Fernando López Arias, El espacio litúrgico eventual: identidad y proyecto, en "Actas del
Congreso Internacional de Arquitectura Religiosa Contemporánea·, 3 (2013) 122-127.
El espacio litúrgico eventual: identidad y proyecto
The Eventual Liturgical Space: Identity and Design
Fernando López Arias · Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma, Italia)
https://doi.org/10.17979/aarc.2013.3.0.5093
RESUMEN
El culto en espíritu y verdad inaugurado por Cristo no está ligado a un lugar físico exclusivo. El ámbito material donde se desarrolla es un espacio litúrgico, definido a partir de los diversos elementos simbólicos que componen el rito: movimientos individuales y colectivos, gestos, focos de acción... El proyecto del espacio litúrgico eventual posee a su disposición una serie de
herramientas proyectuales: un plano elevado donde situar los focos celebrativos; el límite; el diseño del lugar de los participantes; el diálogo con el entorno; la iconografía; la luz... El espacio litúrgico eventual es flexible, complejo, orgánico y abierto.
ABSTRACT
The worship in spirit and truth brought by Christ is not restricted to a unique physical location. The material place where it is developed is a liturgical space, defined from the various symbolic elements that make up the rite: individual and collective movements,
gestures, foci of action... The eventual liturgical space project has at its disposal a number of design resources: a high plane
where to place the foci of celebration, the limit, the design of the place of the participants, the dialogue with the environment, the
iconography, the light... The eventual liturgical space is flexible, complex, organic and open.
PALABRAS CLAVE
Espacio litúrgico, identidad, rito, eventual, herramientas proyectuales.
KEYWORDS
Liturgical space, identity, rite, eventual, design resources.
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Actas del Congreso Internacional de Arquitectura Religiosa Contemporánea 3 (2013)
EL ESPACIO LITÚRGICO EVENTUAL: IDENTIDAD Y PROYECTO
Fig. 01. La playa de Copacabana
durante la Eucaristía conclusiva de la
XXVIII Jornada Mundial de la Juventud,
Río de Janeiro (Brasil), 28/07/2013.
Las palabras de Cristo «Id y haced discípulos a
todos los pueblos» (Mt 28,19) constituyen el corazón
de la vocación evangelizadora a la que está llamada la
Iglesia. Estas palabras formaron el lema de la Jornada
Mundial de la Juventud celebrada en Río de Janeiro en
julio 2013. Aquellos inolvidables días se concluyeron
con una multitudinaria Eucaristía celebrada por el
Santo Padre Francisco en Copacabana, en la que participaron millones de jóvenes que cubrían la superficie
de arena de la playa (Fig. 01).
No cabe duda de que esta Santa Misa, en su carácter único, constituye una auténtica celebración cristiana, una epifanía singular de la Iglesia, del Christus
totus, Cabeza y Cuerpo. En ella participaban la cabeza
visible de la Iglesia, el Papa, y junto a él los obispos,
sacerdotes, diáconos y la inmensa muchedumbre del
pueblo cristiano, «una gran multitud que nadie podía
contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas»
(Ap 7,9). ¿Cómo es posible que contemplando esta
playa podamos percibir, de modo tan genuino y auténtico, una manifestación expresiva del Misterio de la
Iglesia?
A lo largo del Antiguo Testamento asistimos a una
progresiva espiritualización del culto de Israel, en la
que poseerá un papel destacado la crítica profética al
culto vacío y meramente formal: «No sigáis trayendo
oblación vana: el humo del incienso me resulta detesta-
ble. Novilunio, sábado, convocatoria: no tolero falsedad» (Is 1,13). En el Nuevo Testamento esta consideración ritual y espiritual, que busca la interiorización del
rito como ofrenda de lo íntimo del corazón, llega a su
maduración. El culto «en espíritu y verdad» del que
Jesús habla a la samaritana junto al pozo de Sicar (cfr.
Jn 4,23) no requiere ni de sacrificios cruentos ni de un
espacio exclusivo, como era el Templo de Jerusalén
para el pueblo de Israel1.
DE ESPACIO PÚBLICO A ESPACIO LITÚRGICO
En la perspectiva de la Nueva Alianza, podemos
preguntarnos: ¿puede un inmenso espacio público convertirse en un lugar de culto? La respuesta a esta pregunta pasa por la clarificación de una cuestión previa:
¿cuál es la identidad del espacio celebrativo cristiano,
que no se pierde cuando no se identifica con una iglesia-edificio o con cualquier otra construcción?
La ley de la Encarnación, que ha guiado el multisecular y fecundo diálogo entre el mensaje evangélico y
la cultura, nos invita a considerar que la Revelación en
Cristo no elimina una de las expresiones religiosas más
antiguas y genuinas: la creación de espacios ritualessimbólicos. El lugar donde los cristianos se reúnen para
el Misterio de culto, en sus variadas formas y celebraciones, es un espacio litúrgico. Este concepto, como
categoría científica, permite abarcar un amplio espectro
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FERNANDO LÓPEZ ARIAS
Fig. 02. Rudolf Schwarz y Romano Guardini,
Sala de los Caballeros del Castillo de Rothenfels dispuesta como
espacio litúrgico, Rothenfels (Alemania), 1928/39.
de ámbitos físicos: desde la catedral hasta el confesionario, desde la capilla de montaña a la playa de
Copacabana. Este lugar viviente se genera a partir del
rito. Concretamente a través de la condensación de los
diversos flujos individuales y colectivos de la celebración ritual, como las procesiones; del establecimiento
de relaciones simbólicas entre los diversos lugares
rituales; de la formación de unidades espaciales locales
a partir de cada una de las secuencias del rito, como en
la distribución de la Comunión. La comunidad litúrgica
que actúa en el rito deja una huella en el espacio donde
éste se desarrolla, que lo marca profundamente2.
Algunos de los precedentes históricos más ilustres
del espacio litúrgico eventual los encontramos en la
arquitectura efímera barroca3. En época contemporánea, sigue siendo muy significativa la experiencia de
Romano Guardini y Rudolf Schwarz en el castillo de
Rothenfels. La viva conciencia que poseía la comunidad de Rothenfels de participar en la Eucaristía como
acción sacramental y comunitaria, con sus elementos
más esenciales, les hacía experimentar de modo particularmente intenso y vivo las celebraciones. Algunas de
ellas tenían lugar en un ámbito litúrgico eventual: la
Sala de los Caballeros del castillo. Este espacio plurifuncional, utilizado por los jóvenes para las diversas
actividades, podía albergar, por su tamaño, a todos los
participantes en las reuniones del Quickborn. Con este
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nombre se conocía el grupo juvenil alemán del período
de entreguerras del que Guardini fue líder espiritual
hasta su extinción en 19394 (Fig. 02).
DE LA CELEBRACIÓN A LA ARQUITECTURA
Llegados a este punto, se nos presenta una nueva
cuestión: ¿cuáles son las herramientas proyectuales de
las que puede servirse un arquitecto para transformar un
espacio no pensado inicialmente para albergar celebraciones religiosas en un lugar de culto?
Como primer paso, podemos definir algunas características que contribuyen a perfilar la identidad del
lugar litúrgico eventual:
- La componente comunitaria, orgánica y jerárquica, que condiciona la situación y disposición de la presidencia litúrgica, los ministerios, la asamblea, así
como la relación entre ellos;
- La componente dinámico-simbólica, que incluye
la tensión trascendente direccional (orientación en el
plano) y ascensional (movimiento hacia lo alto o tensión vertical);
- La componente funcional, que implica la determinación de los focos, flujos y ámbitos espaciales de
acción.
Hecha esta distinción, es fácil reconocer cómo la
arquitectura cristiana despliega simbólicamente un mensaje de salvación en las tres direcciones del espacio. En
Actas del Congreso Internacional de Arquitectura Religiosa Contemporánea 3 (2013)
EL ESPACIO LITÚRGICO EVENTUAL: IDENTIDAD Y PROYECTO
Fig. 03. Paulo Mendes da Rocha,
Capilla de San Pedro Apóstol, Palacio
de Boa Vista, São Paulo (Brasil), 1987.
el plano horizontal se manifiestan los movimientos del
rito; la distribución del pueblo y ministros en la nave y
el presbiterio; las relaciones de estos dos ámbitos con su
centro ideal, que es el altar. En el plano vertical se manifiesta la trascendencia de la acción, en la que liturgia de
la Jerusalén Celeste y la liturgia terrestre se abrazan en
la luz, así como la jerarquía de espacios y ministerios.
Por último, en su disposición general contemplamos el
diálogo que el espacio litúrgico entabla con el entorno
natural y urbano, así como también la imagen que la
Iglesia transmite de sí misma al mundo.
ALGUNAS HERRAMIENTAS PROYECTUALES
La principal acción arquitectónica para la generación
de un espacio litúrgico eventual consiste en ganar un
plano elevado respecto al entorno circundante. Un ámbito privilegiado de acción —normalmente un estrado—
que revela la diferencia fundamental de la acción que se
desarrolla en este ámbito de libertad apenas ganado respecto a las actividades ordinarias5. El estrado para un
evento litúrgico, lugar que ocupan el altar y los demás
focos celebrativos, si bien participa de la flexibilidad
funcional que este tipo de estructuras efímeras poseen
tradicionalmente, también tiene exigencias programáticas bien definidas: aquéllas que le proporciona el rito.
El evento sobrenatural —la epifanía del Verbo de
Dios encarnado bajo los signos sacramentales— deter-
mina la sacralidad del ámbito celebrativo. Ahora bien,
¿cómo determinar los límites del espacio sagrado? En
el espacio litúrgico, a partir de un punto se genera un
ámbito espacial cuya naturaleza queda marcada no por
una delimitación física estricta, sino por un evento: la
celebración sobre el altar y desde él6. De este modo, en
torno a la acción celebrativa se genera un espacio que
posee una gradación interior de relevancia espacial y
simbólica, así como de sacralidad de sus ámbitos.
La celebración litúrgica implica al hombre completamente, en sus dimensiones corporal y espiritual: es
una experiencia humana y sensorial inigualable7. Tanto
los ministros como los fieles han de sentirse protagonistas de un evento en el que participan consciente, activa y piadosamente8. Esto implica un cuidadoso diseño
del lugar que ocupan los diversos participantes —especialmente si éste es de grandes dimensiones—, de modo
que todos perciban que forman una unidad entre sí y
que participan de la acción ritual. En este sentido, la
integración en el proyecto del lugar que ocupan los fieles con el plano destacado en el que se desarrolla la
acción trascendente, a través de algún elemento de
comunicación-comunión, resulta de particular importancia. Por otra parte, la correcta visibilidad y audibilidad de los diversos gestos y oraciones por parte de
todos los participantes es un presupuesto básico para
una adecuada participación en el rito.
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FERNANDO LÓPEZ ARIAS
Fig. 04. Estrado para la Vigilia y Eucaristía
conclusivas de la XX Jornada Mundial de la Juventud,
Colonia (Alemania), 20-21/08/2005.
En el espacio litúrgico abierto, los elementos de la
naturaleza o de la ciudad se integran en la acción celebrativa de modo accidental e inmediato. Tradicionalmente, la
dimensión cósmica del evento litúrgico ha sido expresada
en el arte sagrado de modo simbólico y no directo9. Y es
que la arquitectura sagrada ha de suscitar en los hombres
una experiencia del misterio auténticamente cristiana —
sacramental— y no sólo vagamente religioso-naturalista.
Por tanto, la desmaterialización de los límites visuales del
espacio celebrativo, de modo que se perciba de modo
directo el entorno natural o urbano, no parece en principio
una opción adecuada desde un punto de vista simbólico
(ni tampoco, seguramente, práctico), a menos que queramos definitivamente reconocer el fracaso contemporáneo
del arte litúrgico10.
La iconografía contribuye eficazmente a la construcción de la identidad de este tipo de espacio ritual.
Las imágenes sagradas de la común tradición cristiana,
universal o local, son un medio eficaz para transmitir un
mensaje de salvación a asambleas litúrgicas en muchos
casos heterogéneas y desarraigadas. Las imágenes de
Cristo, de María y de los santos y ángeles son elementos irrenunciables para el espacio litúrgico (Fig. 03).
Seguramente la más versátil y expresiva de las
herramientas proyectuales para la construcción del espacio litúrgico transitorio es la luz. Un sabio uso de la luz
natural, directa, reflejada o difuminada, de la sombra y
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la penumbra, así como también de la luz artificial, resulta imprescindible para la creación del ambiente emocional y simbólico propicio para el desarrollo del rito.
¿Cómo olvidar en este sentido la nube luminosa que
cobijó el estrado de la Eucaristía de clausura de la JMJ
en Colonia en 2005? (Fig. 04). Junto a la luz, la armonía
cromática y los materiales, la textura y el brillo y el
movimiento constituyen herramientas básicas para cualquier construcción celebrativa, efímera o permanente11.
Podemos concluir diciendo que el espacio de la
liturgia cristiana se caracteriza por cuatro cualidades:
flexibilidad, complejidad, organicidad y apertura. Es
flexible porque, estando constituido por elementos más
o menos estables en el espacio y el tiempo, tiene la
capacidad de albergar ritos diversos. Es complejo, pues
el espacio litúrgico es la sinfonía armónica de los diversos ámbitos de acción que intervienen de diversos
modos: altar, la cátedra o el lugar de los fieles (a esto
hay que sumar lugares auxiliares como la sacristía o las
credencias). Su organicidad proviene del hecho de estar
formado por elementos que, poseyendo cada uno su
función propia, se relacionan entre sí para albergar una
celebración viva. El espacio ritual cristiano es, por último, un espacio abierto a la comunicación con el Dios
trascendente y con todos los hombres, punto de partida
para la evangelización, más allá de los límites de la
celebración y de su ámbito específico.
Actas del Congreso Internacional de Arquitectura Religiosa Contemporánea 3 (2013)
EL ESPACIO LITÚRGICO EVENTUAL: IDENTIDAD Y PROYECTO
CREDITOS DE LAS ILUSTRACIONES
Fig. 01. Catholicphilly, con acceso el 1 de octubre de 2013,
http://catholicphilly.com/2013/07/local-news/photofeatures/world-youth-day-photo-gallery/.
Fig. 02. Ralf van Bühren, Kunst und Kirche im 20.
Jahrhundert: die Rezeption des Zweiten Vatikanischen Konzils
(Paderborn: Schöningh 2008), 905.
Fig. 03. Wikipedia, con acceso el 1 de octubre de 2013,
http://it.m.wikipedia.org/.
Fig. 04. Flickr, con acceso el 1 de octubre de 2013,
www.flickr.com/photos/maximk/36247420/sizes/o/in/photostream/.
NOTAS
(1) Cf. Joseph Ratzinger, El espíritu de la liturgia: una introducción (Madrid: Cristiandad, 2002), 60-66. También Camille
Focant, «Du temple à la maison: L'espace du culte en esprit et en
vérité», Revue théologique de Louvain 37 (2006): 342-360.
(2) Cf. Romano Guardini, El espíritu de la liturgia
(Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica, 2002), 27-35 y «La
esencia de la obra de arte», en Idem, Obras, vol. 1 (Madrid:
Cristiandad, 1991), 319-327.
(3) Una buena panorámica general se ofrece en Sarah
Bonnemaison & Christine Macy eds., Festival Architecture
(Londres/Nueva York: Routledge, 2008). En este campo resulta de
extraordinario interés consultar la tesis doctoral de Ignacio Vicens
y Hualde, Arquitectura efímera barroca: un estudio de las estructuras funerarias españolas del siglo XVII (Madrid: Universidad
Politécnica de Madrid, 1985).
(4) Así lo explicaba el mismo Schwarz: «El único mobiliario
de la sala consistía en centenares de taburetes negros de madera,
con forma de cubo. No había nada más; se pretendía tomar en
serio la tesis de que la comunidad podía expresar por sí misma formas espaciales (...) Es hermoso cuando el espacio sagrado se
apoya completamente sobre la comunidad y su acción, cuando es
construido por la liturgia y desaparece con ella, renunciando a
toda estructuración arquitectónica». Cf. Hanna-Barbara Gerl,
Romano Guardini: La vita e l'opera (Brescia: Morcelliana, 1988),
259. La traducción es nuestra.
(5) Cf. Francisco González de Canales, «Espacios evanescentes. De la celebración a la innovación», Arquitectura Viva 141
(2011): 17.
(6) Es lo que Fernández-Cobián ha denominado arquitectura
centrípeta. Ilustra este concepto con el ejemplo del fuego que,
como en las hogueras de los campamentos, cualifica un espacio en
virtud de la proximidad a él. Cf. Esteban Fernández-Cobián,
«Espacios temporales para la liturgia. ¿Evolución tipológica o
disolución identitaria?», Quintana 9 (2010): 126. Este concepto se
encuentra cercano, en el ámbito teológico, a la idea de sacralidad
por relación de continuidad espacial entre la manifestación local
de la divinidad y el ambiente que la envuelve, expuesta por
Giorgio Bonaccorso. Cf. Giorgio Bonaccorso, Celebrare la salvezza. Lineamenti di liturgia (Padua: Messaggero, 1996), 205211.
(7) Sobre este aspecto me parece interesante consultar el artículo de Jordi Pablo i Grau, «Espais festius i rituals, efímers tanmateix», en Santiago Roquetas Matias y Josep Maria Fort Mir
eds., Arquitectura, art i espai efímer (Barcelona: Edicions UPC,
1999), 113-117.
(8) Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosantum
Concilium sobre la Sagrada Liturgia (4/12/1963), nº 11 y 48.
(9) Joseph Ratzinger apuesta por la orientación del espacio
celebrativo como el mejor modo de expresar simbólicamente
cómo la liturgia cristiana abraza el cosmos y la historia. Cf.
Ratzinger, El espíritu de la liturgia, 92.
(10) La capilla de San Pedro Apóstol, de Paulo Mendes da
Rocha en São Paulo, que introduce directamente en la acción celebrativa el entorno de la Creación natural, es de una belleza arrebatadora. Sin embargo, la limitación de elementos iconográficos
del lenguaje artístico cristiano resulta ciertamente inquietante.
(11) Cf. Ignacio Sanfeliu Arboix, La Arquitectura efímera.
Los componentes efímeros en la arquitectura, Tesis doctoral
(Barcelona: Universitat Politècnica de Catalunya, 1997), 109-377.
Con acceso el 1 de octubre de 2013, www.tdx.cat/handle/10803/6091.
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