usa para referirse a los dibujos animados, tanto a los filmados como a los impresos: (28) a. de vez en cuando hace falta ver una comiquita! (1MH-543) b. me gustan las comiquitas (lAM-568) c. hay películas fantásticas. . . y también las películas de comiquitos, las de Walt Disney (1BM548) 91 92 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo Carricito: 6 veces. Afectivo y familiar, se usa para referirse a los niños: (29) a. andaba por aquí mismo… y un carro se me atravesó y los carricitos andaban caminando y me los llevé por delante (lAH-555) b. también un carricito está ahí trabajando (2MH-534) Carajito: 4 veces. Al igual que el anterior, carajito significa “niño”, pero es más vulgar. Los cuatro casos aparecen en el mismo informante, un joven del nivel Alto. (30) a. al carajito le daba vómito en la noche. . . el día. antes que le tocaba ir a la piscina (lAH-555) b. había mamas que te venían a plantear problemas psicológicos de los carajitos (lAH-555) De lejitos: 2 veces. Unidad fraseológica que tiene el valor de “tratar a distancia”, “no intimar”, “tratar con reserva a alguien o algo”: (31) a. a la gente mayor las trato así, de lejitos (lBH-541) b. pero nunca me metía así en esos problemas de manifestaciones ¡qué va! siempre veía las cosas de lejitos (1MH-543) Finito: 2 veces. Significa “delgado”, “de poco espesor”. Para evitar la ambigüedad de fino “delgado” y “elegante”, finito se usa para designar “de poco espesor”: (32) los vestidos sencillos son los de tela así, finita, suavecita (1AM- 566) Muñequito: 2 veces. Tiene el mismo valor que comiquita: (33) a. la pantera rosa. . . el muñequito ese (2AH-529) b. ENC.: ¿Tú ves muñequitos? INF.: Ah, ¿muñequitos? No. Bueno, a veces (1MH-543) Pajaritos: 2 veces. Elipsis de la lexía pajaritos preñados, que se usa para referirse a cosas imposibles, absurdas: (34) a. el profesor le planteaba unas cosas muy bonitas a uno. . . vamos a decir pajaritos (lBH-570). luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin b. ahorita me parece que ponerse a pensar en hacer investigación pura aquí es un poco soñar con pajaritos (lBH-570) Taquito: 1 caso. Ha adquirido el sentido que tiene en el español general el lexema de base taco, “pequeño pedazo de papel que se lanza con una liga o cerbatana”: (35) cuando yo hacía una fiestica en mi casa, entonces, Quique se metía en la escalera a tirarle taquitos a todo el mundo (2AM-525) 9. conclusiones En el corpus examinado hemos registrado 758 diminutivos, distribuidos de la siguiente forma: nivel Alto: 196 = 26%; nivel Medio 227 = 30%; nivel Bajo: 335 = 44%. Cuadro 12. Distribución general de los diminutivos según factores sociales niveles Alto Medio Bajo factor sexo H M 119 77 84 143 177 158 378 (49,9%) 380 (50,1%) factor GruPo Generacional I grupo II grupo 98 98 134 93 206 129 320 (42%) 438 (58%) La mayor frecuencia de uso se da en el nivel Bajo, mientras que la menor se da en el nivel Alto. Esto puede explicarse porque los informantes del nivel Alto tienen un inventario de estilos muy amplio, que abarca desde la situación más coloquial hasta las más formales. Los informantes del nivel Bajo, en cambio, nunca llegan a situaciones muy formales y su variedad lingüística tiende siempre a lo coloquial y espontáneo. Cuando la variedad lingüística es más formal se usa un lenguaje más neutro que cuando es coloquial. Los diminutivos, con su carga de subjetividad y afectividad, contribuyen fuertemente a personalizar e individualizar el habla. Este carácter subjetivo es lo que hace que el diminutivo cumpla diversas funciones, incluso con un idéntico lexema de base. Los diminutivos en el corpus cumplen las siguientes funciones: función disminuidora (la más frecuente: 32% del corpus), función reforzativa, función 93 94 un análisis sociolingüístico del haBla de caracas: uso y Valores del diminutiVo emotiva afectiva, función emotiva desvalorativa, función apelativa (la menos frecuente: 1%). Encontramos también 175 casos (23% del corpus) de ahorita con los valores de coexistencia, anterioridad o posterioridad. Cuadro 13. Distribución general de los diminutivos según funciones nivel Disminuidora Reforzativa Emotiva afectiva Emotiva desvalorativa Apelativa Ahorita casos 243 188 103 40 9 175 % 32 25 14 5 1 23 En las funciones disminuidora y reforzativa, la mayor frecuencia de uso se da entre los informantes del nivel Bajo y la menor entre los del nivel Alto. En la función emotiva, tanto la afectiva como la desvalorativa, la mayor frecuencia de uso también se da entre los informantes del nivel Bajo, pero la menor se da entre los del nivel Medio. En la función apelativa, en cambio, la mayor frecuencia se da entre los informantes del nivel Alto y no hemos registrado ningún diminutivo con esa función en el nivel Bajo. Lo reducido de la frecuencia, sin embargo, no permite sacar conclusiones. En el caso de ahorita, la mayor frecuencia de uso se da entre los informantes del nivel Medio y la menor entre los del nivel Alto. En el nivel Bajo se ha registrado la mayor variedad de adjetivos y adverbios en diminutivo: segurito, friito, angostica, mansita, forzadito, allaíta, abajito, ahoritica, mañanita, tempranito, etc. Aunque el corpus no da suficiente material para sacar conclusiones definitivas, coincidimos con Zuloaga Ospina cuando afirma que “el sufijo diminutivo, especialmente en adjetivos y adverbios, es característica propia de la lengua de los grupos socioculturales populares” (1970:38). En la función disminuidora y en la función reforzativa hemos registrado la presencia de otros recursos lingüísticos que ratifican el valor del diminutivo indicando, ya sea disminución, ya sea intensificación. Además, se han encontrado 83 casos de lexicalizaciones, la mayoría de ellas propias del español de Venezuela. luciana de stefano, rosalba iuliano y liana Gianesin referencias BiBliográficas Alonso, Amado. 1951. Noción, emoción, acción y fantasía en los diminutivos. En Estudios lingüísticos. 194-229. Madrid, Ed. Gredos. Kany, Charles E. 1969. Sintaxis hispanoamericana. Madrid: Gredos. 550. Zuloaga Ospina, Alberto. 1970. La función del diminutivo en español. Thesaurus, XXV. 23-48. 95 96 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 96-111 LOS POSESIvOS DE PrImErA PErSONA DEL SINGuLAr y PLurAL EN EL HABLA DE CArACAS* Con Irma Chumaceiro Este trabajo tiene por objeto analizar los factores lingüísticos y extralingüísticos correlacionados con el uso de los posesivos adjetivales de la primera persona singular y plural en una muestra del español hablado en Caracas. El punto de partida de esta investigación ha sido nuestra impresión como hablantes nativos de que son frecuentes en el habla de Caracas, la posposición del posesivo de primera persona al sustantivo con artículo determinado (el hijo mío), así como también el posesivo analítico del plural (la casa de nosotros), mientras que en el español peninsular son usos poco frecuentes.1 Nuestra hipótesis es que la distribución de dichas formas en el español hablado en Caracas está condicionada tanto por factores lingüísticos como extralingüísticos. La determinación y análisis de estos factores es el objetivo fundamental de la presente investigación. El corpus con el cual hemos trabajado pertenece al archivo del Instituto de Filología Andrés Bello, y corresponde al Proyecto de Estudio Sociolingüístico del Habla de Caracas. La muestra está compuesta por 70 grabaciones de media hora cada una, realizadas en el año 1977 a hablantes nativos caraqueños (36 hombres y 34 mujeres), pertenecientes a dos grupos generacionales y a tres niveles socioeconómicos. El uso de estos posesivos lo hemos relacionado con el nivel socioeconómico y la edad de los informantes, por ser estos los factores extralingüísticos más relevantes. Como factores lingüísticos consideramos entre otros: el tipo de sustantivo que acompaña al posesivo, y la ausencia o presencia de elementos determinantes.2 A continuación analizamos todos los usos de posesivos que hemos registrado * Publicado en 1992, en Scripta Philologica. In honorem Juan M. Lope Blanch II, 823-839. México D.F.: UNAM. 1. Inicialmente hicimos un conteo de las formas posesivas de primera persona en los Materiales para el estudio de la Norma Lingüística Culta de Madrid (Esgueva y Cantarero 1981), y constatamos que la posposición del posesivo constituye un porcentaje insignificante en dicha muestra. De igual manera no encontramos ningún caso de posesivo analítico. 2. Para clasificar los sustantivos hemos tomado en cuenta solamente los siguientes rasgos semánticos [± concreto] y [± humano]. Los determinantes a que hemos hecho referencia son: articulo determinado e indeterminado y adjetivos numerales, demostrativos e indefinidos. luciana de stefano e irma chumaceiro en el corpus. Pero para los cómputos de frecuencia solo hemos tomado en cuenta las posibilidades ilustradas en el cuadro 1. Cuadro 1. Usos de posesivos registrados en el corpus Poseedor Posesivo adjetival antePuesto (Paa) 1ª pers. sing. (S) M mi(s) –––– F 1ª pers. pl. (P) Posesivo adjetival PosPuesto (PaP) Posesivo analítico (Pa) M el/los –––– mío(s) F Ø la(s) –––– mía(s) M nuestro(s) –––– M el/los –––– nuestro(s) M F nuestra(s) –––– F la(s) –––– nuestra(s) 1. Posesivo de Primera Persona sinGular 1.1. Posesivo adjetival antepuesto (PAAS) F –––– de nosotros La forma átona del posesivo [mi/s ––––], precede al sustantivo sin determinantes que lo acompañen, y es el más estandarizado entre los posesivos de primera persona del singular: (1) a. Mi jefa le hizo todos los trámites (21224)3 b. Me devolvieron mis lentes (15513) c. Trabaja en el club y mis hermanos también (13724) d. Me llevé mis cuestiones a mi casa. (23615) Hasta el siglo XVI utilizaba la forma átona acompañada o no de determinantes (Mi tierra…, La mi fazienda… etc.); a partir de esta época se impone el posesivo antepuesto sin determinantes que lo antecedan como en el uso actual (mi casa…, mi hermano…, etc.) (Cf. Keniston 1937a:242 y ss.). La forma moderna se justifica por el hecho de que todo posesivo cuando va antepuesto al sustantivo lleva ya implícito el artículo determinado, por esta razón limita de por sí la extensión del nombre (Cf. 3. En este ejemplo, y en todos los que siguen, los dígitos empleados identifican al hablante según su grupo generacional, sexo y nivel socioeconómico, de la siguiente manera: i. El primer dígito indica el grupo generacional (1= 15 a 29 años; 2= 30 a 45 años); ii. el segundo y tercer dígito ubican al hablante dentro del grupo que compone la muestra; iii. el cuarto dígito indica el sexo (1= masculino; 2 = femenino); iv. el quinto dígito indica el nivel socioeconómico (3= nivel alto; 4= nivel bajo; 5= nivel medio). 97 98 LOS POSESIVOS DE PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR Y PLURAL EN EL HABLA DE CARACAS Bello 1951:250). Como señala María del Carmen Bobes: “la ley de la economía de la lengua excluye el uso de dos signos referentes ambos a la extensión” (Bobes Navas 1973:134); esto significa que el sintagma nominal castellano no admite ya la construcción: artículo + Posesivo + nombre, por ser pleonástica. Los gramáticos coinciden en afirmar que las formas átonas son principalmente determinativas, en cambio, las tónicas tienen más bien carácter especificativo y funcionan casi como calificativos. Obsérvese así que en la frase: el número de mi carnet (23013), la información es la misma que si se dijera: el número del carnet mío, pero en esta última el posesivo pospuesto tiene mayor carácter adjetival y especificativo. Es este carácter determinativo lo que impide el uso de formas indeterminadas (un, algún, ningún, etc.) seguidas del posesivo átono, ya que este empleo sería contradictorio y agramatical: *un mi amigo, *algún mi libro, etc. La gramática tradicional define el posesivo como portador de un significado de posesión o pertenencia, pero es evidente que puede indicar también otras significaciones (Cf. Radelli 1978:235). Aunque no es pertinente para este trabajo el análisis de los diversos valores del posesivo, sí queremos hacer notar que además de la noción básica de “posesión o pertenencia” los posesivos comunican también contenidos afectivos y valores estilísticos, sobre todo cuando se anteponen al sustantivo: (2) a. Siempre me tomo mi vino blanco con el pescado (22323) b. Yo disfruto mucho de mi música, de mi aparato de sonido (22625) c. Le puse un codo, le puse una unión e instalé mi agua (20314) d. Yo les dije a mis turistas cuando me monté en el autobús: señores ... (22015) Además el posesivo antepuesto se emplea también en el español de Venezuela en la interpelación directa y en las exclamaciones, mientras que en el peninsular, en estas construcciones se prefiere el posesivo pospuesto (Madre mía, Señor mío, etc.). Esta forma era considerada más cortés que la antepuesta (Mi señor, Mi amigo, etc.) que era más íntima y usada principalmente para dirigirse a inferiores (Cf. Keniston 1937a:243). En América por el contrario, se generalizó desde un primer momento la forma antepuesta, que es de carácter más coloquial.4 Así son muy usuales expresiones como: mi hijo que se ha lexicalizado como mijo, ¡Mi madre!, etc. En el corpus hemos encontrado muy pocos ejemplos de posesivos en interpelaciones y exclamaciones, 4. Sobre este aspecto véase Zamora y Guitart (1982:171); Boretti de Macchia (1977:18); Vidal de Battini (1949:379). luciana de stefano e irma chumaceiro debido quizá a la misma índole de las grabaciones. Sin embargo, como hablantes nativos podemos confirmar este uso generalizado. (3) a. Bueno, sí, mi amor, esta canción es así (15224) b. Eso no es amor ¡mi hermano! (14315) 1.2. Posesivo adjetival pospuesto (PAPS) La forma tónica [mío-a/s], se emplea pospuesta al sustantivo, el cual en la mayoría de los casos, va precedido de un determinante: (4) a. Salimos con un primo mío (21715) b. El deporte mío preferido era andar en moto (21224) Hasta el siglo XVI la forma tónica se podía utilizar también antepuesta y precedida de un determinante (la mía honra, el mío hermano, etc.), pero a partir de entonces se emplea la forma tónica, únicamente, pospuesta al sustantivo. Al analizar los diferentes empleos del posesivo pospuesto hemos observado que aparece en diferentes construcciones: 1.2.1. Con: (5) Artículo indeterminado Allá mismo están unos alumnos míos (23615) (6) Numerales Salimos con dos primos míos (21715) (7) Adjetivos demostrativos Ese amigo mío (14114) (8) Adjetivo indefinido Otra amiga mía (13724) En todos los casos la posposición del posesivo es obligatoria, y no es posible su sustitución por la forma antepuesta ya que implicaría una alteración de orden semántico. 99 100 LOS POSESIVOS DE PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR Y PLURAL EN EL HABLA DE CARACAS 1.2.2. El posesivo se pospone al sustantivo acompañado de un artículo determinado: (9) a. El título mío es del cincuenta y tres (21514) b. El padre mío era de San Casimiro (23013) c. Yo andaba mucho con el primo mío (21715) La posposición en estos casos si bien está lingüísticamente determinada por la presencia del artículo, como en los casos anteriores, alterna casi libremente con la forma antepuesta: el hijo mío~mi hijo, sin cambio semántico relevante. Esta forma era primitivamente rara e indudablemente enfática (en el Cid no se encuentra; en el Alexandre 1 vez; en el Apolonio 2 casos). Este énfasis es evidente en casos como El libro mío es más caro que el tuyo o en algunos ejemplos recogidos por Keniston como: porque los trajes tuyos vienen de París, aunque este autor señala que tales construcciones son raras (Cf. Keniston 1937b:119). La posesión en estos casos está subrayada como cualidad decisiva y distintiva en oposición a otra, es decir, es contrastiva.5 Pero este carácter enfático es casi imperceptible en los casos registrados en el Corpus, donde no parece haber diferencias verdaderamente significativas entre el uso de la forma antepuesta y la pospuesta como puede observarse en los siguientes ejemplos: (10) a. siempre maneja mi esposo (20725) b. Yo... del esposo mío me enamoré del [sic] colegio ¿ves? (21324) (11) a. ¿No estuvo abajo en la casa de la hermana mía? (21014) b. Porque mi hermana siempre le dice que... no le gusta la música venezolana (15623) (12) a. Cuando hablo con mis abuelas ... (20725) b. Un ranchito... que vivía la abuela mía (21014) El único señalamiento acerca de la alternancia casi completa entre el posesivo pospuesto y el antepuesto ha sido puesto de relieve por Terracini quien además anota que “en América la construcción pospuesta parece gozar de una cierta preferencia frente a la simple” (1951:4-5, nota 3). Pero queremos señalar que el uso o preferencia de la posposición se da principalmente en el habla coloquial. En la muestra analizada hemos observado que el posesivo pospuesto tiende 5. Para Rodolfo Lenz este carácter contrastivo es propio del posesivo pospuesto (Lenz 1925:260). luciana de stefano e irma chumaceiro a usarse mayormente con sustantivos que denotan relación de parentesco o amistad (padre, hijo, tío, novio, amigo, etc.). Así, de los casos de posposición registrados en el corpus, un 75% de estos posesivos van unidos a sustantivos que indican parentesco o amistad, y solo un 25% de las posposiciones preceden a otros tipos de sustantivos. Esto se puede explicar por el valor especificativo y enfático –al que ya hicimos referencia– que añade la posposición: así la estrecha vinculación entre el poseedor y lo poseído queda de esta manera enfatizada cuando se quiere indicar relación de parentesco o amistad. 1.2.3. El posesivo tiende también a usarse pospuesto en frases preposicionales para dar un mayor énfasis. (13) a. Yo me he retardado mucho... en graduarme por culpa mía (16515) b. Yo hice fue un curso, sí, pero al nivel mío (22725) c. Esto es bastante utópico de parte mía (13923) Keniston documenta ejemplos de este tipo en el siglo XVI aunque señala que son pocos frecuentes. 1.2.4. La forma tónica del posesivo -mío-a/s- utilizada en construcciones adverbiales, reemplaza en ciertos casos a la frase prepositiva de + un pronombre personal detrás de adverbios. En dichas construcciones el adverbio es tomado como sustantivo y por ello puede ir acompañado del posesivo tal como se observa en: (14) a. Y entonces era él que dormía debajo mío (15513) b. Él estaba delante mío en la cola c. Al lado mío estaba Marta (22423) d. La gente que tenía al lado mío (22523) En los dos últimos ejemplos se explica el uso del posesivo pospuesto porque la construcción al lado es usada como equivalente de junto. Estos usos se han generalizado en gran parte de América y no están restringidos al habla coloquial sino que se dan igualmente en registros más formales, inclusive hasta en la lengua literaria.6 6. A este respecto cf. Rosenblat (1946: 141, nota 66); Vidal de Battini (1949:380-381), y Kany (1969:65-66). Aunque la mayoría de los gramáticos dan estos usos como propios de Hispanoamérica, también se registran en el español peninsular. John Barker Davies dice: “también suenan algo extraños los usos delante de mí, etc. Así la lengua parece optar por la forma delante mío, delante tuyo, y por extensión analógica delante suyo se halla fortalecido a expensas de delante de él” (1966:4-8); el autor documenta ejemplos de este tipo en Sánchez Ferlosio y Goytisolo. 101 102 LOS POSESIVOS DE PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR Y PLURAL EN EL HABLA DE CARACAS 1.2.5. Posesivos en frases predicativas: hemos observado algunos casos de posesivos pospuestos sin determinantes que antecedan al sustantivo en construcciones con los verbos ser y hacerse siempre referidos a seres humanos: /ser o hacerse + sustantivo + Posesivo/: (15) a. Ese es hijo mío (14315) b. Tú no eres amiga mía (13814) c. El tipo también se quiso hacer amigo mío (15513) En estos casos el posesivo funciona como un adjetivo que califica al sustantivo y lo incluye dentro de un conjunto afín. En todas las construcciones de este tipo registradas en el corpus, los sustantivos denotan siempre parentesco o amistad y los posesivos que los acompañan, por lo tanto, no indican verdadera posesión sino que enfatizan dicha relación. Parece evidente, además, que en los ejemplos citados está implícito el artículo indeterminado, lo cual precisamente hace posible la posposición. 1.3. Frecuencia de uso de los posesivos de primera persona del singular Para los cómputos de frecuencia relativos al uso de los posesivos solo tomamos en cuenta el posesivo antepuesto frente al pospuesto con artículo determinado: 1.3.1. La forma antepuesta [mi/s ––––] tiene la mayor frecuencia. De un total de 703 casos de posesivos de primera persona del singular, 87% son antepuestos y 13% son pospuestos. Cuadro 2. Distribución de los usos del posesivo de 1ª sg. forma PAAS PAPS Total casos 604 89 703 % 87 13 1.3.2. Al considerar la variable nivel socioeconómico comprobamos que la mayor frecuencia de posposiciones se dio en el nivel bajo, en un 16%, en el nivel medio 13% y en el alto sólo un 7%. En el uso de la anteposición, observamos todo lo contrario, dándose un descenso gradual: nivel alto 93%, nivel medio 87% y nivel bajo 84%. luciana de stefano e irma chumaceiro Cuadro 3. Posesivos de primera persona singular según niveles socioeconómicos niveles Alto n % Medio n % Bajo n % Paas 206 93 149 87 259 84 total PaPs 15 7 23 13 51 16 221 172 310 1.3.3. Al considerar la variable nivel generacional comprobamos: que en la primera generación disminuye notablemente el empleo del posesivo pospuesto, utilizándose solamente en un 8%, frente a un 20% de la segunda generación. Cuadro 4. Posesivos de primera persona singular según grupo generacional Generación 1ª generación n % 2ª generación n % Paas 394 92 220 80 PaPs 35 8 54 20 2. Posesivo de Primera Persona Plural 2.1. Posesivo adjetival antepuesto (PAAP) total 429 274 [Nuestro-a-/s ––––] antecede al sustantivo, cuando este no lleva determinante que lo acompañe: (16) a. La zeta que no existe en nuestro idioma (20913) b. Nosotros los venezolanos estamos tomando conciencia de lo que es nuestro país (22725) Hasta el siglo XV se utilizó el posesivo antepuesto con artículo o sin él: (el) nuestro amigo, (la) nuestra tierra. Pero a partir del XVI se impone la anteposición del posesivo sin determinantes que lo precedan. En los ejemplos con nuestro antepuesto, observamos que en la mayoría de los 103 104 LOS POSESIVOS DE PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR Y PLURAL EN EL HABLA DE CARACAS casos no se establece una verdadera posesión sino una relación entre el poseedor y el objeto, por esta razón, generalmente este posesivo va acompañado de sustantivos / –concretos/.7 Así, de las 84 formas de posesivos de primera persona de plural registrados en el corpus, 42 casos son con nuestro antepuesto y de ellos 40 (95%) están seguidos de sustantivos /–concretos/,8 como puede observarse en los siguientes ejemplos: (17) a. Creo que es un problema no resuelto en nuestra época (14515) b. Vamos a hacer una explotación común... de acuerdo a nuestra inversión (23513) c. Entonces les dije, bueno, como esa es nuestra responsabilidad y nuestro problema (22015) Igualmente consideramos dentro de este grupo de sustantivos, aquellos [–concretos] [+colectivos] y [+humanos] pero que refieren a personas o grupos humanos no específicos, sobre los cuales no pueden ejercerse una posesión en el verdadero sentido de la palabra; por ejemplo: (18) a. Como si nuestros gobernantes y nuestros dirigentes industriales no supieran el emporio de riquezas que tienen ahí (21413) b. Lo que deben decirle los políticos a nuestro pueblo es que si no nos ponemos a trabajar no nos podemos desarrollar (25513) c. A nuestro país nunca lo han dejado pensar (16414) d. Si nosotros vivimos en una parroquia, queremos representar a nuestra parroquia (16214) En cuanto al poseedor es también importante observar que en todos los ejemplos que hemos citado es de tipo genérico, es decir, que refiere a un grupo de individuos no determinado, lo cual reafirma que la relación no es principalmente de posesión. Nos interesa, por tanto, destacar que hay una tendencia a anteponer el posesivo cuando lo poseído es [–concreto] y cuando prevalece entre lo poseído y el poseedor una relación más que una posesión real. 2.2. Posesivo adjetival pospuesto (PAPP) [–––– nuestro-a/s] se pospone al sustantivo, cuando este va precedido de un artículo o de otro determinante, como en los siguientes ejemplos: 7. Utilizamos esta denominación para aquellos sustantivos que expresan realidades con las que no puede darse una relación de posesión real y efectiva. 8. Solo dos posesivos van acompañados por sustantivos concretos: “Ahora que estamos volviendo nuestros ojos hacia los seres humanos”, pero en este caso ojos está utilizado en sentido figurado por ‘mirada’; el otro ejemplo: “nuestros padres dieron lo mejor por este país”, tampoco se refiere a padres concretos y específicos. luciana de stefano e irma chumaceiro (19) a. Los hijos nuestros serán mejor todavía (21925) b. Ahí se voltearon dos amigos nuestros (22123) Tanto en el español antiguo como en el actual no es muy frecuente el sustantivo modificado por el posesivo y el artículo determinado; su empleo se da principalmente en frases en las que hay una especial razón para enfatizar el posesivo en función de contraste (Cf. Keniston 1937a:249 y b:119). En la muestra analizada también hemos podido constatar que el uso del posesivo pospuesto al sustantivo con artículo determinado es menos frecuente que la anteposición. Así, de 84 posesivos de primera persona del plural, únicamente 22 son pospuestos. De estos, solo 4 llevan delante del sustantivo un artículo indeterminado o un adjetivo numeral que hace obligatoria la posposición del posesivo, es decir, no alternable libremente con la anteposición. (20) a. Inclusive hay un familiar nuestro (21815) b. Ahí se voltearon dos amigos nuestros (22123) Los 18 casos de posesivos pospuestos con artículo determinado, los consideramos como sustituibles por la forma antepuesta, ya que los valores enfáticos que algunos gramáticos dan como propios de la posposición (Cf. Gilí y Gaya 1961:165; Lenz 1925:178), nos parecen poco relevantes, y más bien se da una alternancia casi completa con la forma antepuesta, al igual que como se da entre los posesivos de singular: mi hijo y el hijo mío. Observamos que en ejemplos como: “Los gobiernos nuestros han hecho todo lo posible”, es evidente que el posesivo pospuesto funciona de la misma manera que el antepuesto: “Nuestros gobiernos han hecho todo”. Por esta razón no encontramos diferencias en cuanto a la clase de sustantivos que acompañan al posesivo, ni en cuanto al tipo de poseedor. Al igual que en la anteposición de nuestro se observa que en los casos de posposición, lo poseído no constituye una posesión efectiva y el poseedor es también de carácter genérico. Por lo tanto se trata de una variante estilística de uso poco frecuente en el español de Caracas. (21) a. Porque como el cine nuestro es tan incipiente (14515) b. La situación nuestra se mejoraría (20725) c. Muchas de las decisiones nuestras en el país se están tomando muy mal (21413) d. Esa crítica apareció en algunos trabajos que no fueron publicados en la prensa capitalina, pero la intención nuestra es darles publicidad a través de un órgano propio (16113) e. Héctor Cabrera aprendió a cantar en la casa nuestra (21815) 105 106 LOS POSESIVOS DE PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR Y PLURAL EN EL HABLA DE CARACAS En estos últimos dos ejemplos puede observarse que en la posposición sí hay un especial deseo de enfatizar la relación de posesión como cualidad decisiva y distintiva. 2.3. Posesivo analítico (PA) [–––– de nosotros] es una construcción integrada por la preposición de y el pronombre personal nosotros: (22) a. El pitcher de nosotros era N.S. (21514) b. Un amigo de nosotros que estaba por ahí (14615) c. ¿Tú sabes que hizo con la fotografía del matrimonio de nosotros? (21815) En rigor no se trata de una forma posesiva sino de una construcción perifrástica, que imprime mayor fuerza a la idea de posesión, gracias a la preposición de, que indica ‘pertenencia’, y al empleo del pronombre personal. Según Kany (1969:6869), este uso si bien es raro en España es frecuente en Hispanoamérica.9 Su origen puede estar en la desaparición en América del pronombre vosotros y su correspondiente posesivo vuestro, y su sustitución por la forma analítica de ustedes, lo cual puede haber influido sobre el cambio de nuestro por de nosotros. Se trata en este caso de un uso analógico muy extendido y más frecuente en la conversación. En la muestra analizada, observamos que en el empleo del posesivo analítico siempre se da una vinculación fuerte y directa entre el poseedor y lo poseído, a diferencia de lo que sucede con las formas antepuestas y pospuestas de plural, estudiadas anteriormente. De los 24/84 usos de los posesivos analíticos documentados, 14 van antecedidos por el rasgo [+humano] y aunque no implican una verdadera posesión, denotan una relación de parentesco y cercanía afectiva con lo poseído.10 (23) a. Las primas de nosotros allá al lado (22825) b. Neurótico o neurasténico como decían las abuelitas de nosotros (23013) c. Un amigo de nosotros que estaba por aquí (14615) 9. Barken Davies opina que casi podemos decir que el español peninsular rechaza casa de mí, de nosotros, etc (1966:5). 10. Los únicos casos en que aparece el posesivo pospuesto a sustantivos [+humanos], como en: Los hijos nuestros serán mejor todavía (21925); Por qué no utilizamos el mismo criterio para los que decimos son hermanos nuestros (23513). En estos ejemplos se esperaría el uso del posesivo analítico, pero no se trata de una relación de parentesco o de vinculación afectiva, sino de situaciones hipotéticas: hijos y hermanos funcionan como sustantivos [–concretos]. Además, también en estas frases el poseedor es genérico, lo cual confirma lo que hemos afirmado anteriormente. luciana de stefano e irma chumaceiro En seis ejemplos lo poseído está representado por sustantivos [+concretos]. En estos casos, sí se da una verdadera relación de posesión que se ejerce sobre objetos directamente relacionados con el poseedor. (24) a. Esas eran posesiones, o son todavía posesiones de nosotros (23013) b. La parte de la casa de nosotros daba hacia un matorral (23515) c. Te digo que el equipo de nosotros es un equipo ganador (16214) En los ejemplos restantes observamos que se trata de un uso enfático contrastivo, como en: (25) El sistema de nosotros es muy diferente porque hacemos lo que ya está dibujado (14415) En relación al posesivo analítico, autores que han estudiado su uso en Hispanoamérica, han señalado la mayor frecuencia de esta construcción en contraste con el menor empleo de nuestro. Así, para Espinosa 1946 “las formas nuestro, nuestra son muy raras” (24); Román 1916-18 dice que en Chile “el pueblo nunca dice nuestro” (708). Rosenblat 1946 en sus notas a Espinosa afirma que en América tiende a sustituirse nuestro por el sistema analítico de nosotros, aunque en la Argentina alternan la forma nuestro con de nosotros (141, nota 66). En un estudio más reciente sobre los posesivos en el litoral argentino, Boretti (1977:18) señala que la forma analítica acusa mayor frecuencia de uso. Sin embargo, a pesar de lo afirmado por estos autores, sobre la mayor preferencia en Hispanoamérica por el posesivo perifrástico, a partir de nuestra investigación hemos observado que en el español de Caracas, se preferirá la forma analítica, cuando el sustantivo que acompañe al posesivo sea [+concreto] y la relación de posesión sea efectiva, así como con sustantivos que indican parentesco o cercanía afectiva. De esta manera se preferirá la casa de nosotros a la casa nuestra o a nuestra casa, independientemente del nivel socioeconómico y generacional del hablante, y de manera especial en el habla coloquial. 2.4. Frecuencia de uso de los posesivos de primera persona del plural Para los cómputos de frecuencia relativos al uso de los posesivos, sólo tomaremos en cuenta el posesivo antepuesto, el pospuesto con artículo determinado y el analítico. 107 108 LOS POSESIVOS DE PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR Y PLURAL EN EL HABLA DE CARACAS 2.4.1. La forma antepuesta [Nuestro-a-/s ––––] tiene la mayor frecuencia. De un total de 84 casos de posesivos de plural, el 50% son antepuestos, el 21% son del tipo pospuesto con artículo determinado precediendo al sustantivo y un 29% corresponden al posesivo analítico. Cuadro 5. Distribución de los usos del posesivo de 1ª pl. forma PAAP PAPP PA Total 2.4.2. casos 42 18 24 84 % 50 21 29 Al considerar la variable nivel socioeconómico comprobamos: 2.4.2.1. Que en todos los niveles se dio la anteposición en un porcentaje de uso mayor al 40%, observándose una escala de gradación ascendente que va del nivel bajo (40%) al nivel alto (57%). 2.4.2.2. En relación con el posesivo pospuesto [–––– nuestro-a/s] notamos que el nivel bajo no registró ningún uso de esta forma, en cambio en los niveles medio y alto, se empleó en un 27% y un 29%, respectivamente. 2.4.2.3. En cuanto al uso del posesivo analítico, su mayor frecuencia se dio en el nivel bajo y la menor en el nivel alto. Pero hay que tomar en cuenta que los informantes del nivel socioeconómico bajo trataron temas más vinculados a la vida personal, por lo tanto más concretos, donde la relación poseedor objeto es más directa y más cargada de afectividad. Y como ya señalamos, la forma analítica es la más apropiada para tales relaciones. luciana de stefano e irma chumaceiro Cuadro 6. Posesivos de primera persona plural según niveles socioeconómicos niveles Alto n % Medio n % Bajo n % 2.4.3. PaaP 24 57 10 45 8 40 PaPP 12 29 6 27 0 Pa 6 14 6 27 12 60 total 42 22 20 Al considerar la variable nivel generacional comprobamos: 2.4.3.1. Que la posposición es muy poco frecuente en la primera generación 6%, frente a la segunda generación quien la utilizó en un 30%. 2.4.3.2. El empleo del posesivo analítico, por el contrario, es más frecuente en la primera generación, quien lo utilizó un 50% más. (Compárese 42% de empleo en la primera generación frente a un 21% de la segunda generación.) Cuadro 7. Posesivos de primera persona plural según grupo generacional Generación 1ª generación n % 2ª generación n % 3. – – PaaP 16 52 26 49 PaPP 2 6 16 30 Pa 13 42 11 21 total 31 53 conclusiones Generales El posesivo pospuesto de primera persona del singular se emplea sobre todo en la lengua hablada y aunque se da en todos los niveles, su frecuencia es mayor en el nivel socioeconómico bajo. El posesivo pospuesto de primera persona del singular se emplea mayormente con sustantivos que denotan parentesco o relación afectiva. 109 110 LOS POSESIVOS DE PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR Y PLURAL EN EL HABLA DE CARACAS – – El posesivo de primera persona de plural antepuesto es de mayor uso frente al pospuesto y analítico cuando no se indica una verdadera posesión sino una relación, de ahí que se emplee especialmente con sustantivos [–concretos]. El empleo del posesivo analítico de plural tiende a usarse cuando el sustantivo es [+concreto] y cuando hay una verdadera relación de posesión o cuando indica parentesco y relación afectiva. referencias BiBliográficas Alonso, Amado y Pedro Henríquez Ureña. 1973. Gramática Castellana. Tomos I y II. Buenos Aires: Losada. Barker Davies, John. 1966. Delante mío: enfoque y análisis del problema. Español actual 7. 4-8. Bello, Andrés.1951[1847]. Gramática. Tomo IV. Caracas: Ministerio de Educación. Bobes Navas, María del Carmen. 1973. 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Salamanca: Almar. 111 112 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 112-124 EL uSO DEL QUE GALICADO EN EL ESPAñOL ACTuAL*1 Con Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano 1. introducción El fenómeno conocido como que galicado consiste en el empleo de que en contextos donde podrían haber aparecido formas como lo que, quien, donde, como, cuando, etc. Este fenómeno, al que también nos referiremos simplemente como uso de que, ha sido condenado en todos los textos de tipo preceptivo (cf. sección 4), pero nunca ha sido estudiado, hasta donde llegan nuestros conocimientos, desde un punto de vista realmente lingüístico en el sentido de determinar sus características y explicar el porqué de su difusión. El objeto de este trabajo es analizar varios aspectos del que galicado, así como estudiar su empleo en dos corpus del español contemporáneo, uno de lengua escrita y otro de lengua oral. 1. el funcionamiento linGüístico de que En español, el relativo que se da en dos tipos de construcciones que suelen llamarse hendidas y seudohendidas inversas.2 Las hendidas, ilustradas en (1), se caracterizan por contar con al verbo ser conjugado, seguido por los elementos A y B. (1) /hendida: SER A B/ fue SER entonces A que supo todo (Bryce E. 1981:253) B * Publicado en 1999, en Actas del VIII Congreso Internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de la América Latina, 104-111. 1. La lectura de esta ponencia en el VIII Congreso de la ALFAL fue posible gracias a la ayuda del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela. Agradecemos a Aura Gómez las observaciones a una versión preliminar del presente artículo. Los errores que en él pueda haber son, desde luego, de nuestra entera responsabilidad. 2 . Sobre estas construcciones y su denominación, puedan consultarse D’Introno (1979:240) y Sedano (1987:28). luciana de stefano, Paola bentivoGlio y mercedes sedano Las cláusulas seudohendidas inversas, ilustradas en (2), presentan los mismos constituyentes que las hendidas pero con un ordenamiento diferente: A SER B. (2) /seudohendida inversa: a ser b/ entonces A fue que mi padre le preguntó que cuántos años tenía SER (Bryce E. 1981: B El elemento A de las cláusulas hendidas y seudohendidas inversas puede considerarse el antecedente del relativo con que se inicia B. En los ejemplos (1) y (2), el antecedente es el adverbio entonces, y el relativo con el que dicho antecedente se relaciona, el pronombre que. El elemento B de (1) es la cláusula que supo todo, y el de (2), que mi padre le preguntó que cuántos años tenía. Tanto en la estructura hendida (1) como en la seudohendida inversa (2), el relativo que puede alternar con las formas que denominaremos canónicas (FC) pues son las que se ofrecen como modelo en los manuales de gramática. El empleo de dichas formas está condicionado por el tipo de elemento que funciona como su antecedente: si al antecedente es una frase nominal (FN),3 la forma canónica ha de ser el/la/lo/los/las que, quien/quienes;4 si el antecedente es un locativo, la forma canónica es donde; si es un modal, como; si se trata de un temPoral, cuando, etc. A continuación se ofrecen ejemplos representativos de la alternancia entre las formas canónicas y el que galicado. En el primer ejemplo de cada par está ilustrado el uso de las formas canónicas y en el segundo, el empleo de que. Los ejemplos han sido extraídos del corpus literario, al que nos referiremos ampliamente más adelante (cf. sección 5). (3) /antecedente – FRASE NOMINAL/ a. es ella la que más va a sufrir (Bryce E. 1981:151) b. era ella que cada tanto me daba sus impresiones (Cortázar 1977:23) (4) /antecedente – locativo / a. es allí donde lo estoy viendo (Bryce E. 1981:24) b. Fue bajo la alta cúpula que conocí a Beatriz (Borges 1975:54) 3. Sobre qué entendemos por antecedente del tipo frase nominal, locativo, modal, temPoral o casual, consúltese el segundo párrafo de la sección 5. 4. La selección está condicionada por factores sintácticos y semánticos. 113 114 EL uSO DEL QUE GALICADO EN EL ESPAñOL ACTuAL (5) /antecedente – modal / a. fue así como los bomberos locales aprendieron a prestar otros servicios de emergencia (García Márquez 1985:40) b. y fue así que pudo olvidarme (Borges 1975:21) (6) /antecedente – causal/ a. no fue por ese atractivo adicional por lo que se hizo tan buen amigo del farero (García Márquez 1985:134) b. Es por eso que estás fregado (Vargas Llosa 1962:22) (7) /antecedente – otros/ a. no era de eso de lo que estaban hablando (Uslar Pietri 1978:132) b. era a él mismo que ocultaba (Onetti 1970:72) 2. oriGen del que Galicado en el esPañol La creencia más difundida es que el empleo de que se debe a la influencia del francés, de ahí el calificativo de “galicado”. Comparten esa opinión gramáticos de la talla de Andrés Bello y de Rufino J. Cuervo. Para otros autores, como Corominas 1944, el uso de que se debe a la influencia del gallego, aunque añade que el fenómeno se ha visto favorecido por “los traductores adocenados del francés y del inglés” (103). No todos los autores creen que el empleo de que es producto de influencias de otros idiomas. En 1921, Henríquez Ureña escribía lo siguiente: “el fenómeno me parece francamente popular, y no debido a la influencia francesa, porque lo he encontrado en lugares donde se lee muy poco y donde hace cincuenta años llegaban muy pocos libros traducidos del francés” (XX). A juzgar por lo anterior, el empleo “popular” de que hace pensar no ya en influencias foráneas sino en el desarrollo de una posibilidad del sistema lingüístico hispánico. Una posición intermedia en cuanto al origen de que es la asumida por Kany (1976:297-99). Según este autor, es posible que el fenómeno tenga una doble justificación: por un lado, se trata de una “práctica popular” ampliamente enraizada dentro de las tendencias del español y, por el otro, se ve favorecido por la influencia francesa ejercida a través de libros y traducciones. luciana de stefano, Paola bentivoGlio y mercedes sedano Nuestra opinión coincide fundamentalmente con la de Kany. Creemos que el empleo de que se da en español no, o no solo, por influencia de otros idiomas sino porque constituye una tendencia general dentro de las lenguas romances. Cabe señalar al respecto que el uso de que se registra en catalán, francés, gallego, italiano, portugués y rumano, tal y como se ilustra en (8).5 (8) /catalán/ a. Fou així que vaig descobrir aquella plaça ‘Fue así que descubrí aquella plaza’ /francés/ b. C’est là que je voudrais vivre ‘Es ahí que yo quisiera vivir’ /gallego/ c. Onde foi que mataron un home ó outro dia? ‘¿Dónde fue que mataron a un hombre el otro día?’ /italiano/ d. E Antonio che me iha scritto ‘Es Antonio que me ha escrito’ /portugués/ e. ali é que ele decidiu o meu destino. ‘allí es que él decidió mi propio destino’ /rumano/ f. Si acuma e ca vii sa-mi spui adevarul? ‘¿Y ahora es que vienes a decirme la verdad?’ En apoyo de la hipótesis según la cual el uso de que se sitúa dentro de las tendencias del español está Lapesa (1980:590-91), quien dice que el fenómeno “no falta en textos clásicos castellanos”; cabe señalar al respecto que nosotras lo hemos encontrado en obras del siglo XVI, época en que difícilmente podría hablarse de influencia francesa. En (9) se ofrecen algunos ejemplos ilustrativos: (9) a. Y es ansí que me ha acaecido […] no sólo entender el verso en romance sino pasar adelante en regalarme de ver lo que el romance quiere decir (Santa Teresa de Jesús, Historia da mi vida, 1948:113-4) 115 116 EL uSO DEL QUE GALICADO EN EL ESPAñOL ACTuAL b. Y fue así qua luego otro día salimos para la villa a pedir limosna (El Lazarillo de Tormes, 1965:407) c. ciertas personas me lo han preguntado la causa de ponelle aquel nombre, y es por esto qua diré (Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista da la Nueva Espada, 1971:32) Todo esto nos lleva a concluir que el empleo de que, aunque menos extendido en español que en otras lenguas como el francés o el italiano –donde es la forma usual–, parece ser un recurso de las lenguas romances y, por lo tanto, tan legítimamente hispánico como francés, gallego o italiano. Que el uso de que en español esté dentro de las tendencias del sistema no excluye, sin embargo, la posibilidad de que el fenómeno pueda verse favorecido, como dice Kany, por la lectura y traducción del francés o de otros idiomas. 3. la extensión dialectal del uso de que El empleo de que parece darse en muy diversas áreas dialectales del español, sobre todo en América. Cuervo (1907:338) dice que lo usan los bogotanos y gran parte de los americanos; Gagini (1892:515-16) testimonia su empleo en Costa Rica; Henríquez Ureña (1921:388) en las Antillas, Venezuela y Colombia; Flórez (1953:223, 1967:71-72 y 1971:191) en Colombia;6 Jiménez Sabater (1975:161) en la República Dominicana; Benvenutto Murrieta (1936:150) en el Perú; Oroz (1966:387) en Chile y Toscano Mateus (1953:288) en Ecuador. El empleo de que en Venezuela es señalado, entre otros, por Calcaño (1897:60-65), Márquez Rodríguez (1987:53-56), Mosonyi (1971:145) y Rosenblat (1975:111-13). Kany (1976:298-99) documenta el fenómeno en obras literarias de Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Nicaragua. El Salvador, México, Santo Domingo y Puerto Rico. Los únicos países americanos donde no tenemos testimonios sobre el uso de que son Cuba, Guatemala, Honduras, Panamá y Paraguay. Eso no significa que el fenómeno no se dé en esos países sino simplemente que faltan –o no los conocemos– estudios dialectales al respecto. Sobre el empleo del que galicado en España solo sabemos lo que dice Manuel Seco (1967:286), quien afirma que “no faltan muestras en España, especialmente en escritos del dominio lingüístico del catalán”. El que la gramática de la Real Academia Española 1973 ni siquiera mencione el fenómeno nos hace pensar que el mismo debe estar poco extendido en el español peninsular. 6. Montes Giraldo 1972 parece ratificar el uso del que galicado en el habla de Colombia. luciana de stefano, Paola bentivoGlio y mercedes sedano 4. la actitud de los Gramáticos ante al que Galicado Por lo general, el empleo de que es objeto de una actitud negativa por parte de gramáticos y lingüistas. El iniciador de esa actitud parece haber sido Andrés Bello, quien en su Gramática, aparecida por primera vez en 1847, lo condena calificándolo de “crudo galicismo” (cf. Bello 1972:233). Después de Bello, el gramático que más fuertemente se ha opuesto al uso del que ha sido Rufino J. Cuervo, quien en su famosa obra Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano (cuya primera edición data de 1867 a 1872) lo considera como “gran escolio no solo de los bogotanos, sino de la mayor parte de los americanos” (Cuervo 1907:338). La posición de Bello y de Cuervo contra el empleo de que ha sido mantenida hasta el presente por numerosos autores, entre los que cabe mencionar a Calcaño (1897:61-65), Criado de Val (1957:174-77 y 1958:83-84), Restrepo (1955:827-29), Rosenblat (1975:111-12) y M. Seco (1967:286 y 309). Esa posición se observa asimismo en los textos escolares de enseñanza del español. Al lado de los autores que condenan el uso de que, hay otros que simplemente dan testimonios del fenómeno pero sin tomar partido. En este grupo se sitúan M. Alonso (1972:458), Kany (1969:297), Zamora Vicente (1967:436) y, en general, los estudiosos de la diferenciación dialectal del español. Finalmente, hay autores que aceptan el uso de que, al menos en algunas de sus formas, aduciendo que el mismo se sitúa dentro de las tendencias naturales de nuestro idioma. Entre ellos podemos citar, para Venezuela, a Mosonyi (1971:145-46) y a Márquez Rodríguez (1987:5356). Veamos lo que escribe este último: el famoso que galicado ha adquirido carta de nacionalidad por el uso reiterativo tanto en la lengua oral como en la escrita. Con el agregado de que a [...] cuando y donde, se ha añadido, por inevitable analogía, la forma con como: «Así es que se hace», equivalente a «Así es como se hace». Nos parece inútil e innecesario combatir estas formas. Su generalización parece indicar que no son tan ajenas al genio de nuestra lengua como creía Bello. Y en todo caso son convenientes, no para sustituir los giros castizos, con cuando, como y donde, sino para alternarlos, sobre todo con el fin de evitar repeticiones impertinentes en una misma frase o en un mismo párrafo (Márquez Rodríguez 1987:54). Cabe señalar que los autores mencionados hasta ahora se han referido al uso del que galicado en bloque, sin advertir que dicho uso presenta una fuerte variación cuantitativa que depende del tipo de antecedente. Este aspecto será tratado en la próxima sección. 117 118 EL uSO DEL QUE GALICADO EN EL ESPAñOL ACTuAL 5. el uso de que en el esPañol actual Para ofrecer una visión panorámica del uso de que en el español actual hemos recurrido a dos corpus. El primero ha sido extraído de obras literarias de conocidos escritores de habla hispana; dichas obras, escogidas al azar, han sido publicadas en la segunda mitad del siglo XX.7 El segundo corpus proviene de muestras del “habla culta”8 de cuatro ciudades latinoamericanas –Bogotá, Caracas, Ciudad de México y Santiago de Chile– y de dos españolas –Madrid y Sevilla– por un total de 72 hablantes y de aproximadamente 216.000 palabras.9 La lista de las obras que integran ambos corpus aparece al final del trabajo, bajo el titulo de Apéndice. Los corpus incluyen todas las construcciones en las que aparece o podría haber aparecido el que galicado, con las siguientes excepciones: i) las cláusulas como ¿qué es lo que usted más usa?, en las que el antecedente es un pronombre o adverbio interrogativo; ii) las que carecen de sujeto explícito como Ø es lo que estábamos comentando el otro día; iii) las relativas explicativas del tipo yo estoy estudiando derecho, que es lo que más me gusta. A continuación se ofrecen varias tablas donde se muestra la alternancia entre las formas canónicas y que en los dos corpus estudiados. La alternancia se analiza tomando en cuenta el tipo de antecedente: frase nominal, locativo, modal, temPoral, causal y otros. En frase nominal hemos incluido aquellas construcciones en las que el antecedente es un pronombre, un sustantivo o una expresión substantivada siempre que no vaya precedido por ninguna preposición; en locativo, las oraciones en las que el antecedente remite a lugar; en modal, a modo; en temPoral, a tiempo; y en causal a causa. En el grupo otros incluimos las construcciones en las que el antecedente no pertenece a ninguno de los tipos mencionados. Comencemos el análisis por el corpus de escritores del siglo XX. 7. Todas las obras que integran la muestra han sido analizadas en su totalidad salvo la de Cabrera Infante que, por ser demasiado voluminosa, solo fue estudiada desde la página 23 hasta la 224. 8. Las muestras de habla culta son el resultado del conocido proyecto denominado “Estudio coordinado de la norma lingüística culta de las principales ciudades de Iberoamérica y de la Península Ibérica”, patrocinado por la comisión de Lingüística Iberoamericana “(P.I.L.E.I.). En la preparación del corpus de habla culta colaboraron Cleris Malavé, María Josefina Barajas y Domingo Ledezma, alumnos de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. 9. En todas las ciudades se analiza el habla de doce informantes, distribuidos por sexo (seis hombres y seis mujeres) y por edad (grupo generacional 1: de 25 a 35 años; grupo 2: de 36 a 55 años; grupo 3: de 56 años en adelante). El texto tomado en consideración fue de aproximadamente 3.200 palabras por hablante, salvo en las muestras de Sevilla, donde se analizaron doce transcripciones en su totalidad pues estas, en número variable, nunca llegaban a las 3.200 palabras). luciana de stefano, Paola bentivoGlio y mercedes sedano Tabla 1. Distribución de la alternancia forma canónica (fc)~que según el tipo de antencedente, en el corpus de escritores del siglo XX antecedentes fn locativo modal temPoral causal FC que FC que FC que FC que Benedetti 15 - 1 - - - - 2 - 1 - - 16 3 Borges 6 - - 1 - 1 5 4 - - - - 11 6 Bryce E. 35 - 2 1 - 1 6 11 - 3 4 - 47 16 Cabrera Infante 32 - 1 1 2 2 3 17 - 3 2 - 40 23 FC que otros total FC que FC que Cortázar 8 1 - - - - - 4 - - - 1 8 6 Delibes 4 - 1 - - - 1 - - - - - 6 - García Márquez 7 - - - 6 - 7 1 2 3 3 - 25 4 Onetti 2 - - - - - 1 - - - - 1 3 1 Rulfo 28 - 3 - 2 - 5 - - 1 1 - 39 1 Uslar Pietri 63 - 3 - - - 8 4 - 1 2 - 76 5 Vargas llosa 22 - 1 - - - - - - 4 - 1 23 5 En la tabla 1 se observa que, mientras unos autores emplean reiteradamente las construcciones hendidas y/o seudohendidas inversas, otros hacen un uso muy restringido de las mismas. Cabe señalar además que todos los escritores presentan algún caso de que galicado salvo Delibes que, curiosamente, es el único escritor español de la muestra analizada; los demás son latinoamericanos. Otro aspecto de interés de la tabla 1 es que en la columna donde el antecedente es una frase nominal, se registra una sola realización del que galicado. Como la misma proviene de Cortázar (cf. el ejemplo 3b), autor que pasó gran parte de su vida en Francia, esto podría hacer pensar que se trata, en ese caso concreto, de influencia del francés. En la tabla 2 se recogen los totales de la tabla 1 para dar una clasificación cruzada de la alternancia Forma canónica~que según el tipo de antecedente. 119 120 EL uSO DEL QUE GALICADO EN EL ESPAñOL ACTuAL Tabla 2. Clasificación cruzada de la alternancia forma canónica (fc)~que según el tipo de antencedente, en el corpus de escritores del siglo XX antecedente forma canónica 222 Frase Nominal % % que 99,5 1 total 223 0,5 Locativo 12 80 3 20 15 Modal 10 71 4 29 14 Temporal 36 46 43 54 79 Causal 2 11 16 89 18 Otros 12 80 3 20 15 Total* 294 81 70 19 364 *Los porcentajes de esta línea no corresponden a le suma de los porcentajes de las columnas verticales En esta tabla se pone de manifiesto que el menor uso de que se da cuando el antecedente es una frase nominal (0,5%) y, el mayor, cuando el antecedente es un causal (89%). En el resto de las construcciones hay una serie de frecuencias intermedias, la más elevada de las cuales se presenta cuando el antecedente es un temPoral (54%). La tabla 3, a continuación, análoga en cuanto a estructura a la tabla 1, muestra los datos relativos al corpus del habla culta. Tabla 3. Distribución de la alternancia forma canónica (fc)~que según el tipo de antencedente, en el corpus de habla culta de seis ciudades hispanohablantes antecedentes fn locativo FC que FC que modal temPoral FC que FC que causal FC que otros total FC que FC que Bogotá 14 - 2 - 6 3 - - - 1 - - 22 4 Caracas 22 - 2 - 1 - 7 2 - 3 1 1 33 6 México 11 - 5 - 2 - 6 - - 3 - - 24 3 Santiago 20 - 1 - 3 - - - - 3 - - 24 3 Madrid 8 - - - - - 1 1 - 1 - - 9 2 Sevilla 7 - 2 - - - 2 - - 1 - - 11 1 82 - 12 - 12 3 16 3 - 12 1 1 23 19 Total luciana de stefano, Paola bentivoGlio y mercedes sedano Estos resultados indican que en todas las ciudades estudiadas se registra algún caso de que galicado. Cabe señalar además que los hablantes de Madrid y Sevilla parecen emplear menos las construcciones hendidas y seudohendidas inversas que los hablantes de las ciudades americanas. Si volvemos a la tabla en donde se observa que el escritor español Delibes también hace un uso restringido de este tipo de construcciones, podemos aventurar la hipótesis de que las estructuras susceptibles de presentar el que galicado son menos frecuentes en la península que en América; esta hipótesis debería ser comprobada, desde luego, por futuras investigaciones. En la tabla 4, análoga en estructura a la tabla 2, se recogen los totales de la tabla 1 y se da una clasificación cruzada de la alternancia forma canónica/que según el tipo de antecedente. Tabla 4. Clasificación cruzada de la alternancia forma canónica (fc)~que según el tipo de antencedente, en el corpus de habla culta de seis ciudades hispanohablantes % total Frase Nominal antecedente forma canónica 82 100 % - - 82 Locativo 12 100 - - 12 Modal 12 80 3 20 15 Temporal 16 84 3 16 19 12 100 12 que Causal - - Otros 1 50 1 50 2 123 87 19 13 142 Total* *Los porcentajes de esta línea no corresponden a le suma de los porcentajes de las columnas verticales En esta tabla se observa que no hay casos de que galicado cuando el antecedente es una frase nominal; por el contrarió, cuando el antecedente es un causal, el uso de que llega al 100% de los casos. Si comparamos estos resultados con los da la tabla 2 nos damos cuenta de que, aunque con pequeñas preferencias cuantitativas, las tendencias extremas, es decir, las que corresponden a las construcciones en las que el antecedente es una frase nominal o un causal, son idénticas en ambos corpus. En la tabla 5 se ofrecen datos que permiten observar el empleo global de que en los dos corpus estudiados. De la tabla se han excluido las construcciones donde el antecedente es una frase nominal pues ya se ha visto que en las mismas prácticamente no se da el que galicado. 121 122 EL uSO DEL QUE GALICADO EN EL ESPAñOL ACTuAL Tabla 5. Clasificación cruzada de la alternancia forma canónica (fc)~que en las construcciones donde el antecedente no es una frase nominal corPus de escritores del s. xx FC 72 % 51 que 69 % 49 Total 141 corPus de habla culta FC 41 % 68 que 19 % 32 Total 60 Cabe señalar que la tabla 5 no ha sido elaborada para comparar los resultados de un corpus con los del otro –se trata de corpus muy diferentes– sino para poner en evidencia que el uso de que se da tanto en las obras literarias (49%) como en el habla culta (32%). Dejamos para futuras investigaciones el determinar por qué en las obras literarias parece emplearse el que galicado más que en el habla culta. 6. conclusiones. A lo largo de esta exposición hemos comprobado que el uso del que galicado: • • • No es un fenómeno reciente pues aparece ya en obras del siglo XVI. No parece deberse a influencia del francés sino a una tendencia general de las lenguas romances. No es un fenómeno estrictamente “popular” pues se da tanto en las obras de todos los escritores hispanoamericanos que hemos analizado como en el habla culta de las seis ciudades estudiadas. aPéndice A. Lista de las obras que conforman el corpus de escritores del siglo XX. Benedetti, Mario. 1980[1959] Montevideanos. México D.F.: Nueva Imagen Borges, Jorge Luis. 1975. El libro arena. Buenos Aires: Emecé. Bryce Echenique, Alfredo. 1981. Cuentos completos. Madrid: Alianza. Cabrera Infante, Guillermo. 1979[1967]. Tres tristes tigres. Barcelona: Seis Barral. Cortázar, Julio. 1977. 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ESTuDIO HISTÓrICO DEL LéXICO EN vENEzuELA 126 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 126-159 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA* (Selección de las voces de mayor interés en el español hablado en Venezuela) 1. introducción Un estudio que abarque todo el léxico de Venezuela relacionado con la vestimenta sería muy importante, ya que representaría un estudio histórico, cultural y social del país, pero nos hemos visto precisados a limitar por ahora el trabajo, –ya que rebasa nuestras posibilidades–, a seleccionar una cantidad pequeña de términos (veintinueve) que consideramos muy venezolanos y de interés especial para el conocimiento del español hablado en Venezuela; unos están en pleno uso, otros en desuso o casi olvidados, y hemos creído importante su estudio precisamente por constituir un vocabulario en vías de extinción. Las voces estudiadas son las siguientes: Andaluza, blusa, brecas, camarita, camisón, cholas, cota, cotizas, dormilona, flux, franela, fustán, fustansón, garrasí, guarda-camisa, liqui-liqui, manta, paltó, paltó-levita, pantaletas, pantaloncillos, pava, pavita, pajilla, pelo de guama, pumpá, saco, túnico, uña de pavo. Eludimos en este trabajo la designación de venezolanismos, término siempre muy discutible y debatible; en primer lugar, porque en rigor ningún término abarca toda Venezuela –aunque tampoco todos los usos del español general abarcan toda España–; y, en segundo lugar, porque es siempre difícil determinar la amplitud geográfica de un término que se da en Venezuela, es decir, si su uso se da en otros países hispano-americanos o en España. Preferimos dejar de lado este problema y hablar de voces usadas en Venezuela, y al estudiar cada una de ellas dar su alcance geográfico, histórico o social. Y llamaremos uso venezolano toda forma que se aparte del uso peninsular general o normativo, ya sea por algún matiz estilístico o ya significativo, por la mayor o menor profundidad o frecuencia de su uso o por su potencialidad lingüística para formar derivados, o acepciones figuradas. La lexicografía es, entre las actividades lingüísticas, “la que está más estrechamente relacionada con la vida humana en sus aspectos más variados” * Trabajo monográfico inédito, presentado en 1975, para optar al ascenso correspondiente a la categoría de Profesor Agregado en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. luciana de stefano (Haensch, Wolf, Ettinger y Werner 1982:12, nota 25).1 Con este trabajo entramos precisamente en un ámbito muy significativo de la vida del hombre, como es el relacionado con el vestido. Este campo léxico nos pone en contacto con las costumbres de un pueblo, la moda en las diferentes épocas y clases sociales, la desaparición de unas prendas de vestir y la creación o introducción de otras, la democratización del vestido, y las diferencias en el vocabulario según el nivel cultural o social de los hablantes. Para la elaboración de este trabajo hemos partido de la documentación escrita del fichero del Instituto de Filología “Andrés Bello”, que posee más de 100.000 papeletas reunidas alfabéticamente con material léxico referente a Venezuela desde el siglo XVI hasta nuestros días (textos literarios, documentación vieja, muchas veces los periódicos de la época, vocabularios ya hechos anteriormente, información oral contemporánea). Siempre que sea posible haremos referencia a los otros países hispano hablantes en que se registran nuestros mismos usos. Para ello utilizamos los vocabularios de los distintos países o regiones, y las monografías referentes al léxico, pero toda afirmación nuestra sobre la extensión del término en esos países debe tomarse con cautela, ya que el hecho de que no aparezca una palabra en los léxicos no permite asegurar que no se da en ese país. Por experiencia sabemos que los vocabularios no pueden registrarlo todo; también hay que tomar en cuenta que a través de esos vocabularios, monografías, etc., casi nunca se llega a saber si la palabra está aún en uso o no, ni a qué nivel socio-cultural pertenece. Con este material léxico hemos trabajado de la siguiente manera (cf. Imbs 1960 y Zgusta 1971): 1) Hemos comenzado por la definición de la unidad léxica: la función primordial de definir una palabra es la de permitir la identificación de la cosa denominada por oposición o diferencia con todas las otras cosas denominables, dando un contenido mínimo e igual para todos los usuarios. Hemos tomado en cuenta, en los casos pertinentes, los tres componentes del significado léxico: a) la denotación (lo que denota la unidad léxica); b) la connotación (valores emocionales y afectivos de la palabra); y, c) rango de aplicación de la palabra. Dentro de los problemas relativos a la significación, hemos tomado en cuenta 1. Nota del editor sobre la nota original: En el trabajo de ascenso original, la autora hace referencia a esta cita como extraída de una conferencia multigrafiada que formaba parte de los materiales del Seminario de lexicografía aplicada de Günther Haensch (cf. Stefano 1975:3). 127 128 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA los casos de polisemia y homonimia que ofrecen los términos seleccionados. Como primera acepción siempre damos la que se refiere a la vestimenta (solo porque es nuestro tema primordial).2 2) Seguidamente se da la unidad léxica en sus contextos, que se situarían en el plano saussureano del habla;3 aquí entramos en el plano diacrónico, ya que partimos de la fecha más antigua en que hemos podido documentar la palabra para llegar hasta nuestros días (la fecha que damos es de la 1ª edición). En los casos en que no ha sido posible encontrar la fecha exacta, como sucede con algunos artículos, cuentos, etc. damos una fecha aproximada, o la época en que vivió el autor.4 3) También señalamos los derivados, fraseología, etc. 4) Por último entramos en el dominio más complejo, el de la etimología, a menudo un terreno vago en el que se requiere la máxima cautela. No siempre hemos podido descifrar de manera enteramente satisfactoria la etimología de algunas palabras, por ejemplo, liqui-liqui y brecas, pero en esos casos hemos planteado las posibles hipótesis sobre el origen. La segunda parte del trabajo consiste en una visión sincrónica del vocabulario elegido. Por medio de la encuesta se aspira a confirmar cuáles de esas palabras están o no en uso entre los hablantes caraqueños, qué significado le dan a cada unidad léxica y las diferencias entre los dos niveles culturales elegidos. También hemos tomado en cuenta, al hacer la encuesta, el significado dominante de una palabra para los hablantes mismos, que sería el primero que viene a la mente del hablante cuando la palabra se le presenta aislada. Al hacer la encuesta hemos partido de algunos presupuestos inevitables en todo trabajo lingüístico, además de no olvidar que ya partíamos de un vocabulario previamente seleccionado. De los veintinueve términos estudiados sabemos que algunos de ellos ya no forman parte del vocabulario activo de los hablantes, ya porque el objeto designado ha caído en desuso o ya porque su nombre ha sido 2. Nota del editor: En el trabajo original, la autora ofrece varias acepciones: “Como primera acepción siempre damos la que se refiere a la vestimenta (solo porque es nuestro tema primordial) y luego las otras acepciones, generalmente usos figurados u homónimos, usuales en el español de Venezuela. La última acepción que damos –cuando la hay– es la del español general, siempre que sea de uso en nuestro país” (Stefano 1975:5). En la presente edición, por razones de espacio, hemos limitado la definición de la unidad léxica a la(s) acepción(es) que se refiere(n) exclusivamente a la indumentaria. Hemos seguido el mismo criterio con los comentarios de los apartados designados como ‘§.Etimología’. 3. Nota del editor: Igualmente, por razones de longitud, se han reducido el número de ejemplos por unidad léxica. No obstante, siempre se incluye el primer ejemplo para conservar el uso de más data documentado por la autora. 4. Nota del editor: En nuestra edición, hemos acompañado cada ejemplo con la referencia bibliográfica que le corresponde, de acuerdo con la bibliografía reportada por la autora en su trabajo de ascenso (cf. Stefano 1975:127-136). En algunos ejemplos, Stefano ha preferido usar la fecha de la primera publicación o el año de escritura del texto –o el rango de años en los cuales el escritor puso haberlo escrito–, como referencia para la documentación del vocablo. En estos casos, hemos conservado esa fecha entre corchetes, junto a la referencia bibliográfica respectiva. En el apartado destinado a la bibliografía, al final de la referencia, se adjunta una nota que explica la naturaleza de cada una de estas fechas. luciana de stefano suplantado por un nuevo vocablo. Hemos elaborado un conjunto de ilustraciones en las que aparecen los indumentos que nos interesaban: se les ha mostrado a los informantes el objeto para que lo identificaran. En el caso de las palabras en desuso hemos preguntado directamente por el término para que trataran de identificar lo que designaba y lo describieran.5 Nos hemos tenido que limitar en la parte sincrónica a informantes de Caracas, ya que estaba fuera de nuestras posibilidades realizar la encuesta en las diferentes regiones de Venezuela. Hemos tornado para la encuesta veinte informantes: diez del nivel I, es decir, cultos, y diez pertenecientes al nivel II, es decir, no cultos. Del nivel I forman parte en su mayoría profesionales universitarios; en el caso de las informantes de sexo femenino no todas poseen estudios superiores, pero por la clase social y cultural a que pertenecen las hemos incluido en este grupo. Los informantes elegidos para el nivel II, aun siendo no cultos, leen y escriben; las de sexo femenino son amas de casa y algunas, empleadas domésticas. Hay también que tomar en cuenta que estos informantes, tienen mucho mayor contacto con las zonas rurales que los del nivel I. Los veinte informantes están divididos de la siguiente manera: cinco hombres y cinco mujeres de nivel I. Cinco hombres y cinco mujeres de nivel II. En cuanto a las edades, los hemos dividido en tres grupos generacionales: i) de 18 a 29 años: un informante para cada sexo y nivel (4); ii) de 30 a 50 años: dos informantes para cada sexo y nivel (8); iii) de 50 años en adelante: dos informantes para cada sexo y nivel (8). Cuadro 1. Distribución de los hablantes encuestados nivel I - Cultos II - No Cultos edad sexo De 18 a 29 años M F 1 1 1 1 4 De 30 a 50 años M F 2 2 2 2 8 + de 50 años M F 2 2 2 2 8 5. Nota del editor: En los apartados designados como ‘§.Encuesta’, se transcriben solo las conclusiones generales del análisis. De nuevo, por razones de espacio y edición, se omitieron los resultados individuales por hablante, los cuales aparecen especificados en el trabajo original del cual deriva la presente publicación (cf. Stefano 1975). 129 130 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA 2. voces estudiadas 2.1. Andaluza: f. 1) Velo que usan las mujeres para cubrirse la cabeza en la iglesia; se diferencia del velo en que este es de forma rectangular mientras que la andaluza tiene la siguiente forma [¿]. En desuso. (1) a. Andaluzas desde 8 reales (La Granuja, 28-03-1887) b. se presentó la señora del jefe civil […] de andaluza porque también iba a confesarse (Otero Silva, 1961:156) 2.1.1. Etimología: Parece ser uso exclusivo de Venezuela; no lo registra ningún vocabulario hispanoamericano. El término proviene de la sustantivación del adjetivo en el compuesto mantilla andaluza, ya que este tipo de velo es típico de Andalucía. 2.1.2. Encuesta: En este caso hemos preguntado a los informantes por el nombre del indumento que llevan las mujeres en la cabeza para ir a misa, aunque hoy día está entrando en desuso. Podríamos concluir que la palabra velo es la que se usa actualmente en todos los niveles. La andaluza ya no forma parte del vocabulario activo de los hablantes. 2.2. Blusa: f. 1) Prenda de vestir masculina, parecida a una camisa, abotonada hasta el cuello y confeccionada en algodón; se lleva por fuera del pantalón y es holgada (en desuso). Se usa en el campo. En los Andes la blusa es la parte superior del liqui-liqui. (2) a. [representaba al mismo individuo en traje de autoridad] es decir, de blusa, franela y garrací uña de pavo, (Cabrera Malo, 1898:53) b. Vestía una blusa de dril terroso […] bien cerrada en el cuello, y por broche los inmancables botones blancos sin lustre, de piedra de sapoara, vieja moda guayanesa (Maldonado, 1920:28) 2.2.1. Etimología: Del francés blouse; 1a. documentación en español: s.XIX. En su 1ª. acepción en el DRAE es ‘vestidura exterior de lienzo o de algodón a manera de túnica corta, holgada y con mangas’. Como vemos corresponde en cierta forma a nuestra blusa. En Venezuela, blusa, además de designar la prenda exterior femenina –significado dominante en Venezuela–, que es del español general (cf. Moliner 1966), es también una prenda masculina cuya peculiaridad es que se lleva abrochada hasta el cuello y sin solapas. Corresponde a la chaquetilla de Andalucía y Castilla, luciana de stefano ‘chaqueta de tela o dril, sin solapas, abotonada hasta el cuello’ que en algunas zonas de Andalucía es también llamada blusa (cf. Alvar, Llorente y Salvador 1961-73:V, mapa 1387); además es un indumento rústico al igual que en Venezuela. La blusa, como se puede ver, es muy similar al saco del liqui-liqui, de ahí que en los Andes se le llame blusa y denominen liqui-liqui al conjunto, es decir, al saco y el pantalón. 2.2.2. Encuesta: En el caso de blusa, preguntamos directamente si la conocían como prenda masculina. La blusa es palabra caída en desuso y solo la recuerdan algunos informantes y los de mayor edad. Como se puede observar, los que la conocen, la consideran sinónimo de liqui-liqui en su 1ª, acep. (cf. §2.17, infra). 2.3. Brecas: f. (u. en pl.) Botines con elásticas; voz usada en los Andes, el Zulia, Falcón y Lara. (3) a. brecas son para todo fiel maracaibero los botines que llaman en cualquiera otra parte (Medrano, 1883:25) b. resuenan en el largo corredor los pesados trancos (están estrenando brecas) de sus oficiales (Picón Salas 1953:39) 2.3.1. Etimología: Acerca de breca con la significación de ‘botín’ no podemos dar ninguna explicación satisfactoria. Posiblemente se pueda explicar como un caso de “desplazamiento”, categoría semántica que comprende todos los cambios en que los dos significantes son incomparables. En el español general breca designa un pez parecido al pajel, y en portugués –lengua de mucha influencia en el papiamento– además de pejel es ‘contraçao espasmódica’ dos músculos’, ‘furor, saña’, derivados metafóricos de brecar ‘maniobrar os freios de un carro’, derivado a su vez del inglés brake ‘freno’. Como se puede ver, no hay relación posible entre estas significaciones y nuestro uso. La palabra breca, desconocida en Caracas, abarca la zona andina, el Zulia, Falcón, Lara y la isla holandesa de Curazao. Rodolfo Lenz la registra en El papiamento. La lengua criolla de Curazao (Lenz 1928:235): “breka = botin, de etimología desconocida”; también está registrada en el Woordenlijst en Samensprask (Hoyer 1946:27): “breka = botín” (en desuso actualmente). Es muy posible que del Zulia o de Falcón haya pasado a Curazao, pues siempre ha habido una comunicación constante entre el Occidente de Venezuela y Curazao, 131 132 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA donde el español está muy difundido; también es posible que el paso haya sido a la inversa, es decir, de Curazao al occidente del país. Si partimos del papiamento breka, nos encontramos con la palabra holandesa broek del inglés breeches, ‘pantalones que llegan hasta las rodillas como los usados para montar a caballo’. En inglés e irlandés tenemos brogue, ‘zapato fuerte especial para el campo; botas’, y ambas palabras, es decir, broek y brogue están etimológicamente emparentadas con el celta bracea ‘bragas’ (Cf. Onions 1955; Klein 1966). Es muy posible, por lo tanto, que breca sea de origen holandés y haya pasado al papiamento con una traslación de significado nada difícil: de ‘pantalones’ a ‘botas’ por semejanza o cruce entre dos significantes broek–brogue. Para confirmar esta última posibilidad sería necesario un minucioso estudio del término en Curazao, a través de informantes de cierta edad y documentación escrita. Algunos curazoleños recuerdan la palabra como uso de sus padres y creen que proviene de Venezuela. No he podido recabar otra información. 2.3.2. Encuesta: Por la encuesta realizada se ha comprobado que brecas nunca se ha usado en Caracas. Los 20 informantes la desconocen por completo. 2.4. (4) Camarita: f. 1) sombrero hongo, bombín. a. Métase aquí, dotol, o quítese esa ropa y esa camarita, porque esa es la causal de todo (Cabrera Malo 1898:165) b. ~. sombrero cuya categoría fluctúa entre el pumpá y el tirolé. Los franceses lo llaman melón y los españoles bombín (Job Pim 1916). 2.4.1. Etimología: Que sepamos, solamente se conoce el nombre en Venezuela. Es indudablemente un diminutivo de cámara ‘pieza pequeña de hierro con su fogoncillo que se usa en las festividades, es decir, morterete’ (DRAE, 11ª. acep.). Es probable que la camarita provenga de esa acepción de cámara, en cuanto que el sombrero hongo, por su forma rígida y redonda, recuerda a ese instrumento festivo muy usado en Venezuela. 2.4.2. Encuesta: Hemos mostrado la ilustración de este sombrero a los informantes. En el nivel I, los de la primera generación ya no conocen el nombre típico venezolano sino el término general; los demás lo conocen aunque no forma parte del vocabulario activo por ser objeto en desuso. 2.5. Camison: m. Término genérico para designar el vestido de la mujer. En desuso. luciana de stefano (5) a. ~. palabra corrompida. Palabra castiza: traje (El Monitor Industrial, 12-01-1859) b. Las mujeres se remangaron los camisones y las enaguas (Salazar Domínguez 1946: 32) 2.5.1. Derivados Encamisonado: hombre que se viste de mujer para robar o huir. (6) a. ~. Malhechor que salía antiguamente a altas horas de la noche, por los barrios poco frecuentados, trajeado de mujer y con un reluciente machete en la diestra (Job Pim 1916:991) b. Si es un vivo encamisonado el que me sale de sopetón […] aunque sea más feo que una tranca, pase, soy capaz de alentarlo, de chancearme con él (Maldonado 1920: 390) 2.5.2. Fraseología “Es mucho camisón pa’ Petra”: frase con que se expresa lo desproporcionado de algo en relación con la capacidad real o supuesta de la persona. (7) ¿Luis, usted no quiere que lo nombre jefe de la policía? –le preguntó un día de fiesta el coronel Barroso. ¿No será mucho camisón pa’ Petra, mi Coronel? Yo creo que eso me queda grande (Briceño Iragorry 1957:409) 2.5.3. Etimología: En el español general camisón, aumentativo de camisa, es decir, camisa larga, hecha de lienzo o algodón, usada para dormir. Es muy probable que se comenzara a designar el vestido de mujer como camisón porque recordaba, en cuanto que estaba hecho de algodón o lienzo, la camisa tradicional; es de recordar que estas telas solo se habían usado hasta el momento para la ropa interior. De ahí la razón de que nuestro camisón no designara el traje de seda negro, aunque después designó todo tipo de traje. Con la misma acepción está registrado en Colombia y Chile, aunque también en desuso en este último (cf. Rosenblat 1969:III,73-4). 2.5.4. Encuesta: En la encuesta se preguntó directamente a los informantes qué entendían por camisón. La palabra camisón está en desuso en Caracas. Los informantes la conocen bien, pero ya no forma parte de su vocabulario activo; en su lugar se usa el término genérico vestido; pero es muy posible que en las zonas rurales –por información oral– todavía forme parte del vocabulario activo de los hablantes. 2.6. Cota: f. 1) blusa de mujer; prenda exterior femenina que cubre la parte superior del cuerpo. 133 134 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA (8) a. ~. palabra corrompida; palabra castiza: jubón, corpiño (El Monitor Industrial, 01-01-1859) b. bajo la cota prensada se evidenciaba la graciosa ondulación del naciente seno (Gallegos 1946b: 98) 2.6.1. Etimología: Cota, ant. ‘jubón, el de cuero o de mallas llevado como arma defensiva’. Del significado específico de jubón ‘vestidura que cubre desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada’ (DRAE) ha pasado a significar en Venezuela la prenda femenina. Malaret 1955 la registra en Puerto Rico, pero con la acepción de camisa de hombre y también vestido de mujer. 2.6.2. Encuesta: Hemos preguntado a los informantes el nombre de la prenda dando la definición. Las informantes conocen la palabra cota y lo que designa, pero ninguna la usa ya, la consideran uso viejo. Los informantes masculinos todos conocen la palabra cota. En las zonas rurales forma parte del vocabulario activo. 2.7. Cotizas: f. (u. m. en pl.) Sandalias de cuero sin curtir que se sujetan con tiras también de cuero. En el Zulia es el calzado indígena hecho de fique y con una gran bola de algodón en el empeine. (9) a. [Fray Juan de Villegas] admitió para reparo de las plantas, unas suelas; eran tan pobres y groseras como de un pedazo de cuero crudo, que en este país llaman cotizas, atadas con una tomiza de palma (Caulín 1958[1750-9]:518a) b. [Amanda] no usa zapatos de tela con suela liza, a fin de tener pretexto de ponerse las cotizas a colores, con triple piso de fique tejido (Prato 1953:62) 2.7.1. Derivados COTIZAZO, cutizazo: ‘golpe dado con la cotiza’, ‘latigazo’. 2.7.2. Fraseología “Un resbalón de cotiza”: ‘un desliz, un error’. (10) Se cae la Magdalena / la misma Virgen María; / todas las mujeres tienen su resbalón de cotizas [trova popular] (Romero García, 1890:121) 2.7.3. Etimología: De origen incierto. Según Corominas 1954, es el resultado de un cruce de coriza, derivado de cuero, con la voz indígena cotara, cutara, cutarra o gutara ‘sandalia, chinela’. Este último vocablo lo estudia Friederici 1947, para luciana de stefano quien posiblemente es una corrupción de un dialecto de la Nueva España o de Centro América; las primeras documentaciones se encuentran en Sahagún, Las Casas y Fernández de Oviedo. “Un par de zapatos que los indios llaman gutarras, que son solamente las suelas con unas correas con que se atan desde los dedos al cuello del pie sobre los tobillos o a par de ellos” (Fernández de Oviedo 1959[1535]:???); la descripción corresponde a nuestra cotiza, pero no hay que olvidar que este tipo de calzado primitivo es general en muchos pueblos. La primera documentación que da Corominas de cotiza es de la según da mitad del siglo XIX, mientras que nosotros poseemos documentación anterior: “zapato o sandalias / putachir, mias, uptachir o cotiz” (Tauste 1888[1680]:I,18); y Caulín 1958[1750-9] que la dan como voz indígena de la zona oriental, es decir, de la lengua chaima (caribe). Las corizas o curizas de que habla Corominas, ‘especie de alpargatas de piel sin curtir y con cordones también de cuero’ se conocen en el lenguaje popular de las montañas de Santander (España) y cotiza podría relacionarse con este vocablo pero nos parece que este uso español es muy restringido geográficamente. Por otra parte cotiza solo se conoce en Venezuela y por adopción en la región de Río Hacha y Antioquia de Colombia (cf. Sundheim 1922). 2.7.4. Encuesta: Para cotiza hemos inducido la pregunta ya que espontáneamente ningún informante nombraba las cotizas al preguntárseles acerca del calzado. Podemos concluir que cotiza es palabra que está cayendo en olvido en Caracas ya que este tipo de calzado, al igual que la alpargata, ya no se usa. La alpargata es conocida por todos los hablantes pero no la cotiza. Los que conocen las cotizas (10 informantes) las consideran unas alpargatas; ninguno ha especificado que están hechas de cuero. Las cotizas son un calzado muy específico y usado solo en algunas regiones del país mientras que la alpargata ha sido por largo tiempo de uso general en todo el país y forma parte de lo que se considera típico de la vestimenta del venezolano. Es por ello que la cotiza es menos conocida y se la considera un sinónimo de alpargata. 2.8. Cholas, chola: f. 1) Chancletas, chinelas, zapatos chatos que suelen usarse dentro de la casa (general en Oriente, Centro y estado Falcón). (11) a. ¿No hay por aquí unas chancletas viejas? –¡Cómo no! A mí me faltará todo, menos un par de cholas–, contestó el interpelado (Maldonado 1920:49) b. Allí en el aposento, sentada sobre su cómoda mecedora, con su traje de inflada zaraza, con sus cholas de casimir negro, se encontraba doña Severa (Salazar Domínguez 1946:12) 135 136 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA 2.8.1. Derivados CHOLAZO: ‘golpe’. (12) ¡Miren que matá al tigre y tenéle miedo al cuero! Yo le hubiera dao unos cholazos (García 1939:57) CHOLIAR: ‘caminar arrastrando los pies’. (13) –¡Pobrecitas! Vendrán cansás. De Pueblo Nuevo a aquí hay mucho que choliá (García 1939:64) 2.8.2. Etimología: La primera acepción de cholas ‘chancletas, chinelas, alpargatas’ solo es conocida en Venezuela, y sobre todo en la zona oriental, de donde parecería ser originaria; de allí se ha extendido a otras regiones, pero en las otras zonas del país lo que predomina es la voz chancleta. Nos parece muy difícil que cholas en su primera acepción tenga relación con la voz indígena cholo,–a ‘indio, mestizo’ ya que nuestro uso no se conoce en otras partes de América, además de que está en cierta forma restringido a la zona oriental del país. Por otra parte, la documentación escrita que tenemos es muy reciente y resultaría arriesgado dar cualquier afirmación sobre su origen. 2.8.3. Encuesta: Podemos concluir que las cholas son por todos conocidas; esta palabra que es general en Oriente ha llegado a Caracas pero no se ha impuesto su uso frente a chancleta; en dos (2) informantes hemos podido observar un uso específico de la palabra cholas ‘zapato de goma tipo japonés’. 2.9. (14) Dormilona: f. Camisa que usa la mujer para dormir. a. dormilonas a seis, siete y ocho reales una (El Pregonero, 11-05-1900) b. ~ bata de dormir (Briceño Iragorry 1957:164) 2.9.1. Fraseología “Es más fea que negra en dormilona”: es comparación popular muy oída. (15) Yo que he visto tanta cosa / y el mundo de zona a zona / no he visto cosa más fea / que una negra en dormilona (Coplas oídas en los Bancos de San Miguel, Estado Guárico) 2.9.2. Etimología: Es uso exclusivo de Venezuela. Responde a un proceso muy luciana de stefano frecuente en la lengua general: tocador, peinador, mecedor, comedor, etc., que designan no solo personas sino objetos. El castellano de Venezuela tiene una serie de nombres del mismo tipo: haragán ‘flojo y utensilio doméstico’; peinadora ‘la que peina y el tocador’; así dormilona no solo designa la persona que duerme mucho, sino también la camisa de dormir (cf. Rosenblat 1969:III,72-74). 2.9.3. Encuesta: Está en plena vida. Los 20 informantes denominaron a la prenda de dormir femenina dormilona. Se diferencia de la pijama (o el pijama) en que esta está formada por pantalón y camisa, y es tanto prenda masculina como femenina. 2.10. Flux: m. (los fluxes, los fluses). Traje de hombre compuesto de pantalón y saco, con chaleco o sin él, del mismo material y color. (16) a. [El señor Escalante] se ajusta un magnífico flux que le ha hecho Duprat (Pérez 1942[1876]:190) b. se fue a la playa con su flux de paño negro, su chaleco de siete botones, su grueso bastón (Briceño Iragorry, 1957:181) 2.10.1. Etimología: El uso de flux por traje no es uso exclusivo de Venezuela (cf. Rosenblat 1969:I,234-38); se da en Colombia, casi toda América Central (Honduras, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua), las Antillas y parte de México. En Venezuela (pronunciado flus) es el traje de hombre que tradicionalmente se componía de tres piezas: pantalón, saco o paltó y chaleco. Hoy, en que ya no se usa chaleco, solo tiene el pantalón y el saco; puede ser de cualquier tela pero debe ser todo del mismo color y material; no designa trajes específicos como el frac, smoking, liqui-liqui, etc. La documentación más vieja que poseemos es de los costumbristas Pérez 1942[1876] y Bolet Peraza 1931 (quien vivió entre 1838-1906), y de Rivodó 1889. En España no se conoce con ese significado venezolano pero está relacionado con el juego de naipes; en el Siglo de Oro era habitual jugar a la primera o a quínolas. El Diccionario de Autoridades a comienzos del s. XVIII lo describe así: “la mejor suerte, y con que se gana todo, es el flux, que son cuatro cartas de un palo”. Con este significado se encuentra en muchos autores clásicos. El flux clásico es el mismo flush de los modernos jugadores de póker que consiste en tener las cinco cartas del mismo palo. La coincidencia del inglés flush y del castellano flux se debe a que ambos proceden del fr. flux a través del lat. fluxus ‘flujo’ que en los siglos XV y XVI está documentado como término del juego de naipes. Este uso de flux llegó a América 137 138 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA junto con el conquistador y algunos restos de este uso relacionado con el juego se conservan en varios países de América. De un lance en el juego de naipes, flux pasó a designar el traje; tener flux era tener las cartas del mismo color, de ahí pasó humorísticamente a designar el traje compuesto de tres prendas del mismo color. 2.10.2. Encuesta: Hemos dado a los informantes la definición del objeto designado y al mismo tiempo les mostramos una ilustración del flux. Es evidente que actualmente se está prefiriendo el uso de traje en lugar de flux entre los hablantes del nivel culto, los cuales consideran poco elegante la palabra flux. En el nivel II (no cultos), más conservador, sí hay una preferencia por el uso de flux. Es de notar que en los comercios anuncian, hoy en día, venta de trajes y no de fluxes. 2.11. Franela: f. 1) prenda de vestir de algodón y con mangas que usan los hombres debajo de la camisa. 2) prenda de vestir exterior tipo sport, de algodón tejido, tanto masculina como femenina. (17) 1ª acepción a. La costumbre de muchos es levantarse a las ocho con gorro en la cabeza […] franela en el pecho, capote para arroparse (Núñez de Cáceres 1939[1851]:159, nota 15) b. ~. almilla o guardacamisa (Picón Febres 1912:170) (18) 2ª acepción a. los gruesos bíceps y los pectorales abultados como mamas, parecía que iban a hacer estallar la franela (Gallegos 1946a[1920]:23) b. El gordo con sul vil franela listada (Pocaterra 1955[1922]:235) 2.11.1. Etimología: Del francés flanelle; 1ª. documentación en español: DRAE de 1817, con el valor de ‘tejido de lana’. La acepción de prenda de vestir se registra en Venezuela, Colombia y Puerto Rico. El paso de tejido fino de lana a la prenda de vestir no es extraño ya que es frecuente en la lengua. Ambas acepciones, prenda interior y exterior, se entrecruzan; en muchos casos de nuestra documentación es difícil precisar cuándo se utiliza, con uno o con el otro significado. Las razones están ligadas a la realidad socio–económica: para el hombre del campo la vestimenta es muy sencilla y menos exigente que para el hombre de la ciudad. La franela en el campo puede hacer de prenda interior y exterior a la vez. Tampoco por la documentación queda especificado si la franela es necesariamente con mangas. luciana de stefano 2.11.2. Encuesta: para todos los informantes es tanto la prenda interior como la exterior, pero con mangas. 2.12. (19) Guardacamisa: f. Camiseta o almilla a. ~. almilla (Aranceles de Aduana 1858:595) b. Iba [el Gral. Falcón] con la camisa por fuera y los brazos descubiertos: no usaba guarda-camisa o almilla (González Guinán 1910:VII,500) 2.12.1. Etimología: Son muchos los compuestos en español con guarda: guardarropa, guardabrisa, guardacosta, etc. Y lo general es que estos compuestos de verbo+sustantivo mantengan el género masculino, pero hay una serie de cambios a favor del femenino como es el caso de guardacamisa en el uso venezolano; al debilitarse o perderse el sentimiento de la composición, es decir, cuando la partícula verbal se fusiona con el sustantivo de tal modo que no se la reconoce como forma verbal, entonces entran en juego otras fuerzas, sobre todo la atracción analógica de la terminación o la terminación del segundo elemento (cf. Rosenblat 1953). El único documento que poseemos en que aparece guardacamisa con género masculino es el de 1859 de Daniel Mendoza: “el vestido de Palmarote no dejaba de interesar por su originalidad. Corto el calzón estrecho […] un rosario alrededor del cuello del guardacamisa ostentaba sus grandes cuentas de oro” (Mendoza 1940[1859]:93). Es uso exclusivo de Venezuela. 2.12.2. Encuesta: Hemos mostrado a los informantes diferentes ilustraciones; una camiseta sin mangas (a), una camiseta cerrada con manga corta (b) [ambas prendas van debajo de la camisa]; también mostramos una con mangas pero prenda exterior (c). Podemos concluir que la prenda masculina sin mangas es denominada por la mayoría con el nombre del español general camiseta, pero todavía está vigente el término guardacamisa, aunque para algunos es considerado uso del pasado. 2.13. Fustan: (variante fonética justán) m. Designa tanto la falda exterior como la prenda de vestir que va debajo de la falda. (20) a. un fustán de lienzo (Documentos de la sublevación de Andresote, 1733) b. ~. Se da este nombre a un vestido exterior de mujer, a modo de enaguas, que baja de la cintura a los pies. Los que se hacen de tela blanca y se usan interiormente los llaman fustanzones (Rivodó 1889:251) 139 140 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA 2.13.1. Derivados FUSTANEAR: v. ‘Dominar las mujeres a los hombres’. Derivado de fustán. (21) Esa [doña Bárbara] es una mujer que ha fustaneado a muchos hombres y al que no trambuca con sus carantoñas, lo compone con un bebedizo […] y hace con él lo que se le antoje (Gallegos 1950[1929]:108) FUSTANERO: Sust. m. ‘Hombre sometido a la mujer’. Derivado de fustán. (22) Allí no fue posible que los fustaneros los hombres que trabajan para doña Bárbara enlazaran un orejano, con todo y ser muy buenas sogas / […] / ya van a saber los fustaneros lo que son calzones bien puestos. Ahora es cuando vamos a ver si es verdad que todo lo que ronca es tigre (Gallegos 1950[1929]:108) AJUSTANADO, ENFUSTANADO, ENJUSTANADO: adj. m. Derivados de fustán tenemos ajustanado y enfustanado con su variante enjustanado. Se aplican a los muchachos y hombres que viven excesivamente pegados a la madre o a la mujer, que son las que los gobiernan. 2.13.2. Etimología: Su significado en el español general es ‘tela gruesa de algodón’; palabra común a los varios romances y al árabe hispánico y moderno; de origen incierto, tal vez arábigo. La primera documentación es de la Rioja 1289: fustañ. En Venezuela y otros países hispano-americanos (Colombia, Guatemala, México, Nicaragua, Ecuador, Perú) fustán ha pasado a designar la falda o refajo, y también la que va por debajo de la falda, es decir, la enagua. Con la acepción de ‘falda de mujer’ se encuentra también en el rumano: fustă; en el albanés: fuste; en búlgaro: fusta, y también el judeo-español fusta y fustán (Cf. Wagner 1930:75-77). El paso de ‘tela de algodón’ a la prenda de vestir es el mismo que se ha dado con franela, que de significar una determinada tela ha pasado a designar la camiseta. No es fácil determinar en todos los casos por los textos literarios cuándo fustán tiene la acepción de falda y cuándo la de enaguas, pero a través de los hablantes y de los lexicógrafos venezolanos sí hemos hallado ambas acepciones: para unos es la falda exterior y para otros la interior. Por otra parte, en el español general sucede lo mismo con enaguas, cuya primera acepción es falda interior pero también designa en algunos pueblos la saya exterior. Además, como es una palabra en desuso, tampoco es fácil determinar las áreas dialectales del término, aunque los lexicógrafos de la luciana de stefano región andina parecería que solo le dan la acepción de ‘enaguas’ y quizás la explicación resida en que los Andes es la zona venezolana más tradicional lingüísticamente, y la acepción de falda o refajo es sin duda más moderna, frente a la de enaguas. En la documentación más antigua aparece precisamente como sinónimo de enaguas, ya que estas se hacían generalmente de una tela burda como es el fustán, y luego designó por traslación la falda exterior. Fuera de Venezuela tenemos la primera documentación del cambio de significado en el Archivo de protocolos de La Habana (1578-85) está documentado “un fustán de cotonía” (citado en Boyd-Bowman 1971). Referente a Venezuela, la primera documentación que poseemos es de 1733, en que ya aparece con el significado de prenda de vestir (20a). Creo que valdría la pena transcribir una detallada descripción de esta prenda que da Francisco Tamayo en la Introducción y bibliografía del folklore del Estado Lara: el justán (fustán) era una holgada falda de una tela burda de color azul marino […] Esta falda llegaba hasta el tobillo; en el borde inferior iba adornada con un vuelo de la misma tela, llamado “faralao”; el ajuste a la cintura se efectuaba por medio de la “pretina”, la cual se prolongaba en unas largas trenzas llamadas “jaretas” […] y venían a anudarse por delante (Tamayo 1952:pp) 2.13.3. Encuesta: ver §2.14.2 infra. 2.14. (23) Fustansón: m. Medio fondo interior. a. Casualmente acertaba a pasar por la calle […] una señora […] Quiero decir que era una ciudadana de crinolina en tabardillo, con su apéndice de rígidos fustansones en tabardillo (Mendoza 1918[1860]:117) b. ~. falda interior, enaguas, zagalejo (Alvarado 1929: II,584) 2.14.1. Etimología: Como hemos visto, fustán designa para algunos la falda exterior y para otros las enaguas; de esa ambigüedad surgió sin duda el aumentativo fustansón que solo designa las enaguas, es decir, la falda interior. 2.14.2. Encuesta: Para los hablantes no hay una clara distinción entre fustán y fustansón y al mismo tiempo lo que designa exactamente: se observa poca precisión, ya que para algunos es la falda y para otros el fondo, o ya ambas cosas. Esta misma imprecisión se observa en nuestra documentación escrita. Fustansón es mucho menos conocido que fustán. Enfustanado (y sus variantes); hemos preguntado directamente 141 142 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA por el término. Todos los informantes han aclarado que este dominio se refiere solo al de la madre o mujeres de la casa, nunca al de la esposa o amante. La expresión es usada en el vocabulario activo de los hablantes. Las formas fustanear y fustanero son desconocidas para los 20 informantes. 2.15. Garrasí (garrazí, garrací): m. Pantalón ajustado que se abre a partir de la parte interna de la rodilla para terminar en dos puntas que llaman uñas de pavo. Era el calzón del llanero, pero desde hace mucho está en desuso. (24) a. Todos y las mujeres con más razón, somos esclavos de la moda; cada época tiene sus usos. ¿Qué les contestaría usted, si le echasen ellas en cara su eterno e inadmisible garrasí que usan ustedes hasta el fastidio? Y hay una gran diferencia en favor de las mujeres y es que las modas de ellas pasan, pero el garrasí no pasa nunca (Mendoza 1918[1860]:119) b. El uniforme azul de brandeburgos de oro y pantalón grana era aquel garrací mugriento destrozado en los fondillos (Pocaterra 1955[1922]:176) 2.15.1. Etimología: Para el estudio de garrasí parece evidente que hay que partir de garra, precisamente porque la forma de este indumento recuerda, las garras de un animal; por ello también se le llama garrasí uña de pavo que ha dado las dos formas: garrasí y uña de pavo. Garra ‘mano de las fieras y aves de rapiña, armada de uñas corvas, fuertes y agudas’. Un derivado regresivo de desgarrar parece ser el hispano –americano garra ‘trozo, pedazo, tira’ usado en México según Malaret 1942; en el Uruguay, la Argentina, Chile, Perú, Colombia, Venezuela y Costa Rica es ‘pedazo de cuero seco y arrugado’. Garrasí podría relacionarse tanto con la acepción general de garra como con la hispanoamericana. Pero no nos ha sido posible encontrar la explicación de la forma completa garrasí. 2.15.2. Encuesta: Como este indumento pertenece a una determinada región del país, los Llanos, y ha dejado de usarse desde hace 50 años aproximadamente, hemos preguntado directamente a los informantes por el garrasí. Los informantes que conocen el garrasí es por información literaria y no directa o han aclarado que tiene parientes llaneros. 2.16. (25) Uña de pavo: = garrasí. a. Y a propósito, el vestido de Palmarote no dejaba de interesar por su originalidad. Corto el calzón y estrecho, terminando a media pierna por unas piececillas colgantes que remedan, aunque no muy fielmente, las uñas de pavo, de donde toma su nombre (Mendoza 1940[1859]:53) luciana de stefano b. Por todo traje llevaba unos mugrientos calzones de los que el llanero llama “uña de pavo”, abiertos por los lados hasta las rodillas (Gallegos 1950[1929]:136) 2.16.1. Encuesta: El sinónimo uña de pavo es desconocido para los 20 informantes. 2.17. Liqui-liqui (liqui-lique, lique-lique): m. 1) chaqueta de dril de color claro, por lo general, con cuello cerrado muy parecida a una guerrera militar de los trópicos; 2) por extensión el conjunto de chaqueta y pantalón del mismo color. (26) 1ª acepción a. Mi tío es de los hombres que no pueden ser tratados sino por peonaje; aquí vive muy bien, con su liqui-lique remendado, sus anchos pantalones zurcidos (Romero García 1890:176-7) b. un indumento como el liqui- liqui, cuya esencia tanto es una guerrera militar como una blusa de jornalero (Briceño Iragorry 1957:41) (27) 2ª acepción a. esconde su hernia y su braguero pulcramente debajo del flux de liquilique (Arraiz 1938:121) b. Don Cipriano exagera su sainete de modestia. Lleva un sencillo y rural atuendo de “liqui-lique azul” (Picón Salas 1953:263) 2.17.1. Etimología: Ante todo daremos una descripción del liqui-liqui, considerado el traje típico masculino de Venezuela. Actualmente se da este nombre al conjunto de chaqueta y pantalón de dril blanco o de color crema aunque también puede ser de otros colores; es de cuello cerrado, sin solapas y con faltriqueras o bolsillos, abrochado el cuello con yuntas o mancornas de oro. La chaqueta es muy parecida a una guerrera militar. Los primeros liqui-liquis llevaban bordados de color en la pechera y cuello, como se puede observar por la documentación literaria. Liqui-liqui comenzó designando solo la chaqueta y se podía usar con pantalón de color diferente. En los Andes es más frecuente la denominación de blusa en lugar de liqui-liqui, lo que reafirma que liqui-liqui designaba la parte superior. Creo que primeramente hay que explicar el vocablo. El término liqui-liqui solo se conoce en Venezuela y en los Llanos de Colombia limítrofes con nuestro país, pero sin la reduplicación: Tobón Betancourt 1953 registra lique ‘saco’ y J. Eustacio Rivera, en su novela La Vorágine, que se desarrolla en esa región, nos dice: “vestían calzones de lienzo, camisa suelta llamada lique y anchos sombreros de felpa castaña” (Rivera 1957:29). En cuanto a la prenda de vestir no es propia solo de Venezuela; corresponde a la filipina de Cuba, ‘chaqueta de dril sin solapas’. Al parecer la prenda es originaria 143 144 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA de Filipinas; llama la atención que en un comienzo nuestro liqui-liqui llevase bordados, pues eso es propio del traje filipino, y a finales del s. XIX se puso de moda en España y América la vestimenta de Filipinas. Según el costumbrista venezolano Rafael Bolívar Coronado “las camisas de Garibaldi se corrompieron y vulgarizaron, como se corrompe y se vulgariza todo en esta tierra […] y de ellas salió el liqui-liqui, parto feliz de la cabeza de un sastre cubano, llamado Emilio Tornés” (Bolívar Coronado 1958[1890]:60); nos parece difícil que nuestro traje se origine de las camisas garibaldinas, que tienen cuello con solapas y que se llevan por dentro de pantalón, además de que su color distintivo era el rojo, mientras que sí es posible que haya sido difundido por un sastre cubano que ya conocía ese traje en su país. En cuanto a la palabra, su etimología es incierta: no la hemos encontrado como filipinismo en ninguna parte. Quizás esté relacionada con el francés liquette ‘camisa’ del argot que los estudiosos franceses no explican. Para Julio Calcaño, “es una voz singular formada del inglés like-like en el patuá o dialecto de las Antillas inglesas […] y es de uso común en la República y en las Antillas inmediatas” (Calcaño 1897:pp); esta noticia no la hemos podido comprobar, pero también es posible, ya que ese tipo de chaqueta es muy similar al traje de origen oriental usado en la isla de Trinidad y el procedimiento de duplicación se registra en varias hablas negroafricanas y negroamericanas como medio de intensificar lo que se quiere expresar. Como simple dato curioso en el slang inglés dicky (primera doc. 1781, des.) es ‘a worn–out shirt’, ‘a detached shirt–ront’; pudo haber sido llevada a las colonias inglesas (Cf. Onions 1955). No obstante, la reduplicación también es frecuente en las lenguas polinésicas; así, en hawaiano hemos encontrado la forma likiliki (reduplicación de liki), ‘ajustado, estrecho’, por ejemplo en la frase: likiliki loa keia lole, ‘este traje es muy estrecho’, que quizás pueda haber pasado a significar ese tipo de chaqueta, que es ajustada (cf. Pukui y Elbert 1957); al igual que tight ‘estrecho, ajustado’ en inglés y también ‘pantalón ajustado’. En el sandalwood english, una especie de pidgin-english hablado en Polinesia, Nueva Guinea y Australia, lengua franca de los nativos cuyo vocabulario es casi todo inglés, existe la palabra likkilik o liklik, ‘small, almost’ (Cf. Jespersen 1922:217). Lo más importante, me parece, es poder encontrar el lazo de unión entre nuestro uso venezolano y estas formas de las lenguas melanesio-polinésicas, o las formas inglesas; y es muy posible que el intermediario sea alguna isla de las Antillas inglesas. Me he puesto en contacto con profesores de Trinidad pero ninguno conoce la palabra. La idea de Julio Calcaño es válida quizá, ya que el nombre de la prenda penetró en Venezuela en esa época. El traje adquirió tanta difusión, porque ya existía luciana de stefano algo similar la blusa (cf. blusa, §2.2, supra) muy usada, especialmente en los Llanos, donde más arraigó el liqui-liqui. 2.17.2. Encuesta: Se preguntó a los informantes por el nombre del traje nacional o traje típico de Venezuela. Las 10 informantes de sexo femenino contestaron liqui-liqui y para todas es el conjunto de pantalón y saco. Los hombres del nivel I contestaron también liqui-liqui. No obstante, para los informantes de mayor edad de sexo masculino el liqui-liqui es específicamente la parte superior del conjunto lo que concuerda con nuestra documentación más vieja. 2.18. (28) Manta: f. 1) Tela de algodón ordinaria. 2) Traje de la mujer Guajira. 1ª acepción a. El dicho Roque Terán hace que las indias solteras y casadas vayan a desierbar con sus tazises y que las casadas traen [sic] a sus hijos a cuestas metidos en sus mantas el tiempo que trabajan (Encomiendas IV, 1947[1660]:50) b. Tela ordinaria de algodón que tejían los indios del Morro y Lagunillas (Edo. Mérida). Era muy solicitada por los hombres de los campos para hacer de ella camisas y pantalones (Picón Febres 1912: 242-3) (29) 2ª acepción a. la manta, vestido mujeril, es pañolón (Medrano 1883:7) b. después de lo cual sería el baño y el cambio de los vestidos usuales de la niña por la “manta”” de la mujer que la cubriese toda, hasta el suelo los ruedos de la falda, hasta las muñecas las mangas, pues solo la cara y las manos le permite a la guajira su honestidad llevar al descubierto (Gallegos 1944:32) 2.18.1. Etimologia: Manta, derivado de manto, es ‘pieza de lana que se usa para abrigarse’, en el español general y también en Venezuela; pero además de esta acepción, en nuestro país es ‘tela ordinaria de algodón’ (en desuso); este uso se relaciona con la 3a. acepción de manta en el DRAE: ‘ropa suelta que usa la gente del pueblo para abrigarse’. Ya desde el s. XVI manta está muy documentado en México como ‘pieza de tela de algodón que los indios usaban como pago de tributos’: “dan en cada tributo ocho o nueve cargas de mantas que es ropa blanca”; “30 mantas delgadas para hacer camisas” (citado en Boyd-Bowman 1971). Este uso de manta por ‘tela de algodón ordinaria’ aún está en uso en México. La documentación más temprana que tenemos referente a Venezuela es de 1660 y parece referirse tanto a un tipo de traje usado por los indígenas como una tela 145 146 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA ordinaria. Obsérvese que Picón Febres 1912 habla de manta como una tela fabricada por los indios de Mérida (28b), y aun hoy se llama manta en el Táchira a un determinado tipo de tela; tenemos información de este uso de Ureña, San Antonio y la Grita (Edo. Táchira). En Colombia la manta es de lana más gruesa. El paso de ‘tela’ a ‘traje típico de la mujer guajira’ es frecuente en el idioma (es el mismo caso de franela y fustán), ya que esa tela era fabricada originariamente por los indios y usada para su vestimenta; además este uso cubre toda la región occidental de Venezuela (los Andes y el Zulia). La manta guajira es un camisón ampuloso cortado en cuadrado, sin sisas ni pinzas, más largo atrás, de manera que se arrastra al caminar y es ajustado en el busto. Queremos hacer notar que para Medrano 1883 manta no es el traje, sino más bien el manto que llevan las guajiras encima del traje, que las cubre desde la cabeza hasta los pies; pero no hemos hallado otros testimonios. 2.18.2. Encuesta: los 20 informantes, al preguntárseles qué es una manta, inmediatamente contestaron ‘cobija’, por lo tanto es la significación dominante. Para la primera acepción, que de antemano sabemos que está en completo desuso, hemos preguntado directamente si conocen la manta como un determinado tipo de tela; para los 20 informantes este uso es desconocido. Para la segunda acepción hemos preguntado qué nombre le dan al traje usado por la mujer goajira. De 20 informantes apenas 3 dieron el nombre de manta. 2.19. (30) Pajilla: f. Sombrero de paja de alas duras y de copa oval achatada. a. Pinillos sonreía mirándose inquieto su inexpresivo paltó, la modesta pajilla, el humilde extremo de sus botas (Pocaterra 1918b:28) b. La cosa es que no traigo teja –advirtió el sacristán– y este pajilla no es muy canónico que digamos (Gallegos 1947[1935]:135) 2.19.1. Etimología: En el español general pajilla es el ‘cigarrillo hecho de una hoja de maíz’ (DRAE). Con el significado de ‘sombrero de paja, de alas rectas y duro’ precisamente por estar confeccionado con paja, el canotier francés y el straw hat inglés, lo encontramos en algunos países de América: México, Cuba, Paraguay y Venezuela. En Cuba y México es el pajilla, con género masculino y así lo usan Pocaterra (30a) y Gallegos (30c); es sin duda una elipsis de el sombrero de pajilla. La documentación posterior de Venezuela ya trae la pajilla, es decir, con género femenino, ya que el hablante ha olvidado la elipsis y la terminación lleva la palabra al femenino; obsérvese que en Pocaterra alternan las dos formas: “carga la chamarreta luciana de stefano verde como una bandera de derrota arrollada por el pescuezo […] y la capa de aguas vuelta un lío con el pajilla de Florida” (Pocaterra 1937[1927]:II,125). El sufijo diminutivo –illo, –illa, tan frecuente en España no se usa en nuestro país, donde lo general es –ito. El sufijo –illo, –illa, sin embargo, es muy rico en el español de Venezuela en la denominación de variedades o especies distintas de un objeto, para destacar el parecido (cf. Rosenblat 1969: III, 131); es decir, que el sufijo ha perdido su valor morfológico y semántico de diminutivo para lexicalizarse en formas como quesillo, hombrillo, jabillo, garbancillo (hay más de un centenar en Pittier 1926 para la designación de plantas) y en pajilla, sombrero que fue muy usado por todas las clases sociales hace varias décadas. 2.19.2. Encuesta: Los veinte informantes conocen el término pajilla y lo han descrito con exactitud. Vale la pena observar que el objeto designado está en desuso desde hace aproximadamente cuarenta años, pero el vocablo es bien conocido aunque forme parte del vocabulario pasivo de los hablantes. 2.20. (31) Paltó: m. Parte superior del traje masculino. Saco o Americana. a. Una vez en el corredor [el alcalde] pidió mi paltó y mi sombrero (Romero García s 1890:243) b. paletó… así como le tomamos al francés la voz levita, tenemos que tomarle la voz paletó, porque en asunto de modas, Francia da la ley […] Se equivocan los que lloran que no se diga paletoque. El cual es otra cosa, es un capote sin mangas, como el gabán es un capote con mangas. El paletó es distinto y tiene mangas (Calcaño 1897:413) 2.20.1. Etimología: Del francés paletot ‘abrigo’. La forma paletot está documentada en español ya en el siglo XIX, y en el Diccionario de la Academia figura paletó desde 1899 como ‘gabán de paño grueso, largo y entallado, pero sin faldas como el levitón’ pero actualmente está en desuso. La forma paltó del español de Venezuela ha entrado directamente a través del francés, ya que esa es la pronunciación francesa del vocablo paletot, mientras que paletó del español general entró por vía escrita; además, el siglo XIX es el siglo de mayor influencia francesa en América, y en Venezuela había colegios donde toda la enseñanza era en francés. En Venezuela paltó es la ‘americana’ y nunca el abrigo; la edición [¿?] del Littré define el paletot como ‘vetement de drap moelleux et chaud que les homrnes portent, tantot seul, tantot, est c’est le plus ordinaire, sur un autre vetement’. La primera documentación que poseemos de paltó es de 1890 (31a); Julio 147 148 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA Calcaño en El castellano de Venezuela (1897) documenta paletó como galicismo y llama la atención la forma paletó, ya que en toda nuestra documentación solo hemos encontrado paltó; si bien no queda muy claro en el texto citado qué es el paletó (31b), al hablar del flux (párrafo 802) se aclara que es el saco: “flux… vestido de hombre compuesto de saco o de paleto” (Calcaño 1897:pp). Desde la segunda mitad del siglo XIX se introducen en Venezuela dos vocablos: el paltó-levita que corresponde al chaqué o levita del español general, indumento usado por las clases más altas; para esa misma época se pone de moda la chaqueta corta, que no es más que una levita que se ha ido acortando y que va desplazando al paltó–levita; el paltó–levita, va quedando circunscrito a las ceremonias de importancia. Es la época de la democratización en todos los aspectos de la vida y por lo tanto también del traje, y el paltó representa esta igualación en la ropa. Así el paltó–levita designa ‘la chaqueta larga que a partir de la cintura se abre hacia atrás formando dos faldones’, y el paltó ‘la chaqueta o americana’. 2.20.2. Encuesta: Cf. §2.21.2, infra. 2.21. (32) Saco: m. Chaqueta, americana, paltó. De uso general en América, a. Naturalmente, el enterarse del pergeño que traía, de la gresca que en su cogote armaban los cuellos del saco y la camisa […] se carcajeaban (Picón Febres 1899:46) b. se lavó la cara en el aguamanil y se puso la corbata y el saco (Uslar Pietri 1962:262) 2.21.1. Etimología: En español general en su primera acepción es ‘recipiente de papel, tela, cuero, etc., abierto por un lado’ que también es de uso general en la América hispana; pero en su tercera y quinta acepción (DRAE) es una ‘vestidura rústica’ y está documentado ya desde el siglo XIV y muy usado por Quevedo, pero actualmente se considera arcaísmo. En un documento de 1569 ya tenemos el uso de saco por prenda de vestir: “venía vestido con un saco de malla” (Cf. Arellano Moreno 1964:7). Es indudablemente un uso arcaico, que en España ha quedado relegado como un regionalismo: en Canarias saco es el abrigo femenino, y en Andalucía es una prenda corta hecha con lana entretejida, y a la blusa en algunas regiones de Andalucía, ‘prenda exterior femenina’ se le llama saco (cf. Alvar, Llorente y Salvador 1961-73). En América, como sucede en las áreas alejadas de la metrópolis, se ha mantenido y generalizado el vocablo, y actualmente es la ‘chaqueta o americana’. 2.21.2. Encuesta: Hemos trabajado en la encuesta paltó y saco conjuntamente, ya luciana de stefano que ambas designan el mismo objeto. Hemos enseñado a los informantes ilustraciones de trajes masculinos: un flux (traje entero) y otra en el que pantalón y saco son diferentes. Para los informantes paltó y saco designan la parte superior del flux; cuando es diferente, es decir, tipo sport es una chaqueta. Se puede concluir que paltó se prefiere a saco a pesar de la coexistencia, ya que aparece usado en primer lugar y hay además hablantes que manifiestan no usar nunca la palabra saco con esa acepción. 2.22. Palto-levita: m. Chaqué. Prenda masculina a modo de chaqueta que a partir de la cintura se abre hacia atrás formando dos faldones. (33) a. se mira por última vez en el espejo y, sacudiendo en el aire el carnoso jazmín del malabar, lo acomoda en el ojal del paltó levita (Urbaneja Achelpohl 1944[1894]:I,28) b. Las vidas oscuras son estas, las de los murciélagos de paltó levita (Pocaterra 1916:256) 2.22.1. Etimología: Véase paltó (§2.20.1, supra). 2.22.2. Encuesta: Este indumento ha sido siempre un traje de etiqueta, y por tanto de las clases altas. Hemos mostrado una ilustración del traje a los informantes. Los informantes del nivel I respondieron correctamente. Mientras que en el nivel II hubo un mayor desconocimiento de la palabra. 2.23. Pantaletas: f. (u. m. en pl.) Prenda interior femenina que va desde la cintura hasta el arranque de las piernas, con aberturas para el paso de estas. (34) a. en un anuncio aparece, pantaletas (El Federalista, 14-02-1865) b. Todos gritaban o gesticulaban con los brazos alzados al vender o comprar las cosas más disímiles: navajas de afeitar, pantaletas rosadas (Otero Silva 1961:241) 2.23.1. Etimología: Derivado de pantalón, del francés pantalón. La 1ª documentación en español es de 1800 en Leandro Fernández de Moratín; la Academia lo acepta en 1843. Pantaleta es un diminutivo sincopado del anterior; el sufijo –ete, –eta, aunque no es muy frecuente, lo tenemos en varios términos de uso común: pañoleta, pandereta, camiseta, etc. La palabra pantaletas, ‘prenda femenina interior’ es de uso en algunos países hispanoamericanos (Colombia, Perú, México, Puerto Rico y Venezuela). En Venezuela la primera documentación es de 1865 (34a); como vemos, bastante temprana. El indumento ha cambiado a través del tiempo; es decir, se ha ido achicando 149 150 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA siempre más, pero se mantiene el nombre aunque ha entrado en uso el anglicismo bloomers (pronunciado bluma, blúmer), que en cierta forma se siente como un eufemismo por su carácter extranjero. 2.23.2. Encuesta: Hemos mostrado a los informantes ilustraciones de dos tipos de interiores femeninos: los que llegan hasta la cintura (a) y los que llegan hasta las caderas (b). Las mujeres de ambos niveles (I y II) designaron al tipo (a) pantaletas; mientras que al tipo (b), las informantes del nivel I lo designaron pantaletas bikini, a diferencia de las del nivel II que lo llamaron blúmer bikini. Todos los informantes masculinos denominaron indistintamente pantaletas al tipo (a) y (b). Algunos, además, usaron la palabra blúmer. En la designación de esta prenda se puede comprobar que los de sexo masculino no diferencian el tipo (a) del (b), precisamente por ser prenda femenina. En las mujeres hay una clara distinción entre ambos tipos. Los informantes del nivel I sienten el uso de blúmer como un anglicismo cursi. En el nivel II se usa más blúmer por considerarlo más fino que pantaletas. Hemos podido observar que las dependientas de los comercios usan la palabra blúmer. El uso de calzón y bragas, que se da en otros países de América, aquí no designan las pantaletas sino otro tipo de prendas de vestir. 2.24. Pantaloncillos: m. pl. Calzoncillos. Interiores masculinos de tela de hilo, lana o algodón. (35) a. Escenas cómicas de hombres en pantaloncillos (Pocaterra 1918a[1913]:35) b. el doctor Caminero decía que el día en que muriera, no necesitaba más que unos pantaloncillos y una guardacamisa (Ovalles 1935:47) 2.24.1. Etimología: Diminutivo de pantalón así como calzoncillos se ha formado sobre calzón. El uso de pantaloncillos se da también en Colombia (cf. Florez, Montes Giraldo y Figueroa 1969) aunque es más frecuente interiores; también se registra el uso en Puerto Rico. 2.24.2. Encuesta: Hemos preguntado a los informantes el nombre con que designan a la prenda masculina que va debajo del pantalón. La mayoría de los informantes usan interior o calzoncillo del español general. Solo dos contestaron sin inducir la palabra, pantaloncillos. Algunos desconocen el término, mientras que otros conocen luciana de stefano el vocablo pero no lo usan por considerarlo anticuado. Puede afirmarse que en Caracas la palabra pantaloncillos ha caído en desuso. 2.25. (36) Pava: f. Sombrero de copa baja y de alas anchas. a. ~. Palabra corrompida. Palabra castiza: sombrero de copa baja y grande ala (El Monitor Industrial, 15-10-1859) b. ~. Sombrero de Panamá, o de otra fibra, ancho de alas (Alvarado 1929: I,343) 2.25.1. Etimología: Pava, en la acepción de ‘sombrero’ no es de uso exclusivo de Venezuela; también se ha registrado en Colombia, Puerto Rico y Ecuador. En la Argentina es ‘sombrero de ala angosta y acanalada y copa generalmente redonda’ aunque actualmente está en desuso, al igual que en Venezuela (cf. Garzón 1910). Hay que señalar que aunque en el español general pava no tiene la acepción de ‘sombrero’, pavero designa el ‘sombrero de ala ancha y recta y copa cónica que usan los andaluces’ (a partir de 1936 lo trae el DRAE; también, cf. Alcalá Venceslada 1933: pavero ‘sombrero de ala ancha y copa en forma de cono truncado’). Es posible que pava sea un uso metafórico humorístico y quizás esté relacionado con la acepción de ‘mala suerte’ por el color negro del sombrero. Nuestra documentación se remonta a 1859 (36a) y como se puede observar por los anuncios de periódicos de esa época, la pava podía estar hecha de diferentes materiales, hasta podía ser de color negro y usada tanto por el sexo femenino como por el masculino; posteriormente la pava designó solo el sombrero de paja usado por las mujeres, y especialmente el sombrero alón margariteño. 2.25.2. Encuesta: Hemos pedido que nos describan el sombrero denominado pava. Como este tipo de sombrero se sigue usando ya sea en el campo o para la playa el nombre no ha caído en olvido aunque no forme parte del vocabulario activo; los hablantes actualmente, para designar ese tipo de sombrero usan el nombre genérico de sombrero de paja. 2.26. (37) Pavita: f. Diminutivo de pava, un tipo de sombrero, con diferenciación semántica a. Filomeno toma el sombrero: una pavita negra que viene con el traje, le busca acomodo en la cabeza (Urbaneja Achelpohl 1944[1894]:: I,28) b. ~. Canotier, sombrero de paja, de pajilla, con ala angosta y copa baja. Diminutivo de pava (Alvarado 1929: II,660) 151 152 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA 2.26.1. Etimología: Con el significado de sombrero solamente lo hemos registrado en la Argentina (cf. AUTOR 1973), aunque ya en desuso, y designaba el ‘bombín’, el derby ‘bombín’ inglés que corresponde a nuestra camarita. Muy probablemente pavita es una designación metafórica por su parecido con la pava ‘recipiente de metal en forma de tetera para cebar el mate’ (Argentina, Bolivia y Paraguay). En Venezuela pavita es el diminutivo de pava y debió designar cualquier tipo de sombrero más pequeño que la pava. La documentación escrita no aclara qué tipo de sombrero es la pavita; Urbaneja Achelpohl se refiere a un sombrero masculino y de color negro (37a), por lo tanto no de paja. Para Lisandro Alvarado la pavita es la pajilla (37b) y llama la atención que en sus Glosarios no aparece pajilla. Tal como la describe Job Pim (37c) la pavita también parece una pajilla. Si la mujer ahora va peinada / –como decimos– a pedir de boca, / no diremos lo mismo de la toca / que, si la favorece es casi nada. / Por su forma, la toca un plato evoca, / y es menester llevarla muy sesgada… ¿por qué no se repudia esa “pavita…” (Job Pim 1959[1930]:671) 2.26.2. Encuesta: Como pavita es una palabra en desuso hemos preguntado directamente por este tipo de sombrero. Se puede ver que, de 20 informantes, 11 no saben qué es la pavita; los restantes no pudieron precisar qué tipo de sombrero es; lo consideran una pava pequeña. 2.27. Pelo de guama (pelo e’ guama): m., sombrero de alas anchas, de fieltro aterciopelado y de color marrón, usado en el campo. (38) a. bajas, muy bajas, hasta rozarnos los hombros las anchas alas de los sombreros de pelos de guama (Cabrera Malo, 1898:15) b. 600 jinetes traídos de los hatos guariqueños, uniformados con el sombrero pelo de guama y el blanco liquilique […] le escoltan a Cipriano Castro a su llegada a Calabozo (Picón Salas 1953:249) 2.27.1. Etimología: Sombrero de fieltro aterciopelado, de color marrón rojizo y de alas anchas; es sombrero de lujo, ya que para la faena se usa el de cogollo. Es un indumento importado de Europa, pero aquí ha adquirido ciudadanía venezolana, por su designación metafórica. Su nombre le viene, precisamente, por su color y textura muy semejan te a la guama (también llamado guamo), árbol tropical del género inga, cuyas vainas son luciana de stefano peludas y de color marrón. Es curioso observar que en el Táchira llaman guama, a la cabellera larga de la mujer. Guama o guamo es vocablo arahuaco; aparece usado por Fernández de Oviedo en su Historia general y natural de las Indias (1535) y por cronistas de Venezuela como Fray Pedro de Aguado y José Gumilla. Es nombre de diversos árboles del género inga, de las Antillas. 2.27.2. Encuesta: Hemos descrito este sombrero y 18 informantes han respondido correctamente, solo dos (2) no lo conocen. Este sombrero es muy usado en el interior del país; forma parte del traje típico del venezolano. Aunque el sombrero esté en desuso en la ciudad, no se puede decir que la palabra forme parte del vocabulario pasivo; todos los informantes al describírsele el sombrero no titubearon al contestar y tampoco sienten la palabra como algo del pasado. 2.28. (39) Pumpá: m. (los pumpás, los pumpáos). Sombrero de copa. a. “Pun, pa, pa”. En esta fecha se ha establecido una sombrería en este puerto… en dicho establecimiento se encuentra un baratísimo y variado surtido de sombreros (El Independiente, 03-01-1861) b. una de vuestras amigas os echa al rostro un puñado de papel de colores. Usted se quita el sombrero de seda, que se llama en Caracas pum-pá, por imitar el ruido del cañón (Martí 1953[1881]:596) c. En la muchedumbre de elegantes se advertían de vez en cuando, entre los sombreros de fieltro y los panamás, algunos sombreros europeos de copa alta. No hace más de una veintena de años que se conocen en Venezuela, y la sensación que produjeron en su primera aparición fue enorme. Se introdujo ante todo el clac o sombrero de resortes, que los primeros poseedores se divertían en hacer funcionar. De tal modo que los negritos perseguían por las calles a los que se atrevieran a usarlos, gritándoles a voz en cuello: “¡Pum-pá, pum-pá!”, por alusión al ruido que resultaba de la tensión repentina de la tela del clac desplazada por los resortes. El nombre ha tenido fortuna y aun hoy una de las grandes sombrerías de Caracas lleva como insignia: “La Rosa y el pumpá” (Tallenay 1954[1884]:71-72) 2.28.1. Fraseologia “Le queda como pumpá de resorte”; “Le queda como pumpá de ministro”: Es decir, muy grande, en sentido figurado. (Cf. Erminy Arismendi 1953:60). 2.28.2. Etimología: El término pumpá es propio de Venezuela, y designa el sombrero de copa alta de forma cilíndrica cuyas designaciones más generales son: sombrero de copa, sombrero de seda, sombrero de pelo, chistera. (Cf. Rosenblat 1969:IV,204-7). 153 154 TErmINOLOGÍA DE LA vESTImENTA EN vENEzuELA Como explican José Martí y la Marquesita de Tallenay, el nombre le viene del ruido que hacían los resortes del sombrero de copa. Esta explicación se confirma con documentes anteriores a 1890; el de 1861, en el periódico El Independiente, donde se alude a la desagradable costumbre caraqueña de burlarse de quienes llevan el sombrero de copa gritando “¡pun, pin, pa!”, y del mismo año en el anuncio de una sombrería aparece en moldes grandes: Pun, Pa, Pa (39a), sin duda para llamar la atención del lector con esta forma onomatopéyica, que debía oírse en las calles de Caracas. Por otra parte, esta designación no es una forma extraña, ya que en Francia lo llaman clac, también por imitación del ruido que producen los resortes. Pumpá frente a la unidad lexical sombrero de copa tenía una connotación burlona, pintoresca pero al generalizarse y al entrar en el sistema perdió tal valor connotativo. La misma forma chistera, general en España, es burlona, puesto que la palabra en su primera acepción significa ‘costilla que usan los pescadores para guardar los peces’ y la segunda acepción fue aceptada por la Academia solo en 1884. Por simple curiosidad recordemos otras designaciones pintorescas de este sombrero que aluden ya sea a la forma o al ruido: tarro en el Perú y Bolivia; bomba, cubeta y sorbetera en México; bomba en Cuba; decalitro en Chile; cubilete en Colombia. El pumpá empezó a usarse alrededor de 1850-1860 y era un indumento que acompañaba al paltó-levita; sin duda de las clases altas. Actualmente ha entrado en desuso y ha quedado relegado para algunas ceremonias, como los matrimonios muy elegantes, en que se lleva con el paltó-levita. 2.28.3. Encuesta: Hemos mostrado una ilustración de este sombrero. A pesar de haber caído en desuso el objeto designado, la palabra está viva en los hablantes quizás porque se ha mantenido en los disfraces del carnaval y porque es el sombrero que habitualmente usan los prestidigitadores. 2.29. Tunico: m. Pieza de la ropa interior femenina, larga y sin mangas. Está en desuso. (40) a. ~. palabra corrompida. Palabra castiza: túnica, camiseta blanca (El Monitor Industrial, 1011-1859) b. Al pilar, alzaba y bajaba los brazos graciosamente y le temblaban los senos menudos bajo la tela del túnico (Otero Silva 1965[1955]:136) luciana de stefano 2.29.1. Etimología: La túnica en el español general es la vestidura que usan los religiosos bajo el hábito, y también ‘vestidura exterior amplia y larga’. De ahí que en América el uso de túnica haya quedado relegada para la vestimenta de los santos y túnico para la de la mujer. En Cuba, El Salvador, Perú y Honduras el túnico es el traje exterior femenino, mientras que en Venezuela y Colombia es pieza interior, ya que la exterior se denomina camisón. La palabra túnico está en desuso, ya que lo que designaba también lo está. Era la primera pieza de vestir que se ponía la mujer, es decir, un fondo entero, descotado y sin mangas; encima venía la cotilla, que correspondería a nuestro sostén actual; luego el medio fondo, amplio y de volantes llamado fustán o fustansón, y, finalmente, el vestido o camisón. La flexión –o –a del género gramatical está frecuentemente al servicio de una diferenciación objetiva; en una serie de casos, la forma en –a indica un tamaño mayor (manga, de mango). En español los usos de este tipo suman muchos centenares: banco–banca, sayo–saya, lapicero–lapicera, cesto–cesta, velo–vela, etc. 2.29.2. Encuesta: En la encuesta preguntamos directamente por túnico. Se puede observar que en ambos niveles se da el mismo fenómeno; entre los de sexo masculino solo los de mayor edad conocen el término. Entre las mujeres, las de la primera generación ya no la conocen. Además en el 2do. nivel, un par de informantes consideran el túnico también prenda de dormir, lo cual es comprensible, ya que en las clases más bajas hay mayor diferenciación en el uso que se le da a las prendas de vestir. referencias BiBliográficas Alcalá Venceslada, Antonio. 1933. Vocabulario andaluz. Andújar: La Puritana. Alvar, Manuel, Antonio Llorente y Gregorio Salvador. 1961-73. Atlas Lingüístico y etnográfico de Andalucía. Tomo I-VI). Granada: Universidad de Granada, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Alvarado, Lisandro.1929. Glosarios del bajo español en Venezuela. I y II. Caracas: Tipografía-Litografía Mercantil. Aranceles (de aduana) del 27 de diciembre de 1858. Recopilación. Arellano Moreno, Antonio (comp.). 1964. 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Boletín de la Academia Argentina de Letras XXXVIII, 147-148 159 160 BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 160-164 la Pasión Por las fuentes: notas a dos Proyectos Giovanna D´Aquino Ruiz Universidad Central de Venezuela correo@electronico Irania Malaver Universidad Central de Venezuela [email protected] Krístel Guirado Universidad Central de Venezuela Universidad de Zaragoza [email protected] LA BASE DOCumENTAL DEL DIvE, 1948-2018: 70 AñOS DE PAPELETIzACIÓN y mEmOrIA La creación de las bases del DIVE se inició con la llegada de Ángel Rosenblat a la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela en 1948; ahí funda el Instituto de Filología “Andrés Bello” (IFAB), destinado a iniciar los estudios en el campo de la Filología moderna en el país. Uno de los objetivos principales del plan de trabajo inicial del instituto fue la elaboración de un Diccionario histórico del español de Venezuela. Con este propósito, se da inicio a la compilación de textos para la elaboración de fichas o papeletas que permitieran archivar y sistematizar, si no todos, la mayor cantidad de usos particulares del español en Venezuela en un fichero léxico. En general, los diccionarios pueden revelar el sentir de un pueblo; y en particular, los diccionarios como instrumento cultural, recogen la esencia y la transformación de las cosas, lo propio del entorno y la conducta de la gente. Debemos suponer que el acercamiento a los materiales escritos y el contacto cotidiano con el habla del venezolano, le mostraron al profesor Rosenblat que nuestra variedad léxica tenía la suficiente madurez para emprender la tarea de elaborar ya no un diccionario histórico sino un diccionario que mostrara los usos particulares que le damos los hablantes venezolanos al español. irania malaver, Giovanna d´aquino ruiz y Krístel Guirado Un año antes de su jubilación, y tras casi tres décadas de recopilación de los materiales, el profesor Rosenblat comenzó la redacción del Diccionario de venezolanismos (DIVE) en 1975.1 A partir del siguiente año, la investigación fue coordinada por la profesora María Josefina Tejera, quien se encargó de llevar las cien mil (100.000) papeletas existentes a doscientas mil (200.000).2 En 1983, se publicó el primer volumen del DIVE (A-I), con mil novecientas (1.900) entradas. Posteriormente, en 1993, se publicó la segunda edición con los tres tomos completos, con un total de cinco mil ocho (5.008) entradas.3 En el primer tomo del DIVE 1993, se enumera buena parte del equipo que contribuyó en la elaboración del diccionario. María Josefina Tejera aclara que el equipo de redacción de DIVE fue también responsable de la papeletización. Este equipo estaba conformado por Amanda Arosemena de Contasti, Luciana de Stefano (quien durante 1980 fue investigadora responsable del Proyecto ante el CDCH-UCV), Emilia Esther García, Aura Gómez, María Luisa González, José Fernando Herrera, Yubiris Medina, Griselda Navas, María Teresa Pajares, Nancy Parra, Juandemaro Querales, Julio César Sánchez, Alicia Salazar y Gerardo Vivas. Sin embargo, resulta obvio que una empresa de estas magnitudes amerita de la voluntad de mucho y por ello, seguramente, sería imposible precisar cuántas personas acompañaron al profesor en esta empresa.4 En palabras de Luciana de Stefano: 1. El fichero léxico ha servido de base no solo para la elaboración del DIVE, sino también de la columna “Buenas y malas palabras” que llevó Ángel Rosenblat entre 1954 y 1956 en el “Papel literario” de El Nacional, así como del volumen con el mismo título donde se recopilan estos artículos (Rosenblat [1956]1989). Igualmente, Aura Gómez hace uso del fichero para la redacción de su libro El Lenguaje coloquial venezolano (Gómez 1969). Para una explicación más amplia, véase De Stefano 2003. 2. Ambos proyectos de grupo –Diccionario de venezolanismos (H-15.01/75; H-24.01/78; H.15.01/80; H-15.01/81 H-07.12/83 H-07.12/85) y Nuevos registros para el Diccionario de venezolanismos (08.33.2216/89; 08.33.2216/91; 07.33.2216/93)– fueron registrados y financiados por el CDCH-UCV. 3. El DIVE es una obra que busca describir las voces usadas en Venezuela que no están incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española, o que están registradas con un significado diferente, es decir, nuestras voces y expresiones propias y características que nos diferencian de otros países hispanohablantes, así como también las palabras de uso general en el idioma español que adquieren en nuestro país una connotación especial que refleja nuestro modo de ser. 4. La profesora Tejera también señala en la página de créditos del DIVE 1993 que, desde la fundación del IFAB, instructores, preparadores, alumnos, secretarios y amigos colaboraron en la elaboración de las papeletas léxicas y nombra, entre los que recuerda a: María Alexandra Álvarez, Orlando Araujo, Michelle Ascencio, Erlina Barradas, Odaly Beaumont, Francisco Belda, Eva Benarroch, Laura Boyer, Luis Cañizales V, Gustavo Luis Carrera, Cristina Carvallo, Feliciana de Casas, Encarnación Cassé, Lidia Esther Córdoba, Emma Cortés, Georgina Crema, Luis Femando Chávez, Carmen de Díaz, José Joaquín Estrada, Fernando Fernández, Micelis Fernández, Rafael Fernández, Enriqueta Fernández Ribé, Alicia Freilich, Dexy Galué, Malula García, Juan García del Castillo, Enriqueta de Guerrero, Alba Rosa Hernández, Rosalba Iuliano, Virgita Lagerwalle, Milagro Laín, María Ángeles López Gámez, Nelly Lorenzo, Amaya Llebot, Arturo Mañero, Marco Antonio Martínez, María Eugenia Martínez, Francisco Mejías, María Cristina Méndez, Benjamín Mendoza, Carmen Elena Mendoza, Ricardo Mendoza, Aquiles Monagas, Nelly Monroy, Carlota Monteverde, C. Morín, Esteban Emilio Mosonyi, Rosa Celeste Nieves, Juan Nuño, Enna Olivar, Rafael Osuna, María Teresa Pajares, Argenis Pérez, Omar Pérez, Mercedes Ramírez de Daza, Francisco Rivera, Mercedes Robles, Bélgica Rodríguez, Elena Rosenblat, Eva de Rudat, Guillermina Suárez, Fermín Toro, Caterina Turchiarulo, José Santos Urriola, Aquiles Valero, Luis Valero, Marisa Vannini, Rosa Vargas, Sonia Verger, Isabel Zerpa. 161 162 LA BASE DOCumENTAL DEL DIvE: 1948-2018 70 AñOS DE PAPELETIzACIÓN y mEmOrIA han colaborado tanto los miembros del Instituto como los alumnos y amigos que se dedicaron a la papeletización de las obras fundamentales de la literatura, historia y folklore de Venezuela, de la prensa en general, así como de la recolección de datos a partir de informantes (De Stefano 2003: 87). Para la preservación y sistematización de las papeletas, se emplearon cuatro muebles de madera que permitían el almacenamiento de las fichas en gavetas: “el fichero está cerca de alcanzar las trescientas mil fichas que se distribuyen en 168 cajones. Cada uno de estos cajones está identificado con una letra y dos palabras (tablas 1 y 2) y contiene entre 1200 y 1300 fichas, unas 350 y 600 fichas por cada cajón” (Malaver y Birriel 2018: 276). La distribución de las papeletas se hizo en estricto orden alfabético, siguiendo el orden de las columnas, de arriba abajo, de derecha a izquierda. En la elaboración de las fichas o papeletas, hay que distinguir tres tipos de materiales (Tejera 1993: XVI): i) los metalingüísticos: obras en que la palabra es objeto de estudio; ii) los testimoniales: constituido principalmente por obras literarias, crónicas e históricas; y, iii) las publicaciones periódicas: variedad de artículos publicados en prensa. Los primeros proporcionan la documentación teórica de los usos y los dos últimos sirven de ejemplo o citas de los usos ya que proceden del empleo libre de la palabra en textos orales o escritos. Las primeras papeletas léxicas de obras literarias fueron elaboradas por el mismo Rosenblat y su equipo de trabajo en el IFAB. Cada uno tenía asignado un libro que debía leer, ubicando los venezolanismos. Después de buscarlos en el DRAE y constatar que eran usos venezolanos, se mandaba a elaborar la ficha, copiando a mano los párrafos enteros o recortando los párrafos y pegándolos en cartulinas: Esta tarea consistía en copiar los párrafos completos a mano, con palillero de tinta, pues él defendía que así la letra era más clara y duradera (las máquinas de escribir de esa época no escribían bien en cartulina y además, en el Instituto solo había una que era la del Profesor). Cuando ya había suficientes, Rosenblat leía de nuevo el libro y las fichas con la persona que las había escrito, verificando si se había escapado algún término y si estaban bien hechas (Tejera 2002: 236). Los testimonios contienen fragmentos de textos escritos, literarios, históricos, prensa, etc.; informaciones orales, frases gramaticales elaboradas por los redactores, grabaciones espontáneas, encuestas estructuradas y encuestas improvisadas. En la transcripción de las citas de lengua escrita se mantuvo de forma fiel la ortografía irania malaver, Giovanna d´aquino ruiz y Krístel Guirado original y solo se hicieron aclaratorias entre corchetes si era necesario precisar un dato específico o indicar cuando hablaba un personaje. Respecto a las encuestas, “solo se elaboraron cuestionarios ocasionales para términos que no presentaban suficiente documentación o testimonios, con el objeto de precisarlos mejor” (Tejera 1987: 404). El FLIFAB solo está disponible en su versión física en la sede del IFAB y puede ser consultado al visitar sus instalaciones. A partir de 2012 se desarrolla el proyecto Memoria histórica del IFAB, con el objetivo principal de contar con un registro de los materiales sonoros y léxicos producidos en este centro de investigaciones. Para este fin se idearon distintos subproyectos,5 uno de ellos dedicado a la digitalización total de las papeletas con el propósito de crear una versión electrónica del fichero que permita, por una parte, ofrecer su consulta virtual, y por otra, resguardarlo del deterioro físico a fin de conservar la valiosa información que contiene para las generaciones futuras. referencias BiBliográficas De Stefano, Luciana. 2003. Ángel Rosenblat. En Boletín de Lingüística 19. 86-96. Diccionario de Venezolanismos I (A-I). 1983. Dirección y Estudio preliminar de María Josefina Tejera. Caracas: Academia Venezolana de la Lengua, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación, Instituto de Filología “Andrés Bello”. Diccionario de Venezolanismos I, II y III. 1993. Dirección y Estudio preliminar de María Josefina Tejera. Caracas: Universidad Central de Venezuela, Academia Venezolana de la Lengua, Fundación Edmundo y Hilde Schnoegass. Gómez, Aura. 1969. El lenguaje coloquial venezolano. Caracas: Instituto de Filología “Andrés Bello”, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela. Malaver, Irania y Ana Birriel. 2018. Corpus digital del fichero léxico del Instituto de Filología “Andrés Bello” de la Universidad Central de Venezuela. Lengua y Habla 22. 274-285. 5. El proyecto general (2010-2017) cuenta con la Dra. Irania Malaver como coordinadora responsable; para la fecha, la formulación del subproyecto sobre el fichero léxico estuvo bajo la responsabilidad de la MSc. Giovanna D’Aquino Ruiz, entonces jefa del Departamento de Lexicografía del IFAB. 163 164 LA BASE DOCumENTAL DEL DIvE: 1948-2018 70 AñOS DE PAPELETIzACIÓN y mEmOrIA Rosenblat, Ángel. [1956]1989. Estudios sobre el habla de Venezuela. Buenas y malas palabras. Biblioteca Ángel Rosenblat II. Caracas: Monte Ávila Editores. Tejera, María Josefina. 1987. Los testimonios como elementos básicos del Diccionario de Venezolanismos. Thesaurus XLII, 2. 401-409. Tejera, María Josefina. 1993. Estudio preliminar. En Diccionario de Venezolanismos I. Caracas: Universidad Central de Venezuela, Academia Venezolana de la Lengua, Fundación Edmundo y Hilde Scnoegass. IIX-XXIX. Tejera, María Josefina. 2002. Selección, prólogo, bibliografía y cronología. En Ángel Rosenblat, El español de América. Caracas: Biblioteca Ayacucho. 6. El proyecto contó con el auspicio de la Real Academia Española de la Lengua y gracias a su apoyo fue posible la publicación de las primeras compilaciones de documentos recogidos en el proyecto (Fontanella de Weinberg 1993 y Rojas Mayer 2000). 7. Posteriormente, el objetivo del proyecto se amplía al Estudio Histórico del Español de América, Canarias y Andalucía. BOLETÍN DE LINGÜÍSTICA, XXIX/47-48 / Ene - Dic, 2017: 165-169 DOCumENTOS PArA LA HISTOrIA DEL ESPAñOL DE vENEzuELA: fuENTES y TESTImONIOS DEL HABLA COLOQuIAL DE LOS SIGLOS XvI AL XvIII En el año 1987 dentro del marco del VIII Congreso Internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL), se acordó la constitución de una comisión del Estudio Histórico del Español de América, que tendría como objeto organizar investigaciones coordinadas sobre la evolución del español en distintas regiones del continente americano.6 La Comisión quedó integrada por representantes de México, Santo Domingo, Lima, Tucumán, Montevideo, Santiago de Chile y Buenos Aires. En 1989, la comisión volvió a reunirse en la Universidad del Sur (Bahía Blanca, Argentina) y allí, entre otras observaciones y decisiones, los miembros convinieron en crear un corpus de documentos históricos de los siglos XVI, XVII y XVIII de las distintas regiones de América;7 asimismo, “se señaló la necesidad de incorporar como lugares de estudio regiones del norte de América del Sur. Los participantes acordaron que se invitara a investigadores que pudieran hacerse cargo de las regiones de Bogotá y Caracas” (ALFAL 1990: §7). Sin embargo, no será hasta 1996, durante el IX Congreso de la ALFAL, en Canarias, cuando se incluye a Venezuela y se nombra a María Josefina Tejera como representante del proyecto ante la comisión. A partir de ese momento, se constituyó el equipo de trabajo que se ocuparía de la selección y transcripción de los documentos correspondientes a nuestro país. La recolección del corpus histórico estuvo asociada al proyecto Estudio histórico del español en Venezuela (EHEV),8 adscrito al IFAB bajo la coordinación de María Josefina Tejera y, como co-investigadoras, Luciana de Stefano, Ruddy Reyes y Laura Pérez Arreaza:9 Vamos a contar para el estudio del español de Venezuela con un soporte documental que permitirá un análisis con verdadero fundamento científico: se trabajará con los 8. Este proyecto de grupo fue registrado y financiado por el CDCH-UCV bajo los números 07.33.3446.95 y 07.33.3446.99. 9. Valentina Mujica, Jeannette Sánchez y Marisela González participaron como Asistentes de Investigación. Las transcripciones fueron realizadas por Luciana de Stefano, Marisela González y Laura Pérez Arreaza, y la digitalización estuvo a cargo de Ruddy Reyes. 165 166 DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DEL ESPAÑOL DE VENEZUELA testimonios que dejaron escritos los verdaderos protagonistas de la formación de nuestro español. Gran parte de los manuscritos que se han seleccionado y transcrito son inéditos y tratan de abarcar los diferentes estratos sociales y culturales del país. […] Es evidente que esta base documental nos ofrece el testimonio de la lengua cotidiana y en un estilo a menudo muy coloquial, espontáneo, sobre todo en las cartas y declaraciones de testigos en juicios, y de unos informantes de diversos niveles socio-económicos y diatópicamente diferenciados. (De Stefano y Pérez Arreaza 2000: 9-10). Los Documentos para la Historia del Español de Venezuela (DHEV XVI-XVIII) están conformados por ciento treinta y cinco (135) documentos, veintinueve (29) que fueron recogidos en la compilación de Rojas Mayer (2000:249-303)10 y ciento dieciséis (116) que fueron recolectados por el equipo de trabajo del IFAB. En el cuadro 1, se puede apreciar la distribución total de los documentos por siglos: Cuadro 1. Distribución de los documentos siGlo Rojas 2000 EHEV-IFAB Total xvi 13 35 48 xvii 7 30 37 xviii 9 51 60 total 29 116 135 Los documentos proceden de las siguientes colecciones: Archivo Arquidiocesano de Caracas, Archivo de la Academia Nacional de la Historia (Caracas), Archivo General de la Nación (Caracas), Archivo Histórico Nacional de Madrid y Archivo General de Indias (Sevilla, España).11 Para la selección de los documentos, el equipo del IFAB tomó en cuenta cuatro criterios: fecha del documento, lugar de emisión del mismo, tipo de documento y, de ser posible, origen o procedencia del autor. Las especificaciones de las categorías consideradas pueden observarse en el diagrama 1: 10. Los veintinueve (29) documentos fueron producidos en territorios que estuvieron durante la colonia bajo la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo y que actualmente son de Venezuela. 11. Respecto a los documentos compilados por el proyecto EHEV del IFAB, María Josefina Tejera hizo la selección de los documentos del Archivo General de Indias de Sevilla y Luciana de Stefano estuvo a cargo de la selección de los Archivos consultados en Caracas. irania malaver, Giovanna d´aquino ruiz y Krístel Guirado Diagrama 1. Criterios de selección de los documentos12 Cada documento fue transcrito con el mayor rigor paleográfico, según la normativa establecida por la comisión del Estudio Histórico del Español de América,13 con la cual se pretende conservar, en lo posible, la fidelidad de los rasgos lingüísticos del español representados en la grafía de entonces. El carácter estrictamente literal de la transcripción se observa, especialmente, en el respeto a la ortografía, el uso de mayúsculas y minúsculas, la puntuación y la acentuación (o su ausencia) original.14 Solo se hizo uso de la ortografía moderna cuando fue necesario facilitar la lectura de los documentos a lectores no versados en paleografía.15 Adicionalmente, se usaron algunas marcas para señalar los límites textuales y algunas intervenciones del transcriptor ajenas al texto original:16 12. Para una descripción más amplia de los tipos de documento más frecuentes según cada criterio de selección, véase De Stefano y Pérez Arreaza 2000. 13. Véase ALFAL 1990 y Tejera y De Stefano 2006 para una explicación detallada del criterio de transcripción. 14. Entre otros usos se conserva la grafía ç de la c con cedilla; el uso de y – i – j como vocal o consonante (myll, maior, vjo; el empleo de r mayúscula con valor fonético de rr, aun en el centro de palabras (Recua, Rico, coRe); la duplicación de letras (cossa, quattro, ffe); y las contracciones (della, desto). 15. Por ejemplo, al unificar en una sola s redonda, las grafías de la s larga y la s de doble curva; al separar gramaticalmente una palabra o unir las letras de una palabra que estaban separadas; y al desplegar las abreviaturas y escribir las letras agregadas en cursivas (magestad) 16. Se colocaron entre corchetes ([ ]) las letras que faltaban por rotura o mancha, así como nombres, raza, lugar de origen y otros datos agregados por el transcriptor; ii) se empleó el corroborador ([sic]) para marcar la repetición de palabras o para advertir que hay un error evidente en la escritura; y, iii) se utilizó la doble barra más sangrado (//+→) para indicar el inicio de cada folio y el sangrado solo (→) se uso para señalar el paso de un párrafo a otro en el mismo folio.. 167 168 DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DEL ESPAÑOL DE VENEZUELA Cumpliendo con el serbiçio de Vuestra magestad y obligaçiones de[ste] ofiçio me a pareçido dar quenta a vuestra magestad del miserable esta[do a que a benido esta probinçia y gobernaçion de beneçuela no por falta ni esterilidad de la tierra ques muy rrica y ab[un] dante de oro y todos los frutos neçesarios para el sustento de la bida humana se dan en ella con muchas bentajas sino por la gran diminuçion y falta de los naturales en esta manera (informe que envía dieGo de villanueva a feliPe iii sobre el estado de la Provincia de venezuela. A.G.I. Santo Domingo 208. 1607. Caracas. Cada documento contiene un encabezado en el que se especificó el origen del autor, el año de redacción, la población de origen y las características especiales de la ciudad donde se redactó, la procedencia del documento y la cota correspondiente (archivo, ramo y número de legajo). Igualmente, se identifico al escribano, así como a los personajes que aparecen en el documento. Adicionalmente, se anexo un pequeño resumen del contenido y la temática del testimonio. En esta introducción, además, se añadieron algunos datos de interés histórico, así como observaciones sobre las razones lingüísticas que hacen relevante el documento y que justifican su inclusión en la selección. No se cuenta con el número total de palabras de este corpus, pero se estima un aproximado de ciento setenta mil setecientos treinta y cuatro (170.734), a un promedio de mil doscientas sesenta y cinco (1.265) palabras por documento. Los documentos están disponibles en versión digital (Tejera y De Stefano 2006) y las autoras tuvieron en cuenta las características de este formato para editar la información contextual en su publicación electrónica.17 Por ello, los encabezados que preceden cada documento fueron concebidos como textos instrumentales que incluyen tanto información relevante para la comprensión del documento, como comentarios que ayudan al lector a rescatar características del testimonio original. referencias BiBliográficas ALFAL, Asociación de Lingüística y Filología de América Latina. 1990. Boletín Informativo de la Comisión de Estudio Histórico del Español de América I. Puerto Rico: ALFAL. De Stefano, Luciana y Laura Pérez Arreaza. 2000. Estudio histórico del español de Venezuela: recolección del corpus y rasgos lingüísticos más resaltantes de los documentos. Lingua Americana 7. 5-22. 17. Véase en línea: http://saber.ucv.ve/jspui/handle/123456789/2051.. irania malaver, Giovanna d´aquino ruiz y Krístel Guirado Fontanella de Weinberg, María Beatriz. 1993. Documentos para la historia lingüística de Hispanoamérica - Siglos XVI a XVIII. Anejo LIII del Boletín de la Real Academia Española I. Madrid: RAE. Rojas Mayer, Elena. 2000. Documentos para la historia lingüística de Hispanoamérica - Siglos XVI a XVIII. Anejo LVIII del Boletín de la Real Academia Española II. Madrid: RAE. Tejera, María Josefina y Luciana de Stefano. 2006. Documentos para la historia del español de Venezuela - Siglos XVI-XVIII. [CD rom].Caracas: Fondo Editorial de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela. Disponible en línea: http://saber.ucv.ve/jspui/handle/123456789/2051. 169 normas Para el envío de oriGinales al Boletín de lingüística Las personas interesadas en enviar artículos, notas o reseñas de libros para su publicación en el Boletín de Lingüística deberán tomar en cuenta lo siguiente: 1. 2. Los trabajos han de ser inéditos y estar escritos en español. Pueden versar sobre cualquier fenómeno de interés lingüístico, pero se da especial relevancia al español de Venezuela y a las lenguas indígenas del país. No se aceptan artículos que estén siendo sometidos a evaluación en ninguna otra revista. Si el autor ha publicado un trabajo muy relacionado con el que está enviando, deberá hacerlo saber. Los materiales que se envíen deben haber sido escritos en letra “Times New Roman” tamaño 11, a doble espacio, por un solo lado, en papel tamaño carta y en páginas numeradas. La extensión máxima será de 25 páginas para los artículos, 12 para las notas y 6 para las reseñas. De cada trabajo se presentará una copia impresa y una electrónica, esta última preferiblemente en Word para Windows. El envío se hará a la siguiente dirección: Boletín de Lingüística Instituto de Filología “Andrés Bello” Facultad de Humanidades y Educación Universidad Central de Venezuela Ciudad Universitaria Caracas 1041 Venezuela 3. El envío se puede hacer también como archivo adjunto a las siguientes direcciones electrónicas (ambas para mayor seguridad de recepción): [email protected] 4. [email protected] Con el fin de lograr que el arbitraje del artículo sea verdaderamente anónimo, se ruega que la información relativa al autor aparezca en la primera página exclusivamente. forma de Presentar los artículos Para su eValuación: 1. 2. 3. 4. En la primera página deben incluirse: i) título completo en español y en inglés; ii) nombre del autor o autores; iii) institución a la que pertenece/n; iv) dirección postal del autor o coordinador, n° de teléfono, y, en caso de tenerlo, n° de fax y dirección de correo electrónico; v) dirección a la que deben ser enviadas las pruebas de imprenta (si no es la misma que la del autor o coordinador); vi) título corto con no más de 50 caracteres y vii) una nota biográfica del(os) autor(es) con un máximo de 75 palabras (cada una). En la segunda página debe colocarse el título completo; el resumen en español, con un máximo de 120 palabras; una línea en blanco y tres Palabras clave que vayan de lo más específico a lo más general; por ejemplo, adverbios, sintaxis, español de Venezuela. Seguidamente, debe incluirse el equivalente en inglés tanto del resumen (abstract) como de las palabras clave (Key words). En caso de haber agradecimientos, éstos deben aparecer en nota al pie de página y señalados con un asterisco (*) en el primer subtítulo; por ejemplo, introducción*. Este espacio en la nota al pie de página podrá emplearse también para dar información sobre cualquier tipo de ayuda recibida para la preparación del artículo, o alguna otra nota que el autor quiera añadir. Instrucciones para elaborar el texto: a. Poner en el margen superior derecho de cada página el título corto del artículo (con no más de 50 caracteres), así como el número de la página. b. Escribir en versalitas los subtítulos principales (1., 2., 3., etc.), así como los términos técnicos que se mencionan por primera vez. c. Escribir en cursivas los subtítulos secundarios (1.1., 1.2., 1.3., etc.), así como los títulos de los libros. También van en cursivas las referencias metalingüísticas a una palabra (ej.: el verbo haber no se conjuga) y las palabras de un idioma distinto al español (ej.: El foro de discusión Appraisal Analysis). d. Utilizar ‘comilla simple’ para referirse al significado de las palabras (ej.: El prefijo en- significa ‘en, entre, dentro o sobre’). e. Emplear coma para los decimales (ej.: 6,50%). f. g. h. i. j. k. Colocar en el texto entre “comillas dobles” las citas de menos de cuarenta palabras. Las citas más largas deberán aparecer en un párrafo aparte, sin comillas, en letra “Times New Roman” tamaño 10. En ambos casos, se indicará la fuente correspondiente al final de la cita, entre paréntesis, señalando, en este orden, el apellido del autor, un espacio, año de publicación, dos puntos, espacio, número de página; por ejemplo, “mediante estos marcadores...” (Domínguez 2005: 15). Si el texto citado no está en español, la versión original deberá ir en nota al pie de página, mientras que en el texto irá la versión traducida. Asimismo, se indicará en la nota al pie si la traducción es o no responsabilidad del autor. Si sólo se menciona a un autor: escribir su apellido seguido por el/ los año/s de la/s obra/s de referencia entre paréntesis; ej., Tejera (1989). Si se mencionan varias obras de un mismo autor, se deben indicar los años de publicación de las obras en orden cronológico y separados por una coma; ej., Páez Urdaneta (1981, 1989 y 1992). Si se hace referencia a obras de distintos autores, se han de ordenar cronológicamente según el año de publicación; ej., Obregón (1981), Chela-Flores (1982) y Obediente (1994); si hay dos o más obras de distintos autores que hayan sido publicadas el mismo año, se ordenarán alfabéticamente por la inicial del apellido de los autores; ej., Chafe (1994), Du Bois (1994) y Thompson (1994). Cada autor y obra que hayan sido mencionados en el texto, deberá aparecer en las referencias biblioGráficas situadas al final del artículo. En esta lista no deben aparecer referencias que no estén mencionadas en el texto. Si se cita en el texto un artículo o libro escrito por varios autores, se debe escribir el apellido del primero de ellos seguido por la expresión et al. en cursivas; ej., D’Introno et al. (1979). En las referencias biblioGráficas se especificará, separados por punto y coma (;), quiénes son los coautores, tal y como se ejemplifica a continuación: D’Introno, Francesco; Nelson Rojas y Juan Manuel Sosa. Las notas irán a pie de página, numeradas, con su correspondiente llamada en el texto. Si la llamada de la nota coincide con algún l. m. signo de puntuación, se colocará después del mismo. Por ejemplo, “... en singular y plural.”1 Los cuadros, Gráficos y fiGuras se insertarán en los lugares correspondientes del texto. Deben ir precedidos por un número arábigo y por un pequeño título. Se denominará cuadro toda información numérica agrupada según algún criterio. El gráfico también corresponde a representaciones numéricas, pero organizadas en varios ejes. La figura representa visualmente la asociación de algunas ideas o imágenes. Cuadros, gráficos y figuras deberán ir en blanco y negro o en algún tono de gris. Las referencias biblioGráficas deben ir al final, después del texto. El orden de presentación es el siguiente: Apellido del autor, nombre completo. Año de la publicación. Título de la obra. Ciudad: Editorial. Ejemplos de referencias bibliográficas: a. Libros: Rosenblat, ángel. 1977. Sentido mágico de la palabra. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Lenneberg, Eric y Elizabeth Lenneberg (eds.). 1982. Fundamentos del desarrollo del lenguaje. Madrid: Alianza. b. Capítulos en libros: Morales, Amparo. 1982. La perspectiva dinámica oracional en el español de Puerto Rico. En Orlando Alba (ed.), El español del Caribe. Ponencias del VI Simposio de dialectología, 203-219. Santiago de los Caballeros: Universidad Católica Madre y Maestra. c. Artículos en revistas: Vaquero, María y Lourdes Guerra. 1992. Fonemas vocálicos de Puerto Rico (análisis acústico realizado con los materiales grabados para el estudio de la norma culta de San Juan). Revista de Filología Española 72, 3-4. 555-582. d. Artículos o libros consultados en línea: En caso de que la consulta sea de una página web se pondrá:Apellido de autor, nombre completo. Año. [En línea]. Título. Disponible en: URL [fecha de consulta]. Por ejemplo: Keep, Christopher; Tim McLaughlin y Robin Parmar. 2000. [En línea]. Intertextuality: The electronic labyrinth. Disponible en http://www.iath.virginia.edu/elab/ hfl0278.html [Consulta: 18 diciembre 2002]. n. En caso de haber a Péndice , deberá ir después del apartado referencias biblioGráficas. uNIvErSIDAD CENTrAL DE vENEzuELA Cecilia García Arocha rectora Nicolás Bianco vice-rector Académico Bernardo Méndez vice-rector Administrativo Amalio Belmonte Secretario Vincenzo Piero Lo Mónaco Decano de la facultad de Humanidades y Educación Adelaida Struck Decana de la facultad de Ciencias Económicas y Sociales Irania Malaver Directora del Instituto de filología “Andrés Bello” Angel Reyes Cañizales Director de la Escuela de Antropología