Academia.eduAcademia.edu

Museografia

Licenciatura en Artes Visuales. Ensayo “Espacio y tiempo en el museo”. Asignatura: Museografía. Maestro: Juan Vizcaíno. Alumna: Lucero Esmeralda Alonso Lozano. Aguascalientes, Ags. 7 de Junio 2012. El tiempo, contenedor de esa espacialidad que se vuelve tangible en la obra, obra temporal, amorfa y efímera. Que solo persiste en la memoria de pocos, si no es que de uno, pues como bien decía Nietzsche “sin capacidad de olvido no puede haber ninguna felicidad, ninguna jovialidad, ninguna esperanza, ningún orgullo, ningún presente”. ¿Y no es eso por lo que asistimos a museos, no es esa necesidad de olvidar? “Precisamente este animal olvidadizo por necesidad, en el que el olvidar representa una fuerza, una forma de salud vigorosa”. Según Adorno después de Auschwitz la poesía ya no es posible. Después del fin del arte el museo no es posible, pues al igual que de una contradicción se sigue cualquier cosa, después del fin del arte cualquier cosa es arte. Entonces pretendo hablar sobre el tiempo y el espacio en el museo. Para mí el museo podría ser utilizado como otro medio más de conocimiento, sin embargo, el museo no es solamente el edificio sino el contenido de este y toda la gente que se relaciona dentro y fuera de él. De cualquier manera el museo sigue siendo un lugar de encuentro y de cierto modo de diálogo. Hablo también del tiempo, ya que la mayoría de estos, son comunicadores de experiencias del pasado y del presente, de manera que sean capaces de clarificar el significado que pueden tener para los ciudadanos actuales y que sirvan como medio de desarrollo social para el futuro. Mirar es un acto cultural que se inscribe en un contexto histórico e individual desde el cual se selecciona, comprende e interpreta aquello que se mira. El museo es un espacio para mirar; en él la gente se detiene para observar. A las personas les gusta mirar, disfrutan al observar los detalles de las piezas, ver el objeto realzado, con lo que se tiene la posibilidad de tener una experiencia distinta y peculiar. Estos espacios como muchos otros son comunes, ya que el ser humano se relaciona con otros, y se comparten emociones, sentimientos y/o experiencias, pues eso es más que una necesidad. Por esta razón el museo como espacio mismo funciona de manera artística y sin dejar de lado tiene que ver con la memoria, haciendo notar la relación que hay con el concepto del tiempo. Es un espacio donde tiene lugar el asombro, la sorpresa, la espontaneidad, así como donde hay cabida para juicios estéticos, apreciaciones subjetivas o comentarios de diversa índole que no necesariamente tienen que ser verdaderos o correctos, donde la certeza sobre lo que se reconoce puede depender en gran medida de lo que se mira. En el museo cada quien puede asumirse como una fuente fidedigna o válida de interpretación o conocimiento. A lo largo de la historia el hombre ha destinado ciertos objetos para ser guardados como recuerdo de su pasado con el propósito o motivo de recordar y no “olvidar. Es por eso que se fueron formando los “museos”; éstos mismos son una creación del hombre; ya que se ha visto obligado a clasificar ciertos espacios de la vida cotidiana y también en la capacidad para justificar la realidad cambiante. Los museos no solo sirven para preservar, investigar y educar o como elemento de comunicación sino ayuda algunas veces a mantener vivo ese lazo entre el hombre y el pasado, pero creo que el hecho de que exista un espacio ya predestinado a eso podría funcionar también de otro modo, que se puedan manejar de manera más libre, para que existan como un presente, no teniendo como único sentido las acciones del pasado, que al asistir a un museo se atraviese esa circunstancia, como respuesta actual y permitir acciones que perduren en el tiempo. ¿Pero es que el museo podrá ser cualquier otro espacio? En lo personal siento que un museo se puede percibir desde la idea misma del espacio, desde el momento en que generas una idea respecto a cuestiones históricas o pensándolo como aportación, es decir, el museo es también toda aquella construcción de la memoria. La gente se intimida al escuchar el término museo, y más la primera vez que tiene contacto con uno, pero con el paso del tiempo se va acercando y obtiene algún tipo de conocimiento, así va sintiendo curiosidad y siente que necesita explicaciones. El museo pues, es para mí una transformación física de cierto espacio, no pienso que pierdan su sentido original de preservar etc., pero me atrevo a decir que son medios un tanto adecuados para aprehender la realidad y a partir de esto transformarla. En este sentido, sin perder el hilo de lo mencionado anteriormente, creo que al estar en contacto con un museo, podemos hacerlo nuestro espacio a través de los parámetros que vamos formando individualmente influyendo así en las demás personas, a su vez retomando cuestiones que hemos perdido o tomando a otros como referencias de otras realidades que no conocíamos. Ese espacio mencionado propone formas de arte, por eso resulta muy interesante pensar en que funciona como su desarrollo hace grandes aportaciones; pues hay una experiencia profunda dentro de él. Es también de suma importancia pensar en lo que el espacio contiene, pero creo que es más rico pensar en cada caso qué contiene el espacio. Es evidente que cada museo contiene obras de arte o colecciones, pero va más allá de eso, contiene ideas, objetivos, configuraciones, pensamientos, sentimientos, experiencias, creatividad, participación de varias personas, aportaciones culturales y obviamente personas, que podría reducirse a la palabra “tiempo”. Hablando del tiempo, quisiera resaltar que la contemporaneidad de un museo sería pues la actualización tanto de la teoría como de la práctica, experimentales, que se adaptan a contextos cambiantes y no estáticas. Es decir, arte o problemáticas actuales no solo en sus contenidos sino en la manera que logran que surjan conversaciones o pláticas entre el espacio, el artista y el espectador. En el presente algo está cambiando en el campo de los museos, porque nos damos cuenta de que en otros espacios también suceden cosas con las cuales podemos profundizar, hay acciones artísticas fuera de los muros, pues hay diferentes espacios que son acogedores, que se van volviendo más públicos, más diversos que facilitan más la relación con el contexto, ya sea espacial, temporal, social, económico o político. Y bueno es que también se debe decir que dentro de un museo solo entra determinado tipo de obra, hablo se obras conservadas o seleccionadas a partir de criterios, gustos, valores, etc., pero cada una de ellas tiene ciertos elementos que entran únicamente dentro de lo tangible, pero que definitivamente tienen que ver con ideas, hechos y acontecimientos que tienen que ver directamente con el individuo y con el ser humano y todo ello forma parte de la inmaterialidad. Si a esto aunamos la subjetividad de quien lo hizo con quien lo ve y con quien lo elige facilita la comprensión. Por varios motivos que he estado mencionado, el museo contiene experiencias, que justamente hemos vivido de una o mil formas o con las cuales nos identificamos y nos va a sugerir más de una interpretación u opinión. El papel del museo es importante ya que logra poner en conexión distintos elementos producidos en el espacio y el tiempo histórico de acuerdo a un tema común, permite hilar estos elementos y construir con ellos un argumento.  Si bien, ya he mencionado varios puntos por los cuales destaco que el espacio como museo tiene mucho valor, sería de gran ayuda ver a los museos como agentes de cambio social y desarrollo, su contemporaneidad ya mencionada, y la aparición de estas instituciones en el contexto. Tratar a los museos como agentes de desarrollo de las ciudades es algo primordial ya que, los museos, constituyen uno de los factores que articulan la diversidad cultural, como instituciones vivas y, en consecuencia, fuentes generadoras de cultura. Es así como el museo se va convirtiendo en un tipo de instrumento de acción acertada, pues se vuelve un espacio neutro, y flexible en cuanto a que ya es un punto de encuentro. Ayudan a compensar situaciones un tanto difíciles o problemáticas, pues recurren mucho a lo simbólico; se establecen relaciones diferentes y se dejan de lado los prejuicios, al menos en ese lugar y en ese instante, sirven para expresiones múltiples y se modifica para ser una situación exclusiva del contexto. Algo que resultaría más interesante aún es generalizar a todo tipo de museos y en todos los sitios esta forma de interacción abierta museo-sociedad, está de más decir que muchos museos aún permanecen ajenos a sus contextos y a la población a la que supuestamente representan, que son espacios abandonados y/o cerrados, que sus formas de trabajo son rígidas y se perciben como obsoletas, jerárquicas o excluyentes. Deberíamos obtener de estos espacios un proceso permanente, una experiencia acumulativa y de carácter individual. Particularmente en el campo del arte, los museos adquieren cada vez más relevancia como uno de los foros que favorecen la formación a lo largo de toda la vida, y como espacio que permite una forma de “aprendizaje de libre elección”. Los museos ofrecen una realidad propia y suelen ser concebidos como espacios para ser mirados y vividos; en ellos se valora la posibilidad de que el público sea el que interprete y se relacione de diversas maneras con las exposiciones, que construya de manera propia sus sentidos, convirtiendo al museo en una especie de proveedor y generador de estímulos diversos: evocaciones, emociones y experiencias a partir de las cuales cada persona puede aprender. Como parte de mi conclusión el espacio llamado museo, puede ser utilizado como otra forma de aprendizaje pero creo que aún deben aceptar la potencia e impacto que lugares así tienen, aunque no es una escuela, sería bueno apropiarse de los museos, ser parte de éstos como una forma de vida, que se trate de intercambiar nuestra temporalidad y su conocimiento, verlos como una especie de herramienta, es necesario replantear esos espacios, envolvernos en su tiempo y reinventarnos a través de ellos. Siempre existe la posibilidad de establecer un diálogo creativo e íntimo con la exhibición puede ser una experiencia de expresión y de afirmación personal, de crecimiento; posibilidades para la ampliación de horizontes a través del reconocimiento de la experiencia humana, del acceso a nuevos temas y perspectivas, de la comprensión y el diálogo, del encuentro con lo diferente y con lo propio, de la reflexión. Fuentes de consulta: -http://revista.muesca.es/index.php/articulos3/142-el-conocimiento-y-difusion-del-patrimonio-historico-educativo-de-andalucia-en-internet-a-traves-del-museo-pedagogico-andaluz?start=3 -http://museossiglo21.blogspot.mx/ -http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n48/bienal/mesa1.pdf Mi primera visita a un museo fue cuando tenía alrededor de 7 años, fui porque mi hermana tenía que hacer una tarea sobre algo en relación con eso, la verdad no recuerdo a cual fui solo tengo muy presentes las sensaciones que experimenté. El lugar me parecía imponente y demasiado limpio, el ambiente era demasiado solemne, algo de grandeza; había información en las paredes y me resultaba aburrido estar ahí, pasaba el tiempo muy lento, se me hacía más interesante ponerme a pensar de quien serían todas aquellas fotos o cuadros, pues llegué a pesar que era como una casa. Me interesaban más las formas de las cosas, ni siquiera los colores pues recuerdo que eran un tanto opacos, pero las formas eran como historias para mí, ya no me importaba saber cuánto más faltaba para irnos sino saber si había más cosas “curiosillas” por ahí. Dejó de darme miedo ese momento, pero cuando volví a ir sentía como frialdad, me sentía ajena a ese sitio, como si hablaran otro idioma. No me parecían tan divertidas. Mi museo imaginario sería un lugar completamente gratuito, donde las obras no terminaran, al menos que fuera evidente que no se sabe ni donde empiezan ni su fin, que toda una sección fuese virtual. Que Antes de su construcción, tengan muy claro que es una obra de arte como tal y un lugar para obtener arte; así se tendría una buena disposición del espacio. El museo expone a artistas locales, y vería la manera de hacer convenios para intercambiar producciones propias con las de otros lugares. Mi museo tendría a artistas encargados, y no se limitaría a tener actividades dentro de él sino se extendería a otros espacios, pero lo llamaría el no museo.