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LA CRÓNICA ANTES DEL PERIODISMO

2018, RIHC

https://doi.org/10.12795/RiHC.2018.i11.11

La crónica es anterior al periodismo. Cuando este, tras la consolidación de la imprenta, comienza a expandirse incorpora la crónica, transformándola, como uno de sus géneros. Un género muy dúctil que además no hará sino crecer hasta configurarse como elemento básico en el periodismo de hoy, lo mismo en la prensa que en la televisión o la radio. La crónica está viva y sigue evolucionando. En tiempos de sobreinformación y falsas noticias acudimos a la descripción, al análisis y a la valoración del periodista. Pero ¿cómo era la crónica antes del periodismo? A esta pregunta responde con ecuanimidad y conocimiento la obra de Javier Vidal Vega. De inicio, anotamos que el autor, aunque circunscribiendo su trabajo al mundo antiguo, no limita su análisis, como suele ser tan habitual dentro y fuera de España, a la crónica brillante en Grecia y Roma, sino que ofrece un panorama bastante más amplio al incluir también, y no de forma testimonial sino con minucioso recorrido interpretativo, Mesopotamia, Egipto e Israel, mucho menos conocidas en esos aspectos, más primitivas en sus rasgos, además del ofrecernos en la última parte de la obra una galería de los grandes cronistas de la Antigüedad, con sus características, sus deficiencias y sus aportaciones. ¿Qué tienen de común todas esas crónicas, separadas por centenares de años, tan heterogéneas y procedentes de culturas muy diferenciadas? Javier Vidal detecta ante todo la decidida voluntad de contar los hechos tal y como ocurrieron, rehuyendo –y cada vez más- rumores o leyendas. Una voluntad común de veracidad y de imparcialidad. Describen e interpretan, hablan de gestos heroicos, ensalzan, pero también saben evidenciar fanatismos y denunciar horrores. Son a menudo testigos privilegiados de los hechos, y aunque nunca estarán ausentes inexactitudes o parcialidades, van dejando atrás leyendas orales y domina el afán de explicar los hechos y sus consecuencias. El dato sobre la fantasía. Esos cronistas saben ubicar, comparar, resumir, incluso analizar y cuestionar.

Speculum historiae. Antecedentes histórico-literarios de la crónica en el Mundo Antiguo Javier Vidal Vega Alfar, Sevilla, 2018 424 pp. Reseña por Antonio Checa Godoy DOI: http://dx.doi.org/10.12795/RiHC.2018.i11.11 LA CRÓNICA ANTES DEL PERIODISMO La crónica es anterior al periodismo. Cuando este, tras la consolidación de la imprenta, comienza a expandirse incorpora la crónica, transformándola, como uno de sus géneros. Un género muy dúctil que además no hará sino crecer hasta configurarse como elemento básico en el periodismo de hoy, lo mismo en la prensa que en la televisión o la radio. La crónica está viva y sigue evolucionando. En tiempos de sobreinformación y falsas noticias acudimos a la descripción, al análisis y a la valoración del periodista. Pero ¿cómo era la crónica antes del periodismo? A esta pregunta responde con ecuanimidad y conocimiento la obra de Javier Vidal Vega. De inicio, anotamos que el autor, aunque circunscribiendo su trabajo al mundo antiguo, no limita su análisis, como suele ser tan habitual dentro y fuera de España, a la crónica brillante en Grecia y Roma, sino que ofrece un panorama bastante más amplio al incluir Revista internacional de Historia de la Comunicación, Nº11, Vol.1, año 2018, pp. 200-202 200 Speculum historiae. Antecedentes histórico-literarios de la crónica en el Mundo Antiguo, de Javier Vidal Vega también, y no de forma testimonial sino con minucioso recorrido interpretativo, Mesopotamia, Egipto e Israel, mucho menos conocidas en esos aspectos, más primitivas en sus rasgos, además del ofrecernos en la última parte de la obra una galería de los grandes cronistas de la Antigüedad, con sus características, sus deficiencias y sus aportaciones. ¿Qué tienen de común todas esas crónicas, separadas por centenares de años, tan heterogéneas y procedentes de culturas muy diferenciadas? Javier Vidal detecta ante todo la decidida voluntad de contar los hechos tal y como ocurrieron, rehuyendo –y cada vez másrumores o leyendas. Una voluntad común de veracidad y de imparcialidad. Describen e interpretan, hablan de gestos heroicos, ensalzan, pero también saben evidenciar fanatismos y denunciar horrores. Son a menudo testigos privilegiados de los hechos, y aunque nunca estarán ausentes inexactitudes o parcialidades, van dejando atrás leyendas orales y domina el afán de explicar los hechos y sus consecuencias. El dato sobre la fantasía. Esos cronistas saben ubicar, comparar, resumir, incluso analizar y cuestionar. Unos cronistas que han construido con sus obras nuestro conocimiento de sus avatares y sus culturas y que logran que esas civilizaciones y esos personajes perduren en la memoria y lleguen a nuestros días. La arqueología o las ciencias históricas, en su continuo avance, han ratificado a menudo sus relatos. Existía Troya, lo dudaron algunos, lo había afirmado Homero, lo confirmó la arqueología. La crónica periodística incorpora muchos aspectos y valores de esa crónica de la Antigüedad, sigue siendo un género híbrido, con clara vocación por el sincretismo, el interés –y la capacidad- por interpretar. El autor constata que muchos de los mejores cronistas actuales exhiben el mismo afán por contar lo vivido, muestran audacia y saben incorporar en su narración materiales muy heterogéneos, desde la poesía o la psicología a los testimonios personales o las costumbres. El autor muestra un claro dominio de este periodo de la historia, tanto de los propios cronistas como de cuantos historiadores y analistas, han ido desmenuzando y valorando su obra. Vidal, con habilidad, destaca algunas obras o autores subvalorados, descubre perfiles, profundiza en el papel del escriba en la sociedad egipcia, ofrece la «cara oculta» de esas obras conocidas, la positiva evolución que muestran, por ejemplo, los Anales reales de sirios y persas, que si en principio son solo crónicas de las hazañas reales, paulatinamente incluyen referencias a la sociedad. Gracias a estas páginas vemos con otros ojos el Poema de Gilgamesh o la Historia de Sinuhé, o constatamos cómo historias que veremos luego en Las mil y una noches o incluso algún cuentista europeo contemporáneo están ya presentes en esos cronistas pioneros. Analiza en un incisivo capitulo la gran crónica de Israel que es la Biblia, donde tantos autores y circunstancias tan diferentes entran. Pese a las revisiones de la crítica moderna, la Biblia hebrea, vienen a decirnos, ocupa hoy un lugar más alto incluso que cuando simplemente estaba protegida por la religión. Naturalmente el análisis es mucho más detenido en cuanto afecta a Grecia y sobre todo Roma. Con uso muy oportuno de la cita, aunque cierto abuso de la cita larga, Javier Vidal despliega un incisivo panorama –los dos capítulos titulados «La palabra de Roma»- que estudian la comunicación en el Alto y Bajo Imperio-, confirman la vivacidad y variedad de los fenómenos comunicativos, propaganda incluida, en Roma y el destacado papel de los cronistas en ese mundo. Los «acta diurna», por ejemplo, tienen información oficial, pero ofrecen ya también una variada información urbana. Se distribuyen en todo el imperio y se ofrecen en lugares señalados en pergamino. Asoma, en definitiva, la opinión pública. Revista Internacional de Historiadores de la Comunicación, Nº11, Vol.1, año 2018, pp. 200-202 201 Antonio Checa Godoy La simple lectura atenta de los cronistas desdice muchas ideas tenidas durante siglos por indiscutibles. La invasión de los bárbaros, por ejemplo, es en esos cronistas una larga infiltración, de siglos, que va socavando los cimientos de Roma. Muestran que la desintegración del Imperio no proviene solo de esas infiltraciones, no es externa, está creciendo dentro. El autor al tiempo que muestra ese notable conocimiento de estas civilizaciones y cronistas y las aportaciones de los analistas modernos de aquellas etapas, sabe canalizar su propio relato a través de los relatos de los cronistas y sus críticos hacia un territorio nuevo, desmenuzando lo más valioso, sin ignorar fallas o errores y valorando el avance que se produce. Si Homero, al inicio de la Odisea, solicita auxilio: «Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos», veremos siglos después a un cronista mucho más autónomo, que desarrolla lo que podríamos considerar técnicas de «reportero de guerra» como Jenofonte en el Anabasis. Pero reportero, anota, que quiere además ser didáctico. De ahí que con la obra de Javier Vidal se nos abran puertas para una nueva apreciación de muchas crónicas y muchos cronistas. Queda tras esta obra mucho territorio aún para la investigación, la crónica en Extremo Oriente, la crónica medieval, la crónica de Indias… Javier Vidal ofrece un trabajo riguroso, no es lo suyo divulgación, pero no estamos tampoco ante un ensayo de lectura difícil. Ese equilibrio marca una buena pauta para trabajos futuros. Revista internacional de Historia de la Comunicación, Nº11, Vol.1, año 2018, pp. 200-202 202