INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA
UNIDAD
5
LA BIBLIA Y LA VOLUNTAD DE DIOS
PROFESOR: DAVID BRONDOS
PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
Cuando mucha gente piensa en la Biblia, piensa antes que nada en un libro lleno de
instrucciones, reglas, y mandamientos acerca de cómo debemos vivir. Y aunque sí
contiene estas cosas, obviamente la Biblia es mucho más que eso. Por eso, si vamos a
entenderla bien, es necesario captar bien la esencia de su mensaje, viendo lo que Dios
enseña y manda en la Biblia en el contexto de su amor para nosotros. Ese será nuestro
objetivo en esta quinta clase.
Para ver este tema, quiero comenzar planteando
una pregunta que considero fundamental para
entender la esencia del mensaje bíblico: cuando
Dios dio la ley a Israel por medio de Moisés, ¿la dio
por causa de él mismo, o por causa del pueblo de
Israel? O podemos hacer la misma pregunta de otra
manera: ¿el dar la ley al pueblo de Israel fue un
acto de amor por parte de Dios o no?
A veces se ha pensado que lo que hizo que Dios
diera los mandamientos de la ley fue su santidad.
Según esta idea, como Dios por naturaleza es santo,
justo, y perfecto, les hace saber a los seres humanos que si quieren ser salvos y estar en
su presencia, también necesitan ser santos, justos, y perfectos como él. A través de la
ley, Dios les dice, “Si obedecen mis mandamientos, les mostraré amor y los aceptaré,
pero si no los obedecen, no puedo mostrarles amor ni aceptarlos, porque mi santidad no
lo permite. Mi justicia exige que la desobediencia sea castigada y que los que
transgreden mi ley sufran las consecuencias de sus acciones.”
De acuerdo a esta forma de entender la ley, la ley no fue una expresión del amor de
Dios sino sólo de su santidad perfecta, que no puede tolerar el pecado ni la
imperfección. Por eso, por medio de la ley, Dios les hace
saber a los seres humanos que no puede tener comunión
con los pecadores.
Pero no tenemos que hacer más que ver el Salmo 119
para ver que ése no es el concepto que los israelitas en la
antigüedad tenían de la ley de Moisés. En ese Salmo, el
salmista le dice a Dios cosas como las siguientes: “Tu ley es
mi delicia. Me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he
amado. Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y
plata. ¡Oh, cuanto amo yo tu ley! ¡Cuán dulces son a mi
Página | 2
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
paladar tus palabras, más que la miel a mi boca! Lámpara es a mis pies tu palabra, y
lumbrera a mi camino. Mucha paz tienen los que aman tu ley. Porque todos tus
mandamientos son justicia.” Ahora, ¿por qué se deleitaba el salmista en la ley de Dios
en lugar de sentir temor ante ella debido a que nunca podría alcanzar la perfección de
santidad que esa ley supuestamente exigía?
Para responder a esa pregunta, tenemos que ver más de cerca lo que Dios manda en
la ley. Cuando pensamos en la ley, generalmente pensamos primero en los 10
mandamientos que Dios dio por medio de Moisés en tablas de piedra, como no tener
otros dioses delante de él; honrar al padre y la
madre, no matar, no cometer adulterio, y no
robar. Sin embargo, había muchos otros
mandamientos en la ley que Dios dio a Israel,
también. Muchos de éstos tenían que ver con el
culto que Israel debía rendirle a Dios, sobre todo
por medio de los sacrificios.
Pero además, había mandamientos que
exigían que los israelitas practicaran la justicia, y
que amaran y cuidaran a los esclavos, los
extranjeros, los pobres, los discapacitados, los
huérfanos y las viudas. Tenían que usar balanzas
justas en el comercio y evitar la corrupción en la
administración de justicia. Debían dejar una
parte de su campo sin cosechar para que los
pobres pudieran tomar de ahí para comer. Cada
siete años se cancelaban las deudas y se les
devolvían sus casas y tierras a los que habían tenido que venderlas por su necesidad,
para evitar que los pobres se fueran haciendo cada vez más pobres. En mandamientos
como éstos, podemos ver el propósito de la ley en términos de lograr que hubiera
justicia, bienestar y equidad dentro del pueblo.
Este mismo fin es evidente en otros de los mandamientos. Si Dios les exige descansar
y dejar de trabajar cada ocho días, es por su bien, para que puedan disfrutar la vida y
no ser esclavos del trabajo. Asimismo, Dios les dio leyes acerca de cuestiones sanitarias
para ayudarles a evitar la enfermdad y conservar la salud. Los mandamientos que
regulaban relaciones entre padres e hijos y entre esposos servían para mantener la
unión y el bienestar de la familia dentro del hogar. Esto es lo que quería Dios: que
hubiera armonía y bienestar y justicia entre su pueblo. En el pensamiento bíblico, por
Página | 3
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
eso les dio la ley, porque quería que les fuera bien. Pero no les podía ir bien si entre
ellos cometían toda clase de maldades e injusticias.
Los mandamientos que prescribían cómo
adorar a Dios y que prohibían la idolatría deben
ser entendidos en base a estas mismas ideas. Dios
les mandó ofrecerle sacrificios, no por causa de
él, pues él no necesitaba de esos sacrificios, sino
por causa de ellos, pues eso les recordaba que
debían someterse a Dios como su señor y
soberano, reconociendo que todo lo que tenían
era de él. Y como todo era de él, todo debía ser
usado y administrado de la manera que él había
mandado, y no como ellos quisieran; sólo así
habría justicia y bienestar para todos y todas, y no
sólo para algunos.
De la misma manera, Dios les prohibió servir a otros dioses y practicar la idolatría,
no por causa de él, sino por el bien de ellos mismos. Los otros dioses no exigían que sus
seguidores practicaran justicia y buscaran el bienestar de los demás, sino que les pedían
que les sacrificaran a sus hijos y que hicieran otras cosas inmorales. Cuando Dios dice
que es un Dios celoso, hay que recordar que no es celoso por causa de él mismo, sino
por el bien de ellos: no admite que sirvan a dioses falsos que promueven la injusticia y
la disigualdad porque ama a su pueblo y quiere que les vaya bien.
En fin, este punto es fundamental para
entender la Biblia: la ley es una expresión de amor
de Dios por su pueblo. Por eso dice el salmista que
ama la ley de Dios. Dios dio la ley para que
hubiera equidad y justicia y paz y bienestar entre
los miembros de su pueblo, e insistió que
guardaran esa ley, no por causa de él, como si le
hicieran algún bien a él al guardarla, sino por
causa de ellos mismos, por su propio bien. Como
vimos en la clase pasada, la palabra hebrea shalom
comunica todas estas ideas: tenía que ver con un
bienestar integral que abarcaba todos los aspectos
de la vida: lo físico, lo emocional, lo espiritual, y lo
social.
Página | 4
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
Y cuando decimos que Dios quería y exigiía justicia, ésta debe entenderse en
términos de shalom para todos y todas sin excepción. Sólo había justicia cuando nadie
quedaba excluido de este shalom. Por eso, afirma el salmista, “Mucho shalom tienen los
que aman tu ley; porque todos tus mandamientos son justicia” (119:165, 172).
Una vez que entendemos ese punto, podemos entender por qué en el pensamiento
bíblico se enojaba Dios con el pueblo cuando no guardaban sus mandamientos.
Nuevamente, no se enojaba por causa de él mismo, sino por causa de ellos. Por amor a
su pueblo y por el bien de todos, no podía simplemente pasar por alto las injusticias y
las maldades que hacían, sin hacer nada, pues así no lograría su bienestar. Por eso
amenazaba con castigarlos, lo cual tenía como propósito, no hacerles mal sino hacerles
reaccionar y cambiar. La idea era disciplinarlos y corregirlos para que practicaran la
justicia y guardaran su ley y así vivieran felices.
Estas ideas las vemos a través del Antiguo
Testamento. Como ejemplo, podemos tomar el
libro del profeta Amós. Ahí Amós les dice a los
israelitas: “¡Ay de ustedes, que odian al defensor
de justicia y detestan al testigo honrado!. . . Yo
conozco sus muchas maldades y sus pecados sin
fin: oprimen al justo, reciben soborno, y en los
tribunales hacen que el pobre pierda su causa”
(5:10, 12).
“Oigan esto, ustedes que oprimen a los
humildes y arruinan a los pobres del país;
ustedes que dicen, „¿Cuándo pasará la fiesta de
la luna nueva para que podamos vender el
trigo? ¿Cuándo pasará el día de reposo, para que
vendamos el grano a precios altos y usando medidas con trampa y pesas falsas?
¡Arruinaremos a los pobres que hasta que ellos mismos se nos vendan como esclavos
para pagar sus deudas, aunque sólo deban un par de sandalias! ¡Venderemos hasta el
desecho del trigo!.‟ El Señor ha jurado por la gloria de Jacob: „Nunca olvidaré lo que
han hecho.‟” (8:4-7). En estos pasajes, vemos la preocupación de Dios por la justicia y
el bienestar de su pueblo, sobre todo los más necesitados, y su indignación frente a
todas las injusticias que unos cometían contra otros.
Pero como el pueblo se negaba a cambiar sus malos caminos, Dios les amenazaba
con castigarlos. Amós les dice: “Así dice el Señor: „Los de Israel han cometido tantas
Página | 5
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
maldades que no dejaré de castigarlos; pues venden al inocente por dinero y al pobre
por un par de sandalias. Oprimen y humillan a los pobres, y se niegan a hacer justicia a
los humildes. El padre y el hijo se acuestan con la misma mujer, profanando así mi
santo nombre. Tendidos sobre ropas que recibieron en prenda, participan en comidas
en honor de los ídolos; con dinero de multas injustas compran vino, que beben en el
templo de su dios” (2:6-8).
En este pasaje vemos la conexión entre la
injusticia y la idolatría: estaban adorando a dioses
falsos que promovían injusticias y opresión en
lugar de exigir justicia social, como el Dios de
Israel. Y esto no lo podía tolerar Dios, no porque a
él le afectara, sino porque nunca habría bienestar
ni justicia en el pueblo si lo abandonaban por otros
dioses y se negaban a poner en práctica los
mandamientos que él les había dado por su propio
bien.
Por la misma razón, Dios les dice que no quiere
sus sacrificios, ofrendas ni oraciones. ¿Cómo iba a
recibir con agrado la adoración de su pueblo o
escuchar sus oraciones si estaban practicando
tanta opresión e injusticia?
Dios les dice a través de Amós: “Odio y desprecio las fiestas religiosas que ustedes
celebran; me disgustan sus reuniones solemnes. No quiero los holocaustos que ofrecen
en mi honor, ni sus ofrendas de cereales... ¡Alejen de mí el ruido de sus cantos! ¡No
quiero oír el sonido de sus arpas! Pero que fluya como agua la justicia, y la honradez
como un manantial inagotable!” (5:21-24). Pero si ellos dejaban el mal y practicaban el
bien, Dios prometía bendecirlos: “Busquen el bien y no el mal, y vivirán; así será verdad
lo que ustedes dicen: que el Señor, el Dios todopoderoso, está con ustedes” (5:14). Eso es
lo que quería Dios: quería bendecirles, no castigarlos, porque los amaba; pero no podía
bendecirles si persistían en hacer el mal.
El hecho de que el propósito de Dios al castigarlos era corregirlos y hacerles
cambiar es evidente de otro pasaje de Amós: “Yo hice que ustedes pasaran hambre en
todas sus ciudades; hice que les faltara comida en todos sus poblados, ¡pero ustedes no
se volvieron a mí! . . . También hice que les faltara la lluvia durante tres meses antes de
la cosecha; . . . de ciudad en ciudad iba la gente en busca de agua, y no encontraban
Página | 6
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
bastante para calmar su sed, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . . Los azoté con
vientos calurosos y con plagas, hice que se marchitaran sus huertos y sus viñedos. . .
¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . . Les mandé una plaga como las que mandé sobre
Egipto; hice que sus jóvenes murieran en los campos de batalla . . . les hice oler la peste
de los muertos en los campamentos, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . . Les destruí
con una catástrofe como la que mandé sobre Sodoma y Gomorra; parecían una brasa
sacada del fuego, ¡pero ustedes no se volvieron a mí! . . .” (4:6-11). En todo esto, se ve
que el único propósito de Dios era hacerlos volver a él; no quería castigarlos o hacerles
sufrir, pero debido a su persistencia en la maldad, no hallaba otra forma de hacerlos
reaccionar.
Bueno, podríamos hallar muchas de las mismas ideas en muchos otros pasajes del
Antiguo Testamento, y en las tareas para esta clase podremos examinar más de esos
pasajes. Sin embargo, lo que queremos dejar muy claro es que Dios le dio la ley al
pueblo de Israel por amor a ellos. Lo que quería era que les fuera bien. Y cuando no
guardaban la ley, por ese mismo amor, Dios se enojaba y les trataba de corregir,
castigándolos de muchas formas.
Sin embargo, muchas veces esto no
daba ningún resultado, como en el pasaje
de Amós que acabamos de ver. Entonces,
según el pensamiento bíblico, Dios tenía
que tomar medidas más drásticas,
quitándolos de la tierra que les había dado y
enviándolos al exilio a lugares como Asiria
y Babilonia. Y cuando ni con eso lograba
que cambiaran, luego destruía una parte del pueblo, esperando que el resto o el
remanente que quedaba viera lo que había pasado a los demás y así cambiaran su
comportamiento.
Según el Antiguo Testamento, Dios no quería hacer eso: por ejemplo, en el libro de
Lamentaciones, escrito después de la destrucción de Jerusalén por los babilonios,
leemos: “El Señor no ha de abandonarnos para siempre. Aunque hace sufrir, también se
compadece, porque su amor es inmenso. Realmente no le agrada afligir ni causar dolor
a los hombres” (3:31-33). Y también, en el libro de Isaías, Dios le dice al pueblo:
“¡Ojalá hubieras hecho caso de mis órdenes! Tu bienestar iría creciendo como un río,
tús éxitos serían como las olas del mar, tus descendientes serían numerosos, incontables
como la arena del mar; yo nunca los hubiera destruido, ni los hubiera apartado de mi
vista!” (48:18-19).
Página | 7
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
Asimismo, es importante señalar que, de acuerdo al pensamiento bíblico, Dios
quería todo esto, no sólo para Israel, sino para las otras naciones de la tierra. Según el
libro de Génesis, desde que llamó a Abraham, había dicho que su propósito era
bendecir a todas las familias de la tierra por medio de él y sus descendientes. Dios
esperaba que otros pueblos vieran lo bien que le iba a Israel por guardar su ley y que
así estos pueblos fueran atraídos a servirle y obedecerle también, por su propio bien y
felicidad. Muchos pasajes del Antiguo Testamento hablan de este plan de atraer a todas
las naciones a Dios por medio de Israel, que debía ser como una luz para los demás.
Pero la desobediencia de Israel no permitía esto.
El profeta Ezequiel dice que más bien el
comportamiento de Israel alejaba a las otras
naciones de Dios: Dios le dice al pueblo a través
del profeta: “Cuando los israelitas vivían en su
tierra, la profanaron con sus malas acciones. Su
manera de vivir era para mí algo sucio y
repugnante. Entonces descargué mi ira sobre ellos
por los asesinatos que cometieron en el país y por
la manera en que lo profanaron adorando a los
ídolos; y en castigo de sus malas acciones los
dispersé entre los demás países y naciones. Pero
en todos los pueblos a donde ellos llegaban,
ofendían mi santo nombre, pues la gente decía,
„Estos son el pueblo del Señor, pero tuvieron que
salir de su país.‟ Entonces me dolió ver que, por
culpa de Israel, mi santo nombre era profanado
en cada nación adonde ellos llegaban” (36:1721). La profanación de su nombre le dolía a Dios, no por causa de él mismo, sino
porque esto evitaba que otras naciones a quienes él quería bendecir se acercaran a él
por su propio bien.
Sin embargo, los profetas también afirman constantemente que, a pesar del mal
comportamiento de Israel, Dios todavía les iba a bendecir. En el mismo pasaje de
Ezequiel que acabamos de ver, Dios les dice a los israelitas, “Yo los sacaré a ustedes de
todas esas naciones y países; los reuniré y los haré volver a su tierra. Los lavaré con
agua pura, los limpiaré de todas sus impurezas, los purificaré del contacto son sus
ídolos; pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese
corazón duro como la pieda y les pondré un corazón dócil. Pondré en ustedes mi
espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos; vivirán en el país que di a sus padres,
Página | 8
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
y serán mi pueblo y yo seré su Dios” (36:23-28). En otros pasajes, Dios también les
prometió que volvería a establecer la justicia por medio de pastores y líderes que los
guiarían, y en particular por un rey que vendría. Siguiendo algunos pasajes bíblicos,
muchos de los judíos se referían a este rey prometido como el ungido; ungido en hebreo
se dice Mashíaj o Mesías, y en griego Christos o Cristo.
Cuando apareció Jesús de Nazaret
predicando y enseñando y sanando a los
enfermos hace casi 2000 años, muchos judíos
llegaron a creer que él era el Mesías o Cristo
prometido. Por medio de sus acciones y sus
palabras, él traía ese shalom, ese bienestar
integral para todos. Esto lo daba no sólo
sanando a los enfermos, expulsando a los
demonios, y alimentando a los que tenían
hambre, sino también a través de su
enseñanza.
Para hablar de ese mundo de shalom y
justicia al cual dedicaba toda su vida y todos
sus esfuerzos, Jesús usaba la frase “el reino de
Dios.” Enseñaba que ese reino venía por medio de él mismo, como el instrumento de
Dios para traer todas las bendiciones que Dios quería para la gente.
Tanto en su enseñanza como su práctica, Jesús insistía en la necesidad de buscar el
bienestar integral de todas las personas. Había que amar a todos, inclusive los enemigos,
así como Dios ama a todos, buenos y malos. Amarlos significa buscar su bien. Debido a
esto, Jesús llamó bienaventurados a los que tienen hambre y sed de hacer justicia, los
que tienen compasión de otros, y los que procuran la paz. De hecho, insistió que, en
lugar de vivir para uno mismo, buscando solamente su propio bienestar, uno tenía que
entregar su vida para Dios y los demás. Así vivía Jesús, y enseñaba que todos los que
querían seguirle también tenían que vivir así.
Esta enseñanza generó conflicto con muchos de los otros judíos de su tiempo, no
porque éstos no creyeran en el amor y la compasión, sino porque Jesús decía que la
obediencia a lo que el enseñaba iba más allá de la observación literal de los
mandamientos de la ley. Vemos este conflicto casi al principio de su ministerio: en un
sábado, día de reposo, Jesús estaba reunido en la sinagoga con otros y se presentó un
hombre con una mano paralizada (Mar 3:1-6). Cuando quiso ayudarle sanándolo,
Página | 9
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
algunos de los presentes protestaron, insistiendo que eso
iría en contra de la ley de Dios, pues esa ley mandaba no
hacer ningún tipo de trabajo en el día de reposo; en
efecto, atender a alguien así que no estaba en peligro de
muerte era como dar una consulta médica. Pero Jesús se
enojó con ellos, y les dijo, “¿Qué está permitido hacer en
el día de reposo: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o
destruirla?” En otras palabras, Jesús estaba afirmando
que ayudar a alguien en necesidad es más importante
que guardar literalmente el mandamiento sobre el
reposo, y por eso procedió a sanarlo.
Los mismos que se molestaron con esa acción también se molestaron cuando vieron
los discípulos recogiendo espigas en el campo para comerlas en día de reposo.
Nuevamente, en aquel tiempo, eso se
consideraba una violación del
mandamiento sobre el día de reposo,
pues cosechar era una especie de
trabajo prohibido en sábado. Pero
Jesús señala el ejemplo del Rey David:
cuando él y los que andaban con él
tenían necesidad y hambre, entraron
al santuario de Dios y comieron de los
panes que sólo debían comer los
sacerdotes. David mismo había
violado la ley en ese momento, pero según Jesús, no había hecho mal sino bien, porque
lo importante es satisfacer las nece-sidades humanas.
De hecho, para eso había dado Dios la ley. El mandamiento sobre el día de reposo
tenía como fin el bienestar del ser humano; por eso dice Jesús, “El día de reposo se hizo
para el ser humano, y no el ser humano para el día de reposo.” Pero en algunos
momentos, ese mismo mandamiento dado para el bienestar de la gente podía ser un
estorbo para ese bienestar, si se seguía ciegamente al pie de la letra sin tomar en cuenta
las necesidades inmediatas, como en este caso el hambre y la necesidad de los
discípulos. Por eso, según Jesús, ellos no violaban la ley al satisfacer su hambre
recogiendo espigas en el día del reposo.
En otros momentos, vemos el mismo conflicto. También se molestaron con Jesús
cuando sanó a una mujer con la espalda encorvada y a un hombre nacido ciego en el
Página | 10
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
día de reposo. Jesús criticó a los fariseos porque usaban la ley para justificar el no
cuidar a sus padres como debían, para atar cargas pesadas sobre los hombros de los
demás, y para quitarles a las viudas sus casas. Dijo que los fariseos le daban a Dios sus
diezmos, pero no hacían caso de lo más importante de la ley, que es la justicia, la
misericordia, la fidelidad, y el amor a Dios (Mat 23:23; Luc 11:42).
La parábola del buen samaritano también
tiene que ver con esto (Luc 10:25-37): cuando
unos asaltantes habían dejado a una persona
casi muerta al lado del camino, primero un
sacerdote judío y luego un levita no quisieron
acercarse para ayudar porque pensaban que el
individuo podía estar ya muerto, y la ley decía
que si tocaban un cadáver, se contaminaban y
no podían servir en el templo.
En otro momento, Jesús insistió que lo
importante no es lo que entra al cuerpo,
refiriéndose a los alimentos que la ley judía
permitía y prohibía, sino lo que sale de uno:
los malos pensamientos, la inmoralidad, los
robos, los asesinatos, y otras cosas semejantes
(Mar 7:14-23). Según el Evangelista Marcos,
esto era equivalente a declarar limpios a todos
los alimentos; o sea, decir que ya no importaba lo que la ley de Moisés dictaba sobre lo
que se podía y no se podía comer.
Sin embargo, lo que generaba
conflicto no era solamente que Jesús
decía que para ser fiel al propósito de la
ley de procurar justicia y bienestar para
los seres humanos a veces era necesario
desobedecer la letra de la ley, sino
también la autoridad divina que Jesús
afirmaba tener. Cuando le dijo a un
paralítico que buscaba ser sanado, “Tus
pecados te son perdonados,” algunos de
los dirigentes religiosos se escandalizaron, diciendo, “¿Cómo se atreve a
Página | 11
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
hablar así? Sus palabras son una ofensa contra Dios. Sólo Dios puede perdonar
pecados” (Mar 2:7).
En otros momentos también cuestionaron la autoridad de Jesús, afirmando que no
venía de Dios. Por su parte, de acuerdo al Evangelio según San Mateo, Jesús se
presentaba como el que algún día juzgaría a todos los seres humanos. Dijo, “No todos
los que me dicen: „Señor, Señor,‟ entrarán en el reino de Dios, sino solamente los que
hacen la voluntad de mi Padre celestial” (Mat 7:21-23). Esto da a entender que él
determinaría quiénes entrarán y quiénes no.
También contó una parábola según la cual en
el día del juicio, todos los seres humanos se
presentarán delante de él para ser juzgados,
dividiéndose en dos grupos: los que habían
ayudado a los que padecían necesidades como
hambre, sed, falta de ropa, enfermedad, y
acompañamiento en la cárcel, y los que no lo
habían hecho (Mat 25:31-46).
Esta parábola es significativa no sólo porque el
que se presenta como juez no es Dios sino el
mismo Jesús, sino también porque la base sobre la cual todos serán juzgados no es su
cumplimiento literal de los mandamientos de la ley, sino su cumplimiento de la
voluntad de Dios de mostrar misericordia y solidaridad con los que sufren. En el fondo,
eso era lo que la ley realmente exigía: buscar el bienestar y el shalom para otros. En fin,
según la enseñanza de Jesús, la salvación dependía de que uno le siguiera a él haciendo
la voluntad de Dios como él mismo la había definido, más que simplemente seguir los
mandamientos de la ley.
Este conflicto sobre la ley y la autoridad de Jesús generó tanta
oposición hacia él que, cuando fue a Jerusalén para seguir
proclamando su mensaje allí, lo arrestaron, lo sentenciaron
injustamente a muerte, y lo crucificaron. Sin embargo, según los
Evangelios, Dios lo resucitó de los muertos y lo exaltó al cielo,
constituyéndolo Señor, para que todo el proyecto del reino que
Jesús había iniciado se pudiera seguir llevando a cabo. Jesús
mandó a sus discípulos a hacer discípulos entre todas las
naciones, bautizándolos y enseñándoles a observar lo que él
había mandado acerca de la voluntad de Dios para justicia y
shalom.
Página | 12
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
Al hacer esto los discípulos, dirigidos por Jesús y el Espíritu Santo, llegaron también
a trabajar entre personas no judías, esto es, gentiles, gente que no observaba la ley
judía. En un principio, había ciertas dudas acerca de si los gentiles creyentes debían
someterse a todos los mandamientos que Dios les había dado a Moisés, y si los varones
de entre ellos debían ser circuncidados como la ley ordenaba.
Sin embargo, según los Hechos de los Apóstoles,
Jesús se apareció en una visión a Pedro antes de que
fuera a visitar a un gentil llamado Cornelio, y en la
visión le dijo que no llamara inmundo a lo que Dios
había purificado, refiriéndose a los creyentes
gentiles. Luego todos se maravillaron cuando
Cornelio y su casa también recibieron el Espíritu
Santo igual que los creyentes judíos que observaban
la ley.
Más tarde, Hechos afirma que se convocó una
reunión en Jerusalén entre los apóstoles, San Pablo,
y otros, y ahí, dirigidos por el Espíritu Santo,
acordaron que no era necesario que los gentiles se circuncidaran y se sometieran a
todos los mandamientos de la ley de Moisés. En estos pasajes, vemos que había
cristianos que enseñaban, contrario a Pedro, Pablo, y los otros apóstoles que Dios había
dado los mandamientos de la ley a todos los seres humanos, y que todos por lo tanto
debían someterse a esos mandamientos; pero los apóstoles rechazaron esta idea,
insistiendo que lo que se esperaba de los cristianos era que vivieran guiados por el amor
y el Espíritu de Dios que se había manifestado en Jesús.
Esta misma enseñanza se refleja en
las cartas de San Pablo. Por una parte,
afirma que los cristianos son “libres de
la ley” y “ya no están bajo la ley” (Rom
6:15; 7:6), refiriéndose a la ley de
Moisés. No están obligados a someterse
a la circuncisión, ni someterse a
mandamientos que dio Moisés acerca
de los alimentos, los días de reposo,
entre otros. Sin embargo, sí debían
cumplir el espíritu de la ley, buscando
el bienestar de los demás siempre.
Página | 13
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
En Gal 6:2, se refiere a esto como la “ley de Cristo,” porque es el principio que
vemos en la vida de Cristo mismo y su propia interpretación de la ley: “Ayúdense entre
sí a soportar las cargas y de esa manera cumpliran la ley de Cristo.” En esa misma carta,
afirma: “toda la ley se resume en este solo mandamiento: „Ama a tu prójimo como a ti
mismo‟” (Gal 5:14). Y en Romanos, después de afirmar más o menos lo mismo, Pablo
escribe: “El que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple
perfectamente la ley” (Rom 13:10).
Ese es el principio en el que siempre insistía Pablo
en las iglesias con las que trabajaba: lo importante es
practicar el bien y la justicia, en lugar de fijarse
simplemente en la observancia literal de
mandamientos. Dice que lo importante no es lo que
uno come o no come u otros mandamientos de ese
tipo, sino el bienestar del hermano o la hermana:
“pues ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni
muere para sí mismo,” sino para el Señor (Rom 14:79). “No hay que buscar el bien de uno mismo, sino el
bien de los demás” (1 Cor 10:24). Así vivió Cristo, y
así quiere que vivan sus seguidores, buscando justicia
y preocupándose por las necesidades de otros.
En fin, lo que podemos concluir de toda esta discusión es lo siguiente: primero, de
acuerdo al pensamiento bíblico, lo que motivó a Dios a dar los mandamientos de la ley
fue el amor de Dios; esa ley tenía como su objetivo el bienestar del pueblo de Israel y la
justicia entre ellos, y por eso fue una muestra de amor hacia ellos.
Segundo, como insistían los profetas, lo que realmente manda la ley de Dios es que
todos busquen el bienestar y el shalom no sólo para ellos mismos sino también para los
demás, sobre todo para los que tienen necesidad, y que practiquen la justicia.
Tercero, según el pensamiento bíblico, cuando Dios se enojaba con Israel y
castigaba al pueblo, su propósito amoroso era corregirlos para que cambiaran sus
malos caminos, pues quería su bienestar, el cual no podía existir si insistían en
practicar la injusticia y servir a otros dioses.
Cuarto, de acuerdo al Nuevo Testamento, Jesús fue y es el instrumento de Dios para
darles a todos ese bienestar integral que Dios quiere para todos; por eso, quiere que le
sigamos, para nuestro propio bien.
Página | 14
Seminario Luterano Augsburgo
Introducción a la Biblia
Unidad 5: La Biblia y la voluntad de Dios
Y quinto, como los profetas antiguos, Jesús enseñó que el verdadero cumplimiento
de la ley no es simplemente observar literalmente los mandamientos, sino cumplir su
espíritu, buscando la justicia, el shalom, y el bienestar de los demás. En eso consiste la
obediencia a la voluntad de Dios.
Página | 15
Seminario Luterano Augsburgo