ISLAS, 66 (207): e1401; enero-abril, 2024.
Recepción: 15/08/2023
Aceptación: 29/12/2023
Artículo científico
De la experiencia estética al comentario estético de una obra musical
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From the aesthetic experience to the aesthetic commentary of a musical work
Universidad de Cuenca, Cuenca, Ecuador
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9019-5144
Correo electrónico:
[email protected]
Universidad de Cuenca, Cuenca, Ecuador
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6280-1717
Correo electrónico:
[email protected]
RESUMEN
Introducción: Se aborda la disolución del objeto de estudio de la estética dentro de los más
actuales comentarios estéticos en las artes; y se fundamenta el necesario rescate del componente
emocional en la música por su relación estrecha con la noción de experiencia estética.
Métodos: El artículo responde a un proceso de experimentación académica basada en la
experiencia crítica y ensayística de los autores, la observación, comparación y evaluación de
fuentes referenciales, y la producción teórico-metodológica críticamente fundamentada.
Resultados: Se aporta una evaluación del estado actual del comentario estético en el ámbito de
la música en su contexto artístico general, y un modelo que reencamina el ejercicio académico
desde el objeto disciplinar de la estética, de utilidad en los procesos formativos musicales
elementales y superiores.
Conclusiones: El comentario estético en las artes (y especialmente en la música, como la
manifestación más subjetiva y emocional) ha sufrido alteraciones que dificultan la aprehensión
del objeto de estudio disciplinar, lo que justifica nuevas propuestas y acciones en lo académico.
PALABRAS CLAVE: música; estética; experiencia estética; comentario estético musical
ABSTRACT
Introduction: The dissolution of the object of study of aesthetics within the most current
aesthetic commentaries in the arts is addressed, and the necessary rescue of the emotional
component in music is grounded in its close relationship with the notion of aesthetic experience.
Methods: The article responds to a process of academic experimentation based on the critical
and essayistic experience of the authors, observation, comparison, and evaluation of referential
sources, and critically grounded theoretical-methodological production.
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Results: An evaluation of the current state of aesthetic commentary in the field of music in its
general artistic context is provided, along with a model that redirects academic exercise from the
disciplinary object of aesthetics, useful in elementary and higher musical training processes.
Conclusions: Aesthetic commentary in the arts (and especially in music, as the most subjective
and emotional manifestation) has undergone alterations that hinder the apprehension of the
disciplinary object of study, justifying new proposals and actions in academia.
KEYWORDS: music; aesthetics; aesthetic experience; musical aesthetic commentary
CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA
Concepción y/o diseño de investigación: Misael Moya Méndez
Adquisición de datos: Misael Moya Méndez; Arleti María Molerio Rosa
Análisis e interpretación de datos: Misael Moya Méndez; Arleti María Molerio Rosa
Escritura y/o revisión del artículo: Misael Moya Méndez; Arleti María Molerio Rosa
INTRODUCCIÓN
La música puede considerarse la mejor y más perfecta concreción artística, en tanto
proyecta el menor vínculo referencial directo con lo externo o ajeno a su propia naturaleza.
De ahí la elevada carga subjetiva y emocional del contenido musical, y su carácter
perfectamente abstracto. Concuerdan los clásicos, históricamente, en la misma idea: «no se
pueden encontrar palabras apropiadas para expresar el significado de la música»
(Copland, 1939: 30); «El principio de identidad pierde sus derechos en el dominio de la
música, al no tener la obra ninguna realidad objetiva» (De Schloezer, 1972: 341); la música
«se expresa sin que se pueda jamás aprehender su objeto» y su complicado lenguaje «no
dice nada acerca de nada» (Fubini, 1976: 36).
Entre la mejor crítica de arte (visual y musical) del siglo XIX, José Martí sostenía al
respecto: «El color tiene más cambiantes que la palabra, así como en la gradación de las
expresiones de la belleza, el sonido tiene más variantes que el color», y acentuaba el
componente profundamente emocional de lo sonoro en vínculo con el gusto: «El alma
gusta más de la música que de la pintura, y tal vez más de la pintura que de la poesía»
(Martí, 1875: 387).
Contemporáneamente, reflexiones desde lo inter- y transdisciplinar reconocen el carácter
estructurador, quizás subordinante, y sin duda funcionalmente hedonista de la música, pues
«organiza el color, no en el orden riguroso del espectro sino en el orden agradable a la
conciencia» y «La música es más obra humana que la pintura» (Vasconcelos, 2013: 453, 455).
Gusto, emoción y subjetividad han fundamentado las teorizaciones musicales más
diversas, y con frecuencia han propiciado desvíos del objeto de reflexión en muchos
acercamientos presuntamente estéticos a artistas y a obras en la Academia; pero no dejan de
existir, en el terreno estrictamente disciplinar, principios elementales no para «objetivar»
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científicamente el abordaje estético de la música: sí para «legitimar» dicha aproximación
como constructo académico con un grado aceptable de fiabilidad exegética.
No desconocemos que, en las últimas décadas, el auge del análisis del discurso abrió las
puertas a enfoques inter- y transdisciplinares que han propiciado visiones holísticas en las
artes, en que lo estético se ha integrado a un constructo mayor; ni que, por esta misma
razón, existe la tendencia a considerar «pasado de moda» cualquier análisis expresamente
estético en las artes. Pero el propósito del trabajo va bien direccionado: en algún momento
puntual de la formación musical académica se presentará la necesidad de acometer un
comentario estético —probablemente en medio de un curso disciplinar específico—, y a tal
efecto serán pertinentes los comentarios aquí construidos como resultado de una
experiencia docente sistematizada. Lo demás, está fuera de los objetivos del presente
trabajo.
Es así que, partiendo de la revisión crítica de la experiencia con varios referentes
metodológicos, el presente artículo centra su atención en el objeto de estudio de la estética
(considerándolo principio y fin del discurso analítico), y toma posición en torno a las
formas de un comentario estético de obra musical en el contexto académico de la
enseñanza universitaria en carreras de formación musical en sus distintas disciplinas,
como una primera toma de contacto con los contenidos estéticos.
DESARROLLO
Una percepción discutible (pero percepción al fin) en torno a comentarios «estéticos» de
los últimos años
No es objetivo acometer en este apartado una crítica de los muchos y diversos empleos
de los términos estética, estético (y correlativos), ni hacer nómina libro por libro, artículo
por artículo o autor por autor, de cómo, queriendo rebasar sobre todo aproximaciones
estilísticas y composicionales en las artes, el término estilo «pasó de moda» y fue poco a
poco sustituido por el de estética. El tránsito probablemente lo haya propiciado el giro del
objeto de estudio de la estética misma, en tanto disciplina que, habiendo rebasado la
mirada prioritaria a lo bello, amplió de manera justificada su objeto al fenómeno de la
experiencia estética, y que, sobre todo en las artes visuales contemporáneas, halló
frecuentes vasos comunicantes con la conceptualización, produciendo a la vez la
ampliación semántica de lo estético, que influenció a las demás manifestaciones artísticas.
De repente, se alude a la «estética musical» de un compositor y lo que se aborda es
únicamente su estilo, o se refieren «períodos estéticos» basados en los recursos técnicos y
composicionales que implican un análisis limitado a lo musicológico. Se alude a la
«riqueza estética» de una obra musical, pero solo por la belleza lingüística de tal expresión
y la actualidad de la referencia, sin desarrollo argumentativo alguno que ilustre el juicio. Y
se construyen estéticas diversas, basadas en dos fórmulas sintagmáticas específicas:
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1. estética(s) + adjetivo(s)
2. estética + de la/lo + sustantivo/adjetivo
Tales fórmulas «legitiman» el descubrimiento y proliferación de muchísimas estéticas y
el surgimiento de muchísimos teóricos, que enriquecen creativamente estas fórmulas con
variaciones singulares. Hablar de estética está (más bien, estuvo) de moda, emplear el
término es (más bien, fue) fundamental, pero muy poco ha importado su real pertinencia y
mucho menos su conveniencia.
Es común que trabajos orientados a la metodología de un análisis estético, propongan
atender ordenadamente a aspectos como «El porqué de la obra» (a partir de las respuestas
a cuál es su contexto sociohistórico y geográfico, y a quién la creó), «El qué de la obra» (a
partir de las respuestas a cuál es su lenguaje y su forma, y a cuál es su contenido y
expresión), y a la «Deducción del análisis» (Holguin Tovar, 2008); cuando se podía y debía
partir de otros aspectos de naturaleza puntualmente estética, si se deseaba rebasar el
método de un simple comentario de obra artística (véase Anexo).
Nuestros criterios hallaron proximidad, solo parcialmente, con la propuesta de
Alvarado (2021) de considerar la estética, con vistas a cualquier análisis estético-musical,
desde fenómenos puntuales asociados a la sensibilidad humana; en su criterio:
— Sensaciones
— Percepciones
— Ideas. ¿Por qué? ¿Para qué?
— Afecciones internas (emocionales)
— Actividad mental
— Sensibilidad. Capacidad de experimentar emociones
— Inteligencia/entendimiento
— Voluntad (Alvarado, 2021: 1)
Sin embargo, enumera estos elementos clave solo como introducción a su concepto de
estética, y su propuesta de análisis comienza igualmente por la indagación en la época, sus
filósofos, el autor y su estilo, el contexto de la obra… En definitiva, propone escuchar la
obra y responder, ordenadamente, a las interrogantes siguientes:
— ¿Qué tipo de composición es? ¿Cuál es la forma típica de esta composición?
— ¿Cuántos temas hay? Identifíquelos con las letras (A, B…)
— ¿Cuántos subtemas hay? Identifíquelos con las letras (a, a´, b, b´)
— ¿Qué frases contiene cada tema?
— ¿Están compuestas las frases por otras más pequeñas?
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— ¿Qué motivos hay? ¿Cuándo y cómo se repiten o varían?
— ¿Hay alguna progresión?
— ¿Hay puentes?
— ¿Hay codas?
— ¿Dónde están los puntos culminantes? ¿Los puntos más bajos?
— ¿En qué compás se encuentra el clímax de la obra? (Alvarado, 2021: 1)
Sin duda, se potencia en todo momento lo que podría denominarse un comentario de
obra musical, donde las interrogantes, más que comenzar por los elementos con los que el
mismo autor asoció inicialmente la estética, dan preferencia a lo composicional y
estilístico. Esta contradicción resulta frecuente en muchas propuestas que se desvían de la
forma correctamente enfocada a lo que se supone sea un comentario estético.
De hecho, en abordajes orientados principalmente a lo estilístico se ha dado incluso
preferencia al componente de la recepción subjetiva (más concerniente a lo estético), con lo
cual se clarifica —al margen de nuestra disconformidad con el manejo disciplinar de la
estilística en tales situaciones—, que la experiencia estética, una vez descrita, puede
explicarse a través del modo en que lo formal (propiamente composicional y estilístico) la
concretan. Así, y tomando distancia del contexto, convenimos en que
la música es un proceso de crecimiento que combina dos aspectos: el primero las
impresiones, en gran medida momentáneas, que sentimos como movimiento; y, en
segundo lugar, los efectos acumulativos de este movimiento que nosotros retenemos,
sedimentándolos, en un sentido de forma musical. (LaRue, 2007: 2)
En torno a este «desplazamiento», que ha de verse en realidad desde su unidad
dialéctica, el criterio de LaRue sería coincidente con el de Lagutin, quien, parafraseando la
obra Sobre el arte de tocar el piano de H. Neihaus, expresa:
Cuando se profundiza en la percepción de lo bello […] y tratamos de comprender de
dónde surgió, cuál fue su causa objetiva, solo entonces se comprenden las regularidades
ilimitadas del arte y se experimenta una nueva alegría debido a que el intelecto a su
manera aclara aquello que se percibe directamente en los sentidos. (Lagutin, 1979: 136)
El objeto de estudio de la estética (contextualizado en la música)
En principio, la estética no periodiza o establece nexos entre los períodos de la
producción de un creador, tendencia o movimiento: eso corresponde a la historia.
Tampoco estudia cómo se compone y estructura la obra, qué relaciones establecen las
partes con el todo ni cuáles son sus peculiaridades ideotemáticas y morfológicas: eso
corresponde a un estudio técnico-morfológico (en este caso, musicológico). No se dedica a
identificar y describir los estilemas o rasgos que caracterizan la obra de un creador,
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escuela, tendencia o movimiento, que corresponde a la estilística como disciplina. No
dedica su esfuerzo a explicar cómo un elemento musical, comprendido como signo, llega a
significar algo en un contexto específico, que corresponde a la semiótica…
En sus inicios, el objeto de estudio de la estética se enfocó en describir y analizar la
realización artística de lo bello; luego, en virtud del fin de la noción tradicional del arte y
del arribo del arte contemporáneo, evolucionó, comenzando por su apertura a un conjunto
amplio de categorías (lo bello, lo feo, lo cómico, lo grotesco, lo obsceno, lo abyecto, lo
macabro, lo trágico, lo sublime, lo kitsch…) hasta centrarse en la experiencia estética:
La experiencia estética es el resultado de una relación emocional y cultural del individuo
con la obra de arte —operativamente consciente, pero también subconsciente—, que
suma nociones, percepciones y situaciones vividas desde lo sentimental a un particular
saber, construido y gozado a un nivel sensorial (hedonista y/o crítico); enriquecedor tanto
del conocimiento informativo racional como del universo simbólico y afectivo, en que
diversas funciones del arte pueden corporeizar individualmente.
Deriva, entonces, de la doble interacción entre los planos consciente-subconsciente y de
una doble operación racional-sensible.
La experiencia estética puede ser situada, como en la interacción eventual individuoobra, o sistematizada, en tanto acumulado cognoscitivo individual formado a partir de
diversas interacciones artísticas. (Moya, 2018: 14)
En la experiencia estética entran en juego diversas peculiaridades de la percepción artística,
como su triple condición: paradójica, «defectuosa» y cocreativa (Koprinarov, 1982: 56-63).
Participan en ese proceso, de manera indisociable y como en ningún otro evento humano, los
conocimientos intelectual, sensorial y emocional (Vasconcelos, 2013: 48, 57, 81).
Esa interacción del individuo con la obra artística es resultado de diversos aspectos, en
los que incluso el gusto y las memorias adquieren relevancia y muchas veces carácter
determinante: no todos podrán gozar, ni de igual modo, una misma obra. Y, por supuesto,
intervienen con carácter también determinante los aspectos que, desde la historia, la
musicología, la estilística, la semiótica y otras disciplinas, sirven, solo en un segundo
momento, para explicar cómo un compositor o una obra propician, condicionan y originan
una experiencia estética particular.
El ejercicio del comentario estético en clase, que tributa a toda la formación sensible
del estudiante, resulta académicamente formativo incluso desde las edades más
tempranas: «Hace ya mucho tiempo se señaló la relación de los sentimientos estéticos de
los niños con sus convicciones morales» (Lagutin, 1979: 136). De ahí la importancia de
profundizarlo en el nivel universitario, o de desarrollarlo en situaciones en que el
estudiante ha entrado a la universidad con esa carencia formativa previa. En esta
dirección se encamina nuestra propuesta teórico-metodológica.
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El comentario estético de una obra musical
El abordaje del concepto de experiencia estética resulta siempre complejo, dada su
elaboración esencialmente teórico-filosófica.1 Por esta razón, y como parte de cualquier
emprendimiento didáctico dirigido a facilitar su aprendizaje, conviene recurrir a diversas
herramientas con potencialidad para su asimilación no solo razonada, sino sobre todo
emocionalizada,2 lo que permitiría una «puerta de entrada» mucho más accesible al
estudiante que la problematización y la abstracción filosóficas en su primer contacto.
Con vistas al comentario estético de una obra musical, en el Cuadro 1 sugerimos
establecer tres momentos bien determinados:
I. Recepción estética
II. Explicación
estilística y
composicional
III. Juicio estético
— ¿Qué sensaciones y percepciones produce o estimula la obra?
— ¿Qué emoción despierta?
— ¿Evoca o traslada a un ambiente específico? ¿Cómo describirlo?
— ¿Despierta algún tipo de cuestionamiento?
— Si fuera a dar un uso ilustrativo a esta pieza, ¿cuál podría ser? ¿Resulta un
«ícono sonoro» potencial de algo o adquiere valor referencial de algún
fenómeno natural o humano?
— ¿Desarrolla la obra una «sonoridad» específica?
— ¿Focaliza o desarrolla alguna categoría estética? (Lo bello, lo feo, lo cómico, lo
grotesco, lo obsceno, lo abyecto, lo macabro, lo trágico, lo sublime, lo
kitsch…)
— ¿Cómo definir esta obra desde lo emocional? ¿A qué asociarla si le fuéramos
a dar nombre?
— ¿Con qué estilo propicia el autor esta experiencia estética y/o esta sonoridad
(en caso de poderse defender alguna)?
— ¿Con cuáles recursos técnicos, estructurales y compositivos lo logra? ¿Con
cuáles soluciones creativas?
— ¿Construye algún leitmotive? ¿Potencia el carácter icónico o la condición
sígnico-simbólica (vista a través de su expresividad, reiteración o
jerarquización) de elementos estrictamente compositivos que sustentan esta
experiencia estética?
— ¿Se ha logrado una relación integrada contenido-forma-expresividad? ¿Cómo
resumirla?
— Tras investigar en las fuentes documentales, ¿es posible establecer alguna
relación entre la experiencia estética propiciada por la obra, y elementos
como la época histórica, las preferencias del autor o elementos episódicos de
su biografía personal?
— ¿Puedes ofrecer un juicio estético cualitativo acerca de esta obra?
Cuadro 1. Propuesta para el comentario estético de una obra musical
Fuente: Elaboración autoral (Moya & Molerio)
En este trabajo, el concepto de experiencia estética y sus diversas interpretaciones se han conciliado a partir de
Kagan (1965), Adorno (1970), Sánchez Vázquez (1978), Koprinarov (1982), Olivera (2004) y Vasconcelos (2013).
2 El propósito de «emocionalizar» la educación se ha tratado con insistencia en los últimos años, sobre todo
desde perspectivas de la psicología y las neurociencias educativas. En este caso se comprende y maneja a
partir de Nuevo Espín (2022).
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En el esquema para el comentario general de una obra artística, que por su cercanía
tomamos como referencia (véase Anexo), lo estético es un componente entre muchos, por
demás conclusivo, dado su relativo valor axiológico dentro del arte. Como se puede
apreciar, en un comentario particularmente estético todo ese esquema se invierte: lo
estético es ahora punto de arrancada, y el comentario va de lo emocional a lo técnico
explicativo. Y no precisa abordar todos los elementos técnicos, ideotemáticos, composicionales,
estilísticos ni expresivos posibles (a los que abre sus puertas el comentario general de obra
artística), sino solo aquellos que responden, explican e ilustran cómo la obra propicia una
experiencia estética particular, que, además, se ha de definir como obligado punto de
partida, pues sin definición o caracterización de una estética no habría tesis posible que
argumentar ni sustentar.
Otro elemento significativo del modelo propuesto es que busca explotar al oyente, al
investigador o estudiante en su relación directa con la obra. Es por ello que solo en un
tercer momento se permite investigar en las fuentes documentales, buscando reforzar las
explicaciones y contextualizaciones. Nunca a la inversa.
Un análisis estético no se realiza para justificar las razones y contextos que, tras una
investigación documental, rodearon a una obra. Un análisis estético se realiza para
caracterizar y describir una experiencia estética, y para descubrir y explicar las formas con
que fue construida o propiciada; más allá incluso del grado de convicción o no que haya
tenido su autor al momento de producirla.
Finalmente, no es posible aceptar que estemos frente a un comentario estético sin la
existencia de un juicio crítico final, incluya o no el elemento particular del gusto. Ningún
análisis estético debería ignorar nunca la autonomía ni la polisemia de la obra artística.
CONCLUSIONES
El giro natural del objeto de estudio de la estética —al rebasar su mirada prioritaria a un
concepto limitado de lo bello, y abrirse a la noción de experiencia estética— y la «moda»
con que la ensayística y la crítica comenzaron a utilizar los términos estética/estético desde
una pragmática que absorbía otros objetos de estudio disciplinares, quizás favoreciera esa
ampliación semántica de lo estético, que, si bien fomentó una visión interdisciplinar de
saberes técnicos y sensibles en el mundo del arte, también diluyó involuntariamente el
objeto mismo de la estética como disciplina del conocimiento, al extremo de ser necesario
revisitar conceptos, objetos e intereses con fines estrictamente académicos.
Desde una percepción discutible (pero percepción al fin), la mayoría de los comentarios
estéticos de los últimos años han mermado en su propia capacidad ilustrativa para el
ámbito formativo, educativo, por lo que, a partir de la experimentación reciente ejercitada
en clases, fue posible aportar un modelo que ha rendido frutos, elementales pero
necesarios, con vistas al comentario estético de una obra musical, con el cual proseguir
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ejercicios cada vez más profundos, pero desde el dominio absoluto de la naturaleza y del
objeto de estudio de la estética como disciplina académica.
REFERENCIAS
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ALVARADO, A. (2021). Scribd. Recuperado el 27 de mayo de 2023, de
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ANEXO
Cuadro 1. Esquema para el comentario general de una obra artística
Fuente: Misael Moya Méndez (2018)
DATOS DE LOS AUTORES
Misael Moya Méndez (Santa Clara, Cuba, 1972). Licenciado en letras, Especialista en Edición de
Textos y Doctor en Ciencias Lingüísticas, con estudios de nivel técnico en artes plásticas y de
maestría en educación cultural y artística. Actualmente, profesor y director de Investigación en la
Facultad de Artes de la Universidad de Cuenca (Ecuador).
Arleti María Molerio Rosa (Campechuela, Cuba, 1973). Formación técnica y tecnológica en la
especialidad de Piano. Licenciada en Dirección de Orquesta, Magíster en Pedagogía e
Investigación Musical y Doctora en Música con perfil en Musicología. Actualmente, profesora en la
Facultad de Artes de la Universidad de Cuenca (Ecuador).
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO: MOYA, M.; MOLERIO, A. (2024). De la experiencia estética al comentario
estético de una obra musical. Islas, 66(207): e1401.
Este texto se distribuye bajo una licencia Creative Commons
Reconocimiento-NoComercial 4.0 Licencia Internacional.
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