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LA BIBLIA Y LA VOLUNTAD DE DIOS

Sencillo material para tus clases

INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA UNIDAD 5 LA BIBLIA Y LA VOLUNTAD DE DIOS PROFESOR: DAVID BRONDOS PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios Cuando mucha gente piensa en la Biblia, piensa antes que nada en un libro lleno de instrucciones, reglas, y mandamientos acerca de cómo debemos vivir. Y aunque sí contiene estas cosas, obviamente la Biblia es mucho más que eso. Por eso, si vamos a entenderla bien, es necesario captar bien la esencia de su mensaje, viendo lo que Dios enseña y manda en la Biblia en el contexto de su amor para nosotros. Ese será nuestro objetivo en esta quinta clase. Para ver este tema, quiero comenzar planteando una pregunta que considero fundamental para entender la esencia del mensaje bíblico: cuando Dios dio la ley a Israel por medio de Moisés, ¿la dio por causa de él mismo, o por causa del pueblo de Israel? O podemos hacer la misma pregunta de otra manera: ¿el dar la ley al pueblo de Israel fue un acto de amor por parte de Dios o no? A veces se ha pensado que lo que hizo que Dios diera los mandamientos de la ley fue su santidad. Según esta idea, como Dios por naturaleza es santo, justo, y perfecto, les hace saber a los seres humanos que si quieren ser salvos y estar en su presencia, también necesitan ser santos, justos, y perfectos como él. A través de la ley, Dios les dice, “Si obedecen mis mandamientos, les mostraré amor y los aceptaré, pero si no los obedecen, no puedo mostrarles amor ni aceptarlos, porque mi santidad no lo permite. Mi justicia exige que la desobediencia sea castigada y que los que transgreden mi ley sufran las consecuencias de sus acciones.” De acuerdo a esta forma de entender la ley, la ley no fue una expresión del amor de Dios sino sólo de su santidad perfecta, que no puede tolerar el pecado ni la imperfección. Por eso, por medio de la ley, Dios les hace saber a los seres humanos que no puede tener comunión con los pecadores. Pero no tenemos que hacer más que ver el Salmo 119 para ver que ése no es el concepto que los israelitas en la antigüedad tenían de la ley de Moisés. En ese Salmo, el salmista le dice a Dios cosas como las siguientes: “Tu ley es mi delicia. Me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado. Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata. ¡Oh, cuanto amo yo tu ley! ¡Cuán dulces son a mi Página | 2 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios paladar tus palabras, más que la miel a mi boca! Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. Mucha paz tienen los que aman tu ley. Porque todos tus mandamientos son justicia.” Ahora, ¿por qué se deleitaba el salmista en la ley de Dios en lugar de sentir temor ante ella debido a que nunca podría alcanzar la perfección de santidad que esa ley supuestamente exigía? Para responder a esa pregunta, tenemos que ver más de cerca lo que Dios manda en la ley. Cuando pensamos en la ley, generalmente pensamos primero en los 10 mandamientos que Dios dio por medio de Moisés en tablas de piedra, como no tener otros dioses delante de él; honrar al padre y la madre, no matar, no cometer adulterio, y no robar. Sin embargo, había muchos otros mandamientos en la ley que Dios dio a Israel, también. Muchos de éstos tenían que ver con el culto que Israel debía rendirle a Dios, sobre todo por medio de los sacrificios. Pero además, había mandamientos que exigían que los israelitas practicaran la justicia, y que amaran y cuidaran a los esclavos, los extranjeros, los pobres, los discapacitados, los huérfanos y las viudas. Tenían que usar balanzas justas en el comercio y evitar la corrupción en la administración de justicia. Debían dejar una parte de su campo sin cosechar para que los pobres pudieran tomar de ahí para comer. Cada siete años se cancelaban las deudas y se les devolvían sus casas y tierras a los que habían tenido que venderlas por su necesidad, para evitar que los pobres se fueran haciendo cada vez más pobres. En mandamientos como éstos, podemos ver el propósito de la ley en términos de lograr que hubiera justicia, bienestar y equidad dentro del pueblo. Este mismo fin es evidente en otros de los mandamientos. Si Dios les exige descansar y dejar de trabajar cada ocho días, es por su bien, para que puedan disfrutar la vida y no ser esclavos del trabajo. Asimismo, Dios les dio leyes acerca de cuestiones sanitarias para ayudarles a evitar la enfermdad y conservar la salud. Los mandamientos que regulaban relaciones entre padres e hijos y entre esposos servían para mantener la unión y el bienestar de la familia dentro del hogar. Esto es lo que quería Dios: que hubiera armonía y bienestar y justicia entre su pueblo. En el pensamiento bíblico, por Página | 3 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios eso les dio la ley, porque quería que les fuera bien. Pero no les podía ir bien si entre ellos cometían toda clase de maldades e injusticias. Los mandamientos que prescribían cómo adorar a Dios y que prohibían la idolatría deben ser entendidos en base a estas mismas ideas. Dios les mandó ofrecerle sacrificios, no por causa de él, pues él no necesitaba de esos sacrificios, sino por causa de ellos, pues eso les recordaba que debían someterse a Dios como su señor y soberano, reconociendo que todo lo que tenían era de él. Y como todo era de él, todo debía ser usado y administrado de la manera que él había mandado, y no como ellos quisieran; sólo así habría justicia y bienestar para todos y todas, y no sólo para algunos. De la misma manera, Dios les prohibió servir a otros dioses y practicar la idolatría, no por causa de él, sino por el bien de ellos mismos. Los otros dioses no exigían que sus seguidores practicaran justicia y buscaran el bienestar de los demás, sino que les pedían que les sacrificaran a sus hijos y que hicieran otras cosas inmorales. Cuando Dios dice que es un Dios celoso, hay que recordar que no es celoso por causa de él mismo, sino por el bien de ellos: no admite que sirvan a dioses falsos que promueven la injusticia y la disigualdad porque ama a su pueblo y quiere que les vaya bien. En fin, este punto es fundamental para entender la Biblia: la ley es una expresión de amor de Dios por su pueblo. Por eso dice el salmista que ama la ley de Dios. Dios dio la ley para que hubiera equidad y justicia y paz y bienestar entre los miembros de su pueblo, e insistió que guardaran esa ley, no por causa de él, como si le hicieran algún bien a él al guardarla, sino por causa de ellos mismos, por su propio bien. Como vimos en la clase pasada, la palabra hebrea shalom comunica todas estas ideas: tenía que ver con un bienestar integral que abarcaba todos los aspectos de la vida: lo físico, lo emocional, lo espiritual, y lo social. Página | 4 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios Y cuando decimos que Dios quería y exigiía justicia, ésta debe entenderse en términos de shalom para todos y todas sin excepción. Sólo había justicia cuando nadie quedaba excluido de este shalom. Por eso, afirma el salmista, “Mucho shalom tienen los que aman tu ley; porque todos tus mandamientos son justicia” (119:165, 172). Una vez que entendemos ese punto, podemos entender por qué en el pensamiento bíblico se enojaba Dios con el pueblo cuando no guardaban sus mandamientos. Nuevamente, no se enojaba por causa de él mismo, sino por causa de ellos. Por amor a su pueblo y por el bien de todos, no podía simplemente pasar por alto las injusticias y las maldades que hacían, sin hacer nada, pues así no lograría su bienestar. Por eso amenazaba con castigarlos, lo cual tenía como propósito, no hacerles mal sino hacerles reaccionar y cambiar. La idea era disciplinarlos y corregirlos para que practicaran la justicia y guardaran su ley y así vivieran felices. Estas ideas las vemos a través del Antiguo Testamento. Como ejemplo, podemos tomar el libro del profeta Amós. Ahí Amós les dice a los israelitas: “¡Ay de ustedes, que odian al defensor de justicia y detestan al testigo honrado!. . . Yo conozco sus muchas maldades y sus pecados sin fin: oprimen al justo, reciben soborno, y en los tribunales hacen que el pobre pierda su causa” (5:10, 12). “Oigan esto, ustedes que oprimen a los humildes y arruinan a los pobres del país; ustedes que dicen, „¿Cuándo pasará la fiesta de la luna nueva para que podamos vender el trigo? ¿Cuándo pasará el día de reposo, para que vendamos el grano a precios altos y usando medidas con trampa y pesas falsas? ¡Arruinaremos a los pobres que hasta que ellos mismos se nos vendan como esclavos para pagar sus deudas, aunque sólo deban un par de sandalias! ¡Venderemos hasta el desecho del trigo!.‟ El Señor ha jurado por la gloria de Jacob: „Nunca olvidaré lo que han hecho.‟” (8:4-7). En estos pasajes, vemos la preocupación de Dios por la justicia y el bienestar de su pueblo, sobre todo los más necesitados, y su indignación frente a todas las injusticias que unos cometían contra otros. Pero como el pueblo se negaba a cambiar sus malos caminos, Dios les amenazaba con castigarlos. Amós les dice: “Así dice el Señor: „Los de Israel han cometido tantas Página | 5 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios maldades que no dejaré de castigarlos; pues venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias. Oprimen y humillan a los pobres, y se niegan a hacer justicia a los humildes. El padre y el hijo se acuestan con la misma mujer, profanando así mi santo nombre. Tendidos sobre ropas que recibieron en prenda, participan en comidas en honor de los ídolos; con dinero de multas injustas compran vino, que beben en el templo de su dios” (2:6-8). En este pasaje vemos la conexión entre la injusticia y la idolatría: estaban adorando a dioses falsos que promovían injusticias y opresión en lugar de exigir justicia social, como el Dios de Israel. Y esto no lo podía tolerar Dios, no porque a él le afectara, sino porque nunca habría bienestar ni justicia en el pueblo si lo abandonaban por otros dioses y se negaban a poner en práctica los mandamientos que él les había dado por su propio bien. Por la misma razón, Dios les dice que no quiere sus sacrificios, ofrendas ni oraciones. ¿Cómo iba a recibir con agrado la adoración de su pueblo o escuchar sus oraciones si estaban practicando tanta opresión e injusticia? Dios les dice a través de Amós: “Odio y desprecio las fiestas religiosas que ustedes celebran; me disgustan sus reuniones solemnes. No quiero los holocaustos que ofrecen en mi honor, ni sus ofrendas de cereales... ¡Alejen de mí el ruido de sus cantos! ¡No quiero oír el sonido de sus arpas! Pero que fluya como agua la justicia, y la honradez como un manantial inagotable!” (5:21-24). Pero si ellos dejaban el mal y practicaban el bien, Dios prometía bendecirlos: “Busquen el bien y no el mal, y vivirán; así será verdad lo que ustedes dicen: que el Señor, el Dios todopoderoso, está con ustedes” (5:14). Eso es lo que quería Dios: quería bendecirles, no castigarlos, porque los amaba; pero no podía bendecirles si persistían en hacer el mal. El hecho de que el propósito de Dios al castigarlos era corregirlos y hacerles cambiar es evidente de otro pasaje de Amós: “Yo hice que ustedes pasaran hambre en todas sus ciudades; hice que les faltara comida en todos sus poblados, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . . También hice que les faltara la lluvia durante tres meses antes de la cosecha; . . . de ciudad en ciudad iba la gente en busca de agua, y no encontraban Página | 6 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios bastante para calmar su sed, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . . Los azoté con vientos calurosos y con plagas, hice que se marchitaran sus huertos y sus viñedos. . . ¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . . Les mandé una plaga como las que mandé sobre Egipto; hice que sus jóvenes murieran en los campos de batalla . . . les hice oler la peste de los muertos en los campamentos, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . . Les destruí con una catástrofe como la que mandé sobre Sodoma y Gomorra; parecían una brasa sacada del fuego, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . .” (4:6-11). En todo esto, se ve que el único propósito de Dios era hacerlos volver a él; no quería castigarlos o hacerles sufrir, pero debido a su persistencia en la maldad, no hallaba otra forma de hacerlos reaccionar. Bueno, podríamos hallar muchas de las mismas ideas en muchos otros pasajes del Antiguo Testamento, y en las tareas para esta clase podremos examinar más de esos pasajes. Sin embargo, lo que queremos dejar muy claro es que Dios le dio la ley al pueblo de Israel por amor a ellos. Lo que quería era que les fuera bien. Y cuando no guardaban la ley, por ese mismo amor, Dios se enojaba y les trataba de corregir, castigándolos de muchas formas. Sin embargo, muchas veces esto no daba ningún resultado, como en el pasaje de Amós que acabamos de ver. Entonces, según el pensamiento bíblico, Dios tenía que tomar medidas más drásticas, quitándolos de la tierra que les había dado y enviándolos al exilio a lugares como Asiria y Babilonia. Y cuando ni con eso lograba que cambiaran, luego destruía una parte del pueblo, esperando que el resto o el remanente que quedaba viera lo que había pasado a los demás y así cambiaran su comportamiento. Según el Antiguo Testamento, Dios no quería hacer eso: por ejemplo, en el libro de Lamentaciones, escrito después de la destrucción de Jerusalén por los babilonios, leemos: “El Señor no ha de abandonarnos para siempre. Aunque hace sufrir, también se compadece, porque su amor es inmenso. Realmente no le agrada afligir ni causar dolor a los hombres” (3:31-33). Y también, en el libro de Isaías, Dios le dice al pueblo: “¡Ojalá hubieras hecho caso de mis órdenes! Tu bienestar iría creciendo como un río, tús éxitos serían como las olas del mar, tus descendientes serían numerosos, incontables como la arena del mar; yo nunca los hubiera destruido, ni los hubiera apartado de mi vista!” (48:18-19). Página | 7 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios Asimismo, es importante señalar que, de acuerdo al pensamiento bíblico, Dios quería todo esto, no sólo para Israel, sino para las otras naciones de la tierra. Según el libro de Génesis, desde que llamó a Abraham, había dicho que su propósito era bendecir a todas las familias de la tierra por medio de él y sus descendientes. Dios esperaba que otros pueblos vieran lo bien que le iba a Israel por guardar su ley y que así estos pueblos fueran atraídos a servirle y obedecerle también, por su propio bien y felicidad. Muchos pasajes del Antiguo Testamento hablan de este plan de atraer a todas las naciones a Dios por medio de Israel, que debía ser como una luz para los demás. Pero la desobediencia de Israel no permitía esto. El profeta Ezequiel dice que más bien el comportamiento de Israel alejaba a las otras naciones de Dios: Dios le dice al pueblo a través del profeta: “Cuando los israelitas vivían en su tierra, la profanaron con sus malas acciones. Su manera de vivir era para mí algo sucio y repugnante. Entonces descargué mi ira sobre ellos por los asesinatos que cometieron en el país y por la manera en que lo profanaron adorando a los ídolos; y en castigo de sus malas acciones los dispersé entre los demás países y naciones. Pero en todos los pueblos a donde ellos llegaban, ofendían mi santo nombre, pues la gente decía, „Estos son el pueblo del Señor, pero tuvieron que salir de su país.‟ Entonces me dolió ver que, por culpa de Israel, mi santo nombre era profanado en cada nación adonde ellos llegaban” (36:1721). La profanación de su nombre le dolía a Dios, no por causa de él mismo, sino porque esto evitaba que otras naciones a quienes él quería bendecir se acercaran a él por su propio bien. Sin embargo, los profetas también afirman constantemente que, a pesar del mal comportamiento de Israel, Dios todavía les iba a bendecir. En el mismo pasaje de Ezequiel que acabamos de ver, Dios les dice a los israelitas, “Yo los sacaré a ustedes de todas esas naciones y países; los reuniré y los haré volver a su tierra. Los lavaré con agua pura, los limpiaré de todas sus impurezas, los purificaré del contacto son sus ídolos; pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro como la pieda y les pondré un corazón dócil. Pondré en ustedes mi espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos; vivirán en el país que di a sus padres, Página | 8 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios y serán mi pueblo y yo seré su Dios” (36:23-28). En otros pasajes, Dios también les prometió que volvería a establecer la justicia por medio de pastores y líderes que los guiarían, y en particular por un rey que vendría. Siguiendo algunos pasajes bíblicos, muchos de los judíos se referían a este rey prometido como el ungido; ungido en hebreo se dice Mashíaj o Mesías, y en griego Christos o Cristo. Cuando apareció Jesús de Nazaret predicando y enseñando y sanando a los enfermos hace casi 2000 años, muchos judíos llegaron a creer que él era el Mesías o Cristo prometido. Por medio de sus acciones y sus palabras, él traía ese shalom, ese bienestar integral para todos. Esto lo daba no sólo sanando a los enfermos, expulsando a los demonios, y alimentando a los que tenían hambre, sino también a través de su enseñanza. Para hablar de ese mundo de shalom y justicia al cual dedicaba toda su vida y todos sus esfuerzos, Jesús usaba la frase “el reino de Dios.” Enseñaba que ese reino venía por medio de él mismo, como el instrumento de Dios para traer todas las bendiciones que Dios quería para la gente. Tanto en su enseñanza como su práctica, Jesús insistía en la necesidad de buscar el bienestar integral de todas las personas. Había que amar a todos, inclusive los enemigos, así como Dios ama a todos, buenos y malos. Amarlos significa buscar su bien. Debido a esto, Jesús llamó bienaventurados a los que tienen hambre y sed de hacer justicia, los que tienen compasión de otros, y los que procuran la paz. De hecho, insistió que, en lugar de vivir para uno mismo, buscando solamente su propio bienestar, uno tenía que entregar su vida para Dios y los demás. Así vivía Jesús, y enseñaba que todos los que querían seguirle también tenían que vivir así. Esta enseñanza generó conflicto con muchos de los otros judíos de su tiempo, no porque éstos no creyeran en el amor y la compasión, sino porque Jesús decía que la obediencia a lo que el enseñaba iba más allá de la observación literal de los mandamientos de la ley. Vemos este conflicto casi al principio de su ministerio: en un sábado, día de reposo, Jesús estaba reunido en la sinagoga con otros y se presentó un hombre con una mano paralizada (Mar 3:1-6). Cuando quiso ayudarle sanándolo, Página | 9 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios algunos de los presentes protestaron, insistiendo que eso iría en contra de la ley de Dios, pues esa ley mandaba no hacer ningún tipo de trabajo en el día de reposo; en efecto, atender a alguien así que no estaba en peligro de muerte era como dar una consulta médica. Pero Jesús se enojó con ellos, y les dijo, “¿Qué está permitido hacer en el día de reposo: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?” En otras palabras, Jesús estaba afirmando que ayudar a alguien en necesidad es más importante que guardar literalmente el mandamiento sobre el reposo, y por eso procedió a sanarlo. Los mismos que se molestaron con esa acción también se molestaron cuando vieron los discípulos recogiendo espigas en el campo para comerlas en día de reposo. Nuevamente, en aquel tiempo, eso se consideraba una violación del mandamiento sobre el día de reposo, pues cosechar era una especie de trabajo prohibido en sábado. Pero Jesús señala el ejemplo del Rey David: cuando él y los que andaban con él tenían necesidad y hambre, entraron al santuario de Dios y comieron de los panes que sólo debían comer los sacerdotes. David mismo había violado la ley en ese momento, pero según Jesús, no había hecho mal sino bien, porque lo importante es satisfacer las nece-sidades humanas. De hecho, para eso había dado Dios la ley. El mandamiento sobre el día de reposo tenía como fin el bienestar del ser humano; por eso dice Jesús, “El día de reposo se hizo para el ser humano, y no el ser humano para el día de reposo.” Pero en algunos momentos, ese mismo mandamiento dado para el bienestar de la gente podía ser un estorbo para ese bienestar, si se seguía ciegamente al pie de la letra sin tomar en cuenta las necesidades inmediatas, como en este caso el hambre y la necesidad de los discípulos. Por eso, según Jesús, ellos no violaban la ley al satisfacer su hambre recogiendo espigas en el día del reposo. En otros momentos, vemos el mismo conflicto. También se molestaron con Jesús cuando sanó a una mujer con la espalda encorvada y a un hombre nacido ciego en el Página | 10 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios día de reposo. Jesús criticó a los fariseos porque usaban la ley para justificar el no cuidar a sus padres como debían, para atar cargas pesadas sobre los hombros de los demás, y para quitarles a las viudas sus casas. Dijo que los fariseos le daban a Dios sus diezmos, pero no hacían caso de lo más importante de la ley, que es la justicia, la misericordia, la fidelidad, y el amor a Dios (Mat 23:23; Luc 11:42). La parábola del buen samaritano también tiene que ver con esto (Luc 10:25-37): cuando unos asaltantes habían dejado a una persona casi muerta al lado del camino, primero un sacerdote judío y luego un levita no quisieron acercarse para ayudar porque pensaban que el individuo podía estar ya muerto, y la ley decía que si tocaban un cadáver, se contaminaban y no podían servir en el templo. En otro momento, Jesús insistió que lo importante no es lo que entra al cuerpo, refiriéndose a los alimentos que la ley judía permitía y prohibía, sino lo que sale de uno: los malos pensamientos, la inmoralidad, los robos, los asesinatos, y otras cosas semejantes (Mar 7:14-23). Según el Evangelista Marcos, esto era equivalente a declarar limpios a todos los alimentos; o sea, decir que ya no importaba lo que la ley de Moisés dictaba sobre lo que se podía y no se podía comer. Sin embargo, lo que generaba conflicto no era solamente que Jesús decía que para ser fiel al propósito de la ley de procurar justicia y bienestar para los seres humanos a veces era necesario desobedecer la letra de la ley, sino también la autoridad divina que Jesús afirmaba tener. Cuando le dijo a un paralítico que buscaba ser sanado, “Tus pecados te son perdonados,” algunos de los dirigentes religiosos se escandalizaron, diciendo, “¿Cómo se atreve a Página | 11 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios hablar así? Sus palabras son una ofensa contra Dios. Sólo Dios puede perdonar pecados” (Mar 2:7). En otros momentos también cuestionaron la autoridad de Jesús, afirmando que no venía de Dios. Por su parte, de acuerdo al Evangelio según San Mateo, Jesús se presentaba como el que algún día juzgaría a todos los seres humanos. Dijo, “No todos los que me dicen: „Señor, Señor,‟ entrarán en el reino de Dios, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial” (Mat 7:21-23). Esto da a entender que él determinaría quiénes entrarán y quiénes no. También contó una parábola según la cual en el día del juicio, todos los seres humanos se presentarán delante de él para ser juzgados, dividiéndose en dos grupos: los que habían ayudado a los que padecían necesidades como hambre, sed, falta de ropa, enfermedad, y acompañamiento en la cárcel, y los que no lo habían hecho (Mat 25:31-46). Esta parábola es significativa no sólo porque el que se presenta como juez no es Dios sino el mismo Jesús, sino también porque la base sobre la cual todos serán juzgados no es su cumplimiento literal de los mandamientos de la ley, sino su cumplimiento de la voluntad de Dios de mostrar misericordia y solidaridad con los que sufren. En el fondo, eso era lo que la ley realmente exigía: buscar el bienestar y el shalom para otros. En fin, según la enseñanza de Jesús, la salvación dependía de que uno le siguiera a él haciendo la voluntad de Dios como él mismo la había definido, más que simplemente seguir los mandamientos de la ley. Este conflicto sobre la ley y la autoridad de Jesús generó tanta oposición hacia él que, cuando fue a Jerusalén para seguir proclamando su mensaje allí, lo arrestaron, lo sentenciaron injustamente a muerte, y lo crucificaron. Sin embargo, según los Evangelios, Dios lo resucitó de los muertos y lo exaltó al cielo, constituyéndolo Señor, para que todo el proyecto del reino que Jesús había iniciado se pudiera seguir llevando a cabo. Jesús mandó a sus discípulos a hacer discípulos entre todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles a observar lo que él había mandado acerca de la voluntad de Dios para justicia y shalom. Página | 12 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios Al hacer esto los discípulos, dirigidos por Jesús y el Espíritu Santo, llegaron también a trabajar entre personas no judías, esto es, gentiles, gente que no observaba la ley judía. En un principio, había ciertas dudas acerca de si los gentiles creyentes debían someterse a todos los mandamientos que Dios les había dado a Moisés, y si los varones de entre ellos debían ser circuncidados como la ley ordenaba. Sin embargo, según los Hechos de los Apóstoles, Jesús se apareció en una visión a Pedro antes de que fuera a visitar a un gentil llamado Cornelio, y en la visión le dijo que no llamara inmundo a lo que Dios había purificado, refiriéndose a los creyentes gentiles. Luego todos se maravillaron cuando Cornelio y su casa también recibieron el Espíritu Santo igual que los creyentes judíos que observaban la ley. Más tarde, Hechos afirma que se convocó una reunión en Jerusalén entre los apóstoles, San Pablo, y otros, y ahí, dirigidos por el Espíritu Santo, acordaron que no era necesario que los gentiles se circuncidaran y se sometieran a todos los mandamientos de la ley de Moisés. En estos pasajes, vemos que había cristianos que enseñaban, contrario a Pedro, Pablo, y los otros apóstoles que Dios había dado los mandamientos de la ley a todos los seres humanos, y que todos por lo tanto debían someterse a esos mandamientos; pero los apóstoles rechazaron esta idea, insistiendo que lo que se esperaba de los cristianos era que vivieran guiados por el amor y el Espíritu de Dios que se había manifestado en Jesús. Esta misma enseñanza se refleja en las cartas de San Pablo. Por una parte, afirma que los cristianos son “libres de la ley” y “ya no están bajo la ley” (Rom 6:15; 7:6), refiriéndose a la ley de Moisés. No están obligados a someterse a la circuncisión, ni someterse a mandamientos que dio Moisés acerca de los alimentos, los días de reposo, entre otros. Sin embargo, sí debían cumplir el espíritu de la ley, buscando el bienestar de los demás siempre. Página | 13 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios En Gal 6:2, se refiere a esto como la “ley de Cristo,” porque es el principio que vemos en la vida de Cristo mismo y su propia interpretación de la ley: “Ayúdense entre sí a soportar las cargas y de esa manera cumpliran la ley de Cristo.” En esa misma carta, afirma: “toda la ley se resume en este solo mandamiento: „Ama a tu prójimo como a ti mismo‟” (Gal 5:14). Y en Romanos, después de afirmar más o menos lo mismo, Pablo escribe: “El que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple perfectamente la ley” (Rom 13:10). Ese es el principio en el que siempre insistía Pablo en las iglesias con las que trabajaba: lo importante es practicar el bien y la justicia, en lugar de fijarse simplemente en la observancia literal de mandamientos. Dice que lo importante no es lo que uno come o no come u otros mandamientos de ese tipo, sino el bienestar del hermano o la hermana: “pues ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo,” sino para el Señor (Rom 14:79). “No hay que buscar el bien de uno mismo, sino el bien de los demás” (1 Cor 10:24). Así vivió Cristo, y así quiere que vivan sus seguidores, buscando justicia y preocupándose por las necesidades de otros. En fin, lo que podemos concluir de toda esta discusión es lo siguiente: primero, de acuerdo al pensamiento bíblico, lo que motivó a Dios a dar los mandamientos de la ley fue el amor de Dios; esa ley tenía como su objetivo el bienestar del pueblo de Israel y la justicia entre ellos, y por eso fue una muestra de amor hacia ellos. Segundo, como insistían los profetas, lo que realmente manda la ley de Dios es que todos busquen el bienestar y el shalom no sólo para ellos mismos sino también para los demás, sobre todo para los que tienen necesidad, y que practiquen la justicia. Tercero, según el pensamiento bíblico, cuando Dios se enojaba con Israel y castigaba al pueblo, su propósito amoroso era corregirlos para que cambiaran sus malos caminos, pues quería su bienestar, el cual no podía existir si insistían en practicar la injusticia y servir a otros dioses. Cuarto, de acuerdo al Nuevo Testamento, Jesús fue y es el instrumento de Dios para darles a todos ese bienestar integral que Dios quiere para todos; por eso, quiere que le sigamos, para nuestro propio bien. Página | 14 Seminario Luterano Augsburgo Introducción a la Biblia Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios Y quinto, como los profetas antiguos, Jesús enseñó que el verdadero cumplimiento de la ley no es simplemente observar literalmente los mandamientos, sino cumplir su espíritu, buscando la justicia, el shalom, y el bienestar de los demás. En eso consiste la obediencia a la voluntad de Dios. Página | 15 Seminario Luterano Augsburgo