Academia.eduAcademia.edu

COMENTARIOS SOBRE UNA CRÓNICA.doc

COMENTARIOS SOBRE UNA CRÓNICA La crónica, como algunas otras emergencias imprevisibles hasta hace poco tiempo, es hoy el género ficcional por excelencia. Ha dado carta de ciudadanía a los saberes locales, a las narrativas que subvierten la costumbre y a las culturas nacionales que cuestionan los valores de la uniformización global. Ni lo nacional ni lo popular pueden definirse por una serie de rasgos internos o por un repertorio de contenidos preglobales o antimodernos, sino por una posición: la que construyen frente a lo hegemónico. Y si entendemos que, hoy, lo hegemónico es la globalización, también habrá que asumir que la crónica es el género que hace visible lo local, lo popular, lo nacional, lo subversivo. La crónica, por consiguiente, se ha convertido en el instrumento ficcional más poderoso para preservar la democracia simbólica de tal modo que nadie pueda ejercer el monopolio de la invención de nuestro futuro. El saber local instala la duda en la cotidianidad social. El autor colectivo de ese saber local desafía los límites de la democracia simbólica y nos invita a luchar por el poder discursivo para preservarnos de las arrogancias monopólicas del Estado que sólo ordena o de la masa que únicamente demanda. Así, luchando por la profundización de la democracia simbólica, podemos hablar como autores de nuestro propio destino. Las diferencias subversoras, por su parte, contribuyen desde esa su inevitable necesidad de reforzar nuestra memoria crítica. Nos hacen dudar de nosotros mismos y de nuestros horizontes, y al hacerlo, nos obligan a movernos, a caminar, a cambiar de perspectiva, a mirarnos enfermos y perversos y fuertes y generosos. Los relatos de la subversión recogen y restablecen la memoria crítica para que sostengamos la guerra de movimientos de toda nuestra historia como individuos y como colectividades: las cambiantes posiciones frente a la uniformidad hegemónica de la globalización. Las culturas nacionales construidas por la crónica contemporánea apoyan la capacidad de rememorar y de reinventar un sentido común que a todos nos convoque. Tensionando los límites del sentido ordinario, claro está, con los horizontes que abre el sentido extraordinario. Y es ese contraste, esa complejidad, esta ambigüedad, las que revelan la dolorosa refundación nacional relatada por la crónica. “Crónicas de la identidad” de Cecilia Lanza Lobo nos cuenta, así, cómo los latinoamericanos nos estamos reinventando. Cómo, en este tan difícil trabajo de imaginarnos de nuevo, el centro de hoy lo ocupan los márgenes de ayer. Cómo, a pesar de tan difícil trabajo de parto, estamos naciendo con cuerpos –locales, populares, subversores y nacionales- nuevos. Cómo la escritura latinoamericana, tantas veces paradójicamente alejada de la dureza cotidiana, asume su tarea de acariciar las cicatrices. Y seguramente es posible porque, cronista ella misma de esta imposible crónica boliviana del suicidio y el renacimiento, apuesta por nosotros. guillermo mariaca iturri