La idea psicológica del hombre
Livia Bastos Andrade
Viktor Frankl construyó una teoría con serios fundamentos filosóficos, en
la que concibe al hombre como ser libre y responsable, que necesita
trascenderse, encontrar un sentido en la vida mediante la elección de una de las
tres vias que el autor logra individualizar.
Aquillino Polaino Lorente, Catedrático de Psicopatología de la Universidad
Complutense propone algunas llaves de lectura que iluminan la propuesta
psicológica de Viktor Frankl. Siguen algunas notas1.
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Ninguna psicoterapia puede llevarse a cabo sin un fundamento
antropológico: psicoterapia y antrolopología sono como el haz y el envés
de un mismo proceso.
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Puede haber un estudio antropológico sin psicoterapia pero no una
psicoterapia sin sujeto humano.
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No obstante la variedad y la multiplicidad de procesos psicologicos, es
preciso entender el desvelarse de la intimidad hmana como “aletheia”,
como manifestación de la verdad de la persona.
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Es que acaso no resulta extraño y paradójico que se haya silenciado y
omitido sistemáticamente el estudio de la poderosa vinculación existente
entre antropología y psicoloterapía?
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Si las teorías psicoanalíticas no disponen en la actualidad de la necesaria y
coherente “lógica interna”, con toda probabilidad se debe a la ausencia de
articulación y esamblaje de los postulados, principios y teoremas
antrológicos que deberían estar en su base.
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Hoy resulta imprescindibile el estudio de la antropología implícita que
subyace en muchos de los principios psicoterapeuticos todavía en uso.
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De lo contrario, será difícil que, en la prática, los procedimientos
psicoterapéuticos, más allá de la eficacia “funcional, alcancen la nota
distintiva de lo que es riguroso (capacidad predictiva, eficacia diferencial
entre un y otro procedimiento) como la ciencia exige.
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La “voluntad de sentido” constituye un excelente hilo conductor para la
comprensión del pensamiento frankliano.
Cfr. V. E. FRANKL, La idea psicológica del hombre, Rialp, Madrid 1965.
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“Si podemos encontrar un sentido, estamos preparados para dar nuestra
vida por ese sentido. Por otro lado, si no podemos ver un sentido, estamos
inclinados a quitarnos la vida, aún en medio y a pesar de todo el bienestar
y opulencia que nos rodeee”2.
Este modo de razonar, desde luego, no hinca sus raíces en el psicoanálisis.
Las raíces de estos pensamientos proceden más bien del ámbito de la
antropología. Pero su procedencia en modo alguno entorpece la terapia,
sino que, más bien, la vigoriza y robustece, la hace más eficaz, de manera
que también ella alcance su más pleno sentido. Muchas de estas
proposiciones no tienen una validez ad tempus, conyuntural y situativa,
sino más bien intemporal, por lo que también rigen para el hombre del
siglo XXI.
Diez tesis antropológicas postuladas por Frankl en las que se
fundamenta la logoterapia3.
1. La persona es unidad, no se puede dividir.
2. No solo in‐dividum sino in‐summabile. El hombre es no solo unidad,
sino totalidad.
3. Cada persona es absolutamente un ser nuevo.
4. La persona es espiritual: fin en sí mesmo, no medio. No le compete
valor utilitario, sino el tener dignidad.
5. La persona no es fáctica ni pertenence a la facticidad, sino un ser
facultativo, que existe de acuerdo a su propria posibilidad para la cual o
contra la cual puede decidirse. Ser hombre es ante todo ser profunda y
finalmente responsable. En la responsabilidad se incluye el para qué de la
libertad humana – aquello para lo que el hombre es libre ‐ en favor de qué
o contra qué se decide. La persona no está determinada por sus intints
sino orientada hacia el sentido.
6. La persona es yoica, no se halla bajo la dictadura del “ello”, como
sostenía Freud al afirmar que el “yo” no era dueno de su propia casa. Tan
calara es la libertad del yo que a la fe en Dios y a Dios mismo no se me
arrastra sino que yo debo decidirme por El o contra El; la religiosidad es
del “o” o no existe en absoluto.
7. La persona no es sólo una unidad y totalidad en sí misma, sino que
representa un punto de interación, un cruce de tres niveles de la
existencia: lo físico, lo psíquic y lo espiritual.
2
3
Ibid., pp. 29–30.
FRANKL, La idea psicológica del hombre, cit.. Introducción.
8. La persona es dinámica y tiene capacidad de distanciarse y apartarse de
lo psicofísico. E‐istir significa salirse de sí mismo y enfrenatrse consigo
mismo. Y eso lo hace la persona espiritual en cuanto se enfrente como
persona espiritual a sí misma como organismo psicofísico.
9. El animal no es persona puesto que no es capaz de trascenderse y de
enfrentarse a sí mismo. Del mismo modo que el animal desde su enorno
no puede entender el mundo humano, el hombre tampoco puede
aprehender el mundo superior, excepto por un intento de alcanzarlo, de
presentirlo por la fe.
10. La persona no se comprende a sí misma sino desde el punto de vista
de la trascendencia. Más que eso: el hombre es tal, sólo en la medidad en
que se comprende desde la trascendencia.
Prólogo: Hacia una rehumanización de la psicoloterapia4
Frankl empieza con una consideración de las radicales diferencias entre
las psicoterapias freudiana y adleriana. Considera que también son
diametralmente opuestas las imágenes del ser humano que ellas poseen.
Presenta las contradicciones entre las imágenes (y su desaparecer) ‐ con el
ejemplo de las cuatro figuras: cuadrado, círculo como proyección bidimensional
del cilindro tridimensional.
Este símil se aplica también a nuestra concepción del ser humano, a nuestra
teoría antrolopológica, en tanto ella – explícita o implícitamente – está presente
en nuestra prática psicoterápica. Las contradicciones entre las distintas
imágenes del ser humano, tales como son presentadas por las distintas escuelas
psicoterápicas, no pueden ser superadas, salvo que avancemoz hasta la próxima
dimensión superior.
Mientras permanezcamos en las dimensiones fisiopsicológicas e las cuales
hemos proyectado la persona humana no hay esperanza de un concepto
unificado. Solamente si nos abrimos hacia una dimensión superior, la dimensión
humana con sus fenómenos específicamente humanos; sólo si seguimos a la
persona humana en esta dimensión, es posible captar su unicidad, así como
humanidad. Entrar en la dimensión humana se convierte en obligatorio si
queremos liberar o dejar fluir aquellos recursos que están disponibles
únicamente en la dimensión humana, a fin de incorporarlos a nuestro asernal
terapéutico.
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Recursos humanos: los más relevantes para la psicoterapia con la
capacidad humana de atuodistanciamento y autotrascendencia.
Autodistanciamento: capacidad de poner distancia de las situaciones
exteriores, de ponernos firmes en relación a ellas; pero somos capaces no
solamente de poner distancia con el mundo, sino también con nostros
mismos. Esta capacidad es movilizada en la técnica logoteraéutica de la
intención paradojal. En la intención paradojal los pacientes son invitados
Cfr. Ibid.. Prólogo.
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a exagerar sus miedos y ansiedades actuando con formulaciones tan
llenas de humor cuanto sea posibile. El sentido de humor es un aspecto de
la capacidad específicamente humana de autodistanciamento. Ningún
animal es capaz de reirse.
Autotrascendencia: denota el hecho de que el ser humano siempre
apunta y se dirige a algo o a alguien distinto de sí mismo – para realizar
un sentido o para lograr un encuentro amoroso en su relación con otros
seres humanos. Pone como ejemplo el ojo. Cada vez que el ojo ve algo de
sí mismo su visión está perturbada. El ojo que funciona normalmente no
se ve a sí mismo, no se percibe a sí mismo. Analogamente, nosotros somos
humanos en la medida que somos capaces de no vernos, de no notarnos y
de olvidarnos de nosotros mismos dándonos a una causa para servir, o a
otra persona para amar. Sumergiéndonos en el trabajo o en el amor, nos
estamos trascendiendo, y por tanto nos estamos realizando a nosotros
mismos. Se ha planteado la pregunta de por qué una cualidad
fundamental de la condición humana como esta haya sido tan
ampliamente ignorada por la psicología. VK responde diciendo que
tendrá que ver con la ley de Heisenberg. En el momento en que el sujeto
se transforma en objeto, sus objetos proprios desaparecen. (No entendí
muy bien la explicación, habla de sujeto‐objeto y objeto intencional según
Brentano‐Husserl‐Scheler). Y como los “referentes intencionales” forman
“el mundo en el cual un ser humano es”, en el sentido de “ser‐en‐el‐
mundo” (Heidegger) resulta así que el mundo se cierra tan pronto como a
una persona se la deja de ver como un ser que actúa en el mundo y se le
ve más bien como un ser que reacciona a estímulos (modelo behaviorista)
o que manifesta tendencias e instintos (modelo psicodinámico). En ambos
casos, el ser humano es presentado como una moneda carente de mundo,
como un sistema cerrado; la cualidad de abierto desaparece al
proyectarlo en dimensiones inferiores. (fig.4). La conducta humana es
realmente humana en la medida en que ella significa “actuar en el
mundo”. Esto, a su vez, implica ser motivado por el mundo”. De hecho, el
mundo hacia el cual un ser humano se trasciende a sí mismo es un mundo
pleno de sentidos (que constituyen las razones y motivaciones para
actuar) y lleno de otros seres humanos (que constituyen las personas
para amar). Tan pronto como proyectamos al ser humano a la dimensión
de una psicología que sea concebida en forma estrictamente científica, lo
recortamos, lo separamos del medio, de las motivaciones potenciales. Lo
que queda, en lugar de razones y motivaciones, son causas. Las razones
me motivan para actuar en la forma que yo elijo. Las causas determinan
mi conducta inconscientemente, sin saberlo, tanto si las conozco como si
no. Cuando al cortar cebollas lloro, mis lágrimas tienen una causa, pero yo
no tengo una razón para llorar. Cuando pierdo a un amigo, tengo una
razón para llorar. Y cuales son las causas que le quedan al psicólogo con
ceguera para la autotrascendencia y consecuentemente para la captación
de sentidos y razones? Si es un psicoanalista, querrá sustituir los motivos
por ciertas tendencias e instintos como causas de la conducta humana. Si
es un behaviorista querrá ver en la conducta humana el mero efecto de
los procesos de condicionamento y aprendizaje. Si no existen sentidos ni
razones, ni elecciones, deben suponerse otros determinantes, de una
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manera u otra, para reemplazarlos. En tales circunstancias, la condición
misma de la humanidad se deja de lado en la observación de la conducta
humana. Si la psicología, o en este caso, la psicoterapía, ha de ser
rehumanizada, debe hacerlo siendo cosncientes de la autotrascendencia
más bien que ignorándola. Un aspecto importante de la autotrascendecia
es lo que se llama “voluntad de sentido”. Si queremos encontrar y vivir
plenamente un sentido en nuestra vida, seremos felices y al mismo
tiempo capaces de superar el sufrimiento. Si podemos encontrar un
sentido, estamos preparados para dar nuestra vida por ese sentido. Por
otro lado, si no podemos ver un sentido, estamos inclinados a quitarnos la
vida, aun en medio y a pesar de todo bienstar y la opulencia que nos
rodee. (…) Yo no pretendo afirmar que la mayoría de los suicidios se
consuman porque hay un sentimiento de falta de sentido, pero estoy
convencido de que la gente superaría sus impulsos a suicidarse si
encontrara un sentido a sus vidas.
Contrarrestar la hiperreflexión: La felicidad no es solamente el
resultado de la plenificación de un sentido, sino también, en un aspecto
más general, es un efecto colateral, no buscado, de la autotrascendecia.
Por tanto, no puede ser “perseguida”, sino que, antes bien, sobreviene.
Cuanto más aspiramos a la felicidad y al placer, tanto más erramos
nuestro obejtivo. Esto se hace más palpable en el placer sexual, siendo
característico del esquema de la sexualidad neurótica el que la gente se
esfuerce directamente para lograr experiencias o realizaciones. La
hiperreflexión puede contrarrestarse con a técnica logoterápica de a
“derreflexión”: los pacientes, en lugar de observarse a sí mismos, deben
olvidarse de sí. Pero no pueden olvidarse de sí mismos, salvo que se den a
otro.
Tres caminos hacia el sentido: trabajo, amor, actitud. El sentimento
de falta de sentido no solamente subyace en la triada de la neurosis
masiva de esta época: depresión, drogadicción, agresión, sino que
también puede concretarse en lo que nosotros los logoterapeutas
llamamos “neurósis noógenas”. En estos casos, la logoterapia ofrece un
procedimento específico para ayudar al paciente a encontrar un sentido.
La logoterapia está basada en una logoteoría, y la logoteoría, a su vez, está
fundamentada empíricamente. El logoterapeuta nunca prescribe sentido,
pero puede muy bien describir las formas en que el proceso de la
percepción de sentido es realizado por “el hombre o la mujer de la calle”,
a través de lo que yo llamo su “autocomprensión ontológica no reflexiva”.
Los logoterapeutas nunca predican sentido ni lo ensenan, sino que lo
aprenden de la gente que por sí misma lo ha descubierto y realizado. Un
análisis fenomenológico revela que hay tres rutas o caminos principales
para llegar al sentido: mediante la creatividad en un trabajo o realizando
una obra; mediante el amor: vivenciar una experiencia de algo o realizar
el encuentro con alguien. Weisskopf‐Joelson observa en este contexto
quela noción logoterapéutica “de que la experiencia vivencial puede ser
tan valiosa como la realización en terapéutica porque compensa nuestro
unilateral énfasis en el mundo externo de las realizaciones a expensas del
mundo interno de la experiencia vivencial interior.” (26) Weisskopf‐
Joelson, E., “The Place of Logotherapy in the World Today”, The
International Forum for Logotherapy, 1 (3), 1980, 3‐7. Y la tercera y más
importante ruta hacia el sentido: la de las actitudes. Incluso si somos
víctimas indefensas de una situación desesperada, enfrentándonos a un
destino que no ponemos cambiar, nos es factible elevarnos, crecer sobre
nosostros mismos, y con ello cambiarnos a nosostros mismos, y con ello
cambiarnos a nosotros mismos. Podemos transformar una tragedia
personal in trionfo humano.
Una breve consideración final
La Psicoterapia es siempre algo más que una técnica, y es así en la medida
en que ella necesariamente incluye un elemento de arte. Y la Psicoterapia es
siempre más que mera ciencia en la medida en que ella también incluye un
elemento de sabiduría. Ambos forman una totalidad y unidad donde las
dicotomías entre técnica y encuentro desaparecen y se disueven. Tales extremos
constituyen bases viables para la intervención psicoterapéutica únicamente en
situaciones de excepción. Generalmente, el tratamiento psicoterapéutico
contiene ambos ingredientes: estrategias por un lado y, por otro, la relación Yo‐
Tú. “La prática viva se desarrolla entre ambos polos opuestos”5.
5
Ibid., pp. 199–200.