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Comunicación y Medios N°38 (2018)
www. comunicacionymedios.uchile.cl
Performance de los narcomensajes: los rumores
de pánico en las ciudades del norte de México*
Performance of the Narcomessages: Panic Rumors in
the Cities of Northern Mexico
Andrés Oseguera-Montiel
Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, Chihuahua, México
[email protected]
Resumen
Esta investigación se propone analizar la configuración de espacios liminales en las ciudades
del norte de México, a raíz de la propagación
de narcomensajes como rumores de pánico en
el contexto de la “guerra contra el narcotráfico”
(2006-2018). El análisis de los rumores de pánico implica adentrarse en las redes sociales y en
diversas fuentes periodísticas para identificar las
tendencias y la difusión de noticias de dudosa
procedencia. De manera complementaria implica realizar trabajo etnográfico para constatar la
incidencia de narcomantas en los espacios urbanos. La investigación digital demuestra que estos
rumores de pánico se presentan como un performance, es decir, como parte de una dramatización de la violencia que se distingue por su
originalidad, su intensidad emocional y su capacidad evocativa, misma que hace posible la configuración de los espacios urbanos en espacios
liminares, es decir, en espacios que se presentan
como indefinidos, intersticiales y peligrosos.
Abstract
This paper analyzes the configuration of liminal spaces in the cities of northern Mexico as
a result of the spread of narcomessages as panic rumors in the context of the “war against
drug trafficking” (2006-2018). The analysis of
this rumors involves getting into social networks and in several journalistic sources to identify trends and the dissemination of the news of
dubious origin. In addition, the ethnography is
an excellent methodology to verify the incidence of narcomantas in urban spaces. The digital
research shows that these rumors of panic are
presented as a performance, that is, as part of
a dramatization of the violence that is distinguished by its originality, its emotional intensity and its evocative capacity. The performance makes possible the configuration of liminal
spaces in the areas of the city, i.e. in spaces
that are presented as indefinite, interstitial and
dangerous.
Palabras clave
Rumores de pánico, espacios liminares, performance, norte de México, narcomensajes.
Keywords
Panic rumors, liminal spaces, performance, North of Mexico, narcomenssages.
Recibido: 31/07/2018 - Aceptado: 01/11/2018 - Publicado: 31/12/2018
DOI: 0.5354/0719-1529.2018.50772
* Este trabajo forma parte del proyecto SEP/CONACYT CB-2010-01 154878: “La violencia en el norte de México. Los distintos escenarios de la complejidad social de Chihuahua”.
Performance de los narcomensajes: los rumores de pánico en las ciudades del norte de México
1. Introducción
Una de las expresiones de la violencia generada
por la presencia de grupos del crimen organizado son las narrativas expresadas fundamentalmente como rumores de pánico que se difunden
en las redes sociales anunciando robos de niños,
confrontaciones y ejecuciones por parte de los
integrantes de los grupos criminales. Como parte de estas narrativas, las llamadas narcomantas1 colocadas a un lado de los cuerpos ejecutados encontrados en las calles de las ciudades,
son parte del performance de la violencia. A lo
largo de más de diez años de una guerra fallida
contra el narcotráfico -iniciada por el entonces
presidente de México, Felipe Calderón (20062012) y continuada por el presidente Enrique
Peña Nieto (2012-2018)- las narrativas han tenido un impacto en la forma en la cual se habitan
las principales ciudades del norte de México, en
especial de Chihuahua y de Ciudad Juárez.
Los estudios sobre la propagación de los rumores han destacado la importancia de la ambigüedad como principal característica para
su aceptación en situaciones inciertas (Allport
& Postman, 1946; Shibutani, 1966; Kapferer,
1990). Otras investigaciones se han centrado
en analizar los efectos que genera la aceptación de los rumores en términos emocionales.
Al dar sentido a situaciones inciertas, los rumores permiten desahogar la ansiedad; se trata de
catarsis colectivas derivadas de las mismas contradicciones que puede presentar una situación
particular (Knapp, 1944; Rosnow, 1991). Finalmente distintas investigaciones han destacado
las características formales de los rumores. Guerin y Miyazaki (2006) proponen, por ejemplo,
que las características que hacen a los rumores
exitosos en términos de su propagación, están
relacionadas con la tendencia de hacer alusión a
situaciones novedosas y de peligro. Se trata de
mensajes cortos, difíciles de verificar (con una
cierta ambigüedad), pero sin dejar de ser creíbles.
La ambigüedad de los rumores es quizá la expresión más evidente de una irreverencia a la
formalidad. Los rumores se escabullen a la verificación y al encasillamiento de información
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confiable; representan el performance de la
violencia no institucionalizada -no ejercida por
el Estado- que logra mantener el miedo en la
población y un efecto en la configuración de los
espacios vividos por los habitantes de las ciudades en espacios liminares caracterizados por
lo grotesco y subversivo. Es decir, los rumores
tienen una capacidad perlocucionaria innegable
que se observa en el comportamiento de los
habitantes de las ciudades del norte de México
y en la configuración de espacios públicos en
espacios liminares. La importancia de las redes
sociales en la propagación de los rumores de
pánico ha sido innegable. Como nunca antes,
la rapidez con la que se difunden contenidos de
dudosa procedencia ha sido un factor determinante para la generación de sicosis colectivas.
2. El análisis de los rumores de pánico como performance y los espacios liminares
Hace ya varias décadas, Gordon W. Allport y
Leo Postman (1946) advertían, con razón, que
para que los rumores de alerta tuvieran éxito
en su propagación debían anunciar eventos de
importancia, cuando existía una falta de información oficial oportuna. Y en efecto, la principal característica de los rumores de pánico y,
por lo tanto, de su aceptación o rechazo tiene
que ver con la importancia de la misma información y de “estar en lugar de algo”; de estar
en lugar de la información oportuna que permite aclarar eventos del presente o el porvenir.
Los rumores son, en este sentido, re-presentaciones de la información oficial: se presentan
en ausencia de algo aparentando ser ese algo
y lo hacen de manera concisa, pero también de
forma ambigua. Cuando se multiplica la importancia de la información por la ambigüedad de
ésta, se asegura la eficacia en la propagación
del rumor (Allport & Postman, 1946). Este planteamiento ha sido central no sólo para entender a los rumores como parte de la vida pública
cuando existen eventos que son inciertos; ha
sido fundamental para incursionar en las características formales de los rumores y el lenguaje
ambiguo.
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Distintos estudios han demostrado que en situaciones de tensión, violencia y extrema ansiedad (para el caso de México se trata de atracos con violencia, enfrentamientos de grupos
criminales, secuestros, homicidios y decapitados, asaltos a mano armada, robo de infantes,
etcétera), los individuos de una comunidad son
proclives a creer en rumores de pánico y propagarlos (Thomas, 2007; DiFonzo & Bordia, 2007;
DiFonzo, 2008; Bhavnani, Findley & Kuklinski,
2009; Sunstein, 2011).
Los rumores de pánico son expresiones del
lenguaje que buscan entender una realidad
desbordante (una violencia sin precedentes en
los últimos años) con recursos también desbordantes. De ahí su inscripción en la perspectiva
performativa caracterizada por el desplazamiento, la reelaboración y recreación de relatos y escritos (Díaz-Cruz, 2008). En la vida cotidiana el performance implica “hacer alarde,
irse a los extremos, poner énfasis en una acción
para quienes observan” (Schechner, 2012:58).
Los narcomensajes, como rumores de pánico,
son irreverentes y rompen con las formas de
transmitir mensajes. Las amenazas se presentan como enunciados que alteran el orden y
logran “hacer” algo. Hay una correspondencia
con la violencia generada por el narcotráfico.
En efecto, el exceso de la violencia generada
por el narcotráfico es, sin duda, un acto performativo; esta violencia puede entenderse como
una dramatización que busca expresar condiciones culturales específicas (Blair, 2004). Pero
las narrativas de los rumores plasmadas en las
narcomantas forman parte de esta dramatización caracterizada por la transgresión: son colocadas durante la noche en lugares poco transitados pero visibles con los primeros rayos del
sol y acompañadas generalmente de cuerpos
mutilados, inermes y maniatados.
Distintas investigaciones se han centrado en
analizar la relación de la violencia física y la presencia de los narcomensajes. Las disputas por
la difusión y propagación de esta propaganda
entre los cárteles de la droga han permitido
identificar una evolución de la violencia en este
contexto de la guerra contra el narco. A partir
de una clasificación de los narcomensajes y el
A. Oseguera-Montiel
análisis del discurso se ha planteado que existe
una relación causal entre una mayor difusión de
éstos y el incremento de la violencia física por
parte de estos grupos del crimen organizado
(Paniagua-Vázquez, 2012; Martin, 2012; Astueta, 2016).
Es evidente que las características de los narcomensajes tienen una incidencia en la vida
cotidiana de los habitantes de las ciudades del
norte de México. Aunque la mayoría de estos
rumores de pánico se difunden en las redes sociales, aluden a espacios específicos como los
centros comerciales, las plazas y parques públicos2. Las narcomantas son colocadas en lugares
estratégicos -como puentes peatonales- para
que puedan ser visibilizadas por los transeúntes y conductores de coches. Se utilizan para
ello, mantas o cartulinas escritas en español y
escasamente ilustradas con algún dibujo.
Estos espacios nombrados por los rumores de
pánico son espacios liminares. Una característica de la liminaridad -siguiendo en esto a Victor
Turner (1982)- es su carácter paradójico y ambiguo; remite a una “antiestructura” caracterizada por la disolución de las normas establecidas
para la convivencia cotidiana. Este acercamiento procesual de la guerra contra el narco,
permite advertir la confluencia de rumores de
pánico que anuncian peligros inminentes que
atentan contra la vida de los habitantes de una
ciudad en espacios urbanos. Una vez que se
nombran, estos espacios urbanos ocupados
para el performance de la violencia, atraviesan por un periodo liminal. Es posible, en ese
momento, excluirlos y distinguirlos de la vida
cotidiana; quedan marcados como los espacios
de la posibilidad y con ello, de la indefinición.
3. Metodología
Para entender la forma en la cual se realiza esta
configuración espacial se han revisado diversos
rumores de pánico para identificar aquellos que
han paralizado las ciudades de Chihuahua y Ciudad Juárez en los últimos años. La búsqueda se
realizó en medios periodísticos utilizando para
Performance de los narcomensajes: los rumores de pánico en las ciudades del norte de México
ello las hemerotecas virtuales con la finalidad
de analizar el lenguaje utilizado en redes sociales. La etnografía digital permite identificar las
expresiones culturales y las formas de organización derivadas de las nuevas tecnologías
de comunicación e interacción virtual (Crystal,
2004; Whitehead & Wesch, 2009; Coleman,
2010). Al mismo tiempo, la identificación de
aquellos mensajes que tuvieron consecuencias
en la vida cotidiana se desprende de un trabajo
de campo en las zonas aludidas. Con la intención de comprobar el carácter perlocucionario
de los rumores de pánico, se analiza el contexto del 11 de noviembre (11N) de 2008 donde
se difundieron narcomensajes, generando una
crisis emocional entre los habitantes de la ciudad de Chihuahua. En un segundo momento,
se analizan las características sintácticas y discursivas de un narcomensaje difundido en las
redes sociales en 2015 para demostrar que es-
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tos rumores de pánico, como textos, no sólo
forman parte de un contexto específico, sino
que son responsables de la conformación de
un contexto (Van Dijk, 2012).
4. Análisis
4.1. 11N: un performance de la violencia
en la ciudad de Chihuahua.
A lo largo de la última década Chihuahua ha pasado por momentos críticos de violencia. Entre el
2008 al 2010, la tasa de homicidios dolosos tuvo
un incremento inusitado: de tener un promedio
de 18.3 en el 2007 por cada 100 mil habitantes,
pasó a 59.2 en el 2008, a 90.6 en el 2009 y a 110.7
en el 2010 (ver gráfica 1).
Gráfica 1: Homicidios al año por cada 100 mil habitantes.
Fuente: Elaboración propia con base en información del INEGI. Estadísticas de mortalidad 2015.
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Durante este periodo (2008-2010) se presentó
una concentración de la violencia en determinados Estados de la república mexicana. En el
Estado de Chihuahua, que representaba en ese
entonces el 3% de la población del país, se cometieron el 18% de los homicidios a nivel nacional.
Esta concentración coincidió con la implementación de los llamados “operativos conjuntos” -para
este caso se implementó la Operación Conjunta
Chihuahua- por parte del gobierno federal que
básicamente significó la presencia militar en las
principales calles del país para combatir, junto
con la policía federal, el tráfico de drogas (Escalante-Gonzalbo, 2011).
En Ciudad Juárez se hizo pública esta llamada
guerra contra el narcotráfico; los protagonistas
no sólo eran los cárteles de la droga confrontados entre sí, sino las mismas instituciones encargadas del combate de estos grupos como el
ejército y la policía federal. Con la militarización
de las calles del norte de México se presentó
una violencia de Estado; las tácticas para combatir la delincuencia organizada han sido utilizadas por los mismos desertores del ejército,
formando muchas veces grupos paramilitares
como los Zetas; también los grupos criminales,
como la “Línea” en Ciudad Juárez, lograron infiltrarse en las organizaciones policíacas y tener
control de la violencia ejercida desde el Estado
(Azaola, 2012).
Fue esta militarización y la batalla que presentaban las bandas del crimen organizado la que
incidió en una situación social inusual para favorecer la percepción de inseguridad por parte de
los habitantes de Chihuahua y Ciudad Juárez.
Las ciudades y centros turísticos se convirtieron en una zona de guerra donde proliferaron,
durante el 2008 al 2010, escenas de masacres
colectivas3. Ante la aparente ineptitud de las
autoridades estatales y federales, en enero de
2009 apareció un grupo paramilitar en Ciudad
Juárez, denominado “Comando Ciudadano
por Juárez”. En un comunicado enviado a los
medios de comunicación tanto locales como
nacionales, el Comando Ciudadano por Juárez
se presentaba como una alternativa ante el terror que se vivía en las calles de la ciudad y ante
la ineficacia de las autoridades para combatir
A. Oseguera-Montiel
al crimen organizado. Como acción inmediata,
proponían ejecutar a un delincuente cada 24
horas (Chalk, 2001).
Los eventos de violencia que marcaron estos
primeros años de la guerra contra el narco y la
debilidad de las instituciones encargadas de impedir la muerte violenta entre los habitantes de
esta región del norte de México permitieron una
propagación inusitada de rumores de pánico: un
incremento de narcomensajes que alertaban, a
través de las redes sociales, de toques de queda4.
La búsqueda en internet de estos temas se incrementó en las mismas fechas donde se presentaron altos índices de muertes violentas5.
Los distintos rumores de pánico que se difundieron el 11N de 2008 son un buen ejemplo de
la incidencia de actos violentos y la difusión de
amenazas en las redes sociales. Se trataba de
narcomensajes transmitidos por celular y correos
electrónicos alertando de un toque de queda a
las 9 de la noche, con amenazas de masacres y
secuestros para exigir la renuncia de la entonces
procuradora del Estado de Chihuahua. Los mensajes generaron pánico entre los habitantes de la
ciudad de Chihuahua6. Las instancias federales,
a través de la vocería de la Operación Conjunta
Chihuahua -que consistió en el despliegue de 2
mil militares y 500 agentes federales en la regiónse vieron obligadas a desmentir dichos rumores.
En un comunicado oficial se decía lo siguiente:
1. Es evidente que esta serie de rumores buscan crear zozobra y desestabilización de la sociedad chihuahuense. 2. Son falsas todas las
afirmaciones sobre amenazas del crimen organizado en diversos sitios públicos, escuelas y
centros comerciales. 3. Los titulares de las diversas corporaciones de seguridad pública en
el Estado (federales, estatales y municipales) se
encuentran atendiendo sus labores cotidianas
y en contacto con todo su personal operativo.
No se han recibido amenazas ni comunicaciones al respecto. 4. Es falso que se haya decretado o solicitado un “toque de queda” en la
ciudad y en diversas instituciones educativas.
No se han suspendido ni las clases de hoy, y
mañana, el funcionamiento de las escuelas será
normal. 5. Hacemos un llamado a la calma y se
señala que los cuerpos de seguridad que inte-
Performance de los narcomensajes: los rumores de pánico en las ciudades del norte de México
gran la Operación Conjunta Chihuahua están
patrullando coordinadamente las calles de la
ciudad. Reprobamos categóricamente esta serie de rumores que buscan lastimar la confianza
de la ciudadanía en sus instituciones7.
A pesar de la rapidez por desmentir los rumores
de pánico8, los habitantes de la ciudad fueron
“bombardeados” por mensajes provenientes de
distintas fuentes. Los periódicos reportaban la
muerte de varias personas tanto en la ciudad de
Chihuahua como en Ciudad Juárez. Un día antes
se había reportado el hallazgo de una cabeza humana en las afueras de la ciudad con dos narcomantas9. También se hablaba de 10 muertos en
las últimas horas y se amenazaba, a través de los
narcomensajes, que habría más10. Aun cuando las
amenazas dirigidas a las principales autoridades
del Estado de Chihuahua habían sido constantes
meses antes11, la “narcosicosis” que se vivía en
ese día obligó a las autoridades a desmentir dichos rumores. El entonces gobernador del Estado de Chihuahua hizo alusión a la existencia de
intereses políticos y pidió calma a los ciudadanos
(Chávez-Echavarría, 2008)12.
El 11N puede ser considerado el clímax de un
drama social que venía gestándose durante meses atrás. Un clímax en el que tanto los habitantes
de la ciudad de Chihuahua como los de Ciudad
Juárez vivían un performance de la violencia caracterizado por el despliegue de mensajes cruzados tanto por los integrantes de grupos del
crimen organizados que mantenían entre ellos
una guerra por asegurar “la plaza”, como por las
autoridades que buscaban contrarrestar los rumores de pánico con otros mensajes llamando a
la calma. Este performance iba acompañado con
cuerpos mutilados, especialmente con cabezas
humanas colocadas en las afueras de la ciudad
de Chihuahua o en monumentos céntricos de la
ciudad. El 11N de 2008 fue un día con una fuerte intensidad emocional y donde los espacios
de la ciudad pasaron por un periodo liminal; un
momento donde la antiestructura ocupó los espacios urbanos destinados con fines específicos.
Por ejemplo, varias escuelas públicas y privadas,
como la Universidad Autónoma de Chihuahua,
suspendieron clases por amenazas de bomba.
Los bares, cantinas, restaurantes y negocios ce-
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rraron a partir de las siete de la tarde. La ciudad
vivía una sicosis colectiva13. El miedo se sentía en
las calles a tal grado que impactó en las reglas
del tránsito: tocar el claxon de los coches o pelear
con algún conductor eran provocaciones suficientes para acabar con la tolerancia de algún sicario
dispuesto a matar a los transeúntes.
4.2. La configuración de los espacios liminares.
La principal característica de los rumores de pánico tiene que ver con su participación en las
situaciones de violencia a través de la transformación del lenguaje (Das, 2007). Tienen efectos
concretos en el ánimo de un grupo de personas;
generan miedos, odios y angustias14. Y lo hacen
mediante la tergiversación de situaciones desconocidas o magnificando los hechos. A pesar de
ser mensajes de alertas cobijados por el anonimato o encubiertos bajo algún seudónimo, forman
parte de aquellas sentencias caracterizadas por
“hacer algo” (Austin, 1962); se trata de sentencias
con una fuerza perlocucionaria indiscutible.
Por ejemplo, en 2015 apareció en una red social
(WhatsApp) el siguiente mensaje divulgado por
los supuestos integrantes de distintos grupos delictivos15:
Con fecha de hoy se les hace un atento comunicado a toda la población de Gpe y Calvo
Guachochi, El vergel, Balleza, Parral, Zaragoza,
San Buenaventura, Casas Grandes, Nuevo Casas Grandes, Juarez, Villahumada y Chihuahua,
y sus alrededores, para que no anden en la calle apartir de las 11 de la noche dado que llego
el grupo operativo Antrax y Gente Nueva, y
venimos a poner orden en este rancho de gente inosente. Todos los achichincles que andan
queriendo andar de pinches dedos, se los va a
cargar la chingada venimos de Culiacan Sinaloa
por Orden de los Señores Guzman, venimos
llegando y venimos para quedarnos. Trabajando todos unidos con los patrones, todos juntos
para el SEÑOR JOAQUIN GUZMAN LOERA e
HIJOS Y EL SEÑOR RAFAEL CARO QUINTERO
que traen el mando de las corporaciones. No
tomes a la lijera el comunicado, te advertimos
que no estamos jugando!!! vamos a torturar,
matar y descuartizar a los putos del Golfo y las
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perras del Cartel de los Zetas junto con Jaliscas y todos aquellos que quieran meterse en
nuestro territorio de paso, no perdonaremos a
nadie... Toda persona que ande a las 11 pm ya
sea caminando, en moto, coches, camionetas
con polarizado o sin el seran levantados y torturados hasta que hablen o mueran. No queremos confundirlos por eso agan caso es la caseria de Zetas, Jaliscas y Golfos la limpia total del
territorio de CHIHUAHUA. Toda la jente sera
advertida!!!. Apartir de ahora empezaremoz a
levantar a todo aquel que tenga apariencia de
alconsito, burrero o algun puestesito en particular y sobretodo a esos pinches cristaleros
tanto vendedores como consumidores no le
jueguen al valiente porque lo que encontraran
seran personas encobijadas a la horilla de la carretera. Los que se anden paseando con musica de narcocorridos x las calles seran parados
y si no acceden a nuestro aviso, seran abatidos
por nuestra gente. Recuerda que no venimos a
jugar, estas advertido y mas vale que tambien
envies este mensaje a toda tu familia amigos y
demas por su propia SEGURIDAD atte: CORPORACION ANTRAX Y GENTE16.
En este narcomensaje se mencionan conceptos
asociados a las prácticas de la distribución y operación de grupos y personas asociadas el crimen
organizado: “pinches dedos”, “levantar”, “pinches cristaleros”, “personas encobijadas”, “achichincles”, “se los va a cargar la chingada”, “alconsito”, “burrero”, etcétera. La misma forma de
referirse a los “contrarios”, así como la ortografía
que se difunde tiene un efecto importante en términos performativos. La escritura es una dramatización de la violencia centrada fundamentalmente en informar; tiene un carácter perlocucionario.
Todos estas categorías constituyen representaciones culturales entre las personas de México relativas al crimen organizado, es decir, forman parte
de lo que se ha llamado el “campo de guerra”
donde “los criminales hacen de su planificación
y aplanamiento del espacio y el tiempo un tipo
de desmesura peculiar: lo dotan con sus propios simbolismos, contenidos, mitos, imágenes,
iconos, representaciones” (González-Rodríguez,
2014: 85).
A su modo y estilo, se aprecia que uno de los
principales objetivos del mensaje es alertar tanto
A. Oseguera-Montiel
al grupo contrario como a la población en general para que tomen precauciones: se trata de una
advertencia de un peligro inminente en lugares
indefinidos. La otredad es ubicada en los espacios indefinidos. La importancia de la fórmula propuesta por Allport y Postman (1946), consistente
en multiplicar la importancia de la información
por la ambigüedad de la misma, permite entender por qué los rumores de pánico como éste
adquieren alta relevancia. Sin duda, la aceptación
de rumores de pánico tiene que ver con las características de las redes sociales y la rapidez con la
que se difunde. Es decir, la información que circula en las redes sociales no se concentra en un punto para difundirse, sino que se difunde gracias a
la interacción de los usuarios de las redes sociales
-sin importar que tengan pocos amigos- con los
hubs, es decir, con la información disponible para
cualquier usuario de alguna de las redes sociales
(Doer, Fouz & Friedrich, 2012).
Los rumores de pánico que se difunden en las
redes sociales reproducen las mismas situaciones de masacres y atentados que se han presentado en las principales ciudades de Chihuahua
por más de diez años. Por ejemplo, hace unos
meses -26 de octubre de 2018- se difundieron
por Facebook narcomensajes amenazando que
“rodarían cabezas y lenguas”. Después de las
amenazas se encontraron cuatro hieleras con cabezas humanas y preguntaban, por la misma red
social, si “chihuahua o a la madera?”, es decir, los
mismos homicidas preguntaban por Facebook,
de manera abierta, a qué ciudad mandaban los
restos humanos: a la ciudad de Chihuahua o a la
ciudad de Madera17. Además de las amenazas a
los integrantes de otros grupos criminales y a la
población en general, estos narcomensajes van
dirigidos a las autoridades para denunciar complicidades y corrupción18.
El performance de estos mensajes va acompañado de formas irreverentes en términos sintácticos y gramaticales; es un lenguaje transgresor,
ambiguo y provocativo: se emplean palabras altisonantes sin importar la redacción; se destaca
el uso de mayúsculas de nombres importantes en
el tráfico de drogas y la criminalidad, además de
utilizar con demasiada frecuencia signos de admiración (cometiendo errores ortográficos). Las dis-
Performance de los narcomensajes: los rumores de pánico en las ciudades del norte de México
tintas formas de nombrar la muerte violenta remite al exceso que ha definido a la guerra contra el
narco. Quizá estas características sean suficientes
para ubicarlos, como lo hace Moulin, en las “fronteras del lenguaje”, en donde los “otros”, que no
han tenido voz, se hacen escuchar para nombrar
lo inefable (Moulin, 2010).
Volviendo al contenido del narcomensaje del
2015, es evidente que se ubica en las fronteras
del lenguaje; se mantiene en un intersticio que
separa lo verídico de la ficción. Los autores (o
autor) del rumor de pánico parecen conscientes de este límite entre lo creíble y lo no creíble; entre lo falso y lo verdadero. Pero el mensaje aclara que no se trata de un “juego”: “No
tomes a la lijera el comunicado, te advertimos
que no estamos jugando!!! vamos a torturar,
matar y descuartizar a los putos del Golfo y las
perras del Cartel de los Zetas junto con Jaliscas y todos aquellos que quieran meterse en
nuestro territorio de paso, no perdonaremos a
nadie…”. El éxito de los comunicados se debe
a la referencia de hechos que acontecen en la
vida cotidiana; los encobijados en las orillas de
la carretera no son simplemente una alusión a
lo que podría suceder; se trata de una práctica
utilizada para deshacerse de los rivales en el
tráfico de drogas.
En esta insistencia del performance del rumor,
los espacios que se mencionan en el mensaje
adquieren mayor relevancia por el peligro y la
violencia que se anuncia. En estos espacios es
donde la muerte tiene lugar y ahí es donde los
“otros” caen. Las orillas de la carretera se convierten en las zonas intersticiales donde todo
puede suceder. En este sentido, son los rumores
de pánico los que inauguran los espacios liminares. En un momento de paroxismo, “todo el
territorio” se convierte en una zona de guerra,
de peligro y de miedo.
Las consecuencias en la configuración del espacio urbano son más que evidentes: los toques
de queda paralizan el comercio, el turismo y las
actividades cotidianas que tienen lugar en las zonas concurridas19. Los narcomensajes que se colocan en los principales puentes peatonales como
anuncios comerciales son la ocupación física de
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los rumores de pánico y la instauración de un espacio intersticial; el performance del lenguaje del
rumor acompañado de los cuerpos y la violencia
de exceso representa lo que Rodrigo Díaz (2008)
denominó el “performance cultural”: el momento en el cual convergen los distintos géneros del
performance en un drama social que lo actualiza
y lo reinventa.
5. Conclusiones
La irreverencia de estos mensajes por la indiferencia a las reglas de lo aceptable en términos
gramaticales y lógicos es la expresión del performance y la posibilidad de configurar y reinventar los espacios de la ciudad de Chihuahua y
Ciudad Juárez en espacios liminares. Espacios,
finalmente, que comparten el performance de
los rumores: son ambiguos, inciertos, irreverentes, violentos, anónimos e intersticiales. La capacidad de los rumores para colapsar ciudades
enteras es innegable. Un ejemplo de lo anterior
ocurrió el 11N de 2008 cuando los habitantes
de la ciudad de Chihuahua vivieron una sicosis
colectiva. A pesar de los comunicados oficiales
que llamaban a no caer en pánico, el drama social ya estaba en su clímax y, por lo tanto, la conformación de un periodo liminal en la ciudad se
volvió inevitable.
La ambigüedad, el anonimato y la indeterminación permite a los rumores de pánico ser mensajes exitosos en términos de su propagación
y aceptación. Conforme se van transmitiendo
tanto en redes sociales como por vía directa de
persona a persona, el rumor va incrementando
su contagio y no hay nada que pueda revertirlo. La propagación va acompañada de una
fuerza perlocucionaria; los rumores de pánico
han demostrado que pueden modelar y transformar los espacios de las urbes a semejanza
del performance que representan: espacios de
transgresión, intersticiales, peligrosos e inciertos. Son espacios liminares como expresión del
drama social que viven los ciudadanos de estas
ciudades norteñas, a pesar de los intentos de
coartar la libertad mediante el diseño de fraccionamientos amurallados para proteger a sus
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ocupantes de la violencia. Las ciudades del norte de México han quedado marcadas -de manera simbólica- por este drama social.
Los actos que anuncian los rumores son diversos. Aluden a lugares solitarios y poco transitados como las orillas de la carretera o la periferia
de las ciudades. También pueden ser lugares
concurridos como los centros comerciales, bares, puentes peatonales y hasta los mismos fraccionamientos cerrados. Los espacios liminares
aludidos (creados) por los rumores de pánico
visibilizan los dramas sociales que se viven en
estas ciudades; mantienen el recuerdo en la población de que ahí pueden suceder eventos violentos. Son marcas simbólicas del performance
de la violencia.
Notas
1. Las narcomantas son cartulinas o pedazos de tela
donde los supuestos participantes de los grupos del
crimen organizado dejan narcomensajes. El contenido de estos narcomensajes puede estar dirigido a las
autoridades del gobierno estatal y federal, a los integrantes de grupos contrarios y/o a la población en general. Usualmente, se colocan junto a los cuerpos de
personas asesinadas como parte de un performance
de la violencia.
2. Crean ‘psicosis’ en redes sociales por supuesto robo
de niños. (9 de abril de 2015). http://www.larednoticias.com/noticias.cfm?n=154907 Consultado el 2 de
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4. En el contexto de la guerra contra el narco, el toque
de queda es un estado de alerta que hace referencia
a la amenaza de perder la vida al salir a las calles de
una ciudad. Generalmente se establece un periodo de
tiempo específico de peligro, sobre todo durante la
noche.
5. Durante el 2008 se puede advertir una búsqueda inusitada en internet sobre toques de queda en Chihuahua.
Se puede consultar la incidencia en el buscador Google
trends: https://trends.google.com/trends/explore?date=all&geo=MX-CHH&q=toque%20de%20queda
6. Los integrantes del grupo delictivo “Gente Nueva”,
ligado al cártel de Sinaloa, y los integrantes de otros
grupos contrarios ligados con “La Línea”, del grupo
operativo del cártel de Juárez, se disputaban el control
de “la plaza” y denunciaban, cada grupo por su lado,
de favoritismos por parte de las autoridades estatales
y federales.
7. Desmienten “toque de queda” en la ciudad de
Chihuahua. (11 de noviembre de 2008). XHEPL Noticias http://www.xepl.com.mx/completa1.php?i=6348
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14. Estas características y las consecuencias emocionales en un grupo determinado se pueden advertir con
los rumores de pánico en torno al contagio de enfermedades desconocidas. Hace algunos años, por ejemplo,
se difundían innumerables rumores de pánico sobre el
VIH/SIDA causando angustia y miedo por el desconocimiento de la trasmisión de la enfermedad (Cortazar
Rodríguez, 2008; Heller, 2015). Otro caso más concreto ocurrió en México en 2009, cuando se difundieron
rumores de pánico relacionados con el contagio de influenza A H1N1 (Fernández Poncela, 2012).
15. Se respeta la ortografía del documento transmitido
en la red social para evidenciar las características de la
información y el uso del lenguaje.
16. Circula mensaje en WhatsApp donde se advierte que habrá toque de queda por parte del narco. (19 de abril de 2016). http://chihuahuanoticias.
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para viajar a México afectando el turismo y el comercio. Estados Unidos renueva la alerta de viaje a México
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Sobre el autor
Andrés Oseguera-Montiel tiene un doctorado en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana- Unidad Iztapalapa y por la Université Paris 7 Diderot. Es
profesor-investigador de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México del
Instituto Nacional de Antropología e Historia. Es co-editor de Cognición social y evolución. Aproximaciones desde el norte de México (INAH, 2018).
¿Como citar?
Oseguera-Montiel, A. (2018). Performance de los narcomensajes: los rumores de pánico
en las ciudades del norte de México. Comunicación y Medios, (38), 152-163.
www.comunicacionymedios.uchile.cl
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