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Chile: esperanza, derrota y futuro radical

2024, Luchas por la hegemonía: proyecto emancipatorio y Constitución en Chile

En este ensayo se explora la esperanza que Chile despertó al respecto, pero, para hacerlo, observa la influencia que Chile ha tenido en otras democracias latinoamericanas desde el siglo XIX. De esa forma, se podrán enmarcar mejor los sentimientos que el proceso constitucional chileno tuvo en la región. Por lo anterior, en este ensayo quisiera completar la explicación de Quijano, pues pienso que se queda corta con respecto al papel que ha tenido Chile en el continente y porque, justamente, al ampliar la explicación en términos históricos, se percibe mejor por qué ha sido tan importante mirar a Chile desde tantos puntos del continente.

Luchas por la hegemonía: proyecto emancipatorio y Constitución en Chile ALEJANDRA BOTTINELLI, MÍA DRAGNIC GARCÍA, OLAF KALTMEIER Y MARCELO SANHUEZA (EDS.) Luchas por la hegemonía : proyecto emancipatorio y Constitución en Chile / Acosta, Alberto ... [et al.] ; Editado por Alejandra Bottinelli ... [et al.]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO ; Guadalajara : CALAS, 2024. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-813-718-6 1. Hegemonía. 2. Chile. 3. Constitución. I. Acosta, Alberto, II. Bottinelli, Alejandra, ed. CDD 320.5622 Otros descriptores asignados por CLACSO: América Latina/Chile/Constitución/Movimientos sociales Arte de tapa: Ezequiel Cafaro Imagen de tapa: obra sin título de Javier Barraza Corrección de estilo: Emi Martín Diseño del interior y maquetado: Eleonora Silva Luchas por la hegemonía Proyecto emancipatorio y Constitución en Chile Alejandra Bottinelli, Mía Dragnic García, Olaf Kaltmeier y Marcelo Sanhueza (eds.) 30.8.2021 Extractivism_Logo.svg MARIA SIBYLLA MERIAN CENTER file:///C:/Users/hwarn.DESKTOP-H3G1R6I/Documents/hannes_arbeit/01_uni_kassel/04_bmbf_areastudies/07_oeffentlichkeit/02_logos/Extractivi… 1/1 Chile: esperanza, derrota y futuro radical David Díaz Arias Hace algunos años, el sociólogo Aníbal Quijano se preguntaba por qué si América Latina había vivido procesos más sangrientos y dictaduras más acechantes que el proceso vivido en Chile después de septiembre de 1973, seguía siendo tan significativo para el continente conmemorar y discutir sobre Chile antes y después de aquel año (Quijano, 2014, p. 625). Quijano no ofreció una respuesta clara a esa autopregunta, pero sí dio las bases para pensar en la tremenda esperanza global que despertó la democracia chilena en 1970 y el impacto, entonces, que tuvo su derrota por medio de un golpe militar tres años después. Algo similar a lo indicado ocurrió en 2022 con el proceso constitucional chileno. En este ensayo se explora la esperanza que Chile despertó al respecto, pero, para hacerlo, observa la influencia que Chile ha tenido en otras democracias latinoamericanas desde el siglo XIX. De esa forma, se podrán enmarcar mejor los sentimientos que el proceso constitucional chileno tuvo en la región. Por lo anterior, en este ensayo quisiera completar la explicación de Quijano, pues pienso que se queda corta con respecto al papel que ha tenido Chile en el continente y porque, justamente, al ampliar la explicación en términos históricos, se percibe mejor por qué ha sido tan importante mirar a Chile desde tantos puntos del continente. 373 David Díaz Arias De entrada, hay que decir que este acercamiento no debe interpretarse como una apología a Chile: sus historiadoras, historiadores, científicos sociales, artistas, feministas, etc. han probado abundantemente los silencios y las exclusiones que se produjeron desde la época colonial en esta tierra y los límites que tuvo el proceso de construcción del Estado y la nación chilenos, así como las exclusiones étnicas y sociales que propició. Es decir, se han derribado una serie de mitos sobre Chile desde hace ya varias décadas, pero también se debe apuntar, pues todo hay que decirlo, muchos de esos mitos tuvieron una realidad histórica en la que se pudieron sostener. De esa constatación es la que parto en estas reflexiones. Chile como ejemplo Chile, es decir, la experiencia histórica chilena o su particularidad, ha impactado tremendamente a América Latina desde el siglo XIX y quizás los chilenos mismos no están enterados de esta influencia. Es posible, sí, que el pesado título de ser el primer laboratorio mundial del neoliberalismo sea básicamente lo que la mayoría de chilenos y chilenas citarían si se les preguntara por la influencia de su país en el mundo (Valdés, 1995). Pero Chile, a quienes los gurús económicos del norte han presentado por décadas como un modelo de desarrollo económico al cual imitar, es mucho más grande y ha sido mucho más determinante en otros impactos de tipo cultural, político y social que incluso lo definen mejor en su pasado y en este presente. Es por eso que el proceso de parto de una nueva Constitución en Chile durante 2022 fue tan importante y, por eso, los ojos de diversos países de América Latina se posaron sobre Chile. Es decir, lo que resultaba de esta coyuntura histórica no solo determinaría el modelo de país chileno, sino que tendría una influencia muy fuerte en la producción de modelos diferentes de país en la región latinoamericana en general. 374 Chile: esperanza, derrota y futuro radical Por supuesto, en términos democráticos Chile fue una influencia fuerte en América Latina hasta 1973. Múltiples elogios desde viajeros o políticos de Europa, México, Centroamérica, el Caribe y algunos países de Suramérica se pueden destacar desde el siglo XIX como se advierte en el libro clásico de Hernán Godoy Urzúa El carácter chileno (1981). Esos elogios visualizaban algo en Chile que lo volvía un ejemplo. Para esclarecerlo, se puede visualizar el impacto de Chile en la Costa Rica de inicios del siglo XX. Chile en el trópico Hay un concepto histórico en Costa Rica que se refiere directamente a Chile; se trata de “los chilenoides”. Ese vocablo es el nombre con que se conoce a un grupo de jóvenes costarricenses que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX estudiaron en Chile. En 1897, el gobierno chileno le ofreció al costarricense cinco becas completas para que igual número de jóvenes cursaran estudios en su Instituto Pedagógico. En 1901, una oportunidad parecida se les abrió a otros muchachos y muchachas costarricenses. Estos profesionales retornaron a Costa Rica cuando despuntaba el siglo XX y se convirtieron, en los siguientes años, en intelectuales, editores, productores, escritores, científicos y políticos que influyeron tremendamente en la organización de la educación costarricense y en la formación de la clase trabajadora urbana, a la cual intentaron influir creando una universidad popular, editando revistas y alentando espacios de enseñanza sobre socialismo, anarquismo, y comunismo (Garrón, 1989, p. 14). Su impacto en todas esas esferas fue determinante. En 1934, el gobierno de Chile invitó al entonces secretario de Educación costarricense, Teodoro Picado, a la II Conferencia Interamericana de Educación que se realizó en Santiago (Picado Michalski, 1934). Picado quedó tan impactado del modelo educativo chileno que realizó la petición oficial para que se enviara una misión educativa a Costa Rica, con el propósito de evaluar su sistema pedagógico y 375 David Díaz Arias sugerir cambios que ayudaran a modernizarlo. Esa misión fue tan importante para este pequeño país centroamericano que permitió que se abriera la Universidad de Costa Rica en 1940, que había sido cerrada por políticos liberales en 1887. Entre 1940 y 1943 Costa Rica experimentó la creación de las instituciones más importantes para su seguridad social (Díaz Arias, 2015), y en eso, nuevamente, Chile tuvo un papel importante, pues el presidente Rafael Ángel Calderón Guardia (1940-1944) envió en 1941 al médico Guillermo Padilla a Santiago para estudiar el sistema de salud chileno, que se consideraba en esos momentos un ejemplo de organización y democratización de la salud. Estos pocos ejemplos, que se podrían ampliar en sus dimensiones geográficas, sirven en esta exposición para anotar su tesis principal: por razones históricas, Chile avanzó por vías sociales y políticas normativas que posibilitaron que se convirtiera en un taller para la puesta en práctica de reformas sociales y culturales cuyo impacto fue decisivo en otras latitudes. Chile ejerció una tremenda influencia democrática hasta 1973 y, aunque el golpe de Estado de aquel año entorpeció esa influencia, es importante anotar que la presión interna obligó a Pinochet a dejar el poder después de un plebiscito y que la creación de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, mediante el Decreto Supremo Nº 355 del 24 de abril de 1990, fue también resultado de la necesidad democrática interna chilena. Chile, se podría decir, abrió la caja de Pandora en que venían los monstruos más feos de la Guerra Fría, pero también fue un país en que esos monstruos pudieron ser redefinidos gracias a las acciones populares (Ferrara, 2021). La impunidad, empero, no siempre se pudo superar. Es cierto, también, que desde finales de la década de 1970 Chile se convirtió en un modelo de reforma neoliberal radical con el que se congratulaban los organismos financieros internacionales y los tanques de pensamiento conservadores. Había que imitar a Chile, era la fórmula que se regaba por todas partes adonde acudían personeros del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. La reforma 376 Chile: esperanza, derrota y futuro radical emprendida por los Chicago Boys en este país fue la que se recomendó en todas partes: disminuir programas sociales, aplicar reformas tributarias regresivas, crear nuevas fórmulas de medición de la pobreza, realizar reformas educativas que entendieran a las escuelas como empresas privadas en competencia, reformar el sistema de salud para rebajar la inversión estatal y emprender la privatización de los sistemas de pensiones. Asimismo, a principios de este siglo la izquierda chilena era presentada por analistas políticos fuera de Chile como una izquierda modelo que había renunciado a toda pretensión revolucionaria y con la que se podía pactar (Castañeda, 2006). Esta exposición del Chile neoliberal es lo que hizo tan llamativo el proceso de levantamiento social que, desde 2019, se llevó adelante para echar abajo ese modelo. Es decir, en ese momento las movilizaciones sociales chilenas le dijeron al mundo que no era cierta tanta propaganda neoliberal, que las lesiones al tejido social eran muy profundas y que ese modelo no era viable ni para los humanos ni para el planeta (Navarrete y Tricot, 2021). La esperanza fallida y el mundo Por todo lo anterior era tan importante, para el mundo fuera de Chile, el proceso constitucional vivido en 2022. Las movilizaciones chilenas que comenzaron en octubre de 2019, y el incendio social al que llevaron, contagiaron otros espacios, hasta convertirse en un enjambre volcánico en explosión en todo el continente. Con las movilizaciones chilenas se produjo una esperanza compartida de que otro mundo era posible. Por causas diversas, hubo movimientos sociales en Ecuador, Argentina, Puerto Rico y Bolivia. Esos movimientos fueron liderados por jóvenes, pero también tuvieron contenido de clase y emprendieron reivindicaciones de género y étnicas. En Colombia, a partir del 21 de noviembre de 2019, comenzaron las movilizaciones contra una serie de reformas económicas y contra la corrupción; hubo paros, cacerolazos y marchas en Bogotá 377 David Díaz Arias todos los días hasta finales de enero del 2020. Otras partes del país se encendieron, como Medellín, donde la lucha era muy activa en las calles. En Costa Rica, jóvenes estudiantes de secundaria y universidad tomaron los espacios públicos capitalinos y fuera de San José e interrumpieron el tránsito y luego se refugiaron en algunas partes de los campus universitarios como signo de protesta. Su ejemplo era la desobediencia chilena. Así encontró a América Latina la pandemia por COVID-19 a inicios de 2020. El proyecto constitucional chileno de 2022 volvió a actualizar la imagen de este país como taller en América Latina. La discusión que despertó ese proyecto, la composición de la Convención Constituyente que lo escribió, los conceptos que expuso fueron una especie de síntesis de las luchas del pasado con las del presente. Es decir, ese proyecto y su producción fueron, a nivel mundial, el primer intento de enfrentar a los siglos XIX y XX con el siglo XXI en sus visiones de mundo, sus identidades, sus nociones de lo político y otros conceptos. Es cierto que múltiples veces se han producido nuevas constituciones en América Latina desde el siglo XIX (Gargarella, 2014), pero lo que ocurrió en Chile en 2022 fue un hito, porque superó la simple actualización y los acuerdos de cambios consensuados de grupos ganadores de un proceso político, porque fue revolucionario en el acto de repensar el Estado y sus instituciones, pero también porque replanteó las concepciones sobre la cultura, el lenguaje, la organización social, las visiones sobre las minorías étnicas, la concepción de la infancia, las necesidades de quienes tienen algún impedimento físico, la valoración plural del concepto de lengua oficial y la concepción de la relación entre la humanidad y la naturaleza. En ese sentido, no fue extraño el “miedo al cambio” con que algunos grupos políticos chilenos observaron ese proceso de producción de un nuevo pacto político-social. Pero, visto desde fuera, al mirar la historia chilena, más bien el ejemplo de abanderado fue lo que colocó a Chile en el contexto continental. Por eso, el temor de las élites latinoamericanas era que ese proyecto constitucional ganara y que 378 Chile: esperanza, derrota y futuro radical creara un ejemplo revolucionario a seguir en sus países. La derrota del movimiento del “Yo Apruebo” en septiembre de 2022 también significó el triunfo de las élites neoliberales en América Latina, que utilizaron esa derrota para decir que el pueblo chileno no quería cambiar su modelo de desarrollo. El diario español El País interpretó el triunfo del “Yo Rechazo” como una derrota de la izquierda latinoamericana (Manetto y Quesada, 2022) y como si fuera un presagio de futuros fracasos de esa tendencia a nivel continental. El periódico argentino La Nación subrayó que el triunfo del rechazo había sido “aplastante” y como un un verdadero freno a los anhelos refundacionales que surgieron a partir del estallido social de 2019 (García, 2022). Y así, similares afirmaciones se expusieron a lo largo de América Latina, de forma tal que la derrota del texto constitucional chileno alimentó la falsas nociones e interpretaciones sobre el proceso que llevó a presentarlo como algo “malo” y a afirmar que los chilenos estaban conformes con el modelo neoliberal-pinochetista. La esperanza fallida llevó a que las campanas de los templos conservadores hicieran eco y usaran a Chile, nuevamente, como un ejemplo de lo que se debía hacer desde su visión de mundo: rechazar los cambios sociales y revolucionarios. Historia radical La derrota de la esperanza en Chile no puede ser entendida como el resultado de una sociedad conservadora que se niega al cambio, sino, por el contrario, como la consecuencia de décadas de propaganda en contra de las transformaciones. Las movilizaciones de 2019 intentaron romper con esa rémora, pero el parto no ocurrió. Pero ese nacimiento de algo nuevo parece inevitable y necesario para sobrevivir a la dictadura del pensamiento único y a la persistencia del virus individualista que carcome nuestra sociedad desde hace varios lustros. Y el pasado puede darnos ejemplos de que esto también es posible; el pasado importa no solo porque nos permite ver lo que fue, sino 379 David Díaz Arias porque en esas experiencias se encuentran también ejemplos de que la desigualdad, y la exclusión también se pueden vencer con un esfuerzo colectivo. Al plantear su propuesta por una “historia radical” en 1970, el historiador estadounidense Howard Zinn (1970) pensaba que el pasado estaba vivo en su misión de cuestionar la idea de que las cosas siempre han sido como son y aseguraba que, aunque la historia no podía proveernos de una total confirmación de que una sociedad mejor era inevitable, sí podía darnos evidencia de que una sociedad así es algo concebible. La importancia de la historia, así, trasciende su conocimiento e involucra la presencia de esa indomable idea de que seremos mejores y estaremos mejor. Si la derrota del “Yo Apruebo” logra realmente posicionarnos en ese carril de la historia, podremos vencer las pandemias sociales que han crecido descontroladamente en las últimas décadas: la violencia, la injusticia, la persecución a las minorías y la incomprensión. Por eso, Chile sigue siendo esperanza. Conclusión Chile ha sido espejo para América Latina en diferentes momentos históricos. Durante el proceso constitucional de 2022, ese ejemplo se expuso de manera revolucionaria al crear la sensación de que existía una alternativa a la sociedad capitalista global y a esta época cargada de egoísmo, desigualdades, sobreexplotación, abuso del espacio, consumo, desinterés por el ambiente y producción de basura. Eso fue así porque en una parte de las solidaridades e identidades que ocurren en Chile se esculpen en la resistencia a ese modelo de vida y consumo neoliberal. Aunque la constitución no se aprobó, Chile dejó claro que el capitalismo salvaje neoliberal es inaceptable. Por eso, seguimos contemplando lo que ocurre en esta nación, porque sus movimientos de lucha social abren una nueva perspectiva para mejores futuros. Como lo ha señalado el intelectual anarquista Simon Springer: “La 380 Chile: esperanza, derrota y futuro radical fragmentación y la individualización le hacen el juego a la modalidad neoliberal, y, por lo tanto, si queremos tener éxito para destronar esta visión del mundo debemos intentar unirnos” (2017, p. 6). Justamente, a eso es a lo que aspiran todavía los chilenos que produjeron el estallido social de 2019. Ese es el peso de la Historia que traen en sus hombros desde ese momento. Bibliografía Castañeda, Jorge (2006). Latin America’s Left Turn. Foreign Affairs, 85(3), 28-43. Díaz Arias, David (2015). Crisis social y memorias en lucha: guerra civil en Costa Rica, 1940-1948. San José de Costa Rica: EUCR. Ferrara, Anita (2021). El impacto de la Comisión de Verdad y Reconciliación en Chile. Evaluación a largo plazo desde una perspectiva histórica. Santiago de Chile: UAH. García, Victor (5 de septiembre de 2022). Plebiscito por la Constitución en Chile: un aplastante triunfo del “rechazo” pone contra las cuerdas al gobierno de Gabriel Boric. La Nación. https://www. lanacion.com.ar/el-mundo/plebiscito-por-la-constitucion-enchile-un-aplastante-triunfo-del-rechazo-pone-contra-las-cuerdas-al-nid04092022/ Gargarella, Roberto (2014). La sala de máquinas de la Constitución. Dos siglos de constitucionalismo en América Latina (1810-2010). Buenos Aires: Katz Editores. 381 David Díaz Arias Garrón, Victoria (1989). Joaquín García Monge. San José de Costa Rica: EUNED. Gody Urzúa, Héctor (1981). El carácter chileno. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Manetto, Francisco y Quesada, Juan (5 de septiembre de 2022). La izquierda latinoamericana tropieza en Chile tras un largo ciclo de triunfos. El País. https://elpais.com/chile/2022-09-05/ la-izquierda-latinoamericana-tropieza-en-chile-tras-un-largo-ciclo-de-triunfos.html Navarrete, Bernardo y Tricto, Victor (2021). 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